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Serie

Historia
de la
Año I – Nº 1 – Noviembre de 2008
Historiografía www.historiamarxista.cl – marxista@historiamarxista.cl
ISSN 0718-6908
CUADERNOS
DE HISTORIA
MARXISTA

Genética de la corriente de la
Nueva Historia Social y de su
ala liberal popular
(1973-1985)
Alejandro Montecinos Cazanga
Estudiante de Licenciatura en Educación en Historia y
Ciencias Sociales
Universidad de Santiago de Chile

GRUPO
Historia
MARXISTA
Genética de la corriente de la Nueva Historia Social y de su ala
liberal popular, 1973-1985. 1

Alejandro Montecinos C.
Estudiante de Licenciatura en Educación en
Historia y Ciencias Sociales, USACH
Alejan.andre.montcaz@hotmail.com

Resumen:
El marxismo, y en particular la historiografía marxista, se han visto
consecutivamente enfrentados a un debate que reemerge permanentemente bajo formas
distintas, la cuestión sustancial de la relación entre objetividad y subjetividad. La lista de
relaciones de categorías que expresan históricamente esta cuestión es larga y suelen
aparecer como oposiciones unilateralizadas; determinismo o voluntarismo, materialismo
mecanicista o idealismo dialéctico, unidad o diferencia.

La más reciente categorización de esta cuestión ha sido la cuestión de la relación


entre estructuras y sujetos, emergida durante las décadas del 60` y 70` cristalizada en el
debate latino de estructuralismo y postestructuralismo. Pero que guarda continuidad con
una problemática del marxismo que emergió con fuerza sobre todo a partir del abandono
que el marxismo de la II Internacional hizo de la dialéctica, que, sin embargo, fue
preservada, recuperada y crecientemente reintegrada por marxistas como Labriola, Lenin,
Trotsky, Gramsci, Mariátegui, Lukács, entre otros.

El presente trabajo de historia de la historiografía acerca de la NHS, tiene, por esto,


un doble propósito. Por una parte contribuir a una historia marxista de esta corriente. Por
otra parte iniciar un recorrido que mediante la crítica teórica y la crítica historiográfica nos
permita aproximarnos sucesivamente a abordar críticamente dicha cuestión sustancial de la
relación entre objetividad y subjetividad, tal como su expresión en la pregunta por la
relación entre estructura y sujeto.

Palabras claves: NHS, historiografía, marxismo, idealismo, intelectuales, nacional,


internacional, objetivo, subjetivo, mecanicismo, unilateral, dialéctica, pueblo, popular,
clase, partido, militante.

1
Este trabajo fue publicado por primera vez bajo la forma de Artículo en la Revista Universitaria de
Estudiantes Marxistas Las Armas de la Crítica, Nº 8, Primavera del 2006.

2
Una vez más: “Campos de Batalla” y “Combates por la Historia”

Estas dos frases tienen una significación especial para el trabajo que se presenta a
continuación, ya que señalan la magnitud de las tareas que tenemos los marxistas
revolucionarios en el terreno de la historiografía, tareas que se enmarcan en un mar de
tareas teóricas y prácticas en la lucha por la sociedad dirigida y organizada por los
trabajadores, la sociedad socialista.
La primera, titula un libro de Perry Anderson editado en Londres 2 en 1992, y la
segunda ya señalada por varios historiadores y que tiene su consigna desde la trinchera
revolucionaria en Pierre Broué; “... de las mil manera de luchar por la revolución, una de
ellas es trabajar por acercarse lo mejor posible a la verdad histórica, lo que podríamos
llamar, no un combate por una historia revolucionaria, sino un combate revolucionario
por la historia” 3 .

A partir de la década de los 70` la historiografía chilena comenzó a desarrollarse


constituyendo verdaderos campos de batalla donde se dieron profundos, fuertes y hasta
sangrientos combates por la historia. Esto, que constituía un escenario nacional, era
acompañado y posteriormente influenciado por otros combates que se libraban en tierras
lejanas, pero que iban a tener repercusiones mundiales, principalmente en Europa y Estados
Unidos.
Como en todos los combates, aquí también existieron distintos campos de batalla,
distintos frentes y algunos más importantes que otros, también se constituyeron alianzas.
Pero podemos decir que dicha guerra fue entre dos fuerzas ideológicas que formaban parte
de manera más o menos nítida de fuerzas sociales, eternamente enfrentadas, el marxismo
(materialismo dialéctico) en sus versiones militantes y académicas v/s el idealismo
(kantiano y hegeliano, con todos los matices y combinaciones intermedias).
Al interior de esa gran guerra, la historiografía chilena vivía un proceso con sus
particularidades. Mientras que en Europa y Estados Unidos, la impotencia del marxismo
académico para posicionarse como una perspectiva independiente y consecuentemente

2
Anderson, Perry., “Campos de Batalla”, Editorial Anagrama, Barcelona, 1998.
3
Broué, Pierre, “Lucha por la historia, lucha por la revolución”, en Estrategia Internacional Nº 16, 2000.

3
revolucionaria, llevaba a muchos de sus figuras a alejarse de él, en Chile los intelectuales
marxistas y entre ellos los historiadores eran perseguidos, apresados, torturados, muertos o
exiliados. Se trata de batallas duras y combates difíciles, no sólo intelectuales – que eran
capaces de resistir y hasta de ganar – sino que también físicos y hasta militares. Tal
magnitud de la batalla, no nos puede dejar de hacer reflexionar acerca de lo que en ellas
estaba en juego.

Claramente no se trataba simplemente de la pasión o “locura” teórica por conseguir


la victoria. Consideramos que era una guerra feroz que se desplegaba entre dos sectores de
la sociedad y sus intelectuales – con todas las formas intermedias posibles -, la clase
trabajadora contra la burguesía. Unos que defendían en el contenido de su elaboración la
sociedad capitalista de posguerra, y quienes la combatían. No se ha hecho una lista de los
intelectuales muertos a manos de los ejércitos y agentes de la burguesía a lo largo de la
historia de la sociedad capitalista, pero nadie puede desconocer que la lista es larga, y que
las “coincidencias” de adhesión a teorías que cuestionan la propiedad privada lo es también.
A esta práctica contra-revolucionaria y anti-obrera de la burguesía, hay que sumar la
práctica anti-obrera del reformismo social demócrata y stalinista y del liberalismo pequeño
burgués 4 , que eran y son tendencias premiadas por ideología la burguesía al interior de las
organizaciones de los trabajadores.

Gramsci planteaba, y acordamos con él, que los intelectuales no son un grupo social
autónomo e independiente que se desprende de los intereses históricos relacionados con las
clases sociales. Planteaba además, que como elementos no independientes, influyen en la
capacidad de homogenización y conciencia de las clases. Planteaba que cada clase tiende a

4
“Cuando Engels se apagó apaciblemente en Londres, cargado de años, patriarca venerado de la
socialdemocracia internacional, el siglo que terminaba separó las revoluciones burguesas de las
revoluciones proletarias, el jacobinismo del bolchevismo. La transformación del mundo, anunciada por
Marx, iba a volverse la tarea inmediata y los revolucionarios conocerían vicisitudes sin igual. De hecho, los
cráneos de los tres más grandes jefes revolucionarios desde Engels recibieron los golpes de la reacción. El
historiador futuro no podrá dejar de ver allí uno de los signos distintivos de nuestra época. Deberá también
destacar de dónde venían los golpes. El cráneo de Lenin fue perforado por una bala de la "socialista
revolucionaria" Fanny Kaplan. El cráneo de Rosa Luxemburgo fue roto a golpes de culata de fusil por la
soldadesca del "socialdemócrata" Noske. El cráneo de Trotsky fue abierto por el piolét de un mercenario del
"bolchevique" Stalin.”, Jean van Heijenoort, Secretario de León Trotsky en 1932. Este texto esta escrito en
conmemoración de León Trotsky.

4
generar sus propios intelectuales, ya que al desarrollarse el determinado grupo social tiene
la necesidad, por que su práctica en la estructura productiva es distinta a todos los grupos
predecesores y distinta a todos los existentes, de enfrentar el arsenal teórico que lo precede
y hegemoniza la sociedad. En ese camino construye su propia concepción intelectual del
mundo, útil a su práctica y sus fines. Así, cuando el proletariado surge, se encuentra con un
arsenal teórico que le es útil a la burguesía y no a sus fines, y se desarrolla un proceso en el
cual van surgiendo distintos grupos intelectuales, ligados a la clase obrera, que van
rompiendo cada vez más profundamente con la ideología burguesa, extrayendo de ella
aquellos elementos progresivos – pero que han quedado amputados por la cristalización
reaccionaria de la burguesía – y desarrollándolos en un sentido revolucionario. Socialistas
utópicos, anarquistas, y el materialismo dialéctico como teoría útil a la clase obrera en tanto
clase independiente y con proyecto propio. Además, Gramsci deja un margen de existencia
de intelectuales que no se encuentran directamente ligados a los intereses mismos de las
clases, a estos intelectuales lo denomina “tradicionales” en distinción de los “orgánicos”.
Estos intelectuales “tradicionales” orbitan al rededor de los intereses de una y otra clase. 5
A diferencia del área internacional en donde estaban ubicados en el campo de
batalla del marxismo los marxistas académicos e intelectuales tradicionales, en Chile los
que estaban de parte del marxismo eran, en una parte importante de los casos, intelectuales
orgánicos, intelectuales ligados a partidos que se reivindicaban revolucionarios y que en
gran medida tenían composición obrera. Son estos intelectuales los que son derrotados,
sobre todo físicamente, y obligados a retroceder mediante el golpe militar de 1973.
La corriente de la Nueva Historia Social (NHS), que tratamos en este trabajo, surge
de esas derrotas físicas y políticas, y construye críticamente sus postulados contra esos
derrotados.

Consideramos que las trincheras en los campos de batalla siguen ahí, esperando a
ser ocupadas, algunos sobrevivientes siguen ahí y están dispuestos a combatir codo a codo.
Este trabajo es parte de esos combates. Hoy los enemigos son más fuertes que los marxistas
en lo material por la ubicación que han ganado en la academia, el campo de batalla

5
Gramsci, Antonio, “La formación de los Intelectuales” en Cuadernos de la cárcel: Los intelectuales y la
organización de la cultura, Editorial Juan Pablos, México, 1975, p. 11.

5
institucional preferido de la burguesía, pero mientras quede uno grupo de mujeres y
hombres, aunque sea un simple soldado, que se ubique en la perspectiva de la revolución
socialista seriamente, es decir, teórica y prácticamente, significará que ese campo de batalla
aún es escena de combates por la revolución.

La gran fortaleza de la lucha por una historiografía marxista militante no está


únicamente en la potencia del materialismo dialéctico como método y como teoría de la
realidad objetiva y subjetiva, sino que sobre todo en que mientras existan relaciones de
producción capitalistas y por ende burguesía habrá una clase, el proletariado, en
condiciones de combatirla y revolucionarios que se ubicaran de su lado. Lamentamos
decirle a la clase capitalista de expropiadores que su lucha jamás estará terminada mientras
ellos mismos existan, porque los asalariados y sus militantes son condición dialéctica de su
existencia, y la potencial fuerza de su negación.

6
PRIMERA PARTE
Capítulo I.
La historiografía marxista inmediatamente antes y después del triunfo de
la contrarrevolución y el fracaso del Frente Popular.
La derrota social e ideológica. Antecedente genético de la “Nueva Historia
Social” y su ala liberal popular (Gabriel Salazar)

Tomando la definición materialista y dialéctica de los intelectuales que hace


Gramsci, nos ubicamos en 1973 como un momento de ruptura de la historiografía que se
puso del lado de los trabajadores y el pueblo pobre.
En esta parte hablaremos del contexto histórico en que se desarrollo la corriente
marxista, luego nos referiremos a la corriente historiográfica marxista como tal y lo que
llamamos sus dos alas, y finalmente veremos su desenvolvimiento en el enfrentamiento
entre revolución y contrarrevolución con su retroceso posterior.
Esta parte del trabajo es fundamental para explicar el surgimiento de la “Nueva
Historia Social” y su ala liberal popular, ya que esta corriente surge en el espacio que
anteriormente ocuparía la corriente marxista y en discusión contra esta última.

1. Las Condiciones objetivas que delimitaron el campo de batalla de la historiografía


marxista

El periodo abierto en los últimos años de la década de 1960, fue un periodo


caracterizado por una etapa revolucionaria a nivel nacional. Con matices según los años que
van hasta el 73`, las masas fueron dando avances y retrocesos en la lucha por transformar el
orden de cosas semicolonial y capitalista existentes en Chile.
El asenso de Allende, como candidato de la Unidad Popular en 1970, fue la
materialización de la misma estrategia frente populista que el PCCH desarrollo durante la
segunda mitad de la década de los 30`, y, al mismo tiempo, era expresión, contenida y
deformada reformistamente, de las enormes fuerzas revolucionarias de la clase trabajadora
y el pueblo pobre chileno que se ponían en movimiento a partir de las necesidades

7
económicas crecientes de las masas y una división interburguesa que comenzaba a
desarrollarse planteando alternativas diferentes ante la explosión, en las demandas de las
masas, de la crisis estructural de Chile dada por su realidad semicolonial.

La burguesía nacional dividida entre un proyecto más ligado a la tradición golpista


de la oligarquía terrateniente y la burguesía más reaccionaria y otro más desarrollista y
nacional, intentaban dar respuestas a la crisis por una vía directamente reaccionaria, por una
parte, o por la de la contención y desvío democrático por otra, para detener la emergencia
de la actividad revolucionaria de las masas.

El sector democrático burgués que intentaba contener y desviar la revolución en


curso hacia el callejón sin salida de la democracia burguesa, activamente se apoyo en el PS
y el PCCH para lograr su objetivo. Se levanta y sale electa la UP, que intentaba garantizar
que todo el poder creador de las masas se quedara en los estrechos marcos del régimen
burgués; Congreso, Parlamento, Ejército y Policía, Justicia, etc.

Estos partidos de la izquierda, con arraigo profundo en la clase obrera, estaban


convencidos que esa “vía chilena al socialismo” podía triunfar. El PCCH Desarrollaba una
concepción etapista de la revolución que defendía que en Chile “correspondía” una “etapa”
democrático burguesa dirigida por la burguesía nacional “más decidida” y no la revolución
proletaria y socialista. Intentaban repetir lo planteado en España 36`- 37`con el gobierno de
Largo Caballero del Frente Popular en contraposición a la experiencia de Lenin y Trotsky,
que viendo la indecisión y actitudes reaccionaria de la burguesía nacional rusa,
comprendieron que la única forma de conseguir definitivamente las mínimas
reivindicaciones democráticas de las masas era la instauración de una dictadura del
proletariado en Rusia, basada en los consejos de obreros, soldados y campesinos, los
Soviet.

Entre el 70`y el 73` aconteció en Chile un proceso revolucionario que estuvo


marcado por la confrontación que iba planteando la misma realidad, entre la estrategia de la

8
revolución por etapas y las hipótesis de la estrategia de la revolución permanente 6 : La
perspectiva de la colaboración de clases con la burguesía, el gobierno de la UP o la
estrategia de la no colaboración con la burguesía y de la revolución socialista, planteada
objetivamente en los Cordones Industriales a partir del 72`con la fundación del Cordón
Industrial Cerrillos Maipú.

Contexto de actualidad de la revolución, de contención he intento de desvío del


proceso por parte de la burguesía nacional, de reformismo de las máximas direcciones del
movimiento obrero y el pueblo pobre, de intentos y preparativos de reacción burguesa dura.
Este es el contexto en donde la corriente historiográfica chilena que se ha denominado
como marxista “clásica”, desarrolló su combate por la historia, este fue su campo de batalla
contra una historiografía tradicional y conservadora, idealista y positivista, que
hegemonizaba hace décadas la academia nacional.

El desarrollo de esta corriente en un campo de batalla objetivo como el de los 60`-


70` fue una enorme prueba histórica, que a pesar de los cuestionamientos teóricos y
políticos que se le deben hacer desde el marxismo revolucionario, es de una enorme
significación para cualquier intelectual que se considere militante o para cualquier militante
que desarrolle alguna práctica intelectual.

2. La historiografía “marxista clásica”, intelectuales militantes y orgánicos de la clase


obrera: sus dos alas y la hegemonía del stalinismo

6
La revolución permanente entendida como; la lucha por la dictadura del proletariado sin esperar una etapa
“democrático burguesa” (a partir de las revoluciones de 1848) como única forma de conquistar las
reivindicaciones que históricamente había desarrollado la burguesía en los países desarrollados (reforma
agraria integra y efectiva, nacionalización de la banca y de la industria, todos los derechos democráticos); la
necesidad de la revolución internacional como condición del fortalecimiento de las revoluciones proletarias
triunfantes y como precondición para el socialismo, ya que la conquista del poder por los trabajadores
acaudillando a los pobres de la ciudad y el campo sólo habría un periodo de transición económica al
socialismo, y éste sólo podría realizarse partiendo de lo más avanzado del capitalismo, la división
internacional del trabajo y de la producción. Y la revolución socialista como tal, en cuanto a los cambios
internos nacionales que sufren las relaciones de producción y con ellos el resto de la sociedad. En Chile
consideramos que en los hechos se planteaba claramente el primer punto que hemos señalado. La formulación
más precisa hecha por León Trotsky se encuentra en “La revolución permanente”, editado en la compilación
“La teoría de la revolución permanente” hecha por CEIP León Trotsky, 2000, (www.ceip.org.ar).

9
Los historiadores contemporáneos que dentro de sus estudios han debido mencionar
a la historiografía marxista que va desde 1950 a 1973, la han denominado “marxista
clásica”. Este concepto, como tal, es profundamente impreciso, ya que al momento de
desarrollarse la historiografía marxista chilena se habían dado nuevas constelaciones de
marxistas que difícilmente podrían reducirse a los clásicos (Marx y Engels, según una
visión tradicional o de Marx hasta Trotsky, incluso Gramsci según el análisis de Perry
Anderson). La hegemonía del ala stalinista en Chile, como veremos en este subtitulo, señala
que de “marxista clásica” poco tenía esta corriente historiográfica. Así en definitiva
preferimos hablar de corriente historiográfica marxista, para evitar interpretaciones erradas
y falsas construcciones de su fundamento teórico.

Ésta corriente surgida en el periodo de asenso de la clase obrera que va desde 1950 a
1973, está directamente ligada con este proceso y es uno de los aspectos que constituye su
identidad propia como corriente. Dentro de sus filas tenemos a militantes activos de los
partidos de la clase obrera; Julio Cesar Jobet (PS), Hernán Ramírez Necochea (PC), Luís
Vitale (POR, disuelto en el MIR en el año 64`). Se trata de intelectuales militantes y
orgánicos de la clase trabajadora reconocidos a nivel nacional e internacional, una tradición
que durante esa misma década era casi inexistente en el resto del mundo, el cordón
umbilical entre los intelectuales marxistas y la clase obrera dado por sus partidos, se había
comenzado a desfigurar a partir de la muerte de Antonio Gramsci en 1937.

Su calidad de intelectuales marxistas ligados a la clase obrera por medio de sus


partidos, es decir su realidad de orgánicos a la clase obrera, y el hecho de ser orgánicos en
un periodo donde la tendencia signada por el estancamiento del marxismo como teoría en
manos del chaleco de fuerzas teórico, político y físico que significaba el stalinismo (tanto a
intelectuales militantes, como a militantes y la misma clase obrera mundial), son dos
elementos centrales que caracterizan a la corriente marxista en la historiografía chilena en
el periodo 1950-73`, y desde el punto de vista internacional constituye una conquista
sustancial.

10
Dado que esta corriente marxista de la historiografía nacional era militante de los
partidos de fundamental composición obrera, su análisis historiográfico se veía impulsado
por las necesidades propias de dicha clase. Así, utilizando el método marxista y sus
categorías de análisis, emprendían una interpretación materialista de la realidad, centrando
su análisis en las estructuras sociales, en la relación entre el desarrollo de las fuerzas
productivas con las relaciones de producción y desde estas al análisis de las
configuraciones políticas, religiosas y morales de la sociedad, la superestructura. Seguían
claramente una parte de las recomendaciones de Marx hechas en “Contribución a la crítica
de la economía política” 7 , pero la otra parte, la de la relación contradictoria entre
estructura y superestructura, el rol del ser humano, la práxis y la lucha de clases, en la
mayoría de los casos, quedó de lado. Tenían como sujeto central de sus estudios a la clase
obrera, por lo que en sus trabajos se concentraban en estudiar el desarrollo de la estructura
capitalista nacional y su relación con la economía internacional, en donde aparecía la clase
obrera como sujeto privilegiado del análisis en tanto que sujeto golpeado más fuertemente
por estas nuevas relaciones de producción y eje central de la revolución debido a su lugar
clave en las relaciones de producción capitalista.

Pero éste análisis carecía en la mayoría de los casos de una integración concreta de
la dialéctica. Por lo general se hacía una interpretación mecánica y etapista de la historia,
buscando mostrar la repetición lineal y positiva de las etapas del desarrollo económico y
político de Europa en Chile.
En el caso de los análisis económicos desde la colonia hasta su presente, eso es
evidente en varios de los historiadores ligados al PS y PC. Es necesario señalar que Vitale
se aleja enormemente de esta corriente, sobre todo en sus análisis del periodo colonial,
donde propone una interpretación no mecánica, dando cuenta de las realidades
transicionales, desiguales y combinadas de la realidad colonial y del proceso de tránsito a la
estructura capitalista semicolonia.

7
Marx, Karl., Prefacio (1859) a la Contribución a la crítica de la economía política, Editorial Estudio,
Argentina, 1975, pp. 8-9.

11
El siglo XIX, como ya hemos dicho, por su naturaleza, presento gran interés para la
corriente marxista de historiadores, pero al abordarlo desarrollaron en general un análisis
mecánico y determinista, estableciendo categorías absolutas, y no comprendiendo los
periodos transicionales, esto es muy claro en las historias de la clase obrera, donde hay una
línea “espiritual” desde las sociedades mutuales hasta el Partido Comunista y los sindicatos
legales. Y también en el caso de los historiadores marxistas cercanos o militantes del PC y
el PS, hay ensalzamientos ideológicos de la burguesía nacional “progresista” que son
inargumentables en la realidad, hoy a la luz de los hechos, como el ensalzamiento de
Balmaceda que hace Ramírez Necochea.

Entonces vemos como en el trabajo histórico se combinan debilidades teóricas


explicables por la hegemonía mundial del stalinismo, reconfiguración burocrática y vulgar
del marxismo, con las estrategias partidarias de cada autor y sus deficiencias particulares de
métodos de investigación de fuentes.

Pero aquí pretendemos evitar una interpretación como la que ha realizado la


academia. Primero dijimos que es poco claro hablar de una corriente “marxista clásica”,
ahora decimos que es incorrecto hablar de ella como una unidad.

Hacer esta crítica solo es posible ubicándonos a partir de un análisis materialista y


no idealista de la corriente, es decir, del hecho de decir que una de sus principales
características es que se trataba de historiadores marxistas militantes y orgánicos. Llegamos
a decir que no era homogénea, ya que la militancia de aquellos no lo era, y su militancia en
gran medida influenció sus interpretaciones históricas, al mismo tiempo que sus
convicciones teóricas y concepciones del marxismo fueron fundamentales para su práctica
militante.

Así hablamos de una corriente mecanicista y materialista vulgar, que tiene una
expresión política frente populista (PS-PC) y otra materialista dialéctica de corte
subjetivista, que tiene su expresión política en una oscilación entre el frente populismo y la
revolución socialista (POR) luego, contradictoriamente, bajo una estrategia guevarista

12
(MIR). Estas dos alas convivían en el terreno de la historiografía pacientemente, sólo en su
posición con respecto a la burguesía nacional, que era uno de los ejes de su diferenciación
política, entraban en conflicto.

El ala PS-PC veía en la burguesía nacional, o al menos en un sector de ella, la clave


de la dirección de la revolución y la fuente de los mecanismos para su realización. Mientras
el ala POR, luego MIR, desconfiaba de ésta, y no le asignaba un papel revolucionario y la
ponía como aliado nacional del imperialismo. Existían aspectos que los diferenciaban
sustancialmente, pero que ni en uno ni en otro caso, eran causas de discusiones teóricas
importantes como tales, al menos no como lo era la discusión sobre el papel de la burguesía
nacional (que sin duda era una válvula de escape de estas diferencias más profundas).

La integración de la dialéctica a su interpretación materialista, sólo la realizo


consecuentemente Vitale (POR- MIR(disuelto)) en sus trabajos sobre la colonia, lo que le
permitió no desarrollar la concepción lineal, positiva, y etapista que si tuvieron los Jobet y
Necochea (PS-PC), lamentablemente esta integración de la dialéctica no la proyecto al siglo
XIX como éste lo merecía, lo cual significo la similitud de análisis del desarrollo de la clase
obrera, social y políticamente, no tuviera mayores diferencias con los análisis de la otra ala.

A nivel de la corriente de conjunto la hegemonía, sin duda la tenían los stalinistas y


socialistas, Ramírez Necochea, Ortiz Letelier y Julio Cesar Jobet, portaban la bandera,
mientras que Vitale no alcanzó a generar escuela, sino que más bien su obras fueron de un
consumo restringido a los militantes del POR y luego del MIR, con un interés político más
que académico, lo que la hacia más débil frente a la otra ala que tenia influencia en la
academia e influencia de masas.

3. La historiografía marxista ante el proceso revolucionario chileno y el golpe militar

El conjunto de la historiografía marxista jugó un rol central en legitimar las


estrategias de sus respectivos partidos políticos en el curso del proceso revolucionario
chileno, mas no en el análisis del proceso como tal, lo cual fue generando una brecha entre

13
el qué hacer intelectual y el proceso de la realidad de la lucha de clases. Este curso, fue un
curso obligado, inevitable, una vez que en la realidad sus mismas estrategias políticas y
matrices teóricas se iban mostrando erradas, entonces eran incapaces de explicar la realidad
desde la teoría y lo hacían, entonces, políticamente sin fundamentos claros. Esto es ve, por
ejemplo, en cuanto a los Cordones Industriales; por una parte el MIR planteaba, haciendo
abstracción de la realidad, centralizar todo en los Comandos Comunales; el PC planteaba,
también obviando la realidad, que se subordinaran a la CUT y por esta vía al mismo
régimen que nacieron cuestionando. Finalmente, ni el MIR, ni el PC, ni el PS, pudieron
incluir coherentemente en su estrategia política, el único órgano que había surgido de las
fuerzas de la revolución que ellos decían defender, demostrándose que su revolución no era
la que ocurría en la realidad. Esto llevó a crear, entre el qué hacer historiográfico de la
corriente marxista y la realidad del proceso revolucionario, una berrera que no fue
traspasada, lo que se puede constatar en las obras contingentes y posteriores en donde no
aparece referencia a dichos organismo o a la generalidad del proceso.

Fernando Ortiz Letelier, en ese entonces miembro del Comité Central del Partido
Comunista de Chile, era el heredero de la tradición de su maestro Hernán Ramírez
Necochea quien escribe en “Origen y formación del Partido Comunista de Chile” (Austral,
Santiago, 1965) “... surgirá el Partido Comunista; éste, por tanto, es un fruto natural de la
evolución seguida por el país durante los últimos ciento cincuenta años... El Partido
Comunista es el más nacional de todos los partidos de Chile. Su obra está fecundada por la
vida, el esfuerzo, el heroísmo y el sacrificio de miles de heroicos combatientes de nuestro
pueblo que impulsados por incontenibles anhelos de redención, han sido militantes,
simpatizantes y amigos del Partido durante más de medio siglo. Su espíritu sintetiza los
más puros ideales de los mejores hombres de nuestra tierra: sus trabajadores.”

Esta cita deja explícitamente planteado el rol de los historiadores del ala más
cercana al stalinismo dentro de la corriente historiográfica marxista. Necochea liga
indisolublemente a la clase obrera a un partido comunista que a partir de su formación
había mutado profundamente en un partido stalinista, con la bolchevización en el 29, y de
esta forma posiciona al PCCH como el partido que por “naturaleza”, que por obra y gracia

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de la mano divina de la historia, solo por eso, porque no se menciona ni programa, ni
individuos, ni nada, es el partido que le “corresponde” por determinación divina a la clase
obrera. Y al mismo tiempo señala el papel de éste partido, el de ser un partido “nacional”,
que en el lenguaje de ese entonces significa que resguarda mejor la nación, ¿que nación?,
Chile la nación semicolonial (capitalista) de las manos del imperialismo. Entonces en
Necochea vemos planteados dos elementos fundamentales para que el PCCH sea la
dirección de la clase obrera; el primero es el de que a la clase obrera le “corresponde” el
PCCH, y el segundo es que ese partido es el más “nacional”, es decir que es el que defiende
los intereses nacionales compartidos por la burguesía nacional de corte desarrollista, lo cual
da sentido a su estrategia frente populista de colaboración de clases.

Julio Cesar Jobet hace lo mismo en “Historia del Partido Socialista de Chile”
(Prensa Latinoamericana, Santiago, 1971), pero en su sentido. Y Vitale realiza algunos
escritos reivindicando el papel de la guerrilla guevarista en la revolución cubana, cuestión
que se encuentra en relación con su acuerdo con la estrategia foquista de Miguel Henríquez
al cual sede la dirección del MIR en 1966.

De este modo la historiografía marxista ante el proceso de asenso revolucionario se


dedico a explicar, historiográficamente, sus estrategias políticas, pero no la realidad (porque
sus estrategias políticas a cada paso dejaban de tener en aquella realidad su correlato), por
esto no encontramos ninguna coherencia entre sus escritos, su práctica, y el desarrollo de
las fuerzas revolucionarias de la clase obrera y las masas en curso.

Para nosotros es determinante y ejemplificador el hecho de que ninguno fue


impactado por lo que significaban los Cordones Industriales. Generados desde el mismo
ímpetu y del real y concreto heroísmo de la clase obrera, no del heroísmo místico y etéreo,
sin contenido, que nos habla Necochea. Ni siquiera se busco en el pasado algún ejemplo
para explicar esos nuevos organismos, ya haya sido para combatirlos o para reivindicarlos,
como podría haber sido la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional de 1919. Nada,
frente a sus concepciones materialistas especulativas y subjetivistas, la realidad más
compleja y novedosa paso desapercibida o fueron incapaces de abordarla.

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De este modo el golpe militar, la reacción burguesa más dura, decidida por el sector
más reaccionario de la burguesía nacional apoyada en el imperialismo yanqui frente al
fracaso de la alternativa de la contención y desvío democrático (expresada en Allende y el
gobierno de la UP), fue la modificación del campo de batalla en donde ésta generación de
historiadores marxistas (sin dejar de lado sus límites teóricos y estrategias a nuestro modo
de ver herradas) había combatido a su manera del lado de la clase obrera.

Fernando Ortiz Letelier, que como ya hemos dicho formaba parte del CC del PCCH,
fue desaparecido en 1976. Hernán Ramírez Necochea fue exiliado. Luís Vitale fue detenido
el 12 de septiembre de 1973 a las 18:00 horas en el “cordón Macul” y liberado a fines de
1974 8 .

Así, se reprimía violentamente, por medio de la fuerza física, a la corriente


historiográfica marxista chilena. La burguesía nacional, apoyada en el imperialismo, tenía
claro que contra éstos intelectuales militantes de la clase obrera no eran suficientes, no
podían haber sido suficientes, luchas teóricas limitadas a las armas de la crítica, esta vez
fueron los burgueses y no los proletarios como clase, quienes pasaron a la crítica de las
armas.

La derrota física de los intelectuales marxistas militantes se transformo en una


derrota de largo aliento, no por una simple coincidencia de hechos, sino que, por sobre
todas las cosas estaba como factor la derrota física de la clase obrera y sus organizaciones
de lucha heroica que no fueron utilizadas hasta el final, como los Cordones Industriales.

Esa derrota es la de la revolución proletaria que estaba en curso, a sangre y fuego,


más la desmoralización de esos cientos de miles trabajadores y pobladores que gritaron,
antes del golpe militar, por su revolución, por su toma del poder, por la construcción de su
ejercito obrero y popular y eran callados por los militantes del PS, PC y por el MIR. Esa

8
Vitale, Luís, La vida cotidiana en los campos de concentración chilenos, Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 1979.

16
derrota material, fue la que le dio a la persecución, desaparición, encarcelamiento y exilio
de los historiadores marxista una prolongación como quiebre o ruptura intelectual, que
pone fin a esa corriente.

Esta derrota de la revolución chilena abre el camino en el terreno social nacional


objetivo, de la correlación de fuerzas entre las clases, para el posterior surgimiento de la
corriente de la NHS y de su ala liberal popular, materializada en Gabriel Salazar. Esta
nueva corriente tendrá en su genética social la derrota de la revolución proletaria, y en su
genética ideológica, la derrota de la corriente historiográfica marxista.
Con particularidades en cada caso, habrá un amplio sector en la NHS que se
beneficiará de esa derrota de la clase obrera y su ideología, que se tradujo en una derrota
más amplia, en tanto que sus concepciones empalmaban con una realidad donde la clase
obrera venía derrotada y donde la perspectiva de la revolución socialista se había
deslegitimado.

La realidad social post derrota de la revolución proletaria, fue la base material


objetiva nacional para el despegue de la NHS y sobre todo de su ala liberal popular (Gabriel
Salazar). Esta es una de las hipótesis que veremos explicitada en la siguiente parte de este
cuaderno. La otra es la base social material he ideológica internacional. la NHS surge como
combinación de estas dos dimensiones geográficas.

17
SEGUNDA PARTE
Genética de la Nueva Historia Social y su ala liberal popular.
Elementos genéticos sociales e ideológicos, nacionales y europeos (una
doble genética, espacial y real). Su doble configuración y su coronamiento
en el terreno nacional.

Introducción
La Corriente de la NHS posee su origen genético, en uno de sus puntos, en el
terreno nacional. Especificamos esto ya que otra parte de su origen genético esta ubicado en
Europa, principalmente en Inglaterra, parte que analizaremos en el segundo título de esta
última parte del cuaderno.

Su genética nacional y europea, por separado, pero interrelacionadas, poseen a su


vez un doble origen real, cuestión que es posible identificar, con mayor o menor dificultad,
en el origen de toda corriente intelectual.
Éste es un punto que ya lo hemos expuesto en la primera parte de este trabajo a
partir de la teoría gramsciana acerca de los intelectuales, en donde todo intelectual se
desarrolla al interior de conflictos objetivos de clases y que a su vez empalma y debe
discutir con las teorías precedentes, es decir, un nivel interno y uno externo del proceso.
Engels expresa la misma idea de una forma menos sofisticada pero igualmente materialista
y dialéctica, en el trabajo “Del socialismo utópico al socialismo científico” que fue
realizado con el objetivo de exponer de manera masiva a los obreros el transcurso teórico
del socialismo utópico al socialismo científico a la luz del desarrollo de la formación social
capitalista y la lucha de clases. Allí Engels señala: “Como toda nueva teoría, el socialismo,
aunque tuviese sus raíces en los hechos materiales económicos, hubo de empalmar, al
nacer, con las ideas existentes” 9
A pesar de que no consideramos a la NHS como una nueva teoría, sino que como
una nueva corriente historiográfica que reúne aspectos de distintas teorías existentes, sin

9
Engels, Federico, “Del socialismo utópico al socialismo científico” en C. Marx y F. Engels, Obras
Escogidas, Editorial Progreso, Moscú, p. 414.

18
conformar un nuevo sistema teórico unitario absolutamente diferenciado, esta definición la
aplicamos en esa medida.

La doble genética de la corriente NHS opera como una genética social histórica
(material y temporal), a partir del desarrollo de un proceso objetivo de movimientos entre
las clases y sectores de clase, y a partir de uno de los elementos sociales que expresaban
esos movimientos entre las clases. Y opera, además, como una genética ideológica,
superestructural, a partir de las estructuras teóricas previamente existentes y en
movimiento, genética que existe sólo en su ligazón real con el desarrollo histórico del
proceso social histórico y más precisamente del estado de las contradicciones entre las
clases a nivel de la contradicción entre fuerzas y relaciones productivas (que a su vez están
en contradicción) con el estado material y subjetivo de las clases.

Esta doble genética se realiza como tal en un terreno nacional (Julio Pinto, María
Angélica Illanes, como dos de sus principales exponentes) y e un terreno internacional,
específicamente europeo (Gabriel Salazar). Ambos terrenos encuentran conectados por la
situación mundial, tanto en su estructura como en la superestructura, pero poseen sus
particularidades que al encontrarse, sólo al encontrarse, cristalizaran en la corriente NHS
chilena. Como veremos más adelante esas particularidades serán determinantes para la
cristalización de un ala con identidad propia, personificada en Gabriel Salazar Vergara.
Esta parte del trabajo trata sobre dicha genética, su conformación como tal será el
objeto de otro trabajo.

19
Capítulo I.
Elementos genéticos sociales e ideológicos nacionales:
Movilizaciones y Protestas contra la dictadura.
Rupturas ideológicas y prácticas.

En el terreno nacional la doble genética tiene su relato por una parte en;
a) La coyuntura de las movilizaciones y protestas dirigidas por una estrategia democrática
contra la dictadura, con el antecedente de los años más duros de represión de régimen
militar, a su vez, sobre éste, el antecedente más importante de la derrota física de la clase
trabajadora y el pueblo pobre chileno que había comenzado a emprender una lucha
revolucionaria contra el yugo del imperialismo yanqui y el capitalismo nacional, más la
derrota de la izquierda en su estrategia de la “vía chilena al socialismo” y en la del “foco
guerrillero” como estrategias para el socialismo.
b) Un contexto teórico he ideológico de la izquierda, en crisis material (como hemos visto
la persecución represiva fue igualmente importante sobre los intelectuales) y teórica tras la
derrota del proceso revolucionario cerrado por el golpe militar, producida por la
incapacidad de dar una explicación sobre su propia participación en ese terreno acerca de la
crisis y debacle de las distintas vías al socialismo, lo cual sobre todo frente a los jóvenes de
principios de los 70`, ahora de unos 30 años, era fuente dudas, que particularmente
impactaban en la historiografía. 10

1. Las movilizaciones y protestas “pluralistas” por la “democracia” (burguesa) contra


la dictadura militar.

Los ochentas se iniciaban sobre la más brutal represión de los luchadores políticos,
obreros y populares que habían dado su vida combatiendo por una sociedad socialista (por
vías distintas).
De los 27.255 detenidos bajo prisión política entre el 11 de septiembre de 1973 y el
10 de marzo de 1990, 8.206 pertenecían a trabajadores calificados, 5.681 a trabajadores no
calificados, 4.174 a profesionales y técnicos, 153 trabajadores agrícolas calificados, el

10
La izquierda explica el golpe militar durante ese período más bien desde un análisis desde la sociología y la
ciencia política, que desde la historia.

20
resto se repartía entre actividades en el aparato estatal y privado de altos cargos y 4.114
estudiantes 11 .

Es manifiesto el nivel de fuerza con que fue aplicada sobre la clase trabajadora la
represión durante la dictadura, fue la principal clase social golpeada. Los partidos de
izquierda a su vez se encontraban dentro de este universo, no podemos saber con que
magnitud. Es correcto también señalar que durante los primeros 10 años del régimen militar
las organizaciones obreras, de tipo sindical, fueron atacadas buscando su total
desmantelamiento en cuanto instrumentos de lucha política y en tanto instrumentos de
lucha económica (esta última en la gran mayoría de los casos). Las pocas organizaciones
obreras que seguían funcionando lo hacían de forma clandestina y estrechamente ligadas a
los partidos de izquierda que seguían actuando en la clandestinidad.

Sumado a esto, el régimen militar implementaba una política económica neoliberal,


dirigida y organizada teórica y prácticamente por los “Chicago Boys”, que eran
economistas neoliberales formados en Estados Unidos, en la Universidad de Chicago,
durante la década anterior. El programa de la nueva política económica neoliberal
descargaba la crisis capitalista, principalmente sobre los trabajadores y el pueblo pobre.
“`Pinochet dijo una vez que el objetivo último era <<hacer de Chile no una nación de
proletarios, sino una nación de empresarios>>.” 12 Eso se consiguió una vez más desde el
punto de vista capitalista “...se logró a costa de reducir salarios reales y los servicios
sociales.” 13
Rápidamente la política económica del libre mercado a nivel nacional, comenzó a
hacer aguas frente a la economía mundial y las crisis propias que golpeaban al imperialismo
yanqui: “La quiebra comercial de 1982, desatada por el incumplimiento del pago de su
deuda externa por parte de México y la contracción de la economía mundial provocada
por la recesión estadounidense, golpeó a Chile con mayor fuerza que al resto de América
Latina. El producto interno bruto se hundió al 14 por 100 ese año, mientras que el

11
Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, Edición Ministerio del Interior, Impreso
en La Nación S.A., p. 473.
12
Skidmore, T.E. y Smith, P.H.. Historia Contemporánea de América Latina, Editorial Crítica, Barcelona,
1996, p. 156.
13
Ibídem, p. 157.

21
desempleo (incluidos los programas gubernamentales de creación de empleo) aumentó
hasta abarcar una tercera parte de la fuerza laboral a mediados de 1983” 14 .

Se sumaba así un nuevo golpe sobre la clase trabajadora y el pueblo pobre, ahora no
promovido intencionalmente por el régimen militar y los empresarios nacionales, sino que
debido a las mismas debilidades de su propio modelo económico fundamentadas en las
contradicciones propias de las relaciones de producción capitalistas. Al mismo tiempo era
tan amplia la crisis económica que alcanzó a la misma base social de la dictadura, la clase
media.

“El nivel de vida (refiriéndose a las consecuencias de la crisis económica del


81-82) de las clases medias cayó en picada... el apoyo civil al régimen, a su vez, empezó
a decaer hasta el punto de que los militares estuvieron cada vez más aislados
políticamente.” 15

Ese aislamiento de “los militares” fue un aislamiento de la sociedad civil, sociedad


civil en la que habían hecho base social, la clase media principalmente, para su régimen.

A sí se configuraba el escenario económico social a partir del cual se comenzarán a


desarrollar las primeras jornadas de protestas y movilizaciones masivas contra la dictadura
militar.
Las protestas y movilizaciones sociales tuvieron como grupos mayoritarios
participantes a las capas medias de la sociedad, sectores empobrecidos de la pequeño
burguesía, comerciantes, pequeño empresarios, sectores profesionales, técnicos y docentes.
Minoritariamente clase trabajadora propiamente tal y los sectores más pauperizados del
circuito productivo y en profundo empobrecimiento.

14
Skidmore, T.E. y Smith, P.H., Op. Cit., p. 157.
15
Garretón, Manuel, Antonio, “Movilización popular bajo el régimen militar en Chile: De la transición
invisible a la democratización política”, en Susan Eckstein (Coord.), Poder y Protesta popular. Movimientos
sociales latinoamericanos, Editorial Siglo XXI editores, México, 2001, pp. 292-312, p. 298.

22
Este carácter social “pluralista” era producto de la derrota asestada con el golpe
militar a la clase trabajadora y sus organizaciones, y por los nuevos golpes de carácter
económico estructural y productivo expresado en el nuevo modelo neoliberal, que
acrecentó la cesantía y un trabajo desregulado que dificultaba una extensa y amplia
organización para defensa de sus intereses.

Pero otro aspecto que sin duda fortalecía este carácter social “pluralista” era la
misma política que movilizaba a estos sectores. Más allá de las diferencias entre los
métodos y objetivos inmediatos de las movilizaciones, el conjunto de los partidos, tanto la
DC como el PC y los dos PS`s, opinaban que la lucha era por instaurar la democracia en
Chile, una democracia burguesa.

Frente a lo que había sido la perspectiva de la lucha a comienzos de los 70`


realmente no distaba mucho la estrategia, pero se articulaba de una manera mucho más
clara debido a que la dinámica de la revolución proletaria no se desarrollaba como un
proceso real desde sus propias fuerzas, como había sido en el 70`.
Ahora los trabajadores no influían en los ritmos como antes, la derrota física y
organizativa del golpe de estado aún pesaba como para que por si mismos se hubieran
hecho un sujeto relevante en la práctica misma de la coyuntura. La izquierda evitó
(consciente o inconscientemente), por medio de su práctica que no buscaba la centralidad
obrera en el proceso, que las fuerzas sociales se desarrollaran por fuera de su estrategia más
general, para evitar que se repitiera el escenario de radicalización. La izquierda reformista y
de matriz guerrillera, no puso como sujeto central de su lucha a la clase trabajadora, sino
que a un sujeto que fuese claramente democrático (burgués) como las capas medias, y otro
que no fuese el proletariado, los pobladores, que en este marco, sin un apoyo en los
trabajadores, se subordinaba fácilmente a la consiga de “democracia contra dictadura”.

A pesar de todas estas cuestiones materiales y políticas en contra, fueron los


trabajadores los que desarrollaron el llamado a las primeras jornadas de movilizaciones y
protestas, pero la lógica represión que dieron los militares fue tremendamente eficiente

23
producto de la política legalista de sus direcciones que se concentro en la unidad de la
izquierda y no en la independiente unidad de los explotados y oprimidos.

“La primera protesta nacional ocurrió en la ciudad de Santiago en mayo de


1983. La Confederación de Trabajadores del Cobre había llamado inicialmente a la
huelga. Sin embargo algunos sindicatos locales importantes se negaron a apoyar la
huelga. La CTC optó entonces por una protesta de base amplia para capitalizar el
descontento creciente entre la población en general. La CTC estaba bien situada
para encabezar esta movilización, ya que está centrada en un sector crítico de la
economía chilena...
El día que la CTC llamó a la manifestación de protesta general, hubo
huelgas, altas tasas de ausentismo, trabajo a desgano y manifestaciones en los
centros laborales. En las universidades hubo asambleas y manifestaciones. Los
niños de menor edad no fueron a la escuela. En el centro de la ciudad y en las calles
y avenidas principales los choferes hicieron sonar sus bocinas y la gente hizo breves
manifestaciones. Las clases medias, que habían usado sus utensilios de cocina para
expresar su oposición a Allende, los usaron ahora para simbolizar su oposición al
mismo régimen que habían ayudado a tomar el poder. Algunos barrios miserables
levantaron barricadas. Aunque el gobierno había pensado pasar por alto la
protesta, respondió a ella con fuerza cuando fue evidente que la movilización tenía
un apoyo amplio y era políticamente amenazadora: hubo dos muertos, cincuenta
heridos y trescientos detenidos...
La onceava protesta, en 1984, se convirtió en una especie de huelga general.
El gobierno respondió imponiendo el estadio de sitio, el cual casi acabó el ciclo de
protestas. Aunque hubo nuevos llamados a protestar luego de que el gobierno
levanto el estado de sitio, medio año después, las movilizaciones fueron menores que
en 1983 y generalmente comprendieron sólo sectores limitados de la oposición” 16

Se muestra entonces que la clase trabajadora fue la más resuelta y decidida de los
sectores de la sociedad a enfrentar la dictadura, por las reivindicaciones democráticas se

16
Garretón, Manuel, Antonio, Op. Cit., p. 300.

24
logró acercar a las capas medias que venían descontentas con el régimen por la crisis
económica y se dio un movimiento amplio que hacía compleja para la dictadura una
represión a gran escala por el temor a perder su base social. El límite hasta aquí, no era más
que dos, pero centrales; se dejaba de lado una estrategia de centralidad proletaria, a pesar
que ocurría en los hechos, y se utilizó únicamente a los trabajadores como catalizador, pero
no como conductor de las movilizaciones; se levantaron reivindicaciones democráticas,
pero no para fortalecer una centralidad proletaria, sino que para construir una democracia
burguesa.

Las movilizaciones volvieron a reactivarse en 1986, dirigidas por la Asamblea de la


Civilidad que tenia lazos directos con todos los grupos políticos y funcionaba más bien
como un frente único político de la izquierda democratista. En las jornadas iniciadas en
1986, el peso inicial de los trabajadores quedo completamente diluido en la movilización
general que era mayoritariamente de capas medias y fuertemente controladas por los
partidos políticos de la oposición. Mientras que frente a la ausencia de los métodos de la
clase trabajadora que habían impactado hace unos dos años atrás, las protestas violentas,
realizadas por la juventud marginal y pauperizada, dirigida por grupos políticos como el
MIR población y el FPMR, aparecían como los elementos más radicalizados y combativos,
realizando acciones “ejemplificadoras”, que se sumaban como métodos radicales a la
política democratista hegemónica.

La corriente de la NHS en sus momentos iniciales, se fue generando y formando,


como una corriente historiográfica de oposición a la dictadura, al calor de estas
movilizaciones con todos los aspectos que estas poseían, los sociales, políticos, estratégicos
he ideológicos.

Entre fines de los 70` y comienzos de los 80` se conformo el taller “Nueva
Historia” que tenía como principal objetivo desarrollar una historiografía acorde con las
necesidades de los distintos grupos sociales que se pretendía movilizar para luchar contra la
dictadura. Se trataba de traspasar la experiencia histórica a esos sectores que se
movilizaban, una historia de “los sectores populares”. En esta primera experiencia de

25
conformación de un grupo historiográfico, después de la desarticulación de la historiografía
marxista, se conforma un concepto para explicar la realidad a partir de la estrategia
democratista que se desea, “el movimiento popular”.

Argumentamos este planteamiento por la coherencia visible entre los deseos de


democracia que excluían la perspectiva de una revolución socialista o un proceso en donde
la clase obrera fuera un eje central, ya que era un elemento potencialmente desestabilizador.
El concepto de “pueblo”, utilizado para la actualidad, y explicado evolutivamente
desde el pasado, diluía a los trabajadores. Se trataba de un concepto estabilizador y
constructivo para la democracia, relacionado directamente con la contingencia social y
política. Mario Garcés y Pedro Milos (importantes impulsores de la corriente de la
educación popular en Chile durante los 80`) eran los que fundaron e impulsaron este Taller.
Pronto se transfiguro en ECO, Educación y Comunicaciones, que potenció la historia del
“pueblo” y la educación popular.

Frente al desarrollo de las huelgas proletarias y la experiencia histórica reciente,


CLACSO financio trabajos dedicados a estas temáticas, como los de Devés y Cruzat El
movimiento mancomunal en el norte salitrero: 1901-1907, pero no lograron desarrollarse
en una corriente independiente de la en formación NHS.

Las movilizaciones y protestas contra la dictadura tenían al sector “popular” como


el más visiblemente radicalizado (los sectores de pobladores marginados y fuertemente
golpeados por el neoliberalismo, pero que no poseían una ubicación estratégica en la
economía como si la poseían los trabajadores de CTC por ejemplo). Es probable que por
esta razón, el concepto de “pueblo” haya sido generalizado a las movilizaciones, que
pasaron a ser identificadas por algunos sectores como “movilizaciones populares”.
El concepto “pueblo” por su carácter no económico (más bien cultural e identitario
(subjetivo)) se pudo generalizar de esa forma, y la historiografía que se ubicaba a la
izquierda lo utilizó y ayudó a construirlo históricamente para dotarlo de sentido histórico.

26
Es evidente la relación existente entre la realidad del contexto social y las
elaboraciones de estos nuevos historiadores, “Disciplinamiento de la mano de obra en una
formación social en transición 1840-1850”, aparecida en 1985 en la revista editada en
Inglaterra Nueva Historia, aborda el las transformaciones sociales del siglo XIX, donde se
analiza los conflictos propios del sujeto peonal en su paso de peonaje rural a peonaje
minero. Se aborda en la medida en que forma parte del desarrollo “social” y “cultural”, de
esta forma se crea un hilo conductor Ad-Hok con la construcción ideológica del sujeto
popular, un hilo conductor igualmente subjetivo, no verificable en la realidad como había
sido antes en la realidad de proletariado, o antes, el mismo peonaje minero, en que el hilo
conductor y la directriz de su desarrollo era la relación contradictoria que se constituía en la
medida en que el desarrollo de las fuerzas productivas entraba en contradicción con las
relaciones de producción, en el desarrollo de las formaciones sociales estructurales a partir
de las cuales era posible explicar el desarrollo de las culturales y sociedades de manera más
científico-concreta.

El punto de partida contemporáneo de estos historiadores que fueron cimentando el


camino al advenimiento de la NHS, fueron las movilizaciones de masas “pluralista”17 y por
ende democráticas. En la práctica se restringía la posibilidad de una reconstrucción de la
historiografía de izquierda en clave marxista. Sin duda que hubiese sido posible reconstruir
una historiografía con esa perspectiva, pero habría sido la realización de una doble hazaña;
primero debía nadar contra la corriente teórica de toda la izquierda y en segundo lugar
debía construir una práctica que la realizara, aunque fuera en parte, en la realidad, un
partido revolucionario. 18

Además de este punto de partida contemporáneo, existía uno que existía desde el
pasado, la derrota del proceso de revolución chilena. Esta derrota, como ya hemos señalado

17
Esta definición la tomamos del trabajo ya citado de Garretón, donde señala: “La mayor parte de las
organizaciones en la Asamblea (se refiere a la Asamblea de la Civilidad) estaban comprometidas con el
pluralismo. Además todos los partidos de oposición participaban en la Asamblea, aunque los demócrata-
cristianos la dominaban.”, p. 302.
18
“Una acertada teoría revolucionaria sólo se forma de manera definitiva en estrecha conexión con la
existencia práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario” Lenin.
Citado por Perry Anderson en Consideraciones sobre el Marxismo Occidental, Editorial Siglo XXI, México,
Novena edición en español, 1991.

27
había roto una continuidad posible de la historiografía marxista, pero además se transformó
en un punto histórico de reflexión sobre lo adecuado o no de esa perspectiva
historiográfica.
El enfoque que se dieron estos nuevos historiadores fue un abandono de esa
perspectiva, ya que la relacionaban directamente con la derrota del gobierno de Allende.
Los nuevos historiadores realizaban una síntesis en clave democratista del pasado y del
proceso social contemporáneo.
La experiencia del golpe militar podría haber servido para sacar profundas
conclusiones de la dinámica de la revolución en Chile, desde donde se podrían haber
desprendido determinadas estrategias y tácticas para luchar contra la dictadura, mediante la
cual o junto con ella haber fortalecido la corriente historiográfica marxista, haberla
reactualizado a la luz de los acontecimientos, extirpándole el stalinismo a la tradición de su
versión chilena, y fortaleciendo el marxismo recuperando la tradición teórica de sus más
grandes exponentes; Marx, Engels, Luxemburg, Lenin, Trotsky, Gramsci, Lukacs de los
20`, Mariátegui. Etc. y analizando críticamente los planteamientos de aquellos que
continuaban tomando a Marx y el marxismo; Benjamín, Sartre, Althusser, Lefebvre,
Marcuse, Thompson, Perry Anderson, etc.
La fuerza de la corriente democratista, el ausentismo de una discusión de balance en
la izquierda marxista 19 , la desvinculación de las pocas corrientes marxistas internacionales
con Chile, fueron algunos de los factores que pesaron para que dicho trabajo no se
realizara.

2. El abandono de la perspectiva historiográfica marxista en el terreno nacional. El


advenimiento del subjetivismo. Discusiones genéticas.

La historiografía, al mismo tiempo que comenzaba a desarrollarse sobre un tipo


relativamente nuevo de movilizaciones sociales, debía saldar cuantas con las estructuras

19
El balance sólo se limito, como plantea Salazar a criticar “... el legado leninista de los partidos y se
recuperaron otras variantes del marxismo internacional, más cercanas al sujeto social libre y más alejadas
del militante disciplinado.” (Salazar, Gabriel, “Historiografía y dictadura en Chile: búsqueda, dispersión,
identidad” (1990) en La historia desde abajo y desde dentro, editado por Facultad de Artes de la UCH y
LOM, Santiago, 2003, p. 101.

28
teóricas preexistentes en el terreno nacional, especialmente con la corriente historiográfica
marxista.

Estas nuevas camadas de historiadores dejaban de lado un análisis estructuralista en


primer término, que había sido uno de los ejes del trabajo de los sectores de la academia no
afines a la dictadura militar durante los 70`. Criticaban al estructuralismo por considerarlo
incapaz de explicar los desarrollos y procesos sociales en cuanto constituidos por
individuos con identidad y cultura propia. Por esa vía, se pasó de una interpretación
estructural unilateral de la historia, a una interpretación subjetivista unilateral, que caía en
el historicismo de los sujetos y en especial del “sujeto popular”.

La investigación histórica se mantenía en el terreno del análisis de la realidad


material de los sujetos, pero se abandonaba una metodología de análisis marxista (que le
asignaba particular relevancia a los aspectos estructurales de la formación social, para
desde ahí y en relación dialéctica con ellos, analizar los aspectos como la identidad de los
sujetos y su cultura entre otros).

Como se puede desprender de lo que plantea Salazar, y de la misma práctica


política de esta nueva generación de historiadores, éstos no poseían ligazón orgánica con
los partidos, y si la poseían esta era laxa, no como en el caso de la corriente marxista que
había tenido alguno de sus máximas espadas al interior de los comités centrales de partidos
relevantes de la izquierda. Se rompió concientemente con una concepción “leninista” del
intelectual, se rompió con la formula clásica del intelectual orgánico y militante.

El desarrollo de la corriente a nivel nacional se encuentra fuertemente ligado a la


academia como una institución que reemplaza a los partidos políticos.
Se constituye al investigador histórico como un puente entre la academia y el
movimiento social democrático contra la dictadura (donde su diferenciación hacia
izquierda estaba dada por los “marginales” que pasaban a “sustituir” a la clase obrera como
sujeto “radical”). Se trata de un surgimiento inorgánico. Su base material es

29
tremendamente coherente, en cuanto que democrática y no socialista; movilizaciones
“pluralistas” por la democracia↔Academia democratista.
Se trataba de un surgimiento que oscilaba entre la institucionalidad del Estado
burgués y proletariado como base social, y se quedaba en un punto intermedio, “los
marginados” y el “sujeto popular”.
En el proceso conformativo de la NHS como corriente a partir de 1985 (llegada de
Gabriel Salazar a Chile), en un Seminario que realizó un “balances y perspectivas” de la
historiografía Chilena, varios de estos nuevos historiadores que se habían desarrollado en
el espacio nacional daban cuenta de la forma particular en que rompían o “revisaban”
teórica y prácticamente la corriente marxista chilena:

“Pedro Milos considera que centrar la discusión en lo teórico para, desde allí,
ir a lo concreto, es algo improductivo, que la aproximación a la teoría debería
hacerse desde el interior de la práctica historiográfica (y política) de cada uno.
Angélica Illanes dice que, en este punto, el problema revierte hacia la “sensibilidad
marxista”, pero, en definitiva ¿qué es esto? ¿Involucra teoría y método?; es la
historia como ciencia la que esta en cuestión, y, sin embargo, aunque esto no esta
claro, se “hace historia”.” 20

En estos dos autores ya la manera de abordar la propia discusión no marxista. Antes


de cualquier balance, Milos plantea desechar la aproximación desde la teoría. Pero ¿qué
relación tiene su práctica con la realidad del marxismo como teoría? Para Milos el
marxismo es una práctica de sujetos y no un sistema teórico creado y desarrollado por
determinados personajes en relación con la práctica propia, de la lucha de clases y de los
explotados. Milos disuelve la teoría en la práctica, confusión neokantiana que reduce el
marxismo a una práctica determinada que quién sabe si corresponderá teóricamente al
marxismo, ya que parte del presupuesto dualista y lo resuelve unilateralmente.

20
“Historiografía chilena: Balance y Perspectivas”, actas del seminario de historia de Chile realizado en
SUR Profesionales entre julio y noviembre de 1985; editado en la Revista Proposiciones, Nº 12, Santiago,
1986. SUR, p. 161.

30
Así se comenzaba a generar una nueva concepción teórica que no podía ser
marxista, pero que emanaba de la crítica a éste. Illanes define que lo que están discutiendo
es la “sensibilidad marxista”. Un sistema teórico que nació de la lucha de clases de la clase
obrera a partir de la década del 1840, y que ha sido sistematizado más que muchas otras
teorías, en cuanto teoría y en cuanto práctica, por importantes pensadores revolucionarios
de la época capitalista, es una “sensibilidad”. Esta concepción de la discusión, hecha
también, y claramente, en clave subjetivista, muestra desde ya la dirección ideológica de
estos historiadores, y la genética nacional de la NHS.
En la sesión 10 del mismo Seminario, Illanes y Garcés exponen su propia
interpretación de la dinámica interna de la historiografía chilena durante su periodo:

“Angélica Illanes: Antes de 1973, he independientemente de la historia


tradicional, se desarrollo una historiografía crítica y centrista, que se opuso tanto a
las prácticas conservadoras como al “marxismo tradicional”. Se privilegio lo
económico social por sobre lo político-cultural. Sin embargo, la mayoría de los
historiadores que tomaron este camino desembocaron en la problemática (sin
salida) de “los modos de producción”. Otros, eludiendo esa variante marxista,
desarrollaron la historia cuantitativa, la demográfica, etc. El año 1973 involucra
quiebres... Se observa una fuerte revitalización, si embargo, de la historia
cuantitativa y de la historia política, desprendidas ambas de la tradición marxista.
En general, la mayoría de los historiadores de izquierda rechazan hoy toda forma
de autoritarismo, fuere político, o teórico ideológico. Sustentan, a cambio una
sensibilidad social que no descansa, necesariamente sobre supuestos racionales. De
aquí el interés por la historia oral, de las mentalidades, por la historia social, etc.
Se concede una máxima importancia al sujeto. Ésta nueva óptica ha permitido
trabajar sobre nuevas realidades: grupos marginales, mujeres, clases medias... Al
mismo tiempo los historiadores (jóvenes) intentan laborar dentro de equipos
disciplinarios... se resume en el hecho de que se ha producido el quiebre del
estructuralismo de los 60, que fue dominante, permitiendo “la liberación de las
temáticas”... Es preciso pensar los nuevos fundamentos”

31
Mario Garcés: Se va a referir, sobre todo, a su experiencia en lo que
respecta a “la historia como parte de la educación popular”. Ha constatado que los
grupos demandan un mayor conocimiento de sí mismos, lo que plantea la necesidad
de recuperar la memoria popular. Esta memoria puede ser convertida en un objeto
de análisis, posibilidad que envuelve instancias educativas, científicas y políticas...
existe un “universo de problemas” muy determinado por experiencias locales y por
la subjetividad de todos, y se requiere convertir eso, válidamente, en un “universo
teórico” claro, popular y distinto.” 21
Estas palabras dichas por ambos historiadores en 1985, en un Seminario de gran
importancia para cualquiera de sus participantes, reafirman la tesis de que en el nivel de la
estructura teórica la ruptura con el marxismo en cuanto teoría y en cuanto práctica (es decir
al interior de los partidos que se reivindicaban marxistas) era un aspecto relevante de las
concepciones de esta nueva generación de historiadores. Igualmente importante es señalar
que la ruptura generaba a su vez nuevas configuraciones teóricas, de clave subjetivista,
pero que aún no llegan a estar definidas teóricamente (cuestión que será otorgada a la
corriente por el ala liberal popular de Gabriel Salazar). Se confirma también que la
influencia del relativamente nuevo contexto social es muy importante sobre esta nueva
generación, solo así adquiere coherencia histórica las palabras de Garcés. Al tiempo que se
reafirma la ruptura con la tradición militante de la primera generación de historiadores
marxistas.

Una última cuestión que nos interesa señalar en esta parte es que la crítica a de los
historiadores de los 80` a la corriente marxista chilena, es una crítica general, por arriba,
poco clara, y no teorizada. Las pocas veces que se ataca a la corriente historiográfica
marxista en cuanto su concepción teórica se hace únicamente sobre su ala hegemónica, el
ala stalinista y se ignora por completo la obra de Vitale, solo por dar un ejemplo de esto
¿Acaso Vitale no dedicó gran parte de su vida de historiador a dar a conocer la historia de
esa otra mitad invisible de la historia, de la mujer?. Las primeras críticas y acusaciones de
la generación de los ochenta a la primera generación marxista, son profundamente débiles

21
“Historiografía Chilena: Balances y perspectivas”... Op. Cit.; p.167.

32
teóricamente y se realizan con irresponsabilidad en los aspectos históricos, lo demuestra su
resistencia a esta pregunta.

En definitiva la genética nacional también aportó algo sustancial, la materialidad y


la cantidad. Los historiadores residentes en Chile, como Julio Pinto y Maria Angélica
Illanes, fueron la cantidad y el contenido en extensión del trabajo de la NHS. Gabriel
Salazar pudo apoyarse en estos historiadores, entre otros que hemos mencionado, para
constituir una corriente historiográfica.

Con lo expuesto anteriormente debemos señalar que lo que distingue al grupo


nacional del europeo es su ubicación permanente como investigadores profesionales, más
que como participantes activos del proceso de lucha contra la dictadura. Si bien hablan de
“sujeto popular”, este es un termino que utilizan académicamente y no “militantemente”
como veremos que si lo hace Gabriel Salazar.

33
Capítulo II.
Elementos genéticos político - sociales e ideológicos europeos:
El stalinismo y las revoluciones políticas del Este.
Gabriel Salazar entra en relación con los debates del marxismo
académico ingles.

“... La validez “general” de lo teórico y lo


metodológico se ha sobre puesto a las temáticas
locales, en lugar de ser lo contrario. ¿Ocurrirá lo
mismo con la nueva – y brillante – nueva historia
“social” inglesa?.”

Gabriel Salazar, Chile, 1985.

La corriente de la NHS, como ya hemos señalado, posee un doble origen, el


segundo se da en el terreno europeo y más específicamente inglés. Es el que abordaremos
ahora.

Introducción

Producto de la represión sobre la intelectualidad de izquierda, un grupo


considerable de historiadores chilenos debieron migrar hacia Europa. Y un grupo no
despreciable de éstos migró a Inglaterra, este fue el caso de Gabriel Salazar, uno de los ejes
principales de la futura NHS chilena.

En Inglaterra el grupo de historiadores fundo la Asociación de Historiadores


Chilenos en el Reino Unido y comenzaron a editar la revista Nueva Historia (1981-1989).
Esta revista editó materiales de los historiadores residentes en Chile y en el extranjero,
dirigida por Leonardo León con la participación en ese mismo equipo de Gabriel Salazar y
Luís Ortega, más la colaboración de Enrique Reyes, Manuel Fernández, Cristóbal Kay, y

34
Jorge Hidalgo. En sus páginas también escribieron; Armando de Ramón, Maria Angélica
Illanes, Julio Pinto entre otros que se encontraban residiendo en Chile.
Nueva Historia:

“buscaba echar las bases de una “nueva historia” que superara la


limitaciones de la historiografía conservadora, marxista y academicista, tanto a lo
que se refiere a su relación con los enfoques y métodos de las ciencias sociales, al
modo de construir los conceptos y el enfoque teórico, a su inserción activa en los
debates contemporáneos, como también a su capacidad de integrar las preguntas de
la base social... Es significativo que éste grupo... se preocupo menos de echar las
bases historiográficas de un posible retorno a corto plazo de la democracia
(tradicional) y más de refundar la Historia de Chile sobre bases epistemológicas y
metodológicas más amplias y eficientes, con el fin de capacitarla mejor para
producir proyectos históricos de largo plazo” 22 .

Así define Salazar el significado del trabajo de Nueva Historia, sin duda era lo que
se proponía.
El proceso de intercambio de Gabriel Salazar con los intelectuales ingleses fue
influyente en su obra. De hecho en Inglaterra, en el año 1984 terminó su doctorado en
Historia Económica y Social en The University of Hull. Allí paso desde 1978 hasta mayo
de 1985 fecha en que regresa a Chile. Más clara queda la relevancia de su estadía forzada
en Europa para con sus concepciones historiográficas, cuando vemos que a sólo dos meses
de llegar a Chile en 1985, expone para abrir el seminario “Historiografía Chilena: Balance
y perspectivas” en la segunda sesión llamada “Algunos desarrollos recientes de la
historiografía inglesa”.
En Inglaterra conoce la obra de E.P. Thompson que provenía del marxismo. La
influencia de la obra de Thompson es determinante en Salazar. En esta parte del trabajo
nos concentraremos en los puntos que más claramente se relacionan con el surgimiento de
la parte genética “exiliada” de la NHS.

22
Salazar, G.; “Historia y dictadura en Chile... ”; op. cit.; pág 112.

35
1. Hungría, 1956.
Los “consejos” contra una burocracia fortalecida.

E.P. Thompson rompe en 1956 con el PCB, al cual entra a militar durante el
binomio 49-50. Esta ruptura marca el comienzo de una corriente que en Europa se va a
denominar “humanismo socialista”. Los orígenes inmediatos de esta ruptura son los
sucesos acontecidos en Hungría durante 1956, en donde la oleada de revoluciones políticas
de Europa del Este tuvo uno de sus más fuertes y gloriosos esplendores contra la
burocracia stalinista, pero donde, a pesar de todo, los obreros revolucionarios fueron
derrotados debido al gran fortalecimiento del stalinismo luego de la salida de la Segunda
Guerra Mundial, junto al rol conciliador y “moderado” de su dirección política.

“El levantamiento de Hungría de 1956 constituye sin lugar a dudas uno de


los puntos más altos del proceso de revolución política que recorrió Europa del
este, combinando demandas contra la opresión nacional que sufrían estos países a
manos de Moscú, con la lucha por la expulsión de la burocracia y por la
democratización del régimen y de la planificación de la economía. A pesar de que el
proceso duró sólo 18 días antes de ser aplastado por los tanques rusos, se
extendieron por todo el país consejos de fábrica y consejos de distritos o consejos
revolucionarios, que mantuvieron un enfrentamiento armado con las tropas rusas
que ingresaron para reestablecer el orden. Los obreros húngaros habían
comenzado un desarrollo incipiente de un sistema político basado en los consejos
de distrito con delegados revocables, asesorado por un “parlamento obrero”, que
representaba una forma embrionaria de gobierno de “una sociedad basada en el
gobierno directo de los productores.” 23

23
“Sin embargo la dirección del proceso recayó en el ala “reformista” del gobierno húngaro... que llegó a
un compromiso con el sector “moderado..., a través del cual impuso un cese del fuego y logró la aceptación
de las condiciones negociadas con el gobierno ruso... En el curso del proceso se estableció un consejo
obrero central en Budapest que tenía a su cargo la negociación con el gobierno de Kadar y que “en interes
de la construcción socialista de Hungría” planteaba suspoender la huelga general a cambio de una serie de
condiciones... “... elecciones libres en las que sólo podrán participar aquellos partidos que reconocen y
siempre han reonocido el orden socialista, basado en el principio de que los medios de producción
pertenecen a la sociedad”(Citado por Nahuel Moreno en “el marco histórico de la Revulución Húngara”,
Revista Estrategia, Segunda época. 1957). Este programa obrero desmintía la calumnia stalinista que se
trataba de “contrarrevolucionarios” y agentes del capitalismo occidental... La revolución fue aplastada,

36
La masacre de la burocracia, contra los obreros y las masas revolucionarias, por
defender sus intereses como capa privilegiada en al administración del Estado obrero
deformado, significó un enorme golpe para la intelectualidad de izquierda europea que a la
salida de la Segunda Guerra Mundial había visto al stalinismo como una fuerza capaz de
proponer una alternativa a la formación social capitalista a nivel mundial.

Además, no era la primera vez que estos intelectuales habían presenciado en vida
contrarrevoluciones políticas al interior de los Estados obreros deformados. En 1953
habían visto el estallido de la rebelión obrera en Checoslovaquia y en Alemania. En
Alemania se desarrollo una insurrección y huelga general el 16 y 17 de junio, de ese año,
contra las altas cuotas de trabajo impuestas por la burocracia, pasando rápidamente de
demandas económicas a demandas políticas que incluía la renuncia de los burócratas,
realización de elecciones libres y la unificación obrera del país. “decenas de miles de
trabajadores ocuparon edificios gubernamentales y atacaban las sedes del partido
stalinista, exigían la caída del gobierno y su reemplazo por un “ gobierno provisional
metalúrgico revolucionario” mientras se extendían los consejos obreros. Más de 250
ciudades participaron en el levantamiento”, cuya represión estuvo a cargo de 300.000
soldados rusos con tanques y armamento pesado y el despliegue del estado de sitio 24 .
El proceso histórico real, comenzaba a decantar sectores de intelectuales de
izquierda que comenzaban a cuestionar al stalinismo en diferentes grados. Hubieron
quienes rompieron con el stalinismo pero además con el marxismo, también quienes
rompieron con el stalinismo (Thompson, Hilton y Hill, entre los historiadores marxistas)
pero que no se separaron en ese momento del marxismo, y quienes como Althusser
cuestionaron al stalinismo, pero no rompieron con él hasta acontecimientos posteriores y

Imry Nagy fue depuesto, arrestado y más tarde ejecutado. 20.000 húngaros y 3.500 rusos murieron en los
enfrentamientos (tomado de Peter Fryer, La tragedia de Hungría, Ediciones Antídoto, Buenos Aires, 1986.
Peter Fryer fue testigo presencial de la revoluciñon húngara, como enviado de Daily Worker, periodico
oficial del Partido Comunista Británico. Renuncio al periódico y al partido luego de que el PCB se negara a
publicar sus crónicas, en las que denunciaba duramente al stalinismo.) Sin embargo, las huelgas políticas y
las luchas de retaguardia se prolongaron hasta comienzos de 1957, cuando el régimen logró disolver los
últimos concejos obreros.”. Cinatti, Claudia, “Del stalinismo a la restauración capitalista en la ex URSS. La
actualidad del análisis de Trotsky frente a las nuevas (y viejas) controversias sobre la transición al
socialismo”, en Revista Estrategia Internacional Nº 22, año XII, Noviembre 2005, Buenos Aires, 2005, p.
162.
24
Op. Cit.; p. 161.

37
de otra naturaleza (Althusser rompe en 1968 con el PCF frente al rol catastrófico jugado
por este partido stalinista y como parte de una disputa interna).

La ruptura de Thompson es sólo un poco menos radical que la de los historiadores


chilenos frente a la derrota del 73`, ya que a diferencia de aquellos Thompson se queda al
interior del marxismo. “La salida de Thompson del Partido... no representaba rechazo del
socialismo o del marxismo. Indicaba, sin embargo, rechazo del marxismo –leninismo” 25 .
La identificación del marxismo-leninismo con el stalinismo y el maoísmo es un hecho de
la realidad, pero el error etimológico es gigante, una vez más se generaliza el stalinismo a
la tradición de Marx y Lenin, cuestión herrada y que ha sido perfectamente demostrada en
la práctica de éstos dos revolucionarios y la práctica de Stalin 26 que se ha desarrollado
justamente contra la tradición realmente leninista 27 .

Los primeros procesos de revoluciones políticas en la segunda postguerra,


planteaban la posibilidad de sacar enormes conclusiones teóricas y estratégicas a los
intelectuales como Thompson. Estos emprendieron una crítica al stalinismo a partir del
impacto en sus conciencias de ésas realidades, pero la crítica que emprendieron fue desde
una ubicación que no era la de la revolución proletaria, que en esos países de Europa del
este se traducía en las revoluciones políticas. En cambio la crítica del grupo de Thompson
al interior del PCB y tras su salida fue la de un “socialismo como humanismo socialista y
su marxismo como un marxismo morrisoniano, esto es un marxismo transformado por las
preocupaciones y los valores del presente en la obra de William Morris. De hecho, su
salida del Partido no significó que Thompson repudiara el comunismo (con “c” pequeña)
como movimiento, aunque ahora se identifica como un “comunista libertario,
democrático” 28 . La figura levantada por Thompson y otros historiadores, junto al legado
de Morris, especificaba la dirección de su giro hacia el liberalismo democrático, jacobino,
y radical, que lo define ahora como “comunismo libertario” (Anarquismo) y “democrático”

25
Kaye, H.J., Los historiadores marxistas británicos; Universidad de Zaragoza, Prensas Universitarias, 1989,
España, 1989, p. 158.
26
Ver “Bolchevismo y Stalinismo” de León Trotsky.
27
Ver “Los Trotskystas en la URSS” de Pierre Broué, editado por Ediciones Rebelión. Versión digital en
www.ceip.org.ar.
28
Kaye, H.J.; op. cit.; p. 158.

38
(liberalismo político). Llega así a un liberalismo radical que lo hace terminar militando por
la “paz” en general en la década del 80`.
Ese liberalismo radical, se puede descubrir analizando su propio libro sobre
William Morris “De William Morris. De Romántico a Revolucionario”. Pero esta
definición, “revolucionario”, no es precisa más que como “liberal”, citemos al mismo libro
de Thompson;

“Con fecha de 22 de febrero un amigo de Morris hacía la siguiente anotación


en su diario <<Estaba entusiasmado con Karl Marx, al que acababa de empezar a
leer en francés. Alababa muchísimo a Robert Owen>>” 29 “De éste modo cruzó
William Morris el <<río de fuego>>. ¿<<Cómo podemos nosotros, gente de las
30
clases medias , nosotros los capitalistas y nuestros parásitos>> ayudar a los
obreros?, preguntaba en enero de 1884. Su respuesta era decisiva:
Renunciamos a nuestra Clase, y en todas las ocasiones en que surja un
antagonismo entre clases poniéndonos al lado de las víctimas... No hay otro
camino; y este camino, lo diré lisa y llanamente, nos depara a la larga muchas
ocasiones de autosacrificio... (<<Art and Socialism>> Works, vol. XXIII, P.
213)” 31

Morris posee una concepción intermedia entre el owenismo y el marxismo; señala


la inevitabilidad de la lucha de clases como Marx, pero a esa lucha de clases desatada no le
atribuye una dirección irreconciliable entre las clases fundamentada en las relaciones
materiales de producción como plantea Marx, por el contrario, como plantea Owen, intenta
convencer – como si fuera posible - a los “capitalistas” y sus “parásitos” de pasarse al lado
de los obreros en la hora decisiva. Un socialismo utópico (liberal). Eso es el contenido del
“socialismo humanista” o “humanismo socialista” de la corriente que rompe con el PCB a
partir de la contrarrevolución política de la burocracia contra los consejos de fábrica en
Hungría.

29
Thompson, E.P., “El río de Fuego”, en William Morris. De romántico a revolucionario; en “The Essential
E.P Thompson”, Editorial Crítica, Barcelona, 2002, p. 262.
30
Nótese el sujeto desde donde habla Morris y hágase la relación con las “movilizaciones pluralistas” contra
la dictadura.
31
Ibídem; pág. 264.

39
Semejante giro a la derecha sólo es explicable porque Thompson comenzaba de un
punto de partida no marxista a cuestionar al Kremlin, como ya ha señalado Perry
Anderson, comenzaba desde el moralismo liberal 32 . Cuestionaba en tanto que anti-
democrático(-burgués) y no en cuanto ha anti democrático proletario. La salida del PCB de
la forma en que la hace Thompson, casi individualmente, es una salida sin partido, sin la
perspectiva de una práctica para la revolución proletaria. Así, como su gran compañero de
la historia, Morris, Thompson cuestiona la sociedad capitalista, y señala la lucha de clases,
pero nunca da el paso realmente radical y revolucionario de los marxistas a partir de Marx,
que es militar por la “dictadura proletaria” y por el “fin de la propiedad privada de los
medios de producción” que era lo que se plantaba realmente en Hungría en el 56`.

2. El desarrollo teórico del “humanismo socialista”. El giro a la “experiencia” y al


“culturalismo” tras el abandono del marxismo revolucionario proletario.

Mientras estas transformaciones operaban en el terreno de la realidad política y


social que afectaba más directamente a quien va a ser uno de los principales historiadores
que influyeron en el desarrollo de la concepción teórica de la historia en Salazar, al
unísono ocurrían rupturas teóricas que habían estado contenidas.

En Miseria de la Teoría, que es un libró escrito principalmente contra Althusser, y


que ha sido profundamente criticado por el marxista académico Perry Anderson en Teoría,
política e historia. Un debate con E.P. Thompson, Thompson señala elementos que para él
constituyen debilidades en el trabajo teórico de Marx:
“Marx esperaba –como era manifiesto desde sus manuscritos de los Grundrisse-
que su obra iba <<también a dar la clave para la comprensión del pasado una tarea con
entidad propia que, es de esperar, podremos asimismo emprender>>(K. Marx, Grundrisse
(ed. Inglesa, Pelican, Gretna, 1973), p.461). Esta esperanza no se cumplió”.33 (...) “Es más
exacto decir que Marx, en la época de los Grundrisse, no procedió tanto a permanecer en

32
Anderson. Perry, Teoría, política e historia. Un debate con E.P. Thompson, Editorial Siglo XXI, Madrid,
1980.
33
Thompson, E.P., “Marxismo e Historia” en Miseria de la Teoría (1978), en Op. Cit., p. 530.

40
la estructura de <<la economía política>> como a desarrollar una anti-estructura, pero
dentro de sus mismas premisas.” 34 (...) “Hay una vertiente importante en que el discurrir
del pensamiento de Marx, en los Grundrisse, está encerrado en el interior de una
estructura estática, antihistórica...
... Pues una vez el capital ha emergido, su desarrollo viene determinado por la
lógica innata inherente a la categoría, y a las relaciones derivadas de ella, de un modo
muy semejante a como <<el mercado>> opera dentro de alguna de las <<teorías de la
modernización>> actuales. El capital es una categoría operativa que marca la ley de su
propio desarrollo, y el capital-ismo es el resultado, en las formaciones sociales, de esa ley.
Este modo de análisis ha de ser necesariamente antihistórico, dado que la historia efectiva
sólo puede verse con la expresión de otras leyes ulteriores; y los datos históricos de los
contemporáneos...” 35

La línea thompsiana de humanismo socialista cuestionaba al marxismo, justamente


sus ejes constitutivos, nada más ni nada menos. Es curioso pensar que Thompson siguiera
diciéndose marxista, al menos hasta finales de los 90`. Este fue el “marxismo” que influyo
en Salazar.
En primer termino se negaba que, desde una perspectiva marxista, el objetivo de
“dar la clave para la comprensión del pasado” no se haya logrado cuestión que es
justamente lo que se plantea como tarea en los Grundrisse y que se consigue en El Capital
como proyecto inconcluso, a partir de la formula elaborada por Marx de que:

“La sociedad burguesa es la más compleja y desarrollada organización


histórica de la producción. Las categorías que expresan sus condiciones y la
compresión de su organización permiten al mismo tiempo comprender la
organización y las relaciones de producción de todas las formas de sociedad pasadas,
sobre cuyas ruinas y elementos ella fue edificada y cuyos vestigios, aún no superados,
continúan arrastrando, a la vez que meros indicios previos han desarrollado en ella

34
Ibídem; p. 533.
35
Ibídem; p. 534.

41
su significación plena, etc. La anatomía del hombre es una clave para entender la
anatomía del mono.” 36

Mínimamente Thompson debería reconocer en El Capital como proyecto la


realización de dicho objetivo, independiente si esté de acuerdo con esa formulación o no,
lo que se propone Marx desde su perspectiva lo logra desde su perspectiva, la perspectiva
marxista, Marx si consiguió su “esperanza”.

Aquí no pretendemos hacer una discusión teórica sobre lo que para nosotros es un
alejamiento de Thompson del marxismo, sino que señalar sus puntos de partida que ya nos
muestran su propia concepción teórica. En este marco la crítica de que Marx no
proporciono las “claves para la comprensión del pasado” son falsas desde la óptica
marxista, pero reales desde una óptica que no acuerda con esa definición de Marx. En
realidad ésta es la opinión de Thompson que para nada es la de Marx.
Identificando la fuente de esta opinión podemos llegar a identificar el giro teórico
que esta realizando Thompson en coherencia con los elementos que ya hemos planteado.
En el fondo lo que nos dice el historiador ingles es que pensar que “Las categorías que
expresan sus condiciones y la compresión de su organización (de la organización histórica
burguesa de la producción) permiten al mismo tiempo comprender la organización y las
relaciones de producción de todas las formas de sociedad pasadas” puede llegar a ser
correcto, pero en sí no constituyen una clave para la comprensión del pasado en sus
conjunto, más allá de las relaciones de producción. Esta es una concepción que se aleja del
materialismo dialéctico, ya que supone que las relaciones de producción no serían la clave
para comprender el pasado (cuando se señala clave se esta proponiendo como aspecto
fundamental, no único, sino que fundamental). ¿Cual sería la clave entonces?.

En The Long Revolution Thompson señala que se reconsidere el concepto de


“modo de producción”, que “lo que... hace el modo de producción es proporcionar... un

36
Marx, Karl, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858,
Editorial Siglo XXI editores, México, 2001, p. 26.

42
núcleo de relación humana a partir del cual todo lo demás crece” 37 . Ese núcleo de la
relación humana en los modos de producción, que no poseen una referencia a la relación
entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción (estructura
económica), posee como elemento clave “la experiencia”, concepto a su vez central para
dar cuanta de la existencia de una determinada clase, que a su vez da forma al modo de
producción según la lógica de Thompson.
Como concepto de análisis histórico y cómo parte de su formulación teórica de la
realidad de conjunto, “experiencia” cobra una connotación relevante, es lo que articula la
realidad, pero además es lo que permite dar cuanta de ella en Thompson.

“Por Clase entiendo un fenómeno histórico que unifica una serie de sucesos
dispares y aparentemente desconectados en lo que se refiere tanto la materia prima
de la experiencia como a la conciencia. Y subrayo que se trata de un fenómeno
histórico. No veo la clase como una <<estructura>>, ni siquiera como una
<<categoría>>, sino como algo que tiene lugar de hecho (y se puede demostrar
que ha ocurrido) en las relaciones humanas...
... Y la clase cobra existencia cuando algunos hombres, de resultas de sus
experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan la identidad
de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos
intereses son distintos de (y habitualmente opuestos a) los suyos. La experiencia de
la clase está ampliamente determinada por las relaciones de producción en que los
hombres nacen o en las que entran de manera involuntaria.” 38

No cabe la menor duda del acercamiento acelerado al idealismo liberal radical


(romántico), si entendemos idealismo liberal radical (romántico) como un concepto amplio
que reúne a las vertientes filosóficas que desde el idealismo confluyeron con la revolución
francesa y que más tarde fueron los sustentos de filosofías como el existencialismo y el

37
Recesión de Thompson de The Long Revolution, part II de R. Williams en New Left Review, 10 (Septiembre
– Octubre de 1961), p. 38, Citado por Kaye en op.cit., p.160.
38
Thompson, E.P., Prefacio a “La formación de la clase obrera en Inglaterra”, en The Essential... op. cit., p.
13-14.

43
nihilismo, de los liberales políticos, viejos románticos, golpeados por la realidad de la
sociedad capitalista que habían ayudado, a su manera, a construir.

Se trata de un idealismo neokantiano, subjetivo, donde la experiencia la realidad, es


el idealismo de la pequeña burguesía artesanal a la que Morris ve como sujeto
revolucionario.

Thompson no llega tan lejos, pero abre la puerta, es la bisagra. Mantiene ejes
materialistas como su última frase de que “La experiencia de la clase está ampliamente
determinada por las relaciones de producción en que los hombres nacen o en las que
entran de manera involuntaria.”. Pero aún así estas relaciones de producción no son las
que determinan la existencia de las clases, o por medio de las cuales podemos llegar a
identificarlas. En este marco Salazar entra en contacto con el desarrollo de la historiografía
inglesa.
Al llegar a Chile en 1985 y exponer en la “Sesión 2” del primer Encuentro de
historiadores, Salazar señala, hablando de la relación de la historiografía chilena con las
corrientes internacionales, lo siguiente:

“... La validez “general” de lo teórico y lo metodológico se ha sobre puesto a


la temáticas locales, en lugar de ser lo contrario. ¿Ocurrirá lo mismo con la nueva –
y brillante – nueva historia “social” inglesa?. En Inglaterra han existido,
recientemente, dos desarrollos historiográficos de significación para países como
Chile: a) la historia del desarrollo del capitalismo internacional (incluyendo los
países de industrialización tardía), ejemplificada en los trabajos de Tom Kemp, y b)
la historia social del movimiento popular ingles, especialmente de su fase de
gestación, área en la que han sobresalido los estudios de E.P. Thompson. En
realidad, desde que en 1959 E.J Hobsbawm publicara su Primitive Rebels, la historia
social del bajo pueblo inglés no cesó de progresar, al añadirse los trabajos de G.
Rude (1964), E.P. Thompson (1964), C. Hill (1972) y R. Hilton (1973), entre otros...
este movimiento historiográfico surgió como reacción frente a las historias teoréticas
sobre el desarrollo del capitalismo y frente a las distintas manifestaciones teoréticas

44
del stalinismo (entre las que se incluye el estructuralismo de Althusser). En contra
posición a ello se resalta el potencial dinámico de “lo social” y una epistemología
basada en la “experiencia” grupal. De aquí a resaltar “tipos sociales” y los
movimientos populares de base. Mantiene, en general, la vigencia del discurso
teórico, pero no referido ya a las abstracciones propias del sistema económico, sino
a la amplia gama documental propia de la historia social de los grupos más pobres.
Es una historia que tiende a militar en los movimientos sociales amplios que se
proyecta contra los macro-sistemas del mundo contemporáneo. Critica el marxismo
teórico y subraya más bien el marxismo en tanto que método. Sobre el marxismo
académico ingles, E.P. Thompson escribió: “en el muy celebrado renacer del
marxismo en Inglaterra durante las dos últimas décadas, una montaña de
pensamiento no ha engendrado todavía un ratón político”. Otros autores, como G
McLennan o A. Kallinicos, dudan que la historia social – a la Thompson – pueda
superar la fragmentación actual del marxismo teórico.” 39

Los elementos que rescata Salazar, ya planteando claramente sus cercanías con la
“nueva historia social” inglesa nos señalan las grandes influencias que hizo sobre él esta
corriente.

Ahora bien, Salazar se distancia notablemente del “humanismo socialista” en su


práctica y en su teoría. Primero, Salazar no se reivindica marxista, como si lo hacía
Thompson. Salazar más bien absorbe y comparte con Thompson la concepción sobre la
experiencia y la conciencia que le da un carácter historicista, pero se separa, o pone límites
al historicismo, cuando desarrolla una concepción de totalidad del proceso histórico y de
continuidad por medio del desarrollo del “sujeto popular”;

“La historicidad del pueblo no se acelera dividiendo las masas populares, sino
sumándolas y, sobre todo, potenciándolas. Porque cuando el hombre del pueblo actúa
históricamente, es decir, en línea directa hacia su humanización solidaria, no moviliza
una sino todas las facetas de su ser social. La potencia del sujeto histórico popular

39
“Historiografía Chilena: Balances y perspectivas”... Op. Cit., p. 158.

45
tiene lugar en el ámbito de su propia cotidianidad, ya que la humanización de la
sociedad está regida por la validación permanente de sus formas convivenciales de
paz, aún dentro del campo marginal de las negociaciones.” 40

Salazar va desde el historicismo de los sujetos populares a la totalidad construida


por los sujetos populares que es el “sujeto histórico popular”, ese sujeto popular histórico,
dice Salazar, ha existido en tanto que “sociedad popular”. Pero ¿qué es el “sujeto popular”?
Salazar disuelve la realidad histórica objetiva en una construcción subjetiva que es el
“sujeto popular”, absolutizándola en el concepto. Como construcción subjetiva, es desde
un comienzo idealizada, y Salazar lo transforma en una realidad social trascendental, tal
cual como Hegel habla del espíritu absoluto, Salazar habla del “sujeto popular”, es la
identidad general de “los de abajo”.
La concepción teórica de Salazar va desde el idealismo subjetivo al idealismo
objetivo, y se sintetiza en una concepción de idealización de la construcción subjetiva del
investigador.
Así su teoría idealista del “sujeto histórico popular”, es liberal en los puntos
políticos que rescata de éste sujeto de creación subjetiva. Estos puntos políticos están
sintetizados como teoría política en la “humanización solidaria”, y se identifica con ellos y
les da pertinencia con el presente nacional de los 80` que ya hemos caracterizado arriba.

Por estas razones consideramos a Salazar, ya en este periodo de 1985, un liberal


popular en lo político, y transferimos esta definición eminentemente política a su
concepción histórica, porque su concepción histórica es fuertemente política, más que
inofensivamente académica.
Como se puede ver en su teoría y en su política. A diferencia del grueso de los
historiadores nacionales que conformarán con el la NHS, Salazar tiene un claro proyecto
político más allá de las aspiraciones académicas y “sociales” en general de los
“nacionales”. Esto es lo que nos hace distinguirlo como un ala dentro de la NHS, corriente
que en general es un puente entre la academia y el “mundo social”, un puente en donde

40
Salazar, Gabriel., Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del
siglo XIX, Editorial SUR, Santiago, 1985, p. 18.

46
conviven distintos sectores políticos y en donde siempre termina por primar la academia
antes que “la militancia en el movimiento popular”.

47
CUARTA PARTE
Conclusión

La doble genética nacional – internacional de la corriente de la NHS chilena, posee


un claro componente de ruptura con el marxismo como corriente historiográfica y como
corriente política. El giro de conjunto fue hacia la academia y desde ahí a “lo social” en
general y al “sujeto histórico popular” en particular.

La genética nacional, a diferencia de la genética inglesa, fue más ligada a la


práctica social de las protestas, y desde allí fue empalmando por las características de la
misma práctica con una teoría que daba cuenta de ella en gran parte, que era la teoría
gestada en el extranjero.

La genética de conjunto de la corriente de la NHS es en clave democrática


(pluralista y liberal popular) en cuanto a su contenido político. Que se corresponde
plenamente con la elección del “concepto” de estudio: “sujeto social popular”. Calzando a
su vez con las proyecciones académicas sobre la utilidad de ese conocimiento.

Desde un punto de vista de la teoría gramsciana de los intelectuales, se trata de una


genética tradicional, pero con un fuerte apego al movimiento social, desde este punto de
vista la NHS orbita al rededor de los sectores más democráticos de la burguesía nacional y
de las capas medias, con un arraigo especial en el sector más marginal de las poblaciones,
que es particularmente importante para su ala liberal popular.

Es central señalar que aquí hemos estado únicamente frente al comienzo, pero que
en ese comienzo es posible encontrar los pilares centrales de una de las principales
corrientes historiográficas que hoy influencias a sectores de la izquierda académica y
estudiantil, y por esa vía a la sociedad chilena en su conjunto.

La necesaria recomposición de una corriente historiográfica marxista, materialista y


dialéctica, es fundamental para construir una interpretación no al servicio de la democracia

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(burguesa) sino que para la lucha por una democracia revolucionaria de los proletarios.
Creemos que esta perspectiva no debe renegar de poner la historia al servicio de la
revolución, porque en la medida en que la historia sea materialista y dialéctica no tendrá
más remedio que mostrar la dinámica real de la lucha de clases, y para ser tal, el marxismo
deberá buscar ser una praxis, es decir, teoría y práctica.

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