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Exposición N° 5. Derecho Procesal III.

“Ejecución y procedimientos
especiales”1.

Profesor: Jordi Delgado Castro.


Ayudante: Felipe Carrasco Véliz.

Anexo N° 1: “El Juicio Especial Hipotecario”2.

El juicio especial hipotecario regulado por los artículos 99


a 111 del D.F.L. N° 3 (que fija el texto refundido, coordinado y
sistematizado del D.F.L. N° 252 sobre Ley General de Bancos),
constituye uno de los juicios ejecutivos especiales de mayor
aplicación, debido a la proliferación de los mutuos o préstamos de
consumo con garantía hipotecaria. Debemos hacer presente que este
procedimiento no es aplicable a toda ejecución en que se pretenda
realizar una hipoteca, sólo es utilizable, por las entidades
financieras a favor de quienes se haya constituido. En efecto, el
artículo 103 inciso primero dispone “Cuando los deudores no
hubieren satisfecho las cuotas o dividendos en el plazo estipulado
y requeridos judicialmente no los pagaren en el término de 10
días, el juez decretará, a petición del banco, el remate del
inmueble hipotecado o su entrega en prenda pretoria al banco
acreedor”. De las expresiones destacadas fluye que la entidad
legitimada para impetrar este procedimiento ejecutivo especial y
titular de la acción, es el banco a favor de quien se haya
constituido una garantía hipotecaria.

Debemos entender incorporadas aquí a otras instituciones


mencionadas en el artículo 1° del D.L. N° 3522 de 1980. Entre

1
Minuta de apoyo, redactada por ayudante de la Cátedra y revisada por
el profesor de la misma.
2
Sobre este punto se puede consultar: 1.- Rivera Errázuriz, Gian
Manuel. “El juicio especial hipotecario”. Editorial Jurídica de Chile. Primera
edición de 1992. 2.- Casarino Viterbo, Mario. Manual de derecho procesal. Tomo
VI. Quinta Edición de 2005. 3.- Maturana Miquel, Cristián. “Los Juicios
ejecutivos especiales”, en “El juicio ejecutivo, panorama actual”. Primera
edición de 1995. Págs. 152 a 159.

1
ellas la Asociación Nacional de Ahorro y Préstamo (ANAP) o sus
cesionarios.

Presupuestos que deben concurrir para aplicar este procedimiento.

1.- La existencia de un título ejecutivo específico. En efecto,


debe hacerse valer una escritura pública en la cual la entidad
bancaria haya otorgado un préstamo, en moneda nacional o
extranjera, mediante la emisión de letras de crédito, y se haya
garantizado el cumplimiento del préstamo mediante una hipoteca, la
cual deberá ser inscrita en el Registro de Hipotecas y gravámenes
del Conservador de Bienes Raíces respectivo. Además, se requiere
generalmente que sea la primera hipoteca, pues como ésta
constituye un crédito preferente, según el artículo 2477 del
Código Civil, rige la máxima “prior tempore potior in ius”, es
decir, lo primero en tiempo es preferible en derecho. Lo anterior
pues dentro de los créditos hipotecarios, serán preferibles las
primeras en tiempo.

2.- Obligación líquida. Este no es más que el requisito general de


la acción ejecutiva, pero aquí se entenderá líquida siempre que en
la respectiva escritura se haga referencia a las tablas de
desarrollo de la deuda, aprobadas por la Superintendencia y
protocolizadas en una notaría. Además, la ley permite al Banco a
cobrar el interés máximo que la ley permita estipular (Ver Ley N°
18.010 sobre operaciones de crédito de dinero).

3.- Obligación actualmente exigible. Aquí debe cumplirse los


requisitos generales, es decir, que venza la o las respectivas
cuotas, salvo que exista cláusula de aceleración o caducidad
convencional del plazo.

4.- Acción no prescrita. Se aplican las reglas generales


contenidas en el artículo 2515 del Código Civil, es decir, la
acción ejecutiva prescribe en 3 años, y la ordinaria en 5 años

2
(subsiste 2 años después de la prescripción de la acción
ejecutiva).

Sujeto activo de la acción.

Según lo adelantamos en lo precedente, se debe tratar de una


entidad bancaria, ya sea el Banco del Estado, Banco de Chile u
otro privado. Además puede ser titular de la acción la ANAP o sus
cesionarios (Artículo 1° D.L. N° 3522 de 1980).

Sujeto pasivo de la acción.

Puede ser: a.- El deudor del mutuo hipotecario. b.- Los


herederos del deudor del mutuo hipotecario, por aplicación del
artículo 1097 del Código Civil, previa notificación del título,
según lo prescribe el artículo 1377 del mismo cuerpo normativo.
c.- El tercer poseedor que hubiere adquirido la finca hipoteca a
cualquier título, por aplicación del artículo 2415 del Código
Civil o por enajenación por el sólo ministerio de la justicia. d.-
El dueño de la finca hipotecada que hubiere hipotecado para
caucionar un préstamo otorgado a un tercero.

Tramitación.

En cuanto a los requisitos de la demanda, ésta debe cumplir


los requisitos generales comunes a todo escrito, los del artículo
254 del Código de Procedimiento Civil y los de la acción
ejecutiva, comentados anteriormente.

Presentada la demanda y cumpliendo ésta todos los requisitos


legales, el juez ordenará se requiera judicialmente de pago al
deudor, sin necesidad de decretar el embargo, pues cabe recordar
que el crédito se encuentra debidamente caucionado con la
hipoteca. Sin perjuicio de haberse discutido respecto de la
naturaleza jurídica de esta resolución, según don Cristián

3
Maturana Miquel, se trata de una sentencia interlocutoria de
segundo grado o categoría, ya que falla sobre algún trámite que
debe servir de base para la dictación de una sentencia definitiva
o interlocutoria. En el mismo sentido, Gian Manuel Rivera
Errázuriz (Op. Cit. Pág. 39). Posteriormente se requiere de pago
al deudor con el fin de que pague las cuotas que adeuda dentro del
plazo de 10 días, desde que se efectúa dicho requerimiento. Se ha
debatido si dicho plazo es de días corridos por aplicación del
artículo 50 del Código Civil o se suspende los días feriados por
aplicación de los artículos 59 y 66 del Código de Procedimiento
Civil. La jurisprudencia se ha inclinado por la primera posición,
pues aquí el deudor no tiene posibilidad de oponer excepciones y
además, el plazo no se encuentra regulado por el Código de
Procedimiento Civil, siendo inaplicable el artículo 66 del mismo
código. Además, se deberá designar un depositario definitivo para
que tome a su cargo el inmueble.

Vencido este plazo de 10 días el banco, puede solicitar que


se decrete el remate del inmueble o su entrega en prenda pretoria
(o anticresis judicial). Decretado que sea el remate del inmueble
o su entrega en prenda pretoria, se deberá notificar dicha
resolución por el estado diario, el deudor dentro del plazo de 5
días (ahora si interrumpidos, según se ha fallado en causa rol N°
3524-2007 sobre recurso de casación en e fondo, conocido y fallado
por la Corte Suprema), oponerse al remate o a la entrega en prenda
pretoria, fundado en las siguientes excepciones: a.- El pago de la
deuda, verificado ya sea con anterioridad a la presentación de la
demanda o dentro del plazo de los 10 días siguientes al
requerimiento. b.- La prescripción, regida según las reglas
generales. c.- No empecerle el título al ejecutado, la que deberá
ser fundada en un antecedente escrito y tener fundamento
plausible, para no ser desechada de plano. Esta oposición se
tramitará como incidente (tramitación general). La sentencia que
rechaza las excepciones, será apelable en el sólo efecto
devolutivo. Sin perjuicio de ello, el tribunal podrá decretar, a

4
petición de parte, la suspensión del cumplimiento de la sentencia,
cuando existan razones fundadas y se encuentre pendiente la
apelación (cuestión que se resolverá en cuenta).

La naturaleza jurídica de la resolución que se pronuncia


sobre las excepciones (oposición del ejecutado), es de sentencia
definitiva, así la califica expresamente el legislador, l
adoctrina y la jurisprudencia. De ello se derivan diversas
consecuencias. Primero, se deberá notificar por cédula. En segundo
lugar, el plazo para apelar será de 10 días contados desde la
notificación de la sentencia a la parte (término individual, según
artículo 65 C.P.C.). En tercer término, la apelación se resolverá
previa vista de la causa. En cuanto a los recursos que proceden,
según las reglas generales, serían procedentes: a.- Recurso de
rectificación, aclaración o enmienda. b.- Recurso de apelación c.-
Recurso de casación en la forma y en el fondo, en su caso. d.-
Incluso el recurso de queja, cuando la sentencia haya sido dictada
con falta o abuso grave. En cuarto lugar, al ser sentencia
definitiva, no se deberá compulsar el expediente, sin perjuicio de
la carga procesal de hacerse parte en la Corte de Apelaciones
respectiva (en el recurso de apelación). No procede la reposición,
sea ordinaria o extraordinaria.

El remate del inmueble.

Si no se oponen excepciones o se hubieren rechazado, se


procederá al remate del inmueble o a su entrega en prenda
pretoria, según lo solicitado. En el caso del remate, no es
requisito efectuar la tasación del inmueble, toda vez que la ley
fija el mínimo. En efecto el artículo 104 inciso 3° de la Ley
General de Bancos dispone “el mínimo y las demás condiciones del
remate serán fijados por el juez sin ulterior recurso, a propuesta
del banco; pero el mínimo del primer remate no podrá ser inferior
al monto del capital adeudado, dividendos insolutos, intereses
penales, costas judiciales y primas de seguro que recarguen la

5
deuda. Los gastos del juicio serán tasados por el juez”. Estas
constituyen las bases del remate. En consecuencia, el juez antes
de fijar estas bases deberá liquidar el crédito y tasar las costas
para poder fijar el mínimo.

El juez debe fijar día, hora y lugar del remate, resolución


que debe ser notificada personalmente a los otros acreedores que
tuvieren hipotecas sobre el inmueble en caso de ser el primer
remate, y para los siguientes, por cédula, en el mismo lugar en
que se les hubiere practicado la primera notificación, si no
hubieren designado domicilio especial en el juicio.

Se ha fallado que el primer remate en el procedimiento


ejecutivo especial de la Ley de Bancos debe tener un mínimo
establecido en dicha ley, lo cual difiere de las normas del
procedimiento ejecutivo general. Pero si en este primer remate no
hay postores, se aplicará el principio del Código de Procedimiento
Civil, debiendo ser reducirse el mínimo (Corte Suprema, 1987,
Sentencia publicada en la Gaceta Jurídica 82. Pág. 43).

Una vez establecidos el día, hora y lugar de la subasta, y


las bases del remate, éste debe ser anunciado por medio de avisos
publicados cuatro veces en días distintos y debiendo mediar 203
días a lo menos entre el primer aviso y la fecha de la subasta, en
un periódico del territorio jurisdiccional del tribunal en que se
siguiere el juicio y, si allí no lo hubiere, en uno de la capital
provincial. Las publicaciones podrán hacerse tanto en días hábiles
como inhábiles. Si no se verifica el primer remate, para un
segundo el número de avisos y el plazo que debe mediar entre la
primera publicación y la subasta, se reduce a la mitad.

3
Cabe recordar que en el juicio ejecutivo por obligaciones de dar, el
plazo que debe mediar entre la primera publicación y el día de la subasta es de
tan sólo 15 días. En cuanto al número de publicaciones y la reducción en caso de
una nueva subasta se encuentra en armonía con las reglas generales.

6
Llegado el día del remate, se procederá a adjudicar el
inmueble a favor del mejor postor. El banco se pagará de su
crédito sobre el precio del remate, con las siguientes
excepciones: a.- Los créditos del fisco y de las municipalidades
gozarán de la preferencia que les acuerdan los artículos 2472 y
2478 del Código Civil, respecto de los créditos del banco, sólo
cuando se trate de impuestos que afecten directamente a la
propiedad hipotecada y que tengan por base el avalúo de la
propiedad raíz, y de créditos a favor de los servicios de
pavimentación conforme a las leyes respectivas. Un ejemplo, sería
el impuesto territorial, regulado por la Ley N° 17.235, que regula
las mal llamadas “contribuciones”, que tienen de base el avalúo
fiscal y gravan la propiedad hipotecada. b.- Los acreedores
hipotecarios de derecho preferente al banco, por lo dispuesto en
el artículo 2477 del Código Civil.

En las enajenaciones que se efectúen en estos juicios, no se


aplicarán las prohibiciones establecidas en los números 3 y 4 del
artículo 1464 del Código Civil y el juez decretará sin más trámite
las cancelaciones de las interdicciones y prohibiciones que
afecten al predio, aún cuando hubieren sido decretadas por otros
tribunales.

En estos casos, los saldos que resultaren después de pagado


el banco y los demás acreedores hipotecarios quedarán a la orden
del juez de la causa para responder de las interdicciones y
prohibiciones decretadas por otros tribunales y que hubieren sido
canceladas.

Los subastadores de las propiedades en juicios regidos por el


procedimiento especial hipotecario no están obligados a respetar
los arriendos que las afecten, salvo que éstos hayan sido
otorgados por escritura pública inscrita en el Conservador de
Bienes Raíces respectivo con antelación a la hipoteca del banco o
autorizados por éste.

7
La prenda pretoria.

Si no se oponen excepciones o se hubieren rechazado, a


solicitud del banco, puede el tribunal entregar el inmueble
hipotecado en prenda pretoria el banco. Para ello el banco se
pagará, con los frutos civiles que produzca el inmueble, y hasta
hacer pago íntegro a la deuda o al saldo insoluto, en su caso.

Las tercerías.

Las tercerías en este procedimiento se encuentran más


limitadas. En efecto el artículo 109 inciso final dispone “en los
juicios que el banco siga contra sus deudores, no se tramitarán
tercerías de dominio que no se funden en títulos vigentes
inscritos con anterioridad a la respectiva hipoteca”. En lo demás
se rigen por los artículos 518 a 529 del Código de Procedimiento
Civil.

Normas supletorias.

Se aplican supletoriamente a las reglas contenidas en la


denominada Ley General de Bancos, siempre que no se opongan a la
naturaleza de éstas, las del juicio ejecutivo por obligación de
dar, contenidas en los artículos 434 a 529 del C.P.C., ambos
inclusive; las del juicio ordinario de mayor cuantía (artículos
253 a 433 del C.P.C.), por aplicación del artículo 3° del Código
de Procedimiento Civil; y las disposiciones comunes a todo
procedimiento, precisamente por ser aplicables a todo
procedimiento (Artículos 1° a 252 del C.P.C.).

En conclusión, este procedimiento constituye un privilegio


para las instituciones bancarias, pues de no existir deberían
demandar en juicio ejecutivo por obligaciones de dar, siendo de
más lata tramitación. Además, el banco, tiene la facultad de

8
exigir la primera hipoteca para garantizar el crédito. En efecto,
el artículo 99 inciso primero dispone “los préstamos en letras de
crédito deberán quedar garantizados con primera hipoteca, la que
no podrá extenderse a otras obligaciones contraídas con el banco”.
Como principal característica, podemos mencionar aquella que dice
relación con la falta de la traba del embargo, ya que al existir
una garantía hipotecaria es innecesario recurrir al apremio propio
de todo juicio ejecutivo general.

Anexo N° 2: “Algunas consideraciones en torno al juicio arbitral”.

Por juicio entendemos a “toda contienda actual entre dos o


más personas naturales o jurídicas sobre un derecho, que somete a
la decisión de un tribunal”4. Agregamos a las personas jurídicas en
el concepto, ya que en virtud del artículo 19 y 22 del Código
Civil, en relación a los artículos 54, 55 y 545 del mismo Código,
son también incluidas en el concepto de persona. Decíamos
anteriormente, que dicha contienda se somete al conocimiento y
decisión de un tribunal, el que a la luz del artículo 5° del
Código Orgánico de tribunales, puede ser ordinario, especial o
arbitral. El juicio arbitral es aquel en que conoce un árbitro,
designado conforme a la ley, cumpliendo los requisitos y siendo la
materia susceptible de arbitraje. Para que un tribunal arbitral
tome conocimiento de una controversia requiere de compromiso o
cláusula compromisoria. Hay que distinguir entre ambas
instituciones (compromiso y cláusula arbitral), ya que si bien
persiguen un mismo objetivo, difieren en cuanto a sus efectos. Por
compromiso entendemos al acuerdo en que se conviene por dos o más
personas someter la decisión de un determinado asunto a un
árbitro. Así las cosas, son requisitos de esta verdadera
convención, los siguientes: 1.- La concurrencia de dos o más
partes. 2.- Consentimiento o más bien manifestación de voluntad
con un fin específico y determinado. 3.- Que ese fin específico,
4
Lillo Hunzinker, Lenín. “Curso de Derecho Procesal Civil. Medidas
prejudiciales y precautorias; Juicio ordinario; Juicio sumario”. Segunda edición
de 2002. Editorial Jurídica La Ley. Pág. 9.

9
sea someter un asunto determinado a la decisión de una persona,
llamada para estos efectos “árbitro”. 4.- El cumplimiento de los
demás requisitos de validez y de existencia, comunes o generales y
específicos o particulares, en su caso. En cambio, la cláusula
compromisoria es definida como una estipulación en virtud de la
cual, las partes sustraen un determinado asunto litigioso del
conocimiento de la justicia ordinaria y lo someten a juicio
arbitral, reservándose las partes el derecho de designar el
árbitro en un acto posterior.

Dentro de los árbitros se puede distinguir: 1.- Árbitro de


derecho. Es aquel que por compromiso o cláusula compromisoria
conoce y falla un determinado asunto, sometiéndose a la
observancia en la tramitación y en la decisión a las reglas
establecidas para los jueces ordinarios, según la naturaleza de la
acción. Así lo requiere el artículo 223 inciso 2° del Código
Orgánico de Tribunales para que estemos en presencia de esta clase
de árbitro. 2.- Árbitro arbitrador o amigable componedor. Según el
artículo 223 inciso 3° del Código Orgánico de Tribunales, es aquel
que falla obedeciendo a lo que su prudencia y equidad le dictaren,
y no estará obligado a guardar en su procedimiento, y en su fallo,
otras reglas que las expresadas por las partes en el acto
constitutivo del compromiso, y si éstas nada hubieren manifestado
a las establecidas para este caso en los artículos 628 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil. 3.- Árbitro mixto.
De acuerdo al inciso final del artículo 223 del Código Orgánico de
tribunales, son aquellos que tienen facultades de arbitradores un
cuanto al procedimiento y se ciñen estrictamente a la ley en el
pronunciamiento de la sentencia definitiva.

La capacidad de las partes, en cuanto a la designación de


estas clases de árbitros es sumamente relevante. En efecto, para
designar a un árbitro arbitrador, las partes requieren ser mayores
de edad y tener la libre administración de sus bienes. Así lo
establece el artículo 224 inciso 1° del Código Orgánico de

10
Tribunales. Para designar a un árbitro de derecho, no se requiere
para la validez de su nombramiento capacidad alguna de las partes,
toda vez que se debe someter a las reglas de los jueces
ordinarios, en cuanto al procedimiento y en la dictación de la
sentencia definitiva. Por último, para designar un árbitro mixto
también se requiere plena capacidad de las partes.

Para terminar con esta parte, nos referiremos a los


requisitos generales para ser designado árbitro y a las materias
de arbitraje forzoso y arbitraje prohibido. Dentro de los
requisitos generales positivos, se requiere: a.- Ser mayores de
edad. b.- Tener la libre disposición de sus bienes. c.- Saber leer
y escribir. Además, un árbitro de derecho sólo puede recaer en una
persona que tenga la profesión de abogado. Sin perjuicio del
requisito de la mayoría de edad, el artículo 225 del Código
Orgánico de tribunales dice que puede ser árbitro un abogado
habilitado para el ejercicio de la profesión, aunque no sea mayor
de edad. Resulta que el artículo 523 N° 1 del mismo Código
establece que para ser abogado se requiere tener 20 años de edad.
Con lo anterior, se nota la incongruencia de dichas normas. Los
requisitos negativos son: a.- No puede ser nombrado árbitro,
ninguna de las partes, artículo 226 inciso 2° del Código Orgánico
de Tribunales. b.- Tampoco puede ser nombrado árbitro el juez de
la causa. c.- Los jueces letrados y los ministros de los
tribunales superiores de justicia, tienen la prohibición de
aceptar el arbitraje, salvo la excepción contenida en el mismo
artículo 317 del Código Orgánico de Tribunales. d.- No pueden ser
árbitros ni los fiscales judiciales ni los notarios, artículo 480
del Código Orgánico de Tribunales. EL artículo 227 del Código
Orgánico de Tribunales dispone que son materias de arbitraje
forzoso:
1.- La liquidación de una sociedad conyugal o de una sociedad
colectiva o en comandita civil, y la de las comunidades.
2.- La partición de bienes.

11
3.- Las cuestiones a que diere lugar la presentación de la cuenta
del gerente o del liquidador de las sociedades comerciales y los
demás juicios sobre cuentas.
4.- Las diferencias que ocurrieren entre los socios de una
sociedad anónima, o de una sociedad colectiva o en comandita
comercial, o entre los asociados de una participación, en el caso
del artículo 415 del Código de Comercio.
5.- Los demás que determinen las leyes.
6.- Los interesados, de común acuerdo, pueden también solicitar
al juez que conoce el procedimiento sobre la separación judicial,
la declaración de nulidad del matrimonio o el divorcio, que
liquide la sociedad conyugal o el régimen de participación en los
gananciales que hubo entre los cónyuges.

Por su parte el artículo 229 y 230 del mismo cuerpo normativo


excluye del arbitraje las siguientes materias:

1.- No podrán ser sometidas a la resolución de árbitros las


cuestiones que versen sobre alimentos o sobre derecho de pedir
separación de bienes entre marido y mujer.
2.- Tampoco las causas criminales, las de policía local, las que
se susciten entre un representante legal y su representado, y
aquellas en que debe ser oído el fiscal judicial.

Respecto de las fuentes de la justicia arbitral,


reconociéndose por el artículo 222 del Código Orgánico de
Tribunales, sólo a las 2 primeras. Estas son, a saber, son: a.- La
voluntad de las partes b.- La autoridad judicial, en subsidio. c.-
La ley, respecto de las causales de arbitraje forzoso. d.- La
voluntad unilateral del causante o testador.

A continuación analizaremos 2 artículo elaborados por el


profesor emérito de Derecho Procesal de la facultad de ciencias
jurídicas y sociales de la universidad de Concepción, en le
Revista de derecho y en un libro homenaje al profesor referido.

12
1.- “El arbitraje y los juicios laborales”5.

El autor analiza un caso basado en juicio laboral en que un


trabajador (futbolista), demanda al Club deportivo al que prestaba
servicios. Los demandados, opusieron a la demanda una excepción de
incompetencia, fundados en una cláusula compromisoria contenida en
el contrato de trabajo y en el artículo 11 del D.F.L. N° 1 del
Ministerio de Defensa Nacional publicado en el diario oficial de
29 de julio de 1970, llamado “Estatuto de los deportistas
profesionales”. En el contrato se estipuló que conocería como
árbitro el Directorio de la Asociación Nacional del Fútbol (ANFP).

En este caso existen dos cuestiones jurídicas relevantes.


Primero, la procedencia del arbitraje para solucionar una
controversia o conflicto laboral, respecto de la cual daremos
apreciaciones generales, por ser un tema ajeno al curso; y en
segundo lugar, los efectos del arbitraje y la incompetencia del
tribunal arbitral, teniendo en cuenta la forma de hacer efectiva
la nulidad del arbitraje.

Respecto de la primera problemática, debemos adelantar que


según lo establecido en el artículo 5° inciso 2° del Código del
Trabajo, en principio, no procede pues expresa “los derechos
establecidos por las leyes laborales son irrenunciables, mientras
subsista el contrato de trabajo”. Si bien, una vez extinguida la
relación laboral de acuerdo a algunas de las causales de los
artículos 159 y siguientes del Código del Trabajo, se puede
disponer de los derechos establecidos en las leyes laborales,
antes no es posible. Si se puede abdicar derechos establecidos
únicamente en el contrato de trabajo. Por su parte el artículo 420
letra a) del mismo Código, establece como competencia de los

5
Salas Vivaldi, Julio. Estudios de Derecho Procesal. “El arbitraje y
los juicios laborales”. Primera edición de 2006. Págs. 387 a 399.

13
Juzgados de Letras del Trabajo6, “las cuestiones suscitadas entre
empleadores y trabajadores por aplicación de las normas laborales
o derivadas de la interpretación y aplicación de los contratos
individuales o colectivos del trabajo o de las convenciones y
fallos arbitrales en materia laboral”. En consecuencia, no sería
procedente nombrar un árbitro que no fuese el tribunal que por ley
le corresponde conocer del asunto. Pero existe un caso calificado
en el cual se puede sustraer la controversia de la justicia
ordinaria (más bien especial, sin perjuicio de no ser nombrado por
el artículo 5° del Código Orgánico de Tribunales), y es
precisamente el caso contemplado por el D.F.L. N° 1 de 1970,
conocido como estatuto de futbolistas profesionales. En la
sentencia en comento, sin embargo, se rechaza la excepción, porque
el mismo D.F.L. sometía a un reglamento el procedimiento y la
implementación de este tribunal arbitral, el cual a la fecha de la
dictación de la sentencia (16 de septiembre de 1991), aún no se
había dictado. El profesor Julio Salas, concluye que no se trata
de un juez árbitro, sino que más bien de un tribunal especial
creado por el mencionado D.F.L. que por tener jerarquía de ley,
cumple el mandato establecido por el artículo 1° del Código
Orgánico de tribunales y el artículo 76 de la Constitución
Política de la República de Chile. Además, sirvió de fundamento el
hecho de que según se estipuló en el contrato de trabajo conocería
de la controversia el directorio de la ANFP, siendo que el D.F.L.
invocado, sostiene que dicho tribunal arbitral será conformado por
dos miembros de los trabajadores, dos de los empleadores y por el
director nacional del trabajo o su representante.

En lo relevante, el profesor Salas, aborda la problemática de


cómo invalidar u oponerse al arbitraje de realizarse
efectivamente. En caso de principiar el arbitraje, se deberá
oponer ante el la correspondiente excepción de incompetencia

6
Actualmente las causas laborales son conocidas por los Juzgados
Civiles, en la sección laboral, como es el caso de Temuco, o bien por los
Juzgados de Letras con Competencia Común. Lo anterior debido a que el 30 de
octubre del 2009, entre en plena vigencia la reforma procesal laboral.

14
absoluta, la cual deberá ser sostenida durante toda la
tramitación, es decir, deducir todos los recursos tendientes a
conseguir se declare la nulidad absoluta. En este punto, no sería
admisible posteriormente una reclamación de tal entidad, debido a
la aplicación del principio “in limite litis”, sin perjuicio de lo
que se analizará a continuación. En caso que se haya efectuado el
arbitraje, según don Patricio Aylwin Azocar, la sanción es la
nulidad absoluta del acto, por aplicación de los artículos 1466 y
1682 del Código Civil. Pero no del arbitraje, sino del compromiso
o cláusula compromisoria. El problema surge al establecer la forma
de hacer valer esta sanción. Según el profesor Aylwin, la forma de
hacer valer tal nulidad sería de acuerdo a las normas civiles, es
decir, rigiéndose por las normas de los artículos 1682 y
siguientes del Código Civil. Este razonamiento para el profesor
Salas es inadmisible, pues se confunden dos instituciones, una
civil como es la nulidad absoluta (del compromiso o cláusula
compromisoria), con otra como la nulidad procesal y la
inexistencia. Es una de estas últimas vías la que deberá utilizar
la parte, para conseguir la sanción. Aquí se debe hacer una
precisión, en cuanto a la diferencia entre la nulidad y la
inexistencia procesal. Mientras la nulidad, tiene por objeto dejar
sin efecto actos jurídicos procesales emanados con omisión de los
requisitos legales, surtiendo antes de dicha declaración de todos
sus efectos legales, la inexistencia, va más allá. En efecto,
decir que un acto jurídico procesal es nulo, significa afirmar que
jamás surtió efecto alguno, que es la nada misma. La distinción
anterior, no es antojadiza, ya que sólo la nulidad ha sido
contemplada en nuestro ordenamiento jurídico, precisamente en los
artículos 79, 80, 83 y 84 del Código de Procedimiento Civil (los
preceptos citados se refieren sólo a las causales del incidente de
nulidad, específica y genérica). Eso antes de que se convalide in
limine litis.

Por tanto, aquí debe promoverse la nulidad del o los actos


jurídicos procesales viciados, en la especie del compromiso, para

15
que por el efecto derivado o extensivo de la nulidad quede sin
efecto el arbitraje. Pero aún persiste un problema, pues resulta
un tanto forzoso conseguir la nulidad del arbitraje con la
declaración de nulidad del compromiso. Hasta aquí con el
arbitraje.

2.- “La competencia arbitral”7.

En este caso no vamos introducirnos mayormente, pues se trata


de un caso de derecho marítimo. En consecuencia, sólo analizaremos
ciertos aspectos procesales relevantes. En este caso se solicitó
la designación de un juez árbitro para resolver una demanda de
indemnización de perjuicios por responsabilidad extracontractual
ocasionados por una colisión naves (barcos). Según el artículo
1203 del Código de Comercio, ello es perfectamente posible. El
problema surgió, que mientras se designaba el juez árbitro, la
otra empresa demandó la indemnización ante la justicia ordinaria.
Por el precepto citado del Código de Comercio el juez árbitro
tiene competencia para conocer del litigio, propuesto, pero puede
además conocer la controversia en que figuran como demandados,
quienes originariamente querían demandar. Podemos decir, siguiendo
al profesor Salas, que los árbitros se encuentran reconocidos y
definidos expresamente en el artículo 222 del Código Orgánico de
Tribunales. Que el artículo 5° del mismo código, le atribuye la
calidad de tribunal de justicia, lo cual tiene diversas
consecuencias, como por ejemplo, tener jurisdicción. En relación
con el artículo 76 de la Constitución Política de la República de
Chile y el artículo 1° del Código Orgánico de tribunales, dicho
tribunal arbitral tiene jurisdicción, y por tanto, la facultad de
administrar justicia, conociendo y juzgando las causas civiles
sometidas a su decisión. En el caso del arbitraje del artículo
1203 del Código de Comercio, se ha postulado es voluntario,
apreciación errada ya que se trata a juicio del profesor Salas de

7
Salas Vivaldi, Julio. Estudios de Derecho Procesal. “La competencia
arbitral”. Primera edición de 2006. Págs. 445 a 455.

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un arbitraje forzoso u obligatorio y en el pero de los casos de
índole especial. Lo anterior, tiene implicancias, pues al ser
forzoso u obligatorio o bien especial, es de todas formas
establecido por la ley. Lo que queda por aclarar ahora es la cabal
competencia que tiene el árbitro, pues quedó claro que si tiene
jurisdicción. En este caso, según don Manuel Somarriva Undurraga,
en su obra “Indivisión y partición”, página 179, y don Patricio
Aylwin Azocar, en su obra “El juicio arbitral”, páginas 86 y 87,
la competencia al árbitro se la dan las partes, y en la especie,
aquella que anunció demandar la indemnización de perjuicios. No
habiéndose incluido otros litigios o controversias a que diere
lugar los mismos hechos, como la demanda de la otra empresa ante
la justicia ordinaria, el árbitro designado primitivamente carece
de competencia para pronunciarse también sobre dicha contienda.
Así la sentencia pronunciada por la Corte Suprema dijo que los
árbitros forzosos u obligatorios “no tienen más facultades que las
que les confieren las partes o el juez en el título de
nombramiento” (Sentencia publicada en la Revista de Derecho y
Jurisprudencia, XXVI, Sección primera, página 367). Así la parte
que demandó en la justicia ordinaria, no tendrá otro camino que
interponer el respectivo incidente de nulidad genérica, pues este
es el camino franqueado por la ley. Lo anterior, debido a que se
infringió la competencia absoluta, y ocasiona un perjuicio sólo
reparable con la declaración de nulidad.

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