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mientras no advenga el espíritu que mejantes, más que su ser exterior y

los vivifique e informe, son sólo mo- su fisonomía puramente corporal, al-
mentos de una evolución que arran- guna fase de su intimidad por medio
ca en el hacha de sílex y en las pri- del l e n g u a j e . Por algo, si "ser cono-
meras habitaciones lacustres. Lo que cido" de una persona es menos que
nos separa del hombre primitivo no ser su amigo, sin embargo es mucho
acabada y el devenir siempre ope- es el que allí esté la piragua y aquí más que haberla visto simplemente;
Toda la concepción del universo y
rante de la cultura que un día nacie- el avión, sino que por sobre nues- y este grado más está constituido
la última sabiduría del Oriente que-
ra en la conjunción de los bárbaros tras cabezas brillen siempre las co- justamente por el lenguaje. La civi-
dan cristalizadas, muchas veces, en
rubios y la plácida serenidad del rrientes sutiles del pensamiento, la lización de nuestros días ya estaba
los cortos versículos que el hindú
mediodía grecorromano esplendidez de las formas estéticas, lo bastante madura para someterse
escribe en su purana. Al menos así
la transida unción de los santos y la al lento proceso de un avance presi-
lo interpreta el occidental, cuyo im- Ensayemos decir algo de lo que
bondad de los hombres honestos. dido por el solo aspecto técnico. Yo
pulso se dispara hacia esas viejas sugiere este invento de la radiodifu-
En las relaciones humanas h a y quiero ver en esto una voluntad de
culturas y civilizaciones de más allá sión, una de las formas que simbo-
siempre un lado de pura naturaleza dominio del hombre de occidente
de los Urales para encontrar en ellas lizan con más vivacidad el impulso
y un lado de cultura. Pero, a su tur- que primero amplía y perfecciona lo
toda la refinada técnica de las al- fáustico occidental, del que cabría
no, los productos de la técnica, de que encuentra m á s cercano de su
mas, todo el ensimismamiento de afirmar lo que Goethe advirtió un
esa obediencia a la naturaleza que aspiración más profunda, cual es la
unos hombres para quienes el mun- día de sí mismo: "Soy como una os-
es su vencimiento, según el apoteg- comunidad espiritual por el lengua-
do circundante es siempre, m á s que tra mágica por la que transitan on-
ma que alumbró las primeras horas je, que lo que resulta, ante aquélla,
menos, quantité négligeable. das extrañas".
de la modernidad occidental, sólo subsidiaria: la comunidad en la vi-
Si no fuera así, ¡qué grandes cosas Vivimos en una época que quiere
por las humanas relaciones se con- sión.
oiríamos de sus labios las gentes de rebasar a todo trance, los linderos
Occidente! Porque es preciso que de su propia urgencia vital. Pero un ciben y poseen sentido y direc- La radiodifusión ha acercado mi-
mentalidades de otras culturas, ali- secreto síno nos lleva a crear los ción. Y en este orden de ideas, nin- lagrosamente a los hombres. Por ella
mentadas con esencias distintas y instrumentos en que se sacie este guna invención como la de la radio es posible que a estas horas que vi-
provistas de instrumentos diferentes impulso y sólo, tras muchos años, busca con tanto afán al hombre y vimos, no ya el estadista y el profe-
de los nuestros, vengan a decirnos centurias a veces, se recoge en sa- trata de acercarlo a través de la sor universitario, sino hasta el más
hacia dónde se mueve todo este afán zón de cultura, lo que venía actuan- onda emisora. Si el lenguaje ya es humilde campesino, puedan sentir
y qué metas últimas busca nuestra do en formas sonambúlicas y desor- de por sí la forma más refinada de odio o amor por Stalin o por Chur-
incesante inquietud. Pero el oriental bitadas. Tal aconteció en los albores constelación espiritual, el lenguaje a chill; seguir paso a paso los inciden-
dejaría de serlo si se ocupase, no ya de la edad moderna con la impren- distancia colma todas las posibilida- tes de la guerra en China; interesar-
de estas cosas que le son tan leja- ta. Tal ocurre hoy con el cinemató- des de comunión entre los hombres. se en el último rapto o en la penúl-
nas, sino aun de las que constituyen grafo, el gramófono, la radio. Permítaseme decir que cualesquie- tima excentricidad de una estrella
su propio dintorno vital. ra que sean las razones técnicas del cine; danzar al unísono con los
Todos estos magníficos inventos
para que la televisión h a y a llegado moradores de New York o Buenos
Toca, pues, a nosotros interpretar son aún materia prima de la cultura.
unos lustros más tarde que la emi- Aires; vivir con ellos el episodio de
con nuestros propios juicios y desde Productos de una técnica avanzadí-
sora de sonidos, es lo cierto que en una novela policíaca; orar con los
nuestra misma perspectiva, la obra sima, sin embargo, en sí mismos.
ello no hay azar. Hay sí un síno que antípodas que celebran un congreso
preside nuestra vida y que consiste eucarístico.
en que el hombre busque en sus se- Y pensar que nuestros abuelos sólo
pudieron ser admiradores o adver- mas constitucionales que la defien-
responsable de las funciones públi- esencia de cultura en el noble ade-
sarios de Napoleón III o de Bismarck den en formas a veces en exceso to-
cas. mán de un grande hombre que en
a través de los libros, y cuando ya lerantes, se logró rápidamente con
Mientras no tengamos el ejemplo el hecho de que todos los días se-
estos personajes tenían adquirido un la radiodifusión, sin que nadie osa-
de las personalidades egregias, la pan leer las gentes el diario de la
lugar en la historia! ra siquiera pretextar una virtual ga-
palabra deberá proseguir su misión mañana.
Otra de las características de la rantía en los artículos de nuestra
de suprema informadora de nuestra Cruza actualmente por todas las
radio ha sido la de su fácil adapta- Constitución Política que tan deno-
nacionalidad. Si carecemos de la capas sociales una ola de ordinariez
ción a las necesidades y a los inte- dadamente proclaman la libertad de
santidad de un Francisco de Asís, y ramplonería que, no obstante, es
reses humanos. No tengo noticia de la escritura impresa.
del heroísmo de los Boyardos, de la signo inequívoco de fuerza. A mi
que otro invento moderno de suyo Paralelamente, cuando una des-
fuerte contextura moral del Carde- modo de ver, estamos en sazón para
complicado, haya logrado tan pron- gracia pública adviene a la ciuda-
nal Cisneros, de la egregia discipli- las grandes empresas del espíritu.
tamente una industrialización y co- danía, la radio cambia el contenido
na mental de Leibniz, Kant o Hegel, Lo cual se conseguirá pausadamen-
mercialización tan firmes y seguras. de sus programas, al par que el pe-
de la honestidad científica de Pas- te, si logramos encauzar esas fuer-
Mientras el teléfono, el periódico, el riódico escrito puede imprimir ese
teur, del amor a las formas de los zas esquivas para que den el fruto a
cinematógrafo han precisado muchos día su página humorística, sin que
hombres del Renacimiento, de los que se destina todo vigor que se di-
lustros para que las gentes se sirvan con ello se sienta un vivo contraste
elegantes movimientos de Brummel, rige a los valores: la cultura.
de ellos como elementos de un nivel que ofenda el dolor común.
todo esto concretado en ejemplares A los locutores de radio, que tie-
de vida más cómodo y más grato, la Por donde se ve que la misión de nuestros, vivamente humanos, digá- nen el encargo de hacer llegar su
radio, si hemos de limitarnos a Co- la radio es cada vez más delicada y mosle entonces al público, hasta voz a todos los rincones del país, en
lombia, en el corto espacio de vein- más responsable. Su influencia, más donde la exaltación verbal alcance, las horas todas del día, y mientras
te años ha logrado ser de todos pe- segura e inequívoca que la de nin- toda la grandeza de esos valores y los hombres están dedicados a los
riódicamente oída y constituir así guna otra actividad social. cómo ellos, realizados en la vida, más variados menesteres, cumple
una de las actividades más norma- En un país como el nuestro donde, son el verdadero patrimonio de los primordialmente esta misión: la de
les de la vida cotidiana. como se ha dicho, la cultura popular pueblos. educadores de la nacionalidad. De
Y aquí cabe insistir de nuevo en se ha construido por obra de nues- Este país no necesita primordial- lo contrario, serán los responsables
ese inmenso poder de la palabra ha- tros oradores, y en el que, vicios y mente una gran cantidad de masas de la liviandad y grosería que nos
blada, observando simplemente có- virtudes multitudinarios, son siempre letradas, sino una docena de hom- ha de invadir.
mo, a poco de nacer entre nosotros en mucha parte, debidos a la mez- bres distinguidos que la ejemplari-
esta industria, ya se tenía un cuerpo quindad o nobleza de. los voceros de cen sustancialmente. Discurre más Cayetano Betancur
de leyes restrictivas y prohibitivas la plaza pública; dentro de una na-
que ponían linderos a los abusos de ción, radicalmente constituida para
emisiones imprudentes o malévolas. hablar y para escuchar, antes que
Lo que no se hizo con la prensa, ni para leer y obrar y meditar, la pala-
se toleraría a h o r a , al amparo de nor- bra tiene- que ser siempre la más

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