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Para estos asuntos fundamentales sobre la memoria histórica, la trayectoria de Jorge del
Prado, hombre fundamental del Perú y la izquierda peruana en el Siglo XX, nos
permite apreciar diversos episodios desde los cuales tratarlos. Ya se conocen los grandes
trazos de su biografía en las etapas históricas del Perú. Voy a concentrarme en esta
oportunidad en el periodo que se inicia en los años 70.
Trayectoria somera
Luego viene la etapa entre 1960 a 1970, en que activa en el Frente de Liberación
Nacional y en la lucha nacional por el petróleo y otras reivindicaciones sociales. Sufre
nuevas prisiones en el Sepa y en el Frontón. En 1968, al instalarse la dictadura militar
de Velasco Alvarado, de carácter reformista, la respalda activamente.
Una nueva Etapa de la historia patria con un nuevo “otro real imaginario”
Desde los años 70, el país entra a un nuevo periodo de su historia. En este periodo
histórico quiero situar estas reflexiones inter-generacionales sobre Socialismo y
Democracia. No es casual que Del Prado, considere que en estos años se presenta una
nueva generación de izquierda. Dice: “renació con ella el espíritu científico de
investigación de nuestra realidad nacional”. La que “estuvo unida por un propósito
transformador casi común de los valores y las practicas políticas”.
¿Que ocurría en el país para este dialogo inter-generacional, que luego vera los avatares
de las izquierdas en ascenso, unidas, divididas, derrotadas, vigentes, obligadas a
actualizarse, expresión fantasmatica de una alternativa presente aunque en ausencia?
lo largo de las sucesivas republicas de los Siglo XIX y XX. Estas fuerzas, el demos
soberano de ciudadanía, se yerguen en los 70 en el campo político buscando se generen
opciones de gobierno transformador para una republica plural e igualitaria. Este es lo
real fantasmatico, en concepto que usa Zizek, y se refiere a una fuerza real que pese a
ser tratada como una apariencia evanescente marca realmente la relación de fuerzas
efectiva en los diversos acontecimientos del poder.
Una nueva existencia de fuerzas como este “otro real imaginario”, se forja en los años
70 del Siglo XX, cuando se intensifica la democratización de la sociedad y el mundo
entra a una nueva era. La propia dictadura militar reformista, a su pesar, incentivaba esta
fuerza social, que las reformas aunque limitadas destrababan en la lucha por sus
derechos, pese al ejercicio dictatorial del poder político. A lo largo de la historia, con las
conquistas de mayores derechos, la clase obrera, los campesinos y las clases medias,
incluyendo las poblaciones indígenas, las mujeres y los llamados informales, eran los
principales artífices de la creciente comunidad de ciudadanos. Incluso, la conquista de
derechos encontraba en ciertos momentos históricos a la clase obrera como su fuerza
mas avanzada, que lograba ampliaciones de ciudadanía para el conjunto de la nación.
Las masas habían irrumpido en política en los años 30, pero habían sido aplastadas y/o
domesticadas sus opciones por largas décadas. No lograron cambiar este situación los
tímidos ensayos de Bustamante y Rivero, y luego los de Belaunde, de sectores de clases
medias temerosos por “el otro real imaginario”, esta vez de una ciudadanía plural en
alza. .A partir de los años 70, con mayores derechos conquistados, se abrió el periodo
histórico de estas opciones de gobierno para transformar la republica desde las nuevas
fuerzas sociales en ascenso.
Al producirse la crisis del gobierno militar reformista de Velasco, las viejas fuerzas
oligárquicas ganaron posiciones en el poder y se enfrentaban a sectores patrióticos que
todavía buscaban avanzar las reformas. Una parte de la izquierda, encabezada por Del
Prado y el PCP, habían asumido el apoyo al gobierno. Otros en la izquierda, que llama
los de la generación del 70, señalábamos que no se estaba ante una dictadura militar
fascista como las que azolaban el continente, pero que el reformismo militar era inviable
por ser dictatorial y entraba en crisis. Ambos sectores, estábamos formando parte del
ascenso social democratizador. Por eso, cuando Morales Bermúdez derroca a Velasco y
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A inicios de la tarde de ese histórico día, triunfante el paro, fui a un tranquilo restaurante
de Lince para almorzar, con un equipo central del PCR, partido marxista gramsciano, de
la nueva izquierda mariateguista, vigente hasta 1990, con el que habíamos impulsado el
paro en lima y el resto del país. A ese mismo restaurante de Lince llego también Del
Prado con su equipo central del PCP, también fundamentales impulsores del paro
nacional. En esos días solo nos conocíamos de vista y éramos adversarios enconados.
Ciertamente, no intercambiamos opinión alguna. Todo indicaba que para los que
estábamos tranquilos en mesas distintas, era un día de victoria popular, de una gran
lucha social y sindical.
Pero también se hicieron ese día otras evaluaciones del Paro de Julio de 1997. Me las
contó años después Leonidas Rodríguez, un general patriota y honrado, cuando ya
estábamos juntos en IU, frente al que se habían integrado con el PSR una brillante
generación de militares patriotas velasquismo. Me dijo Leonidas Rodríguez que ese 19
de Julio, hacia el medio día, el comando central del gobierno militar, había evaluado que
había triunfado el Paro Nacional en todo el país, y que debía darse una salida nacional
convocando a los líderes políticos del movimiento social para formar un nuevo
gobierno. Es decir, que el Paro Nacional había abierto las opciones de un gobierno
nuevo, que incluyera las reivindicaciones de la amplia movilización. No era una
alternativa imposible. Es muy difícil especular que hubiese podido pasar si se
concretaba, o solamente se conversaba al respecto. No olvidemos que en esos años, en
otras circunstancias pero con similitudes, se formo en Bolivia un Gobierno con JJ
Torres, para reencauzar hacia cambios sociales un gobierno en crisis. Fue una
posibilidad abierta que quedo solo en un episodio de evaluación.
De todos modos, el voto popular abrió para la izquierda la vía del sufragio para formar
gobierno de cambio. La suma de votaciones para la Constituyente lo demostraba. Pero
era indispensable la unidad política programática, y esta no existía. Dos bloques eran los
principales. El PSR y el PCP formaron Unidad de Izquierda, con un programa de
reformas democratizadoras. La otra parte, se autodefinía como revolucionaria. Al final
primo la tesis de un gobierno “sin patrones ni generales”, sintetizada por Hugo Blanco,
lo que pulverizo la proyectada Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI). Las
propuestas que se hicieron con Barrantes para un gobierno de acuerdo nacional,
quedaron entonces aisladas. Al fragmentarse en las elecciones generales de 1980 la
opción de izquierda, rápidamente creció la candidatura de Belaunde, la que gano las
elecciones, ante el desgaste del APRA por haber hecho alianza con el gobierno militar
desde la Asamblea Constituyente.
Para estos nuevos retos, no había recetas ni respuestas. Era indispensable una profunda
renovación programática de la izquierda, en lo cual era definitoria la relación del
socialismo con la democracia.
Es la voz potente de este “otro real imaginario”, que reclama desde la ciudadanía la
forja de la opción del gobierno de transformación
En forma sintética las principales ideas del nuevo Programa aprobado en IU, de
Socialismo en Democracia, eran las siguientes. La afirmación de la soberanía de la
Nación, que requiere una economía integrada con valor agregado y el control de sus
recursos naturales y actividades estratégicas. Una nueva relación entre Estado, mercado
y sociedad, que superara el neoliberalismo y el estatismo. Un régimen político social de
combinación de la democracia representativa con la democracia directa. El pluralismo
activo como valor positivo en la vida política, partidaria, social y cultural. El Gobierno
Democrático, sin presidencialismo autoritario ni reelección inmediata, con distribución
de poderes, transformando radicalmente el Estado Oligárquico, por un Estado
democrático, descentralista y participativo.
Este accionar terrorista, que Del Prado denomina “accionar genocida”, tenía pretendidos
fundamentos doctrinarios, sobre los cuales el zanjamiento de la opción de izquierda era
claro. Para SL se trataba de saltar las supuestas etapas de la historia, por efecto de la
decisión militar iluminada para ir de la “feudalidad” al “comunismo”. La vía era la de
militarización del partido único y de las organizaciones sociales subordinadas, en
gradientes de sujeción, que podía ir de militantes reducidos a súbditos y pobladores
controlados en esclavitud. El derramamiento de sangre, generado por los asesinatos y el
terror, supuestamente formaría la “conciencia de clase”, y aceraria un “partido
luminoso”, conducido por los absurdos dogmas de un autodenominado “Presidente” que
se definía a si mismo en forma alucinada como la “quinta espada de la revolución
mundial”. Estas tesis, que Del Prado llama “disparates anacrónicos y fundamentalista de
su pseudo ideología”, son con las cuales era indispensable el zanjamiento. Para la
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Desde los resultados de la campaña del 85, se abrió la cuarta posibilidad de opción de
gobierno para la transformación del país. Fueron diversos y sucesivos acontecimientos.
Quiero referirme solo a algunos de ellos, claves en la relación entre socialismo y
democracia.
Ante todo, era importante la afirmación del liderazgo nacional ganado por Barrantes,
primer alcalde socialista de Lima y expresión de la mayor votación ciudadana que hasta
ese momento había obtenido en Suramérica un líder socialista después de Allende en
Chile. Terminado el proceso electoral, Barrantes no era candidato presidencial ni
dirigente de un partido que integrara el Comité Directivo. Era un asunto clave la
afirmación de su liderazgo. En estas circunstancias, al convocarse un Mitin en la Plaza
San Martín, en el mismo estrado, suscribimos la proclamación de Barrantes como
Presidente de IU, en documento inicialmente suscrito por Del Prado, Filomeno del PSR
y quien habla, y también por los otros integrantes del CDN, y luego presentado
públicamente a los asistentes al Mitin. De esta forma, se evitaba una riesgosa situación.
La pugna desatada hizo que en conjunto se perdieran de vista dos asuntos cruciales en la
relación con la ciudadanía en ascenso. . Primero, que la estructura social del país seguía
en cambio acelerado. El fracaso del gobierno aprista acentuaba las tendencias al
empobrecimiento y la fragmentación social. Algunos pensaban que estas tendencias
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Muchos de los problemas señalados en el periodo del 70 al XXI, tienen que ver con una
dimensión que considero perdimos de vista en la izquierda, y nos lo reclamaba el nuevo
movimiento de ciudadanía, que se incorpora nítidamente ahora en la expresión de las
nuevas generaciones del siglo XXI. Esto es, que entre el demos del pueblo, la base de
soberanía de la ciudadanía, y el sistema político de poder, existen fuerzas sociales y
mediaciones institucionales organizadas en la esfera común de ejercicio de soberanía.
Este es el campo político de la republica, organizada como comunidad de ciudadanos,
que se amplia en la lucha por la igualad y la libertad. Desde los años 70 en el Perú
estaba cambiando nuevamente la estructura social y las condiciones de acción de los
ciudadanos, y no se asumían las dimensiones políticas de republica para apreciarlos.
Estos cambios se han profundizado en el Siglo XXI.
Testimonio de Parte, al mismo tiempo que enfatiza que la ex URSS y los países de
Europa del Este aportaron grandes conquistas sociales, señala que su socialismo “se
caracterizo por el excesivo autoritarismo y el burocratismo”. La misma tensión se
manifiesta cuando señala tajantemente que la generación del 70 “no fue una generación
mariateguista porque en la mayoría de su agrupaciones operaban las corrientes o
movimientos social cristianos y social demócratas de izquierda”.
Falta mucho para profundizar en estos balances y perspectivas. Pero el espíritu común
tiene un acercamiento clave: el socialismo es creación heroica y se afirma en mayor
democracia ciudadana.
Del Prado hizo de este aserto una distinción de su vida. Afirmo la mejor de las
politizaciones de la vida social, aquella que hace de los sujetos sociales los activos
protagonistas del ejercicio de la soberanía democrática para ampliar los derechos
universales y de los diversos componentes. Los trabajadores, afirma enfático, son una
de las fuerzas de avanzada sustantiva para la conquista de mayores derechos en la lucha
emancipatoria.
amazónicos. Y son una amenaza contra todos, también los intentos de privatizar las
empresas de todos los peruanos, como Enapu, Petroperu y Electroperu, para subastar los
recursos y activos públicos estratégicos a su cargo.
En este dialogo de recuerdo y homenaje a Jorge del Prado, quiero también rendir
homenaje a sus familiares, que estuvieron con el y afirman su memoria. A todos ellos,
en las figuras de Etna Velarde, creadora infatigable que ha cubierto de azul a
machupicchu y ha puesto color y rostro a nuestra historia; de Vladimiro, tenaz vigilante
de un recuerdo siempre vivo; y de Carmen, presente desde la eternidad, cuya frase de
trabajo creativo, entrelazada con otras de Jorge del Prado, nos dejan un consigna para
afirmar la vida: “La libertad es una conquista social, hecha a mano”.
Muchas gracias