You are on page 1of 5

Asamblea 20-09.

1
Espejo y cubil ciudadano.

(Reflexiones acerca de una performance teatral en que participan


dos alumnas de Círculos Reflexivos del Instituto Matríztico.)

Asamblea es distinguida por sus autoras como una performance teatral, lo cual indica
que tiene un pie en cada mundo, el mundo performático que enfatiza la efímera fluidez
de lo irrepetible, del acto que se configura a partir del encuentro in situ con un otro, y el
mundo de lo teatral, aquel en el cual el trabajo de la organización y la estructura en la
actuación y la dramaturgia escénica configuran un artificio que aspira a otra
espontaneidad, aquella que surge del saber evocar y gatillar en si mismo el actor las
configuraciones de sentires íntimos que conciernan de un modo total a su
cuerpo-mente de manera de poder encontrarse fluyendo en un presente que a él mismo
y al publico le aparezca surgiendo su conducta momento a momento de la nada y sin
orientación a un resultado, aparentemente como si no supiera en que acabarán sus
actos.

Es cierto, no todo ámbito teatral se funda en una semejante comprensión de la


actuación, hay teatros en que no se ocupan de conseguir la fresca espontaneidad que
otorga la comprensión de la dinámica psíquica humana y su modulación en el training
y en la escena. Sin embargo lo dicho arriba a de resonarle a cualquier persona de teatro
que se haya interesado por la comprensión de los trabajos de los investigadores y
renovadores del teatro, como fueron Stanislavski, Grotowski y Barba, entre otros. Y no
es trivial que para el Colectivo Laura&Marta los trabajos de Grotowski a través de lo
aprendido en el Workcenter of Jerzy Grotowski sean una inspiración fundamental de
su quehacer. Especialmente por que en su larga búsqueda este notable director e
investigador polaco llevó sus pesquisas al extremo de lo para-teatral, de aquello que
sale del ámbito de la actuación para entrar de lleno en el vivir mismo, en el rito, en la
fiesta y en la experiencia mística arreligiosa. En el fondo, en el ámbito del encuentro
humano. Y es ahí, en ese cruce de caminos, en esa casi tierra de nadie, en que descolla
con elegante maestría el trabajo de Asamblea, ya que por un lado la performance, con
todo lo que tiene de centrifuga fuerza disolviendo la teatralidad en el océano de lo a
fuerzas improvisado, y la actuación, centrada en el desnudo sacrificial del actor que
ofrece su más flagrante intimidad pero cincelada con precisión y templada en el horno
de la repetición, ambas dinámicas, aquí se funden y refunden en el crisol de las más
candentes preguntas reflexivas y en la invitación al encuentro honesto con un publico
que es desdibujado como tal en la disolución de la cuarta pared, pero no de una manera
tanto espacial cuanto psíquica, conversacional.

1
ASAMBLEA del Colectivo Laura&Marta se realiza en Azotea Teatro Lastarria 90, desde el 29
de octubre al domingo 6 de diciembre de 2009. Viernes a domingo 21:00 horas. José Victorino
Lastarria, Nº 90, Santiago, Chile. Elenco: Carolina Araya, Paula Aros Gho, Trinidad Piriz.
Asistencia de dirección y dramaturgia: Tomás Espinosa.
La obra se realiza en la azotea de un edificio ubicado en el centro de Santiago, en el
Barrio Lastarria. Comienza con un una invitación a los asistentes a hacer de ese
tiempo-espacio un verdadero ámbito de encuentro desde el deseo co-inspirado a
realizar ahí una Asamblea sobre las preguntas más antiguas y actuales que
compartimos como humanidad. Un espacio que para ser tal requiere de las
performer-actrices la genuina aceptación de casi cualquier conducta del publico, al
menos de las que no atenten contra la inspiración misma de la invitación, hay un borde
entonces por cierto, pero uno que surge desde las coherencias operacionales del
encuentro mismo, cada vez diferente, y no es entonces ya un limite como algo impuesto
desde fuera. Esta es la belleza del modo en que sutilmente desintegran la cuarta pared.
Lo cual evidentemente implica riesgo, aquí hay una audacia que luego se percibe en la
tención fluctuante entre lo previsto y lo imprevisible a la hora de desarrollar la muy
plástica estructura de la obra, pero que en tanto es estructura implica, otra vez, ciertos
bordes concretos.
Una vez que los asistentes aceptamos la invitación, se nos señala explícitamente que
podemos hacer cualquier cosa que queramos, como intervenir en el escenario para
cruzarlo gateando, o no, cambiarnos de puesto, o no, contestar el celular, o no,
fumarse un cigarro, o no, preguntar lo que fuera a sabiendas que no hay preguntas
tontas. Comienza así una conversación sobre preguntas que honestamente inquietan a
estas chicas que nos invitan a la Asamblea, preguntas sobre la naturaleza de la
existencia humana, preguntas por la naturaleza del tiempo en relación a nuestro
habitar humano. Y en eso empiezan a encenderse las luces que están fuera del
escenario, focos de unos pequeños “escritorios” que cada asistente tiene en su asiento y
que además de esas luces, que se han de prender cada vez que se quiere pedir la
palabra, traen un lápiz y unas hojas. Empieza así, a la suerte de la olla, una danza de
comentarios, reflexiones, juicios y experiencias en que se entrelazan los sentires y
distinciones de invitados e invitadoras.
A veces pocos se animan a hablar, a veces muchos, a veces parten de apoco y luego se
suman más y más, otras veces la conversación ida y vuelta se da con ritmada lentitud.
Pero sea cual sea el material que ofrece el público, las performer-actrices toman aquello
cual el orfebre la filigrana y comienzan a engastar las palabras y emociones del publico
que ya no es publico sino asambleísta, en la estructura de la obra, que sutilmente va
avanzando como una matriz dinámica de relaciones interconectadoras de lo
improvisado y la dramaturgia escénica. Y esto sucede gracias a que ellas están ahí
enteras, sinceramente encantadas de escuchar a esos otros, de encontrarse con ellos, de
sentir juntos la magia compartida de ser por un apenas momento una comunidad, una
comunidad mundial, humana, y una comunidad nacional, chilena, una comunidad
donde podemos sentir el reencantamiento de la vida cívica hoy tan desacreditada, como
si soñáramos por un instante demasiado breve que somos conciudadanos en el ágora
griega platicando al aire libre sobre la Res Publica que compartimos, íntimamente
concernidos jugando a preguntar y escuchar aquello que a cada quien hace temblar en
las noches de soledad, o en las jubilosas mañanas de primavera, tremolando ante
preguntas a veces incontestables, pero con la levedad lúdica del arte a medio desnudar,
ahí abierto, expuesto al tacto y la mirada de esos ciudadanos que quieren ser parte de la
obra, una obra que paradójicamente los invita a la disolución de la dicotomía arte y
vida cotidiana. Y he aquí otra de las joyas de esa pieza encantadora que Asamblea es.
Sí, y me siento profundamente participe y perteneciente a esa corriente de creadores
que invitan a disolver la distinción entre arte y vida cotidiana, permitiendo
rencontrarnos poetas todos, generadores de mundos, poetas si medio obnubilados y
adormecidos en nuestra creatividad fundamental por la densidad de una fatiga
espiritual de origen cultural. Y estas performer-actrices lo hacen a la vez, lo cual me
encanta, conservando la pulcritud de la más comprometida riqueza laboral de un oficio.
No es menor el que la preparación haya durado seis meces, trabajo intenso que se
siente en la obra a pesar de la plasticidad de su estructura, esta llena de matices en un
manejo experto de la multidimencionalidad de los modos de encuentro, del manejo de
los formatos técnicos y tecnológicos.

En un segundo momento si invita a los asistentes a escribir, o no, en las hojas que
tienen en sus escritorios, alguna pregunta recurrente que conserven en su vivir, para
luego entregárselas a Marta & Laura quienes escogerán una del montón al azar, y
democráticamente preguntaran al “público” si quieren que esa u otra pregunta sea la
pregunta de la noche, pregunta con la cual ellas saldrán del teatro y recorrerán raudas
las cercanías del Barrio Lastarria premunidas de cámaras digitales formulando la
pregunta a quien quiera encuentren en su camino, sean personas, estatuas o simples
escenarios urbanos. Esto lo harán en alrededor de 15 a 20 minutos. Paralelamente en la
Asamblea permanecemos los asistentes quienes acompañados por la tercera integrante
del colectivo continúamos compartiendo las preguntas restantes, y uno disfruta
sorprendiéndose de la multitud de diferentes preguntas que hicieron las personas:
¿Cuál es mí tiempo en la tierra? ¿Encontraré el amor? ¿Por qué no somos felices? ¿Por
qué somos tan diferentes? ¿Quiero conservar en mí vivir lo que vivo en este presente?
¿Por qué se acaban las historias de amor?¿Por qué quiero preguntarme preguntas
interesantes, seré autentico?.
Luego vemos un video en que las tres “protagonistas” aparecen recorriendo
anteriormente diversos lugares de Santiago, como el Cementerio General y el cerro
Santa Lucia, reflexionando, jugando, contestándose preguntas que les son intimas, y
nosotros jugamos y reflexionamos con ellas desde el silencio de atentos observadores
que ya picaron hace rato el anzuelo. Se detiene el video, que fue proyectado en dos
pantallas corredizas de gran tamaño, por que recibimos una llamada de nuestras
corresponsales que quieren informarnos de cómo ha ido la misión y coordinar su
regreso a la Asamblea. Así, mientras ellas retornan al espacio común, que a pesar de
estar en una azotea tiene ya la tibieza del cubil al cual uno se siente perteneciendo, se
nos invita a nosotros, asambleístas, a simplemente tomarnos un tiempo, hacer
cualquier cosa, pararnos o no, conversar, o no, ir al baño o no, y se nos ofrece
metafóricamente una de esas clásicas pastillas con sabor a bebida cola llamadas Media
Hora.

Cuando arriban las mensajeras de la Asamblea preparan rápidamente su presentación,


esto lo hacen coordinadas con una casi imperceptible coreografía que sin embargo
aparece limpiamente sugerida. Conectan sus dos cámaras a dos proyectoras que
encienden contra las dos pantallas que ahora se juntan y comienza la función. Aparecen
ellas desde que comenzaron su recorrido bajando a trote las largas escaleras del edificio
del teatro preguntándose por la pregunta que comulgarán con quien se encuentren a su
paso, y así vamos viendo que es lo que pasaba en la calle mientras nosotros estábamos
en la Asamblea. Los encuentros y las respuestas a las preguntas resultan usualmente
tan interesantemente diversas como las preguntas mismas, desde las más locas a las
más sabias, pasando por los que rehúsan contestar y quienes lo hacen sólo por
contestar, es una puerta simplemente al alma nacional, y de uno que otro extranjero,
Así, vemos y oímos sus respuestas y nos vemos y oímos a nosotros mismos en ello.
Finalmente vemos la parte en que ellas llaman a la asamblea y luego nos presentan la
deliciosamente evocadora paradoja de los muchos tiempos hablándonos a nosotros en
el momento futuro de cuando estemos viendo el video, pero nosotros lo vemos en
nuestro presente lo que configura el video que atestiguamos como pasado. Lo cual
luego de nuestras conversaciones previas sobre la naturaleza del tiempo es un remate
reflexivo deleitable. A mi me evoca la comprensión forjada en el Instituto Matríztico de
que los seres vivos habitamos en un presente continuo cambiante, en el cual pasado y
futuro son siempre maneras de hablar desde el presente, y el tiempo una dimensión
imaginaria que inventamos para explicar nuestras experiencias, siempre ocurrentes en
un presente.
Perfectamente podría contar el final de Asamblea y eso no desencadenaría el descalabro
de la expectación que podría ocurrir en cualquier otra obra teatral, justamente por que
lo que importa en esta pieza es el proceso, siempre irrepetible, siempre imprevisible,
propio de una performace. ¿Y que pasaría si simplemente terminara como termina
cualquier conversación de sobremesa, con unos comensales satisfechos y alegres?
Asamblea es en este sentido como el vivir mismo.

En mi opinión el secreto actoral en Asamblea respecto a la fusión de performance y


teatro esta en que es gracias a hacerse preguntas que verdaderamente les hacen sentido
y gracias a que en verdad quieren escuchar y conversar con los asistentes, se logra una
fuerza gravitacional que les permite orbitar entre las estrellas de lo improvisado y lo
actuado con la llama de la mas fulgurante espontaneidad, al borde de actuar sin
actuar. El publico de todo teatro busca aún sin saberlo, ver personas en quienes
reflejarse, y sólo pueden hacerlo cuando espontáneamente se encuentran fluyendo en el
acoplamiento de sus sentires y los de los actores, de tal modo que un observador diría
que estos le creen aquellos, y si resultara que el publico se haya por el contrario
inmerso en los detalles externos algo hay que no está fluyendo en ese acoplamiento
psíquico. Para lograr esto se requiere que los actores apelen a su propia humanidad, a
un encontrarse fluyendo semi inconscientemente en un constructo psíquico-relacional
que han creado previamente a través de evocar en si mismos antiguas configuraciones
de sentires íntimos2 que se conservan en el presente como flujos estacionarios, es decir
no se trata de cosas reprimidas sino de procesos dinámicos que se re-evocan. Tal cual
como cuando nos encontramos reviviendo una pena producto de pasar por una calle
que nos trae desde lo corporal una configuración de memorias, pero en el teatro hay
que saber modelar estos sentires y conservarlos representación tras representación. En
el caso de Asamblea, e insisto que es por supuesto mi opinión personal, no se da este
trabajo a través de la construcción del personaje sino a través de un proceso reflexivo y
creativo que pone en juego preguntas que al concernir genuinamente a las integrantes
del colectivo, pone un sustrato vital, orgánico, que abre la conducta artificial del acto
repetido propio de lo teatral, a una vivencia de fresca espontaneidad, y a la vez da
solides a una performática siempre en riesgo de ser superficial.

Finalmente, el más valioso aporte que concibo en esta propuesta radica en el sutil guiño
a resucitar el sentir que alimenta y posibilita la vida cívica, no ya desde el deber ser,
sino desde el encanto del encuentro y desde la potencia de la reflexión co-inspiradora.
Lo que hace importante y grande a una Asamblea no es la cantidad de asistentes, ni
tampoco el tema a tratar como si hubiesen temas en si importantes, lo que hace
importante una asamblea es lo que ocurre con las personas que en ellas participan, la
cualidad del encuentro y de los mundos que pueda generar, la intensidad de sus ganas
de reflexionar escuchando al otro, escuchar no para ver si estoy de acuerdo o en
desacuerdo sino para ver desde donde dice lo que dice y atisbar así la matriz en la cual
el otro habita y conoce como conoce. En ninguna asamblea lo central puede ser llegar a
acuerdo, si no nace trunca, enfocada en el resultado y olvidando el proceso, lo cual
atenta de hecho contra un resultado deseable. Incluso las que podemos considerar de
mayor urgencia y complejidad, como una Asamblea Constituyente, sólo se forjan y se
logran llevar a buen puerto si participamos de ellas atentos al proceso, soltando
nuestras expectativas y certidumbres al menos lo suficiente para ver los criterios de tras
de nuestras afirmaciones y las del conciudadano junto a nosotros, no para aceptarlo
todo por que no todo nos parecerá igualmente deseable, pero si para poder ver los
mundos que otros traen a la mano desde la peculiar matriz de su existencia y poder
luego decidir desde mi si quiero o no quiero ese mundo, pero no por que lo crea ser
2
La noción de configuración de sentires relacionales y su comprensión en el ámbito
de la Biología-Cultural la trajo a mano Ximena Dávila. Yo la he
incorporado a mi comprensión del fenómeno teatral y del fenómeno del trance en la
hipnosis y otros ámbitos psíquicos.
bueno o malo en si, sino asiéndome cargo responsablemente de que a es a mi, desde
mis criterios, a quien no le parece deseable. “El mundo no es en si, el vivir no preexiste
al vivirlo, traemos mundos a la mano en el conversar”. (Humberto Maturana Dixit)

Quizás alguien piense que esta Asamblea poética es sólo un juego de niños en
comparación con una Asamblea Constituyente para la generación de una nueva
Constitución nacional, que dicho sea de paso me parece un proceso fundamental para
la regeneración democrática de nuestro país demasiado amortajado por legislaciones
añejas y autoritarias, sin embargo la invitación fundamental es la misma, la invitación
al encuentro reflexivo, a mirar nuestro vivir, nuestra circunstancia y preguntarnos si
nos gusta o no, y a actuar en consecuencia responsablemente libres. En cada caso las
maneras y complejidades cambiaran por supuesto, pero en última instancia de lo que se
trata es de encontrarse reflexionando co-inspiradoramente en la colaboración para
generar un mundo deseable para todos los que quieren cohabitarlo.
Participar de Asamblea sería un juego de niños si en este presente no cultivásemos la
cultura que cultivamos, una cultura justamente negadora del encuentro con el otro,
negadora de la reflexión y el escuchar, una cultura de la desconfianza, la apropiación, el
control, la dominación, una cultura que privilegia la competencia, el éxito, las
certidumbres, y que desdeña la colaboración y la pregunta reflexiva en aras de poseer la
razón por la razón o la fuerza.

Co-inspirar es el arte quizás más difícil en una cultura mundial como la que realizamos
y conservamos desde hace los al menos 8 mil años en que surge el patriarcado-
matriarcado. Y co-inspirar, inspirarnos juntos, no nos es fácil ni siquiera en una
Asamblea performática por que las personas traemos a escena nuestras certidumbres,
arrogancias y prepotencias, con cierto recato por supuesto por que hay muchos focos,
pero uno puede sentir la negación de un comentario despectivo que alguien hace sobre
lo dicho por otra persona, uno puede sentir la diferencia de quienes reflexionan a partir
de su experiencia, de su sentir, y de alguien que trae a la mano la teoría tal o cual de
este o aquel y que sentencia como una verdad inapelable, uno puede sentir el fulgor de
una pregunta genuinamente quemante que alguien se a repetido largamente y la
pregunta superficial o artificial que quiere ser interesante o sólo salir del paso.
En este sentido, para el asambleísta autoreflexivo esta experiencia puede ser muy
reveladora ¿Desde donde me pregunto lo que me pregunto? ¿Cómo escucho? ¿Me dice
todo esto algo acerca de mi?. Asamblea es un espejo, a veces duro, a veces encantador, y
como saben los más viejos iniciados, la ley y sabiduría del espejo puede ser liberadora
dependiendo de cómo cada quien quiera afrontar su reflejo.
Los invito a mirarse-mirarnos aquí, en este pulido espejo que Asamblea es.

Ignacio Muñoz Cristi


Antropólogo y Poeta
Instituto Matríztico a 5 del 11 de 2009.

You might also like