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LA VELOCIDAD EN EL FÚTBOL

Cipriano Romero Cerezo

SITUACIÓN DEL TEMA

¿Está presente la velocidad en el fútbol y por tal motivo podemos


considerarla para su entrenamiento? En este sentido, tendríamos que verificar si
en las diversas acciones que se ponen de manifiesto en el desarrollo del juego
del fútbol se da y, si es así, debemos contemplarla como un contenido más del
entrenamiento, efectuando el correspondiente diseño de actividades.

Otra cuestión sería ¿cómo debe presentarse las actividades de


entrenamiento de la velocidad para que tenga una aplicación al desarrollo de
juego individual del jugador y colectivo del equipo?

En este tema vamos a comenzar justificando el papel destacado que puede


jugar la velocidad en el fútbol en sus distintas manifestaciones. En muchas de las
acciones que se desarrollan a lo largo de un partido, tanto individuales de cada
uno de los jugadores en diversos movimientos y acciones técnico-tácticas, a las
acciones colectivas en defensa y las acciones colectivas en ataque, requieren
celeridad. En la mayoría de ellas, las exigencias del juego concitan una serie de
condiciones dinámicas, variables e imprevistas a las que el jugador deberá
adaptarse con rapidez mediante los procesos de percepción, análisis-decisión y
ejecución. Lo mismo podríamos decir en el ámbito colectivo cuando un equipo es
capaz de armonizar y ejecutar con precisión y rapidez las distintas acciones que
marca el objetivo táctico.

Dada la complejidad de la velocidad en el fútbol, al considerarla como una


cualidad compleja en la que intervienen múltiples factores, nos planteamos la
problemática en cuanto a su estudio y aplicación al entrenamiento. Estimamos
que la velocidad del futbolista está estructurada de forma muy distinta a un
velocista, es más complicada y requiere una rápida adaptación y oportunidad
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para resolver las situaciones cambiantes y variables que se presentan a lo largo


de un partido. De ahí que expongamos las características y propiedades
psicofísicas parciales de la velocidad, su importancia y condiciones de
entrenamiento para la capacidad de rendimiento en el fútbol.

En los aspectos a considerar para el entrenamiento de la velocidad, mostraremos


aspectos básicos generales que nos permitirá realizar un análisis y diagnóstico
para desarrollarla, plasmando unas orientaciones para que el entrenamiento sea
efectivo y se pueda optimizar la velocidad en la competición. En cuanto a su
desarrollo mediante el entrenamiento, argumentaremos los objetivos, la carga de
trabajo y las características de las actividades, los métodos y formas de trabajo
y, por último, la periodización a lo largo de los distintos mesociclos de trabajo.

INTRODUCCIÓN

Desde un punto de vista de la Teoría y Práctica del Entrenamiento


Deportivo, la velocidad puede ser una cualidad que determine el rendimiento
motor de un deportista. Es una cualidad fundamental y necesaria en diversas
especialidades deportivas; si bien es cierto que tiene más trascendencia en unos
deportes que en otros.

De manera general, para englobar una modalidad deportiva dentro del


grupo de deportes de velocidad, es necesario que la acción se realice a una gran
intensidad, que su duración sea corta y que la fatiga no sea el factor
determinante a la hora del éxito. Esta cuestión es determinante para entender el
enfoque del entrenamiento de velocidad, cuyo objetivo debe ser la velocidad de
ejecución máxima (desplazamiento efectuado por todo el cuerpo o por un
segmento corporal), buscando métodos que actúen directamente en este
sentido. Por regla general, la velocidad puede ser recorrer una distancia
determinada (traslación) o realizar una determinada acción o habilidad y
destreza motora (actuación).

Así, existen disciplinas deportivas que en su desarrollo requieren de una


ejecución o actuación rápida, recorriendo un espacio en el menor tiempo posible,
reaccionando con prontitud ante diversos estímulos, realizando gestos rápidos o
resolviendo rápidamente las situaciones de juego que se planteen. En su
manifestación se expresa por la ejecución rápida de uno o varios movimientos,
con alguna parte o todo el cuerpo. De esta manera, el deportista que ejecute o
actúe mediante los movimientos corporales con mayor rapidez, tendrá mayores
posibilidades de éxito en su deporte.

La definición clásica de velocidad del concepto físico, la distancia recorrida


durante la unidad de tiempo, para Pradet (1999), tiene un valor relativo, sobre
todo desde el prisma de las cualidades físicas. La velocidad “humana”, es el
resultado de un conjunto coordinado de contracciones musculares, de
desplazamientos de palancas óseas, de percepción de señales, de tratamiento de
la información, etc. no puede definirse de una forma tan “mecánica” (pág. 129).

Asimismo en el fútbol, y en los deportes colectivos, la velocidad juega un


papel destacado, por la importancia que toma en muchas de las acciones que se
desarrollan a lo largo de un partido. Desde las acciones individuales de cada uno

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

de los jugadores en diversos movimientos y acciones (marcajes, desmarques,


fintas, regates, conducciones, golpeos...) a las acciones colectivas en defensa
(repliegues, coberturas, permutas defensivas...) y las acciones colectivas en
ataque (contraataques, espacios libres, ataques, ...); donde la eficacia de estas
acciones vendrá en función de la rapidez de la percepción y el análisis de la
situación, de la prontitud en la decisión a tomar y la ejecución o resolución de la
situación en poco tiempo, bien sea individual o colectiva.

En la actualidad, debido a los avances en el entrenamiento deportivo, en el


fútbol moderno se ha aumentado la dinámica y el ritmo de juego, necesitándose
mayor capacidad de anticipación mental y de ejecución motora por parte del
jugador o el equipo para conseguir el éxito en las acciones de juego. También se
ha aumentado la rapidez en los requisitos físicos y técnicos, donde no basta con
ejecutar con prontitud las acciones motoras sino que además se debe contemplar
el requerimiento o exigencia y la oportunidad o acierto de las mismas. De aquí la
complejidad de la velocidad en el fútbol, siendo considerada como una cualidad
en la que intervienen múltiples factores. O como plantea, Weineck (1994), la
capacidad de realización, de anticipación, de decisión y de reacción representan
sobre todo factores psicológicos, cognitivos, tácticos, que están relacionados con
la velocidad de acción con la pelota.

I. LA VELOCIDAD EN EL FÚTBOL

¿Podemos hablar de velocidad en el fútbol?

Que duda cabe que si pensamos en la eficacia en el fútbol, debemos


plantearnos aquellas situaciones de juego que pueden ser determinantes a lo
largo de un partido (la progresión y la finalización de una jugada, la evitación del
gol y la recuperación de la posesión del balón).En el fútbol actual no sólo hay que
tener unas buenas características técnico-tácticas individuales y emplearlas en
beneficio de las acciones colectivas, además la velocidad con la que se realicen
puede influir en el resultado de un partido. Por ello, podemos aseverar que la
velocidad en las acciones de juego es una característica actual de este deporte.
Sobre todo porque la eficacia en el fútbol viene determinado por el ritmo de
juego, fundamentalmente por el juego rápido.

¿Cómo se manifiesta la velocidad en el fútbol?

Durante un partido, el jugador efectúa muchas acciones de juego tanto en


ataque como en defensa que, su éxito o fracaso, puede depender de la rapidez
con la cual se ejecute. Así que, ante las diversas situaciones de juego, el jugador
(y el equipo) tendrá que realizar una serie de acciones sin y con balón:

• Acciones individuales sin balón. Es donde frecuentemente se solventa la


rapidez en la respuesta (una vez percibida la situación) reaccionando con
el movimiento corporal (arranque o velocidad de reacción) y la capacidad
de aceleración en carreras diversas (cambios de ritmo, dirección y
trayectorias) para llegar a su objetivo táctico (búsqueda de un espacio
para desmarcarse pronto del adversario, retrocediendo antes que lo
sorprenda el adversario, llegar antes que el adversario al balón...). Para
buscar la anticipación o el adelantamiento a la acción antes que el

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adversario, deberá tener una buena capacidad para coordinar las salidas
rápidas, los frenazos repentinos y las variaciones de velocidad y de
trayectorias. Siendo muy importante para que el jugador que tenga una
buena capacidad para apreciar velocidades y trayectorias (compañeros,
adversarios y balón) y de adaptar sus acciones de juego a las velocidades
y ritmos exigidos.
• Acciones individuales con balón. Igualmente tendrá que hacer otras
muchas acciones individuales cuando el balón están en juego y es el
poseedor del balón o pretende hacerse con él (medios técnicos) al servicio
de las exigencias tácticas (una conducción rápida para aproximarse a una
posición de tiro a gol, desbordar al adversario, adelantarse o anticiparse a
la acción del adversario rematando a portería, efectuar una entrada con
prontitud haciéndose con el balón).
• Acciones colectivas con balón. También, la velocidad se manifiesta en
acciones colectivas, cuando un equipo es capaz de mantener un ritmo de
juego en posesión del balón o realiza acciones concretas de cara al gol
(contraataques, cambios de dirección y de ritmo colectivos, desmarques
de apoyo y de ruptura, etc.) con el objetivo de mantener el balón,
progresar hacia la portería adversaria y conseguir el gol.
• Acciones colectivas sin balón. Cuando un equipo trabaja de manera
coordinada y no tiene el balón y pretende de manera rápida y eficiente
evitar la progresión del equipo adversario hacia la propia portería, evitar el
gol o hacerse con el balón (replique según lo pretendido, pressing o
presencia rápida de un jugador sobre el poseedor del balón y el resto a
ocupar posiciones para que no sorprenda, ayudas entre los jugadores de
una línea, ayuda entre los jugadores de distintas líneas, etc.).

Creemos importante que, en su manifestación, tendríamos que considerar


tanto las acciones aisladas que realiza el jugador individualmente, que procura
ponerlas al servicio del juego del equipo, y aquellas otras que son más complejas
que deben intercalarse y coordinarse a lo largo del desarrollo del juego. Las
exigencias del juego concitan una serie de condiciones dinámicas, variables e
imprevistas a las que el jugador deberá adaptarse con rapidez mediante los
procesos de percepción, análisis-decisión y ejecución. En consecuencia,
estimando los argumentos de Benedek (1994), el futbolista rápido es el que más
rápidamente resuelve la acción de juego en una determinada situación, porque
es el que con más prontitud se mueve, piensa y actúa; ganándole al contrario en
tiempo y espacio. Lo mismo podríamos decir en el ámbito colectivo cuando un
equipo es capaz de armonizar y ejecutar con precisión y rapidez las distintas
acciones que marca el objetivo táctico.

Se puede desprender de lo expuesto que, puesto que las acciones rápidas


pueden influir en el resultado de un partido, el entrenamiento de la velocidad,
tanto individual como en el ámbito colectivo, es muy importante siempre y
cuando se realice en las condiciones que se presenta en la competición.

Problemática: su estudio y aplicación en el fútbol

A pesar de lo expuesto, a la hora de estudiar la velocidad en el fútbol y


buscar procedimientos metodológicos para su entrenamiento, no es una tarea
fácil y, menos aún, cuando intentamos llevar a la práctica estos planteamientos.
En consecuencia, nos encontramos con una problemática suscitada por la

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amplitud y la complejidad de la velocidad en el fútbol. Por ello planteamos los


siguientes problemas:

1º. La variabilidad de las manifestaciones de la velocidad. Se presenta de


muy diferentes formas (percepción, de anticipación y decisión, de reacción, de
aceleración y desplazamiento, de ejecución técnico-táctica...). Además, se puede
dar en acciones aisladas o como acciones intercaladas en acciones de juego
ofensivas o defensivas. Estos planteamientos nos hace difícil delimitar los
métodos y medios para su entrenamiento en el fútbol.

2º. En el fútbol la velocidad no se da en estado puro. Por un lado, el fútbol


no guarda una estructura que se considere como deporte de velocidad, a pesar
que la rapidez de las acciones pueden ser determinantes en el resultado del
partido. No se cumple desde el punto de vista fisiológico, ya que en el desarrollo
del juego de este deporte se dan una serie de acciones intermitentes que
requieren un cambio constante de velocidad con acciones cortas y explosivas
(alternancia entre períodos de pausa activa, mediante marcha y carrera suave y
media); por eso no podemos decir que aquellas acciones rápidas que se realizan
a lo largo de un partido estén exentas de acumulación de sustancias de desecho
(lactato) y, por ende, los jugadores están obligados a realizar esfuerzos cortos y
rápidos, procurando que se realicen con la máxima intensidad y eficacia. Por otro
lado, es muy difícil que pueda llegar a la máxima velocidad, puesto que las
distancias que un jugador puede llegar a recorrer no suele superar los 20 m, en
muy pocas ocasiones (Weineck, 1994), o los 30 metros (Cuadrado Pino, 1996),
siendo las más frecuentes las acciones cortas (de 0 a 5 m.), aunque también se
dan esprints de 5-10 m y de 10-20 m. Lo más frecuente es que se manifieste la
capacidad de aceleración y desaceleración a la carrera, en la que se busca
alcanzar la máxima velocidad o una menor velocidad, realizando cambios de
ritmo para sorprender o contrarrestar al oponente. Mismamente, la carrera de un
futbolista no es siempre en la misma dirección, ni en el mismo sentido, ni se
produce en una trayectoria rectilínea; suele existir una gran variabilidad de
direcciones, carreras hacia delante, hacia atrás, a un lado u otro, en eslalon, etc.
En definitiva, el entrenamiento de un futbolista no puede ser comparado con un
corredor de velocidad de Atletismo.

3º. Escasos estudios teóricos y propuestas prácticas que se acerquen más


a las necesidades reales de la velocidad en el fútbol. Por regla general, el
entrenamiento de la velocidad que se ha venido haciendo en el fútbol ha sido una
réplica del entrenamiento que efectúan los velocistas de Atletismo; eso sí,
introduciendo algunas variedades de carreras con balón o en la velocidad de
reacción se han implantando algunos gestos técnicos (golpeos, conducciones,
despejes, remates...). Con ello no se tiene en cuenta la estructura de juego del
fútbol, las posibles implicaciones del jugador en aquellas acciones de juego que
requieren esfuerzos máximos y de poca duración.

Si consideramos al fútbol como una confrontación directa entre dos


equipos, y que consiste en una disputa del balón para conseguir gol o evitarlo,
realizando una serie de acciones e interacciones establecidas por unos objetivos.
Podemos apreciar que en este entramado de acciones e interacciones conforma
al fútbol como una actividad motriz compleja, de regulación externa en la que el
jugador deberá tomar decisiones antes de actuar, y después de haber analizado
la situación. Un jugador por lo tanto deberá tener la capacidad de percibir

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(obtener información de la situación), de decidir (escoger la respuesta más


adecuada) y de tener la habilidad motriz (coordinación y rapidez) para hallar
respuestas adaptadas a los problemas que se presenta en la acción. Para poder
llegar a estas circunstancias, los jugadores de un equipo deberán tener un
comportamiento óptimo en competición gracias a la utilización de todas las
capacidades y habilidades individuales interactuando colectivamente. En el caso
concreto que estamos tratando, sería la velocidad con la que se producen las
acciones individuales y las interacciones con los compañeros.

Entendemos que tenemos argumentos y orientaciones de cómo tenemos


que plantear el entrenamiento. Deberemos diseñar tareas o actividades de
entrenamiento que vayan dirigidas a desarrollar todos los factores y mecanismos
que se requieren para el desarrollo del juego, que sean más específicas y
similares a las que se efectúan en la competición (Romero Cerezo, 2000). De ahí
que los procedimientos metodológicos en el entrenamiento de velocidad deberán
estar basados en el comportamiento de juego, debiendo ser más integrales y
menos analíticos

4º ¿Qué posibilidades tenemos para entrenar la velocidad en el fútbol?. La


velocidad en el fútbol es una cualidad física compleja debido a sus
manifestaciones y de las estructuras que se presentan. Es una capacidad
múltiple en la que la reacción rápida de la respuesta influyen el reconocimiento
de la situación, el análisis y la elaboración de la respuesta, la orden del
movimiento más eficaz y, por otro lado, la ejecución de uno o varios
movimientos (acción técnico-táctica), realizando la carrera, el pase, el tiro, el
desmarque, la entrada al oponente. Para Forteza (1999) esta premisa principal
de la rapidez de los movimientos consiste en el hecho de que esta capacidad se
define por un conjunto de propiedades morfofuncionales del deportista y que en
la mayoría de los casos es difícil de desarrollar, ya que tiene distintas
manifestaciones y condiciones preestablecidas.

Verjoshaski (1990) expone el condicionamiento de los factores genéticos y


sus limitaciones para desarrollarla mediante el entrenamiento. Pero no sólo está
conformada por factores genéticos, además intervienen infinidad de otros
factores fisiológicos, físicos y técnico-tácticos. De manera que distintas
manifestaciones son entrenables por depender de factores susceptibles de
desarrollar o mejorar: la fuerza de intervención en los movimientos, la técnica de
ejecución, la capacidad de tomar decisiones y de adaptarse a las condiciones de
juego, etc.

Platonov (1988) expone diversos tipos de factores que intervienen en la


manifestación de la velocidad, tales como:
- A nivel del sistema nervioso, la rapidez de los fenómenos de inhibición
y de estimulación.
- La elasticidad y fuerza muscular.
- La aptitud del músculo para liberar rápidamente energía.
- La flexibilidad articular.
- La perfección de la técnica deportiva.
- La aptitud para concentrar la mente al máximo

De forma muy parecida se expresan García Manso y colaboradores (1996)


al considerarla como una cualidad híbrida que se encuentra condicionada por

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todas las cualidades físicas y, en nuestro caso, por la técnica y la toma de


decisión (la táctica). Expresando que tan sólo los tiempos de reacción no se ven
afectados por el desarrollo de la fuerza, la resistencia y la técnica de ejecución
(Esquema nº 1).

Esquema nº 1: Factores que inciden en la velocidad en el fútbol

VELOCIDAD EN
EL FÚTBOL

Condiciones espacio- Capacidad de coordinar los


temporales externas movimientos corporales y las
(jugadores, zona,...) acciones técnico-tácticas

Rapidez

Fuerza Flexibilidad Resistencia

ACCIÓN MOTORA
(Acción física y/o técnico-táctica)

La velocidad es una cualidad física compleja de entrenar y difícil de


mejorar (Álvarez del Villar, 1983; Grosser y cols. 1989; Weineck, 1994) que, a
pesar de la dificultad, al llevar implícito el desarrollo de otras cualidades que,
trabajadas por separado o de manera integral, nos puede conducir a hacer
discretamente más rápido a aquel deportista (o al equipo) que
constitucionalmente o funcionalmente no lo sea.

Así que no podemos hablar en el fútbol de velocidad máxima sino de


velocidad óptima para intervenir en las acciones de juego que se desarrollan en
un espacio y tiempo determinado, con rapidez. Debiendo para ello desarrollar la
fuerza rápida, la resistencia para asegurar la repetición de acciones rápidas
(eficacia de los procesos metabólicos), la amplitud de movimientos (flexibilidad),
la rapidez o reacción del sistema nervioso para generar las respuestas motoras
y, por último, la capacidad de armonizar y adaptar racionalmente los
movimientos corporales y las acciones técnico-tácticas según las condiciones
externas en las que se desarrollen (estímulos y situaciones espacio-temporales).

Para mejorar la velocidad en el fútbol a través del entrenamiento, no sólo


hay que considerar la acción motora puramente física, debemos considerar su
diversidad de manifestaciones y los factores y condiciones que se dan para que
esta sea funcional.

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II. ASPECTOS Y CARACTERÍSTICAS DEL ENTRENAMIENTO DE LA


VELOCIDAD EN EL FÚTBOL. SU IMPORTANCIA

Atendiendo a lo expuesto con anterioridad, creemos que ha quedado claro


que la velocidad de un futbolista está estructurada de forma muy distinta a un
velocista, es más compleja y requiere de una adaptación a las situaciones de
juego. El segundo deberá de responder a un sólo estímulo y dependerá de sus
condiciones para ser rápido; en cambio, el primero, deberá responder atendiendo
a diversos estímulos (adversarios, compañeros, el balón, la zona del campo, etc.)
y, en función de ello, buscar una solución para solventar la situación que se
encuentra. Atendiendo a este criterio podemos exponer las características y
propiedades psico-físicas parciales de la velocidad y su importancia para la
capacidad de rendimiento en el fútbol.

En nuestro caso, valiéndonos de Weineck (1994) y Bauer (1997),


establecemos los siguientes aspectos o características de la velocidad en el fútbol
(tipos o capacidades parciales, expresadas en el esquema nº 2):

a) Velocidad de percepción y análisis de la situación (velocidad de


anticipación).
b) Velocidad de decisión
c) Velocidad de acción:
1. Reacción
2. Sin balón
3. Con balón (gestual): individual y colectiva.

Esquema nº 2: Tipos o capacidades parciales de la velocidad en el fútbol

VELOCIDAD EN EL FÚTBOL

Solución del problema Acción motora o


y toma de decisión ejecución
(Decisión) práctica

Percepción y análisis V. de decisión Tiempo de reacción motora


de la situación de
juego (anticipación) Acción sin balón Acción con
V. de
(cíclica y acíclica) balón (acíclica)
reacción
V. de análisis y C. de
anticipación Resistencia a la velocidad V. gestual
aceleración
V. de percepción Acción con otros compañeros (colectiva)

Velocidad en el juego de equipo

a) Velocidad de percepción.

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Ante la gran información que se le presenta al jugador en cada una de las


situaciones de juego a lo largo del partido, tendrá que elegir con rapidez aquella
que pueda ser eficiente para la acción de juego dada. Así, la percepción como un
proceso neurofisiológico y psicológico mediante la cual se obtiene información a
través de los sentidos permitiendo la detección e identificación de los estímulos
del medio. En el caso del fútbol el sentido de la vista (las sensaciones ópticas) es
el principal receptor de los estímulos que se dan a lo largo de las acciones de
juego que, una vez interpretados, no sólo aportan información (de la situación en
qué se encuentra, la de los compañeros y adversarios, de las posibilidades del y
con el balón –direcciones, trayectorias, velocidades...-) sino que permite
utilizarla para resolverlas y continuar con el desarrollo del juego.

Por las características de las acciones de juego, que constantemente se está


produciendo una gran variedad de situaciones cambiantes y nuevas (distintas
fases de juego, zonas diversas, la posesión o no del balón, la interacción con los
compañeros...), el futbolista tendrá que tener una gran capacidad para filtrar y
elaborar información lo más rápidamente posible para su participación en el
juego del equipo.

Una buena percepción requiere de la combinación de dos tipos de


información: la que procede del exterior y la que está almacenada en la memoria
(conocimiento adquirido de experiencias pasadas). Así, siguiendo a Weineck
(1994), para que la información pueda registrarse rápidamente y utilizarse para
el juego, es necesario una capacidad cognitiva suficientemente desarrollada, la
llamada “inteligencia de juego”. De esta manera, para seleccionar y detectar
aquella información que resulta relevante para el desarrollo del juego, la
experiencia previa (bagaje técnico-táctico) puede ser determinante para
resolverla. El jugador experimentado reconoce con facilidad lo importante en
cada situación y, de esta manera, se podrá centrar en lo trascendental para la
acción de juego.

La importancia que tiene esta velocidad y su entrenamiento en las acciones


técnico-tácticas, es fundamental para que los jugadores sepan dirigir mediante la
atención selectiva su visión (visión periférica), de una manera racional a las
circunstancias y condiciones del juego, necesitando de una capacidad de
comprensión general de lo que pasa. Benedek (1994) considera que la rápida
percepción de situaciones es una condición previa para la velocidad de acción.
Aunque está claro, al igual que lo entiende él y Weineck, esta capacidad
perceptiva no debe trabajarse al margen de las otras capacidades de velocidad.

Bauer (1998) para la rápida percepción plantea:

- Alto grado de motivación,


- Experiencia de juego,
- Estar libre de estrés y de miedo (la percepción en estado de excitación
se ve desvirtuada),
- Combinación entre la atención dispersa (estímulos lejanos) y centrada
(estímulos próximos).

Para entrenar la velocidad de percepción se debe buscar la concentración


en el juego a través de la visión periférica (también se puede emplear la audición
y el sentido táctil), procurando incrementar la capacidad para percibir situaciones

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de juego y sus variantes de manera inmediata. Ofrecer oportunidades para que


los jugadores registren la información más importante de las acciones de los
compañeros y adversarios tanto de aquellos que se encuentran cerca (atención
centrada) y en la periferia (atención dispersa).

Muy asociado a la capacidad perceptiva se encuentra la capacidad de


análisis y de anticipación mental a la acción motora. Una vez que el jugador
percibe la situación de juego, compara, relaciona, clasifica y ordena los
elementos que interviene en la situación. Esto permitirá entender y elaborar un
plan de actuación, es decir, el jugador podrá prever cuál va a ser su aportación
al desarrollo de juego. La eficacia del futbolista en muchas de las acciones de
juego se basa en el reconocimiento rápido de los movimientos del balón, así
como también de los compañeros del propio equipo y de los jugadores
adversario, anticipándose mentalmente y planificando la propia reacción.

Bauer (1998) concibe que es la capacidad de imaginar mentalmente y con


antelación el desarrollo de juego y especialmente el del adversario directo, en el
menor tiempo posible (p. 73).

Al igual que ocurría con la velocidad de percepción, en la velocidad de


análisis y de anticipación, la experiencia del jugador puede ser determinante.
Weinek (1994) arguye: la experiencia que un jugador tiene en una determinada
situación compleja posee una gran importancia para reconocer lo que sucederá.
El jugador más entrenado puede prever situaciones que van a suceder dado un
movimiento (por ejemplo, reconocerá la posibilidad de que se efectúe una
pared), mientras que el jugador no entrenado sólo verá unos cuantos jugadores
que se están pasando la pelota (p. 253)

Es obvio que el futbolista con un mayor bagaje de experiencias técnico-


tácticas efectúe mediante su análisis y procesos mentales anticipativos un
programas de movimientos más convenientes y adaptados a los requerimientos
de juego que el jugador menos experimentado, éste estará más limitado, con
acciones precipitadas y erróneas. La experiencia incide en la situación y
orientación espacial del jugador, en la apreciación de direcciones y trayectorias,
en la implicación en la jugada, etc.

En el entrenamiento se debe dar importancia a las experiencias en las que


los jugadores encuentren diversas situaciones en las que tengan que interpretar
y prever el posible desenlace de la acción de juego, dotándoles de un bagaje
motor y afianzando capacidades y habilidades técnico-tácticas.

b) La velocidad de decisión.

Después de que el jugador perciba y analice con prontitud la situación de


juego dada, tendrá que resolver el problema que se plantea y escoger la
decisión, de manera rápida, para efectuar una acción de manera inmediata.

Tenemos que recordar que estamos en una fase del acto motor en la que
todavía no se ha producido ninguna acción motora observable, son
representaciones mentales o imágenes mentales que predisponen al éxito de la
acción a realizar.

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

La toma de decisiones está influenciada por la complejidad de la acción


que se tenga que desarrollar en función del número de elementos de información
que se han procesado (compañeros y adversarios implicados, zona del campo,
posesión del balón,..), posibles soluciones o alternativas para resolver el
problema, la incertidumbre y el nivel de riesgo que comporta la decisión.

Las acciones de juego en el fútbol pueden considerarse con una cierta


complejidad en la incertidumbre que se tiene con respecto a la acción de los
adversarios y a la de los compañeros, encontrándose una gran variabilidad de
situaciones ofensivas y defensivas en donde el éxito o el fracaso dependerá de la
rapidez y la precisión de la decisión y de la acción o de las acciones requeridas
para solventar la situación de juego.

Esto no quita que en el fútbol existan distintas situaciones para tomar


decisiones, desde las más simples, correr rápidamente intentando atrapar un
balón que ha enviado un compañero para controlarlo y realizar un tiro a portería;
a aquellas otras más complejas, en la que por ejemplo, el jugador tiene el balón,
se encuentra presionado y no encuentra un compañero desmarcado para pasarle
el balón y la pérdida del mismo puede suponer un gran peligro al equipo. Una
decisión a esta situación difícil podría ser la que toma el jugador llevándose el
balón con una finta corporal y con rapidez, engañando al oponente que le
persigue y dar opción a encontrar una línea de pase de un compañero que pueda
sacar ventaja táctica de su situación.

En muchas ocasiones, la rapidez y la eficacia del juego está muy


condicionada porque a los jugadores le cuesta trabajo tomar decisiones, dudan o
simplemente, no tienen la solución al problema (“no saben qué hacer”). ¿Cómo
solventar esto?. La solución está en el objetivo y en la metodología que nos
planteemos para el entrenamiento. Si lo que buscamos es que los jugadores
tenga rapidez en la percepción, en el análisis, en la solución (encontrar la
solución táctica oportuna) y en la velocidad en la acción (Benedek, 1994), para
lograr este efecto deseado en el entrenamiento es mejorar la capacidad para
prevenir y reaccionar a distintas situaciones del fútbol (Bangsbo, 1998).
Esprintar a una señal dada, es un ejemplo de entrenamiento tradicional que tiene
poco efecto sobre la capacidad de reacción a situaciones específicas, debemos
ofrecer aquellas situaciones que son más próximas a las reales de juego, donde
los jugadores encuentren posibilidades de tomar decisiones, promoviendo sus
iniciativas o su creatividad en la decisión. Eso sí, se deben estimular los procesos
de búsqueda, donde se potencie los procesos cognitivos del jugador mediante
situaciones problemáticas (por ejemplo juegos colectivos reducidos) en las que,
por un lado se requieren adaptaciones a las situaciones de juego planteadas y,
por otro, la búsqueda de soluciones favorables para el desarrollo del juego.

A veces las dudas que tienen los jugadores o la falta de costumbre en


buscar soluciones rápidas y creativas en el desarrollo del fútbol, han estado
condicionadas en que al jugador se le ha dicho qué es lo que tiene que hacer y
cómo, impregnándose los entrenamientos de una metodología cerrada y directiva
por parte del entrenador.

En la solución de los problemas y la toma de decisiones influyen la


experiencia (al valorar mejor las alternativas que tiene para resolver el
problema, toma antes la decisión), la disposición individual del jugador (factor

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psicológico al riesgo que comporta la decisión) y la inteligencia de juego


(idoneidad de la decisión)

En consecuencia, los procesos de decisión del jugador de fútbol se


caracterizan por:

- En la mayoría de las ocasiones no se trata de decisiones simples, sino


una secuencia de decisiones o decisiones complejas (Weineck, 1994).
La rapidez de las decisiones en conducciones y regates es mucho
mayor que en los pases; la necesidad de apreciar la ubicación o
dirección de un compañero y el posible comportamiento del jugador
adversario requiere de más tiempo.
- La variabilidad de las situaciones de juego y de la decisión más
pertinente para cada una de ellas, origina cierta incertidumbre y
seguridad/inseguridad por parte del jugador.
- No siempre una solución a un problema de juego, se puede generalizar
a todas aquellas situaciones similares que se pueda encontrar el
jugador. Hay una necesidad de tener alternativas por motivos tácticos
que puedan sorprender al adversario.
- Las decisiones individuales que toma el jugador deben estar al servicio
del objetivo táctico y que no puede se otro que el juego de equipo. Las
decisiones individuales relacionadas al juego colectivo.
- La eficacia de las decisiones están estrechamente ligadas a la
inteligencia de juego que no es otra que la oportunidad y la rapidez de
las mismas.
- Las decisiones suponen un riego y no están exentas de la presión que
origina la rapidez con que han de tomarse.

c) La velocidad de acción.

Una vez que se toma la decisión, se lleva a cabo mediante la acción motora o
ejecución práctica de la acción (observable: movimiento corporal,
desplazamiento o acción técnico-táctica), escogida entre las posibles que se
presentan en la acción de juego. Obviamente, la rapidez con que se realice esta
acción incidirá en el éxito o en el fracaso.

Weineck (1994) arguye que si un jugador tiene una velocidad de percepción,


de anticipación, de decisión, de reacción, de movimiento y desplazamiento
buena, estamos ante un gran jugador (presuponiendo, claro, que el resto de sus
capacidades físicas y técnicas estén bien desarrolladas).

Por tanto la velocidad de acción está referida a la implicación y ejecución


rápida en las acciones de juego y puede manifestarse a través de:
- La velocidad de reacción
- La velocidad sin balón (cíclica y acíclica)
- La velocidad con balón (gestual): individual y colectiva

c.1. La velocidad de reacción.

La velocidad de reacción es un factor fundamental de la velocidad del


jugador y, por consecuencia, es decisiva para su rendimiento en el fútbol.

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

La capacidad de responder y adaptarse en el menor en el menor tiempo a


los estímulos que se presentan en la acción de juego, es necesaria para que el
futbolista pueda captar y adaptarse a los movimientos sorprendentes del balón,
de los adversarios como de los compañeros (Bauer, 1998). Por ejemplo, se
produce una reacción lenta cuando el jugador no ha reaccionado a la finta de un
adversario, ante un pase de un compañero,...

Un jugador que reacciona rápidamente ante los estímulos que se presenta


en una determinada situación de juego (imprevista y variable), con mayor o
menor dificultad, es un jugador despierto y avispado que es capaz de resolver la
situación y adaptarse a la acción de juego. De esta forma se necesita de la
capacidad de reacción para múltiples situaciones y acciones dentro del juego,
tanto ofensivo como defensivo: en acciones a gol (regates, remates, fintas,
desmarques, apoyos, paredes...) y en acciones rápidas e imprevistas de los
jugadores contrarios (acoso, anticipación, entradas, marcajes, ...).

La forma de reaccionar puede ser de manera simple (velocidad de reacción


simple) y de manera compleja (velocidad de reacción compleja).

En el caso de la velocidad de reacción simple los estímulos se conocen de


antemano y el movimiento que se origina es automático, preprogramado. Por
ejemplo, una arrancada para intentar controlar el balón que ha pasado un
compañero.

En cambio, en la velocidad de reacción compleja se presentan distintos


estímulos y la posibilidad de varias respuestas por cada uno de los estímulos,
requiriendo de un tratamiento complejo de la información. Para Pradet (1999) en
este tipo de situaciones, ni la naturaleza de la reacción motora, ni de la señal de
activación están preestablecidas. De ahí, que el jugador tenga que tomar
decisiones rápidas tanto para discernir el estímulo pertinente como para
encontrar la respuesta motora más adecuada y eficaz (física o técnico-táctica).

Estas situaciones son las que se suelen presentar más frecuentemente en


el desarrollo del juego del fútbol. Un jugador se podrá encontrar entre distintas
posibilidades en las diversas situaciones del desarrollo del juego, en las que
estarán presentes distintos estímulos en cada una de ellas, en las que tendrá que
considerar las posiciones de los adversarios y sus desplazamientos, al igual que
las de los compañeros, el balón (distintas trayectorias y velocidades) y, de todo
esto, deberá elegir la respuesta precisa y responder mediante la acción motora
en el menor tiempo posible.

Para cualquier situación que se presente es importante que el jugador


tenga en cuenta:
- Su visión periférica, atención en todo aquello que es relevante y que se
presenta en su campo visual. Por ejemplo, ver el balón.
- Percibir y valorar la situación, la dirección y la velocidad de los
adversarios, de los compañeros, del balón. Por ejemplo, para localizar y
poder actuar con respecto al balón, se deberá apreciar la trayectoria
que lleva y la velocidad con que va.
- Elegir un plan de acción (decisión).
- Comenzar con la realización o ejecución del movimiento corporal.

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O sea, en el fútbol, los estímulos no están generalmente determinados de


antemano, por lo que la acción motora del jugador estará caracterizada por la
incertidumbre y la elección (reacciones complejas), ya que no se puede
determinar cuándo, dónde y cómo se han de producir. Una consecuencia
importante para el entrenamiento es que en éste se deben plantear situaciones
de juego en las que el jugador tenga que discernir con rapidez entre los
estímulos que se encuentran en su campo visual, y elegir con rapidez el tipo de
acción motora que considere más eficaz.

De los argumentos de Weineck (1994) se desprende que mediante el


entrenamiento se puede mejorar la velocidad de reacción compleja, siempre y
cuando los procedimientos que se propongan respondan a las características
específicas del fútbol (similitud con las distintas formas del juego) garanticen su
eficacia.

Basándonos en planteamientos de Bauer (1998), vamos a mostrar de qué


va a depender el tiempo de reacción y aspectos relevantes para su
entrenamiento:

- Del tipo de estímulo (visual, auditivo o táctil). El jugador de fútbol deberá


responder a estímulos visuales; por lo tanto en el entrenamiento de la velocidad
de reacción, el silbato no tiene lugar. Con cierta similitud se expresa Bangsbo
(1994) cuando expone que los jugadores suelen responder en el entrenamiento a
estímulos que no se parecen al estímulo para la acción que se produce durante
un partido. Los estímulos proceden sobre todo del balón, los adversarios y los
compañeros y de su estructuración espacio-temporal. El tiempo de reacción es
diferente según sea a un estímulo visual, auditivo o táctil; la reacción a los
estímulos visuales es mayor que los estímulos auditivos, precisamente al que
más se tiene que atender en el entrenamiento de fútbol; eso sí, no podemos
olvidar, aunque en menor medida, los estímulos auditivos y táctiles que, en
determinadas circunstancias pueden complementar a los visuales.

- Del tipo de reacción necesaria (reacción simple o reacción compleja). Ya


hemos argumentado que el tipo de reacción más solicitada en el fútbol es la de
tipo compleja, para lo cual se debe entrenar las formas relevantes para el
desarrollo del juego de fútbol (acciones técnico-tácticas), y no a simples salidas,
arrancadas, paradas, ... se deben incluir formas de entrenamiento en las que el
jugador pueda mejorar la capacidad para prevenir y responder a las distintas
situaciones complejas y singulares del fútbol.

- Del nivel de rendimiento y de la experiencia del jugador en el caso de la


elección entre varias posibles reacciones. Sobre este aspecto tenemos que añadir
que la capacidad de reacción depende, en gran medida, de la motivación, la
capacidad de atención y concentración, estado anímico y del cansancio. El éxito o
el fracaso de la acción dependerán de que el jugador se encuentre motivado,
expectante a las condiciones que se le ofrecen y que el estado de fatiga sea
mínimo. Por ello, debemos ofrecer posibilidades de entrenamiento que requieran
al jugador estas circunstancias.

c.2. velocidad sin balón (acíclica y cíclica). La capacidad de aceleración a


la carrera y la resistencia a la velocidad.

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

La velocidad de acción sin balón puede ser velocidad acíclica, en todos


aquellos movimientos de los segmentos corporales que se realizan en un corto
espacio de tiempo y no se tiene el balón (movimientos de las piernas,
desplazamientos laterales, movimientos del tronco, etc.); y la velocidad cíclica o
la empleada para realizar un desplazamiento en el menor tiempo posible. En esta
influye la velocidad de reacción, la capacidad de aceleración a la carrera y la
resistencia a la velocidad.

La capacidad de aceleración a la carrera.

La tradicional velocidad de desplazamiento (frecuencia x amplitud) no


tiene mucho sentido en el desarrollo del fútbol por las siguientes razones:

- Si consideramos las distancias que se recorren en el fútbol, según


Weineck (1994) son de 0-5, 5-10, 15-20 m., es extraño que se superen los 25-
30 m, produciéndose en escasas ocasiones; es muy difícil que en esas distancias
se consiga la velocidad máxima. Por eso, es más determinante la capacidad de
aceleración, siendo más concluyente cuanto menos sea la distancia (la mayoría
de las veces en el fútbol).

- En muchas de las acciones, independientemente de que se tenga el balón


o no, están involucradas con referencia al balón, los adversarios y a los
compañeros, condicionando a los desplazamientos que se puedan realizar (hacia
delante, hacia atrás, acelerando, desacelerando, intentando deshacerse del
adversario o perseguirlo, etc.).

- La frecuencia de aceleraciones, desaceleraciones, paradas, arrancadas y


cambios de ritmo que se producen durante el desarrollo del juego no permiten
que se pueda alcanzar la máxima velocidad.

De las razones expuestas, podemos deducir que, la capacidad de


aceleración a la carrera, es una manifestación externa de la velocidad que tiene
una importancia excepcional para el desarrollo ofensivo y defensivo. Las acciones
explosivas finales para sobrepasar o salvar a los adversarios (regates y
aceleraciones fulminantes, la carrera rápida y sorpresiva en una pared, el cambio
de ritmo individual, la aceleración ante el pase en profundidad que ha efectuado
un compañero, etc. ); en las acciones defensivas (el repliegue una vez que se ha
perdido el balón, la persecución de un adversario que pretende desmarcarse, la
carrera para desplazarse y realizar una interceptación o anticipación, la carrera
para hacer la permuta al compañero que ha sido desbordado, etc.).

De manera general se entiende por capacidad de aceleración a la carrera


como la capacidad de alcanzar rápidamente la velocidad máxima de
desplazamiento (Pradet, 1999). De manera más concreta, considerando las
situaciones del fútbol, estimamos que es la capacidad que tiene el jugador para
pasar de una velocidad menor (lenta o media) a otra mayor (submáxima o
máxima) cuando se está en movimiento, o de pasar de la posición estática a una
velocidad óptima para la acción requerida.

La capacidad de aceleración a la carrera va a depender de la velocidad de


reacción, de la coordinación intra e intermuscular, la velocidad gestual y la fuerza
muscular.

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También en el fútbol se producen desaceleraciones que permiten al


jugador aminorar su velocidad atendiendo a las circunstancias y al objetivo del
juego. Los desplazamientos rápidos de los jugadores se ven interrumpidos ante
la necesidad de hacer un cambio de dirección, de ritmo o paradas, puesto que
tienen que reaccionar y adaptarse a las situaciones del juego y a las
interferencias de los adversarios.

Las paradas, arrancadas, los cambios de dirección y de ritmo requeridos


en el desarrollo del juego de fútbol necesita de la capacidad del jugador para
acelerar o desacelerar, siendo esto importante para sacar ventaja al adversario.

Si estimamos que la capacidad de aceleración a la carrera puede ser


determinante en situaciones de juego dadas, por ejemplo, para deshacerse de un
adversario en pocos metros, y en otras acciones que se realizan en distancias
cortas, el entrenamiento de esta velocidad deberá hacerse considerando estas
distancias y que como hemos expuesto ya, son las que más se dan a lo largo de
un partido. Superar esta distancia supone disminuir la capacidad coordinativa,
consiguiendo reducir la efectividad del entrenamiento (Weineck, 1994).

Resistencia a la velocidad

Por regla general, en Teoría y Práctica del Entrenamiento Deportivo se ha


definido la resistencia a la velocidad como la capacidad de mantener la velocidad
máxima durante un relativo largo período de tiempo. Ahora bien, considerando
que en el fútbol se suele caracterizar por solicitudes intermitentes que, en su
mayor parte, son explosivas, se necesita repetir estos esfuerzos máximos y
rápidos, con pausas de recuperación (esfuerzos medios), y con la mínima merma
en el rendimiento.

En este sentido, habrá que considerar a la resistencia a la velocidad como


un aspecto importante dentro del fútbol. Weineck (1994) la considera como
“resistencia al esprint”, para diferenciarla del concepto clásico. En nuestro caso
va a ser substancial para que el jugador pueda reiterar su capacidad de
aceleración a lo largo del partido. Precisamente los jugadores la pueden utilizar
en la repetición de carreras rápidas al igual que en la realización de acciones
técnico-tácticas o velocidad gestual.

El entrenamiento de esta velocidad se puede mejorar mediante el


entrenamiento integrado, a través de serie de acciones o recorridos técnico-
tácticos. Igualmente, puede trabajarse al igual, que la velocidad de aceleración o
la velocidad gestual, reduciendo algo el tiempo de recuperación.

c.3. Velocidad con balón (gestual): individual y colectiva.

La rapidez con que un jugador puede hacerse con el balón o jugarlo de


acuerdo a las exigencias de las situaciones y condiciones del juego, puede ser
determinante para salir airoso de las mismas.

Para Bauer (1998), este tipo de velocidad es la capacidad de realizar


acciones específicas de juego, con balón y con trabajo de piernas rápido, bajo
presión.

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

El juego, siguiendo comentarios de Benítez y Aistarán (2000), como un


cúmulo de respuestas en base al proceso de información previo, pudiéndose dar
soluciones motoras muy variadas, atendiendo a su complejidad funcional.

En el desarrollo del juego, será decisivo si los jugadores son capaces de


recibir y hacerse con el balón con rapidez, bajo la presión del oponente, o bien si
son capaces de conducir, avanzar, driblar, pasar el balón en una dirección
determinada de acuerdo a un objetivo y tirar a gol rápidamente. Igualmente,
para ganar la posesión del balón, cuando lo tiene el equipo adversario, los
jugadores tienen que tener la necesaria velocidad (Benedek, 1994). Por eso,
cada movimiento que se realiza es determinante por la posesión del balón.

Pradet (1999) razona que los procesos de velocidad gestual depende de


las características psicológicas que favorecen la velocidad (motivación,
concentración, atención...) y más específicamente está regido por las cualidades
coordinativas como el control de los gestos técnicos, los cuales determinan unos
procedimientos de desarrollo propio de la actividad practicada. Por eso podemos
argumentar que esta capacidad, la velocidad gestual, se basa en las velocidades
parciales que hemos descrito anteriormente (percepción, decisión, reacción y
aceleración) pero muy ligada a la habilidad para jugar o hacerse con el balón.
Precisamente, como orientación al entrenamiento y su transferencia a la
competición, en una acción de juego se requiere realizar movimientos corporales
y acciones técnico-tácticas propias del fútbol, para ello se desarrolla la
combinación con prontitud de percepción y análisis de la situación, escoger la
respuesta y la decisión que la resuelva, la reacción motora, el desplazamiento
corto y veloz y la utilización de los gestos técnicos que requiere la táctica para
solventar las condiciones de la situación (ver esquema nº 3).

Esquema nº 3: La velocidad gestual y los mecanismos que intervienen

Percepción y análisis Decisión

Información de la Resolución cognitiva


situación problemática al problema y tomar la
decisión (programa de
¿Qué pasa y acción)
Situación de juego con
unas condiciones qué hacer? ¿Cómo hacerlo?
dadas: ofensivas o
defensivas

Ejecución o solución motora adaptada a las


condiciones del juego

Respuesta motora
Reacción Desplazamiento
Feed-back y control
del movimiento Acción técnico-táctica

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En ocasiones nos encontraremos con jugadores que son muy rápidos


desde el punto de vista físico que tienen problemas para adaptar sus carreras
(aceleraciones y desaceleraciones) a las acciones técnico-tácticas requeridas
para el juego. O al contrario, jugadores que son capaces de realizar acciones
técnico-tácticas exactas y planificadas pero estando por debajo en el rendimiento
físico.

Es obvio, que la velocidad gestual no sólo requiere la rapidez de la acción,


sino también la capacidad de previsión, esto es la elección de la técnica
adecuada a la situación táctica. La función del entrenamiento de velocidad
gestual tendrá que estar orientado a desarrollar los componentes físicos
específicos requeridos para las acciones técnico-tácticas, además se deben
aumentar los componentes psicocognitivos. La mejor manera de hacerlo es a
través de formas jugadas y situaciones más globales de juego.

En este sentido, en ciertas ocasiones nos encontramos con una


problemática para trabajar de manera integrada y de combinar la acción física
(rapidez) con la acción técnico-táctica adecuada a la situación requerida
(precisión).

Tenemos dos opciones para el entrenamiento:

1ª. Si se quiere realizar el movimiento de la acción motora rápida


(movimientos y acciones técnico-tácticas), puede que la situación de
entrenamiento no salga bien, ¿por qué?. El jugador presenta una deficiencia
técnica para las exigencias de juego planteadas. Igualmente, el problema estaría
en la capacidad y conocimientos tácticos para resolver lo requerido. En el primer
caso, habría que procurar que el jugador aprenda la técnica como un medio al
servicio de la resolución de problemas tácticos y, poco a poco, ir incrementando
la rapidez de las acciones hasta alcanzar la máxima velocidad. Lo mismo habría
que hacer si el problema es táctico, primero se debería dotar de un conocimiento
y de un bagaje de experiencias tácticas y luego ir aumentando la velocidad de las
acciones.

Es verdad que estos planteamientos podrían acarrear inadaptaciones y


propiciar un estereotipo motor dinámico que llevaría a una barrera de velocidad
(estabilización del gesto técnico y la acción táctica en el espacio y en el tiempo).
Para mejorar la velocidad habrá que trabajar con movimientos rápidos.

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

Esquema nº 4: La velocidad gestual y la combinación de la acción física


y la acción técnico-táctica

VELOCIDAD GESTUAL

Ejecución psicofísica

Rapidez Precisión

Procesos perceptivos y
cognitivos

Motores de desarrollo del


juego: movimientos y
acciones técnico-tácticas

2ª. Realizar el gesto técnico y la acción táctica sin reducir la estimulación


máxima. Nos encontraríamos con el problema de que la técnica se estancaría y la
táctica estaría falta de recursos de percepción, análisis y decisión, llegando a la
situación en que el gesto y la acción serían rápidos, pero no eficaz. Faltaría la
adecuación y la sincronización de las acciones requeridas, que se lograrían
mediante el aprendizaje técnico-táctico.

Habría que plantear situaciones de juego progresivas y crecientes en su


complejidad, e ir aumentando la velocidad en función de la capacidad de resolver
situaciones de juego. Determinados expertos opinan que la solución estaría en
realizar los gestos o las acciones a una velocidad submáxima sin alterar
demasiado sus estructuras y modificando frecuentemente la velocidad de
ejecución.

3ª. En ocasiones, para poder realizar los movimientos y acciones lo más


rápidamente posible y desarrollar la velocidad, el problema estriba en las
condiciones previas del entrenamiento físico y no en cuestiones técnicas o
tácticas. Para desarrollar movimientos rápidos del cuerpo se requiere de fuerza
rápida, de flexibilidad y de resistencia específica. La fuerza rápida y explosiva
para ejecutar las acciones técnico-tácticas y para mover con rapidez al cuerpo,
arrancando, acelerando, etc. Igualmente para que se pueda mejorar la capacidad
técnico-táctica del jugador, es necesario un buen nivel de preparación funcional y
el aumento de la estabilidad motora específica en condiciones de fatiga, como las
que se desarrollan en una actividad intensa de competición. Para que el jugador
pueda hacer todas aquellas acciones técnico-tácticas con una mayor eficacia, se
requiere rapidez y precisión, para poder hacerlo es necesario tener una
resistencia específica (la resistencia a la velocidad vista anteriormente), que nos
puede garantizar hacer las mencionadas acciones.

De lo argumentado hasta ahora de la velocidad gestual, se puede


desprender que, en muchas ocasiones, nos estamos refiriendo a las acciones

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individuales de los jugadores, aunque es obvio que también tiene su aplicación a


las acciones grupales y del equipo. Para concretar más aún lo que sería la
velocidad colectiva, hay que aludir al trabajo colaborativo de todos los jugadores
de un equipo o de aquellos que más directamente intervienen en el desarrollo del
juego (fase ofensiva, fase defensiva y en la transición), en donde se tiene que
dar una coordinación de las acciones de los jugadores que participan,
desarrollándose con rapidez, de manera adecuada y orientada a la resolución del
problema táctico que requiere la situación de juego. O sea, al referirnos a la
velocidad gestual colectiva, estamos aludiendo a la capacidad que tiene un
equipo para actuar lo más rápidamente posible y de las formas más efectivas en
el juego bajo complejas situaciones y condiciones técnico-tácticas (adaptación de
Weineck, 1994).

Benítez y Aiestarán (2000) entienden que, acciones aciclícas como el


dribling o regate, las fintas, el control y el tiro, junto con todas las combinaciones
posibles entre dichas acciones y ante las diferentes dificultades de colaboración y
oposición, constituirá la base de las tareas para la mejora de la velocidad gestual
con situaciones simplificadas de juego.

La principal manera para trabajar en el entrenamiento la velocidad


colectiva sería mediante juegos competitivos o formas similares a las situaciones
de juego que tengan unas elevadas exigencias de la velocidad de acción
(condiciones espacio-temporales-adversarios-compañeros que en los partidos).
Donde, no sólo se tiene en cuenta la rapidez de las movimientos en las acciones
técnico-tácticas, además se tiene que valorar los procesos cognitivos y
pensamiento táctico que utilizar los jugadores (gran capacidad de percepción y
anticipación de los futbolistas, su objetivo técnico-táctico y decisiones
compartidas que toman).

En el entrenamiento que se emplea como procedimiento formas-partidos


(grupos más pequeños o grandes) para desarrollar la velocidad gestual colectiva,
deberán tenerse claros los objetivos, las múltiples capacidades que requiere el
desarrollo del juego y valorarse si efectivamente se van logrando a lo largo de
estas formas de entrenamiento. Para Bangsbo (1998), reconoce que los
beneficios generales del entrenamiento funcional de la velocidad (similar a la
competición) son mucho más grandes que los conseguidos con el entrenamiento
formal (se refiere al tradicional) de la velocidad.

La eficacia de este tipo de entrenamiento se va logrando mediante lo


siguiente:

a) Los jugadores deberán habituarse a percibir e introducirse


anticipadamente en el objetivo del juego atendiendo a lo que demanda la
situación, para lo cual necesitan que su campo visual esté bien desarrollado. Para
ello no deben apartar el balón, los movimientos y acciones de los adversarios y
los de los propios compañeros, del campo visual. Predisposición para captar
información relevante de la situación de juego y de utilizarla para actuar con
rapidez cooperativamente.

b) Se desarrolla la capacidad para prever anticipadamente las posibles


acciones individuales y colectivas, optimizando los procesos de análisis,
reconocimiento de la situación y de decisión.

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

c) Igualmente, aumenta la capacidad cognitiva y motora al trabajar


colectivamente y buscar de manera armonizada el objetivo táctico. Estas
situaciones propician la creatividad, la responsabilidad, el trabajo cooperativo y
la autonomía para tomar decisiones.

d) Los requisitos hacia la velocidad de percepción, decisión y las diversas


manifestaciones de la acción motora, se hacen más complejos, sobre la
introducción de aspectos externos (el espacio, el tiempo, número de jugadores,
el balón, etc.) que sirven de estímulos:

- Reduciendo las dimensiones del área de los juegos


- Modificando las reglas para que las formas del juego se vea facilitada la
velocidad: aumentando la cantidad de balones, número de porterías,
pocos toques al balón (1 ó 2), etc.
- Utilizando situaciones reducidas tanto en superioridad como en
inferioridad numérica (1:1, 2:1, 2:2,...), es mejor no hacer grupos muy
grandes que superen los 4 ó 5 jugadores.

III. ASPECTOS A CONSIDERAR PARA EL ENTRENAMIENTO Y


DESARROLLO DE LA VELOCIDAD

III.1. Aspectos básicos generales

1. Análisis del fútbol y diagnóstico para desarrollar la velocidad. Cuando se


quiere desarrollar esta cualidad en el futbolista, tenemos que considerar: ¿cuáles
son las acciones que requieren la máxima rapidez en este deporte?, ¿a qué tipo
de estímulos se necesita responder?, ¿qué mecanismos son requeridos?, ¿qué
distancias y tipos de velocidades se requieren para adecuarse a las exigencias
del juego?. Consideramos que hemos dejado claro estas cuestiones en la
fundamentación que hemos realizado hasta ahora y que podríamos determinar
desde la capacidad psicocognitiva o preactiva (percepción y decisión), la
capacidad de actuar (activa) a través de la velocidad de reacción, de
desplazamiento y la gestual.

Por regla general, la velocidad en el fútbol es una mezcla compleja de los


diferentes tipos de velocidades (preactiva y activa) manifestándose en la relación
de cooperación y oposición y en función de la posesión del balón. Por lo tanto,
como orientación para el entrenamiento, se recomienda desarrollar y combinar
las distintas formas de manifestarse la velocidad, tanto con y sin balón.
Estimando que el futbolista debe de realizar la velocidad de desplazamiento en
poco espacio, en donde se producen giros, modificaciones de aceleraciones y
desaceleraciones, rápidas acciones con pelota y la pronta implicación y
colaboración con los componentes de su equipo. El entrenamiento de la velocidad
deberá estar influenciado fundamentalmente por estas acciones específicas y
características del fútbol.

Bansgbo (1997) defiende la postura que el entrenamiento de la velocidad


debe adoptar principalmente la forma de situaciones similares a las del juego,
por conseguir el efecto específico deseado de mejorar la capacidad de los
jugadores para prevenir y reaccionar a distintas situaciones que se presentan en

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Prof. Dr. Cipriano Romero Cerezo

el juego. Por el contrario, el entrenamiento tradicional de velocidad sólo mejora


la capacidad de producir energía y no transfiere al desarrollo del juego.

A pesar de lo expuesto, el entrenamiento de la velocidad en el fútbol se ha


estructurado, de manera predominante, mediante carreras de velocidad y
respuestas a estímulos, principalmente sonoros que no se asimilan, en absoluto,
a los que se presentan a lo largo de un partido. Por regla general, los jugadores
reconocen y se implican con más facilidad a las formas tradicionales; por este
tipo de razones psicológicas, conviene utilizar el entrenamiento sin balón e ir, de
manera progresiva, introduciendo carreras con balón a situaciones globales de
juego.

La dificultad del entrenamiento de velocidad mediante una forma integral


estriba en la dosificación y en el establecimiento de las acciones. Además, se
deberá analizar y valorar la implicación de los jugadores.

2. Cuando nos estamos refiriendo al entrenamiento de la velocidad en la


edad adulta (rendimiento), consideramos que los factores psicofisicos de la
velocidad para que un jugador sea rápido en las acciones requeridas por el
juego, son específicamente de éste. Fundamentalmente, su desarrollo se debe al
incremento de la fuerza y al dominio técnico-táctico adecuado que puede facilitar
la realización del movimiento más rápido en formas jugadas y con el balón.
Independientemente, la fuerza rápida de los miembros inferiores (capacidad de
impulsión) y de los músculos del tronco, la capacidad perceptiva y de decisión, la
velocidad de reacción, la capacidad de aceleración y la velocidad gestual, son
factores que pueden limitar el rendimiento, aconsejándose su utilización en el
entrenamiento para mejorar la prestación de los jugadores.

3. Hay que tener en cuenta que, tanto si vamos a desarrollar la velocidad


de desplazamiento como la de reacción o la gestual, se requieren que las
acciones que reclamen el máximo nivel de concentración y de atención del
futbolista, una buena capacidad de resolución y decisión mental, para efectuar
acciones motoras rápidas y de máxima intensidad y a un ritmo máximo de
velocidad.

4. No se debe trabajar la velocidad en estado de cansancio puesto que si


se efectúa las acciones así, el entrenamiento sería ineficaz para la rapidez de las
acciones, aunque podría tener una incidencia en la resistencia a la velocidad.
Para evitar crear una barrera en el desarrollo de la velocidad del jugador, se
deben propiciar pausas lo suficientemente largas para que los músculos se
recuperen próximos a reposo y posibilitar la posibilidad de ejecutar nuevas
acciones a la máxima velocidad. Se debe aprovechar las pausas (de unos 45” a
1´30”dependiendo de la duración del esfuerzo) para efectuar la recuperación
activa (ejercicios con balón, relajación y estiramientos de la musculatura).

5. Sólo debe realizarse tras un calentamiento muscular y tendinoso


completo, llevando al organismo a un estado de preparación óptimo, pero sin
crear fatiga suplementaria (Pradet, 1999). Debemos considerar que los esfuerzos
máximos (cortos y explosivos) que requiere esta cualidad son los que
generalmente ocasionan mayor número de lesiones en las partes blandas del
aparato locomotor, siendo la musculatura antagonista la que más fácil se puede
dañar. Para evitar esto habría que efectuar un buen calentamiento previo,

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

incidiendo en los ejercicios de estiramientos de los grupos musculares


implicados. Igualmente, se deben aprovechar los tiempos de recuperación (entre
repetición y repetición, entre serie y serie) para hacer las pausas activas,
igualmente estiramientos.

6. Un aspecto importante a considerar para abordar el entrenamiento de


velocidad es que como hay otros factores o cualidades que tienen influencia en el
desarrollo de las acciones rápidas, como es el caso de la fuerza, la coordinación y
las acciones técnico-tácticas, la resistencia (para recuperarse y poder repetir
acciones) y la flexibilidad, debemos crear una buena base para posteriormente
garantizar un buen trabajo de velocidad.

7. Para evitar la desmotivación y una barrera en la velocidad


(estancamiento), y considerando la diversidad de velocidades y de sus métodos
para su desarrollo, debemos buscar formas diversas y variadas.

8. El entrenamiento físico de la velocidad (reacción, aceleración y


resistencia a la velocidad) deberá trabajarse de acuerdo lo que se realiza en las
situaciones de partido y teniendo en cuenta la referencia de su implicación en el
juego. A ser posible, debería trabajarse juntamente con el balón (concatenando
las carreras con las acciones técnico-tácticas).

9. Para optimizar la velocidad gestual deberá plantearse una progresión en


la dificultad, empezando por situaciones sencillas (carreras de velocidad,
ejercicios individuales con balón, por parejas, ejercicios que requieren una
técnica y táctica específica, acciones con contrincante...) hasta llegar a
situaciones complejas, similares a la competición, con elevadas exigencias en la
velocidad de acción.

III.2. Consideraciones para el desarrollo de la velocidad

De los aspectos básicos generales que hemos expuesto, nos lleva a


plantearnos ciertas consideraciones para el desarrollo de la velocidad:

a) Objetivos del entrenamiento de velocidad


b) La carga de trabajo y las características de las actividades.
c) Métodos y procedimientos para el entrenamiento
d) El entrenamiento de velocidad y su periodización.

a) Objetivos del entrenamiento de velocidad.

Apreciando que la velocidad del fútbol es compleja por sus diversas


manifestaciones y de los diversos factores que inciden en su desarrollo, mediante
el entrenamiento nos proponemos:

“Lograr que los jugadores puedan tener prontitud para percibir, analizar y
tomar decisiones adecuadas para efectuar con rapidez acciones motoras (bien
corriendo con o sin balón y realizando acciones técnico-tácticas)”.

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Prof. Dr. Cipriano Romero Cerezo

Basándonos en Bangsbo (1998), Benítez y Aiestarán (2000) y efectuando


algunas modificaciones, podemos desglosar este objetivo en los siguientes:

1. Incrementar la capacidad para percibir situaciones de un partido que


requieran una acción inmediata (percepción) y de anticipación tras el análisis de
la información.

2. Incrementar la capacidad para efectuar una acción inmediata cuando haga


falta, tomando la decisión específica pertinente.

3. Incrementar la capacidad para realizar acciones motoras rápidamente


(acciones sin balón y con balón).

4. Lograr una capacidad de adaptación y resolución rápida a las condiciones


variables del juego.

b) La carga de trabajo y las características de las actividades.

Buscando la eficacia del entrenamiento de velocidad, juega un papel


determinante la dosificación de la carga en las actividades que empleemos. Así
que, vamos a considerar el tipo de esfuerzo o la intensidad, la recuperación y el
volumen (repeticiones, series y cantidad total de trabajo) y expondremos unas
tablas donde se expresen estos parámetros para los distintos tipos de velocidad.

El tipo de esfuerzo. Durante el entrenamiento de velocidad, los jugadores


deberán realizar esfuerzos máximos de corta duración (de intensidad y rapidez
máxima, por debajo de los 10”, aunque en el fútbol no suele superar los 4-6” en
las acciones individuales, algo más en la acciones colectivas) y en distancias
cortas (0-5, 5-10 m...).

La recuperación. Para que el entrenamiento de velocidad sea efectivo, tiene


que hacerse “fresco” o sin cansancio. Por eso, los períodos de recuperación entre
esfuerzos o series de esfuerzos deben ser largos, con pausas activas (andar y
estirar para mantener el nivel neuromuscular a un nivel suficientemente alto).
Además, su duración debe ajustarse a las características y condiciones de cada
uno de los jugadores, suele durar de uno a tres minutos, tiempo suficiente para
reponer los fosfágenos (ATP y CP).

El volumen de trabajo. No suele ser grande y depende del nivel del futbolista;
sobre todo porque hay que considerar la capacidad de ejecución que tiene. Se
puede emplearse de 4 a 8 ejercicios, de 4 a 6 repeticiones y de 2 a 5 series

En las siguientes tablas, exponemos unas orientaciones de la carga de trabajo


para cada uno de los tres tipos de velocidades.

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

Tabla nº 1: Características de la carga de la velocidad de reacción

Intensidad 100%.
Variante: posibilidad de alternar esfuerzos máximos
separados por ejercicios técnicos efectuados a
velocidad reducida
Duración Breve, solamente la reacción a la respuesta, no
superar los 2-3”. En la VRC, puede aumentar un
poco al tener que encadenar acciones: 3-5”
Recuperación Debido a la ausencia de fatiga, puede ser de 30” a
un 1´, se debe aumentar después de 2 ó 3
tentativas. Estas recuperaciones se aumentan
cuando hay una mayor incertidumbre (VRC): 1 ó
2´. Al igual que entre serie y serie: 2´-2´30” .
Durante la recuperación se puede efectuar algunas
actividades que provoquen la atención y
concentración. Incluso en la VRC se puede implicar
cognitivamente al jugador.
Nº de 4-8
ejercicios
Volumen Repeticiones 2-6, dependiendo complejidad y series
Series 3-5
Cantidad Reducida, no debe presentar más de 1/3 del total
total de de la sesión. No debe superar los 30´ incluidas las
trabajo recuperaciones, lo normal es de unos 20´ en VRS y
un poco más en la VRC

Tabla nº 2: Características de la carga de la velocidad de desplazamiento


(capacidad de aceleración y resistencia a la velocidad.

Intensidad 100%, considerando los reajustes de aceleraciones


y desaceleraciones
Duración - En la capacidad de aceleración a la carrera y
esfuerzos máximos: de 3-7”.
- En la resistencia a la velocidad: 8-12”.
Recuperación Entre repeticiones: de 1´30” a 3´ en la capacidad
de aceleración, y de 2-4´ en la resistencia a la
velocidad.
Entre series: 3-4 o 3-5´.
Nº de 6-8
ejercicios
Volumen Repeticiones 4-8
Series 3-5
Cantidad Bajo, unos 30-40´ considerando los períodos de
total de recuperación
trabajo

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Tabla nº 3: Características de la carga de la velocidad gestual

Intensidad 100%.
Variante: posibilidad de intercalar actividades con
intensidades más bajas.
Duración Sobre 3-6” en acciones individuales o de 8-10” en
las acciones colectivas. Se puede prolongar de 10-
12” para efectuar acciones técnico-tácticas que se
suelen concatenar a lo largo de un partido
Recuperación Entre repeticiones: de 45”-1´30” en acciones
individuales, o de 1-2´ en acciones que se
intercalan unas con otras.
Entre series: 2-3´.
Debe ser activa mediante la marcha y
estiramientos, aprovechando para recordar a los
jugadores las acciones técnico-táctica y sus
exigencias en la competición.
Nº de 4-8
ejercicios
Volumen Repeticiones 2-6
Series 3-5
Cantidad Bajo, unos 30-40´ considerando los períodos de
total de recuperación
trabajo

c) Métodos y formas de trabajo para el entrenamiento.

Métodos de entrenamiento.

Para trabajar la velocidad de acuerdo a lo que hemos planteado y para que


se pueda aumentar la capacidad de rendimiento en la competición, nos
encontramos con varios métodos:

- Método de repeticiones. Su característica básica es cubrir una distancia a


la máxima velocidad y con recuperación completa. En este método lo que se
pretende es garantizar la recuperación óptima (completa de 1 a 3´) en todos sus
parámetros de la respiración, de la circulación y del metabolismo para acometer
nuevas acciones de máxima intensidad y en distancias cortas. Se puede efectuar
con balón (conducciones, regates, pases, etc) y sin balón (carreras en esprints).
Trabajar con balón, para algunos expertos, supone no desarrollar la velocidad
máxima; ahora bien, nuestro objetivo debe ser que el jugador sea rápido con
balón y sin él, la solución podría estar en combinar ambas formas de trabajo.

- Método interválico intensivo. Básicamente la diferencia con respecto al


anterior es que la recuperación es incompleta, desarrollando la resistencia a la
velocidad. En el caso concreto del fútbol puede ser interesante por las
condiciones que se dan a lo largo de un partido, donde se producen acciones de
velocidad sin haber recuperado totalmente.

- Método competitivo o integral. Es aquel que se realiza lo más parecido


posible a la competición, en el que intenta reproducir las condiciones y acciones

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

de máxima velocidad que se encuentran integradas en el juego. De esta manera


surge esta tendencia de entrenamiento en la que pretende:

• Una mayor conexión entre los aspectos técnico-tácticos, de condición física


y los psicológicos.
• Favorecer el desarrollo de las cualidades del deportista en el contexto en
que intervienen en competición.

Debido a lo complejidad de la velocidad en el fútbol, las situaciones de juego,


con exigencias rápidas, son requerimientos para desarrollar esta cualidad.
Justamente, con este tipo de entrenamiento se pretende componer en una
misma actividad el factor físico, el factor técnico-táctico, con sus ajustes espacio-
temporales a compañeros y adversarios, que la da un carácter de especificidad y
muy próximos a la estructura del juego.

Formas de trabajo.

Si consideramos que la velocidad se manifiesta en el fútbol de distintas


formas, se tiene que desarrollar, igualmente, por distintas formas de
entrenamiento. Encontrándonos con los siguientes procedimientos de trabajo
para el desarrollo de esta cualidad en el fútbol:

a) Desarrollo de la velocidad sin balón:

o Distintos tipos de reacción: salidas, paradas, cambios de dirección y


cambio de ritmo.
o Carreras de aceleración y aquellas otras en las que se alterne la
aceleración con carreras más lentas (desaceleración).
o Carreras de velocidad: esprints cortos, recorridos de ida y vuelta,
eslalon,
o Juegos motores para mejorar la capacidad de reacción y de
aceleración:
ƒ De persecución, agarre y de esquivar.
ƒ De competición (llegar antes o adelantar).
o Diferentes tipos de relevos sobre distancias distintas.

b) Desarrollo de la velocidad con balón.

o con orientación a las acciones técnicas (todos los ejercicios técnicos


a mucha velocidad):
ƒ Ejercicios individuales con balón: controles, golpeos,
conducciones, regates y la posible combinación de estos
aspectos.
ƒ Ejercicios por parejas: pases con precisión y rapidez.
o Juegos con orientación colectiva y con exigencias en la rapidez de
acción:
ƒ Formas jugadas con acciones técnico-tácticas. Por ejemplo,
recorrido de acciones en donde se combinan la aceleración, el
pase, el control, la conducción y el remate.
ƒ Formas-partidos (pequeños partidos) o juegos colectivos
donde se faciliten la situación normal de juego a la máxima

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velocidad (reglas, dimensiones, número de jugadores, etc.):


2:1, 2:2, 3:2; 3:3, etc.

d) El entrenamiento de velocidad y su periodización.

El aspecto específico y cualitativo del trabajo de velocidad nos podría llevar


a la concepción de que este tipo de trabajo debe programarse una vez que se ha
pasado un largo período de un trabajo de preparación (concepción clásica). Pero
este tipo de trabajo, dado la importancia que tiene en el fútbol, desde la
perspectiva del entrenamiento moderno, se recomienda a lo largo de toda la
temporada, desde el período preparatorio hasta el período competitivo. Eso sí,
con diversas orientaciones y conforme se va acercando a la competición y
durante ésta va tomando más importancia y dedicación.

Como la velocidad depende y se encuentra asociada a otros factores como


la fuerza, la resistencia, el tiempo de reacción, la coordinación y las acciones
técnico-tácticas, el trabajo de cada uno de ellos y las circunstancias que se
ofrecen (concentración y motivación), irán creando unas condiciones favorables
para el desarrollo de la velocidad. Es más, si consideramos el efecto residual del
entrenamiento, la combinación de distintos tipos de mesociclos (acumulación,
transformación y realización) y en cada uno de ellos se disponen distintos
microciclos (normalmente 3 ó 4, dejando el último para la reparación), nos
permitirá trabajar la velocidad o los factores que inciden en su desarrollo a lo
largo de toda la temporada, alargándose el nivel de rendimiento durante más
tiempo.

Tomando la referencia de Verjoshanski (1990) y Weineck (1994) y el


efecto residual o retardado del entrenamiento, después de un entrenamiento
general, se realizará un entrenamiento de fuerza especial, al que le seguirá un
entrenamiento específico de velocidad para el fútbol. La orientación podría
quedar así:

- Mesociclo de acumulación: entrenamiento general, es de preparación


muscular (fuerza máxima y fuerza velocidad –capacidad de impulsión-), la
capacidad de coordinación, la velocidad en las acciones técnicas-tácticas básicas
y velocidad de reacción simple.

- Mesociclo de transformación: entrenamiento dirigido, guarda relación con


el contexto y la estructura de juego. Para ello se realizarán carreras de
aceleración, velocidad de reacción compleja, cambios de dirección y ritmo,
carreras de resistencia a la velocidad y carreras de ritmo máximo en distancias
cortas. También se pueden realizar formas-jugadas con una orientación técnico-
táctica.

- Mesociclo de ejecución: entrenamiento específico y competitivo, utiliza el


propio juego como elemento de trabajo. De esta manera el entrenamiento de
velocidad se realiza en el mismo terreno de juego y en situaciones muy similares
a la competición (juegos colectivos y formas-partidos).

La velocidad en el microciclo y en la sesión de entrenamiento. Si


consideramos que el trabajo de velocidad debe realizarse a la máxima intensidad
y cuando el deportista esté descansado, dentro del microciclo semanal se podrá

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La velocidad en el fútbol: consideraciones para el diseño y el desarrollo en el entrenamiento 

entrenar después del día de descanso y donde la recuperación en las sesiones


precedentes son completas; dentro de la sesión se realizará después del
calentamiento adecuado, cuando todavía se puede garantizar la efectividad del
entrenamiento debido a la ausencia de fatiga. Esto hace que el sistema hormonal
y nervioso trabajen a un nivel muy elevado, por ello no se deben realizar
volúmenes altos dentro de este tipo de entrenamiento y exige tiempos de
recuperación amplios (Grosser y cols, 1989). Después de un esfuerzo máximo se
debe garantizar la recuperación adecuada para que el sistema neuromuscular
pueda estar en condiciones de abordar de nuevo el trabajo.

El trabajo de velocidad de reacción se puede trabajar al final de la semana,


teniendo en cuenta que no supone una gran carga de trabajo e intenta
predisponer al sistema neuromuscular del deportista.

Por último, dentro del microciclo habrá que tener en cuenta la


recuperación y la supercompensación. Si queremos obtener resultados notables y
favorables para el rendimiento de los futbolistas, deberemos tener cuidado en la
distribución semanal de los contenidos de entrenamiento, sobre todo cuando hay
determinadas cualidades que están muy próximas a la velocidad y se obtiene un
efecto parecido. Para que el entrenamiento sea eficaz, estas cargas deben
alejarse al máximo unas de otras. Así, se ha comprobado que cuando se realiza
un trabajo de velocidad puro, para que se produzca la compensación es
necesario 48 horas y para incrementar la capacidad de rendimiento
(supercompensación), unas 72 horas.

A MODO DE CONCLUSIÓN.

De lo expuesto, y considerando la importancia de las características de la


velocidad en el fútbol y las consideraciones para su entrenamiento, podemos
extraer las siguientes conclusiones:

1.- El futbolista veloz es aquel que más rápidamente resuelve su tarea en


su respectiva situación de juego (Benedek, 1994). Esto vendrá dado por los
procesos de recogida y tratamiento de la información, así como la reacción
motora y la acción técnico-táctica adecuada a la situación. Evidentemente, el
jugador que piensa, se mueve y actúa, aprovechando el momento oportuno y
ganándole al adversario tiempo y espacio, tiene más ventaja en el juego. Por
ello, toma importancia plantear en el entrenamiento que se desarrolle la
capacidad de concentración y atención, la capacidad cognitiva que permita
analizar y tomar decisiones: el jugador deberá tener la capacidad de prever, en
función de la situación que se encuentre, ver cuál puede ser la solución al
problema y escoger la decisión, de manera rápida, para efectuar una acción
inmediata.

2.- Desde el punto de vista de la acción motora, la velocidad en el fútbol


es variada y más global. No basta que los jugadores sean rápidos desde el punto
de vista físico, además deberán tener la capacidad de adaptarse lo antes posible
a las condiciones dadas de juego, de ser rápidos con el balón o de hacerse con
él, participando y resolviendo la situación de juego. En el entrenamiento de la
velocidad se debe propiciar una coordinación entre las acciones físicas (la
reacción, la capacidad de aceleración a la carrera y la resistencia a la velocidad)

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Prof. Dr. Cipriano Romero Cerezo

y las acciones técnico-tácticas de los jugadores. Independientemente del


entrenamiento físico (velocidad de reacción, capacidad de aceleración y
resistencia a la velocidad), en el entrenamiento del fútbol debe tomar más
protagonismo el trabajo de la velocidad gestual que, tomando argumentos de
Bauer (1998), esto se consigue a través de ejercicios técnico-tácticos a máxima
velocidad, a través de formas jugadas con reglas que provocan ciertas acciones y
con juego colectivos (o formas partidos) para acercarse lo más posible a la
competición.

BIBLIOGRAFÍA

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