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A VUELO DE NEBLÍ ALIGERO XI

EL DEDO EN LA LLAGA…

ÉSTA NO ES NUESTRA EUROPA.

¿Hacia dónde va Europa? ¿Europa? Miramos hacia atrás y por arte de los nuevos
ideólogos, los neoconservadores, nos convertimos en estatuas de sal. Sí, es el castigo por
añorar lo que fuimos: Un continente con tradiciones humanistas acendradas, respetuosa
de los derechos humanos y porta estandarte de las libertades. Hoy difícilmente nos
reconocemos dentro de esa concepción del mundo y de la vida. El parlamento Europeo que
debía ser luz y guía, faro de esperanzas para muchos pueblos, nos sorprende cada día con
medidas restrictivas más propias de regímenes totalitarios que de consumados
demócratas, las dos últimas medidas, la edad de las jubilaciones y la relacionada con los
llamados inmigrantes ilegales, hablan con claridad de quienes nos representan en dicho
parlamento.

De nada ha servido el llamamiento a la cordura que hicieran Jaques Delors y Miquel


Rocard para que los diputados se abstuvieran de votar la directiva y la devolvieran a la
comisión para que redactaran un nuevo texto más ajustado a nuestras concepciones
humanísticas. Pero si este hecho es lamentable, mucho más lo es la actitud de los
diputados socialistas españoles, con las excepciones meritorias de Raimos Obiols y Josep
Borrell que se abstuvieron de votar la directiva, que han defendido el voto con el insólito
argumento de que “es mejor tener esta directiva que no tener nada”. ¡Lamentable!
¿Estamos bien representados los socialistas españoles en el Parlamento Europeo? ¿Tienen
nuestros parlamentarios capacidades ideológicas para tomar decisiones o son
simplemente veletas de los tiempos que corren? Las mismas preguntas valdrían para
nuestro Ministro de Trabajo. La claridad ideológica es fundamental, las decisiones
tomadas nos indican que los socialistas hemos perdido el norte mientras que la derecha
europea se está imponiendo: Recorte de derechos y libertades, una política de inmigración
obtusa, establecimiento de 65 horas laborables a la semana, la detención de supuestos
terroristas sin acusación previa ni derecho alguno, el desarrollo permanente de medidas
de control que dejan al ciudadano indemne ante los abusos del poder y todo ello con la
resignada, lamentable e inicua postura de quienes, por convicción ideológica, debían
oponerse a estos desaguisados.

La derecha, sin oposición alguna, nos ha vuelto a instalar en el siglo XIX: cercena las
conquistas laborales, convierte a los luchadores sociales en terroristas, busca chivos
expiatorios para ocultar la verdad e instala en el miedo y la apatía a los ciudadanos. ¿Les
suena esta canción? Es ahí, dentro de ese marco, donde la derecha más recalcitrante se ha
movido siempre y que hoy, a diferencia de ayer, tiene una nueva connotación, la izquierda
comienza a bailar el mismo son… a remolque de los dictados de la derecha.

Las políticas que hoy se cuecen en Europa son humillantes para propios y extraños.
Cerramos las puertas para impedir el paso a los inmigrantes sin comprender que este
mundo globalizado es una ventana por la que, queramos o no, se dará paso al mestizaje
cultural y humano; las 65 horas laborales a la semana convierten a nuestros ciudadanos en
esclavos y ni las centrales sindicales, ni los medios de comunicación, ni los gobiernos se
inmutan; convertimos los problemas sociales en casos de policía sin reatos de conciencia
y, por último, pretendemos dar lecciones de derechos y democracia. ¿Existe explicación
para este comportamiento? Solo se me ocurre una: Cuando los actos de las personas no
tienen consecuencias para sí mismas, al menos eso es lo que cree algunos, dejan de ser
responsables. Jaques Delors no se equivoca cuando afirma: “ESTA NO ES
NUESTRA EUROPA, NOS LA HAN CAMBIADO”

Carlos Herrera Rozo.

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