PRESENTACION PARA LA MESA DE POLITICA
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“¡la revolución socialista será continental y mundial, o
no será!”.
Colectivo Andamios
Santiago, Enero 14 de 2008
colectivoandamios@yahoo.es
LATINOMERICANA DE LA VIII ESCUELA DE VERANO,
ENERO DE 2008
MOVIMIENTO POR LA ASAMBLEA DEL PUEBLO
CONVERGENCIA
Colectivo Andamios
Colectivos de Trabajadores – Resistencia Estudiantil
I. Presentación.
En esta VIII versión de la Escuela de Verano, conviene recordar que surge como un
espacio de autoformación impulsado y compuesto principalmente por militancia política de
izquierda, perteneciente a lo que hemos denominado desde la experiencia de los 90 como
la franja de constructores, la izquierda desconfiada o quizá de forma más presuntuosa,
pero no por eso menos convencidos de serlo, la izquierda revolucionaria, así a secas.
En ese sentido la exposición que se presenta busca entregar algunos elementos más allá
de la coyuntura específica latinoamericana, para el debate de este sector de la militancia
de izquierda, para ir incorporando en la elaboración de una estrategia común y cada vez
más coordinada en nuestro hacer, el eje de la continentalidad de la lucha de nuestros
pueblos por el poder político en el camino de la Revolución Socialista.
Existe sin duda la necesidad de analizar algunas situaciones de este lado de la política que
atraviesan hoy NuestrAmérica y que resultan ser de gran interés, dada la proyección
estratégica de las tendencias en disputa que se delinean a partir de ellas. Como se vayan
resolviendo las tendencias presentes en estas situaciones configurarán en gran medida los
caminos que deberemos seguir los pueblos de nuestro continente en la construcción de la
soberanía popular que se enfrente al imperialismo y los bloques dominantes criollos.
Para nombrar algunas de estas situaciones:
o la derrota electoral en Venezuela en el pasado referéndum y el debate en torno al
PSUV, al fortalecimiento del protagonismo popular en la toma de decisiones políticas y
la gestión de la producción y circulación. El combate a la corrupción y el
burocratismo.;
o el rumbo del proceso político encabezado por Rafael Correa en Ecuador y las tensiones
que en él se representan de momento en forma pacífica, cerrando las puertas al FMI y
al BM, expulsando a los gringos de la Base de Manta, pero sin constituir aún un
Bloque de Cambio consolidado con las fuerzas políticas y sociales internas en torno a
un proyecto claro;
o la reconfiguración política y avances electorales de buena parte de los movimientos
guerrilleros de liberación nacional centroamericanos, por ejemplo FSLN y FMLN;
o el debate abierto acerca del futuro de la Revolución cubana y los ajustes necesarios
para el fortalecimiento de la participación protagónica a través de los órganos del
Poder Popular; el reencantamiento de una porción de la juventud cubana con la
Revolución;
o la muy reciente entrega de dos de las retenidas por parte de FARC- Ejército del Pueblo
que abre un camino de reconocimientos como actor beligerante en el conflicto social,
político-militar del hermano pueblo colombiano. De igual forma con la guerrilla
guevarista del ELN;
o la ofensiva secesionista de la oligarquía en Bolivia y la aprobación asfixiada
mediaticamente de la nueva constitución.
Podríamos seguir nombrando otras situaciones de trascendencia política, tras las cuales hay
múltiples antecedentes y se perfilan interesantes debates, pero para el marco de la presente
exposición lo que queremos (y alcanzamos a) destacar con esos breves señalamientos es que
Latinoamérica es hoy un territorio geográfico, político, económico, social y cultural en una
profunda disputa entre quienes apostamos por la construcción del socialismo y quienes se
aferran a la defensa y profundización de lo existente de la mano de los dictados ideológicos,
económicos y militares imperiales.
II. Breve referencia histórica.
Luego del derrumbe de la URSS y los socialismos del Bloque del Este, se dio paso a un
brevísimo tiempo histórico de regocijo y jolgorio para los intelectuales a sueldo del capital,
llegando los más exaltados a decretar el fin de la historia. También fue un tiempo que abrió
paso para renegados y oportunistas que se apresuraban en mimetizarse en la transitoria
correlación de fuerzas adversa, proclamando a los cuatro vientos “la derrota”, “la derrota”, “la
derrota…” combinado en Chile con la defensa de la “democracia”…
Sin embargo, es claro que el desarrollo de las fuerzas históricas acompañadas del desarrollo
de las capacidades del pueblo transcurre en dimensiones que no siempre están a la vista de
los intelectuales y operadores políticos de salón. El grito de “ya basta!” de los zapatistas en
su propio primero de enero en el 94 viene a ser una clarinada para un movimiento mundial
de resistencia a la globalización neoliberal que se expresa con fuerza para dejar atrás el
tiempo de la derrota. Un movimiento que da cuenta del complejo Sujeto Popular
Nuestroamericano, de la necesidad de revisar el rol de las vanguardias y su relación con
las masas, un movimiento que vuelve a situar al centro de la política el papel de la ética
revolucionaria.
En cuanto a Nuestra América Latina y Caribeña podríamos caracterizar que lo que está hoy
en juego es el rumbo de la Cuarta Oleada Revolucionaria, una oportunidad histórica
que no podemos dejar a su suerte refugiándonos en localismos, por ser la Oleada
Revolucionaria que contiene en sí los aprendizajes de distintos factores necesarios para
la Revolución y ha convocado a un amplio debate en torno al horizonte estratégico del
Socialismo del Siglo XXI, debate que se realiza no en la estratosfera sino que con fuertes
vínculos hacia y desde concreciones de experiencias prácticas en curso.
Una oportunidad histórica, por estar cimentada en fuertes valores y principios, pero con
contenidos que van actualizándose en un rico debate intelectual y diálogos de prácticas
diversas, dinámica de construcción y búsqueda que nos previene de los tan dañinos
dogmatismos y nos exige generosidad de los unos con los otros; por ejemplo, no está en
duda que se pelea por socialismo y democracia, que se necesita del papel de las
organizaciones que empujen la realidad del poder constituido hacia el poder constituyente
de realidades, pero en el camino de la lucha están abiertas las preguntas específicas
acerca de qué socialismo, qué democracia y cuáles vanguardias. Oportunidad porque
coincide con un estado de notorio debilitamiento de la capacidad imperial norteamericana
para mantener una mínima estabilidad en su economía y cuando echa mano a la máquina
de guerra se enfrenta a la heroica resistencia de los pueblos afganos e iraquíes que no le
dan tregua; sin hablar de la potencia de Irán o los golpes de mesa Norcoreanos, sin hablar
tampoco del “desorden” presente en este su “patio trasero”.
Las cuatro oleadas revolucionarias a las que hacemos alusión son las propuestas por el
intelectual revolucionario dominicano, el compañero Narciso Isa Conde. La primera fue la
Revolución Cubana, el estallido de guerrillas de los años 60 y la revolución de abril en
Quisquella encabezada por el Coronel Caamaño. La segunda, del triunfo electoral de
Salvador Allende en nuestra patria y el accionar revolucionario de Montoneros y
Tupamaros en el Cono Sur. La tercera, la que se levantó con ímpetu guerrillero con la
Revolución Sandinista y las insurgencias guatemalteca y salvadoreña. La cuarta es la que
se expresa hoy en el proceso bolivariano, representado con mayor fuerza en el norte de
suramérica con la revolución encabezada en Venezuela por el Presidente Hugo Chávez F. y
la resistencia exitosa de FARC-EP a la estrategia imperial y de las oligarquías nacionales.
Los aprendizajes que contiene esta cuarta oleada revolucionaria se ven reflejados,
ejemplificando sólo con los casos más emblemáticos: en la estatura moral e ideológica que
irradia desde la Isla de la Dignidad y sus casi 50 años de Revolución Socialista; en el
fortalecimiento de los movimientos sociales con MST en Brasil y el Movimiento Indígena en
Bolivia; en la capacidad de una geopolítica internacional para un mundo multipolar llevada
adelante por el Gobierno Bolivariano de Venezuela; y en la reserva y capacidad político-
militar que se expresa nítidamente en la insurgencia colombiana, en las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Cuba y buena parte del contingente uniformado venezolano.
Tanto las oleadas descritas y los aprendizajes señalados se hacen de forma esquemática,
señalando tan sólo sus expresiones más claras, pero cabe decir que, por una parte, transitan
una continuidad histórica y, por otra, irradian los movimientos populares de todo el
continente, para que nadie se alarme por las omisiones presentes.
En esta disputa por el rumbo de la cuarta oleada revolucionaria, hay más necesidad de
pragmatismo apegado a valores que de romanticismos. Estamos ya derrotando el al
pesimismo y el derrotismo en nuestras filas, ya derrotamos al ALCA, ya derrotamos el Plan
Colombia como tal; pero cada uno de los procesos que marcan las páginas del noticiero
latinoamericano y caribeño muestran que serán nuestros propios errores, ingenuidades y
sectarismos los que den paso a la desestabilización de los procesos o al fortalecimiento de las
cuñas imperialistas que aprovechándose de iconografías y acervo cultural de la izquierda sigan
impulsando el neoliberalismo, ahora como un proyecto social-liberal, una especie de tercera
vía latinoamericana, quizá con acentos redistributivos fuertemente focalizados, pero así
también, altamente cooptador y corrompedor de los movimientos sociales, duramente
represivo hacia la franja política más activa del pueblo, saqueador de nuestras riquezas
naturales y depredador de nuestro medio ambiente.
III. La cuarta oleada y el supuesto “retraso” de Chile.
Creemos que para enfrentar la reactualización del componente internacionalista en nuestras
políticas, es necesario hacerlo desde una mirada que se sitúe en igualdad de condiciones con
los procesos hermanos del continente. Nos referimos a discutir y criticar ciertas visiones que
se han acuñado ya casi como frases cliché en parte de la militancia de izquierda al momento
de mirar los procesos continentales, en base al supuesto retraso del movimiento popular
chileno. “Todos avanzan y nosotros aquí estancados”, llegando pronto al despectivo “es que
es lo que hay no más poh”, eso sin contar incluso quienes se arriesgan a antropoligizar de
forma filo racista el supuesto carácter sumiso o apocado del chileno haciendo alusión hasta a
determinaciones climáticas para el argumento.
Visiones como esa no es difícil encontrarlas en parte de las publicaciones de izquierda o en la
militancia más ligada directamente a las tareas de solidaridad internacional.
No se trata de polemizar con compañeros u organizaciones en particular, a veces con nosotros
mismos. Más aún considerando que, por lo general, a la base de estas miradas, está la
admiración a ciertas expresiones-vanguardias altamente desarrolladas de poder popular, de
movimientos sociales o fuerzas militares revolucionarias, admiración que brota espontánea,
natural y generosa.
Pero queremos recalcar que lo que hay no puede ser visto como un simple atraso. Es que
a cada pueblo y generación le corresponde hacer política en la situación concreta que se
desenvuelve y cada situación concreta tiene sus particularidades. En el caso de Chile, sin
extendernos más de la cuenta, se trata de hacer frente a una imposición a sangre y fuego
del experimento neoliberal en una de sus versiones más puras, si es que no la más, con la
consecuente desestructuración de la base productiva, ideológica y valórica desde la cual se
constituía el movimiento popular anterior al golpe militar. Sumado a eso, y como si fuera
poco, la legitimación del modelo neoliberal con la reconversión de revolucionarios de ayer
en puestos de poder un día políticos y al otro económicos, al alero de la renegación
socialista, consolidándose así la contrarrevolución neoliberal madura.
Es necesario discutir esas miradas, porque tienden a ocultar dos procesos relacionados,
que son de alta importancia y potencia tanto de las luchas nacionales como continentales.
El primero de ellos es que tiende al ocultamiento de la historia de lucha de nuestro pueblo.
Desde la resistencia mapuche al invasor español; desde las luchas por la primera
independencia; pasando por la constitución de una clase obrera fuerte y aguerrida con
líderes de estatura histórica mundial; el desarrollo de la conciencia popular expresada en
su punto más alto en la Unidad Popular y las fuerzas revolucionarias que acompañaron el
proceso; la resistencia popular que llevó al derrocamiento de la dictadura. No apoquemos
nuestra historia, no ocultemos el legado de nuestras luchas: nos pertenecen como pueblo
y al conjunto de los pueblos del continente, por derecho histórico, por justicia y por futuro.
Un momento de reflujo es eso y nada más.
El segundo de ellos es que las luchas que hoy se expresan con fuerza ascendente tienen
mucho que aportar a las luchas continentales, en cuanto son inicios de reconstitución de
un movimiento popular surgido en el neoliberalismo que se enfrenta al propio
neoliberalismo. Por nombrar tres casos emblemáticos: la radicalidad de contenido y formas
de la revolución pingüina, sin duda tiene algo que decir en un continente donde aún la
educación formal carece de sentido para grandes porciones de nuestra infancia y juventud
popular. La capacidad creativa de organizarse que muestran las luchas de los trabajadores
precarizados y flexibilizados, imponiendo realidades de hecho por fuera de los marcos
legales del neoliberalismo; desde las expresiones más visibles de los trabajadores del
cobre hasta sindicatos más pequeños que enfrentan a la patronal retomando la
organización conspirativa y de acción directa para lograr procesos de negociación
favorables. La fuerza desplegada por organizaciones de pobladores y deudores
habitacionales en lucha por el derecho a la vivienda. Son expresiones de un movimiento
popular que se enfrenta en estas condiciones políticas neoliberales y desde ellas se van
prefigurando los contornos del movimiento popular por venir. Desde ellas tenemos algo
que decir en el concierto continental.
IV. Reactualizar el internacionalismo en nuestras políticas y frentes de acción. V. A seguir compartiendo, debatiendo, encontrándonos e informándonos.

Proponemos la necesidad de revitalizar una política de carácter internacionalista en nuestras
construcciones. Porque está en nuestro ADN histórico el hermanarse con las luchas de los
oprimidos de todos los tiempos y latitudes, porque una izquierda que no es internacionalista y
solidaria está lejos de ser izquierda y más lejos aún de ser revolucionaria. Porque es además
una necesidad histórica el hacer frente de manera coordinada a una estrategia imperial que
actúa, diferenciando escenarios, de manera única sobre nuestros pueblos.
Somos un gigante de mil rostros y es necesario seguir compartiendo, debatiendo y
coordinando. Estas ideas expresadas en función de la presente versión de la Escuela de
Verano son lanzadas para la discusión y la crítica, pero sobre todo como llamado a una
acción cada vez más coordinada en lo nacional e integrada a la política regional. En un
debate donde no haya más exclusión que lo contrarrevolucionario, independiente de
tácticas y énfasis producto de la historia y los escenarios concretos de lucha.

Un internacionalismo que se debe expresar en nuestras construcciones independientemente

de su tamaño y sector social en que se desarrollen. Los valores de fraternidad del género
humano y de hermandad entre los pueblos, el rescate de la cultura y sabiduría milenaria de
NuestrAmérica, deben estar a la orden del día en nuestros planes de acción.

“El internacionalismo hoy no puede consistir sólo en identidad o en aspiración moral, debe
concretarse en una opción política real.” (Narciso Isa Conde)

Un internacionalismo que no se reduce a la opción de aportar militarmente en la lucha de

otros países, como es en su versión más conocida desde el legado del Ché. Un
internacionalismo que va, por ejemplo, en la acción cotidiana de educarnos como clase en que
los inmigrantes no son nuestros enemigos, estar con los hermanos de Perú, de Colombia u
otras nacionalidades que están en el país, integrarlos a nuestras construcciones políticas. Un
internacionalismo que va en el reconocimiento del Pueblo-Nación Mapuche aportar en la
defensa de su derecho histórico pisoteado y apoyar la causa de la libertad de los Presos
Políticos. Un internacionalismo que va en el no olvidar a nuestros compatriotas prisioneros en
Brasil y en Perú, apoyar las acciones por la defensa de su vida, su integridad y la liberación
inmediata. Un internacionalismo que va en educarnos como pueblo haciendo frente a la
estigmatización que la prensa oficial hace de los pueblos en lucha bajo el adjetivo de
terroristas. Somos todos los que luchan por la liberación de nuestros pueblos, estamos en
ellos y con ellos. Si las nuevas generaciones de revolucionarios crecen en esa conciencia,
estaremos adelantando buena parte del trabajo frente a las divisiones que los poderosos
pretenden inculcarnos.

Un internacionalismo que construya puentes compartidos y efectivos de diálogos y

aprendizajes entre nuestros pueblos, para llegar a ser puentes de coordinaciones más
precisas. En cuanto a los diálogos y aprendizajes nos referimos a encuentros formales o no,
entre sectores sociales en lucha de distintos países que comparten similitudes: pueblos
originarios, pobladores, trabajadores, estudiantes, intelectuales y organizaciones políticas. Por
haber experiencias realizadas y en curso podemos afirmar lo relevante que resulta este mutuo
enriquecimiento. Pero no conformarse con ellas y proyectar acciones coordinadas entre
nuestros pueblos, por ejemplo, de sindicatos de empresas bajo una misma firma patronal, de
comunidades explotadas y depredadas por una misma trasnacional, etcétera.