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República Argentina
Plan Nacional de Prevención del Delito
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación
Ministerio del Interior de la Nación
Indice
La Argentina constituye un universo complejo en el que se reúnen espacios urbanos diversos, en función de
múltiples variables demográficas, políticas, económicas y culturales. Estos espacios urbanos presentan
tendencias en cuanto a la evolución de la seguridad que muchas veces no sólo no coinciden, sino que son
contradictorias entre sí. Por consiguiente, resulta muy difícil aislar dinámicas de la seguridad urbana con
respecto al conjunto del país.
Sin embargo, es posible afirmar que en determinados espacios urbanos de nuestro país se ha dado, durante la
década del 90, un crecimiento constante de la inseguridad. Ahora bien, la inseguridad urbana es en sí misma
un problema complejo pues posee una ambigüedad constitutiva. Incluye una faz objetiva, que está dada por
el nivel de criminalidad, pero también incluye una faz subjetiva, que está dada por la sensación de
inseguridad.
A su vez, ambos planos son complejos en sí mismos. Por un lado, la criminalidad no es una categoría
homogénea pues bajo ella se reúnen múltiples acciones que solamente tienen en común ser consideradas
delito por la ley penal. Por otro lado, la sensación de inseguridad incluye un nivel tanto abstracto como
concreto de sensibilidades colectivas de temor al delito, que muchas veces no poseen dinámicas semejantes
y dependen de un conjunto muy amplio de variables – status socioeconómico, lugar de residencia, género,
etc.
Por otro lado, la sensación de inseguridad no se vincula automática y unilinealmente con el nivel de
criminalidad, ya que en su producción social influyen otros factores de idéntica importancia. Las relaciones
entre los aspectos objetivo y subjetivo de la inseguridad urbana son entonces recíprocas: es decir, la
inseguridad objetiva incide en la inseguridad subjetiva, pero a la inversa, la inseguridad subjetiva (vía los
comportamientos de autoprotección y de evitamiento) incide en la inseguridad objetiva.
En la última década ha aumentado efectivamente la criminalidad, sobre todo en ciertas jurisdicciones como
la provincia de Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires o la provincia de Mendoza. Se trata de los llamados
“delitos callejeros” o “delitos predatorios”: fundamentalmente, determinada gama de delitos contra la
propiedad, como los hurtos y robos – especialmente acompañados del uso de la violencia - y determinados
tipos de delitos contra las personas, como las lesiones. Este tipo de delitos se desarrolla esencialmente en el
espacio público y la mayor parte de sus víctimas provienen, como muchos de sus autores, de los sectores
sociales de menores recursos económicos, sociales y culturales, y por ello tienden a concentrarse
geográficamente en las áreas más degradadas del espacio urbano. Estos delitos callejeros poseen una alta
visibilidad social y comúnmente son los procesados por el sistema penal en nuestro país.
Pero también en los años 90, han aumentado significativamente los llamados “delitos de cuello blanco”: la
criminalidad económica, la corrupción política, etc. Este tipo de delitos se desarrolla en espacios semi -
públicos y privados y son producidos por sujetos con fuertes dotaciones de recursos económicos, sociales y
culturales. Estos delitos de cuello blanco permanecen en su mayoría en el terreno de la “criminalidad
sumergida”. Sin embargo, constituyen uno de los objetos fundamentales de las políticas de control del delito
puestas en marcha por este Gobierno, no sólo por su propia entidad sino porque poseen estrechos vínculos
con los delitos callejeros, ya que buena parte de éstos se encuentran apoyados en una red de delitos de
cuello blanco, que permiten la producción y reproducción de la llamada “economía ilegal”.
La situación de inseguridad frente al delito se plasma, por otro lado, en una demanda social hacia las
autoridades responsables. Esta demanda es el fruto de una necesidad insatisfecha, que refleja muchas veces
una crítica al funcionamiento de las instituciones del sistema penal e implica una desconfianza pública
frente a su escasa efectividad y eficiencia en el logro de sus objetivos que se revela, por ejemplo, en el
escaso nivel de denuncias de las víctimas de delitos ante la institución policial.
Las razones de esta desconfianza pública son variadas y hunden sus raíces en procesos históricos de larga
duración que no necesariamente tienen que ver con las contingencias actuales, pero que se ven reforzados
contemporáneamente por diversos sucesos, como el no esclarecimiento de delitos graves que han
conmocionado a la opinión pública o el crecimiento en los últimos años de casos de violencia y corrupción
policial.
El progresivo deterioro de las instituciones del sistema penal en la década del 90 se dio de forma paralela a
la falta de diseños racionales de políticas de control del delito. Se ha actuado sobre la base de las
contingencias políticas, de forma fragmentaria y errática. Sin embargo, esto no implicó la carencia de cursos
de acción política. En los últimos diez años se han desarrollado en Argentina dos procesos paralelos, que
parecen dirigirse en dos sentidos diversos pero que tienden a reforzarse recíprocamente.
Por otro lado, la sensación de inseguridad y la demanda social asociada a ella se ha instalado públicamente,
leyéndose principalmente como un fuerte reclamo de medidas represivas. La “espada de la justicia” se
perfila en esta línea de acción – las “campañas de ley y orden” - como la solución para, prácticamente,
cualquier problema social, relegitimando sólo simbólicamente al sistema penal. El vocabulario moral de la
culpa y el castigo se instala como el único viable para traducir y expresar las inseguridades de la sociedad –
no sólo la inseguridad frente a la criminalidad sino en general, las inseguridades sociales. Este proceso ha
ocasionado el importante aumento de la punitividad de nuestro sistema penal (aumento de la población
carcelaria, propuestas de introducción de la pena de muerte, etc.) que implica el correlativo incremento de
sus costos sociales y humanos.
Para revertir estos procesos, es preciso responder a la demanda de seguridad urbana con una actitud
responsable. La necesidad de “vivir en una ciudad segura” constituye un componente fundamental de la
ciudadanía. Para garantizarla se requiere desarrollar desde el estado nacional nuevas estrategias de control
del delito eficientes y eficaces que colaboren en la reducción de la inseguridad objetiva y subjetiva.
El Plan Nacional de Prevención del Delito en tanto iniciativa conjunta del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos y del Ministerio del Interior de la Nación asume el desafío de lograr ese objetivo, a través de la
puesta en marcha de una batería de medidas de prevención del delito focalizada principalmente en los
delitos callejeros y la sensación de inseguridad frente a ellos, a través de recursos extrapenales - o sea, que
se ubican mas allá del sistema penal y no implican recurrir al castigo legal -: interviniendo antes que el
delito se produzca, para evitar que éste suceda, buscando reducir tanto los costos humanos y sociales de la
inseguridad urbana como los del sistema penal.
Este Plan tiene como elemento clave la participación activa de los ciudadanos y las organizaciones no
gubernamentales en cada una de las comunidades locales y será llevado adelante en estrecha cooperación y
articulación con otras instituciones gubernamentales – nacionales, provinciales y municipales. Además,
propone integrar a las instituciones policiales en su funcionamiento, colaborando al desarrollo de los
procesos de transformación en curso destinados a su democratización y a la reconstrucción de la confianza
pública en ellas.
En virtud de que el Plan prevé una progresiva puesta en funcionamiento de las intervenciones por regiones,
ciudades y zonas, algunos destinatarios se verán más inmediatamente beneficiados que otros, pero la esfera
de los mismos irá creciendo a medida que se desarrolle la implementación.
El Plan Nacional de Prevención del Delito se propone como meta contribuir al mejoramiento de la
inseguridad, a través de la puesta en marcha de mecanismos preventivos mas allá del sistema penal que
Para el logro de sus objetivos, el Plan Nacional de Prevención del Delito pondrá en marcha diversas
estrategias que se han desarrollado internacionalmente en las últimas décadas pero que poseen en nuestro
país una difusión fragmentaria y experimental.
Dada la heterogeneidad de los espacios en los que se implementará este Plan – ciudades grandes, medianas y
pequeñas del país –, las prioridades que se establezcan en cada una de las comunidades locales tendrán un
grado amplio de variabilidad. En cada una de las zonas de las ciudades de nuestro país no sólo la agenda de
problemas será establecida con la activa participación ciudadana, sino también la definición de cuáles serán
las intervenciones concretas a realizar para enfrentarlos. Sin embargo, sí es posible determinar los
lineamientos estratégicos en torno a los cuales deberán definirse y ejecutarse las intervenciones, de
acuerdo a técnicas y metodologías que sean compatibles con dichas estrategias.
El Plan apunta a la “prevención integrada”, entendiendo por tal la conjunción de las diversas estrategias
de prevención del delito sobre un mismo objeto, para reforzar sus potencialidades y obtener mejores
resultados. La prevención integrada del delito constituye la forma más adecuada para responder a las
necesidades y demandas de seguridad en el presente ya que interviene antes que el delito se produzca,
evitando que este suceda y generando sensación de seguridad y, al apelar a mecanismos que se ubican mas
allá del sistema penal, no solo reduce los costos humanos y sociales producidos por el delito sino también
aquellos generados por el sistema penal.
La prevención integrada tal como se entiende en este Plan reúne a la estrategia de prevención social
(aquella dirigida a incidir en las causas sociales del delito) y la estrategia de prevención situacional -
ambiental (aquella destinada a reducir las oportunidades de realización de los delitos). Ambas realizan
importantes contribuciones para alcanzar el objetivo de reducir el delito y la sensación de inseguridad, pero
es preciso reconocer que la estrategia situacional - ambiental posee un mayor grado de efectividad en el
corto plazo pero no genera efectos duraderos en el mediano y largo plazo. De allí que esta estrategia deba
articularse con la estrategia social dado que su alcance por sí sola es extremadamente limitado. El Plan
privilegia las intervenciones de mediano y largo plazo y en este sentido, subordina la estrategia situacional -
ambiental a la estrategia social.
El objetivo general de esta estrategia es la reducción de las oportunidades para la realización de los delitos,
que a su vez, se puede desagregar en tres objetivos particulares:
Aumentar los esfuerzos involucrados en la realización de los delitos.
Aumentar los riesgos (ya sean reales o percibidos como tales) de detección y detención del potencial
ofensor.
Reducir las recompensas de los delitos.
El éxito de esta estrategia depende en buena medida de que los potenciales ofensores sean efectivamente
afectados por las intervenciones de manera tal que éstas sean percibidas como influencias adversas con
respecto a la facilidad, el riesgo o las recompensas de la realización de los delitos. Sin embargo, los
potenciales ofensores no son los únicos destinatarios de las técnicas y metodologías desarrolladas en el
marco de esta estrategia de prevención del delito.
Las intervenciones preventivas pueden realizarse en tres niveles: aquellas dirigidas a la población en
general; aquellas dirigidas a grupos sociales en riesgo de realizar delitos y aquellas dirigidas a quienes ya
han cometido delitos.
Esta estrategia preventiva está dirigida no sólo a evitar que las personas cometan delitos sino también a
evitar que sean víctimas de ellos. Por ende, las intervenciones pueden estar orientadas hacia el ofensor o
hacia la víctima. Pero además hay que agregar aquellas posibles líneas de acción orientadas hacia la
comunidad local o vecindario, es decir, que no se dirigen directamente hacia un objeto individual sino a un
agregado social (particularmente en lo que se refiere a su ambiente).
Ejemplos de metodologías y técnicas de prevención situacional-ambiental son, entre otros: la utilización de
circuitos cerrados de televisión, la vigilancia personal por parte de efectivos policiales y el rediseño del
espacio urbano. Estas técnicas y metodologías son múltiples y deben ser cuidadosamente analizadas en las
situaciones concretas de las comunidades locales para evitar:
el surgimiento de una “mentalidad de fortaleza”: los individuos cada vez más buscan “encerrarse” en
ámbitos protegidos, lo que produce necesariamente un resquebrajamiento de las relaciones;
el reforzamiento de la dinámica de exclusión social: ya que la defensa de los ambientes y las
situaciones se realizan en algunos casos teniendo como objeto a un “extraño” que desea atacarlos;
el efecto de desplazamiento: geográfico (cuando el mismo delito se realiza en otro lugar); temporal
(cuando el mismo delito se realiza en otro momento); táctico (cuando el mismo delito se realiza con
otros medios o de otra forma); de blancos (cuando el mismo tipo de delito se realiza con respecto a
otro blanco) y de tipo de delito.
La integración de la estrategia de prevención situacional - ambiental con la estrategia de prevención social
es una alternativa que se reconoce internacionalmente como un reaseguro contra estos potenciales efectos
negativos.
Ahora bien, el impulso de la participación ciudadana en el marco del Plan no supone promover:
el accionar directo de grupos de ciudadanos - especialmente involucrando el uso de armas de fuego -
en las tareas de vigilancia de espacios públicos;
los comportamientos de evitamiento, destinados a modificar las rutinas de la vida cotidiana evitando
por miedo al delito la realización de actividades que tradicionalmente se llevaban adelante;
los comportamientos de autoprotección, destinados a garantizar un menor riesgo de ser víctima de un
delito, que conlleven una mayor sensación de inseguridad, una reducción de la utilización del espacio
público y la adquisición y posesión de armas de fuego.
En la implementación del Plan, las comunidades locales son el marco para la participación ciudadana. En
nuestro país circulan algunos discursos en los que la expresión “comunidades locales” hace referencia a un
conjunto de individuos que comparten no sólo un territorio sino también un “sentido de comunidad” o
“sentido de pertenencia” en función de que poseen intereses, valores e identidades comunes: un “consenso
moral”. Esta es una visión mítica, que plantea a la comunidad como un grupo homogéneo y armonioso que se
defiende frente a los “extraños”, imaginados como potenciales autores de delitos, instalando una actitud de
“nosotros contra ellos”.
Para este Plan, las comunidades locales son agregados sociales complejos que están atravesados por
múltiples diferencias: de poder, edad, género, clase, religión, etc. Estas diferencias sociales generan voces
diversas y el consenso en torno a lo que está bien y lo que está mal, en este ámbito, es el producto de
complejos debates y negociaciones que muchas veces demandan enormes esfuerzos.
Teniendo en cuenta el carácter nacional del Plan, el diseño del proceso de participación ciudadana tendrá
particularidades en función de la comunidad local en donde se implemente, las cuales serán definidas
oportunamente. No obstante, todo proceso de participación ciudadana en el marco del Plan deberá cumplir
con los siguientes lineamientos básicos:
Asegurar una adecuada información a los ciudadanos acerca de los alcances de la participación
ciudadana previstos en los diversos momentos del Plan.
Crear mecanismos permanentes de participación de los ciudadanos - individualmente o a través de
organizaciones de la sociedad civil - y los actores gubernamentales en cada una de las comunidades
locales.
Promover una convocatoria abierta, de manera que todos los ciudadanos tengan la posibilidad de
involucrarse en los mecanismos participativos.
Generar espacios para la deliberación e intercambio efectivos en los mecanismos permanentes de
participación entre los ciudadanos y los actores gubernamentales.
La participación ciudadana en la implementación del Plan tendrá lugar en diversos “momentos”, a saber:
1. Diagnóstico del estado de la seguridad urbana, especialmente con respecto a los delitos callejeros y la
sensación de inseguridad asociada a ellos.
2. Decisión acerca del tipo de intervenciones a desarrollar.
3. Desarrollo de las intervenciones.
4. Seguimiento de la ejecución de las intervenciones.
El Plan Nacional de Prevención del Delito es una iniciativa conjunta del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos y del Ministerio del Interior de la Nación. Como iniciativa conjunta, su estructura de gestión será
mixta, compartiendo responsabilidades y competencias.
La estructura de gestión del Plan se extenderá también a los planos regional y local, incorporando otros
niveles gubernamentales (provincial y municipal), previa realización de los acuerdos formales necesarios con
las autoridades respectivas, cuyos representantes cumplirán también funciones en lo que hace a la
coordinación y la implementación.
Por ende, el Plan tendrá como rasgo central la “interagencialidad” ya que reunirá a diversos actores
gubernamentales que tradicionalmente desarrollaban sus actividades en forma aislada pues pertenecen a
diversos niveles gubernamentales (nación, provincias, municipios) y generará una “entidad colectiva”, con
su propia estructura y modelo de gestión. Esta interagencialidad busca optimizar el empleo de los recursos
públicos, evitando la superposición de acciones generadas desde distintos organismos y buscando potenciar
sus alcances, incrementando su efectividad y eficiencia en lo que se refiere a la producción de seguridad
urbana.
Las fórmulas centralizadoras en las políticas de control del delito han demostrado su agotamiento para hacer
frente al problema de la inseguridad urbana. La descentralización resultará una clave del Plan y permitirá
adaptar los lineamientos estratégicos nacionales a las características peculiares del contexto en el que se
desarrollarán las políticas, a nivel de las regiones, ciudades y zonas. El Plan se propone generar una
organización móvil y flexible que funcione en forma descentralizada.
En este sentido, el gobierno municipal jugará un rol clave en la implementación del Plan ya que es el más
apto para establecer, a través de la participación ciudadana, cuáles son las necesidades y demandas con
respecto a la inseguridad y actuar en las diversas zonas del espacio urbano. Paradójicamente, se trata del
nivel gubernamental que tradicionalmente no ha tenido competencias en las políticas de control del delito
por lo que el Plan supone una verdadera innovación en este campo de las políticas públicas.
1. Autoridades Responsables
Las autoridades responsables del Plan Nacional de Prevención del Delito serán el Ministro de Justicia y
Derechos Humanos y el Ministro del Interior de la Nación. En cada una de las regiones en las que el Plan se
implementará compartirán esta responsabilidad las autoridades gubernamentales provinciales.
Funciones
Funciones
B.2. Unidad Técnica General. Dependerá directamente del Equipo de Coordinación General y estará
integrada por veinte especialistas en el campo de la prevención del delito, formados en diversas disciplinas
científicas (derecho, sociología, ciencia política, etc.) y provenientes, por partes iguales, de ambos
ministerios. Uno de sus miembros será el Responsable de la Unidad Técnica General, organizándose diversas
áreas de acuerdo a las funciones encomendadas por esta planificación.
Funciones
En cada uno de las regiones en las que el Plan se implemente se constituirá una Instancia de Coordinación
Regional que estará integrada por un Equipo de Coordinación Regional y una Unidad Técnica Regional.
C.1. Equipo de Coordinación Regional. Estará integrado por:
Dos representantes de la Instancia de Coordinación General.
Dos representantes del Gobierno Provincial respectivo.
Como enlace, y dada su importancia para el proceso de implementación del Plan, participará un
representante de la Policía Provincial respectiva.
Funciones
Colaborar con las Autoridades Responsables y el Equipo de Coordinación General en la selección de las
ciudades de su región en las que se implementará el Plan.
Seleccionar junto con el Equipo de Coordinación Local las zonas de las ciudades de su región en las
que se implementará el Plan.
Cooperar con las Autoridades Responsables y el Equipo de Coordinación General en la gestión de los
acuerdos necesarios con los organismos provinciales y municipales pertinentes.
Coordinar junto con los Equipos de Coordinación Local la implementación del Plan en las diversas
zonas de su región.
Planificar y coordinar las actividades de la Unidad Técnica Regional.
Articular el funcionamiento del monitoreo externo del proceso regional de implementación del Plan
con los actores pertinentes.
Elaborar un informe anual sobre la gestión regional del Plan, describiendo las experiencias locales y
recomendando las reorientaciones necesarias para el periodo anual siguiente.
C.2. Unidad Técnica Regional. Dependerá directamente del Equipo de Coordinación Regional y estará
integrada por, al menos, cinco especialistas en el campo de la prevención del delito, formados en diversas
disciplinas científicas (derecho, sociología, ciencia política, etc.) y provenientes de las diversas áreas
pertinentes del Gobierno Provincial respectivo.
Funciones
En cada una de las ciudades en las que se implemente el Plan se constituirá una Instancia de Coordinación e
Implementación Local que estará integrada por un Equipo de Coordinación Local y Equipos de
Implementación Local.
D.1. Equipo de Coordinación Local. Se conformará uno por cada una de las ciudades en las que se decida
implementar el Plan. Estará integrado por:
Un representante de la Instancia de Coordinación Regional.
Tres representantes del Gobierno Municipal respectivo.
Enlace: un representante de la Policía provincial asignado a la ciudad respectiva.
Funciones
Seleccionar junto con el Equipo de Coordinación Regional las zonas de su ciudad en las que se aplicará
el Plan.
Cooperar con las Autoridades Responsables, el Equipo de Coordinación General y el Equipo de
Coordinación Regional en la gestión de los acuerdos necesarios con los organismos municipales
pertinentes.
Colaborar con las Unidades Técnicas General y Regional en la realización del mapa sociodemográfico,
económico e infraestructural de cada una de las zonas de su ciudad en las que se implementará el
Plan.
Coordinar junto con los Equipos de Coordinación Regional la implementación del Plan en las zonas de
su ciudad.
Planificar y coordinar las actividades de los Equipos de Implementación Local.
Articular el funcionamiento del monitoreo externo del proceso local de implementación del Plan con
los actores pertinentes.
Elaborar un informe anual sobre la gestión local del Plan, describiendo las diversas experiencias
zonales y recomendando las reorientaciones necesarias para el periodo anual siguiente.
D.2. Equipos de Implementación Local. Se conformará uno por cada una de las zonas urbanas escogidas
dentro de las ciudades seleccionadas y dependerán del Equipo de Coordinación Local respectivo. Estarán
constituidos por la cantidad de operadores de prevención del delito, necesarios de acuerdo a las
características cuantitativas y cualitativas de la zona en cuestión, dependientes del Gobierno Municipal
respectivo.
Autoridades Responsables
Instancia de
Coordinación
General
Representantes
Representantes
Históricamente en nuestro país, las actividades de prevención del delito han sido patrimonio exclusivo de las
instituciones policiales y fuerzas de seguridad. Debido a que la inseguridad urbana es un fenómeno
multifacético en sus causas, manifestaciones y efectos, no es posible seguir confiando ciegamente en una
“solución policial” frente a ella. Es preciso reconocer a las instituciones policiales y fuerzas de seguridad
como actores centrales en la producción de seguridad urbana pero simultáneamente es necesario reconocer
la necesidad de involucrar a otros actores gubernamentales para enfrentar la complejidad de la inseguridad
urbana en la actualidad.
En este sentido el Plan tiene como una de sus características centrales a la “interagencialidad” manifestada
en su estructura y modelo de gestión. Profundizando en la misma dirección, el Plan impulsa la
“multiagencialidad”: el establecimiento de esquemas de compromiso, cooperación y articulación con otros
actores gubernamentales que se encuentran mas allá de los confines de su estructura de gestión.
Tradicionalmente, algunos de ellos no han sido considerados como organizaciones competentes en materia
de prevención del delito y han llevado adelante sus actividades en forma segmentada. Estas organizaciones
se ubican en los diversos niveles gubernamentales y en distintas áreas administrativas dentro de cada nivel
gubernamental (salud, desarrollo social, trabajo, justicia, etc.).
A. Nivel Nacional. El Plan establecerá esquemas de compromiso, cooperación y articulación con los
Ministerios de la Nación que gestionan las iniciativas y programas de política social, a saber: el Ministerio de
Trabajo, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente, el Ministerio de
Infraestructura y el Ministerio de Salud.
B. Nivel Provincial. El Plan establecerá esquemas de compromiso, cooperación y articulación en cada una
de las regiones con aquellas áreas ministeriales de los Gobiernos Provinciales a cargo de las iniciativas y
programas provinciales de política social.
C. Nivel Municipal. En cada una de las zonas de implementación del Plan se establecerán esquemas de
compromiso, cooperación y articulación con aquellas áreas de los Gobiernos Municipales encargadas de las
iniciativas y programas municipales de política social.
Para el desarrollo del Plan, estos esquemas pueden a su vez:
involucrar programas e iniciativas preexistentes llevados adelante exclusivamente por los diversos
actores gubernamentales ajenos a su estructura de gestión;
generar nuevos programas e iniciativas realizados exclusivamente por estos actores gubernamentales;
establecer cursos de acción conjunta entre dichos actores gubernamentales y la estructura de gestión
del Plan.
Los esquemas de compromiso, cooperación y articulación que se construirán desde el Plan deberán ser
formalizados a través de acuerdos escritos y deberán describir detalladamente las modalidades específicas
que adquirirá la multiagencialidad en el caso concreto.
Para el funcionamiento adecuado de las relaciones interorganizacionales que nacerán de estos esquemas,
será indispensable la existencia de una confianza recíproca entre los diversos actores gubernamentales y
para ello resulta fundamental especificar claramente los roles de cada actor gubernamental, señalando los
alcances y las responsabilidades de cada una de las organizaciones gubernamentales participantes con
respecto a los resultados de las intervenciones concretas.
El proceso de implementación del Plan tendrá diversas etapas que se irán desarrollando progresivamente –
algunas de ellas serán simultáneas - e involucrarán a distintos sectores de la estructura de gestión así como
también a los ciudadanos y a otros actores gubernamentales.
Esta primera etapa constituye una actividad constante en el proceso de implementación pues la selección de
las regiones, ciudades y zonas se dará permanentemente a lo largo de su desarrollo. Es posible desagregarla
en tres momentos lógicamente diferenciables:
sensación de inseguridad asociada a los mismos y gestionará y realizará los acuerdos formales
2. Las autoridades provinciales junto con la Instancia de Coordinación General constituirán los
Equipos de Coordinación Regional. Las Autoridades Responsables con el Equipo de Coordinación
región en las que se implementará el Plan, escogiendo los centros urbanos, en función de su
3. Las autoridades municipales junto con la Instancia de Coordinación Regional constituirán los
Equipos de Coordinación Local. Los Equipos de Coordinación Regional y Local seleccionarán las
zonas de las ciudades en la que se iniciará la implementación del Plan, escogiendo áreas urbanas
generar una microregionalización que sea compatible con la desarrollada por otras políticas
Etapa 2: Elaboración de un diagnóstico científico sobre el estado de la seguridad urbana en las zonas
de cada una de las ciudades en las que se implementará el Plan
Una vez seleccionada una zona en una ciudad para la implementación del Plan, la Unidad Técnica General
con la colaboración de la Unidad Técnica Regional correspondiente realizará un diagnóstico científico del
estado de la seguridad urbana en ella, especialmente en lo que se refiere a los delitos callejeros y a la
sensación de inseguridad asociada a ellos.
Este diagnóstico deberá basarse en las siguientes fuentes cuantitativas de información:
Estadísticas policiales: las estadísticas oficiales de los hechos presuntamente delictivos registrados
por las instituciones policiales y fuerzas de seguridad en el área urbana pertinente. Se deberán
analizar los datos referidos a las distintas familias de delitos ligados a la categoría de los delitos
callejeros, su distribución espacial y evolución a lo largo del tiempo, así como también los datos
referentes a los ofensores y ofendidos.
Estadísticas judiciales: las estadísticas oficiales sobre los procesos penales referidos a hechos
presuntamente delictivos realizados en el área urbana pertinente. Se deberán analizar los datos
referidos a las distintas familias de delitos ligados a la categoría de los delitos callejeros, su
distribución espacial y evolución a lo largo del tiempo así como también los datos referentes a los
ofensores y ofendidos.
Estadísticas de victimización: las estadísticas sobre las experiencias de victimización construidas en
base a encuestas de hogares en el área urbana pertinente elaboradas por los organismos encargados
de las estadísticas oficiales de la criminalidad. Se deberán analizar los datos referidos a las distintas
familias de delitos ligados a la categoría de los delitos callejeros así como también los datos
referentes a los ofensores y ofendidos, espacio y tiempo de su realización. También se deberá indagar
en la sensación de inseguridad asociada a estos delitos, en la realización de comportamientos de
autoprotección y de prevención, así como en las actitudes y opiniones relativas al funcionamiento del
sistema penal
Por otro lado, estas fuentes cuantitativas de información serán complementadas con fuentes cualitativas.
Para ello, representantes de las Unidades Técnicas General y Regionales realizarán talleres con la
participación de ciudadanos del área urbana pertinente, en los que se debatirán las principales tendencias
emergentes de las fuentes cuantitativas de información procurando recabar las opiniones y actitudes en
torno al problema de la inseguridad urbana.
El diagnóstico deberá ser esencialmente descriptivo, pero contendrá una conclusión acerca de las diferentes
hipótesis para explicar las tendencias presentes en la zona urbana abordada. Deberá realizarse en un plazo
máximo de cuatro meses y será presentado a los Equipos de Coordinación General, Regional y Local
pertinentes. Este último se encargará de transmitirlo y debatirlo con el Equipo de Implementación Local
competente en la zona urbana involucrada.
Etapa 3: Confección de un mapa sociodemográfico, económico e infraestructural de la zona urbana
seleccionada
Paralelamente al desarrollo de la segunda etapa, la Unidad Técnica General, la Unidad Técnica Regional y el
Equipo de Coordinación Local confeccionarán un mapa de cada zona urbana, apoyándose en las bases de
datos asequibles a nivel nacional, provincial y municipal. Para ello las instancias pertinentes de la estructura
de gestión del Plan llevarán adelante acuerdos formales para lograr los niveles de compromiso, cooperación
y articulación necesarios. Este mapa deberá ser realizado en un plazo no mayor a cuatro meses y deberá
describir y analizar:
Las características sociodemográficas, incluyendo, entre otras, distribución de la población por
franjas etarias, por género, tasa de natalidad, tasa de mortalidad infantil, causas de mortalidad más
frecuentes, distribución de la población por nivel de instrucción.
Las características económicas, incluyendo, entre otras: distribución por género de los jefes de
hogares, tipo de viviendas, media de cantidad de personas por vivienda, tasa de desocupación y
subocupación, distribución de la población ocupada por tipos de ocupación, distribución de la
población por nivel socioeconómico, cantidad de personas con necesidades básicas insatisfechas,
cantidades de personas por debajo de la línea de pobreza, tipos de actividades económicas más
importantes.
Las características infraestructurales, incluyendo entre otras: distribución de espacios verdes,
acceso a la electricidad, acceso al agua potable, acceso al gas natural, acceso al teléfono, porcentaje
de calles pavimentadas, distribución y características del alumbrado público, características del
servicio de recolección de basura, distribución y características de los servicios públicos de salud,
distribución y características de los servicios públicos educativos.
Este mapa servirá a los Equipos de Coordinación e Implementación Local como una fuente de información
básica sobre el área urbana en la que desarrollarán las intervenciones comprendidas en el Plan. Este tipo de
información será utilizado tanto para la determinación de los problemas que hacen a la inseguridad urbana
en la comunidad local como para el diseño de las soluciones que se consideren viables.
Etapa 4: Capacitación de los Equipos de Coordinación Regional y de las Unidades Técnicas Regionales
Una vez seleccionada una región en el país para la implementación del Plan, la Unidad Técnica General
llevará adelante un proceso de capacitación de los Equipos de Coordinación Regional y de las Unidades
Técnicas Regionales. Este proceso de capacitación se referirá a los siguientes módulos:
Cada uno de los miembros de los Equipos de Coordinación Regional y las Unidades Técnicas Regionales
deberá participar de la totalidad de los módulos del proceso de capacitación. La cantidad de horas de
capacitación dedicadas a cada uno de los módulos y la modalidad de la misma se fijarán de acuerdo a las
Técnica Regional. Sin embargo, este proceso de capacitación no durará en ningún caso más de cuatro
meses.
Una vez seleccionada una ciudad dentro de una región del país para la implementación del Plan, las
Unidades Técnicas Regionales con la asistencia de la Unidad Técnica General llevarán adelante un proceso
de capacitación de los Equipos de Coordinación e Implementación Local. Este proceso de capacitación se
referirá, con las adaptaciones necesarias, a los mismos módulos descriptos en el apartado anterior.
Cada uno de los miembros de los Equipos de Coordinación e Implementación Local deberá participar de
la totalidad de los módulos del proceso de capacitación. La cantidad de horas de capacitación dedicadas
a cada uno de los módulos y la modalidad de la misma se fijarán de acuerdo a las posibilidades concretas
de las Unidades y Equipos. Sin embargo, este proceso de capacitación no durará en ningún caso más de
cuatro meses.
Una vez cumplida la quinta etapa, el Equipo de Implementación Local confeccionará un mapa de las
organizaciones de la sociedad civil que actúen en su zona. El mapa deberá incluir, entre otras,
El mismo será elevado al Equipo de Coordinación Local respectivo y servirá como una fuente de información
básica sobre el área urbana en la que desarrollará las intervenciones comprendidas en el Plan. Este tipo de
información podrá ser utilizado tanto para articular la participación ciudadana en el ámbito de la comunidad
local como para el diseño de las soluciones que se consideren viables.
Una vez realizado el mapa, el Equipo de Implementación Local realizará una convocatoria
exclusivamente a los ciudadanos residentes en su zona para que participen de una asamblea inicial de
presentación del Plan Nacional de Prevención del Delito. Esta convocatoria se efectivizará por diversas
vías:
distribución de volantes en espacios públicos y espacios privados con acceso del público,
También se convocará a todas las organizaciones de la sociedad civil que tengan actividad exclusivamente
en la zona seleccionada para implementar el Plan.
La asamblea inicial deberá realizarse en el plazo de un mes de iniciada la convocatoria y se llevará adelante
en un ámbito lo suficientemente amplio y apto para el desarrollo de este tipo de actividad en la zona
respectiva, preferentemente un espacio público. Contará con la participación de miembros del Equipo de
Coordinación Local y miembros del Equipo de Implementación Local. En esta primera reunión diversos
representantes de ambos equipos expondrán a los ciudadanos asistentes las características básicas del Plan:
sus destinatarios, la meta y los objetivos, las estrategias de prevención del delito involucradas, su estructura
y modelo de gestión, los pasos del proceso de implementación y las modalidades de evaluación.
En esta presentación se hará especial hincapié en la información acerca de los alcances de la participación
ciudadana en la implementación del Plan. Se hará una clara distinción entre la participación directa de los
ciudadanos y la participación indirecta de los ciudadanos a través de las organizaciones de la sociedad civil,
remarcando que ambas constituyen formas de involucramiento ciudadano promovidas por el Plan. Los
representantes de los Equipos de Coordinación e Implementación Local expondrán específicamente sobre la
necesidad de la creación y mantenimiento de un mecanismo permanente de participación de los ciudadanos.
Se realizará a continuación un debate sobre la presentación del Plan con los ciudadanos presentes. Por
último, se convocará a una segunda reunión a realizarse en un plazo de tres semanas de la asamblea inicial.
A partir de la segunda reunión entre los ciudadanos y los Equipos de Coordinación e Implementación Local,
se diseñará y pondrá en marcha un mecanismo permanente de participación, para articular el
involucramiento ciudadano desde las comunidades locales en el Plan. Como mínimo una vez por mes se
realizarán reuniones en las que participarán los miembros de los Equipos de Implementación Local del Plan y
los ciudadanos, individualmente o través de las organizaciones de la sociedad civil.
La participación ciudadana en este mecanismo deberá reunir todas las condiciones establecidas en el
apartado IV de este Plan. La deliberación en el marco del mismo deberá ser fluida y los miembros del Equipo
de Implementación Local, en tanto facilitadores, deberán tener un papel de coordinadores y moderadores
del debate, sin promover determinados puntos de vista en particular, más allá de marcar en la discusión
colectiva los lineamientos estratégicos del Plan. A través del mecanismo participativo se realizará:
en las cuestiones debatidas. Estas soluciones propuestas deberán articularse en el marco de las estrategias
de prevención del delito que se promueven en el Plan. Este es un rol central de la coordinación y
moderación de los miembros del Equipo de Implementación Local. De igual modo que la agenda de
problemas, las propuestas de soluciones posibles -consensuadas con los ciudadanos- se actualizarán a lo largo
del tiempo.
Los Equipos de Implementación Local deberán enviar un informe trimestral sobre el funcionamiento del
mecanismo participativo al Equipo de Coordinación Local respectivo, dando cuenta detallada de las agendas
de problemas, las propuestas de soluciones posibles, la participación ciudadana en el desarrollo de las
intervenciones y las opiniones y actitudes de los ciudadanos con respecto a las intervenciones y las
propuestas de modificación planteadas por éstos.
Etapa 8: Diseño de las intervenciones, articulación con otros actores gubernamentales y desarrollo de
las intervenciones
Los Equipos de Coordinación y de Implementación Local de una ciudad se reunirán por lo menos una vez cada
quince días para debatir en torno al funcionamiento del mecanismo participativo.
El Equipo de Coordinación Local con la asistencia de la Instancia de Coordinación Regional diseñará las
intervenciones que considere pertinentes en el marco de la prevención integrada del delito. Para llevar a
cabo esta tarea se utilizarán técnicas y metodologías de prevención situacional-ambiental y social del delito.
El diseño de las intervenciones se plasmará por escrito, teniendo en consideración los siguientes puntos:
los objetos o situaciones sobre los que se desea intervenir,
los resultados que se esperan alcanzar,
las técnicas y metodologías a emplear y
las etapas de su desarrollo.
Una vez determinado el diseño de las intervenciones será trabajado en forma conjunta por los Equipos de
Coordinación e Implementación Local. En el caso de que las intervenciones que se diseñen involucren
iniciativas o programas desarrollados por otros actores gubernamentales, las instancias competentes de la
estructura de gestión del Plan de acuerdo al nivel gubernamental de que se trate, deberán llevar adelante
los acuerdos formales necesarios para el establecimiento de esquemas de compromiso, cooperación y
articulación. El Equipo de Implementación Local será el encargado de asegurar que estos esquemas
efectivamente se cumplan a nivel de las comunidades locales. A su vez, deberá informar al Equipo de
Coordinación Local sobre los inconvenientes que se produzcan, para que proceda a subsanarlos en la forma
que se estime conveniente.
El Equipo de Implementación Local será el encargado de llevar adelante las intervenciones y será, por ende,
el responsable operativo directo de su desarrollo ante los ciudadanos y ante el Equipo de Coordinación Local.
En este último sentido, deberá sistematizar toda la información relativa a cada una de las intervenciones y
elevará un informe mensual al Equipo de Coordinación Local.
La actividad de monitoreo consistirá en controlar en qué medida las diversas actividades del proceso de
Implementación del Plan se ajustan a las metas planteadas en esta planificación, a las normativas
establecidas por el Equipo de Coordinación General y al ordenamiento jurídico vigente en nuestro país. En el
Plan existen dos modalidades de monitoreo: interno e externo.
a. Monitoreo Interno
La Unidad Técnica General y las Unidades Técnicas Regionales serán las encargadas de llevar adelante el
monitoreo interno de la Implementación del Plan, en forma permanente.
La Unidad Técnica General llevará adelante auditorías periódicas, como mínimo una vez por año, en las
diversas zonas urbanas de Implementación del Plan en el país. En las auditorías que se realicen se deberán
controlar detalladamente los siguientes aspectos:
1. cómo funciona el mecanismo participativo: qué grado de participación se ha generado, cómo ha
variado a lo largo del tiempo el grado de participación, la periodicidad de las reuniones, el papel del
equipo de Implementación Local en esas reuniones, etc.;
2. cómo se ha conformado la agenda de problemas, cómo ha variado a lo largo del tiempo, cuáles han
sido las soluciones propuestas por los ciudadanos,
3. qué intervenciones se han decidido y cómo se han diseñado y realizado,
4. cuál ha sido el papel en las intervenciones de los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil;
5. cómo funcionan los esquemas de compromiso, cooperación y articulación con otros actores
gubernamentales existentes;
6. qué opiniones y recomendaciones emergen del seguimiento de las intervenciones por parte de los
ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil;
7. qué resultados han producido las intervenciones.
Para llevar adelante estas auditorías, la Unidad Técnica General realizará entrevistas a los miembros de los
Equipos de Coordinación e Implementación Locales, a los ciudadanos y organizaciones de la sociedad civil
que actúen en el mecanismo participativo y a los representantes de los otros actores gubernamentales que
participan en las intervenciones. Asimismo, tendrá acceso a los informes anuales confeccionados por el
Equipo de Coordinación Local respectivo, así como también a los informes trimestrales sobre el
funcionamiento del mecanismo participativo y los informes mensuales sobre las intervenciones realizados
por el Equipo de Implementación Local respectivo.
Por otro lado, la Unidad Técnica General podrá implementar mecanismos de control en las diversas zonas de
Implementación del Plan en cualquier momento. Mediante estos mecanismos se controlará el
funcionamiento del mecanismo participativo, el desarrollo de las intervenciones y el rol que cumplen los
diferentes actores involucrados. Para ello, la Unidad Técnica General recurrirá a la observación participante
y la realización de entrevistas a los actores pertinentes.
Una vez realizadas las auditorias periódicas o las inspecciones la Unidad Técnica General elevará un informe
al Equipo de Coordinación General, realizando las recomendaciones que estime convenientes a los Equipos
de Coordinación Regional y Local pertinentes a los fines de mejorar el proceso de Implementación del Plan
en las zonas urbanas en cuestión.
La Unidad Técnica Regional, por su parte, supervisará permanentemente el proceso de Implementación del
Plan en las diversas zonas de su región, teniendo en cuenta los siguientes puntos:
1. cómo se ha realizado el mapa de organizaciones de la sociedad civil, cómo ha sido utilizado, cómo se
ha desarrollado la convocatoria y la asamblea inicial y cuál ha sido el resultado alcanzado;
2. cómo funciona el mecanismo participativo: qué grado de participación se ha generado, cómo ha
variado a lo largo del tiempo el grado de participación, la periodicidad de las reuniones, el papel del
equipo de Implementación Local en esas reuniones, etc.;
3. cómo se ha conformado la agenda de problemas y cómo ha variado a lo largo del tiempo; cuáles han
sido las soluciones propuestas por los ciudadanos
4. qué intervenciones se han decidido y cómo se han diseñado y realizado,
5. cuál ha sido el papel en las intervenciones de los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil;
6. cómo funcionan los esquemas de compromiso, cooperación y articulación con otros actores
gubernamentales existentes;
7. qué opiniones y recomendaciones emergen del seguimiento de las intervenciones por parte de los
ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil;
8. qué resultados han producido las intervenciones.
Las metodologías a utilizar por la Unidad Técnica Regional para el desarrollo de la supervisión permanente
serán la observación participante y las entrevistas a los actores pertinentes.
La Unidad Técnica Regional realizará un informe semestral del monitoreo interno de cada una de las zonas
urbanas en las que se esté aplicando el Plan que será elevado al Equipo de Coordinación Regional respectivo.
Este último realizará las recomendaciones que estime convenientes a los Equipos de Coordinación Local
pertinentes a los fines de mejorar el proceso de Implementación del Plan.
b. Monitoreo Externo
El Equipo de Coordinación General del Plan podrá convocar, cuando lo estime pertinente, a las
organizaciones de la sociedad civil dedicadas a las temáticas de la seguridad urbana, los derechos humanos y
la participación ciudadana, cuyo ámbito de actuación sea nacional, provincial o municipal, para colaborar
con el monitoreo externo del proceso de Implementación del Plan a nivel general, regional o local
respectivamente.
Los actores del monitoreo externo propondrán una metodología para llevar adelante las actividades de
control, que será acordada con la instancia respectiva del Plan: Equipo de Coordinación General; Equipo de
Coordinación Regional o Equipo de Coordinación Local.
Con una frecuencia no menor a seis meses se realizarán reuniones de los encargados del monitoreo externo
con los sectores pertinentes de la estructura de gestión del Plan, en las que los primeros presentarán los
resultados de las actividades de control, identificando los problemas en el proceso de Implementación del
Plan y proponiendo las reorientaciones que consideren necesarias.
Etapa 10: Redacción de los informes anuales por parte de los Equipos de Coordinación General,
Regional y Local
Los Equipos de Coordinación General, Regional y Local realizarán anualmente un informe sobre el
funcionamiento del Plan en el ámbito de sus competencias. En dicho informe se realizará una descripción de
las distintas experiencias regionales, locales y zonales, analizando los resultados obtenidos con respecto a la
meta y objetivos del Plan en cada nivel y realizando las recomendaciones que estimen convenientes para el
año siguiente.
Para la confección de los informes anuales cada una de las instancias deberá tener en cuenta todos los
informes producidos por los niveles inferiores dentro de la estructura de gestión del Plan, incluyendo, entre
otros, los informes trimestrales sobre el funcionamiento del mecanismo participativo y los informes
mensuales sobre las intervenciones de los Equipos de Implementación Local, los informes de auditorías
periódicas y de control realizadas por la Unidad Técnica General y los informes de supervisión permanente
realizados por las Unidades Técnicas Regionales.
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Etapa 1*
Selección de regiones, ciudades y zonas
Etapa 2
Diagnóstico científico de la seguridad urbana
Etapa 3
Confección del mapa de la zona urbana
Etapa 4
Capacitación regional
Etapa 5
Capacitación local
Etapa 6
Convocatoria y asamblea de presentación
Etapa 7
Construcción del mecanismo participativo
Etapa 8
Diseño y desarrollo de las intervenciones
Etapa 9
Monitoreo interno y externo
Etapa 10**
Redacción de los informes anuales
* Nos referimos aquí a la selección de una región, de una ciudad y de una zona urbana.
** Se repite periódicamente al cumplirse cada año del proceso de implementación del Plan.
La evaluación, tal como es reconocido frecuentemente en el plano internacional, es uno de los aspectos más
complejos de las iniciativas y programas de prevención del delito. Los objetivos de estas iniciativas y
programas, tradicionalmente, se concentran en asegurar un no-evento (la no-producción de delitos) y esto
plantea un desafío extremadamente complejo para la investigación evaluativa: ¿cómo se puede medir en
queé cantidad y calidad algo no se ha producido?
Más allá de los problemas epistemológicos y metodológicos de la evaluación de la prevención del delito, en
general, en estas iniciativas y programas se le presta muy poca atención, tanto en el diseño como en la
implementación. Sin embargo, una evaluación seria resulta clave y por ello es que el Plan Nacional de
Prevención del Delito otorgará un rol central a la evaluación de su implementación ya que sin ella
difícilmente se puedan realizar apreciaciones fundadas sobre su efectividad y eficiencia para hacer nuestras
ciudades más seguras
A. Evaluación Cuantitativa
Esta forma de evaluación estará a cargo de la Unidad Técnica General que explorará a través de
metodologías de investigación social cuantitativas el grado de realización de los objetivos del Plan. No todos
los objetivos principales y complementarios son igualmente susceptibles de ser evaluados en términos
cuantitativos. La evaluación cuantitativa se referirá fundamentalmente a los objetivos principales 1 y 2 y a
los objetivos complementarios 3 y 5 (Ver apartado II.)
Esta evaluación cuantitativa se efectuará a través de un modelo cuasi-experimental. Una primera medición
se efectuará en el momento de iniciación del proceso de implementación en una zona urbana determinada.
Esta medición servirá como herramienta para la realización del diagnóstico al que se hacía referencia en la
Etapa 2 del proceso de implementación. Luego de transcurrido un lapso de un año de desarrollo del proceso
de implementación, se volverán a realizar idénticas mediciones en dicha zona urbana y se compararán los
resultados de los indicadores empíricos cuantitativos elaborados.
La Unidad Técnica General se basará en el análisis de las estadísticas oficiales sobre la criminalidad
(estadísticas policiales y judiciales) y en el análisis de las estadísticas construidas a partir de las encuestas de
victimización. A partir de la primera fuente se examinará la evolución de la criminalidad registrada por las
instituciones estatales, considerando, por ejemplo, la tasa de hechos delictivos registrados por la institución
policial, la tasa de procesos penales iniciados con inculpado aprehendido, etc. A partir de la segunda fuente
se indagará en la evolución de la criminalidad que no ha sido registrada por las instituciones del sistema
penal -explorando la llamada “cifra negra”- y en la sensación de inseguridad frente al delito, a partir de
indicadores tales como: tasa de victimización, tasa de denuncia al sistema penal, etc.
Finalmente, la Unidad Técnica General elaborará un informe anual dando cuenta de la evaluación
cuantitativa sobre cada una de las zonas de implementación del Plan que será luego elevado a las
Autoridades Responsables y al Equipo de Coordinación General.
B. Evaluación cualitativa
Este tipo de evaluación se construye a partir de metodologías de investigación social cualitativas, un trabajo
etnográfico detallado y agudo. La evaluación cualitativa aspira a configurarse como una descripción
analítica de la implementación del Plan en una zona urbana determinada, su nacimiento, desarrollo y
presente.
Este tipo de evaluación permitirá indagar la medida de la realización de los objetivos principales y
complementarios del Plan que no son analizables en términos cuantitativos y brindará, la posibilidad de
observar su realización desde otra perspectiva. No se trata de dos formas de evaluación antagónicas, sino
complementarias.
A. Extensión de la Evaluación Cualitativa. Esta forma de evaluar demanda un tipo de trabajo de campo
muy exhaustivo y que precisa una fuerte inversión de recursos materiales y humanos. Por ello, sólo se
realizará por año sobre dos de las zonas de implementación del Plan en el país.
B.Concurso Público y Equipos de Investigación. Esta evaluación en cada una de las zonas de
implementación del Plan estará a cargo de un equipo de investigación de una universidad o instituto de
investigaciones público, compuesto por investigadores formados en diversas disciplinas científicas,
especializados en el campo de la criminología. La selección de estos equipos de investigación se realizará a
través de un concurso público anual que organizará el Equipo de Coordinación General quien establecerá las
formalidades con respecto a las presentaciones y al proceso de selección. El Equipo de Coordinación con el
asesoramiento de la Unidad Técnica General elegirá las mejores propuestas presentadas, teniendo en cuenta
los antecedentes del equipo de investigación y el diseño de la evaluación cualitativa presentada. Ningún
equipo de investigación podrá ser elegido mas de tres veces para realizar estas evaluaciones de la
implementación del Plan en diversas zonas urbanas.
C. Diseño de la Evaluación Cualitativa. Los diseños de evaluación a presentar por los diversos equipos de
investigación para el concurso público anual deberán cumplir con las siguientes características:
1. Proponer metodologías de investigación social cualitativas: análisis documental, entrevistas en
profundidad y semiestructuradas y observación participante y no participante.
2. Prever el análisis, como mínimo, de las siguientes problemáticas:
1. El diseño y desarrollo de las intervenciones. Sus resultados.
2. La articulación con las políticas sociales.
3. La configuración y funcionamiento del mecanismo participativo.
4. El papel de la institución policial. Opiniones y actitudes de los ciudadanos sobre la institución policial.
5. La estructura de gestión del Plan y el establecimiento de los esquemas de compromiso, cooperación y
articulación. Los conflictos intraorganizacionales e interorganizacionales y la forma de gestionarlos.
6. El funcionamiento del monitoreo interno y externo.
D. Informe Final. Cada una de las evaluaciones cualitativas sobre el proceso de implementación en una
zona urbana del país deberá culminar en un informe final elaborado por el equipo de investigación que
dé cuenta de todos los aspectos reseñados en el punto anterior y que será elevado al Equipo de
Coordinación General del Plan.