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FORO: JORGE DEL PRADO Y EL PERU CONTEMPORANEO


Congreso de la Republica. 14 Agosto 2009
Exposición: Manuel Dammert Ego Aguirre

Estimados amigos y amigas

Tras la derrota electoral de la candidatura de izquierda en 1995, señalaba Jorge del


Prado, a los 87 años, en su Testimonio de Parte: “La alternativa de izquierda solo ha
quedado pendiente, aunque obligada a actualizarse”

Respecto a esta clara sentencia y los temas fundamentales del socialismo y la


democracia en Perú, son muchas y variadas las dimensiones desde las que puede
reflexionarse en esta oportunidad. No es fácil adoptar alguna de ellas. Reconozco que
partimos de una carencia, de la cual nosotros mismos somos responsables. No existen
estudios sistemáticos de las prácticas, propuestas y acciones discursivas del socialismo
y la izquierda peruanos.

Todavía estamos limitados en el balance las últimas décadas a narraciones


fragmentadas, episodios disléxicos, memorias evanescentes. Y no solo sobre la
izquierda y el pueblo. La quiebra de conciencia histórica es relativa a la propia nación,
respecto a la cual nos quieren secuestrar sus batallas ciudadanas para tratar de anularla
como comunidad nacional. Quienes han impuesto el poder oligárquico, buscan destruir
las memorias y utopías de emancipación ciudadana, para desvirtuar el país como
territorio des-tópico, un lugar sin nación, un archipiélago sometido a los flujos
transnacionales de un mundo globalizado en crisis.

Esta banalizacion de la memoria, para bloquear el ascenso de la ciudadanía, se produce


en estos años del bicentenario independentista, cuando Suramérica después de 200 años
vibra con mayores márgenes de soberanías e integración. En Perú, a inicios del nuevo
Siglo XXI, se pretende repetir la tragedia de ser el último reducto realista virreynal. Por
esto, se busca domesticar los espíritus con la banalizacion de la política, reducida a
espectáculo, secuestrada en su condición publica fundamental. Se presiona para
fragmentar y desvirtuar la conciencia histórica, en la quimera de prolongar un
trasnochado y agotado neo-liberalismo supérstite.

Para estos asuntos fundamentales sobre la memoria histórica, la trayectoria de Jorge del
Prado, hombre fundamental del Perú y la izquierda peruana en el Siglo XX, nos
permite apreciar diversos episodios desde los cuales tratarlos. Ya se conocen los grandes
trazos de su biografía en las etapas históricas del Perú. Voy a concentrarme en esta
oportunidad en el periodo que se inicia en los años 70.

Haré uso de un recurso intextual. Asumo como mediador de la reflexión, la densidad de


la historia intergeneracional, que el propio Del Prado nos aporta. Tratare de presentar
mis reflexiones en dialogo con su Testimonio de Parte, el cual, a la edad de 87 años,
continuando sus afanes de toda la vida, diera a la revista Que Hacer. Consigna en este
Testimonio de Parte declaraciones que son una reflexión con y sobre lo que denomina la
generación de izquierda del 70, en la que me incluye junto a otras distinguidas
personalidades, muchas aquí presentes. Su acercamiento no es una contraposición de
ideologías, aunque las afirma enfáticamente. Tampoco es zanjamiento de discrepancias,
que reconoce existen. Constituye un acercamiento tolerante, de mutuo aprendizaje, y
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afirmando perspectivas de valores y practicas comunes. Tratare de realizar este dialogo,


con el mismo espíritu de acercamiento, ante desafíos vigentes y nuevos.

Trayectoria somera

Arequipeño y Pintor, en la cuna de rebeldías integra tempranamente el Grupo


Revolución. Desde 1929 toma contacto con Jose Carlos Mariategui. Sufre su primera
prisión al ser allanada la casa del amauta. Viaja a Morococha, funda la federación
minera, lo eligen su secretario general. Cuando se produce la Masacre de Malpaso, es
reprimido. En la lucha contra las dictaduras, y ya formado el PCP es confinado en
1932 por Sánchez Cerro a Madre de Dios. Escapa a Bolivia en una travesía que alguna
vez me explicaba entusiasmado, como si la estuviese otra vez viviendo, y sobre la cual
su hijo Vladimiro recuerda era una de esas historias épicas que le relataba en su niñez.
Vuelve al país, y es apresado y deportado a Chile. Retorna otra vez a sus actividades y
en 1937 es encarcelado tres años en el Frontón. En el PCP enfrenta a Ravines y realiza
el I Congreso, reivindicando su apreciación de la obra fundadora de Jose Carlos
Mariategui.

Contribuye a formar el Frente Democrático Nacional, promovido por el APRA, que


gana las elecciones de 1945. Se forma el gobierno democrático de Bustamante y Rivero.
Este es derrocado y se abre una nueva etapa con el ochenio de la Dictadura de Odria.

En 1950 participó en la rebelión del pueblo Arequipeño. Integro la Junta Transitoria de


Gobierno, conducida por Francisco Mostajo, en la resistencia ciudadana a la Dictadura
Odriista. Perseguido, es deportado a Argentina, pasa a Bolivia, donde vive dos años
vinculado a otros exilados peruanos, y tiene que usar un nombre falso para conseguir
trabajo, en la Universidad San Simón, como me relatara Manuelita Aguirre viuda de
Cesar Guardia Mayorga, exiliados también en Cochabamba.

Luego viene la etapa entre 1960 a 1970, en que activa en el Frente de Liberación
Nacional y en la lucha nacional por el petróleo y otras reivindicaciones sociales. Sufre
nuevas prisiones en el Sepa y en el Frontón. En 1968, al instalarse la dictadura militar
de Velasco Alvarado, de carácter reformista, la respalda activamente.

Una nueva Etapa de la historia patria con un nuevo “otro real imaginario”

Desde los años 70, el país entra a un nuevo periodo de su historia. En este periodo
histórico quiero situar estas reflexiones inter-generacionales sobre Socialismo y
Democracia. No es casual que Del Prado, considere que en estos años se presenta una
nueva generación de izquierda. Dice: “renació con ella el espíritu científico de
investigación de nuestra realidad nacional”. La que “estuvo unida por un propósito
transformador casi común de los valores y las practicas políticas”.

¿Que ocurría en el país para este dialogo inter-generacional, que luego vera los avatares
de las izquierdas en ascenso, unidas, divididas, derrotadas, vigentes, obligadas a
actualizarse, expresión fantasmatica de una alternativa presente aunque en ausencia?

Considero que la intensa movilización ciudadana, que había ampliado derechos


económicos, políticos, sociales y culturales, fortalece las fuerzas sociales emergentes a
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lo largo de las sucesivas republicas de los Siglo XIX y XX. Estas fuerzas, el demos
soberano de ciudadanía, se yerguen en los 70 en el campo político buscando se generen
opciones de gobierno transformador para una republica plural e igualitaria. Este es lo
real fantasmatico, en concepto que usa Zizek, y se refiere a una fuerza real que pese a
ser tratada como una apariencia evanescente marca realmente la relación de fuerzas
efectiva en los diversos acontecimientos del poder.

Tuvimos en la historia peruana otro real fantasmatico como trasfondo en la formación


de la nación. Ese “otro real imaginario” fue la Revolución Nacional de Tupac Amaru II,
derrotada pero vigente en la formación de la nación. Presente en la Republica en las
mayorías indígenas como opción de transformación. Nuestras primeras republicas, la
criolla exclusivista del siglo XIX, y la oligárquica del mestizaje subordinado del siglo
XX, organizaban sus modalidades de dominio ante el temor estructural de ese otro real
imaginario, que era la mayoría en ciernes. Las mayorías indígenas no se contaban en
votos, pero eran la fuerza social de sustento de la nación. Sus derechos eran nulos o
mínimos, pero su existencia era el otro real imaginario, imposible de soslayar al
considerar la relación de fuerzas.

Una nueva existencia de fuerzas como este “otro real imaginario”, se forja en los años
70 del Siglo XX, cuando se intensifica la democratización de la sociedad y el mundo
entra a una nueva era. La propia dictadura militar reformista, a su pesar, incentivaba esta
fuerza social, que las reformas aunque limitadas destrababan en la lucha por sus
derechos, pese al ejercicio dictatorial del poder político. A lo largo de la historia, con las
conquistas de mayores derechos, la clase obrera, los campesinos y las clases medias,
incluyendo las poblaciones indígenas, las mujeres y los llamados informales, eran los
principales artífices de la creciente comunidad de ciudadanos. Incluso, la conquista de
derechos encontraba en ciertos momentos históricos a la clase obrera como su fuerza
mas avanzada, que lograba ampliaciones de ciudadanía para el conjunto de la nación.
Las masas habían irrumpido en política en los años 30, pero habían sido aplastadas y/o
domesticadas sus opciones por largas décadas. No lograron cambiar este situación los
tímidos ensayos de Bustamante y Rivero, y luego los de Belaunde, de sectores de clases
medias temerosos por “el otro real imaginario”, esta vez de una ciudadanía plural en
alza. .A partir de los años 70, con mayores derechos conquistados, se abrió el periodo
histórico de estas opciones de gobierno para transformar la republica desde las nuevas
fuerzas sociales en ascenso.

Permítanme incursionar con episodios de este dialogo intertextualizado, en situaciones


en las cuales la izquierda se fue abriendo a ser efectiva posibilidad de gobierno de ese
otro real en ascenso ciudadano.

Primera posibilidad de nuevo gobierno: el Paro del 19 de Julio de 1977

Al producirse la crisis del gobierno militar reformista de Velasco, las viejas fuerzas
oligárquicas ganaron posiciones en el poder y se enfrentaban a sectores patrióticos que
todavía buscaban avanzar las reformas. Una parte de la izquierda, encabezada por Del
Prado y el PCP, habían asumido el apoyo al gobierno. Otros en la izquierda, que llama
los de la generación del 70, señalábamos que no se estaba ante una dictadura militar
fascista como las que azolaban el continente, pero que el reformismo militar era inviable
por ser dictatorial y entraba en crisis. Ambos sectores, estábamos formando parte del
ascenso social democratizador. Por eso, cuando Morales Bermúdez derroca a Velasco y
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empiezan los paquetazos de ajuste económico estructural, confluimos en la práctica


social. La CGTP encabeza una inmensa movilización, con las luchas regionales y
sectoriales, las que se unifican con el Paro Nacional del 19 de Julio de 1977, expresando
a toda la ciudadanía democrática.

A inicios de la tarde de ese histórico día, triunfante el paro, fui a un tranquilo restaurante
de Lince para almorzar, con un equipo central del PCR, partido marxista gramsciano, de
la nueva izquierda mariateguista, vigente hasta 1990, con el que habíamos impulsado el
paro en lima y el resto del país. A ese mismo restaurante de Lince llego también Del
Prado con su equipo central del PCP, también fundamentales impulsores del paro
nacional. En esos días solo nos conocíamos de vista y éramos adversarios enconados.
Ciertamente, no intercambiamos opinión alguna. Todo indicaba que para los que
estábamos tranquilos en mesas distintas, era un día de victoria popular, de una gran
lucha social y sindical.

Pero también se hicieron ese día otras evaluaciones del Paro de Julio de 1997. Me las
contó años después Leonidas Rodríguez, un general patriota y honrado, cuando ya
estábamos juntos en IU, frente al que se habían integrado con el PSR una brillante
generación de militares patriotas velasquismo. Me dijo Leonidas Rodríguez que ese 19
de Julio, hacia el medio día, el comando central del gobierno militar, había evaluado que
había triunfado el Paro Nacional en todo el país, y que debía darse una salida nacional
convocando a los líderes políticos del movimiento social para formar un nuevo
gobierno. Es decir, que el Paro Nacional había abierto las opciones de un gobierno
nuevo, que incluyera las reivindicaciones de la amplia movilización. No era una
alternativa imposible. Es muy difícil especular que hubiese podido pasar si se
concretaba, o solamente se conversaba al respecto. No olvidemos que en esos años, en
otras circunstancias pero con similitudes, se formo en Bolivia un Gobierno con JJ
Torres, para reencauzar hacia cambios sociales un gobierno en crisis. Fue una
posibilidad abierta que quedo solo en un episodio de evaluación.

El acercamiento, respeto moral y confianzas: la huelga de hambre en apoyo al


Sutep.

En 1979, incrementándose las movilizaciones regionales y sectoriales, en medio y en


respaldo de una gigantesca huelga nacional del Sutep, dirigentes de las principales
organizaciones de izquierda realizamos una Huelga de Hambre en la casona de San
Marcos. Era una decisión crucial de respaldo político, ejerciendo una forma de lucha en
la que se acudía a la resistencia pasiva democrática, poniendo la propia vida en riesgo.
Entre los diversos participes, estuvo Del Prado y también quien habla. Uno de los
hombres fundamentales para acercar a todos fue Paco Moncloa. Se conquisto esos
intensos días algo fundamental: el respeto moral y la amistad entre muchos. Fue clave
para ello el espíritu de acercamiento que hacia práctica efectiva Del Prado, y que a los
87 años seguiría luego ratificando. No tuvo la huelga de hambre efecto político
inmediato en alianzas o candidaturas, pero si tuvo un aporte estratégico fundamental
para los años que vendrían en la invocación a la unidad en la lucha social y en el
acercamiento personal entre los integrantes de las encontradas fuerzas partidarias.
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Una segunda opción de Gobierno: las elecciones de 1980.

El Paro nacional de 1997 hizo trastabillar al gobierno militar y se vio obligado a


convocar una Asamblea Constituyente. Lo hizo con todas las restricciones para
restringir a ese “otro real imaginario”, por lo que deporto dirigentes, persiguió
organizaciones, limito derechos. Pero no pudo impedir que pese a su fragmentación, la
suma de las diversas fuerzas políticas de izquierda inscritas y participes, fuesen la
primera mayoría en la asamblea constituyente. No obstante, si bien había acercamiento,
no existían todavía ideas programáticas afines y actualizadas. De ahí que en las
alternativas del debate constitucional, primaba la dispersión, y el texto final aprobado
obedeció a un acuerdo entre el APRA y el PPC.

De todos modos, el voto popular abrió para la izquierda la vía del sufragio para formar
gobierno de cambio. La suma de votaciones para la Constituyente lo demostraba. Pero
era indispensable la unidad política programática, y esta no existía. Dos bloques eran los
principales. El PSR y el PCP formaron Unidad de Izquierda, con un programa de
reformas democratizadoras. La otra parte, se autodefinía como revolucionaria. Al final
primo la tesis de un gobierno “sin patrones ni generales”, sintetizada por Hugo Blanco,
lo que pulverizo la proyectada Alianza Revolucionaria de Izquierda (ARI). Las
propuestas que se hicieron con Barrantes para un gobierno de acuerdo nacional,
quedaron entonces aisladas. Al fragmentarse en las elecciones generales de 1980 la
opción de izquierda, rápidamente creció la candidatura de Belaunde, la que gano las
elecciones, ante el desgaste del APRA por haber hecho alianza con el gobierno militar
desde la Asamblea Constituyente.

Una tercera opción de Gobierno: la revolución desde el sufragio.

Las lecciones políticas estaban evidentes, pero no asumidas. Se debía entender la


relación de la democracia con el socialismo; y era necesaria la unidad de fuerzas
confrontadas en el amplio abanico de matices ideológicos discrepantes. Pero mucho
más. El país sufría modificaciones por los ajustes estructurales, lo que afectaba a las
fuerzas sociales, cambiando el rostro de las mismas. Era necesario una nueva mirada del
Perú, pues el pueblo organizado no era el mismo, ya que se incrementaba el desempleo
y subempleo, se parcelaba el campo y se empobrecían las clases medias, creciendo la
informalidad y la fragmentación social.

Para estos nuevos retos, no había recetas ni respuestas. Era indispensable una profunda
renovación programática de la izquierda, en lo cual era definitoria la relación del
socialismo con la democracia.

El ascenso de fuerzas sociales, fue expresado rápidamente. El año 80 se forma la


izquierda unida con la candidatura de Barrantes al Municipio de Lima. Se obtuvo un
avance, pero lo fundamental fue que entre esa fecha y el 83, se organizo IU en todo el
país, integrando a las diversas fuerzas de izquierda. Barrantes gano en 1983 en Lima y
la izquierda, con listas de amplia convocatoria, obtuvo victorias en las principales
ciudades y muchas zonas rurales. De este modo, mas fortalecida la izquierda, volvió a
ser opción nacional de gobierno. Se dio curso a una tradición que hasta ahora resuena en
el corazón y las gargantas ciudadanas con el lema “el pueblo unido jamás será vencido”.
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Es la voz potente de este “otro real imaginario”, que reclama desde la ciudadanía la
forja de la opción del gobierno de transformación

No hubiesen sido posibles estos avances si es que no se actualizaba la opción de


gobierno, y no se deslindaba claramente con el Senderismo. Son estos dos aspectos,
sobre los que llama especialmente la atención Del Prado en su Testimonio de Parte.

El Programa para el Nuevo Gobierno Democrático Revolucionario Progresista, fue


aprobado en una Convención Nacional de IU, luego de un amplio debate. Fundamento
la propuesta al país en la Campaña Presidencial de 1985. El Programa de Gobierno
sintetizo un nuevo momento del espíritu científico de investigación de la realidad
nacional. Este espíritu científico lo reconoce Del Prado en la generación de 70 y sobre
lo cual asume autocriticamente que el descuido de esa vital tarea había sido “el más
oneroso vació de nuestro partido”.

En forma sintética las principales ideas del nuevo Programa aprobado en IU, de
Socialismo en Democracia, eran las siguientes. La afirmación de la soberanía de la
Nación, que requiere una economía integrada con valor agregado y el control de sus
recursos naturales y actividades estratégicas. Una nueva relación entre Estado, mercado
y sociedad, que superara el neoliberalismo y el estatismo. Un régimen político social de
combinación de la democracia representativa con la democracia directa. El pluralismo
activo como valor positivo en la vida política, partidaria, social y cultural. El Gobierno
Democrático, sin presidencialismo autoritario ni reelección inmediata, con distribución
de poderes, transformando radicalmente el Estado Oligárquico, por un Estado
democrático, descentralista y participativo.

El otro aspecto fundamental ha sido el zanjamiento con el senderismo. Mientras la


práctica social de una mayoría de las organizaciones sociales y un tercio del electorado,
avanzaba en su propuesta de transformación en democracia, el Senderismo se lanzaba
desde 1980 a una “guerra” terrorista, a lo que acertadamente Del Prado llama
“aberración histórica”. No olvidemos que SL se opuso al Paro Nacional de 1977;
llamaba a “disolver la CGTP” y asesinaba sus dirigentes; se opuso a la lucha campesina
por las tierras y sus comunidades; asesinaba a militantes y dirigentes sindicales, sociales
y políticos, de izquierda y otros sectores; mataba alcaldes, concejales y cuadros de los
diversos partidos de izquierda y de otras corrientes; se oponía con el terrorismo a toda
forma de avance democrático y social.

Este accionar terrorista, que Del Prado denomina “accionar genocida”, tenía pretendidos
fundamentos doctrinarios, sobre los cuales el zanjamiento de la opción de izquierda era
claro. Para SL se trataba de saltar las supuestas etapas de la historia, por efecto de la
decisión militar iluminada para ir de la “feudalidad” al “comunismo”. La vía era la de
militarización del partido único y de las organizaciones sociales subordinadas, en
gradientes de sujeción, que podía ir de militantes reducidos a súbditos y pobladores
controlados en esclavitud. El derramamiento de sangre, generado por los asesinatos y el
terror, supuestamente formaría la “conciencia de clase”, y aceraria un “partido
luminoso”, conducido por los absurdos dogmas de un autodenominado “Presidente” que
se definía a si mismo en forma alucinada como la “quinta espada de la revolución
mundial”. Estas tesis, que Del Prado llama “disparates anacrónicos y fundamentalista de
su pseudo ideología”, son con las cuales era indispensable el zanjamiento. Para la
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opción de izquierda, en cualquiera de sus variantes, sea socialista, nacionalista o


comunista, el compromiso era con la democracia y no con el terror.

Con las fortalezas de la ascendente organización, y con un nuevo programa


consensuado, se fue a una gran batalla política y social por la transformación
democrática del Perú. Este fue el sentido de la de campaña electoral de 1985, en la cual
Barrantes con IU, expresando las fuerzas ciudadanas en ascenso, enfrento al APRA que
con Alan García, los poderes económicos y la derecha política, acudieron a generar
pánico sobre el “otro real imaginario”. Gano el APRA, cogobernando con los 12
apóstoles de la oligarquía. La izquierda había expresado una amplísima movilización
ciudadana, un nuevo poder social, y despuntaba como opción de gobierno nacional.

Una cuarta opción de Gobierno: autoderrota por la ruptura con la comunidad de


ciudadanos.

Desde los resultados de la campaña del 85, se abrió la cuarta posibilidad de opción de
gobierno para la transformación del país. Fueron diversos y sucesivos acontecimientos.
Quiero referirme solo a algunos de ellos, claves en la relación entre socialismo y
democracia.

Ante todo, era importante la afirmación del liderazgo nacional ganado por Barrantes,
primer alcalde socialista de Lima y expresión de la mayor votación ciudadana que hasta
ese momento había obtenido en Suramérica un líder socialista después de Allende en
Chile. Terminado el proceso electoral, Barrantes no era candidato presidencial ni
dirigente de un partido que integrara el Comité Directivo. Era un asunto clave la
afirmación de su liderazgo. En estas circunstancias, al convocarse un Mitin en la Plaza
San Martín, en el mismo estrado, suscribimos la proclamación de Barrantes como
Presidente de IU, en documento inicialmente suscrito por Del Prado, Filomeno del PSR
y quien habla, y también por los otros integrantes del CDN, y luego presentado
públicamente a los asistentes al Mitin. De esta forma, se evitaba una riesgosa situación.

Pero no se resolvía. La resolución requerida pasaba por que el liderazgo principal de IU


mantenga una posición de poder en el escenario político institucional. Este era el
sentido de la lucha por la reelección de Barrantes como Alcalde de Lima, algo necesario
para la izquierda y el conjunto de la ciudadanía. Fue una intensa campaña en municipal
en 1986, en la cual desde muy diversos lados se trato de evitar que Barrantes continuara
en una posición institucional de poder, para debilitarlo no solo a el sino principalmente
el liderazgo de IU. Consiguieron algo muy importante: Barrantes perdió las elecciones
municipales en Lima. En forma inmediata se abrió una crisis de liderazgo en IU.
Barrantes renuncio a la Presidencia de IU y se desato una aguda pugna en todos los
sectores de influencia de IU. En este dialogo ínter textual, tengo una apreciación
diferente a la de Del Prado a este respecto. Para el se trato sobre todo de excesiva
susceptibilidad de Barrantes; en mi opinión, era un problema de condiciones
institucionales para ejercer el liderazgo político reconocido por la ciudadanía.

La pugna desatada hizo que en conjunto se perdieran de vista dos asuntos cruciales en la
relación con la ciudadanía en ascenso. . Primero, que la estructura social del país seguía
en cambio acelerado. El fracaso del gobierno aprista acentuaba las tendencias al
empobrecimiento y la fragmentación social. Algunos pensaban que estas tendencias
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llevaban a una polarizacion pre-revolucionaria, olvidando que la fragmentación y los


efectos del terrorismo combinados, más bien generaban la anti-política y su proyección
autoritaria. Segundo, el incremento del accionar terrorista y el fracaso de la estrategia de
guerra sucia, abría las exigencias de una política de paz con desarrollo, como venían
haciendo los sindicatos y la CGTP, y las organizaciones campesinas, las que, por
ejemplo en La Convención habían derrotado el intento de ingresar de SL; y en Puno,
habían recuperado un millón de has en toma de tierras, obteniendo incluso respaldo
institucional de sectores de las FFAA, pues con la movilización campesina se hacia
frente y derrotaba al accionar senderista.

Previo al Congreso de IU, se hicieron acercamientos para destrabar la crisis en


crecimiento. Todavía era la izquierda la principal opción de gobierno, mas aun tras el
fracaso evidente del gobierno aprista. En alguna oportunidad, formule que debía
adoptarse un acuerdo conjunto en una estrategia política de largo plazo. Proponía que
debía ser elegido Jorge Del Prado como Presidente del Congreso de IU; el candidato
Presidencial, Barrantes; y el candidato al Municipio de Lima, Henry Pease. Incluso,
cuando tuve a cargo la coordinación del CDN de IU, hice pública, a titulo personal, una
propuesta de plancha presidencial, que denomine de acuerdo nacional, que suponía que
con Barrantes irían en la plancha como vice-presidentes Pedro Huillca y Gustavo
Mohme Llona.

Pero la envergadura de la pugna era más aguda. El Congreso de IU se transformo en un


escenario que replanteaba temas de resolución básicos. La primera y fundamental
decisión, era en torno al Plan Político, respecto a la afirmación de la vía del sufragio
para formar el gobierno de revolución democrático progresista, descartando la lucha
armada. Otra tesis mantenía esta posibilidad abierta, mas como recurso de palabra que
como acto efectivo, sin sopesar sus graves efectos políticos. No era un asunto menor.
Esta era una decisión crucial, referida al compromiso con la democracia y más aun en
los años entre 1998 y el 2000. En esos días, entre grandes debates, que resumían años de
evaluaciones y perspectivas, se gano mayoritariamente la votación del Congreso,
afirmándose el sufragio y descartándose la acción armada. En esta votación Jorge Del
Prado tuvo un rol muy importante para hacer posible el resultado.

Pero había crecido mucho la polarizacion y la contraposición subjetiva. Barrantes no fue


al Congreso. Se eligió mal el CDN final, con una composición que no expresaba la
votación efectuada para el Plan Político. Fueron días y meses aciagos. Al final, se
presentaron dos candidaturas. Barrantes, ya sin decisión de ganar y formar Gobierno, lo
que fue rápidamente sentido por los ciudadanos. Y Pease, sin el respaldo electoral
adecuado. Más que solo una división entre fuerzas de izquierda; se abrió una ruptura de
la izquierda con la comunidad política de ciudadanos en ascenso.

Si ya era difícil la lucha política, por lo señalado de cambios en la estructura social y en


las condiciones de la acción ciudadana ante el terror del Estado y el senderista, estas
circunstancias debilitaron a las opciones de izquierda. Se impuso la principal ruptura,
aquella efectuada con la comunidad de ciudadanos. Y con ello se autoderroto la opción
de gobierno de la izquierda, en esta cuarta oportunidad abierta desde la década del 70.

En este contexto, es que crece la antipolitica. La población requerida de un cambio se


inventa a Fujimori, este se sube a la cresta de la ola popular, y una vez en el poder
impone una Autocracia Neoliberal Mafiosa. Fueron 8 largos años los necesarios para
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derrotarla, nuevamente por la acción de ese “otro real imaginario”, el poder de la


ciudadanía. Y ahora, se enfrenta a las ambiciones de imponer la Republica Lobyysta,
para tratar de impedir se abra paso a las grandes alamedas de la democracia ciudadana.

La vigencia de una opción de gobierno de la izquierda, abierta a los nuevos


movimientos sociales de ciudadanía

Permítame algunas ideas finales sobre las señaladas perspectivas de Socialismo y


Democracia en Perú, abierta a los nuevos cambios. Las haré con el espíritu de este
dialogo intergeneracional, de varias generaciones, incluyendo a la nueva generación de
izquierda del siglo XXI, que se expresa en múltiples y creadores movimientos de
ciudadanía. En el amplio campo de la izquierda peruana, que incluye a socialistas,
comunistas, social cristianos, socialistas democráticos, nacionalistas, la requerida
actualización como opción de gobierno de transformación, que formulo Del Prado,
demanda apertura a las nuevas fuerzas sociales de ciudadanía, y a la dimensión política
de la republica igualitaria y solidaria.

1. La comunidad de ciudadanos es el fundamento para cambiar el sistema político


social de la republica

Muchos de los problemas señalados en el periodo del 70 al XXI, tienen que ver con una
dimensión que considero perdimos de vista en la izquierda, y nos lo reclamaba el nuevo
movimiento de ciudadanía, que se incorpora nítidamente ahora en la expresión de las
nuevas generaciones del siglo XXI. Esto es, que entre el demos del pueblo, la base de
soberanía de la ciudadanía, y el sistema político de poder, existen fuerzas sociales y
mediaciones institucionales organizadas en la esfera común de ejercicio de soberanía.
Este es el campo político de la republica, organizada como comunidad de ciudadanos,
que se amplia en la lucha por la igualad y la libertad. Desde los años 70 en el Perú
estaba cambiando nuevamente la estructura social y las condiciones de acción de los
ciudadanos, y no se asumían las dimensiones políticas de republica para apreciarlos.
Estos cambios se han profundizado en el Siglo XXI.

Esta dimensión de republica es necesario punto de partida para la actualización de las


fuerzas de ciudadanía, este otro-real imaginario, a fin de actualizarla como opción de
gobierno. La perspectiva histórica, de forja creativa para conquistar el pan y la belleza,
es necesario asumirla desde la comunidad de ciudadanos, y no solo de una clase
histórica universal. Esta es una tensión fundamental de este dialogo ínter textual e
intergeneracional, cuya resolución se dará en la practica, en función de valores comunes
con movimientos ciudadanos diversos en la busque da una practica y valores comunes
de libertad, solidaridad y justicia.

2. Socialismo es mayor democracia ciudadana.

La afirmación del socialismo en democracia, y su expresión en un programa que sea


opción de gobierno de la ciudadanía, así como el zanjamiento tajante con el Senderismo
como “aberración histórica”, abrió una importante reflexión entre las diversas
versiones que sobre el socialismo están en debate en el Perú y en el mundo.

En los distintos partidos, movimientos y personalidades de izquierda se ha vivido este


debate en forma transversal y general. A ello hace referencia Del Prado, cuando en su
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Testimonio de Parte, al mismo tiempo que enfatiza que la ex URSS y los países de
Europa del Este aportaron grandes conquistas sociales, señala que su socialismo “se
caracterizo por el excesivo autoritarismo y el burocratismo”. La misma tensión se
manifiesta cuando señala tajantemente que la generación del 70 “no fue una generación
mariateguista porque en la mayoría de su agrupaciones operaban las corrientes o
movimientos social cristianos y social demócratas de izquierda”.

Falta mucho para profundizar en estos balances y perspectivas. Pero el espíritu común
tiene un acercamiento clave: el socialismo es creación heroica y se afirma en mayor
democracia ciudadana.

3. La democracia es más sociedad autogobernada, de derechos, no solo ni


principalmente una forma institucional.

La Nación se esta afirmando y reconociendo en el pluralismo cultural, con una base


civilizatoria andina amazónica. La conquista de los derechos es obra especialmente de
las mayorías ciudadanas, teniendo un rol fundamental los trabajadores, los movimientos
de productores y las mayorías indígenas. En el Siglo XXI, se han afirmado además
diversos movimientos ciudadanos, como los ecológicos, de género, identitarios, de
consumidores, de innovadores emprendedores, entre otros. Son importantes las
necesarias reformas de procedimientos institucionales, como aquellas que limitan el
presidencialismo autoritario o que transforman los sistemas de representación como el
Congreso, las regiones y los municipios. Pero el principal desafío democrático actual
del país esta en la afirmación de la sociedad y la politización de su fuerza social, en sus
autogobiernos y derechos, en el sustento de la soberanía fundamental de los ciudadanos
como pueblo.

Del Prado hizo de este aserto una distinción de su vida. Afirmo la mejor de las
politizaciones de la vida social, aquella que hace de los sujetos sociales los activos
protagonistas del ejercicio de la soberanía democrática para ampliar los derechos
universales y de los diversos componentes. Los trabajadores, afirma enfático, son una
de las fuerzas de avanzada sustantiva para la conquista de mayores derechos en la lucha
emancipatoria.

Por esta consideración, el futuro de la democracia en el Perú y de la opción de gobierno


de ese “otro real imaginario”, pasa principalmente por la derrota de las amenazas contra
las organizaciones de la sociedad, que están encabezando el amplio movimiento de
ciudadanía mayoritario. Me refiero al respeto a la Central General de Trabajadores
CGTP, su organización y derechos, baluarte de la democracia peruana. Al
reconocimiento de Aidesep y los pueblos indígenas amazónicos y andinos. A los
distintos derechos de los movimientos de productores, Urbanos y Rurales, y empresas
publicas estratégicas sobre los que se descarga la crisis actual. A las luchas de los
diversos movimientos sociales que se afianzan en el siglo XXI como elementos activos
y decisorios, en la nacion plural y en la democracia ciudadana.

En ellos se resume los desafíos para la vigencia y transformación de la democracia en el


Perú. Son de los mayores peligros contra toda la ciudadanía democrática y el régimen
democrático mismo, la persistente maquinación autoritaria desde el poder estatal para
quebrar la CGTP y sus Federaciones base, como Construcción Civil. También las
pretensiones de ilegalizar y dividir Aidesep y la gravísima persecución de los dirigentes
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amazónicos. Y son una amenaza contra todos, también los intentos de privatizar las
empresas de todos los peruanos, como Enapu, Petroperu y Electroperu, para subastar los
recursos y activos públicos estratégicos a su cargo.

Estimadas amigas y amigos

En este dialogo de recuerdo y homenaje a Jorge del Prado, quiero también rendir
homenaje a sus familiares, que estuvieron con el y afirman su memoria. A todos ellos,
en las figuras de Etna Velarde, creadora infatigable que ha cubierto de azul a
machupicchu y ha puesto color y rostro a nuestra historia; de Vladimiro, tenaz vigilante
de un recuerdo siempre vivo; y de Carmen, presente desde la eternidad, cuya frase de
trabajo creativo, entrelazada con otras de Jorge del Prado, nos dejan un consigna para
afirmar la vida: “La libertad es una conquista social, hecha a mano”.

Muchas gracias

Manuel Dammert Ego Aguirre

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