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¡Que pesar, pero así es la vida!

“Estados Unidos a frenarle al Gobierno de Uribe el Acuerdo de


Libre Comercio. Eso no es frenarle al Gobierno de Uribe un
acuerdo de libre comercio, es quitarle oportunidades de empleo
al pueblo colombiano”, dijo Uribe. Para los obreros y empleados
esta es una simple afirmación del presidente que no garantiza
certeza o que sea verdad. Es la misma, como la que en su época
pronunció para que la clase trabajadora se dejara castrar y sin
reclamo desaparecerles las posibilidades de mejores ingresos por
su trabajo, cuestión que les habían reconocido anteriores
gobiernos. Los despojaron los dominicales, horas extras,
nocturnas, seguridad laboral, posibilidad de una pensión y otras
cosas que les daban algún nivel de bienestar. “Flexibilizando el
salario, iban a llover las fuentes de trabajo por todas partes,
pero, no resulto así. La afirmación presidencial, con el tiempo
fue engañosa. El desempleo es hoy más alto que jamás en la
historia del país. Las prácticas de Uribe simplemente
contribuyeron a empobrecer más a los pobres y enriquecer más a
los ricos. En esa materia Colombia nunca estuvo tan mal.

En su habitual tono pegajoso y fingidamente suplicante para ser


visto como “hombre sufrido y víctima de las circunstancias” ha
sostenido que “Hoy no se puede hacer tratados de comercio en
contra de los trabajadores”, para ver como engaña nuevamente al
sindicalismo. Esa afirmación es verídica y los ejemplo son los
tratado de libre comercio con Estados Unidos y Europa. Los
sindicatos y el obrerismo pesan, a la hora de la verdad, más que
el egoísta y limitado poder económico colombiano. El presidente,
Álvaro Uribe, le ha pedido “apoyo a los sindicatos del país”,
pero no ha movido un dedo para invitarlos a discutir los
términos y las posibilidades de los anunciados beneficios. Todo
se armó sin contar con ellos, más, despreciándolos,
desconociéndolos y hasta persiguiéndolos por sus opiniones.
Marrulleramente señala que, “Esos tratados de comercio los
tratamos no por caprichos ideológicos sino porque necesitamos
llegar a esos mercados… Es para que los colombianos tengan
posibilidades. Además hoy no se puede hacer tratados de comercio
en contra de los trabajadores. El primer capítulo que se exige
en una democracia o en un tratado de comercio es que garantice
la calidad del empleo, la afiliación a la seguridad social y el
respeto a los derechos de los trabajadores”. Toda esa palabrería
se comenzará a entender cuando Uribe trate a la clase obrera de
tú a tú y sus criterios sean parte fundamental de los tratados”,
dijo un sindicalista de Bucaramanga. “Nadie más que Uribe ha
perseguido tanto al sindicalista, igual a como lo hace con los
magistrados, por eso el apoyo no puede ser gratuito y lo primero
que le pediríamos sería no más reelecciones”.

El presidente se queja de la existencia de “ciertas cartillas


de desacredito a su gobierno” que rondan el mundo. Eso es
verdad, existen y lo más grave para el presidente, que les
prestan más atención que a su palabra en tono de seminarista
aplicado. “Uno encuentra otro factor, que es el fuego amigo…
conformado por colombianos que se están aliando con
organizaciones internacionales, con el fin de evitar que el
gobierno de Colombia firme acuerdos comerciales con otros países
del mundo… estas organizaciones han adelantado ese trabajo
diplomático para evitar el Tratado de Libre Comercio con Estados
Unidos y que ahora están poniendo en riesgo la negociación que
se está adelantando con la Unión Europea… Estamos a días de
cerrar la negociación y ayer me la confirmó el gobierno español
y el gobierno portugués. Pero viene un problema enorme, eso lo
tiene que aprobar el parlamento europeo y ya tenemos los mismos
influyentes de siempre con la misma cartilla de descrédito…
Nuestros propios compatriotas con unas organizaciones
internacionales desacreditando al gobierno, nuestra política de
seguridad, negándonos esas posibilidades…” Señor Uribe: Eso se
llama democracia, el derecho a pensar como se le de la gana y
divulgar esas ideas. No solo lo que piense el presidente es
bueno, ellos también lo hacen. El problema es que están
excluidos, maltratados e ignorados.

En estos momentos solo le queda un camino a Uribe. Aceptar que


los colombianos que no están matriculados entre sus serviles
amigos e incondicionales seguidores, también tienen influencia
internacional y la opinión que él desconoce por allá lejos,
vale. Que no es con lloriqueos como los va a convencer porque
hoy la polarización de la política en el país es total gracias
a su estilo partidista y de gobierno, al excluir y desconocer a
los demás y no aceptar dialogo, dar órdenes pero no escuchar
sugerencias, etc. Cuando Uribe asegura que, “existe el interés
de un grupo de colombianos en que la política de inversión que
está adelantando su gobierno no prospere” es totalmente cierto,
es la respuesta de los colombianos a su forma de ser. Que le,
“están haciendo mucho daño”, a su imagen y su gobierno, también
es autentico, pero no se puede hacer nada, ellos están en lo que
la Constitución y las leyes les permite. Una muestra del querer
del gobierno a los trabajadores es el nuevo salario mínimo. Si
se les puede subir en forma decente, el sindicalismo no lo puede
apoyar en los tratados. Quien debe frenar su conducta y sus
aspiraciones desbordadas es el presidente. Eso no es nada nuevo
ni exclusivo de Colombia, es de todos los tiempos y todos los
gobiernos contra quienes se creen irreemplazables. Al final todo
el mundo actúa contra ellos con un asco infinito.

Nota.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, expresó


esperanzas de que el Congreso aprobaría “eventualmente” el
largamente demorado tratado de comercio con Colombia, pero dijo
que ese país necesita primero lograr avances reales, visibles
desde lejos, sobre derechos humanos y mejoramiento de la clase
obrera. En Europa ocurre algo muy parecido. El sucio y
repugnante obrero se le impuso al poder económico colombiano y
ante el mundo no solo valen. Las extremas derechas con sus
montañas de dinero quedaron en segundo plano. ¡Que pesar, pero
así es la vida!

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