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Resumen
Este trabajo persigue un doble objetivo. Por una parte, ofrece una visión general de
cómo realizar un diagnóstico diferencial de la dislexia. Y por otra, presenta una
propuesta de recuperación, que ha demostrado su eficacia para mejorar el rendimiento
en la lectura y escritura de los escolares que tienen esta dificultad.
INTRODUCCIÓN
El diagnóstico y la recuperación pueden considerarse como las dos caras de una misma
moneda (la intervención), por lo que resulta artificial concebirlas de manera
independiente. Ambas caras están determinadas por la manera en cómo se concibe el
objeto de la naturaleza de la intervención. No es lo mismo concebir la dislexia desde
una orientación psicométrica que desde la biológica, la cognitiva, la conductual, la
ambiental o desde posturas integradoras (Firth, 1999; Suárez, 1995). Por ejemplo, si se
considera la dislexia como una deficiencia o demora en la percepción visual, el
diagnóstico y el tratamiento se desviarán de los dominios de lectura y escritura y se
centrarán en aspectos tales como discriminación visual, memoria secuencial visual,
coordinación viso-motriz, cierre visual o convergencia ocular, por solo nombrar unos
pocos. Pero no hay duda de que todas las intervenciones no son igual de eficaces y de
que los resultados de la mayor parte de los programas de recuperación en dislexia no
han sido satisfactorios (Outón, 2004). Por ello, parece oportuno empezar con algunas
consideraciones acerca del concepto de dislexia.
La dislexia es un término controvertido, como puede comprobarse en la mayoría
de los manuales o revistas especializadas. Sin embargo, hay cierto consenso en
considerarla como un trastorno específico y persistente del lenguaje escrito,
caracterizado principalmente por dificultades en la exactitud y automatización lectora y
escritora. De ahí que muchas veces se utilice la etiqueta conjunta dislexia-disortografía.
Se puede manifestar en distintos grados, ocasionando una incapacidad total o parcial
para leer y escribir a lo largo de la vida. Es una dificultad congénita, hereditaria, con
una base neurológica y que, a menudo, forma parte de un problema de lenguaje más
profundo. No puede ser explicada por deficiencias visuales o auditivas, por trastornos
emocionales o conductuales, por retraso mental, ni por situaciones educativas
‘anormales’ (ausencias prolongadas o repetidas a clase, metodología de enseñanza
inapropiada, cambios frecuentes de profesores o centros…).
Además de las dificultades señaladas en el lenguaje escrito, diferentes factores
conductales pueden estar sutilmente afectados, tales como alternacia de días ‘buenos’ y
‘malos’ en el rendimiento escolar sin razón aparente, dificultades para seguir
instrucciones, dificultades para retener series, problemas para pronunciar palabras
polísibas, confusión con el vocabulario que tiene que ver con la orientación espacial y
temporal, lentitud para hacer las tareas escritas, dificultades asociadas a la discalculia y
a la disgrafía, etc.
De acuerdo con esta concepción polifacética de la dislexia, presentamos en esta
charla un modelo de intervención para el desarrollo de programas con disléxicos (véase
anexo 1 para una representación gráfica del mismo), que trata de recoger la
multiplicidad de factores que están implicados en este trastorno, tanto en el proceso de
diagnóstico como en la recuperación. Con ello pretendemos subsanar las actuaciones
reduccionistas que a lo largo de la historia se han venido desarrollando, y que todavía
hoy siguen practicando algunos profesionales con los escolares disléxicos. Se trata, por
tanto, de un modelo con un enfoque integrador, equilibrado, centrado en la lectura y
escritura, abierto a las diversas orientaciones teóricas existentes en la literatura de este
trastorno y a las iniciativas de la investigación futura, ya que, al igual que muchos otros
problemas de la salud y la educación, la dislexia requiere —según los casos, en mayor o
menor medida— una intervención interdisciplinaria.
El modelo conlleva también una tecnología sistemática, o en otros términos, exige
un procedimiento de actuación mediante programas. Este requisito supone seguir una
serie de pasos para diseñar, implementar y evaluar las intervenciones con los escolares
disléxicos, evitando de esta forma las actuaciones enigmáticas, que, aunque bien
intencionadas, pueden llegar a ser infructuosas o contraproducentes, si no nos permiten
saber realmente en qué consisten. En este sentido, la sistematicidad de nuestro modelo
permite conocer los puntos débiles y fuertes de los programas y mejorar en el futuro las
nuevas actuaciones en el campo de la dislexia.
Se caracteriza además por una atención personalizada al niño disléxico. Es esta
una exigencia consustancial a la heterogeneidad de la dislexia como grupo y a la
individualidad de cada uno de los escolares como persona. Así pues, lejos de
actuaciones estereotipadas, los programas diseñados a partir de este modelo habrán de
adaptarse a las diferencias individuales de cada caso (nivel de lectura y escritura, lengua
predominante, estilo y ritmo de aprendizaje, intereses, contexto socio-comunicativo…).
Para lograr esto, es preceptiva la realización de una evaluación diagnóstica inicial que
establezca, entre otras cosas, las necesidades educativas especiales y los puntos fuertes
del escolar, así como una recuperación flexible que permita modificar y ajustar el
programa en cada momento a las peculiaridades y circunstancias del mismo.
El modelo se ha elaborado a partir de una reflexión teórica sobre el estado actual
de la naturaleza de la dislexia y de las intervenciones llevadas a cabo por otros
especialistas, junto con una validación práctica con escolares que presentan este
trastorno. De esta manera, el diseño de los procesos de diagnóstico y recuperación del
modelo incluyen no sólo los cánones de las orientaciones teóricas más influyentes, sino
también el contraste de la teoría que lo envuelve con nuestra práctica.
Cabría destacar, por último, que el modelo ofrece una visión general de cómo
realizar un diagnóstico diferencial de la dislexia y de cómo solventar el problema de la
lectura y escritura de los escolares que tienen esta dificultad; todo ello con un
componente evaluativo que garantiza este doble objetivo.
HACIA UN DIAGNÓSTICO DE LA DISLEXIA
– Confusión con el vocabulario que tiene que ver con la orientación espacial
(derecha, izquierda, arriba, abajo…) y temporal (ayer, hoy, mañana…).
– Problemas para ponerse las prendas de delante para atrás y los zapatos en
los pies correspondientes.
EL CAMINO DE LA RECUPERACIÓN
Profesor Escolar
LA COMPROBACIÓN DE LA EFICACIA
REFLEXIONES FINALES
inicial
EVALUACIÓN