You are on page 1of 15

REDES INNOVATIVAS: Más allá del laboratorio

Lydia Mª Garrido Luzardo


UDELAR

Resumen

A partir de la investigación etnográfica en prácticas y trayectorias de difusión del


conocimiento científico, se vinculan tres cuestiones presentes en la agenda actual del debate
científico. Redes sociotécnicas, continuidad naturaleza-cultura, nanotecnología. Tienen a la
base una epistemología que permite borrar fronteras y penetrar en configuraciones que
organizan los saberes de manera distinta. Los acelerados ritmos cambiantes de las
configuraciones socioculturales que se vislumbran a partir de señales portadoras de futuro,
nos impelen a revisar herramientas teórico-metodológicas de investigación socio
antropológica que nos permitan acompañarlos. La Antropología ha estudiado la organización
y los procesos socioculturales en el pasado (sociedades tradicionales) y del presente
(sociedades contemporáneas). Pero, ¿está preparada para estudiarlos en escenarios de futuros
posibles?

Palabras clave: redes, naturaleza-cultura, nanotecnología, prospectiva.

Introducción

El objetivo de este trabajo es presentar algunos aspectos de la configuración de las relaciones


sociotécnicas que evidencian procesos presentes y posibles futuros de cambio sociocultural
que nos interpelan a revisar cuestiones teórico-metodológicas adecuadas para captarlas. Se
apoya en las observaciones que surgen a partir de la investigación etnográfica en prácticas y
difusión de conocimientos en nanotecnología.

Los estudios antropológicos desde sus orígenes han tenido la virtud de acompañar los
procesos de cambio sociocultural. Los contextos de transformación se hacen cada vez más
evidentes. El imperio de las interconexiones difuma fronteras y visibiliza diseños que se nos
presentan como novedosos. Esto nos impele a reacomodaciones a la hora de estudiar y
comprender estos fenómenos. Presentamos tres cuestiones que aparecen conectadas. (i) Las
configuraciones sociales en forma de red. Las prácticas en redes de colaboración requieren un
abordaje con una metodología que nos permita profundizar en las relaciones, aspecto central
de una red. Debemos poder penetrar en cómo se da la comunicación/incomunicación en el

1
locus de intercambios que ocurre en las fronteras que se desdibujan entre los distintos
actores/agentes de la red innovativa, y no quedarnos únicamente con un vector que muestra
conexiones. Consideramos que se trata de un espacio de liminalidad que el antropólogo
reconoce como conocido en su propia práctica y donde está legitimado para situarse a estudiar
los nuevos ensamblados sociales. (Althabe, 1999; Althabe en Hernández y Svampa, 2008) (ii)
Replanteos respecto a la discontinuidad naturaleza-cultura, o del objeto natural-artificial. Las
voces que se fueron levantando (principalmente a partir de la década de 1990) en torno al
cuestionamiento de las fronteras naturaleza- cultura marcaron un precedente que no pudo ser
soslayado. Tal vez el hecho más significativo que le da un sitial de prestigio, tanto por lo
central para la antropología como por lo ineludible de la temática, es el haberse inaugurado
una Cátedra de la Antropología de la Naturaleza en el ilustre Collège de France (Descola,
2001). (iii) La emergencia de un nuevo paradigma socio-tecnológico con la nanotecnología en
su base, repotencia los alcances logrados por las tecnologías de la información y
comunicación y la biología molecular.

Antecedentes

En sus rasgos más generales el tema de este trabajo se encuadra en lo que se denomina
Estudios Sociales de la Ciencia, (o también Ciencia, Tecnología y Sociedad -CTS-), a los
cuales la Antropología viene aportando desde su especificidad de producción de
conocimiento. En la tradición académica, los estudios en CTS se caracterizan por intentar
comprender y explicar en qué consisten y cómo se desarrollan las vinculaciones entre ciencia,
tecnología y sociedad. “Ciencias, técnicas, sociedades”, plantea Latour, y agrega: “[s]ea cual
fuere la etiqueta, siempre se trata de volver a atar el nudo gordiano atravesando, tantas veces
como haga falta, el corte que separa los conocimientos exactos y el ejercicio del poder,
digamos la naturaleza y la cultura”. (2007: 18)

Este trabajo no se propone estudiar desde las ciencias sociales al “otro” bloque de ciencias,
activando así el “partage” disciplinario entre ciencias de la “naturaleza” y ciencias del
hombre; sino que parte de mirar a la tecno-ciencia como construcción social, intentando
seguirla a través de cómo es percibida y practicada, y a su vez, en cómo ella modela dichas
construcciones de significados y conductas.

2
En relación a Antropología y Ciencia hay una importante tradición antropológica respecto a la
investigación sobre el conocimiento científico en las sociedades ‘primitivas’. Sin embargo, la
antropología de las sociedades complejas no se habría ocupado de la centralidad de la relación
ciencia-tecnología-sociedad en la misma forma que lo habría hecho con las sociedades
tradicionales. (Pfaffenberger, 1992; Hess, 1994; Fisher y Marcus 2000). Esta situación ha
tenido un punto de quiebre a principios de la década de 1990, cuando varias investigaciones
antropológicas pasaron a generar una interesante masa crítica de conocimiento que contribuye
al mapeado general de los estudios sociales sobre ciencia y tecnología. (Traweek,1988; Hess,
1992; Hakken, 1993, Heath, 1993; Downey y Dumit 1997; Rabinow, 1999) Debemos
mencionar la importancia que tuvieron los paneles sobre ciencia y tecnología en los
encuentros anuales de la AAA 1 de los años 1992 y 1993 como aglutinadores de numerosos
trabajos realizados desde diferentes encuadres, y que al mismo tiempo significaron un
estímulo para investigaciones posteriores.

Cabe también hacer una distinción en cuanto a las características de las etnografías que
inauguraron este nuevo tiempo. (Hess, 2001) Podemos identificar un primer momento dónde
los estudios etnográficos, -ya sea como recurso, como intervención, o como etnografía de lo
contemporáneo- (Stagnaro, 2003), se suman al caudal de los estudios en CTS contribuyendo a
visibilizar los aspectos sociales de la construcción del conocimiento científico (apertura de la
‘caja negra’). Inmediatamente, se extendió el concepto de ‘construcción’ de manera tal que
incluyera tanto a humanos como a no-humanos (ej. la co-construcción en la ‘teoría del actor-
red’) (Callon, 1986; Latour, 1986; 2008) Para Latour la construcción del conocimiento es
producto de una red artefactual y el mundo es de acuerdo a la herramienta que se use. Los
actores (individuales y colectivos, humanos y no humanos) trabajan constantemente para
traducir sus lenguajes, sus problemas, sus identidades o sus intereses en los de los otros. Es a
través de este proceso con punto de inflexión en el laboratorio (de ahí que parafraseando a
Arquímedes dice “Denme un laboratorio que construiré el Mundo”), que el mundo se
construye y se desconstruye, se estabiliza y se desestabiliza (Latour, 1983: 2,7). En este
primer momento podemos identificar también a aquellos estudios realizados dentro de lo que
se denominó Antropología del Ciberespacio, que estrecharon demasiado los estudios
antropológicos en Ciencia y Tecnología (C y T) vinculándolos casi exclusivamente a
computadoras y biotecnología al decir de Hess (1994).

1
American Anthropological Association. Ver http://www.aaanet.org/

3
Este autor habla de una segunda generación de estudios etnográficos en CTS, que podría
caracterizarse como ‘postconstructivista’ (Hess, 2001: 4-5). Encuentra que se habría ampliado
el espectro de estudios vinculados a C y T, enfocados principalmente en: áreas de
problematización concretas (medioambiente, clases sociales, raza, sexo y sexismo,
colonialismo); la revisión de aspectos teóricos, sociológicos y filosóficos; y el interés por una
antropología aplicada, de intervención social y política. La característica que conjugaría esta
diversidad de enfoques, sería la apertura a una polifonía de alternativas. (Ibíd.: 13) Postular tal
amplitud, es garantizar la no exclusión de voces ni quedar fuera del campo de la discusión en
C y T.

Las etnografías en C y T presentan giros que las diferencian de las etnografías


contemporáneas. Mencionaremos algunas de las particularidades del trabajo de campo. La
investigación pasa a ser ‘multisituada’ (Marcus, 1998), lo que nos lleva a ir más allá del
laboratorio de los ‘expertos’ para integrar a otros actores sociales (activistas, movimientos
sociales, medios de comunicación, instituciones de políticas públicas, de otorgamiento de
fondos, empresas intensivas en conocimiento). Se abren ‘otros espacios’ como parte del
trabajo de campo (conferencias, workshops, universidades, asambleas, espacios inter-
institucionales, etc.). Nos encontramos en ‘otras formas de relación’ con nuestros
informantes: estos son colegas (aunque de otras disciplinas); a veces puede implicar una
relación de dependencia si trabajamos para el laboratorio; pueden ser nuestros docentes, si nos
sumergimos a aprender prácticas tecnocientíficas concretas; o hasta integrantes de un mismo
equipo interdisciplinario de investigación.

Desarrollo

(i) Redes innovativas

La estructura social ha venido transformándose aceleradamente en la segunda mitad del siglo


XX, lo que motivó que muchos investigadores realizaran profundos estudios sociales y
culturales que permitieran explicar las peculiaridades del cambio. Se constelan una serie de
procesos intervinculados que configurarían la emergencia de lo que Manuel Castells (1998)
denominó “La sociedad red”. Sin embargo, ya Radcliffe-Brown (1952, en Mayer 1987: 128)

4
habría caracterizado a la estructura social como una “red de relaciones sociales efectivamente
existentes”2 y establecido que esa estructura debería constituir el objeto de investigación de la
antropología. Para autores como Dabas (1993), a partir de la instalación de una racionalidad
diferente debido a los impactos de la Segunda Guerra Mundial, se habrían gestado las
condiciones para el comienzo de una transición desde un pensamiento lineal centrado en la
razón a un pensamiento complejo; se habría habilitado que la metáfora de la red alimentara
una nueva manera de abordar el estudio de lo social. Pero sería la tecnología de la
información en la base material la que habilitaría una reestructuración en el campo de los
significantes que facilitan que esta metáfora sea colectivamente adoptada. Castells en su
conclusión general, escribe: “como tendencia histórica, las funciones y los procesos
dominantes en la era de la información cada vez se organizan más en torno a redes. Éstas
constituyen la nueva morfología social de nuestras sociedades y la difusión de su lógica de
enlace modifica de forma sustancial la operación y los resultados de los procesos de
producción, la experiencia, el poder y la cultura”. (Castells, 1998: 505)

Las redes son a la vez reales como la naturaleza, narradas como el discurso, colectivas como
la sociedad, dice Latour. Pero entonces, ¿cómo abordar el conocimiento de una configuración
en red? Este dilema tal vez no tendría solución si la antropología “no nos hubiese habituado
desde hace tiempo a tratar sin crisis ni crítica el tejido sin costuras de las naturalezas-culturas”
(Latour, 2007:23), ya que aunque nuestros mayores no hayan comprendido las redes
sociotécnicas, siempre han sabido en los trabajos etnográficos relacionar todas las
dimensiones de la vida sociocultural.

En lo que refiere a estudios específicos sobre redes sociales, podemos señalar un comienzo en
la tradición antropológica británica a partir de la década de 1950. Se destacan los trabajos
desde la Universidad de Manchester con antropólogos como Mitchell, Barnes, Bott, Mayer,
entre otros. Se destaca el uso pionero que realizó Larissa Lomnitz (1969) de análisis de redes
sociales para el estudio de la desigualdad en Latinoamérica.

Lo que se denomina como análisis reticulares (network analysis) tienen su antecedente directo
en la sociometría, método para el estudio de las relaciones interpersonales desarrollado en sus
comienzos por Jacobo Moreno. También debemos reseñar a Kurt Lewin (1978) con sus

2
Traducción propia.

5
aportes respecto a la teoría del campo como precursores en el uso del concepto de red social.
Mucho se fue construyendo a partir de entonces sobre su operacionalidad. Uno de los caminos
recorridos está apoyado en la alta formalización en base a matemáticas, especialmente la
teoría de grafos, que se suele denominar como análisis de redes sociales (ARS).

Los científicos trabajan bajo la configuración de redes de colaboración a través tanto de


equipos en investigación conjunta, para la firma de artículos académicos, o participación en
proyectos con diversas finalidades (investigación, capacitación, desarrollo de productos junto
a empresas); en redes de alcance local, regional e internacional; pueden implicar relaciones
directas, indirectas y virtuales (por ejemplo la participación en redes de interacción que se
generan en plataformas virtuales como Second Life)3.

Las conexiones aparecen cada vez más densas y pueden ser estudiadas desde distintos
enfoques (como metáfora, en un sentido pragmático como networking, etnográfico, o
metodológico como ARS). Sin embargo, el término de red no tiene un sentido semántico
unívoco. En una revisión de los aspectos metodológicos Madariaga et als (2003: 18) señala:
(i) ausencia de instrumentos de valoración uniforme y fiable; (ii) fallos al considerar los
aspectos negativos y conflictivos; (iii) falta de atención a las diferencias individuales. Es parte
de debates actuales plantear un retorno a las preguntas que dieron origen a los estudios de
redes, a modo de recuperar parte de la mirada. Villasante (1999:1) propone un análisis
reticular social (ARS) desde un enfoque de “estrategias constructivas y participativas de la
realidad social”. Este enfoque habilita a que el trabajo etnográfico con los actores/agentes que
intervienen en las interacciones de la red de relaciones innovativas develen aquello que ocurre
en lo cotidiano. Permite hacer dialogar enfoques estructurales que buscan pautas o
regularidades con análisis de discurso y prácticas, que nos revelen aspectos intersubjetivos
simbólicos y comportamentales. Se busca correlacionar estructura y agencia.

(ii) Naturaleza - Cultura

Otra cuestión emerge haciendo foco: las fronteras entre naturaleza-cultura, o del objeto
natural-artificial se desdibujan. Una manera diferente de configurar la realidad está siendo
cada vez más visible en distintos lugares de la producción de conocimiento, al punto que hoy

3
Ver en http://slurl.com/secondlife/ACS/1

6
está pulsando para desafiar la construcción antagónica naturaleza-cultura que ha nutrido una
epistemología dualista, directriz en occidente “moderno”, y de la cual se pueden reconstruir
los trazos provenientes desde la antigüedad clásica. La construcción epistémica hasta ahora
hegemónica, producto de un determinado tiempo, espacio y sociedad, que cristalizó una
separatividad tal que desde allí se atrincheraron los diversos campos disciplinarios -y por lo
tanto de creación de conocimiento-, parece estar aportando más confusión que luz sobre
ciertas configuraciones, realidades y posibilidades actuales. Aparece como imperiosa la
necesidad de su revisión, e incluso ya varias voces demuestran su obsolencia

La Antropología contemporánea se está permitiendo una re-visón de sus interpretaciones


acerca de ‘otras’ maneras de armar las relaciones entre naturaleza y cultura que encontró en
aquellos grupos sociales al margen de occidente. Ella las había realizado a partir de una
epistemología de discontinuidad que colocó como fondo y sobre la cual hizo figura las otras
cosmovisiones. (Descola, 2001: 12) Esto la llevó -aún en sus posturas relativistas- a
entenderlas como ‘diferentes’, con “un punto de vista singular, aunque generalmente
catalogado de erróneo, (…) como una manera particular de acomodarse a una realidad y
determinaciones objetivas, donde nosotros habríamos sido los primeros en suponer que existía
(…) y los únicos en intentar develar sus verdaderas propiedades”4. (Descola, 2001: 5)

En la tercera Conferencia de la Asociación Europea de Antropólogos Sociales que tuvo lugar


en Oslo en 1994, uno de los temas que suscitó un interés destacado entre los participantes y
que sorprendió a los organizadores, fue el acento que re-colocaba un estado de reflexión y
debate en torno a las relaciones naturaleza y sociedad. Tomamos de la introducción a la
compilación de algunos de estos trabajos, bajo el título Naturaleza y Sociedad: perspectivas
antropológicas que realizaran Philippe Descola y Gísli Pálsson, una pregunta que resulta
particularmente inspiradora para este trabajo: “¿La difuminación de la oposición naturaleza-
cultura en algunos sectores de la ciencia contemporánea implicará una redefinición de las
categorías cosmológicas y ontológicas occidentales tradicionales?” (Descola y Pálsson, 2001:
12)

La disyunción naturaleza-cultura ha sido parte del paradigma de la modernidad. Esta


configuración ha estado incrustada a la base de la arquitectura del conocimiento occidental y

4
Traducción propia.

7
no comienza a ser jaqueada hasta fines del siglo XX. Haber asumido esta dicotomía sin
cuestionamientos, ha generado a los estudios antropológicos un ‘quebradero de cabezas’
(casse-tête) -al decir de Descola - (2001:5), tan inadecuado para entender las realidades no
occidentales como para comprender la práctica efectiva de la ciencia contemporánea. Latour
ha mostrado como en la práctica la ciencia moderna no ha podido cumplir con las normas del
paradigma dualista. Ella produce constantemente fenómenos y artefactos híbridos en los
cuales los efectos materiales y las conversaciones sociales se mezclan de forma inextricable.

Confrontados frente a las diferentes formas de organizar elementos dentro de un haz de


posibilidades, hemos llegado a tomar contacto con ‘nuestra’ forma de adscribir atributos y
propiedades a categorías como naturaleza y cultura. Si nos colocamos como “uno más”, y no
como aquél a partir del cuál se ordena el resto, la pregunta tradicional respecto a los por qué y
a los cómo lo hacen los “otros”, se amplía para incluir también a los por qué y a los cómo
nosotros lo hacemos (y debiendo revisar cómo lo hemos venido haciendo). (Descola,
2001:12) Este autor dice así: “La naturaleza no existe como una esfera de realidades
autónomas de cada pueblo, y esa debe ser la tarea de la antropología de comprender porqué y
cómo tanta gente incluyen dentro de lo humano tantos seres [o cosas] que nosotros
consideramos naturales, pero también porqué y cómo a nosotros nos ha parecido necesario
excluir estas entidades de nuestro destino común” (2001:5) El apela a un universalismo
relativo. Relativo en el sentido del pronombre, referido a ‘relación’. Considera que la
oposición artificiosa entre universalidad de las explicaciones nomotéticas y la relatividad de
las interpretaciones históricas y sociológicas está sustentada en las posiciones
epistemológicas de la apariencia contradictoria que proviene de la división empírica del
trabajo entre ciencias de la naturaleza y ciencias de la cultura, un obstáculo hoy para el
progreso del conocimiento. (Ibíd.: 10)

Se nos está presentando también el tener que reflexionar acerca de las condiciones que han
precipitado la necesidad de una revisión a estas categorías. Además de la diferencia en la
“distribución de las continuidades y discontinuidades entre el hombre y los objetos de su
entorno sobre la base de semejanzas y de contrastes de formas, de sustancia o de
comportamiento” (Descola, 2001:12) está también observar cómo estas se van modificando
en el tiempo. Reconocer que la ‘discontinuidad’ es una forma de organizar los elementos y no
una cualidad intrínseca de ellos, habilita su revisión y modificación. El dirá “si categorías
analíticas, tales como la economía, el totemismo, el parentesco, la política, el individualismo e

8
incluso la sociedad han sido caracterizadas como construcciones etnocéntricas, ¿porqué no
iba a pasar lo mismo con la disyunción entre naturaleza y cultura?” (Descola y Pálsson, 2001:
20)

Parece insostenible mantener la adscripción fija y esencialista a las categorías discontinuas de


naturaleza y cultura cuando hemos construido nuevas entidades en las que están fusionados
atributos de ambas, y con las cuales interactuamos cada vez más de manera continua. Si la
ciencia moderna nos dio los encuadres para la construcción de la creencia de que la naturaleza
existía como algo externo y nos proveyó de los argumentos para sostener la Gran División,
hoy, es la propia ciencia quién estimula la revisión.

Nos preguntamos: ¿dónde podemos encontrar experiencias que ilustren una configuración tal
que pueda explicar porqué el gran partage naturaleza-cultura no parece ser más útil? A modo
de ir tentando una respuesta proponemos acercarnos a los modos de interacción que se dan
entre los actores de redes científico-innovativas. Se pretende en lo concreto observar modos
de práctica que nos aproximen a estas dinámicas de construcción de sentido, donde la
“ciencia, sociedad, cultura, tecnología y naturaleza dejan de ser consideradas entidades
cerradas e inconmensurables para pasar a definir (…) un espacio integrado cuadridimensional
en el que se estabilizan las redes de sistemas tecnoculturales” (Medina, 2001: 85)

Durante el II Encuentro Nano MERCOSUR, realizado en Buenos Aires entre el 4 y 6 de


Agosto 2009, el químico Juan Pablo Hinestroza de la Universidad de Cornell planteaba que
como científico, cuyo campo de estudio es la nanotecnología, su interés está en entender la
interfaz entre un objeto natural y uno sintético. Por debajo de los 350 nanómetros5 no hay
diferencia entre lo natural y lo artificial, “la naturaleza no distingue por quien fue creado”
(HinEstroza, 2009).

(iii) Nanotecnología

Nos aproximaremos al quehacer científico-tecnológico en una de las prácticas de punta en


estos momentos y que se perfila como el nuevo paradigma tecnocientífico de reemplazo: la
nanotecnología.

5
El prefijo ‘nano’ hace referencia a una millonésima parte de algo.

9
La Nanotecnología (NT), constituye un conjunto de técnicas empleadas para la manipulación
de la materia a la escala de átomos y moléculas (RS&RAE, 2004). Llamada así por
desarrollarse a escala nano (una millonésima de milímetro), sus características principales
refieren tanto a las propiedades diferenciales que tienen los materiales a esa escala6, como a
la posibilidad de construir entidades (conocidas y nuevas) a partir del reordenamiento de
átomos y moléculas7. Ontológicamente interdisciplinaria, está a la base de una plataforma de
convergencia junto a la física, química, biología, ciencias cognitivas y de la información
(Nanotecnología, Biotecnología, Ciencias de la Información y Cognitivas - NBIC-).

La NT es considerada como una tecnología disruptiva que implicará cambios profundos,


impactando tanto en (i) los materiales que se construyen con esta tecnología a la base; (ii) los
diversos procesos productivos que la incluyen –en forma total o parcial-; como hasta (iii) las
capacidades de los seres humanos, las que podrían transformarse por medio de
nanodispositivos. (Foladori e Invernizzi, 2006) La nanotecnología habilita realizar implantes
cerebrales a través del sistema sanguíneo (no detectables por el sistema inmunológico) lo que
los hace altamente eficaces, evitando así el rechazo como elementos “exógenos”. Esta
tecnología estaría permitiendo conectar directamente “data cables” y transferir información
desde una computadora externa (Simonite, 2007), procesadores de conocimientos que
mejoren nuestras capacidades intelectuales. Se estaría en condiciones de reprogramar nuestra
biología, intervenir generando potencialidades artificiales de manera elegida, lo que implica
una diferencia sustancial con la forma en que, a partir de potencialidades naturales
distribuidas de manera aleatoria, la humanidad aprendió a estimular y acumular socialmente
conocimiento.

Es la posibilidad de intervención en todas las formas y manifestaciones conocidas, hasta


“crear vida” a partir de elementos tanto vivos como inertes. La NT habilita la manipulación de
la vida en sus niveles más elementales (nanobiología molecular): crear organismos en el
laboratorio; cambiar la herencia genética; generar posibilidades de hibridación humana
transformando nuestros potenciales naturales y habilitando la posibilidad de ser cada vez más

6
Las propiedades de los sistemas nanoscópicos no se rigen por las leyes físicas que describen el mundo
macroscópico en el que vivimos y conocemos sino por las leyes de la mecánica cuántica
7
La nanotecnología habilita la construcción “bottom up” (de abajo hacia arriba).Utiliza a los átomos y moléculas
como si fueran ladrillos para construir cosas más grandes. En cambio, en la tecnología tradicional sucede a la
inversa, todo se miniaturizó al límite.

10
parecidos a los robots, al mismo tiempo que se busca que los robots se parezcan cada vez más
a los humanos. Las capacidades de reprogramación de nuestra biología crecen
exponencialmente. Para el físico teórico Michio Kaku (2008) “estamos en plena transición
histórica de observadores pasivos de la danza de la naturaleza a coreógrafos de esta danza,
con la capacidad de manipular la vida, la materia y la inteligencia”.

La nanotecnología junto a las otras tecnociencias de la plataforma de convergencia NBIC,


suponen un cambio en la ontología del sujeto. No es posible advertir en este presente todos
los impactos y posibles transformaciones en el estatuto de nuestra especie. Como nuevo
paradigma tecnológico de naturaleza radicalmente distinta, son inmensos los horizontes de
desarrollo que propone y al mismo tiempo las incertidumbres. A la Antropología le ocupa el
desafío de avanzar en los estudios de los ensamblados tecno-científicos culturales. Su mirada
es idónea para captar los modos de las prácticas científicas en su diversidad; las nuevas
formas en la construcción de significantes y significados (las fronteras que se desdibujan entre
humanos y no-humanos); penetrar en las relaciones de sentido (algunas conocidas otras
inéditas); observar las nuevas configuraciones de cultura-naturaleza; junto a los juegos y
alianzas de poder que se re-construyen a través del tiempo en una apariencia cada vez más
cíclica que lineal.

A modo de reflexión final

Un planteo: ¿Es posible hacer prospectiva en los estudios de una Antropología de la


Tecnociencia? Dicho de otro modo: ¿La antropología está preparada para estudiar procesos
de transformación social y de cambio cultural que aún no han ocurrido, futuros posibles a
partir de señales que se pueden vislumbrar?

Redes sociotécnicas, continuidad naturaleza-cultura, nanotecnología. Tienen a la base una


epistemología que permite borrar fronteras y penetrar en configuraciones que organizan los
saberes de manera distinta8. Estamos transitando un umbral de transformaciones que parecen

8
Siendo esta una característica fundadora de la prospectiva. En este sentido, la Prospectiva, disciplina que tiene
por objeto el estudio de los mecanismos del cambio, tiene algo que aportar. Los futuribles, como baraja de
escenarios contrastados posibles, y las categorías de análisis prospectivo, las tendencias robustas, las emergentes
y las señales portadoras de futuro son elementos valiosos para estudiar el futuro que vendrá.

11
ser radicales y transversales a la sociedad como un todo (aunque no necesariamente a toda
sociedad). Estas transformaciones tienen como motor principal las potencialidades científico-
tecnológicas que hemos construido como humanidad, heredera de occidente que hace algunos
siglos instauró la modernidad. Pero este proceso nos deja instalados en otro lugar.

El humano se ha asumido como proyecto no acabado ni exclusivamente dependiente de


procesos autónomos de evolución. Según Michio Kaku, el humano habría llegado a un punto
de inflexión donde está pretendiendo tomar el control de su propia evolución para trascender
los límites evolutivos. De una manera antropológica podemos decir entonces, que el humano
está participando de su propia transformación sintetizando lo natural y artificial como nuevos
ensamblados biológicos y culturales.

Los alcances de la ciencia y tecnología nos están colocando en la prerrogativa de un salto


cualitativo tecnológico y cultural sin antecedentes: la posibilidad de intervenir y manipular las
bases mismas de la materia tanto inerte como viva para crear o modificar materiales, incluso
la vida humana como la entendemos hasta hoy. Ya no cabe preguntarnos What´s real about
virtual reality? (Gray y Driscoll, 1992) Hoy no hay dudas acerca de que lo virtual es también
real.

No es posible advertir en este presente todas las posibles transformaciones culturales y el


impacto en el estatuto de nuestra especie, ni tampoco definir cuáles tareas le corresponden a
la antropología en el abordaje de estos espacios cambiantes. Sí atisbar el rol central que nos
corresponde en la tarea de explorar las dimensiones socioculturales en el desarrollo y
aplicación de la tecnociencia, incrustadas en una amalgama de tecnocultura (Medina, 2001);
donde no sólo se difuminan las fronteras, sino que la clave parece estar en la dinámica de
recursividad en que una va influyendo sobre la otra y viceversa; donde el pasado es futuro y el
futuro es presente. Para penetrar en ella necesitamos otras herramientas. Marcos que nos
permitan incorporar futuros posibles.

12
Bibliografía

Althabe G (1999a). Hacia una Antropología del Presente. En Antropología del Presente.
Buenos Aires: Edicial.
Althabe G (1999b). Lo microsocial y la investigación antropológica de campo. En
Antropología del Presente. Buenos Aires: Edicial.
Callon M (1986). Some elements of a sociology of translation: domestication of the scallops
and the fishermen of St Brieuc Bay. En Power, action and belief: a new
sociology of knowlwdge?. London: Routledge, 196-223.
Castells M (1998). La sociedad red. En La era de la Información. Economía, Sociedad y
Cultura. Madrid: Alianza.
Dabas E (1993). Red de Redes. Las prácticas de la intervención en redes. Buenos Aires:
Paidós.
Descola Ph (2001). Leçon inaugurale de la chaire d´Anthropologie de la nature. Collège de
France.
Descola Ph; Pálsson G (coord) (2001). Naturaleza y Sociedad: perspectivas antropológicas.
México: Siglo XXI.
Downey G; Dumit J (eds) (1997). Cyborgs and Citadels: Anthropological Interventions Into
Technocultures. Santa Fe: School of American Research Press.
Foladori G; Invernizzi N (2006). La Nanotecnología, objetivación de la naturaleza y el futuro
del trabajo humano. En Nanotecnologías Disruptivas. Universidad
Autónoma de Zacatecas, México
Hakken D (1993). Computing and Social Change: New Technology and Workplace
Transformation, 1980-1990. En Annual Review of Anthropology 22, 107-
132.
Hernández V; Svampa M (2008). Gérard Althabe: Entre varios mundos. Reflexividad,
conocimiento y compromiso. Buenos Aires: Prometeo.
Hess D (2001). Ethnography and the development of science and technology studies. En
Handbook of ethnography. Londres: Sage.
Hess D (1995). Science and technology in a multicultural world: The cultural politics of facts
and artifacts. Columbia University Press.
Hess D (1994). Comments on Escobar´s Welcome to Cyberia. En Current Anthropology, 35
(3): 223-224.

13
Kaku M (2008). Universos paralelos. Los universos alternativos de la ciencia y el futuro del
cosmos. Madrid: Atlanta.
Knorr Cetina K (2005). La fabricación del conocimiento. Buenos Aires: Universidad
Nacional de Quilmes
Latour B (2008). Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del ‘actor- red’.
Buenos Aires: Manantial.
Latour B (2007). Nunca fuimos modernos. Buenos Aires: Siglo XXI
Latour B (1994). Une sociologie sans objet? Remarques sur l´interobjectivité. En Sociologie
du travail, n. 4. Octobre, 1994. Paris: Elsevier.
Latour B (1983). Dadme un laboratorio y levantaré el Mundo. En:
http://www.oei.es/salactsi/latour.htm (última visita 15 de agosto 2009)
Lewin K (1978). Teoría del campo en las ciencias sociales. Buenos Aires: Paidós.
Lomnitz L (1969). Social net-works in urban situations. Manchester University Press.
Madariaga C; Abello R; Sierra O (2003). Redes sociales: infancia, familia y comunidad
Barranquilla: Universidad del Norte.
Marcus G (1998). Ethnography trough Thick and Thin. Princeton University Press.
Marcus G; Fisher M (2000). La antropología como crítica cultural. Buenos Aires: Amorrortu.
Mayer A (1987). A importancia dos “Quase-grupos” no estudo das sociedades complexas. En
Antropología das sociedades contemporáneas. Métodos. Sao Paulo:
Global.
Medina M (2001). Ciencia y tecnología como sistemas culturales. En Ciencia, Tecnología,
Sociedad y Cultura en el cambio de siglo. Madrid: Biblioteca Nueva.
Nadel S (1966). Teoría de la estructura social. Madrid: Guadarrama.
Pfaffenberger B (1992). Social Anthropology of Technology. En Annual Review of
Anthropology 21: 491-516.
Rabinow P (1999). Artificiality and Enlightenment: From Sociobiology to Biosociality. En
The Science Studies Reader. New York: Routledge.
RS&RAE. Royal Society & The Royal Academy of Engineering (2004). Nanoscience and
nanotechnologies: opportunities and uncertainties. RS Policy, London.
Disponible en http://www.royalsoc.ac.uk (Última consulta 15 de agosto
2009)
Simonite T (2007). Neural 'extension cord' developed for brain implants. NewScientst.com.
2007, 19 de enero. Disponible en:

14
http://www.newscientisttech.com/article/dn10997-neural-extension-cord-
developed-for-brain-implants.html (Última consulta 15 de agosto 2009)
Stagnaro A (2003). Ciencia y debate antropológico: distintas perspectivas. En Cuadernos de
Antropología Social 18. Buenos Aires: UBA.
Traweek S (1988). Beamtimes and Lifetimes: The World of HigheEnergy Physicists.
Cambridge: Harvard University Press.
Villasante T (1999). Redes y sociopráxis. Ponencia presentada en el Seminario Internacional
de Análisis de Redes Sociales. Madrid: Universidad Complutense de
Madrid.

15

You might also like