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Nº 17, 2006
Abstract
This paper describes the historical development of a theoretical trend in Peru that we will call Marxist
Archaeology. This archaeology is based in the classical writings of Marx and Engels, althought like we will see
many of the authors made different readings of these authors, not necesarilly rooted on the onthology and
epysthemology of Dialectical Mmaterialism. In order to get our aim, we locate this kind of archaeology insi-
de of its production context as a means to understand in a better way its sociological and ideological perspec-
tives. We will perceive throught our historygraphical analysis that every time that we try to describe any of the
studied moments of this marxist archaeology, we willfind one author monopolizing the archaeological scene.
We believe that in the case of the first and third moments, this situation was possible because the authors men-
tioned were organically attached to the peruvian governments. In the second moment, the inexistence of an
official political platform concordant or tolerant with the marxism, supossed that an author unrrelated with
the official (dominant) academic circles will protagonize, althought in a marginal way, this trend, becoming a
necessary figure for the continuity of this way of doing archaeology in the Peru of the twentieth century.
* Universidad Autónoma de Barcelona / Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Correo electrónico:
henrytantalean@yahoo.es
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Arqueología y Sociedad, Nº. 17
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Si bien hasta los clásicos marxistas reprodujeron en parte el evolucionismo social de su momento histórico, en la
actualidad se ha superado la ortodoxia en la que se vieron sujetos sus primeros seguidores. En ese sentido, la dialéctica debe
trascender a las explicaciones históricas.
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Henry Tantaleán La Arqueología Marxista en el Perú: génesis, despliegue y futuro
(...) como una simple consecuencia del régimen económico y lo. Este accionar se vio representado, por ejemplo,
social que sobre ella pesa desde hace siglos. Ese régimen suce- en el libro El Imperio Socialista de los Incas (Baudin
sor de la feudalidad colonial, es el “gamonalismo”. Bajo su [1928]1955) en el cual se reconocía un gobierno
imperio, no se puede hablar seriamente de redención del (Estado) incaico paternalista, pero analizado bajo
indio”. el racismo imperante de la época. Esta visión racis-
Paradójicamente, este primer indigenismo se ta justificaba la incompetencia e inferioridad de la
anclaba en un pasado prehispánico idealizado. “raza indígena” debido a sus deficiencias físicas y
Desde la política se tenía la certeza que el Imperio mentales que le impedían la emancipación (Bau-
Incaico, había sido “comunista agrario” o “socia- din 1955 [1928]: 175).
lista” (Mariátegui 1994 [1928]). Desde esta posi- Tras estas primeras manipulaciones, el indige-
ción ideológica se aspiraba a un regreso al pasado nismo fue adecuado y utilizado hábilmente por el
prehispánico, cuestión posible porque los indíge- programa político de Leguía, y sus aliados de la
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nas del siglo XX conservaban “elementos” o clase dominante , para conseguir el objetivo con-
“esencias” de dicho comunismo o socialismo andi- trario al de sus orígenes. El nuevo objetivo era per-
no (Liss 1984: 135-136). Dichas posiciones tuvie- mitir una mejor expansión de los enclaves econó-
ron su correlato en los partidos políticos de micos norteamericanos en el Perú. De hecho,
izquierda gestados en esa época: el Partido Leguía llegó al poder con el apoyo de los represen-
Socialista (denominado como Partido Comunista tantes de los Estados Unidos en Lima y de los
del Perú en 1929, tras la muerte de su fundador fabricantes de armas norteamericanos (Haworth
Mariátegui) y el APRA (fundado en 1924 por 1992: 175), y su política coincidía con una clara
Víctor Raúl Haya de la Torre), y que eran contra- sumisión a los lineamientos de la política hemisfé-
rios a los grupos que detentaban el poder político rica estadounidense (Pease 1999: 144). Esta situa-
bajo el gobierno de Leguía. El indigenismo encajó ción también fue posible por la incapacidad de la
en los programas políticos de ambos partidos pues- burguesía nacional para producir una identidad
to que la contradicción a superar era la existente nacional con el objeto de defender sus propios
entre la clase explotada (masa indígena y proleta- intereses económicos. Dicha burguesía se rendiría
ria) y la clase explotadora (representada en ese pronto ante los intereses y presiones imperialistas
entonces por los latifundistas y la oligarquía). Sin y reproduciría el discurso oficial (Quijano 1985:
embargo, ambos partidos anti-oficialistas aspira- 39-40).
ban también a la formación de una “nación perua- De esta manera, se había dado un giro de 180
na”2. Hay que agregar que el indigenismo original, grados a los objetivos del indigenismo original,
también fue consecuencia de una posición política siendo ahora utilizado para legitimar la explota-
anti-imperialista en contra de los Estados Unidos, ción de la población indígena por los terratenien-
cuestión que, como veremos más abajo, cambiaría tes y clases burguesas. Éstos últimos fueron los
radicalmente. encargados de llevar a cabo el plan político de
La oligarquía no tardaría en reaccionar ante Leguía. Se llegaría al extremo cuando en 1930 Luis
ese primer indigenismo, el cual despertaba preo- M. Sánchez Cerro implanta una política explícita-
cupación por el ataque constante a sus intereses mente pro fascista apoyada por su partido Unión
económico-políticos. Por ello, intentó manipular- Revolucionaria. En esta época los discursos indi-
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Aunque personalmente, Mariátegui insistió en que la lucha debería ser clasista y que él no era nacionalista sino
socialista (Liss 1984: 133).
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Por ejemplo, en consecuencia de esta política de gobierno se fundó el Patronato de la Raza Indígena en 1922 (Pease
1999: 189).
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genistas, básicamente desde el aprismo y marxis- ciaría la fundación en 1946 del Instituto de
mo, no serían tolerados y se proscribiría a estos Etnología de la Universidad de San Marcos en
partidos por ser opositores al gobierno (Pease Lima, germen de la arqueología como carrera uni-
1999: 174-184). versitaria en dicha casa de estudios.
Entre los intelectuales más relevantes de la Valcárcel encontraría la referida coyuntura
línea indigenista tenemos a Luis E. Valcárcel política durante el segundo gobierno o el “once-
(1928), Arze (1941), Louis Baudin (1928), Tudela nio” de Augusto B. Leguía (1919-1930). Por eso, si
(1905), Ugarte (1921) e Hildebrando Castro Pozo bien Valcárcel fue el productor oficial de la eviden-
(1924, 1936). cia material para el indigenismo, no pudo escapar
al ambiente político de su época, concentrándose
Tempestad en los Andes: Luis E. Valcárcel en la reproducción de un sentimiento nacionalista,
(1891-1987) apropiado y utilizado por el Gobierno al cual se
Luis E. Valcárcel (1891-1987) se inició en el alió. Así, terminó convirtiéndose en el intelectual
ambiente académico como profesor de historia de orgánico de la burguesía andina urbana y rural que
la Universidad San Antonio Abad del Cuzco. Ya irrumpió en el Perú a partir de 1930 (Aguirre-
desde allí se alineaba con el movimiento indigenis- Morales 2001). De esta manera, se trocó en un indi-
ta, por ejemplo, firmando manifiestos junto a José genista-nacionalista.
Carlos Mariátegui, Julio C. Tello, Rebeca Carrión y El ambiente académico también hizo lo suyo
José Uriel García, todos ellos pertenecientes a en la formación de Valcárcel, revistiéndolo de una
dicho movimiento. Publicó un primer libro titula- perspectiva teórica evolucionista social y una meto-
do Tempestad en los Andes (1928), considerado
como su verdadero manifiesto indigenista. Como
comenta Rodrigo Montoya: “Tempestad en los
Andes”, fue el panfleto semiliterario y semipolítico de Luis
E. Valcárcel, el joven radical indigenista de los años veinte,
ardiente y fogoso, que anunciaba la llegada de una revolu-
ción india que bajaría desde los Andes y que estaba sólo a la
espera del Lenín que la dirigiera” (Montoya 1999).
Así pues, el indigenismo inicial de Valcárcel
estaba íntimamente relacionado al marxismo. Sin
embargo, dicha postura radical se fue suavizando
con el pasar de los años y los nuevos contextos polí-
ticos. Producto de ello, Valcárcel ocupó la presi-
dencia del Instituto Cultural Per uano
Norteamericano en Lima, cargo que resulta con-
tradictorio a la luz de su discurso inicial. En este
segundo periodo de su postura indigenista-
nacionalista, favorecida por la coyuntura política,
impulsó ideas que se iban desviando cada vez más
de su postura inicial. Así, sus esfuerzos tomaron
una postura eminentemente oficialista al ser nom-
brado ministro de estado, cuando creó el Instituto
Indigenista Peruano y fue director del Museo de
la Cultura Peruana. Por otro lado, Valcárcel auspi- Luis E. Valcárcel.
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Henry Tantaleán La Arqueología Marxista en el Perú: génesis, despliegue y futuro
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Dicha declaratoria impactó en la vida de algunos investigadores tan influyentes como Max Uhle, quien en 1940
retorna al Perú pero es detenido junto con otros alemanes en el hotel Los Ángeles de Chosica (Bueno 2003: 20).
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Como muchos otros intentos de “etiquetamiento” de pensadores, se ha tratado de hacer a los arqueólogos de la
arqueología social latinoamericana coincidir dentro de un pensamiento unitario (“corriente teórica”). De esta manera, por
ejemplo, Patterson (1994: 533)se presenta a los arqueólogos y arqueólogas sociales latinoamericanos como un frente teó-
rico unitario utilizando una perspectiva y metodología enraizadas en el materialismo dialéctico. No estamos en total desa-
cuerdo con Patterson respecto a esta definición epistemológica, pero creemos que esa sintetización de la ASL desmerece la
historia (y la riqueza inherente a ella) de su formación en cada país.
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239-240). Asimismo, una ideología oficialista con objetivos fue proseguir con la Reforma Agraria,
tintes izquierdistas, o más bien populistas, se pro- que se había iniciado tímidamente durante el
movió durante el gobierno militar de Velasco gobierno de Belaúnde (Pease 1999: 232). Así,
Alvarado (1968-1975). Bajo este régimen, algunos mediante una ley todos los grandes latifundios fue-
investigadores hallaron una contexto necesario ron expropiados y entregados a sociedades agríco-
para impulsar una manera alternativa de hacer las de interés social. Pero mientras se realizaron
arqueología. aparentes mejoras en las condiciones de vida de la
El caso de la política en el Perú de finales de la
masa campesina y obrera, nunca se tuvo como
década de 1970 es singular debido a que la dictadu-
objetivo conducir al Perú a una especie de socialis-
ra militar tomó la característica de “socialismo esta-
mo. Por el contrario, el Estado buscó reducir la
tal” (Politis 1995: 215), con lo cual creó, por un
lucha de clases, la cual que ya había tomado un
lado, una coyuntura favorable para arqueólogos
nacionales como Luis Lumbreras (Navarrete cariz violento, tutelando a los grupos de presión
1999), y por el otro lado, los arqueólogos nortea- social y regulando las disputas civiles.
mericanos encontraron dificultades para llevar a El régimen peruano en este momento podría
cabo sus investigaciones (Burger 1989: 42). catalogarse como un “Estado corporativo típico”
La llegada al poder de los militares en octubre (Skidmore y Smith 1996: 235). En esa misma línea
de 1968 fue producto de una reacción a los gobier- política, otro objetivo que se logró fue el de la “na-
nos que aplicaron una política que por un lado, per- cionalización” o expropiación de los sectores pro-
mitía y aseguraba a las empresas norteamericanas ductivos estratégicos, como el de la minería y el
y a su aliada elite peruana el dominio del poder eco- petróleo (Skidmore y Smith 1996: 236). Si bien
nómico; mientras que, por el otro, permitía y justi- esto despertó la hostilidad de los Estados Unidos,
ficaba la explotación de las masas campesinas y pronto se llegó a un acuerdo por el cual el gobier-
obreras. El general Juan Velasco Alvarado, presi- no peruano compensó económicamente a las
dente de la Junta Militar, sería quien lleve adelante empresas norteamericanas.
un plan de gobierno revolucionario. Como él Sin embargo, la ilusión populista pronto entró
mismo afirmaría: “No somos marxistas, pero estamos en crisis y el descontento social no se hizo esperar.
haciendo una revolución, y esto es lo que importa” (Morei- Una nueva crisis económica en 1975 (Deniz 1978:
ra 1975: 9). 10), más los problemas de salud de Velasco, provo-
Ese golpe militar, por vez primera, significó caron que el experimento militar fracasará. En
una independencia con respecto de los grupos de 1975, Velasco fue reemplazado por una Junta
poder económico peruanos, por lo que había cier- Militar liderada por el General Francisco Morales
ta libertad de acción en el desarrollo de los planes Bermúdez, quien desmantelaría la obra de su ante-
revolucionarios. Así, ya no existiría una “subordina- cesor. Las presiones del Fondo Monetario
ción de la economía peruana a los centros de decisión donde Internacional (FMI) hicieron que el gobierno se
se originan las acciones que afectan fundamentalmente a la ajustará al anterior programa económico estable-
vida económica de la nación e impide un proceso de desarro- cido, lo que provocó nuevos problemas en la eco-
llo autónomo dirigido al logro de los objetivos nacionales” nomía peruana. Morales Bermúdez se vio obliga-
(Skidmore y Smith 1996: 233). do a abrir nuevamente las puertas a las inversiones
Para ello, el gobierno se había sensibilizado extranjeras, otorgándoles grandes concesiones
notablemente con la causa campesina. Uno de sus (Deniz 1978: 12). Finalmente, la propia Junta
9
Aquí también habría que mencionar el posterior trabajo de Antonio Núñez Jiménez en el registro de los petroglifos
del Perú (Núñez Jiménez 1986). Si bien este trabajo casi siempre fue consultado como un inventario de arte rupestre, supu-
so la colaboración e intercambio de conocimientos entre arqueólogos peruanos y cubanos.
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Militar anunció la convocatoria a una Asamblea Una nueva visión del antiguo Perú: Luis G.
Constituyente en 1978, con lo que se inició la tran- Lumbreras10
sición hacia la democracia. Luis Guillermo Lumbreras se desarrolló aca-
Con respecto a la arqueología marxista, tuvo démica y políticamente en la época en que ejerció
que llegar el año 1974 y la publicación de obras como profesor en la Universidad San Cristóbal de
como la Arqueología como Ciencia Social de Luis Huamanga, en Ayacucho, entre 1960 y 1965. La
Lumbreras (Politis 1995: 219) para que un nuevo mayor parte de su trabajo académico y de campo
discurso alternativo al de los arqueólogos extran- transcurrirá paralelo al gobierno militar de Velasco
jeros y sus seguidores sea formalizado. Como con- Alvarado (1968-1975), coyuntura favorable para
secuencia, se promovieron una serie de reuniones desarrollar sus investigaciones arqueológicas más
donde se impulsó la construcción de la llamada relevantes (Oyuela-Caycedo et al. 1994: 367) y asu-
arqueología social latinoamericana (ASL). La pri- mir “el rol de Tello al definir tendencias y prioridades en la
mera de ellas, la Reunión de Teotihuacán de 1975 prehistoria andina” (Schaedel y Shimada 1982: 363).
(Lorenzo 1976), pretendió establecer unas líneas Para no entrar en más detalles que ya bien han
generales de acción en la perspectiva materialista explicado otros autores (Aguirre-Morales 2001,
histórica que cada uno de los participantes desa- Navarrete 1999: 11-20) y él mismo (Lumbreras
rrollaba en sus respectivos países. Vino luego una
2005), la época de la producción bibliográfica de
segunda reunión en el XL Congreso Internacional
Lumbreras que más nos interesa es cuando aban-
de Americanistas, celebrado en Lima en 1970, y
dona su formación evolucionista y positivista y se
que fue denominado “Formaciones aborígenes en
decanta por el marxismo, alrededor de 1972, y que
América” (Patterson 1994: 533). Luego de estos
lo plasma en su libro Los orígenes de la civilización en el
primeros intentos se creó el denominado “Grupo
Perú.
de Oaxtepec” en 1983, conformado por Luis
En otro artículo (Tantaleán 2004), ya hemos
Lumbreras, Manuel Gándara, Mario Sanoja,
realizado un análisis algo extenso de su más cele-
Marcio Veloz, Iraida Vargas y Luis Felipe Bate (Po-
bre libro La Arqueología como Ciencia Social, e, inclu-
litis 1995: 220). Esta nueva época es denominada
so el mismo Lumbreras (2005) ha reflexionado
por Navarrete (1999: 89) como de “refinamiento
sobre sus primeros escritos, por lo que no nos
teórico”.
explayaremos en esto. Lo que si queda claro, a la
Este grupo adoptó una posición crítica frente
luz del libro anteriormente citado, es que
al materialismo estructuralista francés (de
Lumbreras tenía bastante interiorizada la teoría y
Althusser y Godelier), tan popular en esos años,
el método del materialismo histórico. También
principalmente porque dicha “escuela” planteaba
tenía bastante clara la perspectiva dialéctica de la
una división de la sociedad objeto de estudio (“to-
realidad social y su representación. Sin embargo, la
talidad social”) entre base económica y superes-
manera de llevarla a la práctica es un elemento ine-
tructura. Paradójicamente, mucha de la teoría y
xistente en dicho documento, quizá como conse-
metodología histórico-cultural, evolucionista y
cuencia de su carácter de manifiesto primigenio de
marxista estructuralista se deslizó en los discursos
esta nueva forma de observar la materialidad
de los arqueólogos sociales (v.gr. Lumbreras 1974:
social o, como algún autor ha sugerido (Navarrete
24).
1999), aspiraría a convertirse en un discurso popu-
lar para construir un programa político revolucio-
10
La producción intelectual de otros miembros del INDEA como Elías Mujica Barreda fue abordada en otro artícu-
lo (Tantaleán 2002). Aunque fue uno de los pocos arqueólogos que ha planteado una explicación materialista histórica de
las sociedades tempranas del área Circum-Titicaca, desde su primer escrito de 1978, salta a la vista la “herencia culturalista”
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Luis Guillermo
Lumbreras.
de la cual el mismo autor es consciente (Mujica 1978: 296). Caerá en la misma forma de hacer arqueología histórico-
cultural y hermenéutica en su posteriores artículos, y se observa el uso de categorías socio-políticas extraídas del procesua-
lismo (1991). Otro autor no analizado aquí con la profundidad del caso es José Canziani, aunque lo desligamos de este aná-
lisis porque su producción ha sido esporádica, salvo su Asentamientos humanos y formaciones sociales en la costa norte del Antiguo
Perú (Canziani 1989) que nos parece un esbozo bastante sugerente de la arqueología de la costa norte pero que, lamentable-
mente, no siguió desarrollando y no fue seguido por ningún otro arqueólogo.
11
Obviamente, la crisis política, social y económica por la que ha atravesado el Perú en estos últimos años y que ha
condicionado la arqueología hasta el punto de hacerla por algunos momentos impracticable (Castillo y Mujica 1995, Pozzi-
Escot 2002: 146), ha afectado la historia de esta revista. Lamentablemente, no desarrollaremos estas cuestiones por el
poco espacio disponible.
12
En el caso de la revista Unay Rvna del colectivo Rvna, la tendencia es comenzar la publicación con una editorial con
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Henry Tantaleán La Arqueología Marxista en el Perú: génesis, despliegue y futuro
formados teóricamente dentro del materialismo sobre todo las situaciones económicas y políticas.
histórico, también refleja la situación de la arqueo- En algunos casos las coyunturas políticas han ser-
logía peruana donde la mayoría de arqueólogos vido para que este discurso sea prominente en las
siguen siendo tanto teórica como metodológica- esferas académicas y oficiales. Por el contrario, al
mente historicistas culturales, casi siempre des- aparecer discursos políticos oficiales diferentes u
criptivos y en el mejor de los casos utilizando jerga opuestos al marxismo ha caído en la marginación y
procesualista o marxista para “modernizar” su dis- hasta la persecución, hecho que se percibe en las
curso. últimas décadas, y que la ha sumido en una aparen-
te apatía, patente en su mínima y decreciente pro-
¿Existe un futuro para la arqueología mar- ducción bibliográfica.
xista peruana? Creemos que para superar este panorama, la
Como hemos visto, la arqueología marxista en arqueología marxista en el Perú necesita redefinir-
el Perú ha recorrido una larga experiencia en el tra- se como una verdadera ciencia y llegar a realizarse
bajo arqueológico. De hecho, es una “escuela” o mediante una praxis que sea coherente con sus
“corriente” teórica que a nivel historiográfico se ideales y retórica. Estos últimos, por el momento,
reconoce tanto en el país como en el extranjero son más significativos que su materialización en
(Benavides 2001, Mc Guire 1992, Navarrete 1999, casos concretos de estudio (Politis 2003: 251).
Oyuela-Caycedo et al. 1997, Patterson 1994, Pero, sobre todo, se necesita desplegar una teoría
1997). Sin embargo, en este artículo se ha podido de la observación arqueológica a partir de las
observar que la arqueología marxista en el Perú ha líneas fundamentales del materialismo histórico:
estado condicionada por diferentes factores, una verdadera epistemología materialista histórica
refrendada con el objeto de estudio, en nuestro
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caso, los restos de la producción material de la vida cación o discusión seria de sus enunciados o posi-
social pasada. ción teórica, creemos que si se supera dicha situa-
En ese camino, miembros de la “segunda gene- ción se podrá construir una corriente teórica con
ración” del INDEA formaron un colectivo deno- capacidad de superar las deficiencias infraestruc-
minado “Gabinete de Arqueología Social”, publi- turales que han lastrado el desarrollo del trabajo
cando sus primeros manifiestos a finales del siglo empírico y contrastante de muchos de sus postula-
pasado (GARSOC 1998(1), 1998(2), 1998(3), dos, todo ello basado y conducente a la colectivi-
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1999(4)), y han comenzado a desarrollar un dis- zación de los conocimientos científicos . De no
curso materialista histórico bastante consecuente ser así, pronto nos encontraremos a la espera de
con dicha posición teórica (v.gr., Alcalde 2001, un nuevo arqueólogo oficial que sea la esperanza
Alcalde et al. 2001, 2002) que ha trascendido las para llegar al poder (intelectual).
fronteras nacionales como consecuencia de la Bibliografía
inserción de algunos de sus miembros en progra- Águilar, Miguel
mas de estudios marxistas del Estado Español. 2005 “Posmodernismo y pensamiento
Otros intentos inspirados en el marxismo pro- Filosófico. El Sentido del Trabajo
ceden de grupos de estudiantes universitarios que Arqueológico en América Latina”. Unay
desde sus fueros y autónomamente han manifes- Rvna, 7: 25-31. Lima.
tado posiciones más críticas que desarrollos con- Aguirre-Morales, Manuel
cretos, como en los casos del colectivo RVNA de 2001 “La Arqueología Social en el Perú”. Tesis
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos o el de Maestría. Doctorado de Arqueología
colectivo SUPAY de la Universidad Nacional Prehistórica. Universidad Autónoma de
Federico Villarreal, grupos que esperamos se con- Barcelona. España.
soliden e integren a la escena marxista internacio- Alcalde, Javier
nal y, sobre todo, lleven a la práctica arqueológica 2001 “Del registro arqueológico a la recons-
sus ideales.12 trucción del espacio productivo. Un caso
de la costa sur del Perú” (S. X a. C-V d. C).
Estos intentos de desarrollar una arqueología
Arqueología Espacial, 23: 15-38. Teruel.
marxista en el Perú de fines de siglo XX y comien-
Alcalde, Javier, Carlos del Águila y Fernando Fujita
zos del XXI, nos muestran una suerte de “balcani-
2001 “Nuevas evidencias en Chincha: Nota
zación” en dicha postura, no analizada profunda-
preliminar sobre contextos de la época
mente aquí, pues tampoco se explicita su ontolo- Wari”. Boletín de Arqueología PUCP, 5: 543-
gía ni su epistemología y más bien resultan ser sim- 554. Lima.
plemente retóricas. Aunque en ninguno de los Alcalde, Javier, Carlos del Águila, Fernando Fujita. y
casos mencionados se percibe un intento de unifi- Enrique Retamozo
tintes anti-capitalistas (Rvna 1999, 2001, 2003) y un contenido que puede incluir algún artículo de crítica arqueológica ins-
pirado en el materialismo histórico (por ejemplo, Aguilar 2005, Gándara 2003, Torres 1999), aunque la mayoría de los tex-
tos no tienen ninguna relación con el marxismo o una postura crítica a la arqueología inspirada en el neoliberalismo econó-
mico. Un fenómeno similar ocurre con la Revista Supay (ver por ejemplo, Supay 1999, 2003). Aparte de esto, algo relevante
es que ambos colectivos han creado revistas donde se reúnen a otros especialistas de las ciencias sociales, superando la frag-
mentación o “parcelamiento” propio de la academia clásica.
13
No es necesario buscar tan lejos pues, por ejemplo, algunos investigadores chilenos han retomado el marxismo
para aplicarlo a la materialidad social prehispánica (ver Chungará 36, suplemento especial, tomo 1).
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