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¿QUÉ SIGNIFICA LA RUEDA DE LA VIDA?

Cuenta la tradición, que Maudgalyayana uno de los discípulos más


aventajados de Buda, estaba dotado de una gran capacidad para observar y
comprender el alma y la mente de los individuos y a la vez visualizar lo que había en
su interior. El Maestro Buda, al percatarse de ello, pidió que se confeccionara una
imagen gráfica que representara las enseñanzas de Maudgalyayana. Así nacería el
esotérico diagrama de la Rueda de la Vida (que nos recuerda un poco a nuestro
"iniciático" juego de "parchís"), que sirve de inspiración espiritual al adepto y que se
coloca en la parte izquierda de todos los monasterios budistas.

Para el Budismo, nuestra vida en este planeta


es simplemente para mejorar nuestra condición
personal y desligarnos del ciclo continuo de los
renacimientos que nos impone el karma. La Rueda
de la Vida está compuesta de 4 círculos concéntricos
y muestra las causas reales del sufrimiento, no de
una forma pesimista, sino ofreciendo la posibilidad
de redención a nuestra efímera existencia.

El CÍRCULO CENTRAL, en su nivel más bajo,


representa a 3 animales enlazados en un ciclo sin
fin, un cerdo, una serpiente y un gallo, cada uno
surgiendo del otro a modo de danza macabra. Estos
3 animales son los símbolos de los llamados los "3
venenos" porque son la fuente de nuestros males que
nos corroen por dentro. El gallo, del que nace la
serpiente, representa la codicia, la avaricia, la
vanidad o la lujuria junto con la sensación posterior
de culpa, miedo o pánico cuando surge una
contrariedad o se produce una pérdida.

La serpiente representa la natural tendencia a la agresión, nuestro instinto íntimo


de egoísmo. Cuando no conseguimos lo que deseamos o vemos amenazado algún
bien que nos pertenece, por naturaleza reaccionamos agresivamente. Estas
situaciones en principio desfavorables nos brindan una excelente oportunidad para
ejercitarnos en el autocontrol y en la práctica de la compasión.
De la boca de la serpiente surge el cerdo, la ignorancia, con unas orejas tan
grandes que le ciegan los ojos, y así apenas puede conocer que ocurre a su
alrededor. De la misma manera, nuestra perspectiva de la vida puede estar tan
estrechamente influida por los factores culturales y sociales de nuestro entorno que
perdemos de vista nuestra condición esencial de ser, impidiéndonos cualquier
acercamiento a la toma de conciencia.
Resumiendo, nuestros esfuerzos por satisfacer frustrados deseos, están
simbolizados por el gallo, y lo hacen por medio de la agresión (serpiente),
haciéndonos insensibles e ignorantes (cerdo). Esta ignorancia nos empuja hacia el
egoísmo y así renace de nuevo el gallo, condenándonos al ciclo imparable de la
rueda del Sámsara.
Junto al círculo central, hay un BANDA CONCÉNTRICA dividida en dos mitades
verticales. Una está en colores claros y brillantes mientras que la otra es oscura. La
parte clara representa a los que siguen la senda correcta, alcanzando una ascensión
espiritual. En la parte oscura están los individuos que han elegido el camino de la
oscuridad y así van descendiendo hacia las tinieblas.
Nuestras vidas se hallan dominadas esencialmente por dos fuerzas
contradictorias: el impulso interior que nos mueve a adquirir nuevos niveles de
conciencia y el peso mortal de nuestra ignorancia que nos empuja hacia horizontes
mucho más limitados.
Nuestra tarea, para trabajar en la senda del espíritu, tiene que consistir en
permitir a estas fuerzas naturales interiores llevarnos hacia delante y desatarnos de
la ignorancia. Este impulso interior, no es otro que el que nos mueve hacia el estado
de Buda que está latente dentro de cada uno de nosotros, oculto por la ignorancia.
Más hacia el exterior, encontramos OTRO CÍRCULO DIVIDIDO EN SEIS
PORCIONES, cada una de las cuales representa un nivel de existencia
condicionada. Y se llama así, condicionada, porque es consecuencia de nuestras
propias acciones a través del karma.

EL REINO DEL INFIERNO

En pinturas budistas se suele describir el infierno como un lugar de intenso dolor


y de tormento presidido por demonios, con una temperatura insoportablemente
caliente, aunque también haya partes frías en donde la tortura la produce el hielo.
No es un lugar eterno, pues todo proceso es impermanente y un estado
particular, dura tanto como determinan las condiciones por las que el ser toma la
presente existencia. Es un lugar de depuración del karma.

EL REINO DE LOS ESPIRÍTUS HAMBRIENTOS

Aquí se amontona un conjunto de patéticas criaturas, con colores pálidos,


humeantes como si surgieran de entre la niebla, obsesionadas siempre por una
insaciable hambre y sed, tambaleándose sobre sus débiles piernas en busca de
sustento.
No viven sino para el comer y el beber, nunca tienen suficiente y todo les deja
insatisfechos y cuando consiguen algo, siguen quedándose tan insatisfechos como
antes. Es la personificación de la mente en la que predomina el ansia permanente.

EL REINO DE LOS ANIMALES

Este es el ámbito de la vida del cuerpo. Todo el esfuerzo se suele aplicar a


conseguir la satisfacción física de nuestros deseos y de nuestra seguridad corporal.
Se rehúsa todo esfuerzo por trascender y ver un poco más allá de las
necesidades que el cuerpo nos exige, lo que marca un horizonte muy estrecho en
nuestras vidas.

EL REINO DE LOS TITANES

Los titanes solo conocen el arte de la guerra. No contentos con lo que poseen,
estos gigantes se precipitan sobre cualquier lugar donde haya bienes apetecibles y
tratan de conseguirlos de la manera que sea.

Su ansia no proviene del deseo o de la avaricia, sino porque envidian lo que


otros poseen. No es que no estén contentos con lo que hacen, sino que están
descontentos por lo que otros tienen.

EL REINO DE LOS HUMANOS

Es nuestro mundo de experiencias vitales. El nacimiento de una criatura se


considera un importante acontecimiento que da lugar a la creación de una nueva
vida espiritual que contiene en su germen el equilibrio entre el placer y el dolor, los
dos polos que marcan la dirección de nuestras conductas. Para el Budismo, este es
un estadio muy importante ya que contiene las oportunidades para una nueva
realización espiritual.

EL REINO DE LOS CIELOS

La palabra que se usa en Pali y en Sánscrito para referirse a dios, proviene de


una raíz que significa "brillar". Los dioses son los radiantes seres que viven en una
inagotable fuente de placer y de gozo.

El que ha alcanzado el objetivo espiritual es el que ha creado su cielo en la tierra,


el que ha evolucionado en si mismo hacia un ser superior espiritualmente. Es
curioso el hecho de que en el dibujo, los dioses parecen compartir las mismas
experiencias sensitivas que los humanos, aunque de una manera más especial, todo
ello para indicar que el supremo conocimiento en la tierra nos acerca
progresivamente a estas cotas de luz.

El CÍRCULO MÁS EXTERIOR ESTÁ DIVIDIDO EN 12 PARTES, cada uno


correspondiente a una etapa del ciclo de causa y efecto, que mantiene al ser
atrapado entre los seis reinos periódicos anteriormente comentados.

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