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El fascismo (del italiano fascio, haz, fasces, a su vez del latín fasces) es una ideología y
un movimiento político que surgió en la Europa de entreguerras (1918–1939). Su
proyecto político es instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía
dirigista, mientras su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la
acción, un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas que se
conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos por un eficaz aparato
de propaganda, un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el
espectro político (izquierdas o derechas), lo que no impide que habitualmente la
historiografía y la ciencia política sitúe al fascismo en la extrema derecha y le relacione
con la plutocracia, o bien lo identifique como una variante chovinista del socialismo de
Estado.
Se presenta como una tercera vía o tercera posición que se opone radicalmente tanto a
la democracia liberal en crisis como al movimiento obrero tradicional en ascenso;
aunque el número de las ideologías contra las que se afirma es más amplio:
Mientras que el nazismo alemán está centrado en la raza identificada con el pueblo
(Volk) o Volkgemeinschaft (interpretable como comunidad del pueblo o comunidad de
raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al Estado):
Ein Volk, ein Reich, ein Führer! ¨ ¡Un Pueblo, un Imperio, un Guía!¨
También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del período de entreguerras,
tanto antes como después. Un claro precedente del fascismo fue la organización Action
Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue Charles Maurras; contaba
con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du Roi y se sustentaba en una
ideología ultra nacionalista, reaccionaria, fundamentalista católica y antisemita. Con
posterioridad a la Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos políticos
minoritarios, en la mayor parte de los casos marginales (denominados neofascistas o
neonazis), que reproducen idénticos o similares planteamientos, o que mimetizan su
estética y su retórica; a pesar de (o precisamente como reacción a) la intensa
demonización a que se sometió a la ideología y a los regímenes fascistas, considerados
principales responsables de la guerra que condujo a algunos de los mayores desastres
humanos de la historia. En muchos países hay legislaciones que prohíben o limitan su
existencia, sus actuaciones (especialmente el denominado crimen de odio), su
propaganda (especialmente el negacionismo del Holocausto) o la exhibición de sus
símbolos.
La Italia fascista desarrollo vínculos más o menos estrechos con los estados
latinoamericanos, de de los cuales muchos se interesaron por las ideas nuevas del
fascismo, como el corporalismo, opuestas al liberalismo. Italia tenía una diplomacia
activa en esos países, ayudada de la comunidad italiana en América. De manera que,
cuando Italia fue sancionada de la Sociedad de Naciones por la guerra de 1936 en
Etiopia, ciertos países sudamericanos, el Ecuador en prima línea, seguido del Perú,
(Brasil no era parte de la Sociedad, entonces no tenia que aplicar las sanciones
economicas), contribuyeron fuertemente (demostrando en el caso una interesante
afirmación de independencia al nivel internacional) al levantamiento de dichas
sanciones, que no aplicaban.
Los italianos de Sudamérica en esta época aun hablaban italiano o sus dialectos. La
mezcla de italiano dialectal y de español resultando se llama "cocoliche". Muchos
periódicos estaban escritos en italiano, como Il Matino d'Italia en Argentina. La Italia
fascista fomento el uso del italiano "oficial" dentro de los criollos. Al mismo tiempo,
cierto nacionalismo, de raíz hispánica o mestiza, veía eso con mal ojo, ya que los
italianos eran "inmigrantes". Por lo tanto, parece que los países sudamericanos no tenían
una conciencia nacional muy fuerte con tal respecto. Además, el Duce insistió sobre el
concepto de "latinidad" para sostener la idea de una comunidad hispánico-italiana
uniendo Italia y Sudamérica bajo una misma identidad.
Con la guerra empezaron a cambiar las cosas. EEUU, más hipócritamente, aun antes su
entrada en la guerra, todavía pedía a sus vecinos latinoamericanos el control y la
reducción de las actividades fascistas y nazistas en sus territorios. Tales presiones
aumentaron con el tiempo. Cuando declaro la guerra, se volvió política abierta y, con
muchos dólares y amenazas economicas, EEUU compro sus vecinos como mercenarios
en su lucha para el liberalismo. Brasil y el Perú declararon la guerra al Eje. Medidas
privativas de derechos y libertades fueron tomadas contra los italianos, alemanes y
japoneses del continente.