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COLECCIÓN

PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN I

Poesía y Teatro
COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN I

Poesía y Teatro
Poesía
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMOS I Y II
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Teatro
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS

Introducción: Jeannette Miller


epílogo: Jorge Tena Reyes

Santo Domingo, República Dominicana


2008
Sociedad Dominicana
de Bibliófilos

CONSEJO DIRECTIVO
Mariano Mella, Presidente
Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente
Tomás Fernández W., Tesorero
Manuel García Arévalo, Vicetesorero
Octavio Amiama de Castro, Secretario
Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario

Vocales
Eugenio Pérez Montás • Miguel de Camps
Edwin Espinal • Julio Ortega Tous • Mu-Kien Sang Ben

Antonio Morel, Comisario de Cuentas

asesores
José Alcántara Almánzar • Andrés L. Mateo • Manuel Mora Serrano
Eduardo Fernández Pichardo • Virtudes Uribe • Amadeo Julián
Guillermo Piña Contreras • Emilio Cordero Michel • Raymundo González
María Filomena González • Eleanor Grimaldi Silié

ex-presidentes
Enrique Apolinar Henríquez +
Gustavo Tavares Espaillat • Frank Moya Pons • Juan Tomás Tavares K.
Bernardo Vega • José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer

Jesús R. Navarro Zerpa, Director Ejecutivo


Banco de Reservas
de la República Dominicana
Daniel Toribio
Administrador General
Miembro ex oficio

consejo de directores
Lic. Vicente Bengoa
Secretario de Estado de Hacienda
Presidente ex oficio

Lic. Mícalo E. Bermúdez


Miembro
Vicepresidente

Dra. Andreína Amaro Reyes


Secretaria General

Vocales
Ing. Manuel Guerrero V.
Lic. Domingo Dauhajre Selman
Lic. Luis A. Encarnación Pimentel
Dr. Joaquín Ramírez de la Rocha
Lic. Luis Mejía Oviedo
Lic. Mariano Mella

Suplentes de Vocales
Lic. Danilo Díaz
Lic. Héctor Herrera Cabral
Ing. Ramón de la Rocha Pimentel
Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal
Lic. Estela Fernández de Abreu
Lic. Ada N. Wiscovitch C.
Esta publicación, sin valor comercial,
es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos
del Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.

COMITÉ DE EVALUACIÓN Y SELECCIÓN


Orión Mejía
Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador
Luis O. Brea Franco
Gerente de Cultura, Miembro
Juan Salvador Tavárez Delgado
Gerente de Relaciones Públicas, Miembro
Emilio Cordero Michel
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Asesor
Raymundo González
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Asesor
María Filomena González
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Asesora
Jesús Navarro Zerpa
Director Ejecutivo de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Secretario

Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores
en las ediciones que han servido de base para la realización de este volumen

COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN I

Poesía y Teatro
Poesía
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMOS I Y II
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Teatro
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA. COMEDIA DRAMÁTICA EN TRES ACTOS

ISBN: Colección completa: 978-9945-8613-9-6


ISBN: Volumen I: 978-9945-457-00-1

Coordinadores:
Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y
Jesús Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Ilustración de la portada: Rafael Hutchinson  |  Diseño y arte final: Ninón León de Saleme 
Corrección de pruebas: Juan Freddy Armando  |  Impresión: Amigo del Hogar
Santo Domingo, República Dominicana. Abril, 2008

8
contenido

Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición.............................. 11
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana
Exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad......................................... 15
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Introducción
Rescatando la poesía y el teatro con la Colección Pensamiento Dominicano........................... 17
Jeannette Miller

Poesía
Domingo Moreno Jimenes. Antología
(Selección y prólogo): Domingo Moreno Jimenes. Una interpretación de su poesía........ 31
Flérida de Nolasco
franklin mieses burgos. Antología
(Selección y prólogo): Un aspecto de la poesía de Franklin Mieses Burgos. Ubicación ....... 107
Freddy Gatón Arce
juan antonio alix. décimas –tomos I y II–
(Selección y prólogo): La moral y la literatura.................................................................. 175
Joaquín Balaguer
salomé ureña de henríquez. poesías escogidas
Salomé Ureña de Henríquez ........................................................................................ 409
Pedro Henríquez Ureña
poesía dominicana. Antología
(Selección y prólogo): Poesía dominicana ........................................................................ 503
Pedro René Contín Aybar
Teatro
MANUEL RUEDA. LA TRINITARIA BLANCA (Comedia dramática en tres actos)
(Prólogo) ........................................................................................................................ 637
Juan González Chamorro
Epílogo
Presencia del libro en Santo Domingo desde el siglo XVI hasta Julio Postigo
Jorge Tena Reyes....................................................................................................................... 709
Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la Colección Pensamiento Dominicano........ 743

9
presentación

Origen de la Colección Pensamiento Dominicano


y criterios de reedición
Es con suma complacencia que, en mi calidad de Administrador General del Banco de
Reservas de la República Dominicana, presento al país la reedición completa de la Colección
Pensamiento Dominicano realizada con la colaboración de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos,
que abarca cincuenta y cuatro tomos de la autoría de reconocidos intelectuales y clásicos de
nuestra literatura, publicada entre 1949 y 1980.
Esta compilación constituye un memorable legado editorial nacido del tesón y la entrega
de un hombre bueno y laborioso, don Julio Postigo, que con ilusión y voluntad de Quijote
se dedica plenamente a la promoción de la lectura entre los jóvenes y a la difusión del libro
dominicano, tanto en el país como en el exterior, durante más de setenta años.
Don Julio, originario de San Pedro de Macorís, en su dilatada y fecunda existencia ejerce
como pastor y librero, y se convierte en el editor por antonomasia de la cultura dominicana
de su generación.
El conjunto de la Colección versa sobre temas variados. Incluye obras que abarcan desde
la poesía y el teatro, la historia, el derecho, la sociología y los estudios políticos, hasta incluir
el cuento, la novela, la crítica de arte, biografías y evocaciones.
Don Julio Postigo es designado en 1937 gerente de la Librería Dominicana, una de-
pendencia de la Iglesia Evangélica Dominicana, y es a partir de ese año que comienza la
prehistoria de la Colección.
Como medida de promoción cultural para atraer nuevos públicos al local de la Librería
y difundir la cultura nacional organiza tertulias, conferencias, recitales y exposiciones de
libros nacionales y latinoamericanos, y abre una sala de lectura permanente para que los
estudiantes puedan documentarse.
Es en ese contexto que en 1943, en plena guerra mundial, la Librería Dominicana publica
su primer título, cuando aún no había surgido la idea de hacer una colección que reuniera
las obras dominicanas de mayor relieve cultural de los siglos XIX y XX.
El libro publicado en esa ocasión fue Antología Poética Dominicana, cuya selección y pró-
logo estuvo a cargo del eminente crítico literario don Pedro René Contín Aybar. Esa obra
viene posteriormente recogida con el número 43 de la Colección e incluye algunas variantes
con respecto al original y un nuevo título: Poesía Dominicana.
En 1946 la Librería da inicio a la publicación de una colección que denomina Estudios,
con el fin de poner al alcance de estudiantes en general, textos fundamentales para comple-
mentar sus programas académicos.
Es en el año 1949 cuando se publica el primer tomo de la Colección Pensamiento Domini-
cano, una antología de escritos del Lic. Manuel Troncoso de la Concha titulada Narraciones
Dominicanas, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez. Mientras que el último volumen, el
número 54, corresponde a la obra Frases dominicanas, de la autoría del Lic. Emilio Rodríguez
Demorizi, publicado en 1980.

11
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Una reimpresión de tan importante obra pionera de la bibliografía dominicana del


siglo XX, como la Colección Pensamiento Dominicano, presenta graves problemas para edi-
tarse acorde con parámetros vigentes en nuestros días, debido a que originariamente no
fue diseñada para desplegarse como un conjunto armónico, planificado y visualizado en
todos sus detalles.
Esta hazaña, en sus inicios, se logra gracias a la voluntad incansable y al heroísmo
cotidiano que exige ahorrar unos centavos cada día, para constituir el fondo necesario que
permita imprimir el siguiente volumen –y así sucesivamente– asesorándose puntualmente
con los más destacados intelectuales del país, que sugerían medidas e innovaciones ade-
cuadas para la edición y títulos de obras a incluir. A veces era necesario que ellos mismos
crearan o seleccionaran el contenido en forma de antologías, para ser presentadas con un
breve prólogo o un estudio crítico sobre el tema del libro tratado o la obra en su conjunto,
del autor considerado.
Los editores hemos decidido establecer algunos criterios generales que contribuyen a
la unidad y coherencia de la compilación, y explicar el porqué del formato condensado en
que se presenta esta nueva versión. A continuación presentamos, por mor de concisión, una
serie de apartados de los criterios acordados:

 Al considerar la cantidad de obras que componen la Colección, los editores, atendien-


do a razones vinculadas con la utilización adecuada de los recursos técnicos y financieros
disponibles, hemos acordado agruparlas en un número reducido de volúmenes, que
podrían ser 7 u 8. La definición de la cantidad dependerá de la extensión de los textos
disponibles cuando se digitalicen todas las obras.

 Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunos
géneros, pero ésto sólo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edición comprenderá
los siguientes temas: poesía y teatro, cuento, biografía y evocaciones, novela, crítica de
arte, derecho, sociología, historia, y estudios políticos.

 Cada uno de los grandes temas estará precedido de una introducción, elaborada por
un especialista destacado de la actualidad, que será de ayuda al lector contemporáneo,
para comprender las razones de por qué una determinada obra o autor llegó a conside-
rarse relevante para ser incluida en la Colección Pensamiento Dominicano, y lo auxiliará
para situar en el contexto de nuestra época, tanto la obra como al autor seleccionado.
Al final de cada tomo se recogen en una ficha técnica los datos personales y profesionales
de los especialistas que colaboran en el volumen, así como una semblanza de don Julio
Postigo y la lista de los libros que componen la Colección en su totalidad.

 De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos mo-
dificaban el texto mismo o el prólogo, y en otros casos más extremos se podía agregar
otro volumen, al anteriormente publicado. Como no era posible realizar un estudio
filológico para determinar el texto correcto críticamente establecido, se ha tomado como
ejemplar original la edición cuya portada aparece en facsímil en la página preliminar
de cada obra.

12
PRESENTACIÓN  |  Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas

 Se decidió, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores
o curadores de las ediciones que han servido de base para la realización de esta publi-
cación.

 Las portadas de los volúmenes se han diseñado para esta ocasión, ya que los plan-
teamientos gráficos de los libros originales variaban de una publicación a otra, así como
la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos.

 Finalmente se decidió que, además de incluir una biografía de don Julio Postigo y
una relación de los contenidos de los diversos volúmenes de la edición completa, agregar,
en el último tomo, un índice onomástico de los nombres de las personas citadas, y otro
índice, también onomástico, de los personajes de ficción citados en la Colección.

En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro
tiempo, en especial los más jóvenes, puedan disfrutar y aprender de una colección biblio-
gráfica que representa una selección de las mejores obras de un período áureo de nuestra
cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos
nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de
ser dominicanos.

Daniel Toribio
Administrador General

13
exordio
Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano:
una realidad
Como presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos siento una gran emoción al poner
a disposición de nuestros socios y público en general la reedición completa de la Colección
Pensamiento Dominicano cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros que
componen la Colección original fueron editados entre 1949 y 1980.
Salomé Ureña, Sócrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodríguez Demorizi,
son algunos autores de una constelación de lo más excelso de la intelectualidad dominicana
del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los
cincuenta y cuatro tomos de la Colección Pensamiento Dominicano. A la producción intelectual
de todos ellos debemos principalmente que dicha colección se haya podido conformar por
iniciativa y dedicación de ese gran hombre que se llamó don Julio Postigo.
Qué mejor que las palabras del propio señor Postigo para saber cómo surge la idea o la inspi-
ración de hacer la Colección. En 1972, en el tomo n.º 50 titulado Autobiografía de Heriberto Pieter,
en el prólogo, Julio Postigo escribió lo siguiente: (...) “Reconociedo nuestra poca idoneidad en
estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no sólo
nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue Él quien nos inspiró para iniciar esta pu-
blicación” (...); y luego añade: (...) “nuestra más ferviente oración a Dios es que esta Colección
continúe publicándose y que sea exponente dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros más
altos valores”. En estos extractos podemos percibir la gran humildad de la persona que hasta
ese momento llevaba 32 años editando lo mejor de la literatura dominicana.
La reedición de la Colección Pensamiento Dominicano es fruto del esfuerzo mancomunado
de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, institución dedicada al rescate de obras clásicas
dominicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la República Dominicana, el más impor-
tante del sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una función de inversión social de
extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo
del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedición sea
una realidad.
Agradecemos al señor José Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con
nuestro proyecto y dar su permiso para la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano.
Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorización
para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volúmenes los 54 tomos
de la colección original.
Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta colección se dé a conocer en nuestro terri-
torio y en el extranjero, como exponente de nuestros más altos valores.

Mariano Mella
Presidente
Sociedad Dominicana de Bibliófilos

15
introducción
Rescatando la poesía y el teatro
con la Colección Pensamiento Dominicano
Jeannette Miller

I
El Banco de Reservas de la República Dominicana inicia un programa de reedición de las
obras publicadas por la Colección Pensamiento Dominicano, con el interés de ofrecer al
público importantes selecciones de connotados autores nuestros en los campos de poesía
y teatro, cuento, novela, ensayo, biografía, crítica de arte, derecho, historia, ensayos so-
ciológicos y narraciones; muchos de estos renglones recogidos en antologías de distinto
orden.
El proyecto editorial que cuenta con el padrinazgo de la Sociedad Dominicana de
Bibliófilos, comienza incluyendo en un solo tomo los libros de poesía que fueron edi-
tados por la Colección; a saber, cuatro antologías personales: Salomé Ureña (1850-1897),
Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Juan Antonio Alix (1833-1918) y Franklin Mieses Burgos
(1907-1976); y una antología general, Poesía Dominicana, realizada por Pedro René Contín
Aybar (1907-1981). Además, se incluye en esta misma edición la obra de teatro La Trinitaria
Blanca de Manuel Rueda (1921-1999), única de este género que publicó la Colección Pen-
samiento Dominicano, y que por ser su autor uno de nuestros poetas más importantes,
encontramos en muchos de sus parlamentos, el ritmo que aporta un oído acostumbrado al
manejo de la versificación.
La Colección Pensamiento Dominicano fue probablemente el primer proyecto editorial
que clasificó sus ediciones por género, y que tuvo una especie de comité de publicaciones
formado por grandes intelectuales entre quienes se encontraban Julio Postigo (1904-1991)1,
director y dueño de la Colección; don Emilio Rodríguez Demorizi (1906-1986), historiador
y compilador nuestro de primer orden; y otros escritores de renombre.
La similitud del diseño: fachada de la Catedral Primada de América en las portadas,
un retrato o dibujo del rostro de los autores o de los que eran motivo de los estudios al
principio del libro, igual tipo de letra… crearon un estilo, que permitía al lector identificar
de inmediato la edición.
La Colección Pensamiento Dominicano inicia sus publicaciones en 1949, con la edición
de Narraciones dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón
Emilio Jiménez2; desde entonces, y de manera ininterrumpida, fueron saliendo ediciones de
tomos de gran valor que abarcaban variables propias de la creatividad y del pensamiento
dominicanos.
Como su nombre lo indica las ediciones fueron siempre de obras de escritores nuestros,
a excepción de Moral Social y Páginas Dominicanas de Eugenio María de Hostos, humanista
puertorriqueño que se integró a República Dominicana con trabajos y proyectos que lo
convierten en parte del pensamiento nacional.

17
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Importantizar lo dominicano adicionó al valor de la propuesta editorial un tomar en


cuenta lo nacional que todavía no había arraigado completamente en el espíritu del escritor
criollo, y esto podemos encontrarlo en muchos de los prólogos a los libros editados.
En lo concerniente al renglón poesía hemos considerado tanto al autor antologado como
a los prologuistas de las cinco ediciones. Firmas tales como: Flérida de Nolasco (1891-1976),
quien analiza la obra de Domingo Moreno Jimenes (1894–1986); Joaquín Balaguer (1906-2002)
a Juan Antonio Alix (1833-1918); Freddy Gatón Arce (1920-1994) a Franklin Mieses Burgos
(1907–1976); Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) con una biografía de Salomé Ureña de
Henríquez (1850–1897); y Pedro René Contín Aybar (1907-1981), con una breve explicación
de los criterios adoptados en su antología Poesía Dominicana.
En el prólogo a la obra de teatro La Trinitaria Blanca de Manuel Rueda, el español Juan
González Chamorro (¿?-¿?), quien en 1957, año de la publicación, era director del Teatro
Escuela de Arte Nacional3, afirma: ”El color blanco de esta trinitaria adquiere un alto sen-
tido simbólico en la obra de Manuel Rueda, cuyo problema gira en torno a la frustración
motivada por los prejuicios familiares y sociales que pesan sobre el carácter de una mujer,
cohibiendo sus instintos naturales y encerrándola en una forzada soltería a la que no qui-
ere resignarse… apoyada en un diálogo cortante, incisivo, ágil y de gran agresividad… en
su construcción, estaba concebida y desarrollada con tal maestría que reflejaba un seguro
dominio del difícil arte teatral”.4
González Chamorro compara la obra de Rueda con quienes afirma son sus antecedentes en
el tema de la soltería: Doña Rosita la soltera de García Lorca y Frenesí de Peyret-Chapuis, afirmando
que el personaje “Miguelina” de Manuel Rueda tiene un ”superior alcance humano” y la solución
de la obra cuenta con ”mayor intensidad dramática”. La excelencia de Rueda como autor teatral,
sería confirmada en 1995, al otorgársele el Premio Internacional de Teatro Tirso de Molina a su
obra Retablo de la Pasión y Muerte de Juana la loca.
El texto que sobre la poesía de Domingo Moreno Jimenes escribe Flérida de Nolasco, resulta
un verdadero ensayo de su obra. En Domingo Moreno Jimenes, una interpretación de su poesía, la
experta analiza desde las primeras composiciones del poeta, hasta las aparecidas en la época de
la edición hecha en 1949, que ella declara ser la primera antología del vate de la Colina Sacra.5
Imbuida de su decidido espíritu hispanista, la escritora hace gala del manejo de la poética
castellana de “rancia entraña popular” y mientras analiza la métrica del poeta versolibrista,
teje asociaciones de sus versos con los cantares de gesta, con Gonzalo de Berceo, Juan de la
Encina, Boscán, Lope de Vega… hasta llegar a Garcilaso y San Juan de la Cruz, para terminar
con Rubén Darío. Unos por la forma, otros por el sentido, todos son conectados a la obra de
Moreno Jimenes a través de una lógica sapiente capaz de crear un cuerpo de unificaciones,
donde la poesía del criollo, concuerda en sus distintas etapas, con los mejores versificadores
de la lengua castellana.
Flérida de Nolasco establece el valor de Moreno Jimenes como uno de los iniciadores
del verso libre en la poesía nacional, destacando su profundo nacionalismo que desborda-
ba amor a la tierra que lo vio nacer y su amplia formación, capaz de asociar los elementos
clásicos de la cultura occidental con los de nuestro país.
Sobre las reticencias que todavía, a la altura de 1949, pudiera motivar el decidido
versolibrismo de Jimenes, de Nolasco señala: “Pasaron años, pasaron siglos, antes de que

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INTRODUCCIÓN  |  RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO  |  Jeannette Miller

la forma sin forma determinada que traduce mejor el genio propio del idioma, se hiciera
carne en una visión de la belleza que, de puro Antigua, sorprendió y hasta escandalizó a
los timoratos.”6
Esta afirmación va seguida del concepto del verso como ritmo, en un análisis profundo y
completo de la obra de este gran iniciador de la poesía moderna dominicana, que permanece
vigente gracias a la calidad de sus composiciones.
El prólogo de Flérida de Nolasco es un excelente análisis crítico que no sólo confirma la
importancia de Moreno Jimenes en la literatura dominicana, sino que establece los profun-
dos conocimientos de la autora, indiscuiblemente, una de nuestras primeras y más valiosas
ensayistas.
Las décimas de Juan Antonio Alix abarcan dos tomos. Esta publicación resulta sumamente
importante por ser la primera agrupación de la obra de Alix que se encontraba en papeles
dispersos o en la memoria de sus admiradores; igualmente, por representar la versificación
popular dominicana, ya destacada por el famoso improvisador Meso Mónica (s.XVIII),
pero que en el caso de Alix, abarca las características de un realismo costumbrista donde la
caricatura de personajes y situaciones exacerba una realidad que fluctúa entre lo sublime y
lo ridículo, entre la risa y el drama, en busca de elementos que construyan su identificación
en medio de guerras intestinas e inseguridades de pertenencia, como era el caso dominicano
a lo largo del siglo XIX, época en que al decimero le tocó vivir.
El prólogo La moral en la literatura escrito por Joaquín Balaguer se basa mayormente en un
planteamiento de contenido que arranca del concepto de la “pornografía en la literatura”.7
Impecablemente escrito, Balaguer parte de los clásicos grecolatinos recorriendo el medio-
evo, el renacimiento y la ilustración, en busca de ejemplos que justificaran el uso de “malas
palabras” o de situaciones comprometidas en la gran literatura de todos los tiempos.
Los discursos de Catón, los aforismos de Séneca, los cuentos de Bocaccio, el Sueño de una
noche de verano de William Shakspeare, se refieren como una manera de justificar la termi-
nología “suelta” de Alix, pero principalmente la inclusión en la antología de la más famosa
de sus décimas, El follón de Yamasá: “En la literatura ‘pornográfica’ es menester distinguir lo
que es verdaderamente inmoral de lo que es simplemente sucio; lo que se halla en oposición
a las buenas costumbres, de lo que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura.”8
Tanto cuido sobre lo pornográfico sólo se justifica si nos vamos al contexto de época:
una edición hecha en plena dictadura de Trujillo (1953), y siendo el prologuista Secre-
tario de Estado de Educación. Por otro lado, la justificación de la terminología procaz
“alixiana” ocupa el texto de Balaguer, excluyendo un análisis del valor formal de los
textos antologados.9
Cuando un poeta escribe sobre otro poeta, y más si son cercanos, difícilmente su pa-
labras logran la objetividad de reconocer en su verdadera dimensión la calidad de quien
es el objeto del análisis. Sinembargo, este criterio se contradice ante la singular selección
y presentación de la obra poética de Franklin Mieses Burgos (1907-1976), que hace Freddy
Gatón Arce (1920-1994) en la Antología del primero, que publica la Colección Pensamiento
Dominicano en 1952.
Miembros del Movimiento La Poesía Sorprendida (1943-1947)10 ambos escritores se ubican
entre los cimeros de la poesía dominicana de todas la épocas. Por otro lado, Gatón Arce fue

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

periodista y ensayista de primera, y estas cualidades se traslucen en el trabajo que sirve de


prólogo a la selección realizada por él.
Publicada en 1952, Gatón Arce advierte que es la primera antología que se hace de la
obra de Mieses Burgos, y naturalmente la selección abarca hasta lo producido a la altura
del año de la edición.
Partiendo de que Mieses Burgos realizó su labor poética “sin pausa y sin prisas”,11 el
prologuista establece los nexos del poeta con el barroco y el romanticismo; sinembargo, ad-
vierte que el escritor internaliza estos puntos de partida convirtiéndolos en suyos a través
de una nacionalización de los elementos en juego.
Franklin Mieses Burgos es un maestro del ritmo y la melodía, su lenguaje penetra a través
de la escogencia de términos precisos y conmovedores que dan la imagen, el sentimiento de
lo que él quiere trasmitir. “Musicalidad y limpidez lírica…” –dice Gatón Arce– “…unifican
su obra…”.12
En esta Antología siempre hemos echado de menos Paisaje con un Merengue al Fondo publi-
cado en 194313. Este poema magistral se desarrolla entre lo lírico y lo épico, con una visión del
ser humano basada en los sentimientos y sinembargo, estructurada a través de una historia
dramática y llena de contradicciones –que simbólicamente alude a la dictadura– donde lo
que se considera lastre cultural en la manera de “ser” del dominicano, emerge como una
característica para poder existir a contratiempo, a contraespacio, logrando sobrevivir a un
destino que para el poeta parece estar determinado.
Nadie como Mieses Burgos para describir el paisaje criollo. Nadie como este poeta des-
lumbrante para dar la esencia del hombre dominicano y su manera de ser o no ser…
La validez de influencias como enriquecimiento del escritor, sin caer en el calco o re-
petición de otras voces, queda establecida por Gatón Arce en la siguiente afirmación: “En
los últimos siglos, y sobre todo en el mundo de hoy, las tansculturaciones son incesantes e
intensas, y se escribe para todos los hombres y mujeres de la tierra y de su tiempo, acorde
las circunstancias de cada quien”.14
“Mieses Burgos, poeta permeable y abierto, es por esto mismo, un creador auténtico,
consciente de sus fuerzas. Y su canto será más fidedigno, dominicano y universal, cuanto
mayor cantidad de bondades líricas de diversa tendencia asimile y participen en la depu-
ración de su acérrimo intrumento expresivo”.15
Estas palabras acordes a lo que fue el lema de La Poesía Sorprendida: “Poesía con el
hombre universal”, actúan como síntesis del concepto que primó en la excelente selección
de la obra de Mieses Burgos hecha por Freddy Gatón Arce, que entre otros poemas incluye:
Esta canción estaba tirada por el suelo, Elegía por la muerte de Tomás Sandoval, Rosa en vigilia…
y al final, juicios críticos con las firmas de Iván Alfonseca (¿?-¿?), Alberto Baeza Flores
(1914-1998), Pedro René Contín Aybar (1907-1981), Mariano Lebrón Saviñón (1922), Manuel
Rueda (1921-1999), María Ugarte (1914) y Manuel Valldeperes(¿?-1970), entre otros, quie-
nes completan una evaluación amplia y ponderada de Franklin Mieses Burgos, uno de los
nombres principales –si no el principal– de la poesía dominicana.
En las Poesías Escogidas de Salomé Ureña de Henríquez el prólogo se sustituye por
una biografía objetiva y equilibrada escrita por su hijo, Pedro Henríquez Ureña. Con una
sinceridad conmovedora, Henríquez Ureña advierte que los versos que aparecen en la

20
INTRODUCCIÓN  |  RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO  |  Jeannette Miller

edición han sido corregidos y que no ha sido incluida toda la obra poética de su madre –más
de veinte poemas de juventud y la poesía Anacaona, escrita en 1879–. Destaca que la forma-
ción de Salomé se basó en la lectura de los clásicos castellanos. Igualmente habla de la no
muy extensa producción de la escritora en la que sobresale su poesía civil y patriótica, de la
que Ruinas (1881) y Mi ofrenda a la Patria (1887), son quizás los mejores ejemplos. Asimismo,
ubica su labor educativa como sin precedentes, y echa de menos sus cartas y otros textos en
prosa donde Salomé Ureña de Henríquez establece su manera de pensar y su compromiso
con la patria, la civilización y el progreso. Igualmente afirma que para la insigne educadora
y escritora, su labor docente fue más importante que su producción literaria: “La preocu-
pación patriótica llegó a sobreponerse a toda otra idea en el espíritu de la joven poetisa: la
literatura fue para ella consideración secundaria…”16
La antología Poesía Dominicana de Pedro René Contín Aybar resulta ser una selección de
poetas nacionales aparecidos entre 1845 y 1951.
Quiérase o no, una antología es una escogencia basada en los gustos y preferencias del
antólogo. Que en algunos casos la selección se atenga a esfuerzos de objetividad más que
en otros, es posible; pero las preferencias siempre saldrán a la vista. Este es el caso de la
Antología de Pedro René Contín Aybar, donde el autor incluye poetas y trabajos de indiscutible
calidad y permanencia, aunque también otros, –cuyos nombres no consideramos necesario
reproducir– puedan parecer producto del capricho.
Hecha con conocimiento y desenfado, la antología de Contín Aybar tiene todavía una
vigencia inaplazable para cualquier estudioso de la producción poética dominicana, pues
abarca desde un año después de la Independencia (1845), hasta 1951, fecha de la segunda
edición, a la que él afirma, en el prólogo que comentamos, no haber agregado ningún
nombre, pero sí haber eliminado unos cuantos que se incluían en la primera edición de
1945. Ambas publicaciones –la de 1945 y la de 1951– llevaron el nombre de Antología Poé-
tica Dominicana.
Refiriéndose a Contín Aybar, Manuel Rueda escribió: “…el único libro que materializó
su prestigio un tanto etéreo de charlista y crítico ocasional, fue su popular Antología Poé-
tica Dominicana, donde se dio a la tarea de realizar valoraciones “definitivas” de nuestros
poetas y donde marginaba, especialmente en la segunda edición, a figuras proscritas por
la dictadura.”17
En apenas dos páginas y media Pedro René Contín Aybar establece su criterio de poesía
dominicana, entre otras cosas reforzado por el período que abarca su recolección, 1845-1951:
“…este volumen de la Colección Pensamiento Dominicano se intitula Poesía Dominicana, esto
es, poesía escrita hasta el 1951, por poetas dominicanos. Y que viene a suplir, en parte, las
ediciones de mi Antología Poética Dominicana, 1945 y 1951, agotadas.
Para obviar esta falta he compuesto este volumen, a pedido del director de la Co-
lección, Julio D. Postigo. No se incluyen otros poetas que los aparecidos en la primera
edición, algunos de los cuales, por razones obvias, debieron ser suprimidos en la se-
gunda…”18
En ella establece que la verdadera poesía dominicana nace con Domingo Moreno Jime-
nes y el Postumismo: “Me refiero nomás a la circunstancia ‘poesía dominicana’ poesía de
ambiente nacional, (aunque con sentido universalista, porque si no se entra en el campo,

21
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

terrible, de lo simplemente folklórico, o en lo que es algo peor, en el chauvinismo literario)


y la cual advino luego, a partir, como ya dije, de Domingo Moreno Jimenes.”19
Los poetas con mayor cantidad de trabajos incluidos son: Fabio Fiallo (1866-1942), Domingo
Moreno Jimenes (1894-1986), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Manuel del Cabral (1907-1999)
y Rubén Suro (1916-2004); lo que nos ayuda a formar una idea sobre sus preferencias.
Por el momento histórico y las características de la publicación, la Antología de Pedro
René Contín Aybar fue piedra de escándalo y en ese mismo sentido, muy solicitada.

II
En los estudios críticos de carácter histórico las selecciones se aprietan con el tiempo y va quedando
lo que realmente ha trascendido. En la poesía dominicana: clasicismo, romanticismo, modernis-
mo, versolibrismo, surrealismo, simbolismo, coloquialismo se han venido sucediendo y llegan a
nosotros a través de obras únicas o del conjunto de obras de los autores más prolíficos.
Valorando los textos poéticos de la Colección Pensamiento Dominicano que hoy se ree-
ditan en un solo tomo, resulta interesante compararar los distintos enfoques producto de la
formación y preferencia de los prologuistas, lo que en cierto sentido nos permite tomar el
pulso de la época en cuanto a las visiones críticas y evaluativas que se hacían a la producción
literaria a mediados del siglo XX.
Un factor importante es que los libros que tratamos –algunos de ellos, segundas o terceras
ediciones– fueron publicados entre 1949 y 1961; es decir, durante los últimos doce años de
la dictadura de Trujillo, en que la mordaza y los medios represivos llegaron a sus extremos,
condiciones que indiscutiblemente pesaban tanto en las selecciones como en los ensayos
críticos que servían como prólogos.
Otro factor a tomar en cuenta es que a excepción de Gatón Arce sobre Franklin Mieses
Burgos, y Contín Aybar en su Antología Dominicana, estos ensayos no toman en cuenta los
referentes literarios nacionales como contexto e influencia.
Pasado el tiempo, los dominicanos han ido tomando conciencia de su propia historia y de
los elementos que los han distinguido e identificado como herederos de una serie de hechos
que permanecen en lo que reconocemos como país, raza, entorno geográfico, habitat, modos
y respuestas distintos, propios… La manera de hablar, el color de la piel, la forma de concebir
nuestras edificaciones, lo que comemos, incluso nuestros sueños plasmados en la pintura, en
la literatura, en la música, en el baile, en la artesanía… son parte de una identidad cambiante
reforzada por la capacidad de inventar respuestas para poder sobrevivir. Todo lo acontecido
hasta hoy nos ha condicionado, incluso a aquellos que no aceptan este punto de vista.
Son los escritores de la década de 1960, que habiendo vivido los últimos años de la gran
dictadura (1930-1961) y siendo protagonistas de la vorágine social, política, económica y
humana que aconteció en ese decenio, se lanzan a la apertura y al cuestionamiento.
Ya la belleza no es sólo blanca y marmórea, ya no sólo los alcázares y palacios mueven
al poeta, tampoco hay que recurrir a fantasías indígenas, ni llorar por un negro visto desde
Europa como esclavizado y dimensionalizado en su dolor. Hoy, los mulatos somos la isla, en
la que paisajes de ensueño coexisten con el hambre, las chozas, el atropello, el turismo soca-
vante, el comercio humano, la propaganda y el consumo indiscriminado. Ahora escribimos

22
INTRODUCCIÓN  |  RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO  |  Jeannette Miller

los nuevos sueños de la vieja migración tratando de definir a los habitantes de un espacio
con frontera de mar y tierra: la melancolía de la hégira, la tristeza honda del autoexilio, el
grito de la transculturación… y nombres innovadores como Norberto James (1945), Cayo
Claudio Espinal (1955) y José Mármol (1960); o desacralizantes como Alexis Gómez Rosa
(1950) y Soledad Álvarez (1950), se sumergen en la libido o reseñan la patria en una intros-
pección que interactúa con el devenir histórico tratando de crear los nuevos códigos, las
nuevas formas de existir, las lejanías… que en este caso reafirman la memoria.
Igualmente, los enfoques de la producción literaria asumen nuestra propia historia y nombres
como los de Manuel Rueda (1921-1999), José Alcántara Almánzar (1946), Tony Raful (1951), Pedro
Peix (1952), Andrés L. Mateo (1946), Diógenes Céspedes (1941), Franklin Gutiérrez (1951), sin
olvidar a ese gran chileno-dominicano, Alberto Baeza Flores (1914-1998), registran un acontecer
donde esa “intelección de la idea nacional”20 que llevamos a cabo de manera permanente, se
nutre de las influencias externas digiriéndolas para mezclarlas con el sedimento de la isla,
con la sal y el yodo del litoral, con la vegetación umbría y misteriosa, con la sangre cotidiana,
con el ritmo extravagante, surreal y expresionista que nos ata a la existencia, con la “vio-
lenta alegría de la vida y de la muerte”21, en una tierra insólita que siempre nos sorprende
modificando las respuestas, apropiándose de ellas.
Y como prueba, los testimonios de Eugenio Fernández Granell (1912-2001), María Ugarte
(1914), Manuel Valldeperes (¿?-1970), José Gausachs (1889-1959)… talentos europeos que fue-
ron atrapados por la magia y el asombro de las “peinetas derretidas”, –como decía Wifredo
Lam (1902-1982)–22 en un entorno paradisíaco y contradictorio, donde el deslumbre de la
naturaleza siempre ha contrastado con los profundos índices de miseria y escasez.
La búsqueda de la respuesta a esa dicotomía todavía se mantiene y es parte nodal de nuestro
cuestionamiento; eso somos y esos elementos son los que salen en nuestra poesía, una poesía
rítmica y melódica que partiendo del siglo XIX toma de la mano a Salomé Ureña (1850-1897),
Gastón Deligne (1861-1913), Federico Bermúdez (1884-1921), Altagracia Saviñón (1886-1942),
Domingo Moreno Jimenes (1894-1986), Franklin Mieses Burgos (1907-1976), Freddy Gatón
Arce (1920-1994), Manuel Rueda (1921-1999), Aída Cartagena Portalatín (1918-1994), René
del Risco Bermúdez (1937-1972) y muchos más, alcanzando, al llegar al siglo XXI, adultez
y calidad indiscutibles.
La importancia de la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano es innegable.
Por un lado, rescata parte importante de nuestro pensamiento y de nuestra cultura durante
un período (1949-1980)23 que todavía estamos aireando; pone sobre el tapete nombres que,
aunque parezca mentira, se han ido olvidando; y hace honor a un valioso editor, Julio Pos-
tigo, porque sin su empecinamiento en difundir las letras nacionales, hoy no tendríamos a
la mano estos documentos.
Por otro lado, los aportes de la publicación enriquecen, y hasta cierto punto modifican,
el criterio editorial del Banco de Reservas de la República Dominicana, trazando pautas para
un rescate de nuestra memoria como país en el aspecto de lo cultural, artístico y literario,
campos de manifestación del intelecto y del espíritu que garantizan la permanencia de lo
que debe ser considerado como valor nacional.

Santo Domingo, noviembre de 2007.

23
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Citas y notas
1. Julio Postigo, reconocido editor y librero dominicano, tuvo su Librería Dominicana –luego
Librería Hispaniola– en la calle Mercedes, al lado del templo evangélico que hace esquina con 19 de
Marzo, en el cual era pastor. Fue un gran promotor de las letras nacionales y entre sus logros se men-
ciona, no sólo haber sido el editor de la Colección Pensamiento Dominicano, sino el responsable de que
en 1950, se instituyera el 23 de abril como Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra,
y de que en 1951 se realizara la primera Feria del Libro en República Dominicana. Ver Historia de la
Feria del Libro: www.ferilibro.com
2. Frank Moya Pons, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta
Amigo del Hogar; 1997. 2 volúmenes. p.93.
3. El Teatro Escuela de Arte Nacional se fundó el 19 de marzo de 1946. Ver bellasartes.gov.do
4. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.
Colección Pensamiento Dominicano. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,
República Dominicana.1957. pp.12-14 .
5. A partir de 1918, se llamó Colina Sacra a la casa de Domingo Moreno Jimenes en el sector de Villa
Francisca, en Santo Domingo. Alllí se celebraban peñas literarias de escritores y literatos, en especial de
los pertenecientes al Postumismo. Ver Biografía de Domingo Moreno Jimenes en wikipedia.com
6. Domingo Moreno Jimenes. Antología. Selección y Prólogo Flérida de Nolasco. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949. p.9.
7. Pornografía; obra literaria o artística de carácter obsceno. Ver Diccionario de la Lengua Española.
Real Academia Española. Espasa-Calpe. Madrid, España 1970.
8. Juan Antonio Alix. Décimas. Selección y prólogo Joaquín Balaguer. Colección Pensamiento Domini-
cano. Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1953. II tomos. Primer tomo. p.12.
9. Nos referimos a un análisis de la décima en Santo Domingo y sus características en Juan
Antonio Alix. La décima, esencia de la versificación popular, mayormente ha permanecido en la
oralidad. En el caso de Alix, es importante la inclusión de términos propios del habla cibaeña, lo
que adiciona valor a sus trabajos. Ver Luis Beiro Álvarez y Huchi Lora. La Décima Escrita en la Repú-
blica Dominicana. (Antología Histórica). Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo
Domingo, República Dominicana.
10. La Poesía Sorprendida, agrupación literaria que surgió en Santo Domingo en 1943 con el lema
“Poesía con el hombre universal”. Sus integrantes fueron: Rafael Américo Henríquez, Manuel Llanes,
Franklin Mieses Burgos, Aida Cartagena Portalatín, Manuel Valerio, Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda,
Mariano Lebrón Saviñón, Antonio Fernández Spencer y José Glass Mejía. Estuvieron unidos al grupo el poeta
y ensayista chileno Alberto Baeza Flores, y el pintor, músico y escritor español Eugenio Fernández Granell.
Permanecieron activos desde octubre de 1943, fecha de la aparición de la revista La Poesía Sorprendida,
hasta mayo de 1947, cuando circuló el último número de dicha publicación. Durante esos cinco años
salieron a la luz pública 21 números. Ver La Poesía Sorprendida en www.escritoresdominicanos.com
11. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensamiento
Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7, sin numerar.
12. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.7.
13. La Poesía Sorprendida, 1943. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana, Santo
Domingo. República Dominicana. 1973. Ver Núm. 3 de La Poesía Sorprendida.
14. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.8.

24
INTRODUCCIÓN  |  RESCATANDO LA POESÍA Y EL TEATRO  |  Jeannette Miller

15. Franklin Mieses Burgos. Antología. Selección y prólogo Freddy Gatón Arce. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. p.10.
16. Salomé Ureña de Henríquez. Poesías Escogidas. Colección Pensamiento Dominicano. Librería
Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1960. p.8, sin numerar.
17. Manuel Rueda. Dos Siglos de Literatura Dominicana (S.XIX-XX). Poesía. Tomo II. Colección
Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Volumen X. Editora Corripio C x A. 1996. Santo
Domingo, República Dominicana. p.80.
18. Poesía Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1969. p.6.
19. Poesía Dominicana. Antología. Selección y prólogo Pedro René Contín Aybar. Colección Pensa-
miento Dominicano. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana- 1969. p.6.
20. Emilio Rodríguez Demorizi. Pintura y Escultura en Santo Domingo. Colección Pensamiento
Dominicano. Librería Hispaniola. Santo Domingo, República Dominicana. 1972. p.38.
21. Jeannette Miller. Fichas de identidad / Estadías. Respuesta a una nota masoquista de mi amigo…
Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana. 1985. p.77 de Fichas de Identidad
22. Jeannette Miller y María Ugarte. Arte Dominicano, artistas españoles y modernidad. 1920-1961.
Centro Cultural Hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio, Santo Do-
mingo, República Dominicana. 1996; y Silvano Lora. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel.
Arte e Impresión Mograf S. A. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.
23. La primera publicación de la Colección Pensamiento Dominicano fue en 1949: Narraciones
Dominicanas de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez; y la
útima, Frases dominicanas de Emilio Rodríguez Demorizi, en 1980. Ver Diógenes Céspedes La Colección
Pensamiento Dominicano son 55 libros, no 54. Hoy Digital.

Publicaciones de referencia
Alcántara Almánzar, José. Antología de la literatura dominicana. Editora Cultural Dominicana. Santo
Domingo, República Dominicana. 1972.
Alcántara Almánzar, José. Estudios de poesía dominicana. Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, Repú-
blica Dominicana. 1979.
Antología Concurso de Poesía. Casa de Teatro 1984. Editora Corripio C x A. Santo Domingo, República
Dominicana.1986.
Baeza Flores, Alberto. Los Poetas Dominicanos del 1965: una generación importante y distinta. Colección
Orfeo, Biblioteca Nacional. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.
Baeza Flores, Alberto. La poesía dominicana en el siglo XX. Colección Estudios, Universidad Católica
Madre y Maestra. Santiago, República Dominicana. 1977. bellasartes.gov.do
Beiro Álvarez, Luis y Lora, Huchi. La Décima Escrita en la República Dominicana. (Antología Histórica).
Fundación Barceló Procultura. Editora de Colores.1994. Santo Domingo, República Dominicana.
Céspedes, Diógenes. Lenguaje y Poesía en Santo Domingo en el Siglo XX.Colección Arte y Sociedad No.19.
Editora Universitaria UASD. Santo Domingo, República Dominicana. 1985.
Céspedes, Diógenes. Miniantología Poética del ’88. Cuadernos de Poética. Año V, Núm.14. Enero-abril
de 1988. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.1988.
Cortázar, Julio. Literatura en la Revolución y Revolución en la Literatura. Siglo XXI. Editores. México.
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Editorial Espasa-Calpe, S. A. Madrid,
España. 1970.

25
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Gutiérrez, Franklin. Antología Histórica de la Poesía Dominicana del Siglo XX (1912-1995). Ediciones
Alcance. Nueva York. N. Y. EE.UU.
Gatón Arce, Freddy. Franklin Mieses Burgos. Antología. Colección Pensamiento Dominicano. Librería
Dominicana. Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1952. genealogiadominicana.com
La Poesía Sorprendida. Edición completa 1943-1947. Editora Cultural Dominicana. Santo Domingo,
República Dominicana. 1973.
Lora, Silvano. Wifredo Lam y Santo Domingo. Galería Boinayel. Arte e Impresión Mograf, S. A. Santo
Domingo, República Dominicana.1985.
Mateo, Andrés L. Poesía de Post-guerra/Joven Poesía Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana.
(1981).
Miller, Jeannette. Fichas de identidad/Estadías. Editora Taller. Santo Domingo, República Dominicana.
1985.
Miller, Jeannette. Fredy Miller: realidad y leyenda. Cuentos, poemas y otros textos. Banco Central de la
República Dominicana. Santo Domingo, República Dominicana. 2005.
Miller, Jeannette y Gatón Arce, Freddy. El Paisaje Dominicano: Pintura y Poesía. Ediciones Empresas
BHD. Impresora Amigo del Hogar. Santo Domingo, República Dominicana. 1992.
Miller, Jeannette y Ugarte, María. Arte Dominicano, artistas españoles y modernidad: 1920-1961. Centro
Cultural Hispánico e Instituto de Cooperación Iberoamericana. Editora Corripio. Santo Domingo,
República Dominicana. 1996.
Moya Pons, Frank, Bibliografía de la Literatura Dominicana 1820-1990. Santo Domingo: Imprenta Amigo
del Hogar; 1997. 2 volúmenes.
Nolasco, Flérida de. Domingo Moreno Jimenes. Antología. Colección Pensamiento Dominicano.
Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Dominicana. 1949.
Pueblo, Sangre y Canto. Publicación del Frente Cultural. Santo Domingo, República Dominicana 1965.
Sin nombre de editora.
Raful,Tony y Peix, Pedro. El Síndrome de Penélope en la Poesía Dominicana.Colección Orfeo. Editorial
Santo Domingo. Santo Domingo, República Dominicana.1986.
Rodríguez Demorizi, Emilio. Pintura y Escultura en Santo Domingo. Colección Pensamiento Dominica-
no. Librería Hispaniola, Editores Julio D. Postigo e hijos. Santo Domingo, República Dominicana.
1972.
Rueda, Manuel. La Trinitaria Blanca: comedia dramática en tres actos. Prólogo de Juan González Chamorro.
Colección Pensamiento Dominicano. Talleres Tipográficos “Librería Dominicana”. Ciudad Trujillo,
República Dominicana.1957.
Rueda, Manuel y Hernández Rueda, Lupo. Antología Panorámica de la Poesía Dominicana Contemporánea
(1912-1962). Colección Contemporáneos. Universidad Católica Madre y Maestra. Santiago de los
Caballeros, República Dominicana. 1972.
Sánchez, Enriquillo. La Poesía Bisoña (poesía dominicana 1960-1975) Reseña y Antología. Editora Casanova.
Santo Domingo, República Dominicana. Sin fecha.
Ureña de Henríquez, Salomé. Poesías Escogidas. Biografía de la autora por Pedro Henríquez Ureña.
Colección Pensamiento Dominicano. Librería Dominicana . Ciudad Trujillo, República Domini-
cana. 1960.
www.escritoresdominicanos.com
www.ferilibro.com

26
Poesía
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMOS I Y II
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA
No. 2

Domingo Moreno Jimenes


AntologÍA

Selección y prólogo
Flérida de Nolasco
Domingo Moreno Jimenes
Una interpretación de su poesía
Por primera vez se reúne en volumen un manojo de poesías escogidas de nuestro poeta
Domingo Moreno Jimenes. Su vasta obra, hasta ahora dispersa y aun maltratada en edicio-
nes minúsculas de pésima calidad material, puede decirse que no es conocida en su valor
verdadero. Al lanzar al público este libro es intención de los editores –intención que por sí
misma se alaba– dar a conocer al poeta, haciendo resaltar lo más artístico y más noble de
su producción.
El material se ha dividido en tres momentos, y los dos últimos se subdividen en distintos
planos de inspiración, facilitando así la comprensión del desarrollo intelectual y anímico del
poeta. Los tres momentos corresponden a una ascensión gradual y constante: a un crecimiento
de elevación y profundidad, a un latido espiritual y de penetración, al mismo tiempo de
natural y espontánea intuición y de un atento cultivo artístico.
En sus poesías de adolescencia y juventud Moreno Jimenes es uno de tantos iniciados
que miran hacia atrás, hacia lo hecho, hacia lo tradicionalmente trazado y aceptado. Su buen
gusto desde entonces lo guía, conduciéndolo por los caminos acostumbrados y aun por
los entonces nuevos caminos. Pero se avecina la inquietud; ya tiembla en sus palabras, con
la inseguridad y el temor de que pueda no ser cierto que viva dentro de sí lo inusitado, lo
verdaderamente extraordinario. ¡Oh el desgarramiento de palparse, de sentirse que se es,
de oírse llamado a seguir muy de cerca al dador de todo don y de toda gracia, e ir a tientas,
sin saber el cómo ni el cuándo!
Es la edad temprana, y ya tiene en los labios el zumo castizo, la rancia entraña popular
que es savia de la poesía castellana. Lectura de los siglos de oro se entrevén en sus estrofas
juveniles: salta sin extraños disfraces la copla irónica, risueña o nostálgica, como la hemos
visto, rediviva, en los versos sencillos de Martí. Aparece asimismo una forma del viejo rondel,
el casi milenario zéjel, el que siendo flor de campos sin cultivo también florece en los jardines
de un Juan del Encina, de un Boscán, de un Garcilaso, o de un Lope de Vega.
Empleará Moreno Jimenes, el joven, a más del típico octosílabo, el verso de siete, de
diez, de once, de doce, de catorce sílabas; y, además ensayará combinaciones métricas, y
airosamente se encerrará en el clásico y ceñido molde del Soneto. También manejará con
soltura el infrecuente verso de nueve sílabas:

Tras unos árboles diviso


vagos celajes rosa y oro…

los que inmortalizó Rubén Darío con

Juventud, divino tesoro…

Hasta aquí es Moreno Jimenes un seguidor, a distancia de siglos, del buen Berceo, del
que quiso bien trovar. Pero ya tienta y casi adivina una estética aun más atrevida y libre que
la del mismo Rubén, que nos había hecho recorrer en embeleso de nuevo sabor, desde las
formas más cultas, pasando por el movido y travieso Arcipreste, hasta el decir popular de

31
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

la gaita gallega de que gustó el alado San Juan de la Cruz. Nos probó Rubén Darío que
en el campo de la métrica no había desecho de hermosura para él vedado o desconocido.
Pero con todo, es lo cierto que, desenterradas y manejadas con igual destreza todas las
formas de poesía de sílabas contadas, todavía quedaban reservadas para futuros días,
otras resurrecciones.
El Cantar de Gesta ¿se quedaría para siempre como ejemplar momificado? Sus inaudi-
tas libertades que traían inquietos y confusos no sólo al mundo de los poetas estudiosos,
sino a los propios investigadores de la lengua, ¿no habría quien se atreviera a intentarlas
de nuevo?
El arte español se caracteriza por su libertad de acción, que abunda en calor de verdad
y vida. No triunfó Berceo con la medida exacta de sus versos: se abandonó lo que quiso
imponer después del vigoroso ímpetu de los primitivos cantares, de una poesía anónima
que no sacrificaba su lozanía a reglas convencionales. Se insistió en la irregularidad de
la medida. El pulcro Marqués, de un popular españolismo en el repetido motivo de las
serranas, presume de elegancia exótica en el molde impecable, y tras él se regulariza la
versificación culta.
Pasaron años, pasaron siglos antes de que la forma, sin forma determinada, que traduce
mejor el genio propio del idioma, se hiciera carne en una visión de la belleza que, de puro
antigua, sorprendió y hasta escandalizó a los timoratos del arte. ¿Qué verso era éste que
pretendía existir sin forma establecida? ¿En dónde encontraría su apoyo? ¿En la repetición
de sonidos iguales? ¿En la mecánica de un ritmo sostenido y escogido a priori? No; abando-
naba toda regla; no toleraba trabas, ni límites, ni moldes que constriñeran, tal vez helándolo,
el soplo de la inspiración. Para descartar el justo y útil temor de que la poesía muriera en
manos de tan extraña estética que así abandonaba los recursos propios del verso, se recordó
a tiempo que poesía no es sólo el consonante, ni el asonante, ni la regularidad de la medida
silábica; ni siquiera la colocación de los acentos; se tuvo presente que la poesía es máxima
y recóndita belleza; que salta del manantial oculto del sentimiento, de lo no elaborado, de
lo no aprendido, que surge del alma como no nacida, como no formulada, como creación
que pudiera no ser creada. Eso es y será la poesía, no importa cómo sea escrita, y el que
esto haga será poeta. La presencia del versificador, del que sabe cómo se fabrica el verso,
ni sobrecoge ni sorprende. Tampoco interesa. El poeta, en cambio, es de aquellos milagros
que todavía ocurren en el mundo, y que se producen donde menos se espera: lo mismo en
la sabia Europa, en la exuberante y dilatada América, como en una mutilada Isla del Mar
Caribe. Porque el Espíritu sopla donde quiere.
En Moreno Jimenes tiene nuestra tierra, ¡la tierra de los inesperados milagros! un
auténtico poeta. Su nombre merece devoción y respeto. Es un artista del pensamiento,
del sentimiento, y de la palabra. Nos dice la verdad de su alma, y tanta verdad dice que a
veces su sinceridad casi ahoga la forma. No es un poeta de imaginación; su mundo no es
un mundo imaginado, es un mundo vivido, es un mundo suyo, que tanto se estremece en
su conciencia como palpita delante de sus ojos. No mentirá si algún día nos asegura que
todo el universo está comprendido en su alma. Todos los dolores, todas las esperanzas,
todas las ternuras, la visión de todas las vidas humanas, convergen en su arte; él es en sí
mismo el centro de toda vida y de toda muerte; y más de una vez lo hemos visto morir en
la criatura que muere. ¿Extrañarán si se levanta a regiones incomprendidas, de las cuales
nos falta la experiencia?

32
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Forma y pensamiento, aunque sean en la poesía partes de un todo, deben estudiarse des-
lindándose. La inquietud de encontrar una forma personal fue en Moreno Jimenes realidad
temprana:
Quiero escribir un canto
sin rima ni metro;
sin armonía, sin ilación, sin nada…

En 1918 publicó Paisaje, poesía con que inicia su revolución poética. La evolución, sin
embargo, es gradual y se verifica cimentada por nuevos conocimientos. La versificación
irregular en la poesía castellana, de Pedro Henríquez Ureña,1 lo afirma en la veracidad de su
excepcional vocación. Algunos poetas de España, Juan Ramón Jiménez, Moreno Villa… ha-
bían acomodado su inspiración al verso nuevo, al que dibuja y sostiene el ritmo como onda
que se desenvuelve sin pueriles escrúpulos, sin soportes innecesarios.
En el arte contemporáneo el fenómeno de la santa libertad no se comprueba sólo en la
poesía. Baste el ejemplo de la música, que ha llegado en nuestros días a libertades nunca
soñadas ni siquiera por los que se creyeron novísimos románticos y que hoy empalagan el
gusto moderno más sobrio, más dado al aliento rítmico que al sonido blando. El predominio
del ritmo en el verso amétrico parece seco, puede llegar a ser agrio y hasta desconcertante, y
es que lleva oculto el canto, y como encajado, o como prendido en peregrino equilibrio, en
un diseño de invención muchas veces oscilante, cambiante, movedizo, como las ondas del
mar, como el correr de los vientos, como los colores inconstantes y mudables del cielo.
La magna revolución estética (la de nuestros días) que ha conseguido, en feliz retorno,
acercarnos a la naturaleza, tardó en llegar; pero llegó en buen hora. Arte que emociona por
su sinceridad; realizado, no con prácticas ilusas, sino con técnica más humana, más conforme
a la razón de ser, más acorde, si es de mano maestra, con nuestros propios sentimientos.
De los primeros poetas en adoptar la inusitada manera, fue nuestro Moreno Jimenes. La sor-
presa desconcertó a muchos. No era para menos que un dominicano fuera de los creadores de la
novísima poesía. Se formó un cenáculo: algunos creyeron en la renovación que en Santo Domingo
se bautizó con el nombre de Postumismo; tal vez porque no contaba sino con una póstuma acep-
tación. Los profanos apuntaban el desdén; los más sonreían, y unos pocos sonríen todavía. Sin
embargo, lo nuevo ya es casi viejo. En Puerto Rico, Llorens Torres acierta rompiendo diques; en
España García Lorca, después del Romancero Gitano, olvidará exprofeso la tradición del romance
por una más antigua y más nueva; revolucionará su técnica Juana de Ibarbourou; aparece en
Chile Neruda… y ahora, si no todos gustan del último manjar de los dioses, ya nadie quiere
pasar por anticuado tomando por cosa de broma el reinado del ritmo libre.
En 1926 Leopoldo Marechal, en polémica con el maestro Lugones, trataba de convencerlo
de que “en la hora actual el hombre está cansado de métrica y pide versos libres”.
La actual invasión del verso sin medida ni rima es para muchos desazón y plaga, es la lluvia
de fuego, la abominación de la desolación. Pero es. “Los poetas del verso libre son multitud
ahora en toda Europa y toda América. Se les negará el derecho de existir; pero existen”. Dijo
Pedro Henríquez Ureña interviniendo con ponderadora autoridad en la disputa.
A Domingo Moreno Jimenes su estrella fiel le dijo como a Paul Fort:

1
Tengo noticias de que en la segunda edición de esta obra aparece un fragmento de Moreno Jimenes junto a
otros de Juana de Ibarbourou, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Jaime Torres Bodet, como ejemplos de la evolución
del verso en América.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

—Sigue tu ruta, sencillamente, y ríete de la tempestad que amenaza. Prosigue hasta la


muerte, donde se quiebra el misterio…
Si el río lo ha de limitar a su estrecho curso, escogerá, él también, la amplitud del mar.
Pedirá la barca y partirá solo.
Pero no todo es paz y bonanza. La sacudida no se hará esperar: en medio del camino
volverá hacia atrás la mirada nostálgica:

“Yo siento vagos estupores por mi abandonado canto clásico”.

Pero abatida, deshecha la tentación, en el íntimo y callado reposo escuchará la voz rectora
de la hermana, de la hermana mayor:

“Extasía montañas y desvela horizontes”.

Y prestará oídos a la palabra del anciano que supo vaticinar el triunfo de la aurora sobre
las ríspidas breñas.
Oye voces interiores. ¿Sueña? Sueña. Pero no se ausenta de la realidad objetiva. Lo anima
una doble visión, y disfruta a un tiempo de su realidad subjetiva y del mundo exterior que
lo circunda. Doble e inseparable latido de su poesía.
Se detiene arrobado ante el paisaje de la rústica aldea, donde ha ido a curarse de viejos males,
porque tiene la mirada cansada de mirar cosas tristes. El reducido caserío de casas minúsculas no
basta a interrumpir el dilatado horizonte. Recreo es contemplar la jubilosa cría, el dorado
maíz que salta desgranado… La presencia inesperada de la muerte surge como mancha
negruzca en el límpido lienzo… Han pasado, junto a él, en conjunción extraña, la vida y
la muerte. Y en su recóndito vivir pesa su inacabable carga de dolores, como un castigo.
Insensiblemente regresa a su plano habitual de silenciosa meditación:

“Montaña, que eres más que un hombre…”

¡Oh, pueblecito pobre y escondido, “si algún día soy a ti deberé esta condescendencia
con la cumbre!…” Y en la contemplación del estrecho villorrio, su labio quedará “transido de
augurios”. El panorama se retrata en su alma, y en ella se diluye y con ella se confunde.
Sobre el pueblo, él velará para que no muera: que si una conciencia sola vela a su lado,
siempre estará despierto…
La nota melancólica apenas abandona a nuestro poeta. Del dolor se sustenta, y hasta en el
instante del fugitivo placer tiene presente ante sus ojos la muerte. En la mirada de la hembra
cree ver “nostalgias de otoño”, “mixtura de infinito y de llanto…” Oímos el extraño ruego:

“Comprende a tu hombre triste, salmodia tu muerto…”

Y en la queja dolorosa, con dejos de reproche, nos da un esbozo de autorretrato:



Oh, mujer, qué remoto debiste verme,
con mis zapatos viejos,
mi sombrero deteriorado,
y mi doliente afán de ajuar antiguo…

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DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Porque Moreno Jimenes usa una indumentaria inconfundible, y, al verlo, sin querer se
nos ocurre la absurda comparación con aquel bienaventurado Benito Labre: pobre entre
ricos, humilde entre los soberbios, despreciador de lo transitorio, contrapeso de pecado, en
“alocado afán de futuros inéditos”.
El amor, que no es extraño al poeta del dolor y del silencio, sólo rara vez queda exento
de la gota de acíbar. Así en La niña Pola, donde el matiz de gracia completa la factura esen-
cialmente artística, ni cargada de pensamiento, ni cargada de ningún otro interés que no
sea el puramente estético; así en La Siesta que, con pudores de marchitos deseos, repudia
hoy el autor por parecerle sin misericordia, en la que la belleza resalta sin preocupaciones
y los colores fulguran con plástica excepción: rostro negro, blancos dientes, verdes y rojizos
naranjos, acacias de matices tiernos, brillantes tornasolados, azafranes, verdes y rojos en-
cendidos de la cotorra, labios oscuros, senos de uva morada…
Pasan los años, y el poeta del silencio ansía cada vez más el apartado retiro. Quiere sen-
tirse solo, aunque universal; singular, aunque múltiple. Para siempre quiere dejar el pueblo
por la aldea callada:
Partiré del pueblo.
Me roerá la angustia que a los peregrinos
acoge en silencio.

Angustia. Porque su paz sigue siendo anhelo recóndito. Ama a los suyos; y al partirse
de ellos lloró de sus ojos, como el despedido Señor de Vivar. Al ver que se aleja sin cayado,
sin túnica, sin otra bolsa “que la mochila de su divagar”, “las perdices levantarán el vuelo;
llorará en una palma una tórtola triste”.
Desde entonces deambula solitario, cargado con los versos que escribe; acongojado,
porque sabe de cuántas miserias visibles e invisibles está hecho el mundo: antítesis de amor,
negación de misericordia. El mundo que asquea, el que aborreció Jesús cuando dijo al Padre:
“No te pido por el mundo”.
El poeta del silencio ya no lee en los libros. Para ilustrarse le basta con meditar en su propia
vida: pobre, aunque todo lo posee; solitaria, aunque poblada de inefables misterios…

“Mi vida tosca y triste; mi vida llena de miserias


y de lampos de infortunio”.
Sigue su camino:

“como una luz crepuscular que entre las raudas sombras


se apaga”
y:
“quisiera que el mundo se trocara en un gran silencio…”

En adelante, no ansiará, no anhelará. Se ha desnudado de todo, y no tiene deseos.
Este maravilloso desprendimiento de lo sensible, el desapego completo de toda sensua-
lidad ¿no será la noche oscura donde a nosotros, inútilmente, nos ha querido introducir San
Juan de la Cruz? En ella, sin memoria de cosa alguna, en un olvido total de lo transitorio, en
la ignorancia completa de lo intrascendente, encontrará un destello de luz en las tinieblas:
la eterna compañía en la aparente soledad.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Después de esto, después que ha visto abiertas para él las puertas, después de intro-
ducirse en la cámara de los elegidos, donde se revelan los verdaderos nombres, donde se
miden todas las dimensiones, donde se descubre el misterio de la verdad, ¿a dónde habrá
de llegar? Llegará hasta la misma muerte; traspasará sus linderos. Conocerá que la muerte
no es muerte, sino la vida que se proyecta en lampo de luz creciente y ascendente, como un
raudal de amor que viene de lo eterno y va a lo eterno.
Su pensamiento se vuelve metafísico: Dios, como Ser, como Verbo, como Belleza, como
Ciencia, como Luz que ilumina a todo hombre; el Cosmos, como obra incomprensible; el
hombre, como alma que no puede morir; el espíritu, como guía y gobernalle de la vida del
mundo; nuestra vida, como inacabada en el tiempo, e inacabable en el seno de Dios…
A toda hora estará abstraído en el misterio. Pasemos a su lado calladamente, no inte-
rrumpamos sus divagaciones que tocan, en los Poemas de la Muerte, lo verdaderamente
sublime.
Frente a la muerte se siente “adulto de comprensión”. Entre las sombras densas y las
luces que fulguran “¡cuántos horizontes insospechados!” Se abisma en la desnudez de la
palabra; porque el signo le falta en su incompleto nombrar. Dolor de dolores es sentirse todavía
subordinado a la vida, luego de anegarse en los misterios abismales.
La hija ha muerto. Lo sabe, porque “se agiganta la nada sobre la soledad de su aposento”.
Y ahora quisiera amar, amar con ilimitado y violento amor, a “una abstracta humanidad”
La muerte pasa; ha pasado ya congelando el suspiro y la esperanza. En tanto, la corriente
prosigue su curso: el rico seguirá viviendo de su oro, y los otros… los otros continuarán
mintiéndole a la vida con la carcajada del impuro goce.
El poeta continuará como sonámbulo que desconociera el presente. Acudirá al arrullo
de la tierra, de la madre tierra. Junto al Morro de Monte Cristi se le ha revelado un nuevo
destino, quizás un último destino: América. Soñará cosas lejanas; porque la angustia lo ha
apartado para siempre del mundo que pisan sus pies.
Después de los incomparables Poemas de la Muerte, el culto a América, “la religión de
América”, como él lo llama, parece ser el eje que sostiene su poesía. Su afecto, desbordado,
adquiere dimensión universal. Ama la raza, nuestra raza mestiza, y abarca en síntesis ad-
mirable al hombre, al humano que padece y sufre sobre la tierra. Se ha hecho magnánimo.
¿Profetiza? Vemos que su inspiración se agiganta generosamente, inflada por hálitos de Fe,
de Esperanza y Amor. Con su canto quisiera envolver un mundo comprensivo y doliente. Ha
dejado atrás la nota sombría, último hilo que lo ataba a lo temporal. Ya no provoca pavores
interiores; pero guarda su filtro de ternura que destila la nota noble y serena. La que hinchó
de lágrimas la voz cuando dijo a la madre muerta:

“Madre: deja que me siembre en la tierra para adorarte como debo”.



Advertimos en el Moreno Jimenes de Plenitud, y más aún en el de Madurez, que el apoyo
esencial de su verso es la rima de las ideas, el canto interno, el ritmo del pensamiento y del
sentimiento, que cristalizan de tal manera unidos y de tal manera inseparables que dominan el
ritmo del sonido. Peregrina invención que es estremecimiento y es arrobo en la poesía hebrea:
Isaías, David… profecías y psalmos que impulsan nuestra sensibilidad hasta levantarla en
espiral ascendente. La emoción, lanzada por su estímulo, se levanta en la curva del pensa-
miento que habrá de cerrarse, completándose, en descanso que es como cadencia musical,

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DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

y que contiene no sólo un valor de sonido recóndito, sino un valor oculto de cantidad, de
medida interna, que provoca deleitoso halago y saludable reposo.
Para el poeta del silencio, mudo, con “mudez que tiene sabor de siglos”, es un mal su-
bordinar la poesía a la palabra. Y en ascensión constante hacia mayor pureza, ha querido:
liberar el verso; liberar la poesía del verso; y por último –casi inconcebible aspiración– liberar la
poesía de la palabra.
Valorizo la presente selección de poesías de Domingo Moreno Jimenes como no menor,
en el maravilloso acoplamiento de forma, de intuición poética y de pensamiento elaborado,
que la de los poetas contemporáneos sobresalientes de nuestra lengua. Pero he sentido la
nostalgia de un mayor tamaño, de una mayor autoridad; pues si en expansión ideal y emotiva
me sumerjo en su medida como si fuera mi propio recipiente espiritual, siento su urgencia
para que la exaltación que he deseado hacer de la obra escogida de Moreno Jimenes, pudiera
pesar con fuerza eficaz de convicción.
Soy providencialista: una rezagada de mejores tiempos. Y cuando considero con espíritu
desbordante y con unción respetuosa, de hacimiento de gracias, la complacencia excepcional
de Dios por algunos seres, creo vislumbrar las razones misteriosas y ocultas de la economía
divina en sus desiguales preferencias ¡tantas veces incomprensibles!
Pero si ante la admiración, el signo se escapa y la palabra falta:

“Tomad lo escrito como rizo de agua que el segundo disuelve…”

Flérida de Nolasco.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Versos de iniciación
Saeta
Porque te he sido sincero
me desdeñas, enemiga,
en lugar de ser mi amiga,
porque te he sido sincero.

Por un capricho altanero


de mi suerte, no mendiga
mi alma tu afecto, enemiga,
por un capricho altanero.

Que al fin y al cabo tú has sido


lo que debiste haber sido
antes de yo conocerte:

Insinuación petulante,
liviandad, no amor constante,
antes de yo conocerte…
1914.

A un poeta melancólico
No entristezcas el amor,
que el amor es siempre triste
en este mundo en que existe
la espina junto a la flor.
.........................................................

¡Tendrás al fin que sufrir!…


Pues, olvida el sufrimiento
y antes que venga da aliento
a los que quieren morir.
1912.

Sinceramente
Nunca dolor humano
fue comparable al lento
pesar, que va minando
mi existencia a desvelos.

Todos ríen alegres;


todos miran el cielo
cual si de él esperasen

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DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

algo que, aunque está lejos,


llegará como llegan
al mar los arroyuelos
en la cuitada noche,
tras el murmurar poético
de los ramajes tristes…
A todos cuando el tedio
se aleja, la esperanza
impulsa al raudo vuelo!…
A unos les acaricia
el errabundo ensueño
con su mano de gasa;
otros tienen un tierno
corazón oprimido;
y los más, el consuelo
de un niño, de una amiga,
o de un amor eterno…
Yo vivo solo siempre.
Del cielo nada espero.
En mi pasado sólo
flota como un recuerdo,
que por ser tan lejano
no advierto sus destellos.
Mi presente es el mismo
que ayer, cuando a los vientos
lanzaba mis canciones:
sólo que ahora no sueño…
¿Amor? El que tenía,
la distancia y el tiempo
van hiriendo de muerte…
¿Anhelos? Sí, el anhelo
de descansar muy pronto,
una tarde de invierno,
bajo un ciprés muy alto,
allá, en el cementerio…
1916.

Atardecer campestre
Ya se acerca la hora que los poetas cantan.
Del sol algunos lampos aún doran la montaña.
Corre tranquilamente el rumoroso río.
Pregonan la llegada de la noche los grillos
en la selva. Dos potros pacen sobre la grama;

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

los dos son blancos; pero, uno tiene una mancha


cerca del cuello, negra, como un lunar. Ya el frío
va poniendo las manos y los rostros cenizos.

Voy sosegadamente en dirección al pueblo.


Sesgo para occidente y en los espacios veo
arder el sol en una pira de llamas rojas,

y colorear las nubes de azul, violeta, rosa.


Mientras prorrumpe el ángelus en la vecina iglesia
y en coro las mujeres pausadamente rezan.
1914.

Para un breviario
Mientras un soplo exista vital y triste
en mi ser, ese soplo será primero
para el arte sublime que me subyuga:
él derrama la lumbre de su consuelo;
él sostiene la rosa de mi esperanza;
él cuida de los lirios de mis ensueños…

Si la dulce poesía que me conforta


abandonara el mundo, quedara muerto
el corazón que huye de los amores,
pues los amores sólo dejan recuerdos
que vierten sus congojas en el crepúsculo
y yerguen sus espinas en el sendero.

Nada tan arrobante como las horas


pasadas en el dulce recogimiento
de la armonía tenue de un verso raro,
de la cadencia núbil de un ritmo nuevo.

¡Oh el eternal oasis! Ningún amigo


para curar heridas como éste, ¡oh, cielos!
que en las horas de duda me presta alientos
y preludia mis albas como un lucero!
1916.

La cita
Llevaba una caléndula en la mano, entreabierta.
Sus ojos parecían dos soles negros. Toda
ella temblaba muda de pasión y de miedo.
En su semblante pálido florecían dos rosas.
Un estremecimiento su ser ya casi exánime

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DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

recorrió. Yo sentía su corazón ardiente


latir. Nos separamos sin hablar. Un reloj
que sonaba a esa hora me recordó la muerte.
1917.

Ofrenda muda
I
Maldije mi dolor, y ciegamente
apuré los placeres de la vida;
a la luz de la luna enternecida
o enroscado en la fúlgida serpiente.

Tras cada ignoto anhelo o ansia ardiente


quedaba mi alma cándida sumida
en un mar de estupor, y enmustecida
la flor de gasa y oro de mi frente.

Hube de despertar al fin, del sueño,


y lejos de la senda del ensueño
vagué mil veces con la faz tediosa.

Mas, a poco, lancé mi alado ruego,


y herido por la flecha del dios ciego
fui a implorar a las puertas de una hermosa.

II
Abril sus armonías y sus flores
iba esparciendo con albar dulzura;
la fuente deshacíase en rumores
y mil aves poblaban la espesura.

Ella que es casta, silenciosa, pura,


por esquiveces me mostró rubores,
y temblando de célicos temores,
confesóse ante mí, toda ternura.

Si un día, por seguir mis ideales,


tuviera que dejarla entristecida
de la desilusión en los umbrales,

hallaría, después de la victoria,


de abismos el camino de la vida,
de espinas la corona de la gloria.
1917.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

A unas manos
En vano es que mis ojos con ternura
persigan la mirada de otros ojos;
en vano que le tema a los abrojos;
en vano que me mueva un ansia pura.

Por la terrena lid sólo despojos


encuentro de la diáfana ventura
que de mí huyera ayer: claveles rojos,
hijos del desenfreno o la impostura.

Atado a la ignominia del deseo


tanto tiempo viví, que ya no creo
perderme en las eróticas escalas.

Mas, como para amar vine a la vida,


ahora inquietan mi alma entristecida
dos manos, que pudieran ser dos alas!
1916.

Drogas para mi tedio


OPIO
El sol dorando las enhiestas cumbres.
En un jardín florido
mi amada se recrea
viendo correr un niño.
Bajo la verde sombra
de unos pinos,
yo sueño.
¡Inmortal sueño el mío!

ALOE
El parque iluminado por la luna.
Yo en él, y triste como siempre;
los mancebos del brazo de las mozas,
mil perfumes vagando por el éter;
los acordes perdidos de una música
terrenal o celeste;
un “te adoro” que llega a mis oídos
a la par que un “¿me quieres?”;
el dolor que me muerde las entrañas;
frío sudor que corre por mi frente;
¡y un surtidor, oculto de indiscreta malicia,
y una rosa de nácar caída sobre el césped!
1917.

42
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

De toda blanco
Cuando te pongan de toda blanco
acuérdate de mis largos besos tristes,
de mi pasión por las violetas,
de mi desinterés por el oro,
de mis quietas nostalgias infinitas,
de mi desenfrenado delirio de paz,
y de otras cosas que silencio por no verte morir!…

Y si esa noche
el mar divisas desde la niebla de tu ventana
lanza un gemido sobre la ruta de mis postreros adioses!…

Cuando el cáliz de mi amor sea violado,


trae a tu mente mis rebeldías que fueron flamas;
y ten olvido para mi olvido,
como un arrullo para mis mansos sueños de gloria:
—Yo le perdono
sus infidencias y sus desvíos, yo le perdono
hasta su enlace con una sombra;
y más que eso, hasta mi crimen,
hasta mi crimen yo le perdono!
1918.

Oración
Tras unos árboles diviso
vagos celajes rosa y oro.
La luna esplende de improviso
sobre el pinar mudo y sonoro.

Sin un rumor se pierde el río.


Sólo una tórtola se queja.
Los perros huyen. Hace frío.
De súbito pienso en mi vieja.

(Ella estará sufriendo ahora


los abandonos de mi ausencia;
quizás le falte hasta un pan duro).

Sobre la mar de mi existencia


ya no navega ni una aurora:
mi fe, mi arte… todo oscuro.
1918.

43
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Metamorfosis
Por el postigo abierto de mi ventana fría
entró una bruja negra;
fue moviendo las alas con lentitud y pausa
hasta que sobre un mueble de laca quedó inmóvil.

Toda la noche estuvo ensimismada o muerta.


No bien despuntó el alba,
cuando meció los aires con vuelo fatigoso
por el hogar. Ardían aún las constelaciones.

Me decía: —Tal vez me trae alguna nueva


horripilante y triste,
vestiré luto rígido
o el desamor desmayará mis flores.

Hice lo que no hacía en muchos años:


orar y prometer a más ser bueno.
1919.

44
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Versos de plenitud
Rutas de estéticas

Aspiración
Quiero escribir un canto
sin rima ni metro;
sin harmonía, sin ilación, sin nada
de lo que pide a gritos la retórica.
Canto que tuviera,
sólo dos alas ágiles,
que me llevaran hasta donde quiere,
con su sed de infinito,
en las noches eternas volar el alma.
Canto que, como un río
sereno, fuera diáfano;
y en su fondo se vieran
como piedras cambiantes, mis ilusiones,
como conchas de nácar, mis pensamientos,
como musgos perpetuos, mis ironías
sobre los arenales de mi esperanza.
Y allí mostrarme todo
como soy en la vida
y seré tras la muerte
cuando la eternidad orle mi gloria
con sus palmas de luz!
1916.

Melancolía
Dejaré mis niños.
Partiré del pueblo.
Me roerá la angustia que a los peregrinos
acoge en silencio.

El día que parta,


todos a sus puertas saldrán a verme;
encontraré en mi senda alguna anciana
de las que socorría algunas veces…

Cuando unos pinos cruce


fustigaré mi potro;
y aunque el norte no empañe ni una nube,
el pañuelo de hilo me llevaré a los ojos.

45
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Al verme las perdices


levantarán el vuelo;
llorará en una palma una tórtola triste,
y tal vez si un can sucio me seguirá a lo lejos…

Por semanas y aun meses


me instigará una sombra;
luego… mis cantos en la mañana alegre.
¿Y después?… el olvido y algunas muertas rosas.
1918.

Profesión de fe
Si supieran tus débiles manos,
hija,
tus débiles manos.

Dios
creó
al Hombre
para la gracia, el bien y la verdad.

¿Te apartarás de tu camino?


¿Confundirás la cal con el cieno?
¿Serás sobre el ventisco un árbol más?
No sé:
¡Toda la dicha consiste en no cejar!
1923.

Paisaje
Se ajan con el sol las rosas blancas;
el día parece de oro,
y el azul de los cielos se ha tornado cenizo.

Se ajan con el sol las rosas blancas;


sobre el mar hay una vela,
y la paz triunfa hasta en el aire.

Se ajan con el sol las rosas blancas;


los ruiseñores van de huida,
y una oración conmueve el bosque.

Se ajan con el sol las rosas blancas;


rima el camino su cinabrio,
y el guayabal su verde perla.

46
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Se ajan con el sol las rosas blancas;


entre la grama crece un tilo,
y sin silbar corre una fuente.
1918.

Postumismo
La hermana mayor,
la hermana,
me ha dicho palabras que no se ha llevado el viento.
Palabras pétreas,
eternas
y claras.
Mi hermana mayor,
la que me dijo:
extasía montañas y desvela horizontes.

Lo que me mata:
mi piedad;
lo que me salva:
la inquietud.
Constatar que de mal,
de un poquito de mal,
dependen todos,
¡hasta yo mismo!
y desear
amar
a trueque de perder
la gloria y la vida!

Aquel joven pálido,


yo lo conocía,
yo presentía su existencia lejana
a través de las brumas de mis sueños.
Niño yo,
y bobo
como aquellos seres cuyas almas parecen péndulos
y cuyos corazones
destilan, destilan
levedad y tristeza en el silencio.
Su voz fatigaba la aldaba
de mis augurios incógnitos,
y yo seguía entregado a mis juegos locos,
a mi pesar y a mi mutismo.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y aquel anciano,
¿no sabéis que mi alma
cuando lo contemplaba quería romper a volar?
¡Esperaba de su silencio tantas cosas!
Su nombre se insinuó siempre bien,
y su voz
cavernosa y todo, me agradaba.
De susto no me cogerá jamás
saber
que él
vaticinó el triunfo de la aurora sobre las ríspidas breñas!

Convencido más de una vez tengo que estar


que la vida no acaba aquí.

La vida que se vive no es sólo la vida.

Todo acto crece en la eternidad.


1923.

Desaparición
Alba: tráeme el canto,
la canción loca o la sinfonía mansa;
los turpiales entonan en los nidos himnos
y yo mismo he sido impelido por una voz alta…
Alba: seas purificación o armonía; ayúdame;
como quieras o como te sea posible;
con alas
o con el impulso ciego que es más que alas;
préstame alientos;
dame tu báculo formado con madera de rosas…
Alba: mi amada es vieja,
pero en rostro joven hasta la noche luce…
El té para mis decaimientos y mis achaques hierve
y la luz en mi alma es escasa,
¡por demás escasa!
Te veo en el hilo de agua,
en la roca,
en el pichón de loro,
en el alcatraz, en el cerdo,
en la paloma y en su detentador el milano,
en las innovaciones
y en las reacciones sordas de los sórdidos ídolos clásicos:
transfigurada en el loco perfume,
o en la gracia pertinaz o leve,

48
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

siempre eres un ascenso, una cumbre


¡oh alba, halo de mis deliquios
o refrigerio de mis nervios!
1924.

Macito de dalias
Aquella sombra de mujer
que saeteaba todos los días por mi vera.

¿No ves en mis ojos el eco santo de lejanas canciones?


.....................................................................................

Yo siento vagos estupores por mi abandonado canto clásico,


y si no suelto el cayado es porque me encuentro, aun sin
sospecharlo, entre los bosques del Cosmos, perdido.
1929.

La colina sacra
¡Ya es un pueblo!
En el alero donde revoloteaban las golondrinas,
ya hormiguean los hombres…
Ya el poeta puede en la calenturienta noche
ver la luz de la Religión Universal.
Ya el filósofo puede
sintetizarla y explicarla.
Zumbidos de nuevas conciencias andan por la tierra de América.
Reverberaciones de estelares soles se insinúan y conciertan por el mundo.
Ya mi casa no está en una calle ni en un barrio:
¡mi visión iluminó el promontorio entero!
1940.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Amorosas
Mafalda
¿Habéis visto una rosa cuando comienza a abrirse,
feliz por el rocío, la paz y el tibio sol,
risueña sonreírse,
presa a la vez de anhelo, de júbilo y temor?

Pues converged la vista por el briznal camino,


y la veréis allí,
clavadas las pupilas en el azul divino,
haciendo del pasado presente y porvenir.

En sus dorados bucles luce una flor, y lleva


un traje verde tierno, matizado de azul,
que su ser más eleva
a la mansión del beso, del trino y de la luz.

Es casta, ingenua y ágil, como quien tuvo, pura,


sólo una inquietud vaga que le inundó la faz
de un rubor que aún perdura
carminando y ungiendo sus mejillas al par.

A veces una duda falaz la martiriza;


mas, cuando llegue él,
le ofrendará, añorosa, su más blanda sonrisa
cediéndole las manos o los labios… tal vez!
1918.

Desasimiento
Era blanca
y me perseguía;
era pálida
y me perseguía;
era casi diáfana
y me perseguía.
Mujer,
¿no sabes que ya yo he olvidado la vida?

Mujer,
¿no sabes que ya yo he trocado mi corazón por un cayado?

Mujer,
¿ignoras que hasta la lumbre de mi sentir se ha desvanecido?
1938.

50
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Siesta
La negra de los dientes blancos
me ha prometido
darme una cita junto a los naranjos,
a la hora de la umbría,
en el momento que gorjean los pájaros.

Se fue por la avenida de las acacias. Y en tanto


que unas cotorras la empalizada brincan
y ella por el andén se va alejando,
por mi memoria cruza
la visión de otro cuadro,
vivido hace unos meses
en el campo.

La quietud y el bochorno
me van amodorrando,
y ya siento en mis brazos su cintura
y en mis labios sus labios;
tiemblan cual uvas sus morados senos;
y como un tronco al cual ya ha herido un rayo
cae su cuerpo por tierra, y en el bosque
los ruidos cesan por un rato.
Y ya desvanecido aquel mal sueño,
con los ojos fijos en el término vago
continúa mi impiedad, indiferente
como si nada hubiera pasado.
1919.

Madrigal
Quisiera ser ahora lo encantadoramente bueno.
Dejas correr tus trenzas con la placidez de una niña,
piensas en las acacias, en los lirios de nieve,
en las estefanotas de espuma ¡y sin embargo
yo deslizara en la selva de tus cabellos un clavel rojo!
Todos los días
cuando el alba desciende de las montañas
viene mi gato negro
con un festón de luna sobre el mostacho
a traerme la nueva
de que el sol en la noche clavó su garra.
(En este instante
debes bordar bajo el crepúsculo
o con la mano en la mejilla,

51
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

estática,
sonreír al amor venidero).
1921.

La niña Pola
¿Qué será de la niña Pola,
que estaba en el campo,
que su padre figuraba tonta
y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?…

Crepúsculo y alma,
ingenuidad y gloria;
suspirillos de un pecho que no había tenido pesares nunca,
inquietud de unos ojos que habían rondado por la montaña,
tras el arco-iris que los corpúsculos tornasola…

Sobre blanco rojo,


y sobre rosado, moreno.
Brillo como aquel brillo, yo no he encontrado ni en el diamante ni en el destello;
castidad parecida,
ni en la albahaca ni en el romero,
ni en la petunia, ni en la magnolia, ni en la paciencia;
(el sol de espaldas o el sol de hinojos junto del cerro!…

—Es muy tranquilo; pero me lleva catorce años.


(¡Oh, si supieras, cuántos abismos, cuántos obstáculos,
salvo en la tarde, salvo en el alba, para tenerte junto a mi sueño!

¿Qué será de la niña Pola,


que estaba en el campo,
que su padre figuraba tonta
y echaba a rodar a los vientos de la alborada su risa loca?

La sangre aborta, y a las miradas que están en éxtasis


no le es posible seguir el curso ya desarbolado de la égloga!…
1927.


Estéril
¡Oh tú, vagabunda con quien me di el abrazo en el río,
no te engañe el lucero del alba,
no te engañe la luna de julio,
no idolatres la gasa del monte
ni profieras: La Patria es mentira!

52
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Yo alenté tus primeros impulsos,


gasté en plata tus rútilas perlas
y he incendiado las aguas de instintos;
como he constatado en un rapto de suprema constancia
la terrible igualdad de la risa, de la sal, de la sangre y el agua.

Vivo yo, debes creer que ya he muerto;


muerto yo, debes mirar que vivo
hecho miedo en tu risa de histérica,
hecho espasmo en la simultaneidad de la muerte y la vida!
1932.

Briznas de la colonia
I
Quisqueyana, déjame besar los vellos de tus piernas;
déjame inundar la inédita vía de tu anhelo…
Mujer de los arqueados ojos
y las crispadas manos:
sostenme en el torbellino de mis aspiraciones y mis deseos;
¡cunde mi plectro con la suavidad de tus manos
y reverdece con tus palabras el apagado cenit de mi anhelo!
Mujer, mixtura de infinito
y de llanto:
comprende a tu hombre triste, salmodia tu muerto,
¡y coge al vuelo la paloma de los pies y de los ojos
alados!

…Calló la voz
y el crepúsculo se derramó en cadencias
sobre las puertas sin forma de lo desconocido.

II
Venía un vals lento.
Todo el mundo callaba en la aldea.
¿Si la música se parecerá a la muerte?
1933.

India
India, desde la cabeza hasta los pies,
in-dia;
debí decir mestiza,
pero ya ves, escribí india
y no me arrepiento:
¡a veces la salvación de un porvenir está en el pasado!

53
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

No sé si vienes de Boyá,
donde se consumió la indiada nuestra,
o de Enriquillo
¡dónde se sublevó el cacique que enarboló ese nombre!

Con la tristeza de tu mirada


y la majestad de tus senos,
yo estoy comulgando horizonte arriba…

(¡Oh, tú, que viniste a mí con la nostalgia del otoño


y la reciedumbre de la primavera!)
¿En mí estabas buscando un hijo que tal vez se te había perdido,
o el primer varón del orbe que se había de tus sentidos eclipsado?
Me sonreías de soslayo
y me lanzabas responsos de diatribas.

Ahora, ya ves, yo me he alejado…


¡Y he dejado el presente a tus pies como una cosa muerta!..
Seguiré en mi afán de realizar a América;
aunque ya no en la voluta de la caricia
ni en el volcán de la sangre,
sino en este vislumbrar de rey vencido…
(¡Trescientos siglos diluidos en cuarenta y cuatro años!)
¡Oh, Mujer, qué remoto debiste verme,
con mis zapatos viejos,
mi sombrero deteriorado,
y mi doliente afán de ajuar antiguo!…
¡Qué soso te debí parecer siempre
con mi alocado afán de futuros inéditos!…
1938.

Óleo
(A la manera antigua)

La niña de la pampa,
la flor del tabacuelo,
el bucle en onda corta,
el mirar, riachuelo.

La faz canela brava,


el pecho jardín ancho,
visión de un sueño esclava,
nitidez en el rancho.

Amor tocó a su puerta.


Canción sonó en su oído.

54
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

La esperanza en el viento.
Polen de alba en el nido…

En tanto, cuatro o cinco


nubes por el andén
revuelan con ahínco
sobre la tarde sen.
1938.

La inencontrada surge
I
Y seré, y vuelvo a ser…
Y seré, y vuelvo a ser.
¡Oh, amada: por ti mi rosal ha despabilado sus estrellas!
Sólo a tu conjuro la noche me ha soliviantado en su ancho Océano…
Me interné en la infancia;
entré y salí del alba de la muerte
por ti, y sólo por ti!

II
¡Oh, amada, el día que te desmayaste en mis brazos,
abril era, la felicidad había estremecido mis ámbitos,
y mi corazón no lo advertía!
(Todavía tengo el corazón inflamado
y un zahumerio de lilas que me cala el ser todo entero).

III
Parece que te he visto,
porque hoy al despertar
me ha sabido a azucena la brisa.

IV
Única, tenías que ser así, única;
misteriosa y altiva;
risueña y triste;
esclava de mis ansias;
reina de mi ser;
mía en el día que se agita;
mía en la noche que renace;
mía en el alba que despierta;
mía en el crepúsculo de la raza futura que aún no ha germinado.
¡Mía, mía, mía!
Mía hasta antes de nacer
¡y hasta más después de morir!

55
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

V
Cuando me ibas a mirar te sonreías
y cuando te besé por primera vez lloraste.
¡Oh, el dolor del beso primero!
¡Oh, el martirio del beso primero!
¡Oh, el infinito gozar y sufrir a un tiempo del beso primero!

VI
Ya en tu patio los rosales no dan rosas, sino estrellas
No lo dudes: “me amas”, “me amas”, “me amas”.

VII
Y si no me amaras, ¿qué sería del orbe,
y del pájaro solitario en la rama,
y de la pobre onda líquida cuyo equilibrio es su desequilibrio?
En ti laten causas de mundos;
pero te vistes de levedad
para que te ignore hasta el átomo.

VIII
¡Oh, amada, la que te me ocultabas
a cada paso del camino,
a cada sin razón de la jornada,
y que ahora,
inesperadamente,
me vuelves de niebla los pies y las manos!
Y junto a ti estoy siempre
a despecho de la vida,
del porvenir,
y del pasado.
1939.

56
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Varias
Nuevos motivos
I
La flor de la maravilla
se ha abierto para mí en la tarde;
sus pétalos son afilados,
su perfume es tenue;
yo he comulgado con la melodía de su porvenir, ignotamente,
y he sentido gemido de astros
y levantarse un polvo de resplandor en mi camino.

II
Llegué hoy más tarde.
El sol presentaba una nube.
El jardín se contenía en su silencio.

Llegué hoy más tarde.


Las flores de su jardín estaban mustias.

Llegué hoy más tarde.


Ella era toda para mí y para sí misma.
En nuestro derredor no hablaba ni una hoja.

Llegué hoy más tarde.


¿Conocemos la evolución del mundo
a cada nueva ojeada del mundo?
El hombre despertó, y en el libro abierto de la vida
había una hoja en blanco!
¿Diría mártir? ¿Diría libertador? ¿Diría poeta?
1918.

El haitiano
Este haitiano que todos los días
hace lumbre en su cuarto
y me llena las fosas nasales de humo;
este haitiano
que no puede prescindir de la cuaba,
y prefiere tabaco del fuerte
y aguardiente del malo,
es bueno a su modo,
y a su modo rico
y a su modo pobre.

57
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Benditos los seres que maltrata el hombre!


¡Bienaventuradas las cosas humildes
que se yerguen siempre sobre el polvo frío de todas las cosas!…
1927.

Maestra
Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,
su humo de sol,
su organillo de pájaro…
Háblanos del plátano que rezaba a la sombra
y del guineo que amarillaba junto al oreganito;
del maizal que nos confirma que en América
no es exótico ni lo rubio ni lo negro.

¡Maestra, no te muestres tan distraída ante tus parroquianos hombres!…


Piensa que ser mujer,
y mujer con m minúscula,
es de todas las cosas lo que en verdad te importa.

Trocar los sexos, ¿y con qué objeto,


siendo, como eres, en realidad, de un sentir prolijo y tierno?

Así: minuciosa, sensible y sumisa


te soñó mi egoísmo,
y te anhelan mis hijos que están en gestación desde la infancia!
1938.

Panacea
Partió por el horizonte de la dicha
y era una bandera santa de recuerdos.

El pan medio quemado estaba sobre la mesa limpia


y los niños ya no querían jugar ¡tenían como los rostros imprecisos!

Sobre la mecedora el mechero de gas casi apagado,


y bajo la plancha, mi camisa.

La tarde hacía las veces de un gran salmo incoloro


que estrangulaba entre sus manos la noche.
1929.

Nuevo madrigal
El aguijón estaba perfumado.
La herida estaba perfumada.

58
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Ascendió al cerro un velo de perfume.


Una neblina de sándalo anunció la mañana.

—¡La abeja ha muerto, madre!


Y al irrumpir, quedaste ensimismada,
cual si el dolor se te volviera aroma,
iris el grito y tornasol la lágrima.

Hija mía,
expía en tu vida la íntima fragancia!
1930.

Hora azul
Ondas.
Vuelos.
Romanzas lejanas.
Medialuz.
Bisbiseos de sombras en el puerto.
Gasas que cubren el horizonte reverberante.
Crujir de jarcias recias.
(Ay Dios! ¡Qué será de las lilas
con medio cuerpo bajo el cieno, y medio cuerpo sobre la vida!)
1930.

Hora gris
Atravesé el cementerio de la aldea:
no tenía dolientes:
se estremeció mi alma junto a un jazmín triste,
gimieron mis sentidos junto a una rosa cárdena.

Después,
lancé la rosa y los jazmines al viento,
y sólo quedó flotando en el instante esta sola palabra:
“Tierra”.
1930.

Campiña poblada
Vi el sol desparramándose por las puertas;
sentí la paz emergiendo dentro de las almas.
Vi a los niños reír
y sentí el amor que sonreía.

La tarde tenía júbilos de mañana


y un mango proyectaba en la soledad su ennochecida sombra.

59
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Junto a la pareja estremecida por el cierzo, dije:


¡Grato el desamparo que os une!
¡Grande el dolor que os reconcentra!
¡Leve la realidad que os eterniza!

Todos los ojos de la Naturaleza


querían como sumergirse en el crepúsculo de la tierra,
y yo que avanzaba sobre la tierra,
a duras penas comprendía
que el cielo era más tierra que la tierra…
1935.

Los últimos canjilones de la primavera


—Buen viejo, ¿de dónde brota el canto?
—Los cantos borbotan de la sangre.
—Madriguera,
¿y el amor?
—De sí.
—Mar,
¿cuál es la melodía de las campanas en el crepúsculo?
—Dolor,
¿cuál es tu friso, a dónde tiende el hálito de tu propulsión?
—Infinito, tú solo me bastas hoy para estar triste.
1925.

Vislumbrar América
En todo viaje
hay una rosa náutica:
el punto de partida,
el lugar de llegada,
los objetivos presentidos
y las posibilidades exteriores.
Me ofreció los labios en un arranque
de entusiasmo,
de timidez,
de locura.
¡Adiós, me decía su mano tranquila!
¡Puede ser, me decían sus ojos turbados!
¡Será, no será, me osó decir a un mismo tiempo su seno oprimido!

Cuando me tengo que levantar de noche,


porque la creación me quita el sueño;
y tengo que continuar, mentón en mano,

60
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

todo un cuarto de noche,


todo un tercio de tarde
y todo un crepúsculo de día;
cuando la copian a mi lado
vocablos que no son seres,
pero que ni tampoco son fantasmas,
y palpo el vacío de la vida,
y la oscuridad de mi entendimiento,
olvido el principio de las cosas,
y parto del fin de las cosas,
al principio de la irrealidad y de la vida.

Lo vi como un sátrapa de todos los Continentes,


asquearse del prójimo que le había enseñado el camino,
traicionar al amigo que le había tendido la mano
y hasta maldecir a la madre que lo había parido…

Su mano en el horizonte turbaba las sombras,


¡y su cabellera era una selva iluminada!

¿Te convenciste?
Con la cal de mis huesos está hecho todo:
lo que palpas
y lo que ni siquiera presumes.

—Soy bella,
es verdad;
pero no puedo ser eterna.

—Sigue prolongándote,
hasta que te des de bruces con el silencio y con la muerte.
Franqueado el primer paso,
¿por qué vacilas en dar el último?
Lo último cuaja el hecho en bramido de acto…
Por eso los reciénllegados en la vida son hombres de coraje…

Ojos absortos en los accidentes lejanos,


manos de forasteros posadas en el lienzo de los destinos.
Mujer u hombre, piedra o santo:
¿ves la vida?
Asómate a la claraboya de la nada.
¿No ves nada? ¿No ves aún, todavía?
¡Pues escucha, para que tu silencio se torne clamor pensante,
y en el albear de una isla desierta, divises el claror de una reciénvenida vida!
1926.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Cantos de la tierra
El diario de la aldea
¡Ay Dios, que ves el viento y ves la nube,
compadécete de mi alma
que es una nube fría en un cielo claro!

Mi andar no es andar de consciente sino de sonámbulo;


llevo las manos en el aire
y el pensamiento en el azul;
llamo “madre” a las plantas
y a las margaritas “hermanas”;
en cualquier riachuelo veo la faz de mi padre,
y los luceros, carbunclos de la noche, son mis “hijos”.
Esta síntesis del mundo que llevo conmigo a veces me sume en la tiniebla;
pero siempre me arrastra a la luz!
Oh naturaleza, ¿qué mal te he hecho
para que me castigues con una carga tan desapacible?
Yo sé que vine del misterio,
pero los cambiantes de la vida son más inexplicables que
las flaquezas de la muerte, o que la sencillez de la nada.
Tú no me podrás dar la alegría riente
de lejanos días y lejanos tiempos
en ti vengo a curarme de viejos males,
en ti vengo a reposar.

El pájaro herido busca el antiguo albergue de sus dichas.


Junto a aquella rama, yo soñé;
bajo la sombra de aquel árbol yo medité;
el susurrar del río ya no me sabe a música, pero a un despertar próximo me suena.
Mariposillas: no voléis,
brisas: no entremezcléis mi cabello cano.
¡Siga mi frente erguida y luminosa como una antorcha!

Este hueco de cañada me recuerda la vida


y esta placidez de soledad me quiere como hablar de niñez.
Yo fui un niño como todos los otros,
aunque un poco más cándido y más triste.
De ayer a hoy, ¡qué abismo!
y de ayer a mañana, ¡qué universo!

Con moras frescas me teñí las manos


y tengo la mirada cansada de soñar cosas tristes.
El cielo que tengo por delante no es doloroso;
pero el horizonte de mi vida presente, sí que lo es!

62
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

El maíz brillaba en las manos del hombre,


la polla se internaba entre los matorrales,
el cielo se encapotaba sereno.
¡Quién fuera madreselva!
¡Quién fuera río!
¡Quién fuera cañada!

Flores,
flores,
flores.
¡Oh Mayo!
¡oh dolor!

Tal cuando el sol tramonta,


y las nubes obscuras se entretejen de grana
y los aires se llenan de infinitos vapores;
tal cuando la torcaz da el grito que espanta la nidada y el ruiseñor;
tal cuando las montañas que están por arriba de mi cabeza sueñan;
tal cuando los árboles tiemblan y los arroyos cantan.

Relinchos de caballos en mi puerta,


más luego, pasos y voces;
a poco, un loco sobresalto de mi ser solamente;
en seguida, el sol, la alegría de los pájaros, la mañana,
dos aldeanas rientes,
una mujer pálida,
dos niñas, sus hijas, enmascaradas de riguroso luto,
la cruz de un muerto,
mi estupefacción al ver, hasta el dolor, metamorfoseado de esa manera;
mi expresión: “vuestras lágrimas sean benditas”;
al momento, mi pretexto de buscar la lechera.

Después… el campo y yo con el campo y los pájaros, solo.


1925.

Islas mentales
Cuando le puso la moneda en la mano,
el esclavo se dijo: esta es mi libertad…
y le volvió la espalda para siempre.
Toda la tarde se desvanecía en un rosicler mustio,
y el espejear de todos los días venideros estaba como pendiente
de un arroyo de láudano,
y de tinta.

La charla de los sembradores ponía como la tierra mansa.


Sabaneta parecía una forastera cargada de collares rojos

63
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y de lugares comunes blancos.


Yaguajal ofrecía su reflejo verdoso
Y Tomines enrostraba sus pedregales al caminante.
La tarde que quería como venírsenos encima,
nos envolvía en un ambiente de lunas y de pájaros.

La trepidación de una espontaneidad superior


hendía los aires y los recreaba,
y ahorcajadas, sobre toda cosa viviente o presentida,
el afilado diente de la noche.
1929.

Trozo de pueblo
Esas casas de cana
donde se respira felicidad.
Esos albergues tímidos
donde hasta la angustia es un silencio.
Esa jovialidad de pecho joven
que hace brava la gente.
Esas canas de anciano que al sol vigilan vírgenes.
Esa tranquilidad de perspectivas.
Ese canturrear de la madrugada;
ese respeto de la tarde;
esa serenidad de la noche…
Esos pasos ignorados de los héroes
por campos de ausencia y de muerte.

La tarde humeaba;
el horizonte echaba chispas;
al frente, unas luces,
un poco distante…

(¡Ay Bartolina, si yo volviera a verte


como en la época de tu fresca hermosura!)
1925.

Impresiones de Sabaneta
I
Una mujer junto al río y una escuela junto a la montaña;
un dulce creer en Dios y un grato olvido de las cosas mundanas.
Todas las mañanas el humo,
todos los días el sol,
todas las tardes el alma;
y un día y una hora no esperada, la muerte,

64
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

cerca del pinar,


con paz y sin miedo, junto al río y la montaña.

II
Veía con el pensamiento mis burros lentos,
veía las grandes piedras que no los dejaban caminar,
veía el agua de los bidones que se derramaba por el camino,
y fui a una gramita pálida y medio mustia,
donde conversé mucho conmigo mismo
y puse en mi interior los puntales de estas palabras,
que hoy son emoción,
y entonces sólo eran reminiscencia de un recuerdo…

III
Pueblo: duerme tu sueño de catorce mil siglos,
que si una sola conciencia vela a tu lado
siempre estarás despierto, ¡aunque nunca llegues a despertar!

IV
Continúa abriéndome tu herida más honda,
hasta que ya no exista.
(O que yo y los hombres creamos que no exista!)
1930.

Voz interna
¡Oh, generosidad que por doquiera nos haces crear espectros!
¡Oh, lágrimas!
¡Oh, razón de ser de la vida inútil!

Bien está que nos nublen la esperanza y nos festinen el recuerdo;


bien está que nos acorten la fuente del instante;
bien está que nos truequen la dicha en una mariposa loca.
Siempre habrá aldeas esparcidas por colinas abruptas,
y silencios desconocidos…
1930.

Aleluya de invierno
El rancho. La hembra. Salirse de la vida.
El cielo. El prado. El bosque.
Imágenes de sueños desvanecidos.
Recuerdos de existencias remotas.
La brisa. El humo. El túbano que comprime silencio.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El niño; el perro; el asador de la cocina.


Bosquejos incompletos de un porvenir hecho jirones.
Gasas en el poniente y realidad sobre mi vida…

¡Salve! a los poetas que renegaron la palabra.


¡Salve! a los conductores de pueblos que se anegaron en la sombra.
¡Salve! al brillo oculto de las sapiencias ignoradas.

Arco iris de luz sobre la frente de la infancia;


arco iris de paz sobre la inestabilidad de la vida.
Un rumor de destinos me hace un signo en la frente.
Una crucifixión de albores me distiende el oriente del camino.

Miro para adentro y sigo la sesgada senda;


le doy una ojeada al porvenir, y me pierdo en la inestabilidad de la vida!
1930.

Parábola de los dones


Dije al río
en la emoción de su desenvolvimiento apacible:
—Padre del bosque,
hermano de las sencilleces astrales.

Dije al mujido de la vaca:


—Fuerza, alegría, salud.

Dije al manglar:
—Tu sombra está más llena de perfumes que la noche.

Dije a la montaña:
—Verte es crecer,
recordarte es comenzar a desandar la vida.
1931.

Salutación
Vi el desfile de las muchachas para Gurabo,
el orto en siesta,
el nácar de la luna sobre el crepúsculo,
y he hundido mi planta en el río sin sentirlo y sin saberlo,
como si estuviera atacado de Sonambulismo.

Tú has cruzado a pie el destino,


y desde el útero de la Naturaleza,
te has llenado de cal y de aliento, de color y de canto;
de la montaña tomaste el iris gris violeta
y de la cinta del camino el alma.

66
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Recojamos en este grito de salutación todas las almas dispersas del mundo.
y dejemos que la maravilla de tu palabra
incendie el presente de mitos.
1932.

A la mujer ilustre de Santiago


Mujer que ves a este peregrino
llegar,
¿comprendes su hastío de la vida,
adviertes su anhelo no colmado,
presientes las ortigas que rodean sus pies?

Mujer que ves a este peregrino


llegar,
ábrete las venas de los deseos,
y con la mirada en alto,
convéncele que suba y que no ceje…

Él había llegado a pensar que en la cúspide podían tornarse cuerdos sus sueños.
Él huía, huía de las praderas de sus éxitos
como si sonreír fuera crimen.

A los árboles, prefería la sombra de los árboles;


y al prado virgen, la soledad petrificada del prado virgen.
Llegó a enloquecer en su anhelo de querer que nadie sufriera.

Con la existencia trunca


y algunas canas viriles todavía.
Mujer, tú sola puedes
darme un adiós,
y un beso.
(O en un adiós entretejido el ulular de un beso,
como si fuera brisa de pinos que recortan en verde terroso el gris…)

Tú sí sabes sentir como nadie en el mundo,


alfarera de mi desnuda y desolada Patria;
elíxir de los sentidos superiores;
hoja de la tierra que expandes en cimas múltiples el barro…

Reverencio en ti el alma de mi madre muerta


y la carne de mi madre viva.

¡Silenciaré
para que me puedas interpretar mejor en esta soledad
de páramo fuerte que es mi vida! …
1932.

67
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Río pueblo
Alto.
¡Jocundo!
Pareces una bruma de noche…
El alba siempre te está aguardando porque presiente que te entregarás pleno!…
¡Mejor tálamo jamás pudo soñar la muerte!
¡Mejor florón de inquietud jamás pudo imaginar la vida!
Mejor espejo de horizontalidad jamás pudieron anhelar los vastos horizontes!

¡Oh río; oh arteria; oh fuente,


que haces posible en el común momento la inalcanzable cima,
que recreas, alzándonos del rudo polvo de que todas las cosas están hechas!
Si abajo, es el amor,
si arriba, son las nubes;
si en tu rostro, es la más dulce plática del viento!
¡Tú que has hecho posible que la montaña se desnude,
que se irga el árbol
y que la pradera se peine!

Si un pájaro canta, su armonía es espíritu,


porque tú fecundas de ambrosía el gorjeo.
Corona eres que rodeas a Santiago,
y serpiente de eternidad que aseguras el Norte!

—¡Oh las partidas sin partida del Atlántico,


que palpan a Europa y dejan a la América intacta!

Pulmón de ensueño,
gasa de idealidad,
corazón de infinito…
Mis sienes esperan el descanso de tus márgenes,
y a mis manos sobre tus ondas no les duele estar prematuramente marchitas!
¡Río!… iba a decir puerto.
La lluvia cayó sobre la montaña.
Por el Este aparecieron tres astros de rostros minúsculos,
pero el devenir de la Humanidad estaba parado:
entre la cruz y un alfanje giraba su mente!
1934.

A San Francisco de Macorís


Macorís: ¡permite que al romper el alba te salude!
Tú no sabes de espectacular vida muelle;
tu noche es como el aura de tus mujeres de cabellera bruna;
tu sol es más dulce que el sol del Este,

68
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

más fuerte que el sol de Occidente,


¡más rico y más complejo que ese todopoderoso sol del Norte!

¡Oh pueblo, que tienes por los cuatro costados el campo!


No reniegues de tu virtud,
y que jamás te abofeteen el rostro
los cintarazos de enmohecidas y pretéritas civilizaciones!
En tu jolgorio alegre está tu fuerza;
en tu sana jovialidad está tu mina;
en tus silencios reconcéntricos están tus intactas dignidades latentes;
tu sobriedad es una carcajada aguda y triste;
tu honradez sabe a ampolla en los labios de los que mienten.

¡Oh pueblo,
grande en el gesto de morir y grande en el gesto de vivir:
permite que me quite las orquídeas de mis meditaciones pálidas
y sobre la frente de tu mujer de mirada más firme
deje una cruz resplandeciente!

(¡Oh pueblo, que tienes en tus sonrisas y en tus miradas crepusculares


el más alto Tabor!…)
1933

16 años
Mujercita del Yaque de la arteria caliente
y la frente en luz baja:
¿Me palpaste la sangre en la noche del lunes?
¿Me rizaste el ojo en la tarde del sábado?

Mujercita del Yaque de la tez de amapola


y los senos de nardo:
¿son tus pies una esfinge y un turpial tus cabellos
en la lidia del día y en la fiesta del alba?

Mujercita sumisa,
dulce, altiva, serena!…
¿Será cierto que he sido un aliento en tus plantas?
¿Será cierto que he puesto un rumor en tu nido?

Mujercita del Yaque de la arteria caliente


y la frente en luz baja:
¡Qué dolor esta ausencia!
¡Y qué hastío esta noche!
¡Y qué frío en esta alba!

Mujercita del Yaque de la arteria caliente


y la frente en luz baja:

69
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

el tiempo cuaja en boda la más leve sonrisa


y el silencio es por siempre la más grande palabra!
1934.

El pueblo San Rafael


A dos kilómetros y cuarto,
a dos kilómetros y tercio,
aproximadamente
—no mido con los dedos la distancia sino con el espíritu—

Lejos de la herrumbre de Puerto Plata,


que tal vez hizo decir a una joven empingorotada
a su comensal capitaleño:
—¿No ha advertido que aquí no carecemos de la brisa marina?
Cerca del pueblo de La Rosa, que contra deliquios y algazaras
ofrece al sol sus soliloquios;
de puntillas apenas junto al camino de la Línea.
—¡Oh, Guayacanes con su balsié!
¡Oh, Juan Gómez con su General!
¡Oh, Villa González con sus hembras!—
Cerca de la extinguida Exposición y a borrosos pasos de la hondonada de Gurabo
estás, ¡oh, pueblecito! con tu parque de juguete,
con tus colmados de juguete, con tus carnicerías y
lecherías donde se siente hasta cruzar una mosca.
Allí la mujer descarriada llega y se humilla;
allí el leproso siente que en la noche florecen de azucenas sus llagas,
el ciego, calor;
el friolento, luz.
El invierno vio llegar allí a un pobre,
que algunos tienen por iluminado
y la generosidad por loco.
Lo que aconteció entre su alma sencilla y débil
y el alma de huracán de ese hombre,
sólo un silencio de cien centurias
y un minuto de siglos
voltearlo puede en el reposo de su olvido valetudinario.

¡Oh, pueblo, que estando en laxitud estás vivito como el agua en la aurora,
que siendo joven y teniendo sangre
te aduermes como si nunca hubieras existido!
Oye el secreto de mi corazón esta tarde:
si algún día soy a ti deberé esta condescendencia con la cumbre.
Eres el impulso de mi ideal grande
y el mesurado fuego de mi sueño pequeño.

70
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

A ti llegué, mondo,
triste,
y hoy me devuelves con una fijeza de claridad
y una seguridad de visiones,
como si en la sustancia de mi ser se hubiera periclitado el tiempo.
1936.

Villorrito La Rosa
En cruz sobre la carretera de Gurabito,
vio al hombre con su palo, su bulto y su niña.
El sol respiraba a pulmón pleno;
el palo no tenía cabeza,
el bulto está deshilachado,
la niña, etcétera, etcétera, etcétera…

Hacía semicírculos en mi cabeza el ideal.


Creía en la paz, y hasta comenzaba a creer en el sueño.
Dije instintivamente, ¡Oh olvido, qué grato me eres!
Creo en ti, paz; porque me anulas el silencio y me confinas con el olvido.

Desperté de mi ensimismamiento y ya era tarde:


la luna doraba la yerba del camino,
los perros aullaban fieros sobre el puente;
quise avanzar, y me fue imposible;
quise retroceder, y me fue imposible;
quise mentir, y la conciencia de mi interior
me dio a entender que hasta esto quizás me sería negado…
Me sonreí, presentidamente.
En una grande oscuridad, como noche de verano fresca,
con la tiesura de las manos encallecidas por la labor,
alguien se ladeó un poco, y mostrando al caminante
un senderito recto:
—Hole, ¿no le han hablado nunca del pueblecito de “La Rosa”?

Llegar y ver un montón de casas casi junto al río,


tres perros sañudos,
algunos falderos realengos,
unas niñas que de tanto reír y sonreír estaban cansadas,
algunas viejas cortas de vista,
algunos hombres recios de palabra.
En el bautismo de la sombra,
y casi en el instante del requinto del grillo…
la hora comenzaba a tornarse indecisa.
Sin decir palabra di la espalda a la felicidad,
y sin decir palabra me encontré entre las manos

71
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

con ese cúmulo de cosas inertes que son una vida!…


La noche me había cercado
y yo no había decidido, si en lo sucesivo debía ser
caballero u hombre.
La carretera seguía instándome
y yo seguía protestando con mis nervios y con mi sangre
de la infalibilidad de la carretera.

De improviso el sol hizo amago como si fuera a sobrevivir


y yo balbuceé:
¡Te amo, mundo, porque me haces olvidar de mi mismo!
¡Te odio, silencio, porque reproduces todos mis actos!…

Después quedé, hombre-átomo,


con el labio transido de augurio
y estas palabras sueltas como ascuas:
¡Hasta cuándo nos pesará la verdad
tanto como nos pesa la vida!
1936.

La ceiba de mi barrio
La ceiba centenaria que da sombra a las plantas,
que da rocío a los niños,
que pone su halo de espera sobre los caminantes,
es buena, fuerte, mansa.

Por su actitud, es virgen.


Por su experiencia, anciana.
Nadie que a su pie llega se aleja, defraudado.
Es el alivio y la recordación de la comarca.
Ceiba: a los que se preparan a convertirte en leña,
les espera en tu silencio el filo de mi espada!
1943.

Simbología
Se cruzó en el lindero de la Vida
con Bahoruco (la montaña) el devenir de sus distantes sueños
y la sombra del padre Enriquillo.
La tarde venía escasa,
y el tiempo que había bordado de aldeas los montes
quería y no quería tener el seño adusto.
De repente, dominando la extensión, sonó una voz
a manera del movimiento de un astro:

72
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Y el río Yaque del Sur fulguró como una espada de armonía


en medio del mundo en desarmonía,
en medio del ideal en desarmonía
y el hombre perdido en la órbita de sí mismo.
Apenas una chimenea de humo denso,
apenas unos bueyes,
apenas el sol,
apenas unas cañas.
(Dios y el infinito estuvieron largo rato tartamudeando la palabra “hombre”).

Las estrellas se apagaban y se encendían,


se encendían y se apagaban;
el viento soplaba;
la luna se tornaba opaca como si corriera a anonadarse,
pero no amanecía, no amanecía…

¿Se equivocó Dios en sus cálculos en la creación del mundo?


No sé:
¡sólo conozco que el hombre desde hace tiempo es extraño al hombre!
1940.

Palabras en el agua
I
He despertado enhiesto.
La montaña pulimentó mis sueños.
Por ella nació y creció en mi pecho el silencio.
De su corazón salí virgen como el agua de manantial.
Sensible al más ligero soplo sensible.
Descorazonado de todo ideal grande.
¡Crucificado de mí mismo!
Con las alas abiertas a un imborrable empeño.
La gracia era flor en mi mente.
Ahora la gracia me guarda como cendal en el mundo pequeño.
¡Bendito silencio!
Sacrosanta verdad que me amparas: electriza mis ecos!
Dios volvió al mundo cuando el mundo se anegaba en luchas,
y Dios tiene que aparecer ahora en la planicie de la vida,
sobre una cresta de silencio!
Por ti salí, mundo;
y por ti volví, montaña, a la vida de nuevo!
Hazme suspender de cimas no exhaustas;
y si renuevo mi pensamiento,
que nunca me abandone la armonía del pensamiento.
Que quede como partícula sola,

73
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

aunque rastreen como nadadoras, los hombres,


y como rebaños de cerdos, las plantas;
y así, nota perdida en el cordaje de los siglos,
que extinga Dios en mí su sed de infinito, sin límite ni término…
II
Montaña que asomo a ver todos los días:
hoy me mostraste el rostro entrañable,
derramaste sobre mí sombras que son luces.
Montaña, montaña: ¡qué paz derramas sobre todo lo que te circunda!
¡Qué agobio de fuerzas internas!
¡Qué alegría de júbilos no exhaustos!
Se diría que te cerniste sobre el Atlántico,
para que sobre tu frente grabara su nido de ideales, el hombre.
Montaña, montaña, ¿por qué esa adustez?
¿Por qué esa insensibilidad de que a veces haces alarde?
¿Se te escapa tu misión de orientar en los múltiples caminos de la multánime vida
a los microscópicos seres?
O acaso con tu ignorancia más sapiente que la sapiencia,
dejas en blanco la palabra y el pensamiento,
para que culmine Dios sobre las cosas?
1943.

Armonía cósmica
I
¡Oh mar de Monte Cristy!
El viandante siente que la sangre se le va adormeciendo;
que las colinas, los hombres y los árboles
se le han de los ojos perdido
y sólo un vaho de sol y de sueño
le transforma en sopor los sentidos…
El viandante siente músicas interiores arpegiarle las brisas,
el descanso de los bueyes le llena el alma de silencio
y la paz del recinto le puebla el recuerdo de pubertades tímidas.
El viandante ha erguido la cabeza,
y sobre los hombros, sus hombros,
¡ha amanecido el mundo!
El cerdo roncó a su lado
y la mariposa se alejó, volandera…
El viandante ha hecho un alto
en su camino de tempestades
y no es seguro que vuelva a inclinar la cabeza.
La aldea le pinta a su vera mirajes de calma y de sueño,
y un gallo que arquea la figura le trata, parece, de alentar, sonriendo.
1932.

74
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Versos de madurez
Íntimas

El poniente de los horizontes inumerables


Quiero cerrar la boca siempre.
Quisiera que el mundo se trocara en un gran silencio
largo y confuso,
que se prolongara con el tiempo.

“Cámbiame este oro porcino y vil


por papeletas haitianas
para no internarme por ninguna ruta lejos de Sabaneta”.

Vengo asqueado de la ciudad.


Traigo un escepticismo agudo por todo lo formal
y exterior.

A la prolongada agitación de la llegada


le ha seguido un silencio que es un retorno.

No ansiaré,
no anhelaré,
no me desorbitaré.

Ni el ayer ni el hoy pesarán un adarme en la mochila de mi divagar.

Amo el silencio por ser mármol


y admiro el mármol por estar construido de calma y silencio.

El muchacho que juega


y la mujer que se deleita,
igual asco y desprecio me dan.

¡Qué alegría ésta de vivir sólo para mí mismo!

El verdadero camino conduce a todas las puertas del infinito.

Hay una forma ejemplar


de seguir el flujo y reflujo del exterior:
vivir.

¿Te dirían egoísta?


¿y qué?
Tú te justificarás viviendo, que es la más bella forma de altruismo.

Acuérdate:
toda acción que desvía tu camino perjudica tu prójimo.

75
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El Universo,
¡qué más bello prójimo del hombre!

De regreso del campo,


al atardecer,
me dije:
reflexionaré;
y hoy, después del alba, en pleno pueblo,
exclamo:
el horizonte todo es una recta blanca,
¿qué hacer? ¿qué camino me queda?
Seguir.

Alcanzaré el paraje donde se cruzan todos los caminos.

Y, desde ese punto,


escuchar,
hender,
¡columbrar!

El instante de la dádiva no se hará esperar mucho tiempo.

¡Oh, el día que ceda mi cuerpo a todos los devenires


como una acción de gracias!…
1926.

Lirios tumbados
I
Exánime.
¿Muerta? No puede ser. ¿Viva? Parece mentira.
De ella no queda más que el pensamiento que va a todas partes.
Su alma es lúcida pero sus ojos son profundos.

¡Oh, la mujer que en una mirada vesperal me rescató la gloria!


“Ella”, dice temblando mi palabra en la caverna de mí mismo.
“Ella”, repite mi canción al sentirla correr en la
inconsciencia de toda mi vida aniquilada

Banderas a ambos lados de la meta.


Cardos amagando heridas y escabrosidades proyectando sombras…

IV
Me empolvaré con esa almohadilla para hacerme
de cuenta que me besas todas las noches.
Me embriagaré con ese bordado para figurarme que me contemplas y sonríes.
¡Oh, mis amores antes de conocerte! ¡Oh realidad del retorno cumplido!

76
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Tú eres dolor y almendra, mujer y ángel, estremecimiento


e infinito, florescencia y miseria.
Mi amor era caliche, y por ti se tornó hoja color de absintio.
A la inmensidad di vueltas primero, y después me
cercaron un temor, una duda, dos silencios distintos.
Hice como que no veía todo ese montón de tierra inútil.
—Estiércol donde se sembraba toda la flor de un arte múltiple—
Freno de mi vera: deja pasar la fuente de mis lágrimas.
Manjar moreno: deja que en la selva de tus deseos se
extiendan mis furores como serpientes.
En ti la mañana abrió todo su sésamo de melodías.
Eres como el rumor lejano de una magnolia, hundido,
por la penumbra de un poniente.
“Sigue virgen” sentí decir a la imposibilidad de la noche;
mi cuerpo estaba envuelto en sábanas de margaritas,
y mi pensamiento, —a ti menos que a nadie tengo que decirlo!—
ardía en una llamarada de silencio azulado.
La noche era cristalina,
la yerba se había tornado gris por la niebla, en el plato de sangre del crepúsculo.
Pensé en Judith, en Holofernes, en el Manú, y hasta en la
transfiguración de Jesucristo,
y saludé –chistera en mano– a todos los reyes mendigos,
a espaldas de la noche.
1927.

Canto grito
Mi vida tosca
y triste;
mi vida llena de miserias y de lampos de infortunio, infinitos;
mi vida ahuecada por el presente
y paralizada por el futuro;
mi vida poblada de infantes que piden pan y de mujeres que esquivan caricias;
mi vida torpe y desgarrada como una pitahaya;
mi vida, sin razón de ser y sin sentido, como la misma muerte que circunda la Vida.
Mi vida, —¡oh, sopor de abismo; oh faro apagado por el
pensamiento; oh destino que devuelve el destino!
1931.

Palabras sueltas
No mascullo caldeo
ni ninguna palabra antigua;
pero no importa
si la actitud de hablar me parece fosca

77
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y hasta la de pensar me parece risible.


Soy todo acto de la cabeza hasta los pies;
y de la intuición a la obra,
¡quiero ser todo acto!

“El mar, el mar…”


¡Todavía queda sobre la tierra el mar,
como huella del hombre contra el destino!
¡Qué sería del hombre y de sus anhelos
si no existiera el mar!
Por el mar nacemos,
y por el mar tenemos que morir.
He aquí, el mar, astros,
como la única razón de ser del hombre!
1934.

Éxodos
I
Disfracé mi dolor con crueles frases:
El campo…
la hija de la lavandera de mi familia…
¡Ay, yo mismo, que soy un dolorido corazón,
ignoraba que en el fondo de toda gran desdicha existe un gran consuelo!

Ignoraba o presentía que no lo sabía.


¡Oh, humilde voz infantil y límpida!…
El madrigal de mi desesperación es para ti ahora.

II
Al subir el barranco, la luna
me advirtió que no era de tarde.
Luna:
¿qué te pasa?
¿por qué en el oro de tu disco
ofreces tonos encarnados?
¿Mi vieja prosigue aún enferma
o, sencillamente,
tú le has susurrado levemente
pláticas que son alboradas?
1924.

La vida
Tu palabra en la soledad de mi vida,
tu palabra en la seguridad de mi muerte,

78
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

tu palabra en la acidez de mis días amargos.


Tu palabra:
Hecha un relámpago de piedad
o una daga de dolor agudo.

(El aire se ha tornado tibio


como si el celaje de tu mano me penetrara…)
1929.

Ecuanimidad
No me des la fortuna,
Dios,
no me des la fortuna.

¡Quiero vivir en paz con los hombres!

Si tuviera demasiados amigos


y hasta quizás cuidados,
¿qué sería de mi albergue solitario,
de mis cuitas,
y de mis resplandores árticos?

Deja en la paz tender mis días


y en el nublado descifrarse mis últimas verdades.

Déjame concluir sin ahínco


y sin lucha,
como una luz crepuscular que entre las raudas sombras se apaga.
1930 .

Inquietud
¡Pasé como un soplo!
Estremecido, delirante, triste;
apresado en un zócalo, bajo los barrotes de la lluvia.

¡Pasé como un soplo!


Y la vida iba y venía a mi derredor
sin que nadie se diera cuenta.

¡Pasé como un soplo!


¿Y acaso el porvenir de la humanidad
podrá estar pendiente de algún leve pedúnculo de tiempo?
La realidad podría ser en los otros,
pero el infinito no era ni siquiera en mí…
Y quedé pasmado en mi tremulación,
¡no sé qué días! ¡qué horas! ¡qué años!

79
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Parecía una vértebra perdida en la supra-realidad desconocida.


Las agujas de mi reloj no medían números,
y yo era una miseria de afilados suspiros sobre el segmento!
1932.

Confidencia
Desde que naciste
ya nos había separado el Destino.
Hijo, resígnate
a tener un padre extranjero en el mundo.

Los años pasan


y aprehender el ritmo del día él no aprende.
El egocentrismo lo hiere,
¡y él permanece ante la estatua del Sanchopancismo,
desnudo!

Su mirada se vuelca,
no para “el dos y dos son cuatro”
sino para la estratosfera que existe en la raíz de todo hombre.
Su pupila tiene un radio espiritual superior a su rostro,
y es justo que sufras,
hambre, tortura y desnudez aún después de la muerte.
¡Qué sería de ti y de los demás hombres,
si así no fuera!
1937.

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DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Los poemas de la muerte


Mi vieja se muere
I
En este momento en que escribo el día es pálido,
blanco el papel en que trazo estas líneas,
y aun más blanca mi desolación fantástica.

II
¿Se creerá que duermo?
¿o que estoy loco?
¿o que me pasa algo anormal o absurdo?
¿pensarán muchos que no puedo dialogar ni conmigo mismo?
¿Tengo el mirar triste,
manso,
leve,
ardiente,
plácido? (Ignoro si cabría aquí el dicterio de plácido!)
Sea como se desee, espero más que pienso…
Se fue la noche sin rastro ni asomo de lumbre…
La mañana en que he caído me hace soñar demasiado despacio…

III
Cuando veía a los niños ante el pizarrón
sudar,
trazar embelecos más o menos amables,
callar o hacer preguntas,
importunar o continuar toda la clase quietos,
me dije por más de diez veces: “esto vale de veras
toda su alba, todo su anhelo y toda su sonrisa”.

IV
Y el sábado tardaba…
Apenas la víspera
con su preludio de ilusiones
y el caos, ¡oh el hosco caos del tedio!

Sé distinguir los días que preceden a los faustos sucesos


y las noches que preceden a los días de luto;
los primeros son fríos, plomizos y grises;
las últimas tienen una muda elocuencia abismal
que nos engaña, porque en su seno los astros y las nubes brillan más y mejor.

V
¿Ha anochecido?
¿O amanecido?

81
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Oh, sus trenzas bordadas!


su nombre,
sus ternuras,
sus reproches
y su velada voz!
Me parece que no he acertado a bosquejar un pensamiento ni a formular una
palabra.
Esqueletos de sensaciones y de ideas sólo reposan a mis plantas.

VI
Hice a pie un trayecto muy largo,
vadeé un río,
me flageló el sol,
columbré una montaña…
¡Si para algo sirvieran estas escaramuzas y estas treguas!..
Amar
o no haber amado nunca, ¿no es lo mismo?
Sí, o tal vez;
pero yo querría decir, “me demudé,
pero al fin pude realizar todos mis sueños…”
La inacción de los ideales, ¿no es una muerte?

VII
En fin: oí sus risas
y la tuve en mis manos,
soporté las interminables esperas,
fingí;
pero como las olas del mar, volví a quedar por breves horas quieto.

VIII
El baño en el arroyo perfumado por su cuerpo joven y tibio
y los sordos clamores de la noticia cruel y horrible,
¡Oh dolor, que me obligas a buscar el amor como punto de apoyo
en el dédalo de mis dóciles dudas humanas!

IX
Las monjitas de la Caridad;
su cama blanca, o mejor, su cuna.
Que ensordezca;
¡que no me lo digan!

XI
¡Ay! su apostolado.
¡Oh! su sacrificio.
¡Oh, su abnegación!
¡Oh, su necia ternura de querer ser mi madre!

82
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

XII
Llegar,
aunque me extravíe,
aunque pierda los frenos,
aunque sobrenade en el vacío de la espantosa noche, ¡habré de llegar!
1923.

La intocada
I
Ella es sol en mi vida,
yo no sé,
ella es la perla blanca dentro de mi sentir turbio.
Ella es un ramo de miosotis en el torrente de mis días alocados.
Ella es una bocanada de éter en la caverna de mis introspecciones.
Ella es una luz radiosa, tenue,
en mis caídas y mis alzadas en el mundo.
Ella es anterior a mí,
y posterior a todo lo que llegue en espíritu o en substancia.
Es verdad que ha muerto;
pero en mis actos está intacta,
pero en mis sueños está intacta,
pero en todas mis emociones está intacta.

II
Hija: tú no conociste a mi madre;
y yo temo a tus días venideros, ¡sólo por eso!

III
¿Acaso no me dijo ella una vez
que amara a quien me odiara
y huyera de las acciones interesadas, siempre…?

IV
¿Acaso, cuando el astro del amor se alzó en mi vida,
no fue por el riego de sus palabras,
la inclinación de sus ojos,
y el contacto tenuísimo de sus manos?

V
¿Acaso este yo mío que esplende no es su obra,
o el más burdo modelo de sus más pobres obras?

VI
Martirio del amor fue ayer su vida…
¿Martirio del amor no es hoy su vida?…

83
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

VII
¡Madre: deja que me siembre en la tierra para adorarte como debo!
¡Madre: no impidas que cuando sea albor de polvo, no te adore menos de como debo!
1932.

El poema de la hija reintegrada


María Josefa Moreno. In Memoriam

Agonía
I
Hija, yo no sé decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!

II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!

III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas,
que me hace amainar la pulsación de la tarde.

IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.

V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,
como si fuera en sustanciación un ser increado!…

VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
el segundo de tu inexistir, eterno!

VII
Hija, ¡cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!

84
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche,
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.

IX
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.

X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste
que en mi derredor todo es sombra!
XI
¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?
Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre.
¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!

XII
¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!
Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!

XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
y por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!

XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida:
¡una sombra entre dos crepúsculos!

XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya vez, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!

XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?

XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
¡y del lenguaje sólo debe quedar desnudo el verbo!

85
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad, hija mía?
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!

XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!

XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!

XXI
Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!

XXII
De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido
hacia el turbio por qué de los enigmas.
XXIII
—Tiene el pulso demasiado débil,
pero este letargo no es la muerte—
Su médico era mi propia almohada de cabecera
¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!

XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, ¡perdona!

XXV
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!

XXVI
Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra
que se deforman a su antojo!

XXVII
Hija, han venido a avisarme que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.

XXVIII
Hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!

86
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

XXIX
—Tibien la leche terciada con agua
para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela, hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.

XXX
(¡Eres, amada mía,
como la flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la Naturaleza toda!)

XXXI
—No seas padre, sé hombre,
sencillamente.
Gira tu vista a tu derredor
y que tu amor a una abstracta “Humanidad”,
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!

¿La muerte?
1
Como quiera que las velas del ataúd estaban menguadas,
cogí un tercer cirio
e hice trizas la niebla que levantaba una penumbra gris sobre su rostro.
Oprimí en mi interior “una muñeca”
y quedé por largos instantes, perplejo, con el cirio pegado de la mano.

2
El tercer día de su nacimiento
tuve como una clara preconciencia de su cercano fin;
ardía el ascua del aceite en la pieza contigua;
las hojas de un libro abierto se abanicaban leves,
y un rumor de canto desvalido daba a la soledad trasunto de incienso.

3
La chiquillería se agita en la acera,
las máscaras pasan;
tal o cual voz lanza viandas o chistes
y el día está igual, como el día de su nacimiento,
como el día de su muerte,
como antes de que presintiera que naciera…

4
(Para cambiar, Naturaleza, ¡para cambiar! ¿Si habrás de ser hasta tu postrera extinción
madrastra del hombre?

87
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

5
La risa se me congela en los labios
y quedo, por parco tiempo, con la vista perdida en las inmensidades presentes.

6
Un trazo de montaña al final de la calle,
un framboyán en su inmediación,
y el hospital a donde iba todas las mañanas a pedir una
limosnita de salud para mi hija…
7
El sol caldea las tablas de mi vecindario modesto;
la brisa fragua un nidal sobre la testa de los rapaces;
¡estamos a 23 de Julio!

8
La hora parpadea en el péndulo de un anochecer polvoriento;
se inicia una noche invertida en el horizonte de la tarde,
concluye un amanecer preestablecido en la clarividencia de la noche.

9
Los trasnochadores apuran, a sorbos, el café medio amoscado;
sobre el torrente de la sangre han caído algunas mostazas ariscas.
¿Ha llorado alguien?
Se ha sentido un vagido circundar los ámbitos del cuarto.
El paisaje está inmóvil: todo está adherido con agua y harina como para un retrato!

10
Llévenla a la falda de aquella colina,
el enterrador no es estéril y señalará el sitio donde es más necesario regar la simiente.

11
¡Qué bella nube!
¡Qué empinada montaña!
¡Qué inimaginado marco de horizonte!

12
En este sitio hubiera querido haber morado tu padre;
reposa en él,
y que las cuentas de tu destino no lo culpen de haberte amado mucho!

13
Queda ahí;
tu madrina te arreglará las flores,
y tu madre sigue en la casa, deshecha en lágrimas…

14
Déjame volver,
para ver si descubro en mi peregrinación la huella de tu existencia en alguna parte!

88
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Epílogo
1
Rasgué un pan y lo puse sobre la mesa sin probar ni bocado,
eran las diez de la mañana,
mis hijos no habían comido
y por el postigo de mi puerta runruneaba un viento.
Sentí un temblor cuando ya repartido en pedazos
hice la llamada acostumbrada a los que me circundan.
“Ella está ahí”, dije a mis aspiraciones de verla viva y grande,
“en el sitio en que no puede hacer que los suyos se inquieten o delincan”.

2
Intacta, inmóvil, sin que un átomo intente envanecerla.
ni un segundo pueda cambiarla!

3
La pradera ha comenzado a reverdecer con la reciente lluvia,
el “pío” de la tarde empieza a ponerse triste con la noche que llega,
una piedra de niño rompe el cristal del charco próximo,
una consumación de hombre deslíe su negror en el silencio.

4
Ya estoy en la aldea de Sabaneta,
en la aldea donde moró mi madre eterna dos años;
he dejado hacer a los otros, algo que concierne a mi vida, a mi obra y a todos los míos;
no puedo avanzar que medito, pero tampoco puedo
confirmar que he dejado las horas en suspenso.
Tengo como Oriental, un párpado medio cerrado,
y como Occidental, el pensamiento, en la matriz, abierto!

5
Por el cielo veo asomarse, una, dos, tres estrellas tétricas,
las cabañas tienen luz de gas humilde;
la sombra ha restañado la sangre del crepúsculo
y en mi pecho, la paz se ha agitado en la hora hasta zozobrar en el segundo!

6
En Monte Cristy, cerca a los arrecifes,
y junto a la imponente montaña vecina:
AMÉRICA, ESTA ANGUSTIA ME HA APARTADO DEL MUNDO
Y YA PUEDO DARME A TU RELIGIÓN TODO ENTERO.
En el mar, la sombra de las nubes
proyectaba una interrogación, a bruscos intervalos.

7
(Habla el Morro, montaña de forma singular que se halla al frente de Monte Cristy)
¡Presencié la desaparición de la Atlántida

89
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y hoy extiendo la indolencia de mi carne cobriza junto


a unas aguas que tienen del plomo la pesadez y del aloe la pauta.
Grito de agonía marca la ciencia en esta hora de crepusculización del mundo,
una despereza de germinación presenta el arte frente a
los procesos subjetivos de la materia cósmica.
Ojo de cíclope, vuelca los ríos de tu retrospección para adentro.
Matriz de unidad, haz parir una nueva conciencia unigénita al viento.
8
La mar seguía agitándose;
y las estrellas se seguían mezclando a la onda del mar y a la desolación de la vida.
1933.

Extraño saludo
A la hermana de la Hija Reintegrada
I
Llegas,
¡y en qué tiempo!
Todavía tengo dolores de la otra
y tú asomas en el dintel de mi existencia,
como bañada de tenue resplandor.
¿Buscas asiento para palpar el mundo?
¿Reclamas esencias de infinito?
¿Serás no-ser en la ilusoria realidad de mis nublados días?
Hija,
te esperaba,
y hoy ante tus ojos me turbo,
y tiemblo, por el ser que te di, aun a mi pesar.
¿Ayer? ¿Mañana? ¿Hoy?
(¡En un instante!)

II
Llevarás su mismo nombre!
Tú que naciste del embate entre mi pesar y el destino.
En ti aprendí a querer mis otras obras póstumas.
No lo necesitaba.
Persistía en mí un vago paroxismo,
unido a una realidad grave.

(Hija, tú llegas y sacudes el árbol de mi vida


hasta la más íntima fibra!
Pero haces bien:
llega, llega;
aunque de tanto esperarte
yo casi ya no te esperaba…)
1935.

90
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Burbujas en el vaso de una vida breve


El alba
I.
Es nacer tan doloroso como morir. Toma la actitud del silencio; intégrate o desinté-
grate, y toma la actitud de la palabra infinita del más allá! Con dos dedos de sol sobre
la frente, y un paso casi cansado por la gravedad. Proximidad agobiante de reposo.
Niños inútiles y mujeres fecundas. Bosque de cruces. Par de bípedos. La luz que nos
ensombrece más la frente. Una voz grave que quiere ser alegre. Más de tres mil en un
corto recinto. Los hombres cuando mueren humildes se acercan tal vez más. El mármol
se hizo aquí como de yerba blanca, y la tierra se perfiló en montaña interior.

El día
I.
Nos tienes por delante junto a una tumba compañera. El sol que abate tus flores orea
nuestras frentes. Un niño, tal como vino al mundo, te guarda de los hombres y nosotros
nos guardamos del mundo junto a tu dintel adorable. La tarde nos amortaja junto a tu
pendiente y el silencio nos envuelve a todos como un himno presente y ausente.
II.
¿A qué prolongar la eternidad en el tiempo, cuando la eternidad no tiene tiempo?
III.
El cielo se ha rejuvenecido; la tierra se ha rejuvenecido; ella también se ha rejuvene-
cido, contemplándonos. Dejémosla por unos instantes en su soledad de eternidad
anterior a la vida…
IV.
Para el poeta es amable el dolor y para el sacerdote adorable la vida.
V.
La vida es fea cuando el hombre quiere que lo sea. No hay vidas opacas posibles
sin la voluntad del hombre.
VI.
Estamos regresando de la soledad para confundirnos con ella. Y nos entramos al
camino que nos desenvuelve el angelito que fue nuestro acompañante en la hora
solemne. La brisa se ha puesto eléctrica de dulzura, tierna como piel de reciénna-
cido, jovial como pascua de mañana. El sol con sus rayos de pelo lacio sólo nos
besa la piel, como nos besan entre sueños.
VII.
¡Qué pobres somos y qué ricos nos has vuelto! Parece que todos los dones de Dios
y de los hombres nos sembraste en el camino, como árboles fecundos, para que nos
saciáramos de eternidad aun en el dintel de la eternidad misma.
VIII.
La yerba se esmalta de amatistas, de rubíes y de ópalos. El niño canta al correr como
si reciennaciera. El río torna de leche de cabra sus esmeraldas y sus jacintos. Queda
trunca la verdad y turbado el silencio.

91
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

IX.
Portal de almendro: regocíjate con la llegada de estos caminantes que portan unas
andas invisibles que los humanos no presienten. Hablé del silencio y caí en el si-
lencio, sin advertir que era de silencio hasta la palabra con que me valía muchas
veces para sacarla del silencio.
X.
Silencio, silencio y silencio, para que nadie ose cultivar otra rosa más pura que la
soledad de tu ejemplo, que pone a las palabras proyecciones de astros y al silencio
hace inútil ante cada uno de sus astros solos!
XI.
A tus odres no los podrá maltratar la vulgaridad. Dios te puso en la mano una an-
torcha para que nos ilumines en el infinito de la muerte.
XII.
Y en paz quedas tú con nosotros, que nos volvimos polvo esta tarde para confun-
dirnos con tu polvo y resucitar en la eternidad unidos.
XIII.
(Por aquí no salen los vivos sino los muertos: los que se abrieron ellos mismos la
puerta de todos los caminos; los que no tienen oriente ni poniente; norte ni sur;
tiempo ni tierra; nadir ni cenit; los que quedaron en diálogo perenne con la inexis-
tencia de la existencia…)
XIV.
Su vida fue excelsa y su muerte es excelsa también. Viva la vi como una madre tierna, y
viva la presiento tal vez como una novia del mundo. Su severidad era alegre y su alegría
muy triste. Andaba entre zarzas y parecía estar rodeada de estrellas y de ángeles!
XV.
Su sangre no le dolía a ella: su sangre para ella no era sangre sino ofrenda de regocijo…
Hoy todas sus heridas se han petrificado y es una estatua de dignidad dominando
el silencio del silencio.
XVI.
Quedemos, en este valladar, hundidos; ante ella que nunca tuvo valladar para su
esfuerzo! Salvemos el río con los dientes y hagamos trizas la sábana de las nubes
con las uñas; pisoteemos las flores ojerosas y magullemos con nuestro aliento las
palabras de la realidad que acabamos de sepultar ahora.
XVII.
Ahí está ella para enseñarnos que sólo tendrá vigencia el latido; la tempestad de las
emociones; en fin, el mar del alma que ciega e ilumina a los hombres!

XVIII.
Nominé los hombres y me cubro de rubor los ojos; ¡porque jamás los hombres la al-
canzaron en soledad, en martirio y en muerte! Pero blasfemo ahora que oso nombrar
la muerte: sólo los fríos de corazón que no la comprendieron, quedan desde ahora
muertos!

92
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

XIX.
Y que la música de las incoherencias rasgue la estulticia de la música infame, cruel,
de los que están de espaldas, ignorando que sólo su espalda tiene por frente.
XX.
Esta carne que me tienta y que no me deja estar con la eternidad a solas… Pero estaba
su hijo presente, para que se me volviera hasta eternidad la vida.

El crepúsculo
I.
Desde hoy no sabemos si el 6 es el 5 o si el 5 es el 8; sólo sabemos que Dios parió a
la tierra y la eternidad parió a la vida. Sus ojos desdeñosos miran la eternidad y le
dicen a los hombres: “¿me comprendes? ¡Ah, me comprendes! ¡te tardaste un poco,
pero me comprendiste al fin, cuando el abismo de mi muerte se te abrió a los pies
como una herida; el cielo de mi muerte; la dicha de mi muerte; morir para que todos
resuciten; y vivir muriendo para que todos ignoren que la muerte es la vida!” ¡Ah,
siempre el juego de las palabras, hasta cuando se agote la garganta del infinito en
la mente de Dios!… ¿Dios? El hombre no ha comenzado a amarse. Dios nacerá en
verdad cuando los hombres se comprendan!

La noche
1.
Su imperceptible palabra suena, y parece que está lejana. Pero su lejanía es de las leja-
nías que confunden y aturden… Lejana como parece estar, está tan cerca de nosotros
como esta tarde o más aún. Su lejanía, hecha de recuerdos y de miradas furtivas, nos
mantiene suspensos y apegados a todo lo existente. Su lejanía, hecha de montaña y
de sopor de sima; compendio de barro y de nube; de azul y de noche; de aurora y de
crepúsculo; de luz y de tinieblas. Su lejanía aparente y sutil, que vuelca el espacio y
anonada el tiempo.
2.
¿No habéis oído hablar de astros en la tierra? Los astros de tempestades y de clarivi-
dencias existen porque ella los promueve… Ella, la inconmovible; la desolada; que
desvaneció en sí la nube de la desolación; por qué y conjuro del resplandor de lo ab-
soluto; definición que apagó el abismo de la definición. Hoy nos atrae con mirada
suspensa y palabra muda; con grito innominado, y sordo silencio. Penetración de
Dios sobre el filo cortante de las posibilidades humanas. Con los ojos nublados por
una lágrima que no estalla; pero que borra la alegría de los ojos; fijo el pensamiento
que no es del infierno ni del paraíso, sino que abre longitudinalmente en tres partes
la raíz del hombre.
3.
Pareció morir la evolución ante su poder de mantener el segundo paralizado. La evo-
lución que siempre fue aparente, porque no involucró el espíritu en la retorta de las
arterias y los nervios. Nosotros te clamamos como a madre buena, y te imploramos
que nos libres de la impureza del perdón, y nos permitas proyectar tu ejemplo sobre
la eternidad que no tiene principio y tu heroísmo que nunca tendrá fin!

93
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

4.
A estas raíces verdes les nacen unas flores escarlatas para imponernos sus gritos de-
solados en el tiempo. Ella fue naturaleza como este aire, como este aliento letal, como
esta luz apagada de los focos, como este resplandor vanidoso de las luces; como esta
sombra si es sombra o no es sombra de la puerta; como este paso si es paso o no es
paso del transeúnte; como esta vida si es vida o no es vida de la colectividad humana.
Ahora su inanición, su inmovilidad, su silencio; su soledad, bordada de palabras; sus
palabras, bordadas de silencio: partieron en dos la rutina de la razón cosmopolita e
hicieron el universo múltiple y la realidad de sustancia de nada.
5.
Conmovida sin una posible conmoción que para todos no conmueve, nos ha amarra-
do por los pies a todos sus hijos, para dejarnos las luces de las frentes vagando por
los espacios, como cocuyos carmesíes, o como mástiles errantes. Ella, ¡tan grande y
tan igual a ella! Siempre toda para sí, que era una forma de darse en silencio para
todos. Retorcida en servicios interiores para los suyos; en menesteres pequeños
que anulaban su culminación haciéndola más grande. Tú ordenas desordenando
la perfección, y haces imperfecto lo perfecto, para comunicarle una perfección que
la razón apenas vislumbra. Llama carcomida que chamuscó la llama; barreno de
corazón que en un gesto de inmortalidad paralizó su vida. Ahora quédate en paz
algunas breves tardes, mientras el coloquio de los astros y los insectos detiene la
ilusión de los vivos.
6.
(Ella muere; pero nace su poema para lavarla de la afrenta de no comprenderla el
mundo. Este poema dice por qué se fue ahora, por qué vino a la tierra).
7.
¿Habrá que definirla cuando ya no tiene definición: cuando parece haberse escapado
de los ámbitos de la definición misma?…
8.
Se divinizó de tan humana que era. Su amor casi hace trizas la palabra amor. Serías
abatido por su realidad tan magnífica. Su silencio fue tan grande, que ahogó la pa-
labra infinita. Se sintieron alas volar y de un solo hachazo caer un árbol.
9.
Yo soy un loco en la tierra, porque reiné allá, en el mundo de los espíritus. Ella, que
no pudo reinar en el mundo de los espíritus, fue una majestad en la tierra, incom-
prendida del hombre.
10.
A mí no me importa que me comprendan, porque ya yo fui comprendido; ella murió
con el pesar de la incomprensión a cuestas; pero esta incomprensión es su gloria y
su honra, pues la torna rarísima y cara ¡hasta para ella misma!

11.
La ves a ella hasta en la majestad de ese árbol enano que desenvuelve sus grandes
penachos a tu vista; ¡y habrá quien se atreva a creerla muerta ya! Muertos son

94
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

los que no la ven ni la oyen, y sin embargo respiran con muelles de pulmones
de mimbre; a los que por ignorarla, redujo a sombra y frío la muerte antes de que
llegara la muerte.
12.
Sonrisa que comunica vitalidad hasta a la misma lividez de la angustia y a la soledad
de la espalda indolente. Sonrisa que nos dejas inmóviles, como si el movimiento
fuera un crimen y el cambio un anatema. Sonrisa que sacas a la magnolia del barro
y al rubí de la estafanota de la desposada. Sonrisa que tienes la virtud de petrificar
el gesto vasto y la soledad microscópica del hombre hormiga. Sonrisa que nos sir-
ves en partes iguales la dicha y el mal, la desdicha y el bien. ¡Moral que integras y
descompletas a la moral misma!
13.
El color amarillo ahora sonríe y ora; al azul, antes tan taciturno, tus manos le dieron
limpidez de espejo claro. Hablaste para que el verde no importunara a la adoles-
cencia ni ruborizara a la vida. El gris junto a tu frente quedó inmóvil en la siega de
las primeras luces. Rojo insospechado que hace rosado pálido lo rojo, y lo blanco
transparente, y lo negro lúcido. ¡Oh gama tropical que anulas el trópico y haces nacer
la flora invisible del perfume de la flora visible! ¡Meta que dejas en soledad la meta, e
himno que modelaste en el silencio un himno!
14 .
Me duele que le den méritos, a lo que ella me tiene obligado sin un ligero olvido.
Realidad que nace en mí inconsciente, y el mundo da conciencia cuando la ve nacida.
Realidad de realidad que el mundo tiene tuerta y yo acuno en mis brazos como a
un recién nacido.
15.
El que se asfixia en el ambiente de lo extraordinario, ése no puede ser elegido por ella.
Ella es la extraordinaria parte del extraordinario todo de lo incompleto extraordinario.
Ala que abatió todas las alas de las excelsitudes aladas. Hito que constituyó el hito
largo e incongruente donde tendría que venir a perecer el hito. Definición informu-
lable del cuadrante de las absolutas definiciones. Letra inicial del nuevo alfabeto del
silencio. Signo que borra el signo. Punto que detiene a Dios y le pone dos comillas
en las manos para que el hombre se le entregue. Entrega que es trasiego del más allá
al más acá del Todo. Rumor que al rumor suspendió en acto no cumplido. Nota que
mantendrá por todos los siglos, paralizada y suspendida, la nota.

El alba
I.
El sol sonríe ahora y se torna nodriza de la tierra. El sol puso gasas tibias sobre el
asfalto de las calles. Ya no es un truhán rubio sino un hombre sereno. Él más que
nadie la ha sentido en lo íntimo a ella, y se ofrece a Dios sin una rista, de espaldas
a la Física y a la Química, que desintegran el alma de su obra.
1946.

95
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Su majestad la muerte
Hendido así,
de cara al Cosmos,
lo vemos más cuando se rinde en lo incomprensible;
cuando es halo y no cuerpo,
cuando es luz y no vida.

Pasa como si se perdiera hundiéndose en nosotros;


y lejano y cerca de las cosas,
vuelve y vuelve,
pero no lo vemos,
sino que lo advertimos muy junto,
y como desleído en nosotros.

El rayo iba a caer, pero no cayó,


sino que quedó suspendido entre Dios y nosotros.

Ahora vive en el agua;


y en el niño que nos desconoce;
y en la pisada tenue de la brisa;
y en la religiosidad que nos arcana el dolor;
y en la alegría superflua de todo humano triunfo;
y en el goce mentido de la caricia de la tarde;
y en la angustia compasiva de la ansiedad;
y en el instante que se soñó un milenio;
y en el milenio que fue un instante.

Quedó prendido en el cordaje de Dios, como nota que desnivela el tiempo


que contrae el mundo hacia el átomo;
y que en un átomo vuelve a recrear el mundo.

¡Tan asequible y tan lejano


¡Tan perdido y tan nuestro!…
Ya no es de su esposa, ni de sus hijos, ni de su madre;
sino mío y de todos…

La muerte tentó a Dios;


y los muertos no tienen estado, no tienen dimensión ni tienen domicilio.

Los muertos son libres como el aire, y aún más.


Nadie puede huirles; nadie es capaz de aprisionarlos;
se salen de las manos del amor;
miran al bien como un extraño;
el rostro del mal desconocen;
poseen una conciencia tan consciente, que llega a los linderos de la inconsciencia
y Dios no los alcanza, porque toman su forma informe y
su silencio de sonoridades desoídas.

96
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

...........................................................................................
El cadáver estaba caliente hace pocos ratos,
pero yo ignoro el tiempo y hasta desconozco el astro porque he sido influido!
1944.

Sinfonía
¿Suenan las esquilas?
Una muerte.

El aire está parado como una inexpresiva mirada.

Alegros de niños y de vellones a lo lejos.

Este paisaje entre montañas,


que me hace,
naturalmente, andar entre cumbres.

La exaltación de todas mis fibras ante el dolor irremediable


El lecho se me ofrece en el oasis para descansar o dormir.

¿Si aun después de dormido me acibarrará la perdurabilidad de la vida?


¿Si aun entre sueños se agitará la sombra de un lento aleteo?

Oteo el prado, y por el lado de la fortaleza todo es niebla azul,


y por el opuesto de la selva, todo albor lunático.

Ya no se siente la emanación de los árboles ni el cuchicheo de las ranas en el estan-


que mal humorado.
¡Y a no ser por un grito de perdiz, se diría que la
Naturaleza había muerto!…
1927.

97
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

América
Cantos de fe, de esperanza y de amor
La encrucijada
¡Oh pueblo futuro de América,
que estás hecho con la amasija de todos los hombres perseguidos del mundo!
Entre la montaña y tú,
ya se inició el diálogo de los ponientes largos;
entre el océano y tú,
ya se iniciaron los silencios inaugurales.
.............................................................................................
Mi boca se cuarteó
en el momento de irrumpir en la mueca de la palabra,
y vi una cruz de ceniza a mis pies,
y un sol resplandeciente en mi horizonte.
A lo lejos, un cuerpo se estiró en arco
y lanzó la flecha-grito
contra la Nada que disuelve el Todo
y que sin embargo, ¡es la Nada!…
.............................................................................................
Dios estiraba su cuerda
y la amiba su vientre
en la circunvolución de las conciencias milenarias.
1936.

Moderno apocalipsis
Este olor penetrante de la noche.
¿Por qué me hablará del más allá,
de la muerte y de la duda?
Este olor penetrante de la noche.
¿Por qué dejará mis miembros fríos?
¿No es mi alma un aspecto de la noche?
¿No es mi ser un destello de la nada?
Entonces, ¿por qué no me aquieto más y más
ante el inevitable seguro de todas las cosas?
¿No será la Creación realidad mía?
¿Me inhibiré de ser actor del Cosmos?

Todo lo que nace y muere


nace y muere en mí,
como si en mi débil humanidad se compendiara el mundo.

Estoy dormido desde hace XII siglos:


¿La Humanidad ha muerto?

98
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

Hombre de la Era actual:


¿Por qué donde estérilmente
dibujaste verdad no grabas vida?

Tu Ciencia es tuerta
Y tu Arte es, ya lo ves, ¡terriblemente limitado!

El continente no puede encadenar al contenido,


y eres en este vacío de agua y simiente,
el desencadenador del desequilibrio eterno.
Soy del Nuevo Mundo.
Vivo en el desierto de dos mares,
y me consumo en la inanidad de dos mundos.

¿Será esta la causa porque todo me suena a rellenado


y desespero al no ver florecer en la actividad vital el sexto sentido?

Esta falta de árboles,


esta desolación,
estos arroyos que agitan la inquietud de su murmuración
por entre ríspidos barrancos,
¿no están augurando una Civilización,
que sentará sus inconmovibles yacimientos entre las rocas vivas?

Ya para entonces, ¡oh América!


tú te habrás estremecido de la bruma del alba y de la tiniebla de la noche,
y entregada a la modelación de tu destino,
no habrá saeta ni esquife que trate de dar cuerpo a la pulsación de tu propia sangre.
Tú sola te bastarás para la dicha y el poniente,
y quedarás guardada para la fecha sin término,
como la sístole y la diástole del mundo.

América, ¿qué vas a ser con el olor a cedro que despiden tus campos?
¿Con el insospechado azul que distienden tus lomas?
¿Con el no hollado oro de tu sol que nos tatúa la frente?
Desenvolver las más radiantes realidades en una baja atmósfera,
ese parece ser tu sino!

Desesperanza del Presente


y devaneo de la Inmortalidad:
¿No puso, por ventura, sobre tu lomo sus arreos, la
Humanidad por siempre, yegua de la tierra?
“Yegua de la tierra y costal del cielo”,
como te nominarán en la mañana edénica los imberbes poetas.

Primero fue una sombra,


después fue un brazo,
después fue un miembro,

99
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

luego fue una cabeza.


Los ojos eran tristes;
el matiz de las pestañas era del color del bermellón subido;
el hablar era precipitado como una veta de mil arroyos que no tuvieran cauce;
el eco de la voz se escurría por los capilares del pecho
como un hilo de tenue crepúsculo.

Este era el continente del primer hombre que en América pudo releer la Inmensidad.
Desinterés de todos los hartazgos de la razón.
¡Ovulo en el útero de una extraña Mujer!

El pico de diamante estaba sobre la pradera de plomo,


pero los ojos del Hombre-lava lo miraban con desconfianza:
¡se había mentido tanto desde los griegos!

¡El mapa del futuro no está en los pies sino en la cabeza!

Hombre de la Era actual:


¿Por qué donde estérilmente
dibujaste verdad, no grabas vida?
¿Oteaste en tu estabilidad trascendente algo, en substanciabilidad, superior a la vida?
Inútilmente: la vida toda, fuera de la vida: nada.
(Caen mis manos flácidas, con dejadez, y hasta con
pesadumbre, sobre el libro del Tiempo).

¿Los adelantos de La Mecánica?


¿El Telégrafo? ¿el Teléfono?, ¿la Radiodifusora?
Esto es artificial:
me sabe a bebedizo de papel.
Los acato; pero no me pueden suplir las montañas.
Mi sed parte de adentro y no se puede satisfacer con simulacros de realidades.

¡El futuro! ¡El futuro!


No tiene objeto,
para los que hemos esperado la edad de la tierra,
probablemente cuatro cientos mil años!

La realidad para mí ya no existe


y sólo espero ver en mi derredor esparcir el silencio.

No tengo nombre…
Soy el Caos del principio del mundo.

Levanto un dedo sólo:


siento surgir un vago rumor de todo lo creado.

Siete paletadas cayeron sobre mi ataúd, pero no importa:


¡cien años antes que los hombres me ultimaran
ya yo me había muerto!

100
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

¡Y cómo no estar muerto,


si estoy mudo,
y mi mudez tiene sabor de siglos!

Mi frente es un jeroglífico de interrogaciones sutiles


y mi párpado vela el violeta de la luz de la tarde;
por las ventanillas de mi nariz el aire llega sin compás,
y mi boca en un rictus de inquietud, se hunde en el cráter de mi semblante.
No he dicho nada; no he podido modular nada.

Tomad lo escrito como un rizo de agua que el segundo disuelve.


1934.

América nace
I
Te quiero por última;
te amo por irrealizada;
te presiento así, incidiendo el mundo.
“Una maravilla”, dijo la vida.
“Una maravilla”, forjó la inmensidad.
“Un nuevo astro”, insufló el viento.
Miríadas de soles y de caminos.
Se te vislumbra hasta en las vértebras.
Miríadas de milagros opresos
se bosquejan en tus cuadrantes.
Miríadas de flujos y reflujos,
que exaltan y anonadan a la nada y al hecho.
Cima del cálculo y final de la cifra.
¡Oh, virgen vendada con una cruz de ideal blanco!…
Los caracoles suenan en las playas
como un conjuro de nuevos sucesos.
América, ¿estás abriendo el sésamo de la Tierra
que ha siglos, ha milenios
los hombres encontraron cerrado?

¿O es que al enloquecer te desvaneces


y descifras a la Esfinge,
a ese fantasma de la insegura e inestable Civilización,
una serie de inquietas e insondables preguntas?

La frase se me enreda y mi intención balbuce.


¡Si habrá poca esperma

101
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

en el piélago de la mente,
para formar en el desierto de este aluvión de voces un positivo canto!

Las olas creciendo y decreciendo


son más elocuentes que todos los hombres.

Una montaña muda


es más leal que un hombre hablando.

El cielo de la tarde protesta por una hendida frente


y la oquedad de la noche
es Dios mismo, sobrecogido de insólito cansancio.

Una a una vi al Inca quebrar sus flechas de palabras


y al Azteca enmudecer a una altura más alta que el silencio.

¡Oh América, que haces trizas las razas;


dialecto las lenguas,
murmullo perenne y vivificador el murmullo!
Creadora de algo no visto ni oído;
pero instintivamente, por todos los seres de la creación,
preoído y entrevisto.

Reflejo e hito
de la realidad irreal de la vida.

Mar donde van a parar todos los ríos del mundo.


Sin fisonomía, sin orientación:
sin cohesión apenas en tus fronteras;
pero sin embargo…

Tu historia la hicieron con el trasunto de todas las historias,


y la falsedad de los falsos ideales del hombre
modelaron tu vida.

Con todo, eres de veras grande;


eres de veras original;
eres de veras única.
Inexistente para los demás: ¡existes!
Y esperanzando o desesperanzando a tus moradores,
¡eres la Esperanza del Mundo!
1938.

Vado
En medio de mi sentir opaco y doble;
en medio de las cataratas de mis instintos encrespados;
loco de paz y más loco de conciencia anímica;
junto a estos hongos que mi espíritu separó de mi carne

102
DOMINGO MORENO JIMENES  |  ANTOLOGÍA

y que en mi carne florecieron de espíritu,


¡América, fuiste sólo mi sueño!

Hoy ya no tengo sueño:


me pierdo en una soledad más vasta que la vida.

¡Soy el páramo de un ideal desvanecido!


1940.

103
No. 7

FRANKLIN MIESES BURGOS


AntologÍA

Selección y prólogo
Freddy Gatón Arce
Un aspecto de la poesía
de Franklin Mieses Burgos
Ubicación 1

Esta serie del Pensamiento Dominicano se enriquece ahora con una selección amplia de
la obra de Franklin Mieses Burgos, cuya poesía ha sido acogida con beneplácito en todos los
círculos nacionales y extranjeros donde se la conoce. Reunidos en un volumen por primera
vez, los poemas que aquí se ofrecen confirmarán los méritos de una labor realizada sin pausa
y sin prisa, de suerte prodigiosa, en soledad abierta y atesorante.
La poética de Mieses Burgos cautiva por su musicalidad y su limpidez lírica, sin par
en la literatura dominicana. Estos atributos unifican su obra y al propio tiempo sigilan las
ideas que expresan o insinúan sus versos, al extremo de parecer que un solo asunto, central
y misterioso, es el objeto de su canto. Quizá la repetición de imágenes, términos y giros
idiomáticos disimule su pensamiento vario y sugerente, pero es obvio el predominio de la
magia sobre lo sensible, sobre lo escuetamente objetivo y sistematizado.
Su poesía, de raigambre barroca y romántica y abastecida por las corrientes literarias
contemporáneas, es opulenta en bienes humanos y estéticos. Pero las influencias, rectoras
o accesorias, están moduladas por la exuberancia, el brillo alucinante y la intuición des-
medida peculiares a un hijo de los trópicos. Consecuente y audaz consigo mismo, Mieses
Burgos esclaviza cuanto acaudala de otros y lo transforma en riqueza nueva y suya, por
virtud de su primitiva y constante concepción harmónica del verso, de su lirismo incon-
fundible y de su acento.
En este sentido, es nuestro poeta representativo. Las asimilaciones más diversas se
acumulan en él sin hostilidad y operan con eficacia sobre el nervio todo de su poesía:
son afluentes frescos que renuevan su canto personalísimo y vigoroso. Y esta es, si no
la más excelsa, una de las mejores modalidades de ser nacional en literatura. En los
últimos siglos, y sobre todo en el mundo de hoy, las transculturaciones son incesantes
e intensas y se escribe para todos los hombres y mujeres de la tierra y de su tiempo,
acorde las circunstancias de cada quien. Ineludible que así sea, pues la eternidad y el
exilio, en el quehacer poético, son vicios igualmente reprobables, trampas que vuelven
evasivos y falsos la escena y el presente del escritor; son un escamoteo a la persona
como ente histórico y conducen a un memorismo excluyente y sustitutivo de lo vital;
producen una vida precaria que se traduce en la obra, menguándola con todos los de-
fectos de la superchería. Refiriéndose a Mieses Burgos, Manuel Valldeperes apunta que
aquél “realiza el milagro de la revelación a través de poemas en los que sólo alienta el
simbolismo del paisaje”. Pedro René Contín Aybar observa “flora y fauna, principal-
mente marinas, abundosas, peculiarísimas”, entre los elementos formativos de la obra
del autor. Manuel García Hernández dice sobre Presencia de los días: “La tierra de Santo
Domingo incita como el buen vino… el eterno poema del isleño. El mar es cuanto se ama
y se respeta. Es el elemento turgente que grita en los oídos y en los corazones y este poeta
dominicano no se evade de tanta sugestión física”. Alberto Baeza Flores sintetiza: “La
poesía en Santo Domingo tiene que responder, necesariamente, a su naturaleza distinta,

1
Fue co-fundador de La Poesía Sorprendida.

107
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y al vivir del hombre más encerrado en sus comienzos y en sus fines”, al presentarlo en
Brigadas Líricas.
He aquí, pues, que la escena en que se mueve como hombre, cuenta en la lírica de Mieses
Burgos. No es un desarraigado. No se exilia para escribir, no obstante su fuerte imaginación
e incontrastable fantasía. Simplemente subyuga y exhibe su ámbito por estas dos virtudes poéticas
suyas. Vemos que también de este otro modo se revela su dominicanidad.
En pleno siglo veinte, un autor sin influencias sería un espécimen apócrifo y representaría un
individualismo exacerbado. Este extremo equivale a regreso y anquilosamiento, pues es irrefutable
que en la creación poética es necesario partir de los supuestos líricos existentes, del pasado, y nutrirse
de los buenos ejemplos que ofrecen los coetáneos magníficos. Otra actitud espiritual auspiciaría una
autosuficiencia perjudicial por impermeable y cerrada, a causa del aislamiento negativo que implica.
Para el enriquecimiento y logro de una voz propia, el eclecticismo es la vía saludable. Mieses Burgos,
poeta permeable y abierto, es por esto mismo un creador auténtico, consciente de sus fuerzas. Y su
canto será más fidedigno, dominicano y universal, cuanto mayores bondades líricas de diversa ten-
dencia asimile y participen en la depuración de su acérrimo instrumento expresivo.
Domingo Moreno Jimenes, Rafael Américo Henríquez y Héctor Incháustegui Cabral, por sólo
mencionar a los ahora más importantes, son poetas con asimilaciones menos heterogéneas que Mieses
Burgos; pero tanto en la obra de aquéllos como en la de éste, el ambiente entra con una dignidad
literaria, si diferente, de igual jerarquía. Adrede dejé fuera de este grupo a Manuel del Cabral, para
mí con timbres humanos y estéticos comparables a los de los antes nombrados, porque en su caso
no se puede hablar de influencias, sino de impregnación. Y a Tomás Hernández Franco, por ser una
figura aislada e interesante de la poética vernácula. Mas lo cierto es que estos seis creadores amplían
y consolidan la sensibilidad dominicana y la elevan a un grado que la hace cotejable con las más
ilustres de Hispanoamérica.

Ánimo Social
Cualquiera maliciaría que haya de ingeniármelas para exhibir el aspecto social o socia-
lizante de la poética de Franklin Mieses Burgos, porque entienda que ese rasgo envuelve
necesariamente una tendencia y un extremismo. Nada más lejos de mi empeño. Voy a exa-
minar el ánimo literario de quien expone el amor, la bondad y la autonomía como conquistas
personales; el ánimo de quien desea que los hombres aprendan a sentirse solos de veras, a
contemplarse sin ataduras, para el logro de aquellos atributos.
Si se le sigue el hilo al poeta que escribió “una balumba de versos de amor, de poemas
eglógicos, de cantos patrióticos”, y que luego se retira al silencio y la solitud a realizar una obra
de valía, justo es estimar que, al producirse su alejamiento, ya estaba nutrido, lo colmaba la
vida. Iba, y fue, a devolverle a ésta, en bienes de hermosura, sus inquietudes y enseñanzas.
Así se explica que Mieses Burgos diga:

Esta canción estaba tirada por el suelo,


como una hoja muerta, sin palabras.
La hallaron unos hombres que luego me la dieron,
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.

El canto por tierra, sin corporeidad, sólo música, fervor temible. El poeta lo recibe informe de
sus semejantes y le da expresión, existencia verdadera, en las diluidas sombras de los pájaros.

108
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Su entusiasmo crece, ha entregado el mensaje, pero la orfandad y la queja lo con-


mueven:

Y esta es mi pena ahora, el término y distancia.


el que yo muera siempre mientras los otros cantan.

Pasados el asombro, la euforia y el desengaño, viene la admonición:

Únicamente aquellos
que todavía no saben
que la tierra es muy grande
y sólo de unos pocos,
únicamente ellos
no abrirán el corazón
a la mirada triste
de los niños sin pan
y los perros sin dueño.

Luego la impotencia, el saberse el poeta en un clima en que ni la verdad de los demás es


suya, lo conduce por corredores soledosos y amplios, en donde la holgura es una ficción:

Sólo se es libre
cuando se está solo.
Y también somos únicamente
un prisionero de la soledad.

El amor, la bondad, lo individual supremo, le ganan en el ámbito interior en que sus únicas
servidumbres son el apartamiento estimulante y la contemplación de sí mismo como persona
y como creyente, como ser alimentado por el vivir de los demás y por el suyo propio. El
canto que un día le dieron los hombres y que él les devuelve ahora sin tasa, es ya una verdad
mediatizada por su yo así enriquecido e individuado y por su fe corroborada en los otros;
es ya un elemento hermoso que sólo Mieses Burgos puede arbitrar para todos. El poeta está
apto, y ágilmente se lanza por los mundos de la sensibilidad y el espíritu, comunicándolos
con júbilo y belleza.
Y estoy seguro que el lector habrá hallado, al cerrar este volumen y excediendo lo me-
ramente lírico, una canción que otrora rodaba por el suelo. Sea enhorabuena.

Freddy Gatón Arce.

109
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Orden del libro


En la división de este libro no se ha seguido un orden cronológico, sino que se han
agrupado las diversas secciones conforme su afinidad poética. Sin embargo, en la
primera parte, Orígenes, sólo se incluyen poemas de la etapa inicial del autor.
En Presencia de los días se le dio cabida a Cuando la rosa muere, canción que al principio
no formaba parte de aquella obra.
El ángel destruido estaba inédito hasta ahora. El poeta permitió que se escogieran los
fragmentos que se ofrecen, como primicia y regalo para el lector.
En Juicios se recogen algunas de las opiniones acerca de Franklin Mieses Burgos
externadas por nacionales y extranjeros, con el propósito de satisfacer mejor las
finalidades de divulgación de esta Colección.

110
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Orígenes

Esta canción estaba tirada por el suelo
Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras.
La hallaron unos hombres que luego me la dieron,
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.
Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas, caían de los árboles.

No sabía que la luna se enredaba


en las ramas que sueñan bajo el agua,
ni que comían los peces
pedacitos de estrellas
en el silencio de las noches claras.
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
que eran todas posibles
en la tierra del viento.

En donde la leyenda
no es una hierba mala
crecida en las riberas,
sino un árbol de voces
con las cuales dialogan
las sombras y las piedras.
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras.
Pero ahora ya sé de las formas distintas
que preceden al ojo
de la carne que mira.

Y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,


en las ojeras largas
que circundan la noche,
las diluidas sombras de los pájaros…

Canción de los ojos que se fueron


Se me fueron los ojos para ver la presencia
posible de las cosas que pasan como el río,
como el pájaro blanco de una luna sin alas,

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

como el cristal en donde


se desnuda el silencio.
Desde niño se fueron…
Y ahora tengo en la sangre
otros ojos que miran por encima del aire,
por encima de toda transparencia distante.
Y esta es mi pena ahora, el término y distancia:
el que yo muera siempre mientras los otros cantan,
cuando yo me deshago de llanto entre las yerbas
buscando las sonrisas que olvidan las estrellas.
Yo me iría tirando también como los otros,
en un cauce perfecto, mis redondas palabras…
Pero no puedo, no; hay otras formas mudas
que me llaman más hondo
que la voz de las aguas.
Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos
allí donde la niebla
tiene toscas moradas.
Y el silencio devora la imagen de otra luna
hecha de anochecidas
canciones apagadas.
Allí donde los nardos son palomas crecidas
con las alas quebradas.
Y la alondra no es sólo la dulzura de un canto,
sino una ruta ancha por donde llega el alba.
Allí donde las hojas todas tienen por dentro,
en el cielo inmutable de sus verdes entrañas,
el silencio de una primavera enterrada,
en donde están gritando de angustia por la vida
las rosas que no nacen.
¡Allí están mis ojos! ¡Los ojos de mi sangre!
Los que miran tan sólo
por encima del aire,
por encima de toda transparencia distante.
¡Los ojos que me dieron, que no fueron de carne!
¡Allí están, en la sangre!
Mirando el lado opuesto, la forma diferente,
el oculto sentido de la carne y la esencia.
Porque todas las cosas tienen su doble sombra,
hasta la voz y el viento.

¿Qué serafín es ese?


Allí donde furiosos los pájaros devoran
con el ámbar pulido de sus últimos cantos

112
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

el crecido racimo de una luna madura;


allí donde florecen todas las claridades
mi amor está esperando que retorne tu risa,
madrugada desnuda parida entre dos rosas,
rumor de caracoles en las manos del viento.
¡Yo no quiero que llores! Sólo quiero que digas
qué serafín es ese, que en tus manos vendimia
ternuras de azucena.
¿Qué serafín es ese?
No es ilusión de nieblas crecidas en mis ojos,
ni galanteo de pájaro que juegue entre las hojas;
es sólo una pregunta que se asoma a mis labios
cuando miro tus manos que recuerdan palomas…
Todas las lumbres altas nos anuncian auroras;
todas las mariposas, una ruta viajera.
Pero por ello mismo recordamos la rosa,
andariega de aromas
en un tallo clavada.
Un día yo te dije.
—Mi verdad es tan sólo
un reboso de luna derretido en el agua.
Mi voz vive distante como un clamor ausente
de la carne perenne que concreta las cosas.
Pero a pesar de todo, yo sigo siendo un niño
sorprendido entre tantos
crespones transparentes,
y entre tantas verdades
podridas como sombras.

Los caballos de Suro vienen por el viento


Ya llegó la vendimia
de los frutos sin nombres,
por donde en cada germen
que oculta la simiente
hay un hálito macho
gozando una doncella.
Yo la vi desde el árbol
donde el viento es nodriza
de los retoños nuevos.
Y ha llegado tan solo
porque el rosal crecido
tiene todas sus manos
llenas de voces blancas.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

—Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!

Un paso más, y ahora


descolgarás la luna,
sin que nadie nos diga
que es una voz distante,
una gardenia muerta
o una canción redonda
clavada sobre el cielo.

—Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!

Únicamente aquellos
que todavía no saben
que la tierra es muy grande
y sólo de unos pocos,
únicamente ellos
no abrirán el corazón
a la mirada triste
de los niños sin pan
y los perros sin dueño.

—¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento!

No le digas a nadie
que los pinos son hechos
con el canto crecido
de los pájaros muertos.

No le digas a nadie
que la tarde te hastía,
con su mirada enorme
de bestia fatigada.

La humanidad se cansa
de la desdicha ajena,
del llanto que no brota
del fondo de sus ojos.

—¡Madre:
los caballos de Suro
vienen por el viento,

114
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

y está lloviendo siempre


–siempre– una lluvia de cielo
por la noche del aire!

Fábula inefable de la niña loca


¡Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, yo no quiero ser tambor!
¡Me duelen demasiado los ojos en el agua
desde que tengo abierta esta herida en el viento!
Una vez me sembraron el alma de recuerdos
en las hondas riberas de la noche del tiempo,
en donde esta cayendo
como una sola gota, para siempre, el silencio…
¡Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, yo no quiero ser tambor!
¡Aquella dulce niña, que como yo tenía
dos blancas manos locas tendidas a la luna,
daba pena mirarla porque sólo decía
que la luna había vuelto sus manos mariposas.
mariposas que iban por nevados caminos,
entre lirios tronchados y azucenas sin novias.
¡Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, yo no quiero ser tambor!
Me basta con mi ancho corazón de voces,
mis caminos de humos enterrados,
mis campanas de nieblas doblando entre las sombras;
me basta con mis pinos sonámbulos que miran
cómo crece de trinos la bondad de mis manos.
¡Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, yo no quiero ser tambor!
Tú lloras porque piensas que yo no estoy presente;
supones que me he ido hacia los lirios rotos heridos por el aire,
hacia el mundo de sombras que desangra la noche;
supones que me he ido, desvanecida toda,
hacia el cielo difunto donde devoran albas tardías los gusanos.
Yo estoy ausente, sí, ausente de la carne
sin sueños ni sangre de tus huecas palabras,
más allá de tu muerta nominación de cosas.
Yo estoy ausente, sí, de tu forma distinta  de pronunciar alondra,
sepultada en un pecho nublado por el llanto.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, ya no quiero ser tambor!

Ahora que dolencias de sombras angustiadas


ascienden por el agua desnuda de mis ojos
y mi herida no sangra en la carne del viento;
ahora que estoy hecha de cosas enterradas
y toda estoy henchida de estrellas como un río,
no dejes que se vayan mis manos por el alba,
¡no dejes que se vayan!,
tengo miedo de un ángel oscuro que las llama.

Tambor! ¡Tambor!
¡Hermana, yo no quiero ser tambor!

Elegía por la muerte de Tomás Sandoval


¿Quién ahora, llorando,
te alzará desde el fondo solitario del mar,
para sólo pensar desesperadamente
en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,
o en aquella tu carne color de azúcar parda,
después que los peces hambrientos se comieron
el último paisaje de sol que había en tus ojos?
¿Quién ahora, llorando,
te alzará desde el fondo solitario del mar?
¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra!
¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo!
Después que la muerte dejó sobre tus sienes
una polar caricia de puñales de hielo…

Por esos ojos tuyos –dolor– por esos ojos


tan llenos de luceros distantes y neblinas.
Por esos ojos tuyos
derramarán su llanto de alero las palomas;
la noche que te clama sin cesar desde el cielo
colgará sus crespones de sombras ateridas
sobre un mundo salobre de guitarras y lonas.

Pero tú desde el fondo no la podrás mirar.


No la podrás mirar porque ya se habrá ido
el alba que alumbraba por dentro de tus ojos
de terciopelo oscuro;
porque ya se habrá ido sin campanas tu vida
hacia una madrugada de sal y caracoles,
más allá de la noche liviana de las algas,

116
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

a donde –todavía–
la luna no ha podido llegar para mirarte
definitivamente dormido bajo el agua.

¡Arena y sólo arena


para el ancla caliente de tus ingles desnudas;
para tus ojos, sombras de los corales mudos!

¡Arena y sólo arena para enterrar tus sueños


marítimos de nubes y de gaviotas blancas,
sobre un cielo de coco nublado de sardinas!

¡Arena y sólo arena


para hundirte en tu inmenso silencio terminado
entre besos impuros de hermafroditas peces!

¡Ay! ¡Que ya no habrá más música marina de acordeones


en tu lecho de limos y pleamares eternos!
Sin un puerto posible para tu despedida,
en la noche se fueron llorando las estrellas.

Querida entre tus brazos, habrás tenido sólo


una coquetería de manatíes hembras,
porque ya las abejas que anidaban tus labios
se habrán llevado toda la cera de tus besos.

¡Oh amante ineludible para quien la marisma


tendía el más oculto fluir de sus mareas!
¿Qué has hecho con el rostro pálido de las lunas
caídas en el fondo solitario del mar?
¿Qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas?

¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino


deambulará tu sombra en torno de estas islas
caribes que te dieron
ese estupor de cielo mojado de aguardiente?
¿Quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violetas,
y le dará a tu gesto de varón suicida
todos los crisantemos crecidos en la tarde?

En litoral amargo de llanto sin pañuelos


las verdes hojas anchas sacudidas
por tropicales ráfagas de horno,
te están diciendo adiós,
y tú no miras…

117
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

De
Seis cantos para una sola muerte
Primer canto
“Que un día, superada la temible intuición”.
Rilke.
Todo pensamiento
es una soledad y un aislamiento;
toda soledad, una renunciación
y una constante agonía.
(Escribo por hallar
una voz que me defina,
que me diga quién soy
y alce mi nombre, mi rótulo mortal,
con exactitud y propiedad interior de contenido).
Pero en el sitio real
donde despierto, me procuro;
en este sitio, el sueño
–inmensa flor ideal que se deshoja–
cae lento y pesado lo mismo que una sombra…
Y es que para ser,
o bien para existir,
no basta sólo pensar.

Hay urgente necesidad


de otro menester, no tan riguroso,
ni precisamente tan solitario en su agonía
(Escribo para hallar una voz,
no un pensamiento).

En la voz –mi voz–,


oscuramente,
siempre me descubro
como algo más que una soledad,
o que una muerte viviente.

Segundo canto
“Heme aquí,
Oh formas de Eternidad”.
Textos egipcios.

Hay algo que perece


sin contacto de mundo sensible
en la palabra.

118
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Hay algo que se evade,


sin que ésta pueda encadenarlo
al sonoro universo de su cuerpo,
e inconquistado, solitario, muere;
muere libre para el eco,
allí donde todo humano vocablo
edifica su último destino.

El hombre (preocupado
de suyo en lo profundo)
se desgarra por esta defunción
íntima de cosa que le es propia
y sin embargo, desconocida
en su más pura esencia.

Mas este comportamiento terrible


se le impone,
por ley de una existencia
que lo lleva hacia términos extremos.

Todavía el ángel de la plenitud interior


no ha descendido, generoso, hasta él;
ni el verbo que le es dable utilizar
aún se ha desatado
de la rutina de su orbe cotidiano.

Habla, sí, pero al hacerlo,


la pesadez impotente de su voz
le hace cerrar los puños y los labios
por no gritar. ¡Tal es la enorme
naturaleza de su asombro!

Pero el hombre
se lanza jubilosamente,
porque para él todo riesgo
es una nueva vigilia que procura.
¿Detenerse? ¿Retroceder?
Piensa: es una forma cobarde de morir.
Y él no quiere morir:
sus sentimientos son heroicos
y aspiran a la inmortalidad.
De aquí lo hondo de su soledad
y lo siempre angustiado de su canto,
de ese fluir místico de voces
por el que desfallece
en interior desvelo
de espíritu y de sangre.

119
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Si danza, escribe, pinta o canta


–y todo esto es ya danzar
en una más conspicua forma–
es sólo por buscar
un gesto perdurable.

Lo demás, es sólo el río


simple de su existir;
un agua sin rostro
definido que transita
–oscuramente–
entre la vida y la muerte.

¿Quién entonces, además de la voz,


se aúna a este morir
y muere con lo que muere de la voz?

¿Es sólo el poeta


quien afronta este destino
insólito del Verbo,
o hay alguien más, que como él
muere también de esta callada muerte?

Él dice:
no es lo alto el peligro, sino el aire,
la atmósfera en que crecen las palabras.
Pero ay, las palabras; las palabras también
tienen su altura,
su aire propio y su profundidad;
esa profundidad inconquistable, suya,
en la que el ojo del poeta
es sólo un ancla enceguecida…

¿Dónde entonces
la lúcida presencia de su lámpara?
¿Dónde entonces, y para qué, realmente?

De las tinieblas
surgió la voz de Dios.
Así el poeta (pequeño dios
de un cielo sumergido)
de las tinieblas también alza su voz.

Esa, su voz
cerrada toda, por oscura;
en la que el ángel de la luz no alumbra,
ni la verdad de los demás es suya.

120
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Tercer canto
“Yo, sin embargo, estoy solo”
Hölderlin.

Sólo se es libre
cuando se está solo.
Y también somos únicamente
un prisionero de la soledad,
de esa terrible soledad
en que lo oculto de la sangre bate,
de nuestro mar más intimo, sus olas…

Que la realidad resida en tu conciencia


y no fuera de ella;
que ningún aspecto externo
de cosa material perecedera,
empañe la limpia
transparencia de luz de tu mirada.

Hoy hay en el hombre


ciertas peligrosas actitudes,
que son únicamente asumidas por temor.
Por miedo a esa insondable soledad del espíritu
de la cual se huye como de un abismo,
y en donde, de caer,
flotaría lo mismo que una débil brizna
en medio de un inconmensurable
espacio de eternidad,
de ojo vacío, universal, sin fondo,
de ojo enceguecido para el Bien o para el Mal;
y en donde sólo la inmensa
noche de un cielo sin edades,
fija en perpetuidad de última muerte
su desolado rostro de tinieblas.

Puebla de vigorosas
realidades la más íntima soledad del espíritu.
Llenarla hasta los bordes de sí mismo,
y, con ello, de un más hondo,
más profundo sentido místico y humano
de la vida. He ahí la condición privilegiada
de aquellos nobles seres que valientemente
saben libertarse y se libertan
de toda otra forma de pasión
que no sea la de su propia apasionada soledad.

121
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¿Por qué hablar tanto y tan alto


de la humanidad y no en particular
del individuo?

La voz “humanidad”
es sólo una abstracción equivalente
a desvalido mar sin fondo,
a regresión reaccionaria
en procura
de la forma originaria
del clan primitivo idealizado:
una especie de oscuro
sentimiento de añoranza
por la rasera comunidad de la tribu.

Pero no: la posesión de la individualidad


ha sido una conquista;
una lucha entre los rudos elementos primigenios
y una de las más altas determinaciones
del espíritu, puesta al servicio y logro
de un verdadero propósito de liberación humana.

Más que un número simple,


sé un hombre determinado,
una propia individualidad
libre de toda servidumbre,
elaborada y realizada
en la profunda soledad del espíritu;
en esa incomparable soledad, en donde
se está más cerca de sí
y de la ya casi olvidada
divinidad del hombre…

Todas las nuevas formas


de vida creadas por el intelecto,
no son nada comparado
con esta maravillosa conquista del espíritu,
en que la integridad humana ha sido liberada
mediante una valerosa imposición de sí misma.

No, no permitas que falsas


claridades te hundan en las sombras eternas
del no ser; no, no lo permitas;
repliégate hacia ti, y recuerda que
siendo el poeta una síntesis cabal de humanidad
es a la vez, no obstante,
la individualidad por excelencia.

122
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Sexto canto
Decidme ahora, áureo varón del día,
fidelísimo amante de la luz inmemorial
que nos alumbra.

¿Debe marcharse aquél


por cuyos dulces labios elegidos,
el espíritu de lo alto dejó caer la voz
leal de su mensaje?

El que una vez habló, y lo hizo


porque en su boca el soplo de lo eterno
estaba aposentado,
no callará jamás, áureo varón del día;
no callará jamás
aun cuando en lo adelante
estén desprovistas de sentido sublime las palabras:
tal es la fuerte naturaleza de lo que dijo antes,
tal la huella indeleble que dejó su canción
de amor sobre las cosas…

Podrán los otros venir


desde su ciega noche,
podrán venir para acarrear tinieblas a su nombre
y oscurecer el agua más honda de su voz.

Podrán venir
para aportar su absurdo cielo de cenizas
allí donde una muerte mejor
ya ha sido para siempre conquistada.

Pero aquél
por cuyos dulces labios elegidos
fluyó lo eterno en desnudez de río,
en júbilo de ser y soledades,
¿quién, quién podrá hacerle ahora enmudecer?

Pero aquél, ¿quién es


si cual caverna de mar que repercute
al oleaje de lo inmenso, él es?

123
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Dionisio vulnerado
I
Es Dionisio quien canta
en la noche anterior
a la liberación
formal de las Bacantes.
Cuando todo era aún
sujeto a las cerradas
tinieblas del Abismo.
Atrás queda el Objeto.
El Objeto inicial
develando sus formas.
Inventando presencias
futuras para ser.
¡Es Dionisio quien canta!
En él, la soledad
es ya toda una humana
conciencia que es angustia.
¡Es ya un hombre! ¡Un dolor!
Es Dionisio. ¡Dionisio!
II
¡Oh humano libertado!
Cielo solo por donde
la memoria transita
arrastrando las sombras
de su mentido ayer.
—¿Qué cosa harás ahora,
con la sagacidad
de tu yo conquistado?
¿Del yo tuyo, liberto;
liberto para siempre,
como una maldición?
Tú solo. Sí. Tú solo.
Dios terrestre o ceniza.
Raudo río de días.
Apagado rumor
de un agua que acontece,
en torno del inmóvil
presente en que yaces.
(Único tiempo tuyo.
Único y verdadero

124
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

para testificar
del mundo de las cosas).
En ti es sólo el presente.
Eternamente él.
Lo demás, no es el tiempo.
Es solamente un río.
Un río solamente,
donde tu imagen queda
mientras las aguas siguen
pasando, como siempre.
III
Desata, oh Dios, desata
tu eternidad y clama:
Es tu ebriedad que quiero
y no la majestad
glacial de los anillos
que alrededor de ti
colocan en señal
de gracia funeraria,
por la inmovilidad
que –transitoriamente–
te adjudica la Muerte.
Tú eres ágil. Pues nada
es más ágil que tú.
Por esto te transformas
cada estación y eres
el joven Dios eterno
de las resurrecciones.
Del continuo volver.
Ninguno es como tú.
Ni ninguno tampoco
posee el ebulliciente
delirio de tu espíritu:
fuente délfica en donde
ruge la inmensidad.
Ruge como el mar.
IV
Dame ahora la copa.
La eterna copa viva.
El redondel sin fondo.
La subjetiva noche
donde tus ojos vueltos

125
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

contemplan el obsceno
vacío de la Nada.

Quiero entrar en el orbe


de tus desolaciones.
En la lúcida sombra
donde chispean tus soles
humanos de pasión.
De furor y de muerte.

(¡De muerte, sí, de muerte,


porque también la muerte
es un furor helado!)
V
¿Quién ahora sus labios
no apresta para un grito
de terror o de angustia?

¿Es Dionisio quien canta


o es alguna otra voz?
La noche tiene estrellas
como peces el mar.
Y el mundo
no es el mundo.
Es su sombra extendida.
¡Su sombra! Nada más.

126
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

De
Presencia de los días
Anillo de Dios
I
Desvelado existir
del extremoso amante que edifica,
solícito de un ámbito de holgura,
su más ancho universo en un anillo.
(Orbe menudo de metal que grita,
que solloza de lumbre enardecido,
desde la humana torre que levanta
su vigilia de sangre, su vigilia).
Preciosa eternidad hecha sortija,
maravilla que encauza su destino
hacia una forma única y cerrada.

¡Mundo poblado sólo por un dedo!


¿Quién se goza de ti? ¿Quién labra un sueño
de igual naturaleza
en tu silencio mineral de siempre?
¿Quién es capaz de penetrar al fondo
de tu desconocido
o acaso fabuloso acontecer?
¿Qué solitario inclinará sus ojos,
hasta llegar al alma
deshabitada toda de tu espejo?

II
Te inventaré la historia que no tienes,
el existir patético que ignoras,
sólo con un decir
de palabras amables que convienen.

Que precisan llegar


a tu mejor sentir. O a la premura
de ese rayo de sol –gozoso– que desciende
por disipar su lumbre en tus orillas.

Todo un río repleto


de distintos objetos cotidianos,
fluyendo desde el mundo desemboca
en tumultuosa profusión de formas
sobre la leve superficie tuya.

127
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y es ya una estrella solitaria, un cielo


de candorosos ángeles que pasan,
camino de la noche de siempre o del olvido.

La cabeza de un hombre en cuyas sienes


el dueño del invierno, madrugando,
vendimia lo peor de sus espigas.

Un rostro transeúnte que se asoma


tan sólo por mirar; una linterna
donde el espectro de la luz provoca
un despertar de mágicas serpientes.

La aurora de una rosa amaneciendo


por dentro de su misma transparencia;
un pedestal, un nido, una bandeja;
el fantasma de piedra de una torre,
desde donde las horas van cayendo
en perezosa lentitud de gota.

O bien, sólo la sombra,


la fugitiva sombra de un pájaro que cruza
solitario, volando sobre el viento…

III
Alguna vez el mar
viene también desmelenado en olas,
en verdeoscuro corazón de algas
o en frágil mármol de vencida espuma.

Alguna vez el mar


viene también desposeídamente,
en voluntaria soledad de agua,
sólo fiel a la lumbre de su cuerpo,
de su cristal unido a cielo entero,
desnudo en sencillez de espacio grande.

Nada queda por ver a tu mirada


de lámina tendida a que converge
un concurrir de jubilosas fuentes.

A veces son figuras


que llegan hasta ti, no sé de donde.
Elementos de un Greco ironizado,
fugaces estructuras
de inauditas presencias luminosas,
que pugnan por herir la córnea insomne
del inédito ojo con que miras.

128
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

En otras, sólo un cielo desolado,


un mundo sin memoria en que el olvido
–solitario lo mismo que una estatua–
edifica su rostro en el vacío.

Y nada ocurre entonces por tu cauce


de apretado metal enceguecido:
la absorta transparencia de un espejo
colocado delante de la nada
viene a tu ser, como paloma oscura,
parecido a silencio sin pupilas,
a noche desatada que te cubre,
que te llena de sí, y te aniquila…

Viene la noche y permanece tuya


por una inmensidad que es agonía;
que es muerte y abandono en la negrura
de un existir inútil del que ha huido
la cotidiana brega de la vida…

IV
Pasó la muerte y te cerró los ojos.
Todo es ahora en tu metal: olvido.
Cerrada noche en que la sombra cubre
la fina soledad de tus orillas.

Huyó la luz como lebrel herido;


huyó de ti hacia su propio cielo.
Nada acontece en el caudal que ocultas
bajo el cristal de tu apagado río.

Tu cuerpo yace ahora en otro goce


nacido a la delicia de lo inerte.
Ciego total, sin fábula de lumbre,
desposeído del antiguo brillo,
ya ausente de la luz y sin noticia
de aquella realidad que a ti fluía,
como un agua purísima del mundo.

Y es un secreto a voces tu secreto;


casi nacen campanas que lo anuncian
desde la limpia desnudez del aire.

Sólo yo que te invento ignoro el nombre,


la sonrisa leal, el gesto puro,
de aquél que entre sus manos te sostiene,
en amorosa eternidad suspenso.

129
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Las dos rosas


“Pero nunca sabremos
lo que la rosa es fuera de nosotros”
Leopoldo Marechal.

I
La rosa del jardín.
La simple rosa fácil para todos,
al tallo del rosal, crucificada.

La que asomada pública y desnuda,


al borde de la brisa vocifera
como el mejor pregón de su perfume.

La rosa muerta
en su nacer más pronto…

Rosa mortal
de vida transitoria.
Pequeño sol botánico encendido.
¡Cerrado nudo de color y aroma!

La que varada a orillas de sí misma,


a orillas de sí misma se abandona
hacia la fina levedad del aire.

La rosa mariposa encadenada


a su única forma llevadera.
Aquella vegetal rosa que sueña
con un viajero corazón de alas.

La distraída rosa sin memoria.


La rosa que se olvida de la oscura
proletaria raíz que la levanta.

La que empieza a morir todos los días,


en su ataúd de pétalos atados,
con el solo contacto jubiloso
del ojo enamorado que la mira.

La rosa estatua de sí misma erguida


sobre su verde pedestal de hojas:
intacta forma, material, sin fuga.

La rosa soledad desgarradora,


entre sus propios límites
cautiva.

130
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

La rosa eso: ¡nada más que rosa!


Sola y externa, estricta y objetiva,
en su hueca presencia realizada.

La otra rosa también,


la simulada:
fantasma corporal de otro fantasma,
rostro espectral donde el color tan sólo
suscita otra mentira,
otra historia banal que se deshoja
en torno a la ilusión de los sentidos.

II
Ninguna de estas rosas
de afuera, es la rosa.
La íntima. La rosa recatada
en su existir más hondo y verdadero.
¡La que el ángel defiende con su espada!

La obscura rosa abstracta,


la ambiciosa sugestiva palabra que edifica
múltiples formas de su propio origen.

La rosa del poeta,


fidedigna.

La que nace de sí para quebrarse


en diferentes orbes y cometas.

Cuando la rosa del rosal perece,


esta rosa de sangre resucita.
Torna a buscar su eternidad de siempre
al labio conmovido que muriendo la nombra por su nombre.

Que dice rosa sólo y aparece


un bello rostro inmaterial, herido;
una forma tan leve, que en el viento
su cuerpo no fatiga.

Inespacial presencia de un objeto


de pura irrealidad que construimos
para goce y deleite de ese amoroso dios de soledades
que clamando, por dentro nos habita.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Flor de sueño
Aquella jubilosa flor de nadie,
solitaria abstracción de los espejos.

Paloma de la sangre desatada


que en la fugaz iniciación del vuelo
llena su eternidad de claridades.

Hablo de aquella flor


onírica, sin dueño. De aquella
leve flor de irrealidades
que va cayendo sola desde el sueño.

Rostro de soledad entre sollozos,


entre carne que grita por el cielo.

Palabra que en el aire muere sola,


abandonada de su propio cuerpo.

Flor ideal
sin tierra labrantía
para sembrar la oscura,
desolada semilla de su eco.

¿Qué desvelado arcángel desentierra


de la noche total tu cabellera?

Ese río que nunca desemboca,


que no sale jamás de sus arenas,
del lecho inmaterial donde reposan
sus tenebrosas aguas de tinieblas…

¡Hablo de aquella flor,


única flor!
Huésped leal que hospeda el pensamiento
en su sonora inmensidad sin mundo,
suscitada presencia en el recuerdo.

Flor que no es
y sin embargo alumbra
su descarnada imagen de fantasma,
de ceniza que triunfa de la muerte.

Cuando la rosa muere


Cuando la rosa muere
deja un hueco en el aire
que no lo llena nada:

132
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

ni el eco que sepulta


su desolado rostro en otra arena,
ni la luz que va sola
en río transparente
hecho por serafines,
ni la sombra que es ala
de un pájaro de nieblas
nacido sobre el viento.

Cuando la rosa muere


deja un hueco en el aire
que no lo llena nadie.

Sólo el llanto lo anega


con sus blancas estatuas
de sal petrificada,
con sus astros caídos
y sus nubes viajeras;
sólo el llanto lo anega
–redondo como un nido–
para acunar tu pena.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Sonetos

Poesía
    Justa          Precisa          Estricta          Estructurada
Concisa          Vaga          Leve          Estremecida
Amorosa          Sensible          Apasionada
Desnuda          Reluciente          Amanecida

    Solitaria          Profunda          Desolada
Fresca          Primaveral          Humedecida
Telúrica          Celeste          Idealizada
Infinita          Finita          Sorprendida

    Atenta          Desvelada          Vigilante
Cavilosa          Serena          Delirante
Humana          Religiosa          Grave          Impía

    Enigmática          Franca          Misteriosa
Entrañable          Ligera          Vaporosa
Única          Eterna          Universal          Poesía.

Humilde mayo
Mayo trajo la flor. La milagrosa
palabra vegetal que arrulla el viento.
Mayo pobló su propio firmamento
con la sola presencia de una rosa.

Yo la miré ascender tan jubilosa


a su pequeño, débil, monumento,
que fue como si viera el nacimiento
de una terrestre aurora luminosa.

Era su viva lumbre madrugada


una encendida hoguera encarcelada
en el cielo cerrado de su esfera.

Única roja rosa amanecida.


Rosa de una estación empobrecida.
¡Sólo con ella fue la primavera!

Rosa en vigilia
Rosa en vigilia que delira en vano
desde el alto silencio de su orilla.
Aurora vegetal que maravilla,
más cerca de lo azul que de lo humano.

134
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Rojo fanal en la delgada mano


del tallo que sostiene la sencilla
luz que prende su sol, en la semilla
oscura de su hondo meridiano.

Para ti la palabra iluminada


por donde alza plástica la vida
su soledad más viva y perfumada.

Ninguna forma igual a tu desgaire


para ser como tú, sólo una herida
abierta y desangrándose en el aire.

Viva muerte
Huésped del cuerpo humano que me cierra
en mortales mortajas hospedado,
transito con mi ser resucitado
como una viva muerte, por la tierra.

Y cuanto miro en torno es una guerra


suscitada en un tiempo limitado,
por donde va cayendo derramado
el instante de vida que la encierra.

Sólo de muerte en muerte caminando.


Sólo de vida en vida cada día
igual que una semilla germinando.

Va mi vivir hacia su cielo incierto


llevando, sin saber, en su agonía,
la muerte en vida y con la vida, muerto.

El río
Con su húmeda espada reluciente
(caballero de niebla y de rocío)
camino que camina pasa el río,
solitario, desnudo y transparente.

Desde su pie descalzo hasta su frente,


como clavada hoja en el vacío,
sube a su piel un hondo escalofrío
de misterioso hielo permanente.

En torno de la luz que le enajena


(desolada, metálica, de cobre)
hay una voz oculta que resuena.

135
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Por esta voz que eterna le reclama


hacia la inmensa soledad salobre,
¡su corazón de agua se derrama!

A la sangre
Agua de soledad, agua sin ruido,
desatado cristal de pura fuente.
Agua que va cayendo interiormente
en mi cielo más hondo y escondido.

¿Qué misterioso viento sumergido


tu natural hechura de torrente
transfigura ideal y simplemente
en un rojo clavel enardecido?

Hay un íntimo dios que te construye.


El mismo dios que lento de ti fluye
por los labios abiertos de la herida…

Vivo clavel humano que perdura


sujeto por la leve arquitectura
de la fugaz estatua de la vida.

136
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz


Vida
I
“¡Oh cielo riguroso! ¡Oh triste suerte!
¡Que tantas muertes das con una muerte!”

El cielo destruido por que llora


mi acongojado corazón humano,
no es ese mismo cielo cotidiano
donde el rostro del tiempo se cobra.

El hondo cielo que mi ser añora


por ser de íntimo sol su meridiano,
ese cielo cayó desde mi mano
hacia una eterna noche, sin aurora.

Nada queda de él; sólo el recuerdo


a mitad del camino en que me pierdo,
alza el hueco fantasma de su nombre.

¡Cielo mejor, del ser, en su mañana!


A cambio del sabor de una manzana,
perdido para siempre por el hombre.

II
“Quién a las llamas del amor no muere”

Que es el amor en todas las edades


del ser que valeroso lo frecuenta,
una oscura semilla que fermenta
en etapas de calma y tempestades.

Más dado a lo irreal que a realidades


del suelo material donde se asienta,
va como oveja dulce que apacienta
en prados de celestes claridades.

Arquitecto del cielo que idealiza:


arde desde la lava a la ceniza
de sus propios volcanes desatados.

Hasta que por el fuego que lo inflama


es consumido, por la misma llama,
“¡en soledad de dos acompañados!”

137
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pasión
I
“Que del arte ostentando los primores”
Allí, donde hay un ángel que revela
su celeste palabra iluminada,
allí mi alma eterna se desvela
sola, de madrugada a madrugada.
Por esa voz eterna que se anhela
verla en carne de estatua edificada,
hay una fría caricia que la hiela
y un fuego que la enciende en llamarada.

No da el ángel su voz porque


la tira desde el alto desolado clima
de la noche cerrada en que delira.

Hay que bajar del cielo a lo más hondo,


presintiendo el hallazgo de la sima,
a recoger su voz, que está en el fondo.

II
“Con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido”

Este tacto solícito que abruma.


Este vivir más hondo en los sentidos
va descubriendo cielos escondidos,
nuevos mares ocultos en la espuma.

Ignorados espacios por la pluma


de misteriosos pájaros caídos,
mundos de claridades suspendidos
tras la noche pequeña de la bruma.

Nada perdura inédito al contacto


de este absorto mirar inquisitivo
de las pupilas íntimas del tacto.

Así de mi interior huyen las nieblas,


porque si ciego para el mundo vivo,
lleno de luz estoy en mis tinieblas.

Muerte
“Bella ilusión, por la que alegre muero”

Llueve mi soledad de noche oscura,


de eslabones de sangre desatados.

138
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Y una más alta claridad fulgura


debajo de los párpados cerrados.

Todo fuera de mí se hace negrura,


amasijo de lienzos apretados,
donde no es necesario ni perdura
el aire de los cielos libertados.

La luz que irrumpe súbita en la sombra


de nuestra humana claridad terrena,
como un destello lívido que asombra.

Esa lograda claridad postrera,


llena de eternidad y de mí llena,
¡es la única lumbre verdadera!

139
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

De
Demonio de ceniza

Demonio de ceniza
Demonio de ceniza…
Criatura a quien el fuego le dio su último nombre:
¿en cuál cerrado anillo del humano existir
se debate, furiosa, tu impotencia;
ese golpear insomne de campana que clama perdida en sus tinieblas;
grito de bestia herida
que muriendo denuncia desesperadamente su agonía,
esa su oculta muerte merecida?
Demonio de ceniza
a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo,
mar que cierra en sí mismo sus últimas orillas.
¿Cuál encono terrestre oscurece la noche de tu cielo por dentro?
¿Es que anhelas acaso cambiar a voluntad la noche de tu origen
o suscitar laureles aún sin verdecer para tu torva frente?
Demonio de ceniza…
Cielo apartado y solo como el cielo
la gloria es un rumor que llega desde fuera,
un mar enardecido cuyas olas se abaten al pie de las estatuas,
eco donde la noche terrible del olvido también irá cayendo,
nada más que un rumor,
un lejano rumor salido de otros labios,
inaprensible voz donde un júbilo niño apenas ilumina su sonrisa.

Demonio de ceniza…
Presencia y realidad de lo incompleto.
No hay cielo que soporte gozoso tu osamenta,
el hielo de tus manos; no hay cielo que se mire sereno por tus ojos,
ni aun aquel en que crecen desmesuradamente las semillas del odio.
(Cielo para la muerte total de la lealtad del hombre)

¡Demonio de ceniza
a quien el dulce viento de Dios no eleva al cielo!

Saber no es repetir el nombre terrestre de las cosas.


Tampoco es recoger como un mendigo el eco caído de otras voces,
ni cosechar en huerto de ajena sementera,
una escuálida fruta en donde lo infecundo fermenta su amargura.

Saber es sepultar un nombre en lo más hondo.


Tal vez una palabra de amor únicamente.

140
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Saber es el pensar de un dios desmemoriado


que tiene que inventarse continuamente el mundo.

Hay una edad que pone solícita su tiempo de amor al crecimiento:


no se salta de ésta ni se engaña tampoco lo que viene del árbol
madurando por dentro. Aquella savia suya
de vigoroso aliento que lo ensancha,
que lo abre en conciencia y en plenitud de fruto.
Ello sabe de siempre.
Pero el árbol jamás lo precipita.
—¡He aquí toda la fuente de su sabiduría!

Su realidad no excluye –para ser– la presencia


de ningún otro árbol igual que le acompañe:
él es, y goza en ser de un modo leal y suficiente.

Demonio de ceniza:
tú no estás en el árbol,
en esa edad sensible de los brazos abiertos.
No te das generoso como la espiga al viento;
y es por esto que hay algo que te niega a ti mismo
por la voz, cuando cantas; algo amargo que a todos
te denuncia lo mismo que el cristal de un espejo;
algo oscuro e insondable en su propio designio,
que te hace morder con diente de rencor
tu propia sedienta primavera…

Demonio de ceniza:
¡nada vale en la tierra
si no ha sido amasado con nuestra propia sangre!
¡Nada es útil al hombre si no sale de él por la piedad y el llanto!

Propiedad del recuerdo


Sujeto por designios redondos como anillos,
como aros profundos enroscados en torno de su propia osamenta.

Entre una muda carne cerrada y sus marfiles.


Sin huir de la orilla,
de la cálida tierra más próxima a la noche primera de su muerte.

Desesperado e inmóvil
hecho de insomnes pájaros azules y cadenas.

Sin el más leve atisbo de un objeto de fuga real, de una salida


para su sed distante de labios y gargantas.
Sino de un agua última, espiritual, compuesta de espacios, de cometas.

141
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Seguido de una huella descalza, de una sombra


que reclama el sonido de su voz más antigua.

Entre edades por donde desemboca jadeante, sudoroso, corriendo


el furioso caballo de nieblas que galopa debajo de su instinto;
debajo de la espuma sin rostro, de la ola
soberbia que se bate contra el rojo arrecife
de su pulso más hondo.

Exactamente entonces, por igual, como siempre:


en el instante mismo en que estrujó sus ingles calientes sobre el orbe,
sobre el mundo pequeño, todavía sin nombre de una sola manzana.

Hora oscura en que el ángel –enardecidamente–


se arrancó los cabellos
y no tuvo en su angustia más cómplice de lumbre que el espejo del agua,
que el cristal donde siempre se ahoga una paloma de amor, una guitarra.

En ese mismo instante de estupor solitario,


de uñas recién crecidas, de íntimos dedos largos
con que el horror procura descubrir una estatua de silencio en el barro.

En ese mismo instante, fue subiendo a su árbol, a su más propia rama,


en donde latía oculta la gota milenaria de su última sangre,
de su más vieja tribu de lágrimas reunidas…

142
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Sin mundo ya y herido por el cielo



Imploración
Sin mundo ya y herido por el cielo
voy hacia ti en mi carne de angustia iluminada,
como en busca de otra pretérita ribera,
en donde serafines más altos y mejores harán por ti más blanco y preferible
éste mi humano corazón de tierra.
¡Oh tú, la que sonríes magnífica y sublime
desde tu eternidad desfalleciente! En tu vértigo de altura dolorosa,
parte mi vida en dos como tus trenzas.
No quiero que te digan ya más: ¡mira tu hijo!
El de tu humilde barro fabricado con sus hondos infiernos y sus cielos
en la terrible noche de sus polos,
muriendo sin morir, petrificado y solo.
Tu hijo de tierra y de huracanes hecho, en la unidad universal del cosmos;
tu hijo, el de las briznas de fuego y los cantos
en su sumergida isla de llanto y de dolores.
El que te mira a ti, transfigurado, en clima de distintos hemisferios,
uno y plural ¡en tu palabra eterna!

Tema
Aquí, compañero impasible, aquí:
donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan
los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen
que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,
como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos del pulpo,
lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;
materia fija y dura; materia desde donde
crecen mil manos largas para sólo agarrarse;
para sólo buscarse
en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,
color, forma y substancia de un mismo y continuo ardoroso contacto
hecho de superficies varadas a la orilla,
callada y solitaria
de la noche del aire.
Aquí, compañero impasible, aquí:
donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia
van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;
aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos
alzados como cinco columnas suplicantes,
y el mar es sólo un ojo,
un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.

143
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Aquí donde las yerbas van pensando tan sólo


cómo hundirse hasta el fondo de la entraña terrestre,
¡yo no quiero encontrarte cuerpo sólo y presencia!
¡yo no quiero encontrarte concreta o sucedida
de otro modo distinto que no fueras de sueños,
que no fueras de nube, de estupor o de grito,
en la isla profunda de mi llanto enterrada!

Aquí no quiero hallarte: posible; realizada; aquí no quiero hallarte,


porque yo sólo busco, tu no ser en las cosas para ser en mi esencia,
para ser en mi árbol, en mi poblada selva de raíces muy hondas,
por donde están fluyendo las aguas luminosas de otro cauce del mundo
sin estatuas perennes sonreídas al fondo.

¡Oh dulce voz crecida del tamaño de un nombre!


¡De la misma estatura de una pena callada!
Sin labios todavía donde sembrar sus letras,
los signos expresivos para su oscura y nueva
subterránea vendimia de maduras angustias,
en donde nunca, nunca, hallarán las semillas de sus extraños frutos.
Pues para hacer tu risa que nunca había nacido,
¡cuántos nardos hubieron de morir en el alba!
¡Cuántos granos de arena
en la margen opuesta del litoral del mundo!

Desde el dolor primero que nació con nodriza de afiladas espinas,


hasta el llanto sepulto de las piedras sin ojos,
de las rosas sin alas,
¡todo ha sido un anhelo de epidermis heridas!

Todo ha sido un continuo y furioso buscarse


entre cuerpos y cuerpos de una terrestre carne de cielo despoblada,
en donde a toda hora una soberbia soledad rugía,
o un enorme silencio terminaba.

¡Ay! ¿De qué pecho caliente de huracanes marinos


viene ese oscuro viento? ¿Viene ese oscuro viento
para mesar los finos cabellos de las rosas que nacen en los pechos,
que nacen en las manos
y mueren en los blancos jardines de los dientes?

Ese viento es el viento eterno del contacto del mundo con las cosas.
El formidable viento que hace girar de amor al universo entero:
desde el pequeño germen oculto entre las hojas
hasta la fe de aquellos que no mataron nunca su alma ni sus ojos.

Aquellos que han seguido creyendo que la brisa es un ala tendida,


y la noche, una negra paloma degollada más allá de las sombras.

144
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

(Impenetrables sombras de donde muchas veces


descienden en legiones mis musicales ángeles borrachos)

Los que ya van sin cuerpo porque se despojaron en el propio camino


que retorna del mundo de su íntimo llanto;
los que van siempre heridos de paisajes por dentro,
éstos únicamente quedarán liberados de la terrible lucha
del humano contacto,
en el que cada objeto creado es como un brazo,
una garra tendida hacia otra presencia de su ser inmediata.

¡Que nada estará libre del sentido del tacto!


¡Que nada estará libre del crecido sentido!
Ni la hormiga ni el cardo;
ni la estrella ni el nido;
ni la tierra ni el agua,
ni la noche ni el aire;
ni la selva que muere en un ardiente pecho de pezones flotantes;
la boca que ríe encendida de rojos claveles a lo lejos,
ni los ojos tampoco,
en donde un agua oscura va llena de sonámbulos violines delirantes,
ni esas claras gotas del celeste rocío,
en donde un dulce cielo de pájaros habita.

¡Que nada estará libre del firme y decidido clamor de su mandato!


¡Que nada estará libre!
Ni el asno pensativo ni la piedra callada;
ni el silencioso amante enamorado;
ni la madre ni el hijo,
ni tú, que has sido hecha de ardorosas palabras,
en medio de los rubios arcángeles dormidos.

¡Que nada estará libre!


Aquí, en esta tierra, en este mismo espacio en que morimos
en una eterna muerte, sin reposo.

Presagio
Yo estoy muerto con ella
sin rumoroso llanto de azucenas,
desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,
desde la misma rosa de hielo en que ella habita,
desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,
desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.

No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;
no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de amor resquebrajados;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido:
ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,
ni la amarilla voz de los otoños,
ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura
donde moldea el silencio su recóndita estatura;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido…
A la orilla del llanto sereno de la noche,
a la orilla del llanto donde caen las estrellas,
no sé desde que sombra yo escucho sus campanas
(palabras que se han ido de amor entre las gentes).
Yo estoy muerto con ella
–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:
el mar… la tierra… el viento…
La brizna más pequeña que esté lejos de ella.
La que no haya podido colgar su primavera
furiosa de sonrisas o de besos
sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,
el traje que no tiene,
los ojos con que mira,
o esas lluviosas manos donde vienen
a reposar en ella los astros sonrientes…
Yo estoy muerto con ella –inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,
donde un río como ella pasa callando siempre.


Primera variación
¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,
aquella espada vino desnuda como un río?
¿Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,
tan honda como el agua sin riberas del llanto,
donde el dolor agita su inmensa cabellera?
Para que se quebraran tus senderos de aroma
hubieron de habitarle caracoles al viento,
arenas retorcidas como torres de humo,
como manos oscuras,
como terribles dientes,
hubieron de habitarle para siempre.
¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!
¡Isla sola, sin nubes sobre el rosal anclada!
¡Mariposa sin alas, cuyo sueño era el cielo!
Por tus propias raíces tendidas como escala:
—¿Habrá, para morirte, que nacer un lucero?

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FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Pero no fue la muerte helada, sino el beso, el gemido profundo


de tus propias espinas, quien apagó la aurora vegetal de tus pétalos.
Pues ya desde un antiguo dolor tú te morías.
Te morías por dentro –como todos– un poco.

Segunda variación
Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,
como un árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo
en un grito que cobra su precisa medida de estatura de cielo.
Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo
la soledad su estatua de silencio,
porque no soy un bosque, sino un hombre
limitado en la forma de su humana presencia.

Devuélveme mi mar de otras edades, mi fino mar de vidrio transparente,


desmelenado igual que los leones,
con su náufrago cielo solitario en la aurora salobre de sus conchas,
con sus yodos terribles, sus salitres de milenarios miedos oxidados
en el bronce sonoro de sus negras campanas.

¡Mi mar!
¡Mi viejo mar,
poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!

El que vive aún en mí –petrificado–


en olas submarinas de pretéritos llantos congelados.
El mar que no se ha ido,
porque en mí está varado como en el tallo del rosal la rosa,
como mi corazón, sobre la tierra.

¡Oh! Dame tu oscura lámpara de sombras.


Quiero irme de nuevo desnudando hasta volver al mar
y ser sus olas…

Tercera variación
¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!
Nuestros signos sin nombres designados,
seco árbol en donde
no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco
en el cielo remoto de los otros vocablos,
de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles.

¡Reino éste cerrado, igual que los melones!


¡Negro como la entraña profunda de la tierra en que habitamos todos,
con el solo destino vegetal de las ramas,

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de los troncos que existen mordidos por la tierra,


sin ayer, sin mañana, sino siempre!

—¿No crees que como ellos también hemos vivido


desde el espanto mudo de nuestra inmensa y honda desolación humana?

Alguien conmigo ahora no obstante lloraría


mi ruiseñor de luna,
muerto de soledad entre los lirios, si no fuera por esa
pared hecha de manos, de uñas y de dedos, de bocas y de dientes.
en donde todo acto
realizado se queda como una flor herida,
como una cabellera destrozada,
lo mismo que una estrella, sobre su cielo, muerta.

Estamos frente a frente


de una eterna verdad que nos derrumba a todos
como a livianas torres,
como a espigas quebradas por la mano del viento;
ni tú ni yo podremos abrir un solo surco para sembrar su sombra,
su endurecido aliento.

Todos hemos crecido debajo de su cielo.


Todos hemos crecido
y ahora nuestros pechos tocan el rojo fuego crepitante.
que incendia sus cabellos tendidos sobre el mundo.

—¿Somos ceniza o brasa para el tiempo feliz en que lloramos?


¿Somos ceniza o brasa? ¡Ni tú ni yo sabemos!

Conclusión
¿Qué descarnada mano de arcángel o demonio
en la insondable noche donde termina el mundo
me está cerrando siempre tu ventana más alta?
¿Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,
mi más pesada piedra de soledad crecida?

No es con trino de pájaros tirados a la orilla desolada del viento,


con que yo quiero hacer
la música seráfica de tu inefable nombre;
no es con trino de pájaros ni con temblor de agua recién amanecida
con que yo quiero hacer la selva de rumores que puebla tus cabellos,
la sumergida arena que cruje temerosa por dentro de tus pétalos,
en donde alguna playa solitaria
agoniza de albatros y de espumas;
no es con trino de pájaros, sino con tierra y hojas,

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FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

con buriles oscuros de espanto y de ceniza,


en donde otras campanas
–sin torres ni palomas–
vayan tocando solas, vayan tocando solas sobre el mundo.

Yo sé que el cristal tiene detrás de la perenne sonrisa de su cielo


otros cielos despiertos madrugados de voces,
madrugados de lirios en otras primaveras distintas a tus flores,
y que no es éste ahora
el más preciso instante para arrancarle sordas palabras a las sombras;
a ese universo tuyo,
en donde arrodilladas están todas las cosas.

Yo tendré que buscarte de nuevo en mis confines: ¡rosa propia o estrella!


Yo tendré que buscarte: ¡quizá sombra caída de crespones espesos!
Pero siempre mordida, toda mordida siempre de realidades mías.

Sin embargo ya nunca podrá venir la muerte para llevarte ahogada.


Sin embargo ya nunca habrá quien te destruya de amor o te deshaga
de la más pura infancia donde enterraste todas tus raíces oscuras.
Un soberbio verano te ha clavado en la entraña terrestre de mi cielo;
un soberbio verano, y ya –siempre desnuda–
estarás para el fuego de mis besos humanos,
resuelta para el ansia de tenerte en mis labios,
en donde mil demonios habrán de recibirte terribles y voraces,
con un fino y hambriento presente de marfiles.

No importa que te sueñe o piense trastornada.


No importa que te mire en otras más profundas soledades,
mi amor te irá siguiendo tendido como un brazo,
te irá siguiendo siempre
tras todas las mudables presencias en que habitas:
oruga, pez o nube; luna que irá alumbrando por otros cielos altos,
por otras más lejanas riberas desoladas,
en donde sólo el viento de cerca te persiga,
allí estará mi brazo; allí estará mi brazo como un odio crecido,
como una inmensa torre para ceñir tu talle,
tus tenebrosas trenzas, tu aliento desvaído;
allí estará mi brazo partiendo tus corales,
las auroras enanas de tus dorados senos de amor recién nacidos;
hurgando en las ocultas ciudades de tus manos,
en donde algún prodigio irá de nuevos soles lejanos despertando,
el cielo que dormita pequeño en tus anillos.

Allí estará mi brazo:


mi cuerpo se habrá ido hacia otras torturas;
hacia otras cadenas más hondas y distantes se habrá ido mi cuerpo.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Sabrá Dios por qué rutas mortales irá huyendo con los ojos vacíos
como un árbol perdido,
lo mismo que una oscura semilla siempre sola muriendo!…
¡Pero mi brazo no;
mi brazo estará aquí, al lado tuyo,
soberbiamente siempre, como una eternidad clavada en su destino!

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FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

De
Clima de eternidad
Prometeo mortal
Ellos todos se irán cuando la nueva luz intrépida levante
del uno al otro lado sus traslúcidas lámparas matinales de vidrio
por dentro de la noche sonámbula que aún siembra
negras rosas de sombras a la orilla del viento donde llueven violines,
donde llueven guitarras de musicales cuerdas como gotas de río.
Ellos se irán cantando, cantando alegremente,
cuando ya madrugada la mañana disponga de un par de golondrinas
que humanicen de alas temblorosas el rostro inhumano del cielo.
Se irán enardecidos hacia el filial ambiente dejado por sus cuerpos,
para cubrir el hueco de atmósfera cavada de donde procedían.
Porque nada ni nadie puede tener dos sitios iguales en el aire,
dos rendijas abiertas para unos mismos ojos,
para una misma voz,
sin que se quiebre el orbe pequeño en que habitamos.
¡Cada uno a su propia cavidad primitiva!
¡Cada uno a su cueva personal aborigen de donde fue sacado!
¡Cada uno a su hoyo, a su terrible hoyo
proporcional y justo que responde a la exacta medida de su talla!
¡Que allí estarán los moldes intactos de sus manos,
de la primer sonrisa que floreció en sus labios como una flor pequeña!
¡Que allí estará sangrando la imagen espantosa de su dolor primero,
como una muda esfinge de sal petrificada!
¡Que allí estarán las huellas, las digitales huellas
de su voz aguardando
el debido retorno de sus propias vocales!
Una espera impaciente
desde el confín del aire del mundo está clamando por todas estas cosas
como claman las sombras por sus cuerpos
vacíos, sin ninguna realidad en ausencia del perfume del nardo.

Ellos todos se irán: en cambio, solitarios, nosotros nos quedamos;


nos quedamos anclados frente a la misma noche desolada de siempre,
bajo la misma luna eterna de forzados,
sin ningún árbol propio
donde colgar un nombre diferente a la angustia humana que nos hiere.

Nos quedamos en medio de nuestra imperturbable


soledad estancada
de abismos sin balcones,
para pagar la libre inmensidad del cielo,

151
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

sujetos Prometeos a la roca invencible de carne sin alas,


donde esculpe el silencio sus estatuas perennes de rencor y de miedo.
¿Dónde encontrar entonces la asequible garganta abierta para el río
caudaloso y profundo de nuestro propio llanto de fuego derramado?
¡Llanto que clama siempre por un mar encrespado de vivas muchedumbres
en olas colectivas
de una humana marea de almas agitadas!

Ellos todos se irán; nosotros, nos quedamos.


Nos quedamos nosotros hundidos en la entraña del terrible tambor
donde golpea furiosa la sangre derramada de los últimos muertos,
sin ninguna presencia que derribe la noche donde crece el olvido,
sin ninguna posible catástrofe que impela a un gesto perdurable.
¡Pobres dioses humanos a un inmenso dolor de eternidad atados!

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FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

De
El ángel destruido

Barro inaugural
Sólo una gran piedad pudo crear los mundos
eternos sin hastiarse.
Sólo una gran ternura pudo sembrar la vida
como se siembra un árbol:
la jubilosa voz de una semilla.
No pudo ningún otro posible sentimiento
alzar nuestro destino;
nuestra meta mayor ante la eternidad
absorta que nos mira,
desde sus hondos ojos
de solitaria estatua preferida.
Una gran campanada resquebrajó los altos
cristales de la noche.
Y chirriaron los goznes, los metales mohosos
de la casa vacía
donde cavaba él solo para enterrar el agua
sin rostro de su llanto,
de su íntima noche caída hasta la angustia.

Aún no transitaba por el cielo el relámpago


de pluma de los pájaros,
ni el viento, todavía, era un sepulcro abierto
para enterrar palabras;
voces precipitadas desde los rojos labios
donde el amor fabrica muriendo sus campanas.

Ignorado de sí –lo mismo que la nada–


clamaba por un nombre;
por una voz tan llena de sangre que lo hiciera.
A sus pies el silencio del orbe era un gran río
de soledad cayendo,
un mudo serafín de bronce arrodillado:
—Quiero un labio que esculpa
mi nombre sobre el aire.
Un eco que responda preciso a mis palabras.
No, no es posible que exista sin que me piense nadie.
Mi realidad se hastía de ser para mí sólo.
Sin otro que me sienta temblar
yo no sería…

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Entonces fue la infancia desnuda de la luz


su limpio nacimiento.

Entonces, su niñez,
anécdota de espejo.

Memoria de la lámpara de bruñida sonrisa


de vidrio adolescente,
de ángel verdadero que delata el relieve
más fino de las cosas.

Entonces fue su aliento un solo resplandor


de fuego bajo el agua,
en medio de la noche sin alba de los peces.

Ninguna fuerza pudo quebrar su pensamiento;


su soplo forjador crecido como un brazo
de luz en las tinieblas,
en el ojo vacío donde moldeaba el tiempo
su estatura de sombra,
la forma de su rostro perdido hasta la ausencia.

Mensaje a las palomas


Id ahora a decirles a todas las palomas
que el milagro de Dios nos estaba esperando
oculto bajo el agua.

Que además de la luz –viva entraña del verbo–


igualmente fue el beso; la caricia del ala
de su sombra en las algas,
en medio de la noche sin alba de los peces.

Id ahora a decirles
que cuando la luz fue la primera sonrisa
caída de su espejo,
algo dejó de ser en torno de la luz,
algo rodó en pedazos debajo de su lámpara.

También id a decirles
que el solo hecho de ser
es ya una destrucción.

Porque sólo no siendo


es posible lo intacto.

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FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Adán de angustia
Ahora tengo el anillo cerrado de su nombre
como una gran cadena sobre mi corazón.
Todo él me circunda y sin embargo lloro
vencido por la angustia de su cielo de siempre;
el dolor de su pecho cubierto de raíces;
la inmóvil permanencia de su mundo inmutable
donde todas las formas lograron su presencia,
su realidad concreta de cosa terminada.

Queda mi incertidumbre destruida a la orilla


terrible de su orbe, donde ya nada empieza,
donde nada comienza después de sus palabras.

Ahora soy el objeto final de sus bondades.


El más noble fantasma que colma su deleite.

Sin embargo yo tiemblo de horror, yo me devoro


sepulto en este clima salido de sus manos,
en medio de esta arena caliente donde él puso
toda su enorme fuerza para crear el aire,
la noche de esa fruta donde madura el alba.

Aquí fueron los peces, las palomas, los nardos;


aquí los caracoles primeros, los corales
de enrojecida voz despierta entre las aguas.

Aquí fueron las rosas lo mismo que los pájaros.


Ningún ángel valiente traspone mis umbrales.
El mismo fuego aún es propiedad del cielo.
Fundo de los demonios que pueblan la intemperie.
Sólo el gran abandono del tiempo está conmigo.

¡Oh señor de la voz donde nacen los soles!


¿Qué quieres tú de mí que me dejas tan solo,
clavado ante el silencio de esta atmósfera tuya,
donde ningún esfuerzo derrumba las murallas,
la gran pared eterna que limita tu rostro?
¿Eres sólo una máscara cubriendo su misterio,
una piedra cerrada donde sueña mi infancia?
¿Aquella oscura infancia que en tus manos no tuve?

Algo me está por dentro creciendo como un río.


Algo me está quemando como una llama viva.
Siento como una espada caliente entre mis ingles.
Una espada de fuego que incendia mis entrañas.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¿Qué puedo hacer ahora de nuevo con tu nombre


después que estas palabras cayeron de mi árbol?
¿Qué puedo hacer de nuevo con ellas, Alfarero?

Ya estoy lejos del barro con que te entretenías.


Ahora soy un brazo que siembra una semilla,
un gran surco despierto, una luz en vigilia.

¿De quién aquella voz humana que me nombra


desde la oculta rama de mi propia costilla?

¿De quién aquella voz, aquel hondo vagido


que resopla en mis venas profundo como un río?

¿Quién en mí está clamando,


erguido ante el abismo de su propio delirio?

Su nombre lo presiento tras un cielo de hojas


mordidas por los dientes pequeños de la brisa,
ante la voz posible de una anciana serpiente,
en la era redonda de todas las manzanas.

Soledad segunda
Tengo la soledad segunda entre mis manos
como una ciudad muerta,
como un cielo olvidado donde no van los pájaros
de la luz o del beso
a picotear los altos racimos donde cuelgan
las uvas del silencio.

Desolada y terrestre soledad en que habito:


mi Edén, mi Paraíso, mi tálamo de espadas.

Aquí ahora mi llanto más íntimo, la fuente


de desatadas aguas que me inundan por dentro,
de los ríos que vienen muriendo por mis ojos.

¡Esta no es la ventana para mirar lo eterno,


aquello que limita mi ser y lo destruye
en dos tiempos de sombra para una misma angustia!

Prefiero la difunta ceniza de una rosa,


la huella de otro viento, de otra ciudad de nuevo
mil veces destruida.

Pero que nada sea perenne en torno mío:


ni la piedra, ni el árbol, ni el eco de su voz
lleno de eternidades.

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FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Que nada tenga un mismo destino prefijado


de antiguo por su mano,
que el río un día de nuevo retorne con sus aguas
profundas hacia arriba,
hacia el cristal desnudo de su primera gota;
que no parta el origen tan sólo de su verbo,
sino que muchas rutas distintas se eslabonen
para llegar al hombre.

No es tu mundo de objetos amables lo que quiero:


me es igual la presencia de todas tus estatuas
de luz perecedera.

Quiero algo que sangre –en mí– siendo de otro,


para que así mi llanto también tenga otros ojos.

Eva recién hallada


Tú que habitas ahora despierta sobre el agua
rota de los diamantes.
Tú que habitas ahora, como una llama viva,
lo mismo que una lámpara desvelada en su propio
mundo de claridades.

No eres la luz terrible, la fulgurante luz


que llega de los cielos.
Eres la espada fina, la silenciosa espada
que siega las tinieblas,
el más agudo grito salido de las mismas
entrañas de las sombras.

Eres el río de siempre cubierto de ceniza.


El río inevitable
donde mi amor aguarda la primitiva lumbre
que quiebra sus metales,
sus desoladas selvas, sus ópalos del aire.

Eres la iluminada,
la solitaria esquiva que defiende los bronces
de la noche y del alba.
¡Radiante forma anclada de los vivientes orbes,
traspasado por ti derrumbo mis orillas,
hago rosas de hielo de mis propias palabras!

—¿En cuál lecho de otras arenas diferentes


creció de soledades?

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

la noche que en tus pulsos moja en agua celeste


su roja llamarada?

En la ola de vidrio furiosa que te envuelve


lo mismo que una torre,
como una firme hiedra de sed devoradora,
construida de ciegos arcángeles te elevas
más allá de las nieblas,
hacia los nuevos soles que laten en tu sangre
llovida de amapolas.

—¿Es al amor que esperas erguida en el umbral


de la rosa más alta?
¿De la encendida rosa que el verano calcina
con sus labios de fuego?

Debajo de la muerte total otras campanas


desesperadas claman,
claman otras campanas
debajo del silencio donde crece el vacío
como una flor helada.

Primera evasión
Lo redondo es un ángel caído en el vacío
de su propio universo,
donde la oscura voz de su verdad resuena
llena de eternidad cerrada y de infinito.

Lo redondo es un río que sale y que retorna


de nuevo hacia sí mismo, hacia la hueca nada
donde su ser gravita.

Por su forma la lengua de Dios está explicando


su gracia preferida,
la imagen con que muestra la sombra de su rostro
desnuda sobre el mundo.

—¿No es su ley la que esculpe la manzana del orbe,


el anillo que muerde el pedestal del árbol,
la cabeza del hombre?

Lo redondo es un ángel cautivo que no sueña,


que no se traslimita de su cerrado cielo;
un ángel prisionero
que está sujeto a Dios como un objeto más
de amor entre sus dedos.

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FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Segunda evasión
—¿Quién encendió la lámpara perenne de la rosa?
¿Quién desató el pequeño enigma de la hoja?

Cuando el ángel pregunta ya deja de ser ángel;


la ignorancia es la espada desnuda que defiende
su rosa de inocencia:
la rosa que no sabe ella misma el origen
terrible de su nombre,
de su propio fantasma cerrado como un nudo
de aroma hasta la muerte.

Desvelado Caín
A la orilla del aire yo destruyo la sombra
delgada de los pájaros
solitarios que habitan caídos en el cielo
pequeño del rocío,
de ese húmedo espejo donde todas las cosas
del alba se derrumban,
se hunden en el frío metal en donde el trino
sonámbulo se hermana con la niñez del agua.

A la orilla del aire yo destruyo la rosa


del rosal, la azucena,
la nube y la guitarra que también es alondra
nacida en una nueva
presencia quejumbrosa de metales heridos.

A la orilla del aire yo destruyo el aliento


del ángel, la paloma.
Nada queda en mis manos que no rompa en procura
de mí mismo en el fondo,
en la íntima entraña sepulta de las cosas
donde lo eterno esculpe su máscara de siempre,
su soledad más honda.

¡Oh Padre imaginado


tras el terrible cielo por donde pasa el viento
del misterio soplando la voz de sus campanas!

—¿Qué cosa es que supongo hallar


tras de tu niebla?
¿Cuál enigma vislumbro oculto tras la negra
semilla de tu árbol?

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

La noche milenaria
que enroscada descansa sin rostro entre mis huesos,
la noche que me oprime por dentro y me devora,
¿no es la misma que cava con sus dedos de sombra
su abismo en los objetos?

Por aquí desemboco rodando hasta la gota


donde la más antigua de mis voces descansa.
Si tú el cálido aliento de tu pulmón soplaste
para forjar del barro miserable la estatua
preciosa de la vida,
yo levanté mi mano valiente hasta tu rostro,
para inventar la humana presencia de la Muerte.

Desde entonces yo he sido también un dios creador,


único arquitecto de ese orbe distinto
donde el fecundo cielo no hizo luz del verbo
sorda parte de un mundo donde la intacta sombra
es virgen todavía.

No es Abel el que muere herido por el golpe


salido de mi mano, no es Abel el que muere.
Con él sólo destruyo las formas permanentes
del objeto primero:
igual me hubiera sido la presencia del alba,
lo inmutable del cielo.

160
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Juicios
Alfonseca, Iván
“La labor poética de Franklin Mieses Burgos es asombrosamente fecunda. Este des-
tacado poeta que nació en Santo Domingo de Guzmán –hoy Ciudad Trujillo–, el 4 de
diciembre de 1907, pertenece a la escuela surrealista. Entre sus libros inéditos y en
preparación podemos citar sus obras teatrales La Ciudad Inefable y La Isla de los Este-
tas. Otras en verso y de ensayos como La Torre de las Voces y El Ciudadano de la Luna.
Por su gran cultura y acervo de conocimiento, podría decirse que es el prototipo del
autodidacto. Desde muy joven se manifestaron en él, el estro y el numen del artista,
cuando publicó sus primeros versos a la edad de 22 años, vaciados en moldes clásicos
en periódicos y revistas dominicanos, tales como Blanco y Negro, Listín Diario y Baoruco.
Antología Biográfica (La juventud de Santo Domingo en la poesía contemporánea, 1942) .
“…Franklin Mieses Burgos… ha sufrido… una evolución en su afán de alcanzar la
suprema belleza de su arte. Antes, su poesía de tambor, (queremos decir rimada),
revestida de la solemnidad pomposa de un clasicismo riguroso, ha ido progresi-
vamente cambiándose en poesía silenciosa, subjetiva, despojada un tanto de esa
ornamentación arcaica de rima y métrica inviolables. Mas, ¿quién no diría que en
ésta como en aquélla, está patentizada la emoción espontánea de un poeta? Sus
incipientes poemas, en los cuales el verso era sonoro, vibrante y emotivo, nos seña-
laron un Franklin Mieses Burgos como poeta auténtico. Como una prueba de ello,
escuchamos al poeta de entonces:
¡Qué me importa que tenga los cabellos de oro!
¡Qué me importa que lleve en sus ojos el mar!
Mi anhelo sólo anhela que sea pálida y triste.
Intensamente triste, como un rayo lunar…”

“Para la época de su génesis poético, Franklin Mieses Burgos se destruye por primera
vez y se sumerge en su mundo interior para retornar de nuevo y externarse con una
nueva ideología poética. Así, su poesía se va espiritualizando y haciéndose más etérea
cada día, a medida que su espíritu se hace más tenso de sensibilidad y su sensibilidad se
refina más. Entonces él se hace dueño de esta gran verdad: …Los espíritus que no pueden
cambiar de opinión, dejan de ser espíritus. Y fue entonces cuando el poeta dijo:
“Lloremos por la rosa que ya casi no es rosa,
sino un trino de pétalos clavados,
sobre la vertical resignación de un tallo”
(De La Poesía de Franklin Mieses Burgos y su evolución).

Baeza Flores, Alberto


“La poesía en Santo Domingo tiene que responder, necesariamente, a su “naturaleza
distinta, y al vivir del hombre más encerrado en sus comienzos y en sus fines. Así
esta poesía, tan herméticamente dominicana, en su espíritu, y tan universalmente
de lo lírico mejor, en su estilo, de Franklin Mieses Burgos”.

161
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

“Gran trabajador solitario, se ha construido, como todo gran poeta, un mundo má-
gico donde resuena el ancho corazón de fuera y cobra vasta medida y equivalencia
lírica. Angustia y corazón, imaginación y pureza, intensidad y fervor lírico, pasión
y gracia, dan la tónica d su poesía.
“Como en Jorge Carrera Andrade, la metáfora adquiere importancia de brillo en
él, pero como en Rilke, en Mieses Burgos, la ternura, el amor, la soledad, el mar, el
milagro del existir, del contemplar, del conocer y del sollozar, se transforman en
lúcida y profunda gracia poética. Se diría que todo él vive en mantenida conmoción
poética, en medio de una isla circundada de sueños y de profundidades”. (De Una
profunda y solitaria voz en la lírica dominicana - Edición de Presencia de los días por
Brigadas Líricas, Mendoza, Argentina).
“La infancia está viva en él, y como todo poeta verdadero, lleva sobre los hombros
de esa poesía angélica, el peso encantador de una infancia cargada de poesía, que
continúa hablando en sus actuales símbolos líricos.” (De Franklin Mieses Burgos y
la fantasía salvadora).
“Mieses Burgos, dueño de un paraíso final, se contenta con el radiante y peligroso
oficio de iluminar los contornos de las cosas de la tierra, de llenarlas de resplandor ya
casi al caer en el olvido o el vacío. Tenaz, enérgico, celeste a la vez que melancólico,
quemado en lo terreno”. (De F. M. B. entre sus cosas: doble retrato).

Contín Aybar, Pedro René


“La veta lírica de Franklin Mieses Burgos es inagotable. Cuando en la pubertad, ay!,
un poco distanciada ya, inició la comunicación de su rítmico soliloquio, tocome a
mí la contraria en la opinión de los amigos quienes le incitaban a la poesía erótica,
acordes con el gusto y la ignorancia de una varonía apenas esbozada de una juventud
demasiado joven. Trataban de torcerle al poeta en agraz el vuelo por el mundo del
sueño, su bello sueño de siempre, para hacerle andar los terrenos caminos de todo
el mundo. Fue discreto el poeta y nos complació a todos: Una balumba de versos de
amor, de poemas eglógicos, de cantos patrióticos, dio al acervo de Franklin Mieses
Burgos la nota ritualista del actor atento a su público.
“A las callandas, sin embargo, renegaba él y conservaba intacto su estro delicado, pro-
fundo y luminoso, para dárnoslo ahora y desde siempre, en esas notas íntimas llenas de
fuerza y con aliento augur que son su verdadera poesía. ¿Necesitaba el poeta gestar su
mundo protegido tras los muros exteriores que a los insensatos detuviera? ¿O el tesoro
le era tan querido hasta la avaricia de la fecunda soledad de su propio sueño?
“…es preciso… reconocerle (a F. M. B.) el valor intrínseco y justipreciar su valor en
mercado abierto, para emplear imágenes burocráticas, sin ironía. “Ha sido labor
solitaria, la suya, de depuración rigurosa, sometiendo el ímpetu al cauce necesario,
por lo que el poeta, atento a su voz interior, ha impreso la voluntad de su alma ex-
quisita a toda su obra, aceptando el reparo de las otras voces, oyendo y filtrando el
concierto de todas las músicas. Vale decir, una alquitara consciente donde la esencia
más pura de su ser se instila.
“Muchos (poetas) actuales no calan esas aguas (las del postumismo). Franklin Mie-
ses Burgos es uno de ellos. Y es él, también, otra de las figuras a cuyo arrimo han
crecido, aparejadas, inquietudes distintas…”

162
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

“Franklin Mieses Burgos no es un improvisado, sino la resultancia feliz de una


fuerza aplicada. Ha habido en él un proceso formativo fácilmente seguible para
los estudiosos que yo señalaría así: Impulso lírico dominante, período de ensayo,
maduración en la Elegía por la Muerte de Manuel –léase Tomás– Sandoval (uno de sus
más bellos poemas definitivos, donde reprocho una pequeña concesión al público,
que el poeta debe eliminar cuando recoja su obra), culminante en Sin Mundo ya y
Herido por el Cielo, reafirmado, –libre de toda espuria intromisión: apasionado amor
a los ángeles de Blake, a la angustia de Rilke, a la rosa de Juan Ramón–, en estos Seis
cantos para una sola muerte.
“El soliloquio del poeta continúa. Su pesquisidora inquietud bucea en los terribles
misterios de la vida y de la muerte, hijo del hombre, del hombre hermano y un
hombre él mismo en la plenitud de su incontrolada fuerza universal. Es el hombre,
la especie hombre, frente a todo lo demás, –su invención, su ignorancia, su conse-
cuencia–, el interés del poeta. No es ya “su” problema sino “el” problema. A través
de su conciencia él ha vivido la tragedia del hombre “de plus” en la existencia.
“Habría que considerar, posiblemente, actitudes en la formación poética de Franklin
Mieses Burgos, con riesgo de parecernos verle cambiar de rumbo algunas veces, no
por pecado de juventud entusiasmada, sino como quien, deliberadamente, deja una
senda por convenirle otra. He aquí la esencia de esas “actitudes”: ha sido la lucha
del sueño contra el intelectualismo, de la forma y de la esencia, del poeta y del ser
social hijo del medio donde le ha cabido actuar.
“Los elementos formativos de la poesía de Franklin Mieses Burgos conllevan flora y
fauna, (principalmente marinas), abundosas, peculiarísimas, caso raro en la poética
nacional, además de la propensión al sueño, la concepción aristocrática de la vida,
el ansia de ascensión, y una mezcla de ironía filosófica y de paganía controlada por
un poso romántico-católico. Musicaliza su verso con bien definido ritmo y gusta
de construirlo en “arte mayor” moderno. A veces se deja apasionar por el poema
corto, sin embargo, y compone, con experta mano de orfebre, deliciosos sonetos y.
breves canciones.
“Aunque los años lo situarían en un grupo inmediatamente anterior, el encantador
lirismo de su siempre evolucionante poesía, lo tiene a la vanguardia en la moderna
poética dominicana”. (Sobre Seis Cantos para una sola muerte, en Cuadernos Domini-
canos de Cultura).
Franklin Mieses Burgos, “poeta elegante y sugeridor. Su verso es la inquietud de un
espíritu que sueña, pagado de las hermosas evocaciones y ardido de eufonía. Busca,
en la musicalidad, ala para el viaje al misterio, y en la palabra hermosa, motivo para la
justificación de la alegría del ocio espiritual y de esas sutiles filosofías donde la aristo-
cracia de las ideas es culto a la aristocracia de la sangre y a la del talento”. (En Antología
Poética Dominicana, 1ra. edición 1943).
“Franklin Mieses Burgos tiene ya una labor estimable y la calidad de su poesía está
ligada a las más nobles virtudes líricas, en su condición de clara emoción de un espíritu
consagrado a la belleza. Ha publicado, además de numerosas composiciones que apare-
cen en los números de la recién suspendida revista La Poesía Sorprendida, dos estimables
cuadernos de poemas, que la crítica inteligente ha calificado con los más entusiastas y
merecedores epítetos”. (En Antología Poética Dominicana, 2da. edición, 1951).

163
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Cuadernos Dominicanos de Cultura


“Dionisio Vulnerado muestra a Franklin Mieses Burgos en las últimas edades poéticas
de su fecunda creación. Aspectos no conocidos de esa labor cobran inusitado aliento
en el poema, y lo reafirman como uno de los poetas que siguen una trayectoria de-
finida y característica, en la que están ausentes los falseamientos y la insinceridad
propios de quienes no se nutren de la verdadera poesía”. (No. 91, marzo 1951).

Fernández Spencer, Antonio


“La poesía de Franklin Mieses Burgos no es para los desavisados que se quedan en
el contorno armonioso, musical de sus versos, en el elegante hallazgo de su imagen.
No está en “la poesía de las palabras”. Su poesía deviene angustiada, desesperada;
realizándose desde planos subterráneos y subcelentes; pasando por climas telúricos
y metafísicos, que ignoran los que engañados por lo que llaman “voluptuosidad de
las palabras y de la imagen”, dejan escapar el perfume de su pensamiento, la entraña
de su vivir atormentado. En Franklin la imagen brota arrebatada de su pensamiento,
como galanura de su pensamiento dolorido, herido, misteriosamente, herido por
una nostalgia del ser que ve, precisamente, a los hombres, varados en las palabras
y en la más hueca realidad”. (De carta acogida en Ventana de cada día, columna de
Alberto Baeza Flores).

García Hernández, Manuel


“Este libro (Presencia de los días)… es un alto exponente de la poesía de la ternura.
Sin patetismos líricos; sin embrujamiento de un arte menor en extensión de otra
fuerza que lo salve; todo en sencillez, en pleno dominio de lo que muestra el cora-
zón, este poeta de la tierra dominicana produce sus sueños en una lírica realidad
de acentuados tonos.
“Burgos salva esa discordia extra humana: canta con su amor inefable a lo que es
digno de que no muera jamás. Lo hace con exultación, con deleite y a veces con lujuria
de colores. No es para menos. La tierra de la isla (de Santo Domingo) incita como el
buen vino”.
“…el eterno poema del isleño. El mar es cuanto se ama y se respeta. Es el elemento
turgente que grita en los oídos y en los corazones y este poeta dominicano no se
evade de tanta sugestión física para enardecer lo que haya de amarse por siempre en
los años de juventud, picantes años y en los que se reserva el tiempo, para quietud
y armonía de soñar”.
“Este poeta de Santo Domingo es encendido de fe en su poesía. La ama, la siente
y la denuncia ante el mundo y así nos lo dice con su voz generosa”. (De Cartas de
Buenos Aires, septiembre, 1948).

La poesía sorprendida
Franklin Mieses Burgos “defiende un aislamiento elegante, solitario, cultivado para
una obra fina, honda, imaginativa, múltiple, constituyendo un doble ejemplo de
selección en vida y poesía”. (No. 3, diciembre 1943).

164
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

“El afán depurador constante, la búsqueda insatisfecha de sus fondos mayores


líricos y humanos –poéticos siempre– había impedido, por la demasiada exigencia,
el inicio de la edición de la obra de Mieses Burgos, no obstante figurar desde hace
años como uno de los aportes más importantes y definitivos –antológico siempre– a
la lírica dominicana de todos los tiempos.
“La finura de Italia, el sol de las islas Canarias, la firmeza de Asturias, entran
por las sangres de sus antepasados explicando su lírica. Infancia de poeta
ejemplar. Luego de apasionada adolescencia, su nombre ha figurado en los
movimientos principales de poesía en la República. Colaboró en el Listín Dia-
rio, en Bahoruco, en Recta y en Cosmopolita. Redactó Agora. Fue miembro del grupo
literario La Cueva.
…Sin Mundo ya y herido por el Cielo, un cuaderno poético ejemplar, no sólo a la lírica
dominicana moderna, sino a la antillana y a la americana en general”. (Edición Sin
Mundo ya y herido por el Cielo, enero 1944).
“Sigue imperando (en Clima de Eternidad) su verso de respiración solitaria y profunda,
apeteciendo campos cada vez más de hombre interior para la poesía, y esta vez de
hombre interior preocupado de su tiempo y de sus años”.
“Lo amoroso está, dirigido como flecha clarísima a Ariel y Prometeo, que son sím-
bolos mayores de su obra… Ambos merecen reunir todo un alto homenaje a los
muchos leales trabajadores de conducta leal española y, por lo mismo, universal
eterna, de nuestra España en América, merecido homenaje a quienes nos han dado
tanto a cambio de nada.
“Ariel y Prometeo viven en el peregrino pueblo español en nuestras tierras, y toca
ahora al poeta decir con belleza esta emoción que desgraciadamente no todos los
americanos alcanzan a mirar en su importancia grande y bella: la presencia maravi-
llosa de los mejores hijos de la mejor raíz de América en nuestro continente. (Edición
Clima de Eternidad, julio 1944)”.

Lebrón Saviñón, Mariano


“Franklin Mieses Burgos es poeta entero. Antítesis de esa fuerza telúrica que es
la poesía de Héctor Incháustegui Cabral, en Mieses Burgos, fecundo como aquél,
predomina el elemento del sueño; viene de más adentro su poesía.
“Sin ese exquisito coqueteo de Contín Aybar, sin ese tono sereno y bíblico de More-
no Jimenes, hay en Mieses, hondos temblores y emociones. Sobre todo emoción.
“Imágenes puras y misteriosas con zonas brillantes, dan la tónica exacta de su
alma:

“Después de que los peces voraces se comieron


el último paisaje de sol que había en sus ojos”

“Así es su poesía: iluminada y bella. Todo en él es angustia; por el desaparecido


paisaje de sol, por el dolor de las rosas que no nacen, por una grande muerte junto
al alba…” (Cita de Presagio).
“He ahí un viento que pasa. Ese viento es el viento del eterno contacto del mundo
con las cosas. El formidable viento que hace girar de amor al universo entero. Es

165
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

el viento del poeta, su amor hecho palabra, pero palabra limpia del contacto con el
hombre que no sueña, y limpia de la piedra, que esconde su retina para cosas eternas.
La palabra de Mieses –vale decir, su canto– ha florecido en un cielo: el luminoso
cielo desde donde

“aquella espada vino


desnuda como un río”.

“Y escuchamos toda su canción; tú, yo; aquél que llorará con él su ruiseñor de luna.
Porque ha quedado eterno muerto con su palabra

“sin rumoroso llanto de azucena…”

desde todas las cosas, terriblemente muerto, sin estrellas; muerto desde su
sombra, para surgir triunfalmente, blanco fénix del alba, repleto de los astros
que a los otros les faltan y las lunas serenas con que a todos les llama”. (De Luces
del Trópico, 1949)

Pérez, Carlos Federico


“Me refiero a Presencia de los Días. A mi entender ahí se encuentran no pocas de
las notas más depuradas de tu obra. Cada una de ellas sería merecedora de una
ponderación específica, pues abunda la luz deleitosa de la genuina creación poé-
tica, pero se destaca, con alardes de goce íntimo, una ejercitación magistral de
los más elevados niveles de la sugestión artística. Este aspecto es singularmente
interesante, tanto por lo que vale por sí mismo cuanto por lo que representa como
ejemplo para la poesía dominicana moderna, que con harta frecuencia mengua o
ignora su privativa finalidad estética en aras de otros intereses que podrán ser de
todo menos poéticos”.
“Los tres poemas de Presencia de los Días constituyen un ejemplo magnífico,
repito, dentro de la poesía dominicana de nuestros días. Los versos de estos
poemas conducen ágilmente al espíritu, en forma ingrávida, de una sugestión a
otra, hasta depararle la sorpresiva y ansiada fruición de lo bello como el goce de
una luz que resbala con suavidad por el contorno de las cosas. Y no obstante su
formulación introvertida, esto es que se limita casi en absoluto a la manipulación
de los elementos de la intimidad psíquica, no llegan jamás a la desolación de lo
incomprensible.
“Lo valioso del ejemplo no es para ponerse en dudas. La poesía dominicana en estos
días encauza su expresión a tono de las corrientes universales aunque siempre, al
igual que antes, con retraso y dándose solamente a imitarlas sin que por lo regular
haya conciencia ni siquiera de sus procedimientos. Si la manipulación eficaz de
éstos es asaz difícil, aun para aquellos en condiciones de comprenderlas, puede
presumirse cuán frustratoria resultara su mera imitación externa. De ahí que sea
abundante entre nosotros el pecado artístico en materia de poesía. La arbitrariedad
lógica que no depara hallazgo emotivo alguno; el prosaísmo sin ningún rango
estético; la acentuación del sentido de tesis con perjuicio de la fluidez artística, son
desnaturalizaciones corrientes, entre otras.

166
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

“Es hora ya de que las afirmaciones que me he permitido hacer cuenten con el tes-
timonio de tu poesía.
“Como se deja entrever a lo largo de esta carta y como lo anuncio en sus comienzos,
ese testimonio se limitará a ilustrar la poderosa capacidad de sugestión estética que
es fúlgida presea de Presencia de los Días, pero ello no implica ni remotamente que
estos poemas carezcan de otras proyecciones.
“Cuando dices, refiriéndote al anillo:

“Maravilla que encauza su destino


hacia una forma única y cerrada!”

se percibe al instante, junto a la resonancia estética, por ejemplo, un mundo de trascen-


dencia filosófica cuyo origen podemos remontar hasta aquella concepción aristotélica
del movimiento circular como el movimiento perfecto porque es continuo y empieza
y termina en sí mismo.
“Es la sugestión estética, sin embargo, la que me interesa, tal como se percibe en

“La aurora de una rosa amaneciendo


por dentro de su propia transparencia…”

donde un encadenamiento de cosas indefinidas tiene fuerza de expresividad suficiente


para desbordar la latitud de los vocablos aurora, rosa, amanecer, transparencia, y aler-
tar el espíritu hacia una clase de sensaciones similares que ofrecen una síntesis de
carácter estético indudable.
“Esta búsqueda de la confluencia de las sensaciones psíquicas que, cargadas de evo-
caciones, ofrecen ciertas palabras, florece constantemente a lo largo de los tres poemas
en verdaderos hallazgos de la más amplia capacidad de sugestión. Por vía de ejemplo
se muestra en los tres versos del apartado segundo de Anillo de Dios, en el cual se
refuerzan, en ese sentido, una serie de vocablos unidos por los hilos invisibles de
una simpatía subconsciente:

“O bien, sólo la sombra,


la fugitiva sombra de un pájaro que cruza
solitario volando sobre el viento”

“Los términos empleados, por lo que sugieren, conducen a una definición por encima
de su alcance expresivo de lo fugaz, definición ingrávida e imprecisa, desde luego:
sombra, fugitiva, pájaro, solitario, cruza, volando, viento.
“El procedimiento se depura a veces hasta límites increíbles. Hay uno que otro verso
que alcanza rango paradigmático, a mi entender, en cuanto a su resonancia auditiva
y psíquica, equiparable a los mejores del idioma. Véase por ejemplo el tercero de la
primera estrofa del último apartado de Anillo de Dios,

“desde la limpia desnudez del aire”

“Este verso tiene toda la dignidad armoniosa de un endecasílabo clásico, acentuado


en cuarta y octava, junto a la fina asimilación psíquica de tres vocablos hermanados
en los misteriosos predios del espíritu: limpia, desnudez, aire.

167
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

“La pulcritud, la desnudez y el aire podrían constituir, en realidad, una escala de


gradación de lo etéreo e impalpable que, una vez percibida, asoma el espíritu al
panorama amplísimo, acariciado por la luz de la belleza, en que se siente palpitar
la sinfonía infinita de la íntima simpatía de ciertas cosas.
“En los otros dos poemas del cuaderno, dedicados a la rosa, hay mucho qué
espigar. Tú tienes una ejecutoria muy depurada acerca de este tema de preclara
tradición en nuestra lengua. El Siglo de Oro es fecundo en el poetizar acerca de la
rosa y en verdad que, reunido cuanto inspiró entonces su solitaria belleza, se tendrá
una de las zonas más densas del lirismo hispano. Ese ha sido uno de los temas que
nuestra época ha tratado de recrear, moldeándolo a veces dentro del formulismo
clásico, otras remozándolo con las nuevas tendencias. Dentro de la contribución
dominicana a este movimiento común al ámbito literario de habla española, la
debida a tu estro es de singular importancia. Hay dos muestras insignes de ello
en Presencia de los Días. Ambas recogen una formulación poética nutrida de las
más vigorosas esencias de tu rica intimidad estética. En ellas se nos ofrece, al igual
que en Anillo de Dios, una constante incidencia sobre las capas más profundas de
la expresividad del idioma.

“La que varada a orillas de sí misma


a orillas de sí misma se abandona
hacia la fina levedad del aire”.

“Así te acercas a la descripción de la rosa objetiva, “la que al borde de la brisa vo-
cifera”, y al hacerlo la trasmutas tan vigorosamente a esencias introvertidas que
no tendrá que envidiar nada a la otra rosa, a la que se “recata en su existir más
hondo y verdadero”. Las dos, en realidad, son hijas del poeta y no podrían negar
los vínculos fraternales que les unen, no obstante la aparente contraposición. En la
estrofa citada se repite la confluencia ya advertida en Anillo de Dios para desbordar
la latitud expresiva de las palabras y dar al verso una vigorosa resonancia psíquica
de carácter estético.
“Varada-orillas-sí misma-se abandona son términos que producen la sensación de
estatismo y recogimiento de algo que tiene vuelta la mirada hacia su propio inti-
mismo, postura adecuada para que luego se perciba su impalpabilidad mediante la
resonancia de los vocablos del último verso de la estrofa: fina, levedad, aire.
“Esa es la misma rosa de la cual, apenas dos breves estrofas antes, nos pretendes
ofrecer una imagen saturada de espiritual impudicia, llamémosle así, por virtud del
elocuente esplendor de su belleza objetiva.

“La que asomada pública y desnuda


al borde de la brisa vocifera
como el mejor pregón de su perfume”.

“Aquí también otra sucesión de términos orientados hacia una misma sensación: pú-
blica, desnuda, vocifera, pregón, pero su estridencia queda atenuada por la depurada
manipulación del poeta mediante otros de recatada resonancia: asomada, borde, brisa,
perfume.” (De Carta a mi amigo Franklin, Altiplano No. 10, marzo 1951).

168
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

Rueda, Manuel
“Hénos aquí entrando de lleno en el símbolo, en una multitud de formas acrisoladas,
en el furor mesurado de una poesía dueña de su finalidad.
“Cada poeta está, sin duda, bajo dos advocaciones bien notorias: una de orden espi-
ritual y otra de orden material. Ellas vienen a ser como sus emblemas, sus blasones
heráldicos.
“El símbolo espiritual que nos introduce en la poesía de Franklin Mieses Burgos
son los ángeles, aunque no siempre todo lo angélico que se pueda presumir. Ellos
transitan en legión por sus preocupaciones con una dignidad de innegable rango,
aun cuando a veces el poeta hostigado por ellos mismos, aborde metafísicamente
el problema de su destrucción. Ahí está uno de sus poemas de más aliento, y que
él titula El Angel Destruido. “Toda una jerarquía de ángeles, aun implícitamente se
mueve en esta poesía que transcurre, por regla general, en un más-allá quimérico,
en un mundo inmediato a ras de manos, cuando éstas están levantadas y el hombre
entero empinado con una solicitud afanosa: ahí mismo, en ese punto en que el hom-
bre no es otra cosa que el pedestal del ángel. Y cuando el ángel no está revelado por
completo, percibimos claramente su huella, sea ésta leve o tremenda.
“Encarnado así el símbolo espiritual de la dualidad establecida, trataremos de encon-
trar ahora la fórmula material que le corresponde. Uno de los más extraordinarios
fenómenos de la técnica consiste en la trasmutación que el poeta realiza en las palabras.
Vertiéndolas en un crisol ideal ellas se amalgaman, se transfieren sus cualidades y sig-
nificados, prueban con solidaridad sus más profundas reacciones y salen convertidas
en algo insospechado: una materia, un elemento, una temperatura.
“Cuando resolvemos que una poesía es vegetal, o aérea, o pétrea, podemos estar
seguros de que existe una captación de la propia consistencia poética, siendo ella el
lógico producto de una mezcla expresiva.
“En Franklin Mieses Burgos encontramos una transformación que denominaremos
“diamantina”.
“Más bien su materia podría ser el cristal, pues se está en medio de una dura transpa-
rencia. Todo rutila aquí como una gema y los paisajes, las figuras, el ardor mismo del
pensar y el sentir, se traduce en un destello súbito, como si se contemplara a través de
un maravilloso acuárium. Sin embargo, del otro lado del cristal transcurre el espacio,
el torbellino de las fuerzas cósmicas. Su penetración agranda las células más pequeñas.
La tesitura trágica lo hace vasto aun dentro de lo mínimo y sus versos no necesitan de
desbordamientos para producir las necesarias tempestades: todo su mundo de cristal
templado al rojo resiste sin peligrar las temperaturas del incendio.
“No hay nunca una rotura extrema, una herida en carne viva. El cristal lo resguarda
todo con esmero.
“En ocasiones, constatamos con pavor una trizadura, un resquebrajamiento.
“Citamos:
“Son cristales de amor resquebrajados…”
“La redondez de un orbe que se quiebra”.
“Mas las quebraduras se han producido en el interior del acuárium. Hay un
cristal sobrepuesto a otro cristal, pero siempre se conserva intacto el último,

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

el que construye la pared exterior. Es el cristal que nos detiene cuando queremos
aproximarnos demasiado y recuperar ciertos recuerdos, ciertas formas que nos han
saludado al pasar. Tal vez el poeta quiere evitar el espectáculo de las asperezas huma-
nas, de los relieves grotescos, sin destruir, por otra parte, la visión de sus formas.
“Esta es su técnica, su manera de ser pudoroso.
“Tal vez si pudiésemos traspasar, como Orfeo, ese mundo de espejos fascinadores,
encontraríamos, con terror, el otro lado, la revelación del más-allá, el secreto mismo
de la muerte.
“Un ángel sobre una plataforma transparente, he aquí el símbolo completo de esta
poesía trascendental. Elevemos pues este esplendor, esta diafanidad de espejo, y
temblemos si oímos el rayo cerca”. (Presentación en el Club de Música de Ciudad
Trujillo, 29 de enero de 1952)

Ugarte, María
“En Anillo de Dios Mieses Burgos se empeña en reducir a un límite lo que es infini-
to, en apresar en estrechas fronteras materiales la inmensa eternidad de lo divino.
Hay en todas las estrofas del poema una inquietud por desentrañar los misterios
inconmensurables de la creación y hacerlos río, estrella solitaria, fantasma, sombra,
mar y cielo desolado”.
“Hay en Anillo de Dios unidad de tema, desarrollo dramático y acertada elección de
la forma. La sucesión de las estrofas, de número cambiable de versos –cuatro, tres,
cinco, seis, siete y dos– dan al poema un sentido musical de gran efecto, especial-
mente logrado en los tonos bajos representados por las estrofas cortas, en las que se
recogen las ideas más profundas, en contraposición a las estrofas más largas, que
tienen carácter marcadamente descriptivo. “El ritmo es perfecto, totalmente conse-
guido. La metáfora está hábilmente manejada; sin intelectualismos exagerados,
pero con originalidad. Algunas tienen aciertos gongorianos”. (De Franklin Mieses
Burgos representa al país en Brigadas Líricas).

Valldeperes, Manuel
Franklin Mieses Burgos “es una voz original. Actúa desde una posición simbolista
moderna, en la que cada símbolo es el reflejo de los restantes símbolos, o sea que
al través del análisis introspectivo halla la intensidad anímica que da a cada objeto
proyección universal.
“Sus poemas responden a un equilibrio perfecto entre el hombre y su actitud frente
a la vida, descubrimos el hondo sentido de la supervivencia humana, porque en
cada eco de su voz hallamos significado real y una intensidad que va más allá de
su propia realidad.
“En los poemas de Franklin Mieses Burgos se descubre noble afán: la búsqueda
total de la verdad, aunque en sus proyecciones íntimas la manifestación del espíritu
quede desvinculada del realismo que limita. Es la búsqueda de la verdad pura en sus
esencias y no en su potencia porque el símbolo poético es, no sólo una representación
auténtica de la verdad, sino una revelación figurativa de todo cuanto está contenido
en las profundidades del alma. Lo intuitivo, en su poesía, no es embriaguez poética,

170
FRANKLIN MIESES BURGOS  |  ANTOLOGÍA

sino clasicismo alucinante en la integridad de su pureza temática y formal.


“En el proceso evolutivo de Mieses Burgos, aparte de su originalidad, advertimos la
intención de expresar siempre, por medio de la representación figurativa, la vida del
hombre y sus designios, con la permanente presencia espiritual que asigna a cada ser
u objeto la ley de la existencia. Además, ha dado a su poesía una función espiritual
que parte de su propia función como hombre íntegramente vinculado a la naturaleza
y con múltiples acentos subordinados a la vida” (De la conferencia Rutas actuales de
la poesía dominicana, octubre 1949).
“Franklin Mieses Burgos, que en Sin mundo ya y herido por el cielo se movía casi ex-
clusivamente en las zonas íntimas en las que el poeta busca su presencia espiritual
para transformarla en poesía, no ha dejado, en Clima de eternidad, de profundizar en
la búsqueda de los elementos humanos que perviven a través del símbolo, porque
en cada uno de ellos hallamos, en su representación íntima, una verdad universal.
Analizada su poesía desde las profundidades íntimas, advertimos que el poeta parte
de sí mismo como sujeto y como objeto. Es decir, que de su facultad de atención nace
su facultad creadora. El autor de Canción de los ojos que se fueron siente las emociones
exteriores, por las que la poesía supervive, no en su totalidad realista, sino como
el elemento positivo de la verdad poética. Así los sujetos y los objetos exteriores
se manifiestan plenamente en su poesía a través de la recreación íntima, pero de
tal manera unidas su facultad creadora y su facultad receptiva, que la fantasía y el
sueño no son más que zonas de tránsito –quizás mejor de elaboración– en el proceso
de la creación”.
“Pese a su profundo misterio –tal es la razón de cierta oscuridad en el conjunto de
la poesía de Franklin Mieses Burgos–, el equilibrio entre el hombre y la razón de
ser del hombre –”Cada uno a su hoyo a su terrible hoyo proporcional y justo”– se
manifiesta con claridad meridiana en cada verso del poeta, y en su actitud frente a
la vida descubrimos una intención universal que va más allá de la propia realidad
del poeta, y, como consecuencia, de la realidad del hombre”.
“En Clima de eternidad descubrimos un canto a la emoción eterna, a la honda emoción
universal del hombre por el hombre. Y sin embargo, el poeta parte de la soledad, de su
propia presencia, de sus reacciones íntimas, con la misma sana virtud que caracteriza
a casi todos los poetas dominicanos: el optimismo. Pero en Franklin Mieses Burgos
el optimismo es sereno y razonado.” (De Poetas Dominicanos Contemporáneos).

171
No. 8 No. 9

juan antonio alix


décimas
–Tomos I y II–

Selección y prólogo
Joaquín Balaguer
Tomo I
Entrada
La Colección Pensamiento Dominicano ha satisfecho hasta ahora los fines iniciales pro-
puestos por sus editores. Los volúmenes han sido acogidos con beneplácito por el público
y ello es estímulo para seguir mejorando la serie, como una contribución al actual auge cul-
tural que vive el país. En interés de orientar al lector e incluir los representativos de todas
las actividades intelectuales, se han llevado al cabo reformas en la misma. Al subdividir en
materias las ediciones, con sus colores respectivos, no sólo se ha querido renovar el formato,
sino abrir la puerta a un nutrido grupo de autores nacionales clásicos y modernos, cuyas
obras, agotadas o inéditas, es necesario ir presentando para su debida valorización. Este es
el propósito inmediato de los editores y en ello se complacen y estimulan.
Al iniciar esta nueva etapa, se publican dos volúmenes de las décimas de Juan An-
tonio Alix. Era tiempo ya de que fuese recogida la obra de este genuino cantor popular.
Lo disperso de la misma impedía valorizar a tan interesante figura de nuestra literatura.
La labor de selección ha sido realizada por el escritor doctor Joaquín Balaguer, Secre-
tario de Estado de Educación y Bellas Artes, quien prologa la edición con un ensayo
de encomiable valor crítico. El trabajo del doctor Balaguer sienta bases para ulteriores
estudios que se hagan del poeta.
Los editores expresan las gracias al historiador Vetilio Alfau Durán, por su novedosa
contribución al encuentro de las décimas de Juan Antonio Alix, y al escritor Manuel Emilio
Suncar Chevalier, por la útil labor prestada a la edición de estos volúmenes.

La moral y la literatura
I
La publicación de este volumen de Juan Antonio Alix, en el que se han recogido mu-
chas de sus composiciones pornográficas, plantea, acaso por primera vez en la República,
el problema de la moral en la literatura. ¿Deben o no proscribirse de la obra literaria las
creaciones reñidas con la urbanidad y con las buenas costumbres? Una respuesta afirmativa,
dada en forma categórica y sin ninguna clase de reservas, condenaría a la destrucción o al
olvido una gran parte de las mejores joyas de las letras universales. Semejante sentencia
privaría a la humanidad de los madrigales a Lesbia, obras de pornografía encantadora que
valen tanto, entre las creaciones inspiradas por la sociedad de entonces a las musas del
Alto Imperio, como los discursos de Catón y los aforismos de Séneca. Nadie se resignaría,
sin duda, a que los tesoros literarios de la humanidad fueran mermados con la destrucción
de los cuentos de Bocaccio, manjar saboreado en las mesas de todos los papas y de todos
los príncipes del Renacimiento, o con la pérdida de los aciertos de ingenio y de dicción
que el olvido de la urbanidad y de la moral han inspirado en el mundo entero a las musas
de la invención dramática.
Los epigramas de Marcial, que escandalizaban a Trajano, hacían la delicia de Plinio
el joven, hombre también de gusto severo y de rigidez puritana. Pero independiente-
mente del respeto que merecen, en la literatura como en la vida, los fueros del criterio y

175
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

el gusto personales, siempre sujetos a condiciones no sólo de educación sino también de


temperamento y de sensibilidad, existe cierta relación, desde el punto de vista de la mo-
ral, entre lo que el escritor escribe y el ambiente que lo rodea, entre el clima social y el
clima literario. En cuanto a lo que atañe al gusto en sí, esto es, el paladar con que cada
persona saborea las producciones del ingenio humano, ¿no sería permitido disculpar la
afición de muchos lectores al chiste grueso y a la pornografía ingeniosa por las mismas
razones con que excusamos la preferencia de la Titania de Shakespeare por las cabezas
de asno, a las que prodiga tiernas caricias y a las que corona dulcemente de flores? Si se
prescinde de la sensibilidad o del gusto que es a cada uno de nosotros característico, ¿no es
lógico hacer al ambiente o a la atmósfera social responsable de una gran parte de la inmo-
ralidad reinante en la obra literaria? Tan descabellado sería pedir comedimiento a Petronio,
que escribió cuando ya Roma se había trocado en una casa de prostitución, como pretender
que bajo Felipe II, que vistió con los paños negros del Santo Oficio el pensamiento español
de su época, continuara la musa de la alegría popular surtiendo el teatro de gracejos como
en los días en que la risa fluía con libertad de las fuentes inexhaustas de las comedias de
costumbres. La política y otros factores exteriores de la misma naturaleza, también influyen
poderosamente en la moralidad verdadera o superficial de la producción literaria. Cuando
envejeció Luis XIV, quien quiso hacer olvidar al mundo en sus últimos años los excesos de su
vida estragada, el arte francés, con Molière y Fenelón a la cabeza, se hizo tan casto y piadoso
como las cortesanas que rodeaban al viejo rey reconciliado con la austeridad religiosa. Pero
apenas murió el monarca, se reanudaron las orgías de Capua bajo el esplendor sin freno de
la Regencia, y la literatura se quitó también la careta para situarse dentro de la atmósfera
moral en que respiraba aquella sociedad licenciosa.
Pero si el ambiente es en gran parte responsable de la temperatura ética que prevalece
en la obra de arte, reflejo casi siempre del medio en que esa flor de selección se produce,
¿no cabe a su vez atribuir cierta culpa a la literatura por la influencia no siempre benéfi-
ca que ejerce sobre las costumbres y sobre los sentimientos populares? El problema, así
planteado, trae enseguida a la memoria el Arte de Amar de Ovidio, y la defensa que el gran
proscrito hizo de su obra, símbolo de la deliciosa civilización que amenazaba desplomarse
bajo la plúmbea pesadez de la reforma moral intentada por Augusto. “¿En qué medida,
se preguntaba el desterrado, es responsable el arte del relajamiento de las costumbres?”.
Sea cual sea el resultado de esa disputa milenaria, planteada desde las playas siempre
áridas del ostracismo por un discípulo de Epicuro que se sentó ocasionalmente a la mesa
de Séneca para discurrir sobre la moral y las conveniencias sociales, lo cierto es que la
humanidad sigue leyendo a Ovidio y que los propios admiradores de las reformas mora-
lizadoras intentadas por Augusto, continúan sentándose bajo la sombra propicia del árbol
en que florecieron sus canciones.
Acaso la verdadera inmoralidad de la obra literaria reside, más que en las formas
mismas, en el estrago que puedan causar las ideas cuando se presentan revestidas de
apariencias falsas o cuando tienden, a sustituir con hombre fiel a sus convicciones, es
más digno de admiración ante la moral y ante la historia, aunque sus ideas acerca de los
gobiernos monárquicos nos parezcan hoy equivocadas, que el propio Milton que un día
hace el elogio del tiranicidio y de la libertad, y otro día se acoge a la sombra del poder para
transformarse en un conservador rabioso. La suprema inmoralidad literaria, ¿no es acaso
la que se exhibe en la obra del escritor venal o del poeta perdulario, dignos uno y otro

176
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

de los célebres apóstrofes de Alfieri contra las letras asalariadas? Decía el abate Galiani,
refiriéndose a la literatura de la época del Terror, que la elocuencia consistía entonces en el
arte de decirlo todo, sin ser llevado a la Bastilla. La palabra, esa mano del espíritu, según la
admirable definición de Charrón, ¿puede en esas circunstancias conservar su virtud como
fuerza educadora del sentido moral del hombre? ¡Desconsoladora condición del genio!
¡Miseria del destino! ¡Fatalidad de la inteligencia! El hombre escribe, y busca la eternidad
prometida en las propias criaturas de su dolor, en los propios hijos de su espíritu, pero las
miserables circunstancias de la existencia anulan en él la llama inmortal y lo convierten a
menudo en un esclavo de la vida y del tiempo.

II
En la literatura pornográfica, es menester distinguir lo que es verdaderamente inmoral
de lo que es simplemente sucio, lo que se halla en oposición con las buenas costumbres de lo
que sólo afecta a la urbanidad y a la cultura. Algunos capítulos del Quijote, como aquel en
que se narran los apuros de Sancho tras la aventura de su amo con un cuerpo muerto (Parte
Primera, Cap. XX), opiniones ingeniosas las leyes y las verdades universalmente consagradas.
Mayores males que los chistes de Quevedo y que las sátiras de Luciano, han causado en el
mundo los libros en que hace Proudhon la apología del anarquismo y los versos sublimemente
cínicos en que hace Shelley el elogio del incesto entre hermanos. La risa de Rebelais ha hecho
sin duda menos daño que la rebeldía blasfema del Himno a Satanás de Carducci, o que las
páginas en que Voltaire parece haber vertido, con alegría morbosa, todo el veneno encerrado
en las siete copas del Apocalipsis.
Lo que hace más inmoral la literatura no es, por otra parte, el empleo de expresiones
pornográficas o el uso de formas incultas y de maneras poco urbanas, sino más bien el reba-
jamiento de la palabra escrita que abdica de su potestad orientadora para trocarse en arma
quebradiza, capaz de romperse al toque del temor o al de la lisonja. Nunca lució más triste
el trono de la palabra que el día en que la cabeza de Cicerón, clavada en Los Rostros, anunció
al mundo la muerte de la libertad antigua y la ruina de la elocuencia romana. La pluma
vale, como garantía del equilibrio social, cuando la mueve la pasión del bien, o cuando la
inspira la verdad; pero representa menos que la esclavina del mercader y que la argolla del
esclavo cuando contribuye a hacer más grande el desamparo de la virtud, sacrificada por
los galanteadores de la historia. Muchas veces lo que merece respeto no es la idea de que
se hace eco la pluma; no es la concordancia entre la ley moral y la palabra que la expresa,
sino la convicción con que el escritor sostiene sus principios y la lealtad con que los de-
fiende frente al mundo. Jeremías Collier, símbolo del batallador irreductible, de él respiran
mal olor y están llenos de cierta gracia natural, pero inurbana en la que todo sobra menos
el pudor y la limpieza. Nadie, sin embargo, osaría condenar en nombre del decoro o del
pudor esas páginas malolientes que a todos nos cautivan no sólo por el arte que el autor ha
empleado en la narración de sucesos tan viles, aunque tan humanos, sino también porque
las faltas que allí se cometen contra la urbanidad no ofenden ni nuestro sentido moral ni
nuestra delicadeza. De desacatos de esa especie está lleno el arte primitivo. En los poemas
de Homero, el más grandioso de los monumentos literarios de aquella época, se describen
las escenas más vulgares con una simplicidad de estilo y de imagen que no se concebirían
en la literatura moderna, es decir, que no podrían tener cabida en un arte hecho por hom-
bres que han perdido el sentido directo de la naturaleza. Los reyes homéricos, echados

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de bruces sobre la tierra, beben en las fuentes sagradas el agua de los ríos, y pronuncian,
con palabras estercolarias, terribles juramentos, espantosas admoniciones que salen de
sus bocas coloreadas con la espuma sangrienta de la venganza. La nodriza de Orestes, en
una de las tragedias de Esquilo, habla con graciosa intimidad de los sitios en que el niño
cumplía sus actos naturales, y la de Julieta, en el drama de Shakespeare, alude con igual
desembarazo a escenas semejantes de la niñez de la heroína del más delicado de los poemas
de amor concebidos por el genio del hombre.
Las imágenes naturales, la expresión directa, las formas libres, las frases desembara-
zadas, desaparecen de la literatura cuando el romanticismo pone de moda las perífrasis y
desarrolla el culto por la elocución retorcida.

III
La inclusión en este volumen de algunas composiciones pornográficas de Juan Antonio
Alix, se justifica para los que piensan como Oscar Wilde, que en literatura no hay obras mo-
rales ni inmorales, sino obras mal o bien escritas. Para los que no admitan, como el famoso
presidiario de Reading, semejante paradoja, la inserción de tales poesías en un libro destinado
a toda clase de lectores, se explica porque la mayoría de esos versos ofenden el olfato antes
que el sentido moral y contienen más inmundicias que conceptos lúbricos o expresiones
contrarias a las buenas costumbres. Composiciones como la intitulada El Follón de Yamasá,
verdadero monumento de dicción pedestre, pero a la vez ágil e ingeniosa, se leen con gusto
porque debajo de ese torrente de inmundicias corre un hilo de gracia que no aparece empa-
ñado por ningún pensamiento lascivo.
Compárese el fondo de esas poesías, fruto de un vate popular y de temperamento
inculto que logró por adivinación ennoblecer su arte grotesco con cierta vena de humo-
rista instintivo y con cierta melancolía epicúrea, con el romance de Quevedo que lleva
por epígrafe Pinta los principios de la juventud, o con aquellos en que el Luciano español
imita algunos de los más soeces epigramas de Marcial, y se verá cuán grande es la distancia
que separa esas dos clases de poesías: las unas, llenas de refinamientos, pero envueltas en
un perfume que enajena peligrosamente los sentidos como el del pañuelo que ha pasado
por las manos de muchas mujeres; y las otras, toscas y nudosas, pero despidiendo todo el
candor de la naturaleza, como la rama que ha sido cortada sobre el fango para lucirla con
todas sus hojas.

Joaquín Balaguer.

178
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Tocinos y longaniza
Saliendo de una gallera
Donde fue mi suerte poca,
Tomé el camino de Moca
Por la Ceiba de Madera.

Como ya de noche era


Y estaba más que nublada,
entré a pedir posada
Para estar más al abrigo;
En casa de un amigo
Gente buena y acomodada.

Con mi panza no muy llena


A la puerta le toqué,
Y el amo dijo: “—Quién é?”
Y contesté “Gente buena!”

Mi amigo tuvo la pena


De abrir la puerta en seguida,
Y con la vela encendida,
Me dijo muy sorprendido:
“De dónde diablo ha salido
Esta cabeza perdida?”

A mi amigo referí
De dónde salí ese día,
Y si él me permitía
El pasar la noche allí.

El me contestó que sí,


Haciéndome desmontar,
Y un chico peninsular
Que en la casa se encontró,
Mi caballo se llevó
Dizque, a darle de cenar.

Un chuzco andaluz allí


Tan pronto me desmonté,
Me dijo “Despense ozté,
Ozté é Juan Entoño Elí”.

Al contestarle que sí
La mano me la apretó,
Y me dijo: “Pue zeñó
Zi ozté fuere a la Laguna

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pregunte ozté pór fortuna


Po mi Pancho el Epañó”.

—”Oiga ozté Zeñó Gelí


Y no he chanela mía,
Pue jaze dieziocho día
Que de mi caza zalí;
No paro eta noche aquí
Poque mi jembra me epera,
Me bó de cuaquié manera
Manque así chipao jetoi,
A caza eta noche boi
Quéralo Dió jonoquiera”.

—”De Pueto Plata zalí


Ma racao de lo que toi,
Y a caza con Dió me boi
Zi con migo quié vení.

Y zi Dió no quiere dí,


Que ze quie zi le dá la gana,
Con mi daga Zebillana
Con mi manta y mi trabuco,
Pa Dió Zanto que me luco
Y peleo jata mañana.

‘’Ese gachón que ta echao1

De Pueto Plata me trae.


Can dié cajone de zal
Y un quintá de bacalao.

Y manque tó achicharrao
Créa!o ozté Zeñó Gelí,
No paro eta noche aquí
En la Ceiba de Maera
Pué quiera Dió jo no quiera,
A caza tengo que dí!

—”Aguarde salga la luna


Le dijo allí una Señora.
—Ná me bó agora
A dumí a la Laguna.
No tengo pena ninguna
Yo con eta nabajilla,

1
Un caballito.

180
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Que zalga eza gente pilla


Eso que dan machetazo,
Que con tá que jalle pazo
Yrá su merda a Zebilla”.

El Pancho con poco tino


Dijo: “Queén con Dió!
Ze ba Pancho El epañó
Jombre guapo é mú ladino.

Zalgan pillo jalcamino


Pa que bean lo quo zo yó,
Pancho aquí se caga en tó
En la tierra y en el zielo,
En el jo…be de mi abuelo,
Y en la mae que me parió”.

Pancho tomó su camino


Y con él otros se marcharon,
Y una hamaca me colgaron
Debajo de un tocino.

Pues llegué casi sin tino


Porque me atacó un calambre,
Mis tripas como un alambre
Delgaditas las tenía.

Y al no comer en el día.
Mé hallaba muerto del hambre.

Lo malo es el soñar
Entre todos mis defectos,
Pues sueño siempre con muertos
Si me acuesto sin cenar.

Pero aquí he de mascar


Dije para mí en Madera,
Pues al ver la tazajera
Con tocino y longaniza,
Dije “Ajitera preciza
Y esta noche … corredera!”

Un grano de ají montesino


Por fortuna conseguí,
Porque le viene el ají
A un Sancocho de tocino.

181
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Busqué allí con un vecino


De naranja un vinagrito,
Y para más apetito
Eché un trago de aguardiente,
Y arreglé mi limpiadiente
Con la punta de un palito.

Ya yo estaba como mocho


Que punta desea tener,
Pensando sólo en comer
De tocino un buen sancocho.

Como a eso de las ocho


Ya yo estaba bostezando,
Pero siempre relojeando
Con una malicia fina
Si había humo en la cocina
O candela allí ajuntando.

Estuve en conversación
Con mi amigo largo rato,
Y no oí sonar ni plato
Ni vi luz en el fogón.

Me causó admiración
No ver luz en la cocina,
Y al no oír gritar gallina
Ni tampoco rajar cuaba,
Demasiado me inquietaba
Y me daba mala espina.

Las doce oí sonar


De un reloj despertador,
Cuando me dijo el Señor:
“Ya me voy a retirar;

Usted querrá descansar


Como en su cara se vé,
Solamente desearé
Que pase una noche fresca,
Y cuando a Ud. le parezca
La lámpara apagaré”.

Yo nada le respondí
Porque perdí la esperanza,
De meter allí en mi panza
El sancocho con ají.

182
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y así que sólo me ví


Lo dije medio sin tino:
“Adiós ají montecino
Limpiadiente y vinagrito,
Adiós Sancocho maldito
De longaniza y tocino.

No tuve más que aguantar


Y a acostarme muy tristón
Porque mi amigo Lescón
Nada me dio de cenar.

Después pude averiguar


Que como tarde ya era,
No estaba la cocinera
Ni quien fuera a la cocina,
Y pasé buena canina
En la Ceiba de Madera.

Como tuve gran desvelo


Temprano me levanté,
Y un caballo encontré
Colgado de un ciruelo.

Como limpio estaba el suelo


Yerba no pude encontrar,
Pero pude averiguar
Que en lugar de estar comiendo,
Pasó la noche leyendo
El Correo de Ultramar.

Cuando fui a ensillar


Me dijo el amigo mío:
“Aguárdese Ud. a almorzar”.

Mas no me quise esperar


Yo no recuerdo por qué,
Pero el café tomaré,
Le dije “Si Ud. permite”
Y él me dijo: “Te cojiste
Nadie aquí toma café”.

Gracias al amigo dí
Por haberlo molestado,
Y por haberme dejado
El pasar la noche allí.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Después que me despedí


Salí para Moca a misa,
Y aunque iba muy de prisa
No dejé de ir sintiendo,
Pasar una noche oliendo
Tocinos y longaniza.
Marzo, 1878.

El follón de Yamasá
Siento mucho relatar
Lo que al fin relato hoy,
Porque ya dirán que soy
Amigo de exajerar;

Y al que me han de murmurar


Desde ahora ya sabrá,
Que tres pitos se me da
Que figuren que es un cuento
Lo que pasó en el convento
Del pueblo de Yamasá.

Pues un día de la Asunción


Etando yo en Yamasá,
Vino el Cura de Boyá,
A celebrar la función.

A mediado del sermón


Hubo allí un pelotero
Que hasta vino un tal Peguero
Que es el Jefe del lugar,
Queriendo allí disparar
Un trabuco naranjero.

Un ahíto que por cierto


Fue a gozar de la función,
Se largó allí un follón
Que hedía a perro muerto;

Yo no diré que es incierto


Que estuve al perder el tino,
Pues el follón tan dañino
De aquel ahíto infeliz,
Me picó en la nariz
Como un ají montesino.

184
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Del púlpito descendió


De cabeza el reverendo,
Y al caer iba diciendo:
“Qué peo se han tirado, fo!”

Y al Sacristán que le dio


Esa brisa tan impura,
Dijo “fo! y es de asadura,
Aquí no lo aguanto yo!!;
Y en seguida se tiró
De cabeza tras del Cura.

Como el campanero es ciego


Al oír la corredera,
Sin preguntar siquiera
Comenzó a tocar á fuego.

Salió el Cura sin sosiego


Con la frente en un chichón2
Gritando más que un lechón
Y preguntando igualmente:
“¿Quién ha sido el indecente
Que se largó ese follón?”

A una vieja de la Jagua


Le tumbaron el pañuelo,
Y se vio caer al suelo
Una peineta de yagua;

Dejaron allí una enagua


Por el maldito follino,
Que por tener palomino,
Nadie la quiso tocar;
Al Alcalde del lugar
Le aplastaron el gallino (Bombo).

Según la opinión del Cura


Y del Sacristán también,
El follón fue de lerén
De mondongo, o de asadura.

Pronto irá á la sepultura


Quien soltó ese marrano,
Pues si no se hallaba sano,
Ese maldito cochino,


El Chichón, cuatro veces más grande que la frente.
2

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

No debió en lugar divino


Follonear así al cristiano.

Después que aquello pasó


Y que fue calmado todo,
Dijo el Cura de mal modo
“Ese follón me mató!

Pero ahora quiero yo,


En bien de la religión
Echarle la excomunión
Si no declara al momento,
El que vino a este convento
A largarse ese follón”.

Salió un viejo setentón


Hinchado y descolorido,
Y al Cura dijo: “Yo he sido
El que me tiré el follón”.

No fue esa mi intención


Le digo, Padre bendito,
Sepa usted que estoy agito
Y creo que no tengo cura,
Calcule que es de asadura
Que comí cuando chiquito”.

El Sacristán dijo al Cura


Saltando y con alegría:
¿Mi amo, no le decía
Que el follón fue de asadura?

Tú tienes razón criatura


Son buenas tus condiciones,
Rogaré en mis oraciones
Al Divino Sacramento,
Que no salgas del convento
Para que huela follones.
Santiago, 1882.

“El negro tras de la oreja”.


Como hoy la preocupación
A más de una gente abruma.
Emplearé mi débil pluma
Para darle una lección;
Pues esto en nuestra Nación

186
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Ni buen resultado deja


Eso era en la España vieja
Según desde chico escucho,
Pero hoy abunda mucho
“El negro tras de la oreja”.

Todo aquel que es blanco fino


Jamás se fija en blancura,
Y el que no es de sangre pura
Por ser blanco pierde el tino.
Si hay baile en algún CASINO,
Alguno siempre se queja,
Pues a la blanca aconseja
Que no baile con negrillo;
Teniendo aunque es amarillo,
“El negro tras de la oreja”.

Falta sí a la obligación
Negarse una señorita
A bailar cuando la invita,
Sea quien sea en un salón.
El que tiene invitación
Ninguna sospecha deja
De que sea mala pareja,
Pues allí lo han invitado,
Aunque tenga remachado
“El negro tras de la oreja”.

El blanco que tuvo abuela


Tan prieta como el carbón,
Nunca de ella hace mención
Aunque le peguen candela.
Y a la tía Doña Habichuela,
Como que era blanca vieja
De mentarla nunca deja;
Para dar a comprender,
Que nunca puede tener
“El negro tras de la oreja”.

De la parienta Fulana
El pelo siempre se mienta;
Pero nunca la pimienta
De la tía siña Sutana,
Por ser muy blanco se afana
Y del negro hasta se aleja,
Nublando siempre una ceja

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Cuando aquel a hablarle viene,


Porque se cree que no tiene
“El negro tras de la oreja”.

Ahora la gente dique


Llaman a los preocupados
Los biscochuelos lustrados
Con melado de alambique.
Y por Dios que causa pique
Creer que hay gente… coneja
Cuando no hay persona vieja
Que ya no haya contado
De aquel que tiene pegado
“El negro tras de la oreja’’.

El que se crea preocupado


Que se largue allá a La Habana,
Que en tierra dominicana
No les da buen resultado.
Y el biscochuelo lustrado
Aunque sea con miel de abeja,
No dé motivo de queja
Que todo esto es tontería,
Pues está a la moda hoy día
“El negro tras de la oreja’’.
15 de julio de 1883.

Los curanderos
(En bien de la Humanidad).
Un crimen que causa horror
Y diezma a la población,
Merece hoy la atención
Del Gobierno Superior.
Y del público el clamor
Por compasión y piedad
Suplica a la autoridad
Que de la Ley que haga uso,
Para cortar un abuso
“En bien de la humanidad”.

Yo me refiero, señores,
A unos tantos curanderos
Charlatanes y embusteros
Y de crímenes autores.
Pues estos falsos doctores

188
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Sin ninguna facultad,


Matan gente sin piedad
Corno el público es testigo
Sin merecer un castigo
“En bien de la humanidad”.
La vida humana es muy bella
Y sumamente importante,
Para entregarla a un tunante
Para que juegue con ella.
Y toda persona aquella
Que se aprecie de verdad,
Es mucha barbaridad
Entregarse a esa gente,
Que no obra dignamente
“En bien de la humanidad”.

Conocer el cuerpo humano


Y administrar medicinas
No es curar con resinas
Ni con miao en frasco hermano!
Pues debe ser inhumano
Quien con toda libertad,
Ejerce la Sanidad
Sin haber nunca estudiado,
Y sin haberse educado
“En bien de la humanidad”.

También esos asesinos


Se las dan de cirujanos,
Cortando piernas y manos
Como si fueran tocinos.
Y después que estos dañinos
Cometen su atrocidad,
Mandan a la Eternidad,
Al que en sus manos se puso,
Y nadie corta ese abuso
“En bien de la humanidad”.
No es tan sólo amputaciones
Que hacen los matagentes,
Hacen autopsia igualmente
Y cesárea operaciones.
Y esos tales corazones
De hiena, ¡qué atrocidad!
Solamente por maldad
Matan al enfermo y cobran.

189
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y después dicen que obran,


“En bien de la humanidad”.

Para ser buen cirujano


Y manejar la cuchilla,
La cosa no es tan sencilla
Como pelar a un marrano.
Ignorando el cuerpo humano
Nadie tiene facultad,
Pues es de necesidad
En el colegio aprender
Para esta ciencia ejercer
“En bien de la humanidad”

Todas las enfermedades


No se curan con yerbitas
Con le ruá ni florecitas
Ni otras inferioridades.
Todas las dificultades
Las vence la Facultad
Y Ja gran capacidad
Del médico que ha estudiado
Y que se ha sacrificado
“En bien de la humanidad”.

El que busca baratura


En médico, economiza,
Pero baja más de prisa
Los pies a la sepultura.
El buen médico no cura
Sin de Dios la voluntad,
Pero hay más probabilidad
El que cura con la ciencia
Pues ese obra en conciencia
“En bien de la humanidad’’.

¿Y qué diremos por cierto


De las médicas aquellas
Que preparan sus botellas
Hediondas a perro muerto?
“Ah! esa si es mujer de acierto!
Dicen por brutalidad
Cuando por casualidad
Se ha escapado una criatura,
De manos de quien no cura
“En bien de la humanidad”.

190
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Hay médicas atrevidas


En campos y poblaciones
Que curan con oraciones
Y con velas encendidas.
Y a las personas creídas
Dicen sin dificultad,
Que cualquiera enfermedad
La curan muy fácilmente,
Y que lo hacen solamente
“En bien de la humanidad”

Donde reina la ignorancia


Ahí verán a esos doctores,
Cometiendo mil horrores
Y dándose allí importancia.
Hablan con mucha arrogancia
Sobre toda enfermedad,
Se pasean con majestad
Mientras están recetando,
Y total, no están obrando
“En bien de la humanidad”.

Por doquiera que estos van


De contar tienen derecho
Las grandes curas que han hecho,
Pues darse fama es de afán.
El médico charlatán
Descredita por maldad
Al médico en propiedad
Entre la gente ignorante
Para hacerse interesante
“En bien de la humanidad”.

Los médicos salteadores


Para poder recetar,
No necesitan mirar
A los enfermos señores;
Pues para estos doctores
Conocer la enfermedad,
Le envían sin dificultad
Los orines del paciente,
Pues así cura esa gente
“En bien de la humanidad”.

Para que juzgue el lector


Y tenga una idea completa,

191
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Vea la siguiente receta


Que dio un charlatán doctor.
Y así por ese tenor
Juegan con la cristiandad
Esa grande cantidad
De médicos matagentes
Que se creen inteligentes
“En bien de la humanidad”.

(Receta para indigestión)


Dos botellas de aguardiente,
Dos, idem miao de becerro
Tres onzas sica de perro
Y tres de fete de gente.
Se tomará diariamente
De una copa la mitad,
Y a la Santa Trinidad
Y al Nonnato San Ramón,
Rezarán una Oración
“En bien de la humanidad”.

¿Qué le parece lectores


Dónde iremos a parar,
Si no quieren castigar
A tantos despobladores?
Y al pobre de Alix señores,
Lo atacó la autoridad
Porque era inmoralidad
Los epigramas que hizo;
Y el Juez aplastarlo quiso
“En bien de la humanidad”.
Julio 2 de 1883.

Una fiesta curiosa


Una enorme cantidad
De perros, chivos y burros
Andaban ayer muy curros
De fiesta en esta ciudad.
“¡Que viva la libertad!”
Decía uno muy contento
Y respondían al momento
Los demás dando repingo:
Ay tingo! Ay tingo!
Que viva el Ayuntamiento!

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JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Como veinte mil cochinos


Esos marchaban detrás,
Fastidiando por demás
De este pueblo a los vecinos.
Como animales dañinos
En la plaza hubo lamento
Pues sin ningún miramiento
Entraron allí pillando
Como siempre, y gritando
Que viva el Ayuntamiento!

Parece que por despecho


Salió con su tiplecito
Doña Cuesta Gurabito
Cantando daños que ha hecho;
Y después de trecho en trecho
Callaba el tiple al momento
Y con arrogante acento
Decía, pero sin recelo:
‘’Nadie a mí me quita un pelo,
¡Qué viva el Ayuntamiento!’’

La santa iglesia Mayor


Iba detrás bamboleando,
Como siempre, y amenazando
Desgracia que causa horror.
Y el de este peligro autor
La veía muy desatento;
Pero el pueblo no contento
Decía con mucha elocuencia:
“¡Cuánta gente sin conciencia!”
¡Que viva el Ayuntamiento!

De fiesta estaba igualmente


La esquina Viuda García,
Y en sus cánticos decía:
“De cajones, tuve un puente”
Por él Lilí, el Presidente,
Estando en su alojamiento
Pasaba a cada momento
Por mi laguna tan fea,
Pero como no hay quien vea
“¡Que viva el Ayuntamiento!”

Y hasta el público alumbrado


Salió con su guitarrita

193
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Disfrazado de animita
Porque siempre está eclipsado.
Y aunque el pueblo está enojado
Y lleno de sufrimiento
Se veía con sentimiento
Y mientras decía ¡qué ganga!
Respondía la mojiganga:
“¡Qué viva el Ayuntamiento!”

Doña hidráulica bombita


Andaba en esta jandinga
Imitando a una jeringa
Y cantando esta coplita:
“Yo soy aquella bombita
Que al pueblo con sentimiento
Vio por mí aflojar doscientos
Pesitos, muy bien contados,
Pero si fueron botados
“¡Qué viva el Ayuntamiento!”

Los incendios se acabaron!


También decía la bombita,
Porque a mí la jeringuita
Con ese fin me compraron.
Y aunque no me fabricaran
Para el terrible elemento
Serviré en cualquier momento
Al jardín Municipal,
Y como todo es igual
“¡Qué viva el Ayuntamiento!”

Después salió la Injusticia


Al más débil criticando
Y al más fuerte respetando
Por temor a una caricia.
Después se vio la Justicia
Y con imperioso acento
Dijo a la injusticia así:
Perseguiste a Sinaí3
“¡Qué viva el Ayuntamiento!”

Y la injusticia sencilla
Disfrazada de barraco
Contestó: “Yo no me raco
En espinosa jabilla”.

3
Pseudónimo usado en artículos contra el Ayuntamiento.

194
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y tomando ésta la trilla


Por tan jocoso argumento,
Se fue al cachimbo el talento;
Y el pueblo que está indignado
No escuchaba con agrado
“¡Qué viva el Ayuntamiento!”
Abril 1 de 1884.


La pobreza
Es la pobreza en el hombre
Una horrible enfermedad,
Y estremece en realidad
Sólo pronunciar su nombre.

Al que le ataca este mal


Pierde la voz y el semblante,
Vive siempre delirante
Pensando en gran capital.
Por doquiera ve señal
De botijuela enterrada,
Si duerme es de madrugada
Con los ojos entreabiertos,
Y sueña siempre con muertos
Si en el día no come nada.

Para un pobre es grande atraque


Y más si tiene familia,
Haber de guardar vigilia
Sin decirlo el almanaque.
Y si no haya quien lo saque
De tormentos y aflicciones
Se lo llevan mil regiones
De diablos para el infierno
Y el que paga es el Gobierno
Echándole maldiciones.

Cuando un pobre coje un peso


Y se dirige al Mercado
Inviértelo en buen pescado
Pero no en pan y queso,
Aquel día compra seso
Y lo guisa con jamón,
Se provee de un buen capón
Y lo arregla con repollo

195
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Aunque al fin lo lleve al hoyo


Una fuerte indigestión.

Un pobre llega a su hogar


Creyendo tener su cuenta,
Mas le falta la pimienta
Y la leña por comprar.
Si el dinero va a buscar,
Si lo haya, es con trabajo
Al volver, que falta el ajo,
Y así va todo faltando
Y el pobre siempre acarreando
Se vuelve un escarabajo.

El pobre a comer se sienta


Y dice: “Ya descansé!”
En esto llega el Francé4
Del pan, a arreglar su cuenta.
Montado en su burriquito,
O el muchacho se presenta
A cobrar su mediecito
Del agua que dejó fiada,
Que si al fin no tiene nada
Hasta pierde el apetito.

Después que uno se acalora


Su siestica quiere hacer,
Y le dice a su mujer:
“Aquí está la planchadora”.
Que ha venido a mala hora
Dile con buena manera,
Que a buscarle voy afuera
Su dinero con empeño;
Volviendo a cojer el sueño;
Que aquí está la lavandera.

Si el pobre manda a lavar


Siempre le falta el jabón,
Y si compra el almidón
Algo más le ha de faltar.
El azul no va alcanzar
Le dice la lavandera,
Deme la leña y la cera
Y dispense que lo atraque,

4
Un vendedor de pan.

196
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Que si no fuera por Yaque


Agua también le pidiera.

Si un dolor a un pobre inquieta


Y solicita a un doctor,
Le ataca más el dolor
Si no tiene una peseta.
Si el Médico le receta
Ayuda en suposición
Se verá en la precisión
De bailar la jorominga
Si no tiene una jeringa
De la última invención.

Para un pobre es mala broma


En caso de enfermedad,
No hallar con facilidad
Una jeringa de goma.
El pobre siempre se embroma
Y a veces le causa lloro
Si le falla el as de oro
Como si fuera un caballo
Con canuto de papayo.
Y con vejiga de toro.

El pobre se desespera,
Y pierde a veces el tino,
Cuando ve un remolino
De su casa en la cumbrera.
Si el bohío tiene gotera
Dice a Dios en oraciones:
Disuelve esos nubarrones
Te lo suplico, Dios mío,
Ve que tengo mi bohío
Con tamaños goterones.

Si un pobre demanda a un rico


Y el pobre tiene razón,
Pierde aqueste la cuestión
Sin poder meter el pico.
El grande se come al chico
Esto siempre se ha de ver
Si no tiene qué ofrecer
El pobre por garantía,
No vale Santa María
Porque al fin se ha de… perder.

197
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Si un pobre le pide a un rico


Algún caballo prestado.
Le dice con desagrado
—Ahora no puedo chico—
—Pues présteme Ud. un borrico,
Que bien yo agradeceré”
—Para el campo lo mandé—”
Y se finje que lo siente
Y el pobre por consiguiente
Tiene que jalar a pié.

Dicen de un rico borracho:


—”¡Cuidado que está jocoso!”—
¿Y a un pobre? ”¡qué fastidioso!—
Perdido está ese muchacho”—
Si el pobre suelta su cacho
Le dicen que es embustero;
¿Y a un rico? ¡dizque guacero!
Puesto que así no se ofende,
Y el pobre que esto comprende
Se lo lleva el diablo entero.

De una niña que es honrada,


Mas si le falta dinero,
Dicen al punto que es cuero,
Y la juzgan deshonrada.
Si la ven engalanada
Con su trabajo ganado
Dicen que el enamorado
Le ha dado la galanura.
No dicen con su costura
Este lujito ha comprado.

En la pobre se ha notado
Que si vive amancebada
No la invitan, para nada
Si el querido es arrancado,
Si es rico, no hay cuidado,
La querida es señorita,
Todo el mundo la visita,
Y a los bailes se convida,
Y así una pervertida
El dinero la acredita.

Al que por rico se dé


Hoy le dice la riqueza,

198
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Que no diga con certeza


De esta agua no beberé.
En esta tierra se ve
Que toda riqueza es yana,
Uno pierde lo que gana
Lo juro como quien soy,
Pues uno sabe lo de hoy
Pero no lo de mañana.
Mayo de 1885.

Al Ciud. Gen. Don Gregorio Luperón


En su manifestación a favor de la Candidatura
HEUREAUX e IMBERT.

Ya el gallo indio cantó:


Bajen la cola, pollitos,
Que pollos tan pequeñitos
No cantan: “Cocoro-ó-o”
Ya el indio se declaró
Manifestando que está
Y que por siempre estará
Por Lilís y por Imbert,
Porque así tiene que ser
“El que no puede no va”.

Y no es cosa tan pequeña


Que el general Luperón
Se mezcle en esta cuestión
Con su prestigio por seña.
Si su palabra la empeña
Como la ha empeñado ya,
A la presidencia irá
Más de prisa el gefe Heró,
Pues como el indio cantó
“El que no puede no va”.

Luperón que nunca ceja


Por doquiera que se mete,
Estará en nuestro banquete
Pero sin comer moyeja.
Porque Moya nada deja
Si ese güiro se le da;
Pero como lejos está
De empuñar esa batuta,
Lo que es en esta disputa
“El que no puede no va”.

199
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Moya no tiene experiencia


Pues por poca que tuviera,
Claramente ya lo viera
Que no irá a la presidencia.
Los hombres de más potencia
En contra los tiene ya,
Y como es Lilís quien da
Al país más garantía,
Lo dice la mayoría:
“El que no puede no va”.

Luperón el general
Es la potencia mayor,
Que de Lilís a favor
Trabaja, pero puntual.
Y ya lo ha dicho formal
Que su palabra la da,
Y a Lilís apoyará
Para que salga triunfante,
Pues en lucha semejante
“El que no puede no va”.

El comercio principal
Lo desea por conveniencia,
Que ocupe la presidencia
Quien dio la paz general.
Lilís es hombre legal
que bien conocido está,
Y el único que dará
Garantía a las propiedades;
Y como estas son verdades
“El que no puede no va”.

Si Moya juicio tuviera


Todo lo hubiera deshecho,
Porque ya sí es un hecho
Que perdió esa tetera.
Y estando el indio de vera
Metido así como está,
Más trabajo le dará
A Moya la presidencia,
Porque esta es su sentencia:
“El que no puede no va”.

Si Moya fuera advertido


Se chaqueteara, por Dios,

200
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Pues con esta serán dos


Las veces que ya ha perdido.
Y a las tres será vencido
Si volviere a la picá,
Pues sin ese gran Papá
Que se llama Luperón,
No habiendo su protección
“El que no puede no va”.

Ya es inútil propagar
Que Lilís el ciudadano,
Ya con el triunfo en la mano
Pretenda hoy renunciar,
Y como él ha de triunfar
Porque más votos tendrá,
Déjense de caballá
Que Moya irá otro día,
Pero en esta es bobería
“El que no puede no va”.
Santiago, Mayo 6 de 1886.

Alborada
Para la fiesta de la bendición de una imagen del Patrono.
SANTIAGO EL MAYOR,
que el H. Ayuntamiento ha dado esta ciudad.

Santiagueros, ¡atención!
Empecemos la alegría,
Porque hoy es un gran día
Para esta población.

Hoy está la bendición


Con grande festividad,
Del Patrón de esta ciudad
Santiago Apóstol bendito,
Ginete, guapo y bonito
Y guerrero de verdad.

Siempre se ha visto con pena


No darse este pueblo tono,
Celebrando a su Patrono
Con una fiesta muy buena.

Solamente el Padre Mena


Como metido en currú,
Con caña y no de bambú
Quiere al Patrón festejar

201
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Con una fiesta, ¡LA MAR!


De P P y doble U.

Y dejarse de creer
Que esta función es tan boba,
Para no cojer la escoba
Y sus calles bien barrer.

Por esta noche ha de haber


Bastante iluminación,
Para que esta población
Comprenda en lo venidero,
Que celebrar con esmero
Debe siempre a su Patrón.

Las niñas que sean madrinas


Que alisten sus polizones,
Y las viejas sus mantones
Enaguas y crinolinas.

Y dejarse de pamplinas
Que las que son pobrecitas,
Pueden dar sus pesetitas’
Pero en siendo ricas, no;
Porque me figuro yo
Que pueden dar sus onzitas.

Todo aquel que sea Padrino


De nuestro Patrón Santiago,
Esta advertencia le hago,
Que venga con mucho tino.

Pues, si no trae ni un comino


Para cumplir con su ahijado,
Que ande con mucho cuidado
Porque dicen que el Patrón
Como no es muy rascón
Pelará por su encabado.

En fin ei que quiera sabei


Si ei gá hiede de beidá,
Hoy lo aguaidan por acá
Juan Eli y Meicadei.

Poique eta taide han de bey


Cuatro mi pollo enterrao,
Saiten y palo ensebao

202
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Ramos, banderas, cojete


Y en la esquina un molinete
Pa bei muchacho agoipiao.
Santiago 18 de junio de 1887.


Jatuai con le puela pueta
En los campos de San Juan,
Un pueblo de esta Nación,
Habita un rico bribón
El avaro más brigán.
Muy temprano lo verán
Que así que su cama deja,
Se encaja una espuela vieja
que en el día no se la quita
Y lo más de mañanita
Coje el burro y lo apareja.

Pero no con intención


De salir a parte alguna,
Pues él por causa ninguna
Sale de su habitación.

El que llega a su mansión


Que le preste una peseta,
Le responde esa alma prieta:
“Mi jijo será otro día
Poique boy de propaitía
Jatuai con le puela pueta”.

Toda persona que llega,


A que le preste el jumento,
Fingiendo un gran sentimiento
Del cuello hasta se le pega:

—”El burro no se le niega


Ni tampoco se le preta,
Poique decile me cueta
Que mírelo, aparejao,
Y yo en ei casi montao
Jatuai con le puela pueta”.

Le dijo un día una muchacha,


Vecina de por allá.
“Le mandó a decí papá
Que si le preta su jacha!”

203
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

“Dímele que toi de macha


En pó de una sigua prieta,
Quei diablo de mi carreta
Hoy memo se me crebó,
Y dile como ando yo
Jatuai con le puela pueta”.

El que por su mala estrella


Le pide agua a ese maldito
Le contesta “Ay jijito!
Agorita boi por ella.
Poique a mí me jace mella
Que en mi rancho uno se meta,
Y que no me comprometa
A epantaile aquí la sé;
Pero en fin uté me vé
Jatuai con le puela pueta”.

Un guajiro con su quimbo


Le dijo al marchante un día:
“Casero, yo no podría,
Prendei aquí mi cachimbo?
Boto a lo niño del limbo!
Contestó el anacoreta;
De fósforo una cajeta
Al pueblo a compraila boy,
No me be ya como toi?
Jatuai con le puela pueta”.

Le dice otro bengo abei


Si me preta un dinerito,
—”Ofrécome a Jesucrito!
Poique no benite ayei?
Que yo deseaba tenei
Una entrá así como eta,
Poique siempre ta dipueta
Mi casa pa lo jamigos;
Pero bea lo que le digo:
Jatuai con le puela pueta”.

El pobre que llega allí


A pedir su limosnita,
—Poi la jánima bendita
Peidone eimano que aquí,
Hoy no tengo ni un ají
Ni un grano de malagueta,

204
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Poique este arranque me aprieta.


Poi no decí me afucila;
Y ademá que boi de jila
“Jatuai con le puela pueta”.

El que allí se le presenta


A que le fíe un marrano,
Al punto exclama el tirano,
“Ay diablo siempre le tienta!
Peisona así tan atenta
Tan jonrá y tan joneta,
Que mi familia repeta
Denje bía de mi taita,
Pero aguaita jijo, aguaita,
Jatuai con le puela pueta”.

Cuando pasa un caminante


Y le pide allí posada,
Da en el suelo tina patada
Y exclama: “Miren ei diante!
Y yo que soi tan amante
Que la gente aquí se meta,
Beni a la hora deta
Eto probe peligrino,
Cuando ya boi de camino
Jatuai con le puela pueta”.

Pero nada se ha peidío


Cojan ese caminito,
Que lo lleva derechito
A casa un compadre mío.
Que ahí tarán tan recibío
Con la atención ma joneta,
Poique son jente cumpleta
Que lo tratarán muy bien,
Pero utede ya me ben
Jatuai con le puela pueta”.

Así los hechos son tantos


Del avariento terrible,
Que todo no es posible,
Que los cite en estos cantos.
Ni al mismo Dios ni a sus santos
Hace un bien esa alma prieta,
Porque a todo el mundo aprieta,
Ese avaro condenado,

205
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Con su burro aparejado


Y jatuai con le puela pueta”.
Santiago, agosto 9 de 1890.

Di coloni italiani
Italianis prepárate
Con tute le necesari,
Que di Patroni acercari,
Con di muchi celerate.
E il falere celebrate
Con tuta la pompanata,
Facienda di candalata,
E ponienda banderete
Di ramoni e farolete
E di cosi delicata.

Como tuti santiagueri


A di colone apreciata,
Pur le vende dimaciata
A lo gento sin dineri.
Le populi tute esperi
Di la frateli colone,
Festejate di Patrone
Con demasiata esplendori,
Lanzanta muchi di flori
E alegrari muchi bone.

Di pública ya sabeli
Qui colone aquí morata,
Arqui triunfe preparata
Cosa richi e mucho beli.
Pur la festa di frateli
Di Jacobis la Mayori
Pur qui tute le sinori
Dominicane mirate,
Que italiani festejate
Di Patrone con honori.

Di Angelo Pelerani
E di Alejandre Eschufino,
E di Pascuali Marino
Tute di bone italiani.
Di Genari Cantesani
Panchi Blois frateli bone,

206
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

E tute son di persone


Qui populi santiagueri
Esperata con placeri,
Fetejate di Patrone.

Di Pelerani Lorensa
Di Joveneta apreciata,
A di festa preparata,
Con di placeri comenza.
Di bone Luis Paonensa
E Forestieri frateli,
Quisep e di bone Feli,
Tuti con gusta sapresta
A solemnare di festa
Di Jacobis santis beli.

Frateli Blas e Gusé,


Nicoleta Marchantori,
E di Ganlote sinori
Tuta an festa ajustaré
E la di Varna José
Facerán di zaragata,

E a la festa celebrata
Di santiagueri Patrone,
Ponienda la pabilone
E gastanda muchi plata.

Di frateli Sabatini
E la Guisep Eschufino,
Como di Rocco Turquino
Tuti di bone italiani.
E Franchisca Pelerani,
Tuta ella son dipuesta
A solemnare di festa
Con mia caro santiaguere
Que a di colone le quere
Pur tuti di gento honesta.

E di Pilade ingeniere
Giometra profesori,
E di bone agricultori
Anunciate a tute quere.
Qui pur la festa tenere
Muche pape, lechugueta,
Carolete rabaneta,
Por la di bona manllata,

207
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

E hacer di la zalata
E celebrate di festa.

Pedra Estéfani avisata,


Qui vandete santis belis,
Que facen miracle an celis
E tan di bone abogata.
E también ella anunciata,
Qui tiena para vendé
La Patriarca Sen Gusé,
E Santiague rife Mayoré,
Que pur tante rife agore
Tuta la facienda a pié.5

Suplico al lector amado,


Me disimule un poquito
Si al lenguaje más bonito
El más dulce y delicado
En algo lo he maltratado;
Pero sabrás que este idioma
Desde que salí de Roma
No lo he cursado jamás,
Por eso dispensarás
Si le falta alguna coma.
Santiago, julio 20 de 1891.

Refrán campesino

Lo viejo van pa la maya


Señores, la ancianidad
Parece que se lamenta,
Por tenerla de su cuenta
La graceja mocedad.

Pues tanto en esta ciudad


Y en los campos la canalla,
Muy divertida se halla
Con un refrán campesino,
Que dice que de camino
Lo viejo van pa la maya.

Este insípido refrán,


Que celebran los gracejos

5
Y hace muy bien, pues si lo hace a caballo como debía de ser, al momento le rifan el jaco,
porque ya las rifas de caballos tienen al público soliviantado de atrás. Siga el amigo Pedro
haciendo los Patrones Santiago a pié, para que vayan los rifadores de bestias a freír buñuelos.

208
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Debe ser porque los viejos


Con un pié en el hoyo están.

Pero ahí también gotearán


Los mozos como papalla
Pues el joven de más talla
Entrando en mayor edad,
Le dirá otra mocedad
Lo viejo van pa la maya.

El joven que esté más sano


Y de vida más gozando,
Que un viejo que esté chochando
Tal vez se va más temprano.

Y queda siempre el anciano


Picando en la misma raya,
Pues de sabido se calla
Que con toda exactitud,
Con la bella juventud
Lo viejo van pa la maya.

Hay viejos que están Chispeando


Por tan simple bobería,
Cuando es una tontería
La charla que están usando.

Otros están alegando


Que están en su guardaraya,
Y con enreos de alilaya,
Dicen los viejos toditos,
Que con todo esos mocitos
Lo viejo van pa la maya.

Esos que suelen decir


Que los viejos ya se van,
Tal vez se figurarán
Que ellos también no han de ir.

Y no querrán convenir
Que en el mundo todo falla.
Y el que anda y no se avalla
Con tal que su ruta siga,
Atrás vendrá quien le diga
Lo viejo van pa la maya.

Contraorden dizque vino


De lugares muy lejanos,

209
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Prohibiendo a los ancianos


De no tomar el camino.

Pero el superior destino,


Que es el jefe de la valla,
Dice que hasta la escurralla
Deberán marchar los mozos
Pues con todo esos graciosos
Lo viejo van pa la maya.

Hay muchos viejos que están


Por no emprender ese viaje,
Y les da hasta coraje
Cuando les dicen que van.

El viejo que es haragán,


Que dondequiera se encalla,
Así dice: ¡caracaya!
Los mozos tienen razón
Con su capa y su bordón
Lo viejo van pa la maya.

Donde hay vieja con joroba


Ese viaje no se mienta,
Porque tanto se violenta
Que ataca como una loba.

Y no falta vieja boba


Que dice que no se calla
Y que a cualquiera le estralla
De mear la jigüerita,
Al que le diga: Mamita,
Lo viejo van pa la maya.

El viejo Taita José


Parece que va de jila,
Pues no se apea la mochila
Aunque así durmiendo esté.
Y dice que marcha a pié,
Con su báculo de yaya
Y dondequiera que vaya
Cantará siempre en la cueida:
“Lo mozo van pa la mieida!”
Lo viejo van pa la maya.

Y el viejo siñó Ramón


Se encuentra muy pensativo

210
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y lo mismo Juan Olivo


Con esta disposición.
Y ambos dicen que son
Dizque harina de otra laya
Y que entrarán en batalla
Cada uno con su espiga
Con cualquiera que le diga:
Lo viejo van pa la maya.

Y a muchísimas ancianas
Ya no les van ni gustando
Que las estén jeringando
Con estas santas jaranas.
Y aunque ya pintando en canas
Mi cabeza hoy se halla,
Por cosa así tan caballa
A mí se me da tres pitos
Que a mí me digan: Viejito,
Lo viejo van pa la maya.

Pues ya lo dice el destino


Que nadie se deje imbuir,
Porque todos deben ir
Por ese mismo camino.

Y si el refrán campesino
Tiene a los viejos a raya,
A ensuciarse en la canalla
Los viejos listos están,
Y en el que inventó el refrán
Lo viejo van pa la maya.
Un viejo.
Santiago, septiembre 15 de 1891.

Tributo del cantor popular del Yaque


al Gran Cristóbal Colón
Hasta un cantor popular
De escasa imaginación,
Su ofrenda al noble Colón
Viene aquí a depositar.

Pues hoy le viene a cantar


Este cantor infecundo,

211
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

A ese sabio tan profundo;


Que primero imaginó,
Encontrar como encontró
Las puertas del Nuevo Mundo.

Después de surgir el Cristo


No ha nacido otro varón,
Grandioso como Colón
Pues otro así no se ha visto.

Y en mi pensamiento insisto
Porque en derecho me fundo
Que Colón es el segundo
Del que sucumbió en la cruz,
Porque él abrió con su luz
Las puertas del Nuevo Mundo.

Ni aquellos grandes de Oriente


Guerreros conquistadores,
No merecen los honores
Del navegante eminente.

De aquel sabio prepotente,


De aquel genio sin segundo,
Que con acento profundo
Le dijo a los océanos,
Yo voy a abrir con mis manos
Las puertas del Nuevo Mundo.

Y aseguro que Moisés


Y el gran sabio Salomón,
No igualaron a Colón
A ese Ilustre Genovés.

Y desatino no es
Esta frase que difundo,
Porque el Moisés profundo,
Y Salomón, ignoraban,
Que al occidente se hallaban
Las puertas del Nuevo Mundo.

Ni Alejandro aquel varón


El Grande según la historia,
No ha merecido la gloria
Del Gran Cristóbal Colón.

Y al primer Napoleón
Conquistador sitibundo,

212
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Con los demás lo confundo,


Como enanos en resumen,
Para el que abrió con su numen
Las puertas del Nuevo Mundo.

Así pues, Patria adorada,


Cíñete hoy la aureola,
Porque tú eres la Española
De Colón la idolatrada.

El título de Primada
Te dio el sabio más fecundo,
Y yo con amor profundo
Le dedico este cantar,
Al que abrió de par en par
Las puertas del Nuevo Mundo.
Santiago, l0 de octubre de 1892.

A los habitantes de Juana Núñez


Señores, por el presente
Se ve que en esta región,
Aumenta la población
De manera sorprendente.

Y una Iglesia más decente


Espaciosa y más bonita,
Juana Núñez necesita
Para que honre lo mejor,
A Dios, nuestro Redentor,
Y a este pueblo progresista.

Y además ya causa pena


Que un lugar que bien florece,
Y que tanto se enaltece
No tenga una Iglesia buena.

De tristeza mucho llena


Que tan bonito poblado,
No tenga un templo adecuado
A su bella posición,
Mas siendo una población
Que bastante ha progresado.

Y al tener preponderancia
Este pueblo en el Cibao,

213
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Por su café y cacao


Que cosecha en abundancia,

De alguna más importancia


Iglesia debe tener;
Y por eso es menester
Que la que hay en construcción,
Se vea ya su conclusión,
Sin más tiempo qué perder.

Ya debe todo habitante


De este pueblo religioso,
Cooperar lo más gustoso
A este bien tan importante.

Y una limosna constante,


Que no le nieguen al cura,
Que tanto, tanto se apura
Por esta Iglesia acabar,
Y darle honra al lugar,
Importancia y hermosura.

Si a Dios con tanta frecuencia


Le pedimos sin cesar,
Y él nos suele siempre dar
Cada día la subsistencia.

Y con toda su clemencia


Y su bondad infinita,
Todo se lo facilita
Al que lo adora y aprecia,
¿Por qué negarle a su Iglesia
Una chica limosnita?

Nadie diga que yo di


Y por eso no doy más,
Porque siempre para atrás,
Ha de ir quien diga así.

Para Dios digan que sí


Cuando les suelen pedir,
Porque deben advertir,
Que en esta vida tremenda,
Dueño de vida y hacienda
Dios lo es, no hay que decir.

Con que vamos feligreses


De esta noble población,

214
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Concluir esta mansión


Donde hacemos nuestras preces,

Y así os pidan cien veces


Nadie se debe negar,
Porque ese Dios del altar,
Por mucho agradecimiento,
Devuelve, sin duda, ciento
Al que uno le suele dar.

Y también que por honor


O ya sea por dignidad,
Deba esta localidad
Tener un Templo mejor.

El que tiene, causa horror,


Porque es un rancho apurado,
Con un foco soberado,
Que dizque se llama coro!
¿Y no es acaso un desdoro,
Para tan bello poblado?

Por Dios, no más irrisión!


Y no se hagan esperar,
Porque eso es profanar
Nuestra Santa Religión.

Quemen ya ese ranchón


Que dizque se llama Iglesia.
Que el pueblo que a Dios aprecia
No lo sopla en una choza;
Pues no indica otra cosa
Sino que a Dios se desprecia.

Con que a la carga, señores,


Y apurar esos trabajos,
Antes que Dios cuatro ajos,
Les eche con mil amores.

Este pueblo está de flores


Con su excesivo adelanto,
Y ese Dios que tanto y tanto!
Por siempre lo ha bendecido,
Ya quiere ver concluido
Su Templo Divino y Santo.
Santiago, diciembre 20 de 1893.

215
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Eso e paja pa la gaiza


A mi compae Tomasico Cocco
como hombre de mucho aquei en ete idoma guajiro.
Si señoi!

En lo campo é jei lugai


Que preducen ma rifrane
Y en donde ma chailatane
Se juntan pa jaraniai.
Agora pa deplicai
Que una cosa no reaisa,
Y que la tienen poi faisa
Poique en nada se ebalora,
Así é que dicen agora:
“Eso é paja pa la gaisa”.

Dicen que mucho mosito


Farolerio y pisaflore,
Tienen su jangá de amore
Sin tenei un mediesito.
Que de cuenta de bonito
Tienen la jembra poi baisa,
Y que toa esa compaisa
Manque se quieran casai,
Como no tienen un riai
“Eso é paja pa la gaisa”.

Otro le jacen figura


A toitica la muchacha,
Y la probe que se agacha
Se mete en mile amaigura.
La que cré que ta sigura
Poique su novio la ensaisa,
La detingue y la reaisa
Y le ofrece casamiento,
Totitico eso jaigumento
“Eso é paja pa la gaisa”.

La muchacha que figura


Le jase a tó lo mosito,
Y poi cuaiquiei cariñito
Enseña la dentidura,
No tiene hora sigura
De gotiai pronto en la naisa,
Pue toa la que se refaisa
Poi coquetiai con afán,

216
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

En cuaiquiera boyobán
“Eso é paja pa la gaisa”.

La vieja que tiene cana


Si se tiñe o se la rapa,
Por una niña muy guapa
De pasai tendrá la gana.
La vieja que se engalana
Y ei moño mucho se aisa,
O ei sombrero se le caisa
Con pluma y jangá de flore,
Cuaiquiera que la enamore
“Eso é paja pa la gaisa”.

Ei viejo que se casó


Con una muchacha jobe,
Todo le dicen: “ei probe
Ei diablo se lo llevó”.
Otro dicen: lo cojió
San Coinelio en su tenaisa!
Pue jei viejo que se engaisa
Con pollita, ¡ai que bobo!
Como é caine pa lo bobo
“Eso é paja pa la gaisa”.

Ei que tiene buena plata


Y buen gusto no se dá,
Taibé se figurará
Quei diablo nunca lo mata.
Pue si de comei no trata
Manjare fino poi baisa,
Ni se bite ni se caisa
Con ropa buena y bonita,
Esa riquesa maidita
“Eso é paja pa la gaisa”.

Todo ei que tiene con qué


Y no tiene un buen hogai,
Ameblao y con ajuai
Pa que buen tono se dé,
Cuando venga Lucifé,
Y de diablo una compaisa,
Y le digan aisa, aisa!
Rico sucio y pijotero,
Le dirán lo jeredero
“Eso é paja pa la gaisa”.

217
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Eso abariento señore


que biben así tan charro,
Sin fumai un buen sigarro
Ni toman bueno licore,
Ni saben lo qué jamore
Ni tienen hembra poi baisa
Como si tomaran saisa
Biben en continua dieta,
Y en dándole una churreta,
“Eso é paja pa la gaisa”.

Ej jijo de un degraciao
De la jecuela en aiguna,
No aprende cencia ninguna
Si no é a jacei mandao.
Poique hai maetro maibao
Que ai niño rico lo ensaisa,
Lo acaricia y lo reaisa
Y se empeña en educalo,
Y ai que no lleba regalo
“Eso é paja pa la gaisa”.

Agora lo cosechero
Dique tan ya preparao,
Pa trei dique enmanillao
Su tabaco a lo tiendero.
Eso é bueno y placentero
Pa daile a su fruto aisa,
Y to el que lo enrelaisa
Con mácula como diante,
Le dirán lo comeiciante:
“Eso é paja pa la gaisa”.

Pero sepa el comeiciante


Que si el cambio de monea
Lo caicula con su idea
Pa bendele a lo maichante,
E juto que al habitante
Le ponga su fruto en aisa,
Y no le soplen poi baisa
Poi un peso ei mejicano
Pue le dirá ei campusano
“Eso é paja pa la gaisa”.

Señore, con su peimisio


Ya se ba ete payasito

218
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y dispensen lo poquito,
Que le dice en ete oficio;
Quedando siempre ai seibicio
De la gente que no é faisa
Y de toa la democraisa
Como seibidoi antento;
Y ei que no quede contento
“Eso é paja pa la gaisa”.
Santiago, febrero 4 de 1894.

La jambre
Si Dios no mete su mano
El hambre nos sacrifica,
El pobre tira su anzuelo
Pero el peje no le pica.

Señores, ya no es posible
Que un pobre pueda vivir
Sin comer y sin vestir,
Porque eso es imposible.

En un tiempo tan terrible,


Tan cruel y tan inhumano,
No hay pobre con pecho sano
Ni que tenga buena sangre,
Porque se muere de jambre
Si Dios no mete su mano.

La comida está abundante,


De todo hay un buen surtido,
Pero el precio es tan subido
Que no hay pobre que lo aguante.

El grito se oye constante


De la gente que no es rica,
Y al ver como no se achica
Tan terrible situación;
Merecemos compasión;
El hambre nos sacrifica.

¿Qué hace un pobre con mirar


La carne en la tasajera,
Si hoy no encuentra la manera
Para poderla comprar?

219
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El que suele trabajar


Se afana con mucho anhelo,
Pero como tiene pelo
La pájara macuquina,
Para cojer gambusina
El pobre tira su anzuelo.

Hoy me quejo con razón


Aunque al diablo no le cuadre,
Pues soy de familia un padre
Sin amparo y protección.

Mi única profesión
Son las décimas de sica,
Y si el canto se me achica
Diré de todo por sobre;
Que hoy sale a pescar el pobre
Pero el peje no le pica.
Santiago, junio 18 de 1894.

¡Aguanta Pepe! y van cinco


Al General Pedro Pepín,
Gobernador Civil y Militar de la Provincia de Santiago.

Vuelvo al palo, compañeros,


Sin andar titubeando,
Pues debo seguir cantando
Hasta el veintiuno de Enero.

Que aunque humilde cancionero


De nuestro Yaque imperial,
Que cante es muy natural,
Hasta verla colocada,
Bendecida y consagrada
Nuestra Iglesia principal.

Así, pues, animación


Y atraquemos santiagueses,
Sin que nadie en pequeñeces
Se fije en esta ocasión.

Candela siempre al cañón


Y adelante, compañeros,
Que los hijos verdaderos
Del Yaque en este lugar,
No saben lo que es llorar
Pues todos son candeleros.

220
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Lo que es Rosendo Negrete


Ofrece que los hoyeros
Con él, serán los primeros
Que estarán de rechupete.

Y también se compromete
El José Antonio Espinal,
En todo ese litoral
Con el Tavares Pedrito,
Y el buen Figueroa Toñito
A empeñarse cada cual.

El Juan Isidro Pichardo


Poco se le ve la cara,
Pero en ésta Baltasara
Lo echa afuera sin retardo.

De los tuertos el Eduardo


Es un hombre caballero,
Y como es tan buen boyero
Lo veremos de paquete,
Pero, si en currú se mete…
Alborota al mundo entero!…

De los Martínez, Daniel


Con sus dos hijos, Mayía
Y el Juanico, en ese día
Los veremos en tropel.

Y si no hacen buen papel


En esta fiesta, verán
Que Espinal el Capitán,
Como Jefe del recinto,
Con el Reinoso Jacinto
A Los Guandules irán.

Porque sea Ramón Valbuena


Abuelo de la paciencia,
Él entrará en competencia
En esta fiesta tan buena.

Y echando pestes sin pena


A Papá Franco verán,
Y con el machete, plan
Le echará a todo hoyero
Que se muestre cicatero,
Desidioso y haragán.

221
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

De los Abreu, el Simón


Como tiene tenería,
Vende zuela en demasía
Para esta diversión.

Y ese que llaman Mon


Ortega, que es carnicero,
Con su peso muy ligero
En estos días andará
Porque en la Hoya tendrá
Que gastar mucho dinero.

Como Martínez Ramón


Ya no es carne ni pescado,
Papá Franco lo ha dejado
De reserva en el cantón.

—Compé Dimoné, pardón!


Como uté no tá pañol
Ma parlé ú nan creol,
Nan Iang de Musié Tusén,
Le guap yéneral haicién
Can Frans li murí nan yo!

E bien, compé Dimoné,


Il fó ú meté nan fieto
E tirá mucho cojeto
Pur iglesio de Bonyé.

A papá! si ú pa rantré
A presant nan gran currú,
Sigur Bonyé puní ú;
E pur es yo aconsejá,
Con buene gelle cantá:
Cucurucú! cucurucú!…

Y a esa colonia china


Que en esa rehoya habita,
Le dedico una coplita
En esta fiesta divina.

Lo que es la lengua canina


De esa gente, poco entiendo,
Pero como algo comprendo
En su mismito lenguaje,
Voy a mandarles un viaje.
Para irlos previniendo.

222
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Milen, chino, polta bien


Agota en eto feleta,
Que tolito chino cueta
Meté an culú también.

E lo can culú no ten


Se bloman, como palece,
Po que a tolito le oflece
Aquí Pelico Pepín,
Mándalo tolo a Pekín
A peliá con Ciponese.6

El Juan Pablo Coronado


Le dijo a Rodríguez Lolo,
Que ya tiene un protocolo
De cantos que él ha sacado.

Y solo aguarda un recado


Del viejo Siñó Tomás,
Para cantar a compás,
El Rosario de María,
Pues suelto en esta alegría
Debe de andar Satanás.

Sí, señor, que no hay tu tía!


Lo dice el viejo Tomás,
De que suelto Barrabás
Andará en esta alegría.

Y al Rosario de María
Le puede quitar el paso,
Y sin ningún embarazo
Echarles tres caracoles,
Y con los mismos faroles
Acabarlo a farolazo.

¡Aquí va la rabiza!

Al que tenga Nochebuena


Yo le vengo a suplicar
Que no deje de invitar,
Aunque sea para la cena,
A este cantor popular.
Santiago, diciembre 24 de 1894.


6
Japoneses.

223
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Al Sr. Don Edward Hall


Director principal de los trabajos del Ferrocarril Central
de Puerto Plata a Santiago y Moca.

En decir hoy me apresuro


Y con alegría no poca,
Que pronto Santiago y Moca
No tendrán ya más apuro.

Porque ya si es seguro
Sacudir la suerte ingrata;
Pues de serio se trata
Y el empeño es muy formal,
Que el ferrocarril Central
Nos una con Puerto Plata.

Sabemos que ya llegó


Una grande embarcación7
Con rieles, y una porción
De otras cosas que aportó.

Y en el vapor Saginó
Que ha llegado últimamente,
Ha traído mucha gente
Y materiales la mar!
Para a la carga activar
Los trabajos prontamente.

De Nueva York ha venido


Un cablegrama que avisa,
A don Tomás Pastoriza
Que todo está convenido.8

Contrato firmado ha sido


Con dificultad muy poca,
Para llevar hasta Moca
El Ferrocarril Central,
Que todos en general
Pedimos a raja boca.

De esta línea el director,


Nos dan por noticia grata,

7
La barca “Lelia Smith” trajo a Puerto Plata 450 toneladas de rieles, cemento romano, herramientas, etc., etc.,
y el “Sagomaw”, que llegó últimamente una porción de empleados y materiales.
8
Cablegrama de Nueva York: “Tomás Pastoriza.- Santiago.- Sto. Domingo.- Firmado contrato Whalens
Ferrocarril Santiago.- Moca. WELLS”.

224
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Que regresó a Puerto Plata


Viniendo del exterior.

Mister Hall, este señor


Fue a buscar expresamente
De Bajabonico al puente,
Que aguardan sin dilación,
para su colocación
Hacer inmediatamente.

Trescientos hombres están


Como es notorio ya,
De Bajabonico acá,
Trabajando con afán.

Y otros tantos se verán


Sin la menor dilación
Por Guanábano, Limón,
Las Lavas y Palmarejo,
La Ciénega y Pueblo Viejo,
Cerca de esta población.

Y también de esta ciudad


Principiarán prontamente
Los trabajos igualmente
Con bastante actividad.

Y al ver con la seriedad


Que hoy los trabajos van,
Los Santos Tomás están
Creyendo ya con certeza,
Pero por delicadeza
Por vencidos no se dan.

Y en dudar tenían razón


Muchas gentes maliciosas,
Pues se han visto tantas cosas
En esta infeliz nación…

Que ha dado, pues, la ocasión


Para no creer la gente
En nada absolutamente;
Y como que vive esquiva
Siempre cree que es lavatica9
Lo que le es más conveniente.

9
Algunos dicen mechero.

225
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Los terraplenes se hallan


De Pérez por esos llanos,
Donde cuatrocientas manos
Abriendo trochas batallan.

Y los que duden que vayan


A ver por esos lugares,
Que volverán a sus lares
Pidiendo miles albricias,
Y afirmando las noticias
Que anuncio en estos cantares.

En esta obra tamaña


Por la primera ocasión,
Se verá en nuestra nación
Perforar una montaña

Para cruzar por la entraña


De la muy nombrada Sierra,
El coloso que destierra
El atraso y malestar
Y que hace progresar
A la más inculta tierra.

Conque, no hay más que hablar


Sino abrirle más la puerta
Al que a carrera abierta
Nos viene pronto a salvar.

Dios nunca suele olvidar


A nada de lo que cría,
Y con esta férrea vía
Que pertenece al Gobierno,
Ya querrá el Padre Eterno
Sacarnos de esta agonía.

Los que más habían dudado


Ya no creen que es cosa vaga,
Porque muchos a la llaga
Con el dedo le han tocado.

Y el material que ha llegado


Ahora últimamente,
Al ver todo eso la gente
Cada cual viene diciendo:
“Compae, ya si no hay remiendo
La cosa viene caliente!”

226
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

El Ministro de Fomento,
“Que ya cantará aleluya
De salirse con la suya,
Se le aproxima el momento.

Y no le dirán que es cuento


Los que aquí le discutían
Y en amistad le decían
Al oído y en voz baja:
“Corderito, eso es paja
Pa la gaisa”, y se reían.
Santiago, mayo 25 de 1894.


Inauguración del Ferrocarril
que toca en San Francisco de Macorís.
El que suscribe, tiene la honra de dedicar este humilde trabajo
al Ilustre Ayuntamiento de Macorís del Norte, y a los dignos empresarios
de esta vía férrea, que son los señores: Don Ulises Heureaux,
Don Teófilo Cordero y Bidó, Don Zoilo García, Don Uladislao Fernández,
Don Juan Antonio Lora, Don Manuel M. Castillo, Presidente de la Directiva,
Don Genaro Pérez, Vicepresidente, Don Thomas Me Lelland, Tesorero,
Don José A. Puente y Don José E. López, Vocales.

Con gusto hacemos saber,


Por medio de este resorte,
Que ya Macorís del Norte
Experimenta el placer

De un Ferrocarril tener
Que toca en dicho lugar
Y que lo ha de inaugurar
Del modo más conveniente,
El dieciséis del corriente
Sin nada que desear.

De la Capital vendrá
El Gefe de la Nación,
Y de gente una porción
Que al Gefe acompañará:

De Sánchez, de Samaná,
Vega, Moca, Puerto Plata,
Y hasta de Santiago trata
Gran gentío allí pasar,
Para con gusto gozar
De una fiesta así tan grata.

227
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Del Cotuí saldrán en bando


Los que a esta fiesta bendrán,
Porque allí no quedarán
Ni siquiera los mamando.

No hay más que irse afilando,


Toda esta población,
Y empeñar hasta el copón;
Pues de no, se compromete
Si Macorís no se mete
De lleno en esta ocasión.

Lo que es ya se ve afanar
La entusiasta y veterana
Juventud macorisana
Por la honra del lugar.

Y aunque suele tropezar


Con varios inconvenientes
Que presentan los agentes
Del atraso y retroceso,
Ni un pelo le quita eso
A esos jóvenes fervientes.

El pueblo macorisano
Hará un esfuerzo inaudito,
Por presentarse bonito,
Alegre y lo más galano.

Este pueblo es veterano


Y no le falta decencia,
Y aunque hoy la impertinencia
De la crisis lo acribilla,
Macorís no se mancilla
Por falta de diligencia.

Pues todos aquí saldrán


Al monte con sus mochitos.
En busca de arbolitos.
Que en sus puertas plantarán.

Y en las calles se verán


Miles de miles banderas,
Y una infinidad de hogueras
No dejarán de arreglar
Para el público pasear
En noches tan placenteras.

228
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Todo el mundo así lo hará,


Con placer engalanar
El frente de cada hogar
Como convenido está.

Ninguno se negará
A este buen procedimiento
Que del buen comportamiento
De todos en general,
Quedará este festival
Con el mayor lucimiento.

Y es preciso convenir
Que al pueblo macorisano
El Santo Dios Soberano
Se ha dignado bendecir.

Pues lo que va a recibir


Esta agrícola región
Con esa inauguración
Del ferrocarril ramal,
Es de Dios la celestial
Y muy santa bendición.

Así diremos por tanto


Que es preciso celebrar
Ese bien tan singular
Que baja del cielo santo,

Conduciendo el adelanto
Y el gran progreso que encierra,
Así es que a muerte guerra
Ninguno le debe hacer,
Al que viene a engrandecer
Esta bendecida tierra.

Macorís sabrá apreciar


Y agradecer igualmente,
El bien que el Omnipotente
Le acaba de prodigar.

Y lo mismo debe estar


Este pueblo agradecido
De aquellos que le han traído
Con su propio capital
El ferrocarril ramal
Que hoy se ve ya concluido.

229
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Por muchísimas razones


Deberían los campesinos
De estas comarcas vecinos
Contribuir a estas funciones

Porque ellos sus producciones


Mucho mejor venderán
Y el lienzo conseguirán
Con alguna más rebaja,
Y de todo más ventaja
Los del campo sacarán.

El pueblo macorisano
No debe fijarse en costo
Para el dieciséis de agosto
Mostrarse lo más galano.

No hay más que echarle mano


A todo lo que se pueda,
Porque ya si no le queda
Recurso ni apelación;
Sino candela al fogón,
Suceda lo que suceda!
Santiago, agosto 8 de 1895.

El arranque o “mañana te pagaré”


Este arranque cada día
No se puede soportar,
Invoquemos a María
Para poder escapar.

Sólo se oye el clamoreo


Del arranque por doquiera,
Y en moda la fajadera
Es todo cuanto yo veo.
Los gallos es el recreo
Que en este pueblo se ve
Pero a mí me han dicho que
Es juego de apunte y raya,
Pues solo se oye en la vaya:
“Mañana te pagaré”.

Al músico santiaguero.
No le da su profesión
Pues ya no hay más diversión

230
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Por la escasez del dinero;


No trabaja el jornalero
Porque ya no encuentra qué
Y el que trabajo le dé
Le dirá al terminar:
No tengo con qué pagar
“Mañana te pagaré”.

Viene al pueblo el habitante


Con sus frutos a vender.
Y costoso le es cojer
El pago en plata sonante.
Y si dice a un comerciante
Que algún crédito le dé,
Si es hombre de buena fe
(Que el serlo es una rareza),
Dirá con toda certeza:
“Mañana te pagaré”.

El artesano se afana
Y trabaja sin cesar,
Pero al tiempo de cobrar
Le dicen: “Vuelva mañana”.
El tendero hoy no gana
Ni para tomar café,
Y así a menudo se ve
Que le dicen al recuero:
“Por ahora no hay dinero”,
“Mañana te pagaré”.

Los médicos por ahora


Aunque algo tienen qué hacer
También tienen que cojer
Su dinero con demora:
Esta crisis nos devora
Y el arranque que hoy se ve;
Abunda la mala fe
Los robos y asesinatos,
Y decir siempre en los tratos
“Mañana te pagaré”.

De dinero están escasos


Los pobres los defensores
Porque las causas mejores
Hoy se arreglan a balazos.
Echémonos en los brazos

231
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Del Patriarca San José,


Para que plata nos dé
Con qué comprar al contado
Y no decir demasiado
“Mañana te pagaré”.

Sólo el Clero está a su gusto


En esto que está pasando
Pasan su vida cantando
Sin tener que pasar susto.
El fondista buen disgusto
Pasa en su fonda o café,
Pues le comen su mancié
Y le toman su bebida
Diciendo a la despedida
“Mañana te pagaré”.

El arranque por un lado


Por otro seca y decreto10
Concluyeron por completo
Con la carne en el mercado.
El hatero su ganado
Prefiere como se ve,
Llevarlo para el Mañé,
Mejor dicho para Haití,
Porque no dicen aquí
“Mañana te pagaré”.

El escribano se apura
Y se queja amargamente,
Porque no hay quien se presente
A que le hagan escritura.
El juez civil asegura
Y dice de buena fe,
Que en la oficina no ve
Sacando actas de bautismos
Y si van, dice lo mismo,
“Mañana te pagaré”.

Se lamenta el boticario
De que despacha recetas,
Pero no ve dos pesetas
Ni siquiera para el diario
De baile soy empresario


Decreto del Gobierno prohibiendo la matanza de reses hembras.
10

232
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Lo juro que no seré


Porque al otro día veré
Al que pasa por decente
Decirme: “No me atormentes!
Mañana te pagaré”.

Y en qué mal tiempo han venido


De Santhomas a cobrar,
Si no hay con qué pagar
Aunque el plazo esté vencido.
Al deudor que esté afligido
Un consejo le daré,
Que diga que no hay con qué
Pero que no dé esperanza,
Y ni diga ni aun de chanza
“Mañana te pagaré”.

Ahora que no hay dinero


Y la cosa está peor,
Es que tratan con rigor
Al infeliz carnicero.
Trae sus reses el hatero
Y venderlas pronto cree,
El carnicero las ve
Y no hay duda que las trata,
Mas luego dice: “No hay plata”
“Mañana te pagaré”.

Algunos van al Casino


A hablar de los buenos gallos
De los famosos caballos
Pero no toman ni vinos.
No gastan allí un comino
Como en otro tiempo fue,
Si alguno jugar se ve
Al billar o dominó,
Dicen como digo yo
“Mañana te pagaré”.

Concluyo esta tontería


Diciendo a los muy guagüeros,
Que por Dios no sean groseros
Que la guagua es grosería.
El que mis décimas fíe
Obra de muy mala fe,
Y si las pide es por qué

233
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

No tiene un chin de conciencia;


Que decirme es imprudencia
“Mañana te pagaré”.
19 de agosto de 1895.

Felicitación
del cancionero del Yaque a su buen amigo Don Evaristo Demorizi (a) BUL,
Delegado del Gobierno en el Distrito Marítimo de Samaná.

Como están casi al llegar


Las Pascuas y año nuevo,
Bastante gusto que llevo
A usted en felicitar.

Y poderle desear
Como en prueba de amistad,
Salud y prosperidad,
Larga vida y agradable,
Y a su familia apreciable
Eterna felicidad.

Y a sus miles o millones


Matas de coco y guineo,
Amigo BUL, les deseo
Del cielo las bendiciones.

Y a sus grandes plantaciones


De cacao y de café,
Que también dirige usté
En ese bendito suelo,
Lo mismo deseo que el cielo
Un buen porvenir les dé.

Y Con toda el alma mía


Igualmente le deseo,
Que su finca de guineo
Progrese más cada día.

Y que esa gran Bahía


Que envidian grandes naciones,
Por miles embarcaciones
Se vea siempre frecuentada
Y de su finca en la rada
Cargando sus producciones.

También mi gusto sería


Que esos tan vastos terrenos,

234
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

De bosques inmensos llenos


Y vírgenes todavía,

Que Dios y Santa María


Se los dignen conservar,
Por no poderse encontrar
Otros en nuestra Nación,
Como en la fértil región
De Sabana de la Mar.

En ese inmenso desierto


Hay lugares todavía,
En donde la luz del día
No penetra aún por cierto.

Solo se oye el concierto


Del melodioso gilguero,
O si no, un hormiguero,
De cuervos algarabiando,
Y en parte quizá ladrando
Los perros de algún montero.

La inculta y vasta región


De la bahía San Lorenzo,
Es un valle muy extenso
Y aún sin explotación

Propio para plantación


De cuanto suelan desear
Porque no hay otro lugar
Del mundo, ni más allá,
Mejor que el de Samaná
Y Sabana de la Mar.

En esa hermosa bahía,


En ese mar tan profundo
Todos los buques del mundo
Pueden fondear sin porfía.

Con respecto a pesquería


Todas sus aguas serenas,
Están repletas o llenas
De ricos y grandes peces,
Y en donde pescan a veces
Las más terribles ballenas.

Por eso la muy nombrada


Península Samaná.

235
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Ha sido y siempre será


De extrangeros codiciada.

Por su bahía renombrada


Por su terreno excelente,
Y por su cabo eminente
Que es el primer centinela,
Que divisa toda vela,
Que se dirige de Oriente.

Esta no es la descripción
Que merece la grandiosa,
La rica joya preciosa
De Quisqueya la Nación.

Arenque de otro cajón


Por cierto se necesita,
Para cosa más bonita
Y más elegante ya,
Dedicarle a Samaná
De Dios la tierra bendita.

Amigo BUL, he concluido,


Y le envío en la actualidad
Esta prueba de amistad
Y de aprecio distinguido.

Por ahora me despido


Saludándolo también
Nan Iang de Musié Tusén
La quel li di comsá:
Compé BUL, adieu Papá!
Mon cher, porté-vous bien.
Su amigo y servidor,
Santiago, 16 de diciembre de 1895.

¡Suba la güira musié…! y van ocho


Al Presbítero don Angel Rusterucci,
Cura de la Parroquia de la Altagracia,
y a don Emilio Cordero.

Al recibir una esquela


Del cura de la Altagracia,
Diciéndome, por desgracia,
Que hace falta una pajuela

Para meter en candela


A la calle de la Unión:

236
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Pasaré con mi tizón,


Para verla allí prendida,
Alegre y lo más lucida
En esta celebración.

La candela empezará
Sin que la sujete nada,
Por la barba tan poblada
Del amigo Mañaná;

Que con eso ya verá


Fonso, el español nombrado,
A su vecino raspado,
Y ya sea por un antojo
De echar la suya en remojo
Ya tendrá él buen cuidado.

Y al ver en su vecindad
La candela tan cerquita,
Lucas de Castro y Lupita
Se afanarán de verdad.

Y con mucha actividad


Guillermito Quinipín,
Empuñará su clarín,
Conforme dice la ley,
Para darle aviso al Rey
Que se prepare al festín.

Y después que al Rey verán


Presentarse a la palestra
María Jorge la maestra
Y las Mercedes Desan,

Al momento ya saldrán
Con las Tavares de enfrente,
A engalanar prontamente
Con mil ramos y banderas,
El lado de sus aceras
Como lo hacen comúnmente.

Las señoritas Rosié


Plácido e Isabelita,
En esta fiesta bonita
Los tentará Lucifé.

Pues de seguro lo sé
Por boca de Emilio Ureña;

237
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Otro tío, que si empeña


Como tiene qué gastar,
Al fuego en ese lugar
Puede echarle mucha leña.

Y lo mismo ya verán
En la chispa a Bernabela,
Prendiendo cabos de vela
Y lámparas con afán,

Para ver si su Lorán


Esa Altagracia bendita,
Se lo afloja, o se lo quita
El tornillo que le han puesto,
De dos años en arresto
Por su desgracia maldita.

Ya veremos a la viuda
Encarnación afanando,
Y miles cosas plantando
En su puerta allí sin duda.

Otro tanto hará en su ayuda


La Pérez Isabelita,
Y el Otacilio y Panchita,
Ya se sabe por demás
Que no quedarán atrás
En esta fiesta inaudita.

El Martínez don José,


Aunque anciano ya se halla,
Ofrece entrar en batalla
Pero no con los de a pié.

A caballo, ya se ve,
En su sitio allí jefeando
Y a los mozos desafiando
Que salgan todos al frente,
A ver un viejo caliente,
A caballo figurando.

¿Por qué será vida mía


(Como dice Juan Pelú)
Que está Panchito Monclú
Dando brincos de alegría?

¿Por qué será que en el día


De esta fiesta tan bonita,

238
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Veremos allí a Lolita


La de Pancho figurando,
Y de contentura hablando
Como una cotorrita?

En la calle de la Unión
Cantando más que un gilguero,
Se encuentra Emilio Cordero
Con bastante animación.

Y corno él es un Rogrón
De su gente allí vecina,
Entre él y Carlos Medina
Le han pasado allí una nota,
Preparando a la hermosota
De la señora Gabina.

Frente al Parque dice Juana


Y sus hijas igualmente,
Que allí de su casa al frente
Ya verán cosa galana.

Pero allí quien más se afana


Como más tarde verán,
Es el Toño, Sacristán
Del Templo de la Altagracia,
Porque le sobra la gracia
Y que no es un haragán.

Dice el Cura Parroquial


De Altagracia a sus vecinos,
Sean del pueblo o campesinos
A todos en general

Que en este gran festival,


Muestren todos gran fervor,
Que la grandeza mejor
Para esta población,
Es ver la consagración
De su Iglesia superior.

Al entusiasta Cortina
Casi nada le diremos
Pues de seguro sabemos
Que se lucirá en su esquina.

Y hará meter en fajina


Al Disla don Emeterio,

239
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y este como hombre serio,


Ya saldrá con su patrulla
Para hacer meter en bulla
También a Eugenio Valerio.

El Martínez Victoriano,
Y Siana su buena Esposa,
No son gente lagañosa
Para emplear el mejicano.

Y es seguro que un galano


En su barrio ya lo harán,
Y a Juana la obligarán
Como es de Siana Sobrina,
Que adorne también su esquina
Y se embulle con afán.

Gil Pepín no hará gran cosa


Por causa de su billar,
Pero queda en su lugar
Ana Josefa su esposa.

Espléndida y orgullosa
Y también media privona,
Que cualquiera hasta lo abona
Que lo que es Ana Josefa,
No es ninguna mequetrefa
Con Gracita la Patrona.

La Rodríguez Bernardina
Dizque tiene una guitarra,
Para volverse chicharra
Cantando la mangulina.

Y Ciriaca allí en su esquina


Con sus dos hijas Toñita
Y Lola nadie le quita
Que han tenido siempre gracia,
Para honrar a la Altagracia
Con la pompa más bonita.

En siendo las Majesú


No hay más que pedir de boca,
Pues allí cuando les toca
Se las lleva Belcebú.

Porque anda allí el bambú


Galano que cachachea,

240
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y si Lilo tirotea
Con su revolver marmita,
Ave María, Santa Rita!
Magnífica anima mea!
Santiago, 14 de enero de 1895.

El cementerio de Hatillo Palma


Señores, hago saber
Y por la presente digo,
Lo que me escribe el amigo
Don Federico Fonder.

Que no doy a conocer


Con más detalles y calma,
Por saber que no hay un alma
A quien sea desconocido
Este amigo distinguido
Viviente en Hatillo Palma.

Pues el amigo Fonder


Me escribe con buen criterio,
Que un regular cementerio
Allí pretenden hacer.

Y al efecto suele haber


De Fábrica, ya instalada,
Una junta muy honrada
Bajo cuya dirección,
Esa de muertos mansión
Será pronto terminada.

Y hacemos también saber


Que lo es por el presente,
De esa junta el presidente
El referido Fonder.

Y el vice lo suele ser


El Pérez José Ramón,
Y de esa obra en cuestión
Tiene la tesorería,
El Pérez José María,
Digno de tal comisión.
De la junta el Secretario
Según noticias nos dan,
Es el Eusebio Guzmán,
Entusiasta extraordinario.

241
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y el Fernández Nasario
Y el Ortega Bacilicio,
Como ya están de oficio
Nombrados recaudadores,
Ejercen estos señores
El más penoso servicio.

Porque hay muchos que de boca


Suelen decir con encanto,
Apúnteme a mí con tanto
Sin dificultad muy poca.

Pero cuando ya les toca


El pico ese aflojar,
Al que suele recaudar,
Hacen dar miles de viajes,
Y al fin estos personajes
Se quedan sin nada dar.

Y eso no es humanitario
Ni tampoco regular,
Una limosna negar
Para bien tan necesario.

Y no sólo el vecindario
Debe ser contribuyente,
Porque puede casualmente
Morir allí un forastero,
Y su cuerpo hallar, empero,
Un hotel lo más decente.11

Hay muchos que para gallos


Y para juegos de azar,
Con placer suelen jugar
Cientos de pesos de rayos.

Burros, vacas y caballos


Y una porción de dineros
Botan estos caballeros,
Como granitos de arena
Y para una obra buena
No los hay más pijoteros.

Esta importante sección


De Hatillo Palma por fin,

Uno sabe donde nace, pero no sabe dónde muere. Si los cementerios son para todo el mundo,
11

todos deben contribuir de esta obra de bien.

242
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Cuenta hoy con Guayubín


Y aguarda su protección

Como de esa población


De Montecristy igualmente,
Ya tendrá buen contingente,
Pues como es Cabecera
Del Distrito, mucho espera
De toda esa buena gente.

Con la mejor intención


Esta junta o Sociedad,
Pretende con brevedad
Abrir una suscrición,

De Hatillo en esta sección


Y en aquellas más cercanas,
Pues si todas son hermanas
Así es que debe ser,
Porque ya es un deber
Entre personas cristianas.

Según se oye decir


Unas tantas señoritas
Y señoras infinitas
Quieren todas contribuir.
Y se van a suscribir
Con la mejor voluntad,
Con una mensualidad
Según sea la proporción,
De la que tenga intención
De hacer esa caridad.

Ya la señora Fonder
Con diez pesos se anotó,
Y con ocho se apuntó
La de Núñez don Javier.

Y con el mayor placer


Para esta obra de bien,
La doña Carmen también
De Fernández apellido,
Cinco pesos ha ofrecido,
Y si la atracan da cien.

De Hatillo la buena gente


Como sabe que Lilís,

243
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

ha sido en este País


El jefe más complaciente

Y amigo muy consecuente


Del progreso y adelanto,
Para ese camposanto
Le pide un enverjadito
De hierro y como es chiquito,
No le costará ni tanto.

Que con eso el buen lugar


De Hatillo Palma tendría,
Con más razón todavía
A Lilís que recordar.

Y el buen nombre perpetuar


Del Gran Pacificador,
Que le ha cabido el honor
De engrandecer la Nación,
Con paz, progreso, fusión
Y el adelanto mejor.

Seguros deben estar


De Hatillo los habitantes,
De conseguir cuanto antes
Lo que suelen desear.

Pues no hay pueblo ni lugar


En nuestro país querido,
Que no hayan merecido
Favores del Jefe Heró;
Pues él no ha dicho que no
Jamás al que le ha pedido

Esa es la pura verdad;


lo dice el público y lo digo yo.
Santiago, 2 de mayo de 1896.

244
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Santiagueses!
Primer cartucho
El Ferrocarril Central se encuentra ya en Las Lavas
y el 16 del próximo agosto hará su entrada triunfal en esta ciudad.
Así es que no hay más que prepararnos para obsequiar con el más grande entusiasmo
a tan digna y bienhechora visita, de la cual dependerá la felicidad de todos.
Viva el progreso material e intelectual de la República Dominicana!
Viva el Gran Pacificador, verdadero autor del bienestar de la Nación!
Viva el muy progresista Ayuntamiento de esta ciudad! Y viva yo, que digo así:

Como es cosa ya formal


Que muy pronto llegará,
E inaugurado será
El Ferrocarril Central,
Por cierto que es natural
No andar con tanta demora,
Sino empezar desde ahora
A trabajar con ardor,
Por la gloria y el honor
Del Yaque la gran Señora.
Puerto Plata, dicen ya
Que tomó la delantera,
Y de la mejor manera
Se preparan por allá.

Y nosotros por acá


De Eva los desterrados,
En vez de estar animados,
Porque más nos interesa,
Estamos con la cabeza
Lo mismo que desyuncados.

Los que pueden francamente


Meter la cosa en candela,
La sangre no se les hiela
Por milagro puramente.

Pues no se ha visto una gente


De más concha y apatía,
Como si la férrea vía
Fuera cosa baladí,
Para inaugurarla así
Con cualquiera bobería.

El Ilustre Ayuntamiento
Como el Comercio también,
Ya debían tenerlo a bien
Hacer algún movimiento.

245
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y el Comercio más contento


Que ninguno debe estar,
Y más debe cooperar
Para días tan placenteros,
Porque ya de los recueros
Se va pronto a divorciar.

El público está esperando


Que tomen la iniciativa,
Y que haya una Directiva
Que algo vaya preparando.

A menos que estén dejando


Con esa tanta demora,
Que se presente la hora
Y oigamos en Gurabito
El más simpático pito
De alguna locomotora.

Para entonces poco a poco


Darle fuego al proyectil,
A fin que el ferrocarril
Nos coja… chipiando en coco.

Así es que yo le toco


Y le canto desde ahora,
Del Yaque a la gran señora
Para hacerle un bello halago
A su tocaya Santiago
La mejor locomotora.
Santiago, mayo 20 de 1896.

Manifestación de la moneda mexicana


Al pueblo dominicano.

Señores, ya voy de ruta


Para otra tierra lejana,
Queda hoy con la batuta
La plata Dominicana.

Hoy me quejo con razón


De algunos que me trajeron,
Y conmigo consiguieron
Una bella posición.

Ayer en esta nación


Era la dueña absoluta,
Pero si ha de haber disputa

246
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y más geringa por mí,


Como yo no soy de aquí…
Señores, ya voy de ruta.

El Comercio, que me trajo


Y me dio por alto precio,
Hoy me trata con desprecio
Y me mira cabizbajo.

Si me coje, es con rebajo,


Rabiando y de mala gana;
Y como soy mejicana
Tan despreciada me miro,
Que por eso me retiro
Para otra tierra lejana.

¡Pobres pesos mejicanos!


Después que hicieron milagros,
Convirtiendo pollos magros,
En muy gordos y muy sanos,

Esas almas de gitanos,


Los tratan con mano bruta,
Y ya, como van de ruta…
En santa paz y muy sana,
La moneda ciudadana
Queda hoy con la batuta.

Todos esos que importaron


Pesetas agujereadas,
Desteñidas y rayadas
Que de otra tierra botaron.

Después que al País le echaron


La más solemne canana
Con esa moneda insana,
Ahora le hacen el fó…
Pero eso, ya lo acabó
La plata dominicana.

Que bueiban con su basura


De plata de por allá!…
Que agora tenemo acá
Una monea muy sigura.
Ella… no será muy pura,

Pero é dominicana!
y como ella é suidadana

247
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Aquí siempre debe etai,


Sin que se la puean llebai
Para otra tierra lejana.
Santiago, 27 de octubre de 1897.

El Ferrocarril Central
Al Honorable Ayuntamiento de esta ciudad.
Según un parte oficial
Que tiene el Ayuntamiento,
Damos hoy conocimiento
Al público en general,

Que el Ferrocarril Central


De cierto se sabe ya,
Que inaugurado será
A fines del mes entrante;
Y que ya en lo adelante,
Más demora no tendrá.

La fiesta de referencia
No será más transferida,
Como es cosa bien sabida,
Que lo ha sido con frecuencia,
Pues según correspondencia
De Lilís el General,
Lo aseguro como tal
El Municipio de ésta,
Que en junio será la fiesta
Del Ferrocarril Central.

Y esa tal festividad


Mucho me ha hecho mentir;
Pero hoy si puedo decir
Que se cuaja de verdad,

Pues sé con seguridad


Que el Ilustre Ayuntamiento,
Ya le dio conocimiento
A la Junta de festejo,
La cual se halla de viejo
En activo movimiento.

Y la Junta referida
Hoy se mueve de verdad,
A fin que nuestra Ciudad
Quede pues lo más lucida,

248
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y también muy complacida


De fuera la concurrencia,
Que de toda procedencia
Vendrá a gozar con exceso,
De la fiesta del progreso
Y del bien por excelencia.

Y esta culta población


Agrícola y comercial,
Al Ferrocarril Central
Honrará con profusión.

Y al Jefe de la Nación
Con vivas recibiremos,
Y bien ya festejaremos
Al bienhechor del País,
El Gran General Lilís,
A quien tanto agradecemos.

Y más que nadie Santiago


Debe obsequiar lo mejor,
Al Gran Pacificador
Y hacerle un bonito halago.

Pues nunca será bien pago


Por nuestro pueblo querido,
Todo el bien que ha recibido
De Lilís, el grande hombre,
Que loado sea su nombre
Y por siempre bendecido.

Mas siendo el iniciador


Lilís de tan grande fiesta,
A nuestro pueblo le cuesta
Comportarse lo mejor.

Y el entusiasmo mayor
Tenemos que desplegar,
Y con ahínco ayudar
Al Municipal Concejo,
Y a la Junta de Festejo
Para todos bien quedar.

El que esté aún rezagado


Con el piquito ofrecido,
Para el festejo aludido
Del Ferrocarril citado,

249
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Antes que le sea cobrado


Que no se haga el chivo loco,
Y afloje ese pico foco
Que la Junta de Festejo,
Si no ha largado el pellejo,
Ya no le faltará muy poco.

Y comprendan la razón
Que la junta por sí sola,
Imposible que dé bola
Si no encuentra protección.

Y todos sin distinción


Con tal que sean pudientes,
Deban ser contribuyentes,
Pero nunca faltan ricos,
Que son peores que los micos
Para miserables gentes.
Santiago, mayo 23 de 1897.

Lo laidrone
De la Jurisdicción de Quiminduñe, a Siño Juan Antoño Alí,
decimero del Cibao, contetamo lo siguiente:

Siño Juan Antoño Alí,


Laidrón que roba a laidrón,
En ei tribunai debino
Gana cien día de peidón.
Con pena y grande pesai
Hamo bito su cansione,
Maitratando lo laidrone
Que no quieren trabajai.
Y uno tiene que robai
Pa no dejaise morí,
Poique lo rico de aquí
Poi do peseta sensilla,
No rebientan la cotilla,
Siño Juan Antonio Alí.

Con una agüita jeibía


Que no dan poi la mañana,
Quiere esa gente enumana
Que uno aguante ai medio día;
A la doce la comía,
No se jaita ni un ratón;
Y como eto diablo son

250
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Diremo dei memo oficio,


Eso no se ñama bisio
Laidrón que roba a laidrón.

Si uno le coje pretao


A ese demonio jambriento,
Le cobran siento poi siento
Ai cosecho y decontao.
Y ei probe que tá apurao,
No le quea otro camino,
Que bucai a la sesino
Pa que le ajute ei cuchillo;
Pero, qué dirán lo pillo
En ei tribunai debino!

Pa un enfelí trabajai
Con jambre, soi y barato
Ma bale meteise a gato,
Que tenei que rebentai.
Si le supieran pagai
Con juticia a un probe pión,
Y con buena mantención,
No se diría que un ratero,
Que roba a su compañero
Gana cien día de peidón.

¡Jutamente! ¡Ay, siño Juan Antonio Alí! Si nuetro Señoi Jesucrito se


propusiera daile fin a toitico lo laidrones, casimente ei mundo quedaría bacío.
Quiminduñe, junio 10 de 1898.

Felicitación
A mi apreciable Compadre.
Como yo lo aprecio tanto,
Compadre del alma mía,
Como de año nuevo día
Esta coplita le canto,
Y le deseo con encanto
Que el año nuevo le sea
Conforme usté lo desea,
De contento y bienestar,
Y la paz en vuestro hogar
Reinando siempre la vea.

Su compadre que lo aprecia.


Enero 1898.

251
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Felicitación
A mi apreciable Comadre.
Con placer, comadre mía,
Su compadre le desea
Que el año nuevo le sea,
De contento y alegría.

Y en este dichoso día


Le deseo de buena fe,
Que Jesús, María y José
Le den salud y fortuna,
Y sin novedad alguna
Que su casa siempre esté.

Es cuanto le desea su compadre.


Enero, 1898.

Los ladrones
El que no siembra no coje;
El que cuida siempre tiene,
El que no trabaja roba,
Porque, ¿con qué se mantiene?

Esos que suelen andar


De noche como cocuyo,
Buscando lo que no es suyo
Para poderse llevar,

Debían de considerar
Que el que lo ajeno recoje,
Es fácil que un día se moje
Si no sigue aquel refrán,
Que le dijo Dios a Adán:
El que no siembre no coje.

Todo el que suele afanar


Para buscarse la vida,
Con el juego y la bebida
Nunca debe encompadrar.

El que suele trabajar


El pan con que se mantiene,
Mucho mejor le conviene
Que lo suyo economice,
Porque la razón lo dice:
El que cuida siempre tiene.

252
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

El que sabe trabajar


Y se duele de lo suyo,
Puede siempre con orgullo
Con su trabajo gozar.

Sin necesidad de andar


Arrasando como escoba,
Ni causándole joroba
A ninguna propiedad,
Porque es la pura verdad:
El que no trabaja… roba.

Por eso los campesinos


Dicen que en sus vecindarios,
Abundan los perdularios
Perturbando a los vecinos.

Y que esos hombres dañinos


Oficio ninguno tiene,
Y como esa plaga viene
Por los caminos vagando,
Tiene que vivir robando
Porque, ¿con qué se mantiene?
Santiago, mayo 2 de 1898.

La fiesta de Las Lagunas


El 24 de los corrientes tendrá lugar la bendición
del nuevo Cementerio de “Las Lagunas”
en la Estación del Ferrocarril Central Dominicano
y para más pormenores diremos:
Señores, un gran festejo
Lo habrá sin falta ninguna,
En la Estación de Laguna
Inmediato a Palmarejo.

Y por lo que dicho dejo


Me autorizan a decir
Que allí pueden todos ir
Para ver un acto serio,
De un famoso Cementerio
Que tratan de bendecir.

Y se puede asegurar
Que a esa gran festividad,
Pasará de esta Ciudad
La música militar.

253
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Como obsequio singular


Del señor Gobernador,
Que ya desean con ardor
Que la santa bendición
De esa fúnebre mansión
No carezca de esplendor.

Y don Melitón Fonder


Que preside allí una Junta,
Sus pies de cebo se unta
Porque le suelen doler.

De tanto andar y correr


Por cumplir bien con su empleo;
Y yo todo eso lo creo,
Porque sé que Melitón,
Cuando tiene una misión
No se vuelve bulla y peo.

Y Manuel González, Vice


De dicha Junta también,
Asegura que no hay quien
Los jarretes se los pise.

Pues allí cantando dice


Al son de tambora y güiro,
Que no queda mal ni a tiro,
Y que si en esta alegría,
No queda bien ese día
Pide al punto su retiro.

Y el buen Mera Sebastián


¿Qué no hará ese amigo fiel,
Viendo a su yerno Manuel
Metido en tan grande afán?

Y más como el viejo Chan


Siempre a lo bueno se presta,
Y la referida fiesta,
Honrará su vecindario,
¿Qué importa que hasta el Calvario
Lleve Chan la cruz a cuesta?

Para ese acto divino


Del cementerio aludido,
Nombrado también ha sido
Mister Hall como Padrino.

254
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Pues como allí no hay vecino


Que al Director principal,
Del Ferrocarril Central
No le guarde simpatía,
Para tan solemne día
Lo han nombrado como tal.

Los Gómez y los Fermines,


Los Almonte y Toribios,
Ya se mostrarán bien tibios
En esos días de festines.
Los Betancourt y Martínez

Los Campo y los Silverio,


En un acto así tan serio
Pajaritos pintarán,
Festejando con afán
Su famoso Cementerio.

Y también los del lugar


Como los de otros puntos,
Que sus muertos o difuntos
Allí los han de enterrar;

También deben cooperar


A esa célebre función,
Por deber y obligación
Porque allí los que se van,
Sus restos reposarán
Libres de perro y lechón.

Los padrinos y madrinas


Del bendito Cementerio,
Si son gente de criterio
No salgan con gambucinas,

Porque de lenguas dañinas


Miles habrá reparando,
Para salir elogiando
A los que se portan bien,
Y a los míseros también,
Salirlos despellejando.

Conque vamos, caballeros


Señoras y Señoritas,
Por las ánimas benditas
Pasemos allí lijeros.

255
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que dos días muy placenteros


Gozando los pasaremos,
Y después regresaremos
Dándole fresco sin mengua,
A esa maldita lengua
Que por desgracia tenemos.
Santiago 17 de septiembre de 1898.

El 27 de febrero
Al Señor don Rafael de J. Espaillat,
hijo del Egregio Patricio don Ulises Francisco Espaillat.
Señores, no hay por ni pero,
Sino que con fantasía,
Es preciso honrar el día
Veintisiete de Febrero.

Y tú, pueblo santiaguero,


O del Yaque la Señora,
Debes recordar ahora
También la de Marzo treinta
Que en la lucha más sangrienta
fuiste tú la vencedora.

Cuando en tú bella sabana


Por cierto se presentó,
El insolente Pierró
Con su gran falange haitiana

Y tú, ciudad espartana,


En las orillas del Yaque
Le diste tan duro ataque
Al atrevido invasor,
Que fue a llorar su dolor
Del lado allá del Masacre.

Y tus hijos que en Beler


Y en Sabana Larga fueron
Los que más se distinguieron
Cumpliendo con su deber,

Por todo eso ha de ser,


En festejar con esmero,
Ese gran día de Febrero,
Pues de ahí es que dimana
La Patria dominicana
Y ser libre un pueblo entero!

256
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Y que no es bueno olvidar


Una fecha así tan bella,
Que a nuestra digna Quisqueya
Libre la hizo llamar.

Y que esto haga recordar


A los libres ciudadanos
Que vivamos como hermanos,
Para morir combatiendo
Contra los que estén creyendo
Fácilmente echarnos mano.

Más vale pobres vivir


Y ser libres con exceso,
Que con pie en el pescuezo
Llenos de oro lucir.

El tiempo no ha de seguir
Como está por el presente,
Pues cuando pasa realmente
De tabaco la cosecha,
La cosa se pone estrecha,
Pero vuelve floreciente.

Conque vamos, santiagueses,


Con toda magnificencia
La fecha de referencia
Honremos como otras veces.

Para que vean los musieses,


Y también el mundo entero,
Que el patriotismo sincero
Del pueblo dominicano
Se conserva siempre sano
Y por siempre duradero.
Santiago, febrero 27 de 1899.

La Religión y el Estado
Como cantor popular
Y como amigo que soy,
Del buen Congreso de hoy
Que no deja que desear;
Yo le vengo a suplicar
A ese Poder Ilustrado,
Que se empeñe demasiado

257
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Para que la Religión,


Del Cristo en nuestra Nación

No se aparte del Estado.


Ya empiezan a respingar
Por acá los habitantes,
Por las nuevas alarmantes
Que se oyen circular,
De que intentan separar
La Religión del Estado,
Y que más de un diputado
Ha presentado moción
Respecto a esa cuestión.
En el Congreso citado.
Por acá el santo clero
Parece indudablemente
Que a esa religiosa gente
Le han meneado un avispero.
Porque no hay un campanero
Monaguillo o monigote
Que no ande hoy al trote
Por los centros y arrabales,
Con las protestas curiales
Que andan jugando al garrote.

Las mujeres religiosas


Hacen votos con exceso,
Para que el sabio Congreso
Se ocupe hoy de otras cosas.
Que ya sean más provechosas
Y de mayor dimensión,
Pero eso de religión
Y asuntos del Padre Eterno,
No le conviene al Gobierno
Que toquen esa cuestión.

Ese proyecto insensato,


No deben de darle paso,
Pues sería en todo caso
Buscarle tres pies al gato,
Y hoy que se ve tan grato
Con Jiménez todo el clero,
Para evitar pelotero
Entre curas y el Estado,
Lo más bello y acertado
No menear ese avispero.

258
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Que siga la Religión


Del que fue crucificado,
Siendo siempre del Estado
Y también de la Nación.

La general opinión
Del pueblo dominicano,
Y de todo ciudadano
De criterio y de valer,
Dice que así debe ser
Porque el pueblo es soberano.
Bien dicho.
Santiago, diciembre 19, 1899.

Entre Lucas y Juan Mejía (Refrán)


Al Señor don Ulises Espaillat,
dueño de la espléndida farmacia “La Normal”,
calle del Sol No. 61.
Señores, ya si es verdad
Que se acerca el fin del mundo,
Con este sufrir profundo
Y tanta calamidad.

Y ahora que la bondad


De Dios, Jesús y María,
Con cánticos de alegría,
Para el cielo se marchó,
A los pobres nos dejó
Entre Luca y Juan Mejía.

“Lucas” son los comerciantes,


“Juan Mejía” los campesinos,
Que cual fieros asesinos
Se trozan esos marchantes,

Los que no son habitantes


Ni especulan hoy en día,
Con frutos ni mercancía,
Pagan hoy las consecuencias,
De esas grandes divergencias
Entre Luca y Juan Mejia.

El comercio importador
Batalla con más pujanza,
Por tener tan buena lanza
Como la del labrador.

259
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El terrible agricultor
Le embiste con energía,
Al que vende mercancía,
Y en pelea con todos entra;
Mal está el que se encuentra
Entre Luca y Juan Mejía.

Los pobres no encuentran brecha


En esta crisis malvada,
Porque tienen remachada
Con siete clavos la mecha.

El que nada no cosecha


Ni su animalito cría,
Ni tiene su bobería,
Ese no puede vivir,
Porque tiene que morir
Entre Luca y Juan Mejía.

En tiempos tan infernales


Se quejan los artesanos,
que ya no mueven sus manos,
Por caro los materiales.

Y además que en tiempos tales


De tristeza y agonía,
Por tan grande carestía
No hay quien estrene ya,
Porque el mundo está
Entre Luca y Juan Mejía.

Y si es el que tiene oficio


O el que vive de su arte,
El alma hoy se la parte
Sin el menor beneficio.

Todo le causa perjuicio,


Geringa y majadería
Por no encontrar todavía
El nivel correspondiente,
Que existe por el presente
Entre Luca y Juan Mejía.

Del sueldista no se diga


A menos que alguna ganga,
Le gotee en la remanga
A quien Dios se la bendiga.

260
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Pues de no el que no figa


Y en sueldo solo confía,
Lo revienta la heregía,
La usura y tanta crueldad,
Que gozan de inmunidad
Entre Luca y Juan Mejía.

Pero nada hay que temer


Mientras que el grande Lilís,
Se encuentre en nuestro país
Con las riendas del Poder.

Pues el que ha podido hacer


O dar con sabiduría,
Paz, progreso y garantía,
Y de bien así un conjunto,
Pronto arreglará ese asunto
Entre Luca y Juan Mejía.
Santiago, 26 de abril de 1899.

El ciego de las cocineras


Una cocinera sacaba un buen plato de comida para su amante,
en cuya operación la sorprende la dueña de la casa quien le pregunta:
¿Esa comida? –“Doña, responde aquella, esta comida es para un pobre ciego”.
Por eso es que llaman ahora “ciegos” a los amantes de las cocineras
y aun al plato que sacan de su cocina, y para más detalles,
dice Juan Antonio Alix:

Hay muchos ciegos ahora


De cuenta de Señoritos,
Con una porción de esclavas
que los mantienen bonitos.

Así hay una porción


Que viven como unos lores,
Porque hacen de los amores
Muy buena especulación.

Ropa buena, mantención


Lavandera y planchadora,
Eso encuentra el que enamora
Una burra que trabaja:
Pues con esa gran ventaja
Hay muchos ciegos ahora.

Y el que tiene una querida


Cocinando en casa grande.

261
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

No espere que Dios le mande


Fortuna más bendecida.

Pues de la mejor comida


manjares más esquisitos,
Les sacan sus bocaditos
Primero que a nadie allí;
Porque ellos viven así,
De cuenta de Señoritos.

Lo que gana en su alquiler,


De carga la burriquita,
El querido se lo quita
Para jugar y beber,

Y darle a otra mujer


De aquellas que cuecen habas,
Pero sin quitar aldabas
De sus puertas a holgazanes,
Que viven como sultanes
Con una porción de esclavas.

La que tenga así algún tío,


Tomando la sopa boba,
Con el palo de la escoba
Que lo espante del bohío;

Y a la calle con el lío,


Que se larguen los cieguitos
A freir sus buñuelitos;
Y que las dominicanas,
No imiten a las haitianas
Que los mantienen bonitos.
Santiago, 12 de enero de 1899.

Saludo del pueblo santiagués


Al ciudadano Juan I. Jimenes, Presidente de la República,
en su visita oficial a esta ciudad.
(Al Señor José Ml. Jiménez, Pto. Plata).

¡Salve, Señor Presidente!


¡Salve, ilustre ciudadano!
Y un buen estrechón de mano
Reciba sinceramente.

De toda la buena gente


De este pueblo agradecido,

262
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Que tanta honra ha tenido


De aquí verle y saludarle,
Y un buen arribo desearle
Al Jefe más distinguido.

Y los buenos que componen


La comarca de Santiago,
Al dedicarle este halago
A sus órdenes se ponen;

Pues todos ya se disponen


A ofrecerle su amistad,
Y ayudarle con lealtad
A conducir la Nación,
A punto de salvación
Con toda felicidad.

Y al darla, la bienvenida,
Este pueblo santiagués,
No abriga otro interés
que darle buena acogida,

Y quedar lo más lucida


Del Yaque la Soberana,
Con el hombre que se afana,
En que el bienestar avance,
Y salvan a todo trance
La Patria dominicana.

Y en todas estas regiones,


Las comarcas cibaeñas,
Con fiestas muy halagüeñas
Lo colmarán de atenciones.

Y sinceras impresiones
Recojerá por doquiera,
Porque todo el mundo espera
Que con vuestra autoridad,
No muere la libertad
Y el país se regenera.

Santiago hoy le desea


Mucho goce en esta fiesta,
Y que su estada en ésta
Muy provechosa le sea,

Y que claramente vea


Que este gran Departamento,

263
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Se encuentra lo más contento


Con el buen Jefe de Estado
Y con su Gobierno honrado
Ancora de salvamento.

En fin, Señor Presidente!


Estas coplas concluirán
Deseándole a Don Juan
El patricio consecuente,

Una salud permanente,


Larga vida y mucho tino,
Para guiar por buen camino
A la aflijida Nación
Que con tan noble intención
La dirije a buen destino.
Santiago, agosto 8 de 1900.

A mis compueblanos
A la Compañía Inglesa que trata de construir
el acueducto de esta Ciudad,
tengo la honra de dedicar este humildísimo trabajo.

Señores, por la presente


Diré que sin dilación,
Tendrá esta población
Un acueducto excelente.

Pues se trata seriamente


Y con mucha actividad,
De darle a esta ciudad
Sin pérdida de momento,
Ese grandioso elemento
De tanta necesidad.

Pues el Yaque aunque pasa


Besando nuestra ciudad,
Es mayor comodidad
Cada cual tenerlo en casa;

Y tomar el agua en masa


Para beber y fregar,
Bañarse y también lavar
De madera todo piso,
Y lavar, si es preciso,
La ropa en el mismo hogar.

264
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Para incendio, no se diga,


Pues con agua suficiente,
Se combate prontamente
Con mucho menos fatiga.

Y evitándose que siga


En más grande proporción;
Pues cualquiera habitación
Teniendo su pluma de agua,
La casa aunque sea de yagua
Encuentra su salvación.

Y los que tengan sembrados,


En los tiempos de sequía,
Tendrán agua en demasía
Para verlos inundados.

Y en los patios y cercados


El que tenga su animal,
No le será ni tan mal
Darle agua en abundancia
Por una insignificancia
Que se pagará mensual.

Y lo mismo todo dueño


De alambique, gozará,
Pues agua siempre tendrá
Sin mucho costo ni empeño.

Y también lo más risueño


Por siempre tendrá que estar,
Todo dueño de telar;
Y bastante economía,
Para la mampostería
El que quiera fabricar.

Y ese polvo maldecido


Desgracia de esta Ciudad,
Tendrá con seguridad
Que ser pronto combatido.

Porque ya es bien sabido,


Que las calles cada día,
En los tiempos de sequía
Muy bien se podrán regar,
Para uno descansar
De tan terrible agonía.

265
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y también los desdichados


Hijos de esta población,
Ya saldrán de una porción
De chicos desvergonzados,

Insolentes y malcriados
Que en vez de tener oficio,
De mucho más beneficio,
Se dedican a aguadores,
Y de ahí a malhechores
Sin el menor sacrificio.

Una compañía inglesa


De bastante capital,
Sin pedirle a nadie un real
Se hará cargo de la empresa.

Y con mucha ligereza


Darnos acueducto trata,
Como el que ya no dilata
En entregar por momento
Al Ilustre Ayuntamiento
De la culta Puerto Plata.

Un entendido ingeniero
De la dicha compañía,
Con Bogard, que es sin porfía,
Otro hábil caballero.

Han pasado al Saltadero,


De San Francisco nombrado,
Arroyo que está situado
Al norte de esta Ciudad,
Y con gran facilidad,
Puede ser bien explotado.

El señor Ramón Imbert


Intérprete hoy en día,
De esa rica compañía
También le cupo el placer,

De pasar también a ver


El referido lugar,
Y tan supo analizar
El agua de San Francisco,
Que se quedó medio bizco
Por tan buena resultar.

266
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Don Beningno Díaz y yo


Pasamos allí también,
Pero que se entienda bien
Que como ingenieros no;

Pues Bogard nos invitó


Nada más como mirones,
Pero en aquellas regiones
Benigno como es condueño
En algo sacó de empeño
Con varias indicaciones.

Y después de terminar
Esa gente su trabajo,
El buen Benigno nos trajo
A su casa a descansar,

Y nos dieron de almorzar


Con tantísima abundancia,
Que así digo con jactancia
Que no fue mejor la mesa,
De una casa francesa
A los alcaldes de Francia.
Santiago, noviembre 19, 1900.

Lilís en la puerta de la Iglesia Mayor


Donde fue sepultado y en donde dicen sale penando.

En la puerta de la Iglesia
Dicen que sale Lilís,
Preguntándole al que pasa
Cómo se encuentra el País.

Y una vieja que lo vio


Le dijo a ese condenado,
“El país que tú has matado
Y en tus manos se arruinó,
Un buen gobierno encontró
Que la gente buena aprecia,
Pero nunca lo desprecia,
Como a tu maldito mando,
Que por eso estás penando
En la puerta de la Iglesia”.

“Ahora no hay bancarrota


Ni mamerum sempiterno,
Porque hoy figura un gobierno

267
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Honrado, noble y patriota.


Ya nadie coje ni bota
Ni un solo maravedí”
La vieja le dijo así,
Pero hay también testigos,
Que llamando a sus amigos
‘“Dicen que sale Lilí.
“Ya no se dan concesiones,
Privilegios ni franquicias,
Ni se tratan con caricias
A los empleados ladrones.
Ni libres importaciones
No recibe nadie en masa,
Ni hay de comercio casa
Que sacrifique al Estado,
Ni hay un diablo condenado
Preguntándole al que pasa”.
“A nadie ya se castiga
Como tú cuando eras rey,
Que pisoteabas la ley
En obsequio de la intriga.
Por capricho no hay quien diga
Que hoy padece un infeliz,
Porque ya no es un Lilís
El que se halla en el poder;
Con que ya tú puedes ver
Cómo se encuentra el País”.
Qué diablo de vieja!…
Santiago 19 de marzo de 1900.

Consejo de una abuela a su nieta


Tú no vayas, nieta mía
Eso me dijo mi abuela,
A esos bailes de disfraz
Que te muerde la culebra.
En estas fiestas mundanas,
Ya no van pollitas finas,
Sino como yo, gallinas
De… poner con almorranas.
Y al no ir pollas galanas
A esos bailes hoy en día
De disfraz o porquería,
Si no quieres ver tu quiebra,

268
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

A bailar esa culebra12


Tú no vayas, nieta mía.

Como ahora hay libertad,


No quedó cuero pelado,
Que no se haya merengueado
En esta festividad.
Pues se vio en realidad
Que en siendo gente de espuela,
Todita cojió candela

En esos bailes muy bien,


Y como ella fue también
Eso me dijo mi abuela.
Allí bailaban muy bien
Olorosas mascaritas,
Pero también infinitas
Con un bajo a comején.
Y miles había también
Más malas que Barrabás;
Que por eso y algo más,
Te lo vuelvo a repetir,
Nunca se te antoje ir
A esos bailes de disfraz.

Como yo soy medio bruja


Y de chispa una escopeta,
Aunque me ponga careta
Yo soy gallina papuja.
Pero tú que eres aguja
Que no has conocido hebra,
Ni borracha con ginebra
Tú no vayas, Eliodora,
A esos bailes de ahora
Que te muerde la culebra.
Santiago, 28 de febrero de 1900.


La buena vida del gato
A mis queridos nietos Mercedes, Juan, Octavio,
y Miguel Angel Goico; Graciela, Rafael, Mercedes
y José Tomás Benedicto; María y Teresa Bonilla.

La vida, que pasa el gato


Cualquiera la envidiaría

12
La Culebra, Danza muy tibia del buen compositor Don Nicanor Espinal.

269
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El día lo pasa durmiendo


Y de noche en correría.

Cuando un gato se enamora


Para entrar en relaciones,
Empieza a cantar canciones
De la noche a toda hora.
Y así que le canta y llora
A su novia largo rato,
Entra sin pagar barato
En relación amorosa;
Conque, miren si es dichosa
La vida que pasa el gato.

Cuando son gatos ladrones


De pollos y de gallinas,
Con esas comidas finas
No piensan en los ratones
Y así viven, como dones
De alta categoría;
Y como no hay policía
Ni juez que les dé mal trato,
La suerte que tiene el gato
Cualquiera la envidiaría.

Un gato muy consentido


Duerme tranquilo y risueño
En la cama de su dueño
Como un niñito querido.
Rompe todo y hace ruido
Sin andar nada temiendo;
Y cuando no está corriendo
O con algo retozando,
Y en rincones escarbando
El día lo pasa durmiendo.

El trabajo nada más


Del gato es arar la tierra,
Porque en ella es que entierra
Lo que bota por atrás.
Pues no se olvida jamás
De enterrar su bobería…
Pero lo que es en el día
Cuando no está comiendo,
Así lo pasa, durmiendo,
Y de noche, en correría.
Santiago, noviembre de 1900.

270
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Por súplica
De un millón de jugadores doy a luz la presente glosa.

A los pobres jugadores


Los tienen dando alarido
Como pájaros culecos
Que les han quemado el nido.
La ley que prohíbe el juego.

Pudiera ser más legal,


Si ella fuera general
Para todos desde luego.
Pero como dice un ciego
Que ciertos grandes señores,
Juegan plata como lores
Sin que nadie los persiga,
Porque solo se castiga
A los pobres jugadores.

Si el juego no es conveniente
Porque es un vicio ruinoso,
No lo es también peligroso
El vicio del aguardiente?
Y mientras la ley consiente
Ese licor maldecido,
Autor que por siempre ha sido
De los crímenes mayores
A los pobres jugadores
Los tienen dando alarido.

La ley que el Gobierno dio


Bajo todo punto es buena,
Pero lo que causa pena
Que unos jueguen y otros no.
Y esto no lo digo yo
Que nos echan grandes tecos
Y que los hijos de Becos,13
No puedan tirar sus dados
Porque los tienen echados
Como pájaros culecos.

Y no puede ser justicia


Que unos puedan jugar,
Con esa misma franquicia.
Y otros no puedan gozar

Refrán.
13

271
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pero como la injusticia


Siempre, siempre se ha lucido
Con el pobre desvalido,
Ahora se oyen los clamores
de los pobres jugadores
Que les han quemado el nido.

Cuando la ley es para todos,


para todos debe ser.
Santiago, noviembre 15, 1900.

Remisión de tinajas, jarros


y ollas de barro14
Con gusto, prima María,
Le envío dos tinajitas,
Dos jarros y dos ollitas,
Que aunque humilde regalía,
Puede ser de que algún día
De hielo allá se carezca,
Y en caso que se le ofrezca
Con las tinajas de barro
Y con ese par de jarro,
Ya tomará agua fresca.

Y sepa, prima María,


Que ese par de tinajitas,
Son gemelas hermanitas
Nombradas, una Lucía
Y la otra Rosalía;
Lo mismo el par de jarrito,
Uno se llama Mundito,
Y el otro Juan Cuasimodo,
Pero que el público todo
Lo titula Juaniquito.

La tinajita Lucía
Tiene amores con Mundito,
Y lo mismo Juaniquito
Los tiene con Rosalía;
Por eso bueno sería
Andar con mucha cautela,
Y vivir por siempre en vela,
Porque no deben estar,


Dedicado por el autor, a su prima Doña María Teresa Julia; de Puerto Plata.
14

272
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Muy juntos en un lugar


La pólvora y la candela.

Con la mejor voluntad


Le remito las ollitas,
Porque son dos señoritas
De bastante utilidad
Y de gran necesidad,
Que no se puede negar:
Pues en Roma ante un altar
Dijo el Cardenal Rampolla,
Que no hay como una olla
De barro para guisar.

También dicen que a Pizarro


Conquistador del Perú
Le guisaron un cucú
En una olla de barro.
Y el navegante bizarro
Tan sabroso lo encontró,
Que ni un huesito dejó
De aquel guiso delicado,
Que al darlo por terminado
Los dedos se los chupó.

No mire, prima María,


El regalo de su primo,
Lo hago porque la estimo
Y le guardo simpatía.
Y esta humilde regalía
Es también con el intento,
De tener conocimiento
Que a Ud., quien la complace
Y algún cariño le hace,
Ya tiene a Puente contento.

Y estos son los deseos de su primo y amigo.


Juan A. Alix
Santiago, 22 de noviembre, 1902.


A los que les cae la chupa que se la pongan
Al valiente y muy liberal Don Carlos Morales,
Gobernador de Puerto Plata.

Parece que suele haber


Todavía tan mala gente,

273
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que por gusto solamente


Más sangre quisiera ver,

De la que ha corrido ayer;


Pues no falta quien desea
Que haya guerra y más pelea
Por deseos de ciertos nenes,
Que a la fuerza sea Jimenes
El dueño de La hicotea.

Pero puede ser que no


Sea todo lo que pretenden
Porque ellos mismos comprenden
Que Jimenes renunció,

Y él mismo fue que apoyó


A Wos y Gil y Deschamps,
Y unidos los tres están
De la mejor buena fe,
Y los tres como se ve
Por la Patria mucho harán.

Lo que hay que a cierta gente


Ya la paz no le conviene,
Ni mucha cuenta le tiene
El vivir tranquilamente;

Porque la paz no consiente


Que el País se vuelva escombro,
Ni hace ver con tanto asombro
A millares de holgazanes,
Cometiendo mil desmanes
Con la carabina al hombro.

Ni la paz, como es tan buena


No permite que en cantones,
Engorden los mamalones
Con chivos y vaca ajena.

Ni consiente a gente llena


De salud y lozanía,
Tirándose cada día
Algunos mangos bajitos
De varios dólares mansitos
Que no es una tontería.

Y es bueno de ir tratando
De ver si la paz impera,

274
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Que vivir de esa manera


Continuamente luchando

Y a la nación acabando
Con guerras encarnizadas,
Como han sido las pasadas
Terribles y desastrosas,
Por cierto que no son cosas
De gentes civilizadas.

Démosle tiempo sobrado


Al Gobierno superior,
Para que pueda mejor
Ocuparse del Estado,

Y ver todo encarrilado,


Que es lo que más se desea,
Y olvidar la inicua idea,
De vivir continuamente
Desgarrándose la gente
De la manera más fea.

El Gobierno Gil Deschamps


Se compone de hombres buenos,
Y de patriotismo llenos
Como pruebas dando están

Que se empeñan con afán


De su cumplimiento fiel,
Los Ministros Despradel,
Brache, Deetjen y Polín
Como los demás en fin
Ministros que están con él.

Por eso, ¿qué más se quiere?


¿Qué diablo más se desea?
Para que el País se vea
Como el orden lo requiere.

Y es bueno que el pueblo espere


Lleno de fe y confianza
Y abrigando la esperanza
Que tanto Gil y Deschamps,
A la Patria colmarán
De gloria, paz y bonanza.
Santiago, 19 de junio de 1903.

275
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Juramento constitucional
De los Ciudadanos Generales Alejandro W. y Gil
y Eugenio Deschamps, para Presidente y Vice-Presidente de la República
Al General Hermógenes García, Gobernador civil y militar
de la Provincia de La Vega.
Hoy es el día señalado
Por la ley fundamental,
El juramento legal
De aquellos que han designado.

Como Jefes del Estado


Para guiar a la Nación
Con una administración
Patriótica sumamente,
Como es de un buen presidente
La puntual obligación.

Y hoy también debían jurar


Todos los dominicanos,
Vivir siempre como hermanos
Sin pleitos qué lamentar.
Y al Gobierno no estorbar
La marcha de todo plan
Político, y con afán,
Mantener la paz que alienta,
Para que dé buena cuenta
El Gobierno Gil-Deschamps.
Pues tanto Gil y Deschamps
Como muy capaces son
Y patriotas sin baldón
Al país levantarán

Y ya lo redimirán
Del progreso por la vía;
Y el crédito y garantía,
Del país en general
Lo conservarán cabal
Habiendo buena armonía.

Porque ya es de rigor
Que el pueblo dominicano,
Sea más cuerdo y más humano
Y piense mucho mejor,

Sin causar ya más horror


Con la guerra fratricida,

276
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Para conservar la vida


Y los bienes cada cual;
Más la honra nacional
Cuasimente ya perdida.

Dejemos ya descansar
Esta tierra infortunada,
Que está la pobre, extenuada
De miseria y malestar.

Y demos tiempo y lugar


Al Gobierno para hacer,
A la Nación florecer,
Sin obligarlo realmente
A luchar continuamente
Por no dejarse caer.

Así, en tan fausto día


Roguemos al Padre Eterno
Que colme al nuevo Gobierno
De luz, paz, Sabiduría.

Y que la buena armonía


Jamás sea interrumpida
Para conservar la vida
Y sus bienes cada cual,
Más la honra nacional
Cuasimente ya perdida.

Ya no hay más que convenir


Y ver detenidamente,
Que con la paz solamente
Es que podemos vivir.

Para poder conseguir


Del País el bienestar,
Y al mismo tiempo cuidar
Que vengan blancos de fuera,
Pero de mala manera
A querer intermediar.

Los ingleses, ya lo dicen


Que se les da tres chichones
Que las pequeñas naciones
De América se destricen.

Para que las fiscalicen,


Los yanquis americanos,

277
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Así, queridos hermanos


Al movimiento más chico,
Pueden bien cojer su pico
Los pobres dominicanos.
Santiago, 1 de agosto de 1903.

Los mangos bajitos15


Dice don Martín Garata,
Persona de alto rango,
Que le gusta mucho el mango
Porque es una fruta grata.
Pero treparse en la mata
Y verse en los cogollitos,
Y en aprietos infinitos…
Como eso es tan peligroso,
El encuentra más sabroso
Coger los mangos bajitos.

Don Martín dice también


Que le gusta la castaña,
Pero cuando mano extraña
La saca de la sartén,
Y que se la pelen bien
Con todos los requisitos;
Pero arderse los deditos
Metiéndolos en la flama,
Eso sí que no se llama
Coger los mangos bajitos.

Por eso la suerte ingrata


De la Patria no mejora
Porque muchos son ahora
Como don Martín Garata.
Que quieren meterse en plata
Ganando cuartos mansitos
Con monopolios bonitos,
Con chivos o contrabando,
O así, de cuenta de mando,
Coger los mangos bajitos.

Cuando hay revolución


Maña es la más antigua,
Despachar a la manigua,

15
Dedicado por su autor al antiguo Listín Diario.

278
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

De brutos a una porción.


Que al mandarlos algún don,
Ya se marchan derechitos,
Y los dones quietecitos
Cada cual queda en su casa.
Para cuando todo pasa,
Coger los mangos bajitos.

Cuando el toro está plantado,


Se verán miles toreros,
Allí en los burladeros
Con el pitirrio apretado.
Cuando el toro otro ha matado
Al punto salen toditos,
Echando vivas a gritos
Y a empuñar buenos empleos,
Que son todos sus deseos
Coger los mangos bajitos.

Dejen ya la maña vieja


De mandar al monte gente,
para tumbar presidente
Sin dar motivos de queja;
Que la prudencia aconseja,
Que vivamos tranquilitos,
Como buenos hermanitos,
Que mucha sangre ha costado
Y la ruina del Estado
Coger los mangos bajitos.

Y que vean lo que ha costado


La tumba de dos poderes,
Que han muerto miles de seres
Que la tierra se ha tragado.
Cuántas viudas no han quedado,
Y huérfanos infinitos!
Cuántas miserias y gritos!
Y cuánta sangre correr!…
Por unos cuantos querer
Coger los mangos bajitos.

Ahora lo que han de hacer


Echarlo todo al olvido,
Y al Presidente elegido
Ayudarlo a sostener.
Y evitar que vuelva a haber

279
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Más viudas y huerfanitos,


Más crímenes y delitos
Y lárguense a trabajar,
Los que quieren, SIN SUDAR,
Coger los mangos bajitos.
Santiago, mayo 18 de 1903.


Un muchacho que se lo llevó el diablo
En una sección de Moca
El diablo se ha presentado,
Y a un muchacho se ha llevado
Dejando a su madre loca;

Por insolencia no poca,


Con la madre que le dio
El ser, y lo sustentó
Con sus pechos, cuando niño,
Y con el mayor cariño,
Tanto que lo acarició.

Así lo suelen contar:


“Que aquella madre aflijida
No tenía un día comida
A su familia qué dar;

Y un pollo pudo matar


De su hijo, y lo guisó,
Y el ingrato, cuando vio
Que era suyo el pollo muerto,
Cuantas aves vio por cierto
De su madre las mató”.

Y por eso aquella fiera


A su madre la insultó,
Y al respeto le faltó
Pero de mala manera.

Y todo por la friolera


De un pollito miserioso;
Cuando bueno y generoso
Debe un hijo siempre ser,
Con el hombre y la mujer
Que le han dado el ser dichoso.

Por tan criminal acción


La madre así lo maldijo:

280
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

“Espero que el diablo, hijo,


Te lleve sin dilación”.

La maternal maldición
Pronto se cumplió por cierto,
Pues a poco en un desierto
Al hijo desventurado,
Con el cuerpo ensangrentado
Allí lo encontraron muerto.

Pero lo más sorprendente


Fue que al irlo a enterrar,
Los que lo solían cargar
Notaron completamente.

Que el cadáver cuasimente


Apenas nada pesaba;
Pero quién se figuraba
El más tremendo misterio,
Que al llegar al cementerio
¡El difunto allí no estaba!

La gente salió al momento


Huyendo del campo santo,
Llena de terror y espanto
Y un temblor el más violento.

¿Con tal acontecimiento


Quién demonio se paraba
Cuando todo el mundo daba
Un ojo por un boquete,
Y salir como un cohete
Del aprieto en que se hallaba?

Todo el mundo ha opinado


Con sano criterio y calma
Que al muchacho en cuerpo y alma
El diablo se lo ha llevado,

Por miserable y malcriado


con su madre cariñosa,
Cuando no hay otra cosa
En la vida que más cuadre,
Como es el amor de madre;
De un hilo bueno la diosa.

El hijo desobediente
Con sus padres y malcriado,

281
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Extraño no es demasiado
Que el diablo se le presente,

Y todo hijo insolente


Sujétese bien la boca,
Para ver si no le toca
La suerte del hijo aquél,
Que el diablo cargó con él
En un campo allá de Moca.
Santiago, septiembre de 1903.

El Jockey Club santiagués


Y su espléndido baile del 23 de los corrientes.

Con gusto daré razón


Y su fama la propago,
De un baile en el Club Santiago
Que ha llamado la atención.

Por su grande animación,


Y concurrencia igualmente;
Tanto que, perfectamente
El Jockey Club se lució,
Con su gran baile que dio
El veintitrés del corriente.

En el local espacioso
Del Club Santiago nombrado,
Bellamente iluminado
Y un adorno muy lujoso,

Un concurso numeroso
De personas distinguidas
Lujosamente vestidas
Honraban aquel salón,
Y a esta digna población
Con verse allí reunida.

Ochenta damas había


Y cuasi todas pollitas,
Elegantes y bonitas
Como la estrella del día,

Y niñas que todavía


Ni a quince suelen llegar,
Y los que solían bailar
Con ellas cuasi pollones,

282
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

De puntica o de botones
Que ahora empiezan a cantar.

Además de las pollonas


Que tanto resplandecían,
Su pico también cogían
Unas cuantas muchachas,

Que aunque no tan mozetonas


De baile en cualquier salón,
Llaman siempre la atención
Como antiguas veteranas;
Complacientes y muy llanas
Y que bailadoras son.

Los jóvenes maduritos


También hacían sus figuras,
Entre tan bellas criaturas,
Como entre tantos pollitos

Elegantes y bonitos
Que honraban aquel salón.
Colmando allí de atención
Y de tratos muy decentes,
A todos los concurrentes
Sin andar con distinción.

En todo departamento
Incluso la galería
Tantísima gente había
que se escaseaba el asiento;

Pero nunca más contento,


Ni tanta satisfacción;
Y que a pesar de un millón
De licores como hubo,
Siempre el orden se mantuvo
Sin ninguna alteración.

Señoras y señoritas
Que ocupaban aposentos,
Y otros departamentos
Se han obsequiado a toditas,

Que el dulce, que las copitas,


A menudo les brindaban,
Y de todos se acordaban,

283
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Con la mayor complacencia,


Y con la mayor decencia
A todo el mundo obsequiaban.

El pavo que suele hacer


siempre en bailes su figura,
Ni siquiera en miniatura
Pudo allí, aparecer.

Pavo no podían comer


Las que en el salón estaban,
Porque muy listos andaban
Allí los comisionados;
Pues debido a sus cuidados
Sentada a nadie dejaban

La orquesta bien se lució


En esa dichosa noche,
De gusto haciendo derroche
Por lo bien que ejecutó;

Todo lo que se brindó


En ese baile afamado,
Todo ha sido delicado,
O riquísimo, diremos;
Como que también sabemos
Que allí de todo ha sobrado.

Esta corta descripción


Satisfactoria me es,
Al Jockey Club Santiagués
Dedicarla en atención,

De su verdadera acción
De cultura y de adelanto;
Deseándole por tanto
Con toda sinceridad,
Años de felicidad
Y un porvenir de encanto.
Santiago, 29 de agosto de 1903.

Un buen consejo a los campesinos de la República


Dedicada al General Miguel Febles, Ministro de lo Interior y Policía
del Gobierno Provisional.

Del campo a todo habitante


Como soy gallo viejo,

284
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

En coplas un buen consejo


Le doy para que lo cante.

Y lo observe en lo adelante
De Dios como una sentencia;
Y es que nadie su existencia
La debe sacrificar,
Porque otro vaya a gozar
De la mejor conveniencia.

Los honrados campesinos


Cuando hay revoluciones,
Para mantener cantones
Ellos son los paganinos.

Porque los hombres dañinos


Como no tienen qué hacer
Sino jugar y beber
Las revueltas les agrada,
Pues como no tienen nada
Nada tienen qué perder.

Pero el hombre que trabaja


Y de alguna posición,
Meterse en revolución…
Bien merece una mortaja.

Pues ¿qué diablo de ventaja


Sacará ese maldecido,
Con asunto de partido
Si después que el pleito pasa,
Si acaso, vuelve a su casa,
Todo lo encuentra perdido?

Así es que un campesino


No debe politiquear,
Porque nunca ha de alcanzar
Un lucrativo destino.

Lo que encuentra es el camino


De su trabajo perder.
Pues tiene que mantener
Los cantones con su crianza,
Y también con su labranza
Para nada merecer.

No hay duda, los de levitas


Y muchos grandes señores,

285
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Siempre han sido los autores


De las revueltas malditas.

Y desgracias infinitas
Por sus muchas pretensiones
A los empleos y galones;
Pero eso sería pamplina,
Si la gente campesina
No consintiera cantones.

Por eso en cada sección


De nuestros campos debían,
Los que trabajan y crían
Formar una asociación.

Para que ningún cantón


Se establezca en el lugar;
Como también denunciar
A todo propagandista,
Que vaya en son de conquista
A quererlos perturbar.

El Ministro de la Guerra
Polín, nuestro compueblano,
Y el Jefe el más veterano
Muy buena intención encierra.

Pues ha venido a esta tierra


Cibaeña a armonizar,
Y a todos unificar
Para que la paz impere,
Y todo el mundo prospere
Por medio del bienestar.

Pronto llegará el momento


Que Alejandro Wos y Gil
Entre aclamaciones mil
Ya prestará juramento,

Y como hombre de talento,


De honor y sabiduría
Y de mucha valentía.
El salvará a la Nación
Es decir, habiendo unión,
Vergüenza, paz y armonía.
Santiago, julio 9 de 1903.

286
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Certamen industrial
Dedicado por la Sociedad “Liceo del Yaque” al aniversario
del veintisiete de febrero.
Al Ilustre Ayuntamiento y a la Sociedad “Liceo del Yaque”.

En decir hoy me adelanto,


Pero así, sinceramente,
Que no me creo competente
Para dedicarle un canto.

Al acto más sacrosanto


De progreso verdadero,
Con que el pueblo Santiaguero
Se ha dignado festejar,
Y por siempre perpetuar
El Veintisiete Febrero.
Pero al fin por complacer
De unos cuantos la exigencia,
Y no con indiferencia
Tan sublime obra ver.

Algo he tenido que hacer


Como cantor popular,
Por no poderle negar
Estas coplitas de aliento,
A un nuevo acontecimiento
El más digno de admirar.

Así es, que me refiero


Al “Certamen Industrial”,
Delicado al festival
Del “Veintisiete Febrero”,

Donde el laborioso obrero


Con grata satisfacción,
Ha puesto en exhibición
Su trabajo delicado,
Para verlo allí premiado
Por su magna condición.

Al mundo entero ha cojido


De susto, mil novedades,
Y tantas curiosidades
Que ahora se han exhibido.
Del Certamen aludido
La importancia es sin igual,

287
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pues la opinión general


Completamente ignoraba,
Que nuestra tierra abrigaba
Tanta gloria nacional.

El Certamen francamente
Hizo salir de casillas,
Un sin fin de maravillas
Que estaban hasta el presente,

Ocultas completamente;
Pero no hay que negar,
Que esa obra singular,
Se debe al buen deseo,
De la Sociedad Liceo
Del Yaque en este lugar.

Porque ella ha sido la autora


Del Certamen Industrial,
Y la dueña principal
De esa obra bienhechora,
Y muy civilizadora,
Pues con gusto y mil amores,
Cientos de expositores,
Todos han depositado,
En el Certamen citado
Las obras más superiores.

La maquinita a vapor,
Del joven David de Lora
Tanto admira como azora
Al más sabio expectador,

Y más, a quien al Señor


David suele conocer,
Que no ha tenido el placer
De salir al extranjero,
Ni estudio para ingeniero
Ninguno suele tener.

Los sombreros guraberos


De cana, se han lucido,
Pues de cierto han recibido
Los elogios más sinceros.

Y también otros sombreros


del lugar de “San José’’,

288
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

Pues todo el que allí los ve


Se admira de ver aquello,
Porque es un trabajo bello
De paja de malcoté.

Lo que a todos admiró


Y ha tenido mucho eco,
Es el curioso muñeco
Del Señor Julio Tió.

Que en Jaibón lo fabricó


Y ha llamado la atención
Con muy sobrada razón
Del concurso numeroso
Por ser lo más ingenioso
El muñeco de Jaibón.

Labores hay infinitas


Admirables y curiosas,
Y en centenares de cosas
Pero a cual más exquisitas

Que no pueden ser descritas


En tan corta relación
Ni tengo la pretensión
De llegar donde no puedo,
Así es que aquí me quedo
Del lector con el perdón.

Pero no han de fallar


Mil plumas autorizadas,
Que noticias detalladas
Ya podrán suministrar.

De esa obra singular


Puesta en ejecución,
Por tan noble asociación
Liceo del Yaque bendita,
Que la Patria hoy felicita
Con todo su corazón.

La junta Organizadora
Del Certamen referido,
Grandemente se ha lucido
Con su obra encantadora.

Y el público no lo ignora,
Que esta Junta meritoria,

289
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Ha puesto en ejecutoria
La energía más admirable,
Y un esfuerzo imponderable
Hasta cubrirse de gloria.
Santiago, 5 de marzo de 1903.

De quién es la hicotea
A mi amigo Julio Saleta Santiago.
En una honda laguna
Un pescador zabulló,
Y una hicotea paseó
Por una buena fortuna.

Pero sin demora alguna


La hicotea otro desea,
Y quiere que suya sea
Porque a él se le escapó;
Así es que no sé yo
De quién es la jicotea.

La mitad del mundo entero


Dice que según parece
La hicotea le pertenece
A don Juan el caballero,

Que fue su dueño primero;


Pero al perder su tarea
Por aquella acción tan fea
Del veinticinco de Abril;
Que diga Alejandro Gil
De quién es la jicotea.

Del mundo la otra mitad


Así lo proclama a grito,
Que le toca a Alejandrito
La hicotea en propiedad.

Porque él fue en realidad


El que rompió la manea
De trillos, y en la pelea
La gloria también le cabe;
Así es que nadie sabe
De quién es la jicotea.

Como el amigo Deschamps


De méritos no carece,

290
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO I

La hicotea le pertenece
Como a Alejandro y don Juan.

Porque él ha sido el titán,


Más terrible con la idea,
Y donde su voz emplea
Produce de luz un foco;
Pero él no sabe tampoco
De quién es la jicotea.

El hombre que el pueblo elija


Para guiar a la Nación
A punto de salvación,
Dejarlo que la dirija.

Sin apretón de clavija,


Sin repingos ni pelea,
Para que más no se vea
Correr la sangre a torrente,
Ni pregunte más la gente
De quién es la jicotea.

Pidamos todos ufanos


Al cielo misericordia,
Porque reine la concordia
Y paz entre los cristianos.

Que todos somos hermanos


Y el País que bambolea,
Lo que ahora más desea
Que no lo dejen caer,
Que vale más que saber
De quién es la jicotea.
Santiago, mayo 7 de 1903.

291
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Tomo II
Proemio
Este segundo volumen de las décimas de Juan Antonio Alix, completa la selección reali-
zada por el escritor Dr. Joaquín Balaguer, quien ha prologado la obra, la cual se edita como un
homenaje póstumo al gran poeta popular.
Los trabajos y afanes de todos los que han contribuido a la presentación de estos volúme-
nes, constituyen el mejor estímulo para los editores, interesados siempre en coadyuvar a la
divulgación de la cultura dominicana y al enriquecimiento de la bibliografía nacional.

292
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Al público
Lo que ha pasado en la Otra Banda del Yaque
el día 7 del presente mes.

Ya que el público lo manda


Diremos por la presente,
Que el día siete del corriente
Por la noche, en Otra Banda
De pilluelos una tanda
Y de armamento provista,
Después de pasar revista
A siete chivos robados,
Dieron muerte los malvados
Al pedáneo Juan Batista.

Los pillos un burro prieto


Listo de un todo llevaron,
Y de carne lo cargaron
Sin desollar por completo.
Batista, bello sujeto,
Y Alcalde de la Sección,
Por cumplir su obligación
Y sus bienes defender,
Vino el pobre a perecer
A las manos de un ladrón.

Dicen que fue acompañado


De dos o tres compañeros,
Que se mandaron ligeros
Cuando Juanico ha goteado.
Y que un joven buen soldado
Lelo Marte, el muy valiente,
Quien venció a los bandidos,
Dejó allí a dos heridos
Y un prisionero igualmente.

Según cuentan los vecinos


De Otra Banda y más lugares,
Dizque pasan de millares
Los chivos y los cochinos,
Y ovejos, que esos dañinos
Por todas partes cogían,
Y los cueros no vendían
En bruto los malhechores,
Pues, como son curtidores,
Ellos mismos los curtían.

293
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

También suelen declarar


Vecinos de Rafael,
Que en todo el lugar aquel
No se oye un chivo berrear,
Ni un ovejito balar
Ni otras clases de animales,
Porque los pilluelos tales
Haciendo de carne líos,
Han dejado allí vacíos
Los chiqueros y corrales.

Hoy se encuentra en el Juzgado


De Instrucción el burro prieto,
El que vino bien repleto
De chivos muertos cargado,
Con el cuero aún pegado;
Pues dicen que los chiveros
Por querer andar ligeros
Nada más los degollaban,
Y el mondongo lo dejaban
En los mismos mataderos.

Del pueblo la mayoría


Deseaba que los malvados
Fueran todos fusilados,
Que de ejemplo serviría.
Y la Autoridad quería
Al público complacer,
Pero que por atender
A unos cuantos consejeros,
Hoy se encuentran los chiveros
De la Justicia en poder.

Esta corta relación


Con gusto he publicado,
Porque me lo ha suplicado
Entera esta población.
Para con más atención
Que obren los tribunales,
Y se empeñen los fiscales
En emplear más energía,
Para darle garantía
A la crianza de animales.
Santiago, agosto 10 de 1903

294
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Al Gobierno Provisional de la
República, Santiago
Como cantor nacional
Yo no puedo prescindir,
De marchar o de seguir
A la opinión general.
Por eso es muy natural
Cantar lo que ella desea:
Que para evitar pelea
O no más guerra civil,
Le diga a Alejandro Gil:
Afloja la jicotea.

De Alejandro siempre he sido


Amigo particular,
Y no lo puedo negar
Que le estoy agradecido;
Y como amigo querido
Este amigo le desea,
Que en salvamento se vea;
Y si de cerca le viera
Lo abrazaría y le dijera:
Afloja la jicotea.

Si el País entero ya
Desconoce tu poder,
No hagas la sangre correr
Que hasta Dios se enojará.
Vete, que tú volverás
Cuando en paz todo se vea.
A tu Patria que desea
Que no haya más bancarrota;
Conque, si eres buen patriota:
Afloja la jicotea.

Cantando estoy como un grillo


Sin a nadie maltratar,
Sin subir ni arrempujar
A partido ni a caudillo.
Ni canto por darle brillo
Ni al Jesús de Galilea,
Canto con la buena idea,
De lo que mejor conviene,
Y decirle al que la tiene:
Afloja la jicotea.

295
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

A ninguno adularé
Con atronadores vivas,
Y ni con flores ni olivas
A nadie coronaré.
A la paz le cantaré
Y a la Unión que hoy campea;
Esa es toda mi tarea,
Evitar guerra civil,
Diciéndole a Woss y Gil:
Afloja la jicotea.

El País por el momento


Poco a poco se fusiona,
Sin distinción de persona
Y sin apasionamiento.
No ha habido atropellamiento
Ni quien arriba se crea,
De la discordia la tea,
Ya no hay ni quien la nombre;
Con que Gil, si eres buen hombre:
Afloja la jicotea.

En la más completa unión


Se encuentran greñudo y bolo:
Formando un partido sólo
Como hermanitos que son.
No ha habido una discusión
Ni una palabrita fea,
Pues si lo que se desea
Es en paz todos vivir,
Gil, si te quieres lucir,
Afloja la jicotea.

Formando un sólo partido


Se encuentra todo el Cibao,
Desde Masacre al Bonao
Como ya es bien sabido.
El Este y Sur se han unido
Al Cibao con esa idea,
Y como la unión florea,
Con placer y gusto mil,
Amigo Alejandro Gil:
Afloja la jicotea.
De todo corazón te desea un feliz viaje,
tu siempre amigo, Juan Ant. Alix.
Santiago, 2 de noviembre de 1903

296
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Las Juntas de Fomento


Establecidas por el progresista Don Eugenio Deschamps,
Vicepresidente y Delegado del Gobierno en el Cibao

Para dar conocimiento


Al público en general,
De lo que el Gobierno actual
Práctica por el momento,
Como asuntos de fomento,
De riqueza y bienestar,
Debo de manifestar
Que si el Gobierno consigue
Lo que con afán persigue
El país se ha de salvar.
Sabido es, que el habitante
Del campo, que trae su fruto,
Como gato entre macuto
Se lo endosa al comerciante;
Y al momento el negociante,
Ya sea por ambición
O por la mala intención
De trancar a un tercero,
Se lo compra al cosechero,
Sea cual sea su condición.
Por eso más criminal
Es sin duda el comerciante,
Que el gitanillo habitante
Y mucho más ilegal;
Pues si el cosechero tal,
Convencido ya estuviera
Que su fruto no vendiera
En pésima condición
Jamás a la población,
Ni de chepa lo trajera.

Pero como saben bien


Que si ellos traen basura
El comerciante se apura
En comprarla en su almacén,
Eso yo lo haría también
Si yo fuera cosechero,
Pues de casa el basurero
Al comercio le trajera
Aunque así después se hundiera
Enviándolo al extranjero

297
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El Gobierno superior
No tiene más ideales,
Que a los frutos nacionales
Darle crédito y valor.
Para que en el exterior
Sean siempre solicitados,
Y no tan desmeritados,
Como están a la sazón
Por su mala condición
Y tan mal clasificados.

En todo el Departamento
Del Cibao están nombradas
Por Deschamps e instaladas
Varias Juntas de Fomento.
Para darle crecimiento
De una manera segura,
A comercio, agricultura,
Y a otras cosas igualmente,
Para que el País realmente
Se coloque en grande altura.

El Gobierno ha concedido
Sin pérdida de momento,
A las Juntas de Fomento
Cuanto ellas han pedido,
Y en todo está decidido
Dichas Juntas a apoyar,
Y hacerlas bien respetar
Con la mayor energía,
Porque es la única vía
De la cosa organizar.

Ya con esto es suficiente


Para que el agricultor,
Y todo especulador
Estén lo más al corriente,
Que el Gobierno no consiente
Que salga de la Nación,
Sea cual sea la producción,
Si no está bien comprobada,
Y bastante examinada
Su exquisita condición.

Así todo agricultor


Como todo comerciante,

298
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Ya sabrán que en lo adelante


El Gobierno superior
Castigará con rigor,
Con multas y con prisión,
Al que tenga la ocasión
De comprar o de vender
Frutos de poco valer
Y de mala condición.

Lo que pretende el Gobierno


Con esa sabia medida,
Es sacar, pero en seguida,
Al País de tanto infierno,
Y de un padecer eterno,
Pues en los tiempos actuales
La miseria y tantos males
Que afligen a la Nación,
Es la mala condición
De los frutos nacionales.
Santiago, 14 de octubre de 1903.

Un hijo desobediente
Que fue a una fiesta en contra del gusto de su padre.
A mi amigo el Gral. Pedro M. Espaillat. Santo Domingo.

Hoy también contar me toca


Otro caso parecido,
Al del hijo maldecido
En un campo allá de Moca.
Que por una cosa poca
O es decir, por un pollito,
Ese muchacho maldito
A su madre maltrató,
Y el diablo se lo llevó
Al infierno derechito.

Pues en Jacagua ha pasado


Otro caso cuasi igual,
Que lo contaré tal cual
Como a mí me lo han contado.
“Un padre de familia honrado
A un hijo le aconsejó
Y mucho le suplicó
Que no fuera a una fiesta,
Que esa noche había propuesta
En qué parte no sé yo”

299
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y el hijo sin más espera


Al padre así le contesta:
“Pues yo sí voy a la fiesta
Aunque el demonio no quiera,
Me voy de cualquier manera
Sin que nadie me sujete,
Y el primero que se mete
En privarme de mi gusto,
Cuatro balazos le ajusto
Como cinco y dos son siete”.

Otra vez le dijo el padre:


“Tú no vayas a la fiesta
Que en tu cama hago una apuesta
Que no hay perro que te ladre.
—Por la salud de mi madre
A esa fiesta sí que voy,
Porque listo ya lo estoy
Y el que me salga al encuentro
Del pecho en el mismo centro
Cuatro balazos le doy”.

El padre quedó abismado


Contemplando largo rato,
Aquel hijo tan ingrato
Desobediente y malcriado.
Y al fin, le dijo indignado:
“Hijo mío, jamás te hablo;
Pero yo espero en San Pablo
Y en el gran Poder Divino,
Que al marcharte, en el camino,
Ojalá te lleve el diablo”.

El hijo sin atender


A más nada se marchó,
Y al festín se dirigió
Lleno de gusto y placer;
Pero pronto pudo ver
Que salía de una emboscada
Un hombre de grande alzada
Con dos cuernos en la frente,
Y los ojos puramente
De fuego una llamarada.

El joven así que vio


Aquella infernal figura,

300
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Con muy notable bravura


Al momento se cuadró
Y el revólver lo sacó,
Sin andar con pareceres;
Y al hombre dijo: ¡quién eres!
Si en el mundo andas penando,
De parte de Dios te mando
Que me digas lo que quieres”.

“Cállate esa boca perro:


El fantasma contestó,
Que a arreglarte vengo yo
Con estas uñas de hierro.
Yo soy el diablo que encierro
A todo el que no me cuadre,
Y al perro que a mí me ladre
Como tú, que así me gruñas,
Le enseño con estas uñas
A respetar a su padre”.

De una vez entró con él


El demonio y lo tumbó,
Y las uñas le clavó
Con una fiereza cruel;
Que si no es por San Miguel
Que de encima se lo quita
De virtud con su varita,
El joven ya estuviera
Junto con aquella fiera
Que maltrató a su mamita.

El hijo, de tal manera


Llegó a su casa estropeado,
Con todo el cuerpo aruñado
Y la camisa por fuera,
Gritando al padre le abriera
La puerta sin dilación,
Para pedirle perdón,
Y el padre así que lo vio
Hincado, lo perdonó
Y le echó la bendición.
Viva la paz! Viva la unión!
Y abajo los cogedores de mangos bajitos! Allé.
Allé, a buscar qué hacer, y dejen al País tranquilo.
Santiago, 6 de octubre de 1903.

301
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El 14 de febrero
continuación de las décimas
Unidos los santiagueros
Con un grupo de mocanos
Valientes como espartanos
Y rabudos espueleros,
A los bolos majaderos
Tanto el dado le cargaron
Que unos cuantos ni atinaron
A salir de la ciudad,
Pidiendo hospitalidad
Donde ocultos se quedaron.

Los bolos razón tenían


En temerle tanto al foete,
Porque ya en el mismo ojete
La rabiza la sentían.
Y mucho más cuando oían
“Que atájenlos por allá”,
“Que atráquenlos por acá”,
Y el fun fun de las abejas
Tan cerca de las orejas,
Que el más valiente se va.

¡Pero cuánto patriotismo!


¡Oh valientes veteranos!
Estrechen aquí sus manos!
¡Qué heroísmo! ¡qué heroísmo!
Y cuánto valor: lo mismo
Les decían los camarones,
Pero al verlos en pelotones
Huyendo que se mataban,
Indignados les voceaban:
¡Qué pelones, qué pelones!

No se hallaron en la acción
Varios bolos generales
Por temor que en los panales
Les picara un abejón.
Fuera de la población
Quedarse allá resolvieron
Pero que cuando sintieron
El bajo de la tollina,
Pues al que le dan camina,
En sus jacos se tendieron.

302
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Entre ambos que lucharon,


Con seguridad se cuenta,
Que han pasado de sesenta
Las bajas que resultaron.
Los bolos aquí dejaron
Muertos y algunos heridos
Los que fueron recogidos
Por la Cruz Roja bendita
Que con piedad inaudita
Fueron todos socorridos.

Después de la gran tollina


A los pájaros sin rabo
En los Cerros de Gurabo
Les dieron otra propina.
Teniendo aquella colina
Fuertemente atrincherada
En donde no hicieron nada
Trescientos que allí se hallaron,
Porque todos se panquearon
Para Cuesta Colorada.

Al salir de propartida
De los Cerros los zancudos
Continuaron los rabudos
Dándoles la despedida.
Y en la Cuesta referida
El derrote fue tan cruel,
Que echando cuasi la hiel
Por la boca, de cansados,
Llegaron desgaritados
A Llanos de Rafael.

Así pues, que no valieron


Las misas a San Antonio,
Ni los brujos del demonio,
Ni los judú que se dieron.
Ni mil promesas que hicieron
Porque todo fue pamplina;
La Providencia Divina
Como ella está con Morales
En vano son los cordiales
Y los caldos de gallina.
Y a quien Dios le da la jicotea que se la bendiga
San JUAN A. ALIX. Amén Jesús.
Santiago, mayo de 1904.

303
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Viva la paz
La República Dominicana se encuentra por el momento
en plena paz y tranquilidad. Loado sea Dios!
DEDICATORIA:
Al Ilustre Caballero Mr. Tomás Cleveland, Ministro Americano
cerca del Gobierno Dominicano, residente en la Capital de nuestra República.
El señor Cleveland ha sido bien obsequiado en todas las Comarcas del Cibao
que ha visitado; que para bien sea.

Con toda satisfacción


Damos hoy publicidad
Que ya la tranquilidad
Reina en toda la Nación;
Pues la cruel revolución
Ha bajado su estandarte
En ese mismo baluarte
que de cuna le sirvió;
Y la paz enarboló
El suyo por toda parte.
Los dos Jefes principales
De la tal revolución,
Viendo ya con atención
Las consecuencias fatales
De esas luchas criminales,
Con el Gobierno pactaron,
Y fielmente celebraron
El Demetrio y Desiderio,
Un pacto bastante serio
Que en Montecristy firmaron.
La Provincia de La Vega
Se encuentra toda de gala,
Porque Perico Lasala
Tampoco quiere más brega;
Haciendo su gente entrega
De sus armas principales;
Inclusos los generales
Pimentel y otros varios,
Los que ya no son contrarios
Del Gobierno de Morales.

Y hay quien diga con afán


Que ya Perico Lasala,
Jamás tirará una bala
Por su compadre don Juan
El araña capitán,
Que después que le ofreció

304
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

La ínsula, se embarcó
A gozar a Puerto Rico,
Y al infeliz del Perico
En la estaca lo dejó.16

Por lo dicho se verá


Que ya todo está tranquilo,
Y por ese mismo estilo
Mucho tiempo lo estará.
Aunque nunca faltará
Algún hijuelo de perra,
Que desee otra vez la guerra;
Pero si cualquiera abusa,
Ya encontrará su tusa
Con los blancos de otra tierra.

Pues, ¿quién es el que no sabe


Que el Gobierno yanqui ha sido
Quien más ha contribuido
A que la guerra se acabe?
Y que esa gloria le cabe
A los norteamericanos,
Que alzadas tienen las manos
Para aplastar a cualquiera,
Que intente encender la hoguera
Entre los dominicanos.

Toda nación europea


Y los norteamericanos,
Entre los dominicanos
No consienten más pelea.
Que cual gobierno que sea
Ellos lo han de proteger
Y por la fuerza han de hacer
Que no se altere la paz,
Como remedio eficaz
Para el País florecer.

Ya un Ministro americano
Reside en la Capital,
Y lo que es el litoral
Del País dominicano
Nunca faltará a la mano
Muy grandes buques de guerra,


El refrán que dice: “quedó como perico en la estaca”.
16

305
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que echarán gentes a tierra


Por millones si se ofrece;
Y el que se mueve, perece,
Y que de una vez se entierra.

El pueblo dominicano
Será siempre independiente,
Como promete fielmente
El coloso americano;
Y no habrá poder humano
Que le toque en realidad,
Viviendo en tranquilidad
En paz, en buena armonía,
Pero, si es en anarquía,
Perderá su libertad.

Así es que desgraciado


Del que ahora se menea,
Que prontamente gotea
Y es de una vez sepultado.
Morales está apoyado
Y su Gobierno igualmente,
Con buques, dinero y gente,
y ya con revolución
Lo que es en nuestra Nación
No se tumba presidente.
Eso es bueno con batata, como dice un refrán.
Santiago, 11 de julio de 1904.

La oreja de Ñico el loco


A mi amigo Octaviano Estrella
Ciudad.

El Pobre de Ñico el loco


Es un infeliz idiota,
Que solamente se bota
Cuando lo cuquean un poco.
Ni le hace daño tampoco
A nadie ese desgraciado;
Pero como es alocado,
Donde la noche le coge,
En el suelo se recoge
Y allí duerme engurruñado.

Esa infeliz criatura


Cuando no está embriagado,

306
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Se ocupa de hacer mandado


Y adquiere su valedura;
En la plaza de verdura
Allí gana sus cuartillas,
Cargando mesas y sillas,
Cajones y otras frioleras,
A unas cuantas canasteras
Que venden en las casillas.

Pues a ese desdichado


Sin dar motivos de queja,
Le mocharon una oreja
Sin duda algún condenado,
Que viéndolo allí acostado
Durmiendo en una calzada.
La oreja le fue cortada
Por algún ser inhumano,
Que no tiene de cristiano
Ni siquiera una pulgada.

El maldito criminal
Que a Ñico lo ha señalado
Dicen que mocho y bocado
Le puso como señal,
Como de crianza animal;
Y aunque no es de juicio sano,
El Ñico no es un marrano;
Es hijo de Dios lo mismo,
Por el agua del bautismo
Que tiene como cristiano.

El que cometió por cierto


Ese crimen tan horrendo.
Que vaya previniendo
Con Dios que vive despierto,
Con su tribunal abierto
Y su ley siempre pareja:
Y como ese Dios no deja
Sin castigo al delincuente,
Que tengan eso presente
Los cortadores de oreja.

Estas coplas las publico


Para que el mundo lo sepa,
Que aquí se vive de chepa
Tanto el pobre como el rico.

307
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Porque cuando el pobre Ñico


Que no debe culpas viejas,
Lo han dejado sin orejas
Si a esta tierra viene el Papa,
Como ya nadie se escapa
Le arrancan hasta las cejas.
Avenuncio, Satanás!; toma la cruz, perro mataluz!
y líbrenos Dios de tanta vagabundería. Sí, señor!
Santiago, 11 de junio de 1904.

Los niñitos
Que se oían gritando en noches pasadas
en la iglesia de Nuestra Señora de la Altagracia.

El caso que resultó


En la Iglesia de Altagracia,
Aunque falto soy de gracia
A cantarlo vengo yo.
Tal cual como lo contó
De aquel templo una vecina,
Que se halló en la fajina,
Dizque de unos niñitos
Trancados y dando gritos
En esa mansión divina.

Los niños dizque decían


¡Ay mamá! ¡ay mamá!…
¡Ay papá! ¡ay papá!…
Y a carcajadas reían.
Pero tanta bulla hacían
Que la policía corrió,
Y el vecindario acudió
Lleno de miedo profundo;
Y así fue que todo el mundo
Por allí se alborotó.

Unos cuantos que miraban


Por el abra de una puerta.
Decían como cosa cierta
Que en el coro se encontraban.
Unos niños que cantaban
En fila todos parados;
Y a otros veían sentados
Desnuditos en los bancos;
Y que todos eran blancos
Con gorritos colorados.

308
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

El sacristán de la Ermita
Que se apareció en chancleta.
Armado de una escopeta
Y de un revólver marmita.
Tocó allí una campanita
Y reunió al vecindario,
Para cantar el rosario
Por aquellos angelitos
Que de los cielos benditos
Bajaron a aquel santuario.

“Que salga una comisión


–dijo allí un mequetrefe–
Para darle parte al Jefe
De esta sagrada mansión”.
Así fue, sin dilación,
El cura al momento vino,
Y al abrir con mucho tino
De la Sacristía la puerta,
Salió a carrera abierta
Huyendo un perro barcino.

Es todo cuanto ha pasado


En la Parroquia Altagracia,
Que no ha sido una desgracia
Como ya se ha propagado;
Un pobre perro trancado
En la iglesia dando gritos;
Eran pues los angelitos
Que ¡ay mamá! dizque decían,
Y que también los veían
Con gorros y desnuditos.

Lo que sí es cosa cierta,


Y se puede asegurar,
Que no pueden ya dejar
Iglesia ninguna abierta.
Ya es preciso andar alerta
Con los brujos hoy en día,
Pues toda esa ratería
En las iglesias divinas,
Son los brujos y adivinas
Para arreglar brujería.

Y es cierto que al Padre Armando


Le han robado del altar,

309
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Un vaso que suele usar


Cuando él está consagrando.
Y Luis Pérez predicando
Se ha quejado ya con pena,
Que alguna persona buena,
Creyendo hacerle un favor
Entró a la Iglesia Mayor
Y le robó su patena.
Los brujos y las adivinas están de plácemes!
No hay quien les llegue al cuero.
Así memo, así!
Santiago, octubre 19 de 1904.

Lamentaciones
De una dicha de 35 carnavales que está por casarse que no ve.
A la juventud universal, porque en todas partes se cuecen habas.

Caramba! quiero casarme,


Aunque mi mamá lo sienta;
Porque paso de los treinta
Y yo no quiero quedarme;
Yo estoy ya por colocarme
Pero de cualquier manera,
Sin andar con más espera
Ni más vuelta al pensamiento;
Yo estoy ya por casamiento
Y me caso con cualquiera.

Cansada estoy de esperar


Y me moriré de vieja,
Esperando esta pareja
Con quien me quieren casar,
Que del cielo ha de bajar;
Blanco, noble y millonario,
De un talento extraordinario,
Buen mozo, muy elegante
Que toque el piano, y que cante
Más bonito que un canario.

Mi mamá culpa ha tenido


Que llegara yo a esta edad,
Sin esa felicidad
De tener un buen marido;
Porque a ella le ha cogido
Conque debo ser casada,

310
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Con ministro o embajada,


De Alemania o Inglaterra;
Cuando aquí en nuestra tierra
No valemos cuasi nada.

Envidia me causa ver


Miles mujeres casadas,
Que están muy bien colocadas
Por no ponerse a escoger;
Pues el mucho pretender
Y ese orgullo mal fundado,
No da ningún resultado;
Pero ni luce ni cabe,
Donde todo el mundo sabe
Del pie que uno ha cojeado.

Mi mamá siempre se pone


Con miles de sacaliñas,
Cuando de cacas y tiñas
Este mundo se compone;
El que a eso se dispone
Se olvida de ciertas cosas,
Que no son ni tan honrosas
Para que anden repingando
Y narices aventando
Como las vacas rabiosas.

Y mi mama en otra era


Nunca frecuentó un salón
Que mereciera atención
Y ni mirarlo siquiera;
Pero hoy que en la primera
De verse tanto se alegra
Le sopla su bola negra
A tantos jóvenes buenos,
Porque dizque tiene a menos
De que la tengan por suegra.

Yo me muero por bailar


Y mi mama no me deja,
Por no haber noble pareja
Con quien pueda yo danzar.
La juventud del lugar
No puede ser más decente,
Más culta y más complaciente,
Y a mi mama le ha cogido,

311
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Conque el mundo está perdido


Y en los bailes comen gente.

No quiere que tenga amores,


Ni quiere que al Parque vaya,
Porque no falta canalla
Entre los visitadores.
Ni por los alrededores
De casa pisa varón
Porque dizque todos son
Unas aves de rapiñas,
Que se llevan a las niñas
Como a paloma un gorrión.

Así es, que quiero casarme


Con el hombre que me cuadre,
Y no con el que mi madre
Por esposo quiera darme.
Pues yo no quiero quedarme
Como otras que están penando,
Que por estar esperando
Casarse con un Sultán,
Vistiendo santos están
Y en las iglesias cantando.

Para tanta esclavitud,


Seguro que me coloco,
Así sea con Ñico el loco,
Si no anda con prontitud
La piadosa juventud,
Pues cualquiera se condena
Viviendo con tanta pena
Y así tan mortificada,
Como una monja encerrada
Sin saber de cosa buena.
La probe! Ojalá encuentre un viejo bobo que la saque de pena,
así sea como el decimero.
Santiago, 29 de septiembre, 1904.

El chivo motón
A los amigos Rodolfo Lithgow y Enrique Pastoriza.

Ha llegado a la Estación
Del Ferrocarril Central,
Un chivo fenomenal
Que ha causado admiración.

312
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Es un chivato motón
De larga barba poblado
Y entre patas bien pegado,
Un talego regular,
Con el que puede probar
Que nunca ha sido capado.
El chivo de referencia
A Montecristi llegó,
Y por la Aduana pasó
Con la mayor insolencia,
Pues sin pedirle licencia
Al jefe de aquel bufete,
Se ajustó por un boquete,
Pasó por la población,
Sin ninguna interrupción
Hasta verse en Navarrete.
Francamente ahí llegó
Montado en varias carretas,
Con barriles y maletas
Que allí las depositó.
Más tarde se trasladó
Al tren de la vía Central,
Y con gran ceremonial
Tuvo en esta población,
La más bella recepción
Por la autoridad local.
Allí fue el Gobernador,
El Alcalde y el Fiscal.
Los Jueces del Tribunal,
Los de orden Superior;
También le cupo ese honor
Al Señor Juez de Instrucción,
Y de gente una porción
Lo mismo pasó en seguida,
A darle la bienvenida
Al caballero motón.
Mas después de celebrada
La recepción oficial,
Con un proceso verbal
La fiesta fue terminada.
Pero, que a la llegada,
De un señor facultativo,
Que observó que dicho chivo

313
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El vientre tenía inflamado


Al punto le fue aplicado
De emético un vomitivo.
Con ese medicamento
El motón se mejoró,
Porque al instante arrojó
Mucha bilis y excremento,
Envuelto aquello en cemento
Romano, varios barriles
Y un sin fin de proyectiles
Explosivos, igualmente,
y revólver de patente,
Pero no arrojó fusiles.
Como el Laudo en Puerto Plata
Ha puesto los mangos altos,
Van los chivos dando saltos
En busca de mejor mata;
Donde no es preciso lata
Ni otros cuantos requisitos,
Sino seguir derechitos
Y entrar por aquel boquete,
Por donde el chivo se mete
A coger mangos bajitos.
Y la Impruven17 ¿qué dirá
Del motón y su regalo?
Dirá que por ese palo
Nunca se le pagará;
Pues si todo el mundo va
En busca de los totones,
Ya vendrán otros motones
Buscando el mismo boquete,
Y pasar a Navarrete
Francamente en carretones.
Santiago, 7 de noviembre de 1904.

Las bailarinas del Judú en la calle “Santa Ana”18


A los amigos Domingo Russo y Ventura Silverio, Ciudad.

Cumpliendo con sus deberes


La señora policía,


Improvement.
17

A última hora hemos sabido que el baile judú tuvo lugar en la calle de la Victoria
18

y no en la de Santa Ana.

314
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Ayer como a mediodía


Sorprendió cuatro mujeres
Que bailaban con placeres
El judú con un haitiano
Que también le echaron mano
Y lo tienen en chirona,
Porque esa buena persona
Del judú es buen hermano.

En la calle ‘Santa Ana”


Allí fue la fiesta armada,
Pero que a puerta cerrada
Celebraban su bacana.
Y como costumbre haitiana
El baile tuvo lugar,
Delante de un altar
Cubierto de lamparitas,
Con siete mechas toditas
Para más iluminar.

Y unos infelices santos


En dicho altar se encontraban,
Y aquel baile presenciaban
Sin cubrirlos con sus mantos.
Y al son del tambor y cantos,
Bailarinas y gazones
Hacían miles contorsiones
Pero el chans, o proserpina,
Atacó a una bailarina
Con muy crueles convulsiones.

También en aquel altar


Había un plátano asado,
Maíz y maní tostado,
Pimienta y sal de la mar.
Y en ese mismo lugar
Encontró la policía,
Una lata que tenía
Agua verde y tan hedionda,
Que con repugnancia honda
El público la veía.

Entre dichas bailarinas


Había tres dominicanas,
Fragatas de cuatro andanas,
Y con buenas culebrinas.

315
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

La otra es de las vecinas


De la tierra borinqueña,
Corbeta puertorriqueña
De cien cañones por banda
Que por estos trigos anda
Alegre y siempre risueña.

El gran musié del judú


O ya sea el gran papá,
Es un tal musié Grambuá,
De la societé D’Otrú.
Pájaro muy lugarú
Y gran profesor haitiano,
De ese fandango africano
Que se nos mete de lleno;
Y si no hay Gobierno bueno
Adiós pueblo quisqueyano!
Al fin comeremos gente, si
Dios no mete su mano.
Santiago, julio 30 de 1904.

Un campesino dominicano
Que estuvo en Haití vendiendo unos andullos
y a su regreso tuvo una entrevista muy curiosa con el que suscribe.
(A dos amigos puertoplateños).

Del campo un dominicano


Que pasó a vender andullos,
En dos borriquitos suyos
A no sé que pueblo haitiano,
Así me contó: “Critiano
¡Ni Dió comprende esa gente!
Caicule que laguaidiente
Allá le dicen tafiá,
A lo jalitao llengá
Y penchó ai pan caliente.

Los frijoles colorao


Puá rus lo llaman allá,
A la brujería guango
Y a lo sombrero chapó
Malfiní e guaraguao
Lo guandule puá congó
Bonyé le dicen a Dió,
A lo brujo lugarú

316
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Y a lo jefe del judú


Le dicen papá Bocó.

Lo memo la macarela,
La titulan macrilló
Lo molondrone gombó
Y difé a la candela.
A la paila o cazuela
Le dicen allá shodié;
A lo zapato sulié,
Puesón ai peje o pecao
Y en siendo el arró graniao
Le dicen durí grené.

Yo andube toitico Haití


Y no encontré un condenao,
Que dijera bacalao
Sino todo la murí.
Al arró llaman durí,
A la cebolla loñón,
A lo cochino cochón.
Lo fideo vermichel
A la sal le dicen sel
Y creviche ai camarón.

En siendo peje salao


Le dicen puesón salé
Como banán bucané
Llaman ai plátano asao.
Pero siendo sancochao
Le dicen banán bullí,
A la ñica saloprí,
A lo sajice pimán,
Lo mamone cachimán
Y a lo niño anfán pití.

Al agua le dicen gló,


Ai queso llaman fromalle,
Una rí e juna calle
Y finí que se acabó;
¡Allí nadie dice fó
Como nojotro jaquí,
Cuando viene a la narí
Ei bajo de aigún parrá!
El haitiano dice allá:
“¡A la peté quí santí!”

317
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Un sancocho, e ebullón
Ñon eguille, es una aguja
Como ei casabe de bruja
Ello lo llaman llonllón.
A lo caibone, charbón,
Ai quitasoi, paresol,
Guanábana, corosol,
Ñon chandel, e juna vela;
Y a la maidita viruela
Le dicen pití verol.

Al aceite llaman huil,


Aguacate sabocá,
Y a la piña ananá
Como porcanel, cajuil;
Allá perejil, persil,
El melao allí siró,
Lo mameye, abricó,
La yuca llaman mañoc,
A lo gallo viejo coc,
Y ai sapo llaman grapó.

Lo que aquí llaman letrina


Por allá e cae brulé,
Como si dijera Uté
La casa quemada en ruina
Donde allí la chamuchina
O gente de poca nota,
Entra allí y se ñangota
En un brulé o aposento,
Y se despacha al momento
Dejando allí su pelota.

Conque saque usté la cuenta


Siño Juan Antoño Elí,
Y dígame si en Haití
Cuaiquiera no se revienta;
En eso de compra y benta
Yo le pueo asegurai,
Que si no sabe coitai
De esa Gente ei lenguaraje,
Ni la toitilla dei biaje
Uté no la pué sacai.
Jata otro día, con su licencia,
Juan A. ALIX
Santiago, 17 de octubre de 1905.

318
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Una mujer de color que desprecia


a un compañero suyo porque es blanco
Te vengo a dar un consejo
Por lo mucho que te quiero.
No niegues nunca tu raza
Que el negro es tu compañero.
Si quieres de blanco amor
Tu raza no la desprecies.
Que no hay blanco que te aprecie
Como uno de tu color.
En la honradez y el honor
Busca siempre tu acotejo.
Que si no es en el pellejo.
Donde está el buen sentimiento,
Con este grande argumento
Te vengo a dar un consejo.
En el mundo esta verdad,
A negarme hay quien se atreva,
Que sólo de Adán y Eva
Desciende la humanidad.
Y si Dios con igualdad
Formó al hombre primero.
De ese tronco verdadero
Vino el negro y vino el blanco,
Y así te lo digo franco
Por lo mucho que te quiero.
Si de hombre y de mujer
Depende el género humano,
El blanco del africano
Su hermano tiene que ser.

Y si Dios con su poder


A todo color abraza,
Y a ninguno lo rechaza
En el reino de su cielo,
Por andar buscando pelo
No niegues nunca a tu raza.
Ante Dios no hay distinción
De sangre ni de color,
Porque a todos con amor
Los recibe en su mansión.

Y si tú por pretensión
Al negro le pones pero,

319
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Tú debes de ver primero,


Y con juicio calcular,
Que aunque lo quieras negar
El negro es tu compañero.
Aguanta y no pujes, te dice
Juan A. ALIX.
Santiago, enero de 1906.

El edén
Créalo, seña Colasa, que así se llaman los cuatro famosos bailes de disfraz que harán
los empresarios Lithgow y Rivera en la calle de las Rosas, frente a doña Carolina Reyna.
Compae, esos bailes serán la tusa y recumina del carnaval 9, 10, 11 y 12 del corriente.

Mamita, dame licencia,


Que ya Lithgow y Rivera
Han mandado a la carrera
A invitarme con urgencia,
Y con la mayor decencia
A sus bailes de disfraz;
Y como estaría demás
Decir que serán sin liga,
Mamita, usté no me diga
No te vistas, que no vas.

A los bailes del Edén,


La licencia te la doy
Pues yo aunque beata soy
Me los fumaré también,
Porque yo comprendo bien
Que Lithgow y el Rivera
A esa gente callejera
Seguro que le dirán
No se vistan, que no van
Ni a la puerta tan siquiera.

¡Ay mamita, qué salón!,


Lo vi anoche en el ensayo,
Que hasta me causó desmayo
Ver tanta decoración.
¡Y cuánta iluminación!
Mire mamá, parecía
Que aquello era de día,
Pues nunca vi en mi vida
Otra sala más lucida
Ni de mayor alegría.

320
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

La música le diré
Que no merece reproche,
Sí, mamita, la de anoche
Estaba de chupe usté,
No hay una danza Bollé,
Todas nuevas, se lo juro,
Y me vi en tal apuro,
Que si yo no me sujeto,
Al verme en tamaño aprieto
El tiro se va seguro.

Porque danzas más bonitas


Nunca las había oído,
El ensayo fue lucido
Con graciosas mascaritas.
Decir que eran tortolitas
Eso sí que no diré,
Pero creo de buena fe,
Por lo que yo vi realmente,
Que no eran de aquella gente
Tentadas de Lucifé.

Nunca faltará gran cena


En los días de carnaval,
Donde el buche más formal
Cualquiera allí se lo llena,
Pero de cosa muy buena;
Y el que quiera coger fiado,
Como todo es al contado,
Le dirán los cantineros:
“Compae, si no trae dineros
A mascar por otro lado!”

Los dulces y los licores


Butifarras, pan y queso,
Pastelitos y todo eso
Ya serán de los mejores;
Pero lean los bailadores,
Sean de buena o mala fama,
De la empresa esta proclama:
“Que los que quieran bailar
Sin falta deben pagar
Antes de sacar la dama”.

En los días de carnaval


También le aseguro a usté

321
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que habrá siempre matiné


Allí en el mismo local.
Toda la gente formal
Y de buena condición
La empresa a disposición
Allí estará de todos,
Con cariño y buenos modos
Y la mayor atención.
El que no afloja tres clavados, que no se vista…
Y esa jangá de niños y mujeres que no dejan leche y van a ocupar asientos
para que a los bailadores les dé cañera por no encontrar donde sentarse,
que no se vistan que no van! Y no van!
Consejo del amigo ALIX.
Santiago, febrero 4 de 1907.

Cánticos
Para los Aguinaldos de las próximas Pascuas de Navidad.
Al Pbro. don M. de J. González, Cura de la Parroquia de la Altagracia, de esta ciudad.

Alabemos todos
Al Niño Jesús
Que nació en Belén
Y murió en la Cruz.

También alabemos
Con suma alegría,
A sus santos padres,
San José y María.

Después de alabar
Al Rey de los cielos,
Con los de esta casa
Nos entenderemos.

Y les cantaremos
De Dios con la gracia,
Deseando a todos
Muy felices Pascuas.

Y un año feliz
Con prosperidad;
Salud y dinero,
Y felicidad.

Que el Niño Jesús


Muy a bien lo tenga

322
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Librarlos a todos
De las malas lenguas.

Que los libre el Niño


De los envidiosos,
Que hacen mala sangre
Y viven rabiosos.

Y los libre el cielo


De un vecino malo
Que es mucho peor
Que un incendio al lado.

Señores, ¡silencio!
Que el sonido empieza,
De plato y cubiertos,
Y arreglos de mesa.

Por el agujero
De la cerradura,
Ya se siente el bajo
de fritanga pura.

Y allá en la cocina,
Ruidos de sartenes,
Que sacan del horno
Pavos y pasteles.

Pues, según señales,


Esta gente buena
Trata de obsequiarnos
Con tamaña cena.

Así, pues, señores,


Los dueños de casa
Abran ya sus puertas
Que el tiempo se pasa.

Y al entrar, Señores,
Mucha precaución,
Con los que se meten
Sin invitación.

Y en los aguinaldos
Los pulpos nombrados,
Se sientan primero
Que los invitados.

323
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y al ir a la mesa
Los primeros son,
En comer de todo
Con mucha ambición.

Y son los primeros


En damas sacar
Y hasta los registros
Los suelen bailar.

Entremos, señores,
A esta honrada casa,
Saludando a todos
Y dando las gracias.

Y después de entrar
Esa gente buena,
Que no tarde mucho
En poner la cena.

Así, pues, señores,


Sin más dilación
Entremos cantando:
ARANDELAS SON.
Santiago, noviembre 16, 1908.

Ya se fue el Cometa Halley, se fue…


Señores, se fue el Cometa,
Diciendo que se marchaba,
Porque miedo le causaba
Este maldito planeta;
Armado de bayoneta
De fusiles y cañones,
Y de guerra embarcaciones
Con torpedos inauditos,
Y ejércitos infinitos
De pícaros y ladrones.

Y la cola del cometa,


No quiso tocar en tierra,
Por la gente ser tan perra,
Habladora y alcahueta,
Que cundió en todo el planeta
Que era un foco de infecciones,
De gases y pudriciones;
Cuando este mundo malvado

324
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

De viejo está infestado


De pícaros y ladrones.

De espanto el cometa lleno,


Se marchó echando peste,
Que otro mundo no hay como éste
Más amigo de lo ajeno;
Que no hay un empleado bueno
En todas estas regiones,
Porque todos son tragones,
Y, aunque fingen ser honrados,
Cuasi todos son bandados
De pícaros y ladrones.

También refiere el Cometa,


Pero con dolor profundo,
Que no parece otro mundo
Más amigo de una teta;
Que se cambia la chaqueta
Y arman revoluciones
Cuando no le dan raciones
Para poner la marmita
En esta tierra maldita
De pícaros y ladrones.

Lo que mayor novedad


Causó al Cometa Halley,
Es el título de rey
Como a Dios, Su Majestad,
Y al Papa Su Santidad,
Cuando todos son varones
Con tamaños espolones,
Y que Santo no hay ninguno
En este mundo importuno
De pícaros y ladrones.

Y el Cometa se lamenta
De que a la Iglesia cristiana
Mucha gente de sotana19
La tiene hoy de su cuenta;
Vive el Papa de su renta
Que le producen millones,
Y los frailes regordones
Cogiendo mangos bajitos

No me refiero a toda gente de sotana, sino a aquellos que no sacan una gata…
19

Y no le sirven ni al gallo de la pasión con un granito de maíz. Miserables!

325
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

En conventos infinitos
De pícaros y ladrones
Santiago, Julio 7 de 1910.

Amor y geografía
Salí de mi casa un día
En busca de una mujer,
A quien pudiera querer
Como te quiero, alma mía.
Me dirigí a La Bahía,
A Sabaneta y Chacuei,
A Montecristi y Copei,
Guayubín, Jánico y Mao,
Pasando por el Bonao,
De Dajabón hasta Higüei.

Pasé de Santiago a Moca,


Santo Cerro y el Cotuí,
Altamira y Macorí
Y de Matanza a la Boca.
Y andando tierra no poca
De Puerto Plata al Camú,
Otra mujer como tú
Yo no la pude encontrar,
Ni en Sabana de la Mar,
Ni del Seibo al Petitrú.

También llegué a Samaná


A las Cañitas y Guerra,
A los Llanos y la Sierra
Monte Plata y Yamasá.
A San Carlos y Boyá,
Y Hato Mayor pude ver,
Y no hallé a quien querer
Con todo mi amor profundo,
Porque no hallo en este mundo
Como tú, otra mujer.

Estuve en la Capital,
San Cristóbal y Baní,
San Pedro de Macorí
En busca de tu rival.
Pero no hallé ni señal
De quien me agradara allí
Pues si muchas hembras vi

326
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Que me causaron encanto,


No pude quererlas tanto
Como yo te quiero a ti.

Del Maniel puse la proa


A Neiba, Azua y San Juan.
Y a las Matas de Farfán
Hasta San José de Ocoa.
Estuve en Jarabacoa,
En Bánica y San Miguel,
En Hincha y San Rafael,
Pero tuve la fortuna
De no amar allí a ninguna
Porque soy tu amante fiel.

Después pasé a Barahona


A las Damas y Cercado,
Y aunque estuve enamorado
A nadie amé en esa zona.
Y al no haber otra persona
Dueña de mi amor constante
Con eso es lo bastante
Para que vean que te adoro.
Y sepas que no hay tesoro
Como tú para tu amante.
En fin no temas mi vida
De ver en mí falsedad,
Pues ya con seguridad
Eres tú mi preferida,
Y al estar mi alma henchida
De pasión y amor constante,
Jamás te olvido un instante;
Y para más complacerte,
Siempre seré hasta la muerte
Tu más cariñoso amante.

Glosa
Perder lo más por lo menos
Juega para no ganar,
El que alante nunca mira
Siempre atrás se ha de quedar.
Si piensas con más cuidado
Y reflexionas un momento
Ya verás que sentimiento
Ninguno a mí me ha quedado.

327
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Tú mismo te has engañado


Pues aunque te amé de lleno,
Tú mismo hiciste el veneno
Con que la muerte te diste,
Porque así tú lo quisiste
Perder lo más por lo menos.

Yo en un tiempo te adoré
Y puse en ti mi confianza,
Pero perdí la esperanza
Cuando vi tu mala fe.
Yo muy bien me comporté
Para poderte agradar,
Pero al verte retirar
Abandonándolo todo,
El que juega de ese modo
Juega para no ganar.

Si tú me hubieras querido
Sin intención maliciosa,
Una suerte más dichosa
Quizá la hubieras tenido.
Pero si tú lo has querido
Pasar conmigo tu ira,
Mi corazón no suspira
Por quien no lo sabe amar.
Pues así le ha de pasar
Al que alante nunca mira.

Si algún día tú reflexionas


Ya estarás arrepentido,
Pues hallar un bien perdido
No siempre se proporciona.
Y el que su dicha abandona
Para cambiar de lugar,
Cuando la vuelve a buscar,
Hallará de Dios la ira,
Pues el que alante no mira
Siempre atrás se ha de quedar.

Al dueño de varios amores


Ya que tienes otra dama
Dime cuál será mi estrella,
Si tú te quedas conmigo
O te quedas tú con ella.

328
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Háblame con claridad


Como si hablaras con Dios,
A cuál será de las dos
Que le das segundad;
Si es a mí, no hay novedad
Pero si tu amor se inflama
Y en resumen se proclama
Por aquélla, y no por mí,
No puedo seguir así
Ya que tienes otra dama.

Yo quisiera que tu amor


Para mí solita fuera,
Sin que otra se metiera
A gozar de ese primor;
Yo no quiero más dolor
Por causa de otra aquella,
Y al ponerte mi querella,
Como juez de tu conciencia.
Para saber tu sentencia,
Dime cuál será mi estrella.

¿Cuál será la suerte mía?


¿A dónde iré a parar?
Eso quiero averiguar
Antes de que llegue el día
De verme en más agonía.
Y como penando sigo,
Por último así te digo
Que te ofrezco mi amistad
Para siempre, y de verdad,
Si tú te quedas conmigo.

Si eres hombre de verdad


No temas en declarar
Con quién te vas a quedar
Con toda puntualidad;
En esta conformidad
Concluyo así mi querella,
Que quiero saber mi estrella
Pues con franqueza te digo,
Que o te quedas tú conmigo,
O te quedas tú con ella.
Estoy resuelta a una cosa o la otra;
que Dios determine. AMÉN!

329
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Un pasaporte dado en tiempo


de la España Vieja
Doy pasapoite siguro
Ai Citoyen don Pacuai
Paque asina ei puea pasai
Ai Guarico sin apuro.20
Lo que sí yo no asiguro
Si son suyo o no son suyo
Una caiguita de andullo
Que en llagua lo lleva liao,
Ei aquí no ha sío mentao
Pero e medio saramullo.

Sigún su felusumía
E jún hombre bajitón,
Con ojo de carritón
Y un lunai en una ancía.
Boca tiene de jutía
Y medio tuéito de un ojo,
De la pata iquieida cojo
y narí de molondrón,
Ei pelo como un pajón
Y cundiíto de piojo.

Lleba pueta su presilla


Como oficiai de dragone
De tapa son lo caisone
Que le dan a la rodilla.
Su chaqueta e de Olandilla
Y su chaleco morao,
Ei aquí ha declarao
Que lleva un caballo manco
Con ei peisinai muy blanco21
Y ei amén Jesú matao22

Declara ei Siño Pacuai


De que lleba un compañero
Y un burro caigan de cuero
Pa trocailo allí poi sai.
Pa que no le jagan mai
Como allí son el demonio,
Le acompaña un San Antonio
20
Guarico, Cabo Haitiano.
21
La frente.
22
El remate o trasero.

330
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Y una bingen poi receiba;


Y pa libraise de lleiba
Lleba también alicoinio.23

Suplico a la autoridad
De ese gran depaitamento
No poneile empedimento
Cuando balla para allá.
Y si ei quie boibei pacá
Suplico ai Jefe de Haití
Que no lo dejen biní
Poique tiene mala maña,
Y el otro que lo acompaña
Que no bueiba ma jaquí.

Ete pase lo otoigamo


Como la ley ricomienda,
Maite de caine tolienda
Fecha dei mé en que tamo.
Como aquí no no acoidamo
De ete año ni dei pasao
Lo dejaremo a un lao
Y lo firmaremo así:
Secretario Juan Elí
Y el capitán Baidonao.

El cuatro y el acordeón
Si otra cosa mejoi viene
No preguntarán mañana:
¿Maichantico, uté no tiene
Encoidione de campana?

Tengo oigullo en sei Boyé,


Dijo ei cuatro al acordeón,
Poique soy en mi Nación
Ei primero que soñé.
Y si hoy me dan con ei pié
Será poique me combiene,
Y ei que a ti amoi te tiene
Aunque tú lo vea así,
Te jará peoi que a mí,
Si otra cosa mejoi viene.


El vulgo cree que el unicornio lo libra de toda hechicería y de envenenamiento.
23

331
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Ante de habei acoideone


Poi sonaile sarambito,
Me andaban esos mositos
Con mile jadulacione.
Agora en la dibeicione
No bailan de buena gana
Sin acoideón de campana
Como todo ei mundo sabe,
Y poi jóigano de llabe
No preguntarán mañana.

Cuando a ti te tan tocando,


Que te avientan como maco,
Parece que eres tabaco
Que lo están enmanojando.
La música ya pujando
Con to ese va y viene
Dicen que tú no combiene
Y que pronto no dirán:
¿De lo de la maica “Ruan”
“Maichantico uté no tiene?’

Encoideón yo te haré bei


Que aunque me tienen en poco,
En todo tono yo toco
Lo que tú no pué jasei.
En mi tierra yo he de sei
La música suidadana,
Y ei día que me dé la gana
No dirán má en lo adelante,
¿Uté no tiene maichante
Encoidione de campana?

Dizque
Dizque estamos progresando
Dizque así dice la gente,
Dizque dijo un imprudente
Dizque dijo: “ello cuando!”

Dizque ya Joaquín Beltrán


Dizque recibió acordeones24


La generalidad de nuestras gentes de los campos todos saben tocar acordeón.
24

332
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Dizque como cien serones


Dizque de la marca Ruan.
Dizque Felka el alemán
Dizque nos está inundando
Dizque de armas, y esperando
Dizque mil revólver más;25
Duque no vamos atrás
Dizque estamos progresando.

Dizque ya dicen los ecos


Dizque ya Vila se fue,
Dizque Leoncio y Busqué
Dizque a buscar más muñecos;26
Dizque ya nos tienen mecos,
Dizque con tanto aguardiente,
Dizque como ciento veinte
Dizque son los alambiques,
Dizque en este pueblo, dizque
Dizque así dice la gente.

Dizque vienen los Cesarios27


Dizque aumentar el progreso,
Dizque con santos de yeso
Dizque con ecapularios;
Dizque muy buenos rosarios
Dizque traerán esa gente;
Dizque traerán igualmente
Dizque retratos del Papa,
Dizque ni Dios nos escapa
Dizque dijo un imprudente.

Dizque un surtido bonito


Dizque de finas barajas,
Dizque recibió mil cajas
Dizque Eugenio Gonzalito.
Dizque este arranque maldito
Dizque nos está acabando,
Dizque estamos progresando,
Dizque dice el ciego Diego,
Dizque otro que no es ciego,
Dizque dijo: “¡ello cuándo!”

25
Importador de revólveres, para que nos destruyamos unos con otros.
26
Importadores de estas porquerías.
27
Unos italianos.

333
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Un buen consejo a los hombres


Un alerta a las mujeres
El que hoy no halle el modo
De gozar sin nada hacer,
Que se busque una mujer
Que lo mantenga de un todo.
Así vive a su acomodo
Siempre harto y galanito,
Sin faltarle un mediecito
De continuo en el bolsillo
Para el dulce, el cigarrillo,
Y tomar el putonsito.

Al que la suerte le toca


De hallar así una madama,
Le lleva el agua a la cama
Para enjuagarse la boca.
Como ella se vuelve loca
Agradando a su musié,
También le lleva el café,
A la cama en su cacharro
Candela para el cigarro
Y gozando vive usté.

Ella le lava los pies


Y le limpia los zapatos,
Compra, vende y hace tratos
Porque de su cuenta es.
Ella también paga el mes
O el alquiler de la casa,
El diario para la plaza
Ella también lo trabaja;
Y así con esta ventaja
¿Qué demonio no se casa?

A las diez de la mañana


El que quiere se levanta,
Y una cancioncita canta
Mientras tanto se engalana.
Y a correr la caravana
Puede marcharse en seguida,
Pero antes de la salida,
Ya conviene esta amenaza:
“Pringá si al volver a casa
No está lista la comida”.

334
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Y si acaso al mediodía
Le guarda un rico bocado,
Le dice usté con agrado:
Ven, dame un beso, alma mía,
Tú eres toda mi alegría,
Tú eres mi ángel verdadero,
Y el día que coja dinero
Ya tendré la precaución,
De comprarte un polizón,
Una manta y un sombrero.

Como las mujeres son


Todas a cual más creída,
La mujer lo cree en seguida
Y comienza a dar razón,
Donde venden polizón,
Las mantas y sombreritos,
Donde los hay más bonitos
Y de la clase más buena,
Y usté con su timba llena
Le pinta allí pajaritos.

Pero cuando llega el día


Que no hay nada que mascar,
El garrote empieza a obrar
Con toda su jerarquía.
Entonces no hay alma mía,
Ni mi vida, ni mi cielo,
Aquél es un día de duelo
Pues de loza habrá mil bajas,
Y los tiestos de tinajas
Rodando allí por el suelo.

Cuando un caso así acontece


Los vecinos van llegando,
Y cada cual preguntando:
Señores, ¿qué cuento es ese?
Y si el hombre no carece
De chispa y disposición,
No hay otra contestación
Por cierto más adecuada:
“Vecinos, aquí no hay nada,
Era matando un ratón”.

Y la mujer por tapar


Los leñazos que le han dado,

335
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

No dirá lo que ha pasado


Al que le va a preguntar.
Y si no puede ocultar
En la frente algún chichón,
Dará por contestación
Que ese golpe ha recibido
Sin querer, de su marido,
Por darle un palo al ratón.

Y si acaso hay mudanza


De parte de la mujer,
El hombre la hace volver
A la casa sin tardanza.
En dándole usté esperanza
Que no habrá más cud batón
O si no en comparación,
Le habla usté de amor sincero,
De la manta y el sombrero
Y también del polizón.

Pero hay otra manera


De poner la pica en Flandes,
Y es buscar de casa grande
Una buena cocinera.
La comida sobrancera
Siempre tendrá el queridito,
Andará siempre bonito
Sin saber lo que es miseria,
Pues a algunas en la feria
Siempre les queda un piquito.

El que obtiene una querida


Que cocina en casa rica,
Eso muy claro se explica
Que tendrá buena comida.
Y además de buena vida
Vendrá a ser un Flammarión,
Pues siempre en observación
Vive con su astronomía,
Mirando al astro del día
Para saber qué hora son.

Así el que tenga gana


De vivir lo más bonito,
Buscándose así un palito
Vivirá a la moda haitiana.

336
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

La mujer allí es que afana.


El hombre vive planchado,
De bombo y cuello parado
Sin levantar una paja,
Pues el mañé que trabaja
Sin duda está condenado.

Y apuesto una burra hermosa


Con un 8 bajo el rabo,
Que las mujeres al cabo
Todas dirán esta cosa:
“¡Ay! ¡qué gracia tan mohosa!
Con que la pobre mujer
Se obligue así a mantener
A guagüeros mamalones,
Que viven de zangandones
¡Gozando y sin nada hacer!

Chúpense ese cajuil, bien dicha.

“Mis creencias”
Al Señor Don Vicente Flores,
Director del “Propagador”,
Puerto Plata.
Para que veas mi creencia
Mi muy amigo Vicente,
Te dirijo la presente
Haciéndote esta advertencia:
“Tú sabes que inteligencia
No tengo como deseo,
Y aunque escribo medio feo
Te envío estas decimitas
Que así concluyen toditas:
“En eso sí que no creo”.

Empiezo, amigo Vicente,


Por decir que soy cristiano,
Apostólico romano
Y creo en Dios firmemente.
Creo en el Omnipotente
Porque yo no soy ateo,
Y creo aunque no lo veo
Porque Él es ciencia infusa;
Pero en huevos de lechuza!
“En eso sí que no creo”.

337
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Creo en Dios porque es Creador


De todo lo que es visible,
Y de lo que es invisible
También creo que es el Autor.
Yo creo que ese gran Señor
Es de perfección recreo,
Y creo tanto, que hasta veo
Que en el Cielo está de veras,
¡Pero en tantas tintoreras!
“En eso sí que no creo”.

Creo en el Dios de Israel,


Porque Él solo es infalible
Y no puede ser posible
Que haya otro justo como Él.
De Dios soy amante fiel,
Y de verle es mi deseo,
Y aunque otro esté en apogeo,
Y sea un sabio profundo,
Con tal que sea de este mundo
“En eso sí que no creo”.

Y creo en la autoridad
De San Pedro el Sucesor,
Porque ese digno Señor
Gobierna la cristiandad;
En su infalibilidad
De creer tendría deseo,
Y creo porque lo veo
Que cada día más se anula,
Pero creer en la Bula
“En eso sí que no creo”.

Padre, Hijo y Espíritu Santo,


Estoy en la convicción,
Que los tres albures son,
Aunque al Diablo cause espanto.
Y creo que hasta oigo el canto
De Gloria in excelsis Deo.
Que cantan como recreo
Angeles y serafines;
¡Pero en tantos tragantines!
“En eso sí que no creo”.

Y creo que el Angel Gabriel


A María le anunció,

338
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Que pariría y parió


Al Niño Dios de Israel.
Y creo en su esposo fiel
De María Madre de Deo,
Que hoy por lo que veo
Que todo es comercio y teje,
Aunque me digan hereje
“En eso sí que no creo”.

Y creo que de Nazaret


Vino María a Belén,
Y con su esposo también,
El Patriarca San José.
Y que en un pesebre fue
Que sin amparo y aseo,
Nació el Niño Galileo
El verdadero Mesías;
¡Pero en tantas pillerías!
“En eso sí que no creo”.

Y que la Virgen parió


De creerlo no me harto,
Y lo creo que antes del parto
Y después virgen quedó.
Todo esto lo creo yo
Pero en palito mameo,
Y tener un buen cacheo28
¡Para hartarse bien de oro!
Digo como dijo un loro:
“En eso sí que no creo”.

Y creo que el Bautista Juan


Propagaba el cristianismo,
Sin cobrar por un bautismo
Dos pesos en el Jordán.29
Y según noticia dan,
Los libros de un sabio hebreo,
Entonces no había mameo
Ni se conocía la draga;
Y si hoy todo se paga,
“En eso sí que no creo”.

Y creo que por Herodía


Del Bautista fue cortada,

28
El cacheo es como la palma real y el corazón, mientras más lo chupan más jugo da; y es inagotable.
29
Como cobran en la República Dominicana.

339
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Su cabeza y presentada
A la hija de esa impía.
Y como Antipas cumplía
De Salomé el deseo,
Hizo traer de aquel reo
En un plato su cabeza;
¡Pero en lujo y en grandeza!
“En eso sí que no creo”.

Que los Apóstoles fueron


Modelo de mansedumbre,
Estoy en la certidumbre
Porque miles pruebas dieron.
Que predicando anduvieron
En desierto y pueblo hebreo,
Solamente algún ateo
Negará lo que relato,
Pero, ¡escogiendo curato!
“En eso sí que no creo”.

Y creo que no debe ser


Que de hambre deban morir;
Pero cobren por vivir
Y no para enriquecer.
La pobreza es el placer
Del que les legó ese empleo,
Pero riqueza y apogeo
Orgullo y mucha ambición
Como eso no es religión
“En eso sí que no creo”.

Los Apóstoles andaban


Según dice San Cornelio,
Predicando el Evangelio
Y en cavernas habitaban.
Con frutas se sustentaban
Y no buscaban cacheo,
Pues lo dice San Mateo
Que el mameo era veneno,
Pero como hoy es bueno,
“En eso sí que no creo”.

Yo creo en la religión
Del que fue crucificado,
Y creo a puño cerrado
Del Verbo en la Encarnación.

340
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Creo en la muerte y pasión


De Jesús el Galileo,
Y creo que en el pueblo hebreo
Convertía a sus habitantes,
¡Pero en varios traficantes!
“En eso sí que no creo”.

Creo que Jesús ayunó


Cuarenta días en desierto,
Y pan y agua fue cierto
Que solamente comió.
Y que el diablo lo tentó
Y le armó tamaño enreo,
Lo afirmo, y no titubeo,
¡Pero en tener buena mesa,
Beber buen vino y cerveza!
“En eso sí que no creo”.

Y creo hasta reventar


Que Jesús nunca mató,
Ni a nadie encarceló
Ni ambicionó gobernar.
Ni después de consagrar
No sentenció ningún reo,
Y creo que el buen Galileo
Era piadoso y clemente,
¡Pero en Curas matagente!
“En eso sí que no creo”.

Y que en Bethania, creo yo,


Que de cuatro días de muerto,
Lázaro fue muy cierto
Que Jesús resucitó.
Y que a ciegos vista dio
Esto dice San Mateo,
Y lo creo porque lo veo
En la Sagrada Escritura
¡Pero en político cura!
“En eso sí que no creo”.

De Judas creo que entregó


A su maestro divino,
Y de manos de un rabino
Treinta dineros cobró.
Y creo que se arrepintió
De su crimen grande y feo,

341
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y creo que a juez fariseo


Le volvió a entregar su plata
Pero en gato atrás de gata,
“En eso sí que no creo”.
Y creo que Pedro negó
A Jesús ¡cosa bien rara!
Antes que el gallo cantara
Tres veces como cantó.
Y que el buen Pedro cortó
La oreja a un fariseo
Lo creo y no titubeo;
Pero que algunos benditos,
¡No tienen sus amoritos!
“En eso sí que no creo”.
Y que Jesús fue llevado
De Herodes en casa de Anás
Donde Pilatos y Caifás
Para ser allí juzgado
Y creo que fue sentenciado
Por tribunal fariseo,
Y que Simón Cirineo
Le ayudó a llevar la cruz,
¡Pero en ningún avestruz!
“En eso sí que no creo”.
También creo fue arrastrado
Por la calle de Amargura,
Y su sangre fina y pura
Por todos ha derramado.
Y creo que estando enclavado
De beber tuvo deseo,
Y un demonio de un hebreo
Hiel y vinagre le dio,
¡Pero en teje y abusos no!30
“En eso sí que no creo”.
Y creo que cuando expiró
Las piedras se dividieron
Y los sepulcros se abrieron
Y que el Sol se oscureció.
Del Centurión lo creo yo
Que dijo y dio un bambaleo:
“Este es el hijo de Deo
¡Misericordia Señor!”

Teje: marrulla, enredo.
30

342
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

¡Pero en especulador!
“En eso sí que no creo”.

Que un José de Arimatea


Muerto Jesús lo pidió.
Y en sábana lo envolvió
Según la costumbre hebrea.
Y que en fosa de Judea
Y todo con mucho aseo,
El cuerpo del Galileo
Allí fue depositado;
Pero en cura interesado,
“En eso sí que no creo”.

Y creo que resucitó


Después de tres días de muerto,
Y con ángeles fue cierto
Que a los cielos ascendió.
Más tarde se presentó
No sé en qué punto hebreo,
A su madre el Galileo
Y a otras tantas mujeres,
¡Pero curas con placeres!
“En eso sí que no creo”.

Yo creo en los religiosos


Que al prójimo hacen bien,
Y que son por siempre amén,
De sus Iglesias celosos.
Creo en esos virtuosos
Que cumplen bien con su empleo,
Como yo conozco y veo
Que en este país hay varios,
Pero en revolucionarios
“En eso sí que no creo”.

En María Virgen creo yo


Madre de los pecadores,
Por las penas y Dolores
Que por su hijo sufrió.
Y como ella no pecó
Creo en ella sin rodeo,
Y creo como si lo veo
Que es Reina de profetas,
Pero en beatas alcagüetas,
“En eso sí que no creo”.

343
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Creo en esa Virgen pura


Consuelo de desvalidos,
Por sus tormentos sufridos,
En la calle de Amargura.
Pero en beata que a cura
Le anda buscando enreo,
Aunque me den un saleo
Y me coronen de rosas,
Lo que es en esas chismosas,
“En eso sí que no creo”.

Creo en esa gran Señora


Porque es la Reina del Cielo,
Y por ser nuestro consuelo
De nuestra muerte en la hora.
Pero en beata que llora
Como las he visto y veo,
Untándose con el deo
¡La salivita en los ojos!31
Como lloran por antojos
“En eso sí que no creo”.

Creo en esa Virgen bella


Porque es Madre de Dios,
Y porque ruega por nos
Y de mal nos libra ella.
Pero en beata con botella
Y ese tanto saboreo,
No diré porque no veo
Lo que hay en la botellita,
Pero que es agua bendita
“En eso sí que no creo”.

Creo en María Magdalena


Que sus riquezas dejó,
Por seguir como siguió
A Cristo en su grande pena.
Pero no creo en novena
De viejita tirapeo,
Que la reza por enreo
Y cabrería de Fulana;
No, no me da gana,
“En eso sí que no creo”.


Para hacer ver que son lágrimas.
31

344
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Creo en María Salomé


En Cleofa y otras mujeres,
Que riquezas y placeres
Despreciaron por la fe.
Pero que en el templo esté
La beata con su agarreo,
Y echando como las veo
De tabaco salivotas,
No, aunque sean devotas,
“En eso sí que no creo”.

Creo en varias hermanas


De la Santa Caridad,
Porque esas son de verdad
Las verdaderas cristianas.
Estas no andan galanas
Con tontillo y solideo,
Y en su andar no hay tongoneo
Pues son verdaderas beatas,
Pero en otras mentecatas,
“En eso sí que no creo”.

No creo en tantas y tantos


Que de cuenta de hermandad,
Cobran de cuenta y mitad
La limosna de los santos.
¡Cuántos yo conozco! ¡cuántos!
Que no tienen otro empleo
Que recoger, como veo,
En campos y en poblaciones,
Y como son mamalones
“En eso sí que no creo”.

En fin, amigo Vicente,


No quiero cansarte más,
Pues con esto ya sabrás
En lo que creo firmemente.
Y aunque yo de alguna gente
Sus abusos hallo feo,
No por eso soy ateo
Ni tengo nada de hereje;
Pero que “la rana e peje”32
“En eso sí que no creo”.

32
Refrán de nuestra gente.

345
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Siento, Vicente querido,


Molestar hoy tu atención
Y tu grande ocupación
Que por mí hayas perdido.
Y si acaso te he aturdido
Con mi tanto cacareo,
Solamente te deseo
Que vuelvas muy pronto en ti,
Que no diré más así:
“En eso sí que no creo”.

Al pueblo dominicano
Dominicanos, ¡alerta!
Y al hombro con el fusil,
Que el gobierno Woss y Gil
Mirando su causa muerta,
Dicen como cosa cierta,
Y de buena procedencia,
Que a una extranjera potencia,
Ese gobierno nefando,
De vender está tratando
Nuestra santa independencia.

Manuel de Jesús Galván,


Ministro dominicano,
Y un agente americano
En un buque dizque van,
Con el más cínico plan
De firmar con insolencia
De muerte nuestra sentencia,
O de la Patria, diremos,
Pues sin duda perderemos
Nuestra santa independencia.

En un peligro inaudito
Se encuentra la Patria amada,
Y será sacrificada
Sin remedio ningunito,
Si no suena pronto el grito
De alarma y de resistencia,
Y se marcha con violencia
A extinguir y devorar,
A los que quieran tratar
Nuestra santa independencia.

346
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Hoy es que se necesita


El entusiasmo y valor,
De los que ayer sin temor
Luchaban por la marmita.
Así pues, la patria invita
A sus hijos con vehemencia
Para luchar con potencia
Y con fiereza de tigre,
Para evitar que peligre
Nuestra santa independencia.

Abracémonos, hermanos,
Bajo nuestro pabellón,
Y en la más completa unión
Combatiremos ufanos,
Con las armas en las manos
Rientes y con decencia,
Destrozando sin clemencia
De Patria a los mercaderes,
Que negocian con placeres
Nuestra santa independencia.

¡Unión, señores, Unión!


Que es el único remedio
O el más ventajoso medio
De salvar a la Nación.
Que el que lucha con razón
Y con muy sana conciencia,
Lo ayuda la Providencia,
Como también castigar,
Al que quiera negociar
Nuestra santa independencia.

Viva la Unión!
Vivan los Padres de la Patria!
Y maldición eterna a los que venden Patria!

Los brujos y adivinos expendedores


de guanguá
Señores, no hay más que hablar
Sino empuñar los motetes,
Y meniemos los jarretes
Si nos queremos salvar.
Ya no hay más sino emigrar
Para países lejanos,

347
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Porque hay dominicanos


Tan fuertes con el guanguá,
Que aquí los tenemos ya
Peores que los haitianos.

En los campos y poblados


Abundan muchos rabinos,
Que se las dan de adivinos
O de brujos muy templados.
Y también de muy letrados
Se las dan, no digo yo,
Algunos papá bocó,
Que muchos de esos pilluelos,
Aunque usan espejuelos
No conocen ni la O.

Cuando así en comparación


Pierden algo en una casa,
El dueño en seguida pasa
Donde un brujo mamalón.
Y al rezarle una oración
Con vela y rosario en mano,
Y con la pimienta un grano
De guinea o de demonio,
Le soplan un testimonio
Al vecino más cercano.

De continuo una plebeya


Le paga a un brujo tunante,
Por tener dizque a su amante
Metido en una botella.
También la niña doncella
Donde un brujo suele ir,
Para poder conseguir
Que su novio no la deje,
Ni que tampoco se queje
Cuando ella lo haga sufrir.

Otras van muy abrigadas


Por no darse a conocer,
De noche, para tener
Sus consultas muy privadas.
De allí salen pertrechadas
De polvos y de bebidas,
De unturas y de comidas,
Y de unas cuantas recetas,

348
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Para poner en muletas


De su macho a otras queridas.

Otros les suelen llevar


A un brujo su arma de fuego,
Para que ella desde luego
Jamás que pueda mancar.
A esto llaman ensalmar
Como a los niños también,
Para que libres estén
De mal de ojo y brujería,
Y otras miles tonterías
Que los brutos tanto creen.

Muchos van allí a comprar


Los bolcicos o macutos,
Pues con esto creen los brutos
Que no les pueden tocar.
Ni les pueden nunca entrar
Las balas cuando pelean,
Y todos esos que emplean
Tan atroz superstición,
En la guerra casi son
Los primeros que gotean.

Aunque lo dicen los ecos


No son más que disparates,
Que existen ciertos magnates
Que consultan con muñecos.
Esos son huevos culecos.
Lo que vale es energía,
Talento y sabiduría
Marrulla, plata y valor,
Que en el mundo es la mejor
Y más grande brujería.

Al público santiagués
Y a la empresa del Acueducto
y Alumbrado Eléctrico de esta Ciudad.

Como estoy bien enterado


Por un seguro conducto,
Que es un hecho el acueducto
Y un eléctrico alumbrado,
Que tendrá no dilatado
Esta culta población,

349
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Con toda satisfacción


Comunico estas noticias,
Y les pido las albricias
A todos, sin distinción.

Todo está por el presente


Convenido y Contratado;
Acueducto y alumbrado
Del modo más conveniente
De la empresa el proponente
Señor don Ramón Imbert,
Acaba pues de obtener
Del Ilustre Ayuntamiento
Todo el buen consentimiento
Para esa obra emprender.

Un entusiasmo inaudito
Reina en toda esta ciudad,
Por ahora sí es verdad
Que tendremos segurito
Un acueducto exquisito
Y un espléndido alumbrado;
Porque todo está arreglado
Con esos blancos ingleses
Que ofrecen en pocos meses
Dejarlo todo acabado.

Las plumas de agua tomadas


Alcanzan a setecientas,
Y pasan ya de quinientas
Las lámparas contratadas,
Y miles más colocadas
Ya serán por consiguiente:
Pues tan pronto vea la gente
De bien esa grande suma,
Todos ya querrán su pluma
Y su lámpara igualmente.

Cuando sepan lo que es


Tener agua así abundante,
Y una luz la más brillante
Por una friolera al mes
No quedará Santiagués
Que deje de colocar
En su bendecido hogar
De agua una plumita,

350
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Y también su lamparita
Que poco le ha de costar.

Y la empresa o compañía
Dice que podría llevar,
El agua a cualquier lugar
Del pueblo en la cercanía,
Donde sufren de sequía
Por no haber ni un arroyito,
Como en Hoya del Caimito,
Rincón Largo y la Totuma,
Pues de agua allí una pluma
Sería un tesoro inaudito.

Si quieren ver claramente


Si el negocio es importante,
Calcule cada habitante
Lo que gasta diariamente.
En agua, tan solamente
Por tenerla a gran distancia,
Y no con mucha abundancia;
Pero con estos raudales
De plumas y de canales
Cada cual riega su estancia.

Y también podrán lavar


La ropa allí, desde luego,
Y en caso fatal de fuego
Sus casas podrían salvar.
Y también para regar
El que tenga su jardín,
Y miles cosas, en fin,
De muchísimo producto,
Siempre ofrece un acueducto
Del mundo en cualquier confín.

Así es que es necesario


Que Santiago y sus vecinos
Los cercanos campesinos
Con esfuerzo extraordinario
Hagan que en el vecindario
No desechen el consuelo,
Y trabajen con anhelo
Por brindarle protección;
Porque es una bendición
Que baja del mismo cielo.

351
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Toda gente admiradora


Del adelanto y progreso
Que se empeñe con exceso
En obra tan bienhechora,
Y que sea alentadora
De todos la protección
Para que esta población
En el número se cuente
De pueblo culto y decente,
Y de mucha distinción.

También hay que agradecer


Este gran departamento,
A su Ilustre Ayuntamiento
Que ha sabido defender
Con honra y buen proceder
Del pueblo los intereses,
Tratando con los ingleses,
O sea con su apoderado,
Asunto muy delicado
Y en bien de los Santiagueses.

Y el señor Ramón Imbert,


Nunca pues será bien pago,
Por tanto bien a Santiago
Que se ha propuesto hacer.
Y lo mismo agradece
A todo el que se ha empeñado
En darle a este poblado
Del modo más ventajoso,
Un acueducto famoso
Y un eléctrico alumbrado.

Y Dios se lo pague a JUAN A. ALIX


por la buena noticia.

La gallera de “Laguna Prieta”


Perteneciente a los socios Domingo Marrero, comandante de Marilópez,
Francisco García, y Celestino de Peña.

Con satisfacción completa


Se anuncia de esta manera
Una famosa gallera
Que existe en Laguna Prieta.
Donde allí la gente quieta
Y de orden, puede bien

352
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Divertirse a tutiplén
Jugando hasta baquiní,
Comiendo y bebiendo allí
Con tranquilidad también.

A esa gallera halagüeña


Puede ir todo gallero,
Pues allí Mingo Matrero
Y Celestino de Peña,
Cada cual mucho se empeña
En que no haya pillería;
Y el socio Pancho García
Dice que la buena gente
Allí encuentra igualmente
Honradez y garantía.

Tocante a legalidad
Allí en Laguna Prieta,
No habrá pillo que se meta
Con tanta facilidad
A causar dificultad.
El comandante Marrero,
Los socios y el garitero,
De gallos en la batalla,
Hacen de jueces de valla
Para evitar pelotero.

Los socios en su gaitera


Invitan los de Licey,
Las Palomas y el Mamey
Y a la gente gurabera;
Y con la mejor manera
También a los de Puñal,
San José y el Guayabal,
Estancia Nueva, Arenoso,
Canabacoa y el Corozo,
Las Charcas y el Uberal.

Lo mismo con atención


Se invita a la buena gente
De Nibaje desde el puente;
Rincón Largo y Fundación,
El Caimito y Barrancón,
A los de Moca y La Vega,
Arroyo Hondo y Noriega,

353
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y a los de López también,


Para que tengan a bien
Gozar de todo y sin brega.

A toda gente que quiera


Del pueblo y Hato Mayor,
Gozar de tanto primor
Que venga a esta gallera;
Que con la mejor manera
Y la más fina atención,
A todos sin distinción,
Con tal que sea buena gente,
Puede llegar francamente
Con toda satisfacción.

En esa buena gallera


Por cierto no falta nada;
Comida muy delicada
Y bebida placentera;
Dulces de toda manera
Y mucha comodidad,
Cariño y mucha amistad,
Por los dueños de la valla;
Y de gallo en la batalla
Bastante legalidad.

Para las Pascuas se invita


A todo el que sea gallero
Divertido y parrandero
Y que juegue su cosita.
Que junten pues su platita,
Para el que en currú se meta,
No le falte una peseta;
Que en las Pascuas sin trabajo,
Viene la gallera abajo
Gozando en Laguna Prieta.

El bale Juan y el bale José


—Barajo! bale José
¡Uté si que ta Peidio!,
Dónde diablo tá metío
¿Qué dichoso ei que lo ve?
—Compai Juan, yo le diré
Que yo andaba poi la Mata

354
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Dipué me juí a Pueito Plata


A trabajai de aiquilao
Y me cogién pa soidao
Poique soy de mala cata.

—Conque mi bale e soidao


—Sí señoi! y e que por eso
Ando así como lo preso
To rompío y maitratao.
—Y ai beime tan apurao
Le jablo a uté la veidá.
Que me jullí para acá
Pa bei si ei cielo me ayúa,
A conseguí una múa
Y boibeime para allá.

—Dígame bale, y peidone


Que le jaga eta pregunta:
“¿Ei militai no se junta
Por allá con la racione?”
—”Sí señoi! pero hay tragone
Que no tienen enchonao,
Comprándole a lo soidao
La racione a poco precio,
Poique agora e buen comeicio
Eplotai a lo soidao”.

—Dígame bale José


¿Y nadie se mete en eso?
O e que a to le guta ei queso
Que ese abuso no se ve.
—Jun… ¡Yo no sé! ¡yo no sé!
Ei caso e que ai soidao,
Cuando no tá acuaitelao
Tá de guaidia y sentinela,
Boca a bajo la casuela
Decaiso y tó maitratao.

—Lo que eplotan lo soidao


Tienen tale corazone,
Que ata un año de racione
Le meican adelantao.
Y ei militai apurao
Tiene ai fin que dai la boca,
Con esa gente de poca
Conciencia y tan mala fe,

355
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que si bien claro se ve


Sei soidao también le toca.

—Si e jun negocio eplotai


A lo probe lo soidao,
Si la tienen arruinao
¿Quién diablo la pá le trai?
Ai soidao se ha de tratai
Con mucha delicadeza
Paque siempre tenga fueiza
Conque podei resetí
Y que puea combatí
Con balói y con fiereza.

—Pero a un probe militai


Se lo lleba jata ei biento,
Si le quitan ei sutento
Poique no se pué parai;
Eso deben caiculai
Lo que biben de ese enreo,
Poique cuando suena un peo
Andan lo de pecho malo,
De saito y de barapalo
Y ensuciándose dei mieo.

—E beidá bale Jasé,


Tiene uté mucha razón;
Gente de mai corazón
Mucha bese así se ve.
—Bale Juan, yo le diré
Que yo quisiera mejoi
Que biera ai Propagadoi
Gaceta de Pueito Plata
Paque bea como maitrata
Ai sucio epeculadoi.

—Poi Dió con ese papei


Créalo uté, bale Juan,
Que lo militare etán
Lo má contento con ei;
Quien lo ecribe debe sei
Un hombre de mucha sencia,
Buen patriota y de concencia
Que quié que ai probe soidao,
Lo traten con ma cuidao
Con denidá y decencia.

356
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

—Dique ese “Propagadoi”


Dice que tiene una llaga33
Que bá acabai con la plaga
Tan sólo con ei jedoi;
Pué dice ei buen escritoi,
Y e una juta razón,
Que ai probe sin proteción
E que cojen pa soidao,
Cuando etán tan obligao
A seibile a la Nación.

—Dice que ei rico afamao,


Ei probe, ei blanco y ei prieto,
No debe ocupai buen pueto
Sin que ante sea soidao;
Y que se haiga reboicao
En ei cuaitei o cantón,
Y que ei pan de monición
Batante lo haya macao
Y ei fucí lo haiga liriao
En honoi de la Nación.

—Dique e jun buen ciudadano


Ei soidado, poique e soidao,
Y que debe sei tratao
Como buen dominicano.
Pero aiguno jenumano
En lugai de protejeilo,
Siempre quien embileceilo
Y eperan que tenga jambre,
Pa sacaile ata la sangre
A no dicí pa… peideilo.

—Uté cre, bale José,


Y peidone que lo atajo,
Ei que jiso ese trabajo
E jombre de buena fe;
Pué sigún me cuenta uté,
Esa e la pura beidá;
Y que eso a la bita etá
Que lo probe lo soidao,
Tan úte son ai Etao
Como a toa la sociedá.


Este es el epígrafe del remitido que trata de la condición del soldado.
33

357
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

—Pué como le iba diciendo,


Uté no be bale Juan,
Que lo militare etán
Casimente pereciendo,
Por ese teje tremendo
Que tiene bario entremano,
Sacrificando ai critiano
Con peijuicio dei Gobieino.
¡Poi tenei en un infieino
Ai soidao dominicano!

—Si semo jijo toitico


De nuetra Patria enfelí,
Lo memo probe que rico,
Blanco y prieto ha de seibí.
Y poiqué ha de sei quei chico
Ha de caigai con ei peso,
Si ei grande no fuma eso
¡Y etá gozando en su casa!
Ei que se come la masa
No e malo que rulla el güeso.

—Ese que no ha sío soidao,


Lo dice ei “Propagadoi”,
No puede sei eletoi
Ni tampoco sei nombrao;
Que un pueto desocupao
No puede sei que se pase
A uno que nada jace
Ni ha jecho poi la Nación,
Poique eso no e razón
Que uno ataje y otro enlace.

—Si to tubiean obligao,


A seibile a su paí,
No tuviera un enfelí
Beinte año siendo soidao;
Pue siendo siempre mudao
Siempre tubiera decanso,
Y no andubiea como ganso
Siempre con la cru jacueta,
Y otro mamando su teta
Y cogiendo ei sueido manso.

—Párese, bale José:


Su combeisación e buena,

358
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Pero ando en betia ajena


Y e muy juto que me apé;
Ma taide yo lo beré
Si muy pronto no se bá.
—Sí, señoi bueno etá,
Y yo lo beré también,
Me alegro de beilo bien
Besamano por allá.

Los vagos en nuestros campos


Todo el hombre sin oficio
Vive lleno de alegría,
De pulpería en pulpería
Alimentando su vicio.
No se toma el sacrificio
De levantar una paja,
Con el dado y la baraja
Y su frasco de aguardiente,
Vive así alegremente
Quien su lomo nunca baja.

Muy de mañana se ve
Que va donde la vecina,
A velar en la cocina
El traguito de café.
Y aunque allí sentado esté,
Ni un palo de leña raja,
Ni le empuña la tinaja
Para ir al río por agua,
Pues quiere vivir de guagua
Quien su lomo nunca baja.

Después coge su acordeón


Y se va a una taberna,
Se sienta, y cruza una pierna
Y principia la función.
Otro dando en un cajón
Y cantando que se raja,
Arman tamaña sonaja,
Y, si llega algún marchante,
Le pide un trago al instante
Quien su lomo nunca baja.

Cuando están en su elemento


Y llega algún hombre honrado

359
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Le ponen con mucho agrado


En los pies cada instrumento.
Como saca su ventaja,
Así es que llena su caja,
Con la vagancia maldita,
Pues allí es que visita,
Quien su lomo nunca baja.

El que no encuentra bebida


De guagua allí en una cantina,
Invade alguna cocina
De algún vecino en seguida.
Y después de la comida
Si el plan allí se le cuaja,
En algún montón de paja
Duerme allí como un cochino,
Porque vive del vecino
Quien su lomo nunca baja.

Después que duerme se ve


Levantarse el caballero,
A escurrir el muy guagüero
Algún morro de café.
De allí sale el gran musié,
Sacudiéndose la paja,
Pero como ya es alhaja,
Ha dormido bien su siesta,
Vuelve otra vez a la fiesta
Quien su lomo nunca baja.

Si tiene casa, al volver,


Llega como un toro bravo,
Pues sin dejar un centavo
Quiere encontrar qué comer.
Y a la pobre su mujer
Como un demonio le faja,
Y le rompe la tinaja
Y su losita igualmente,
Por no hallar qué darle al cliente,
Quien su lomo nunca baja.

Y si de comer no halla,
Ya mandará los hijitos,
En busca de unos huevitos
De gallina ajena en maya.

360
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

O si no el muy canalla,
El puerco del que trabaja
En el hombro se lo encaja
Y, al pulpero que consiente,
Lo trueca por aguardiente
Quien su lomo nunca baja.

En el campo hay pulperos,


Y también en poblaciones,
Que de vagos y ladrones
Son socios y compañeros.
Pues hay muchos taberneros
Que así por tener ventaja,
Compran siempre alguna alhaja
Sabiendo que es mal habida,
Y así pasa bien su vida
Quien su lomo nunca baja.

Todos los agricultores


Se quejan de la vagancia,
Y la poca vigilancia,
Entre alcaldes e inspectores;
Pues hay muchos tapadores
Cuando pueden sacar raja,
Y al tener así ventaja
Tapando mil travesuras,
Vive siempre a sus anchuras
Quien su lomo nunca baja.

Del campo en varias secciones


Dicen que no hay justicia,
Pero sí mucha malicia
De muchos Jefes tragones.
En arreglos de cuestiones
Pierde siempre el que trabaja,
Pues lleva la desventaja
Si en el campo dan sentencia;
Porque encuentra más clemencia
Quien su lomo nunca baja.

De los campos cada día


Traen muertos a la Ciudad,
Pues se matan sin piedad
Por cualquiera bobería.
Ni alcaldes ni policía
En las fiestas nadie ataja,

361
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pues lo que más agasaja


Es cobrarse la licencia,
Pero no ve su sentencia
Quien su lomo nunca baja.

Hay alcaldes e inspectores


Tan cumplidos y despiertos,
Que cogen siempre a los muertos
Y nunca a los matadores.
Y otros no lo hacen peores
Porque son de rompe y raja,
Que andan con la baraja
Y la botella en el seno,
Porque así lo halla bueno
Quien su lomo nunca baja.

Los buenos hombres se quejan


Porque a fiestas los invitan,
Y sus armas se las quitan
Y a los malos se las dejan.
Y que los jefes se alejan
Del pilón y del que maja,
Porque dicen que el que ataja
Le viene el toro de frente,
Y así vive alegremente
Quien su lomo nunca baja.

De cuenta de autoridades
En los campos, con frecuencia,
Sin ser de su competencia
Se toman mil facultades.
En ajenas propiedades.
Uno quita, otro rebaja,
Y en encontrando ventaja
De notarios se la dan;
Y así vive de holgazán
Quien su lomo nunca baja.

Y otros se la dan de curas,


Casan y hacen bautismo
Pues tanto es su cinismo
Que echan agua a las criaturas.
Derechos de sepulturas
Ellos cobran sin rebaja,
Pues de todo sacan raja
Tantos Caciques, Señores,

362
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Pues vive con más honores


Quien su lomo nunca baja.
Ya lo creo!
Como no!
Con el mameo,
No digo yo!
Santo Domingo, febrero 22, 1893.

Origen del nombre del pueblo de Dajabón


Al Ciudº. Don Tomás Morales, Ministro de Guerra y Marina, Santo Domingo.

Aunque me digan Quijote


Porque canto desatinos,
Yo mis cantos campesinos
No los dejo ni a garrote.
Seré Juan de los palotes,
Cantaré sin ton ni son,
Pero así daré razón
Y hoy sabrá el mundo entero
El origen verdadero
Del nombre de Dajabón.

Pues, cuando la vieja España


En el que hoy es Dajabón,
No había más habitación
Que una mísera cabaña
De una tal María Castaña,34
Que allí fue a recalar,
Y en la ribera a plantar
Del Masacre allí su fundo,
Ignorando todo el mundo
El nombre de aquel lugar.

Pero un día un jefe haitiano


A la dueña visitó,
Y ésta al punto lo obsequió
Con un dajao soberano
Que en el Masacre rayano
Sin duda que fue pescado,
Y por la vieja arreglado,
Que se supone así,
A la criolla, en aguají
Y muy bien condimentado.


En los tiempos de María Castaña, caiculen!
34

363
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pero así que el jefe va


Mandando viajes sin tasa,
A la dueña de la casa
Preguntóle en buen patuá:
Comer, qui puesson cilá?35
Ce pa puesson lamurí!36
—”¡No señoi!, peje de aquí,
Diferente ai bacalao,
Ete se ñama dajao,
¡Si señoi, beidá que sí!
—A la ñon dajá quí bon37
Daja-bón, tré bon, comer,38
Can yo tá llegá Valier,
Yo ta piens nan cet puesson.
Ce ñon cos de entimación,
Ce ta bagee saloprí!39
—Si musié, beidá que sí,
Un peje muy etimao,
Y ma cuando ta guisao
Como ése, en aguají.
Oui, sí, comer, dajabón!40
Yo nunco yo tá comé,
De pejo ñon calité
Com cilá nan má nación.
Después que el muy mamalón
Su daja-bón se tiró,
Con tantas ganas quedó
De matarse la canina,
Que ni una sola espina
Sin repasarla dejó.
Cuando terminó el musié
De ponerse bien la bota,
Montando una yegua rota
Dijo así: “—Comer, m’alé,41
Otre dí yo ba turné
Pur en otre dajabón
Comer, escusé, pardón,42

35
Comadre, ¿qué pescado es ese?
36
Ese no es peje bacalao!
37
Qué dajao tan bueno!
38
Dajao bueno, muy bueno, comadre.
39
Eso no es cosa de porquería.
40
Sí, Comadre, dajao bueno.
41
Comadre, me marcho.
42
Excúseme, Comadre, perdón.

364
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Bon curage, porté vu bien43


Contao con ñon buen haicien
Qui ta a votre disposición”.

La Seña María Castaña


De su casa allí en la puerta,
Quedó con la boca abierta
En ver tanta musaraña.
Y no es cosa muy extraña
Ser un haitiano cortés,
Y más cuando hay interés
De volver sin dilación
En pos de otro daja-bón,….
Mayor el cumplido es.

El referido musié
Después de hacer como Blas,
Ya comiste ya te vas,
Cruzó el Masacre y se fue.
Pero dizque el retapé,
De ese personaje alto,
De tamaño no era falto,
Pues la tradición lo cuenta,
Que tenía de tabla treinta
Y cuarenta de peralto.

En fin la vieja Castaña


Tantísimo celebró,
Todo aquello que pasó
En su modesta cabaña,
Que en nombre del Rey de España,
Levantó sin dilación,
Un acta dando razón,
Y haciéndolo bien constar
Que le daba a aquel lugar
El nombre de Dajabón.
¿Qué tal? Ya el Niño Bitongo no dirá que nadie se ocupa de averiguar
el origen de los nombres patronímicos de nuestro afortunado terruño.
Todo es empezar, más vale algo que nada.
Adiós, Bitonguito de mi vida. Adiós, Juan Antonio Alix de mi corazón;
no dejes de mandar otro viaje como el presente, que te quedará muy agradecido
tu siempre amigo, BITONGUITO.
Santiago, 20 de marzo de 1898.


Ánimo, y que le vaya bien.
43

365
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Para mi lindo clavel


Mi vida, mi corazón
Te quiero, porque te quiero,
Si no te quisiera tanto
No te llamara mi cielo.

En el mundo yo lo sé
Que hay millones de mujeres,
Que te brindarán placeres
Pero no de buena fe;
Como yo no hay quien te dé
Tanto amor y estimación,
Y como eres e botón
Más bonito de alelí;
Por eso te llamo así:
Mi vida, mi corazón.

Yo no tengo ya otro espejo


De una luz tan brillante,
Para verme a cada instante
Y gozar con tu reflejo;
Por eso es que no te dejo,
Ni por todo el mundo entero;
Y como eres el lucero
Más lindo de la mañana
Con la voluntad más sana
Te quiero, porque te quiero.

Hoy te vengo a dar razón


Para que vivas tranquilo,
Que yo no me descarrilo,
Ni cambiaré de opinión
Mientras vea tu corazón
Que me quiere con encanto
Y como eres tú mi santo
Más bonito de mi altar
Tal vez te podría olvidar
Si no te quisiera tanto.

Como no tengo otra cosa


Que mandarte en la ocasión
Te mando mi corazón
Para ti, botón de rosa:
Y al contarme por dichosa
Con tu amor que es mi consuelo,

366
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

No tengo ningún recelo,


Y si yo no te quisiera
Con mi alma toda entera
No te llamaría mí cielo.
Tu Mejor Amiga.

A la reina de mi amor
Mi vida, hojita de Rosa,
Botoncito de azucena,
Mientras dure en mí tu amor
Yo seré tu centinela.

Si la tierra se menea
Y el mundo se viene abajo,
Ni mi amor te lo rebajo
Ni puedo cambiar de idea,
Y por mucho que se vea
En esta vida azarosa,
Como es tan grande cosa
El amor que puse en ti,
Por eso te digo así:
Mi vida, hojita de rosa.

Como yo te lo juré
Tiene así que resultar
Que no te he de olvidar
Mientras yo en el mundo esté
Y mi amor te guardaré
Como una prenda buena;
Y como eres la sirena,
Que me cantas mi alegría,
Por eso te llamo así:
Botoncito de azucena.

No he conocido mujer
Que yo quiera más que a ti,
Ni puedo vivir así,
Sin tu amor y tu querer,
Por eso tienes que ser
Mi delicia y mi primor,
Y como eres tú la flor
Más bella de mi jardín,
Mi querer no tiene fin
Mientras dure en mí tu amor.

367
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

En fin, palomita mía,


Por esta buena ocasión
Te mando más de un millón
De caricias y simpatía;
Y como eres mi alegría
Que me agrada y me consuela,
Y todo eso revela
Que tu amor anda derecho;
Mientras duermas en mi pecho
Yo seré tu centinela.
Tuyo, y Siempre Tuyo.

Dominicanos!
Ya, ya nuestra patria amada
De sus hijos necesita,
Y a todos hoy nos invita
Con desenvainada espada.
Ya la hora está llegada
De no pensar en quehaceres,
Ni en los hijos, ni en mujeres,
Ni en nada, dominicanos,
Sólo en destrozar haitianos
A esos miserables seres.

No pensemos en vivir
Ni en nuestros bienes pensar,
Pensemos en batallar
Para vencer o morir.
¿Pues podremos permitir
Que esas bárbaras gavillas,
Crucen jamás las orillas
De la Línea divisoria,
Esa inmundicia, esa escoria
Afrenta de las Antillas?

—No, dominicanos, no!


Recordaremos primero,
Esa fecha de febrero
Y lo que ella nos legó.
El vil haitiano cacó
Ni toda su descendencia,
Jamás hallarán clemencia,
Ni piedad, ni compasión,
Invadiendo a esta Nación
Y a su santa Independencia.

368
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Si existe en la raza humana


Una que se llame escoria,
No queda redibitoria
Que no es otra que la haitiana.
En esa raza inhumana
El “Judú” es su religión;
Y allí civilización
Jamás llegará a su puerta,
Porque para ella abierta
No lo está en esa nación.

Esa casta descendiente


De Tusén y Desalina,
No aspira más que a la ruina
De esta nación floreciente.
Pero este pueblo valiente,
Siempre dispuesto se halla
A trozar a esa canalla
Con el machete y colín,
Destruyéndola por fin
Donde fuere la batalla.

Recuerda, pueblo mañé,


Aquellas pelas tan fieras,
Del Número, Las Carreras,
De Santiago y Santomé.
Recuerda cómo te fue
Por allá en Sabana Larga
Con aquella toma amarga
Que te dimos a beber;
Y no olvides a Beler
Si no deseas otra carga.

No olvides los machetazos


Del célebre Cachimán,
Donde hacíamos de un jirrbán,
De un haitiano dos pedazos.
Y recuerda los lanzazos
De nuestros bravos guerreros,
Que hoy afilan sus aceros
Para tenerlos cortantes;
Pues éstos no son los de antes
Que empuñaban prisioneros.

¡A la lid, dominicanos!
Y alistemos los machetes,

369
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que haitianos culefretes44


Siempre han sido y son haitianos.
Y si antes nuestros hermanos
Se portaron con valor,
Castigando al invasor,
Con vergonzosas derrotas,
A la lid, compatriotas,
Que hoy no lo haremos peor.

El acordeón y el cuatro45
El óigano en moa está;
Dei cuatro naide se acueida;
Por eso no se oye ya,
“¿Maichantico, tienen cueida?”

Poi Beinabé y Beitrán


Traei tanto jacoideone
En campo y en poblacione
No ma se oye ei fuinfuán.
Lo cuatro de baja etán
Y ei músico peiderá,
Pue de continuo etará
Echando mil maldicione
Poique ya en la dibeicione
Ei jóigano en moa etá.

“Dió se lo pague a Beitrán”


Dijo uno, y a Beinabé,
Poique me ha traído con qué
Poneino ma jaragán.
Agora no quitarán
Para balletilla y cueida
A lo caballo la ceida
Que lo dejaban pelone
Poique ya en la dibeicione
Dei cuatro naide se acueida.

Ya no habrá ma que decí


Que la prima se paitió,
Que la segunda faitó
Ni entoichao que añadí.


Así les dice Camilito.
44

Instrumento de cuerda.
45

370
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Que la cueida jagan “tá”,


Ni ai músico se verá
Pasai su tiempo templando,
Ni poi cueida preguntando,
Por eso no se oye ya.

Lo cuatro y lo tiplesito,46
Galano como ecofieta
Ya ma nunca irán a fieta
En funda de retasito.
Y ei que toca violinsito
De encoidadura de ceida
Pa que su tiempo no pieida
Eta profesión no siga,
Poique ya no hai quien diga:
“¿Maichantico, tiene cueida?”

El Niño de Atocha
Una vieja medio chocha
Me decía: Siño Juan
Béame ete niño de Atocha
Pa bei si e jalemán.

Como uté e muy detruío


Y hombre de mucho aquei47
Le traigo ete niño a bei
Si e de Atocha conocío.
Pue poi Mao yo he sabío
Que no quiere ei Padre Rocha
Bendecí Niño de Atocha
Si son de lo jalemane
Poique no cree en musuimane
Una vieja medio chocha.

Agora lo jitaliano
No traen Santo beidadero
Como traían den primero
En bía dei pae Solano.
Y uté puede crei heimano
Que lo de juera son tan
Que ata en idomia alemán
Lo rótulo le han ponío:

46
Tiple, instrumento de cuerda.
47
De mucha inteligencia.

371
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

“Y ete mundo ta peidío”


Me dijo un día, Siño Juan.

Ya nojotro lo critiano
No podemos nian resai
Y ei mundo se ba acabai
Si Dió no mete su mano.
Poique le asiguro heimano
Que el Obipo Arrócacocha
Le ha mandao ai Padre Rocha
Una caita patorai,
Y yo para no pecai
Béame ete Niño de Atocha.

“Yo tenía un San José


Que era ei pato en milagriai
Y lo mandé a retocai
Y me lo dañó un francé.
Pues me le puso musié
En ve de poneile San,
Y créalo Siño Juan
Que ata le peidí ei cariño;
Y agora béame ete Niño
Pa bei si e jalemán.

La gallina gira
La pobre de mi vecina
Amiga de dar perjuicio,
¿Qué dirá de mi gallina
En llegando el día del juicio?

Me han dicho en mi vecindad


Que una polla me ha robado
Y en su casa la ha pelado
Con toda seguridad.
Y lo creo que es verdad
Pues ella tiene ese vicio,
Y al ser vieja en ese oficio
Esta vecina malvada,
Ha de salir emplumada
Al llegar el día del juicio.

Con robar gallina vive


Según estoy enterado,
Pues las plumas ha botado
Por cierto en un viejo aljibe.

372
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

La justicia lo prohíbe
Y bien castiga este vicio,
Pues es grande sacrificio
Que usté críe su gallina
Para una mala vecina
Amiga de dar perjuicio.

Como yo soy Comisario


Me han dado ya la querella,
Que la que roba es ella
Gallina en mi vecindario.
Pensé que era un tal Sandario,
Que en robar es ficha fina
Sin saber que mi vecina,
Podía tener ese vicio;
Pero ella el día del juicio
¿Qué dirá de mi gallina?

¡Oh! qué cosa tan atroz,


Tener mi gallina gira,
Y venir esa triunvira48
A guisarla con arroz!
Pero así lo espero en Dios
Y en Su Majestad Divina,
Que con plumas de gallina
Y cantando el cocoriaco,
Cargará el diablo en un saco
A la pobre mi vecina.

Un hijo natural a su padre


Si usté tiene un alma buena
Se ‘lo pido por favor
Saque a mi madre de pena
Devolviéndole su honor.

Su hijo del corazón


Le suplica como a padre
Que no le mate a su madre
Que hoy se ve en aflicción.
Le partiría el corazón
Si hoy la ve con tanta pena
Y como ella estaba ajena
De verse hoy tan desgraciada,

48
Partidaria de los triunviros, contrarios de los baecistas.

373
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Cumpla su palabra honrada


Si usted tiene un alma buena.

Por ese amor tan fecundo


Que en Ud. puso mamita
Procure ver si me quita
Que me llame hijo del mundo.
Me causa un dolor profundo
Ver a mi madre sin honor
Y como usted es el autor
De mi madre esa desgracia
Que me conceda esta gracia
Se lo pido por favor.

Padre mío por su vidita!


¡Por lo que le sea más grato!
No se muestre tan ingrato
Con la pobre de mamita.
Ella está ¡la pobrecita!
De tristeza toda llena
Y, como ella es tan buena,
De amarlo a Ud. nunca deja
Y para que Dios lo proteja
Saque a mi madre de pena.

Si su alma es generosa
Yo le aseguro de fijo
Que yo le seré buen hijo
Y mi madre buena esposa.
Y si usted por buena cosa
Le tiene a su hijo amor
Le suplico por favor
Y por la Virgen bendita
Que se case con mamita
Devolviéndole Su honor.

Seña Dolores la tuerta


Seña Dolores la tuerta
Un día sufría la pena
De verse en una reyerta
Por mezclarse en vida ajena.
Mejor que busque un rosario
Y se dedique a rezar
Y se deje de enredar
Con chismes el vecindario.

374
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Ella carga escapulario


Y se hace la boquimuerta
Para andar de puerta en puerta
Llevando y trayendo enreo,
Que se ha vuelto hasta correo
Seña Dolores la tuerta.

Si esa viejita tuviera


Dos ojos en vez de uno
No hubiera faltado alguno
Que la muerte a ella le diera.
Por habladora y embustera
Todo el mundo la condena
Y como ella en vida ajena
Se mete y todo lo enreda
Por el ojo que le queda
Un día sufrirá la pena.

Esa vieja del demonio


Ahora se ha dedicado
A todo hombre casado
Levantarle testimonio;
Pero espero en San Antonio
También en Santa Ruperta
Que a Seña Lola la tuerta
Por chismosa y habladora
Le ha de llegar su hora
De verse en una reyerta.

A todas en este día


Les digo que anden alerta,
Que a Seña Lola la tuerta
Ya la tenemos de espía.
Y según sentencia mía
Esa vieja se condena,
Porque se toma la pena
De alcagüetear por antojo,
Y va a perder el otro ojo
Por mezclarse en vida ajena.

Los revólveres de Marmita o “párate ahí”


Señores, hago presente
Por medio de estas canciones,
Que en campos y poblaciones
Anda la muerte caliente;

375
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Porque hoy se mata la gente


Por todas partes aquí;
Y ahora más, resulta así
Por esa charla maldita,
Que a los revólveres maimita
Le dicen: párate ahí.

Y el que suele hoy salir


Con su marma en la cintura,
Ya no puede hacer figura
Sin que tenga que reñir.
Pues vergüenza da decir,
Que en los campos del Cotuí,
Moca, Vega y Macorí,
Y de Santiago igualmente,
Se desgarre tanta gente
Por ese “párate ahí”.

El que va por su camino


Y lo mandan a parar,
De una vez suele pelar
Por su caldero dañino.
Creyendo que es un mangrino
Que le ha salido allí,
Vagabundo y baladí,
Y como en son de bromita,
Al verlo con su marmita
Le ha dicho: párate ahí.

Entre allá los sinvergüenza,


O entre ese mundo atrasado,
El párate ahí mentado
Es una terrible ofensa.
Y el que para su defensa
Carga su marmita así,
Se pica más que un ají,
Y acomete como fiera,
Cuando le dice cualquiera,
Amigo: párate ahí.

Y lo mismo entre esa gente


Que al aire le dicen adre,
De familia llaman padre
Al revólver de patente.
Que en este año solamente
Han gastado un potosí,

376
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

En lo reboibe de Emí,
Que Dios confunda y maldiga,
Por tal de que nadie le diga
“Compae, párate ahí”.

Y en los pueblos y ciudades


De estas comarcas también
Continuamente se ven
Un sin fin de atrocidades.
Pues digo que son verdades
Que hasta los niños chichí,
No se apean el buen Esmit,
Y al más respetable anciano,
Con el pájaro en la mano
Le dicen: ¡párate ahí!

Con el juego y aguardiente,


Los nombres y los refranes
Que inventan los charlatanes
De los campos diariamente,
Los hombres completamente
Se destrozan por allí
Como los carabalí,
O como cafres, diremos;
Y qué remedio pondremos
Con esos “párate ahí”.

También en las poblaciones


Se ven fieras infinitas,
Pero como usan levitas
Se pasean en los salones
Con tamaños salchichones
De los que llaman de Esmí,
Y mostrándolas allí
De lujo sus bellas cachas,
Para que vean las muchachas
Que no son “párate ahí”.
Quién se menea, quién se saiba! Santo Dios!
en ete siglo dique de la luce.

Fábula de los tres leones


A los generales G. Luperón, B. Monción y U. Heureaux.

Tres bravos leones lucharon,


Unidos se defendieron,

377
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Después que se separaron,


Uno por uno murieron.

Por los valles y montañas


A tres leones perseguían,
Pero jamás los vencían;
Por temor a sus hazañas
En mil refriegas tamañas
Como unidos batallaron,
Los tres amigos triunfaron
Venciendo a sus cazadores
Y contra sus perseguidores
Tres leones bravos lucharon.

Aquellos que perseguían


A los tres de las montañas,
Se valían de mil mañas
Para ver si los vencían,
Pero no lo conseguían
Porque los tres combatieron
Y en sus campañas se vieron
De acuerdo y en perfecta unión
Y así por esa razón
Unidos se defendieron.

Pero astutos cazadores


Para poder combatir,
Trataron de dividir
A sus grandes vencedores.
Enviando disociadores
Con chismes que se inventaron,
Que con los cuales lograron
Realizar sus intenciones,
Venciendo a los tres leones
Después que se separaron.

En esto deben fijarse


Las tres potencias iguales,
Y como amigos leales
Nunca deben separarse;
Y si desean escaparse
Sean unidos como fueron
Porque si se dividieron,
Hagan estas reflexiones:
Que por eso tres leones
Uno por uno murieron.

378
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Corpus Cristi
Con grande satisfacción
Y entusiasmo singular,
Venimos hoy a anunciar
A esta culta población,
Que del Corpus la función
No se encuentra muy lejana,
Y que una fiesta galana
Requiere la Eucaristía,
Por ser el más grande día
Que existe en la fe cristiana.

Como es el día favorito


De su Santa Majestad,
Por eso la cristiandad
Lo celebra tan bonito.
Y este festejo bendito
Se dedica al Dios piadoso
Padre Santo y bondadoso
Que nos da vida y consuelo,
Y es en tierra, mar y cielo,
El más grande y poderoso.

Con demasiado contento


Honraremos el gran día
De la Santa Eucaristía
O el Divino Sacramento.
Debajo del firmamento
El Corpus Cristi sagrado
Siempre ha sido celebrado
Por todo el mundo cristiano,
Apostólico, romano,
Conforme está decretado.

Todo cristiano creyente


Para esta fiesta bonita,
Con algunas limosnita
Prestará su contingente.
Que el buen Dios Omnipotente
Buena nota tomará,
Y como sabemos ya
Que él paga ciento por uno,
El día más oportuno
De pagar se acordará.

379
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Como cosa muy segura


El que algo quiera dar,
Se lo debe de llevar
De Parroquia a cada cura.
Y aunque nadie se figura
Que todo el mundo es gitano,
Es mejor que un cristiano
Cuando dé su limosnita,
Se la entregue contadita
Al cura en su propia mano.

Que en estos tiempos malditos


Ciertas aves de rapiñas,
Andan hoy por las campiñas
Matando sus borreguitos,
Y a los pastores benditos
Que reciben tantas quejas,
Se les prenden las orejas
Por saber estos señores,
Que muchos sin ser pastores
Les trasquilan sus ovejas.

¡Vamos queridos hermanos!


Con el debido esplendor,
Este gran día del Señor
Celebraremos ufanos.
Sabed que somos cristianos
Y, es deber de cada cual,
Cumplir, pero muy puntual,
Con lo que la Iglesia manda
Porque es la ley veneranda
Del mismo Dios inmortal.

En fin, nada más diremos


Para de una vez concluir,
Que es preciso contribuir
Sin que en nada nos fijemos.
De obsequiar a Dios tenemos
Por deber y obligación,
Y esta noble población,
Como culta y religiosa,
Cumplirá lo más gustosa
Con Dios y su religión.
Y el que no lo haga así, que apriete.

380
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Cuatro bailes de disfraz


De rechupete, en Las Aguas, común de Montecristi,
para el carnaval. Por la presente invita Luis Caballero a tutilimundi,
sin escaparse ni los mamandos.
Para más aclaración, allá va la mía folla.

Anuncia Luis Caballero


Cuatro bailes de disfraz,
Para el que se halle capaz
De gozar con su dinero.
El día quince de febrero,
Víspera de Carnaval,
Empezará el festival
En estas Aguas benditas
Con máscaras infinitas
Y una bulla sin igual.

Estos bailes aludidos


Serán de cucumancola,
Pues no habrá esa majapola
De cuerambres pervertidos.
Aquí serán escogidos
Toditos los concurrentes,
Porque todas son decentes
Las máscaras invitadas
Para las fiestas citadas
En estas Aguas calientes.

De música no se hable
Porque eso se sabe ya,
De Montecristi vendrá
La orquesta más admirable
Y que Luis, como es probable
Espera gente un millón
Del Copey y Dajabón
Montecristi, Guayubín,
Y de Sabaneta, en fin,
Vendrán sin comparación.

Osí de Foliberté
De Uanament é d’Otrú,
Capaicién, Maribarú
Ampil mund yo va rivé.
Pur se venir amusé
Nan la fet de mardi grá
An prenan di bon tafiá
E dansé an paix tré bien

381
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Aqué fam dominiquen


Qui coné shuqué bondá.

El señor Luis Caballero


Ya tendrá una cantina,
Que será la recumina
Y el trato más placentero.
El que llega con dinero
Y sabe de cosa buena
La barriga se la llena
De licores sabrositos,
Los dulces más exquisitos
Y una magnífica cena.

Como Luis e caballero


Poi título y apellío
Caiculen si ete endebío
Se poitará con emero.
Y má cuando be dinero
En lo que llegan allí,
No hay quien depache así
Tan bibo y con tanto agrao
¡Pero cuando e de fiao!
¿Quién aguanta a siño Luis?

Venid, por Dios, señoritas


A las Aguas a gozar
Cuatro noches sin cesar,
Y al buen gusto de toditas.
Venid amables pollitas
A aumentar la concurrencia,
Que no habrá desavenencia,
Follica ni pelotero,
Porque don Luis Caballero
Trata a todos con decencia.

La que mucho ha tropezado


Por tentación del demonio,
Le dice Alix Juan Antonio
Que por eso no hay cuidado:
Que Jesús Crucificado,
Dice la Santa Escritura,
En la calle de Amargura
Dio un sin fin de tropezones.
Y allá en las altas regiones,
Como Dios allí figura.

382
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Por fin el Luis Caballero


tútili-mundi espera,
En sus bailes y gallera
El quince de este Febrero,
Con gallos y con dinero,
Porque ya valdrá la pena,
Una corrida tan buena
En estas Aguas pasar;
Y el que no esté por gozar…
En muriendo se condena.

¡A las Aguas muchachonas!


Disfrazadas a bailar,
Que esto será de rajar,
En estas fiestas privonas.
Con que arreglar sus caconas,
Mejor dicho el buen disfraz,
Para con gusto eficaz,
Que gocen en la gallera,
De Luis, de toda manera
En unión y santa paz.
Así memo.
Las Aguas, 2 de febrero de 1896.

Al público
El 15 de los corrientes, gran festividad en La Vega
en obsequio de su divina Patrona, Ntra. Sra. de La Antigua.

Señores, vamos a ver


Si el café y el cacaíto
Y el resto del tabaquito
Los llevamos a vender.
Porque es preciso saber
Que la fiesta muy ruidosa
De la Antigua milagrosa,
Patrona de los veganos,
La tenemos en las manos
Y será tamaña cosa.

Y que debemos marchar


Todo el mundo en gran tropel,
Porque al Padre Adolfo Nouel
Lo tenemos que ayudar.
Porque él nos suele tratar
A todos con distinción,

383
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y nosotros con razón


También debemos portarnos
Con quien quiere Iglesia darnos
Digna de esta población.

Lo que es Zoilo García


Seguro que se derrite,
Pues sin que nadie lo evite
Tendrá en la fiesta un día.
Calculen que esa María
Ha sido siempre su apoyo,
Que de plata un buen arroyo
Le da con su protección
Y que, en más de una ocasión,
Le sacó los pies del hoyo.

Y ese Fernández Laíto,


Dimas Sánchez, Juan Ramón,
Telésforo Calderón,
Ya se menearán bonito,
Pues si tienen su piquito
Esos nenes referidos,
Es que han sido protegidos
Por la Antigua milagrosa,
Y hoy harán tamaña cosa
Porque son agradecidos.

Lo mismo Marcos de Lora,


Y el Meléndez don Manuel,
Ya le harán un gran papel
Del Cielo a la gran Señora.
Porque ella es su bienhechora,
Que los protege a la carga,
Y de ayudarlos se encarga
En sus negocios por cierto,
A trabajar con acierto
Y ganarse plata larga.

También el Robles Casiano


Ya festejará a María,
Que con eso la Alcaldía
Volverá a su digna mano.
El Espaillat Emiliano
Correrá por todos lados,
Porque en estos días feriados
Si no entra en alegría,

384
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Lo que es la Virgen María


No les salva los pasmados.49

Y el Pablo Ramos también


A la Antigua obsequiará,
Pues según parece va
En sus negocios muy bien.
San Julián o Sen Julién
Que no se haga el mamalón
Y saque en esta función
Eso que tiene enterrado,
Que la Antigua se lo ha dado
Mediante su protección.

En el segundo aguacero
Muchos más se mojarán,
Que en este viaje no van
Por andar aun más ligero.
En la Antigua sólo espero
Que salud me ha de dar
Para poderlos mojar
Aunque así le dé coraje
A todo el que en este viaje
Se me ha podido escapar.
Santiago, agosto 6 de 1893.

La graciosa mascarita
A mis amigos Doctor Morillo y Emilio Almonte.

Cuento un caso original


Como así me lo han contado,
De uno que fue disfrazado
A un baile en el Carnaval,
Que se enamoró formal
De una bella mascarita,
Y a la que en seguida invita
Para bailar una danza,
Creyendo a toda confianza
Que sería alguna pollita.

Tan pronto como empezó


A bailar con su pareja,

49
Este buen señor, con la ayuda de N. S. de la Antigua ha salvado a una porción de personas
atacadas del tétano o pasmo. Vamos a ver cómo se las averigua hoy con la Antigua su protectora.

385
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Se le pegó de una oreja


Y su amor le declaró!
Por su madre le juró
Que si él la conseguía
Para siempre la amaría
Con todo su corazón,
Y con poca dilación
Con ella se casaría.

La graciosa mascarita
Temprano enseñó la oreja,
De que era gallina vieja
Y de espuela no chiquita;
Porque sin decirle quita,
Ni déjame el alma quieta,
Amparada en la careta,
Que es la ruina del pudor,
Le correspondió su amor
Con fidelidad completa.

La mascarita citada,
Declaró a su tierno amante
Que sentía pero bastante
Decirle que era casada;
Y que estaba disfrazada
Sin saberlo su marido,
A quien dejó muy dormido,
Por una copa de vino
Que le dio un médico chino
¡Para dejarlo rendido!

Los amantes continuaron


Bailando lo más contentos,
Y con miles juramentos
Mutuo amor se profesaron;
Y con disimulo entraron
A una cámara secreta,
Y con polvo de violeta
Que había en un tocador
Se empolvaron lo mejor
Sin quitarse la careta.

Como por lo regular


En esa clase de empresa
Nunca falta buena mesa
Dispuesta para cenar,

386
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Allí fueron a parar


Aquellos enamorados;
Pero cuando ya sentados
A la mesa que se vieron,
Y ambos se reconocieron,
Han caído desmayados.

Pues la bella mascarita


Vino a dar por resultado,
Ser la madre de su amado
Por su desgracia maldita.
Con un revólver marmita
El hijo se suicidó,
Y ella también rodó
Por el suelo sin aliento,
Pues de pena y sentimiento
Muertecita allí quedó.

Si la cosa fue pesada


Para hijo y para madre,
No fue tanto para el padre,
Porque nunca supo nada
De su suerte desgraciada,
Y de ese caso tremendo,
Porque ya están diciendo
Que por la copa de vino
Que le dio el médico chino
Todavía está durmiendo.
Santiago, 12 de febrero de 1907.

En la Sección de La Zanja
y al lado del buen señor Pedro Díaz, se encuentra
el establecimiento de tienda y pulpería del buen amigo
Fofín Pichardo, joven buenmozo, enamorado, guapo
y con mucha plata. Según Juan A. Alix.

Y eso mismo canta un bardo:


Que al lado de Pedro Día,
Buena tienda y pulpería
Tiene allí Fofín Pichardo.
Y que, un surtido gallardo
Hay también de miles cosas,
Como purcianas preciosas,
Linoces y muselinas,
Percales y percalinas,
Y otras telas muy famosas.

387
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Las telas para colchón,


Forros de catres y hamaca,
Parecen cueros de vaca
Por lo fuerte que ellas son.
El amarillo algodón,
El cotín y buen listado,
El fuerte diablo afamado,
Y muchos driles famosos.
De colores muy preciosos
Que a Fofín le han llegado.

También para caballeros


Excelentes panamaces,
Calzados, buenos fulaces,
Panza de burro sombreros.
Casimires piqueteros
Y muy buena imitación,
Calzoncillos de algodón
Y las mejores camisas,
Las hay bordadas y lisas
Y muy bonitas que son.

Con Fofín encontrarán


La más buena cotonía,
Como en parte hoy en día
iguales no la hallarán.
Chancletas de cordobán,
De toda clase pañuelos,
Para camisas gemelos,
Buenas mantas de algodón,
Buen hilo de carretón
Y de bollito sin pelos.

Falso batista a escoger,


Blanco y de otros colores,
Y medias muy superiores
Para hombres y mujer.
Agujetas de tejer,
Camisillas de algodón,
De mil colores albión,
Frente de hilo camisas,
De algodón y lana, frisas,
Salpurias y candelón.

Y tocante a pulpería
Casi no hay que preguntar,

388
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Porque allí se ha de encontrar


De todo, que no hay tutía.
Allí hay en demasía
Las más frescas provisiones,
Como harina, arroz, jamones,
Arenques, petisalé,
Bacalao, sal, café,
Mantequilla y salchichones.

Sardinas de chupe usté


Manteca y famosos vinos,
Fideos gordos y entrefinos
Y buen aceite francé.
Azúcar también se ve
Y buena loza de venta,
Malagueta, anís, pimienta,
Nuez moscada, ajo, canela,
Cebolla, clavos y vela
Y algo más que no se mienta.

Buen ron, anís, aguardiente,


Cerveza de la mejor,
Y para damas, licor
Como ginebra excelente.
Amargo bueno igualmente,
Machetes de trabajar,
Buenos clavos de entinglar
Cuchillos, hachas, azadas,
De Colín muy afamadas
Y de otras cosas, la mar!

Y Fofín hace saber


Que compra frutos al contado,
Bien medido o bien pesado
Lo que lleven a vender.
Porque allí es un placer
Vender por peso y medida,
Y comprar cuanto se pida,
Pues allí, claro se ve,
Que hay conciencia y buena fe
Y honradez la más cumplida.

Fofín es un comerciante
Que se empeña en agradar,
Y en su casa acotejar
Con cariño a su marchante.

389
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y con honradez bastante


Su deber sabe cumplir,
Que no hay quien pueda decir
Que vende bueno y barato,
Y después se vuelve gato
Con la vara de medir.
Como hacen algunos pájaros que suelen haber por estos lugares, que si fían,
apuntan con tenedores; y si venden al contado, nunca miden el lienzo con legalidad;
por eso, el que le compre a esos pájaros, lleve lo que compre a medirlo por la vara
de Fofín que es completa; y a que no le sale la cuenta. Lo mejor de todo es comprarle
a Fofín, por eso de que a lo tuyo con razón o sin ella.
Tiene razón JUAN A. ALIX.
Santiago, abril 16 de 1903.

La vanguardia
Es el nombre de cuatro bailes de disfraz para el Carnaval en los días 9, 10, 11 y 12 del mes de febrero,
y en el vastísimo y lujosísimo salón del casino de Laíto Guerrero, frente al Parque Central.
Empresarios: Laíto Guerrero y Enrique Méndez.
Compae esos bailes serán la tusa de todos los bailes del Carnaval.

Vamos, pueblo santiaguero,


A gozar lo más bonito
En el salón de Laíto,
El salón más piquetero.
Como lujo, es el primero,
Y de más capacidad;
Como es también verdad
Que es el mejor adornado,
Y el más bien iluminado
Que existe en esta ciudad.

La Empresa pretende dar


Cuatro bailes regulares
De personas singulares
Que se dan a respetar;
Pues la casa ni el lugar,
Jamás pueden consentir
Que gente de mal vivir
Y de poca estimación
En tan decente salón
Se vayan a divertir.

La máscara que no está


Invitada legalmente,
La empresa por consiguiente
La entrada le negará;

390
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Al efecto allí estará


Nombrada una comisión
Para que sin distinción
La que entrare disfrazada
Sin haber sido invitada,
Arrojarla del salón.

Como no consentirán
A las pájaras aquellas,
Cargadoras de botellas,
No se vistan que no van.
Ni menos admitirán
Tantos niños majaderos
Que en bailes son los primeros
En empuñar los asientos
Causándoles sufrimientos
A damas y caballeros.

La empresa tiene conciencia


Que en los bailes que dará
Complacida dejará
A toda la concurrencia.
Orden y mucha decencia,
Escogidas mascaritas,
Señoras y señoritas
Que si no son del arito,
El gran salón de Laíto
Se lo merecen toditas.

Laíto y Enrique están


Resueltos y decididos,
A no entregar pedidos
De cuenta de voyován;
Si no aflojan el tin tán,
Esos picos de alcatraz,
Como no les queda más
Que pasar a retaguardia,
Le dirán en la Vanguardia
“No te vistas que no vas”.

Como es cosa muy sabida


Que en el billar de Laíto
El surtido más bonito,
Nunca falta de bebida,
Buenos lotes de comida
Y confituría muy fina;

391
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Por eso que se adivina


Que en esos bailes famosos,
Que preparan tan lujosos,
Cómo estará esa cantina!
Si de música se trata,
Se puede hacer una apuesta,
Que una gran famosa orquesta
Ya vendrá de Puerto Plata,
Que aseguran que es muy grata
Y unas danzas exquisitas,
Todas nuevas y bonitas,
Y así de cucamancola
Para la Vanguardia sola,
Y entusiastas mascaritas
El que no asista a los bailes de “La Vanguardia” en el muy espacioso salón
del casino de Laíto, se la ñaña, porque no gozará de lo mejor que habrá en el Carnaval.
Lo digo yo: JUAN A. ALIX.
Santiago, 21 de enero, 1907.

Al honorable Ayuntamiento
Señoi Don Ayuntamiento,
Le mandó a dicí ei reló
Que lo jaga de poi Dió
De alibiaile su toimento.50
Que ei pueblo no ta contento
Con uté ni con su mando,
Poique ya lo ta mirando
Que todo e un miterio,
Teneilo en un cautiberio
En be de tai funcionando.
Le mandó a dicí también
Que si tiene un chin de honoi,
Que le jaga ese favoi
De no beilo con dedén.
Que en este pueblo no hay quién
Deje hoy de muimurai
Que no lo quien colocai
En su beidadero pueto.
Poique… jun! dejemo eto…
Que ma bale ata callai…

50
Un reloj público que regaló el Gral. Lilís a Santiago de los Caballeros, hace dos años
que lo tienen arrumbado en un cuarto y no hay manera de que el Ayuntamiento lo coloque
en el lugar que le corresponde.

392
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Y que le mande su cuaito


Que ganó en su lotería51
Que ei no entra en felusofía
Sino que aflojen aisaito;
Que de tai preso ta jaito
En ese cuaito metío,
Y que lo que ha recogío
En un poición de saiteo
Que lo aflojen, que eso e feo
En ei no habeilo embeitío.

Y que el Presidente Heró


Lo mandó a esta ciudá
Para tai en libeitá
Pero como preso no.
Y quei ta rogando a Dió
Que uté deje pronto ei mando,
Poique ya lo ta mirando
Señoi don Ayuntamiento
Que uté no tiene ei intento
De hacei que te funcionando.52

El pleito de Pontezuela
Ocurrido en dicho lugar en la noche del día de Santa Rosa.

El día de Santa Rosa


Gran pleito en la Pontezuela,
Dos muertos y dos heridos
Quedaron en la refriega.

En casa de un tal Silverio


Hubo una gran diversión,
La que fue sin dilación
Convertida en cementerio.
Pues ya se dice de serio
Que por una simple cosa,
En esa fiesta azarosa
Quedaron allí tendidos
Dos muertos y dos heridos
En el día de Santa Rosa.

51
El Ayuntamiento estableció una lotería con el fin de montar el reloj y después de apercibir
como dos mil pesos o más, lo invirtió en otras cosas contrariando las leyes del Ayuntamiento.
52
Por estas décimas condenó a Juan Antonio Alix, el Tribunal correccional de Santiago
de los Caballeros a $8.00 de multa y cinco días de prisión.

393
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Todo fue por cuatro reales


De juego en una partida,
Que allí se quitó la vida
Aquel par de irracionales.
Y más de cien criminales
Al ver el apaga vela,
Se prendieron en candela
Con los revólver, to, to, to!…
Y la fiesta se volvió
Gran pleito en la Pontezuela.

También hay que declarar


Que en medio del tiroteo,
Hubo grito y pataleo
De mujeres con el mar;
Y caballos relinchar
Se oían, despavoridos,
Y de perros los aullidos,
Las gallinas cacareando,
Y las familias gritando
Dos muertos y dos heridos.

Y los dos que perecieron


Por un castigo de Dios,
José Rodríguez, los dos
El mismo nombre tuvieron.
Y José los que salieron
Heridos en esa brega;
Así es que nadie niega
Lo que muy claro se ve,
De que allí cuatro José
Quedaron en la refriega.
Muertos:
José Rodríguez Rosario,
José Rodríguez Rosario.
(Primos hermanos y amigos).
Heridos:
José Fernández,
José Eugenio Blanco.
Aprieta, Colasa! qué tal?
Santiago, 4 de setiembre de 1901.

394
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Revolución en Haití
Los generales Leconte y Juan Gil a la cabeza del movimiento revolucionario
en la parte Norte de la República; pronunciamiento de Cabo Haitiano,
Fort Liberté, Juanaméndez y otros pueblos del Norte.
A los Gobernadores de Puerto Plata y Montecristi, por lo demás así diremos:

Damos hoy conocimiento


Que ya los Jefes Leconte
Y Juan Gil se han ido al monte
Donde han puesto en movimiento
A todo el departamento
Del Norte, donde campea
Esa gente que pelea
Por derrocar a Simón
Del mando de la Nación
Y empuñar la jicotea.
Pero también no hay quien
Asegure si Leconte
Y Juan Gil se han ido al Monte
Por su cuenta o de Fermén,
Porque todo el pueblo haicién
A Fermén es que desea
Y por él es que pelea,
Lo que hace suponer
Que Fermén ha de coger
Sin duda la jicotea.

Cojeró si siembro! (Cojerá si siembra; refrán dominicano).
La jicoté apartien a Leconte é Jean Gil qui se tiró nan gló pu cojelo.
Musié Fermén apé promené a l’etranger li pa cone
sa qui pasé nan Buá d’Haití.

Non comper, musié Fermén
Cet un hom de gran talan
E ñon des plis savan
Orguei di Peple haicién,
Honorable citoayen
E patriot bien estimé,
Tré habil pur guverné
A la Republique d’Haití
E pur le bien di peí
Il prandrá la jicoté.

Vive Fermén!

Fermén cé ñon bon garson


E tré bon acreditá

395
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Come le premié candidá


Pur comandé la Nación.
La general opinión
A Fermén cé qui jemé
E com li bien relacioné
Du mond nan tu le peí,
Dan la Republique d’Haití
Cojeró la jicoté.
Vive Fermén!
An eto guerro civil
A la fen sa viendrá,
Ca Fermén sucederá
Lo que a Jimeno con Gil,
La que coja la fusil
E se tiró nan difé
Ni tan boba ella seré,
Pur su vido comprometo
Pa qui vengo otre soqueto
A empuñá la jicoté.
Vive Leconte et Jean Gil.
Camarad Antuén Simón
Tamprí, camarad, tamprí!
Chef Leconte ape viní
Pu meté ú nan prison
E avec ñon gran divison
Parfecteman equipe
Chef Jean Gil duéta rivé
De Leconte an compañí
Et ben, si pá vlé murí
Largué vit la jicoté.
Vive Fermén et Jean Gil.
LE DECIMER DU YAQUE.
Fevrier 13 de 1911.

La Purísima Concepción
A la distinguida Señora Doña Elisa Rancier de Pérez,
y demás iniciadoras de la fiesta que se prepara el día 8 de los corrientes
a la Purísima Concepción de María.

El día de la Concepción,
Que es el ocho del corriente,
Se avisa a todo creyente
Que habrá una grande función;

396
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Como en esta población


Se usaba en la antigüedad
Que una piadosa hermandad
Festejaba el grande día,
De la muy pura María
Con toda solemnidad.

Y como la tradición
Refiere que, en San Antonio,
Era enantes patrimonio
Celebrar la Concepción,
Por esa misma razón
Se prepara el vecindario
Con júbilo extraordinario
A solemnizar el día,
De la Divina María
En ese mismo Santuario.

La distinguida Señora
Que es doña Elisa Rancié,
De la fiesta así diré
Que es la principal autora,
Y también la iniciadora
De que en tan glorioso día,
Reviva la cofradía
De la invicta Concepción,
Como en esta población
En otro tiempo existía.

Para esa función sagrada


Se invita a todo vecino,
Sea del pueblo o campesino
Pues será bien celebrada
Con una alegre alborada,
Música, tambores, dianas,
Las cornetas y campanas
Y al son de los atabales,
Los fuegos artificiales,
Y algunas calles galanas.53

La víspera de la fiesta
En San Antonio, igualmente,
Habrá una salve excelente
Como ya está propuesta;

53
Las del barrio de San Antonio.

397
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Una magnífica orquesta,


Candeladas y fanales,
Los fuegos artificiales
Lucirán en el festín,
Y de dicha salve en fin
Romperán los atabales.

El día de la Concepción
El acto será bonito
Con gran misa y pan bendito
Y un magnífico sermón.
Y los fieles con razón,
Con fervor y alegría,
Asistirán ese día
Para dejar complacida
A la por siempre lucida,
La Purísima María.
La cofradía de la Concepción dejó de existir por causa
del terrible terremoto del año 42, por cuya razón pretenden ahora levantar
el espíritu de los fieles y revivir dicha cofradía.

El 23 del corriente
Se empieza en Jánico la fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes,
patrona de ese lugar; y el 24 pertenecerá al pueblo, cuyos encargados
serán Victoriano Pérez hijo, Daniel Báez y Daniel Pichardo.

Señores, hago saber,


Por medio de estas canciones,
Las grandes preparaciones
Que Jánico suele hacer
Para mejor complacer
En esa bendita zona,
A la divina Patrona,
Las Mercedes bendecida,
Que no desampara en vida
Ni en muerte nunca abandona.

El Presbítero Ramón
Antonio Pérez, sabemos,
Que al frente allí lo tenemos
En esta celebración.
Pues con mucha antelación
La Iglesia hizo pintar,
Y todo bien adornar
Para que sea más lucida,

398
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

La fiesta a la bendecida
Patrona de aquel lugar.

Daniel Báez, Comandante


O Jefe allí Comunal,
Se empeña lo más formal
En quedar lo más triunfante;
Pues con gente allí bastante
De a pie y caballería
Y salvas de artillería,
Recibirá lo mejor
A Mon el Gobernador,
Que irá el veintiocho día.

El Pichardo Danielito,
Como Alcalde del lugar,
Que se afana sin cesar
Por el bien del pueblecito;
Un discurso muy bonito
Tiene ya en preparación,
Para cuando llegue Mon
Pronunciarlo en su presencia,
Con tan lucida elocuencia
Que causará admiración.

Dicen que Pancho de Luna


Echará en esta jarana
La casa por la ventana
Sin dificultad ninguna.
Cambiaso, sin duda alguna,
En chispa se meterá,
Y más hoy como él está
Dizque, medio regordón,
Por eso con más razón
Atrás no se quedará.

Dicen que el Cura Ramón


Ha invertido buenos reales
En fuegos artificiales
Que habrá con profusión.
Y en esta celebración
Habrá una famosa orquesta,
Pues según está propuesta
De Santiago ha de pasar
Para más solemnizar
Esa referida fiesta.

399
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y según parte oficial


Del Alcalde Danielito,
Quedará lo más bonito
Ese bello festival,
Pues todos en general
Entusiasmados están,
Y se alistan con afán
Para todos bien quedar,
Y complacidos dejar
A los que allí pasarán.

También nos dice Daniel


Con un empeño tenaz,
Que habrá bailes de disfraz
Y que el empresario es él.
Así es, que un gran papel
En todo hará Danielito,
Y quedará lucidito,
Porque el muchacho promete;
Pero cuando el pico mete
Pone a cualquiera blandito.

Y que varios curas van


A la fiesta, según creo,
Pues van el Padre Eliseo,
Lamarche y Manuel Román,
Y algunos predicarán
En esa fiesta bendita,
Y para más exquisita
Misa habrá de revestido,
Según así he sabido
Por mi vecina Julita.

En fin, el Padre Ramón


Y el Jefe allí Comunal,
Al público en general
Les pasan invitación,
Y a todos, sin distinción,
Les suplican asistir
Para poderle pedir
A las Mercedas piadosa,
Que una vida más dichosa
Nos ayude a conseguir.
Y allá nos veremos, les dice también su amigo y servidor,
JUAN A. ALIX.
Santiago, septiembre 19 de 1900.

400
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Diálogo entre la Paz y la Guerra


Tuvieron grande cuestión
La Paz y la Guerra un día.
La Guerra a la Paz decía:
Ya verás mi condición,
La Guerra:
Aunque me nombran por Guerra
Yo me llamo destructora,
Pues destruyo en una hora
Todo lo que hay en la tierra.
Lo malo todo se encierra
En mi pecho de tal suerte
Que la sangre que se vierte
Para mí es de gran contento;
Sangre humana es mi alimento
Y mi placer es la muerte.
La Paz:
Dijo al hombre Jesucristo:
“La Paz con vosotros sea”.
Todo el mundo me desea
Porque desgracias evito.
La tierra donde yo habito
Se ve siempre florecida;
En mi reino no hay cabida
Para grillos ni prisiones,
Patíbulos ni expulsiones,
Y mi placer es dar vida.
La Guerra:
Cuando estoy en mi elemento
El comercio no figura,
Se acaba la agricultura
Y la miseria la aumento.
El hombre su pensamiento
Lo tiene en la carabina,
Roba, incendia y asesina;
Y el hijo quito a la madre
Y al hijo le quito al padre
Y de todos soy la ruina.
La Paz:
El Presidente González
Me ha traído a este país
Para hacerlo más feliz
Y remediar tantos males.

401
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Ya se acabarán los vales


Y así acabará la cosa,
La Patria será dichosa,
Y el hombre trabajará
Y buen fruto cogerá
con sus hijos y su esposa.

La Guerra:
En mi reino no hay bonanza,
Todo es pesar y aflicciones,
Hago yo formar cantones
Para acabar con la crianza.
La cosecha y la labranza
Por mí pierde el habitante,
También pierde el comerciante
El crédito y capital,
Y si todo marcha mal
De todo soy la causante.

La Paz:
Yo soy la prenda preciosa
Que esta Patria ha de guardar,
Pues doy tiempo a trabajar
Y sin mí nada se goza;
Del progreso soy la diosa
Y de todos preferida,
Al comercio le doy vida
Y trabajo al jornalero,
Y haré todo cuanto quiero
Si no soy interrumpida.

La Guerra:
Yo soy la madre del vicio
Y del crimen la Patrona,
Todo por mí se abandona
Pues el hombre pierde el juicio.
El artesano su oficio
Lo deja por el cantón,
Pierde el niño su instrucción,
Pierde la Hacienda en seguida,
Y al fin se pierde la vida
Siempre que hay revolución.

La Paz:
Huye, guerra, de este suelo,
El poder está en mis manos,

402
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Ya son los dominicanos


Perdonados por el Cielo!
He venido a dar consuelo
Por la Providencia enviada,
Y que tú seas desterrada
Por mí que me llamo Paz
Y que no vuelvas jamás
A esta Patria desgraciada.

La Guerra:
Adiós Paz, ya me retiro,
Para nunca más volver.
Hoy te dejo en el poder
Con el baecista y triunviro;
Que no se dispare un tiro,
Que no haya revolución,
Vivan todos en unión,
Ved que sois dominicanos
Y como buenos hermanos
Decid: viva la fusión!
(1875)

Inauguración del Ferrocarril Central


Al Ciudadano General Don Teófilo Cordero y Bidó,
Ministro de Fomento y Obras Públicas.

Con toda seguridad


Damos hoy conocimiento,
Que el Ministro de Fomento
Ha llegado a esta Ciudad.
Y que viene en realidad
Según la voz general,
Con carácter oficial.
Y como de Santiago hijo,
A tratar del regocijo
Del Ferrocarril Central.

¿Conque ha llegado don Telo?


Anjá! miren qué bueno!
Eso dice el pueblo lleno
De regocijo y consuelo;
Y no porque en este suelo
Falten pues autoridades
Y una porción de entidades
Que en todo muy listos andan;

403
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pero donde muchos mandan


Siempre hay dificultades.

Como hasta ahora programa


No se ha visto de la fiesta,
Ya con don Telo en ésta
Verá como se proclama;
Y el público lo reclama
Para noticia tener,
De lo que intentan hacer
En esta festividad,
Pues con toda seguridad
Que no hay quien pueda saber.

Pero el pueblo santiagués


Con programa o sin programa,
En esta fiesta de fama
Se portará como es,
Atento siempre, y cortés
Como en él es natural;
Y así debe cada cual
No ver esto con desdén,
Sino portarse muy bien
Todo el mundo en general.

El Gran Pacificador
Y el Ministro de Fomento,
Tomarían a sentimiento
Y a un desagrado mayor,
Si Santiago con fervor
Y bastante animación,
No celebra esta función
Como lo merece tal,
El Ferrocarril Central
Que honra a esta población.

Y esos Jefes Gobernantes


Que tantísimo han luchado,
Por dar a este pueblo amado
Y a todos sus habitantes,
Caminos tan importantes
Para poder transportar,
A las orillas del mar
Sus frutos del interior,
Sería la infamia mayor
No saberlos agradar.

404
JUAN ANTONIO ALIX  |  DÉCIMAS – TOMO II

Por eso es necesario


Que todo el mundo se afane,
Y cada cual engalane
Lo mejor su vecindario;
Y este pueblo hospitalario
Hará esfuerzos verdaderos,
Para que los forasteros
Después de estas diversiones,
Lleven buenas impresiones,
De todos los Santiagueros.
El que no se porte bien, se moja! Lo digo yo,
JUAN ANTº. ALIX.
Santiago, 7 de agosto de 1897.

405
No. 19

SALOMÉ UREÑA
DE HENRÍQUEZ
POESÍAS ESCOGIDAS
Salomé Ureña de Henríquez
(Noticia biográfica)1

Salomé Ureña de Henríquez nació en Santo Domingo, capital de la República Dominica-


na, el 21 de octubre de 1850. Sus padres: Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) y Gregoria
Díaz y León (1819-1914). Nunca salió de su país. Durante su infancia no asistió a otras escue-
las que las de primeras letras, únicas abiertas entonces a las mujeres; pero su padre, poeta
discreto y abogado de buena reputación, que ocupó puestos de senador y de magistrado, le
dio la mejor educación literaria que allí podía alcanzarse en aquellos años: fundamento de
ella fue la lectura de los clásicos castellanos.
Nunca escribió mucho. Comenzó a componer versos a los quince años; a los diez y siete
comenzó a publicarlos bajo el seudónimo de Herminia; desde 1874 los publica siempre con
su firma. Ya para entonces llamaban la atención en Santo Domingo, y aun en países vecinos,
las composiciones patrióticas en que predicaba paz y progreso. Paz y progreso fueron sus
temas desde 1873 hasta 1880; y la constancia de su prédica le conquistó la admiración y
afecto de aquel pueblo que, vegetando en pobre vida patriarcal interrumpida por desastrosas
guerras civiles, había luchado desesperadamente durante ochenta años por conservar su
carácter de pueblo de lengua castellana y de civilización española, y aspiraba, fortalecido
por los recuerdos de su ilustre pasado colonial, a existir nuevamente como factor de cultura
en América. La preocupación patriótica llegó a sobreponerse a toda otra idea en el espíritu
de la joven poetisa: la literatura fue para ella consideración secundaria junto al deseo de
hacer llegar su prédica a la conciencia de toda la nación. Servir fue para ella, como para el
poeta griego, la aspiración única. El país premió su devoción dedicándole como homenaje,
en 1878, una medalla costeada por suscripción popular.2
Durante los años de 1878 y 1879 se dedicó a completar metódicamente su cultura científica
y literaria, bajo la dirección de Francisco Henríquez y Carvajal. Con él contrajo matrimonio
el 11 de febrero de 1880.
En 1881 sus esperanzas patrióticas sufren grave decepción: el gobierno de Meriño, de
cuyas singulares dotes de inteligencia y de cultura se esperaba mucho, fracasa moralmente
al creerse obligado a medidas de fuerza para mantenerse en el poder; el fracaso era augurio
de nuevas tiranías… La poetisa escribe Sombras, y, sin proponérselo, desde entonces compone
y publica versos raras veces.
Entretanto había llegado a la República el pensador antillano Eugenio María Hostos, y
se le había encomendado la organización de la Escuela Normal en la ciudad de Santo Do-
mingo (1880): Francisco Henríquez y Carvajal, fue uno de sus colaboradores más activos.
Salomé Ureña, que acababa de decir adiós a sus ilusiones juveniles de poetisa patriótica,

1
Esta noticia biográfica de Salomé Ureña fue escrita por su ilustre hijo Pedro Henríquez Ureña, para la edición
de 1920 de las Poesías de la egregia poetisa. Apareció sin firma, por delicadeza del autor, ya que se trataba de su pro-
genitora: de ahí su sobriedad y la ausencia del entusiasmo ditirámbico que ella siempre despertara por lo que fue y
lo que significó en la sociedad –en las letras y la civilidad– de su época. (Los Editores).
2
Fue un contagio sublime! Muchedumbre
de almas adolescentes la seguía
al viaje inaccesible de la cumbre
que su palabra ardiente prometía…
Gastón F. Deligne. ¡Muerta!

409
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

emprende ahora nueva labor constructora: se convierte en educadora de la mujer, y funda,


en noviembre de 1881, el Instituto de Señoritas, primer plantel femenino de enseñanza su-
perior que ha existido en el país. En medio de dificultades, como plantel particular en que
las alumnas pagaban muy poco o no pagaban, el Instituto vivió doce años (hasta diciembre
de 1893): las alumnas que de él salieron han difundido la instrucción de la mujer en el sur
de la República Dominicana.
Como magno acontecimiento se saludó, en abril de 1887, la investidura de las seis pri-
meras maestras: Leonor Feltz, Luisa Ozema Pellerano, Ana Josefa Puello, Mercedes Laura
Aguiar, Altagracia Henríquez Perdomo, Catalina Pou. Para aquella ocasión Salomé Ureña
de Henríquez rompió su silencio y escribió la historia de sus aspiraciones y de sus esfuerzos
en Mi ofrenda a la Patria:

¡hace ya tanto tiempo! Silenciosa,


si indiferente no, Patria bendita,
yo he seguido la lucha fatigosa
con que llevas de bien tu ansia infinita…
Te miro en el comienzo del camino,
clavada siempre allí la inmóvil planta…

De su matrimonio tuvo cuatro hijos: Francisco, Pedro, Max y Camila. A su hogar dedicó
la mayor parte de las poesías que compuso desde 1881 hasta su muerte, y que a menudo
dejaba inéditas largo tiempo. Fuera de esas composiciones, y de Mi ofrenda a la Patria, sólo
escribió otras ocho.
Minada su salud por el trabajo cuando se decidió a cerrar el Instituto de Señoritas, no
logró recobrarla; vivió tres años más, y murió en su ciudad natal el 6 de marzo de 1897.
Su muerte fue duelo de todo el país. Está enterrada en el templo de Las Mercedes, en cuyo
convento ejerció el maestro Tirso de Molina.

No se incluyen en la presente edición todas las producciones de Salomé Ureña de
Henríquez; se han omitido poco más de veinte composiciones, escritas en su mayor parte
durante la primera juventud, y el poema Anacaona, escrito en 1879. Se han omitido también
los trabajos en prosa (discursos y cartas), que se procurará reunir en pequeños volúmenes
más adelante.3

3
Las poesías de Salomé Ureña se publicaban generalmente en periódicos de Santo Domingo y a veces, por
excepción, aparecían por primera vez en Cuba. La antología de José Castellanos, Lira de Quisqueya (Santo Domingo,
1874), recogió unas diez composiciones suyas. De su obra poética ya contamos con cuatro ediciones: las Poesías, de
1880, edición de la Sociedad Amigos del País, con Prólogo de Meriño, y una biografía escrita por José Lamarche; la
edición de 1920, de Madrid, con la presente noticia biográfica escrita por Pedro Henríquez Ureña; las Poesías completas,
de 1950, edición conmemorativa del Centenario de su nacimiento, con una breve Advertencia del poeta Manuel E.
Suncar Chevalier y un bello Prólogo –el más cabal estudio de la poesía de Salomé Ureña– por el Dr. Joaquín Balaguer.
La edición de 1950 es semejante, en cuanto a las poesías recogidas, a la del 1880; y la presente es semejante a la de
1920. En una obra de próxima publicación, de Emilio Rodríguez Demorizi, El Instituto de Salomé Ureña (Para la historia
de la espiritualidad dominicana), se incluyen diversos escritos de Salomé Ureña, prosa y verso, y, además de algunos
documentos, escritos literarios, también en prosa y en verso, consagrados a la insigne Educadora.
En el opúsculo de Silveria R. de Rodríguez Demorizi, Salomé Ureña de Henríquez, Buenos Aires, 1944, figura una
bibliografía acerca de la celebrada poetisa. (Los Editores).

410
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

El texto de las poesías ha sido objeto de especial atención. Las ligeras modificaciones
que en él se adviertan comparándolo con el que generalmente se conoce fueron indicadas
por la autora durante los últimos años de su vida o están autorizadas por la existencia de
dos versiones de una composición: por ejemplo, A los dominicanos y A la Patria, en que ha
parecido adecuado restaurar frases expresivas que se encuentran en las versiones de 1874,
corregidas en 1880. Sólo en dos o tres casos, en que el texto parecía estragado en la trasmi-
sión, se han introducido retoques, con la esperanza de acercarse a lo que realmente haya
escrito la autora.

Pedro Henríquez Ureña.

411
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Poesías escogidas
Recuerdos a un proscrito
Al Sr. D. Alejandro Román.

¡Oh Patria, voz divina, sublime y dulce nombre,


a cuyo acento el alma palpita de emoción;
palabra sacrosanta que encierras para el hombre
cuanto hay aquí en el mundo de grato al corazón!

Tú guardas de mi infancia las risas hechiceras;


tú guardas el idilio del maternal amor;
aquí ensayó mi lira sus cánticas primeras;
aquí entregó a los vientos sus notas de dolor.

Así, aunque de otras playas jamás me vi en la arena


ni de otros horizontes las líneas contemplé,
concibo del proscrito la abrumadora pena,
y su mortal angustia por tu ascendiente sé.

Y sé cuán dulce llega, al pecho dolorido


del que entre ajenos lares la suerte desterró,
un eco, una memoria del suelo bendecido
do el beso de una madre primero recibió.

Por eso yo un recuerdo te mando enternecida,


a ti que solo vagas, proscrito del edén
que guarda tus afectos, la historia de tu vida,
que guarda de mi vida las páginas también.

Momentos hay que triste parece que te miro


vagar meditabundo, sumido en ansiedad,
y envuelta una memoria del alma en un suspiro
temblando entre la brisa te manda mi amistad.

Si alguna vez tu frente se dobla pensativa


con pena recordando tus goces y tu hogar,
también los que aquí siempre te amamos con fe viva
tenemos horas lentas de triste meditar.

¡Si vieras, caro amigo, si vieras qué mudanza


el tiempo y los dolores obraron en mi ser!
¡Si vieras cuánto sueño de gloria y esperanza
mi mente sorprendida miró desvanecer!

¡Ay, cuántas, cuántas veces en mi dolor vehemente


tu ausencia ha deplorado mi triste corazón!

412
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Pensaba que tú fueras aquí mi confidente


y hallara en tus palabras consuelo mi aflicción.

Mas ¡ah! que tras de tantos recónditos pesares


como de angustia el alma transida devoró,
volver seguro debes a tus amantes lares,
al suelo bendecido que nunca te olvidó.

Y entonces contemplando, ya libre de congojas,


de nuestros verdes campos la pompa tropical,
oyendo los deliquios del aura con las hojas,
gozando de las aves la música ideal,

así como a la sombra contara a sus amigos


el hijo de los bosques la historia de su amor,
así bajo las palmas, de tu placer testigos,
nos contarás tu ausencia, tus horas de dolor.

Y entonces te diremos con lánguida ternura


también nuestros dolores, que harante conmover;
y entonces, sólo entonces, sabrás nuestra amargura
y nuestras horas lentas de lento padecer.

En tanto, sólo puede mi afecto dilatado


mandarte una protesta sincera de su fe;
decirte que, del alma por siempre venerado,
doquiera tu recuerdo conmigo llevaré.

¡Adiós! Cuando discurra la brisa bulliciosa,


rumores de la Patria fingiéndote al pasar,
entonces en mí piensa, que, siempre cariñosa,
te mando entre sus alas recuerdos del hogar.
1872.

La gloria del progreso4


A la sociedad “La Juventud”.

No basta a un pueblo libre


la corona ceñirse de valiente;
no importa, no, que cuente
orgulloso mil páginas de gloria,
ni que la lira del poeta vibre
sus hechos pregonando y su victoria,


Fue la primera composición en que la autora expresó su ansia patriótica de progreso.
4

A pesar de los defectos juveniles que en ella se advierten, fue muy elogiada en la prensa
de las Antillas. (Not. Ed. 1920, pág. 4.)

413
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

cuando sobre sus lauros se adormece


y al progreso no mira,
e, insensible a los bienes que le ofrece,
de sabio el nombre a merecer no aspira.

El mundo se conmueve
cual de una fuerza mágica impulsado;
el progreso su luz extiende breve
desde la zona ardiente al mar helado
y vida y movimiento a todo imprime.

Por eso las naciones convocadas


en lucha tan sublime
dispútanse agrupadas
el lauro insigne del saber divino
y cada pueblo aspira
a llenar con honor su alto destino.5
Lucha sublime, sí, donde se mira
en héroe convertido al ciudadano
ceñir triunfante la inmortal corona,
desde el pobre artesano
que en su taller humilde se aprisiona
hasta el genio que escala el firmamento
y fija al ígneo sol su inmoble asiento.

Contemplad al que atento y cuidadoso


se desvela en su estancia, retirado,
indagando la ciencia. Al que afanoso
sorprende los secretos de natura,
y con mano segura
a lienzo los traslada trasportado.
Mirad al que, domando
del mármol o del bronce la dureza,
de forma le reviste y de belleza;
al hábil arquitecto que elevando
hasta el cielo la cúpula gigante,
sublime y arrogante,
parece desafiar del tiempo cano
la destructora acción. Ved al que ufano
el ánimo sorprende y maravilla
trocando fácil con su diestra mano
en deslumbrante vidrio humilde arcilla;
al incansable obrero
que sobre su telar constante vela,


En ed. 1880, pág. 13: con afán de cumplir su alto destino.
5

414
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

que sin cesar se afana,


y con prolijo esmero
hace que de algodón o tosca lana
brote bajo sus dedos rica tela;
al que tenaz horada las montañas
y en sus rudas entrañas
abre a la industria salvadora senda;
al que su rica hacienda
no consume en estéril opulencia,
y con afán loable
acorre presuroso a la indigencia,
y el pan de la instrucción le brinda afable.
Mirad al que a su imperio
hace que salve el líquido elemento
y atraviese, más rápida que el viento,
la palabra veloz otro hemisferio.
Miradlos todos, vedlos agrupados
oponer una valla al retroceso:
ellos son los guerreros denodados
que forman la vanguardia del progreso.

¡Oh, dichosas mil veces las naciones


cuyos nobles campeones,
deponiendo la espada vengadora
de la civil contienda asoladora,
anhelan de la paz en dulce calma
conquistar del saber la insigne palma!
Esa del genio inmarcesible gloria
es el laurel más santo,
es la sola victoria
que sin dolor registrará la historia
porque escrita no está con sangre y llanto.

¡Oh juventud, que de la Patria mía6


eres honor y orgullo y esperanza!
Ella entusiasta su esplendor te fía,
en pos de gloria al porvenir te lanza.
Haz que de ese profundo
y letárgico sueño se levante,
y, entre el aplauso inteligente, al mundo
el gran hosanna del Progreso cante.
1873.

6
En ed. 1880, pág. 15: Tú, Juventud, que de la Patria mía…

415
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

A los dominicanos7
Los que anheláis del templo de la gloria
la Patria levantar a lo eminente;
que supísteis luchar heroicamente
por darle en los anales de la historia
el renombre de un pueblo independiente,

venid y saludad la nueva aurora


que baña en luz la dilatada esfera;
saludad la celeste mensajera
que en nombre de la unión, que el libre adora,
abre del bien la suspirada era.8

Y vosotros que el cáliz de amargura


distantes apuráis de vuestros lares,
salvad gozosos los tendidos mares,
volved a saludar en la llanura
de la Antilla preciada los palmares.

Volad a recibir el tierno abrazo


de la madre amorosa que os dio vida,
y juradle con voz enternecida,
cuando os miréis en su feliz regazo,
darle otra vez la majestad perdida.

Todos venid, y en fraternal alianza


estrechad vuestros nobles corazones,
reprimid de la guerra las pasiones,9
y revivan, al sol de la esperanza,
del patriota las dulces ilusiones.

Y pues grandes ayer en Capotillo


asombro fuisteis a la hispana gente,10
aún reclama el esfuerzo del valiente
para dar a sus triunfos nuevo brillo
Quisqueya la gentil, la independiente.

Mas deponed la poderosa espada


con que abrís el camino a la victoria;
guardadla, de hechos grandes en memoria:
que en esta nueva singular cruzada
no será de las armas la alta gloria.

7
Suprimido el subtítulo de la edición de 1880: “Después de la Revolución de noviembre”.
Se refiere a la revolución del 25 de noviembre de 1873.
8
En ed. 1880, pág. 19: del suspirado bien abre la era.
9
En ed. 1880, pág. 19: reprimid el rencor y las pasiones…
10
En ed. 1880, pág. 19: espanto fuisteis a la hispana gente…

416
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Unidos, con intrépida constancia,


el firme pecho de virtud seguro,
salvad triunfantes el altivo muro
que levanta en su orgullo la ignorancia
y arrancad al error su cetro impuro.

Ya os brinda el triunfo su gloriosa palma


¡oh de mi Patria nobles campeones!
Atónitas os miran las naciones
al progreso elevar en grata calma
con honra y libertad nuevos pendones.

Dando al olvido vuestro ciego encono,


al ara de la paz tended la mano,
y con vivo entusiasmo soberano
asegurad en su perdido trono
a la reina del piélago antillano.
Enero 1874.

A la Patria11
Desgarra, Patria mía, el manto que vilmente,
sobre tus hombros puso la bárbara crueldad;
levanta ya del polvo la ensangrentada frente,
y entona el himno santo de unión y libertad.

Levántate a ceñirte la púrpura de gloria


¡oh tú, la predilecta del mundo de Colón!
Tu rango soberano dispútale a la historia,
demándale a la fama tu lauro y tu blasón.

Y pídele a tus hijos, llamados a unión santa,


te labren de virtudes grandioso pedestal,
do afirmes para siempre la poderosa planta,
mostrando a las naciones tu título inmortal.

Y deja, Patria amada, que en el sonoro viento


se mezclen a los tuyos mis himnos de placer;
permite que celebre tu dicha y tu contento,
cual lamenté contigo tu acerbo padecer.

Yo vi a tus propios hijos uncirte al férreo yugo


haciéndote instrumento de su venganza cruel;

11
La autora publicó estos alejandrinos con la siguiente nota: “Esta composición no alude
a hechos de tal o cual gobierno determinado, pues desde nuestra independencia política
principió a ensayarse el bárbaro sistema que reprobamos.” (Not. ed. 1920, pág. 11.)

417
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

por cetro te pusieron el hacha del verdugo,


y fúnebres cipreses formaron tu dosel.

Y luego los miraste proscritos, errabundos,


por playas extranjeras llorosos divagar;
y tristes y abatidos los ojos moribundos
te vi volver al cielo cansados de llorar.

Tú sabes cuántas veces con tu dolor aciago


lloré tu desventura, lloré tu destrucción,12
así cual de sus muros la ruina y el estrago
lloraron otro tiempo las hijas de Sión.

Y sabes que, cual ellas, colgué de tus palmares13


el arpa con que quise tus hechos discantar,
porque al mirar sin tregua correr tu sangre a mares
no pude ni un acorde sonido preludiar.

Mas hoy que ya parece renaces a otra vida,


con santo regocijo descuelgo mi laúd,
para decir al mundo, si te juzgó vencida,
que, fénix, resucitas con nueva juventud;14

que ostentas ya por cetro del libre el estandarte


y por dosel tu cielo de nácar y zafir,
y vas con el progreso, que vuela a iluminarte,
en pos del que te halaga brillante porvenir;
que ya tus nuevos hijos se abrazan como hermanos,
y juran devolverte tu augusta dignidad,
y entre ellos no se encuentran ni siervos ni tiranos,
y paz y bien nos brindan unión y libertad.

¡Oh Patria idolatrada! Ceñida de alta gloria


prepárate a ser reina del mundo de Colón:
tu rango soberano te guarda ya la historia,
a fama te presenta tu lauro y tu blasón.
1874.

Diez y seis de agosto


Tendida muellemente
sobre su lecho de flotante espuma,
sin ver la densa bruma
que el cielo de sus glorias envolvía,

12
En ed. 1880, pág. 22: lloré tu desventura, tu propia destrucción…
13
En ed. 1880, pág. 22: Y sabes que gimiendo colgué de tus palmares…
14
En ed. 1880, pág. 22: que te alzas victoriosa con nueva juventud…

418
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Quisqueya, en abandono, indiferente,


al rumor de sus olas se adormía.

Y, en su fugaz letargo,
no vio de la ambición la hidra gigante
por un metal brillante
honor sacrificando y patriotismo,
un porvenir en esperanzas largo
hundir ¡oh Dios! en el profundo abismo.

Cual fatigado atleta


cayó de libertad la fiel divisa;
del trópico la brisa
triste plegó sus alas sin mancilla,
por no agitar, al discurrir inquieta,
el pabellón extraño de Castilla.

Del libre la alta palma


destrozada inclinó la erguida frente;
el pecho del valiente
de secreto dolor se estremecía;
Quisqueya, en tanto, en aparente calma,
al rumor de sus olas se adormía.

Mas, de arrogancia lleno,


dicta el ibero servidumbre y muerte
por ley al pueblo fuerte,
y Quisqueya sacude su desmayo
al oprimir su delicado seno
el arnés de los hijos de Pelayo.

Levántase indignada
buscando el lema con su sangre escrito;
y a su potente grito,
presintiendo el baldón de su fortuna,
temblaron las legiones que en Granada
miraron a sus pies la media luna.

Osténtase en la liza
de la Cruz el magnífico oriflama;
en pos de eterna fama
se agrupan a su sombra mil leales,
cuyos triunfos, que el tiempo inmortaliza,
fatigaron los ecos nacionales.

Y el grito de victoria
se extendió por el valle y la montaña,

419
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y en vano, en vano España


sofocarlo intentó con su bravura:
que Quisqueya en los campos de la gloria
a su orgullo cavó tumba segura.

Y cual ejemplo fiero


y escarmiento tal vez de otras naciones,
por tierra los pendones,
confusas, destrozadas y vencidas,
vuelta la faz al aterrado ibero,
devolviole sus huestes aguerridas.

¡Honor, eterna gloria


de Agosto a los gigantes adalides,
que en desiguales lides,
luchando con la fe del patriotismo,
la grandeza volvieron a su historia,
dando ruda lección al despotismo!

De lauros mil ceñida


por ellos hoy la Patria alza la frente,
y con afán ardiente,
bañada por el sol de la esperanza,
en pos de nueva luz, de nueva vida,
al porvenir intrépida se lanza.
1874.

Homenaje a Billini15
De admiración henchida,
al sacro fuego que mi mente inflama,
levanto conmovida
un himno fiel de gratitud sentida
que tu ejemplar abnegación reclama.

Que si mi pobre lira


calla ante el vicio y la maldad del hombre,
siempre lo grande admira;
y pues que digna tu virtud me inspira,
quiero en mis trovas celebrar tu nombre:

tu nombre bendecido,
que adora el pueblo fiel dominicano,

15
El canónigo Francisco Xavier Billini, fundador del Colegio de San Luis Gonzaga
y del Hospicio de Beneficencia. (Not. Ed. 1920, pág. 17.)
Esta nota de la edición de 1920, Madrid, reproduce el título con que figura esta poesía
en la edición de 1880.

420
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

y siempre repetido
se escucha con amor del desvalido,
del niño tierno, del inerme anciano;

tu nombre, que venera


la nueva juventud que se levanta,
de quien la Patria espera
ciencia y honor y gloria duradera,
fruto del germen que tu celo planta.16

Tú, con afán ardiente,


un templo elevas al saber amigo,
y la razón naciente
corre a buscar de la instrucción la fuente
bajo tu dulce paternal abrigo.

Y lleno de entereza
vas preparando, por tu amor llevado,
un trono de grandeza
al porvenir que a vislumbrar empieza
este suelo de luz infortunado.

¡Espíritu sediento
que en pos del bien y la virtud caminas!
En triste abatimiento
nunca se torne el vigoroso aliento
que te da impulso en tu misión divina.

Tan ejemplar desvelo


bien de los hombres y alto honor merece;
pero tu noble anhelo
tiende más lejos su gigante vuelo,
y albergue y pan a la indigencia ofrece.

¡Genio de paz sublime


que alivio das con tus virtudes bellas
al que en angustia gime!
A cada paso que tu planta imprime
dejas grabadas de tu amor las huellas.

Ministro digno y santo


del Dios de caridad omnipotente,
que calmas el quebranto
y das consuelo al llanto
de la afligida humanidad doliente:


En ed. 1880, pág. 38: debido al germen que tu celo planta.
16

421
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

si grato es a tu alma
el respeto de un pueblo que te admira,
contempla en dulce calma
de tanto afán la merecida palma
y oye el aplauso que tu nombre inspira.

Escucha en tu alabanza
la voz de gratitud que al cielo sube,
y el himno de esperanza
que alza la Patria y hasta Dios avanza
como de incienso vaporosa nube.17
1875.

Ruinas18
Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos,
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos:

al veros ¡ay! con rapidez que pasma


por la angustiada mente
que sueña con la gloria y se entusiasma,
discurre como alígero fantasma
la bella historia de otra edad luciente.

¡Oh Quisqueya! Las ciencias agrupadas


te alzaron en sus hombros
del mundo a las atónitas miradas;
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas
la brisa que solloza en tus escombros.

Ayer, cuando las artes florecientes


su imperio aquí fijaron,
y tuviste creaciones eminentes,19
fuiste pasmo y asombro de las gentes,
y la Atenas moderna te llamaron.
Águila audaz que rápida tendiste
tus alas al vacío

17
En ed. 1880, pág. 39: cual del incienso vaporosa nube.
18
Habla de las ruinas de la Universidad, de los conventos y de los palacios de la época colonial,
la época en que Santo Domingo se ufanaba llamándose Atenas del Nuevo Mundo.
(Not. Ed. 1920, pág. 20.)
19
Versión recomendada por su autora; pero olvidada, involuntariamente, en la edición de 1920,
Madrid, según nota de Henríquez Ureña. En ed. cit. pág. 21: y creaciones tuvistes eminentes…

422
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

y por sobre las nubes te meciste:20


¿por qué te miro desolada y triste?
¿do está de tu grandeza el poderío?

Vinieron años de amarguras tantas,


de tanta servidumbre,
que hoy esa historia al recordar te espantas,
porque inerme, de un dueño ante las plantas,
humillada te vio la muchedumbre.

Y las artes entonces, inactivas,


murieron en tu suelo,
se abatieron tus cúpulas altivas,
y las ciencias tendieron, fugitivas,
a otras regiones, con dolor, su vuelo.

¡Oh mi Antilla infeliz que el alma adora!


Doquiera que la vista
ávida gira en tu entusiasmo ahora21
una ruina denuncia acusadora
las muertas glorias de tu genio artista22

¡Patria desventurada! ¿Qué anatema


cayó sobre tu frente?
Levanta ya de tu indolencia extrema:
la hora sonó de redención suprema
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!

Pero vano temor: ya decidida


hacia el futuro avanzas;
ya del sueño despiertas a la vida,
y a la gloria te vas engrandecida
en alas de risueñas esperanzas.

Lucha, insiste, tus títulos reclama:


que el fuego de tu zona
preste a tu genio su potente llama,
y entre el aplauso que te dé la fama
vuelve a ceñirte la triunfal corona.

Que mientras sueño para ti una palma,


y al porvenir caminas,
no más se oprimirá de angustia el alma

20
En ed. 1880, pág. 41: y allá sobre las nubes te meciste…
21
En ed. 1880, pág. 42: ávida gira en su entusiasmo ahora,…
22
En ed. 1880, pág. 42: pasadas glorias de tu genio artista…

423
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

cuando contemple en la callada calma


la majestad solemne de tus ruinas.
1876.

Para la distribución de premios


del Colegio San Luis Gonzaga23
¡Levanta, musa mía,
tus alas al alcázar de la gloria,
y arranca a la armonía
un himno de esperanza y de victoria!

Un himno que pregone


las conquistas del bien y la constancia,
y el triunfo galardone
con que ufana y feliz brilla la infancia.

La infancia que estudiosa


de este plantel en el honroso gremio,
sonriendo venturosa
recibe de su afán el alto premio;

la infancia, tierna planta,


que oculto el germen del futuro lleva,
y crece y se levanta
y a las regiones de la luz se eleva.

Ya irradia en lontananza
iris de paz que el porvenir colora,
y rayos de esperanza
de la niñez en su primera aurora.

Seguid, alumnos tiernos,


del ardua ciencia la segura vía,
que lucen siempre eternos,
los triunfos del saber con lumbre pía.

Y tú, varón egregio,


que con rara entereza y virtud tanta,
encumbras el Colegio
que de dos lustros la cerviz quebranta;

no dejes las regiones


del pueblo fiel donde tu amor reside,

23
Excluida de esta edición de 1920.

424
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

ni al huérfano abandones
que en desamparo protección te pide.

¿No sabes que al abrigo


del insigne plantel que así diriges,
para este suelo amigo
templo de luz y de esperanza eriges?
¿No sabes que tu nombre
repite acorde el nacional murmullo,
y te proclama el hombre
prez de la Iglesia y de la Patria orgullo?

Del gozo el pecho expande


que el error pasa como niebla oscura,
y refulgente y grande
la memoria del bien vive y perdura.

¡De amor y paz caudillo!


prosigue la ardua empresa que te inflama,
que así a tu afán das brillo
y gloria a Dios y a nuestra Antilla fama.
1876.

27 de Febrero
¡Oh fecha generosa
que el patriota saluda y reverencia;
en que libre flotara victoriosa
la enseña de la patria independencia!

En que a la voz de fama


de Dios y Libertad, el fuerte acero
requiriendo a la lid, que el pecho inflama,
triunfar o perecer juró el guerrero.

Y la servil librea
al desechar audaz, con ira santa,
entre aplausos de asombro, gigantea,
espléndida, Quisqueya se levanta.

¡Venciste, oh Dios, qué gloria!


Venciste, Patria, y tu preclaro nombre
con destellos de luz graba la historia,
y te tributa admiración el hombre.

Mas ¡ah! ¿piensas que basta


ese triunfo de hazañas y grandezas?

425
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡A más altura tu bandera enasta!


De otra lucha te aguardan las proezas.

Convoca tus legiones,


no ya el festín de la matanza fiera,
sino a la santa lid de las naciones
donde el talento vencedor impera;

donde el soldado errante


su ingénito valor, su fuerza augusta,
templa del orden al respeto amante
y del trabajo en la gallarda justa.

Tus campos sin cultivo,


que se dilatan bajo un sol de fuego,
en su vigor aguardan primitivo
de fecundante paz el blando riego.

Aguardan, del celoso


y activo agricultor, vastos plantíos
que tu crédito alzando poderoso
te den aliento y esperanza y bríos.

De la segur al filo
dobleguen la cerviz tus selvas graves,
para dar a los pueblos un asilo,
vida al comercio, y a los puertos naves.

¡Ay, abre nuevas sendas;


que se levanta el sol, y el iris raya,
y el progreso benéfico sus tiendas
viene a sentar en tu desierta playa!

Acoge al huésped regio


que a ti se acerca recorriendo climas,
y albergue digno a su esplendor egregio
presurosa levántale en tus cimas.

Acude, que la suerte


le conduce feliz a tus regiones;
y grande, y libre, y poderosa, y fuerte,
de la industria llevando los blasones,

la que hoy en tus baluartes


enseña nacional la brisa ondea,
tremolando en el templo de las artes,
de nueva gloria monumento sea.
Febrero de 1877

426
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

La llegada del invierno


Llega en buen hora, mas no presumas
ser de estos valles regio señor,
que en el espacio mueren tus brumas
cuando del seno de las espumas
emerge el astro de esta región.24

En otros climas, a tus rigores


pierden los campos gala y matiz,
paran las aguas con sus rumores,
no hay luz ni brisas, mueren las flores,
huyen las aves a otro confín.

En mi adorada gentil Quisqueya,


cuando el otoño pasando va,
la vista en vano busca tu huella:
que en esta zona feliz descuella
perenne encanto primaveral.

Que en sus contornos el verde llano,


que en su eminencia la cumbre azul,
la gala ostentan que al suelo indiano
con rica pompa viste el verano
y un sol de fuego baña de luz.

Y en esos campos donde atesora


naturaleza tanto primor,
bajo esa lumbre que el cielo dora,
tiende el arroyo su onda sonora
y alzan las aves tierna canción.

Nunca abandonan las golondrinas


por otras playas mi hogar feliz:
que en anchas grutas al mar vecinas
su nido arrullan, de algas marinas,
rumor de espumas y auras de abril.

Aquí no hay noches aterradoras


que horror al pobre ni angustia den,
ni el fuego ansiando pasa las horas
de las estufas restauradoras
que otras regiones han menester.

Pasa ligero, llega a otros climas


donde tus brumas tiendas audaz,

En ed. 1880, pág. 58: surge el planeta de esta región…
24

427
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

donde tus huellas de muerte imprimas,


que aunque amenaces mis altas cimas
y aunque pretendas tu cetro alzar,

siempre mis aguas tendrán rumores,


blancas espumas mi mar azul,
mis tiernas aves cantos de amores,
gala mis campos, vida mis flores,
mi ambiente aromas, mi esfera luz.
1877.


La fe en el porvenir
A la Sociedad “Amigos del País”

Cual gladiador valiente


que al circo peligroso se abalanza
y lidia tenazmente,
trémulo de valor y de esperanza,
y sólo cesa en la tremenda lucha
cuando aclamarse vencedor escucha
tal, de entusiasmo llena,
se lanza audaz la juventud fogosa
con pecho firme en la vital arena.
El alma generosa,
de impaciencia y ardor estremecida,
rasgar intenta del futuro el velo,
penetrar los misterios de la vida,
salvar los mundos, escalar el cielo.

Eterna soñadora
de triunfos y grandezas inmortales,
con viva luz sus horizontes dora.
Decidle que ideales
son los portentos que su mente crea,
que es vana la esperanza que la agita:25
triunfante el orbe mostrará su idea
si le infunde valor la fe bendita.

¡Ah, no la detengáis! Dejad que ardiente


de su noble ambición el rumbo siga;
dejadla al cielo levantar la frente;26
dejad que un rayo de esa lumbre amiga
su corazón encienda,

25
En ed. 1880, pág. 62: que es Vana la esperanza que le agita…
26
En ed. 1880, pág. 62: dejadle el cielo levantar la frente,

428
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

y la veréis inquebrantable, osada,


por el honor y la virtud llevada,
lauros segar en su espinosa senda.

Si el arte peregrino
con sus prodigios mágicos la alienta,27
dejadla proseguir en su camino;
que allá a lo lejos brilladora palma
un futuro de gloria le presenta,
y a conquistarla volará su alma.

Si al campo de la ciencia
con entusiasta admiración la guía28
ansiosa de saber su inteligencia,29
espacio dadle, y triunfadora un día
veréis cuál se levanta,
leyes dictando a la creación entera,
la tierra a sujetar bajo su planta
y a medir de los astros la carrera.30

Dejadla proseguir. ¡Ay del que nunca31


sintió inflamarse en entusiasmo santo,
y de la Patria la esperanza trunca!
Miserable existir, inútil vida
la que se aduerme en el error, en tanto
que en lucha activa se estremece el mundo,
siguiendo tras la luz apetecida
de gloria y bienestar germen fecundo.

Avanza ¡oh juventud! lucha, conquista


del bien supremo la eminente cumbre,
tiende al futuro la impaciente vista,
y a la fulgente lumbre
que allá te muestra tu inmortal anhelo,
con la virtud por guía,
sigue inspirada de tu mente el vuelo
y llévete doquieras tu osadía.

Atleta infatigable,
del bien y el mal en la contienda ruda,
te alzarás invencible, formidable,
si el entusiasmo, si la fe te escuda.

27
En ed. 1880, pág. 62: con sus prodigios mágicos le alienta
28
En ed. 1880, pág. 62: con entusiasta admiración le guía,
29
En ed. 1880, pág. 63: sedienta de saber su inteligencia,
30
En ed. 1880, pág. 63: y medir de los astros la carrera.
31
En ed. 1880, pág. 63: Dejadle proseguir. ¡Ay del que nunca…

429
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que atraviese tu voz el aire vago32


las almas convocando a la victoria:
tuya es la lucha del presente aciago,
tuya será del porvenir la gloria.
1878.


En la muerte de Espaillat33
¿Qué acento de amargura,
del Yaque hasta el Ozama, en raudo vuelo,
cruza en el viento que gimiendo pasa?
¿Qué nueva infausta difundir procura?
¿Qué nuevo desconsuelo,
qué angustia nueva el corazón traspasa
y a Quisqueya infeliz cubre de duelo?

Nuncio de muerte y luto


que al alma libre estremeciendo llega
y una lágrima fiel pide en tributo;
llanto de amor con que la tumba riega
del hombre esclarecido
el pueblo en sus entrañas conmovido.

Sí, que la noche eterna


cayó sobre la frente del patriota,
del alma inmaculada y grande y tierna:
por eso el llanto de los ojos brota,
y la Patria laméntase, no en vano,
y acongojada en su dolor se agita:
que ha perdido el deber un ciudadano,
y un defensor la libertad bendita.

¡Oh Patria sin ventura!


¡Cómo sucumben los que el pecho fuerte
supieron con bravura
exponer en defensa de tu suerte!
¡Cómo sucumbe el adalid preclaro
que a restaurar tus fueros
en tus horas de triste desamparo
a salvarte voló con los primeros!

Soldado de la Patria generoso,


nunca rindió su corazón honrado,


En ed. 1880, pág. 63: Que atraviese tu voz el aire libre.
32

En ed. 1880, pág. 64: En la Muerte del Esclarecido Patriota Ulises F. Espaillat, ex-Presidente de la República.
33

430
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

de honores ni de mando codicioso.


Si el triunfo deseado
su esfuerzo coronó, su heroico empeño,34
gozarlo quiso en el hogar tranquilo,
y de sí mismo y de sus obras dueño,
haciendo el bien sin esperar renombre,
a la par le siguieron en su asilo
la admiración y la maldad del hombre.

¡Ah, cómo yaces desolada y triste,


oh Patria de los grandes, oh Quisqueya!
¡Cómo en tu frente que la sombra viste
la desgracia y el mal graban su huella!
Abate el pabellón de las victorias,
que se desploman con fragor violento
las soberbias columnas de tus glorias.
Y el que fue timbre tuyo y ornamento
no habita ya tus lares,
ejemplo a las virtudes militares;
ni ya su diestra mueve
la pluma que dictó consejos sabios,
ni más responde a la calumnia aleve
con la paz y el perdón sobre los labios.35

Quisqueya, tú que un día


le alzaste en triunfo a presidir tu suerte
y admiraste su honor y su hidalguía,
ven, y en su tumba vierte
las lágrimas de amor, las bendiciones
que merecen los grandes corazones.
Inclínate y escucha:
del seno de esa tumba esclarecida
se eleva conmovida
voz que la unión y la concordia clama,
y los males deplora de tu lucha,
y al goce de la paz tus hijos llama.
Restaña tus heridas,
de la civil discordia fruto aciago;
levanta tus miradas abatidas;

34
En ed. pág. 65: su esfuerzo coronó y heroico empeño,
35
Suprimidos en la ed. 1920, pág. 33, los siguientes versos que, en ed. 1880, pág. 66, continúan la estrofa:
Si tuvo Cincinatos
de memoria ejemplar la Roma libre,
fecundo en rasgos de virtud innatos,
arrebatado vibre
del egregio varón dominicano
mas claro el nombre en el confín lejano.

431
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

mira del porvenir el fiero amago


que amenaza tal vez con golpes ciertos
convertir tus ciudades en desiertos
y tus campiñas en sangriento lago.
¡Ah! Si el dolor pudiera
del yugo redimirte con que fiera
la furia del error tu frente oprime,
de tus timbres gloriosos en ultraje,
hoy ofrecieras al varón sublime
la paz del porvenir en homenaje.

¡Y no! Que sorda al ruego


la senda propia del abismo marcas,
pábulo dando al devorante fuego
que consume tus fértiles comarcas.
Mas yo, que en mi quebranto
la esperanza del bien para ti aliento,
y conmovida tus victorias canto
y tu dolor lamento,
sigo esperando con tenaz porfía
de paz el claro día
y rindo al justo en despedida eterna
de ardiente gratitud lágrima tierna.
1878.

Quisqueya36
¿Será que al grito solo
del combate feroz estremecida
valor y fuerza y vida
despliegues ¡ay! con insensato alarde,
mientras cunde la luz de polo a polo
y en noble sed el universo arde?

¿No sientes cuál se agita


en sus cimientos conmovido el orbe,
y sin traba que estorbe37
del genio activo el vigoroso vuelo,
en pos de la verdad se precipita,
de la ignorancia desgarrando el velo?

¿Por qué tú sola yaces


insensible a esa vida de victorias,

36
Leída en la conferencia literaria del 18 de mayo (1878), celebrada por la Sociedad Amigos
del País. (Nota ed. 1880, pág. 68.)
37
En ed. 1880, pág. 69: y sin que nada estorbe…

432
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

de perdurables glorias,
a ese triunfo inmortal del pensamiento
y del bien a la lucha no renaces
y sigues del progreso el movimiento?

Contempla las naciones


en muchedumbre férvida agruparse,
ufanas levantarse
del arte y de la industria los blasones
en justa lid a disputar serenas.

¿No ves? Las que cobija


con su palio de luz la ardiente zona;
las que eternal corona
ciñen del Norte los perennes hielos,
con la mirada en el futuro fija
confunden en un punto sus anhelos.

Y todas, en la frente
de esperanza feliz llevando un rayo,
en generoso ensayo
las fuerzas nobles del talento miden,
y la palma conquistan eminente,
y víctores los ámbitos despiden.

Tú sola, de ese gremio


desconocida, en tu confín vegetas,
y al yugo te sujetas
en que el error con mengua te aprisiona,
cuando el trabajo y el saber en premio
ciñen de gloria la triunfal corona.

Es esa la lid santa


en donde el siglo a combatir te reta;
donde tu vida inquieta,
que en contiendas inútiles se agota,
ensayando vigor y fuerza tanta
fecunde el germen que en tu seno brota.

¡Quisqueya! Tú, la libre


del antillano piélago en las olas,
la que el pendón tremolas
de las naciones que la gloria exalta:
¿cuándo será que en el espacio vibre
la fama de tu gloria en voz más alta?

¿Cuándo será que altiva,


regenerada por el bien te eleves,

433
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y de tu industria lleves
al festín de los pueblos muestra rara,
y un puesto pidas en la lucha activa
en que el triunfo sus lauros te prepara?

¿Qué importa el alto nombre


con que premió la libertad un día
tu ingénita osadía?
¿Qué importa, si olvidada en lo profundo
nunca tu historia la recuerda el hombre,
nunca tu fama la repite el mundo?

Llega con pie seguro


del templo del saber a los dinteles,
conquista los laureles
de la virtud y de la ciencia humana,
y el velo desgarrando del futuro
muéstrate al orbe de tu gloria ufana.

Entonces, de la cumbre
de la fortuna en elevado asiento,
tendiendo el pensamiento
libre y seguro al porvenir lejano,
astro serás de fecundante lumbre,
de esperanzas al mundo americano.
Mayo de 1878.

Hecatombe
Escuchad: mi Patria un día
fue vendida al extranjero,
y la enseña del ibero
en sus torres se veía.
El honor y la hidalguía,
la libertad y la gloria
huyeron de la memoria
del pueblo dominicano,
que abandonara al hispano38
sus laureles y su historia.

Sólo allá, con noble ardor,


un grupo digno y valiente
que no doblegó su frente
al yugo del invasor,


En ed. 1880, pág. 83: abandonando al hispano…
38

434
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

en los campos del honor,


lleno de coraje fiero,
el pabellón de Febrero
enarboló en lid apuesta,
arrojando una protesta
que oyó asombrado el ibero.

Y ciego de ira se lanza


sobre el grupo decidido
que no quiso envilecido
existir sin esperanza,
ante la fatal pujanza
de aguerridos batallones,
los heroicos campeones
de la Patria desgraciada
rindieron al fin la espada,
pero no los corazones.

Que al fin cautivos se vieron


en el combate los bravos
que al vivir de los esclavos
un fin digno prefirieron.
Y los tigres que vencieron
porque así plugo a la suerte,
con la arrogancia del fuerte,
con insolente cinismo,
dictaron al patriotismo
una sentencia de muerte.

Y los patriotas cayeron


bajo el plomo del hispano,
y el suelo dominicano
con sangre libre tiñeron.
Allí los héroes sufrieron
crudo martirio sangriento;
pero en sus tumbas el viento
con voz de venganza vibra,
despertando en cada fibra
el nacional ardimiento.

En ese polvo sagrado,


entre esos héroes, inerte,
sucumbió el atleta fuerte,
el vencedor no premiado:
aquel que el pendón cruzado
alzó en Febrero triunfante,

435
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Sánchez, meteoro gigante


de nuestro cielo de gloria,
nombre que guarda la historia
con cifra de oro brillante.

Mas la sangre meritoria


que corriera en El Cercado,
para el español osado
fue vil mancha infamatoria;
y los lauros de la gloria
que trajo de allende el mar,
destrozados vio rodar
en el polvo americano,
cuando el pueblo soberano
le arrojó del libre hogar.

Hoy, que el glorioso estandarte


de libertad bendecida
la Primada esclarecida
tremola en cada baluarte;
hoy, Patria, que formas parte
de los pueblos vencedores
cuya fama entre loores
de un polo al otro retumba,39
inclínate ante la tumba,
que guarda a tus defensores.40

Y bendice, Patria mía,


aquella tierra empapada
con la sangre inmaculada
que a los libres dio energía.
Acaso, acaso algún día,
cual fantasma funerario
que al viajero solitario
cuente ese drama sangriento,
alzarás un monumento
en ese nuevo Calvario.
Julio de 1878.

A mi Patria
De nuevo el arpa ensaya
un himno en tu favor ¡oh Patria mía!


En ed. 1880, pág. 85: de un pueblo al otro retumba,…
39

En ed. 1880, pág. 85: que guarda tus defensores.
40

436
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

De nuevo el corazón que no desmaya


en su inmortal porfía
su voz eleva que el deber alienta,
y a tus fuerzas vigor prestar intenta.

Yo sé que no importuna
mi amarga queja tu vivir cansado41
tu inquieta brisa remeció mi cuna,
y el pecho alborozado
aliento libre respiró en su esencia,
y fue lo grande de tu amor la herencia.

Y arrebatada, luego,
ávida el alma recorrió tu historia;
y en el arranque de entusiasmo ciego,
espléndida tu gloria
gozosa imaginó la fantasía
que de uno al otro polo se extendía.

Mas ¡ah! nueva existencia


la mente absorta descubrió entre asombros
y descender te vi de la eminencia;
y triste, en tus escombros
fui a llorar en la tarde que declina
tu muerta gloria y tu presente ruina.

Sí, que el marcial trofeo


del combate entre el polvo recogido
sólo en tus palmas triunfadoras veo;
y el lauro entretejido
que la victoria te ciñó fulgente
sin brillo luce en tu guerrera frente.

Y por la lucha impía


que fuiste, olvidas, en gallarda justa,
rival preclara de la Grecia un día,
cuando la ciencia augusta
en sus hombros te alzó, y entre loores
irradiaron al mundo tus fulgores.

¡Oh, basta! No demandes


al genio de la lid nuevas coronas:
si acciones buscas de memorias grandes,
si lauros ambicionas,


En ed. 1880, pág. 87: mi amarga queja tu vigor cansado;
41

437
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

tremola de la paz el estandarte


y abre tus campos al saber y al arte.
En el concurso egregio
de pueblos que en famosa muchedumbre
reclaman del invento el privilegio,
a la esplendente lumbre
del siglo que ilumina soberano
la lucha audaz del pensamiento humano,

allí desierto, solo,


el puesto de tu honor con mengua miro,
mientras que vuela desde polo a polo
la fama en raudo giro
nombres llevando, y esparciendo al viento
los prodigios de arte y del talento.

De tu presente vida
nada un recuerdo a despertar alcanza:
que el pensamiento tu memoria olvida,
porque, en perpetua holganza
sobre laureles de ignorado nombre,
no llega a ti la admiración del hombre.
En la encendida hoguera
del sol que en tus espacios se derrama
y ardiente reverbera,
de mi entusiasmo se templó la llama,
y a su calor el alma estremecida
bebió la inspiración, la luz, la vida.
¿Y su fecundo rayo
no basta a reanimar el fuego puro
del genio vigoroso que en desmayo,
sin sueños de futuro,
tendido sobre el lecho de tus flores,
en tu seno vegeta sin amores?

¡Oh, no será! ¡Despierta!


Que ya la historia tu renombre aguarda
y el himno de tu fama se concierta:
si en el progreso tarda
te mira el mundo indiferente ahora,
muévele al fin a saludar tu aurora.

Qué bella, refulgente,


de ciencia y libertad corona doble
ceñir podrás a la radiosa frente

438
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

si con empeño noble


al orbe muestras de virtud en prenda,
la paz del porvenir en digna ofrenda.
Diciembre de 1878

Colón42
Al Sr. D. Emiliano Tejera.

¡Silencio! Que ya herido43


siento latir el corazón opreso44
de tantas emociones bajo el peso.
Silencio, sí; dejad que estremecido
el espíritu libre se remonte
de luz ansioso, de verdad sediento,
y busque sobre el viento
el espacio, la esfera, el horizonte
donde el humano orgullo
vencido acalla su falaz murmullo.
Levanta victoriosa
la egregia frente de entusiasmo llena
¡oh Patria de mi amor, cuna famosa
del mundo americano!
Álzate ya con majestad serena,
que la calumnia en vano
a ti sus dardos con empeño lanza
ante el orbe asombrado que te admira;
en vano, que no alcanza
su encono fiero, que desdén inspira,
tu honor a mancillar: luciente, claro,
como el astro que fúlgido amanece
rasgando sombras en triunfal camino,
así brilla, y se eleva, y resplandece
ceñido de esplendores tu destino.
¡Qué voz, qué humano acento
digno seré de discantar al mundo
el sin igual portento!
En pobre tumba que ignoró la historia
y próvido el olvido
en silente quietud guardó profundo,

42
Con motivo del hallazgo de sus restos en la Catedral de Santo Domingo. (Nota Ed. 1920. pág. 47.)
En ed. 1880, pág. 96, figura con el siguiente título: Con motivo del hallazgo de los restos de Colón.
Dedicada a mi ilustrado compatriota Emiliano Tejera.
43
En ed. 1880, pág. 96: Silencio! que ya opreso…
44
En ed. 1880, pág. 96: siento latir el corazón herido…

439
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

sin mármoles, sin nombre, sin memoria,


durmieron en descuido
los despojos del nauta esclarecido.
Y el voto se cumplió; cumpliose entera
del genio audaz la voluntad postrera.
Propicia la fortuna,
tumba concede al genovés marino
del Nuevo Mundo en la preclara cuna.

¡Oh Patria! Eleva al cielo


el hosanna triunfal con gozo vivo;
gózate ya sin pesadumbre alguna
en tu gloriosa suerte: que si alarde
de insensato poder haciendo altivo
ruge el despecho con furor cobarde,
y el férvido clamor de tu entusiasmo
y tu impaciente anhelo
con acentos recibe de sarcasmo,
atónita la historia
sus fastos abre a confirmar tu gloria.45

Del Támesis al Volga, al Rin, al Tíber,


al Marañón, al Niágara potente,
un himno cruza en el espacio libre;
himno de amor, de gratitud ferviente,
que acordes te levantan
pueblos que al orbe tu victoria cantan.
¿No escuchas? En el viento,
voz que domina la algazara impía
responde placentera
al hondo grito, al indecible acento
de asombro y de alegría
que estremecido conmovió la esfera
cuando, en el rapto de emoción dichosa,
triunfante, la preciosa
urna sagrada que el despojo encierra
del nauta peregrino
al secreto arrancaste de la tierra,
y en súbita locura
¡Colón! clamaste, y resonó en la altura.

¿Qué mucho que en su saña


contra ti se levante el error necio,
si al genio mismo se atrevió, engreído,


En ed. 1880, pág. 98: sus fastos abre a consignar tu gloria…
45

440
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

con risas de desprecio,


y condenarlo pretendió al olvido?
Mas ¡ay de su arrogancia!
Vencer no pudo la tenaz constancia
ni estorbo ser a que, tras lucha rara,
firme y audaz el genovés piloto,
del hemisferio ignoto
las extensas regiones saludara.
Tu nombre sin mancilla
También ¡oh Patria! lucirá radiante,
que pasa el tiempo, y el error se humilla,
y eterna la verdad surge triunfante.

No será, no, que la injusticia intente


la historia dominar, haciendo al hombre
postrar el alma, doblegar la frente
sobre un sepulcro de mentido nombre;
no será, no, sin que el heroico aliento
de la santa virtud noble ardimiento
al corazón infunda
de cada pecho que en el bien se inflama,
y al fuego de su llama
la fábrica del mal tiemble y se hunda.

¡Colón, genio preclaro,


de la ciencia y la fe mártir sublime!
¿Qué destino fatal, qué numen raro
persigue tu memoria,
y se complace en abatir tu gloria,
y el polvo mismo de tu ser oprime?
Un nombre inmerecido
tu mundo lleva, y a sepulcro extraño,
con lauros tuyos, imprevisto engaño
favoreció rendido.
Mas ¡ah! que en dulce calma
tras el duelo y la duda y la porfía,46
Quisqueya te contempla en su regazo.

¿Quisqueya! La que un día


la palma de tu amor tuvo por suerte,
y por herencia santa esos despojos;
la que de angustia inerte
regó con llanto tu memoria egregia,
cuando en hora fatal vieron sus ojos


En ed. 1880, pág. 100: tras el duelo y la lucha y la porfía.
46

441
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

llevar en pompa regia


los restos ignorados
con tu nombre a su seno arrebatados.

¡Colón! Duerme al abrigo


del suelo de tu afán, mi Patria bella,
y paz le brinde tu recuerdo amigo
en sus noches de angustia y de querella;
tu aliento soberano
avive de su fe la llama pura,
la esperanza del bien, que al soplo insano
de la desgracia trémula vacila;
y con paterno amor, desde la altura
donde tu alma entre esplendores vuela,
el mal ahuyenta de la edad futura,
por los destinos de tu Antilla vela.
1879.

A la música47
¡Espíritu de luz y de armonía!
En torno de mi frente
las alas agitad, y el alma ardiente
con vencedor arranque en su porfía
allá del éter por la esfera ignota
al himno universal lleve su nota.

¡Arte divino ¡oh música! el idioma


de lo infinito eres;
el solemne concierto que los seres
alzan acordes cuando el alba asoma
y vida nueva por doquier imprime,
tu gloria canta y tu poder sublime.

¡Mas qué! ¿dónde no vibra y se dilata


con majestad extrema
tu omnipotente voz, tu voz suprema?
El universo conmovido acata
tu ley de amor, que los espacios llena
y los orbes dirige y encadena.

Al soberano acento, de la nada


apareció a la vida
radiante la creación estremecida;


En ed. 1880, pág. 101, subtítulo: Con motivo de un concierto dado por el profesor Carlos A. Serrano.
47

442
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

y en rápida carrera concertada


mundos poblaron la extensión vacía
ligados por incógnita armonía.

Y llenan del espacio las regiones


sonidos inmortales,
preludio de las voces celestiales,
palpitantes, ignotas vibraciones
que absorta el alma a percibir alcanza
en horas de ilusión y de esperanza.

Del alba a los destellos peregrinos,


en el murmullo leve
del aura errante que las flores mueve,
del ave amante en los alegres trinos,
del llanto matinal en cada gota,
palpita el ritmo de tu ardiente nota.

Y palpita en la voz de la tormenta,


del mar en el bramido,
del rayo en el terrífico estallido,
del cráter en la cima turbulenta,
y el hombre, que te admira en todas partes,
tu solio encumbra a dominar las artes.

Tu atmósfera sublime vivifica


el espíritu grande;
tu acento grave el entusiasmo expande,
y el genio que tus ecos centuplica
en ardorosa inspiración se enciende
y tus secretos íntimos sorprende.

Y espléndido, elevándose a la altura


de la armonía suprema,
intérprete feliz, con ansia extrema,
en raudales de plácida dulzura
recoge el himno que en el éter vaga
y con notas del cielo nos embriaga.

Y despertando en los ocultos senos


del alma adormecida
las memorias que fueron en la vida,
con tonos de expresión y magia llenos,
en éxtasis purísimo, indecible,
arranca al corazón llanto apacible.

Fija tu planta en el preciado suelo


de mi Quisqueya libre,

443
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

arte divino, y que tu acento vibre


llevado por el céfiro en su vuelo
y los ámbitos llene pregonando
ya de las artes el imperio blando.

Aquí también espíritus sedientos


de ignotas armonías,
tras largas noches de color sombrías,48
demandan tus arcanos a los vientos,
para alzar, entre asombro, el soberano
himno del porvenir dominicano.

Desciende ya, que de tu voz augusta


al eco generoso,
unidas en consorcio venturoso49
vendrán las ciencias a la heroica justa,
y en Quisqueya tendrán, para alto ejemplo
culto las artes y el saber un templo.
1879.

El cantar de mis cantares50


Cuando los vientos murmuradores
llevan los ecos de mi laúd51
con los acentos de mis amores
resuena un nombre, que de rumores
pasa llenando la esfera azul.

Que en ese nombre que tanto adoro


y al labio acude con dulce afán,
de aves y brisas amante coro,
rumor de espumas, eco sonoro
de ondas y palmas y bosques hay.

Y para el alma que en ese ambiente


vive y respira sin inquietud,
y las delicias del cielo siente,
guarda ese nombre puro y ferviente
todo un poema de amor y luz.

Quisqueya ¡oh Patria! ¿quién, si en tu suelo


le dio la suerte nacer feliz,
quién, si te adora con fiel desvelo,

48
En ed. 1880, pág. 104: tras esas noches de dolor sombrías,
49
En ed. 1880, pág. 104: unidos en consorcio venturoso,
50
Leída en una conferencia literaria que celebró la Sociedad Amigos del País.
(Subtítulo ed. 1880, pág. 105.)
51
En ed. 1880, pág. 105: llevan los sones de mi laúd.

444
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

cuando te nombra no oye en su anhelo


músicas gratas reproducir?

Bella y hermosa cual la esperanza,


lozana y joven, así eres tú;
a copiar nunca la mente alcanza
tus perfecciones, tu semejanza,
de sus delirios en la inquietud.

Tus bellos campos que el sol inunda,


tus altas cumbres de enhiesta sien,
de tus torrentes la voz profunda,
la palpitante savia fecunda
con que la vida bulle en tu ser,

todo seduce, todo arrebata,


todo, en conjunto fascinador,
en armoniosa corriente grata,
hace en tu suelo la dicha innata
y abre horizontes a la ilusión.

Y ¡ay, si oprimirte con mano ruda


quiere en su saña la iniquidad!
Tu espada pronto brilla desnuda,
te alzas potente, y en la lid cruda
segando lauros triunfante vas.

Naturaleza te dio al crearte


belleza, genio, fuerza y valor;
y es mi delirio con fe cantarte
y entre lo grande siempre buscarte
con el empeño del corazón.

Por eso el alma te buscó un día


con ansia ardiente, con vivo afán,
entre las luchas y la porfía
y entre los triunfos de gallardía
con que el progreso gigante va.

Mas ¡ay! en vano pregunté ansiosa


si entre el tumulto cruzabas tú:
llevó la brisa mi voz quejosa;
silencio mudo, sombra enojosa
miré en tu puesto solo y sin luz.

Tú, la preciada, la libre Antilla,


la más hermosa perla del mar,
la que de gloria radiante brilla

445
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¿huyes la senda que ufana trilla


con planta firme la humanidad?

A tu corona rica y luciente


falta la joya de más valor;
búscala presto, que ya presiente
para ti el alma, con gozo ardiente,
grandes victorias de bendición.

¡Patria bendita! ¡Numen sagrado


Raudal perenne de amor y luz!
Tu dulce nombre siempre adorado,
que el pecho lleva con fe grabado,
vibra en los sones de mi laúd.

Y pues que mueve nombre tan puro


de mis cantares la inspiración,
y ansiando vivo tu bien seguro,
la sien levanta, mira al futuro,
y oye mis cantos, oye mi voz!…
1879.

Sueños52
En horas gratas, cuando serena
reposa el alma libre de afán,
y el aura amena
pasa, de agrestes rumores llena,
y es todo calma, todo solaz;

cuando la Patria suspende el ruido


de las contiendas aterrador,
y confundido
quedar parece bajo el olvido
cuanto es angustias al corazón,

castas visiones vienen ligeras,


y en bullicioso giro fugaz,
cual mensajeras
de paz y dicha, nuevas esferas
al pensamiento mostrando van;

nuevas esferas donde la mente


vislumbra absorta mares de luz,
donde se siente


Posterior a la edición de Poesías, 1880. Posiblemente corresponda a la última mitad de dicho año.
52

446
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

que extraños sones lleva el ambiente


sobre las nubes del cielo azul.

Enajenada la fantasía,
de esas visiones corriendo en pos,
mira a porfía
pueblos y pueblos buscar la vía
de esas regiones de eterno albor.

Rasga el destino su denso velo,


y a sus fulgores el porvenir
muestra a mi anhelo
cómo a esa altura, con libre vuelo,
Quisqueya asciende grande y feliz.

Sueños de gloria que halagadores


el alma sigue llena de fe;
bien que traidores
huyen a veces, y sus fulgores
envuelven sombras de lobreguez.

¡Ay! Es que entonces, Patria bendita


cubre tus campos ruido fatal,
que a la infinita
región se eleva, y el alma agita
con emociones de hondo pesar.

Mas cuando calla la voz terrible,


cuando sereno luce el confín,
y bonancible
pasa la brisa, con apacible
giro de blandos rumores mil,

cándidas vuelven esas visiones


arrobadoras en multitud
y esas regiones
a poblar vuelven extraños sones
y claridades de viva luz.

A esas esferas del pensamiento


quiero llevarte, Patria gentil;
si oyes mi acento,
si verte quieres en alto asiento,
dominadora del porvenir,

¡ah! quede Siempre suspenso el ruido


de las contiendas aterrador;

447
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

que enternecido
desde su trono de luz ceñido
sueños de gloria te ofrece Dios!
1880.

Luz53
¿Adónde el alma incierta
pretende el vuelo remontar ahora?
¿Qué rumor de otra vida la despierta?
¿Qué luz deslumbradora
inunda los espacios y reviste
de lujoso esplendor cuanto era triste?

¿La inquieta fantasía


finge otra vez en la tiniebla oscura
los destellos vivísimos del día,
lanzándose insegura,
enajenada en su delirio vago,
de un bien engañador tras el halago?

¡Ah, no! Que ya desciende


sobre Quisqueya, a iluminar las almas,
rayo de amor que el entusiasmo enciende,
y de las tristes calmas
el espíritu en ocio, ya contento,
surge a la actividad del pensamiento.

Y surge a la existencia,
al trabajo, a la paz, la Patria mía,
a la egregia conquista de la ciencia,
que en inmortal porfía
los pueblos y los pueblos arrebata
y del error las nieblas desbarata.

Ayer, meditabunda,
lloré sobre tus ruinas ¡oh Quisqueya!
toda una historia en esplendor fecunda,
al remover la huella
del arte, de la ciencia, de la gloria
allí esculpida en perennal memoria.

Y el ánimo intranquilo
llorando preguntó si nunca al suelo


Posterior a la edición de Poesías, 1880.
53

448
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

donde tuvo el saber preclaro asilo,


a detener su vuelo
el genio de la luz en fausto día
con promesas de triunfos volvería.

Y de esperanzas llena
temerosa aguardé, y al viento ahora,
cuando amanece fúlgida, serena,
del bienestar la aurora,
lanzo del pecho, que enajena el gozo,
las notas de mi afán y mi alborozo.

Sí, que ensancharse veo


las aulas, del saber propagadoras,
y de fama despiértase el deseo,
brindando protectoras
las ciencias sus tesoros al talento,
que inflamado en ardor corre sediento,

Ya de la patria esfera
los horizontes dilatarse miro:
el futuro sonriendo nos espera,
que en entusiasta giro,
ceñida de laurel, a la eminencia
se levanta feliz la inteligencia.

Es esa la futura
prenda de paz, de amor y de grandeza,
la que el bien de los pueblos asegura,
la base de firmeza
donde al mundo, con timbres y blasones,
se elevan prepotentes las naciones.

¡Cuántas victorias altas


el destino te guarda, Patria mía,
si con firme valor la cumbre asaltas!
Escúchame y porfía;
escucha una vez más, oye ferviente
la palabra de amor que nunca miente:

yo soy la voz que canta


del polvo removiendo tus memorias,
el himno que a tus triunfos se adelanta,
el eco de tus glorias…
No desmayes, no cejes, sigue, avanza:
¡tuya del porvenir es la esperanza!
Julio de 1880.

449
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Sombras
Alzad del polvo inerte,
del polvo arrebatad el arpa mía,
melancólicos genios de mi suerte.
Buscad una armonía
triste como el afán que me tortura,
que me cercan doquier sombras de muerte
y rebosa en mi pecho la amargura.

Venid, que el alma siente


morir la fe que al porvenir aguarda;
venid, que se acobarda
fatigado el espíritu doliente
mirando alzar con ímpetu sañudo
su torva faz al desencanto rudo,
y al entusiasmo ardiente
plegar las alas y abatir la frente.

¿No veis? Allá a lo lejos


nube de tempestad siniestra avanza
que oscurece a su paso los reflejos
del espléndido sol de la esperanza.
Mirad cual fugitivas
las ilusiones van, del alma orgullo;
no como ayer, altivas,
hasta el éter azul tienden el vuelo,
ni a recibirlas, con piadoso arrullo,
sus pórticos de luz entreabre el cielo.

¿Cuál será su destino?


Proscritas, desoladas, sin encanto,
en el vértigo van del torbellino,
y al divisarlas, con pavor y espanto
sobre mi pecho la cabeza inclino.
Se estremece el alcázar opulento
de bien, de gloria, de grandeza suma,
que fabrica tenaz el pensamiento;
¡bajo el peso se rinde que le abruma!
Conmuévese entre asombros,
de la suerte a los ímpetus terribles,
y se apresta a llorar en sus escombros
el ángel de los sueños imposibles.

Venid, genios, venid, y al blando halago


de vuestros himnos de inmortal tristeza,
para olvidar el porvenir aciago

450
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

se aduerma fatigada mi cabeza.


Del arpa abandonada
al viento dad la gemebunda nota,
mientras que ruge la tormenta airada,
y el infortunio azota
la ilusión por el bien acariciada,
y huye la luz de inspiración fecunda,
y la noche del alma me circunda.

Mas ¡ah! venid en tanto


y adormeced el pensamiento mío
al sonoro compás de vuestro canto.
¡Meced con vuestro arrullo el alma sola!
Dejad que pase el huracán bravío,
y que pasen del negro desencanto
las horas en empuje turbulento,
como pasa la ola,
como pasa la ráfaga del viento.
Dejad que pase, y luego
a la vida volvedme, a la esperanza,
al entusiasmo en fuego:
que es grato, tras la ruda
borrasca de la duda,
despertar a la fe y a la confianza,
y tras la noche de dolor, sombría,
cantar la luz y saludar el día.
Junio de 1881.


Mi ofrenda a la Patria54
En la investidura de sus discípulas,
las primeras maestras normales de Santo Domingo.

Hace ya tanto tiempo!… Silenciosa,


si indiferente no, Patria bendita,
yo he seguido la lucha fatigosa
con que llevas de bien tu ansia infinita.
Ha tiempo que no llena
tus confines la voz de mi esperanza,
ni el alma, que contigo se enajena,
a señalarte el porvenir se lanza.
He visto a las pasiones
levantarse en tu daño conjuradas
54
Salomé Ureña de Henríquez, en vez de un discurso, recitó este poema en el acto
de investidura del primer grupo de sus discípulas, nuestras primeras maestras normales.

451
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

para ahogar tus supremas ambiciones,


tus anhelos de paz y de progreso,
y rendirse tus fuerzas fatigadas
al abrumante peso.
¿Por qué, siempre que el ruido
de la humana labor que al mundo asombra,
recorriendo el espacio estremecido
a sacudir tu indiferencia viene,
oculta mano férrea, entre la sombra,
tus generosos ímpetus detiene?

¡Ah! Yo quise indagar de tu destino


la causa aterradora:
te miro en el comienzo del camino,
clavada siempre allí la inmóvil planta,
como si de algo que en llegar demora,
de algo que no adelanta,
la potencia aguardaras impulsora…
¡Quién sabe si tus hijos
esperan una voz de amor y aliento!
dijo el alma, los ojos en ti fijos,
dijo en su soledad mi pensamiento.
¿Y ese amoroso acento
de qué labio saldrá, que así sacuda
el espíritu inerme, y lo levante,
la fe llevando a reemplazar la duda,
y del deber la religión implante?

¡Ah! La mujer encierra,


a despecho del vicio y su veneno,
los veneros inmensos de la tierra,
el germen de lo grande y de lo bueno.
Más de una vez en el destino humano
su imperio se ostentó noble y fecundo:
ya es Veturia, y desarma a Coriolano;
ya Isabel, y Colón halla otro mundo.
Hágase luz en la tiniebla oscura
que el femenil espíritu rodea,
y en sus alas de amor irá segura
del porvenir la salvadora idea.
Y si progreso y paz e independencia
mostrar al orbe tu ambición ansía,
fuerte, como escudada en su conciencia,
de sus propios destinos soberana,
para ser del hogar lumbrera y guía
formemos la mujer dominicana.

452
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Así, de tu futura
suerte soñando con el bien constante,
las fuerzas consagré de mi ternura,
instante tras instante,
a dar a ese ideal forma y aliento,
y rendirte después como tributo,
cual homenaje atento,
de mi labor el recogido fruto.

Hoy te muestro ferviente


las almas que mi afán dirigir pudo:
yo les di de verdad rica simiente,
y razón y deber forman su escudo.
En patrio amor sublime
templadas al calor de mis anhelos,
ya sueñan que tu suerte se redime,
ya ven de tu esperanza abrir los cielos.

Digna de ti es la prenda
que mi esfuerzo vivísimo corona
y que traigo a tus aras en ofrenda:
¡el don acepta que mi amor te abona!
Que si cierto es cual puro
mi entusiasta creer en esas glorias
que siempre, siempre, con placer te auguro;
si no mienten victorias
la voz que en mi interior se inspira y canta,
los sueños que en mi espíritu se elevan,
ellas al porvenir que se adelanta
de ciencia y de virtud gérmenes llevan.
Abril de 1887.

453
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Páginas íntimas
Melancolía
Hay un ser apacible y misterioso
que en mis horas de lánguido reposo
me viene a visitar;
yo le cuento mis penas interiores,
porque siempre, calmando mis dolores,
mitiga mi penar.
Como el ángel del bien y la constancia,
en los últimos sueños de la infancia
aparecer le vi;
contemplome un instante con ternura,
y “Oye –dijo–: las horas de ventura
pasaron para ti.
“Yo vengo a despertar tu alma dormida,
porque un genio funesto, de la vida
te aguarda en el umbral;
y benigno jamás, siempre iracundo,
te encontrará, de agitado mundo
en el inmenso erial.
“Yo elevaré tu espíritu doliente;
disiparé las nubes que en tu frente
las penas formarán;
consagra sólo a mí tus horas largas,
y enjugaré tus lágrimas amargas
y calmaré tu afán.
“Seré de tu vivir guarda constante,
y mi pálido tinte a tu semblante
trasmitirá mi amor.
Y te daré una lira en tus pesares,
porque al eco fugaz de tus cantares
se exhale tu dolor.
“Y te daré mi lánguida armonía,
que los himnos que entona de alegría
la ardiente juventud
jamás ensayarás, pobre cantora,
porque siempre la musa inspiradora
seré de tu laúd.”
Dijo, y de entonces, cual amiga estrella
alumbra siempre, misteriosa y bella,
mi noche de dolor;

454
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

y me arrulla sensible y amorosa,


como arrulla la madre cariñosa55
al hijo de su amor.

Y haciendo que en sus alas me remonte


a otro mundo de luz sin horizonte,56
de dicha voy en pos;
y entonces de mi lira se desprende
nota sin nombre que la brisa extiende,
y escucha sólo Dios.

Yo te bendigo, fiel Melancolía;


tú los seres que anima la alegría
no vas a adormecer;
porque eres el consuelo de las almas
que del martirio las fecundas palmas57
lograron obtener.

Por ti en los aires resonó mi acento,


y para dar un generoso aliento
al pobre corazón,
alguna vez la Patria bendecida
benévola me escucha sonreída
y aplaude mi canción.

No pido más: bien pueden los dolores


destrozar sin piedad las bellas flores
de la ilusión que amé;
que jamás, bajo el peso que me oprime,
mientras un rayo de virtud me anime,
la frente inclinaré.
1874.

¡Padre mío!
Muda yace la alcoba solitaria
donde naciste a la existencia un día,
do, desdeñando la fortuna varia,
tu vida entre el estudio discurría.
¡Ay! De una madre en el regazo tierno
por vez primera te adormiste allí,
y allí, de hinojos, tu suspiro eterno
entre sollozos tristes recogí.

55
En ed. 1880, pág. 25: cual arrulla la madre cariñosa…
56
En ed. 1880, pág. 25: a ese mundo de luz sin horizonte…
57
En ed. 1880, pág. 26: que del martirio las brillantes palmas…

455
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Hoy, al entrar en tu mansión doliente,


donde reina silencio sepulcral,
nadie a posar vendrá sobre mi frente
el beso del cariño paternal.

Ninguna voz halagará mi acento,


ni un eco grato halagará mi oído:
sólo memorias de tenaz tormento
tendré a la vista de tu hogar querido.

Sí, que a la tumba descender te viera


tras largas horas de perenne afán,
horas eternas de congoja fiera
que en el alma por siempre vivirán.

Cuando de angustia desgarrado el pecho


te sostuve en mis brazos moribundo;
cuando tu cuerpo recosté en el lecho
donde el postrer adiós dijiste al mundo;

cuando, de hinojos, anegada en llanto,


llevé mis labios a tu mano fría,
y entre tanta amargura y duelo tanto
miraba palpitante tu agonía;

después ¡oh Dios! cuando besé tu frente


y a mi beso filial no respondiste,
de horror y espanto se turbó mi mente…
Y aún teme recordarlo el alma triste.

¡Momento aciago! Su fatal memoria


cubre mi frente de dolor sombrío.
Siempre en el alma vivirá su historia,
y vivirá tu imagen, padre mío…

Cuando las sombras con su velo denso


dejan el orbe en lobreguez sumido,
en el misterio de la noche pienso
que aún escucho doliente tu gemido;

y finge verte mi amoroso anhelo


bajo el abrigo de tu dulce hogar,
y me brindas palabras de consuelo
y mis lágrimas llegas a enjugar.

Sombra querida que incesante vagas


en torno de la huérfana errabunda,

456
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

visión perenne que mi sueño halagas,


alma del alma que mi ser inunda:

si de ese mundo que el dolor extraña


mi llanto has visto y mi amargura extrema,
sobre mi frente, que el pesar empaña,
haz descender tu bendición suprema.
1875.

Quejas
Te vas, y el alma dejas
sumida en amargura, solitaria,
y mis ardientes quejas,
y la tímida voz de mi plegaria,
indiferente y frío
desoyes ¡ay! para tormento mío.

¿No basta que cautiva


de fiero padecer entre las redes
agoniza viva?58
¡Ay, que mi angustia comprender no puedes,
que por mi mal ignoras
cuán lentas son de mi existir las horas!

Sí, que jamás supiste


cuál se revuelve en su prisión estrecha,
desconsolado y triste,
el pobre corazón, que en lid deshecha
con su tormento rudo
morir se siente y permanece mudo.

Y en vano, que indiscretos


mis ojos, sin cesar, bajo el encanto
de tu mirar sujetos,
fijo en los tuyos con empeño tanto,
que el corazón desmaya
cuando esa fuerza dominar ensaya.

Deja que pueda al menos


bañándome en su luz beber la vida,
y disfrutar serenos
breves instantes en tu unión querida,
que es para mi amargura
bálsamo de purísima dulzura.


En ed. 1880, pág. 90: agonizando viva?
58

457
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Deja que al vivo acento


que de tus labios encendidos brota,
mi corazón sediento,
que en pos va siempre de ilusión ignota,
presienta enajenado
las glorias todas de tu edén soñado.59

¡Ah, si escuchar pudieras


cuanto a tu nombre mi ternura dijo!
¡Si en horas lisonjeras
me fuera dado, con afán prolijo,
contarte sin recelo
todo el delirio de mi amante anhelo!

Mas no, que mi suspiro


comprimo dentro el pecho acongojado.
Me basta si te miro,
si la dicha y el bien sueño a tu lado,
porque tu vista calma
los agudos tormentos de mi alma.

¡Ay! Que sin ti, bien mío,


mi espíritu cansado languidece
cual planta sin rocío,
y con sombras mi frente se oscurece.
y entre congoja tanta
mi corazón herido se quebranta.

Oye mi ardiente ruego,


oye las quejas de mi angustia suma,
y generoso luego
olvida que la pena que me abruma
te reveló mi acento
en horas ¡ay! de sin igual tormento.

Escúchame y perdona:
que ya mi labio enmudecido calla,
y el alma se abandona
con nuevo ardor a su febril batalla,
y débil mi suspiro
se pierde de las auras en el giro.
1879.


En ed. 1880, pág. 91: las glorias todas de su edén soñado.
59

458
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

A mi madre
Dedicatoria del tomo de poesías publicado en 1880.

Aquí, a la sombra tranquila y pura


con que nos brinda grato el hogar,
oye el acento de la ternura
que en tus oídos blanda murmura
la dulce nota de mi cantar.

La voz escucha del pecho amante


que hoy te consagra su inspiración,
a ti que aún eres tierna, incesante,
de amor sublime, de fe constante,
raudal que aliento da al corazón.

Mi voz escucha: la lira un día


un canto alzarte quiso feliz,
y en el idioma de la armonía
débil el numen ¡oh madre mía!
no halló un acento digno de ti.

¿Cómo tu afecto cantar al mundo,


grande, infinito, cual en sí es?
¿Cómo pintarte mi amor profundo?
Empeño inútil, sueño infecundo
que en desaliento murió después

De entonces, madre, buscando en prenda,


con las miradas al porvenir,
voy en mi vida, voy en mi senda,
de mis amores íntima ofrenda
que a tu cariño pueda rendir.

Yo mis cantares lancé a los vientos,


yo di a las brisas mi inspiración;
tu amor grandeza dio a mis acentos:
que fueron tuyos mis pensamientos
en esos himnos del corazón.

Notas dispersas que en libres vuelos


y a merced fueron del huracán,
pero llevando con mis anhelos
los mil suspiros, los mil desvelos
con que a la Patria paga mi afán.

Hoy que reunirlas plugo al destino,


quiero que abrigo y amor les des:

459
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

esa es la prenda que en mi camino


al soplo arranco del torbellino,
y a colocarla vengo a tus pies.
1879.

Amor y anhelo60
Quiero contarte, dueña del alma,
las tristes horas de mi dolor;
quiero decirte que no hallo calma,
que de tu afecto quiero la palma,
que ansiando vivo sólo tu amor.

Quiero decirte que a tu mirada


me siento débil estremecer,
que me enajena tu voz amada,
que en tu sonrisa vivo extasiada,
que tú dominas todo mi ser.

Por ti suspiro, por ti yo vierto


llanto de oculto, lento sufrir;
sin ti es el mundo triste desierto
donde camino sin rumbo cierto,
viendo entre sombras la fe morir.

Y con tu imagen en desvarío


vivo encantando mi soledad,
desde que absorta te vi, bien mío,
y arrebatada, sin albedrío,
rendí a tus plantas mi libertad.

Deja que el alma temblando siga


de una esperanza soñada en pos,
que enajenada su amor te diga,
mientras un rayo de luz amiga
pido al futuro para los dos.

¡Oh ¡si a tu lado pasar la vida


me diera el cielo por todo bien!
¡Si a tu destino mi suerte unida,
sobre tu seno de amor rendida
pudiera en calma doblar la sien!

¿Qué a mí la saña del hado crudo?


¿Qué los amagos del porvenir?
Tu amor llevando por todo escudo,


Excluida en la edición de 1920. Madrid.
60

460
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

yo desafiara su embate rudo


y así me fuera grato vivir.
¡Ay en las horas de hondo tormento
que al alma asedian con ansia cruel,
vuela en tu busca mi pensamiento,
mientras el labio trémulo al viento
tu nombre amado murmura fiel.
Ven y tu mano del pecho amante
calme amorosa las penas mil,
¡oh de mis ansias único objeto!
en que a ti sólo quiero en secreto
contar mis sueños de amor febril.
Mas no, que nunca mi amante anhelo
podré decirte libre de afán,
gimiendo a solas, en desconsuelo,
cual mis suspiros, en raudo vuelo
mis ilusiones perdidas van.
Tuya es mi vida, tuya mi suerte,
de ti mi dicha pende o mi mal;
si al dolor quieres que venza fuerte,
sobre mi frente pálida vierte
de tu ternura todo el raudal.
1879.

Vespertina
A mi esposo ausente.

Reina la tarde en nuestro hogar bendito,


la tarde tropical, limpia, serena,
que el ánimo enajena
alzando el pensamiento a lo infinito.
Sin nubes está el cielo,
sin celajes la luz, diáfano el aire,
y de la brisa, que en gracioso vuelo
refrescando la tierra se pasea,
al suave impulso, con gentil donaire
el plátano sus hojas balancea,
mientras la flor se inclina
presintiendo la sombra ya vecina.
Todo respira en nuestro hogar la calma:
todo es paz y quietud; sólo mi alma

461
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de extraño sinsabor la hiel apura,


y a su pensar rendida
suspira en su amargura
con la triste emoción del que en la vida
por vez primera siente
las ansias todas del cariño ausente.

¿En dónde, en dónde estás? Así intranquilo


con su ansiedad el corazón luchando,
te busca sin cesar, hora tras hora;
la casa, el aura, el cielo interrogando.

Huérfano del hogar está el asilo;


huérfano, sí, de tu presencia ahora;
que, el alma en su entusiasmo sacudida,
y de admirar ufano
las galas del pensil dominicano,
y sus pueblos y villas diferentes
recorrer, estudiando los futuros
gérmenes del progreso y de la vida
que allí duermen latentes,
sentiste estrechos a tu afán los muros
de la ciudad nativa,
y en alas de esos sueños tentadores,
ardiendo en ansia viva,
el bendecido hogar de los amores
sonriendo abandonaste
y a los mares y campos te lanzaste.

Torna, torna a decirme


cuanto a la pluma revelar no es dado:
las mil fatigas del camino rudo;
tus nuevas impresiones de viajero;
de tu criterio firme
el juicio, recto siempre, nunca errado;
de cuanto viste y merecerle pudo
con mágico atractivo
atención a tu espíritu severo,
admiración a tu entusiasmo altivo.

Ven a decirme a solas


si mi recuerdo acompañó tu viaje
cuando cruzabas las movibles olas;
cuando del sol a los ardientes lampos,
cansado viajador, los patrios campos
te dieron hospedaje.

462
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Ya la tórrida lumbre
una vez y otra vez y otras en fuego
desde la etérea cumbre
envió a la zona de su amor el riego,
desde el lejano día
en que, guiado por feliz bonanza,
perdiéndose el bajel en lontananza
te llevó lejos de la vista mía.

¡Oh, qué largas las horas, qué momentos


los de la ausencia triste!
Son siglos de dolor que pasan lentos,
que ignora el corazón cómo resiste.

¡Oh angustia desmedida! ¡Quién me diera


salvar espacios y a tu lado ansiosa
llegar en mi carrera!
Y en esta hora dulcísima y dichosa
en que al destello amigo
del sol que palidece
suspensa la creación hacer parece
de paz solemne majestuoso alarde,
verte, sentirte y respirar contigo
la bienhechora calma de la tarde.
Enero de 1881.

En el nacimiento de mi primogénito
A mi esposo.

¡Levántate, alma mía,


por el materno amor transfigurada,
y a los confines del espacio envía
el himno de la dicha inesperada!

Y tú, que abres conmigo


a esa ternura nueva el pecho en gozo,
tú que compartes cuanto sueño abrigo,
cuanta ilusión feliz es mi alborozo,

ven, y los dos a una


el cántico de amor juntos alcemos,
y del pequeño ser ante la cuna
el alba del futuro saludemos:

el alba de esa vida


que a iluminar nuestro horizonte alcanza,

463
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y a cuya luz vislumbra estremecida


espacios infinitos de esperanza.

Los cielos se inclinaron,


y descendió al hogar entre armonías
el ángel que mis sueños suspiraron,
nuncio de bendiciones y alegrías.

¡Oh, cómo se estremece


engrandecida la existencia ufana
pensando de esa aurora que amanece
vivir reproducida en el mañana!

De hoy más, un sueño solo,


una sola ambición tras el destino,
a nuestras almas servirá de polo,
del tiempo al avanzar en el camino.

¡Oh, sí! Limpiar de abrojos


la senda preparada al ser que nace,
al bien y a la virtud abrir sus ojos,
y el peligro desviar que le amenace.

Y así, como entre flores,


ajeno a la maldad, al vicio ajeno,
verle a lo grande tributar honores
y el alto aprecio merecer del bueno.

Y así a la Patria, al mundo,


como prenda de paz y de amor santo,
en acciones magnánimas fecundo
un miembro digno regalar en tanto.

¡Doblemos el aliento!
Vamos al porvenir, la fe en el alma,
para él a conquistar con ardimiento
de ciencia, de virtud, de bien la palma.
Diciembre de 1882.

En horas de angustia
En la enfermedad de mi segundo hijo.

Sin brillo la mirada,


bañado el rostro en palidez de muerte,
casi extinta la vida, casi inerte,
te miró con pavor el alma mía

464
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

cuando a otros brazos entregué, aterrada,


tu cuerpo que la fiebre consumía.

En ruego entonces sobre el suelo frío,


y de angustia y dolor desfalleciente,
aguardé de rodillas ¡oh hijo mío!
que descendiese el celestial rocío,
el agua bautismal, sobre tu frente.

Después, en mi regazo
volví a tomarte, sin concierto, loca,
de cabezal sirviéndote mi brazo,
mientras en fuego vivo
se escapaba el aliento de tu boca;
y allí cerca, con treguas de momentos,
el hombre de la ciencia, pensativo,
espiaba de tu ser los movimientos.

Pasaron intranquilas
horas solemnes de esperanza y duda;
latiendo el pecho con violencia ruda
erraban mis pupilas
de uno en otro semblante, sin sosiego,
con delirio cercano a la demencia;
y entre el temor y el ruego
juzgaba, de mi duelo en los enojos,
escrita tu sentencia
hallar de los amigos en los ojos.

¡Oh terrible ansiedad! ¡Dolor supremo


que nunca a describir alcanzaría!
Al cabo, de esa angustia en el extremo,
reanimando mi pecho en agonía,
con voz sin nombre ahora
que a pintar su expresión habrá que cuadre,
¡salvo! –dijo la ciencia triunfadora
¡salvo! –gritó mi corazón de madre.

¡Salvo, gran Dios! El hijo de mi vida,


tras largo padecer, de angustia lleno,
vástago tierno a quien la luz convida,
salud respira en el materno seno.

Hermoso cual tus ángeles, sonríe


de mi llamado al cariñoso arrullo,
y el alma contemplándole se engríe
de amor feliz y de inocente orgullo.

465
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Por eso la mirada


convierto al cielo, de mi bien testigo,
y, de santa emoción arrebatada,
tu nombre ensalzo y tu poder bendigo.
Diciembre de 1884.

¿Qué es Patria?
¿Qué es Patria? ¿Sabes acaso
lo que preguntas, mi amor?
Todo un mundo se despierta
en mi espíritu a esa voz.

Todo un mundo de recuerdos


que han dejado en mi interior
esperanzas que no mueren
en la fe del corazón.

¿Qué es Patria? De tu inocencia


al purísimo candor
para hablarle de la Patria
no halla el labio una expresión.

En mis ojos arder siento


de una lágrima el calor,
meditando lo que ansías
avanzar a tu razón;

que tan sólo tres abriles


a tu frente dan su albor,
y te mueve ya ese nombre
a curiosa indagación;

ese nombre que mis cantos


en el céfiro veloz
suspirando siempre llevan
con los ecos de mi amor.

Mas es fuerza que te diga


de la Patria alguna voz;
que te diga cuanto en ella
tu niñez cautiva hoy.

Este hogar, donde inocente,


de tus padres al calor,
juegas tú con tus hermanos
en gozosa animación;

466
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

esos campos donde ufano


del insecto vas en pos,
donde charlas y sonríes
con el pájaro y la flor!

esas nubes de oro y grana


de bellísimo color
que tu júbilo alborozan
cuando el alba anuncia el sol;

esos astros que arrebatan


tu infantil admiración;
ese mar que te amedrenta
con su acento atronador,

son halagos y rumores


y reflejos y alma y voz
de esa Patria cuya idea
se anticipa a tu razón.

Y mañana serán ellos,


que tu vida llenan hoy,
los recuerdos inefables
de la Patria y de su amor.
1887.

Tristezas
A mi esposo ausente.

Nuestro dulce primogénito,


que sabe sentir y amar,
con tu recuerdo perenne
viene mi pena a aumentar.

Fijo en ti su pensamiento.
no te abandona jamás;
sueña contigo, y despierto
habla de ti nada más.

Anoche, cuando, de hinojos.


con su voz angelical
dijo las santas palabras
de su oración nocturnal;

cuando allí junto a su lecho


senteme amante a velar.

467
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

esperando que sus ojos


viniese el sueño a cerrar.

incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio
las penas tan sólo dan,

exclamó como inspirado:


“¿Tú no te acuerdas, mamá?
El sol qué bonito era
cuando estaba aquí papá!”
1888.

Angustias
A mi esposo, ausente en Europa.

Torna a morir el sol. Así pasando


van de tu ausencia los terribles días,
en mi semblante pálido marcando
la huella de profundas agonías.

Torna a morir el sol. El hogar mío


de arpegios infantiles está lleno;
pero rueda del párpado sombrío
una rebelde lágrima a mi seno.

¿Podré, cuando regreses a mi lado,


rico de porvenir, rico de ciencia,
presentarte el tesoro inmaculado
de este grupo de amor y de inocencia?

¡Yo no lo sé! Cuando la muerte lanza


su aliento destructor sobre este suelo,
desfallece en mi pecho la esperanza
y me finge el terror mi hogar en duelo.

Yo no he visto en los círculos de Dante


más terrible ansiedad, más cruel angustia;
se rinde el corazón agonizante,
y el alma siento desolada y mustia.

¡Y tú sufres también! También los brazos


extiendes a tu hogar con el deseo,
y luchas del deber entre los lazos,
cual otro encadenado Prometeo.

468
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

¿Por qué dejé que tan prolija ausencia


así emprendieras en momento aciago,
si me siento morir sin tu presencia,
si en todo miro aterrador amago?

¿Si miramos los dos, lentas y frías,


entre duda y afán pasar las horas,
sin que calmen futuras alegrías
las nubes del pesar abrumadoras?

Imposible vivir así, llevando


la angustia en el espíritu, la muerte;
imposible vivir agonizando,
sin luz el mundo y la existencia inerte.

¡Acaba, llega! ¡Que el hogar sin calma


es de mis penas íntimas remedo;
que tiemblo por los hijos de mi alma;
que la vida sin ti me causa miedo!
Diciembre de 1888.

¡Adelante!
A mi esposo.

Deja a las turbas revolver audaces


de tus limpias acciones el tesoro,
buscando con qué herir de tu decoro
la austera dignidad.
Que ni la envidia ni ambición cobarde
dentro del pecho generoso abrigas,
ni los favores pérfidos mendigas
del aura popular.

Tú que del bien por la espinosa vía


firme, tranquilo, imperturbable avanzas,
y tus nobles y grandes esperanzas
en el estudio ves;
alta la frente, el ánimo sereno,
fija la vista al porvenir soñado,
irás contra los golpes escudado
de la pasión soez.

Irás, aunque se crucen a tu paso


los escollos que el mundo opone al bueno,
aunque apures la copa de veneno
que es premio a la virtud.

469
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Que allá, como fanal que alumbra y guía


tras de las nieblas del presente oscuro,
brilla en los horizontes del futuro
del ideal la luz.

¿Qué son a la conciencia del honrado


los aplausos o el odio de un momento?
Rumores que se pierden con el viento
sin eco y sin valor.
Sólo perdura en brillo permanente
de la verdad la antorcha peregrina,
y tú vas, como a luz que te ilumina,
de la verdad en pos.
Julio de 1889.

Umbra
A mi esposo.
La mirada sin luz, la mente ansiosa,
corto el aliento al pecho,
en ruda agitación se va la vida…
Allá perderse en la penumbra vaga
miro las prendas del hogar benditas,
mis hijos, en su cándido abandono,
ajenos al amago
de la suerte sobre ellos suspendida,
y tú, de pie, bajo el dolor inmenso,
nublada por el llanto la pupila.

Resurrexit
Brota la luz en deslumbrantes ondas,
el aire al pecho afluye,
el espíritu absorto se reanima,
y cunde y se dilata en las arterias
el ritmo palpitante de la vida.
Y bajo el ala cándida que extiende
sobre el hogar en gozo
ángel nuevo de paz que el cielo brinda,
surgiendo victorioso de las sombras
el cuadro de mi amor esplende al día.
Abril de 1894.

470
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Mi Pedro61
Mi Pedro no es soldado; no ambiciona
de César ni Alejandro los laureles;
si a sus sienes aguarda una corona,
la hallará del estudio en los vergeles.

Si lo vierais jugar! Tienen sus juegos


algo de serio que a pensar me inclina.
Nunca la guerra le inspiró sus fuegos:
la fuerza del progreso lo domina.

Hijo del siglo, para el bien creado,


la fiebre de la vida lo sacude;
busca la luz, como el insecto alado,
y en sus fulgores a inundarse acude.

Amante de la Patria, y entusiasta,


el escudo conoce, en él se huelga,
y de una caña, que transforma en asta,
el cruzado pendón trémulo cuelga.

Así es mi Pedro, generoso y bueno;


todo lo grande le merece culto;
entre el ruido del mundo irá sereno,
que lleva de virtud germen oculto.

Cuando sacude su infantil cabeza


el pensamiento que le infunde brío,
estalla en bendiciones mi terneza
y digo al porvenir: Te lo confío!

61
Esta composición se considera como la última que escribió la autora: en realidad, sólo
las dos últimas estrofas son del mes de julio de 1896; las cuatro primeras fueron escritas
en mayo de 1890. (Nota ed. 1920, pág. 109).

471
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Varias
Contestación62
Al joven poeta T. R.63

Más grato que del ave


el cántico armonioso,
que el ruido cadencioso
del aura en el palmar;
más tierno que el gemido
de tórtola doliente,
o de una mansa fuente
el leve susurrar;

oí yo de tu lira
la suave melodía
que diera al alma mía
momentos de placer.
Mas ¡ay! en esos dulces
y plácidos acentos
de tu alma los tormentos
se dejan comprender.

Si Cuba con sus bosques,


sus vegas y sus flores,
no brinda a tus dolores
alivio ni solaz;
si en medio de su encanto
e ingénita belleza
te sigue allí tenaz;

la margen abandona
del límpido Almendares,
y vuelve, de tus lares,
la brisa a respirar;
y vuelve, del Ozama
que corre dulcemente,
la rápida corriente
feliz a contemplar.

Sí, bardo, torna al suelo


que forma tu contento.
do en blando movimiento
tu cuna se meció.
62
Excluida en la edición de 1920. Madrid.
63
Temístocles A. Ravelo.

472
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Verás los anchos bosques


y los amenos prados,
do libre, sin cuidados,
tu infancia transcurrió.

Verás los altos robles,


los grupos de palmeras
que mece en las praderas
la brisa tropical.
Aún guarda el arroyuelo
sus plácidos rumores;
los pardos ruiseñores
su cántico genial.

De nuestra amada Patria


el cielo transparente,
bullir hará en tu mente
la dulce inspiración;
y al entonar gozoso
tus fáciles cantares,
el tedio y los pesares
huirán del corazón.
1870.

Una lágrima64
En la muerte de L. P. A65

Proscrito, solo, errante y sin consuelo


al extranjero suelo
te arrojó sin piedad la suerte instable,
pero su golpe rudo, lamentable,
te vimos soportar con noble calma,
sin que nunca tu alma
cobarde se abatiera y miserable.

Tu corazón que ante el dolor ajeno


sensible se mostrara
y que el propio arrostró siempre sereno;
tu noble corazón, do se albergara
el patrio sentimiento
hora yace sin ser ni movimiento.

Rauda elevose a la mansión etérea


el ánima que ufana,

Excluida en la edición de 1920. Madrid.
64

Lorenzo Puente Acosta, poeta puertorriqueño.
65

473
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

en su ilusión aérea
ansiaba sólo con vehemente anhelo,
ver tremolar en el nativo suelo
de libertad la enseña soberana.

Tu patria idolatrada
nunca borraste de tu fiel memoria;
mil veces la lloraste encadenada
y en tono melodioso
tu lira lamentó su triste historia;
tu lira que templabas afanoso
para ensalzarla en su futura gloria.

La patria, bardo, para ti formaba


tu bien mayor y tu ilusión más bella;
tu pecho la adoraba
con ciega idolatría;
acaso con afán en tu agonía
aun clamaste por ella.
Mas, en vano, que bárbara, implacable
no te dejó la muerte inexorable
ver de tu libertad el fausto día.

Pero ya libre de miseria y llanto


el suelo abandonaste,
y raudo te elevaste
a ese mundo de luz do no hay quebranto;
ya huellas, ¡mártir! la celeste esfera,
mansión de eterna vida;
habitas ya la Patria verdadera
al justo prometida,
en donde el alma con fervor profundo
himnos entona al Hacedor del mundo.
1870.

Un gemido66
Sobre la tumba de mi malogrado amigo
José Francisco Pichardo.

Yo no vengo a la tierra donde yaces


a sembrar una flor, no puedo tanto,
yo no vengo a ofrecerte un nuevo canto,
en notas de sublime inspiración;


Excluida en la edición de 1920. Madrid.
66

474
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

no brotan flores en mi senda estéril,


ni el arpa del dolor tiene armonía
gemidos sólo guarda el alma mía
y un gemido te rinde el corazón.

Un gemido no más, solo tributo


que te brinda mi pecho lacerado,
a ti que fuiste siempre condenado
a gemir en la tierra como Job.

Y que aguardar supiste resignado


el término de tanto sufrimiento,
abismándose en Dios tu pensamiento
soñando en otro mundo cual Jacob.

Yo te vi padecer, sin que pudiera


de tus males la bárbara fiereza
abatir de tu pecho la entereza
ni tu heroica paciencia contrastar.

Superior al destino que en tu frente


descargara su inmensa pesadumbre,
supiste del saber a la ardua cumbre
el vuelo poderoso levantar.

Y en la arena revuelta de la vida


arrojado en combate permanente,
sucumbiste luchando heroicamente
sin ceder al destino tu valor.

Hoy por eso en el polvo removido


que de tu ser oculta los despojos,
derraman una lágrima mis ojos
recordando tu historia de dolor.

Mas ahora, ya sin penas en la altura


del ángel a las suaves armonías,
unirás las acordes melodías,
con que supo arrobarnos tu laúd.

Y duerme en paz: no turbe tu reposo


de mi dolor el lánguido gemido
mientras ciñes en premio merecido
los lauros del martirio y la virtud.
1873.

475
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

A los leutones
Consagrados el 24 de junio (1873), en la logia
“Cuna de América No. 2”67

Cual águila caudal con noble anhelo,


a la región vacía
levanta, ¡oh musa! el majestuoso vuelo:
raudales de armonía
pide a la inspiración, y al sol radiante
roba un destello de su luz brillante.

Y ven conmigo al templo luminoso


donde la unión se mira;
ven y contempla en su interior suntuoso
el cuadro que me inspira;
el que hace, ¡oh musa! que de ti demande
un himno nuevo, melodioso y grande.

Templo de amor donde la luz impera


sin término ni ocaso,
donde feliz la humanidad entera
se estrecha en dulce lazo;
y donde ajeno al mundanal tumulto
a Dios se rinde reverente culto;

do se desborda de su inmensa fuente


la caridad preciada,
donde siempre el clamor del indigente
halló fácil entrada,
y el huérfano infeliz en su amargura
apoyo firme, protección segura;

donde hoy gozosa, con amante halago


entre variadas flores
que del incienso con el humo vago
confunden sus olores,
conducida la infancia placentera
recibe del amor la unción primera.

Vosotros, niños, esperanza bella


del porvenir incierto,
de vuestros padres la marcada huella
seguid con digno acierto,
y seréis, imitando su alto ejemplo,
firmes columnas de tan noble templo.

Excluida en la edición de 1920. Madrid.
67

476
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Este momento con tenaz porfía


grabad en la memoria,
y pueda por vosotros algún día,
con majestad y gloria,
de la eterna verdad el sol fecundo
más bello alzarse a iluminar el mundo.
1873.

Gratitud68
A mi buen amigo el distinguido poeta
Federico Henríquez y Carvajal.

¡Oh! ¡cuán grato es para el alma


una voz amiga oír!
¡Oh! ¡cuán grato es para el alma
de amistad en dulce calma
una ofrenda recibir!

Yo escuché tu blando acento


con vivísima emoción;
yo escuché tu blando acento,
y expresarte lo que siento
no pudiera mi canción.

¡Ah! perdona si una ofrenda


no hallo digna para ti;
¡Ah! perdona si una ofrenda
de la tuya en rica prenda
yo no vengo a darte aquí.

Auras libres, ecos graves,


dadle acordes al laúd;
auras libres, ecos graves,
id, y al bardo en tonos suaves
murmurad mi gratitud.
1874.

En la muerte de María Isabel


Rodríguez de García69
¡Murió! triste en mi oído
ese lamento lúgubre resuena
por un eco doliente repetido.

68
Excluida en la edición de 1920. Madrid.
69
Excluida en la edición de 1920. Madrid.

477
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Murió! la brisa gime…


voló radiante a la mansión serena
del eterno reposo su alma justa;
que aquí en la tierra, de virtud sublime,
cumplida estaba su misión augusta.
¡Alma llena de angélica ternura!
¡Cuánta lágrima, cuánto sollozo
de afán y de amargura
acompaña tu viaje misterioso!
Tu ingénita bondad, tu trato afable
que la amistad desconsolada llora,
harán eterna tu memoria amable
para esta sociedad que, en duelo ahora,
tu pérdida lamenta, irreparable.
Allá en las horas de la infancia mía,
joven, alegre, cariñosa y buena,
ornada de virtudes te veía,
de orgullo libre, de ambición ajena:
yo vi cuando ataviada
de boda con el traje reluciente,
de juventud radiante, y coronada
de purísimas flores la alba frente,
ante el ara nupcial fuiste llevada.
Madre te vi después en grata calma
rodeada de tu prole bulliciosa
abrir a tanta dicha libre el alma;
y amante, amada y excelente esposa,
del respeto del mundo protegida
gozar en paz de tu ventura cierta.
Luego… cercada de aflicción y lloro,
a mi atónita vista sorprendida
apareces inmóvil, muda, yerta,
rotos de tu existir los suaves lazos,
sorda al clamor del inocente coro
que en vano busca tus maternos brazos.
En vano, ¡ay Dios! en vano,
extinto yace el corazón que ufano
en bien fecundo y en piedad constante
de la virtud a impulsos latió un día;
y amor, y dicha, y juventud brillante,
todo lo guarda ya la tumba fría.
Lloremos, ¡ay! el ánimo intranquilo
gime acatando del destino el fallo,

478
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

que en el hogar, de la ventura asilo,


cual iracundo rayo
descargó de la muerte la inclemencia,
y orfandad y viudez dejó en herencia.

Mas, no; ¡silencio! del pesar profundo


cese en los aires el clamor perenne;
no vaya a interrumpir la voz del mundo
de su sueño eternal la paz solemne.
Dichosa el alma generosa y pura
que en el amor del bien su dicha encierra,
que llena de ternura
como un ángel de paz cruza la tierra
digna aureola de virtud ciñendo;
y de este valle de aflicción y luto
al éter ascendiendo,
lamento general lleva en tributo!
1876.

A la niña I. A. C.70
Con motivo de haberme dedicado su leyenda
“Higuenamota”.

Cándida niña, la del alma grande,


la de entusiasta numen feliz,
la que a mis playas grata llegando,
goza, admirando
el cielo hermoso de mi país;

la que en mis bosques embalsamados


ricas esencias bebe al pasar,
y, temerosa, mira fervientes
las imponentes
olas que encumbra mi altivo mar;

la que en la historia de mi Quisqueya


sus tradiciones buscando fiel,
tiende al pasado la fantasía
y al alma mía
página tierna viene a ofrecer;

¿sabes acaso que al patrio suelo


perenne culto rinde mi amor?

70
Inés Aminta Consuegra. Excluida en la edición de 1920. Madrid.

479
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¿Sabes que todo cuanto atesora


férvido adora
con fiel delirio mi corazón?

¿Sabes, ¡oh niña! que amante siempre


de Patria el nombre, con tierno afán,
trémulo el labio murmura al viento,
y el pensamiento
siempre con ella soñando va?

¿Sabes que gimo cuando ella gime?


Que si en su frente rayo gentil
de dichas luce cual mensajero
con ella espero
triunfos y lauros del porvenir?

¡Oh! sí, lo sabes, tú que me brindas


con voz del alma, con tierna fe,
las impresiones arrobadoras
que en dulces horas
pudo inspirarte mi patrio edén.

¡Oh! sí, lo sabes, tú que en la historia


de su pasado triste y fatal,
inspiraciones tiernas hallando,
grata, enlazando
con ellas, niña, mi nombre vas.

¡Guárdete el cielo! tu generoso,


tu puro acento blando y sutil
como el suspiro del aura errante,
del pecho amante
las fibras todas hizo latir.

¡Oh! ¡Si pudiera recompensarte


las emociones de ignoto bien,
la paz serena, la suave calma
que allá en el alma
tu ofrenda santa supo verter!

Mas, sólo puedo, cuando en mi oído


voces del cielo murmuras tú,
del puro idioma del sentimiento
débil acento
darte en las notas de mi laúd.
1877.

480
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Una esperanza71
Al Sr. D. Enrique Coronado72

Oh, tú, que errante vagas, ausente de tus lares,


vertiendo en tristes notas tu amarga decepción!
Escúchame un momento, da tregua a tus pesares
y entrega a la esperanza tu mártir corazón.

No pueden, no, calmando tus horas de amargura,


llevarte mis cantares un eco del hogar;
mas pueden anunciarte que vívido fulgura
de redención el iris sobre el Caribe Mar.

Y pueden, sí, llevarte los votos que del alma,


colmados de esperanza, se elevan hasta Dios,
pidiendo para Cuba la bienhechora palma
que busca en los combates y del martirio en pos.

Mil veces ¡ay! me trajo la brisa confidente


de víctimas inermes los ayes de dolor,
y el grito de los héroes, enérgico y potente,
y de los bravos mártires el himno redentor.

Y a cada nuevo lauro que alcanza en la pelea


la perla de los mares del mundo tropical,
dilátanse las fibras del alma que desea
levante victoriosa la frente virginal.

Se abate ya el orgullo de la arrogante España;


ya tiembla y retrocede, sin fuerzas, el león;
y en vívidos fulgores el horizonte baña
la Estrella Solitaria de augusta redención.

La perla codiciada del mundo americano,


la tímida cautiva, potente se alza ya;
y, el carcomido yugo rompiendo del hispano.
triunfante, de los libres el himno entonará.

La América Latina con palmas y con flores


se apresta de ese triunfo la gloria a celebrar,
y anhela entre el estruendo de aplausos y loores
la redimida sierva sonriendo coronar.
1875.

71
A pesar de su fecha, 1875, no figura en la edición de Poesías, 1880.
72
En respuesta a versos que el poeta cubano dedicó a la autora. (Nota ed. 1920, pág. 113).

481
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El ave y el nido
¿Por qué te asustas, ave sencilla?
¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.

Aquí, en el hueco de piedra dura,


tranquila y sola te vi al pasar,
y traigo flores de la llanura
para que adornes tu libre hogar.

Pero me miras y te estremeces,


y el ala bates con inquietud,
y te adelantas, resuelta, a veces,
con amorosa solicitud.

Porque no sabes hasta qué grado


yo la inocencia sé respetar,
que es, para el alma tierna, sagrado
de tus amores el libre hogar.

¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido


mientras del prado me alejo yo;
en él mi mano lecho mullido
de hojas y flores te preparó.

Mas si tu tierna prole futura


en duro lecho miro al pasar,
con flores y hojas de la llanura
deja que adorne tu libre hogar.
1875.

Impresiones
A José Joaquín Pérez, en respuesta a la dedicatoria
de su colección de Fantasías indígenas.73

Quejas del alma, vagos rumores,


lejanas brumas, rayos de luz,
fragante aroma de índicas flores,
himnos de guerra, cantos de amores
brotan al ritmo de tu laúd.

¿Quién, recorriendo tus Fantasías,


hijas del trópico abrasador,


En ed. 1880, pág. 49: Al distinguido poeta J. J. Pérez, autor de las “Fantasías indígenas”.
73

482
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

vibrar no siente las armonías


de aquella raza que en otros días
poblar sus selvas Quisqueya vio?

Sobre la cumbre de las montañas,


de las palmeras bajo el dosel,
al grato abrigo de las cabañas,
y hasta en las grutas al hombre extrañas,
haces del indio la sombra ver.

Y el aire cruza triste lamento.


y el eco suena del tamboril,
y al valle indiano, y al ave, al viento.
a todo presta tu blando acento
fuego, armonía, vida y matiz.

Y el junco verde que en la onda gira,


la tumba sola que arrulla el mar,
y el ave errante que allá suspira,
notas perennes dan a tu lira,
tristes historias llenas de afán.

Entre sus bosques afortunados


no escuchó nunca a indiana grey
dulces areitos tan acordados
como tus cantos privilegiados,
vagos preludios de ignoto edén.

Parece, bardo, que el genio ardiente


de estas regiones habitador
templó tu lira suave y doliente,
y en viva lumbre bañó tu frente
dando a tus ritmos inspiración.

Que si inspirado suena tu canto


poblando aéreo la soledad,
ávida el alma te sigue, en tanto
que dulces notas de nuevo encanto
fascinadoras haces vibrar.

Cuando al transporte del numen cedes,


cuando tu mano pulsa el laúd
y en la armonía fácil excedes,
¡ay, quién pudiera, como tú puedes,
dar a sus trovas música y luz!

Pues de una fama ya merecida


tus Fantasías vuelan en pos,

483
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

mientras acepto, reconocida,


de esos cantares llenos de vida
con noble orgullo la ofrenda yo,

¡oh de la patria de Anacaona


cantor amante, bardo feliz!
ciñe con flores de nuestra zona
la que prepara digna corona
para tus sienes el porvenir.
1877.

En defensa de la sociedad74
Pasad, pasad por las puertas,
preparad la calle al pueblo;
allanad el camino,
y alzad el estandarte a los pueblos.
Isaías, LXII, 10.

Espíritu creador, numen fecundo


que en incansable actividad dilatas
de tu excelso poder las maravillas,
tú que perenne brillas
en las obras del bien, tú que arrebatas
a regiones sin fin el pensamiento
y extiendes con tu amor de mundo a mundo
las leyes del eterno movimiento:

¿será que la preciada


sublime hechura de tu augusta diestra
condenes al reposo de la nada?
¿Será que aletargada,
de tu activo poder ante la muestra,
en indolente ociosidad rendida
admirándote ¡oh Dios! pasa la vida?

No: despertad, los que del campo ameno


en la florida alfombra
sólo buscáis al ánimo sereno
horas de paz en ignorada sombra.
Alzad, los que siguiendo
de la corriente el agradable giro,
un anatema al popular estruendo
lanzáis, soñando más feliz retiro.

74
En ed. 1880, pág. 72: A los científicos y artistas. (Dedicatoria).

484
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

No es el orgullo quien levanta al cielo


pirámide grandiosa
y alzar pretende a lo infinito el vuelo:
es la chispa inmortal, que poderosa
la inmensidad fatiga,
y en constante anhelar y afán interno
hace que el hombre en su delirio siga
algo de grande cual su fin eterno.
El solo es quien anima
del yerto mármol la materia dura,
el que las obras del Creador sublima
en paisajes de espléndida pintura
y al fuego fecundante de la idea
descubre mundos y portentos crea.

No todo es paz y amor, delicia grata,


allá del campo en el silencio amigo,
ni en cuanto abarca la inocencia mora:
también allí la tempestad desata
su furia destructora,
el áspid en las flores tiene abrigo,
y el ave de rapiña, turbulenta,
la presa entre sus garras atormenta.

No todo es vicio y confusión y horrores


entre el social tumulto:
tras ese velo de maldad y errores
luz halla el genio, y el Eterno culto,
palmas el bien y la virtud loores.
De un Dios también la majestad potente
se dilata en espacios sin medida
allí do el alma pensadora siente
bullir el mundo y palpitar la vida.
En solitaria calma
no se alza sólo hasta el Creador el alma,
ni del campo en la paz siempre vivieron
los pocos sabios que en el mundo fueron.

La sociedad que avanza


sus destinos altísimos comprende,
y al ocio opone varonil pujanza,
y a realizar su perfección asciende.
Es ella la que, activa,
los bíblicos asombros hoy renueva,
Moisés moderno que al desierto lleva
raudales de agua viva,

485
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

que al pueblo del Señor la senda traza


y resignado escucha
las voces de la turba que amenaza;
nuevo Josué que en gigantesca lucha
detiene allá en su esfera
del padre de los astros la carrera.

Por ella en lid de fama


raros prodigios el ingenio luce
y del mundo los ámbitos inflama;
al imperioso empuje de su vuelo,
vencida la distancia se reduce,
divídense los istmos,
descorren los espacios su ancho velo,
descubren sus secretos los abismos,
y preso en redes que la industria labra
lleva atónito el rayo la palabra.

Y esa es del hombre la misión sublime:


disipar del error la sombra densa,
y a la ignorancia que en tinieblas gime
llevar la luz de la verdad que piensa.
¡ Oh soñadoras almas
que en perenne quietud y paz cumplida
anheláis a la sombra de las palmas
en ocio estéril enervar la vida!
Volved, no es ese el puesto
donde el deber, la humanidad que llora,
y el mismo Dios, a la inacción opuesto,
os mandan combatir hora tras hora.
Volad a las regiones
donde en lucha de honor el bien levanta
glorioso sus pendones
y a conquistar el orbe se adelanta.
¡El mundo pide luz, dadle ese rayo
que amortiguáis en criminal desmayo!

Habite ufano el labrador activo


los campos que fecunda,
mostrando al ocio esquivo
la honrada frente que el sudor inunda.
Corra el audaz minero
que fatiga la tierra y arrebata
espléndido el venero
que en su seno preciado se dilata.

486
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Vuele a poblar el campo abandonado,


abriendo al porvenir dignas contiendas,
el que de ciencia y de virtud llevado
domeña la cerviz de altivos montes,
descubre nuevas sendas,
ensancha los cerrados horizontes
y del desierto hasta el confín lejano
lleva los triunfos del progreso humano.

Mas ¡ah! los que rendidos


de la arena del mundo en el combate
lleváis del desencanto los gemidos
al corazón que de entusiasmo late:
¡paso a la inteligencia!
Desmayados atletas, apartaos!
Y vosotros, alumnos de la ciencia,
que fecundáis el caos
poblándolo de espléndidas creaciones,
no deis tregua al destino:
alzad el estandarte a las naciones,
abrid a las virtudes el camino.
1878.

La Transfiguración
Al Pbro. Dr. Fernando Arturo de Meriño.

¡Oh musa! El vuelo tiende


sobre la cumbre del Tabor radiante,
y al fuego de la llama en que se enciende
la nube centellante,
alza de gloria el cántico triunfante.

Y di cómo en su altura,
postrado el Cristo en oración sublime,
al cielo eleva la mirada pura;
mas no el pesar le oprime
ni acongojado en su plegaria gime.

Ni el ángel mensajero
le ofrece del dolor la copa amarga,
ni del suplicio que le aguarda fiero
la pesadumbre larga
rinde sus fuerzas ni su mente embarga.

No, que al martirio infausto


antes de humilde doblegar el cuello,

487
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de las culpas del hombre en holocausto,


dejar patente y bello
de su divinidad quiere un destello.

Mirad: a la ardua cumbre


sube inspirado, con segura planta,
y deja tras de sí la muchedumbre:
que para gloria tanta,
seguido de tres sólo se adelanta.

Y llega, y prosternado,
en éxtasis sublime se recrea,
y, al fuego de la fe transfigurado,
su frente centellea
encendida en los rayos de la idea;

y evoca entre el misterio


de la pasada edad sombras gloriosas
que dóciles se inclinan a su imperio,
viniendo presurosas
homenaje a rendirle fervorosas.

Allí su talla muestra


la gigante figura enaltecida
que a la luz del relámpago siniestra
sobre la cumbre erguida
promulgó del Sinaí la ley de vida.

Y allí el profeta ardiente,


el profeta del bien, que, peregrino
sin tregua perseguido entre la gente,
con ímpetu divino
en alas ascendió del torbellino.

Con ellos, inspirado,


de su trágico fin habla el Mesías;
de Moisés toma el código sagrado
y del divino Elías
la fe de las antiguas profecías.

Y así combina el Justo


los elementos de la Ley moderna,
el nuevo Credo, el Testamento augusto
que cual ofrenda tierna
legó a los hombres en memoria eterna.

¿Do están los que sus huellas


siguieron al Tabor entusiasmados

488
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

y vieron de su faz las luces bellas?


Miradlos deslumbrados
y de asombro y pavor allí postrados.

Y en férvido arrebato,
el pecho ardiendo en sacrosanto fuego,
Pedro, el apóstol de la Iglesia ornato,
en exaltado ruego
la rienda suelta a su entusiasmo ciego;

y alzar en lo eminente
de la cumbre tendidos pabellones
pide en el rapto de su amor ardiente,
soñando en sus regiones
detener de la Ley a los varones;

cuando quedara inerte


mudo de asombro, porque el éter baña
fúlgida nube que destellos vierte
de claridad extraña
y enciende en viva lumbre la montaña.

Y voz de eco profundo


repite como el trueno en la eminencia:
“Mirad al Hijo en quien mi gloria fundo,
mi eterna complacencia:
oíd de su palabra la excelencia.”

La faz contra la tierra


los apóstoles vuelven con espanto
al eco de esa voz que los aterra;75
y se disipa en tanto
de aquel prodigio el misterioso encanto.

Alzad, alzad la frente;


desierta está la cumbre centellante
que habéis de eternizar entre la gente,
y sólo allí, radiante,
sereno, al Hombre-Dios se ve triunfante.

Así fortalecidos
por un portento que la mente abruma,
seguido en vuestro asombro confundidos:76
ni el labio ni la pluma
el brillo cuenten de su gloria suma.


En ed. 1880, pág. 80: al eco de esa voz que les aterra;
75

En ed. 1880, pág. 80: seguidle en vuestro asombro confundidos;
76

489
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Dejad que, entre el tumulto


de la iracunda plebe turbulenta,
blanco se mire de cobarde insulto,
y apure de la afrenta
la amarga hiel sobre la cruz sangrienta.

Dejad que el hombre ciego


desconozca su origen soberano;
que de esa sangre al generoso riego
germinará, lozano,
fecundo, el bien del porvenir humano.

Y luego, cuando el mundo


se encienda al rayo que en su frente brilla,
al orbe puesto en estupor profundo
cantad con fe sencilla
del Tabor inmortal la maravilla.
1878.

Caridad77
Pasó la tempestad… ¡Emprende el vuelo
como el ave del arca,
espíritu de amor y de consuelo!
Que ya el iris de paz su franja enarca,
se alegra el firmamento
y se adormece el mar y calla el viento.

De nuevo olivo la celeste rama


en horrorosa angustia
desventurada multitud reclama:
los seres ¡ay! que con el alma mustia
contemplan entre asombros
deshechos sus hogares en escombros.

Llega trayendo con amante giro


en voz conmovedora,
en la rítmica nota del suspiro,
un eco de esperanza bienhechora,
de caridad sublime.
que la fe aliente y el valor reanime.

Recorre de Quisqueya las hermosas


comarcas florecientes:
77
Escrita para la velada benéfica celebrada con motivo del huracán que azotó
la zona sur del país. Esta poesía no fue incluida en la edición de 1920.
Madrid.

490
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

escenas de amargura, lastimosas,


los ojos miran al girar dolientes,
¡y yermas, desoladas,
las campiñas del sur infortunadas!…

Sopló sobre ellas en momento aciago,


con ímpetu sin nombre,
la pavura sembrando y el estrago,
conturbando el espíritu del hombre,
indómito, furente,
el huracán del trópico rugiente…

¿No ves sobre la playa los despojos


del contrastado leño
que atestiguan del ponto los enojos?
Allá los restos del hogar sin dueño
despedazados mira
publicando el furor del viento en ira.

Y los campos también ayer cubiertos


de mieses productoras
desnudos ¡ay! aparecer desiertos:
¡se encresparon las aguas, bramadoras,
y el desbordado río
sorbió feroz el bienhechor plantío!…

Todo ceder al general trastorno


en rápidos instantes
de esa bella región mirose en torno,
y haciendas pingües y riquezas de antes,
y generosas vidas,
del estrago en la ruina confundidas.

Llega buscando el óbolo bendito,


la cariñosa ofrenda
que atesora de bien precio infinito;
y así llevando la valiosa prenda,
volemos en ayuda
del desvalido, el huérfano, la viuda.

Escucha la plegaria que levantan


en numeroso coro;
ya las manos se extienden, se adelantan
a enjugar de sus párpados el lloro;
a preparar abrigo
al que sin techo se encontró mendigo.

491
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y a más allá de do la vista alcanza,


del viento y de la nube,
¡oh santa caridad! en tu alabanza
eco de gratitud al cielo sube,
y ufanos te bendicen
seres que al mundo tu excelencia dicen.
Septiembre 24, 1883.

Víctor Hugo
¡Vedlo! Allí está! De pie sobre la cumbre,
¡mirando a todos con piedad suprema;
allí lo encontrará la muchedumbre
cuando en horas de afán y pesadumbre
del genio y la virtud busque el emblema.
1885.

En la muerte de F. X. Billini
¡Dejadlo descansar! Heroico, fuerte,
ungido para el bien, se irguió en la vida;
cayó luchando, y alcanzó en la muerte
alta victoria y fama esclarecida.

¿A qué llorar? De su labor fecunda


Mirad las obras en conjunto vario:
Bien puede reposar quien labra y funda
Y edifica y combate: es necesario.

Al afligido, al huérfano, al anciano,


al demente infeliz, tended los ojos,
tended el corazón, tended la mano,
si honrar queréis del bueno los despojos.

Esas obras que ayer de su alma pía


surgieron al esfuerzo formidable
levantad en magnánima porfía
con base firme y vida perdurable.

Eso pide, eso espera el que, hoy dormido,


amar y redimir tuvo por gloria:
salvar sus ideales del olvido
es digno monumento a su memoria.
Abril de 1890.

492
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

¡Pobre niño!
En la muerte de José María Pichardo Patín,
discípulo de Hostos.

Ayer no más, al beso


de maternal ternura peregrina,
la vida te sonrió con embeleso,
dejando un rayo de la luz divina
sobre tu frente impreso.

Al verte, los que alzamos


el pendón sacrosanto de los buenos,
los que la fe del porvenir guardamos,
en ti, gozosos, de entusiasmo llenos,
un lidiador miramos.

Y ¡ay! el dolor se avanza,


se interpone a tu paso en el camino,
desfalleces al golpe que te alcanza,
y al peso abrumador de tu destino
se extingue de la Patria una esperanza.
1886.

Mi óbolo
Para la fiesta a beneficio de las víctimas del incendio
del 3 de mayo en la Ciudad Nueva, de Santo Domingo.

Escombros y cenizas en el suelo,


angustia en el espíritu sin calma,
eso guarda no más en desconsuelo
quien hogar tuvo ayer y en paz el alma,

Hoy abatida y contristada llora


la ruina y destrucción de sus hogares
inquieta multitud que al cielo implora
de su perdido bien en los lugares.

¡Ayudemos al triste en la contienda


para alzar las moradas destruidas!
Al concurso yo traigo por ofrenda
estas notas del arpa desprendidas.

¡Paso abridles! La lira del poeta


tiene tonos enérgicos y extraños,
que vibran como acentos de profeta
y almas conmueven y conjuran daños.

493
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Paso abridles! La risa del sarcasmo


huya del labio que entreabrió la duda:
yo vengo con la fe del entusiasmo,
con esa fe que las montañas muda.

Allá en tiempos remotos, muy remotos,


en playas de estas playas muy distantes,
cuando en los climas vírgenes e ignotos
fijaban su mansión pueblos errantes,

de la lira a los mágicos acentos,


bajo un cielo de eternas claridades,
se vieron sobre sólidos cimientos
surgir muros y alzarse las ciudades.

¡Paso abrid a las notas de mi canto,


que intentan, con poder desconocido,
ir a enjugar del infortunio el llanto
y alzar los muros del hogar caído!

Espíritus que abate el desconsuelo


y vais sin tregua en la desgracia ruda:
hay seres que lamentan vuestro duelo,
hay socorros que van en vuestra ayuda.

Os brinda la esperanza alientos puros


que al pecho tornen la perdida calma:
tendréis albergue en que vivir seguros,
hogar tendréis en que espaciar el alma.
Mayo de 1890.

Fe
En el cuarto centenario del descubrimiento de América.
Lejos la costa y el hogar lejos,
mares y mares en la extensión;
no hay luz que alumbre con sus reflejos,
bate sus alas el aquilón.

¿Do va la nave, si no hay un puerto


que abrigo al nauta ni amparo dé;
si todo es sombra, si todo incierto,
si sólo abismos el terror ve?

¡Ay del piloto! La airada turba


con fiero amago blande el puñal;

494
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

pero al piloto nada conturba,


fijo en la imagen de su ideal.

Torpe en el eje la aguja oscila,


se muestra indócil al norte fiel;
pero el piloto nunca vacila
y el rumbo marca de su bajel.

Avante, avante la nave sigue,


rugiendo el hombre, rugiendo el mar;
avante, avante, mas no consigue
ver una orilla ni un puerto hallar.

Olas tras olas, mares y mares,


un sol que muere y otro después,
lejos, muy lejos los patrios lares,
y el negro abismo bajo los pies.

“Muera el aleve!” –la turba estalla–.


“¡Muera el que arrastra la muerte en post!”
Pero el piloto la turba acalla
con este acento que inspira Dios:

“Dejad que brille la nueva aurora.”


La blanca aurora torna a lucir,
y de las ondas que el sol colora
surge la tierra del porvenir.
Octubre de 1892.

¡Tierra!
¡Tierra! ¡Tierra! Los siglos conmovidos
evocan ese grito de la historia,
despertando los ecos adormidos
y al orbe haciendo estremecer de gloria.

Rasgado el velo del error oscuro,


ebria de luz, cual astro soberano,
de ese grito magnético al conjuro
la América surgió del océano.

El enigma cayó: mudas de asombros


las vencidas edades se inclinaron,
y, el manto desciñendo de sus hombros,
al genio vencedor glorificaron.

No más el horizonte en lejanía


para el nauta será sombra y misterios

495
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

ya se abre ruta en la extensión bravía,


ya toca triunfador otro hemisferio.

Ya no es el hombre el paria condenado,


ludibrio de las turbas en cinismo:
el torpe mundo, del error dechado,
con recio trepidar se hundió al abismo.

Contórnase la tierra en el espacio,


alcanza de los astros las carreras,
y concierta al espíritu reacio
el himno universal de las esferas.

Ancho campo que esplende en claridades


brilla deslumbrador ante la ciencia;
y es luz cuanto palpita en sus verdades,
y es luz cuanto se yergue en la conciencia.

Rotas las infamantes ligaduras


entrabadoras de la humana idea,
descoge el pensamiento alas seguras,
vuela, investiga, y elabora, y crea.

Grito de bendición y de esperanza,


resuenas en los aires todavía…
Ningún acento de la historia alcanza
tan hondo a socavar la tiranía.

Germen de libertad y de progreso


a su acento brotó, fecundo y grande,
que desenvuelto en vigoroso exceso
fuerza de vida al universo expande.

¡Salve a la humanidad regenerada!


La inteligencia el porvenir encierra,
y audaz y firme, en su poder confiada,
avanza libre a conquistar la tierra.

Mientras el bronce al genio inmortaliza,


timbre y orgullo de la humana historia,
¡salve al grito de amor que simboliza
progreso y luz y redención y gloria!
Octubre de 1892.

496
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Palabras
De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la segunda investidura de alumnas suyas,
en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1888.78

Vengo a cumplir un deber sagrado, vengo a satisfacer en leve parte una deuda de
inmensa gratitud. ¡Ah! por más que extreme el caudal inagotable del reconocimiento,
esa deuda no se satisface por completo.
Hablo, señores, de la deuda contraída con el Director de la Escuela Normal, con
el implantador sincero y consciente del método racional de la enseñanza moderna
en la sociedad dominicana.79
Le vi aparecer trayendo por séquito los rayos de las nuevas ideas, de las ideas
redentoras, de las ideas de la civilización actual, y yo, que siempre he suspirado, que
suspiro aún, que suspiraré mientras aliente, por el engrandecimiento moral y material
de mi país, batí palmas de gozo y esperé. Pero la porción más preciosa de esta juventud
a quien está encomendado el porvenir no tomaba parte en este desarrollo de luz y
de conciencia. La mujer, la madre, necesitaba fortalecerse también con la posesión de
la verdad y de la moral científica, para preparar y fortalecer a su vez, por medio de
ese arte que sólo ella posee, la conciencia de las generaciones del futuro. Propúseme
entonces, aunque con débiles fuerzas, coadyuvar a la magna obra, y, alentada por el
generoso compañero de mi vida, que lleva por ideal el triunfo del bien, de la virtud y
de la ciencia, emprendí la difícil labor. No quiero saber si la ignorancia me ha regala-
do con los dicterios de su encono. Voces de aliento se levantaron para animarme en
la tarea, entre ellas la del mismo doctrinario que ha tenido especial complacencia en
aplaudir mi obra y coronar el triunfo de mis esfuerzos desinteresados.
Mas ¡ah! él, pronto siempre a dar su apoyo en favor de las nobles ideas y a con-
tribuir al logro de toda obra de bien, de luz y de progreso que se inicia en derredor
suyo mal juzgado porque ha sido mal comprendido, lucha contra los elementos
desencadenados de una oposición injusta; y fatigado del largo y rudo combate, si
bien firme y serena la conciencia, se aleja de nosotros para ir a apacentar su espíritu
en otra esfera de más amplios horizontes para la vida intelectual. ¿Pero qué de ex-
traño? Esa suele ser la cosecha que recogen los productores del bien. Así es a veces la
humanidad: tiene para los reformadores, para los civilizadores, la cicuta y la cruz.
Y bien, he dicho a mis discípulas, vamos a verter una gota de miel en su copa de
acíbar: llevémosle, como prenda de gratitud y despedida, un nuevo fruto de nues-
tras labores, para que lo consagre con su palabra amorosa. Y henos aquí llenando el
sagrado deber. Nuestra presencia en este lugar es la expresión de un voto de gracias
y de un adiós.
¡Ah! yo adoro esta patria donde nacieron mis padres, donde vine yo al mundo,
donde he visto irradiar sobre mis hijos la luz de la existencia, y tú llegaste a ella con
los estímulos del bien, y enamorado de su belleza y presintiendo altos destinos para
su porvenir, quisiste lanzarla en la corriente civilizadora de las ideas. ¡Sé bendito!
Yo no olvidaré el noble empeño con que te consagraste a dignificarla en su puesto
de nación libre.

78
De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 58.
79
Eugenio María de Hostos.

497
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Te vas; pero germinará la simiente que dejas en el surco, y los frutos del porvenir
se fecundarán con la savia de tus doctrinas pedagógicas.
¡Adiós! Cuando en las horas tranquilas que te esperan bajo otro cielo, acuda a tu
memoria un pensamiento de amargura en el cual palpite el nombre de mi patria,
piensa también que hay en ella corazones amigos que te recuerdan y almas agrade-
cidas que te bendicen.
Salomé Ureña de Henríquez

Palabras
De la Directora del “Instituto de Señoritas” en la última investidura
de alumnas suyas en la Escuela Normal de Santo Domingo, diciembre de 1893.80

Henos aquí por la tercera vez consagrando, bajo los auspicios de la Escuela Normal,
nuevas sacerdotisas para el apostolado de la enseñanza. Ya nos parecen comunes
estas fiestas del espíritu, y ayer no más estaba vedada a la mujer en nuestro país
toda aspiración fuera de límites del hogar y la familia.
Abrió sus aulas esta institución docente, de privilegio exclusivo para el hombre,
y tuvo el niño campo y guía para desenvolver su razón y transformarse poco a poco
en el profesor consciente, capaz de dirigir a su vez y desarrollar vigorosamente las
inteligencias infantiles. Ya no se confiará la educación de la niñez al primer intruso,
sin dotes para el alto ministerio, sin conocimientos científicos, sin plan, sin propósito
en esta obra de luz y de conciencia, en esta obra generadora de los grandes destinos
del futuro. De hoy más tendrá el niño en cada maestro un mentor, un guía para el
desarrollo de sus facultades, para el desenvolvimiento de su espíritu.
¡Y qué! La razón de la niña, la razón de la mujer, la razón de la madre, ¿palpará
las tinieblas cuando su compañero vive en plena luz? ¡Cuánta injusticia! ¡Qué des-
equilibrio en ese hogar donde el niño puede dar lecciones a la madre! ¡Imposible,
imposible! Preparemos también, a esa mitad importantísima de la humanidad, men-
tores y guías que desenvuelvan su razón y la capaciten para dirigir y alentar a los
tiernos seres que la naturaleza le confía y que la amarán entonces con doble amor y
veneración. Preparémosla para coadyuvar inteligentemente a la reforma social que
se inicia con el desarrollo de la conciencia.
¿Pero dónde? ¿Pero cómo? He aquí el problema que hace doce años quise resolver,
y al cual he sacrificado mi reposo y no escasa parte de mi salud.
¡Ah! Ese centro que se creó exclusivamente para el hombre nos abrirá sus puertas
cuando llamemos en demanda de igual derecho para la mujer. Eso dije, eso dijimos;
y, trabajando incansables en la medida de nuestras fuerzas, llamamos humildemente,
y el generoso educador81 cuya efigie suspendida sobre nuestras cabezas asiste muda,
pero elocuente, a la continuación de su obra, el educador eximio, oyó absorto y com-
placido nuestra demanda; y las puertas de la Normal se abrieron con alborozo, y
entramos entre aplausos de júbilo a ungir también, para el magisterio de las nuevas
ideas, las frentes femeniles.

80
De la Revista de Educación, No. 17, de fecha 31 de marzo de 1933, pág. 60.
81
Eugenio María de Hostos.

498
salomé ureña de henríquez  |  POESÍAS ESCOGIDAS

Hemos venido otra y otra vez, y ya no parece extraña nuestra presencia, ni atre-
vido nuestro arrojo. ¡Gracias!
Pero ¡ah! rendida por la fatiga de la lucha, sin recursos, sin medios de ninguna
especie para continuar de pie sobre el palenque, solicitada por el santo deber de la
educación de mis hijos, que reclama por entero todas las energías de mi espíritu, sello,
con esta última prueba de mi trabajosa labor, la obra iniciada hace doce años.
Pláceme ver que no ha sido infructuosa, ya que su crédito tomó vuelos hasta me-
recer de la representación nacional, por voto unánime, el que el Instituto de Señoritas
fuese elevado por decreto a la categoría de Escuela Normal para Maestras, y ya que
las profesoras tituladas en la Escuela Normal de Santo Domingo se ven solicitadas
con empeño, ora para clases en familia y en planteles de educación, ora para algunos
puntos de la República, llamamiento este último al cual no han atendido hasta ahora
por las dificultades que apareja el cambio de residencia.
Bástame, señores, con la satisfacción íntima de ver el cambio que va operándose
gradualmente en la educación de la mujer dominicana; y si alguna gloria hay en ello,
la reclamo toda entera para los que conmigo han coadyuvado a la realización de la
obra. Para el compañero de mi vida, sin cuyo generoso esfuerzo y fecunda labor no
se hubiera iniciado ni hubiera dado sus primeros frutos; para los profesores Dubeau,
Prud’homme, Zafra y Federico Henríquez, que prestaron su concurso eficacísimo
en las primeras pruebas del Instituto; para esas mismas jóvenes profesoras, que, sin
remuneración apenas, con abnegación ejemplar, han venido por más de seis años
sosteniendo la carga sobre sus débiles hombros; para los que generosamente han
contribuido con su óbolo personal a dar un año más de vida al plantel moribundo,
y por fin para la Escuela Normal y su distinguido fundador, sin cuyo valioso apoyo
no hubiera podido realizar su propósito ni coronar sus faenas el “Instituto de Seño-
ritas”.
Salomé Ureña de Henríquez

Adhesión del “Instituto de Señoritas”


al proyecto de estatua a Duarte82
Instituto de Señoritas
Santo Domingo,
Noviembre 3 de 1893.
Señor Presidente de la Junta Central Directiva del
Proyecto de Estatua a Duarte.
Señor:
Hoy, en el decimosegundo aniversario de la apertura de este plantel de educación,
se dio cuenta con la atenta circular de invitación de ese centro, del nobilísimo pro-
pósito nacional iniciado por el Ayuntamiento de Santo Domingo y cuya realización
se ha encomendado al patriotismo de esa respetable Junta.
La escuela, que es el laboratorio de las ideas de verdad y de bien que en el por-
venir han de difundirse y convertirse en actos, así en el hogar como en la patria, no


El borrador de esta comunicación fue escrito por la directora de dicho Instituto. (M. Henríquez Ureña).
82

499
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

debe quedarse fuera del universal concierto de voluntades reflexivas que en todo
el país, y aun en el exterior, se disponen a contribuir con su óbolo de justicia y de
reconocimiento a la erección del monumento representativo del egregio Fundador
de la República.
Desde hoy se ha abierto en este plantel una suscripción semanal, voluntaria, para
formar un óbolo que, aunque por su modestia no corresponda a las aspiraciones de
la escuela, sea digno de la obra emprendida en honra del Patricio inmaculado, cuya
vida es alto ejemplo de las virtudes que informan un acendrado patriotismo y un
carácter eminente.
Servíos aceptar, señor, con el ofrecimiento del citado modesto óbolo para la
estatua, el voto de adhesión que a ese acto de justicia, como a cualesquiera otros
que se realicen en la patria, os presenta el Instituto de Señoritas.

B.V.M.
La Secretaria, La Directora,
Luisa Ozema Pellerano. S. Ureña de Henríquez.

500
No. 43

poesía dominicana
Selección y prólogo
Pedro René Contín Aybar
poesía dominicana

La poesía dominicana, abundosa de poetas y de cantos, no tuvo un verdadero carácter


propio sino hasta la aparición del Postumismo y, por ende, con Domingo Moreno Jimenes.
El postumismo marca, quiera que no, el principio de la nacionalidad en la poesía domi-
nicana. Es a partir de él cuando los poetas sienten verdaderamente la Patria. La Patria más
allá de las formas exteriores, en el hondón y en la sangre.
Anteriormente, para expresar esta idea, los poetas habían recurrido a formas que, por
inexistentes realmente devinieron falsas o, inmediatamente, efímeras. El ejemplo de José Joa-
quín Pérez, quien quiso traducir la nacionalidad en una rebuscada ascendencia indigenista,
que no consistió, muchas veces, sino en el empleo erudito de voces lucayas o guaraníes para
ambientar una serie de leyendas escritas en verso noble y elevado, acerca de la raza de los
pobladores de la Isla en la época del Descubrimiento.
O el de Arturo Benito Pellerano Castro, Byron, de fina sensibilidad poética, el cual
creando su género peculiarísimo, criollas, referido al modo campesino, y al habla popular,
el modo de ser dominicano.
O quienes, como mucho más tarde Tomás Hernández Franco y Tomás Morel, verbigra-
cia, buscaron en el colorismo del elemento negro la forma mejor de dar ambiente patrio,
cuando la verdad es que, ni en el caso indigenista, ni en el criollista, ni, mucho menos en el
negroide, había fuerzas suficientes, por no existir la debida tradición de donde partiere en
verdad el movimiento, para desarrollar un sentido nacional. Más todavía, ni un solo aspecto
real de lo peculiar nuestro.
La labor de todos ellos es encomiable desde otros puntos de vista. No pongo en duda,
ni por un momento, ¡líbreme Dios!, su buena intención y la calidad de su poesía. Me refiero
nomás a la circunstancia poesía dominicana, poesía de ambiente nacional, (aunque con sentido
universalista, porque si no, se entra en el campo, terrible, de lo simplemente folklórico, o
en lo que es algo peor, en el chauvinismo literario), y la cual advino luego, a partir, como ya
dije, de Domingo Moreno Jimenes.
Aclaro estos conceptos porque este volumen de la Colección Pensamiento Dominicano
se intitula Poesía Dominicana, esto es, poesía escrita, hasta el 1951, por poetas dominica-
nos. Y que viene a suplir, en parte, las ediciones de mi Antología Poética Dominicana, 1945
y 1951, agotadas.
Para obviar esta falta he compuesto este volumen, a pedido del director de la Colección,
Julio D. Postigo. No se incluyen otros poetas que los aparecidos en la primera edición, algunos
de los cuales, por razones obvias, debieron ser suprimidos en la segunda.
Sin embargo, a partir de entonces –y tuve el placer de presentar yo a trece de ellos, en los
Cuadernos Dominicanos de Cultura–, muchos otros poetas han tomado sitio preeminente
en la poesía dominicana, que me propongo seleccionar y estudiar en un próximo volumen,
como, por ejemplo, Manuel Rueda, Máximo Avilés Blonda, Víctor Villegas, Miguel Alfonseca,
Pedro Caro, Freddy Gatón Arce, René del Risco Bermúdez, Rafael Valera Benítez, Ramón
Cifré Navarro, Antonio Fernández Spencer, Josefina Romano Pou, y muchos otros más.
El sentido dominicano adquiere toda su vigencia en ellos, después de la lección de
Domingo Moreno Jimenes y de Héctor Incháustegui Cabral. Palabras como libertad, inde-
pendencia, geografía, frontera, Patria, y por ende, hogar, familia, esposa, madre, novia, así
como también paz, progreso, río, pueblo, están plenas de valor. El sueño es promesa viable,
el valor es dignidad, la significación de raíz, árbol, fruto, tierra, están ligados a la intensifi-
cación de la agricultura, a los regadíos de tierras estériles por irrigación artificial.

503
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Asimismo, en ellos, amor es confianza, seguridad, procreación sana. La vida es profunda,


polifacética, innumerable y pródiga, es abundancia, y mejoramiento, y sosiego, y trabajo.
Los poetas se acercan a los vocablos con reverencia. No son simples recursos fonéticos.
Todos ellos saben de su entraña fecunda, de su responsabilidad creadora. La adjetivación
está reducida a la mínima expresión, por eso. Cada palabra es un ser vivo en esta nueva
poesía dominicana.
Este volumen es, pues, una especie de repetición de los anteriores y viene a suplir la falta
de información, que será completada en el volumen de la Nueva Poesía Dominicana.

Pedro René Contín Aybar

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Poetas nacidos
entre 1845 y 1900
José Joaquín Pérez
El Amor de Magdalena
(Croquis bíblico)

Blonda como un trigal la cabellera


que al viento en rizos i al desgaire vaga;
los ojos de un azul color de cielo,
con reflejos de aurora en la mirada;
erguido el busto escultural; los labios
con la expresión de la bondad del alma;
i la luz i la brisa jugueteando
en los contornos de su veste blanca;
va Jesús, sobre el lago Tiberíades,
de pie en la copa de su frájil barca.

En la orilla del lago, recogiendo


conchas i flores i campestres galas
para adornar su espléndida hermosura,
que es asombro i orgullo de su raza,
está la galilea de ojos de fuego,
la voluble i fastuosa cortesana,
ante la cual los corazones tiemblan
i en el deleite del amor se embriagan.

Ve a Jesús, i algo siente que la turba;


pero no es la ansiedad lasciva i vana
que despierta su ser cuando a otros hombres
tiende la red de sus desnudas gracias,
sino el ardor de una pasión intensa
que la enciende, seduce i avasalla
i hace olvidar el mundo i sus placeres:
¡es un amor en que se abisma el alma!

La tarde ya adormece sus fulgores


en las linfas del lago, en la montaña;
el crepúsculo en sombra va envolviéndose,
i hai como convulsiones de borrasca
en el rujido del soplar del viento,
contra el que lucha con vigor la barca.

Por la orilla del lago, jadeante,


con los cabellos en desorden, pálida,

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

como la evocación de un sueño lúgubre,


la infeliz hija ardiente de Magdala
corre, invocando la piedad divina,
para que salve del peligro al nauta
a quien quiere ofrecer el sacrificio
de morir junto a él entre las aguas.

Jesús, entonces, a la vista atónita


de aquella que lo sigue i que lo ama,
tiende la mano; i al conjuro, cesa
el ímpetu bravío de la borrasca;
i, al suspiro apacible del favonio,
la leve arena de la orilla alcanza.

A los pies del gallardo nazareno,


Magdalena la impúdica se abraza,
e imprime en ellos como ofrenda un beso
de amor, purificado por sus lágrimas.

Jesús de la ignominia la redime:


su amor le da también– la pura i casta
pasión que Él siente por quien cae, rendido
sin fe en un Dios que las conciencias salva;
i envolviéndola en luz, dándole el beso
feliz de su perdón i de su gracia,
hace así de la triste pecadora
la más bella i sublime de las santas!


El junco verde
Jueves 11 de octubre…
Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao…
Con estas señales respiraron y alegráronse todos.
(Diario de navegación del Almirante).

I
Fugaz sobre el cerúleo mar Caribe,
al soplo inquieto de la brisa, vuela,
i el dulce rayo matinal recibe
del inmortal Colón la carabela.

Él, de pie i en la proa, absorto mira


que, cual juguete de las ondas, jira,
i en la vasta extensión del mar se pierde.

—“A virar!” grita trémulo, ajitado


con la emoción del que, temiendo, espera,

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

i ve en el porvenir ya realizado
lo que un sueño falaz tan sólo era!…

Dócil cede la nave: en pos se lanza


de eso que informe en el abismo vuela:
¡dulce i vago vislumbre de esperanza
con que el alma del nauta se consuela!

En febril ansiedad Colón suspira,


sus ojos el espacio devorando;
i ya –a la luz crepuscular– se mira
cerca el objeto ante la proa flotando…

“Hosanna! Gloria!” de rodilla entona


“oh! bendito el Señor por siempre sea!”
i a un éxtasis de dicha se abandona
aquel genio inmortal que un mundo crea.

Agrúpase la turba que, insolente,


sacrificarlo a su furor quería;
i dobla humilde, con fervor, la frente
ante el noble coloso que la guía.

Pero… ¿qué ha despertado así el delirio


de esos hijos del mar? ¿cuál es el bello
talismán de esa fe, cuando el martirio
graba en sus almas tan horrible sello?…

“Mirad! –dice Colón– he aquí mi gloria;


i del océano su potente mano
recoge un junco verde, cuya historia
guarda un profundo i misterioso arcano.

Aquel junco viajero solitario


en la vasta extensión del mar, encierra
el fiat fecundo, poderoso i vario;
la esperanza inmortal de luz –la Tierra!

Reliquia del amor que la ígnea zona


ofreciera al intrépido marino;
rico florón de la primer corona
que sonriendo le ciñe ya el destino.

Por eso él a su seno lo comprime,


i en él sus labios afanoso sella;
pues ese junco el corazón redime,
donde el pesar profundizó su huella.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

II
Mientras la brisa nocturnal soplando
rauda empuja la frájil carabela,
el extenso horizonte contemplando,
en dulce insomnio, el Almirante vela.

¡Noche de sombras, de perenne anhelo,


en que cada celaje que fulgura
–Débil reflejo de la luz del cielo–
el nuevo mundo que soñó le augura!…

Del tope de “La Pinta”, que se avanza,


tierra! dice una voz; i el eco vibra;
i ese grito sublime de esperanza
conmueve el corazón en cada fibra…

Allá –entre la infinita muchedumbre


de las galas que espléndida atesora,
tras la bruma lejana–, enhiesta cumbre
surje el beso del rayo de la aurora.

“Mundo de amor, risueño paraíso


“verde oasis de luz en mi desierto!
“yo te bendigo, porque en ti Dios quiso
“brindarme al fin de salvación el puerto!”

Así exclama Colón; i en la ribera
de esa ignota rejión de maravilla,
en el nombre de Dios, con fe sincera,
tremola el estandarte de Castilla…

La hermosa Guanahaní,1 donde el lucayo
en su cabaña, que ceñía de flores,
viera pasar en lánguido desmayo
una vida de paz, dicha i amores.

Fue la primera do la ruda planta
estampó esa falanje triunfadora
que –al dulce amparo de la fe– levanta
suplicio vil junto a la cruz que adora.

III
Después que de Colón i de Castilla
la fama el triunfo por doquier pregona,


Llamada por Colón El Salvador.
1

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

i ya Quisqueya, conquistada, brilla


cual joya de la ibérica corona;

Colón regresa a sus antiguos lares,


i al pie de los monarcas protectores,
de sus conquistas en lejanos mares
depone los magníficos primores.

Pero en su pecho, i recamado de oro,


de ricas perlas i coral, se mira
portentoso i espléndido tesoro,
reliquia santa que entusiasmo inspira.

Es un pedazo de aquel junco verde


que en las algas del mar vio confundido,
i que allí guarda, porque allí recuerde
que está su corazón agradecido.

Con él lleva doquiera vinculado


un mundo de esperanzas i delirio;
con él adversidad ha consolado
cuando la ingratitud le dio el martirio.

En la prisión, en el fatal camino


de su infortunio, lo llevó a sus labios;
con él lloró su singular destino:
la gloria que a la envidia causó agravios.

I cuando aquella frente victoriosa,


donde un mundo encerró la Omnipotencia,
al rudo peso de calumnia odiosa,
sobre un lecho de mísera indijencia,–

El reposo encontró que nunca hallara


en el seno radiante de su gloria,
fue su tumba del junco verde el ara
donde el mundo hoi venera su memoria.

La vuelta al hogar
Ondas i brisas, brumas, rumores,
suspiros i ecos del ancho mar,
adiós! que aromas de puras flores,
adiós! que todo cuanto se alcanza,
dicha, esperanza,
i amor me llaman allá en mi hogar.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Ya ve el proscrito sus patrios lares!


Ve azules cumbres lejos sombrear
grupos de nieblas crepusculares,
i el ansia siente del paraíso
que darle quiso
Dios en el seno del dulce hogar…!

Si peregrino, si solitario,
otras rejiones se fue a cruzar
la lei temiendo de un victimario,
¿el caos qué importa si un sol luciente
brilla en su frente
i hoi sonriendo vuelve al hogar?

¡No más torturas en su alma libre!


¡No más memoria de su pesar!
¡No el odio estéril sus rayos vibre,
que el patriotismo ya sólo espera
por vez primera
calma i consuelo bajo el hogar!

Virjen de América, suspiradora


cautiva indiana, vuelve a gozar;
si atrás hai sangre, luz hai ahora…
Ayer el hierro i hoi es la idea…
¡Tu gloria sea
ver a tus hijos junto al hogar!
¡Cuán bella eres acariciando
todos unidos los que al vagar
–errantes unos i otros luchando–
sufrieron ruda la tiranía
que hacer quería
huérfanos tristes sin pan ni hogar!…
¡Ya no hai festines patibularios!
¡Ya no hai venganzas con que saciar
su vil conciencia crueles sicarios
¡Ya no hai vencidos ni vencedores!
¡Sólo hai de flores
castas coronas en el hogar…!

¡Mi dulce Ozama! tu bardo amante,


a tus riberas torna a cantar,
i tras él deja, por ti anhelante,
lejanos climas i humilde historia,
tierna memoria
del peregrino vuelto al hogar…!

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Bajo tus ceibas i tus palmares,


sobre tu césped i entre el manglar
aún se oye el eco de los cantares
de aquella infancia, fugaz, que en horas
engañadoras,
llenó sus sueños de amor i hogar!

I ven! le dice cada paloma


tímida i mansa que ve cruzar
desde la cumbre de enhiesta loma,
cuando las alas tiende i su arrullo
mezcla al murmullo
del río que baña su dulce hogar!

I ven! le dice ronco el estruendo


que hace en las rocas lejos el mar…
El mar! que un día su adiós oyendo
fue de ola en ola su adiós llevando
luego tornando
con hondos ayes del pobre hogar!

I todo cuanto su ser le diera!


Ven! dice el polvo que va a besar,
donde mañana como postrera
ráfaga cruce su vida breve,
donde se eleve
su tumba humilde junto al hogar!

Así, –suspiros, brisas, rumores,


lánguidas ondas i ecos del mar–,
adiós decidme, que todo: amores,
gloria, esperanza, paz bendecida,
tiene hoi la vida
del pobre bardo vuelto al hogar…!

Símbolo
Pinta el vasto, rojo incendio del crepúsculo,
donde flotan los jirones de azul pálido
que abrillántanse i confúndense en el piélago
de las sombras que cayendo lentas van.

Pinta esa hora en que la tierra, con el vértigo


de las últimas caricias del sol, duérmese,
i asomando las estrellas vierten lágrimas,
i le canta su salmodia triste el mar.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pinta todas esas vagas, leves, múltiples,


centelleantes gradaciones que en los diáfanos
horizontes siderales, a la atmósfera
dan reflejos de perenne oscilación.

Pinta el bosque, templo augusto i melancólico,


sostenido por sus árboles inmóviles,
do sollozan los rumores en el céfiro
que temblando busca el cáliz de la flor.

Pinta el río, de murmullos de ondas lánguidas,


i las ruinas centenarias de sus márgenes,
que parecen los espectros de las víctimas
de otros siglos de implacable esclavitud.

Pinta, junto de magníficos alcázares,


los tugurios bamboleantes i misérrimos;
e irradiando profusión de focos vívidos
en enormes charcas fétidas su luz.

Pinta todo cuanto enciérrase en los ámbitos


de la antigua ciudad, cuna de la América;
lo que en esta postrer hora del crepúsculo
es angustia de la fe del corazón.

I en el cuadro que así pintes habrá el símbolo


de esta pobre tierra virgen de los trópicos,
de esta tierra de los héroes i los mártires
¡donde siempre seca lágrimas el sol!…

Salomé Ureña de Henríquez


La llegada del invierno
Llega en buen hora, mas no presumas
ser de estos valles regio señor,
que en el espacio mueren tus brumas
cuando del seno de las espumas
emerge el astro de esta región.

En otros climas, a tus rigores


pierden los campos gala y matiz,
paran las aguas con sus rumores,
no hay luz ni brisas, mueren las flores,
huyen las aves a otro confín.

En mi adorada gentil Quisqueya,


cuando el otoño pasando va,

512
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

la vista en vano busca tu huella:


que en esta zona feliz descuella
perenne encanto primaveral.

Que en sus contornos el verde llano,


que en su eminencia la cumbre azul,
la gala ostentan que al suelo indiano
con rica pompa viste el verano
y un sol de fuego baña de luz.

Y en esos campos donde atesora


naturaleza tanto primor,
bajo esa lumbre que el cielo dora,
tiende el arroyo su onda sonora
y alzan las aves tierna canción.

Nunca abandonan las golondrinas


por otras playas mi hogar feliz:
que en anchas grutas al mar vecinas
su nido arrullan, de algas marinas,
rumor de espumas y auras de abril.

Aquí no hay noches aterradoras


que horror al pobre ni angustia den,
ni el fuego ansiando pasa las horas
de las estufas restauradoras
que otras regiones han menester.

Pasa ligero, llega a otros climas


donde tus brumas tiendas audaz,
donde tus huellas de muerte imprimas,
que aunque amenaces mis altas cimas
y aunque pretendas tu cetro alzar,
siempre mis aguas tendrán rumores,
blancas espumas mi mar azul,
mis tiernas aves cantos de amores,
gala mis campos, vida mis flores,
mi ambiente aromas, mi esfera luz.

Ruinas
Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos:

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Al veros ¡ay! con rapidez que pasma


por la angustiada mente
que sueña con la gloria y se entusiasma
la bella historia de otra edad luciente.

¡Oh Quisqueya! Las ciencias agrupadas


te alzaron en sus hombros
del mundo a las atónitas miradas;
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas
la brisa que solloza en tus escombros.

Ayer, cuando las artes florecientes


su imperio aquí fijaron,
y creaciones tuviste eminentes,
fuiste pasmo y asombro de las gentes,
y la Atenas moderna te llamaron.

Águila audaz que rápida tendiste


tus alas al vacío
y por sobre las nubes te meciste:
¿por qué te miro desolada y triste?
¿dó está de tu grandeza el poderío?

Vinieron años de amarguras tantas,


de tanta servidumbre,
que hoy esa historia al recordar te espantas,
porque inerme, de un dueño ante las plantas,
humillada te vio la muchedumbre.

Y las artes entonces, inactivas,


murieron en tu suelo,
se abatieron tus cúpulas altivas,
y las ciencias tendieron, fugitivas,
a otras regiones, con dolor, su vuelo.

¡Oh mi Antilla infeliz que el alma adora!


Doquiera que la vista
ávida gira en tu entusiasmo ahora,
una ruina denuncia acusadora
las muertas glorias de tu genio artista.

¡Patria desventurada! ¿Qué anatema


cayó sobre tu frente?
Levanta ya de tu indolencia extrema:
la hora sonó de redención suprema
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Pero vano temor: ya decidida


hacia el futuro avanzas;
ya del sueño despiertas a la vida,
y a la gloria te vas engrandecida
en alas de risueñas esperanzas.

Lucha, insiste, tus títulos reclama:


que el fuego de tu zona
preste a tu genio su potente llama,
y entre el aplauso que te dé la fama
vuelve a ceñirte la triunfal corona.

Que mientras sueño para ti una palma,


y al porvenir caminas,
no más se oprimirá de angustia el alma
cuando contemple en la callada calma
la majestad solemne de tus ruinas.

Enrique Henríquez
El Anjelus
Debajo de los álamos mi languidez reclina
su ansia de divagar
Con su escuadrón de sombras la noche se avecina.
Pasa una golondrina. Viene otra golondrina.
“Golondrinas! –exclamo– ¿Tendréis un mismo alar?”.

Las copas de los álamos, del viento sacudidas,


sufren fugaz temblor.
Caen dos hojas. Semejan dos erráticas vidas.
“¿Tendréis, dolientes hojas de igual dolor heridas,
dos páramos distantes para un mismo dolor?”

¡Oh muerta inextinguible! Tú eres fulgor inerte


i yo tiniebla huérfana de tu dulce fulgor.
En dos desolaciones nos disyuntó la suerte:
a ti te aisló en la estática soledad de la muerte
i a mí me aisló en la errante soledad del dolor!

Te clamo i no me oyes; te busco y no te encuentro.


Te clamo noche i día con insano pavor.
Te clamo i no me oyes; te busco i no te encuentro.
I estás, no obstante, dentro, con toda tu alma dentro
de la desgarradura de mi propio clamor.

Desciende de la torre de un viejo campanario,


por la escala sonora del viento, un triste son.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y como si tu nombre fuese –¡oh muerta!– un santuario,


tu santo nombre evoco, la rodilla doblego
i en un raudal de lágrimas místicamente anego
mi trémula oración.

Silenció el campanario. Permanezco de hinojos.


Y alzando hacia su torre mis implorantes ojos,
“Campanario –he irrumpido
con acento apagado–:
¿habrá, al fin, horadado
el seno de la muerte mi doliente jemido?”
La torre se ha inclinado.
En lo alto del silencio vibró un largo tañido…

Supersticiosamente
me hice un signo en la frente
con fanática unción.

–Oh mísero creyente!–


Después, con ciego ímpetu, cual un corcel sin brida,
comenzó a galopar en su estrecha guarida,
sin saber hacia dónde, mi injenuo corazón!

La canción del avaro


Por galardón, Señor, me despojaste
de la carga del oro que al avaro,
por castigo impusiste.

Gracias por este raro,


por este paradójico contraste!

Gracias! Me exoneraste
del oro con que a él le empobreciste,
el yugo con que a él lo esclavizaste.

Gracias! Así le hiciste,


con el agobiamiento de esa carga,
la entraña estéril, la abundancia triste,
la casa grande i el hogar vacío,
la noche corta i la vijilia larga…
Gracias te doi por tu piedad, Dios mío!

La escena del Café Martín


Frente a mi aislada mesa, aquella noche
cenaban ella i él.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Él era un anfitrión de porte austero


i ella una dulce, espiritual mujer.
La miré. Declamaron en secreto
mis pupilas un rítmico rondel.
Sus pestañas, oyéndolo, aletearon
ebrias de languidez;
i yo, absorto, con éxtasis pagano
mi alma de cenobita arrodillé
sin cesar repitiendo el ondulante
susurro de mi rítmico rondel.
Alcé luego mi copa; i sacudiéndola
con fujitiva insinuación, tracé
un jesto suspirante que decía:
“junta al mío tu vino de jerez
como si copular tú i yo quisiéramos
mi azul sonambulismo con tu sien,
mi erótica orfandad con tu regazo,
tus labios con mi sed!”.
Ella exploró un celaje en la penumbra
i dejó en paz su copa de jerez,
el anfitrión juntó ceja con ceja,
miró en torno con tétrica altivez,
echó media docena de doblones
encima de la altura del mantel.
Volvió a escrutar en torno.
Se levantó. Se fue…
¡Cuán agoreramente aquella noche
finó la cena! asida al brazo de él
partió confiada la mujer hermosa.
Partió confiada… y no la he vuelto a ver!

Lejanía
Tu dulce nombre evoco
suspiradoramente noche i día;
i a veces, evocándolo, he impregnado
de nupcial alegría
este anchuroso corazón, que es tuyo;
i esta congoja sin igual, que es mía:
la congoja sin término
de nuestra inexorable lejanía.
Tu dulce nombre evoco
tal como si tu dulce nombre fuera

517
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

el de un jemelo mástil
que sepulto estuviera
bajo un inmensurable alud, en una
ignorada ribera;
i como si mi vida
el otro desolado mástil fuera!

Tu dulce nombre evoco


hechizado de azul melancolía.
Mas, no es para que llegue
a ti mi evocación, Señora mía;
ni para que la aguda pena calmes
de nuestra inexorable lejanía,
pues yo, sin el licor de mi dolor,
de asfixia espiritual sucumbiría.

Y por eso tu dulce nombre evoco,


suspiradoramente, noche y día.

Never more
Por las interminables avenidas,
en busca de pretéritos mesones,
veo plazas desiertas,
luces enmustiecidas,
graníticos balcones,
ventanas ojivales
i monásticas puertas
que, vistas a través de sus cristales,
finjen estar de par en par abiertas.

Camino a la ventura. Monologo


sobre un dolor de siglos que ahora es mío.
El silencio interrogo:
i grabando mi planta en el vacío
de la noche callada,
en torno de las cosas espacío
la inquisición febril de una mirada.

¿En cuál de estos cristales fue que un día


el pájaro siniestro
sacudió sin calmar su ala sombría,
enseñándole al lóbrego maestro
del canto y del dolor
un dolor infinito en la elejía
del monótono i lento Never More?

518
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Subitáneo celaje
pone a mi inquisición tétrico punto:
es la última hoja de un follaje.
El otoño la azota;
i simula, cayendo, el ala rota
de un agorero pájaro difunto.

Monologo mui quedo,


porque mi propia voz me infunde miedo!
Sobre un cristal vecino
un álamo hace un trazo
con la desnuda sombra de su brazo.
Quiero huir. Mas la anchura del camino
–nublada de otra proyección de trazos–
tras la congoja de mi planta mueve
el ademán de un escuadrón aleve
de esqueléticos brazos.

Quiero huir. Mas mi planta no se atreve.


I me detengo. Una espectral figura
nace del fondo de la noche oscura:
crece, avanza, se acerca, se aproxima
a la desolación de mi pavura;
i al transitar, su grave paso suena
cual si fuera el remedo de una rima
de honda i letal desesperanza llena.

¡Oh sombra! Eres la sombra del insano


poeta peregrino
que invadió la tiniebla de lo arcano,
con un jesto de horror,
al compás de su lento Never More.

¡Oh sombra! Te adivino:


eres la sombra de un dolor hermano.
Dame el laurel divino
que floreció en la gracia de tu mano,
sin darme la siniestra
copa de vino que escanció tu diestra.

Se va la noche. Imperativamente
su pupila entreabre en el oriente
el sol de un nuevo día;
i su lumbre me encuentra todavía
monologando en frente
de una casa vetusta que es la mía!

519
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Gastón F. Deligne
Angustias
Su mano de mujer está grabada
hasta en el lazo azul de la cortina;
no hay jarrones de China,
pero es toda la estancia una monada.
Con un chico detalle,
gracia despliega y bienestar sin tasa,
a pesar de lo pobre de la casa,
a pesar de lo triste de la calle.
Cuando el ardiente hogar chispas difunde,
cuando la plancha su trabajo empieza,
para cercar de lumbre su cabeza,
en sólo un haz se aduna
el brillo de dos luces soberanas:
un fragmento de sol, en las ventanas;
un destello de aurora, en una cuna!
¡Qué sima del ayer a lo presente!…
Allá, en retrospectivos horizontes,
la desgracia pasó sobre su frente,
cual una tempestad sobre los montes.

Era muy bella, ¡por extremo bella!


y estuvo en su mirada
la candente centella
donde prendió su roja llamarada
la pira que más tarde la consume,
la que le hurtó, de tímida violeta
con el tierno matiz, todo el perfume.

Fue su triste caída,


lo mismo solitaria que completa;
y como en casos tales de amargura,
desde ella hasta Luzbel todo es lo mismo;
una vez desprendida de la altura,
cebó en ella sus garras el abismo.
Quedó al horror sumisa
con expresión que por tranquila, espanta;
apagada en los labios la sonrisa,
extinguida la nota en la garganta.
Flotó en la hirviente ola
con el raudo vaivén del torbellino,
y se encontró… sentada en el camino,
entristecida, macilenta, y sola!…

520
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Pero así como planta que caída,


después que la desnuda
rama por rama la tormenta cruda;
a pesar de la fuerza que la azota,
de la raíz asida
queda, y más tiernos sus renuevos brota;
cuando estaba su oriente más distante,
y más desfallecida la materia;
brotó la salvación dulce y radiante
por donde entró señora la miseria.

Si es cierto que invisibles


pueblan los aires almas luminosas,
hubieron de acudir a aquel milagro,
como van a la luz las mariposas.

Así el suceso su mansión inunda


con tintes apacibles:
la gran madre fecunda,
naturaleza sabia y bienhechora,
miró piadosa su profunda pena,
palpó la enfermedad que la devora;
y en su amor infinito,
la puso frente a frente de una cuna;
a la vez que vocero del delito,
de calma y redención anunciadora!
¡Quién dirá lo que siente
al verse de la cuna frente a frente!…
Su corazón de madre se deslíe,
y al hijo que es su gloria y su embeleso,
le premia con un beso, si es que ríe;
le acalla, si es que llora, con un beso.

Al calor que la enciende


¡cuántas cosas le dice,
que el diminuto infante no comprende,
tan tiernas a la par como sencillas!…
Es un desbordamiento de ternuras,
sin valladares, límites ni orillas!…

De pronto, en su alma sube


la hiel de sus pasadas desventuras;
y mientras surca y moja sus mejillas
llanto a la vez de dicha y desconsuelo,
cual si Dios la empujase desde el cielo,
¡cayó junto a la cuna de rodillas!

521
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y ante el espacio estrecho


que ocupa aquella cuna temblorosa,
como se abre el botón de un alba rosa,
la rosa del deber se abrió en su pecho!

¡Reída alborescencia
la que de Angustias el camino ensancha,
escrita en surcos de la urente plancha
y en serena quietud de la conciencia!

¿Hay algo oculto y serio


entre los pliegues de su afán constante?…
¿Anubla su semblante
la vagarosa bruma de un misterio?…
La audaz de la vecina
que, cual prójima toda, es muy ladina,
quita al misterio la tupida venda,
desparrama la cosa
con todo este chispear de vivas ascuas:
–“El chiquitín, un sol; cerca las Pascuas;
y le trae preocupada y afanosa
el trajecito aquel que vio en la tienda”.

Por eso, y así el Bóreas yazga inerme


o airado sople con violento empuje,
Angustias canta, el pequeñuelo duerme,
la plancha suena, la madera cruje.

De luto
Tu oscuro traje en que la noche late,
fue maligna invención –por tal la tengo–
de una de esas blancuras de abolengo,
rabiosamente mate.

Una blancura astral de azules venas,


como la tuya, inmaculada y suave;
formada adrede con plumón de ave
y con pulpa de nardos y azucenas.

De ese luto ¡cuán noble privilegio!:


¡cómo en halos gloriosos te aurifica!
¡qué elegancia a tus formas comunica,
y qué porte más regio!…

Del traje negro, y de su negro broche,


surgen las líneas de tu faz, marmóreas,

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

como el sereno sol de media-noche


en las desolaciones hiperbóreas.

Mi alma, a tu paso, atónita se inclina


y en una muda imploración te adora.
Y exclama el ditirambo: triunfadora!
y el corazón: divina!…

Pudiera ser de tu corpiño cierre,


y pregonar tu imperio –no tu duelo–
algo vibrante y fúlgido que encierre
todos los hipnotismos del anhelo.

Algo para hechizar toda mirada;


algo para obligar todo tributo;
algo anormal en medio de tu luto,
una rosa inflamada!

En el Botado
Cacique de una tribu de esmeralda,
aquel palacio indígena, el bohío
de la corta heredad a que respalda
un monte, que a su vez respalda un río;
cuando el idilio de un Adán silvestre
y su costilla montaraz, le hiciera
venturoso hospedaje,
paraíso terrestre;
lo más saliente y copetudo era
del ameno paisaje.

Su flamante armazón de tabla oscura,


su gris penacho de lucientes yaguas,
hacían reverberar con nuevas aguas
la circunstante joya de verdura.

Aplanada en el techo,
se oxidaba la luz cual plata vieja;
o se colgaba a lomos y antepecho,
en rubia palidísima crineja.

No era sino común que se trepase


un ruiseñor a su cumbrera holgada,
y en fugitivas notas ensayase
la trémula canción de la alborada.

O que bajo su alero, en que pendía


mazorcado maíz de granos de oro,

523
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

el gallo, al enervante mediodía


victorease sonoro!

Entonces, ese albergue en que bullía


la vida crepitante,
más que un detalle de la huerta era
o su tono, o su arteria, o su semblante.

Pero en una lluviosa primavera,


la débil cerca desligada y rota
empujó la pareja enamorada
a otra huerta remota;
¡ y en medio a tanta flor recién abierta,
quedóse la heredad abandonada,
y la mansión desierta!

Advertido, no tanto del saqueo,


entre cuyo costal desaparece
de la ventana en pos la que fue puerta;
ni tanto del goloso merodeo,
de la turba infantil, donde perece
aún no puesto en sazón, el verde fruto;–
mas del monte advertido, porque invade
con apretadas filas de maleza
la botada heredad, el Tiempo hirsuto
a comprender empieza
que hay algo allí que estorba;
y aferra en la mansión su garra corva!

Fue primero una horrible puñalada,


y después una serie,
con que se abrió por la techumbre entrada
a la malsana y húmeda intemperie.

Si el sol que se filtraba por el techo,


solía escapar por los abiertos vanos,
no así las aguas del turbión deshecho;
cavaban y cavaban hondo lecho
a turbias miniaturas de pantanos.

Furiosa ventolera
por allí no pasara que no hiciera
de las yaguas decrépitas, añicos;
y tragedia mayor aconteciera,
si el júcaro el más negro y más bravío
no angulara el bohío.

524
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Torcido, deslustrado,
por reptiles del cieno visitado;
el albergue que fuera de la huerta
lo más noble y sereno,
gozo, atracción y gala deleitosas,
ni es más que una verruga del terreno,
ni menos que un sarcasmo de las cosas!

Como al herido por la suerte aleve,


hasta la misma timidez se atreve!…

Un bejucal de plantas trepadoras,


que en torno a la vivienda
cerraban toda senda;
avanzando traidoras,
e indicando a la ruina, cuchicheaban:
“ni se defiende, ni hay quién la defienda!”

Y enlazando sus ramos


como para animarse, murmuraban:
“si tal pasa, y tal vemos, ¿qué esperamos?”…

Fue un aguinaldo lívido quien dijo:


“o es que trepais, o treparé de fijo!”

A lo que una “saudosa” pasionaria


expuso, comentando la aventura:
“por cierto que es bizarra coyuntura
para mirar el sol desde más alto!”

Fue la palabra fulminante!, todas


clamaron en un punto
trémulas y erizadas, “al asalto!”…

¡Qué embrollado conjunto


de hojas antenas, vástagos, sarmientos!…

Y cuán terrible asalto presenciaron


los troncos azorados y los vientos.

Cuál, por la tabla escueta


tal sube que parece que resbala;
cuál se columpia inquieta
de algún clavo saliente haciendo escala!

Cuál la mansión en torno circunvala,


vuelta enroscado caracol, y asciende
con estrechura tal y tan precisa,

525
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

que es cuestión insoluble e indecisa


si ahogarla o si medirla es lo que emprende.

Cuál, errando el camino,


con impaciente afán la puerta allana;
y luego adentro, recobrado el tino,
sus músculos asoma a la ventana.

No hay menudo resquicio


en que su flujo de invasión no apuren;
ni hueco ni intersticio
que sus hojas no tapien y no muren.

Ya el albergue sombrío
es un alcor en forma de bohío;
ya su contorno lúgubre se pierde
en la gama riquísima del verde;
ya brota en tanta planta que le enreda,
con matizada y colosal guirnalda,
satinados renuevos de esmeralda,
iris de tul, campánulas de seda!…

Transformación magnífica y divina!


cómo de ti se cuida generosa,
Naturaleza, el hada portentosa,
Naturaleza, el hada peregrina!…

Renovación piadosa
que en tan grande esplendor cubre una ruina!;
desde inerte hechura
a la humana criatura,
con hilos invisibles cuán intensa
relación estableces!…

¿Quién dentro, en lo que siente o lo que piensa


por el dolor severo fulminadas,
no se ha dejado a veces
alcázar, quinta o choza abandonadas?…

Quizás quien no!… Mas a la oculta mina


labrada por recónditos dolores,
alguna trepadora se avecina;
algo que sube a cobijar la ruina,
algo lozano que revienta en flores!…

526
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Arturo B. Pellerano Castro


(Byron)
A Mercedes Alfau
Toda la cera virgen de mis panales,
toda la blanca lana de mis ovejas,
he ofrecido a la Virgen, si hace el milagro,
de que me quieras!

Del caimital silvestre, que frente al río,


limita de mis campos la fértil vega,
hoy le traje a mi madre, como regalo,
los mejores racimos de la cosecha.
Y en una petaquita, que en los palmares
fabriqué de una yagua, flexible y tierna,
escogí de la carga, para ti ¡ingrata!
las frutas más hermosas, blandas y frescas.
Mi padre, que en asuntos de amores sabe
muchas coplas del caso, muchas novelas,
y a quien duelen los vientos de señorío
que te das por la calle cuando me encuentras,
al mirar mis cuidados, –rasgueando el tiple,
(ay! tú tienes la culpa, que no eres buena!)
cantó esta copla amarga que improvisara
allá en sus mocedades a otra llanera.

Las mujeres y las hojas


del CAIMITAL se asemejan
en que TOAS tienen dos caras
con la color muy diversa.
no es cosa rara,
que siempre la perfidia
tuvo dos caras!

No le gustó a mi madre la copla amarga,


y alzando la tonada por la indirecta,
a raíz de la injuria que llegó al alma
contestole a mi padre con esta endecha:

EL CAIMITO es una fruta


que a la mujer se asemeja,
tiene miel en las entrañas
pero amarga la corteza.
Madura o verde,
deja hiel en los labios
de quien la muerde.

527
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Aquí arreció del canto la cruel porfía;


y aunque rota saltara más de una cuerda,
irritado mi padre, con una sola,
de seguida, y más alto dio la respuesta.
La fruta que está en sazón
y no ha de ser duradera,
bien se merece una JÁQUIMA
todo aquel que la cosecha.

Verde o madura,
que se pierda no importa
si es que no dura
Porque te quiero tanto que me parece que las estrellas,
Dios las puso allá arriba para tus ojos,
al igual que de flores sembró la tierra;
porque te quiero tanto, fue que no pude
escuchar el remate de aquella réplica,
que el insulto del honra llevaba en alto
cada vez en cantares de más crudeza.
Y más triste que enantes volvime al monte;
y al volver por los trillos, por donde mengua
el camino de flores que va a tu casa,
desde el ancho declive de la meseta
vi venir tu persona que se traía
una gala y un porte de pura reina;
y al galope la jaca, pasé a tu lado,
y a pesar de lo angosto de la vereda,
ni siquier te volviste para mirarme,
ni siquier me dijiste “las tenga buenas!”
Cuando entré por los claros de la sabana,
y vi abierta a mis ojos toda la vega,
y de sangre de Cristo, los horizontes,
y encendidas las nubes, y azul la sierra,
y pensé en tus desaires y en tu falsía,
recordé de mi padre la copla aquélla,
y parando el galope, la canté al punto
con toditas las voces de mi tristeza.

Las mujeres y las hojas


del caimital se asemejan,
en que TOAS tienen dos caras
con la color muy diversa.
No es cosa rara,
que siempre la perfidia
tuvo dos caras…!

528
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

A ti
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga,
y llevarte, en mi lomo, a la fuente,
en busca del agua,
con que riega tu madre el conuco,
con que tú, mi trigueña, te bañas.
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga,
y llevar, al mercado, tus frutos,
y traer, para ti, dentro el árgana,
el vestido que ciña tu cuerpo,
el pañuelo que cubra tu espalda,
el rosario de cuentas de vidrio
con Cristo de plata,
que cual rojo collar de cerezas
rodee tu garganta…
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga…
............................................
Desde el día que en el cierre del monte
cojida la falda,
el arroyo al cruzar, me dijiste
sonriendo: –¿Me pasas?…
y tus brazos ciñeron mi cuello,
y al pasarte sentí muchas ganas,
de que fuera muy ancho el arroyo,
de que fueran muy hondas sus aguas,…
desde el día que te cuento, trigueña,
yo quisiera ser burro de carga!…
Y llevarte, en mi lomo, a la fuente,
y contigo cruzar la cañada,
y sentirme arrear por ti misma,
cuando, a vuelta del pueblo, te traiga,
el vestido que ciña tu cuerpo,
el pañuelo que cubra tu espalda,
el rosario de cuentas de vidrio,
con Cristo de plata,
que cual rojo collar de cerezas
rodee tu garganta…
...........................................
Yo quisiera, mi vida, ser burro,
ser burro de carga!

529
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

En el cementerio
Junto a una cruz, al expirar el día,
una pobre mujer, de angustias llena,
sus lágrimas vertía…

Dolió a mi corazón su amarga pena


y ante el sepulcro de la madre ajena
lloré la muerte de la madre mía.

FABIO FIALLO
Con mi sonrisa plácida
Con mi sonrisa plácida de siempre,
cuya retama sólo yo probé,
me iré por los caminos de la vida…
Nadie mis huellas hallará después.

Doquiera vaya por el ancho mundo


tristeza y soledad encontraré…
Lejos de ellos, ¡cuán buenos los amigos!
Y la amada, ¡qué dulce en su querer!

Cien leyendas en tanto con mi nombre


la fantasía se dará a tejer;
ora, soy bandolero en la Calabria,
ya, sátrapa feliz en un harén.

Como en la mente tierna de los niños


la ausencia nunca se trocó en vejez,
para mis nietos, el abuelo de antes,
magnánimo y viril, siempre seré.

Y en cierta noche de retozo y cuentos,


el más pequeño inventará a su vez
esta nueva fantástica: –Mañana,
vendrá abuelito en el vapor francés.

La gran noticia iniciará un revuelo


de mil juguetes que traerá el bajel:
carros y aviones, bates y pelotas,
y un tambor, y una lanza y un arnés.

En tanto, sabe Dios bajo qué pena,


–honda guarida de monstruoso pez–
o en qué caverna de animal salvaje,
blancos mis huesos dormirán tal vez!

530
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

En el Atrio
Deslumbradora de hermosura y gracia,
en el atrio del templo apareció,
y todos a su paso se inclinaron,
menos yo.

Como enjambre de alegres mariposas,


volaron los elogios en redor:
un homenaje le rindieron todos,
menos yo.

Y tranquilo después, indiferente,


a su morada cada cual volvió,
e indiferentes viven y tranquilos
ay! todos, menos yo!

Esquiva
Nunca su mano se posó en mi mano,
nunca gocé su cándida sonrisa,
y el murmullo que debe ser su acento,
ni una vez refrescó mi oculta herida.

Cuando el azar la pone en mi sendero,


ella me esquiva, casta y temblorosa,
y yo finjo no verla, en mi cuidado
de no causarle la menor congoja.

Mas, cuando voy ya lejos en mi ruta,


siento detrás de mí volar sus ojos,
cual dos abejas que su dulce carga
vinieron a dejar sobre mis hombros.

For Ever
Cuando esta frágil copa de mi vida,
que de amargura rebosó el destino,
en la revuelta bacanal del mundo
ruede en pedazos, no lloréis, amigos.

Haced en un rincón del Cementerio,


sin cruz ni mármol, mi postrer asilo,
después, oh! mis alegres camaradas,
seguid vuestro camino.

531
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Allí, solo, mi amada misteriosa,


bajo el sudario inmenso del olvido,
¡cuán corta encontraré la noche eterna
para soñar contigo!

Gólgota rosa
Del cuello de la amada pende un Cristo,
joyel en oro de un buril genial,
y parece este Cristo en su agonía
dichoso de la vida al expirar.

Tienen sus dulces ojos moribundos,


tal expresión de goce mundanal,
que a veces pienso si el genial artista
diole a su Cristo el alma de don Juan.

Hay en la frente inclinación equívoca,


curiosidad astuta en el mirar,
y la intención del labio, si es de angustia,
al mismo tiempo es contracción sensual.

Oh, pequeño Jesús Crucificado,


déjame a mí morir en tu lugar,
sobre la tentación de ese Calvario
hecho en las dos colinas de un rosal.

Dame tu puesto, o teme que mi mano,


con impulso de arranque pasional,
la faz te vuelva contra el cielo y cambie
la oblicua dirección de tu mirar.

Misterio
Flota su imagen pensativa y casta
en mis versos de amor,
como flota en los pétalos de un lirio
perfume embriagador.

Pero en mis ritmos no busquéis el nombre


de la que causa mi perpetuo afán,
que nunca en los alambres de mi lira
su nombre vibrará.

Sólo al morir revelaré el misterio


que guarda el corazón.

532
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Sólo al morir… cuando en mis labios sea


su dulce nombre mi postrer canción!

Noche Buena
(Cantares de la ausencia)

El que lejos de su casa


ve pasar la Nochebuena,
ese sabe lo que es frío,
y sabe lo que es tristeza.

Estrellita que en el cielo


me pareces una lágrima,
cuéntame si estás mirando
lo que cenan en mi casa.

Dando tumbos dos borrachos


pasaron frente a mi puerta,
y esta vez sentí en el alma
envidia a la dicha ajena!

Falta a los unos el vino,


a los otros falta el pan,
infeliz de mí que sólo
me falta con quien cenar!

Pierrot
Hablábase de amor, que es tema siempre
selecto en todo frívolo salón,
y como yo callara, hermosa dama
pidió mi parecer en alta voz:
—“El amor?… Bah, señora!…” y dije entonces
tan lindos chistes puestos en razón,
con tanta gracia y tan sutil donaire
supe burlarme del pequeño dios,
que a poco vi la concurrencia entera
aplaudir mi sarcástica opinión,
y más de una preciosa boca roja
me otorgó su mohín encantador…
Ay! sólo tú, en tu oscura cárcel gélida,
no reías, llorabas, corazón!

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Plenilunio
Por la verde alameda, silenciosos,
íbamos ella y yo:
la luna tras los montes ascendía,
en la fronda cantaba el ruiseñor.

Y la dije… No sé lo que la dijo


mi temblorosa voz…
En el éter detúvose la luna,
interrumpió su canto el ruiseñor,
y la amada gentil, turbada y muda,
al cielo interrogó.
¿Sabéis de esas preguntas misteriosas
que una respuesta son?…
Guarda, oh luna, el secreto de mi alma!
Cállalo, ruiseñor!


Andrejulio Aybar
Cantemos al Señor
Ah! los niños enclenques que pululan
por calles y por plazas. Ah! los viejos
que imploran caridad con tristes dejos,
que si lacerias tienen más simulan.

Ah! los leprosos, que en fealdad emulan,


cuyo hedor los anuncia desde lejos
Ah! los que males han –al vicio anejos–
que a fuer de corrompidos se inoculan.

Ah! tantos cuyo aspecto aflige y haga,


yo un ser humano soy, un egoísta,
repúgnanme fealdad, miseria y plaga.

Yo adoro la belleza, soy artista,


y horror me infunde vuestra suerte aciaga,
quitaos, miserables, de mi vista!

De pordiosero
Venías cual la luna
al levantarse.
Ya mi alma te esperaba
para humillarse.

534
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Y ya a la puerta
del templo alza un pobre
su henchida espuerta.
Prendióse en mis entrañas
un fuego intenso.
Mi corazón fue brasa
quemando incienso.
Mi fantasía
tocaba las campanas
de la alegría.
A ese otro una moneda
donaste, oh amada.
Yo quise más, yo quise
una mirada!
Mas tú volviste
la cara al otro lado,
y ni me viste!
Después, aunque en mis ojos
fue nube el llanto,
quedé, de haberte visto,
bajo un encanto!
De más fervor
enriquecido, oh! amada,
y más amor!

En donde brillas
En busca voy del lirio.
El blando césped, donde el pie lo huella,
pozo es de olor. Y un cirio
que alumbra mi sendero es cada estrella.
El lirio está en el valle,
no lo he encontrado en donde lo buscaba.
Cuando a su lado me halle
tendré el contento que el amor recaba.
Con ansia el valle exploro.
El lirio es un lucero reflejado.
Su corazón es de oro,
su manto está de púrpura bordado.
Es ideal bandera.
La Luna castamente lo arrebola,
y la sutil Quimera
le llena de ilusiones la corola.

535
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

—En dónde brillas, lirio?


De tu viviente luz estoy sediento.

Gobierna mi delirio
con la olorosa mano de tu aliento!

Mi anhelo ardiente vacía!


Tus almos pechos dame por avío!

Dame tu miel de gracia


y escánciame tu copa de rocío!

Haz, lirio, que mi huerto


sea jardín. Sé estrella de mi viaje,
sé faro, y dame puerto,
que un corazón de amor es mi equipaje!

Interesada ofrenda
A verla voy, de noche,
por el sendero en flor,
a verla, por la noche,
con mi jornal de amor.

Se ciernen las estrellas


hasta el celeste azul
que va cerniendo estrellas
con su cendal de tul.

La tierra se hace alfombra


porque no dé un traspié.
La tierra es siempre alfombra
si va el contento a pie.

La tibia yerba huele


a menta y serpol.
Y hasta la sombra huele,
como la tierra, a sol.

El corazón, –a saltos
primero hacia ella en ir–,
qué brincos da y qué saltos!
Ay, se me va a partir!

Y él es entero suyo,
y así lo he de entregar,
para que entero el suyo
me quiera entonces dar.

536
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Recrecimiento
Niño, y todo candor, todo ternura,
al beber de la fuente de la vida,
hallé, angustiosa el alma y sorprendida,
de mi vaso en el fondo la amargura.

Después la fuente vi de linfa impura,


en bramador raudal ya convertida,
salto a salto y caída tras caída,
con la dicha mezclar la desventura.

Pero hoy, si el mal de ayer un punto olvido,


si en éxtasis, el alma, con empeño,
a una ilusión de luz abre sus puertas.

Si en pos se lanza abre un dorado ensueño,


el dolor… mi dolor… –tú, maldecido,
con hórridas punzadas, me despiertas!

Vigil Díaz
Tímpano de la montaña
Mi querida,
que es una negra retinta,
dulce y armoniosa como el cuello de una cítara de ébano,
con pulpa de coco en la sonrisa
y esencia de mandrágora en los dobleces,
me aguardó en la talanquera
para decirme:
“El cabrón ha muerto”.
En un lecho de piedras,
junto a los corrales,
pulido por su cuerpo velludo y rijoso,
está tendido el padre
y señor
del aprisco.

La luna de anoche amortajó su cadáver,


y el sol de esta mañana,
calentó las esponjas de sus barbas patriarcales.

En los libros de amor de Publio Ovidio Nasón


aprendió el arte de amar,
y conquistó mil borregas
con la sirynga de Pan.

537
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Para que no coman de su lúbrica carroña famélicos canes,


le haremos exequias griegas en la sabana.

Visión lunar
Señora luna yo te he visto:
sobre las cumbres altivas;
sobre las cataratas bravías;
sobre los ríos musicales y errabundos;
sobre el mar veleidoso y pérfido;
sobre las lagunas extáticas;
sobre las envergaduras de las naves perdidas;

Señora luna yo te he visto:


sobre los caminos polvorientos y sabios;
sobre las ruinas solitarias;
sobre el plumaje de los cisnes dormidos;
sobre la pampa inmensa;
sobre las tristezas de las necrópolis;
sobre los campamentos bárbaros;
sobre el marfil de los cadáveres;
sobre los charcos de sangre;
sobre las carroñas de las bestias;
sobre los jardines solitarios;
sobre el espejo de las fuentes olvidadas;
sobre el dolor de los hospitales;
sobre el arabesco de los frailes;
sobre los pámpanos de las fiestas;

Señora luna, yo tengo un anhelo exótico y profundo:


quiero verte dormida, sobre las gemas de sus
ojos y sobre las pálidas ojivas de sus manos
góticas.

Rafael Damirón
Campesina
Dende que ese indino me se fue con otra
ni pisca yo siento de querer por naiden,
con lo que lo quise me basta y me sobra
pa que ningún otro se atreva a mirarme.

Manque las mujeres semo como semos,


caña pa el ingenio no soy que me cargan;

538
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

soy de las que digo, que a lo hecho pecho,


paque naiden goce mirando mis lágrimas.

¿Que se fue con otra? ¿Que ya no me quiere?


que su gusto sea lo que Dios disponga,
yo no diba a hincarme pa que me desprecie
ni por una caja de doscientas onzas.
Mesmamente asina, como me ha dejao,
sin que yo lo ñame, lo veré en mi puerta,
y como a los hombres se le mete el Diablo,
que no pasó nada, yo me adré de cuenta.

Criolla
Debajo de los palmares
tengo plantado un bohío
que entre olorosos pomares
y renuevos de azahares
copia el espejo del río.

Bajo su oscura techumbre


tengo mi hamaca colgada,
sin una luz que me alumbre
pues nadie enciende la lumbre
que tu dejaste apagada.

Cuando la tarde declina


después de dura faena
se adueña de mí la pena
que tu recuerdo envenena
con tu ingratitud mezquina.

Tengo en mi pecho clavada


como un puñal traicionero
la voz de aquella tonada
con que dejaste burlada
la fe de mi amor primero.

Cuando me quieras, te quiero


cuando me olvides, te olvido
como el pájaro señero
lo mismo puedo en tu alero
que en la selva hacer mi nido.

Debajo de los palmares


tengo plantado un bohío

539
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

que entre olorosos pomares


y renuevos de azahares
copia el espejo del río.


Valentín Giro
Alma
La hermosa, arrebatada, lo envolvió en sus ardores
sus brazos lo anudaron sobre su seno astral.
Y entre besos, mordiscos, suspiros y estertores,
–toda la ardiente gama de los rojos amores–
pasó la noche entera, satánico y sensual.

La aurora en la montaña divina sonreía


cuando el mancebo dijo: “Suéltame, siento hastío”.
Después… domaba un potro, tumbaba un monte, abría
para su siembra, riegos: luego, se zambullía,
como un pez, en el río…

Ensueño
Escucha, encantadora fugitiva
que interpretar mi corazón no quieres:
tu palidez mortal me tiene enfermo
y presiento, al mirarte, que te mueres…

Es tan débil tu cuerpo delicado,


tu vida está de levedad tan llena
que un hálito veloz puede quebrarte
como un pétalo frágil de azucena.

Surgir parece a tu redor la niebla


como para envolverte en un misterio,
y en tu camino palpitando dejas
un lejano rumor de cementerio.

Finas esquilas en tu voz sollozan,


blancor de leche en tu pupila vaga,
y tu reír parece hilo de luna
que en la espuma del mar vibra y se apaga.

Frágil, blanca de niebla, y errabunda


como del aura Leda suspendida,
pareces una virgen temblorosa
del hondo seno de la tumba huida.

540
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Frágil, blanca de niebla, y errabunda


y cuando más sutil y visionaria
pasas por mi fantástico camino
más pura es tu belleza funeraria,

Y más te quiero, fugitiva niña


que temes al contacto de mi mano
porque vamos, yo ardor, hacia la vida
y tú, vapor de ensueño, hacia el arcano!

Virgínea
Se murió Natalia. Virgen que tenía
en los ojos muchos sueños y delirios,
y en los tristes labios todos los martirios
de la cruel anemia que la consumía.

En el blanco lecho su cara fulgía


como nívea estrella sobre un mar de lirios,
mientras en la alcoba los trémulos cirios
llovían miradas de melancolía…
............................................
Después, cuando todos a casa volvían
mudos, pensativos…, como rubios trigos
vieron que en el cielo, radiosas de encanto,
todas las estrellas reían… reían…

Federico BermÚdez
Campanas de la tarde
La tarde.
Gris de perla.
Los árboles en una
meditación ambigua, de ensoñación o duelo;
pupila de la tarde romántica: la luna,
colmado el gris plomizo del solitario cielo!

Por momentos sus alas: inmóviles al vuelo,


recoge la penumbra que finge ser la ojera
de la pupila blanca, sonámbula y viajera
que calma el gris plomizo del solitario cielo!

El angelus.
Esquilas…
Lamentos funerarios

541
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

que vuelan de los bronces de viejos campanarios


con un compás doliente de apesarado vuelo!

Yo sueño bajo el oro de estas horas tranquilas,


y en embriaguez de amores recojen mis pupilas
tu imagen en la errante del solitario cielo!

Oh! tardes adorables…!


Oh! tardes adorables de aquel lejano estío!
oh! siesta de mis sueños sobre su pecho en flor,
venid rasgando brumas y sombras de mi olvido
a orar cabe el sepulcro de aquel perdido amor…!

Orad en el divino lenguaje del silencio


por todos los ensueños de aquella casta edad,
doliente margarita que aquellos blancos dedos
acaso no recuerdan que deshojaron, ya…!

Oh! tardes adorables de aquel lejano estío…


Volar de blancos besos en alas del idilio,
arrullos de las almas bajo el sereno azul…

quiméricas visiones de mi universo efímero,


traed a los oscuros rincones de mi olvido,
blancas reminiscencias de aromas y de luz!

Pareces una tarde


Pareces una tarde que va a morir, Señora!
tan honda es de tus ojos la intensa languidez
y el velo de profunda tristeza evocadora
que cae sobre la cera de tu anemiada tez!

Al fondo de tus ojos, por tu pupila mustia


se asoma tu alma triste con nimbo de pesar,
y vaga en tu mirada con la infinita angustia
de un pájaro cautivo con ansias de volar!

Pareces una tarde que va a morir… Señora!


y si bajo la intensa tristeza evocadora
que cae sobre la cera de tu ideal perfil,

te abismas en tus sueños de pálida Madona,


parece que tu alma de virgen te abandona,
y finges una estatua de pálido marfil…!

542
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Símbolo
Aquel viejo enigmático y sereno,
de tristes palideces marfilinas
y miradas de dulce Nazareno,
echose a descansar bajo las ruinas…!
Y en el vasto silencio vespertino,
tras un largo suspiro y un bostezo,
cerráronse del sueño al hondo beso
sus ojos de cansado peregrino…!

Cuando la tarde huyó triste y doliente,


con la noche se entró por el oriente
la luna, y al verter sus argentadas
claridades silentes en las ruinas,
bañó con sus miradas argentinas,
¡dos míseras grandezas olvidadas!

Serenamente gris
La lluvia, tornadiza como una polvareda,
más flota que desciende, serenamente gris…!
el viento, adormilado, sobre la tarde queda
y sobre los ramales la nébula sutil…
Cabalgan por el éter tristezas invernales,
y en la tranquila estancia, serenamente gris,
mientras la vaga niebla se asoma a los umbrales
te duermes en mi pecho como una flor de lis!
Tu joven pecho cándido me brinda sus latidos
y tus fragantes labios, dulces y sonreídos
me invitan para el beso romántico sutil,
y mientras que yo beso tus labios virginales,
envuelta en sus dolientes crespones invernales
muriendo va la tarde, serenamente gris…!

Osvaldo Bazil
Pequeño nocturno
Ella, la que yo hubiera amado tanto,
la que hechizó de músicas mi alma,
la que más blando susurrar de égloga
derramó en el azul de mis mañanas,
me dice con ternura que la olvide,
que la olvide sin odios y sin lágrimas.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Ella, la que me ha dado más ensueños


y más noches amargas,
se aleja dulcemente,
como una vela blanca.

Yo, que llevo enterrados tantos sueños


que cuento tantas tumbas en el alma,
no sé por qué sollozo y por qué tiemblo
al cavar una más en mis entrañas.

Víctor Garrido
Aria de otoño
Un rubicundo amanecer de estío
me engalana de rosas la tristeza
cuando se juntan tu mirar y el mío,
y llenas con idílica promesa
la soledad de mi rincón vacío.

Te quisiera apartar de mi camino


por toda la ilusión que me despiertas,
cuando en tus pesadumbres adivino
que son hermanas nuestras cosas muertas.

Quisiera huir del sueño que te nombra


por todo el mundo que de mí te aleja;
pero hay algo interior que no me deja
y que me acerca a ti como tu sombra.

Siento que es tarde para alzar mi tienda


en el recinto en paz de tus aduares
y que me enluta la espinosa senda
un desmayo de soles tutelares.

Mas el hondo dolor de no tenerte


y la congoja de tu amor distante,
no valen la ventura de quererte
en la orfandad de mi existencia errante.

Te busco a mi pesar como la escala


que ha de subir mi corazón al cielo;
tu amor me da la vibración del ala
y el impulso recóndito del vuelo.

Eres la imagen de un ensueño puro


que solloza perdido en una estrella;

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

eres la voz, partida de querella,


que se levanta del misterio oscuro,
y me llama con una melodía
que es toda vaguedad de lejanía.

Eres la niebla que besó a la aurora


la cabellera de verdor del prado,
lo que he visto y soñado
en la mágica hora
en que la luz de la razón fulgura
entre sombras de olvido y de locura…

Por todo lo que has puesto de retoño


en mi pálido otoño;
por todo lo que tiene de martirio
la blancura de lirio
que me separa de tu ruta de oro;
por todo este silencio en que te adoro
sin violencia ni lloro,
te bendice mi pena,
que es tan dulce y tan buena
desde que el alma se me va muriendo
por ti soñando y por tu amor viviendo.

Elegía blanca…
Estoy triste, Señor, porque se muere
la amada de mi vida;
la que nunca me enoja ni me hiere,
la que puso en mi alma que la quiere
la blancura de un ala bendecida.

Me la llevas… después que me la diste


como una rosa blanca…
Si en mi jardín de ensueños la pusiste
toda alma, toda dulce, toda triste,
por qué, Señor, Tu mano me la arranca?

Para tu gloria tienes, cuanto aspira


el santo anhelo tuyo…
yo no tengo más luz que si me mira,
más gloria divinal que si suspira
ni más tierna ventura que su arrullo.

No la lleves, Señor, para tu lado!


No me quites mi aurora!…

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Permite que mi ser por ella amado,


viva en la gracia de su amor bañado
cual si fuera en tu gracia redentora.

Yo era malo, Señor; ahora soy bueno…


Ella me dio su albura…
Dejé para volar cuanto de cieno
había en mi ser… y estoy de azul tan lleno
como lo está la fuente de frescura.

Era la vida para mí un sudario


que en hielos me envolvía…
En mi rudo camino solitario
cada paso en la sombra era un calvario…
y ella juntó su mano con la mía…

Y cuando todo para mí se anima


y es la vida una gloria,
quieres tronchar la perfumada rima
que me enseñó a vivir sobre la cima,
y trocar mis alburas en escoria!

Ten piedad de su boca que es un lirio,


de sus ojos azules,
de sus manos nevadas como un cirio,
y del cruel y recóndito martirio
que me darás al desgarrar sus tules.
Señor… la quiero porque me hizo bueno,
porque me dio pureza…
y está mi corazón de ella tan lleno…
y es su amor para mí como un sereno
resplandor de bondad y de belleza…

Si deshojas, Señor, entre mis brazos


la amada bendecida,
me darás el negror de los ocasos
y dudaré de ti que en tus regazos
tienes la luz del bien y de la vida.

Pax
(En las ruinas de San Francisco)

Un silencio profundo en tus arcadas


llena de paz histórica el convento.
Afuera arrastra su plumaje el viento
sobre las callejuelas desoladas.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Penetro en el recinto. Mis pisadas


prolongan su rumor como un lamento
y en lo infinito de mi alma siento
el peso de las bóvedas calladas.

Doblo en el polvo la abatida frente


para alzar mi recóndita plegaria
en la calma beatífica y doliente;

Y contempla mi mente visionaria,


que la sombra de Ojeda, lentamente,
se incorpora en la nave solitaria.

R. Emilio Jiménez
Boda de ruiseñores
Era un trío admirable de dulces ruiseñores
disputándose, a trinos, de una hembra el amor,
que, junto al grupo alado,
picoteando alegre la encendida corteza de una fruta en sazón
por cuya abierta herida, la sangre de la pulpa
manchaba el suelo de arrebol,
provocaba la lucha de los picos abiertos
para su dulce boda con el mejor cantor.

Teatro de la escena: la fronda virgen húmeda


por el rocío, apenas, de la noche anterior,
y comenzó la fiebre del lírico torneo
como a la media hora de haber salido el sol.

El primero dio al aire la joya de su flauta


que el bosque acompañó
con la variada música del viento y del arroyo
que fluye adulador.

El segundo, internándose esmeraldas adentro,


penetró en lo más íntimo de la fronda, y cantó
como para que el hueco del follaje sirviérale
de amplio resonador.

Faltaba el más osado de aquellos trovadores:


voló a la rama más enhiesta, el pico
sobre ella limpié.
de toda huella inútil de festín mañanero,
y se entregó al divino fluir de la canción.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

En la panida música se adivinaron quejas,


rumor de alas, sueños, inquietud,
la ilusión de tres perlas en un nido
y el final de aquel nido en el azul.

La hembra, enamorada,
dejó el fruto sangrando como un arrebol,
ganó la débil rama que el canto estremecía,
y culminó la escena con un triunfo de amor…

Después, los dos vencidos, miraban alejarse,


soñando con el nido, bajo el oro del sol,
cuatro alas tendidas en fuga victoriosa
sobre los aplausos del viento adulador.

Mis dos madres muertas


Dos madres tuve un día y no tengo ninguna:
la que me dio su sangre y me llevó en su seno,
y la que completando la obra que hizo una,
recogió mi pobreza del fondo de una cuna
desde la edad de un año, y me enseñó a ser bueno.

También tiene dos madres la simiente cautiva:


la planta genitora que en su verdor la encierra,
la gran madre tierra,
que la toma en sus brazos como hija adoptiva,
le ofrece el hueco de una cuna
escondida a los ojos del pajarillo hambriento,
y luego, espiga tierna, la mece a sol y luna
en la hamaca del viento.

Y cuando el árbol también, la bella espiga asombra


con la melena al viento florida y cancionera,
a la madre adoptiva le paga con su sombra
y honra la madre propia en cada primavera.

Tal ha sido mi suerte:


una me ha dado el ser,
y me enseñó la otra la virtud de ser fuerte,
la misma de la planta que sabe florecer
sin temor a las hachas que fabrican su muerte.

Al darme una su sangre mirose en dos partida


y una de esas mitades fue mi vida;
la madre es siempre una constante abnegación;

548
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

al tenderme la otra sus brazos redentores,


como carga llevada sobre rieles de amores,
mi cuerpo, entre caricias, llevó a su corazón.

Yo era débil criatura,


enferma y pobre era
la madre verdadera,
y Dios, compadecido de tanta desventura,
me dio una nueva madre, que en ritmo de ternura
fue igual a la primera.

Rosal que de un terreno empobrecido


pasa a la maravilla de un cantero
al amor de otro barro que termina
la obra del barro en que vivió primero,
así yo de la vida en la faena,
barca que tuvo un nuevo timonero,
pájaro que del nido tutelar
pasó al jergón de la pollada ajena
y el ave nueva le enseñó a cantar;
sus propios goces y su propia pena.

Si el ofrecer la vida para dar nueva vida


en el calvario de la maternidad
es sacrificio heroico que mantiene encendida
la llama redentora de la fecundidad,
¿qué nombre ha de tener
la que no siendo madre por la naturaleza
se eleva a la más alta virtud de la belleza
y es madre por deber?

¿qué nombre tiene en la moral escrita


esta ofrenda infinita
de dar el alma a la criatura ajena
la que no es madre suya,
pareciendo decirle, ya que Dios me hizo buena,
si te falta tu madre yo seré madre tuya?

Murió la madre propia


y la que me enseñara lo que por ella sé,
aquélla de quien soy como una débil copia
y la que supo ungirme con bálsamo de fe;
pero llevo en el pecho la dulce sensación
de que a las dos amé,
y con las dos fui bueno, partiendo el corazón,
y a las dos enterré…

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Emilio A. Morel
San Francisco de Asís entre los pájaros
I
San Francisco de Asís erraba un día
por remotos parajes, preguntando
a cuanto ser veía
si lo acosaba el hambre, si quería
pan del pan que su mano iba dejando
a la miseria cruda y sin abrigo:
pan de resignación y pan de trigo.

San Francisco de Asís buscaba un día


vidas atormentadas
por el dolor, cuando en el seno agreste
y hojoso de la Umbría
encontró la piedad de sus miradas
a un ruiseñor que estaba en la agonía.
—Hermano Ruiseñor… –exclamó el Santo,
con los brazos en cruz,– hermano mío,
dime si tu quebranto
lo concibió la voluntad del cielo,
o si fue la del suelo
para secar las fuentes de tu canto.

El ruiseñor no contestó. La suave


bondad del Santo se inclinó hacia el ave
para decirle: —Hermano,
ven a mi soledad hasta que vuelva
la salud a tus carnes;
allí no encontrarás florida selva
ni paraje florido,
sino el crudo rigor de los veranos:
mas, para darte la ilusión de un nido
fresco y amable, te daré mis manos.

Y San Francisco se llevó consigo


al ruiseñor enfermo. Y fue tan dulce
el amoroso abrigo,
y tan hijo del cielo
el infinito celo
que el ave halló en el corazón del Santo,
que a poco tiempo levantaron, juntos,
una oración el uno: el otro un canto.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

II
Enfermo y solo… Lejos de la gente,
que ignoraba su mal, pensaba el Santo
en que ya la Implacable
rondaba ansiosamente
la tosca celda en que la limpia fuente
de su misericordia inagotable
cantaba el bien, tan armoniosamente.

Y dijo al ruiseñor: —Mi buen hermano,


muy pronto a mí me faltará el aliento,
y a ti la débil mano
que te busca el sustento;
vuélvete, pues, al bosque y que te ayude
la mansa diestra del hermano Viento.

Y así dijo a los otros


pájaros: —Vuestro nido
os espera, volved a vuestro prado;
y si encontráis que ha sido destrozado
vuestro hogar venturoso, como he sido
yo para con vosotros, sed vosotros
con el que hubiere roto vuestro nido.

¿No sabéis que se encuentra


la hermana Muerte en el umbral, queriendo
que mi conformidad le diga: entra?

Y gimió el desconsuelo
del ruiseñor: —;Oh, déjame a tu lado
para verte cruzar, transfigurado,
los caminos del cielo!

La turba alada dijo entonces: .—¡Falta


que nos enseñes la virtud más alta,
la de morir sonriendo!
Y cuando hablaron todos de tal suerte,
San Francisco de Asís sonrió, diciendo:
—Entrad, hermana Muerte…

Aquel Lucero Blanco


Aquel blanco lucero,
al cerrarse los párpados del día,
era siempre el primero
que los ojos abría.

551
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Y semejaba un pájaro cautivo


en el azul, imaginando vuelos
y convirtiendo su mirada en vivo
juego de claridad sobre los cielos.

Y siempre que el lucero aparecía


en su invariable senda,
una envidiosa rana le decía
desde el lúteo rincón de su vivienda:

—¿Por qué te asomas a mis soledades


furtivamente? Dime lo que quieres
al deslizar tus tibias claridades
en la quietud de mis anocheceres.

¿No sabes que la sombra es toda mía,


lo mismo que el azul es todo tuyo,
y que a veces me hastía
hasta el fulgor errátil de un cocuyo?

Haciendo florecer en mi laguna


frágil rosa de perla,
viene a verme la luna
sin que yo me moleste para verla.

Y sin embargo, tú, que nunca prendes


una ilusión de luz en rosa alguna,
me pides alabanzas, ¡y pretendes
tener la aristocracia de la luna!

Así el reptil hablaba


cuando el blanco lucero aparecía;
y, después de croar, se acurrucaba
en su lúteo rincón, y se dormía…

Era la media noche


cuando el aristocrático lucero
fingía descender, en un derroche
de luces blancas, sobre el mundo entero.

Y despertó el reptil. Con hosco ceño


fijó los ojos turbios en el hondo
caudal del agua, y vio el perfil risueño
de su rival moviéndose en el fondo.

¡Cuán irónica fue su carcajada


cuando creyó tenerlo prisionero,

552
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

y figurose ver, mustia y ahogada,


la argentina belleza del lucero!
—Ya ves, astro infeliz! Estabas ciego
de pueril vanidad. Tanto ufanarte
de unas galas efímeras: y luego
caer entre mis aguas para ahogarte!
............................................
Y ajeno a ese lenguaje rencoroso,
desde una altura cenital el astro
bañaba el lomo gris del envidioso
con un blancor sereno de alabastro…

Apolinar Perdomo
Amo y odio a la vez tu albo sombrero
Amo y odio a la vez tu albo sombrero!
Tu carita, una rosa en miniatura
gozosa en él se está como una perla
en un gigante caracol de plumas!

Bajo su alón gallardo, luminoso


encanto de tus ojos se insinúa
como un rayo de sol que, huyendo al día,
se escondiera temblando entre la espuma.

Amo y odio a la vez tu albo sombrero!


Odio su aspiración graciosa y culta
de besarte en la espalda, porque ignores
que tiene la obsesión de tus alburas;
la galante y gentil hipocresía
con que aprisiona tu cabeza oscura,
y con que, en regia ondulación, esquiva
el beso casto de tu frente púdica;
la obstinación, cruelísima y discreta,
de hacerse rara flor de tu escultura,
y frente al limpio espejo, de adularte
más que mi verso pálido te adula!

Amo y odio a la vez tu albo sombrero!


Amo el sueño de amor que en él oculta
la vaguedad de luz de tu sonrisa,
que apenas si tu boca disimula;
todo el sereno afán con que hace marco
a tu sonriente faz, y con que triunfa:
bajo el sol, de la lumbre que caldea,

553
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y de la indiscreción, bajo la luna;


amo, en fin, tu sombrero, porque a veces
en egoísmo heroico, te sepulta
la dulce faz entre su alón gallardo,
y en ella se complace y se perfuma;
porque en él, orgulloso de tal gracia,
tu carita, una rosa en miniatura,
gozosa está, como animada perla
en un gigante caracol de plumas!

Canción de amor
Tu ventana está abierta… Estás dormida?…
Quién pudiera saber adónde el vuelo
habrá alzado tu alma bendecida!…

¿Se ha fugado un momento de la vida


para estar con los ángeles del cielo?…

¿O escoltada por blancos serafines,


intangible, sutil, plena de olores,
correteará, traviesa, en los jardines
con el alma fragante de las flores?…

Tu ventana está abierta. Te importuna


con sus caricias la nocturna brisa,
mientras un rayo de la casta luna
juega a besos de luz con tu sonrisa.

Sueñas?… Oh sí! tú sueñas y sonríes!…


¿Reproduce tu sueño algún instante
de amor? ¿la hora del te amo vacilante
que hizo un temblor extraño de rubíes
sobre tu boca breve e incitante?

O aquel idilio, cuando yo de hinojos


contemplaba tu faz, y se tendía
desde mis ojos a tus tiernos ojos
como un puente ideal, por do venía,
de tus caricias entre el vago arrullo,
tu alma divina a perfumar la mía
e iba mi amor a despertar el tuyo?…

Tu ventana está abierta! Están ansiosas


las flores que cuidaste en tu ventana
por mirarte otra vez: para tus rosas
tú eres más que la luz de la mañana.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Una tarde, desde esas que ahora miro


rejas divinas en tranquila, calma,
todo tu amor, deshecho en un suspiro,
cayó desde tu boca hasta mi alma.
Y es de entonces que encienden los rubores
la albura de tu rostro de querube,
cuando a tus rejas, floreciendo amores,
la enredadera de mi verso sube.

Ahora, en silencio, solo, las cortinas


de tu albo lecho el pensamiento ronda,
y contemplo, tras ansias peregrinas,
la artística actitud con que reclinas
tu perfumada cabecita blonda;
la mano sobre el pecho, blanca y bella,
movida levemente, que parece
el reflejo intangible de una estrella
que un mar de espumas acaricia y mece;
el brazo ebúrneo, blanco como un cirio,
que está fuera del lecho, y es lo mismo
que un tallo enorme que sostiene un lirio
desmayándose al borde de un abismo;
y sobre el oro de tu cabellera
tu blanca faz, y en ella tu sonrisa,
como un ala rosada que durmiera
sobre tu boca, el sueño de tu risa…
No despiertes, mi amor!… Te ve mi ensueño
tan ideal, tan bella así dormida,
que no sé si quisiera que tu sueño
durara para mí toda la vida!
Mas no! que están en la ventana abierta
tus flores, y por verte están ansiosas:
no para mí, que te mirara aun muerta,
pues vives en mi ser: ¡por Dios! despierta
para la vida de tus pobres rosas!…

Enrique Aguiar
A San Francisco de Asís
Señor de las humildes indulgencias,
Oh, divino Señor,
Tu piedad evangélica perfuma
Lo mismo que una flor.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Asocias a la fiera con el hombre,


Y luchas con afán
Al ver las vanidades en tropeles
Vestidas de oropeles
¡Cómo van!

Perdonas a tu hermano lo que tiene


De mezquino y pueril,
Y conviertes en óleo el virulento
Veneno del reptil.

Ostentas como canon de tu vida


Un nimbo celestial,
Y le ofreces a Dios como a los pájaros
Tu mínimo rosal.

Yo, que no puedo ser como tú eres


En mi vida infeliz,
Le sonrío al placer y a la desgracia,
Al vino alegre y al dolor suicida…
Es otra forma de apreciar la vida,
¡Oh, Francisco de Asís!

Asno, paciente asno


Asno, paciente asno, las nieblas del Olvido
Revelan en tus ojos la dulzura del bien,
La dulzura que tienes por haber conducido
Tu carga de virtudes para Jerusalén.

Sobre la mansedumbre de tu lomo mugriento


Por tierras de Bethania peregrinó Jesús,
Tú ibas con dos alas, ligero como el viento,
Con mucha luz delante, siempre con mucha luz.

Manso como Babieca, noble como Pegaso;


Dijérase que todas las épocas te ven
Andar con la paciencia de tu bíblico paso
Buscando en el misterio la Estrella de Belén.

La cruz de Jesucristo surgió de los vestigios;


¡Y hoy miras los vestigios rodar ante la Cruz
Con la misma mirada con que hace veinte siglos
Miraste los humildes pañales de Jesús!

556
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

La excusa
En otra, oh, muerta, tu recuerdo amo;
Como yo te sentía
Huraña a la intención de mi reclamo,
Así la siento a ella, muerta mía!

Es otra y eres tú: rosa y estrella,


El perfume y la luz a un tiempo mismo;
Turbada por extraño pesimismo
Asoma a mi vivir su alma doncella
Como asoma una estrella en el abismo.
Yo la he visto reír, y su sonrisa
Velada sombra de dolor esconde;
Su amor como tu amor evangeliza;
Su voz es una Misa
Que yo he escuchado sin saber en donde,

Es otra y eres tú… Para quererte


Surges en ella de la tumba fría,
¡Así podré llamarte y podré verte
A pesar de la muerte: vida mía!

R. Pérez Alfonseca
Oda de un yo
A través del camino sin fin vibra la oda
del Verano; la Tierra es un inmensa oda
de silencio que piensa y de rumor que habla.
Sobre una piedra blanca del gran camino, le habla
a un joven un anciano: el uno es un poeta
ya pleno, el otro, un germen preclaro de poeta.
Las rosas sonreían al viejo como labios
inocentes, y al joven besaban como labios
pecadores; los montes invitaban al uno
al reposo, y al otro a la ascensión; el uno
miraba siempre a Dios al mirar en sí mismo,
el otro, le ignoraba pues fuera de sí mismo
lo iba buscando; el viejo, sin buscarle, le hallaba,
en tanto el joven le buscaba y no le hallaba.
—¿Qué hay que hacer, maestro, para que yo conozca a Dios?
—Conociéndote a ti conocerás a Dios.
Los brazos del anciano, mientras hablaba, fingían
un círculo espontáneo de confianza, y fingían
en tanto, los del joven, un círculo de duda.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

—Para mí, dijo el joven, la Vida es una duda.


—Para mí, dijo el viejo, es una afirmación;
No se vive de duda, sino de afirmación;
el que vive en la duda vive en una agonía.
¿Cómo haces de tu vida, poeta, una agonía?
No es muerte sino vida lo que se advierte en todo:
di “Yo existo” y verás que por ti existe todo:
—Ah! la vida es muy breve y el arte es infinito.
—De tu vivir, Poeta, surge el arte infinito.

Te quejas de la Vida porque la encuentras breve…
Es el vivir humano, no la Vida, lo breve.
La rosa que ha vivido un instante, nos deja
un recuerdo que vive durante nuestra vida:
tal la obra pura de arte que todo artista deja
es inmortal, pues vive mientras vive la Vida.
—¿Cómo hacer para ser original, cual lo eres?
—Ser como eres, y solamente como eres.
Natural en los hombres es el ser diferentes,
(las hojas de un mismo árbol son todas diferentes)
y lo contranatura es querer ser iguales:
tan sólo en apariencia son los hombres iguales.
Y eso es la diferencia: originalidad:
¿Por qué negar, entonces, la originalidad?
No imites: no eres simio; origina: eres hombre;
el Poeta no es nunca el hombre, sino un hombre.
—Oigo decir que nada hay nuevo bajo el sol.
—Mas, tampoco no hay nada de viejo bajo el sol.
El Arte no renace ni decae: se transforma.
Y es en línea ondulosa que el Arte se transforma:
se dice que renace cuando la línea sube,
que decae, cuando baja; pero la línea sube
aun cuando baja: motes: subir, bajar;
es un modo, no más, de subir el bajar.
Somos nosotros quienes cambiamos, y no el Mundo;
nada se inventa, todo se descubre en el Mundo.

—Mas, de todos los ritmos, el mejor es el tuyo.


—El mejor, para ti, tiene que ser el tuyo;
de todos los poemas, es mejor mi poema,
para mí; para ti, debe ser tu poema.
¿Por qué me crees más rico, si, como yo eres rico?
Deja sólo al que es pobre demandar al que es rico,
el que es pobre, es decir: aquel que su riqueza
ignora, deslumbrado por la ajena riqueza.

558
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Cree que de lo que se hace, lo tuyo es lo mejor,


pero tratando siempre de hacer siempre mejor.
No me llames maestro, tu maestro es tu instinto,
el mentor que jamás se engaña es el instinto,
por ser lo que es más de uno, y lo que está más cerca
del Misterio, y, por eso de la Verdad, más cerca.

Sé a manera de un dios que a sí mismo se adora
porque no hay nadie digno de adorarlo, y adora
de esa manera a Dios: el culto de los héroes
sólo pueden rituarlo aquellos que son héroes.
Procura no perder la confianza en tu genio
sobrepasar, no a los demás, sino a tu genio.
Sé el primero que adopte las últimas verdades
y el último que olvide las antiguas verdades.
Nunca insultes ni imites a las obras ilustres
si quieres que tus obras también sean ilustres.
Que tu psiquis no sea depósito de libros
sino una pira donde ardan todos los libros,
a fin de que así leas aquel que es el más sabio
el libro de ti mismo, que es el único sabio.

Ten la sinceridad fatal del Universo,
y sé la concreción total del Universo,
y serás como un monte, sereno a todo viento,
no como en las tormentas un molino de viento.
—Dicen que porque soy joven, falsa es mi queja,
porque la juventud es sonrisa y no queja.
—Si el hombre nace vivo se anuncia con un grito:
la primera palabra del hombre, es pues, un grito.
Por tal, no te preocupes de aquellos que te escuchan,
como el pájaro canta sin saber que lo escuchan.
Y créete que si al Todo lo vaciaran en versos,
esos versos saldrían iguales a tus versos.
Cada obra de arte es tan sólo una hipótesis
de la Belleza, dice un poeta: haz tu hipótesis
y cree que de entre todas la tuya es la más cierta,
pues siempre la más bella ha de ser la más cierta.

El valor de las cosas jamás está en las cosas
sino en tus ojos: valen tus ojos, no las cosas.
Haz sentir a los hombres esas cosas ocultas
que cada uno y todos los hombres muy ocultas
en sí llevan: revélaselas, muéstraselas por medio
de alegorías y símbolos, así como por medio

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de cuneiformidades –como plasma el Poeta–


se hace leer el ciego. Por eso se es poeta.
Con un verso se alumbra la sombra del Destino,
se hace que exclame: “Te amo!” la esfinge del Destino…
Que nadie se interese como tú mismo, nada,
tú que puedes, cual Dios, hacer todo de nada.
No creas que es el cielo misterioso condensado,
sino el reflejo de tu mirar, condensado.

—Dime cómo he de ser para ser feliz. —Bueno;
sólo que ningún hombre puede ser todo bueno,
pues que siendo la síntesis de la Naturaleza,
a un tiempo es bueno y malo cual la Naturaleza.
Sí, desgraciadamente, no nos es dado serlo,
por lo menos podemos, debemos, querer serlo.
Y, de ese modo, cuanto más nos aproximamos,
del Bien, tal de la Dicha más nos aproximamos.
La Vida es triste, triste, triste; la Tristeza
está en todo: es un árbol proteico la Tristeza,
que se nutre con todos los jugos de la Tierra,
y cuyas ramas graves cubren toda la Tierra.
Y, por eso, alabado el poeta que puede
cantar: “Amad la vida, hermanos, porque es buena,
pues la naturaleza es, por ser madre, buena;
y no desesperéis si el presente no es bello,
que el porvenir, ¡oh! hermanos, es muy vuestro y muy bello…”.

Ojalá que tu canto sea un canto de esperanza,
que el hombre tiene sed de agua de esperanza,
pero nota que digo: “ojalá”, mas, no “debes”
pues que es tu canto el único, poeta, el que tú debes
cantar, tu canto, sea de esperanza o de duelo:
bellamente cantado consuela, a la vez, un duelo…
Si llegó la Esperada y se ausentó, tú puedes,
a pesar de la ausencia, mantenerla a tu lado
con sólo recordarla; si aún no ha llegado, puedes,
con tan sólo esperarla, sentir que está a tu lado…
Que cuando entre tus manos mires que la fragante
rosa que recogiste al azar del sendero
se te mustie, no llores, confiado en que el sendero
te ofrecerá, más lejos, otra flor más fragante.

Que todo aquel que llegue a la paz de tu casa,
se acomode, lo mismo que si fuera en su casa,
y pienses que, así como un albergue le has dado

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

la ocasión de que tú fueras bueno, él te ha dado.


Que cuando algún amigo te traicione, tan sólo
te haga sufrir, no el hecho de que te deje solo,
sino de que tu amigo tal, se haya corrompido:
eso te probará que no estás corrompido.
Que cuando alguna mano lamentable te hiera
hagas porque tu mano, sabiamente, no hiera
por venganza: sé justo, la venganza es curarle
al que te hirió su mano que te pide el curarle,
pues si una mano hiere es porque ella está herida,
por eso la venganza es curarle la herida.

De esa misma manera asesina al hambriento
y se castiga el crimen dando pan al hambriento.
Procura que te admiren o te odien o te amen,
pero que no te tengan piedad; mas porque te amen,
haz porque no te falte jamás algo qué amar:
lo que importa no es ser amado, sino amar.
Mas porque se realicen todos tus ideales
haz porque no te falten jamás los ideales…
Oh, tú que huyes del lodo por tenerte puro
sumérgete en el lodo y sabrás si eres puro
si ves tu pureza como una impenetrable
armadura, del todo te hace impenetrable.

Date sin preocuparte de si te lo agradecen,
y date aun cuando sepas que no te lo agradecen,
y serás bueno como el árbol del camino
que, sin saber, da todas sus hojas al camino…

Que el que corte tus rosas no te cause algún daño
sino el que las espine le causen algún daño
a las manos enferma de envidia que las corten:
lo propio de las rosas bellas es que las corten…
Que cuando esté inclinada tu testa no parezca
la de aquél que se abate; que, al contrario, parezca,
la del toro, que sólo la inclina para luego
acometer; inclínala para imponerla luego…

Y que al morir, no tengas en tu actitud, el gesto
de odio de los débiles, sino el sublime gesto
de recordar, Poeta, que en el lecho grandioso
de la Tierra, has tenido un momento grandioso
a la Belleza, virgen y magnífica, y que
de aquélla unión sagrada surgirá el hijo que

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

será tu interminable prolongación, y sientas


la oda renaciente de tu obra, y que sientas
bajo tus pies la Tierra, sobre tu frente el Cielo,
como una flor, la Tierra y un lauro azul, el Cielo.

Sí, que al morir, el Mundo te parezca de fiesta,
como para tus bodas con la Victoria, fiesta
universal y única. Y, así, pasa venciendo,
pues que sobre la Tierra se ha de pasar venciendo.
Vive así como en marcha perenne hacia una cima,
y al morir, te hallarás encima de la cima…


Domingo Moreno JimEnes
A mi hija
Cuando muera…
¿Qué puedo yo darte que no sea yo mismo?
Sombra de sombra,
aliento de aliento,
amago de perfume…
¡Tal vez nada!
Toda la existencia de la Tierra es una inmensa niebla
y el afán del Hombre contra el Mundo, la Nada de la Nada.
(Dios está palpable en el Hombre, cuando se siente triste).

El poema de la hija reintegrada


Agonía
I
Hija, ya no sé decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de comprensión más que tu Padre!

II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
¡y tu recuerdo una estrella que frente a frente me iluminará el porvenir!

III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada en lágrimas
que me hace auscultar el corazón de la tarde.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.

V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
¡hazme entero el milagro de darme todo a los elementos
como si fuera en sustanciación un ser increado!…

VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
¡el segundo de tu inexistir, eterno!

VII
Hija, ¡cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre en el amanecer tu ruta!

VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.

IX
En este mundo donde sólo se premia la capacidad de fingir mejor
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la mariposa, con el carbón y con la piedra.

X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir desde que te dormiste
que en mi derredor todo es sombra!

XI
¡Oh tú que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría de los seres mudables el ser tristes?
¡Triste fue la faz de la tierra cuando se desperezó el primer hombre!
¡Triste tiene que quedar la tierra cuando se desentuma en su regazo el último hombre!

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XII
¡Oh tú, que desde que naciste pude decir: boleta de la tumba!
¡Oh tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez, la preferida mía!

XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
¡y por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!

XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida
¡una sombra entre dos crepúsculos!

XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya ves, reincidí, sin querer, ¡entre dos crepúsculos!

XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te debas parecer al crepúsculo?

XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
y del lenguaje, ¡sólo debe quedar desnudo el verbo!

XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación, ¿verdad hija mía?
Ya te puedo buscar sin parcializaciones, sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente, el vaho de las cosas!

XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
¡porque tú estás para mí más alta que la región de las palabras!

XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!

XXI
¡Miserable del hombre que osa creer que después de la sombra la vida es vida!

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

XXII
¡De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido
hacia el turbio por qué de los enigmas!

XXIII
–Tiene el pulso demasiado débil,
pero este letargo no es la muerte–.
Su médico era mi propia almohada de cabecera
¡y yo quedé perplejo ante su callado sufrimiento y la miseria de la vida!

XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
¡hija, iba a blasfemar por tu dolor… pero, perdona!

XXV
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos
y ellos son más dueños de la tierra que los hombres que comercian con ellos!

XXVI
¡Al través de los milenios, los hombres son puñados de tierra
que se deforman a su antojo!

XXVII
Hija, ya han venido a avisarme que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco y a que lo negro no sea negro.

XXVIII
Hija, ¡cuánto crece el sol sobre la sombra de los tilos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre los ámbitos de la vida!

XXIX
Tibien la leche terciada con agua
para si mi chiquitina despierta.
Cuídenmela hasta que se vuelva esperma como capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi pensamiento, cemento de mi alma.

XXX
(¡Eres, amada mía,
como la flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la naturaleza toda!)

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

XXXI
—No seas padre, sé hombre,
sencillamente.
Gira tu vista a tu derredor
y que tu amor a una abstracta “Humanidad”
no te haga olvidar jamás de que eres hombre!

Los últimos canjilones de la primavera…


I
—Buen viejo., ¿de dónde brota el canto?
—Los cantos borbotan de la sangre.

II
—Madriguera,
¿y el amor?
—De sí.

III
Mar,
¿cuál es la melodía de las campanas en el crepúsculo?

IV
Dolor, ¿cuál es tu friso, a dónde tiende el hálito de tu propulsión?
Infinito, tú sólo me bastas hoy para estar triste.

Maestra
Maestra: recuerda el amanecer con su vaca lechera,
su humo de sol,
su organillo de pájaro…
Háblanos del plátano que amarillaba junto al oreganito.
Del maizal que nos confirma que en América
no es exótico ni lo rubio ni lo negro.
¡Maestra, no te muestres tan distraída ante tus parroquianos hombres!…
Piensa que ser mujer,
y mujer con m minúscula,
es de todas las cosas lo que en verdad te importa.
Trocar los sexos, ¿y con qué objeto,
siendo, como eres, en realidad, de un sentir prolijo y tierno?
Así: minuciosa, sensible y sumisa
te soñó mi egoísmo,
¡y te anhelan mis hijos que están en gestación desde la infancia!

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Siesta
El cielo estrellado de hojas.
El aire de seda en la sombra.

Versos de amor y de misterio


En todas las horas de la ausencia mis manos
te tomaron la nuca,
te oprimieron los senos;
palparon el más desnudo tacto de tu boca
naufragaron en la lejanía de tus ojos…
Tan mía como fuiste;
y sin embargo,
por la ausencia,
inexplicablemente,
junto a la soledad,
¡cuán poco mía!
Me dormía con tus piernas oprimidas
junto a los brazaletes de mis manos;
sentía el dulce rumor de tus cabellos
y hasta el eco de tu mirar lejano.
Después, al despertar me bebía el alba,
y veía una cana de mi cabeza,
la última,
¡gemir de dolor entre tus dedos!


Virgilio Díaz Ordóñez
A mi bastón
Tras de mis huellas –que borró el destino–
tú escribiste los suspensivos puntos
en la empolvada faz de aquel camino
que ya jamás recorreremos juntos.

De aquel camino amado


que para mí tenía
un encanto atrayente y obstinado
que al pie de su balcón me conducía…

Tú, silencioso amigo,


gozaste de mi cálida emoción
cuando en las noches claras la oíste hablar conmigo
en la penumbra azul de su balcón.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

En tu cordial y noble empuñadura,


posó el cansancio de su mano pura
la novia casta de perfil risueño.

Y luego, en otras playas, tú, fecundo


hermano silencioso, fuiste buril amable,
y tu ferrado extremo, inquieto y vagabundo,
grabó en la arena el Nombre Inolvidable…

Compañero de mi alma aventurera:


te amo como un hermano
y si yo te perdiera
se sentiría huérfana mi mano!

Tu amistad, mansa y fuerte,


puede que me acompañe hasta en la muerte:
si tu madera pálida y clemente
no alcanza para hacer un ataúd,
al menos, oh! bastón, es suficiente
para hacer una cruz…

Intimismo
Vieja camisa rota;
ya no hay quien te remiende.

Al mirarte de mi memoria brota


un recuerdo que poco a poco enciende
un fanal misterioso
en tu oscuro pasado y en el mío.

Yo te compré en un día muy lluvioso,


húmedo, desolado, hosco y frío.

Al cruzar una esquina


te vi arrinconada en la vitrina
de una tienda de lujo. El sitio de notoria preferencia
lo ocupaban camisas de la seda más fina,
hechas de rico género importado de China,
–camisas para gentes que visten con decencia–.

Tú eras de algodón;
eras el llamativo disparate,
el comercial modelo para comparación;
tú eras el baldón de aquel escaparate.
Y mi intención fue recta;
la habitual escasez de mi difícil plata

568
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

te eligió predilecta:
eras la más barata.

¡Qué extraña paradoja! Las finas y las buenas


he oído que se compran a veces por docenas.
Las que son como tú, no hay duda alguna,
son de esas que se compran una a una.

No lo recuerdo bien, pero es seguro


que la primera vez te usé en un día de fiesta;
quizás una mañana, en un domingo puro,
y, después de aquel día, toda tu historia es ésta;
de mis hombros cansados
al húmedo tormento de afanosos lavados,
y luego, sin apenas
gozar de algún descanso en el armario,
volver a las faenas
de mis cansados hombros y del servicio diario.

Más tarde se inició la imprecisa comedia


de tu envejecimiento. Te desteñiste tanto
que fingías, en rápida tragedia,
palidecer de espanto.

Después te amenazó la injuria de un remiendo


y, en callada amargura,
junto con tu primer desgarradura
lloraste hilachas de dolor. ¡Comprendo!

Y entonces fue cuando afanosamente


unas manos que tanto conociste
hicieron sobre ti, pobre convaleciente,
cien zurcidos que ahora son un recuerdo triste.

Manos santas aquéllas que a los dos nos cuidaron;


que en silencio profundo, diáfano, pensativo,
apegaron a ti el botón fugitivo
y, en mi alma, ¡cuánta herida dolorosa curaron!

Camisa: y quién dijera que habrías de durar


más que la mano aquella que te solía cuidar!
En tus zurcidos vive aún la huella
de esas manos de paz, blancas y puras.
Pobre camisa mía; ven, comprende:
¡para ser tan barata, cuánto duras!
Tú bien sabes por qué mi llanto brota:
ya no hay quien te remiende,
vieja camisa rota…

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Manuel LlanEs
Oración a la madre ida
Ayer, hoy, mañana, y siempre aquí; muerto
de hambre sin hambre, he abierto las alas en un grito…
Tu espíritu es un perfume de mi nostalgia que queda,
hasta en la noche.
En el triste aposento
mis pasos cautelosos
eran como el enigma de la muerte.
Ronca fuerte la demencia de la aurora
con la dulzura que fallece
en el viento y en las hojas del otoño.
Un hálito me apagó en la mañana
tu lámpara risueña;
y entre la casa,
somos los tres hermanos
como púberes almas inocentes
que acordinan la neurosis
de los grillos;
(la casa de los muertos
es como un patíbulo a las seis…)
Mi piedad dormita
como los stradivarius
en la serenata de los arcángeles,
y concuerda con mi tristeza
un viento frío.
Sonríe la noche en mis labios
entre un coro de campanas,
pero de campanas dolientes
en medio de la noche
estruendosa.
Tú cruzas por mi memoria,
silenciosamente,
como una púdica azucena virgen
entre mi voluptuosidad ya triste.
¡Oh la noche en la carne de los lirios!
¡Oh la noche que para mí se pudre!
¡Oh la noche con el rumor de mayo huérfano
y el aire frío del mar!
En una noche de la ciudad lóbrega,
con un beso salobre que avasalla,
la muerta ciudad me da su calma
y a mis pies, sus largas calles en silencio…

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Rutas nocturnas
Duermen. Oíd insectos: ¿sabéis algo del misterio
en la blasfemia azul de la oración que fenece…?
Cuando tocan las tímidas esquilas del recuerdo,
a veces lloro sin saber por qué lloro los muertos.
Y se volvieron alegres, mucho más alegres las campanas…
Soñaba perderme en la ruta de los mecheros,
y mi corazón torpe, estaba ebrio de demencias nocturnas
imaginando dolores en los rincones de mis penas.
En el caos de las almas las campanas negras duermen…
Mientras se excita mi espíritu irritado
la piedad sube conmigo a la indolencia del alba,
y la brisa lleva un presentimiento de egoísmo a la flor…!
Entre el secreto del campanario, el olvido de la noche.
Ancló desde esa hora el pesar de pensar las cosas;
vagos fueron mis sueños sin ninguna visión.
El destino de la cuerda tendida sobre un abismo,
un equilibrio mis ritmos. Tiembla como la primera estrella.

Rafael Américo Henríquez


Canción de cuna
¡Oh destino fiero!…
¡Oh canción humosa
de sepulturero!…
Con filo de estrellas,
cavando su fosa,
rompieron la tierra
de toda la sierra.
Voces de campana,
dedos de rocío
abren la ventana.
El hueco titila
en la paz de acero
de un blanco sendero;
y se enreda el cielo
en la frente yerta
de la niña muerta.
Velan a su vera dolientes colores:
el verde oloroso que lanzan las flores,
el rosa andariego que viaja en los vientos
el vago violeta de los pensamientos
el gris y el bermejo de la cordillera,
y el verdín sonoro de la primavera.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

El sol vespertino sirvió de mortaja.


De vaho montañero le hicieron la caja;
bujías de aurora vestirán de luz
dos alas de alondra que serán la cruz.
Paisaje nocturno,
duro, taciturno.
Ringlas de silencio
huellan la campiña
que espejó la niña.
Y es canción de cuna
el canto amarillo
que canta la luna…

Diez doncellas
Por sendas de soledades
Y cielos de paz desnuda
Las manos de diez doncellas
Tejen que tejen la luna.
Que ya pronto será noche,
Y más que cesta con fruta,
Y tanto como mozuela
perfumará la llanura,
Y para puerto lejano
El silencio será ruta…
¡Agobio de sangre quieta!
¡Espera de luz profunda!
Sin huellas de mar y monte
Van fabricando la luna,
La fabrican diez doncellas,
Que ha de llevar vagabunda
Por paisajes interiores
¡Ausencia de cosa tuya!

El hurto
La luna cabalgaba
En ramas de pino.
Espinas morenas,
Moreno el silencio,
I más que morenas
Las aguas del río.
Tus manos hurtaron
La lumbre del surco:

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Un hurto de nácar
Con manchas hendidas
De tierra bermeja,
Son luces tus dedos,
Diez luces que trepan
Buscando la luna…
Se quiebran las sombras,
I el pino recrece
Con luna cimera.
Temiéndose un robo
Los vientos apriscan
Ovejas dormidas
En cielo nocturno

La jornada
Desnuda, despereza, sus carnes requemadas
De moza campesina… Y de cegar rendijas
En las horas nocturnas, húmedas, estrujadas
Rebrillan telas rojas, las de su vestimenta.

Con pecado se viste: grácil, lúbrica, lenta,


Aprisca pechos duros, cual ayer a las hijas
De la cabra difunta. Y sale, y salpicando
Gotas de la tinaja irrumpe en los bancales.

Ladridos. Luz. Fugando


Las estrellas son vuelos
De canciones rurales.

En moza van mudando los verdes de la era;


El paisaje enarbola dos manos por bandera:

Porque son sembradoras de paz en el cortijo,


Y porque desde el llano hasta los ventorreros,
Aprontan sombra firme –la misma del cobijo–
Si fatiga la brega o hay sol en los senderos.

Cuando la luz rebota y cruje la espesura,


Y los pinos se enfiestan con fanfarria de fragua,
La moza sueña; abreva, deja olor de frescura
En los dorsos de piedras y en los brincos del agua
La tarde cuaja santa en paz de campanadas.

Ocurrencias jocundas avientan las semillas,


Propias en gente moza. Unas manos sencillas

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Hogareñas, sin joyas, de rezar adobadas,


Recogen lo sembrado. Y mintiendo, los ojos,

Ya ciertos de la prenda, hacen por dar enojos…


Dispersos los balidos, bajan de la montaña,
Y a bueyes desuncidos, un perro les regaña.
Finita la jornada de sol y de labranza
Crecen sobre los surcos las escenas de holganza.
Y un jayán del cortijo y la moza pastora
Caminan a la zaga de luces perseguidas
Y alcahueta, la luna, se torna albergadora
De morenas vergüenzas y de audacias fallidas.

Va cantando
Amarillos
sus pezones.
Amarillas
las estrellas en las charcas del sendero.
Va descalza, va desnuda, va sin miedo
cuesta arriba.
Son sus huellas,
huellas vagas de una luna ya difunta.
Canta un gallo. Cantan ciento.
Amanece.
Verde y rojo
en el viento
y en el filo de la sombra:
colorido montañero.
Algún día
sus pezones y sus ojos y sus manos
serán joyas de silencio,
serán tierra, serán nada.
Monte arriba,
con los ojos en las luces de la aurora,
va sin miedo, va descalza, va desnuda,
va cantando.

J. Furcy Pichardo
Hora de estudio
La bienamada se quedó dormida
sobre el sofá, mientras yo en paz
Poeta: no teorices más la vida.

574
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

La bienamada es la mejor teoría.


Sonrío. Por un hueco del corpiño
que asombra un gajo de la trenza obscura,
se asoma un seno que parece un niño
conjurado para una travesura.
Talvez para hacer burla al pensamiento
que tras tanta ilusión de haber volado
se queda en el umbral del aposento,
donde el lecho, cubierto de edredones,
se le antoja un altar ya preparado
para las más excelsas oraciones.

575
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Paréntesis femenino
Altagracia Saviñón
Mi vaso verde
Mi vaso glauco, pálido y amado,
donde guardo mis flores predilectas,
tiene el color de las marinas algas,
tiene el color de la esperanza muerta…
Las flores tristes, las dolientes flores
en el agua del vaso se refrescan,
y bañan sus corolas pensativas
en una blanca idealidad de perlas.
Y luego se van lejos… se marchitan
abandonadas, pálidas, enfermas,
muy lejos del cariño de ese vaso
que es del color de la esperanza muerta.
Y cuando sola, pensativa, herida
por la eterna nostalgia
siento un perfume triste, moribundo,
que llega hasta mi alma…
pienso en mis pobres flores, las marchitas,
las enfermas, dolientes y olvidadas,
que antes de marchitarse se despiden
tristísimas y trágicas
de ese vaso de pálidos reflejos
que es del color de las marinas algas!…

Amada Nivar De Pittaluga


Roja tinaja generosa
I
Roja tinaja que al extremo
del solitario corredor
eres cual una fresca boca
bajo el claro surtidor.
Roja tinaja voluptuosa
como una virgen campesina
junto a la fuente de la piedra
tras la selvática cortina.

Musgo de fresco terciopelo


y finas plumas del helecho,

576
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

hilo de perlas cantarinas


que desgranaban en tu pecho.

II
Bajo el derruido tinajero
–remedo de un confesionario–
las confidencias escuchabas
como un buen cura solitario.
A los dos novios protegías
tu fiel alianza les juraste,
y tu agua clara –tu alma pura–
como un consejo, les brindaste.
Cuando eludiendo las pupilas
que maternales vigilaban
con el pretexto de beberla
junto a tu linfa, se besaban…

III
Roja tinaja generosa
igual que un joven corazón
fresca tu agua y cristalina
sabrosa a río y a terrón!
Allá en la noche silenciosa
la dulce niña suspiraba,
mientras su clara perlería
la vieja piedra desgranaba.
Y en blando eco cariñoso
repercutía su canción
cabe tu pecho fresco y hondo
y en el amante corazón.

IV
Roja tinaja abandonada
–por la flamante innovación
de las costumbres ancestrales–
al viejo patio, en un rincón.
Con negra tierra el jardinero
llenó tu pecho generoso;
y en ti el penacho de una palma
su esbelta forma alzó graciosa.
Roja tinaja: el agua fresca
no más tu pecho colmará;

577
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

ni ya tu gracia campesina
junto a la fuente lucirá!
No más tu voz dulce y profunda
dirá su cándida canción…
Tan sólo tierra y una palma
como en mi triste corazón!

Delia Weber
Encuentro
Iba por el campo pisando las espigas.
Mis pies eran ligeros y mi cuerpo como una sombra. Me reñiste por no saber lo que
hacía. Oí al viento sollozar; pero no comprendía…
De lo alto del campo venía el río cantando como un coro de niños… Quise sentir
el frío del agua y posé mis pies gozosos, dando la alegría de mi corazón. Me reñiste
por no saber lo que hacía. Se nublaba el cielo pero no comprendí…
Distraída, jugaba en el olvido de todo. Me llamaste desde lejos… Corrí a tu en-
cuentro… Cuando llegué estabas pálido, volviste la espalda y, yéndote, me señalabas
atrás. Yo me senté a llorar; pero no comprendí…
Un día me fui espigando flores, inocentemente, por el campo… Y las regaba por
donde habías pasado tú… Mi cuerpo ligero velaba sobre tus huellas, escondido;
pero no viniste…
Después (como si la claridad hubiese dicho lo que era…) cogí agua, flores y espi-
gas, y fui a ti, que me esperabas, y las regué sobre tu cuerpo… Sonriendo me diste
el conocimiento: aquel campo era mío.
Y besé tu agua, tus espigas y tus flores…

Nada
—Ese hombre que pasa llevó un día mi alma…
Corre, mira si en los ojos tiene la señal; si su espalda está aún encorvada, si lleva
en la boca todavía luz, y sus manos están extendidas…
—Veo el camino solo. Va a salir la luna entre nubes oscuras.
—Pero ¿alguien pasa?
—Un hombre que no lleva nada.

Reencarnación
Yo he estado contigo, sí, he estado contigo. No vas a recordarlo, pero una vez,
fuimos una vida entera, tú y yo…
Hiriéndome la mirada de dulzura, tus ojos hacen oriente de mi senda, y me llenan
de amor sin descanso. (Una vez yo he visto tus ojos…)

578
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

No abras tu alma recelosa como flor al viento; sé todo lo que tienes que decirme.
Te he escuchado en una sombra remota, por un vago camino… Allá, al extremo de
toda idea… (Un día has abierto tu alma…)
Sin que hayas dicho el sentido de tus palabras, surge en mi corazón una alegría
que revive, porque una vez aclaraste su sentido en mi corazón…
No sé quién eres: el recuerdo es oscuro y despierta temeroso del silencio nuestro…
En una bella mañana, cuando el sol se dilata esplendente, como una pupila tremen-
da del círculo eterno, me seguiste por una palabra mía. Y temblaron mis labios, y se
quedaron mudos, porque (aunque lo hayas olvidado con esta vida) una vez te dije
una palabra…)

Voz errante
…Ay de ti si probaste una vez la miel de mi vino… no olvidarás…
Si te clavaron las espinas de mis rosales, ay de ti… no curarás…
Si te rozó, leve, la orla de mi vestido, no fingirás indiferente gozo.
Aunque te vayas lejos… Aunque no vuelvas más… Te agitará el corazón, te subirá
la sangre loca, y, en un trastorno de tu vida, tornarás al punto en que bebiste mi vino
o te clavaron mis espinas…

Martha MarÍa Lamarche


Como la espiga
El alma
se balancea al soplo de la brisa,
como la espiga.
En busca de luz alza
el tallo de su inquieta y frágil vida,
como la espiga.
Para que el Sol dibuje
de oro sus granos que el viento abanica,
como la espiga.
Luego, el raudal de oro
se desparrama prófugo en la vía,
como la espiga.

Junto a la corriente
Dormí en el lecho de arena
que refresca la corriente,
y fui en la noche serena

579
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

otra linfa transparente.


Bésame, agua cristalina,
mientras mi lira se hermana
con la canción que trina
en la fresca mañana.
Bésame mientras el cortejo
de las cándidas estrellas
apagándose a lo lejos,
deja en nuestra alma el reflejo
de sus temblorosas huellas.
Bésame, somos hermanas,
como tú, mi alma salvaje
guarda oculto su linaje
y no le inquieta el mañana.
A las dos, mansas corrientes,
bástanos ser transparentes
y dar en una canción
matinal el corazón…

La carga
Aligérame, Amado,
pon mi carga a la vera del cambio
o espárcela a los vientos,
para tener el alma
tan pura y tan sencilla
como una flor silvestre.
Aligérame, Amado,
y seré libre corderita
que en la verde sabana
corre, retoza, brinca,
del arroyuelo bebe
agua límpida y fresca,
y de la tierra pasta
hierbas recién nacidas
Aligérame, Amado,
quítame de los hombros esta carga
de locas ambiciones,
que desfallece mi alma…
Aligérame, Amado,
y otra vez en las noches
seré la chiquitina
que en tus brazos se duerme
soñando como niña.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Llueve
Llueve. Las gotas caen acompasadas
con música monótona y cansada
y contenta les voy así cantando:
Caigan, caigan, que el cielo
se despeja llorando.
Como una quimera vana que atrae
me atrae el gemido del agua que cae
y contenta les voy así cantando:
llorad, llorad, que el cielo
se despeja llorando.
También cayeron gotas de amargura
de mi alma que ahora luce pura,
y contenta les voy así cantando:
Caigan, caigan, que el cielo
se despeja llorando…


Viento
Viento:
llegas tan fresco, suave y reposado,
que adormeciendo vas mi pensamiento.
Viento,
que las mejillas hazme refrescado,
de qué país tan bello
llegas alborozado?
¡Mira, como has puesto mis cabellos!
Viento,
inútil es que ahora al hogar
entres y hagas crujir el ventanal;
¿piensas tú que tu aullido he de temer?
me río y digo: ¡déjateme ver!
Viento,
mis manos y mis pies has vuelto fríos;
pero en mi pensamiento
voy musitando locos versos míos…

Ya en tus redes
Ya en tus redes me hiciste presa, Amado,
ya fui pez de tu mar.
Fruición de gozo antes no soñado
mi sangre hace saltar!

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Turbión de dicha que inundó mi ser


con tierno bienestar.
Rubia espiga de oro, ardiente estrella
que a mi paso brotó.
Deleite dulce, de quietud me llenas.
Amor de mi Jesús!
Ya en tus redes me hiciste presa, Amado.
Ya fui pez de tu mar…

Carmen Natalia
Aquí me tienes tú
Aquí me tienes tú, como dormida…
Vengo de un largo viaje
por no sé qué regiones desoladas.
Vengo a tenderme aquí, bajo la sombra
de cualquier árbol bueno y compasivo,
de esos que se levantan
a la orilla de todos los caminos.

Llevaba entre mis manos


una rama florida.
La brisa dispersó todas las flores
y el verano ardoroso
gota a gota sorbió toda la savia.
Seca quedó la rama… Por mi lado
pasó un viento de fuego esa mañana…

Ahora, ya lo ves… Vuelvo, a tenderme


bajo un árbol cualquiera del camino.
Dormiré largamente, largamente…
Pero mi rama seca no la quiebres,
déjala junto a mí, bajo la sombra…
Tal vez tendrá una flor cuando despierte…!


Darse
Darse cual la brisa, sin saber a quién:
al árbol, al nido, al espino cruel…
Darse plenamente, darse con el sol,
que al lodo y al ave brinda su calor.

Darse como el agua que riega la mies,


y baña al cerezo igual que al ciprés.

582
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Darse, siempre darse en aroma o sol,


en brisa y en agua, en dulce canción…

Darse en un perfume: nardo o azahar,


azucena, lirio… Darse en un cantar…
Darse en armonías, trino y vibración…
Darse, darse toda en Arte y Amor…

Y hacer que al conjuro de un mago sutil


(de dedos oscuros y blanco marfil)
el alma remonte a la azul región
donde hay luz y trinos, Belleza, Ilusión…
Y en alas de ensueño duerme el Corazón…!

Mi risa
Disuelta en la brisa
se me va la risa
–cascabel de plata de argentino son–…
No sé dónde nace, ni sé por qué vino,
sólo sé que siento su temblor divino
dentro del corazón…

Viajero, Viajero,
detén la jornada…
Déjame decirte lo feliz que soy…
No sé por qué río… No sé, ni me importa…
pero así, Viajero, la senda es más corta
y riendo yo voy…

Viajero, Viajero,
detén la jornada
y escucha mi risa de argentino son…
No sé dónde nace ni sé por qué vino,
mas desde que siento su temblor divino
yo voy desgranando por todo el camino
la loca alegría de mi corazón.

Una tarde sin sol en tu cabaña


Yo detendré mi paso en tu cabaña
una tarde sin sol, dulce y serena.
Tocaré levemente la ancha puerta
y esperaré en silencio hasta que abras.
Entonces seré huésped de tu cena.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Cuánta luz en redor y qué infinita


quietud de monasterio en tu cabaña!
Cenaremos sin prisa y sin palabras,
mientras las horas tejerán su ronda
y hablarán en silencio nuestras almas.
Después, me iré muy lejos con mis ansias,
sin una frase inútil y sin una
lágrima de amargura o de nostalgia,
te quedará tan sólo mi sonrisa…
Me llevaré tan sólo tu mirada…
Una triste sonrisa… Una mirada…
Y lo que no dijimos ni diremos:
un suspiro, un recuerdo y una lágrima.
Toda una vida y toda una tragedia
una tarde sin sol en tu cabaña.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Poetas nacidos en el siglo XX


Armando Oscar Pacheco
Motivos de Pierrot
Ni el agrio Schopenhauer con su experiencia extraña,
ni el Kempis con su clara síntesis de la vida
brindáronme en su copa el licor del suicida,
ni la ciencia que estaña
la voluntad de hierro y el alma del más fuerte
con la confusa histeria corrosiva de muerte!

Fue una rara muñeca sin mejillas rosa,


sin carmín en los labios, una dulce oración
convertida en juguete: sencilla, ruborosa,
y que, muñeca al fin, no tuvo corazón…

Y fue por ella misma por quien odié la vida,


por quien llegaron penas y huyeron alegrías;
por quien sentí en mis labios el licor del suicida
y vi a la muerte hermosa con sus filosofías!

Anoche, en el encanto de su convalecencia


la vi más atrayente que cuando estaba buena;
la miré muchas veces fingiendo indiferencia
y vi que también guarda tesoros de una pena…

Un pañuelito blanco cubriendo su garganta,


un traje azul celeste –sencillo como ella–
y su mirada triste que mi ensueño quebranta
haciendo de ella misma más absurda mi estrella.

Fue así como vi anoche la estrella que me alumbra,


en el difuso marco de una media penumbra!

Muñequita insensible, tranquila muñequita


sin mejillas de rosa ni labios de carmín:
tú que fuiste bendita
con lágrimas de estrellas, y que muñeca al fin
no tienes corazón;
tú que fuiste juguete hecho de una oración:
allí, donde el amor era con su grandeza,
ven y cultivaremos los dos nuestra tristeza!

Así rezando quedo sólo con mi congoja;


pasa así por mis labios la infantil oración

585
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y de mi flor de ensueños los pétalos deshoja


mientras mi corazón,
ese rojo fantoche que se viste de raso
y ante su propia pena ríe como un payaso,
ese rojo fantoche,

grita en su neurastenia mientras su dicha podas;


todas mis inquietudes y mis tristezas todas
no valen la ventura de haberla visto anoche!

Porque vino de ti
Cuando escribo mis versos, cuando cruje mi pluma
como si desgarrara frágil copo de espuma:
cuando tiembla mi mano –del amor al abrigo–
y sigue temerosa, palabra por palabra
y el alma vibra en mí.

mi exaltación adoro, mi temor yo bendigo


porque viene de ti…

En mis horas de hastío, en mis horribles horas


en que el Averno luce sus mil lenguas sonoras;
al margen de la vida viuda de ensoñaciones
y de esperanzas viuda

porque tristeza y pena llegaron hasta mí,


no le temo al misterio, no le temo a la duda
porque vienen de ti…

En el misterio inmenso, en el enigma rudo


que a las llamas me acerca su secreto mudo,
y dentro las llamas me convierte en su llama
fantástica e imprecisa,

en esta incertidumbre que me tortura así


hacia la muerte misma camino más aprisa
porque viene de ti…

Y cuando pase el tiempo su brochazo de olvido


sobre las timideces que tú no has conocido,
al decir que mis versos no son como antes,
que son rosas de trapo,

responderé sin fuerzas como un triste Rabí;


es que no tengo alma, sólo tengo este harapo
porque vino de ti…

586
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Lucas Pichardo
A una casita
Siempre he sentido una misma emoción cuando veo esta casita de piedra.
Ya está acurrucadita y replegadita como si hubiera caído en el fondo de sí misma.
Pero no es por eso por lo que yo siento la inaplazable emoción de arrojarle mi
pañuelo.
Todo es porque, como tiene la cornisa rota, cuando llueve se le deben llenar los
ojos de agua.

A una tinaja
Nació sin dolor. Fue ni más ni menos como cuando apareció la primera criatura
humana sobre la tierra: barro y fuego. Barro y fuego. Barro y fango. Y unos dedazos
torpes modelando una y otra vez la arcilla original.
Luego soplaron para animar su alma semejante a una buena, gorda, fresca y
colorada campesina.


La piedra
Muchos creen que tiene pupila rota para toda clase de paisaje. Y no es así: de la
piedra al sol no hay secretos.
El agua, el viento y el fuego no se han gastado inútilmente sobre la fisonomía
cerrada de la piedra.
Además ¿no se ahogarían las piedras cuando la tierra se volvió una gota de agua
grande?
Yo he sentido a más de una piedra gritar al mediodía!

Otoño
Va a morir. Acentúa el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.
Se está muriendo. A esa hora de la despedida de nuestras cosas queridas reacentúa
aún más el trazo seco de su sonrisa desdeñosa.
Ha muerto. Cada hoja que cae es una gota más de dolor.
Luego: cualquiera ventolina levantará un largo rumor de llanto fácil.

Tomas Hernández Franco


Contigo
Qué dulce la sal del mar
bajo este cielo tan claro
y qué hondo tu mirar.

587
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Qué dulce la sal del mar


Qué tranquila la pleamar
en esta noche de luna
y qué bueno tu besar.
Qué dulce la sal del mar!
Qué bueno es irse muriendo
de tu mirar y besar!
Qué dulce es irse queriendo
Qué dulce la sal del mar!

Proyecto
Tengo lista mi aventura
de besos largos y barcos,
desmayos trasnochadores
en luna-park de horizontes.
Montañas rusas de excesos
para vértigos de estrellas
zarparán de tu caricia
con risas de fruta fresca!
–Versos de pulpa suicida
para las horas de hastío
y vientre suave de vela
en viento sabio de rutas–
Brújulas anarquistas
de libertades sumisas
irán cazando caminos
en azares de sorpresas,
los timoneles más ebrios
en redes de espumas tensas
te harán coros de sirenas
en crepúsculos de canto,
grumetes enardecidos
de noches de espejismos
pondrán música a los nombres
de las islas de tu ensueño
y en el golfo de tu beso
un naufragio de recuerdos
desatará su bandera
de equinoccios de tragedia!
Estrellas de mar, dormidas
en cielos de arena blanda,
constelarán de silencio
tu gracia de fiera mansa…
Tengo lista mi aventura

588
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

de ensenadas y de jarcias,
de mástiles y baupreses
de banderas y tormentas.

Salutación a Pancho Alegría


Capitán de Goleta
¡Salud, don Pancho Alegría
buen Capitán de goleta,
matador de tiburones,
rico en naufragios y rutas,
conocedor de los vientos,
–crucigramas de las islas–
buzo de la noche negra,
buen hablador de dialectos,
rezador de avemarías
por aduaneros y puertos!
Salud, don Pancho Alegría,
parrandero de tormentas,
dormilón de calmas chichas,
marrullero de corrientes!
En la noche del Ozama
no se te ve ni la cara
–alquitrán de cara limpia–
luz de bengala, tan sólo,
los nombres que vas cantando:
Puerto Plata, Las Bahamas,
Aruba, la petrolera
Turkilán de sal estéril,
Curazao de ron bueno,
Paramaribo y San Thomas,
Jamaica en costa de cocos…
y la muchachita aquella,
Capitán, dulce de plenas,
de San Juan de Puerto Rico!
Salud, don Pancho Alegría
Sin brújula se te va
el alma, recuerdo afuera!
El alma si se te ve
blanca de espuma en bahía,
gallardete de tu cuerpo,
el alma si se te ve
Capitán Pancho Alegría!
mañana, –“pa’ Venezuela”–,
por los mares del ciclón

589
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

tu cargamento de frutas
irá alegre, Capitán!
Vendrás, con lastre de piedras
y con vientos de canción
–alguna historia en tu casa,
miles en el malecón–
y en la taberna del muelle
un solo trago de ron!
Salud, don Pancho Alegría,
buen Capitán de Goleta!

FRANKLIN MIESES BURGOS


Canción de la niña que iba sola
Sonó lenta y sin alarde
la ronca voz de una torre.
Por el camino sin nadie
venía un perfume
de cobre.
¡Por el camino sin nadie
de la tarde!

—¡Oh, linda te lo diré


ahora que estamos solos,
un redondo mar sin peces
son tus ojos!
—La tarde borda jacintos
de tafetán sobre el cielo.
—¿Si quieres uno yo puedo
sobre tus trenzas ponerlo?
—No, déjame sin jacintos
lucir así mis cabellos.
—¿Flotando sueltos al viento
como las alas de un cuervo?
—¡O de un retazo de noche,
caido desde los cielos!
—¡Oh linda, linda no puedo
con la sombra de tu pelo!
Suena lenta y sin alarde
la ronca voz de la tarde.
Por el camino sin nadie
vino un perfume
salobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.

590
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Canción de los ojos que se fueron


Se me fueron los ojos por mirar la presencia
posible de las cosas que pasan como el río,
como el pájaro blanco de una luna sin alas,
como el cristal en donde
se desnuda el silencio.
Desde niño se fueron…
Y ahora tengo en la sangre
otros ojos que miran por encima del aire,
por encima de toda transparencia distante.
Y esta es mi pena ahora, el término y distancia:
el que yo muera siempre mientras los otros cantan,
cuando yo me deshago de llanto entre las yerbas
buscando las sonrisas que olvidan las estrellas
al huir presurosas ante la luz del día
Yo me iría tirando también como los otros,
en un cauce perfecto, mis redondas palabras…
Pero no puedo, no; hay otras formas mudas
que me llaman más hondo
que la voz de las aguas.
Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos
allí donde la niebla
tiene rosas moradas.
Y el silencio devora la imagen de otra luna
hecha de anochecidas
canciones apagadas.
Allí donde los nardos son palomas crecidas
con las alas quebradas.
Y la alondra no es sólo la dulzura de un canto,
sino una ruta ancha por donde llega el alba.
Allí donde las hojas todas tienen por dentro,
en el cielo inmutable de sus verdes entrañas,
el silencio de una primavera enterrada,
en donde están gritando de angustia por la vida
las rosas que no nacen.
¡Allí están mis ojos! ¡Los ojos de mi sangre!
Los que miran tan sólo
por encima del aire,
por encima de toda transparencia distante.
¡Los ojos que me dieron, que no fueron de carne!
¡Allí están, en la sangre!
Mirando el lado opuesto, la forma diferente,
el oculto sentido de la carne y la esencia.
Porque todas las cosas tienen su doble sombra,
hasta la voz y el viento.

591
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Elegía por la muerte de Tomás Sandoval


¿Quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo
solitario del mar, para sólo pensar desesperadamente,
en el vidrio desnudo de tu limpia sonrisa,
o en aquella tu carne color de azúcar parda,
después de que los peces hambrientos se comieron
el último paisaje de sol que había en tus ojos?
¿Quién ahora, llorando, te alzará desde el fondo
solitario del mar?
¡Oh príncipe mulato de la verde escafandra!
¡Tronco joven de ceiba y corazón de nardo!
Después de que la muerte dejó sobre tus sienes
una polar caricia de puñales de hielo.

Por esos ojos tuyos –¡dolor! – por esos ojos


tan llenos de luceros distantes y neblinas,
Por esos ojos tuyos derramarán su llanto
de alero las palomas;
la noche que te clama sin cesar desde el cielo
colgará sus crespones de sombras ateridas
sobre un mundo salobre de guitarras y lonas.
Pero tú desde el fondo no las podrás mirar:
no la podrás mirar, porque ya se habrá ido
el alba que alumbraba por dentro de tus ojos
de terciopelo oscuro;
porque ya se habrá ido sin campanas tu vida
hacia una madrugada de sal y caracoles,
más allá de la noche pequeña de las algas,
en donde todavía la luna no ha podido
llegar para mirarte, definitivamente,
dormido bajo el agua.
¡Arena y sólo arena para el ancla caliente
de tus ingles desnudas;
para tus ojos sombras de los corales mudos!

¡Arena y sólo arena para enterrar tus sueños


marítimos de nubes y de gaviotas blancas,
sobre un cielo de coco nublado de sardinas!

¡Arena y sólo arena


para hundirte en tu inmenso silencio terminado
entre besos impuros de hermafroditas peces!

¡Ay! ¡Qué ya no habrá más música marina de acordeones


en tu lecho de limos y pleamares eternos!

592
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Sin un puerto posible para tu despedida,


en la noche se fueron llorando las estrellas.

Querida entre tus brazos, habrás tenido sólo


una coquetería de manatíes hembras,
porque ya las abejas que anidaban tus labios,
se habrán llevado toda la cera de tus besos.

¡Oh amante ineludible para quien la marisma


tendía el más oculto fluir de sus mareas!
¿Qué has hecho con el rostro pálido de las lunas
caídas en el fondo solitario del mar?
¿Qué has hecho con el rostro de amor de aquellas lunas?

¿Traslúcida y radiante como un cristal muy fino


deambulará tu sombra en torno de estas islas
caribes que te dieron
ese estupor de cielo mojado de aguardiente?

¿Quién ahora dolido escuchará tu voz herida de violetas,


y le dará a tu gesto de varón suicida
todos los crisantemos crecidos en la tarde?
En litoral amargo de llanto sin pañuelos
las verdes hojas anchas sacudidas
por tropicales ráfagas de horno,
te están diciendo adiós,
y tú no miras…

Sin mundo ya y herido por el cielo


Imploración
Sin mundo ya y herido por el cielo
voy hacia ti en mi carne de angustia iluminada,
como en busca de otra pretérita ribera,
en donde serafines más altos y mejores harán por ti más blando y preferible
éste mi humano, corazón de tierra.
¡Oh, tú la que sonríes magnífica y sublime
desde tu eternidad desfalleciente! En vértigo de altura dolorosa,
parte mi vida en dos como tus trenzas.
No quiero que te digan ya más: ¡Mira tu hijo!
El de tu humilde barro fabricado con sus hondos infiernos y sus cielos
en la terrible noche de sus polos,
muriendo sin morir, petrificado y solo.
Tu hijo de tierra y de huracanes hecho, en la unidad universal del cosmos;
tu hijo; el de las briznas de fuegos y los cantos

593
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

en sumergida isla de llanto y de dolores.


El que te mira a ti, transfigurado, en clima de distintos hemisferios,
uno y plural ¡en tu palabra eterna!

Tema
Aquí, compañero impasible; aquí:
Donde todos los cuerpos creados se procuran; aquí donde se buscan
los cuerpos y se encuentran lo mismo que la imagen
que en procura va siempre de algún vidrio inmediato,
como una flor marina sujeta por los ocho tentáculos de un pulpo,
lo mismo que una estrella mordida por el diente nevado de su cielo;
materia fija y dura; materia desde donde
crecen mil manos largas para sólo agarrarse;
para sólo buscarse
en presencia de un mundo que tan sólo es presencia,
color, forma y substancia en un mismo y continuo ardoroso contacto,
hecho de superficies varadas a la orilla,
callada y solitaria
de la noche del aire.
Aquí, compañero impasible; aquí:
Donde todas las hojas urgidas por el fuego de una terrible ansia
van buscando la carne desnuda de la brisa con sus labios de lanza;
aquí donde el anillo tiene un sueño de dedos
alzados como cinco columnas suplicantes,
y el mar es sólo un ojo;
un ojo melodioso con riberas de espumas para mirar el cielo.
Aquí donde las yerbas van pensando tan sólo
cómo hundirse hasta el fondo de la entraña terrestre:
¡yo no quiero encontrarte cuerpo sólo y presencia!
¡yo no quiero encontrarte concreta o sucedida
de otro modo distinto que no fueras de sueños,
que no fueras de nube, de estupor o de grito,
en la isla profunda de mi llanto enterrada!
Aquí no quiero hallarte: posible, realizada; aquí no quiero hallarte,
porque yo sólo busco, tu no ser en las cosas para ser en mi esencia,
para ser en mi árbol, en mi poblada selva de raíces muy hondas,
en donde están fluyendo las aguas luminosas de otro cauce del mundo
sin estatuas perennes sonreídas al fondo.
¡Oh, dulce voz crecida del tamaño de un hombre!
¡De la misma estatura de una pena callada!
Sin labios todavía donde sembrar sus letras,
los signos expresivos para su oscura y nueva
subterránea vendimia de maduras angustias,
en donde nunca, nunca, hallarán las semillas de sus extraños frutos.
Pues para hacer tu risa que nunca había nacido:

594
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

¡Cuántos nardos hubieron de morir en el alba!


¡Cuántos granos de arena
en la margen opuesta del litoral del mundo!
Desde el dolor primero que nació con nodriza de afiladas espinas
hasta el llanto sepulto de las piedras sin ojos,
de las rosas sin alas,
¡todo ha sido un anhelo de epidermis heridas!
Todo ha sido un continuo y furioso buscarse
entre cuerpos y cuerpos de una terrestre carne de cielo despoblada,
en donde a toda hora: una soberbia soledad rugía,
o un enorme silencio terminaba.
¡Ay! ¿De qué pecho caliente de huracanes marinos
viene ese oscuro viento? ¿Viene ese oscuro viento
para mesar los finos cabellos de las rosas que nacen en los pechos,
que nacen en las manos
y mueren en los blancos jardines de los dientes?
Ese viento es el viento del eterno contacto del mundo con las cosas.
El formidable viento que hace girar de amor al universo entero:
Desde el pequeño germen oculto entre las hojas
hasta la fe de aquellos que no mataron nunca su alma ni sus ojos.
Aquellos que han seguido creyendo que la brisa es un ala tendida,
y la noche una negra paloma degollada más allá de las sombras.
(Impenetrables sombras de donde muchas veces,
descienden en legiones mis musicales ángeles borrachos).
Los que ya van sin cuerpos porque se despojaron en el propio camino
que retorna del mundo de su intimo llanto;
los que van siempre heridos de paisajes por dentro,
éstos únicamente quedarán liberados de la terrible lucha
del humano contacto,
en donde cada objeto creado es como un brazo,
una garra tendida hacia otra presencia de su ser inmediata.
¡Qué nada estará libre del sentido del tacto!
¡Qué nada estará libre del crecido sentido!
Ni la hormiga ni el cardo;
ni la estrella ni el nido;
ni la tierra ni el agua;
ni la noche ni el aire;
ni la selva que muere en un ardiente pecho de pezones flotantes;
ni la boca que ríe encendida de rojos claveles a lo lejos;
ni los ojos tampoco
en donde un agua oscura va llena de sonámbulos violines delirantes;
ni en esas claras gotas del celeste rocío,
en donde un dulce cielo de pájaros habita.
¡Que nada estará libre del firme y decidido clamor de su mandato!
¡Que nada estará libre!

595
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Ni el asno pensativo ni la piedra callada;


ni el silencioso amante enamorado;
ni la madre ni el hijo;
ni tú, que has sido hecha de ardorosas palabras,
en medio de los rubios arcángeles dormidos.
¡Que nada estará libre!
Aquí, en esta tierra; en este mismo espacio en que morimos,
en una eterna muerte, sin reposo.

Presagio
Yo estoy muerto con ella
sin rumoroso llanto de azucenas,
desde un pecho que extingue sus ardientes cenizas,
desde la misma rosa de hielo en que ella habita,
desde la misma niebla donde sus ojos miran la soledad del mundo,
desde todas las cosas –inevitablemente– yo estoy muerto con ella.
No valen los clarines que golpean desde el fondo terrible de los sueños;
no valen los clarines con el eterno y duro gemir de sus cristales
de amor resquebrajados;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido:
ni el musgo que nos brinda su refugio tranquilo,
ni la amarilla voz de los otoños,
ni la piedra ni el nardo, ni la arcilla madura
donde moldea el silencio su recóndita estatua;
no vale nada ahora desde que ella se ha ido…
A la orilla del llanto sereno de la noche;
a la orilla del llanto donde caen las estrellas,
no sé desde qué sombra yo escucho sus campanas,
(palabras que se han ido de amor entre las gentes).
Yo estoy muerto con ella
–inevitablemente– desde todas las cosas que ignoren su presencia:
El mar… la tierra… el viento.
La brizna más pequeña que esté lejos de ella.
La que no haya podido colgar su primavera
furiosa de sonrisas o de besos,
sobre el mármol sonoro que le cubre la frente,
el traje que no tiene,
los ojos con que mira,
o esas lluviosas manos donde vienen
a reposar en ella los astros sonrientes.
Yo estoy muerto con ella
–inevitablemente– desde donde su pena estremecida grita,
donde un río como ella pasa callando siempre.

596
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Primera variación
¿De qué cielo distante, solitario, sin nombre,
aquella espada vino desnuda como un río?
Aquella muda espada tan fría como el vidrio desolado del aire,
tan honda como el agua sin riberas del llanto,
donde el dolor agita su inmensa cabellera?
Para que se quebraran tus senderos de aroma
hubieron de habitarle caracoles al viento,
arenas retorcidas como torres de humo,
como manos oscuras,
como terribles dientes,
hubieron de habitarle para siempre.
¡Rosa muerta sin llanto de campanas de bronce!
¡Isla sola, sin nubes, sobre el rosal anclada!
¡Mariposa sin alas, cuyo sueño, era el cielo!
Por tus propias raíces tendidas como escala:
¿Habrá, para morirte, que nacer un lucero?
Pero no fue la muerte helada, sino el beso; el gemido profundo
de tus propias espinas quien apagó la aurora vegetal de tus pétalos.
Pues ya desde un antiguo dolor tú te morías.
Te morías por dentro –como todos– un poco.

Segunda variación
Ahora que en mí siento la inconmovible eternidad gritando,
como árbol erguido, como una oscura piedra caída en lo profundo
en un grito que cobra su precisa medida de estatua de cielo.
Ahora que en mi carne yo sé que está esculpiendo
la soledad su estatua de silencio,
porque no soy un bosque, sino un hombre,
limitado en la forma de su humana presencia.
Devuélveme mi mar de otras edades; mi fino mar de vidrio transparente
desmelenado igual que los leones,
con su náufrago cielo solitario en la aurora salobre de sus conchas,
con sus yodos terribles, sus salitres de milenarios miedos oxidados
en el bronce sonoro de sus negras campanas.
¡Mi mar!
¡Mi viejo mar,
poblado todo de corales profundos y tenebrosos légamos primarios!
El que vive aún en mí –petrificado–
en olas submarinas de pretéritos llantos congelados.
El mar que no se ha ido,
porque en mí está varado como en el tallo del rosal la rosa,
como mi corazón, sobre la tierra.
¡Oh! Dame tu oscura lámpara de sombras.
Quiero irme de nuevo desnudando hasta volver al mar y ser sus olas…

597
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Tercera variación
¡Oh llanto inagotable de no saber en dónde sembrar nuestras palabras!
¡Nuestros signos sin nombres resignados,
seco árbol en donde
no crece ningún sueño, ninguna voz vibrante, madrugada tampoco
en el cielo remoto de los otros vocablos,
de los otros sollozos caídos en el coro celeste de los ángeles!
¡Reino éste cerrado, igual que los melones!
¡Negro como la entraña profunda de la tierra en que habitamos todos,
con el solo destino vegetal de las ramas,
de los troncos que existen mordidos por la tierra,
sin ayer, sin mañana sino siempre!
—¿No crees que como ellos también hemos vivido
desde el espanto mudo de nuestra inmensa y honda desolación humana?
Alguien conmigo ahora no obstante lloraría mi ruiseñor de luna,
muerto de soledad entre los lirios, si no fuera por esa
pared hecha de manos, de uñas y de dedos, de bocas y de dientes,
en donde todo acto
realizado se queda como una flor herida,
como una cabellera destrozada,
lo mismo que una estrella, sobre su cielo, muerta.
Estamos frente a frente
de una eterna verdad que nos derrumba a todos,
como a livianas torres
como a espigas quebradas por la mano del viento;
ni tú ni yo podremos abrir un solo surco para sembrar su sombra,
su endurecido aliento.
Todos hemos crecido debajo de su cielo.
Todos hemos crecido
y ahora nuestros pechos tocan el rojo fuego crepitante
que incendia sus cabellos tendidos sobre el mundo.
—¿Somos ceniza o brasa para el tiempo feliz en que lloramos?
¿Somos ceniza o brasa? ¡Ni tú ni yo sabemos!
En una muerte larga, solitaria, sin fondo;
en una muerte eterna,
hecha de eternidades,
siempre estamos muriendo desde todas las cosas…

Conclusión
¿Qué descarnada mano de arcángel o demonio
en la insondable noche donde termina el mundo
me está cerrando siempre tu ventana más alta?
¡Esa ventana tuya por donde yo he querido lanzar mi último grito,
mi más pesada piedra de soledad crecida!

598
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

No es con trino de pájaros tirados a la orilla desolada del viento,


con que yo quiero hacer
la música seráfica de tu inefable nombre;
no es con trino de pájaros ni con temblor de agua recién amanecida
con que yo quiero hacer la selva de rumores que puebla tus cabellos,
la sumergida arena que cruje temerosa por dentro de tus pétalos,
en donde alguna playa solitaria,
agoniza de albatros
y de espumas;
no es con trino de pájaros, sino con tierra y hojas,
con buriles oscuros de espanto y de ceniza,
en donde otras campanas
–sin torres ni palomas–
vayan tocando solas; vayan tocando solas sobre el mundo.
Yo sé que el cristal tiene detrás de la perenne sonrisa de su cielo
otros cielos despiertos madrugados de voces,
madrugados de lirios en otras primaveras distintas a tus flores,
y que no es éste ahora,
el más preciso instante para arrancarle sordas palabras a las sombras;
a ese universo tuyo,
en donde arrodilladas están todas las cosas.
Yo tendré que buscarte de nuevo en mis confines: ¡rosa propia o estrella!
Yo tendré que buscarte: ¡quizá sombra caída de crespones espesos!
Pero siempre mordida; toda mordida siempre de realidades mías.
Sin embargo ya nunca podrá venir la muerte para llevarte ahogada.
Sin embargo ya nunca habrá quien te destruya de amor o te deshaga
de la más pura infancia donde enterraste todas tus raíces oscuras:
Un soberbio verano te ha clavado en la entraña terrestre de mi cielo;
un soberbio verano, y ya –siempre desnuda–
estarás para el fuego de mis besos humanos,
resuelta para el ansia de tenerte en mis labios,
en donde mil demonios habrán de recibirte terribles y voraces
con un fino y hambriento presente de marfiles.
No importa que te sueñe o piense trastornada.
No importa que te mire en otras más profundas soledades,
mi amor te irá siguiendo tendido como un brazo,
te irá siguiendo siempre
tras todas las mudables presencias en que habites:
oruga, pez o nube; luna que irá alumbrando por otros cielos altos,
por otras más lejanas riberas desoladas,
en donde sólo el viento de cerca te persiga,
allí estará mi brazo; allí estará mi brazo como un odio crecido,
como una inmensa torre para ceñir tu talle;
tus tenebrosas trenzas; tu aliento desvaído;
allí estará mi brazo partiendo tus corales,

599
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

las auroras enanas de tus dorados senos de amor recién nacidos;


hurgando en las ocultas ciudades de tus manos,
en donde algún prodigio irá de nuevos soles lejanos despertando,
el cielo que dormita pequeño en tus anillos.
Allí estará mi brazo:
mi cuerpo se habrá ido hacia otras torturas;
hacia otras cadenas más hondas y distantes se habrá ido mi cuerpo.
¡Sabrá Dios por qué rutas mortales irá huyendo con los ojos vacíos
como un árbol perdido,
lo mismo que una oscura semilla siempre sola muriendo!…
¡Pero mi brazo no; mi brazo estará aquí, al lado tuyo,
soberbiamente siempre como una eternidad clavada en su destino!

Manuel del Cabral


A Concho Primo
Bajo tu potro es un juguete el llano,
bajo tu potro tan dominicano
que le sirve de espuela la corneta
y vuela más que la guinea inquieta
que en las plumas se pinta municiones
para robarle el blanco a la escopeta.
Mucho más que penetras y perduras
cuando desgranas tus aventuras
ante el espanto de la llanera
que puso al cuello de los soldados
el amuleto como trinchera.
Qué bien recuerdo tu apretón lejano:
un corazón se te volvió la mano!
Se me quedó tu azúcar en la hiel,
como a los negros cuando cortan cañas
que se les queda en el machete, miel.
Y se agiganta mucho más tu historia
en la alcancía de mi memoria,
loro de los refranes, triunfo de las mujeres,
cuando volando las cabalgaduras,
eran sobre las lomas y las llanuras
un tiroteo los amaneceres.
Hoy lo que rueda, Vale Concho, es rueda;
asoma la vitrina en las vitrinas
de los ojazos de las campesinas,
y bajo la sotana o la moneda
su flor a la santica se le queda.
Mira una cruz como se pierde al vuelo:

600
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

enredada en la hélice
se va la carretera por el cielo.
Mas hoy, compadre Concho, también se ve tu llano
–míralo en el bolsillo del norteamericano–.

Acordeón
Novela del corazón
cuando las manos te aprietan.
—Acordeón,
por tu sendero:
el azul,
ancho como los vientos.
Viajeros blancos los negros
por tu paisaje sin tierra.

Acuarela
Fresca y repleta de cañas
la mañanita de miel
siente frío y se acurruca
en las pupilas del buey.
La carreta con su paso
matinal y paulatino
rechinando despertaba
los guijarros del camino.
Regala campos de azúcar
el oro de la mañana.
El humo asciende lo mismo
que la oración aldeana.

La calle del terruño


En la puerta se queja una guitarra.
La calle es una historia que camina.
Mientras queriendo comentar, amarra
la luna su barquita en una esquina.
Se bebían los guapos del país:
iba de boca en boca la botella
como la boca de la meretriz.
En la puerta la emoción
desgranaba esta canción:
mañana vendré por ti,
y si no quieres venir,
lo mismo que a la moneda
te habrá de pasar a ti:

601
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de mano en mano rodando


llegarás después a mí.
Saltó un puñal y se clavó en la voz,
y a poco tiempo el cancionero estaba
caminito hacia Dios…
Trasnochadora como las estrellas,
bodeguita más joven que el destino:
tienes aprisionada en tus botellas
la tragedia del barrio y del camino.

Mulata
Por el camino del acordeón
te vi meterte sin pasaporte
en el chico país del corazón.
A ratos
machacas rumbas con tus zapatos,
y tu cadera
que padece una vieja borrachera,
y tu aliento
que a veces quema hasta el fular del viento,
saben a la locura de tu barro mezclado
de mula tropical, de sol quemado.
Mulata que te hicieron de la noche y del día,
en el café con leche
bebo tu carne de fantasía.
Tabaco para hacerlo picadura
con el cuchillo de la dentadura:
tu talle
que le roba los ojos a la calle.
Sobre el azabache de su piel lampiña
meces tu carcajada de maraca,
igual que la oleada tentadora
de tu piel hecha en cuero de tambora.
Alma de raspadura y piel de ají,
quema y endulza tu mordedura.
Voy a decir que te metiste en mí
como si fueras una calentura.


Piedra y sol
Los haitianos pican sobre la llanura,
tienen en sus picos enredado el sol.
Sobre el azabache de su piel lampiña

602
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

lloran sus espaldas gotas de charol.


Hacen reverencias paulatinamente
al compás del pico y la voz del son.
Y como un teclado de retintas teclas
riman enfilados su brutal canción.
Sobre la blancura de la carretera
los haitianos pican bajo un sol de ron.
Las piedras chispean, y al chispear parece
que los negros rompen pedazos del sol.


Sinfonía negra
Danzan los cocolos bajo los cocales,
y su danza evoca monos de Ceilán.
Carcajadas blancas rompen la armonía
de sus tenebrosas carnes de alquitrán.
Nórticos turistas riendo los contemplan;
piel color de rosa trópico quemó;
pipas newyorquinas, tufo de cerveza;
se tragó la kodak los Papá-bocó.
Bulle en las haitianas plática de loros,
viendo como danzan hombres de alquitrán
y entre sus corpiños tiemblan cocos negros
que los haitianitos chupan con afán.


Tierra familiar
Tierra,
tengo en la brisa los ojos,
para llevarte por ellos
más allá del alfabeto.
Ancha de asombro y simple de horizonte,
te recogí en mis manos
fatigadas de alba,
para romperte como la madrugada
que revienta en los picos de los gallos.
Tierra-carne!
te fumaban
diplomáticos de seda,
y te vi en la neblina de sus pipas
como entre la neblina de sus frases.
(Tienen
educación francesa tus ciclones

603
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

ante los vientos del norte).


Desnuda como el instinto
recién crecido en tus dientes,
gritaste
con la voz cimarrona de los negros
bobos de cielo.
Y,
desde tu miniatura de bohío,
se espigaba
tu viento,
bajo un cielo sin tiempo
limpio como las casas de mis manos.
Tierra clara,
chica de mapa y alta de palabras.
Yo desenredo el trompo de tu vida
que se me dio en el sueño de la almohada,
manso como los ojos de los niños
triste como la risa de los negros.

Tierra nueva
Tierra:
tu cansancio,
es el mismo cansancio de la mujer encinta.
Tierra:
tu ventana, de par en par,
hoy está del tamaño del cielo.
Tus semillas son anchas como músicas grandes;
y tu carne ha tomado la estatura de un grito.
Tiene tu barro ahora como ademán de torre,
de torre siempre abierta como el sueño del viento.
Llega un soplo de horas que quieren
preñar las alondras;
un soplo que llega lo mismo
que un pedazo de alba que se riega en el mar.
El hombre te espera, tierra nueva,
pan para todas las hambres.
Igual que el instinto que alumbra los tiempos
que ha tiempo no vieron los mudos del tiempo,
la palabra camino te alarga
sin el grito magnate que aprieta silencios humildes,
silencios que aguardan porque tienen,
aún en la sombra,
la sombra cargada de rutas.

604
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

La mañana del hombre,


ya se estrena en las voces de los madrugadores;
la mañana que viene
sobre carretas pobres,
carretas que traen de lejos su catedral de fatiga.

No es la América mansa,
la del viento camello de las seis de la tarde
suave como la muerte del cabello del indio;
es la América-ovario presente y futuro.

Alientos comunes
siente la arcilla,
siente que todos los dedos la mueven y ensanchan,
los dedos que a fuerza de hambre
sintieron el crimen… y no lo complacieron.
Bajo el cielo de ahora
la calle antigua acaba de nacer.
Hierve el aire,
la canción de la urbe lo quema.

Machos color de sueño,


con la sonrisa joven y el sudor de cien años,
le arrancan a la tierra
las viejas cabezas,
las viejas raíces del barro
que sólo abonaba la sombra.

Desde las azoteas del paisaje reciente,


nubes nuevas (alumnas de la brisa moderna)
lavan el horizonte.
Saquearon la esperanza los obreros,
los obreros
que traen en los filos de picos y hachas
el oro democrático de los amaneceres.
Y romperán las puertas
tus palabras.
Ya lo dijo tu vuelo sin la escuela del tiempo;
ya lo dijo tu aliento perfumado de altura.
América:
epidemia de voces,
como la yerba terca por todos los caminos.
En tanto,
ya eriza el aire
la aurora de las manos.

605
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pedro MarÍa Cruz


Llanto por la hermanita
que murió a los catorce años
Lo mismo.
Siempre lo mismo:
La muerte de tu vida
que la vida de tu muerte,
tus catorce años de alba
que tu alba enterrada a los catorce.
Lo mismo.
Desesperadamente lo mismo.
Tener tus párpados enterrados
que abrirte en el tiempo mis párpados.
Lo mismo.
Pero, yo puedo proseguir, ¿que es lo mismo?
Bien sé que tu desvalidez me hundía
y que un propósito fiel es tu aposento
que aún tiene tu constancia simple
¡y donde tu amiga te arregló las dalias!
Catorce años tengo
porque si tengo veintiocho
los otros catorce están en tu entierro.
Resúmete en mis cosas
y hasta en lo torvo de todas las cosas,
que yo rasgaré la sombra de unas alas
para que ni siquiera en la muerte
te oprima el roce de una sombra!…

Signo melancólico
Para ti mis sueños machaqué con luceros
y me fui con los besos que flechaban tus albas
y tus ojos conmigo derrotaban la sombra.
¡Qué derrumbe de astros me causó la quimera!
Yo te quise tan pulcro que te habló mi silencio
y tan leve te tuve, que yo mismo interrogo
si estuviste a mi lado o yo cerca de un lirio.
Seré siempre mi canto para todas tus cosas,
pero tan dulcemente que me quede en el canto,
con lo azul en lo azul y la risa en los árboles.
Que bendigo la vida a pesar de tu vida,
que envenena esta otra que se rompe en el pino
y el puñal perfumado de este olvido sereno
con tus crímenes todos que se vuelven fragancia.

606
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Tomás Morel
Acordeón
El acordeón,
cuando lo cuelgan en la tramería
de la pulpería
parece un juguete
que pierde su policromía…
Y, sin embargo,
se vuelve alegría
cuando llega Mon a la pulpería.
Lo traen del otro lado de los mares
y parece de aquí el acordeón.
Sólo que cuando viene por radio
no suena como cuando lo toca Vale Mon.

Con viejas cuentas


El negro canta
y hay una mano como que saca
de su garganta
notas de hiel…
Y en su mirada mansa de vaca
a cada paso se le atrabancan
los grandes ojos de su mujer.
Frente a la paila de la mulata
con quien el pobre su tiempo mata,
entre los cuentos y el buen café,
el negro blanco de Monte Adentro
ayer me dijo de un querer
que se le fue:
Negra que baile como ninguna
allá en la fiesta de Navidá
Paciente y güena comuna
luna
de la que salen de madrugá!
La negra aquella de quien me hablaba
es una negra de “Los Sirises”,
por quien la cara, el Vale Pancho,
la tiene llena de cicatrices.
Y el pobre negro ya nunca puede
aquel camino “voivé” a pasar
porque lo espera el Vale Pancho
con viejas cuentas que hay que arreglar.

607
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Framboyán
“Arrea, jaragana, arrea
pa vei si llegamo con la frequesita de la madrugá!”
Y por el camino
van los campesinos
rompiendo el silencio de la oscuridad.
Cuentos de fantasmas y de aparecidos
salen de la boca del Vale Julián,
y se entera el niño de que a la muchacha
la codicia el diablo desde el framboyán.

Si no fuera por taita


Yo no tengo derecho a quejaime,
si me hubiera llevao
dei consejo e máma,
no me hubiera pasao…
Quise dejai mi rancho, mi bojío, mi amoi
y toa mi pobresa,
pa vení pa este pueblo
a pasai trabajo rompiéndome la cabesa.

Máma me desía,
cuando yo e’nei bajío a to le jablaba
de venime pa’ca…
“No te vaya pai pueblo,
no te vaya pa’llá,
que lo pueblita son malo.
Y la mujei que tá sola,
solo jase caballá”.

Y taita me aguaitaba
y dipué me coitaba lo’sojo.
Jata quiún día, jué peidiendo la coloi
y la pasensia… y me dijo:
“Ponte tu traje rojo
pa que te laigue diaquí,
que tu no jase faita pa ná,
¡pa naíta!
Jalo pronto, si no quié
que le oidene a la mujei
que te saque a tabaná.
Láigate de prontico y no lo repita má…
Y puaquí no te me arrime
cuando un pueblita te jaga una desgrasiá”…

608
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Taita me lo desía…
Y dipué toa eta gente
disen que lo campuno no sabemo ná.
Ete pueblote grande jué la desgrasia mía.
Ei día que lo ví, ¡Jesú! la calle Soi
jué mi peidisión…
Me acoidé de mi gente,
dei conuco, dei rancho, ¡jata de mi bojío!
y lo peói de tó, jue que u’nombre tallao
se vino derechito y se me puso ai lao
con su palabrerío,
hecho el fresco, como si yo lo hubiera autorisao,
Y me peidí de amoi.
Me quedé alelaita
oyendo como jablaba aquei ombre pueblita.

Ay, así e, veidá son.


Máma me lo desía. Taita tenía rasón.
No nasí pa sei mala,
pero una mujei si’nonra no sirve pa ná.
Si no viviera e’nei pueblo
fuera una mujei honrá!

Me da pena pensai en mi campo.


Ei probe Miguei debe tai agora
mesiéndose en la hamaca y pensando
lo que yo jago pua’cá…
¡Si supiera que yo no baigo ná!
Ei conuco, ei bojío y e’lamoisito aquéi
me dan gana e voivei.
¡Pero taita!
Si no juera por taita yo volviera pa’allá.

Gladio Hidalgo
Compañera
Huerto de sacrificios que perfuma mi vida:
derramas en mis noches tus abriles en flor,
y gozas el instante de saberte perdida
por mis negros caminos de trajín y dolor.

Deparaste tus playas a mi barco suicida


porque tienes la luz de un faro salvador,
y así fue como el barco retornó en su partida
del puerto de los Vicios al puerto del Amor.

609
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Es justo que se sigan mis pasos y tus huellas,


así será mi vida, dentro de tu crisol,
un alcázar de sombras en un jardín de estrellas…

Y un día, por el triunfo de tu ideal fecundo,


yo venceré a la Muerte, y en el puerto del Sol
perseguiré el milagro de regalarte un mundo…!

El hospedaje
En sombras de ignorancia, duerme la audacia.
Los eternos fantasmas de la desgracia
se ocultan tras la risa de sus caretas…
Y un bullicio de radios, vuela a la loca
entre menesterosos y alma de roca,
sobre la muchedumbre de mil casetas.

Oh, casetas hijastras del Improviso,


de cal embadurnadas, de negro piso
cuyo interior trasciende a laceria y yodo,
donde el hado Refugio tiembla de frío,
se muere la Vergüenza, reina el Hastío,
se despereza el Hombre y bosteza el Lodo!.

Revuela el oro alado de las abejas.


Por entre los fangales de las callejas
cruzan las carretillas con sus farolas,
y bajo la techumbre de los aleros
duerme una fosca banda de pordioseros
y la Suerte y el Sino charlan a solas…

Como a un oasis llega la caravana


que anhela las caricias de la mañana.
Persiguiendo la pista de las pastoras,
bajo anticuada veste, ronda el labriego;
y avivan sus doradas muecas de fuego
y sus cabellos de humo: las “humeadoras”

Se abren las ricas pilas al sucio suelo


por donde entre las cargas, cruza el pilluelo
con ojillos de astucia y gestos de charro,
mientras un negro corro de campesinos
refiere los asaltos de los caminos
fumando sus negruzcas pipas de barro.
Suenan tras la enramada las rudas coces
entre un disperso coro de escasas voces,

610
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

y sobre el rubio junco de las esteras


al nocturno bochorno de las arcadas,
duermen las campesinas, abandonadas,
y ruedan los infantes de las cualquieras…

La implacable Miseria se alza en su trono


sobre los pedestales del abandono.
Mercurio hace codicia de sus aletas,
hasta que la silente fortuna acuda
y la canción del oro se torna muda
cerca de las esteras y las mesetas.

Cesaron las canturías de los voceros.


Ante los mostradores de los tenderos
sube azul de tabaco y olor a alcohol,
y en medio de la turba de las gitanas
prestas al sortilegio de albas mundanas,
creando paradojas, charla Sampol.

La luz de las ampollas, en charcos, erra.


Sobre la podredumbre de negra tierra,
bajo inmisericorde toldo de cielo,
divagan los pollinos aparejados
junto a los hortelanos, que amontonados
dormitan sobre frutos del patrio suelo.

Indiferente al tizne del recipiente


sahumó el rubí de brasas, el agua hirviente
que aguardan, cenicientos, los coladores,
para tornar el áureo café caliente
en sorbo que amenice la incoherente
charla de los cuentistas trasnochadores.

Al par de los relatos de las triviales


historias picarescas, sentimentales
revuelan los preludios de las guitarras
con las rojas luciérnagas de los braseros,
y el punto de partida de los troveros
ameniza el concierto de las cigarras

Olor a viñas muertas vaga a distancia.


El vaho de las aves, con la fragancia
de los racimos huéspedes de los rincones
mézclanse mientras vibran en los sitiales
los acres alaridos de los timbales
y harto se desperezan los acordeones.

611
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

La luna irguió sus oros plenilunares.


Al eco sonoroso de los cantares,
humedecido y fétido, sueña el establo,
en tanto que se yerguen como panteras
las belicosas turbas de las rameras
torvas como Lujuria: la hija del Diablo.

La promesa a la madre
Tú lo comprenderás… ¡pero muy tarde!
cuando mi escasa juventud, rendida,
sea, tan sólo, la nube de un alarde,
bajo el azul del cielo de tu vida.

Esta inutilidad que en mí vislumbras


es un clarín de alerta entre barrancas,
porque adoro el silencio y las penumbras,
los días negros… y las noches blancas.

Nada me importa la existencia enferma


desta Villa Esmeralda que irrisoria,
tragó miserias, y, a la luz de esperma,
nubló mi cuarto y se perdió en mi historia.

He sufrido, al azar, las decepciones


que aniquilan el ansia de ser bueno,
porque virtud sin oro ni blasones…
maldito el lirio que surgió del cieno!
Pero yo he de llegar… tal como el río
que las heridas de un desierto estaña;
sin estos ímpetus de mar bravío
que toca cielo si se alzó montaña.

Sé que juzgas pueril esta agonía


de arte sin luz y soledad pagana
que florece en los cardos de mi vía…
Tú lo comprenderás… ¡Pero mañana!

Tu antojo
Tu antojo ha perfumado mi vida sin fortuna,
y hoy mi verso es el pájaro que viola tus linderos
porque eres el jardín bajo el claro de luna:
llenas de claridades los senderos…!

612
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Por llegar a tu huerta florecida


donde fueran mis versos: tus mirlos prisioneros,
quién pudiera llegar hasta tu vida
por un azul camino de luceros!

Héctor Incháustegui Cabral


Canto triste a la patria bien amada
Patria…
y en la amplia bandeja del recuerdo,
dos o tres casi ciudades,
luego,
un paisaje movedizo,
visto desde un auto veloz:
empalizadas bajas y altos matorrales,
las casas agobiadas por el peso de los años y la miseria,
la triste sonrisa de las flores
que salpican de vivos carmesíes
las diminutas sendas.

…una mujer que va arrastrando su fecundidad tremenda,


un hombre que exprime paciente su inutilidad,
los asnos y los mulos,
miserable coloquio del hueso y el pellejo;
las aves de corral son pluma y canto apenas,
el sembrado sombra,
lo demás es ruina…
Patria
es mi corazón un acerico
en donde el recuerdo va dejando
lanzas de bien aguzadas puntas
que una vez clavadas temblorosas quedarán
por los siglos de los siglos.

Patria,
sin ríos,
los treinta mil que vio Las Casas
están naciendo de mi corazón…
Patria,
jaula de bambúes
para un pájaro mudo que no tiene alas,
Patria,
palabra hueca y torpe
para mí, mientras los hombres
miren con desprecio los pies sucios y arrugados,

613
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

y maldigan las proles largas,


y en cada cruce de caminos claven una bandera
para lucir sus colores nada más…
Mientras el hombre tenga que arrastrar
enfermedad y hambre,
y sus hijos se esparzan por el mundo
como insectos dañinos,
y rueden por montañas y sabanas,
extraños en su tierra,
no deberá haber sosiego,
ni deberá haber paz,
ni es sagrado el ocio,
y que sea la hartura castigada…

Mientras haya promiscuidad en el triste aposento campesino


y sólo se coma por las noches,
a todo buen dominicano hay que cortarle los párpados
y llevarle por extraviadas sendas,
por los ranchos,
por las cuevas infectas
y por las fiestas malditas de los hombres…

Patria…
y en la amplia bandeja del recuerdo,
dos o tres casi ciudades,
luego,
un paisaje movedizo,
visto desde un auto veloz:
empalizadas y altos matorrales…

Invitación a los de arriba
Sí, a vosotros yo os invito;
si queréis bajar,
podéis hacerlo.

¿Que no tenéis cuerdas,


ni escaleras de mano,
ni los deseos ni los impulsos necesarios?

Tanto peor para vosotros,


para vosotros que vivís
nada más que para la blanca superficie:
o mantel o sábana o pañuelo,
el fino pañuelo de hilo perfumado
con la mentida artificial fragancia de los azahares.
Me diréis que tengo cara de ahorcado,

614
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

dedos de mecanografista y un gesto,


bastante subrayado,
de viajante de comercio que no ha echado todavía
el pie a una mala bicicleta.

Lo veis, moscas, lo veis,


os conformáis con el perímetro,
el perfume y la apariencia;
os invito a bajar al centro de mi sangre
y por miopes os prestaré
lentes racionalistas
y ese sencillo y claro estado de alma
del pobre que compra,
pasado mediodía,
el desayuno de los hijos hambrientos.
Si no habéis sufrido hambre todavía
y puede que sí, por culpa, es natural,
de la científica dietética,
yo os daré la clave para llegar a mi corazón:
y cuando lleguéis, gratamente asustados,
en voz muy baja, que tendrá tembores
propios de la alcoba y del jardín diréis:

Comenzaré por descreerlo todo,


por negar cuanto me dijeron que era grande;
desde la pluma del militar gorrión
hasta la pluma del escritor pagado
de sí mismo y con oros ensangrentados e inicuos.

Creeré en la mansa igualdad de los hombres


y en la sencilla complejidad de las cosas pequeñas,
en el apretón de manos del amigo,
y en el cigarrillo y los fósforos prestos
a ser dados,
en el minúsculo miedo a las voladoras cucarachas,
y en ese sagrado temor a las mujeres
que no hablan casi y miran mucho,
enlutadas tras un silencio,
como emboscadas y tremendamente alertas,
esperando el momento propicio para saltar diciendo:
porque me compadeces eres mío…

Ya sé que he hablado de más,


pero soy de esos a quienes satisface mejor
el pago hecho en sonrisas
que en flamantes billetes de banco.

615
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

No bajaréis, no, os quedaréis


en vuestro mundo,
con el corazón seco y amarillo,
sí, os quedaréis, vosotros
los de la astucia amanerada,
y no será porque os faltan los dos pies,
que indican que estáis más cerca
del ridículo mono
que del caballero chivato
cuyas barbas pecadoras no tenéis derecho ni a besar.

Os invité de buena fe,


¿y qué le vamos a hacer?…
Pero creedme, sufro mucho con los animales pequeños
cuando están heridos o enfermos,
el mulo con su pata partida
me parte el corazón;
la avaricia y la incomprensión
también me hacen derramar lágrimas amargas,
unas lágrimas que tengo reservadas
para esa patética hora
en que la mujer nos pide
o un poquito de llanto
o un tanto así de recitación…
Pero tanto mejor, quedaos arriba,
con vuestros entorchados y vuestras libretas
cuyas cuentas están cargadas de sudores ajenos,
los de abajo tenemos algo que crece y fructifica,
algo que nace sin que sepamos cómo
y que no muere nunca: el odio y el desprecio…
Además, contamos con vuestro apego a la vida,
y por ello somos camorristas,
y debajo de la americana llevamos
periódicos doblados en tal forma
que os hacen ver que hasta los dientes
vamos armados.
Inventamos las intoxicaciones
y las huelgas,
los ladrones y los asesinos que no dejan huella,
las prostitutas vestidas de negro,
que cobran su virginidad en cada día;
los duendes, las quiebras, los fantasmas,
las locuras, las paranoias,
los ciclones, las vitaminas,
todo para vuestro susto,

616
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

lo hemos inventado nosotros los de abajo,


los del indiscreto microscopio,
los de la gacetilla larga,
los de la escoba,
los de la paciencia,
los del telescopio y los del asador.

Retorno al hombre
¿Y el hombre?
Sí, esa forma regular de lodo,
espíritu y microbios…
Ese mismo que puso la primera piedra de la base
y la última teja del tejado,
el que secó su cabeza en fiebres redentoras,
el que comió del pan amargo y tragó lágrimas,
mientras en su pecho se cocían,
mejores, sus hijos y los hijos de sus hijos…

Ese ha de contar,
pero no le tiréis delante cosas materiales,
no levantéis ante su frente sin nubes
y sus manos pecadoras
decididas murallas de prejuicios y cal y piedras.

Respetadle,
no es el gusano que pide podridas hojas y sombra,
no,
es el hijo descarriado que Dios amó
que busca la perdida senda
y sangra y llora,
mientras sobre sus hombros se abren
encarnadas rosas,
y sus pies, heridos y cansados,
van enterrando los últimos delicados nardos.

No le insultéis con abstracciones,


quitadle la pesada cadena que lleva en la cintura,
dadle agua limpia,
luz que no hayan cernido sucias nubes,
polvo sin humanos huesos,
tierra que no hayan hollado
férreos y matemáticos corceles;
alojadle junto a vuestro corazón,
llamadle hermano,
tratadle como al vagabundo pequeño

617
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

que añora no el consejo sabihondo


sino el cuento de hadas,
el muñeco que siempre está de pie,
la sombra generosa de Charlot
y los manjares sin cruces de merengue.

Llamadle hermano
y no miréis sus uñas
ni su camisa rota;
respetad su barba sucia
y sus palabras ligeras que se remontan a la nube y al ensueño;
respetad su llanto,
perdonad su triste continente;
en el nombre de los que sufren lo pedimos
nosotros los de la palabra hueca y torpe,
los que nos anudamos la corbata todas las mañanas
y tenemos el calor de la cabeza de los hijos
para comprender y serenarnos.

Que tu casa sea su casa,


donde hay un techo sobran lechos.
La tierra es madre común
y los hombres, sus bestias predilectas.

Pero que no se levante un solo hogar,


ni uno solo,
en la tierra que envenenó la furia fría
de imbéciles irresistibles caballos
y que agotó de dulces posibilidades
el pie limpio y ladino del mercader.
En esas tierras no se da el hombre,
nace porque dos seres se aparearon
para desgracia suya y de los suyos.
Jóvenes, golpead con vuestros puños,
viejos, con el regatón de los bastones,
los monstruos con patas de bélicas orugas
y veréis que están vacíos y que si el hombre fuera cuerdo
se pudrirían sobre la tierra
como las frutas venenosas,
como las aguas muertas.

Secreto
Eres algo más que un recuerdo que viene
por un camino trazado bajo aguas azules
con peces insomnes y algas tranquilas.

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Eres algo más que lumbre de estrellas


madurada en el calor de las hojas
que el viento despierta por las madrugadas,
porque estás hecha de la sustancia
con que el sueño fabrica sus figuras,
con que la fiebre expresa lo que halló
en el fondo tembloroso de la angustia que no tiene nombre.

He oído tu voz en otros mundos,


he sentido tu presencia en los humildes valles
en donde vuelven a crearse la penumbra, los lagartos y el silencio.

He tocado tus manos en las manos de los niños,


siempre insumisas y locas;
y en las manos ásperas y mansas
de los que están a pique de caer
en el vacío de la muerte.

Te he sentido en el rumor blando y triste


de las aguas de los arroyos pequeños,
que arrastran con dolor y sin premura
sus rotas sandalias por un fango en donde crecerán,
más luego, allá por el estío,
las yerbas bobas que hundirán sus raíces
en los abandonados camarones,
en los ridículos y torpes esqueletos de los pecesillos
que fueron grises una vez y que son siempre
la gracia de las aguas tranquilas
cuando están bajo árboles muy grandes,
con muchas hojas,
sin un solo pájaro,
y que encierran entre las serenas ramas
un ambiente que invita quedamente al sueño
y que nos obliga a pensar como huérfanos del mundo.

He oído tu voz cuando lo agradable


abrió las anchas puertas de la risa
o cuando la sonrisa abrió su ventana sobre un día
en que éramos inexplicablemente felices.

He visto el brillo de tus ojos


en las minúsculas cosas amadas,
en las naderías en que sólo se detienen
los que andan mal de la cabeza
y los que saben que tras la brisa del atardecer

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

lloran niños perdidos


y las vírgenes que envejecen a la sombra de las costumbres.

Te he visto y te he sentido y te tengo


en todo lo que los otros creen sin importancia,
en lo que no mencionan nunca,
en lo que he tenido que descubrir
para saberte junto a mí por siempre…

Pedro Mir
Abulia
¡Mi vida va de viaje en un bostezo!
Desflorada de rutas,
mi vida se ha olvidado del camino
y se orienta en mi barro.
¡Cuántas volutas de pensamiento
salen de las cenizas de mi cigarro!
Mi carne se hace plástica de hastío
y se da en la amplitud de un desperezo.
Después de todo, yo soy mío.
Mi vida es un navío
que ha cabido en el charco de un bostezo.

Alegría de la mañana blanca


Son,
las nubes
de almidón.
¡Estoy de versos henchido
como una vela blanca!
Alza mi alma un sonoro
cáliz de ritmos de plata,
en la misa del sol y del verso
bajo los cúmulos de almidón.
¡Esta es la fiesta de un hombre
que emborrachó de emoción!
¿Quién te llevó por el río
para besarte la falda?
¿Quién te decía los versos
y te confiaba las cartas?
¿Quién te apretaba el meñique
y los besos te robaba?
Ah, las nubes de almidón

620
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

me poetizan la mañana!
Nadie te cuenta mis gozos
de almidón de nube blanca!
Y tu sombra me persigue
por esta alegría larga…
¡Siga el canto! ¡Siga el canto!
¡Que el pecho me da en merengues
un corazón de guitarras!
Están de almidón los días
y de almidón las semanas:
días,
semanas,
días,
semanas,
y siempre las alegrías
de almidón por las mañanas.
¿Quién sorprendió los cariños
de tu boca recitada?
¿Quién te enseñó los caminos
y te contó las pisadas?
¿Quién se achicó en tus pupilas
por culpa de una mirada?
Ah, la mañana se asombra
de nubes almidonadas!…
Fiebres de luz y de sombra
violentamente contrastan,
las mismas que me dibujan
y en tus ojos me retratan.
¿Fiesta? la de tus ojos.
¡Parranda! la de tu cara.
Felicidad y alegría.
¡Triunfo de nubes blancas!
Conviérteme todo en besos
para estamparme en tu alma!

Pour Toi
Estoy de ti florecido
como los tiestos de rosas,
estoy en mí floreciendo
de tus cosas…
Menudo limo de amores
abona mis noches tuyas
y me florecen de sueños
como los cielos de luna…

621
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Como tú mudo los pasos


y la distancia es más corta,
hablo en tu idioma de amor
y me comprenden las rosas…
Es que ya estoy florecido.
Es que ya estoy floreciendo
de tus cosas…

RubÉn Suro García-Godoy


Alba escrita en la tarde
Hablaré más allá de mis palabras.
Llegaré más allá de tus oídos.
Si pudiera penetrar a tu alma
a través de tus ojos,
le hubiera ya dicho
que tu imagen fatigó mi fatiga.

Y ahora,
cuando tu presencia no es carne
y puedo decir en voces
que tu recuerdo
—que es espíritu
es una tentativa de felicidad;
cuando más me siento
esclavo de tu cariño ignorado,
empiezo a darme cuenta
de que este amor naciente,
nutrido con miradas,
dormido con pensamientos albos,
puede edificar destinos
y adelantar futuros.

No le temo al gris-tristeza de esta tarde;


tu boca trae el rojo-alegre de los levantes mozos,
tu gesto, la gallardía de las razas caribes.
Elegida:
tú puedes eternizar los amaneceres
y hacer sonreír al Dolor;
por eso voy a ti,
tan impalpablemente como tu silencio.

Caminante ayer,
hoy me siento camino
para recibir la caricia de tu planta!

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PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Cuatro poemas y una sola intención

Estrofas de pueblo para muchacha de campo


I
¡Qué traje el que yo te traje
del pueblo aquella mañana;
luciéndolo siete días
se endominga una semana!

Martes en el calendario,
pero domingo en tu traje.
Agua limpia, brisa y sol,
¡qué fácil tu maquillaje!

Muchacha de la sabana,
retina para verdores,
en tu voz hallaron jaulas
alondras y ruiseñores.

Cómo me río del río;


que, ambicionando agua clara,
en tus pupilas mil veces
lo vi lavarse la cara.

Ruborizado y arisco,
cuando desnuda tú asomas,
cambia su azul en verdores
el camaleón de las lomas.

Y al baño, muchacha, al baño!


sin dueños del caserío:
bebiendo sus transparencias
le quitas la sed al río.

Cuidado con quien te toque


la epidermis quinceañera;
caricia para tus carnes;
¡el agua de la chorrera!

Estrofas de campo para muchacha de campo


II
Causa juite e mi condena,
degrasiá de mi esití;
con saboi a yeiba güena,
con oloi a pachulí,

623
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

te saborié vueita pena


i en ei recueido te olí.

Si aifilei jue tu mirá


mi pecho jue prendedoi;
si jue grande la pinchá
jue ma grande mi doloi.

El fogón tando apagao


i etando trite el bojío,
señai e de enamorao
que jue correpondío.

¡Ai si aguaitara ei conuco!


dende ei día e tu despresio
loj matojo y loj bejuco
pusién puei suelo su presio.

Cojí en ei chaico un lucero


pa alumbrai al amoi tuyo,
lo econdí dentre ei sombrero
i en ei ta vueito cucuyo.

Mi aima ta condená
a sufrí de mai de amoi;
tan mala e mi enfeimedá
que ni en la sana ei dotoi!

Poi ti siento yo un calambre


que me ará vetí moitaja
Ei pan no mata mi jambre
ni mi sé tiene tinaja.

Estrofas de campo para muchacha de pueblo
III
Ei día que yo la vide
no sé lo que jué de mí:
ai cosa quei cueipo pide
no debiéndola pedí.
Ella vino con la fresca
dei lao en que sale ei soi,
era entonces tiempo e seca
i en seca nació mi amoi.
Mi amoi jué planta maidita
que no debió de nacei,

624
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

ni la mema agua bendita


la via jecho florecei.
La peché por ti trillito…
a decile mi pasión,
vide yo aquello sojito
i me faitó desisión.
Bailé con ella una noche…
noche que jué como ei día.
La cabesa me se moche
si no e cosa e brujería:
¡ei merengue de esa noche
lo toi oyendo toavía!

Tre mese pasó en la finca


sin podeilo yo evitai;
tre mese un amoi que junca
no e pa podeise contai.
Envío:
Coitante sin sei cuchillo,
mujei de la población,
tu amoi jué como un cadillo
pegao en ei corazón!


Estrofas de pueblo para muchacha de pueblo
IV
¿Amor?
Este amor de la ciudad,
que ve antes que a la novia
los caudales del papá.

Labios cargados de “rouge”


para un beso artificial,
enseñado en el cinema
por el último galán.
(La Vergüenza está “knock-out”
y en camillas la Moral).
Muchachas –flores de “flirt”–
marchitada castidad:
la cabeza en Hollywood,
los pies en tierra natal.
Amor: sed de gasolina.
Amor a velocidad,

625
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

que habla en libretas de banco


para poderse expresar.

¿Amor?
Este amor de la ciudad,
que encuentra en el “Beauty Parlor”
una fórmula industrial
–maravilla de cosmético–
para detener la edad.

Amor a base de Química


–Max Factor dictatorial–.
Amor que piso con “dollars”
poseer la Felicidad;
que sabe más de finanzas
que de cosas del hogar…

¿Amor?
Este amor de la ciudad,
¡que cubre sus desnudeces
con trajes de celofán!

Palabras de niebla en presente de olvido


1
Borrada de lejanía.
Ausente de mis horas y de mi tiempo.

No eres una cicatriz


porque el pasado no fue una herida.

Divorciada de mi realidad:
Muerta
como los días de un calendario antiguo.
¡Olvidada!
verso que no se recuerda;
canto que no se canta;
palabra que no se repite.

2
Mes y medio
mirando aquel mar de fotografía
sonriéndole a una sonrisa que no era la tuya;
mes y medio
perdido en unos ojos-faros
que no eran tus ojos.

626
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

3
No olvido que olvidaste
que mi verso se compra con verso;
que ritmo es más que cifra;
que arte es más que moneda.

4
Perdida.
Lejanamente perdida.
Pañuelo de niebla
que no se agitó para la despedida.
Pañuelo de niebla
que no secó lágrimas.

5
El corazón es el mismo:
¡simplicidad de asta que cambió de bandera!

Soneto de yodo y sal


El mar quiere ser cielo y hace nubes de espuma;
su epidermis friolenta se da baños de sol;
hace poco quitose sus frazadas de bruma
y en pijamas azules lo ha visto un caracol.

“Reservoir” de idealismos. Disolvente de penas.


Los ojos, los anhelos… mirarlo es navegar.
Las olas se suicidan cumpliendo las condenas
que ante los arrecifes les dicta el mismo mar.

Un barco fuma pipa quemando el horizonte.


Siento que mi Alegría se eleva como un monte;
(dudo del alpinismo de mi antiguo Dolor…).

Las palmeras de playas son gigantes sombrillas.


El viento riza el agua que cortaron las quillas,
¡mientras dos garzas blancas se enrojecen de amor!


Francisco Domínguez Charro
Grave
La corola de nardo de tu
piel taciturna, retorna
en las pupilas de los
silencios largos.

627
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Oh, pestañas afiladas


de los recuerdos grávidos!

¡Oh dedos de la duda


sugeridos!
Oh, cicatrices azules!

¡Oh cauces del anhelo!


Luciérnagas de ámbar!…

Las manos del destino se estremecen


volteadas en mis himnos
de plata.

Las tragedias humanas


abren cauces de acero de duda
en mis portales.

Y mi frente dolida ha espigado


la duda en los rosales.
¿Tendrán mis plenilunios al fin
de la jornada sangre de otros
dolores?

Yo no puedo dudarlo…

Viejo negro del puerto


Viejo negro del puerto,
hace mucho que vengo mirando
la oscura silueta de tu cuerpo manso,
deslizarse, en silencio, en las noches,
del muelle a lo largo;
por recintos cargados de sombra
con tu fardo de penas a espaldas,
yo te he visto escrutando, a lo lejos,
algún raro misterio
perdido en lo alto…

Y te he visto, sumiso,
responder al reclamo,
–de ese grito silente de tu alma–
cuando aspiras el humo en tu pipa
en profundas y lentas bocanadas…

Y te he visto, también,
deshilar el fulgor

628
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

de tus ojos noctámbulos


por las aguas plateadas…

¡Viejo negro del puerto!


Esta noche de niebla es propicia
al rito mudo de tu fervor atávico;
prende tu pipa fuerte,
embriágate de trópico
sumérgete en ti mismo
y apura tu nostalgia…

Escancia la tortura de tu alma


en un festín inmóvil con tus ansias:
Insúflate en la nada,
penetra los abismos insondables,
fija la indescriptible quietud
de tu mirada,
y acorta la jornada redentora
de tu retorno al África…

Viejo negro del puerto,


retorna en el espíritu
a tu selva sagrada.
Embárcate en la leve piragua imaginaria
de tu inconsciencia mártir,
–y llora inconsolable–
que en esta noche lánguida
sólo un millón de estrellas
verán correr tus lágrimas…
Viejo negro olvidado;
beodo iluso de agonías nocturnales;
yo he visto: muchas veces, tu herida destilando
llamaradas intensas de fugas ilusorias,
y tus pupilas mansas
se han teñido de selva
en actitud fantástica…

¡Viejo negro del puerto!


¿Qué deseo te taladra?
¿Qué mística idolátrica
penetra tus entrañas
que, inmóvil como estatua,
te embriagas de fulgor
de mil estrellas lánguidas…?
................................................
…Inútilmente sueñas
con tu retorno al África.

629
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Si pudieras tejer con tus brazos


un pedazo de jungla flotante
y dejarte arrastrar por los mares…
o tejer con clarores de luna
un velamen muy blanco y extraño
y dejarte impulsar por el aire:
–¡Qué aventura tan grande!–
¡Viejo negro del puerto!:
Quisiera consolarte!

Yo que no he visto nunca


(Leyenda Verdadera)

Tú eras en lo profundo de mis alas


una hundida quimera de puñales;
y de tu primavera hasta mi piel,
un diluvio de flechas orquestales!

Eras como caricia intravolcada


para mi vastedad de corazón.
Y en mi emoción ardías prisionera,
y aromada de nardos!
¡Oh, moreno trigal anisperado
de tu pávido seno!

Yo que no he visto nunca los trigales


presentí el ámbar tibio de tu pecho…
Honda… Lenta… Solemne… Introvertida.
Dormida intimidad!
Cuajada cera tersa de panales!
Flor de silencio…
................................................
Cóncava unción de luz eran tus ojos.
Rosa crema de sol era tu gesto.
Y eras la lejanía de la albahaca…
¡maciza plenitud serían tus besos!
¡Mi amor divinizó el sublime anhelo
de triunfarte a mi sol!
Arroyuelo en delirio fue mi intento!
................................................
Yo interrogo las alas de esta ausencia
que imagina retornos de marfil!
Yo interrogo tu ocaso, luna sepia!
y acaricio tu imagen, tarde azul…

630
PEDRO RENÉ CONTÍN AYBAR  |  POESÍA DOMINICANA  |  ANTOLOGÍA

Yo que jamás he visto los trigales,


presentí los trigales de tu cuerpo.
Yo que no los he visto –Amada–
estoy en el trigal de tu recuerdo.

Me han dicho los poetas de mi tierra


que es blanco el cisne, de plumaje, y lento;
yo no lo digo Amada, pero puede
ser cierto…

Me han hablado de góndolas azules,


y dulces barcarolas de Venecia.

Amada, yo que no he visto nunca


las grandes maravillas de la Grecia,
de Roma ni Estambules,
yo que no he visto nunca los trigales…
regálame la espiga de tu cuerpo!

Mariano Lebrón Saviñón


Canción
En tu casa puso el viento
un canto verde de pino.
El mango meció en sus ramas
una floración de nidos.
Formó una alfombra de sangre
el flamboyán florecido.
Y en tu casa puso el viento
un canto verde de pino.
El algarrobo robusto
perpetuó el eco de un grito
de lechuza. Era de noche
y había luz en el camino.
Y en tu casa puso el viento
un canto verde de pino.

Canción
Estaba frente a frente a tu sonrisa.
Estaba frente a frente a tu mirada.
Miramos a la bóveda infinita
y no tuve noción de dónde estaba.
Un árbol, un camino y unas flores.
(La noche vive aún en mi recuerdo)

631
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Pronunciaste mi nombre quedamente


y vagamente te busqué en el cielo.

Canción
Partiré sin olvido ni rencores.
La caricia del aire se hará blanda.
Seré un niño mimado en el arrullo
de la noche clara,
y tendré
una sonrisa blanca y una mirada suave.
Tenderé mis brazos a tus ojos
en un desesperado aliento de partida,
y miraré en tus ojos la cadencia
de mis sueños benditos.
Un punto ya en el horizonte
y aún llevaré en mis labios
tus lágrimas amargas de tristeza.

Canción
Sombrío caminante me detuve.
Tú estabas como sol de primavera.
Había una canción de ecos lejanos
en el silencio azul de la alameda.
Quise escrutar en tu vivir temprano
el sueño que se esconde en tu mirada.
(Se apagó la canción. Nació en mi pecho
otra canción de amor. Cantó mi alma).
Me acerqué a tus pupilas. Me abrasaba la sed.
Te pedí agua. Te tendí los brazos.
Y en el silencio azul de la alameda
me brindaste la fuente de tus labios.
Todo fue entonces azul. No ya el silencio
sino la luna y los astros y tu boca.
Y seguí mi vagar de peregrino
por una nueva floración de rosas.

632
Teatro
manuel rueda. LA TRINITARIA BLANCA
No. 14

MANUEL RUEDA
LA TRINITARIA BLANCA
(Comedia dramática en tres actos)

Prólogo
Juan González-Chamorro
PRÓLOGO
Es indudable que toda obra dramática adquiere su verdadero sentido, su exacto sig-
nificado, al tomar realidad escénica, al ser representada; pero también es cierto que nada
tan efímero como la vida física de una realización teatral. En la inexorable mecánica de los
escenarios, un montaje, que supone semanas de afanes y de lucha, desaparece en unas horas
para dejar paso al siguiente, y de esa magia de luz y color que avivó un día la ilusión del
espectador sólo queda en su recuerdo como el leve destello de un relámpago. El texto puede
quedar aprisionado en las páginas del libro y algunas veces la fotografía fija determinados
momentos de la plástica de una realización; pero tanto el lector, como el afortunado espectador
de un día, desconocen la pequeña historia que tiene toda comedia, ese segundo proceso de
creación de la obra teatral, desde que se inician los ensayos hasta la noche del estreno. Por
eso al pedirme Manuel Rueda un prólogo para la edición de su comedia pensé que lo mejor
era relatar al lector esa pequeña historia de La Trinitaria Blanca, el camino que siguió desde
que la recibí de manos de su autor hasta la hora en que se levantó el telón.
La Trinitaria Blanca fue escrita en principio para el Cuadro Experimental María Martínez
de Trujillo, y aunque su autor no había dado por terminado su trabajo, que retocaba y pulía
con sumo cuidado, nos la leyó una tarde al Dr. Horacio Vicioso, entonces Director General
de Bellas Artes, y a mí.
La obra me causó una excelente impresión, pero dándome cuenta de las complejidades
que encerraban sus personajes, le aconsejé que no tuviera prisa en estrenar, que cuidara su
presentación y que, con tiempo, meditara sobre algunas escenas donde, a mi juicio, la gran
vena lírica de Rueda se dejaba sentir quizá con exceso y en perjuicio del lenguaje directo y
teatral que la intensa acción dramática de la obra requería. Por otra parte, en su construc-
ción, estaba concebida y desarrollada con tal maestría que reflejaba un seguro dominio del
difícil arte teatral. La peripecia argumental llevaba un interés ascendente; y escenas que en
otras manos hubieran representado un temible escollo, habían sido resueltas de una manera
valiente, con un extraordinario acierto y sin fáciles concesiones al público.
Manuel Rueda, después de esta primera lectura, cuidadoso y exigente con su trabajo,
siguió laborando en la comedia hasta que un día y previo acuerdo con el Cuadro Experi-
mental, me la entregó para que fuese montada por el Teatro-Escuela y entramos en esa etapa
apasionante de los ensayos.
En la sorprendente y variada flora antillana, la trinitaria es una planta trepadora que
cubre los muros de muchas casas de Santo Domingo y que se da en distintas variedades
cromáticas, siendo la blanca una de las menos frecuentes. El color blanco de esta trinitaria
adquiere un alto sentido simbólico en la obra de Manuel Rueda, cuyo problema gira en torno
a la frustración motivada por los prejuicios familiares y sociales que pesan sobre el carácter
de una mujer, cohibiendo sus instintos naturales y encerrándola en una forzada soltería a
la que no quiere resignarse.
La soltería como situación dramática tiene en el teatro antecedentes ilustres. Entre ellos,
Doña Rosita la soltera, de Federico García Lorca, y Frenesí, de Peyret-Chappuis, pero frente
a estos dos tipos de mujer la Miguelina de Manuel Rueda posee características propias. Lo
que en Lorca es pura atmósfera lírica encerrando las perdidas ilusiones de Doña Rosita en
una tranquila resignación neorromántica, en Rueda el carácter de su protagonista tiene un
superior alcance humano. Por otra parte, este calor de humanidad de que reviste nuestro

637
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

autor a su heroína falta por completo en la Esther de Frenesí que es un tipo por completo
deshumanizado, esquemático y lleno de resentimiento. Y aunque entre ambas exista cierta
semejanza, ya que en los dos casos se trata de mujeres que desconocen el amor sin razones
físicas para ello, la solución dada por Manuel Rueda al conflicto es más valiente y posee,
indudablemente, mayor intensidad dramática.
Planteado en el primer acto el problema de La Trinitaria Blanca de una manera clara y
directa, era difícil mantener este tono sin caer en la concesión fácil, pero Manuel Rueda,
con una extraordinaria habilidad de dramaturgo, consigue un espléndido segundo acto
perfectamente estructurado en todas sus escenas, con un interés en aumento hasta culminar
en el diálogo entre Miguelina y Sebastián donde el clima dramático de la obra adquiere su
máxima tensión basada en una situación de sorprendente efecto teatral y apoyada en un
diálogo cortante, incisivo, ágil y de gran agresividad, que Rueda sabe mantener, con pulso
firme, hasta el final de la pieza, resuelta de una manera original y valiente.
El reparto no era fácil. A esa maravillosa pléyade de vocación y entusiasmo que son nues-
tros actores dominicanos les falta edad para incorporar determinados papeles. Por ejemplo,
Esperanza de Álvarez, la actriz que podía encarnar la protagonista, no tiene, afortunadamente
para ella, los años que requiere el personaje de Miguelina, y todos sabemos lo difícil que
resulta para una actriz joven dar ese tipo medio para que sin la ayuda del maquillaje resulte
convincente. Gracias a su inagotable entusiasmo y vocación disciplinada pudo llegar a una
exacta compenetración con el personaje. El Sebastián era otro serio problema. Se requiere
un actor de gran sensibilidad, ya que su aparición en el primer acto debe ser arrolladora,
elástica, plena de transiciones y de matices, para luego ir perdiendo realidad, de una forma
gradual hasta el tercer acto en que su presencia es casi imagen, símbolo. Luis José Germán
a fuerza de estudio y de paciencia consiguió incorporar este complejo papel y transmitir al
público todo lo que el autor había puesto en él.
Monina Solá, Nubia Ulloa y Máximo Avilés Blonda tenían a su cargo caracteres de
menores dificultades interpretativas y, por otra parte, su ya probada veteranía y disci-
plina escénicas representaban para mí un esperanzador margen de confianza. Armando
Hoepelman y Camilo Carrau completaban el reparto con Ilander Selig, a quien confié ese
brevísimo, pero peligroso papel del Jardinero. Peligroso porque su intervención cierra
la obra en una escena de fuerte tensión dramática y su aparición puede desconcertar al
público. Su actuación debe ceñirse a la máxima sobriedad y saberse mantener a foro como
un silencioso símbolo.
Aunque la obra había sido repartida con anterioridad, otros compromisos del TEAN, no
nos permitieron iniciar los ensayos hasta primeros de febrero y el estreno había sido fijado
para el 28 de ese mes. El tiempo, teniendo en cuenta el horario de ensayos a que tiene que
ajustarse nuestro Cuadro de Comedias, era sobradamente escaso, pero todos comprendie-
ron que era necesario el esfuerzo máximo, y con un ritmo intenso de ensayos el montaje
de La Trinitaria avanzaba rápidamente. Muchas noches Manuel Rueda asistía a los ensayos
sin poder controlar sus nervios cuando la sintaxis de un párrafo saltaba deshecha en esa
lucha diaria de la letra contra el actor. Poco a poco las ideas iban entrando dóciles en el
terreno de la comprensión y hasta aquellos vocablos que se resistían tercos una y otra vez,
iban siendo domados por el estudio y la paciencia infatigable de ser repetidos docenas y
docenas de veces, hasta que las réplicas adquirían su exacta velocidad y el ritmo de una
escena se mantenía en su justa medida. El autor tenía, como es lógico, sus felices momentos

638
LA TRINITARIA BLANCA  |  MANUEL RUEDA  |  Prólogo: Juan González Chamorro

de optimismo y sus amargas horas de desfallecimiento, en que al terminar un ensayo nos


reuníamos bajo el telar vacío y discutíamos la conveniencia de aligerar una escena, de cambiar
en el texto una palabra que hasta entonces nos había parecido perfecta y que al ser dicha por
el actor resultaba artificiosa y poco teatral. Aquella noche, al volver a su casa, Rueda, con
esa exigencia para su propio trabajo que le caracteriza, y ese agudo sentido crítico que no
le abandona jamás, rehacía la escena que pasaba mecanografiada a los actores al comenzar
el ensayo siguiente. De esta forma la comedia tenía un segundo proceso de elaboración que
permitía corregir la conveniente dimensión de una escena, o el ritmo apropiado de un diá-
logo. Ya no era la cuartilla lo que el autor tenía delante, era el elemento humano, el actor, al
que se moldeaba directamente, y en definitiva, la obra salía siempre ganando.
De los tres bocetos de decorado que habíamos solicitado, elegimos el de Rafael Márquez
que era el que mejor había interpretado el “clima” necesario para la obra y que paciente-
mente colaboró luego en todas las sugestiones que se le hicieron. Luis Acevedo montó el
decorado con su pericia acostumbrada. Clara Ledesma puso a nuestro servicio la gracia de
su inspiración para diseñar los figurines del vestuario.
La utilería nos trajo de cabeza durante varios días, hasta que la amabilidad de Rafael
Andrés Ortega nos abrió las puertas de esa maravillosa casa-museo que posee en la calle
Arzobispo Meriño, facilitándonos todo lo necesario para que la escena quedase servida con
propiedad y justeza.
El ensayo general al que llegamos con un ambiente sobrecargado de nervios, no pudo
ser más desastroso. Fallos en la luminotecnia, agotamiento de los actores, en fin, todo parecía
confabulado para que aquella noche el más negro pesimismo se cerniese sobre el estreno
de La Trinitaria Blanca. En el teatro sabemos que esto suele ser presagio de éxito, pero, por
si acaso, horas antes del estreno se volvieron a ensayar efectos y luces.
A la hora prevista, el telón se abrió ante una espectación desconocida y el estreno trans-
currió sin una vacilación, con el ritmo justo en cada escena; los nervios de la noche anterior
habían desaparecido y la confianza había vuelto a renacer en los actores. Sólo hubo un mo-
mento de peligro, al final del segundo acto, al fallar un arma que ha de utilizarse en escena.
Fue escasamente una fracción de segundo lo que tardó en sonar el disparo entre cajas. Iván
García, en funciones de regidor, había cumplido exactamente su anónimo cometido en la
compleja maquinaria del teatro.
Y así, La Trinitaria Blanca entraba en la historia del teatro dominicano con todos los ho-
nores. El Teatro-Escuela se apuntaba un nuevo éxito, con él nacía para la escena nacional
un auténtico valor: Manuel Rueda.

Juan González Chamorro.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Personajes

DON ANTONIO
DOÑA INÉS, su mujer
LUISA, hija de ambos
MIGUELINA, hermana de don Antonio
ENRIQUE, novio de Luisa
SEBASTIÁN, un aventurero
EL DOCTOR
EL JARDINERO

La obra1
En esta obra he querido pintar aquella soltería que entraña una frustración, dejando
de lado el caso de quienes por libre decisión o por un voluntario renunciamiento,
han decidido encauzar sus impulsos hacia más altos fines, trasmutándolos en puros
valores espirituales.
Concibo la soltería, en algunos casos, como preservación de elementos valiosos a los
que un estado de interioridad ilumina más allá de todo lazo material. Tales seres,
escogidos, quedan fuera de los alcances meramente conflictivos de esta obra.
Hasta qué punto los prejuicios familiares y sociales pueden ser, llegado el caso,
un impedimento para lo particular y distintivo de un carácter, es accidente que no
contradice, por ello, la sagrada finalidad de ambas instituciones. El alma humana es
un abismo y las leyes de conducta, por demasiado generales, suelen quedar a veces
en la periferia de los acontecimientos: rastrean el hecho, consignan los fenómenos
resultantes en una dirección plana, horizontal, mientras que la verdad, ese rayo de
clarividencia divina, se mueve de arriba hacia abajo y sólo alcanza a coincidir con
ellas en un punto.
Ésta no pretende ser, por lo demás, una obra de polémica, defensora de ciertas actitudes
extremas del ser. Este es el drama de una vida cuyas justificaciones escénicas estriban,
tanto en el alcance dramático, como en su incuestionable realidad sicológica.
Por suerte no somos un pueblo apegado a morbosidades. Sabemos ver con rectitud
y asimilar con propiedad cuanto se nos quiere dar a entender. Esto nos salva. Lo que
alcanza un poco de belleza puede y debe ser, en sí mismo, moral aun a despecho de
quienes no estén en condiciones de reconocerlo.
Si somos valientes o, lo que es igual, sinceros, nuestro teatro podrá alcanzar un ver-
dadero rango nacional y universal. El arte confronta un destino demasiado valioso
y urgente. Por fidelidad a este principio no debemos volver atrás la cabeza como si
no quisiésemos mirar.

Los personajes
DON ANTONIO. Es el típico señor de pueblo, simple y afectuoso, tolerante siempre
que no estén en juego costumbres y conceptos heredados, en cuya preservación

1
Antecrítica. (Nota al programa).

640
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

cifra su honorabilidad de esposo y padre de familia. No se opone, como muchos


de sus congéneres, a los adelantos de la vida moderna, siempre y cuando éstos
contribuyan a cierto placentero decoro, necesario para mantenerse, en el plano
social, dentro del rango que ya se posee por tradición. En cuanto a las incitacio-
nes espirituales que los nuevos tiempos traen consigo, no las entiende y aunque
no mantiene una actitud hostil, trata de permanecer lo suficientemente alejado
de ellas.
Ha cumplido en todo momento con su deber, motivo de más para vivir satisfecho.
La educación que ha proporcionado a su hija lo llena de un justo orgullo, aunque no
considera la posibilidad de que tal educación pueda dar ventajas a una muchacha
que, como principal timbre de honor, debe ostentar el de “hija de familia”.
La conciencia de su superioridad ha creado en él una fuerza aparente. Bastará ponerlo
a prueba para que descubramos sus puntos vulnerables. Sin razón alguna que lo
justifique, puesto que otros en el pasado han trabajado para él, se siente estimulado,
con bastante frecuencia, por la idea halagüeña de que gran parte de su prosperidad
la debe al propio esfuerzo. El respeto que los demás le evidencian viene a ser como
una confirmación de ello.

DOÑA INÉS. Es una mujer robusta, pero llena de fragilidades. Refinada y sutil,
parece moverse dentro de algo vago e irreal. Como la vida de pueblo es monótona,
ella ha creado su propia realidad en donde sólo caben las cosas hermosas, como su
jardín. Se mueve en una atmósfera vaporosa, idealizada, y sólo su estado de esposa
y madre la aleja de lo extremadamente banal.
Nunca se ha preguntado cómo marcha su casa. El que las cosas prosigan como es
debido es para ella algo tan natural que el menor contratiempo tendría las mismas
proyecciones de una catástrofe: sería inconcebible. Si pudiéramos pedirle una defi-
nición del dolor, o de lo que significan para ella las vicisitudes de la vida, de seguro
nos diría algo semejante a esto: “Es lo que puede ocurrirle a los demás”.

LUISA. Es una muchacha encantadora de unos 18 años de edad, con el suficiente


talento y cualidades morales como para poder ser alegre sin superficialidad. A veces
parece abandonarse al frenesí de la juventud, pero en seguida vuelve a un sano repo-
so, como si estuviera preparada para sufrir cualquier dura prueba sin doblegarse.
Ha hecho estudios superiores y eso la coloca en un sitial de privilegio, aun ante sus
mismos padres para quienes el único culto posible es el de la experiencia. Ella no se
aprovecha de tales ventajas. Goza con que la traten como a una muchacha cualquiera
de su edad y si alguna vez recurre a actitudes intelectualizadas es cuando piensa que
tal cosa pueda ser de alguna utilidad. Desea tener responsabilidades, deberes qué
cumplir. Después de todo, una educación que ha costado dinero y esfuerzo deberá,
tarde o temprano, llenar un cometido.

MIGUELINA. Su actitud más frecuente ante la vida es la de reserva. Aun en medio


de inusitados arranques de locuacidad y de exaltadas confesiones, parece rodearse
de una atmósfera hermética, como si algún juramento íntimo la ligara a un vergon-
zoso secreto. Sin embargo su actitud es digna y un tanto altiva, pudiendo llegar

641
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

hasta lo sibilino. Es amable, pero sin blandura. La entonación de su voz es severa,


salvo en los pasajes de transición, para los que se sirve de una gama que va de lo
lírico a lo delirante, debiendo evitarse todo extremismo que pueda propender hacia
lo caricaturesco. En general sus actitudes deberán ser sobrias y justas.
Personaje central de la comedia, las circunstancias la convierten en el tema obligado
de quienes la rodean. Todos quieren hallarle una explicación convincente. Aunque
la primera en explicarse es ella misma, las cosas siguen tan problemáticas como
antes. El autor deberá dejar el caso en manos de los demás personajes. Si de alguna
complicidad se hace reo, deberá ser la de su comprensión, que lo ha llevado a mirar,
tal vez con demasiada cercanía, sobre la intimidad ajena. Por consiguiente, todas
las escenas de Miguelina y Sebastián han sido observadas y reproducidas a través
de la primera. Su certidumbre, pues, deberá ser dilucidada por el testimonio de
aquellos que intervienen directamente en el problema, quedando el autor ajeno a
toda situación comprometida.

ENRIQUE. No es inteligente. Lo sabe, aunque no sufre por ello. A veces piensa que
la inteligencia de Luisa es un obstáculo a sus relaciones, pero la admira tanto que se
resigna con quedar reducido a su exigua posición de adorador. Por otra parte tiene
atractivos físicos y unas maneras tan suaves, provenientes de su misma timidez, que
hacen de él un tipo interesante para las muchachas sagaces como Luisa. Si trata de
conseguir un título universitario se debe a que la posesión de Luisa, y no el bienestar
económico futuro, será la coronación de sus esfuerzos, el premio que verdaderamente
le importa. Sus planes no apuntan en otra dirección.

SEBASTIÁN. Su descripción está más allá de nuestras prerrogativas. Deberá poseer


juventud (aunque no tanta que lo haga blando e inconsistente), y atractivos como
para que su sola presencia provoque asombro e intrigue. Se moverá en un plano
intermedio entre la realidad y lo irreal, que no desentone con el ambiente ni con
su posible significado simbólico. La libertad es su elemento natural. Podrá adoptar
actitudes varias, desde la del seductor sin escrúpulos hasta la del enamorado román-
tico, siendo aconsejable una utilización extensa de recursos que vayan amoldándose
a las complejas actitudes interiores de Miguelina, como si tratara de provocarlas y
de secundarlas a la vez.
Quien, ateniéndose a una primera impresión, le atribuya una naturaleza ruda y excesi-
vamente atlética, estará lejos de representarse las condiciones físicas de este personaje.
Su fortaleza más bien es ideal y lo inclina hacia un mundo de gráciles equilibrios. La
suya es una fuerza que se plasma en la pirueta súbita, antes que en el golpe. Esto, llevado
más allá de toda conveniencia podrá, igualmente, constituirse en un factor peligroso;
con todo, resultará menos grave que si se lo sustituye por la actitud contraria.
Sebastián irá perdiendo realidad en cada acto, a consecuencia del dilema entablado
entre Miguelina y los demás personajes. Por tanto, el actor que lo encarne debe cuidarse
muy bien de no repetir, en sus apariciones del segundo y tercer actos, las actitudes
vitales y avasalladoras que sólo es posible utilizar al comienzo de la obra. Como ya
se ha dicho, la realidad de Sebastián depende de las afirmaciones y negaciones de los
demás personajes. Él asomará y desaparecerá según el juego de las circunstancias.

642
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

Terminará sostenido por un débil hilo de fe o de remota esperanza, interiorizado


en Miguelina, que lo trae desde muy lejos, casi exento de gravedad, a sobrevivirse
en un trasfondo vago de recuerdos. Por tales razones deberá eludirse cualquier re-
cargado matiz melodramático en la escena final del segundo acto. En medio de su
grave patetismo, el momento deberá quedar trascendido a la pura sugerencia.

EL DOCTOR . Ha empezado su carrera en la provincia. Talento, buenos modales,


empaque varonil que él trata de asemejar a la majestad, le han granjeado la simpatía
de todos, muy especialmente de las damas, por razones obvias de las cuales el talento
es la de menos peso. Su apariencia profesional está cifrada en unos gruesos espe-
juelos negros. Un médico joven en un pueblo, como primera tarea a cumplir, tendrá
que ganarse la confianza de los viejos, invistiéndose de una apariencia respetable.
Los espejuelos le sirven al dedillo. Los lleva como podría llevar un antifaz, para
esconder su juventud detrás de ellos. Estas y otras argucias semejantes lo preservan
además, del alocado romanticismo de las muchachas, cuyos suspiros constituyen
los principales síntomas de sus graves y engañosas dolencias.
En el tercer acto don Antonio dice su mayor elogio: “La salvación de nuestros pueblos
está en esos jóvenes que comienzan sus carreras modestamente, lejos de la compe-
tencia capitaleña y que aún no han sido corrompidos por ella. Ejercen su profesión
denodadamente, como si cada paciente debiera cubrirlos de gloria”.

EL JARDINERO. Un personaje sin importancia.

La escena
Casa de familia acomodada, en algún pueblo de la República. Sala interior amplia
separada de una terraza por arcadas y columnas de tipo colonial. Jardín al fondo,
al que se llega descendiendo varios peldaños.
Como en los pueblos la sala principal se destina a visitas que deben ser tratadas con
cierta ceremoniosa cortesía, esta sala interior viene a ser el sitio más íntimo de la
casa. Allí se reúne la familia después de las comidas y cada vez que sus miembros
desean tomar el fresco o cambiar impresiones.
Pocos muebles, los necesarios para dar el ambiente de tradición y de confort. A la
izquierda un diván y una lámpara de pie; asimismo una mesita para revistas. Junto
a la pared un bargueño de caoba labrada donde se guardan copas y botellas. Al lado
de una mecedora antigua, un alto costurero de paja y de caoba. En alguna parte, un
espejo de época.
Hacia la derecha, dos puertas. La de primer término conduce a un pasillo, invisible
para el espectador, que da acceso a la sala principal y que remata en la galería exte-
rior. La otra, un poco más elevada, como toda la terraza, y a la cual se sube mediante
un peldaño, comunica con la habitación de Miguelina. Enfrente, y siguiendo por la
terraza, salida al comedor. La única puerta visible de la izquierda dará a los demás
dormitorios y dependencias de la casa.
La austeridad del ambiente está atemperada por la cambiante luminosidad del jar-
dín, desde donde se asoman, algunos follajes y enredaderas, junto a una sugerencia
de cielo.

643
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

A pesar de ello, una colección de viejos retratos familiares, desde las paredes, produce
una agobiante sensación de ahogo. A simple vista se puede ver que en esta casa son
lo más importante. Ellos están en su ambiente, hecho por el cual no entorpecerán en
su abigarrada diversidad la armonía de la escena. Se enseñorean del espacio con un
derecho mayor que el de los vivos. Si los dejásemos, serían los verdaderos personajes
de la obra. Allí están, silenciosos y tiránicos, desde el borroso pastel que representa
a una señora, cuya sonrisa, un tanto forzada, parece revolotear entre el consabido
ramo de rosas que no se le olvidaba nunca al artista como complemento a un noble
rostro de mujer, hasta el medallón de marco dorado donde un caballero de roja
guerrera, la mano eternamente sobre el corazón, recuerda a sus descendientes que
el honor es lo primero. Las miradas de todos ellos deberán caer irremisiblemente
sobre los actores, dando la impresión de una perpetua vigilancia.
Una lámpara central que desciende del techo, proveerá la escena de una luminosidad
intensa, mientras que la lámpara de pie, junto al diván, dará una mayor intimidad
en su media luz grata, permitiendo así que en el segundo acto la brusca irrupción
de la luz del jardín sea de un efecto fulminante.

Reparto
Esta obra fue estrenada en el Palacio de Bellas Artes por el Teatro Escuela de Arte
Nacional, el día 28 de febrero de 1957, formando parte del programa de actos conmemo-
rativos del 113 aniversario de la Independencia de la República, y con el siguiente

Reparto:
D. ANTONIO: Máximo Avilés Blonda
MIGUELINA: Esperanza P. de Álvarez
LUISA: Monina Solá
DOÑA INÉS: Nubia Ulloa
ENRIQUE: Camilo Carrau
SEBASTIÁN: Luis Jorge Germán
EL DOCTOR: Armando Hoepelman
EL JARDINERO: Ilander Selig

Dirección y realización:
JUAN GONZÁLEZ CHAMORRO

Escenografía de Rafael Márquez.- Vestuario de Miguelina, sobre diseños de Clara


Ledesma.- Maquinaria y Montaje: Luis Acevedo.- Maquillaje, Juan Lacrespeaux.-
Electricista, Danilo Manzano.- Regidor de Escena, Oscar Iglesias.- Secretaria de
Dirección, Carmen Rull.

El Teatro Escuela de Arte Nacional presentó esta obra por primera vez en la ciudad de San-
tiago de los Caballeros durante el Festival Artístico de Santiago, el 4 de julio de 1957, en
el Teatro Colón. Los papeles de Enrique y el Jardinero fueron representados esta vez por los
actores Antonio Estévez y Rafael Vázquez, respectivamente.

644
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

Acto primero
(Es de noche. La escena está completamente iluminada por la lámpara central y se escucha una música
suave junto a los rumores apagados de una fiesta. Don Antonio aparece por la izquierda. Viste pantalón

DON ANTONIO
(Asomándose a la puerta de la habitación de Miguelina).

Miguelina, ¿puedes ayudarme?


(Miguelina aparece. Lleva un sencillo vestido de entrecasa. Toda su persona acusa desaliño y cierta sequedad
propia de quien ya nada espera de la vida).

No he nacido para esto. Me quedan mejor las botas y los pantalones de montar que el smo-
king. Nunca he sido un petimetre de ciudad. Pero el hombre propone y la mujer dispone.
Hay que ir a la fiesta de esos presumidos de al lado. Los quince años de la señorita,
(citando)

“para lo cual se solicita, muy gentilmente, su asistencia”. Mi mujer dice que debo ir de
smoking, pues eso es lo respetable y que además ellos lo van a agradecer como una
atención.

MIGUELINA
¡Rarezas de nuestro pueblo!
(Ha terminado de hacer el lazo).

DON ANTONIO
Gracias. Tienes especialidad en hacer estos menesteres primorosamente. ¿Por qué no te
has preparado para ir a la fiesta?

MIGUELINA
Tengo jaqueca. Además… ¿para qué?

DON ANTONIO
Te hace falta un poco de diversión, querida hermana. No puedes pasarte la vida ence-
rrada, consumiéndote inútilmente. Ni siquiera el campo te atrae…

MIGUELINA
Aquí todo me parece más mío. Para una mujer vieja su cama y unos cuantos árboles
que le sirvan de apoyo, son suficientes. Agradezco tu invitación, pero no es divertido
ver cómo los demás se divierten. Sobre todo cuando a una no le queda más remedio
que estarse muy quieta en su silla, abanicándose desesperadamente. Eso si el corset no
te molesta durante toda la noche.

DON ANTONIO
Sin duda nos parecemos: tú odias el corset y yo las corbatas de lazo. Pero en cambio está
la gente…

645
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

MIGUELINA
Sí, la gente… ¡Aburridísima! No me divierte hablar del tiempo con las señoras, o de la
mejor manera de hacer un flan; ni de las cosechas o de la última epidemia del ganado
con los señores; ni de novios con esas niñas tontas y sentimentales. El amor ya tiene
algo de indecoroso para mí… Y no me vuelvas a decir que aún estoy joven; tal cosa ha
dejado ya de serme consoladora.

DON ANTONIO
Soy mayor que tú y sin embargo me siento en la flor de la edad.

MIGUELINA
Hasta esa ventaja nos llevan ustedes los hombres. Ustedes maduran lenta y espon-
táneamente. Son los amos del tiempo. A nosotras hay que hacernos madurar, de lo
contrario nos quedamos verdes para siempre. He ahí la diferencia. Viejas y con la
madurez detenida, esperando a que el azar traiga a nuestro lado el galán que necesi-
tamos para dar de nosotras mismas cuanto tenemos retenido. Estoy en una edad en
que nadie me debe ser necesario. Sola. Eso es lo que soy: una mujer sola. Contra ello
es imposible luchar.

DON ANTONIO
Nunca te había oído hablar así… ¡Es peligroso!
MIGUELINA
(Recuperándose)

¡Olvídalo! Será esa bendita música. La música le llena a una la cabeza de tonterías.
(Llevándose una mano a la frente)

Además, este dolor de cabeza…


(Como si prontamente se sintiera aliviada)

Anda, Antonio, apura a tu mujer y a tu hija o de lo contrario llegarán tarde a la fiesta.

LUISA
(Apareciendo por la izquierda, ataviada con un primoroso traje de fiesta que la hace ver aun más juvenil.)

En cuanto a mí, ya estoy lista.

DON ANTONIO
O casi lista. Vienes a que Miguelina te dé el último toque. Debes molestarla lo menos
posible; no se siente bien.

MIGUELINA
Después de todo no es gran cosa lo que tengo.
(A Luisa.)

Ven a que te mire.

LUISA
Una vez enlazado papá, debes hacer lo mismo conmigo.

646
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

(Se vuelve para que ella vea los extremos de la cinta que quiere anudarse en la espalda. Don Antonio
sonríe y sale.)

María nos ha hecho falta. Es inútil pensar que yo sola pueda arreglarme como es
debido.

MIGUELINA
María también quería tener su fiesta.

LUISA
El que una prima suya se case no es motivo para que haya pedido permiso por tantos días.

MIGUELINA
Una semana es lo tradicional en el campo; a la novia hay que ayudarla a dar ese paso y
ello precisa festejos. Y sobre todo, lágrimas.

LUISA
Eso: lágrimas. Pueden renunciar a todo menos al derecho que creen tener a esas lágrimas.
María no debió…

MIGUELINA
(Interrumpiéndola)

Hay que tener tolerancia.

LUISA
Pero tía, ¿no tienes miedo a quedarte sola?

MIGUELINA
No estaré sola. La fiesta es ahí al lado y la música me acompañará.
(Termina de hacerle el lazo y de dar unos toques a su peinado)

¡Ya está!

LUISA
Mírame ahora… ¿Qué te parezco?
(Da una vuelta)

MIGUELINA
Eres joven y bonita, ¿qué más quieres?

LUISA
¿Crees que le gustaré?

MIGUELINA
Enrique es como todos los hombres: vanidoso de la muchacha que le pertenece. Le
gustarás de todas maneras.

LUISA
Es tan bueno, el pobre, que a veces pienso con horror que me querría lo mismo si fuese
vieja y fea.

647
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

MIGUELINA
¡Tonterías!
(Hace un gesto de dolor, llevándose los puños cerrados a las sienes.)

LUISA
(Alarmada.)

Oh, tía, dijiste que no era nada.

MIGUELINA
Es que de repente pareció aumentar… Como un zumbido dentro de mi cabeza.
LUISA
Toma un calmante.

MIGUELINA
Sí, más tarde… Ya se me pasa otra vez.
LUISA
Debes acostarte y descansar.

MIGUELINA
¡Lo haré!

LUISA
(Se ha tranquilizado y escucha la música que por momentos se hace más intensa)

En cuanto a mí, pocas veces me he sentido mejor. Bailaré toda la noche. Una muchacha
es feliz cuando se siente amada y cuando tiene la oportunidad de mover los pies. Sobre
todo en estos pueblos tan tristes. Cuando bailo, quisiera desquitarme de todo el tiempo
que me he visto obligada a permanecer quieta. En un pueblo una tiene que estarse quieta,
ese es el problema. Dormir, rezar, estudiar, para que después diga la gente: “La señorita
Luisa es muy educada”. Ah, gracias a Dios que tengo a Enrique. El me proporciona la
necesaria impaciencia, lo justo para no morirme de inanición.
(Ensaya unos pasos de baile)

Oh, qué bello. Tía, ¿no te gustaba bailar cuando eras joven?
MIGUELINA
La pregunta me parece innecesaria.

LUISA
¿Es que no tienes ni siquiera recuerdos?

MIGUELINA
Trato de no tener más tiempo que éste. El presente debe bastarme.

LUISA
Alguien debió de haberte cortejado mientras bailabas al compás de uno de esos valses
dulces y tristones.

648
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
¡Me fastidias!

LUISA
(Embriagada.)

Juventud, música, amor… No hay combinación más sublime.

MIGUELINA
¿Estás hablando de la receta de un nuevo cóctel? Trata de que no se te suba a la cabeza.
El más leve mareo puede ser fatal.
LUISA
Pero, tía, ¿por qué te empeñas en no comprenderme? Una mujer no debe morir antes
de que un hombre la tome entre sus brazos y le diga algunas cosas… Claro que hay que
saberlo hacer… Tú dejas que él pase su brazo alrededor de tu cintura y te recuestas,
tímidamente, sobre su hombro. Luego tratas de hacerte pequeña, pequeñita, como si
hubieras perdido todo peso. Como si fueras una hoja y él un viento inmenso que te
trajera y llevara, girando, en mil vueltas… Entonces ya no sientes el tiempo… Eres el
tiempo… Un ritmo suspendido entre la tierra y el cielo.
(Da algunas vueltas al compás de la música.)

¡El baile es una entrega deliciosa!

MIGUELINA
Creo que me estás faltando el respeto.
(Inicia el mutis cuando suena el timbre de la calle.)

LUISA
Oh, es Enrique que viene por nosotros. Hazlo pasar mientras traigo a papá de un brazo
y desprendo a mamá del espejo.
(Miguelina se devuelve y sale por la primera puerta de la derecha. Casi al mismo tiempo doña Inés aparece por la
izquierda. Viste con elegancia. Su traje, tal vez demasiado alegre para su edad, la envuelve en un halo de candoroso
encanto. Trae en sus manos un bolso cuajado de piedras y un abanico que maneja con estudiada displicencia.)

DOÑA INÉS
Tu madre ya está lista. Quede constancia de que por esta vez le he ganado a tu padre.
¿No ha llegado Enrique todavía?

LUISA
¡Ahí lo tienes!
(Sale. Doña Inés permanece a la expectativa. Entretanto vuelve Miguelina, precedida por Enrique.)

ENRIQUE
Buenas noches.
DOÑA INÉS
En este momento preguntaba por usted.

649
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

(Se acerca a la puerta de la izquierda y llama en alta voz.)

Antonio, Luisa, no es de buen tono llegar demasiado tarde.


ENRIQUE
Ya habremos perdido unas cuentas piezas.
DOÑA INÉS
La juventud sólo piensa en bailes. Yo prefiero los placeres de la conversación, son más
profundos y estimulantes.
ENRIQUE
Bailando también podemos…
DOÑA INÉS
(Interrumpiéndolo.)

Sí, sí… Bailando se pueden también muchas cosas. Eso es lo malo, lo fundamentalmente
malo. Agregando que esos bailes de hoy…
LUISA
(Apareciendo del brazo de don Antonio que ahora tiene un aire sombrío, como si alguien lo hubiese metido a
la fuerza dentro de sus ropas.)

Enrique, no le hagas caso a mamá. Ella no comprende…


DON ANTONIO
O tiene mala memoria, lo que no es igual.
(Luisa se acerca a Enrique y le presenta una mejilla que él besa rápidamente, temeroso de estropearle el maquillaje.)

DOÑA INÉS
Oh, ustedes son insoportables.
(Acordándose, de pronto.)

Ah, el collar… ¿Podrías ponérmelo, Miguelina?


DON ANTONIO
Está visto, Miguelina es la persona más necesaria en esta casa. Sin el último toque de
sus manos no estamos presentables.
DOÑA INÉS
Es solamente el collar, querido. El broche está descompuesto y como todavía no me ha
salido un ojo en la nuca…
(Miguelina comienza a ponerle el collar. Don Antonio procede a encender uno de sus acostumbrados cigarros,
a cuyas delicias se entrega como quien cumple con un sagrado y antiquísimo ritual.)

LUISA
(A Enrique.)

Deseo bailar hasta caer rendida. La música parece buena. Como vuelves a la Universidad
dentro de unos días, tendré que replegarme en mi rutina de siempre. No me gusta bailar
si no es contigo.

650
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

ENRIQUE
En cuanto a mí…

LUISA
Ni qué decir. En la capital tú bailas con cuantas muchachas se te ponen por delante. Y
haces bien. Para eso eres hombre. No haces más que aprovecharte de tu ventaja.
ENRIQUE
No debes decirlo así, tan duramente. El estudio me ocupa todo el tiempo.
DOÑA INÉS
Gracias, Miguelina… ¡mi chal!, Antonio, por Dios, corre!
DON ANTONIO
Hace un rato me dijiste en la habitación que estabas lista. Debí suponerlo: ¡era una broma!
(Sale.)

DOÑA INÉS
(A Enrique.)

Como habrá usted notado, mi marido carece de toda elemental cortesía.


LUISA
Papá te ha complacido esta noche. Se ve elegantísimo con su smoking.
DOÑA INÉS
He dicho que es descortés, pero no desobediente.
(Realmente complacida.)

El smoking es un traje que infunde respeto.


(Enrique echa una mirada de reojo a su traje, como si tratara de excusarse.)

LUISA
(Observándolo.)

Eso no va contigo. No estás aún en edad de ser respetable. Ya te sobrará tiempo para ello.
DOÑA INÉS
(A don Antonio, que llega con el chal.)

Te has demorado demasiado; llegaremos tarde.


DON ANTONIO
(Suspirando y con expresión resignada.)

Vamos…
(Luisa y Enrique salen por la derecha.)

DOÑA INÉS
(Volviéndose cuando se disponía a salir.)

Miguelina, me dijo Antonio que no te sentías bien. ¿Necesitas algo?

651
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

MIGUELINA
(Se ha mantenido en el fondo, apoyada de la barandilla que da al jardín.)

Gracias por tu amabilidad. Ve tranquila. Tomaré un poco de fresco y luego me acostaré.

DON ANTONIO
Trataremos de volver temprano. Estas fiestas me aburren.

DOÑA INÉS
¡Vaya con el par de hermanitos!… Buenas noches, Miguelina.

DON ANTONIO
Mejórate bien.

MIGUELINA
Buenas noches.
(Todos han salido. Miguelina parece ahora otra mujer. Está laxa y como más vieja. Se alisa el pelo un poco
en desorden. Se asoma al jardín, mira unas posibles estrellas y aspira profundamente. La música ha cesado
un momento. Va a una mesa y coge una revista. Enciende la lámpara de pie que está junto al diván. Apaga
las luces del techo, quedando una media luz grata y un tanto lechosa, como de luna intensa. Comienza a hojear
la revista, reclinada en el diván. La música se deja oír otra vez, suave y romántica. Algunas risas y rumores de
fiesta. Miguelina se detiene en su lectura. Piensa. Se incorpora y de repente comienza a sollozar con el rostro
entre las manos. Luego se repone y se recuesta de nuevo, dejando caer la revista al suelo. Parece dormir. Esta
escena será todo lo extensa que se pueda, sin que llegue a aflojarse, por ello, la tensión expresiva del personaje.
Cada gesto expresará el abandono, la renuncia a lo que, sin embargo, parece estar al alcance de la mano. La
soledad deberá sentirse presionando el ambiente y los rumores próximos de la fiesta contribuirán a agudizarla
aun más. Una atmósfera de sueño precede a la entrada de Sebastián. Éste avanza en puntillas desde el jardín.
Es fuerte, atlético, con una mezcla de cinismo y de dulzura que mueve en seguida a simpatía. Con su pantalón
azul fuerte y su camisa negra abierta sobre el pecho, es la imagen del aventurero. Sus movimientos son elásticos,
aunque a veces denotan cierta languidez. Él se detiene al pie del diván, mirando fijamente a Miguelina. Ésta
abre los ojos poco a poco. Al fin lo ve. Sobresaltada se pone en pie y va a gritar cuando él le oprime la boca con
una mano y le traba los brazos con la otra. Ella forcejea inútilmente.)

SEBASTIÁN
Le ruego no hacer disparates. Ganaremos tiempo… ¿Lo promete?

(Ella hace un signo afirmativo con la cabeza. Cuando él la suelta queda jadeante, apoyada en alguno de los
muebles. Él saca entonces un cuchillo. Le da vueltas en sus manos, como si jugara con él.)

MIGUELINA
¿Quién es usted? ¿Qué ha venido a hacer aquí? ¿Cómo se atreve a entrar en una casa de
familia en forma tan descarada?

SEBASTIÁN
¿Hubiera preferido que me portara con más caballerosidad? Pues bien, con sumo placer,
“tía Miguelina”.
(Hace una reverencia.)

MIGUELINA
¿Cómo?…

652
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

SEBASTIÁN
Un caballero no puede permitir que una dama permanezca sola mientras su familia
se divierte. Y mucho menos si esa dama se encuentra quebrantada, si le duele la
cabeza.

MIGUELINA
(Sin salir de su asombro.)

¿Pero quién le ha dicho…? ¿Pero cómo…?


(Mirando hacia el jardín.)

¡Ah…!

SEBASTIÁN
¿Comprende ahora? Fue muy sencillo, aunque sumamente incómodo, quedarse una hora
en el jardín, agachado entre esas enredaderas que lo desgarran a uno todo, esperando
a que “la tía Miguelina” se quedara sola.

MIGUELINA
¡Es usted un perfecto bandido!

SEBASTIÁN
Gracias. Es usted muy perspicaz.

MIGUELINA
¿Qué desea?

SEBASTIÁN
Vaya con calma. Primeramente, estirar las piernas. Reponerme de esa hora de oscuridad
pasada en la compañía de unas cuentas hojas que me cosquilleaban en el cuello y de
unos malditos hormigones que se aprovechaban de mi inmovilidad. Créame, casi sentí
ganas de marcharme.

MIGUELINA
Hubiera sido mejor para usted.

SEBASTIÁN
¿Y el placer de esta velada?…

MIGUELINA
¿Cómo se atreve? ¿No sabe quienes somos? Cuando el pueblo se entere lo pasará usted
muy mal, se lo aseguro. Somos personas decentes.

SEBASTIÁN
¿Pero cree usted que yo entraría en una casa que no fuera de personas decentes? No
debo ser confundido con un vulgar ratero. Al fin de cuentas este cuchillo no goza más
que de una apariencia de crimen. Podría cortar una garganta, así… de un solo golpe,
(Miguelina retrocede.)

Pero se abstiene. Está educado por mí.

653
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

MIGUELINA
¡Lo denunciaré a la policía!

SEBASTIÁN
Le aseguro que no existe policía capaz de vérselas conmigo. Vengo y voy con la facilidad
del aire. Estoy en todas partes y en ninguna y cuando menos lo piensan,
(Hace chasquear los dedos.)

desaparezco.

MIGUELINA
Sus palabras carecen de sentido.

SEBASTIÁN
(Con cierta pedantería consciente.)

Es que no está usted viva. Yo, en cambio, he nacido para absorber toda la experiencia
de la vida.

MIGUELINA
Habla de experiencia como podría hacerlo una persona respetable.

SEBASTIÁN
La experiencia no es solamente lo aburrido y reglamentado. No se enseña diciendo:
“Deja de hacer esto, porque yo lo hice y no me fue bien”. Es lo que aprendemos cuando
hacemos una cosa porque otro la hizo, o porque otro aún no la ha hecho y alguien tiene
que decidirse, ganarle la delantera.

MIGUELINA
Perversidades dignas de un vagabundo…

SEBASTIÁN
Y que todos pensamos alguna vez. Usted las piensa, pero se resigna con quedarse inmóvil
y sola, provocando la compasión de los demás.

MIGUELINA
¿Cómo se atreve? ¿Quién es usted para hablarme así?

SEBASTIÁN
Alguien con intenciones precisas. Vivo, libre y dispuesto a todo.

MIGUELINA
¿Olvida usted que la fiesta es ahí al lado y que mi familia puede volver de un momento
a otro, sobre todo sabiéndome enferma?

SEBASTIÁN
Los que se divierten son egoístas.

MIGUELINA
La empleada…

654
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

SEBASTIÁN
(Interrumpiéndola)

María anda con permiso por unos días. Se casa una prima suya. ¿Lo olvidaba usted?

MIGUELINA
Entonces dígame, por Dios, ¿a qué ha venido aquí esta noche?

SEBASTIÁN
(Acercándosele.)

Se lo diré, y me obedecerá sin oponer resistencia.

MIGUELINA
(Retrocediendo.)

No se atreverá usted… No me pondrá las manos encima. Soy una mujer honrada. Pre-
feriría que me diera la muerte antes de…

SEBASTIÁN
(Astuto.)

¿Prefiere morir a entregarme su dinero?

MIGUELINA
(Sorprendida.)

¡Ah!, ¿pero sólo se trataba de dinero?

SEBASTIÁN
¿Qué creía usted…? ¡Está bien claro!

MIGUELINA
(Como diciéndoselo a sí misma.)

Dinero, sí, dinero…

SEBASTIÁN
Dinero no quiere decir más que eso: di-ne-ro.

MIGUELINA
(Reaccionando, a media voz.)

Pues se ha equivocado. Aquí no lo hay. A menos que espere a mi hermano.

SEBASTIÁN
No me moveré de aquí.

MIGUELINA
Puede hacerlo. Esperaremos los dos.
(Se sienta en el diván. Lo mira.)

SEBASTIÁN
(Desabrochándose la camisa comienza a frotarse la nuca, como si la tuviera adolorida.)

655
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

¡Maldita posición!
(Se abotona la camisa que queda sin embargo entreabierta sobre el pecho. Se cuadra ante ella en actitud agresiva,
enarbolando el cuchillo en una mano y con la otra mano extendida.)

Pronto, ¡el dinero! ¡Dejémonos de juegos estúpidos!

MIGUELINA
(Quien lo ha observado con turbación.)

¿Ha resuelto el “caballero” dejar a un lado su compostura? No sé si debo quedarle agra-


decida de que no haya tratado de abusar de mi persona.

SEBASTIÁN
¿Pero qué dice?… ¿De su persona?… ¿Tengo cara de andar en “eso”?

MIGUELINA
(Levantándose.)

¡Así lo pensé!

SEBASTIÁN
Pues quédese tranquila, “tía Miguelina”.

MIGUELINA
(Volviéndose súbitamente.)

Le prohíbo que vuelva a llamarme tía Miguelina.


(Una breve pausa en la que parece librar una batalla. Luego, estallando.)

¿Es que no ha visto en mí ningún atractivo? ¿Es que soy realmente una vieja solterona a
la que nadie debe mirar con deseo? Yo misma me lo he dicho infinidad de veces, aunque
ahora no parezca conformarme. Ya ve, hasta usted…

SEBASTIÁN
Le he dicho que ese no es mi oficio.

MIGUELINA
(Amargamente.)

Si yo fuera más joven me habría deseado. De haber encontrado a Luisa en mi lugar, la


hubiera seducido. ¡Lo sé!… ¡titubea!…

SEBASTIÁN
Una cosa está bien clara: usted infunde respeto. No sé por qué su rostro se me parece, de
pronto, al de todas las mujeres que me han hablado con seriedad tratando de llevarme
al buen camino. Mujeres que son un poco madres y un poco maestras… de esas que se
nos suelen aparecer, como fantasmas de bondad, en la primera esquina.

MIGUELINA
Tiene razón: soy uno de esos fantasmas. Un fantasma de luto que se alimenta de su
propia sombra, sin más camino que recorrer que el que va de una habitación a otra, de

656
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

un objeto a otro; sin acontecimientos qué relatar, a menos que no sean las incesantes
minucias diarias, un dolor de cabeza, la torpeza de algún sirviente, o un chisme de la
vecindad.
(Suspirando profundamente.)

Y como único alivio el cielo, algunos árboles, la trinitaria blanca del jardín…

SEBASTIÁN
¿Se refiere a la que me sirvió de peldaño para llegar a este paraíso de amenidad que me
acaba de pintar?

MIGUELINA
Sí; he pasado años mirando blanquear la trinitaria sobre la tapia del jardín, depositan-
do en ella sueños envejecidos… No parece sino que ahora me devuelve esos sueños
reunidos en la apariencia de un hombre al que se puede desear con libertad porque no
forma parte de nuestro mundo. Aunque usted me produzca temor, tal vez sea usted
lo que yo esperaba. No deja de ser curioso y hasta incitante este momento. Una mujer
como yo, que ha pasado su vida entregada a una fría desesperación, verse enfrentada
a un hombre joven, un desconocido, en una noche donde sólo él y ella parecen existir,
tibiamente rodeados por la música.

SEBASTIÁN
¡Va usted demasiado lejos! No he venido a escuchar confesiones. Sus problemas no tienen
nada que ver conmigo. Le repito que sólo deseo dinero.

MIGUELINA
(Con una idea súbita.)

Y si en vez de dinero yo le diese una joya, algo de valor… ¿lo aceptaría?

SEBASTIÁN
Las joyas no son una mercancía recomendable. Cuesta deshacerse de ellas.

MIGUELINA
Podrá venderla fácilmente. No haré ninguna reclamación.

SEBASTIÁN
He venido a robar no a negociar. Además, me parece que usted se porta, de repente, de
una manera extraña.

MIGUELINA
Me comprenderá mejor cuando le diga que no le doy esa joya por nada. Usted deberá
ganársela simplemente.

SEBASTIÁN
Ganarme el dinero que necesito me resulta divertido. ¿De qué se trata?

MIGUELINA
(Después de un momento.)

657
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

De un simple deseo: hágame el amor. Ámeme o hágame creer que me ama. ¿Qué mejor
que un desconocido para cumplir esta delicada misión? ¿Ha venido a robar? Adelante;
robe lo más precioso que puede encontrar.
SEBASTIÁN
¡Nunca pensé que la faena de esta noche fuera tan difícil!…
MIGUELINA
¿No queda en mi cuerpo nada que le atraiga? Míreme, míreme… Trate de descubrir en
mí algo digno de ser amado. ¡Se lo suplico! ¿Puede una mujer ser tan miserable que se
encuentre despojada del menor atractivo? Míreme a los ojos; ¿no hay ansia y desespe-
ración en ellos?…
SEBASTIÁN
Sus ojos son negros y fosforecen. Exigen en medio de un gran vacío.
MIGUELINA
Exigen algo que les falta: el derecho de sentirse mirados a su vez.
SEBASTIÁN
¿Debo cobrar por ello?
MIGUELINA
No son unos cuantos brillantes lo que le ofrezco. Es un medallón de mi madre, pero no
lo quiero. Amé a mi madre, pero ella fue para mí el encierro, las lágrimas sorbidas contra
la almohada.
SEBASTIÁN
Debo decirle que no la creía capaz de semejante rebelión. En cierto modo es usted
admirable.
MIGUELINA
¿Acepta, entonces…?
SEBASTIÁN
Hay cosas que un hombre, joven y libre, no puede rehusar. Acepto, Miguelina.

MIGUELINA
Eso; no más tía Miguelina, señorita Miguelina. ¡Cuán distinto es oírse llamar así,
Miguelina, por alguien a quien no nos ata parentesco alguno! Prométame que no me
tratará usted como a una de esas mujeres que quisieron enseñarle una virtud llena de
seriedad. Hágame sentir una mujer como las demás. Lléguese a mí con delicadeza… o
por la fuerza; infúndame confianza o temor, no importa. Una hora de frenesí es lo que
necesito. La estoy esperando desde hace cuarenta años.
SEBASTIÁN
¿Qué razón ha tenido al escogerme?
MIGUELINA
Por estar lo suficientemente alejado de mi costumbre. Usted se encuentra allí donde
acaba mi sombra, donde la trinitaria empieza a blanquear y mis sueños viven por mí.

658
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

SEBASTIÁN
Creí tenerla en mi poder y me he convertido en su prisionero. ¡La trinitaria blanca! Una
primorosa trampa para el amor de una solterona.

MIGUELINA
¿Es que nunca dejaré de ser llamada así? ¿Es que estoy marcada para siempre por ese
mote sarcástico? ¿Qué hay de distinto en mí, qué me falta para ser como las demás mu-
jeres?

SEBASTIÁN
¡La seducción!… Transfigurarse y sonreír. Para ser mujer hay que sentirse serlo. Traer
desde dentro hacia fuera el torrente de la feminidad. No es solamente un color lo que la
mujer pone sobre sus labios: es un fuego que invita, que llama, que abrasa desde lejos.
Entonces llega la presa y arde. Es como la inteligencia de los sentidos. Transfigúrese,
Miguelina. Es el primer paso para salir al encuentro de la vida.

MIGUELINA
(Henchida de nuevas fuerzas.)

La vida es el secreto que usted me revelará, que ya me está empezando a revelar. Esta noche
seré otra. ¡Seré Miguelina! Abajo estas ropas. En mi armario hay otras que siempre encontré
impropias y excesivas para mí. Creo que ahora me sentarán bien. ¡Espere! Cuando salga
de esa habitación daré comienzo a nuestra gran aventura en común. Usted será el hombre
que he esperado toda la vida, el hombre que ha venido a amarme, a hacerme suya. Una
nueva mujer saldrá por esa puerta. No permita que se vuelva atrás o titubee. Sólo hay
tiempo para que el pacto que hemos hecho se cumpla. Es mi reto a varias generaciones
de rigurosa virtud. Todas las frustraciones de mi familia quieren expresarse en mí esta
noche, esa procesión de mujeres solas que han muerto esperando… Somos los héroes
de una gran aventura, de una aventura inimaginable. Esos muertos alientan en mí con
una fuerza a la que es inútil resistir. ¡Sólo por ellos seré perdonada!
(Mutis.)

(Sebastián queda pensativo. Recorre la habitación con la mirada, observando con minuciosidad todo cuanto le
rodea. Guarda el cuchillo. Va al bar y se sirve una copa. Se acerca a la puerta de la habitación de Miguelina y
trata de escuchar.)

SEBASTIÁN
(En voz alta)

No trate de jugarme una mala pasada o se acordará de mí. Puede que todo esto no sea
más que un ardid.
(Bajando la voz.)

De todos modos es la aventura más curiosa que me haya sucedido. La aventura de la


bella durmiente y del príncipe que la despierta. ¡Una pareja extraña! Miguelina…
(Va hasta el fondo de la escena y se asoma al jardín. Toma un sorbo de su copa. Lo paladea.)

Hermosa noche. ¿No habrá tenido ella la culpa?

659
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

(Pausa.)

La trinitaria parece tener luz propia; una luz casi lunar, llena de vibraciones misteriosas.
Hace daño mirarla fijamente; parece cambiar de forma y de lugar.
(Termina su copa y lentamente vuelve a primer término. Miguelina aparece vestida con una primorosa bata
blanca, el cabello recogido sobre la nuca. Su bata recuerda el traje de una novia. Sebastián se vuelve y la mira
deslumbrado.)

¡Increíble!
(Adelantándose, le tiende una mano.)

Está usted blanca y hermosa como la flor misma de la trinitaria.

MIGUELINA
(Avanzando)

Como introducción a un canto de amor no está mal. Brindemos por nuestro amor.
(Llena las copas y levanta la suya.)

Qué, ¿no crees en nuestro amor?

SEBASTIÁN
Te amo, Miguelina.

MIGUELINA
Repítelo conmigo: ¡Por nuestro amor!

SEBASTIÁN
¡Por nuestro amor!
(Toman. Él rápidamente, ella sorbo a sorbo y con los ojos cerrados.)

MIGUELINA
¡Oh, qué delicia!
(Música, un vals romántico. Mientras continúa hablando deja su copa en la mesita de las revistas, junto al
diván. Sebastián hace lo mismo.)

Soy joven otra vez, tengo la edad de Luisa. Podría empezar a reír ahora y no terminar
nunca. La vida no se ha perdido todavía. Bailaremos. Luisa lo hace rodeada de miradas.
Hace de su amor una complacencia, un espectáculo decente. Tú y yo bailaremos en
secreto; será nuestra superioridad y nuestro triunfo. Rodéame con toda la fuerza y la
delicadeza de que seas capaz. Así…
(Él le rodea la cintura con uno de sus brazos. Bailan muy lentamente.)

Una pequeña hoja en tu hombro… Oh, sí, Luisa, tenías razón, el baile es una entrega
deliciosa.

SEBASTIÁN
Eres cálida y bailas con tanto empeño como si te fuera en ello la vida.

660
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
(Deteniéndose.)

¡Qué extraño! Me he visto, de repente como la joven que yo era, bailando bajo la mirada
de mi madre. No eras tú, era José (ya le empezaba a crecer el bigote). Era Romero. Era
Ignacio… Todos parecían amarme desde lejos, aunque nunca se atrevieron a decirme
una sola frase de amor. Nos cogíamos las manos con delicadeza, protegida la mía con
un pañuelo de seda y bailábamos, muy lejos uno del otro, como si el menor contacto
pudiera mancharme. Teníamos que bailar bajo la mirada de mamá, rígidos y mudos. La
mirada de mamá impedía que yo levantara mis ojos hacia ellos.
(Pausa.)

SEBASTIÁN
Yo te hubiese obligado a amarme. Te hubiera raptado bajo las miradas mismas de tu
madre.

MIGUELINA
Uno de ellos me estaba destinado y lo perdí…

SEBASTIÁN
A ese, sea quien fuese, le faltó valor, decisión. La decisión es lo propio del amor.
(La vuelve a ceñir por la cintura y continúa el baile hasta que la música cesa. Luego se detienen, arrobados.)

MIGUELINA
Bailar contigo es hacerlo por primera vez.

SEBASTIÁN
Me complace. Y me complace también que seas la que eres actualmente y no otra. Me
gustas tú, con tu dolor y tu desesperación. Tu entrega es distinta. Te prefiero a ti porque
es como estar cerca de lo imposible.

MIGUELINA
No pares de hablar. ¡Adelante! Una mujer no debe morir antes de que le deslicen en el
oído palabras como esas. Es el momento… ¡Dilas!

SEBASTIÁN
(Enervado.)

Tu pelo es suave. Tu nuca es suave. Tus ojos son suaves y terribles. Tu boca…
(Va acariciándola mientras habla.)

MIGUELINA
(Incitándolo aún más.)

Sí, mi boca… mi boca…


(Él la besa con furia. Ella forcejea, de pronto, y se deshace de él.)

No debemos extremar las cosas. No debemos ir demasiado lejos.

661
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

SEBASTIÁN
¿Qué quieres? Acabamos de cerrar un trato, no puedes volverte atrás.
MIGUELINA
Déjame acostumbrarme. Así, de improviso, no… ¡No está bien! Soy todavía una mujer
decente. ¡Compréndelo!
SEBASTIÁN
Tú me indicaste el camino. No debo dejarte retroceder. Ahora, aunque quisieras arre-
pentirte, te lo impediría. Estás llena de posibilidades maravillosas.
¡Te deseo! ¡Te amo!

MIGUELINA
(Desfalleciendo).

¡Calla…
SEBASTIÁN
Te amo y no hay tiempo que perder. Esta noche te has ganado una experiencia incom-
parable.

MIGUELINA
No debo ser débil, pero temo… Te deseo y te temo. ¿No comprendes? ¿No ves que tengo
que luchar contra esta casa, contra la virtud de estos objetos, de estos muebles, de estas
paredes cuajadas de retratos? Una virtud más tiránica que la de los vivos, porque no
cambia, no fluye, sino que se mantiene fija, siempre igual, pesando sobre mí con un peso
de tumba. Toda una costumbre rodeándome, puesta de pie para reprocharme…
(Alucinada)

¿No oyes a mi hermano andar en la habitación de al lado…? ¿No oyes a Luisa reír en el
comedor?… ¿No escuchas a Inés canturrear en el jardín, plantando sus rosas?

SEBASTIÁN
Nada oigo, sino tu voz que me dice “ámame”, “ven”, “soy tuya”.
MIGUELINA
Hablan y me reprochan, mientras las otras me dan ánimo, me incitan a que las libere.

SEBASTIÁN
Atiéndelas. ¡Sálvalas!

MIGUELINA
No; mi hermano me mira, y es la mirada de mi madre que me acusa. Atrás, atrás. ¡Már-
chate! Todo ha sido un juego. No puede ser. ¡No puede ser! No soy una cualquiera.
¡Respétame! Te odio, te odio, te odiaré siempre si lo haces…
(Ella ha retrocedido hasta la puerta de su habitación. Él la toma en sus brazos. Ella, ya sin oponerse, desfallece
sobre su hombro. Ambos desaparecen.

(Pausa. Un silencio lleno de sonoridades vagas. Oscuridad súbita. La música asciende a un primer plano,
brillante y levemente sarcástica. La transición de una escena a otra será discreta, tanto en su duración como en

662
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

su intensidad, evitándose cualquier caída hacia lo innecesariamente morboso. Poco a poco la escena se ilumina
de nuevo y la música es relegada a su rol de mera ambientadora. Luisa y Enrique entran por la derecha).

LUISA
Dios quiera que tía Miguelina se sienta mejor. He estado inquieta por ella.

ENRIQUE
Sólo era un simple dolor de cabeza; se le habrá pasado. Por lo demás, tu tía Miguelina
lucía como siempre. Nunca ha sido muy jovial, que digamos.

LUISA
De pronto, mientras bailábamos, tuve el presentimiento de que algo le sucedía. No me
quedó más remedio que pedirte que vinieras conmigo.

ENRIQUE
(Desde la altura de su hombría.)

Las mujeres sufren más por esos pequeños detalles que por las grandes cosas. No hay
quien las entienda.

LUISA
(Resentida, aunque no tanto que ello le impida usar un tono de coquetería.)

¿Te es difícil entenderme, Enrique?

ENRIQUE
(Tomándola por la cintura.)

¡Tonta! Tú eres distinta.


(La besa con naturalidad, casi sin pasión.)

LUISA
(Mirando hacia la habitación de Miguelina.)

¿Se habrá dormido? Debemos volver al baile de una vez. Como nos escapamos sin de-
cirlo, no está bien que nos demoremos. Papá y mamá podrían inquietarse.

ENRIQUE
Están demasiado entretenidos. Le sustrajiste la llave a tu madre del bolso y ni siquiera
se ha dado cuenta.

LUISA
¿Entretenidos? Nunca me olvidaré de la cara que puso papá cuando descubrió que era
el único vestido de smoking. Mamá no se le ha acercado en toda la noche: le teme.

ENRIQUE
Y con razón; le noté a tu padre una mirada asesina.

LUISA
Aguarda.
(Se acerca a la puerta de la habitación y escucha.)

663
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

ENRIQUE
Déjala. No debemos molestarla.

LUISA
(Empecinada, llamando.)

Tía Miguelina. Tía Miguelina.


(Silencio. Luego, más fuerte.)

¡Tía Miguelina!

MIGUELINA
(Desde adentro.)

¿Eres tú, Luisa?


LUISA
Sí, soy yo. He venido a saber cómo estabas.
MIGUELINA
(Siempre desde adentro.)

Para eso no había que venir. ¡Márchate! ¡Vuélvete de una vez!


LUISA
Así lo haré, tía.
(Preocupada avanza hacia el diván. Ve las dos copas que permanecen en la mesita. Las toma en sus manos y
parece considerar la situación.)

ENRIQUE
(Que se ha mantenido a un lado de la escena.)

¿Ves? No era nada. La has despertado sin necesidad.

LUISA
(Deja las copas en su sitio. Con rapidez, tomándolo del brazo.)

Tienes razón; no era nada. Volvamos, ¡volvamos pronto!


(Salen.)

MIGUELINA
(Apareciendo, después de un rato.)

Se han ido.
(Sebastián asoma, desperezándose.)

Luisa se ha preocupado por mí; es una muchacha seria. Piensa que me pasa algo, algo
más grave que un simple dolor de cabeza. Oh, Dios mío. No debí consentir. Lo que acabo
de hacer es horrible. ¡Horrible!…
SEBASTIÁN
No me parece decoroso un arrepentimiento tan prematuro: no es convincente.

664
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
Acabo de deshonrar esta casa y ni siquiera tengo la excusa de la juventud.

SEBASTIÁN
¡Miguelina…!

MIGUELINA
Ahora tú no entenderías. Has llegado y has acariciado a una desconocida entre tus brazos
groseros. ¿Qué sabes tú de mí, tú, que me has reducido a lo más bajo de la existencia: al
asco?

SEBASTIÁN
Tal vez te has entregado demasiado a la insatisfacción. Estás tan fusionada a tu propia
culpa que no ves en mí más que otro síntoma de tu imposibilidad. Soy algo tuyo desde
hace tiempo. Te pertenezco como te pertenece cada uno de tus deseos. No había más
remedio: he tenido que aparecer y no pareces comprenderlo. Soy el único que ha sabido
vencerte.

MIGUELINA
Nada has vencido. Tú sólo acabas de servir mis propósitos.

SEBASTIÁN
¿Crees en verdad, que me has comprado?

MIGUELINA
(Sacando algo del bolsillo de la bata.)

Por un medallón de brillantes. Aquí lo tienes.

SEBASTIÁN
Pude haberlo obtenido a la fuerza.

MIGUELINA
Lo has considerado tarde. Cumpliste tu parte; ahora cumpliré yo la mía. ¡Tómalo!
(Le alarga el medallón.)

SEBASTIÁN
No como un pago. Te amo, Miguelina. Volveré, y tú me estarás esperando.

MIGUELINA
No osarás poner de nuevo los pies en esta casa. ¡Te lo prohíbo! No me he entregado a ti
por amor. Mi odio te ha escogido, no yo.

SEBASTIÁN
Ahora soy yo quien te escoge. Te amo; ya tienes un secreto de que estar orgullosa.

MIGUELINA
Un secreto que deberé gritar a todos los vientos. Una noticia que atravesará el pueblo
como un rayo. “La señorita Miguelina ha sido poseída por un vagabundo”. Mi nombre
será una vergüenza… y yo sonreiré satisfecha.

665
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

SEBASTIÁN
Pareces resucitar para la venganza.

MIGUELINA
Es preciso que todos sufran; que los que me han compadecido, sufran. ¡No más tesoros
que guardar! Abajo las virginidades que hacen de nosotras, pobres mujeres viejas, unos
monstruos de virtud. Ya me encuentro debidamente ultrajada. Tu trabajo ha terminado;
nada tienes que hacer aquí. ¡Adiós!

SEBASTIÁN
Seré puntual. ¡Esperarás por mí!

MIGUELINA
Eres cobarde y te odio. ¡Te odio!
(Le va a pegar en la cara, pero Sebastián le aferra los brazos y la besa. Ella se desase y se limpia la boca con el
puño, iracunda, mientras él sonríe, sintiéndose dueño de la situación.)

Ten piedad de tu sierva, Dios mío y Señor mío.


(Está de rodillas, con la cabeza baja y los brazos cruzados sobre el pecho.)

SEBASTIÁN
Hasta pronto. Acuérdate de mí. Ya nunca más estarás sola. Te lo prometo.
(Miguelina parece rezar con los ojos cerrados. El rumor de una oración se escapa de sus labios, mezclado a
sollozos intermitentes. Sebastián se detiene antes de salir.)

Ah, me olvidaba: mi nombre es Sebastián.


(Sale por el fondo.)

MIGUELINA
(Levantando la voz.)

He pecado y tu misericordia deberá ser mayor que mi miseria.


(Deja de sollozar. Se incorpora lentamente, aún con los ojos cerrados. Parece escuchar los últimos pasos de
Sebastián. Sonríe, la expresión de religiosidad se convierte en otra sensual y triunfante.)

Sí, te espero. Hasta pronto… ¡Sebastián!

TELÓN

666
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

Acto segundo
(Dos días después. La tarde está en su plenitud, aunque la luz ya empieza a ceder suavemente.
Don Antonio se pasea nervioso. Viste pantalón color kaki y sobre la camisa, chaleco marrón
sin abotonar, atravesado por una pesada leontina de oro. Fiel a sus principios, no lleva corbata.
Vestido así se siente cómodo y respetable. Luisa, desde el sitio en que permanece sentada,
observa sus idas y venidas. No es la muchacha alegre del primer acto. Ahora descubrimos en
ella a la persona consciente y juiciosa: analítica.)

DON ANTONIO
Nuestra casa está construida sobre virtudes demasiado sólidas para que una historia
tan extraña nos convierta en la comidilla de los demás.
LUISA
¿Podemos decir de nuestras virtudes que son demasiado sólidas?…
DON ANTONIO
Todo hubiera sido más decoroso de estar envuelto en una adecuada desesperación.
Las lágrimas son las atenuadoras de la culpa. Miguelina, sin embargo, parece haber
quedado poseída por un espíritu maligno. Casi está envanecida de su deshonra. Me lo
ha contado sin que siquiera le temblara la voz. “No soy más tu hermana”, me ha dicho.
“He deshonrado tu casa; puedes hacer lo que quieras”. Dios me perdone, pero por su
boca me hablaba una de esas mujerzuelas…

LUISA
¡Cálmate, papá!

DON ANTONIO
Un hombre ha entrado en mi casa. Debo remover el pueblo piedra a piedra hasta dar con él.

LUISA
¿Evitarías de ese modo el escándalo?
(Pausa.)

Creo, querido papá, que tratas de vengarte de un fantasma.


DON ANTONIO
No entiendo lo que quieres decir.
LUISA
He pensado el asunto con calma y llegado a conclusiones asombrosas.
DON ANTONIO
Siempre fuiste una muchacha inteligente. Podemos hablar con toda claridad y discreción,
sobre todo cuando tu propio nombre está en juego, aunque indirectamente.
LUISA
Te lo diré sin preámbulos. Tengo el presentimiento de que ese joven violador de solteronas
no existe, de que lo ha inventado ella, casi sin quererlo, sin darse cuenta de lo que hacía.

667
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

DON ANTONIO
Entonces, ¿con cuál propósito nos engaña?

LUISA
Mejor sería preguntarnos con cuál propósito se engaña ella a sí misma.

DON ANTONIO
¿Quieres decir que es víctima de una alucinación?

LUISA
Más bien creo que tía Miguelina actúa guiada por su imaginación. Su imaginación es
un arma que esgrime contra ti, especialmente contra ti, que eres el guardián del buen
nombre de esta casa.

DON ANTONIO
¿Pero por qué tanto odio?

LUISA
Una cosa es evidente: ella se ha inventado una historia absurda, demasiado teatral
para ser verdadera. Después de tantos años de estar relegada a su opacidad de mujer
sin historia, trata de convertirse, de repente, en un ser importante; trata de ser la
heroína de un drama asombroso, tan asombroso que nadie sea capaz de olvidarlo.
Entonces comienza la farsa; el hombre que salta la tapia del jardín y la lucha que
termina en una lírica posesión arrullada por la música. La noche del baile, debo
decírtelo, vine sola hasta aquí con Enrique. Tal vez hice mal, pero la salud de tía
Miguelina me tenía preocupada. Ella estaba en su habitación y no me abrió, aun-
que me di cuenta, de inmediato, de que seguía levantada. Su voz sonaba brusca y
perturbada. Me pidió que me marchara. Había una ola de perfume flotando en el
ambiente y lo que es más significativo aun, sobre la mesa permanecían dos copas de
coñac a medio consumir.

DON ANTONIO
Pero Miguelina no usa perfumes, ni toma bebidas alcohólicas. Además esa noche decía
tener un horrible dolor de cabeza.

LUISA
Exactamente. Fue un momento extraño para mí. Enrique no pareció darse cuenta; por
otra parte, nada que no sea yo misma le interesa.

DON ANTONIO
¿No vendría a ser esto una prueba de que, en realidad, algo ha sucedido…?

LUISA
¿No sería, mejor, parte del rompecabezas que ella ha querido armar ante nuestros ojos?
Fue una escena preparada para que alguien la viese.

DON ANTONIO
¿Y si estás equivocada, si ella ha sido incapaz de preparar un engaño semejante?

668
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

LUISA
Habrá que inclinarse a lo más prudente. ¿No te das cuenta de lo peligroso que sería para
ella y para nosotros, el dar crédito a su fantasía? Tía Miguelina está obsesionada, no nos
perdona nuestra felicidad, mientras que ella es sólo una sombra que ha permanecido
recostada durante años contra las paredes, tal vez demasiado honorables, de esta casa.

DON ANTONIO
¿Qué hacer? Debe existir una causa, un hecho que al ser eliminado le devuelva el equi-
librio.

LUISA
¡Quién sabe! Puede extirparse un tumor, eliminarse una fiebre, pero ¿quién puede luchar
contra un sueño, contra el fantasma de una noche? Este suceso me hace temblar mucho
más que si tuviéramos que enfrentarnos a hechos conocidos.

DON ANTONIO
¿Está Inés enterada?

LUISA
No lo sé. Nunca podremos darnos cuenta de lo que sabe o ignora mamá.

DON ANTONIO
Sí, su jardín es lo único que parece preocuparla. Lo cuida como si fuera un paraíso en
el cual pudiera vivir eternamente dichosa. El dolor es un lenguaje que ella trata de no
entender. ¡Pobre Inés! No quisiera que estos problemas la afectaran.

LUISA
¿Dónde está ahora tía Miguelina?

DON ANTONIO
Ha permanecido toda la tarde en la galería, mirando la calle de un lado a otro, como si
esperase a alguien.
(Se acerca a la primera puerta de la derecha y la abre cuidadosamente.)

LUISA
¿La ves desde ahí?

DON ANTONIO
Sí, la veo pasar a través de la vidriera del pasillo. Arriba y abajo, con una pasión extraña
en el rostro. Me parece una desconocida, y sin embargo es mi hermana.
(Apartándose de la puerta que permanece abierta.)

Sólo cuando murió nuestra madre tuvo una reacción parecida. No lloró. Estuvo mirán-
dola muy fijamente, con un brillo de victoria en la mirada. Nunca me olvidaré de esa
mirada. Me miró de la misma manera cuando me dijo que ese desconocido… Pero allí,
delante del cadáver de nuestra madre, esa mirada tenía algo de especialmente mons-
truoso. Era como decirle: “Al fin estás muerta y yo te sobrevivo, quedo libre de ti”. Fue
una mirada que rezumaba odio y sin embargo, ¡cuánto parecía quererla! Durante una

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

semana no me dirigió la palabra. Yo estaba deshecho; ella, en cambio, permanecía erguida,


orgullosa, como complacida en medio de la tragedia. Una noche –estábamos en la finca–
montó a caballo y galopó durante horas. Oímos el galope toda la noche, cercano a la casa,
un redoble solitario y fúnebre repercutiendo en medio de la soledad. Fue su manera de
llorar, de descargarse de su dolor; una forma demasiado brutal y salvaje, pero que a fin de
cuentas la trajo a la normalidad, A la mañana siguiente ya era otra vez la hermana dócil.
Tenía los ojos inflamados y parecía abrumada dentro de sus ropas de luto.

LUISA
Pensar que no la conozco y he vivido toda una vida a su lado.

DON ANTONIO
¿La conozco yo mejor, acaso?

LUISA
Estamos, tal vez, asistiendo a la repetición de un mismo hecho.

DON ANTONIO
Esa mirada, esa actitud de triunfo…

LUISA
(Quien se ha acercado a la puerta y mira hacia el pasillo.)

Parece que termina su vigilancia. Siéntate. No debes dejar traslucir tu preocupación.


Trata de sonreír.
(Don Antonio toma asiento. Luisa abre el costurero y se pone a repasar, maquinalmente, algunas madejas de
hilo, o alguna tela bordada. Miguelina aparece por la derecha. Un momento de silencio, lleno de expectación.
Luisa es la primera en hablar.)

Papá me decía que deberíamos ir a la finca a pasar una temporada. Está esplendorosa
y disfrutaríamos de la época de los baños.

MIGUELINA
Comprendo que tu padre quiera alejarme de esta casa. Constituyo algo peligroso para
su reputación.

LUISA
(Como quien no ha escuchado.)

Desea que invitemos a unas cuantas amigas. Enrique se va y estaré demasiado sola.

DON ANTONIO
(Con forzada jovialidad.)

Eso es. En el campo los días suelen ser más entretenidos que en el pueblo.

MIGUELINA
(En actitud grave, dirigiéndose a Luisa.)

Tu padre sabe que ya no soy la misma. No debe contar conmigo como si nada hubiese
pasado.

670
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

DON ANTONIO
(Enfrentándose, al fin, a la situación.)

Miguelina, quiero que sepas una cosa: ¡nada, en realidad, ha pasado! Quiero que recuer-
des esto con toda claridad.

MIGUELINA
(Provocativa y como si la hirieran en lo más profundo.)

¿He oído mal o es que no me hice entender lo suficiente? ¿Así guardas la “dignidad” de
tu hogar,
(La palabra “dignidad” ha sido dicha enfáticamente.)

complaciéndote en la humillación, poniendo oídos sordos a un incidente escandaloso?


En vez de golpearme, de insultarme, de llorar de vergüenza, me hablas con la sonrisa
en los labios; en vez de avisar a la policía te quedas aquí, en el mismo lugar donde tu
hermana ha sido ultrajada.

DON ANTONIO
(Tratando de suavizar, con el tono de la voz, el significado de sus palabras.)

¿Te has encerrado tú, has llorado, has tenido siquiera un momento de desesperación?
¿Cómo creerte, entonces?… ¡Avisar a la policía! ¿Es eso lo que hubieras preferido…?

MIGUELINA
(Inconmovible.)

Era tu deber; aunque él no es de los que se dejan atrapar con facilidad. Ha venido y
volverá. Esta historia sólo acaba de comenzar. Pero, no; prosigue en la preparación de
tus paseos campestres, da la espalda a tu propia vergüenza…

DON ANTONIO
¿Es que no temes tus palabras?

MIGUELINA
(Se nota que su propósito no es solamente el de contestar, sino el de descargarse de algo que hace tiempo la
ahogaba.)

¡El miedo!… El miedo no es más que esa cadena que nos impide vivir; la virtud de esa
casta de mujeres temblorosas que envejecen con las dos manos sobre los ojos, como
si el mundo fuera una estampa obscena cuya contemplación bastara a sumirlas en los
infiernos.

LUISA
(Quien ha observado la palidez creciente que se apodera de su padre.)

¡Basta!

DON ANTONIO
(Trémulo y a punto de estallar.)

¿Cómo te atreves a hablar en esa forma delante de mí?

671
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

LUISA
Papá, acuérdate,
(Pone intención en la frase.)

tía Miguelina no se encuentra bien desde hace unos días.

DON ANTONIO
(Frenando sus impulsos.)

Lo sé, hija. Miguelina sabrá perdonarme si estuve a punto de perder la compostura.

MIGUELINA
(Con altivez.)

Estoy perfectamente bien. Nunca me he sentido mejor en la vida.


DON ANTONIO
Concluiremos más tarde esta conversación. Voy a ponerme un saco para la cena.
(Sale.)

LUISA
(Después de una pausa, en la que ha parecido fluctuar entre la impaciencia y una forzosa pasividad.)

¡Tú en los brazos de un hombre…! Nada más inconcebible ni grotesco. Sí, estás enferma;
eso lo explica todo.
MIGUELINA
Tú dudarías del sol si no pudieras verlo. ¡Pobre Luisa! No puedes tú tampoco com-
prenderme.
(Retadora.)

Sé más que tú, ahora. Mientras tú bailabas ahí al lado, la tía Miguelina era apretada entre
unos brazos rudos; la tía Miguelina bebía coñac con un hombre; la pobre solterona era
conducida a su lecho nupcial.
LUISA
Te lo repito: no podrás hacerte creer. Lo que dices es falso y hasta monstruoso. Has
empezado a odiarnos sin que nos diéramos cuenta. Arrepiéntete de esas locas palabras,
arrodíllate en tu habitación y reza, como siempre lo has hecho, para que Dios te perdone
esos pensamientos desdichados.
MIGUELINA
(Ansiosa.)

¡Es preciso que me creas!

LUISA
No puedes probar nada de lo que dices.
MIGUELINA
¿Qué debo probarte?

672
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

LUISA
Que ese hombre existe.

MIGUELINA
Me ha poseído. Ha estado aquí. Se llama Sebastián.

LUISA
¿Son esas tus pruebas?… Ya ves, es inútil que te empeñes…

MIGUELINA
Le pediré que venga, que se presente aquí en pleno día.

LUISA
Sabes que ello es imposible.

MIGUELINA
Dile a tu padre que lo busque, que trate de encontrarlo.

LUISA
¿Cómo daría con él? ¿Cómo lo reconocería?

MIGUELINA
Le encontrarán en el pecho un medallón de brillantes con un mechón de pelo dentro.

LUISA
¿Un medallón…?

MIGUELINA
Sí, el medallón de mi madre. Se lo he regalado.

LUISA
Di la verdad, ¿qué has hecho con él? ¿No te habrás atrevido a…

MIGUELINA
¿Empiezas a creerme, Luisa?

LUISA
…a destruirlo, no querrás decir que lo has perdido?

MIGUELINA
Siento que ya no pueda ser tuyo como querías que fuese.

LUISA
No quiero oírte más. Me fatigas. El medallón aparecerá oportunamente. Es un ardid
como todo lo demás.
(Trata de irse.)

MIGUELINA
Tal vez quieras otra prueba. Una prueba que nadie podrá dejar de ver, una prueba que
proclamará a los cuatro vientos que Sebastián existe…

673
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

LUISA
(Con un viso de ironía.)

¿Me llamarás cuando él llegue, después de haberse descolgado por la trinitaria?

MIGUELINA
Un hijo es la prueba que necesito. Sí, Sebastián, tú me darás ese hijo y entonces ya nadie
se atreverá a dudar.

LUISA
(Acercándosele, súbitamente enternecida.)

En cierto modo tú eres también madre. Me has criado, has estado a mi lado desde que
nací…

MIGUELINA
No quiero ser madre de niñas, sino de varones. Quiero hombres a los que no pueda
aprisionar demasiado, ni hacer desgraciados a costa de mi avidez.

LUISA
(Persuasiva.)

Compréndelo, tía Miguelina, te queremos y no puedes abjurar de tu virtud, renunciar


al sitio que te corresponde entre nosotros. Tú eres parte del decoro de nuestra casa.

MIGUELINA
Debes creer en mí, en Sebastián, en mi verdad que para mí significa más que la vida.

LUISA
¡Cuánto sufres! Si yo pudiera decirte: “Sí, creo”… Y tal vez debería decírtelo.

MIGUELINA
(Con ansiedad.)

¡Dímelo! ¡Que yo lo lea en tus ojos! ¡Que yo sienta en esa afirmación tuya la certeza de
mi liberación!

LUISA
¿Te aliviaría ello? Los amantes se pierden con mayor facilidad que como se ganan. Sobre
todo a tu edad y si él es un hombre joven… Lo tienes un día y te abandona para toda la
vida.

MIGUELINA
(Casi en un grito de angustia.)

¡No! Lo tendré siempre. Volverá, me lo ha prometido.

LUISA
(Consoladora.)

Nunca podrás tener un amante, tía Miguelina. Quisiera comprenderte, darte el calor
que pareces necesitar, de pronto. Mírame, soy tu hija; estás entre nosotros que no te
abandonaremos nunca.

674
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
(Tratando de no oír.)

Vendrá aunque no creas en él. Saltará sobre la trinitaria con sus músculos tensos y me
estrechará entre sus brazos.

LUISA
¡Que Dios se apiade de tu alma!

MIGUELINA
Hasta Dios ha dejado de asustarme. Y es que me siento fuerte, demasiado llena de con-
fianza para temer o arrepentirme.

DOÑA INÉS
(Entrando desde el jardín con algunas rosas en las manos.)

Nadie tiene rosas como las mías en el pueblo; tal vez porque nadie ama las flores como yo.
(Las huele, aspirando profundamente.)

LUISA
A veces pienso que amas tus rosas más que a las personas.

DOÑA INÉS
Son más mías. Las personas crecen y se nos van, se hacen distintas a nosotros.

LUISA
Eres demasiado sentimental. Las rosas son un adorno, no una preocupación.

DOÑA INÉS
La juventud no comprende estas cosas. Está demasiado llena de sí misma. Miguelina
y yo sí podemos, en cambio, comprenderlas; ya no esperamos nada de la vida. Es el
consuelo de las que, como nosotras, van para viejas.

LUISA
Cuando aún se es joven, el llamarse viejo es una coquetería, mamá.

DOÑA INÉS
Tal vez lo que estamos esperando, para sentirnos definitivamente viejas, es que te cases
y seas feliz. Claro que a Enrique le falta todavía una carrera… ¿Quieres poner un poco
de agua a estas rosas?
(Las ha colocado en un jarrón que le entrega a Luisa.)

LUISA
Sí, mamá.
(Sale.)

MIGUELINA
Somos casi de la misma edad y sin embargo cuán distintamente envejecemos. Tú es-
peras la vejez como un alivio, yo como una frustración. La vejez es como un estado

675
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de alma: se gana viviendo. No he sido joven nunca y nunca podré ser vieja como lo
serás tú.

DOÑA INÉS
Entre tú y yo no hay más diferencia que un marido y una hija.

MIGUELINA
¿Es esa una pequeña diferencia?

DOÑA INÉS
…Un marido y una hija que hemos compartido, aunque ese marido sea tu hermano.

MIGUELINA
El paraíso que me pintas tiene algo de abominable.

DOÑA INÉS
¿Te acuerdas de la trinitaria?
(Mirando hacia un punto lejano del jardín.)

La plantamos antes de que Luisa naciera.

MIGUELINA
Sí, la trinitaria… He vivido años con los ojos clavados en ella, esperando.

DOÑA INÉS
Cubría todo el muro cuando nació.
(Luisa entra con el jarrón de las flores.)

MIGUELINA
Pero yo seguí esperando… Me acostumbré a mirarla y a esperar…
(Exaltada.)

Ahora la han desgarrado, han maltratado su blancura. La han violado, Inés. La pureza
de esos días está lejana.

DOÑA INÉS
Debo confesar que no me he dado cuenta de ello.

LUISA
(Interviniendo con rapidez.)

Tía Miguelina se refiere a los niños del vecindario, que algunas veces se encaraman al muro.

DOÑA INÉS
Pues debemos quejarnos a sus padres. Nadie se ha atrevido jamás a escalar esa pared y
mucho menos a maltratar mis flores.

MIGUELINA
(Con intención.)

Alguien más ha escalado ese muro, Luisa… ¡Lo sabes bien!

676
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

LUISA
Habrá tiempo para que le cuentes a mamá lo sucedido. Mientras tanto, papá nos espera
para cenar. Está impaciente, dando paseos alrededor de la mesa.

DOÑA INÉS
Ciertamente, se ha hecho tarde. ¿Vamos, Miguelina?

MIGUELINA
Cenen sin mí; no tengo apetito.

DOÑA INÉS
Después terminarás con lo de la pureza de la trinitaria. Puede ser una historia intere-
sante.
(Luisa se la lleva.)
(Miguelina queda en pie, como sumida en graves recuerdos. Camina por la habitación retorciéndose las manos. De
pronto ve su imagen en el espejo. Se acerca, mirándose, como extrañada de sí misma. Se acaricia el pelo suelto, vuelve
a recogérselo en el antiguo moño y lo deja caer de nuevo sobre sus hombros. Se lleva las manos a la cara y cierra los
ojos fuertemente, con furia o desesperación. La tarde ha ido cayendo y la habitación está en penumbra.)

ENRIQUE
(Entrando por la derecha.)

La puerta estaba abierta y no he tenido más remedio que pasar. Supuse que todavía
estaban cenando.

MIGUELINA
Encenderé las luces.
(Enciende la luz del techo.)

Siéntese. Es usted un enamorado puntual.

ENRIQUE
(Tomando asiento.)

No quiero que Luisa se inquiete por mí. Son mis últimos días en el pueblo. Los amigos
quieren despedirme todos a la vez. Ya sabe usted, tragos, música, paseos a la playa.

MIGUELINA
Un buen programa de despedida.
ENRIQUE
No soy más que el pretexto. Ellos hacen sus fiestas de todos modos. Yo, en cambio,
prefiero pasar aquí, con Luisa…

MIGUELINA
(Encarándolo.)

¡Usted no quiere de verdad a Luisa!


ENRIQUE
¿Qué dice?

677
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

MIGUELINA
Que debe demostrarle que la quiere.
ENRIQUE
Eso trato de hacer.
MIGUELINA
Sí; llegando antes de la hora, cogiéndole las manos y asediándola hasta que consigue
besarla…

ENRIQUE
(Enrojeciendo.)

La amo y la respeto.

MIGUELINA
¡Bravo! Ser respetada hasta ese extremo es casi lo mismo que ser temida. De ello puede
resultar que Luisa no se case con usted… ni con nadie. Usted terminará por aburrirse a
su lado y al fin la abandonará.

ENRIQUE
Antes me abandona ella a mí.

MIGUELINA
Las mujeres como nosotras no abandonamos nunca lo que amamos. Usted, en cambio,
se marcha… Escribirá todos los días hasta el momento en que empiece a decirse: “Hoy
no tengo nada que contarle, lo dejaré para mañana”. Y es que ya habrá comenzado a
traicionar su recuerdo.
ENRIQUE
(Dolido.)

¡No sucederá como dice! Usted nunca había hablado conmigo más de dos o tres palabras.
Me miraba con recelo. ¿Ha roto su silencio sólo para descorazonarme?

MIGUELINA
¡Quiero salvarlos! No vaya usted a la capital. No abandone a Luisa ni siquiera por unos
días. Ese tiempo puede ser fatal. Míreme a mí: soy como una culpa en medio de esta
casa. No permita que Luisa corra mi suerte. Abandone sus estudios. ¡Cásese!…

ENRIQUE
Pero yo… ella… Sus padres no consentirían.

MIGUELINA
Haga entonces algo arriesgado. Pero no la deje entregada a tantos peligros. ¿No com-
prende usted que para una mujer sola la noche es un tiempo demasiado largo? Óigalo
bien: tengo miedo por ella. ¡Sálvela!

ENRIQUE
(Lleno de zozobras.)

¿Es que algún peligro la amenaza? ¡Contésteme!

678
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
Sería inútil Únicamente me está permitido ponerlo sobre aviso y mostrarle el camino…
la solución.
ENRIQUE
¿Cree, entonces que debo renunciar a mi carrera si quiero conservar a Luisa?
MIGUELINA
Es lo que estoy tratando de decirle.

ENRIQUE
Hace un momento estaba feliz y lleno de proyectos para el futuro. De pronto, todo se
ha oscurecido a mi alrededor.
MIGUELINA
¡Súfralo! Es el precio que estamos condenados a pagar. Es cuanto tenía que decirle.
Buenas noches.
(Sale por la puerta que da a su habitación. Enrique, después de haberse levantado, se desploma de nuevo sobre
el asiento. Luisa entra por la izquierda. Él no la siente venir. Ella le desliza un brazo por la espalda.)

LUISA
¿Qué pides por esos pensamientos?

ENRIQUE
(Sobresaltándose. Luego, tratando de sonreír.)

Oh, Luisa, ¿eres tú?


(Le toma las manos.)

Te los ofrezco gratuitamente: pensaba en ti.


LUISA
(Satisfecha.)

Me alegro de que hayas venido temprano esta noche.

ENRIQUE
(Levantándose.)

Evito interrumpirles la cena.

LUISA
Sólo tomé un vaso de leche; no tenía apetito. Papá y mamá me regañaron por ello. Me
levanté en seguida de la mesa… ¿Pero, qué tienes? Pareces preocupado.

ENRIQUE
(Después de una lucha interior, resolviéndose.)

Dime, Luisa, ¿no me encuentras un poco soso la mayoría de las veces? No soy el tipo
de galán que parece atraer a las muchachas.
LUISA
¿Y se puede saber cuál es el tipo de galán que atrae a las muchachas?

679
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

ENRIQUE
(Tomándola en sus brazos.)

Podría ser más apasionado, si me lo propusiera, más romántico… Oh, Luisa, te amo
tanto que podría ser lo que tú quisieras.

LUISA
Que seas un poco más tú mismo es cuanto deseo. Y no me abraces así, tan efusiva y
teatralmente. Papá y mamá saldrán de un momento a otro del comedor; te tienen por
un muchacho serio y esa opinión no hay que echarla a perder.

ENRIQUE
(Desilusionado, soltándola de su abrazo.)

¿Quieres, en realidad, que sea un muchacho serio?

LUISA
No deseo que cambies.

ENRIQUE
(Después de una pausa.)

Pudiera ser que yo me enamorara de otra por allá.

LUISA
(Con naturalidad.)

Entonces no habría remedio.

ENRIQUE
Eso es lo malo, ¿no te das cuenta?

LUISA
Si te enamoraras de otra, ya no te importaría perderme. ¡Es una tontería!

ENRIQUE
Trato de darte celos y sólo consigo angustiarme más. Tu tía Miguelina…

LUISA
¡Oh! Debí suponérmelo: ¡tía Miguelina!
ENRIQUE
No llegó a decirme más que frases vagas, que sí inquietantes.

LUISA
(Eludiendo su mirada.)

Tía Miguelina no sabe lo que dice: está enferma. Se imagina cosas…

ENRIQUE
Algo tratas de ocultarme.

LUISA
…No nos concierne a ninguno de los dos.

680
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

ENRIQUE
Entonces, era cierto…
LUISA
¡Compréndeme!
ENRIQUE
Tienes el deber de confiar en mí… ¡Te lo suplico! ¡Te lo exijo!
(Silencio obstinado de Luisa. Con desesperación.)

Oh, Luisa, ya no eres la misma; ¡me has traicionado!


LUISA
¡Estás imposible! ¡Te detesto!

ENRIQUE
¿Lo ves? Al fin confiesas.

LUISA
(Tratando de contenerse.)

No he confesado nada.

ENRIQUE
Acabas de decirlo claramente.
(Don Antonio y Doña Inés vienen desde el comedor, a tiempo de oír las últimas palabras de Enrique.)

DOÑA INÉS
¿Qué es lo que Luisa acaba de decirle, Enrique?
ENRIQUE
Este… yo… le decía a Luisa… ella…

DON ANTONIO
(Acudiendo en su ayuda.)

Inés, los muchachos están peleándose como es natural entre novios. Eso es todo.
DOÑA INÉS
Progresas, querido Antonio. Posees una tolerancia demasiado juvenil, que no va de
acuerdo con tu edad.

DON ANTONIO
¿Va el smoking de acuerdo con mi edad?
(Doña Inés toma asiento en el diván sin atreverse a replicar. Don Antonio la mira y sonríe para sí.)

Luisa, sírvele a Enrique una copita de anís. Le hará de reactivo. Puedes traerme una,
también.
LUISA
¿Y tú, mamá, no deseas?

681
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

DOÑA INÉS
No, hija, el licor me da sueño y creo que de eso ya no puedo tener más. Un vistazo a esta
revista de floricultura y a la cama. Mañana debo madrugar si quiero planear la nueva
forma del jardín. Antonio, quiero decirte que desde mañana tendremos jardinero. Es
nuevo en el pueblo y necesita trabajo. Como María va a estar unos días más en el campo,
me es imprescindible.

DON ANTONIO
Te mantienes fiel a tu costumbre; me lo comunicas cuando ya no hay más remedio que
aceptar. ¿Qué sería de ti si no inventaras algo nuevo constantemente?

DOÑA INÉS
¿Y qué sería de ti, querido, si yo no tratara de embellecerte la vida?

DON ANTONIO
Ya me la has embellecido lo suficiente. ¡Me siento colmado!

DOÑA INÉS
No sé si hablas en serio o irónicamente. De todos modos, ¡gracias!
(Mientras tanto Luisa ha extendido una copa a Enrique, quien la toma después de carraspear nerviosamente.
Luisa mira hacia otro lado. Luego da la otra copa a su padre y queda en pie, lejos del sitio que ocupa Enrique.)

DON ANTONIO
(A Enrique.)

Por tu próxima partida. Te deseo éxito y rápidos progresos.

ENRIQUE
(Temeroso de lo que va a decir.)

Creo, don Antonio, que no me iré todo lo pronto que yo esperaba.

DON ANTONIO
¿Cuándo tomaste semejante resolución?

ENRIQUE
En realidad hace poco… sólo unos momentos…
(Atreviéndose.)

Tal vez si Luisa y yo nos casásemos ahora.

DOÑA INÉS
(Levantando los ojos de la revista y como si hubiera oído el anuncio del fin del mundo.)

¿Qué ha dicho?

ENRIQUE
Que tal vez si Luisa y yo…

DOÑA INÉS
Luisa, ¿formas tú parte de este complot?

682
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

LUISA
(Con ira.)

Ni estoy metida en eso, ni quiero casarme con nadie.

DOÑA INÉS
Menos mal que tú no apruebas una idea tan descabellada.
(A Enrique.)

Luisa no aceptaría a un muchacho sin porvenir…

ENRIQUE
¿Es que no se toman en cuenta para nada mis sentimientos?

DON ANTONIO
Ustedes los jóvenes, suelen equivocarse casi con tanta frecuencia como nosotros los
viejos. ¡Comprendemos! Quieres a Luisa y te aceptamos.

ENRIQUE
(Con un destello de esperanza en los ojos.)

¿Entonces?…

DON ANTONIO
…siempre que las cosas sigan su curso normal.

ENRIQUE
(Desarmado.)

He fracasado. Les ruego que me perdonen.


(Después de un momento.)

Pido permiso para retirarme.

DOÑA INÉS
Sin duda; puede hacerlo.

ENRIQUE
(Sin atreverse a mirar a nadie, levantándose.)

Buenas noches.

DON ANTONIO
Ve con Dios y descansa, hijo. Mañana lo verás todo mucho más claro.
(Enrique sale. Luisa tiene el rostro entre las manos. Una pausa.)

DOÑA INÉS
En nuestra juventud no nos sucedían cosas como éstas.

DON ANTONIO
Es que nunca tuve la suficiente inspiración como para proporcionártelas.

683
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

(Mirando a Luisa.)

Buen muchacho, Enrique. Un tanto apasionado, pero será un yerno maravilloso.


DOÑA INÉS
Bueno, si sigo levantada un rato más, las emociones terminarán por quitarme el sueño.
Buenas noches, hija. Todo se arreglará. La felicidad necesita de unas cuantas lágrimas.
LUISA
(Más calmada.)

Buenas noches, mamá.


(La besa.)

DOÑA INÉS
¿Vienes, Antonio?

DON ANTONIO
Terminaré esta copa.
(Doña Inés sale.)

LUISA
(Sintiendo que ya puede hablar sin peligro.)

Tía Miguelina tiene la culpa. Estuvo hablándole, aunque según parece no le relató su
historia. Ahora se interesa por mi felicidad. Pasamos de un absurdo a otro mayor.
DON ANTONIO
Tu tía Miguelina se nos ha convertido en un problema.
LUISA
Tenemos que hacer algo… ¡Pronto!
DON ANTONIO
Esperaremos a mañana. Hablaré con ella y veremos lo que conviene hacer.
LUISA
La someterás a una estricta vigilancia médica o te la llevarás a la Capital. Un cambio tal
vez la favorezca.
DON ANTONIO
No sé aún lo que mejor le convendría.
LUISA
Últimamente nada parece salirnos bien. También está lo del medallón. Dice que se lo ha
regalado a ese enigmático Sebastián.

DON ANTONIO
¿El medallón de nuestra madre?
LUISA
Sí. Forma parte de su comedia. No temas, aparecerá.

684
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

DON ANTONIO
De pronto me siento fatigado, temeroso…

LUISA
No luches, no te tortures. Vete y descansa.

DON ANTONIO
Para mí sólo existe esta casa y esta familia. ¿No seré ya impotente para defenderlas?
Desearía darte fuerzas y lo único que consigo es comunicarte mi temor.

LUISA
Tu compañía es mi mayor consuelo.

DON ANTONIO
Gracias, hija. Enrique y tú deben ser felices. Perdónalo. No sabía lo que decía.

LUISA
Me sería imposible no perdonarlo.

DON ANTONIO
Esperaremos con impaciencia el día de mañana.

LUISA
Vete, que yo apagaré las luces. Sólo me quedaré el tiempo de buscar alguna revista.
(Le da un beso en la mejilla.)

DON ANTONIO
(Desde la puerta.)

Trata de dormirte de una vez. Es lo mejor.


(Luisa acaba de apagar la lámpara del techo, quedando la habitación iluminada por la lámpara de pie. Miguelina
aparece en el umbral de su habitación ataviada con la suntuosa bata blanca del primer acto. Toda ella está mejor
acicalada y acusa arrogancia y determinación. Don Antonio y Luisa la contemplan anonadados. Don Antonio
pretende hablar y no le salen las palabras.)

LUISA
(Reaccionando rápidamente.)

Hasta mañana, papá.


(Los dos se miran un momento. La mirada de Luisa es una súplica para que él se marche. Don Antonio ha
comprendido y sale.)

MIGUELINA
¿Por qué tanta extrañeza? Tengo una cita esta noche. Nada más claro.

LUISA
Una cita con un fantasma. ¡Has llevado las cosas demasiado lejos!

MIGUELINA
Una cita con un hombre joven que se llama Sebastián.

685
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

LUISA
Sebastián no existe.

MIGUELINA
Quien ha estado una hora entre sus brazos no puede dudar.

LUISA
Estás jugando con fuego. Tú sabes que esta es una farsa indigna de crédito. Lo has inven-
tado todo para rebajarte y rebajarnos. Pero aún es tiempo. Tal vez estés confundida. Trata
de distinguir la realidad de lo que no pasa de ser un sueño. Reconsidera tu situación.
Da un paso atrás. Sálvate, tía Miguelina.

MIGUELINA
Lo llamo y me responde. ¿Qué más prueba? Todo lo que responde a un deseo, vive.
Puedo dudar de todo menos de él, que me ha convertido en mujer para siempre.

LUISA
¡Si tan siquiera pudieras dudar!…

MIGUELINA
De los milagros no se duda. Son, y eso basta. Sebastián existe. Por él ya no estoy sola, ni
despreciada, ni muerta. He logrado, al fin, lo que se me debía. No, no debo dudar. Lo
acepto con toda mi alma y sigo adelante.

LUISA
Es un desconocido. ¿No le temes?

MIGUELINA
¿Temerías tú lo que te ofrece por primera vez en la vida un poco de seguridad?

LUISA
Te dejará de nuevo los brazos vacíos. Piénsalo bien. Cuando te hayas convencido, apaga
la lámpara y vete a tu habitación, sola como siempre. Si somos valientes la verdad puede
ser un gran consuelo. Destruye ese sueño, antes de que él te destruya.

MIGUELINA
Nadie podrá quitarme la realidad que he ganado para mí. ¡Vete de aquí! Esta hora me
pertenece. ¿Quién eres tú? Una intrusa a quien apenas conozco. ¡Fuera de aquí, o se
oirán mis gritos a varias leguas de distancia!
(Luisa sale apresuradamente. Miguelina recorre la habitación con la mirada. Arregla las rosas. Luego parece
escuchar, inmóvil y como en vilo. Su rostro se transfigura. Se vuelve y tiende los brazos hacia el jardín.
Sebastián aparece, lentamente. Ya no es el personaje fogoso del primer acto. Toda su figura emana poesía y
serenidad.)

MIGUELINA
Oh, Sebastián, por fin has vuelto. Estás aquí de nuevo…

SEBASTIÁN
Sí, he vuelto, Miguelina.

686
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
Estás aquí y eres mío, mío para siempre.

SEBASTIÁN
Suena como algo irremediable.

MIGUELINA
El verdadero amor es para siempre. ¡Dime que amas para siempre!

SEBASTIÁN
¿No es suficiente decir que te amo?

MIGUELINA
¡Abrázame! Que yo te sienta vivir pegado a mi misma realidad.
(Él permanece inmóvil.)

¿Qué te pasa? Pareces fatigado.

SEBASTIÁN
(Desprendiéndose de ella, suavemente.)

A veces estoy lejos. Me acordaba de un niño a quien esa palabra: “siempre”, le causaba
terror. Ese niño dejaba resbalar una piedra desde el borde de los aljibes y ella caía, caía,
adelgazando su sonido hasta que sólo era perceptible la levísima punción del agua al
absorberla. Ese era, para él, el significado de la palabra “siempre”: un gran silencio en
el fondo de los aljibes.

MIGUELINA
Sí; ahora te siento lejano, como si fuera a perderte.

SEBASTIÁN
Tal vez nos vamos a perder, momentáneamente. Quise dominarte, llevarte de la mano
por lo desconocido. No sé si he sido bueno o perverso contigo, Miguelina. Perdóname,
pero debo marcharme de este pueblo. Algo superior a mí me reclama, una fuerza que
me mueve incesantemente de un lado para otro.

MIGUELINA
¿Es que acaso no puedes, por mi amor, renunciar a todo lo demás?

SEBASTIÁN
Mientras me siga descolgando por esa enredadera como un lagarto alocado, me haré
traición a mí mismo. Me estoy convirtiendo en una costumbre. En tu costumbre,
Miguelina. Desde que nací no he hecho otra cosa que luchar por dejar de ser una
costumbre. No me traicionaré ahora que lo he perdido todo, hasta mi alma, según
creo.

MIGUELINA
¿Es posible que sólo por tan corto tiempo hayas sido capaz de mantener en mí este sueño
maravilloso? ¿Pero he dicho sueño? ¿Entonces ellos tenían razón? Quieres dejarme sin
esa realidad que tanto he defendido…

687
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

SEBASTIÁN
¡Cuán dulce sería que me convirtieras en ese sueño!
MIGUELINA
Mi única locura ha sido la de creer en ti; no quiero que me la quiten. Deseo probarles que
tú existes. Prefiero quedar manchada por una culpa irremediable a ser esa santurrona
ante la que nadie se atrevería a decir una palabra descompuesta. Cuando no creen en
ti es que no creen en mis posibilidades de mujer. No me encuentran capaz de cometer
esta clase de pecado. ¡Oh, Dios mío, nunca supuse que el pecado podría cometerse con
tanta fruición y esperanza!

SEBASTIÁN
Sobre todo, amas tu venganza. Más que mi abandono te tortura el que no te crean.

MIGUELINA
No puedes marcharte. ¡Ayúdame! Preséntate a ellos y diles “yo soy Sebastián”. Solamente
eso: “Soy el amante de Miguelina. Existo”. Necesito que me des esa prueba de amor.

SEBASTIÁN
Me voy, Miguelina.

MIGUELINA
Y yo que pretendía tener un hijo tuyo. ¿Tendrás el valor de irte, dejándome así, abando-
nada a los míos, vejada y sin contar con la prueba que me hará libre a sus ojos?

SEBASTIÁN
Volveré cuando menos lo esperes. Creo que no te olvidaré nunca, Miguelina… Guardaré
el medallón de tu madre; él será tu victoria sobre mí.

MIGUELINA
¡El medallón de mi madre! Te lo llevas y me dejas sin pasado y sin futuro. Me llevas
el recuerdo y lo que es peor, la esperanza. Oh, Sebastián, soy tuya, ¿qué más deseas?
No me desprecies; no agregues tu desprecio al de los otros. Todo te lo doy, pero no me
abandones…

SEBASTIÁN
¿Podrías darme esa ración de libertad que me hace vivir? No, Miguelina. No he venido
a consolarte. Te traje un hálito de vida y ahora debo desaparecer.

MIGUELINA
¡Un sueño! No debes ser sólo un sueño para mí. Lucharé hasta hacer de ti una realidad.
Existes: puedo verte, tocarte, estremecerme toda ante ti. No debo permitir que tu ausen-
cia te destruya, sin que hayas dejado constancia de tu verdad. Te retendré a la fuerza,
Sebastián.

SEBASTIÁN
No creas demasiado en mí. Es como si la noche me esperara. Piensa en mí como en una
sombra más… Adiós, Miguelina.
(Le da la espalda y avanza unos pasos hacia el jardín.)

688
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
¡No! No puedes abandonarme tan fácilmente. ¡Detente! No des un paso más…
(Saca un revólver del bolsillo de la bata. Él se detiene y se vuelve, enfrentándola.)

¿Creías que no estaba preparada para esto? Te mataré. Quien no existe no puede mo-
rir. Con tu muerte me probaré a mí misma tu existencia y se la probaré a los demás.
Una bala en el corazón y ya nadie podrá dudar. Dirán “ella lo ha matado” y estaré
satisfecha.
(Él retrocede hacia el jardín.)

¡Detente!

SEBASTIÁN
Te quiero, Miguelina. ¡Adiós!
MIGUELINA
¡Detente, te digo!
(Él sigue retrocediendo. Ella dispara. Él se agarra el pecho y cae dando una vuelta con la elegancia de un bai-
larín. Su desaparición es súbita; se ha sumergido en la oscuridad con cierta levedad misteriosa, como si antes
de caer se lo hubiera visto flotar.)

¿Lo ves? ¿Lo ves? ¡Ya está hecho! Te he quitado la vida. Ahora existes. ¡Ahora es cuando
realmente comienzas a existir!
(Llega Don Antonio por la izquierda, en zapatillas. Puede notarse la precipitación con que se ha puesto la bata
sobre la pijama. Detrás de él irrumpe Luisa, jadeante. Viste de la misma forma que en las escenas anteriores.)

DON ANTONIO
¿Pero qué pasa en esta casa? ¿Y ese disparo? Sonó aquí mismo, con tus gritos.
LUISA
¿Qué ha sucedido, tía? ¿Estás bien?

MIGUELINA
Tranquilícense. No me he quitado la vida. He sido yo la que ha matado a alguien.

DON ANTONIO
¿A quién has podido tú matar?

MIGUELINA
A mi amante… ¡A Sebastián! ¿No reconoces tu pistola? La sustraje de tu habitación esta
mañana…
(Don Antonio se apresura a recuperarla.)

Él está en el jardín, desangrándose. La hora de la verdad no podía tardar.

DON ANTONIO
(Mira a Luisa lo que dura un relámpago. Luego corre precipitadamente hacia el jardín.)

¡La luz, hija, pronto, la luz!…

689
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

(Luisa enciende la luz del jardín, que reluce al fondo como si fuera de día. Sale detrás de su padre. Miguelina se
sienta en el diván y espera, con calma, en actitud de triunfo. Luisa vuelve muy lentamente, con una serenidad
cargada de significado.)

MIGUELINA
¿Lo has visto? Siento que lo hayas conocido muerto. Era fuerte y hermoso y la muerte
no debe sentarle bien.

LUISA
(Después de una pausa.)

No hay nadie en el jardín, tía Miguelina.

MIGUELINA
(Asombrada, se levanta.)

Acabo de dispararle con mis propias manos. Lo he visto caer y arrastrarse hacia el
jardín.

LUISA
Lo has imaginado, como todo lo demás.

MIGUELINA
(Casi en un grito.)

¡Imposible! ¡Traman algo contra mí! Él está allí, muerto. Es imposible que sea de otro
modo. Busca cerca de la trinitaria. ¡Es necesario que lo encuentren!

DON ANTONIO
(Subiendo desde el jardín.)

Nadie hay cerca de la trinitaria, ni en parte alguna. Trata de despertar, Miguelina. Estás
enloqueciendo. Si te empecinas no podremos ayudarte.

MIGUELINA
¡Ha huido!… Ha tenido tiempo de huir, no existe otra explicación. Su sangre, sí, su sangre
debe estar allí, en el primer peldaño, por donde lo he visto desaparecer.

LUISA
(Con resolución súbita.)

Acércate… Ven…
(La toma de un brazo y la arrastra hacia el sitio. Miguelina vuelve la cabeza, como si temiera.)

Mira, tía Miguelina, ¿es este el sitio?… ¿Tienes miedo de mirar hacia acá?… Aquí debe
estar la sangre de Sebastián… ¿Por qué no miras, entonces?…

MIGUELINA
(Volviendo el rostro lentamente, mira. Da un grito agudo, como si la hubiesen herido de muerte, y se tambalea.
Luisa la sostiene. Luego, sollozando:)

¡No puede ser posible! No estoy loca… Él existe. ¡Existe!…

690
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

LUISA
Alégrate, tía Miguelina. Sólo has matado un sueño, un mal sueño. Ahora puedes volver
a tu paz, sanarte, descansar. Vamos a tu habitación. Debes dormir… Mañana estarás
mejor.

MIGUELINA
(Se deja conducir, vencida. Al llegar a la puerta de su habitación mira hacia el jardín con un dolor infinito.
Casi en un murmullo:)

¿Por qué tenías que abandonarme?


(Sale. Luisa entra con ella y vuelve inmediatamente, cerrando la puerta tras de sí.)

LUISA
Ve, papá, cerciórate de que mamá no se haya despertado.

DON ANTONIO
Cuando sonó el disparo dormía profundamente. Tiene el sueño pesado; no hay que
temer…

LUISA
La enfermedad de tía Miguelina acaba de llegar a su punto culminante. Puede que
sea para su bien. Ha sido un golpe para ella, pero ha empezado a darse cuenta de su
error.

DON ANTONIO
(Sacando algo del bolsillo.)

Luisa, ¿sabes qué es esto?

LUISA
¡El medallón! ¿Cómo lo conseguiste?

DON ANTONIO
¡Hace un rato!… Al pie de la trinitaria.
(Se miran asombrados mientras cae el

TELÓN

691
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Acto tercero
(Al día siguiente. Primeras horas de la tarde. La escena está bañada por una luminosidad
intensa, cegadora hacia la parte del jardín. Don Antonio está de pie y parece fatigado. Se acerca
a la puerta del cuarto de Miguelina y escucha. Silencio. Suspira con un dejo de preocupación.
Suena el timbre de calle. Sale por la derecha y reaparece con Enrique.)

ENRIQUE
No tengo cómo pagarle lo que usted ha hecho por mí.
DON ANTONIO
Olvídate, hijo mío.
ENRIQUE
¡Yo, dudar de Luisa!… Tuvo usted que revelarme esa historia tan íntima y dolorosa. Ha
sido usted un verdadero padre para mí.
DON ANTONIO
De nada tienes que avergonzarte. Luisa, en parte, fue responsable por callar; se sentía
perturbada como si aquella hipotética culpa la hubiese alcanzado.
ENRIQUE
Pero yo debí comprender… Estaba exaltado después de la conversación con la señorita
Miguelina.
DON ANTONIO
Sí, hijo mío, Miguelina ha estado mal. El doctor ha venido dos veces esta mañana y dentro de
poco estará aquí otra vez. Sus visitas han realizado milagros. La salvación de nuestros pue-
blos está en esos jóvenes que comienzan sus carreras modestamente, lejos de la competencia
capitaleña y que aún no han sido corrompidos por ella. Ejercen su profesión denodadamente,
como si cada paciente debiera cubrirlos de gloria. Ha hecho maravillas en sus visitas de esta
mañana. Súbitamente Miguelina ha parecido calmarse. En mis tiempos no se conocía casi
nada sobre esa nueva ciencia, y lo poco que se conocía era considerado como indecente. No
deja de tener algo de hechicería esa manera suave e insistente con que realiza sus sesiones.
Una palabra tras otra, palabras comunes, tan comunes que apenas si podemos creer que con
ellas se logre curación alguna. Entonces, el paciente despierta a la realidad. En eso consiste
la misión de esos hombres, en suministrar la realidad como una medicina. No sé si después
los pacientes quedan felices, pero vuelven a la normalidad.
ENRIQUE
Sabe usted mucho de todo eso.
DON ANTONIO
Al menos puedo repetir exactamente lo que el doctor me ha dicho. Cuando no sabemos
una cosa lo mejor es repetir cuanto nos dicen acerca de ella. Es el secreto de ciertas eru-
diciones de salón.
ENRIQUE
Me asombra que la señorita Miguelina haya podido mejorar tan rápidamente.

692
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

DON ANTONIO
El doctor parece pensar lo mismo. Miguelina luchaba entre la realidad y el sueño sin
conocer sus límites. ¿Cómo puede haber aceptado la realidad tan fácilmente, después de
haberse aferrado al sueño?… Sin duda la pregunta le preocupa. Piensa que todavía no
ha pasado el peligro, puesto que la mente arma trampas insospechadas y ese estado de
aceptación de Miguelina bien puede ser una de ellas. Veremos lo que saca en limpio de
la sesión de esta tarde.
(Luisa entra por la izquierda. Enrique la mira, sobresaltado, y ella baja la cabeza.)

Hija mía, acércate. Enrique vino a preguntar por la salud de Miguelina.


LUISA
¡Ah, sí! Muy amable de su parte.
DON ANTONIO
También quiere que lo perdones.

ENRIQUE
(Asintiendo.)

¡Eso es! He sido un tonto.


LUISA
¿Lo dices de veras?
ENRIQUE
Oh, Luisa, tú sabes muy bien que sí. No hice más que disparatar. Iré a la capital y estu-
diaré. Estoy seguro, nunca estuve tan seguro, tú me esperarás!…

LUISA
(Precipitándose en sus brazos.)

Te perdono de todo corazón.


DON ANTONIO
(Carraspeando.)

Bueno, bueno… asunto concluido. La felicidad ha vuelto a reinar entre nosotros.

LUISA
¿Y tía Miguelina?
DON ANTONIO
Descansa. En la penumbra de su habitación ha logrado serenarse. Creo que vamos ga-
nando terreno.
LUISA
¿No teme el doctor una recaída?

DON ANTONIO
¿Quién puede asegurarlo?… Por ahora todo marcha a las mil maravillas. Ni siquiera tu
madre ha tenido que enterarse de los detalles enojosos. Anoche los ignoró porque dormía;

693
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

hoy los sigue ignorando porque está despierta. Sus preocupaciones le impiden ahondar
en las personas. Eso la salva. Sólo parece extrañada con lo de la enredadera…

LUISA
¿Le dijiste que el doctor quería que fuese cortada inmediatamente?

DON ANTONIO
Sí.

LUISA
¿Qué excusa le has dado?
DON ANTONIO
La alergia: está de moda. Le expliqué que a Miguelina parecía hacerle daño la proximidad
de esa trinitaria, con lo que no hizo ya más preguntas. Cualquiera explicación es buena
para ella.

ENRIQUE
No alcanzo a comprender el papel que juega la trinitaria en todo esto. Es hermosa.

LUISA
Demasiado hermosa: en ello estriba su peligrosidad. No sé qué simbolismo tiene para tía
Miguelina. Lo que sí parece cierto es que ha sido el punto de partida de su imaginación.
Algo así como el peldaño entre la realidad y el sueño. Sobre ese peldaño se ha deslizado
hacia ella ese fantasma que la estaba enloqueciendo poco a poco.

ENRIQUE
¡Un fantasma!

DON ANTONIO
Te parecen, como a mí, creencias de gentes ignorantes. Simples supersticiones.

LUISA
Sin embargo hay una gran verdad en ello. ¿En qué piensa una muchacha cuando ve sobre
un muro alto descender una cascada de flores blanquísimas? A cada imagen responde
una idea. Pensamos en la única cosa blanca que puede pensar una muchacha que ya ha
dejado, por supuesto, de ser una niña. Pensamos en boda, en tules, en el novio esperando
a través de tanta blancura…

DON ANTONIO
Siempre he dicho que la imaginación es un peligro para las mujeres. No hay por qué
asociar a una simple enredadera, por el solo hecho de que sea blanca y esté pegada a
un muro, tantas visiones extraordinarias.

LUISA
Tía Miguelina pasaba horas contemplándola. Hasta que imaginó toda la historia, los
escalamientos nocturnos…

ENRIQUE
Es extraordinario, increíble…

694
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

LUISA
Queda, también, el asunto del medallón.
DON ANTONIO
Ella misma lo habrá puesto allí, al pie de la enredadera. No podemos creer que su galán lo
perdiera en la fuga. Sería darle la razón a esos sueños que estamos tratando de destruir.
LUISA
¡La destrucción de los sueños! No sé por qué me da miedo oír hablar de ello. La mejoría
de tía Miguelina, ¿no podrá traernos un trastorno mayor que el de todas sus imagina-
ciones? Necesitamos en cierta manera nuestros sueños, tanto como nuestra realidad.
Dejar sin sueños a un ser humano, ¿no es dejarlo, también, sin su realidad?

DON ANTONIO
Hija mía, no permitas que tu inteligencia llegue a torturarte. Lo que hacemos es lógico
y necesario y Miguelina parece aceptarlo como un bien. No pienses más en ello.

LUISA
Está bien, papá. Trataré.

ENRIQUE
Ahora necesito que pienses un poco más en mí.

DOÑA INÉS
(Entrando desde el jardín.)

Acabo de ordenar al jardinero que corte la trinitaria. ¿Cómo se llama la enfermedad que
produce?

DON ANTONIO
Alergia, querida.
DOÑA INÉS
¡Qué no inventarán los médicos hoy en día! Buenas tardes, Enrique. ¿Ha vuelto usted
a insistir en lo del matrimonio? Me parece inexplicable su conducta de anoche. Sólo el
sueño que tenía me quitó los deseos de discutir el asunto con usted.
ENRIQUE
He venido a disculparme… Verdaderamente lo lamento, doña Inés.
DOÑA INÉS
Pues vuelve usted a contar con mis simpatías. Luisa es demasiado joven para casarse y
usted… pues ya ve, usted no tiene edad todavía.
LUISA
¡Mamá! Si Enrique y yo no podemos casarnos es porque él tiene que terminar sus estu-
dios. Por otra parte, somos capaces de llenarte de nietos.

DON ANTONIO
Inés, has puesto el dedo en la llaga. Decir joven a la juventud viene a ser como despre-
ciarla.

695
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

DOÑA INÉS
¡Nietos! ¿No podía ocurrírsete otra cosa mejor ahora que estoy rehaciendo el jardín? No
quiero muchachos traviesos que me maltraten las plantas.
(Todos sonríen.)

¿Era necesario obedecer tan ciegamente al médico en eso de cortar la trinitaria?

DON ANTONIO
Indispensable, querida.
DOÑA INÉS
Bueno, plantaré dalias y claveles… alegran más. Además la trinitaria es una flor que no
huele… una flor demasiado triste. Sin contar con lo de la alergia.
(Miguelina sale desde su habitación. Viste el traje sencillo del primer acto.)

MIGUELINA
¿A qué hora dijo el doctor que volvería?

DON ANTONIO
No tardará. Será cosa de media hora a lo sumo.

DOÑA INÉS
Miguelina querida, ¿estás bien?

MIGUELINA
Me siento perfectamente.
LUISA
Pareces esperar al médico con agrado.

MIGUELINA
No debo temerle; me está curando. Ah, Enrique, le debo a usted una satisfacción. Anoche
tenía un poco de fiebre, estaba fuera de mis cabales y le dije a usted unas cosas de las
que realmente me avergüenzo.
ENRIQUE
No tiene importancia. Olvídelo; fue debido a su enfermedad.

MIGUELINA
(Como repitiendo algo que ya se le ha dicho.)

Sí; la enfermedad es la causante. He tenido alucinaciones. Eso dicen. La falta de pruebas


es aplastante. Eran necesarias algunas pruebas. Debemos esgrimir a cada instante nuevos
datos. Nos damos la mano para reconocernos, para estar ciertos de que la apariencia
no nos engaña. Todo contacto es un dato que debemos acumular y asociar a los demás.
Nada de lo que me acaba de suceder es real, puesto que no ha dejado constancia alguna
que lo haga reconocible. Ni un testigo, ni una huella,
(Ligeramente perturbada.)

ni una gota de sangre.

696
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

DOÑA INÉS
(Entre divertida y extrañada.)

¿Sangre? ¿Has matado a alguien, Miguelina?


(Hay un momento de tensión.)

MIGUELINA
La prueba aún no aparece.
DOÑA INÉS
Es realmente gracioso, Miguelina, graciosísimo…
(Ríe. Los demás respiran, aliviados.)

Hace tiempo que no te oía decir algo semejante. Sí, Antonio, Miguelina está mejor. Debo
felicitar al doctor. Avísame cuando llegue. Es gracioso, graciosísimo.
(Sale riendo.)

ENRIQUE
Ven, Luisa, esperaremos en la sala. No debemos estorbar cuando llegue el médico.
(Salen por la derecha.)

DON ANTONIO
Iré a esperarlo fuera. Descansa, mientras tanto.
MIGUELINA
(Tomándole una mano de manera fría y formal.)

Gracias, Antonio…
DON ANTONIO
Hago lo que debo, Miguelina.
MIGUELINA
¿Qué esperas tú que deba decirte? Porque algo debería decirte…

DON ANTONIO
No te esfuerces. Descansa. Nada ha trascendido fuera de esta casa.
MIGUELINA
Lo sé. Esa es tu fuerza: creas honorabilidad. Sí, es bueno vivir aquí, sentirse formar parte
de todo esto. Gracias, Antonio. Has hecho muchísimo por mí.
(Don Antonio, sinceramente turbado, sale por la derecha. Miguelina queda sola, sentada en el diván, de es-
paldas al jardín. La tarde cae suavemente. Silencio. Sebastián entra por el fondo con el brazo herido levemente
soliviantado. Hay una gran expectativa en el rostro de Miguelina. Volviéndose, con ansiedad, murmura:)

¿Eres tú?
SEBASTIÁN
Quiero que me oigas un momento, pero conservando tu serenidad. Nada de arrebatos
y sobre todo, nada de pasión. Esta es una entrevista que casi sucede en el recuerdo, más
allá de toda posibilidad. Acuérdate: te está prohibido creer en mí.

697
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

MIGUELINA
¿Cómo has podido llegar hasta aquí?

SEBASTIÁN
Como las demás veces.

MIGUELINA
Sí, pero la noche te era más propicia. Ahora, contemplándote así, de día, me pareces algo
incongruente, vacío de significado. ¿No tienes miedo a que te encuentren?

SEBASTIÁN
De momento no hay peligro. Te han dejado sola para que medites, antes de enfrentarte
por última vez, en el día de hoy, a tu médico. Debes descansar y no pensar en nada. ¡Ni
siquiera en mí!

MIGUELINA
Te miro y siento que un mundo de imposibilidades nos separa. Es como si te rodeara
un vacío que ya no me fuera permitido atravesar.

SEBASTIÁN
Es el vacío en que suceden las despedidas. Debo desaparecer.

MIGUELINA
Has vuelto. Has vuelto cuando más te necesito.

SEBASTIÁN
¿Es que aún existo, Miguelina?

MIGUELINA
Quieren privarme de ti, arrebatárteme. Tengo miedo, Sebastián, un miedo atroz a carecer
de tu amor.

SEBASTIÁN
Acuérdate: ¡tú me has matado! Has disparado sobre mí y ese es ya mi verdadero fin.
Comienza a serlo. El resto viene después, en el recuerdo mismo. He venido a ayudarte
a matar ese recuerdo.

MIGUELINA
¡No! Nunca me quitarán este recuerdo. Dicen que no debo creer en ti. Trataré de
recordar toda la vida que no debo creer en ti para que de esa forma me sea imposible
olvidarte. Además te veo, estás ahí, me llenas el corazón de verdad. Conservas mi
disparo en el hombro: he ahí la prueba. Tu sangre no estaba allí donde la vi caer;
estoy dispuesta a declarar que en eso sí me engañé. Pero tu herida no me engaña.
Ella me prueba que vives, es la señal que te hace mío. Pobre amor mío, y yo te creí
muerto.
(Se acerca y va a tocarle la herida.)

698
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

SEBASTIÁN
(Retrocediendo.)

¡No te acerques! Esa evidencia no la tendrás más. Ya no te será dado tocarme. Me has
convertido en un fantasma. Tus ojos, tus oídos pueden engañarte, pero deja que nuestros
cuerpos se ignoren mutuamente.

MIGUELINA
Mi cuerpo, que ha sido tuyo, no podrá ignorarte nunca.

SEBASTIÁN
He muerto anoche, Miguelina.

MIGUELINA
¿A qué has venido, entonces?

SEBASTIÁN
Para ayudarte.

MIGUELINA
¿Cómo podrás hacerlo?

SEBASTIÁN
Dándote valor para que des el paso decisivo. Debes amarme hasta el punto de renunciar
a mí. Reniega de mí y me tendrás para siempre. “Para siempre”, ¿te acuerdas?

MIGUELINA
(En un susurro.)

El fondo del aljibe.

SEBASTIÁN
Allí, ignorados de todos, hasta de nosotros mismos. Apenas un leve círculo de agua.
Algo como el último temblor de un recuerdo. Sumérgete sin miedo. Olvida. Cierra los
ojos, y me ganarás para siempre.

MIGUELINA
Tengo miedo. Me siento mal, Sebastián. No me abandones. Un velo nubla mi vista.
¿Dónde estás? ¿Dónde?
(Cierra los ojos fuertemente.)

SEBASTIÁN
A tu lado.

MIGUELINA
(Sin abrir los ojos.)

Dame tu mano, ayúdame.

SEBASTIÁN
Gira sobre ti misma.

699
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

(Ella queda de espaldas a él.)

No debes moverte hasta que me vaya. Un solo movimiento tuyo apresuraría mi partida.

MIGUELINA
(Abriendo los ojos.)

¿Tampoco debo verte?

SEBASTIÁN
Sólo oírme. Es preciso que te despojes de mí. Cuando el médico vuelva, todo habrá
concluido entre nosotros. Vivirás una nueva vida.

MIGUELINA
No deseo vivir sin ti.
SEBASTIÁN
Acuérdate, tú y yo seguiremos… Sólo deberás entregarte a las transformaciones.
Nada se pierde. Verás cómo la vida sigue, igual, reconocible aun dentro de las nuevas
apariencias. En todas ellas me reconocerás. Volveré y tú lo sabrás. No sé con qué nombre,
no sé con cuál rostro, pero para ti será lo mismo que seguirme estrechando entre tus
brazos.

MIGUELINA
Suena como una promesa maravillosa.

SEBASTIÁN
Sólo debes decir: consiento.

MIGUELINA
(Levantando los brazos, perdida.)

Me es imposible, Sebastián.

SEBASTIÁN
(Con firmeza.)

Debes decir: consiento.

MIGUELINA
(Repitiendo como en un ensalmo.)

Consiento.

SEBASTIÁN
Desaparece de mí, de mi memoria…
MIGUELINA
Desaparece de mí, de mi memoria
SEBASTIÁN
(Retrocediendo.)

Muere, Sebastián…

700
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
(Con esfuerzo sobrehumano.)

Muere… Sebastián.
(Él ha desaparecido. Ella se vuelve. Corre hacia el jardín y llama patéticamente con un último destello de me-
moria.)

¡Sebastián!
(El doctor ha entrado seguido de don Antonio, quien lo mira acongojado, comprendiendo que algo acaba de
pasar. El doctor le hace una seña para que los deje solos. Don Antonio sale.)

DOCTOR
¿Llamaba usted a alguien, señorita Miguelina?

MIGUELINA
(Volviéndose. En su rostro hay angustia y extrañeza.)

Es curioso. No me he dado cuenta.

DOCTOR
¿Qué nombre decía usted, al yo entrar?

MIGUELINA
(Tratando de recordar.)

Estoy confundida… lo llamaba a él… pero…

DOCTOR
Le es difícil a usted decir ese nombre. Buen síntoma. Las fuerzas defensoras de su cerebro
tratan de echar una cortina sobre ciertos recuerdos que le son nocivos, perjudiciales.

MIGUELINA
No he olvidado, todavía.

DOCTOR
Ya ha comenzado a hacerlo.

MIGUELINA
Acabo de tener una entrevista… Sin embargo, no juraría que ha ocurrido en realidad. No
debo de creer en tales cosas. La recuerdo, sí, pero como puede recordarse un sueño.

DOCTOR
Sus propias experiencias, ¿no han ido tal vez debilitándose? Su primer encuentro con
él, ¿no fue acaso mucho más vívido que este último?

MIGUELINA
Lee usted mis pensamientos.

DOCTOR
Es que ha comenzado usted a vencer ese fantasma que oscurecía su mente. Basta razonar,
comprender, para salir vencedores de tales demonios. Antiguamente a los endemoniados

701
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

se los exorcizaba con palabras mágicas… Lo mágico, ahora, es el conocimiento. Ahora


usted comprende, conoce las razones de lo que ha sucedido… Usted acaba de pasar por
un estado de fiebre y ansiedad que le provocó una suerte de espejismos a los que su
mente se aferró con desesperación.

MIGUELINA
Sí. Estuve endemoniada. Sólo visiones de pecado y de muerte quedan en mi alma.

DOCTOR
Resígnese. Vuelva usted a su vida de antes, a su familia, a sus ocupaciones, a su…

MIGUELINA
Sí, dígalo… ¡A su soledad!
DOCTOR
A su verdad, diría yo.
MIGUELINA
(Aferrada aún a ciertos pensamientos.)

Espere, doctor, ¿y el medallón? ¿Dónde está el medallón de mi madre? Él lo tiene, lo


guarda sobre su corazón, esa fue su promesa. No me engaño, doctor… Él guarda mi
medallón sobre su pecho.

DOCTOR
(Sacándolo del bolsillo.)

He aquí su medallón. Fue encontrado al pie de la trinitaria, la noche en que usted disparó
al vacío…

MIGUELINA
¡Imposible! Él no me dijo que lo había perdido…

DOCTOR
Usted misma puso el medallón en aquel sitio. Fue usted quien urdió todo el engaño de
punta a cabo. No recuerda los hechos porque no le conviene recordarlos, porque a su
mente enferma no le conviene recordar más que aquello de que usted estaba ávida.

MIGUELINA
(Como si hablara consigo misma.)

Me dijo que todo se transformaría, que lo aceptara todo, si quería unirme a él para siempre.

DOCTOR
¿Se siente usted mal de nuevo?
MIGUELINA
Un pequeño malestar, pero me recobro.
DOCTOR
Haga memoria. Esfuércese en que la mente le traiga el recuerdo justo. ¿Puso usted el
medallón, allí donde fue encontrado?

702
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

MIGUELINA
Sí. Lo puse.

DOCTOR
¿Con cuál motivo?

MIGUELINA
Con el de engañar.

DOCTOR
¿Acepta usted que todo fue una comedia hilvanada por su subconsciente para dar una
válvula de escape a su vida gris y monótona? ¿Cree usted realmente en ello?

MIGUELINA
Lo acepto. Lo creo.

DOCTOR
¿Está usted decidida a no dejarse ofuscar más por meras fantasías y a poner sus ojos
solamente en el mundo real e inmediato?

MIGUELINA
Estoy decidida a ello. Esto es una silla, aquello una lámpara, allá hay un ramo de rosas,
usted es mi médico y ésta soy yo, una mujer nueva, ya sin sueños, retornando a una
realidad que no la asusta.

DOCTOR
Y éste es el medallón de su madre. Guárdelo.

MIGUELINA
(Tomándolo. Lo mira lentamente.)

Hermosos brillantes. He tenido suerte al recobrarlo.

DOCTOR
Está usted en disposición de enfrentarse nuevamente a su familia, libre ya de su error.
Salvo su cuñada, quien lo ignora todo, se han mantenido angustiados pensando en que
éste fuera un caso incurable.

MIGUELINA
Han sido demasiado buenos conmigo. ¡Pobre hermano y pobre Luisa! No han merecido
esta prueba. Llámelos usted y que me vean transformada de nuevo en la verdadera tía
Miguelina.

DOCTOR
Los llenará de felicidad.
(Abre la puerta de la derecha y hace una señal. Entran don Antonio, Enrique y Luisa. Un momento de silencio.)

MIGUELINA
Me siento apenada por lo sucedido. Estuve sumida en la oscuridad y el error. Pido que
me perdonen.

703
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

DON ANTONIO
Has estado enferma. No tienes la culpa.

MIGUELINA
Enrique, en cuanto a usted, celebro que desee estudiar. Un título universitario es el
verdadero cimiento del bienestar. El tiempo pasa pronto y Luisa, por otra parte, es una
muchacha paciente. ¡Lo esperará!

ENRIQUE
Vuelve usted a darme los ánimos necesarios. Gracias.

MIGUELINA
(A Luisa, entregándole el medallón.)

Tómalo. Es tuyo. Te pertenece.

LUISA
Oh, tía, tía querida.
(La besa.)

Siempre lo quise poseer, aunque no pensé que lo mereciera. Es un recuerdo demasiado


precioso.

MIGUELINA
Sí, Luisa, dejamos un poco de nuestra vida encerrada en esos objetos.

DON ANTONIO
Doctor, no sabemos cómo pagarle lo que ha hecho por mi hermana. Nos la ha devuelto
usted más sana y con una seguridad que verdaderamente nos sorprende.

MIGUELINA
Lo que mi hermano quiere decir es que me ha perfeccionado usted.

DOÑA INÉS
(Entrando por la izquierda.)

Creo que algo está sucediendo aquí sin mi permiso. ¿Se va usted, doctor, o es que acaba
de llegar?

DOCTOR
Creo que nada tengo ya que hacer en esta casa.

DOÑA INÉS
¿Ha pasado ya todo peligro de contagio? Le temo mucho a esas nuevas enfermedades.

DOCTOR
Ah, sí, por supuesto.

MIGUELINA
Querida Inés, moriría de pena si pensara que, por un momento, he podido causarte el
más leve trastorno.

704
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

DOÑA INÉS
Pero Miguelina, ¡qué palabras tan bellas estás diciendo!
(Al doctor)

¿Es usted médico o profesor de buenos modales?


MIGUELINA
Es que de pronto he comprendido lo mucho que te debo.
DOÑA INÉS
(Al borde de las lágrimas.)

¡Cuánto has tardado en hacerme justicia! Pero te lo perdono. Y para que veas lo bien
dispuesta que estoy, propongo una celebración. Se quedarán todos a cenar. Usted doctor,
usted Enrique.
DOCTOR
Me uno a tan bella idea aunque lamento no poder aceptar. Los médicos no podemos
darnos esos placeres. Nos llaman cuando menos lo esperamos y debemos estar siempre
listos. Los dejo a ustedes, pues, en el mejor de los mundos posibles.

MIGUELINA
Realmente sentimos que no se quede usted, doctor.
DON ANTONIO
Es lamentable.
DOÑA INÉS
Puede volver cuando lo desee.
(Mirando a Miguelina.)

Entre la alergia y usted han obrado milagros.

DON ANTONIO
Lo acompaño, doctor.
(El doctor hace una reverencia.)

MIGUELINA
Adiós, doctor.
(Don Antonio y el doctor salen.)

DOÑA INÉS
(A Miguelina.)

Será una doble celebración. Tu restablecimiento y la despedida de Enrique.

ENRIQUE
Dentro de unos días comienzan las inscripciones en la Universidad.
LUISA
Trataré de convencer a papá para que demos un viaje a la Capital antes de tus vacaciones.

705
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

DOÑA INÉS
No nos vendrían mal algunas compras.
LUISA
(A Enrique, con malicia.)

Sí; además una novia debe preparar su ajuar con anticipación.


(El rostro de Enrique está iluminado.)

MIGUELINA
En la mesa brindaremos por su porvenir y el de Luisa.

DON ANTONIO
(Volviendo.)

Por ellos y por ti, que bien te lo mereces después de tan dura prueba.

DOÑA INÉS
Antonio, acompáñame. Te encargarás de algunos detalles, mientras yo dispongo la cena.

DON ANTONIO
Me llevan de un lado para otro y no debo objetar. Eso quiere decir que, después de todo,
soy indispensable.
(Con sorna.)

No hay que hablar, Inés, tú ordenas y yo obedezco.

LUISA
No te queda otro remedio, papá.
(Don Antonio se siente renacer. Coge el brazo de su mujer, quien lo mira extrañada. Le palmotea la mano con
ternura. Salen como dos jóvenes que disfrutasen de su luna de miel.)

No hay nadie como ellos. A su modo, son inmensamente felices.

ENRIQUE
Es el ejemplo que trataremos de imitar.

LUISA
Ahora pondremos un poco de música en la sala.

ENRIQUE
Buena idea.

LUISA
Primero un vals para ti, tía Miguelina.

MIGUELINA
Siempre me ha gustado el vals…
(Miguelina queda sola. Enciende la luz de la lámpara de pie. Mira a su alrededor. Está cansada, vacía. Se
recuesta en el diván y suspira. Toma una revista. La deja. Se oye un vals lento. La escena es extrañamente la

706
MANUEL RUEDA  |  LA TRINITARIA BLANCA

misma del primer acto. Por el fondo aparece el jardinero; trae un ramo de trinitaria blanca en la mano. Viste
un pantalón marrón oscuro y camisa a cuadros. Aunque su vestimenta no es parecida a la de Sebastián, su
aparición está cargada de resonancias anteriores.)

JARDINERO
¿Está la señora? Ya he terminado mi trabajo.

MIGUELINA
(Incorporándose. Lo mira fijamente, extrañada. Luego le sonríe, como si le hubiese reconocido.)

¿Entonces, eres tú?

JARDINERO
Verá usted. Yo soy el nuevo jardinero y…

MIGUELINA
Te reconozco. Has vuelto como me lo tenías prometido. No has tardado.

JARDINERO
No la comprendo, en absoluto…

MIGUELINA
Es maravilloso. A pesar de la transformación, sé que eres tú, no ya un sueño, tú en
carne y hueso, esperándome con tus brazos fuertes tendidos hacia mí y el ramo de
novia en tu mano.

JARDINERO
Acabo de cortar la trinitaria como la señora me lo ha mandado. He venido a decírse-
lo.

MIGUELINA
¿Has cortado tú, tú mismo, nuestra hermosa trinitaria blanca? ¿Por dónde te descolga-
rás entonces cada vez que quieras volver a mí?… Ah, ya veo… Hemos vencido al fin.
¡Hemos vencido! Cortaremos todas las trinitarias del mundo. Ya no las necesitaremos
más. Soy tuya. Voy hacia ti… Tú has venido a quedarte para siempre…

(El jardinero se mantiene al fondo de la escena como un símbolo. Suelta poco a poco,
el ramo de trinitaria mientras Miguelina, transfigurada, tiende sus brazos hacia él.
Sigue el vals mientras cae el

TELÓN FINAL

707
Jorge Tena Reyes

Nació en Juan Barón, sección de la Provincia


de San Cristóbal, República Dominicana, el 5
de julio de 1927. Historiador, ensayista, filósofo
y maestro. Como servidor público ejerció por
varios años las funciones de Subsecretario de
Educación, encargado de asuntos culturales. A
él se debe la creación de la Feria Nacional del
Libro en 1973, y de los Premios Anuales que
actualmente patrocina la Secretaría de Estado
de Cultura. Como investigador y editor ha pu-
blicado entre otros libros y ensayos: Notas acerca
del Cuento y la Novela en la República Dominicana
(1974); De mi Patria, antología de Pedro Hen-
ríquez Ureña (1974); Duarte en la Historiografía
Dominicana (1976); La Trinitaria: Fundación,
desarrollo y actuaciones (1975); Apolinar Tejera,
Rectificaciones Históricas (1976); Manuel Arturo
Peña Batlle en la Historiografía Dominicana (1988);
Familia Henríquez Ureña, Epistolario, 2 tomos
(1996); Catálogo de la Biblioteca de Clásicos Domi-
nicanos, Ediciones de la Fundación Corripio, así
como numerosos artículos y conferencias.

708
EPÍLOGO

Presencia del libro en Santo Domingo


desde el siglo XVI hasta Julio Postigo
Jorge Tena Reyes
Desde el siglo XVI hasta la incursión de don Julio D. Postigo en el mercado y difusión del
libro, se nota la ausencia de una bibliografía dominicana, de un compendio que facilite el
conocimiento del libro en Santo Domingo. Sólo tenemos disponibles artículos y ensayos
aislados que recogen escuetas informaciones acerca de la actividad empresarial. Es un hecho
cierto que desde los albores de la dominación española se registra la presencia de importan-
tes colecciones de libros, así como la residencia en la isla de connotados hombres de letras,
tanto peninsulares como criollos.
Al efecto dejó dicho José María Morillos (1809-1890): “Así como a la Divina Providencia
plugo que la antigua Española fuese la primera tierra de este nuevo mundo en que brillara
la luz del Evangelio, de la misma manera alcanzó la gloria de haber sido la cuna del saber
o el punto céntrico desde donde irradiase en la América el sol de la inteligencia”. (Siete
Biografías Dominicanas: Racionero Licenciado don Antonio Sánchez Valverde. Academia Domi-
nicana de la Historia. Introducción y notas de Max Henríquez Ureña (1885-1969). Imprenta
San Francisco, 1946).
Sirva como ejemplo de esta premisa el caso de Diego Méndez Segura, osado compa-
ñero de Cristóbal Colón en su penoso cuarto y último viaje a las tierras “encontradas”
en el Nuevo Mundo. Fue célebre no sólo por el viaje que junto a Bartolomé Fiesto hizo
en una canoa desde Jamaica, hasta La Española, sino también porque se inscribe su
nombre en la extraña relación de erasmistas, (seguidores de las ideas de Desiderio Erasmo
1469-1536), que pasaron al Nuevo Mundo en los primeros años de la conquista y coloniza-
ción hispánica.
Resulta oportuno recordar la original monografía del infortunado profesor José Almoi-
na Mateos (1903-1960) titulada: Biblioteca Erasmista de Diego Méndez. Universidad de Santo
Domingo. Centenario de la República. 1844-1944. Méndez Segura sirvió también a Diego
Colón (1474-1536) y llegó a ser Alguacil Mayor de La Española. Murió en Valladolid en 1539,
legando a sus descendientes su curioso patrimonio bibliográfico
Lo curioso es que con esa afiliación la corona española otorgara licencia para venir al Nue-
vo Mundo a un confeso erasmista, si partimos del profundo antagonismo existente entre esta
corriente humanística y la política de la España de los Reyes Católicos. El libro de Marcel
Bataillon. Erasmo y España. Estudio de la Historia Espiritual del Siglo XVI. (Fondo de Cultura
Económica, 1966), sigue siendo la mejor fuente para el estudio de ese conflicto; pero el caso
de Diego Méndez tal vez se puede explicar aduciendo que aún el Tribunal de la Inquisición
no había puesto en práctica los controles de los que hizo gala posteriormente. En efecto, el 21
de septiembre de 1543 se instruía a la Real Audiencia para que no permitiera la entrada en
la isla de “libros de romance de materias profanas y fábulas, ansí como son libros de Ama-
dís y otros desta calidad de mentirosas historias (Utrera. Noticias Históricas. Vol. 11. p.79,
editora Taller, 1978) Otro ejemplo acerca del absolutismo político de España lo evidencia el

709
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

siguiente párrafo también dirigido a la audiencia de Santo Domingo: “para que informe si
conviene establecer en la isla el tribunal de la Inquisición; qué número de ministros podrán
haber, y el distrito que se le daría sería la Isla, San Juan, Jamaica y Margarita; qué costos
tendría sostener este tribunal, etc., para evitar los daños que franceses, ingleses y luteranos
que con sus comercios introducen libros de sus herejías” (Utrera. p.215).
Alrededor de 1519 llegó a La Española, con rango de obispo, Alessandro Gerardini, quien
al decir del Dr. Américo Lugo (1884-1952): “nos trajo en ánforas latinas mieles del renaci-
miento”. Este encumbrado personaje, integrante del selecto grupo de humanistas italianos
que sirvieron a la corte de los Reyes Católicos, le dedicó una oda a la Catedral Primada de
América, tal vez la primera creación poética en versos latinos producida en el Nuevo Mundo.
(Véase: Alessandro Gerardini. Itinerario por las regiones Subequinocciales. Fundación Rodríguez
Demorizi. Vol. 1. Editora del Caribe, 1977).
Una elocuente muestra del ambiente cultural que desde el siglo XVI se respiraba en La
Española, por lo que fue llamada la “Atenas del Nuevo Mundo”, lo evidencian los versos de
las Elegías de Varones Ilustres de las Indias, del Homero Colombiano, como ha sido llamado
Juan de Castellanos, quien escribe, refiriéndose a la sublevación de Enriquillo:

“Por faltar pues entonces fuerte gente y usarse ya sonetos y canciones,


el Enrique se hizo tan valiente,
saliendo siempre con sus intenciones
andando, pues el indio delincuente
cuando semejantes turbaciones,
y dando de valor bastante prueba,
al gran emperador llegó la nueva”.
(Elegía V, Canto Segundo. T.I.p.228, Bogotá. Editorial ABC, 1955).

La hegemonía cultural de La Española se evidencia, además, por el hecho de que fue la


única posesión española de ultramar que tuvo dos instituciones educativas en el siglo XVI
con categoría universitaria, las cuales sirvieron de inspiración para otras entidades simila-
res en Hispanoamérica, por donde le vino a la ciudad de Santo Domingo el calificativo de
“Atenas del Nuevo Mundo”. Estos Estudios, convertidos luego en universidades, fueron el
de Santo Tomás de Aquino (1538), regenteado por los padres dominicos, fruto del colegio
que establecieron poco después de su llegada a la colonia, y en 1540 obtuvo similar distin-
ción del afamado Estudio, emanado de la escuela pública fundada por Sebastián Ramírez
de Fuenleal. Este centro, con el nombre de Francisco Javier, dirigido por los jesuitas, contó
con el patrocinio del acaudalado medinense, Hernando de Gorjón. Todo parece indicar que
definitivamente el 14 de septiembre de 1748 mediante el Breve “insupereminent” del Papa
Benedicto XIV, se confirió el deseado rango de Universidad Pontificia, y desde entonces fue
Universidad Real y Pontificia de Santiago de la Paz y de Gorjón, en vez de San Francisco
Javier como se le conocía.
Así quedó facultada, en su condición de Universidad de Estudios Generales, para que
sus “profesores pudieran leer gramática, retórica, lógica, física y teología escolástica moral,
sagrados cánones, así como derecho canónico y civil para los oyentes seglares, medicina y
otros estudios literarios” (Antonio Valle Llano, S. J. La Compañía de Jesús en Santo Domingo.
Seminario de Santo Tomás, 1950. pp.187-188).

710
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

En este centro ocuparon cátedra reconocidos profesionales dominicanos: Padre Diego


Ramírez, Cristóbal de Llerena, Francisco Tostado de la Peña, Diego de Alvarado y Luis
Jerónimo de Alcocer (Pedro Henríquez Ureña. La Cultura y las Letras Coloniales en Santo
Domingo. Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana. Anejo II. Buenos Aires, 1936. Cap.
III; Fray Cipriano de Utrera. Universidad de Santiago de la Paz y Santo Tomás de Aquino y Semi-
nario Conciliar de la Ciudad de Santo Domingo de la Isla Española. Padres Franciscanos. Santo
Domingo, R. D. MCMXXXII).
Por lo dicho hasta aquí sobra la imaginación para deducir la existencia de un ambiente
cultural de gran interés en nuestra isla desde las primeras décadas del siglo XVI. Esto implica
también que por alguna parte debían llegar los libros requeridos para satisfacer la demanda
académica y la satisfacción intelectual de particulares interesados en la cultura humanística. Sin
embargo, este aspecto aún no está debidamente identificado, por lo que debemos limitarnos, en
muchas cosas, a apreciaciones de carácter deductivo, aunque por ello no dejamos de estimar
su existencia, abundante por demás, en los albores de la historia de nuestra cultura.
Gracias a los eruditos artículos de Fray Vicente Rubio y de otros investigadores, cono-
cemos la existencia de importantes bibliotecas o librerías, términos que él usaba indistinta-
mente, en La Colonia, propiedad de funcionarios civiles y eclesiásticos, como es el caso de
la librería privada de Gonzalo Fernández de Oviedo, alcaide de la fortaleza más antigua del
Nuevo Mundo y Primer Cronista de Indias.
E. Dymond Turner elaboró un extenso trabajo titulado La Biblioteca de Gonzalo Fernández
de Oviedo y Valdés, (Eme-Eme. Estudios Dominicanos. Vol. VI. Núm. 32. Septiembre-octubre
1977).
Fray Vicente también nos ha dejado información de la “pequeña biblioteca que poseyó
aquel desdichado vástago del gran poeta Garcilaso de la Vega, llamado don Lorenzo Suárez
de Figueroa, quien se halló en nuestra primada urbe un matrimonio impuesto con convenien-
cia de una rica familia, también encontró una trágica muerte en el patíbulo que al efecto se
levantó para él una tarde de enero de 1549 en la Plaza Mayor de esta ciudad del Ozama”.
Posteriormente dio a “conocer una nutrida y enorme librería jurídica, propiedad del
culto abogado de nuestra Real Audiencia, licenciado don Juan Rodríguez”. Pero de todos
los inventarios realizados por Fray Vicente, el más rico y variado es el que se consigna en
el artículo titulado: La Biblioteca que traía a Santo Domingo el Arzobispo Juan Salcedo, con 81
autores diferentes y arrojaba un total de 130 volúmenes.
El doctor Juan Salcedo fue presentado para arzobispo de Santo Domingo, el 20 de junio
de 1560. Se embarcó para Santo Domingo en marzo de 1563, pero murió durante la travesía
de una “enfermedad que le había dado navegando en la mar”. El inventario de su nutrida
biblioteca fue localizado por Fray Vicente en el Archivo General de Indias, la cual nos revela
por la rica variedad de su contenido, el nivel cultural del erudito abogado y prelado. Este
catálogo contiene obras de Guillermo de Budé (Budeo), jurista, filólogo y erudito, nacido en
París, quien fue “Secretario del Rey Carlos VIII de Francia que sin menosprecio de nadie,
era el mejor helenista de su época”, afirma el padre Vicente Rubio, así como “otra repetición
del Dr. Juan Palacios Rubio, el primer jurista español que se preocupó de los problemas de
las Indias y algunas producciones de Antonio de Nebrija”.
Lamentablemente este tesoro bibliográfico no permaneció en Santo Domingo a causa
de la muerte del erudito prelado, pues al parecer fue embarcado para la Nueva España y la
embarcación en que iba naufragó en las proximidades de la costa de Cuba.

711
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Coincidimos con el citado articulista en el sentido de que “resulta así indudable, por
lo que antecede, que el conocimiento de esas librerías particulares ayuda a tener una idea
acerca de los libros que circularon o podían circular durante el siglo XVI en esta primera
población. Todavía este conjunto de bibliotecas puede ser susceptible de ensanchamiento con
nuevas aportaciones documentales” (Artículo citado. El Caribe, 23 de noviembre de 1991, O,
11; Américo Lugo: Historia de Santo Domingo desde el 1556 hasta 1608. Librería Dominicana.
Ciudad Trujillo, R. D. 1952).
Por su parte Esteban Mira Caballos en un artículo publicado en la Revista Ecos, con el
título Algunas Consideraciones en torno a la Primera Biblioteca de Santo Domingo, nos ofrece un
ilustrativo inventario de la biblioteca de doña Inés de la Peña:
“La biblioteca que ahora vamos a estudiar nos va a aportar multitud de informaciones
dignas de interés, dado lo temprano de su fecha y escasez de documentación que para estos
momentos se nos ha conservado. La propietaria de ella era una tal doña Inés de la Peña,
quien fue, hasta su fallecimiento en 1521, mujer de un espadero vecino de la ciudad de San-
to Domingo llamado Francisco de la Pedrosa. No tenemos noticias que puedan explicar el
hecho de poseer una biblioteca tan nutrida de obras clásicas y medievales, pues ni ella ni su
marido pertenecían a la élite ni, por supuesto, al grupo de los intelectuales. De entre la lista
de encomenderos del repartimiento que en 1514 llevaron a cabo Rodrigo de Alburquerque y
el licenciado Ibarra aparece Francisco Pedrosa, vecino de Puerto Real, al que se le repartieron
3 indios, sin embargo pensamos que no se trata del marido de doña Inés de la Peña. Por lo
tanto, hemos de descartar la hipótesis de que doña Inés poseyese la biblioteca para su uso
personal, sino que hay que buscar otra explicación más satisfactoria”.
Es presumible, según deduce el autor que ahora reseñamos, y que más bien se debe
pensar en la posibilidad de que estos libros fuesen inicialmente del padre de doña Inés, un
cerrajero vecino de Santo Domingo, llamado Antón Ruiz, quien es muy probable que se
dedicara de manera más o menos constante al comercio de obras literarias. El hecho de que
estos libros estuviesen destinados a la venta se justifica por la existencia de numerosas obras
repetidas; especialmente cartillas de gramática de las que había más de noventa ejemplares,
además de tres docenas del libro Perla Preciosa, devocionario muy usado y difundido en
Castilla hasta 1559 en que fue incluido en el índice libros prohibidos”.
Si admitimos esta hipótesis tal vez sea el susodicho Ruiz el colega más distante en
nuestra isla del consagrado librero y editor petromacorisano Julio Desiderio Postigo, cuya
trayectoria empresarial en el mercado del libro reivindica el Banco de Reservas de la Repú-
blica Dominicana con la reedición de la emblemática Colección Pensamiento Dominicano,
auspiciada visionariamente por Postigo.
El inventario de los bienes de doña Inés de la Peña, evidencia, además la presencia en
la isla de libros recién publicados en España, como es el caso de la Comedia de Calixto y Meli-
bea, denominación genérica que al parecer tuvo la obra de Fernando de Rojas en su edición
aparecida a principios de 1499.
Otro dato curioso de este inventario es que en él aparece también la obra de Erasmo
titulada El Arte de Bien Morir, así como algunas novelas a pesar de que la corona había
instruido a los oficiales de la casa de Contratación para que no “consintieran el paso de no-
velas y de libros como el Amadís de Gaula a los indios, porque si los indios los leen dejarán
los libros de teología y leerán sólo historias mentirosas”. Ante la temprana presencia de la
venta de libros de variado contenido: “lo que se pide y se vende en La Española son libros

712
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

de rezos, para consolar los desfallecimientos de ánimo y encauzar al cristiano por la senda
de la perfección”.
En total, la biblioteca de doña Inés de la Peña la componían “128 volúmenes más 98
cuartillas de Gramática para enseñar a leer a los muchachos”. Mira Caballos en la conclusión
de su artículo a modo de resumen expresa que hay que advertir, a la luz de este inventario
de los bienes de doña Inés de la Peña, que los libros llegaron a las Indias en más cantidad de
lo que se ha venido sospechando hasta ahora. Se confirma así que había paso, más o menos
ilegal, de muchas obras dadas las constantes prohibiciones de la corona hacia determinados
géneros de libros. Debieron ser los mismos marineros, los que, en sus “matalotajes”, o los
pasajeros en sus equipajes, quienes debieron pasar sin registrar muchos de los libros que se
leyeron en América en los primeros tiempos, a juzgar por los libros que poseía doña Inés
de la Peña”. (Ecos. Año 2. 1994. No. 3. Universidad Autónoma de Santo Domingo. Facultad
de Humanidades. Instituto de Historia).
La política restrictiva de las autoridades españolas fue el pretexto para decretar el
abandono de la “banda del norte”, a fin de detener el contrabando y la venta de “biblias
luteranas”, publicaciones que una vez incautadas su destino era la hoguera. Se pretendía con
esta desacertada orden del rey Felipe III, inducido por el Memorial de Arbitrio presentado
por Baltasar López de Castro, “poner los remedios que le parecieron más eficaces para que
se estorben los rescates (contrabando) que en la Isla Española se hacen con los herejes”.
Se colige de esta precedente afirmación que en la isla circulaban, junto al crecimiento del
contrabando, alentado por las naciones europeas que adversaban la política hegemónica de
los Austrias, textos considerados nocivos para el fortalecimiento de la política evangelizadora
que España llevaba a cabo en el Nuevo Mundo. (Dr. Américo Lugo: Baltasar López de Castro y
la despoblación del Norte de La Española. Editorial Cultura. México, D. F., 1947).
Esta medida fue el primer eslabón de la cadena de infortunios que impidieron el desa-
rrollo armónico de la isla de Santo Domingo hasta el Tratado de Basilea en 1795, proceso
que ha sido ampliamente debatido por intelectuales dominicanos de la categoría de Manuel
Arturo Peña Batlle (1902-1954), Máximo Coiscou Henríquez, Hugo Tolentino, Roberto Cassá
y Franklin Franco, entre otros.
El interés de demostrar, aunque sea parcialmente, la presencia del libro dentro de la
realidad social de la colonia quedaría inconcluso si en él no incluimos al Licenciado Antonio
Sánchez Valverde, autor de numerosas obras sobre teología y filosofía, así como también
Idea del Valor de la Isla Española y utilidad que de ella puede sacar su Monarquía (Madrid, 1785) y
poseedor, asimismo, de una biblioteca de la que tenemos confiables conocimientos.
Egresado del Colegio Francisco Javier que, luego se convirtió en Seminario y Universidad
Santiago de la Paz y de Gorjón, es, hoy por hoy, el primer gran escritor dominicano entre los
nacidos en el siglo XVIII. Fue un ilustrado que evidencia, además, que si existió en la isla
un apreciable ambiente cultural y académico él es su mejor ejemplo. Aunque religioso, fue
un hombre de avanzadas ideas liberales, propias del siglo de la Ilustración.
Resulta que el Racionero de la Catedral de Santo Domingo, en su condición de abogado
se vio envuelto en el conflicto surgido entre Fray Matero Álvarez y José Beltrán, por la venta
de un esclavo que envolvía la suma de 368 pesos. Sánchez Valverde asumió la defensa del
“fullero” en forma tan vehemente que la audiencia declaró el 9 de septiembre de 1781, “que
el escrito presentado en nombre de aquel –Beltrán– ante el Provisor estaba “lleno de pro-
posiciones sediciosas, escandalosas, abusivamente aplicadas, denigrativas de los institutos

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

religiosos y por consiguiente de la soberanía del Rey, bajo cuya protección estaban, espe-
cialmente en las posesiones de Indias, hallándose sus doctrinas proscritas, por el Tribunal
de la Inquisición”.
Aunque se disponía en tan “gravoso y denigrante acto” que al abogado Sánchez Val-
verde se le suspendiese por dos años el ejercicio de la profesión y que se le “diese cuenta al
Monarca” lo más grave era la acusación en la que se involucraba a los “institutos religiosos”,
pues automáticamente esa acusación pasaba a la jurisdicción de la Inquisición con todas las
consecuencias que esto podía ocasionarle, como en efecto sucedió. El competente defensor
fue a parar a la cárcel luego de ser detenido tras un frustrado intento de fuga a la vecina
Haití, con la finalidad de evadir el peso de la grave sentencia que implícitamente le imponía
el informe de la Audiencia.
En el inventario de los bienes que se incautaron al Racionero se aprecia no sólo su alto
nivel intelectual, su abundante cultura clásica y su variada producción como escritor. Este
arqueo se realizó el 24 de octubre de 1781, en el Guarico, y lo suscribe Don Nicolás Monte-
negro, “comandante de la Frontera de San Rafael”. Consta el inventario de veinte legajos y
legajitos, comenzando con uno de cuarenta y nueve pliegos, cuyo título es Reflexiones sobre
el estado actual del púlpito y medios de su reforma e instrucción de predicadores.
Pero lo más útil para nuestro propósito de identificar la presencia del libro durante el
dominio español en la isla es que Sánchez Valverde tenía en su poder, entre otras publicacio-
nes, un libro de Gramática griega y el Nuevo Testamento en Griego; una Gramática inglesa
y dos diccionarios, uno de inglés y el otro de francés: una cajita con varias curiosidades
de Historia Natural; un tomito de raíces griegas, la Instituta de Monsieur Columbert, y su
Breviario; otro Compendio de la Nueva Gramática Griega, así como también las Reglas de
entender las Sagradas Escrituras, por Francisco Ruíz, abad de San Facundo.
Esta relación no sólo muestra la formación cultural de Antonio Sánchez Valverde, nuestro
gran humanista de factura clásica, sino que al mismo tiempo nos plantea la interrogante
acerca de la vía utilizada por el autor de la Idea del Valor de La Española, para adquirir tan
variada como selecta colección de libros. Estos no debieron ser los únicos existentes en su
biblioteca, porque presumimos que en su intento de huida solo se llevaría los que para él
resultaban de uso cotidiano. Deducimos también por esta relación que además de dominar
el latín que era el idioma oficial de la Iglesia, conocía el griego, el inglés y el francés. En fin,
un verdadero humanista.
Entre las causas que impidieron durante la colonia el sostenido florecimiento de un
mercado del libro más abierto, en consonancia con el auge académico y cultural de la colo-
nia, deben señalarse las estrictas medidas de control que ejercía la Inquisición en ese tipo de
actividad. A esto habría que agregar la evidente limitación del mercado local por las penurias
de la colonia. Los dos grandes mercados del libro durante la dominación hispánica fueron
La Nueva España y Perú.
Esto queda demostrado cuando leemos obras como: Bibliografía Mexicana, de Joaquín
García Icazbálceta; El Libro, la Imprenta y el Periodismo en América durante la dominación espa-
ñola, de José Torre Rovello e Irving Leonard; Los Libros del Conquistador y Libros y Libreros en
el siglo XVI, Francisco Fernández Castillo (compiladores: El contenido de esta obra es una
elocuente demostración de la intolerancia de la Inquisición con respecto a los libros que
llegaban al Nuevo Mundo, así como también con los libreros y los impresores que osaban
instalarse de este lado del Atlántico.

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

La obra de Sánchez Valverde expresa un cuidadoso análisis acerca de la situación en


la que se encontraba la isla de Santo Domingo a finales del siglo XVII a pesar de ostentar
el título de Primada de América, fruto de los desaciertos políticos de la monarquía española
en franca decadencia. La idea del valor de la isla Española es, a nuestra manera de ver, la pri-
mera obra de gran dimensión que registra el nacionalismo literario dominicano y “debe
reputarse, apunta Fray Cipriano de Utrera, por sus elementos extensivos como prodigio de
buena voluntad para no incidir en apreciaciones resbaladizas que apuntasen a los efectos
de la administración general practicada en la Isla durante siglos, causa primordial del es-
caso valor efectivo de ella: no era Sánchez Valverde sujeto improporcionado para señalar
con vivacidad, con las varias vicisitudes de los tiempos la constante razón de tanto atraso,
decadencia [...] puede decirse que el libro Idea del Valor de la Isla Española, es prenda de su
talento, no de su temperamento, lo que se hace casi evidente no ya por inducción lógica,
antes por el testimonio mismo del autor, cuyas palabras, aunque enderezadas a persuadir
una cosa, persuaden su contraria (Utrera: Idea del Valor de la Isla Española.)
“Esta obra, que se reproduce con el exorno de notas confirmativas, explicativas, amplia-
tivas y correctivas del texto original, servirá desde luego (y en atención a que en los actuales
tiempos se tiene más intensa y extensivamente noticia del pasado). De grande auxilio a los
estudiosos, hecha cantera de materiales históricos y bibliográficos justificante de su exhu-
mación del sepulcro de las rarezas bibliográficas de Hispanoamérica”. p.39
En una ocasión conversaba con el señor Postigo acerca del contenido de la Colección
Pensamiento Dominicano y le advertía la ausencia en ella de la obra de Sánchez Valverde
y nos confesó que en verdad con él debió comenzar pero que “solo esperaba el regreso de
Fray Cipriano de Utrera de España para pedirle que realizara la presentación de esta obra
para incluirla en la Colección”. Lamentablemente la muerte del padre Utrera en 1958 impidió
que esa idea se materializara.
Don Julio Postigo en sus nobles propósitos de divulgación del libro contó siempre con tres
colaboradores de primer orden: Fray Cipriano de Utrera (1886-1958), Lic. Emilio Rodríguez De-
morizi (1904-1986) y el Dr. Vetilio Alfau Durán (1909-1985). Todos vecinos de él, pues el primero
residía en la Iglesia de Las Mercedes; el segundo en la calle Las Mercedes 81, a poca distancia de
la Librería, y el tercero en la Salomé Ureña, a tiro de escopeta, de la Librería Dominicana.
En más de una ocasión le sugerimos a don Emilio que elaborara una bibliografía domi-
nicana completa. Aunque le apasionaba el tema nunca lo abordó con su proverbial firmeza.
Era el más idóneo para realizarlo, vacío que el Doctor Frank Moya Pons se propone cubrir
en seis volúmenes, de los cuales sólo le faltan dos, que corresponden, según nos ha dicho,
a la bibliografía de la Historia Dominicana.
A Fray Cipriano de Utrera le encargó don Julio la revisión de la Historia de Santo Do-
mingo, del Dr. Américo Lugo, cuya publicación auspició en 1952. La puesta en circulación de
esta obra se llevó a cabo en la casa de don Américo, calle Bernardo Pichardo No. 6, Gazcue,
debido al delicado estado de salud en que se encontraba su autor. El padre Utrera, y quien
estas líneas escribe estuvieron presentes en dicho acto: El Dr. Lugo murió meses después de
publicarse la obra y el editor formó parte de la escasa concurrencia que asistió a su sepelio
del que fuimos testigos de excepción.
Por su parte el Doctor Vetilio Alfau Durán realizó la selección del tomo de la Colección
Pensamiento Dominicano dedicado a don Américo, y del que don Emilio es autor, junto a
Juan Bosch, el de mayor presencia en la referida Colección.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

La mini-biblioteca incautada al Racionero Antonio Sánchez Valverde, se suma a la evi-


dente presencia del libro durante el período colonial, a pesar de los controles y la técnica que
aplicaban la Casa de Contratación de Sevilla y la Inquisición, con el manifiesto propósito de
evitar la profanación de los dogmas eclesiásticos, actitud que no explica la impresión de obras
consideradas profanas y contrarias a las normas y costumbres establecidas por el implacable
tribunal. Su actitud en nuestro continente en el área de la cultura y por ende, del libro, se
hace más evidente en las ricas posesiones de Tierra Firme; Nueva España y Perú.
Faltaríamos a nuestro propósito de ofrecer un breve inventario de la presencia del libro
en nuestro país desde el siglo XVI, si omitimos el nombre de un contemporáneo de Sánchez
Valverde, nos referimos a Luis José Peguero (¿ + 1779), extraño personaje casi desconocido
entre los estudiosos de la cultura dominicana, nacido en el Valle de Peravia. Es autor de
una Historia de la Conquista de la Isla Española de Santo Domingo que permaneció inédita en la
Biblioteca Nacional de Madrid hasta 1975, cuando la publicó el Museo de las Casas Reales,
bajo el cuidado del fallecido investigador, Lic. Pedro Julio Santiago, con Prólogo de Fray
Vicente Rubio.
Esta obra, en dos tomos, fue escrita por Peguero alrededor de 1663, en el “Valle de Baní
en su hato de San Francisco y el Rosario”. Es el primer texto que con esa intención escribe un
dominicano, pues antecede casi un siglo a la Historia de Santo Domingo, de Antonio Delmonte
y Tejada, cuyo primer tomo apareció en La Habana, en 1852.
Peguero escribió también un Romance a los Valientes Dominicanos, composición en la que
aparece por primera vez el gentilicio “dominicano”. Pero lo que nos interesa destacar de este
culto banilejo del siglo XVII, “mezcla de historiador, de moralista y de poeta”, es que, indepen-
dientemente de las producciones citadas, dejó también inéditas unas notas, apuntes y versos”.
Borradores autobiográficos, donde se advierten reminiscencias gongorinas, pero también citas
de Aristóteles, lo cual demuestra que en la segunda mitad del siglo el estagirita andaba regando
sabiduría por el Valle de Baní, y que uno de sus hijos se alimentó de su cosecha.
La pregunta que queda en el aire es “¿por dónde entró Aristóteles a Baní? Tal vez en las
valijas de la nutrida emigración canaria que se asentó en esa región (Ver Emilio Rodríguez
Demorizi: Poesía Popular Dominicana. Vol. 1. Editorial La Nación, República Dominicana,
1938, Del Romancero Dominicano. Editorial El Diario. Santiago, R. D. 1943 y Luis José
Peguero: Historia de la Conquista de la Isla Española de Santo Domingo, 1762. Edición realiza-
da por Pedro Julio Santiago. 2 tomos. Publicaciones del Museo de las Casas Reales. Santo
Domingo, 1975).
A pesar de sus prolongadas vicisitudes, la primogénita de las colonias españolas de
Ultramar pudo conservar, en la medida de lo posible, el legado cultural de sus primeros
pobladores hispanos, con sus matices indo-africanos, generados por los efectos del mestizaje
que permeó la vida de la colonia, situación que es perceptible en muchas de las posesiones
españolas que emergieron tras el hallazgo de 1492.
Este impulso civilizador que trascendió hasta el siglo XIX se expresa en figuras como
los doctores José Núñez de Cáceres (1772-1846), Pedro Valera y Jiménez (1757-1853), Juan
Vicente Moscoso (1773-1837), Antonio María Pineda (1781-?), Andrés López de Medrano
(1780?-185?), Bernardo Correa y Cidrón (1756-1837), quienes junto a otros notables dominica-
nos de las dos primeras décadas del referido siglo, mantuvieron en alto las raíces hispánicas
de su conformación cultural, hasta el eclipse de 1822, provocado por la invasión del dictador
haitiano Jean Pierre Boyer.

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Los intelectuales que irradiaban sus luces en este período se formaron en la primogénita
Universidad Santo Tomás de Aquino, quer si bien había cesado en sus actividades acadé-
micas, vivía en el recuerdo de sus egresados, quienes le inyectaron nuevos alientos en 1815,
bajo la rectoría del Dr. José Núñez de Cáceres, tal vez el más lúcido de los intelectuales de
su generación. El claustro de la clásica academia lo integraban, además, muchos de los pro-
fesionales mencionados anteriormente.
“La Universidad, anota César Herrera, se vio en poco tiempo poblada de alumnos nativos
de Santo Domingo, o procedentes de Puerto Rico y Venezuela. Asombra la vitalidad de la
recién instalada Universidad en medio de tantas penurias y amenazas, como las que vivía
Santo Domingo en esos días históricos”. (La Reinstalación de la Universidad de Santo Tomás de
Aquino en 1815. Publicaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Vol. DLXXI.
Colección Archivo Histórico, No. 3, 1987).
Otro signo de avance cultural en la parte española de la isla de Santo Domingo en este
período lo constituye la aparición en 1801, de la primera imprenta que se estableció durante
el dominio francés, cuyo propietario fue el señor Andrés Josef Blacquerst, aunque Moreau
de Saint-Mery, en Descripción de la parte Española de Santo Domingo, publicada en Filadelfia
en 1776, señala su existencia con anterioridad a la fecha:
“Hay también una imprenta que solo se emplea en la impresión de periódicos, registros,
resúmenes y otras cosas del mismo género, para las diferentes ramas de la administración”.
(p.349. Ed., 1934).
Pedro Henríquez Ureña estima probable que en la imprenta citada por Saint-Mery” se
imprimiera, entre otros documentos, la Oración Fúnebre sobre Colón, del Arzobispo Portillo,
1795, y antes los Estatutos de la Universidad Santo Tomás de Aquino (Emilio Rodríguez
Demorizi: La Imprenta y los Primeros Periódicos de Santo Domingo. Biblioteca Nacional, Feria
del Libro, 1973. Vol. 1).
Al Señor Blocquerst, además de ser el primer impresor conocido de Santo Domingo, le
cabe la gloria de haber sido compañero de armas del Marqués de Lafayette, y héroe de la
batalla de York Town, del 19 de octubre de 1781”, coronación de la asombrosa serie de accio-
nes realizadas por el genio militar de Washington. (Emilio Rodríguez Demorizi: Recuerdos
de Filadelphia. Impresor en Santo Domingo y Soldado en York Town. La Nación, Santo Domingo,
19 de febrero de 1942).
Aquí formó parte de las tropas del general Luis Ferrand y abandonó la isla en 1809
después de la derrota de Palo Hincado. Su imprenta se asienta en la historia de los impre-
sos dominicanos con la publicación en 1800 de la Novena para implorar la protección de María
Santísima por medio de la imagen de Altagracia. Este, según asienta don Emilio Rodríguez De-
morizi, le asigna a Santo Domingo el tercer lugar entre las ciudades que tuvieron imprenta
en el continente. Le adelantaron México y Perú.
El mismo año en que se publicó la Novena apareció el Proceso verbal de la toma de pose-
sión de la parte española de la Isla de Santo Domingo (Impreso en francés, 1801. Convenio entre
Joaquín García y Toussaint Louverture, 1801). En su condición de impresor del gobierno
francés Blocquerst tuvo a su cargo también el Boletín de Santo Domingo que circuló entre
1807 y 1809.
Le siguen a esta imprenta la de la Capitanía General, donde se imprimieron, entre otras
obras, la Memoria sobre la Vacuna, del Dr. Antonio Pineda (1814), y Lógica de Andrés López
Medrano (1814).

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

En este período nace el periodismo dominicano, pues, además del Boletín de Santo Do-
mingo, que presumiblemente debió ser un periódico bilingüe por las circunstancias histó-
ricas en las que se encontraba la parte del Este de la Isla, entonces bajo el dominio francés,
se publicó en 1821 El Duende, dirigido por el Dr. José Núñez de Cáceres, en el que insertó
la fábula El Águila y el Escarabajo, “dejando por ella conocer su proyecto de independencia,
en venganza contra España por no haber logrado de la Corte lo que tanto ambicionaba”,
según se hace constar en un artículo publicado por una Anciana en El Dominicano (No. 22)
del 5 de febrero de 1846.
Al Duende le siguió El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo, publicado en 1821 en la
Imprenta del Gobierno, cuya redacción estuvo a cargo del Dr. Antonio Maña Pineda, título
que refleja el efecto que produjo en la isla la “libertad de imprenta” consagrada en la Consti-
tución de Cádiz de 1812. Leonidas García Lluberes: La Imprenta en Santo Domingo, y Periódicos
Dominicanos del Siglo XX, en Crítica Histórica, 1964, y Manuel A. Amiama: El Periodismo en la
República Dominicana, 1933).
Este fervor constitucionalista, acompañado de visibles ansias de libertad fue ahogado por
la invasión haitiana de 1822, que produjo una especie de letargo en las expresiones culturales
de origen hispánico, lo cual dio como resultado el éxodo de sus principales exponentes, y,
por vía de consecuencia, el cierre de la fuente principal de esa cultura, la Universidad de
Santo Tomás de Aquino.
Un nuevo movimiento nacionalista surgió con la fundación de La Trinitaria en 1838, y el
periodismo fue un instrumento idóneo para la propaganda política de los Trinitarios. Alguno
de estos periódicos circulaban en forma clandestina y manuscritos, otros eran de impresión muy
pobre, entre ellos El Grillo Dominicano, con la intervención del trinitario Juan Nepomuceno
Ravelo. Alcides García Lluberes considera que el segundo apellido de este trinitario era
Tejera, y no Ravelo (1815-1885). También circularon La Chicharra y El Alacrán sin Ponzoña.
Otro trinitario, José María Serra (1819-1888) tomó parte de esta labor propagandística, con la
orientación del líder del movimiento independentista, Juan Pablo Duarte y Diez (1813-1876),
quien, además, puso a disposición de sus prosélitos sus libros, “libros que quería tanto”, como
dice su hermana Rosa Duarte. Sierra fue de los redactores del periódico El Dominicano.
Tras el advenimiento de la República se produce, consecuentemente, un movimiento
cultural inspirado en la nueva coyuntura política que se presentaba en el país. Del periodismo
artesanal y clandestino se pasó a una forma de expresión más abierta y crítica. El poeta román-
tico Félix María Del Monte (1819-1899) escribe el primer himno que entonaron los soldados de
la guerra de la independencia, es introductor del colorismo costumbrista en nuestra poesía.
Él y Nicolás Ureña de Mendoza (1822-1875) son ejemplos, junto a otras notables figuras
vinculadas al nuevo rumbo de la cultura dominicana, de los que exaltaban el nacionalismo,
el costumbrismo y las veleidades románticas. No faltaban los apologistas del progreso que
sucumbía ante el peso abrumador de la anarquía y el canibalismo que con sus efectos corro-
sivos marcaron la vida de la sociedad dominicana en la segunda mitad del siglo XIX.
Dos años después de la proclamación de la República, se constituyó, en la casa de
Manuel María Valencia (1810-1872), la Sociedad Amigos del País, impregnada del espíritu
duartiano por los nombres de sus integrantes: Félix María del Monte (1819-1899), Jacinto de
la Concha (1819-1886), José María Serra (1819-1888), Felipe Alfau (1819-1878). Félix María
Ruiz (1815-1891). Esta sociedad , homónima de la que surgió en 1871 puede ser también la
primera que surgió después de la independencia.

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Pero, a pesar de las sucesivas crisis políticas, en el ámbito de la cultura se aprecian


manifestaciones de gran aliento, donde algunos de los protagonistas excepcionales de esa
degradante situación son ejemplos también de conducta cívica en el ejercicio de las funciones
políticas que debieron asumir, alentadores igualmente de un ejercicio periodístico doctrinario
y la producción literaria, tanto en prosa como en verso. Por lo tanto, a los nombres de Del
Monte y Ureña de Mendoza cabría agregar los de Ulises Francisco Espaillat, (1823-1878),
Benigno Filomeno Rojas, Gregorio Luperón (1839-1897), en su doble condición de militar,
líder político e historiador; Emiliano Tejera (1839-1897), José Gabriel García (1834-1910),
Francisco Gregorio Billini (1844-1898), los hermanos Alejandro (1823-1906) y Francisco Xavier
(1816-1884) Angulo Guridi y el Arzobispo Fernando Arturo de Meriño (1823-1906), figura
descollante no sólo como prelado, sino también como político, escritor y maestro.
Al lado de estos próceres del civismo y de la cultura, habría que colocar a los tres grandes
poetas de su siglo: Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897), además de poetisa, maestra;
José Joaquín Pérez (1845-1900), quien también ejerció la docencia, el periodismo y la política,
y el malogrado Fernando Gastón Deligne (1861-1913), cuya acción literaria la consagró a la
poesía y al periodismo.
Pero en la línea que nos hemos trazado para situar a don Julio Desiderio Postigo en un
marco histórico convergente con su actividad como empresario del libro y editor, conviene
destacar que en la segunda mitad del siglo XIX surgieron numerosas imprentas, así como
también las primeras librerías de las que históricamente tengamos noticias concretas.
Este rodeo, que tal vez se considere excesivo, lo hemos realizado con el propósito de
situar en su contexto la extraordinaria labor realizada por don Julio Postigo como editor y
librero con una amplia visión social, aspecto en el que se distancia de sus antecesores en esa
área empresarial, pues de lo contrario sería como presentar en una galería un hermoso cua-
dro sin el marco que lo complemente. Algo parecido sucedería con la emblemática Librería
Dominicana si nos limitáramos a exhibirla como un gran espacio cultural, sin colocar a su
lado los antecedentes del mismo género que nos permitan establecer sus peculiaridades.
Esta ha sido la razón que nos ha movido a orientar nuestro estudio en una dirección
más abarcadora, donde el señor Postigo enaltece una tradición que nace en los albores del
período colonial, y adquiere certificado de dominicanidad en el período en el que prolifera
el periodismo, junto a una modesta editorial, donde tiene mayor presencia la Imprenta de
García Hermanos, en la que aparecieron, entre otras publicaciones: Los Restos de Cristóbal
Colón en la Catedral de Santo Domingo, de Monseñor Roque Cochía (1879); Los Restos de
Cristóbal Colón exhumados en la Catedral de Santo Domingo en (1795-1877), de don Emiliano
Tejera, y Lira de Quisqueya, Poesías Dominicanas, de José Castellanos (1874).
En esa misma imprenta se publicó en 1882 el Informe sobre los Restos de Colón presenta-
do a la Sociedad “Amigos del País”, relativo a los últimos opúsculos escritos en el extranjero
acerca del hallazgo del 10 de septiembre de 1882; con igual sello editorial se imprimió en
1893 la Descripción de los límites de la ciudad de Santo Domingo, así como también en 1885, la
triste “leyenda en verso” de Félix María del Monte: Las Vírgenes de Galindo o la Invasión de
los haitianos sobre la parte española de la Isla de Santo Domingo, el 9 de febrero de 1822. Dos años
antes, igualmente Amigos del País publicó la primera selección de la producción de la insigne
poetisa Salomé Ureña de Henríquez.
Consecuente con su objetivo principal “el desenvolvimiento intelectual de sus miem-
bros”, esta honorable sociedad fue un canal abierto a las inquietudes intelectuales y a la vida

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

cultural de la República, desde su creación en 1871 hasta su desaparición en 1905”, cuando


en un acto de violencia gubernativa se incautó el local que ocupaba. A esta sociedad se debe
la creación en 1876 de una biblioteca pública; la fundación en 1879 de la revista Estudio, y
patrocinó la publicación de las poesías de la señorita Josefa Perdomo (1834-1876) en 1885,
con un prólogo de José Joaquín Pérez (Flor de Palma), y en 1888 editó la obra del poeta y
político, Manuel Rodríguez Objío (1833-1871). Pero realmente su mayor aporte a la biblio-
grafía dominicana fue la edición en 1890, en cuatro tomos, de la Historia de Santo Domingo,
de Antonio del Monte y Tejada (1783-1861).
El Dr. Vetilio Alfau Durán nos ofrece una valiosa síntesis acerca de la trayectoria de la benemé-
rita Sociedad Literaria Amigos del País (Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos 1. Compilación de
Arístides Incháustegui y Blanca Malagón. Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia
Nacional. Vol. 11. Gobierno Dominicano. Santo Domingo, R. D., 1994. pp.400-401).
Resulta oportuno señalar que todas estas obras llevan el sello de la Imprenta de García
Hermanos, lo cual demuestra que fue realmente una empresa de gran capacidad productiva
en su época, pues no se limitó como haría don Julio Postigo después, a la impresión, sino que
también regenteó una librería, de la que se hizo eco Fernando Arturo de Meriño en 1867 en
sus Elementos de Geografía, Física, Política e Historia de la República Dominicana, en la que, con
el título: Biblioteca Nacional de Venta en la Librería García Hermanos, cita dieciséis obras, entre
ellas la Memoria para la Historia de Quisqueya y el Compendio de Historia de Santo Domingo,
de uno de los propietarios del establecimiento, don José Gabriel García. Se citan, además,
la Idea del Valor de la Isla Española de Antonio Sánchez Valverde y las Fantasías Indígenas de
José Joaquín Pérez Matos.
Pero la dinámica editorial de la Imprenta de García Hermanos no se limitaba a las obras
de los principales escritores de la época, sino que en sus talleres se imprimió en 1882 la
Colección de Leyes, Decretos y Resoluciones emanadas de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la
República Dominicana, práctica que se mantuvo hasta muy entrado el siglo XX, con el nombre:
Imprenta J. R. Vda. García, Sucesores. Originalmente su domicilio estaba situado en la Calle
Separación, hoy Calle El Conde.
Otra imprenta y librería del siglo XIX de la que tenemos noticias fue la de José Ricardo
Roques y Cía. De ésta poseemos un ejemplar de su catálogo que data de 1894. Este catálogo
lleva como título: Cuna de América. Catálogo General de la Librería, Papelería y Almacén de Música
de Santo Domingo, 1894.
Por su parte, Max Henríquez Ureña nos relata, en Hermano y Maestro, la afición por la lectura
que desde su infancia se despertó en Pedro Henríquez Ureña, lo cual provocó su interés por
leer a Romeo y Julieta, de Shakespeare, y para satisfacer ese deseo recurrieron a la gran Librería
Selecta de don Félix Evaristo Mejía, quien “le requirió, por su temprana edad, la presencia de
su padre, cosa que hicieron al día siguiente y obtuvieron las obras del celebrado dramaturgo,
al que posteriormente Pedro le dedicó varios estudios (Librería Dominicana, 1959).
En 1879, en la imprenta del Colegio San Luis Gonzaga, vio la luz la Primera Parte de
Enriquillo. Leyenda Histórica, de Manuel de Jesús Galván (1834-1910), y que habría de conver-
tirse en la obra más divulgada de la literatura dominicana, traducida al inglés y al francés.
Poseemos un curioso ejemplar de esta edición, pues tiene anexas sendas cartas manuscritas,
dirigidas por Galván al Director del Eco de la Opinión (Francisco Gregorio Billini) y a José
Joaquín Pérez. Esta última fechada el 8 de octubre de 1879, la anterior el 25 de noviembre
de 1887.

720
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

El autor de esta célebre novela es considerado junto a Antonio del Monte y Tejada
(1783-1861) y a Emiliano Tejera, los más altos exponentes de la prosa castellana en nuestro
país durante el siglo XIX. Como periodista defendió abiertamente la anexión a España a
través del semanario La Razón, fundado por él con ese propósito. Fue, además, cofundador
del Oasis, que vio la luz pública el 26 de noviembre de 1854, el cual sirvió de vocero a la
Sociedad Amantes de las Letras, presidida por el resaltado prosista.
Nuestro siglo XIX por el desbordado laborantismo político que se vivió en el país, también
fue pródigo en la existencia de medios de comunicación. Muchos de ellos servían de voceros de
las distintas facciones políticas que interactuaban en el país (Manuel Amiama. El Periodismo en
la República Dominicana, Santo Domingo, Talleres Tipográficos La Nación, 1933).
Por lo anteriormente expuesto, la segunda mitad del siglo XIX, y a pesar de la crónica
anarquía política que permeaba todos los estamentos de la vida dominicana, se caracterizó
por la existencia de numerosas publicaciones periódicas, sociedades culturales, edición de
libros; la existencia de tres reconocidas librerías, lejanos antecedentes de la actividad em-
presarial en la que se destacó el señor Julio Postigo con resonante éxito, en un medio donde
se sufrían los efectos de una vida política muy agitada, pero a pesar de eso contaba, como
se ha visto, con una tradición cultural en la que el libro era el principal protagonista. Así lo
expresan los repertorios bibliográficos siguientes:
Pedro Henríquez Ureña: Bibliografía Literaria de Santo Domingo (Repertorio Americano. San
José, Costa Rica, 7-14-21, de septiembre de 1920. Se inserta en De mi Patria. Santo Domingo,
1974); Carlos Manuel Trolles: (1866-1951), “sagaz bibliógrafo cubano”, autor de un Ensayo
de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII. Seguidos de unos Apuntes para la bibliografía
dominicana y puertorriqueña. Matanzas, 1907; Emilio Rodríguez Demorizi: La Imprenta y los
primeros periódicos de Santo Domingo. Imprenta San Francisco. Ciudad Trujillo, R. D., 1944;
Luis Floren Lozano. Bibliografía de la República Dominicana. Roques Román, C. por A. Ciudad
Trujillo, R. D. 1948; Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos I. Compiladores Arístides Incháus-
tegui y Blanca Malagón. Gobierno Dominicano. Publicaciones del Sesquicentenario de la
Independencia. Vol. II. Santo Domingo, R. D., 1944; Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario.
Escritos (1) Compiladores... Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacio-
nal. Santo Domingo, R. D., 1944; Dato Pagán Perdomo. Bibliografía General de la Isla de Santo
Domingo. Contribución a su estudio. 2 tomos. Universidad Central del Este. Serie Científica
IX, San Pedro de Macorís, 1979; Frank Moya Pons: Bibliografía de la Literatura Dominicana
(1820-1990), 2 volúmenes. Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro. Imprenta
Amigo del Hogar. Santo Domingo, 1997; del mismo autor y de Marisol Floren: Bibliografía
del Derecho Dominicano (1844-1998). Edición auspiciada por la Asociación Hipólito Herrera
Billini, Inc. y la Fundación Institucionalidad y Justicia, Inc. (FINJUS). Editora Judicial. Santo
Domingo, 1999.
El consagrado historiador Moya Pons prepara, una tercera obra bibliográfica acerca de
la historia dominicana. El tema de la bibliografía dominicana ha sido abordado por autores
de incuestionable competencia; sin embargo, notamos que aún hay márgenes para estudios
más exhaustivos, sobre todo en la producción colonial, aunque contamos con los valiosos
trabajos ya citados del padre Vicente Rubio, Esteban Mira Caballos, así como el de la Dra.
en Arq. Virginia Flores Sasso: La presencia de libros de arquitectura en las bibliotecas coloniales
(Anuario No. 4 del Centro de Estudios Humanísticos y del Idioma Español, adscrito a la
Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, 2008. En esta línea de trabajo puede servir

721
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de modelo el erudito libro del puertorriqueño Antonio S. Pedreira: Bibliografía Puertorriqueña


(1493-1930), Monografías de la Universidad de Puerto Rico. Serie A. Estudios Hispánicos.
Núm. 1. Madrid, 1932. Con el mismo tema apareció en 1924 la obra de José Gérgel y Abe-
lardo Morales Ferrer, aunque menos exhaustivas que la de Pedreira, no por ello deja de
tener gran importancia. Como nota de interés para nosotros citan el Informe de Manuel de
Jesús Galván titulado: Arreglo de la Cuestión Domínico-Española de 1879. Rectificaciones a un
opúsculo del Dr. Ponce de León. Impreso en Santo Domingo. Un folleto de 50 páginas. Año
1880”. (Op. Cit. p.142).
Max Henríquez Ureña cita este documento en la semblanza que le dedica a Galván en sus
Memorias de Relaciones Exteriores (Imprenta de J. R. Vda. García, Sucesores. Santo Domingo,
R. D., 1933. pp.72-73).
Los anhelos de paz, progreso y libertad que se advierten en amplios segmentos de la
población dominicana en la segunda mitad del siglo XIX y expresados en la dicotomía
hostosiana de “civilización o muerte”, se aprecian en la existencia de sus abundantes
publicaciones periódicas, así como también en la constitución de sociedades culturales y
recreativas. Muchas de ellas creaban sus propios periódicos y bibliotecas, como las men-
cionadas Amigos del País y Amantes de las Letras. Con igual propósito nació en La Vega,
en septiembre de 1878, la Sociedad La Progresista, cuya biblioteca se instaló el mismo año
de su fundación. Amplía esta honorable relación, La Republicana, 1867, la cual sostuvo
una sala de teatro en su local instalado en el antiguo Seminario Conciliar por concesión del
Arzobispo Meriño. El 17 de enero del 1880 se fundieron las bibliotecas de La Republicana
y la de Amigos del País.
Sería un error imperdonable silenciar en este relato el nombre de la Sociedad Amantes
de la Luz, fundada en Santiago por Manuel de Jesús Peña y Reynoso (1834-1915) el 14 de
junio de 1884, institución que aún sigue ofreciendo sus luces a la sociedad con su histórica
biblioteca. Peña y Reynoso promovió también la creación de la Biblioteca Municipal de
Puerto Plata, la cual abrió sus puertas en 1881.
Llegó a ser tan notable la existencia de las bibliotecas en el país que don Federico García
Godoy, en su condición de diputado, propuso en 1892 la creación de una Biblioteca Nacional,
convirtiéndose así en el precursor de esta idea.
Pero si en verdad la existencia de una biblioteca debe ser valorada como símbolo de cul-
tura, esta estimación le corresponde a la primera biblioteca pública que existió en la capital
de la República, enriquecida con los fondos donados por el filólogo y ensayista domínico-
venezolano, Rafael María Baralt (1810-1860).
El célebre autor del Diccionario de Galicismos era hijo de padre venezolano y de ma-
dre dominicana. Vivió en nuestro país y le sirvió como diplomático en España. Al morir,
en un gesto de imponderable generosidad le donó su valiosa biblioteca personal a la
República Dominicana, su “segunda patria”. Por este gesto y los servicios prestados a
nuestro país fue declarado “benemérito de la patria”, a la que le dedicó, con expresión
de amor filial, su poesía Adiós a la patria, la que vio la luz en el periódico Oasis, el 18 de
marzo de 1861.
Los libros donados en vida por Baralt a la República Dominicana, reiterada “ya en artículo
mortis”, según lo confirma Felilpe Alfau y Bustamante, nuestro representante diplomático
en la Corte de Madrid en esa época, amigo personal del donante, y quien tuvo a su cargo
todos los trámites para el envío a nuestro país del valioso donativo.

722
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

En carta fechada en Cádiz el 2 de junio de 1860 expresa el embajador Alfau: “Por el vapor
transporte de guerra de S. M. Católica, el Velasco, que va destinado a la isla de Cuba, con
orden expresa de hacer antes escala en esa capital, tengo el honor de remitir a usted, tres
grandes cajas de libros que el señor D. Rafael M. Baralt legó a la República a su fallecimiento.
Por más que nos sea tan sensible como es natural el donativo de esta preciosa adquisición
siempre será honroso para nuestro país el que un literato de fama universal en tan supremo
acto, haya puesto la intención de su gratitud en la República Dominicana para favorecerla
con la joya más rica de su brillante existencia.
Don Emilio Rodríguez Demorizi publica el catálogo de la afamada Biblioteca en Apuntes y
Documentos. Estaba formado por unos 300 títulos incluyendo la obra titulada Guerras Civiles
d´Haití, sin indicar el autor.
La Biblioteca de Baralt permaneció en el Palacio de Gobierno hasta el 10 de enero de
1867, fecha en la que el Pbro. Fernando Arturo de Meriño, Apolinar de Castro, José Gabriel
García (1834-1910), Mariano Antonio Cestero (1838-1909), Juan Bautista Zafra (1892-1939) y
Emiliano Tejera, iniciaron la “formación de una biblioteca para abrirla al público en la planta
baja del Colegio Seminario Conciliar, residencia de Meriño, entonces Vicario y Gobernador
Eclesiástico”. Para el logro de este propósito solicitaron los libros de Baralt depositados se
ha dicho, en la casa de gobierno, “donde se encontraban ya muy desmejorados y empobre-
cidos, según dice César Nicolás Penson (1855-1901), en su Reseña Histórico Crítica de la Poesía
en Santo Domingo, lo cual demuestra que la mentalidad depredadora de los dominicanos es
un enfermedad endémica.
La Sociedad Literaria La Juventud pidió permiso para restaurarla, y la sostuvo hasta
su disolución, pasando en 1875 a ser administrada por la Sociedad Amigos del País, ins-
titución que “auspició su crecimiento. Pero lamentablemente, y muy a pesar del cuidado
desplegado por esta competente Sociedad, siguió sufriendo menoscabo debido al clima y a
los insectos”; pero “también los sucesos políticos de aquellos tiempos frustraron el proyecto
iniciado por el Arzobispo Meriño y demás compañeros, por lo cual no fue sino la noche
del 11 de noviembre de 1874 cuando se pudo inaugurar la Biblioteca Pública que con tanta
ilusión habían concebido”.
La Biblioteca de Amigos del País formada con los fondos donados por Baralt, reunió
también los que pertenecieron a la Sociedad de la Juventud, La Republicana y con algunas
obras adquiridas con los escasos fondos que lograban recabar de los socios de “Amigos del
País”, de tan brillante y fecundísima historia,”. Como apunta el Dr. Vetilio Alfau Durán, este
centro de cultura se estableció originalmente en el edificio de la Cárcel Vieja, restaurado para
esos fines, situado frente a la Plaza Colón, donde estuvo hasta 1955 la Cámara de Diputa-
dos. Allí permaneció varios años, hasta que un día sin lumbre de 1905, siendo Secretario
de la benemérita Sociedad don Enrique Deschamps, un grupo con violencia gubernativa
se incautó del local y dispersó la biblioteca. Este fue el triste final de la primera Biblioteca
Pública Dominicana.
El docto historiador antes citado, expresa al final de su artículo:“Cabe recordar que la
primera disposición gubernativa a favor de las bibliotecas públicas fue dictada durante la
administración del presidente Cesáreo Guillermo (1847-1895), en 1879, de cuyo ministerio
formaba parte el general Segundo Imbert (1837-1905), a quien se debe la fundación en 1874
de la primera biblioteca pública que tuvo Puerto Plata y fue, según creemos, la segunda
ciudad que tuvo establecimiento de este género. Gracias a la ayuda oficial decretada en 1879

723
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

continuada por sucesivas administraciones, y al entusiasmo de asociaciones culturales, se


establecieron bibliotecas públicas en Santiago, La Vega, Montecristi, Higüey, El Seybo, Baní,
Azua, Samaná, Macorís; alguna de estas existen todavía. En esta capital, con el nombre de
Biblioteca Popular, se inauguró el 27 de febrero de 1886 en un salón de la planta baja del
Colegio San Luis Gonzaga, fundado por el filántropo Francisco Xavier Billini (1837-1890)
(Consúltese, Lic. Emilio Rodríguez Demorizi: Apuntes y Documentos. Vol. 1. Talleres Tipo-
gráficos. Librería Dominicana. Ciudad Trujillo, 1957); Vetilio Alfau Durán: Nuestra Primera
Biblioteca Pública, en Vetilio Alfau Durán en Clío. Escritos. Compiladores Arístides Incháus-
tegui y Blanca Malagón. Publicaciones del sesquicentenario de la Independencia Nacional.
Gobierno Dominicano. Santo Domingo, R. D., 1994).
Finalmente, con los restos de nuestra primera biblioteca pública se creó por Resolución
del Ayuntamiento del Distrito Nacional, del 11 de octubre de 1922, la Biblioteca Municipal,
que tuvo su sede en el templo de la Tercera Orden Dominica, asiento que fue posteriormente
de la Escuela Normal fundada por Eugenio María de Hostos (1833-1901). No sabemos donde
se encuentra actualmente ni que se han hecho los escasos libros que finalmente poseía de su
desmedrado catálogo. Recordamos haber leído allí Historia de las Guerras Civiles en Francia,
de Henrico Calarino Dávila, y Las Noticias Secretas de América, por Jorge Juan y don Antonio
Ulloa, así como también la Vida Religiosa y Política de Tallarrand, desde su nacimiento hasta
su muerte.
Un balance exhaustivo de la vida cultural dominicana luego del nacimiento de la Repú-
blica ofrecerá resultados positivos dentro de las anómalas circunstancias que prevalecían,
ya que se percibe la voluntad de amplios segmentos de nuestra sociedad, que se resistía a
perecer bajo el peso de la barbarie, resultado del ejercicio infecundo de la epidemia política
que afectó a nuestro país en ese período.
Con fe en el porvenir como consigna social recibimos al siglo XX, no exento de los efec-
tos disolventes que se incubaron tras la decapitación de la dictadura de Ulises Heureaux,
anarquía que sólo se detuvo con la indeseable intervención norteamericana de 1916. El poder
de la moral hostosiana no pudo impedir el triste espectáculo de las discordias políticas, los
cuartelazos y la intolerancia, que finalmente aceleraron por “asfixia moral” la muerte en
1903 del excelso maestro domínico-puertorriqueño.
Muchos de los creadores y promotores de la cultura del siglo XIX sirvieron de inspiración
a las nuevas generaciones, aunque algunos de ellos no sobrepasaron la segunda década del
nuevo siglo: Galván murió en 1910, año en el que también falleció el “historiador nacional”
José Gabriel García; el influyente Arzobispo Meriño, falleció en 1906; Emiliano Tejera, en
1823; el autor de las Fantasías Indígenas, en 1900, y Deligne en 1913.
En fin, la obra de los próceres del civismo y de la cultura que brillaron en el siglo XIX,
alcanzó los umbrales del siguiente con positivos resultados; pues iluminaban el oscuro pa-
norama que heredaba la nueva centuria, lo cual fue el colapso de nuestra soberanía. Mientras
San Pedro de Macorís, se convirtió en la meca de las oportunidades de las Antillas por el
auge de la industria azucarera. Allí nació, el 4 de febrero de 1904, Julio Desiderio Postigo.
Fueron sus padres don José Monserrat Postigo Collazo, comerciante de origen puertorri-
queño, y doña Isabel María Arias, nacida en Santiago de los Caballeros, pero que residió en
la Sultana del Este desde temprana edad.
Con la autoría del Señor J. Adalberto Martínez, la Fundación Evangélica Dr. Julio D.
Postigo, publicó en 1994 un valioso compendio sobre Julio Postigo y la Librería Dominicana.

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Semblanza e Historia, en la que se resume la exitosa labor de difusión cultural realizada por
don Julio en su calidad de Gerente de la Librería Dominicana.
El autor de esta obra apunta: “En la República Dominicana se vivían días de incerti-
dumbre hacia finales del siglo XIX. La muerte del presidente Ulises Hereaux, a mediados
de 1899 puso fin a la dictadura; pero ya el país estaba prácticamente hipotecado. A fin de
sostener su proyecto político, Heureaux había endeudado el país con capitales holandeses,
franceses, alemanes, ingleses y norteamericanos. A ello se reunió la lucha política entre el
comerciante Juan Isidro Jimenes y sus seguidores, y el general Horacio Vásquez y sus parti-
darios, provocando que el presidente de los Estados Unidos de América Teodoro Roosevelt
se apropiara de la administración de las aduanas dominicanas”. (Op. Cit. pp.39-40).
En medio del caos se sentía el aliento de la cultura con los consecutivos aportes de los
intelectuales que venían del pasado siglo, y los que emergían con la esperanza puesta en
el futuro. Entre 1900 y 1919 se editaron tres tomos de la Historia de Santo Domingo de José
Gabriel García, incluyendo la Historia Moderna de la República Dominicana (1906), todas en
la imprenta de la que él era co-propietario. Otra imprenta y librería que continuó laboran-
do hasta muy entrado el siglo XIX fue la Cuna de América, de Roques Román Hermanos,
quienes editaban la revista del mismo nombre, una de las de mayor auge y contenido que
hemos tenido, por lo que aún sigue siendo fuente de primer orden para el estudio de la
cultura humanística dominicana.
Como expresión de reconocimiento y gratitud a Eugenio María de Hostos, la Imprenta
Olgo publicó en 1904, un importante libro testimonio, con el título: Eugenio María de Hostos.
Ofrenda a su Memoria, donde se recogen las más variadas manifestaciones de duelo que se
produjeron dentro y fuera de nuestro país, en ocasión de la muerte del eximio pensador
antillano.
Otra muestra de la presencia de realizaciones de valor cultural en este agitado período de
nuestra vida republicana lo constituye la publicación en 1913, del Libro Primero del Bosquejo
Histórico del Descubrimiento y Conquista de la Isla de Santo Domingo, del político y geógrafo
Casimiro N. de Moya, con el sello de la Imprenta La Cuna de América. Viuda de Roques y
Cía, donde años después también se publicaba (en 1926) la biografía de Fernando Arturo
de Meriño, la de la novelista Amelia Francasci (Amelia Francisca de Leyba 1850-1941).
Este mismo año se publicaba en la Imprenta de J. R. Vda. García, la segunda edición de
Los Restos de Colón en Santo Domingo y Los dos Restos de Cristóbal Colón, de don Emiliano
Tejera. Son estos algunos de los autores ya consagrados que compartieron su experiencia y
prestigio con otros autores, algunos nacidos en las postrimerías del siglo XIX, pero que si
bien saborearon en forma tardía las mieles del romanticismo, se nutrieron del canto azul de
Rubén Darío. Arquetipos inequívocos de esta metamorfosis fueron Fabio Federico Fiallo
Cabral (1866-1942); Osvaldo Bazil Leyba (1884-1947); Federico Ramón Ortega Bermúdez
(1884-1921); Virgilio Díaz Ordóñez (1895-1968); Ricardo Pérez Alfonseca (1892-1950) y Tulio
Manuel Cestero (1877-1954).
Los hermanos Pedro (1884-1946) y Maximiliano (1885-1967), Henríquez Ureña, sintieron
en los inicios de su carrera literaria el influjo del modernismo. Así se constata en la Breve
Historia del Modernismo escrita por este último, inclusive se llega a decir que Flores de
Otoño (1901) de Pedro es la primera poesía de “tipo francamente modernista que lleva la
firma de un autor dominicano”. Otros nombres que podrían incluirse dentro de esta ten-
dencia en el ámbito de la poesía son el de Altagracia Saviñón (1886-1942) y el de Valentín

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Giró (1883-1949) “quien se limitó simplemente, a recoger algunas novedades métricas y


dos o tres ideas poéticas que el modernismo había puesto en circulación” (Max Henríquez
Ureña: Breve Historia del Modernismo, 1954; Emilio Rodríguez Demorizi: Rubén Darío y sus
amigos dominicanos, 1948).
Con la presencia del modernismo que irrumpe en nuestro país a principios del nuevo
siglo, según Max Henríquez Ureña, el movimiento del Paladión (1971), el Postumismo
(1921), y la innovadora tendencia de la Poesía Sorprendida (1943), se define así, con carac-
teres propios la cultura humanística dominicana que se asienta desde las primeras décadas
del siglo XVI.
Un elemento digno de consideración en este intenso proceso ha sido la existencia de la
imprenta con más de dos siglos de incuestionable existencia.
Nos hemos referido a la Imprenta de García Hermanos y a su librería La Retreta, así
como también a la Cuna de América, imprenta y librería de Roques Hermanos, que al pa-
recer desde 1910 fue conocida como símbolo de una sostenida producción editorial, desde
finales del siglo XIX, hasta muy entrada la siguiente centuria. Sin embargo, estimamos
oportuno agregar a esta exigua lista algunos de los nombres que dignifican este ángulo
de la actividad empresarial de nuestro país, y desde donde han salido diversas obras que
hoy enriquecen nuestra bibliografía. Para este breve inventario hemos observado cientos
de obras existentes en nuestra biblioteca, limitándonos a los nombres de algunos de ellos:
Rafael Montalvo-Editores, nombre con el que operaba en 1922 la Imprenta Montalvo, muy
favorecida por los escritores, incluso por el gobierno; Tipografía El Progreso, Emiliano Espinal
(1919); Talleres Tipográficos La Opinión (1933); Imprenta Montalvo (1938); La Opinión, C.
por A. (1932); Editorial Stella (1954). Tip. El Progreso, Quírico y Sanabia (1922); Imprenta
Listín Diario (1930). Este año aparece en la misma imprenta otra publicación que poseemos,
lo cual demuestra que la editora Listín Diario también realizó labor de imprenta; Talleres
Gráficos Itesa, la Información, y Editorial El Diario de Santiago.
En esta última editorial, situada en Santiago de los Caballeros se imprimieron los tomos
de la Colección Trujillo (1944) y los Discursos, Mensajes y Proclamas del Honorable Dr. Rafael
L. Trujillo, Presidente de la República. La primera de estas publicaciones se realizó en ocasión
de la conmemoración del primer centenario de la República, que en verdad sólo tiene de
Trujillo el nombre; pero no así la Colección de Discursos y Proclamas, pues a nuestra ma-
nera de ver, por el estilo de su impresión forma parte del faraonismo político que vivió el
país (1930-1961). En esta misma tendencia debemos inscribir los 20 tomos de la Colección
(Impresora Dominicana, 1955) La Era de Trujillo. 25 años de Historia Dominicana.
Independientemente de la obvia atención política que subyacía en estas publicaciones, es
innegable que en el curso de la dictadura que durante tres décadas le impuso su omnímoda
voluntad a la sociedad dominicana, se produjo una apreciable actividad cultural con dos per-
files característicos: el tono laudatorio y la simulación con una delirante presencia del primero.
En medio de este ambiente se mueve don Julio Postigo en calidad de importador, expendedor
y productor de libros. Esta última actividad se consolida con un novedoso proyecto editorial:
La Colección Pensamiento Dominicano, que se inaugura en 1950 con las Narraciones Domini-
canas del Dr. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, connotado colaborador de la dictadura,
pero al mismo tiempo uno de los más lúcidos intelectuales de esa época.
Parecería que con su presencia don Julio pretendiera garantizar la supervivencia de su
más apreciado aporte a la cultura dominicana.

726
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Otras publicaciones dignas de señalar son la Enciclopedia Dominicana en ocho tomos (1976),
y los Cuadernos Dominicanos de Cultura, también en ocho tomos, compilados por Arístides
Incháustegui y Blanca Malagón, con el patrocinio del Banco de Reservas.
En efecto don Julio introdujo un nuevo concepto en la comercialización del libro. No se
tienen noticias, sin embargo, de una formación académica que le sirviera de soporte a sus
audaces iniciativas. Hombre de visible modestia, era dueño de un desarrollado instinto de
persuasión que lo expresaba con naturalidad y franqueza. Sabía administrar sus palabras
y honrar sus compromisos.
Durante los numerosos encuentros que sostuvimos, ya como cliente de la Librería,
primero, y de la Hispaniola, después, o en las reuniones que compartimos para la organi-
zación de algún evento relacionado con el libro. Nunca lo vimos alterarse, pero tampoco
admitir situaciones que violentaran sus convicciones, sobre todo en lo que respecta al
manejo de recursos era rigurosamente estricto. Esto puedo afirmarlo con verdadero co-
nocimiento de causa.
En una ocasión nos confesó que su mayor escuela había sido la rectitud de su padre. Don
Julio, ha dicho el Dr. Mariano Lebrón Saviñón era “un hombre bueno, cordial y piadoso”
(Prólogo. Julio Postigo...).
Nació en el curso del prolongado y conflictivo proceso de transición política que causó la
muerte de Ulises Heureaux, y San Pedro de Macorís no estuvo exento de sus consecuencias.
Sin embargo, la explotación de la caña de azúcar hizo cambiar la vida económica del país,
pues varias corporaciones norteamericanas aprovechando esa coyuntura intervencionista
de 1916, hicieron sustanciales inversiones en el desarrollo de la industria azucarera, hasta
convertirse en los mayores accionistas de ese sector industrial, desplazando a los expertos
cubanos que lo lidereaban.
San Pedro de Macorís se convirtió en la metrópoli del azúcar en la República Dominicana
desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad de la siguiente centuria, situación que
provocó que reconocidos representantes de la intelectualidad dominicana y profesionales en
otras áreas se asentaran en esa ciudad, como el Dr. Américo Lugo Herrera, el doctor Francisco
Eugenio Moscoso Puello (1885-1959), los infortunados hermanos Fernando (1861-1913) y
Rafael Alfredo Gastón Deligne Figueroa (1863-1902).
La Sultana del Este, al tiempo que generaba riquezas también producía un número con-
siderable de escritores y profesionales en distintas disciplinas. Vale mencionar a Federico
Ramón Bermúdez (1884-1921); Pedro Julio Mir Valentín (1913-2002); Francisco Domínguez
Charro (1910-1943); Virgilio Díaz Ordóñez (Ligio Vizardi( (1895-1968); Carmen Natalia Mar-
tínez Bonilla (1917-1976); Freddy Manuel Gatón Arce (1920-1994); René del Risco Bermúdez
(1937-1974); Víctor Villegas (1924), y Federico Jovine Bermúdez (1944).
En esta breve galería de petromacorisanos ilustres merecen mención especial la Dra.
Andrea Evangelina Rodríguez Perozo (1879-1947), quien si bien no nació en San Pedro, fue
petromacorisana por adopción y de corazón. Le cabe el mérito de haber sido la primera
mujer dominicana graduada en medicina (1911). Durante cuatro años realizó estudios es-
pecializados en París, alentada por otra ilustre dama de gratos recuerdos para la sociedad
de San Pedro, la profesora Anacaona Moscoso Puello (1876-1907), quien, aunque nacida
en la ciudad de Santo Domingo, sentó raíces en la atractiva ciudad del Higuamo hasta su
muerte. Al regresar, la Dra. Evangelina a San Pedro de Macorís puso sus conocimientos al
servicio de las clases más necesitadas. Creó, entre otras obras, el Club de Madres “Gota de

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Leche”. Sin embargo, incomprendida por el medio que debió honrarla, abandonó el pueblo
e inició una interminable peregrinación por colonias agrícolas y bateyes, ofreciendo aten-
ciones médicas a los necesitados y alfabetizando a la masa campesina. Tildada de “loca”
murió esquizofrénica, sola e ignorada por las mismas gentes a la que sirvió”. Como escritora
escribió poesías y cuentos, y un ensayo titulado Grano de Polen.
Otra distinguida dama nacida en San Pedro de Macorís, Esthervina Matos Pérez
(1913-1999), nuestra condiscípula en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Santo Domingo. Con una vasta formación humanística y una apreciable producción literaria
sigue siendo hoy una gran desconocida. Fue poetisa, ensayista, doctora en derecho.
San Pedro de Macorís también fue sede de una apreciable labor periodística desde
1883 con la aparición de La Voz del Este, fundada por Justiniano y Pedro Antonio Bobea; La
República (1905). Interdiario Político Comercial y de Interés general; El Cable, que contó con
la colaboración de los hermanos Deligne Figueroa; pero como vocero del sentir petromaco-
risano y en sintonía con la reivindicación de los mejores intereses de la nación dominicana,
nació en 1922 El Diario de Macorís, bajo la dirección del periodista Horacio A. Febles, tal vez
el más importante de la región en su época, y el cual tuvo como contraparte a Patria (1921)
fundado por el doctor Américo Lugo, comprometido con el rescate de la soberanía nacio-
nal, ya que su director formaba parte activa del Movimiento Nacionalista, fundado con ese
patriótico propósito; Patria, tuvo una segunda etapa en Santo Domingo, en cuyas páginas
aparece la firma del humanista Pedro Henríquez Ureña.
En ese San Pedro de Macorís circundado por el silencioso Higuamo y el Mar Caribe,
impregnado del fuerte olor de la melaza y la caña de azúcar quemada, donde el Viejo Negro
del Puerto, de Domínguez Charro, se “desliza en silencio, en las noches, del muelle largo”, y
donde la fusión de razas se expresa cadenciosa en la coreografía de los “Guloyas”, a quienes
el maestro Bienvenido Bustamente, otro reconocido petromacorisano les rinde homenaje en
el 3er. Movimiento de su Sinfonía Macorís.
Ese es Macorís en donde se hizo ciudadano Julio Desiderio Postigo Arias. Es decir, su
crecimiento y formación se desarrolló plenamente en esa ciudad, en la que convergían in-
migrantes procedentes de las antillas, tanto de habla inglesa como los de origen hispánico,
atraídos por la floreciente prosperidad, gracias al auge de la industria azucarera en esa región,
quienes llegaban con sus hábitos y costumbres, incluyendo la introducción de nuevos cultos
religiosos, como la Iglesia Evangélica en el año 1921. Y a la que se incorporó de inmediato
el joven Julio Postigo cuando apenas tenía 14 años.
La ciudad de San Pedro de Macorís, señala Adalberto Martínez en su citada obra, Julio
Postigo. La Librería Dominicana (Semblanza), es relativamente joven, comparada con otras
de la misma región. Sin embargo, su riqueza cultural y sus niveles de desarrollo la definen
como progresista, y es poseedora de un envidiable potencial para incidir en el desarrollo
del país.
En esa ciudad también Julio Postigo inició sus contactos con las necesidades espirituales
y materiales de la vida de la que supo extraer sus mejores prendas (Op. Cit. p.47 y 48).
Poco después de contraer matrimonio con la señorita Cruz Minerva Vilanova, también
petromacorisana, el joven Postigo obtuvo el título de contable, expedido por la Academia
de Comercio, Industria y Agricultura de San Pedro de Macorís; pero en verdad su mayor
grado académico lo obtuvo en la escuela de la vida, gracias a su natural instinto de asimi-
lación y habilidad.

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Como era de esperarse, esta nueva modalidad de servir a Cristo chocaba con la tradición
cristiana que prevalecía en el país desde los días de la colonización española. Así explica el
señor J. Adalberto Martínez este hecho:
“Este proyecto múltiple, complejo, que arrancara en forma resuelta en San Pedro de
Macorís y en Santo Domingo en 1921, fue determinante para superar los criterios distor-
sionados que sobre los protestantes y evangélicos tenía y tiene una parte de la población,
incluidos algunos de los propios afectados (p.189).
Don Julio contribuyó, de manera efectiva, a mejorar ese distorsionamiento del que nos
habla su biógrafo en el párrafo anterior, porque por instinto o vocación innata, logró que en
sus acciones se diluyera ese distanciamiento. Y la Librería Dominicana de la que hablaremos
más adelante, fue el escenario del que se valió para lograr ese propósito. Al entrar a ella,
sin cuestionar la inclinación religiosa del visitante, el Sr. Postigo le obsequiaba un ejemplar
del Nuevo Testamento, independientemente de la obvia presencia de la Biblia como fuente
indispensable para alcanzar la solidaridad humana.
Desde que ingresó a esta congregación religiosa el señor Julio Postigo se destacó como
promotor de la doctrina religiosa a la que pertenecía, pero al mismo tiempo procuró, hasta
la muerte, que tanto la iglesia evangélica como la católica armonizaran sin fisura sus fines
y propósitos.
En este sentido el señor Martínez expresa:“Haciendo camino, señalando y concretizando
realizaciones; obras de filantropía, fomento de la literatura y de la cultura en general; acer-
camiento entre religiones en los más diversos credos, predicación del evangelio –si mal no
recuerdo en la Librería Dominicana– se hacía diariamente un ejercicio de oración, en el que
participaban algunos devotos y los empleados de la Librería, promoción de las relaciones
interpersonales de la cooperación y de la conjunción de voluntades, y hasta protagonismo
político, constituyen el haber de un hombre que siendo aún muy joven fue tocado por el
evangelio salvador de Jesucristo. (p.188).
Por el comportamiento que exhibió don Julio tan pronto se instaló en la ciudad de San-
to Domingo como gerente de la Librería Dominicana, tenemos que admitir, como bueno y
válido, el juicio precedentemente citado, porque en verdad la referida librería se convirtió
en una casa de cultura válida para todos, o sea, laicos, católicos y de otras religiones, pre-
ferentemente evangélicos.
Por esa casa pasaron figuras como Fray Cipriano de Utrera, Monseñor Eduardo Polan-
co Brito, Oscar Robles Toledano y el aplaudido orador jesuita Tamargo, entre otros dignos
representantes de la Iglesia Católica.
Estimulado por la expansión de los servicios sociales que emprendió la Iglesia Evangé-
lica desde que inició sus actividades formales en nuestro país, Don Julio fue desarrollando,
simultáneamente, sus aptitudes de líder en perfecta sintonía con los fines y propósitos de
la iglesia a la que pertenecía, lo cual le permitió concitar la estimación de sus más altos
dirigentes locales y extranjeros hasta merecer la gerencia de la Librería Dominicana, orga-
nizada en 1922 “correspondiendo a los planes de la Junta para Servicio Cristiano de Santo
Domingo” (Hernán González Roca. Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica
Dominicana. Tomo I. p.218).
Entre este autor y el señor Adalberto Martínez, que hemos citado, existe una visible
contradicción en lo que respecta a la fundación de la Librería Dominicana, y la entrada en
ella del señor Postigo como gerente. Para Roca la historia es como sigue:

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

“Le correspondió al Dr. Nathan H. Fuman, Superintendente de la Iglesia Evangélica


Dominicana, esbozar los lineamientos que habrían de regir tan importante institución, la
cual habría de ser la primera en su género, no solo en la República Dominicana, sino en
toda el área. (p.218).
El primer gerente de la Librería, anota Roca, fue el señor Juan Rodríguez, cargo que
desempeñó por breve tiempo, y fue sustituido por el señor Prudencio V. Serrano.
En 1923, el primer informe del Superintendente acerca del funcionamiento de la Librería
expresa “que el importe fue más del doble del año anterior, y así consecutivamente, cada
año iba aumentando considerablemente su labor, realizando eficazmente los planes por los
cuales había sido organizada”. (p.218).
En el mes de marzo de 1927 el señor Prudencio renunció como gerente, “nombrando en
su lugar al señor Homero Vallejo, a quien sucedió Clodomiro Henríquez, quien a su vez fue
reemplazado al año siguiente por Aquiles Echevarría. El año de esta designación, la Librería
fue movida de lugar en dos ocasiones, pero siempre en la misma calle Las Mercedes. En el
Informe del Superintendente de este año se consigna que desde “1926 la Librería se sostenía
sin la subvención de los fondos de la misión”.
El Dr. Samuel Gray Inman, quien se desempeñaba como Secretario del Comité Protes-
tante para la cooperación en América, visitó nuestro país en 1929, luego de ser designado
Secretario Ejecutivo de la Junta para los Servicios Cristianos en Santo Domingo, quien tuvo
palabras de elogios para la referida Librería:
“Esta institución establecida recientemente bajo el auspicio norteamericano, es el
único lugar en la capital que ofrece a los dominicanos una sala de lectura, clases noctur-
nas y la posibilidad de conocer amigos sin necesidad de pagar un trago o pagar cuotas.
Pudimos notar que la Librería es una institución de interés particular, el único en la
República donde se pueden conseguir libros modernos sobre temas sociales, religiosos
y científicos”. (Roca p.119). Aunque este juicio luce visiblemente complaciente, pone de
manifiesto la importancia que había adquirido la Librería Dominicana en el mercado del
libro en la capital de la República, donde operaban otros establecimientos de importancia
en esa área de negocios, como la Librería Nueva, de Francisco Celio Carías Lavandieur,
fundada en la Calle El Conde, también en la década de los años veinte. Funcionó hasta
1960 cuando fallece su fundador.
Por el informe del Superintendente de 1935 sabemos que la Librería Dominicana: “ha
tenido un buen año, a pesar de los inconvenientes del local. Ya está instalada en dos cuartos
del nuevo edificio y tiene no solamente nuevas comodidades, sino un aspecto más atrayente
[...], estamos muy interesados en encontrar algún medio de aumentar la venta y distribución
de Biblias, pues el pueblo necesita del Libro de los libros, más que nunca. (Horizontes de
Esperanza. p.219).
Un nuevo establecimiento destinado al expendio del libro nació en la Capital alrededor
de 1937. Nos referimos a la Librería Amengual, fundada en la calle El Conde No. 5, por Se-
bastián Amengual Rivas y su señora esposa, doña Ana Lucía Martínez, año en el que por los
informes que poseemos, renunció el señor Aquiles Echeverría como Gerente de la Librería
Dominicana y en su lugar fue designado el señor Julio Postigo Arias.
El señor Aquiles Echeverría, renunció en 1937 y en su lugar fue designado el señor Julio
Desiderio Postigo Arias. Queda así demostrado que la Librería tuvo cinco gerentes antes de
que entrara don Julio a dirigirla.

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Esta versión difiere sustancialmente de la reseñada por J. Adalberto Martínez en su


mencionada obra, pues para él es el señor Samuel Gray Inman quien “bosqueja los planes
para la apertura de la Librería”, mientras que González Roca le confiere este privilegio al
Superintendente de la Iglesia Evangélica Dominicana, Dr. Nathan H. Huffman. Difieren
también en la fecha de la fundación. Para Roca comienza en 1922, mientras que Martínez,
señala que la apertura de la Librería se produjo en 1921:
“La Librería Dominicana, ubicada en un saloncito de la casa colonial que la Misión había
comprado en la Calle Las Mercedes. Se encarga de la misma a Julio Postigo, quien para la
época residía en San Pedro de Macorís”.
En este punto nos inclinamos a favor de la versión de Collado que ofrece González Roca,
quien señala, además, que “al hacerse cargo de la administración de la Librería, Postigo le
imprimió su dinamismo y entusiasmo, sacando la institución unos años más tarde del lugar
en que la encontró; trasladándose a su edificio, contiguo al templo de la Primera Iglesia,
que aún existe, en la Calle Las Mercedes a esquina 19 de Marzo, siguiendo la misma línea
arquitectónica y estética. El informe presentado por el gerente de la Librería a la Asamblea
General da cuenta de que:
“Durante el año que pasó fue la inauguración del nuevo edificio de la librería, donde
tiene ahora todas las comodidades para llevar su programa de servir a la comunidad. El
acto de inauguración revistió los caracteres de un acontecimiento nacional. Lo mejor de
nuestros intelectuales y artistas se dio cita, para hacer de esa noche algo inolvidable. Como
homenaje póstumo a un gran dominicano y amigo, hacemos constar que fue la última no-
che en que el gran poeta dominicano Fabio Fiallo apareció en público para recitar una de
sus mejores poesías”. (Acta 21 de la Asamblea General de la IED - Iglesia Evangélica Dominicana:
Santo Domingo, 1943).
En lo concerniente a la inauguración del emblemático edificio que alojó a la Librería,
discrepan también Martínez y Roca, porque según lo dicho por Roca, basado en el informe
del Gerente de la Librería –en este caso lo era ya don Julio– el acto de inauguración se realizó
en 1943, mientras que Martínez apunta que fue en 1946 cuando “se da apertura a una sala
de lectura en el edificio que inauguró la Librería Dominicana en esta fecha. Para la ocasión
declamó allí el poeta Fabio Fiallo” (p.197).
Del cotejo de estos dos textos se colige que sus autores al parecer abrevaron en fuentes di-
ferentes por la visible discrepancia en la interpretación de hechos relativamente recientes.
En lo que si coinciden es en destacar la novedosa y eficaz labor empresarial y cultural
realizada por el señor Postigo desde que asumió la dirección de la Librería Dominicana.
Es innegable que bajo la dirección del señor Postigo Arias, la Librería se convirtió en una
especie de ateneo abierto a todas las manifestaciones de la cultura dominicana: declama-
ciones, conferencias, exposiciones de libros en el país y en el extranjero, ediciones de libros,
salones de lectura. Estableció relaciones con importantes editoras de América y de Europa y
asumió la distribución de prestigiosas revistas internacionales, como Selecciones del Readers’
Digest y la revista “devocional” El Aposento Alto, cuya edición para El Caribe llegó a dirigir
don Julio Postigo.
Pero, además, la Librería fue también un activo centro de lectura y divulgación de la Biblia,
ya que don Julio fue un activo divulgador del Evangelio. Con justicia apunta el señor Roca:
“Postigo fue un evangélico militante, fue de los primeros convertidos cuando empezó
la Iglesia Evangélica Dominicana, estando presente en el acto de organización el 10 de enero

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

de 1922. Postigo tuvo en la Librería Dominicana, un eficaz soporte para sobresalir por sus
hechos. Fue objeto de numerosos reconocimientos por parte de diferentes instituciones,
recibiendo varias condecoraciones nacionales y extranjeras. (pp.221-225).
Bien ganado tuvo, pues, la distinción que le confirió la Iglesia Evangélica de su
ciudad natal, designándolo en 1938, miembro honorario, con voz y voto. Luego de éste,
la misma institución le otorgó otros reconocimientos: en 1948, Comisionado “para que
atendiera algunas de las responsabilidades del Superintendente de la Iglesia, Dr. Barney
N. Morgan, a quien se recuerda por el hospital que lleva su nombre; en 1949, Julio Postigo
es nombrado subgerente de la Sociedad Bíblica Dominicana, año éste en el que también
fue distinguido por la Asociación de Iglesias Evangélicas de la República Dominicana
como delegado ante la Conferencia Evangélica Latinoamericana, que tendría lugar en la
ciudad de Buenos Aries, oportunidad que aprovechó para promover el libro dominicano
en esa ciudad y hacer contactos comerciales con la entonces pujante industria editorial
argentina, como la Librería El Ateneo Editorial, una especie de contraparte de la Librería
Dominicana que también era librería y editorial. La más codiciada obra del Ateneo era la
Colección de Clásicos Inolvidables, con la que al parecer se pretendía reeditar la Biblioteca
Clásica de la Librería de Pestado, Pérez y Cía. Sucesores de Hernando, destruida durante
la guerra civil española.
Aquí circularon, por los años cincuenta, bastantes obras de esa magnífica colección,
mercadeadas por un librero de origen colombiano de apellido Cohén. La Biblioteca del
Congreso aún conserva muchas de esas obras en estado de vergonzoso reposo, sin que nadie
se interese por el contenido civilizador de tan importantes obras. Esa fue la impresión que
nos dejaron la última vez que lo vimos hace algunos años.
Según se consolidaba la Librería, el señor Postigo diversificaba sus actividades, inclu-
yendo ediciones de libros de textos como la Colección Estudios con la finalidad de abaratar
sus costos (1946). Por sus relaciones con los Contín Aybar, residentes a pocos metros de la
Librería, en el segundo piso de la casa que ocupaba la tienda La Ópera, calle Duarte esquina
El Conde, frente al antiguo cine Rialto, fueron asiduos contertulios, hasta que se mudaron
a la calle Dr. Delgado próximo a la Ave. Independencia, Margarita fue invitada a ofrecer un
recital en la serie Noches de Poesía, (1943), en la que participaron, además, Maricusa Ornes,
y el juglar jarabacoeño, Ángel Torres Solares, a quien recordamos por su repertorio cargado
de poesías puertorriqueñas, donde residió por muchos años.
Entre las primeras publicaciones patrocinadas por la Librería Dominicana se re-
gistra la Antología Poética Dominicana (1943), ordenada por el crítico y poeta Pedro René
Contín Aybar (1907-1981), hermano de la declamadora y profesora Margarita Contín,
mencionada anteriormente. Esta antología tiene un valor histórico indiscutible, pues
hasta la fecha eran escasas en la bibliografía dominicana las obras realizadas con igual
propósito, si descartamos la Lira de Quisqueya, de José Castellanos Vargas (1835-1907) y
la Reseña Histórico Crítica de la Poesía Dominicana, redactada por César Nicolás Penson
(1855-1901).
A éstas les siguieron, hasta donde sepamos, El Parnaso Dominicano, de Osvaldo Bazil
(1913); Nuestra Poesía, de Rafael Emilio Sanabia /1943), publicada según él indica con motivo
del Primer Centenario de la República (1943). Con ese mismo propósito apareció en 1944
la Antología de la Literatura Dominicana (Serie IV. Literatura. Dos Volúmenes. El primero de
ellos dedicado a la poesía).

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Con el título Nueva Poesía Dominicana apareció en Madrid en 1953 la compilación anto-
lógica de Antonio Fernández Spencer (1922-1995) con un importante estudio de este autor
(Cultura Hispánica, 1953).
Otras Antologías poéticas que enriquecen nuestra bibliografía son la Antología biográfica
de Poetas Petromacorisanos, de Inés Díaz de Soñé, patrocinada por la Universidad Central del
Este con motivo del Centenario de San Pedro de Macorís (1882-1982); Antología Histórica de
la Poesía Dominicana del Siglo XX (1912-1995), estudio y selección, Franklin Gutiérrez (New
York, 1995); Al Filo del Agua; XX Años de Poesía Dominicana (1979-1999) Miguel Antonio
Jiménez; Taller Literario César Vallejo. 2 Tomos (1999). Pero la que a nuestro juicio domina
el espacio de las antologías en la literatura dominicana por la extensión de su contenido
y la cuidadosa selección que hicieron sus compiladores, Manuel Rueda González y Lic.
José Alcántara Almánzar: Dos Siglos de Literatura Dominicana, en cuatro tomos, en verso
y prosa, obra que forma parte de la labor editorial que realizamos durante nuestro paso
por la Secretaría de Estado de Educación (1996), luego la Fundación Corripio realizó una
segunda edición de esta obra con el título Antología Mayor de la Literatura Dominicana
(Colección Prisma, 2001).
Esta relación podría aumentarse con las antologías dedicadas a las llamadas generacio-
nes literarias y a los autores que han hecho selección de su producción poética. La poesía
contemporánea de Santiago, (1977-2005) es compilada por Enegildo Peña, la que es un buen
ejemplo de las Antologías Generacionales que abundan tanto en la ciudad de Santo Domingo
como en el interior de la República, donde el concepto “generación literaria” se emplea en
forma evidentemente simplista.
En 1947 la Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos inició la publicación
de la Biblioteca Dominicana, a través de la Sección de Canje, Difusión y Publicaciones, que
dirigía el poeta Ernesto Suncar Chevalier, esposo de la meritísima maestra, Dra. Zoraida
Heredia Vda. Suncar. La primera obra que vio la luz en esta colección fue la Idea del Valor
de la Isla Española, de la autoría de Sánchez Valverde, con prólogo y notas de Fray Cipriano
de Utrera, y le siguieron en orden sucesivo: Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús
Troncoso de la Concha (1948); Galaripsos, de Gastón F. Deligne (1946), con prólogo de Pedro
Henríquez Ureña; Poesías Completas (1950), de Salomé Ureña de Henríquez, con Prólogo de
Joaquín Balaguer; Cosas Añejas (1951), de César Nicolás Penson, e Historia de Santo Domingo,
tres tomos (1955), de Antonio del Monte y Tejeda, edición al cuidado de Gustavo Adolfo
Mejía Ricart (1893-1962). En una Segunda Serie se publicó la obra Sánchez, en dos tomos
(1951), de Ramón Lugo Lovatón, y De Soslayo, de Rafael Damirón (1946).
En la Biblioteca Popular de Cultura, patrocinada también por la Secretaría de Educa-
ción se publicaron de Manuel de Jesús Galván: Enriquillo (Selección, 1991); de Antonio del
Monte y Tejada: Historia de Santo Domingo (Selección, 1961), y de Rafael L. Trujillo: Cartilla
Cívica para el Pueblo Dominicano. Talleres Tipográficos Americalee. Buenos Aires, 1951. Las
dos publicaciones anteriores aparecieron en la Editora del Caribe, C. por A.
En la década del cincuenta, y dentro de la campaña iniciada por el régimen de turno a
favor de la construcción del mega-proyecto del Faro a Colón, se creó el Comité Ejecutivo
Permanente del Faro a Colón que dentro de su programa de acción auspició la publicación
del Boletín del Faro a Colón, bajo la activa dirección del señor Fernando Garrido. En sus pági-
nas no sólo encontramos datos relacionados con los restos de Cristóbal Colón, sino también
con investigaciones de gran interés histórico.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Retomando el tema de la evolución de la Librería Dominicana, cuyos beneficios en sus


primeros años fueron tan auspiciosos que en ocasiones fueron entregados, por decisión de
la Junta de Servicios Cristianos a la Iglesia Evangélica Dominicana, como colaboración para
impulsar los diferentes proyectos sociales, religiosos y educativos que patrocinaba. Estos
beneficios deben atribuirse a la competencia gerencial de don Julio Postigo, quien no limitó su
acción a la comercialización de libros y revistas, sino que introdujo una serie de actividades
hasta entonces inéditas en nuestro país, tales como conferencias y recitales que si bien no
producían beneficios económicos directos, pero sí contribuían a promover la Librería entre
los potenciales compradores de libros. Algo parecido intentaron llevar a cabo los hermanos
Brea Branco, en el Salón de Tertulias instalado en la segunda planta de la librería que insta-
laron en la década de los años setenta, en la calle Doctor Delgado esquina Santiago, con un
amplio y actualizado catálogo bibliográfico.
Entre los connotados intelectuales que disertaron en el Patio de la Librería, recordamos
entre otros, a Delia Weber, (1900-1982), poetisa ungida de la mística tagoriana; Manuel
Valldepares (1902-1970), activo periodista, fumador de puros, que desde las columnas de
La Nación, hacía gala de una inagotable fecundidad literaria; Flérida García de Nolasco
(1891-1976), polifacética y fecunda escritora, quien abordó el tema: Tradición Musical,
área de su especialidad como pianista y consagrada folclorista. Otra consagrada artista
que ocupó la tribuna de la L.D. (Librería Dominicana) fue la pintora Celeste Woss Gil
(1891-1985), quien desarrolló un tema muy en consonancia con el lugar: El Arte a través
de la Religión.
En el ciclo de conferencias intervinieron, además, José Vela Zanetti (1913-1997), re-
conocido muralista de origen español, quien dejó su impronta en numerosos estableci-
mientos públicos de nuestro país. Su conferencia llevó como título: La transfiguración del
paisaje, José Almoina Mateos (1913-1960), exiliado español como el anterior, el título de su
comparecencia fue Consideraciones en torno al erasmismo, tema que al parecer le era grato;
con el título Bosquejo histórico de la literatura mexicana, ocupó la tribuna de la Librería, José
de Jesús Núñez Domínguez, notable historiador, quien se desempañaba entonces como
Embajador de México en nuestro país. Durante su estancia en el país sostuvo intercambio
de opiniones con Fray Cipriano de Utrera acerca de la leyenda del misterioso personaje de
la colonia, conocido sólo por el nombre de El Tapao, y que dio origen al libro El Tapado de
México y Santo Domingo, de Núñez Domínguez; El Tapado de México, de Utrera, y El tapado
de Santo Domingo, también de ese mismo autor. Tipografía Franciscana. Ciudad Trujillo,
República Dominicana, 1950.
La elocuente voz del reverendo Armando Tamargo se escuchó también en esa tribuna
abierta a todas las manifestaciones de la cultura que fue el patio de la Librería Dominicana.
Habló acerca del Cristianismo y la Política.
El culto prelado Oscar Robles Toledano, el afamado periodista Rafael Herrera, el dra-
maturgo Franklin Domínguez, el político y escritor Francisco Prats Ramírez, el Dr. Germán
Emilio Ornes Coiscou, el médico y poeta, Dr. Mariano Lebrón Saviñón, y su hermano Carlos,
enriquecen la selecta relación de las personalidades que dejaron oír su voz desde la tribuna
de la Librería Dominicana.
Aunque muchas de esas conferencias fueron escritas, lamentablemente no hemos lo-
calizado, a pesar de nuestras pesquisas, ninguna de las conferencias en la versión original
que se pronunciaron en la Librería.

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EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

En 1949 se hizo pública la aparición de la edición de las Tradiciones Dominicanas del


Dr. Jesús María Troncoso de la Concha (1878-1955), con prólogo de Ramón Emilio Jiménez
(1886-1976), con la cual como ya se ha dicho, se le daba inicio al más ambicioso proyecto
editorial de don Julio Postigo, la Colección Pensamiento Dominicano. Este proyecto es tam-
bién el de mayor extensión emprendido en el país hasta ese momento.
Varios de los tomos publicados aparecen prologados por reconocidos especialistas en
los temas que tratan. Así aparece la selección de Emiliano Tejera prologada por el Lic. Ma-
nuel Arturo Peña Batlle; García Godoy, prólogo y notas de Joaquín Balaguer, quien también
tuvo a su cargo el que acompaña la selección de las Décimas de Juan Antonio Alix; Antología
de Franklin Mieses Burgos, selección y prólogo a cargo de Freddy Gatón Arce; El Cuento en
Santo Domingo (dos tomos) selección y prólogo de Sócrates Nolasco; La Trinitaria Blanca, de
Manuel Rueda (1921-1999), prólogo de Juan González Chamorro (1884-1980); Cuentos de Po-
lítica Criolla, compilación del Lic. Emilio Rodríguez Demorizi (1904-1986), con un magnífico
prólogo del profesor Juan Bosch (1909-2001). Don Emilio aparece con otro libro más en la
Colección Pensamiento Dominicano: Pintura y Escultura en Santo Domingo.
A doña Flérida de Nolasco /1891-1976) se le confirió el prólogo de la selección poética
de Domingo Moreno Jimenes (1894-1986); el profesor Vetilio Alfau Durán (1885-1909), realizó
una magnífica selección de los escritos del Dr. Américo Lugo, y Monseñor Hugo Eduardo
Polanco Brito (1918-1996) y Enrique de Marchena Dujarric escribieron el prólogo y el perfil
de la obra de Monseñor Arturo de Meriño Íntimo, de Amelia Francisca Marchena de Leyba
(1850-1941).
Con la finalidad de atraer a los jóvenes creadores dominicanos, don Julio incorporó en
la colección, Judas, el Buen Ladrón, de Marcio Veloz Maggiolo (1962).
La Colección alcanzó el medio centenar, superado sólo en lo que a volúmenes se refiere,
por colecciones como la del Banco Central que ya alcanza el número (100), gracias al apoyo
sostenido de las autoridades de esa institución bancaria, y al dinamismo del director de su
departamento cultural, Lic. José Alcántara Almánzar.
El Banco de Reservas auspicia la Colección Banreservas que supera ya los cuarenta volú-
menes, en la que se incluyen autores de la valía de Camila Henríquez Ureña (1884-1973) María
Ugarte (1914), Germán Emilio Ornes Coiscou, Manuel Valldeperes y Lupo Hernández Rueda
(1930), para sólo citar algunos nombres que en realidad prestigian esta selecta colección.
Como parte de su política editorial, el Banco de Reservas patrocinó también la publicación
especial, en ocho tomos, de los Cuadernos Dominicanos de Cultura, compilados por Arístides
Incháustegui y Blanca Malagón. Esta labor editorial se enriquece ahora con la reimpresión
de la Colección Pensamiento Dominicano, gracias a la decisión de sus autoridades.
Merece mención destacada la Colección Bibliófilos-Banreservas, iniciativa que ya ha
dado sus primeros frutos.
Los Bibliófilos, por su parte iniciaron en 1974, la Colección Cultura Dominicana con una
reedición facsimilar de La República Dominicana, de Enrique Deschamps, una labor editorial
que aún se mantiene con más de ochenta y cinco volúmenes publicados, cifra que supera
numéricamente la Colección Pensamiento Dominicano, con la diferencia de que muchas de las
obras de esta colección llevan prólogo y notas, lo que no sucede con la de los Bibliófilos.
No sería justo excluir de este recuento la valiosa tradición editorial de la actual Uni-
versidad Autónoma de Santo Domingo, donde el libro ha tenido, desde 1538, fecha de su
fundación, un tratamiento de primer orden como difusor de cultura. Resulta, sin embargo,

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

un tanto difícil inventariar la línea de publicación de esa alta casa de estudios, debido a que
después de obtener su autonomía se diversificó su política editorial en los distintos órganos
de gobierno y de acción académica que la componen, con la sola excepción de sus anales que
siguen siendo la expresión del conjunto de la vida institucional de la Universidad.
Como nota curiosa traigo a colación el hecho de que en el volumen 11. fasc. 1, enero 1938,sien-
do rector el Lic. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, la Universidad recibió un donativo de
10,000 ejemplares de la obra Reajuste de la Deuda Externa, con la finalidad de que con el aporte
de su venta se iniciara la construcción del edificio principal de la academia. Lo curioso es
que hasta esa fecha no registramos ningún libro del que se haya hecho una tirada de esa
magnitud, ni creemos que se haya hecho después, con excepción de los textos escolares.
Con anterioridad a esta fecha, Pedro Henríquez Ureña durante su última permanencia
en el país (1931-1933) donó a la Universidad parte de su biblioteca. Conservamos una copia
de la lista completa de las obras donadas por el ilustre maestro.
Los autores de mayor presencia en la Colección Pensamiento Dominicano fueron el
profesor Juan Bosch, cuatro obras, el Lic. Emilio Rodríguez Demorizi con igual número, y
quien es, además, el más prolífero entre nuestros escritores, pues si nos asentamos en su
Biografía e Iconografía por el Lic. Orlando Inoa, comprobaremos que en un país tan árido
como el nuestro para el trabajo intelectual don Emilio. que estampó su nombre en unos 454
títulos, entre libros y folletos. Comentarios de libros, artículos de revistas, artículos de pe-
riódicos, prólogos y notas bibliográficas. Hasta ahora sólo le supera Pedro Henríquez Ureña
con 657, según la crono-bibliografía elaborada por Emma Susana Speratti Peñero (1960), con
la salvedad de que su mayor producción la realizó fuera de nuestro país. Esta bibliografía
de la Dra. Speratti no creemos que deba reputarse como exhaustiva, como tampoco lo es la
más reciente, elaborada por la escritora y profesora venezolana Laura Febres.
La bibliofilia del Lic. Demorizi se aprecia, de manera ostensible, en su paso por la Direc-
ción del Archivo General de la Nación y por la Presidencia de la Academia Dominicana de
la Historia, donde desarrolló un programa editorial que se prolongó por algo más de medio
siglo. El ritmo de publicaciones de estas dos instituciones se ha encontrado con la presencia
de José Chez Checo y Emilio Cordero Michel, en la Academia Dominicana de la Historia, y
Roberto Cassá en el Archivo General de la Nación
Cerramos este paréntesis con la Biblioteca de Clásicos Dominicanos que auspicia la
Fundación Corripio, Inc., cuyo catálogo aún en proceso registra cuarenta volúmenes, así
como también las Colecciones Prisma y Premios Nacionales.
Por su parte el Grupo Empresarial León Jimenes edita la Colección Centenario, que le
ha dado un novedoso impulso a la bibliografía dominicana en el área de la investigación
científica (La Naturaleza Dominicana, 6 Tomos, 2006) y en el rescate de nuestro patrimonio
artístico (Memoria de la Pintura Dominicana, obra de gran formato y de la que se han publi-
cado 8 volúmenes).
La Fundación Cultural Dominicana que preside el Lic. Bernardo Vega realiza una en-
comiable labor con numerosas obras publicadas fruto de las investigaciones realizadas en
archivos nacionales y extranjeros. También publica obras de reputados autores.
La Compañía Dominicana de Teléfonos ha publicado lujosos volúmenes con temas diver-
sos acerca de la realidad dominicana, bajo la coordinación del Lic. José Rafael Lantigua.
Ha sido notorio el descenso en la producción bibliográfica de la Pontificia Universidad
Católica Madre y Maestra, si la comparamos con el dinámico impulso que alcanzó en sus

736
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

inicios bajo la dirección del gran poeta Héctor Incháustegui Cabral. Dos publicaciones em-
blemáticas de ese floreciente período son las Revistas Eme-Eme, cuya publicación se inició
en 1972, y el Pueblo Dominicano (1850-1900). Hoetink (1971).
En cuanto a la Universidad Pedro Henríquez Ureña, su labor editorial se ha extinguido
totalmente y la Católica de Santo Domingo inició la publicación de una Revista de la que sa-
lieron dos números, bajo la dirección del Lic. Francisco Cruz Pascual. El Instituto Tecnológico
de Santo Domingo (INTEC) exhibe en su catálogo la extensa obra de Julio Ernesto Ravelo de
la Fuente: Apreciación Musical. Notas a los Programas de la Orquesta Sinfónica Nacional. (2007),
y ha mantenido su Revista Ciencia y Sociedad por más de 30 años.
En lo que respecta a la Universidad Central del Este, su labor editorial ha decaído des-
pués de haber patrocinado públicaciones tan apreciables como la Bibliografía General de Santo
Domingo, en dos tomos, del profesor Dato Pagán Perdomo (1979), entre otros importantes
libros. Su publicación más reciente es una obra que recoge aspectos acerca de la vida del
patriarca de la familia, don José Hazim (2007). Se realizó bajo el cuidado de los doctores
Manuel Mañón y Vetillo Alfau Durán, con una inusual nota del Editor, don Julio Postigo.
Se ha dicho que fue el Señor Postigo quien sugirió en 1950 que se montara cada año una
Feria del Libro (Julio Postigo/Librería Dominicana. p.199). Sin embargo, este mismo fue
designado el Dr. Joaquín Balaguer, como Secretario de Educación y en sus Memorias de un
Cortesano en la Era de Trujillo señala, entre las iniciativas emprendidas durante su gestión:
“Por primera vez se organizó la Feria del Libro como una actividad regular que debía
celebrarse en todo el país cada año” (p.138). Todo parece indicar que fue una iniciativa gene-
rada desde el despacho del Secretario de Educación, incluyendo, por supuesto a la capital de
la República, donde Postigo se había erigido en un dinámico defensor del libro, por lo que
no debe descartarse su activa participación en esta iniciativa que originalmente se realizaba
en el Parque Colón, incluyendo la arcada del Palacio Consistorial. Entonces se creó también
el premio Pedro Henríquez Ureña para reconocer el mejor libro del año.
En el ostentoso programa elaborado para la celebración en 1955 de la Feria de la Paz y
Confraternidad del Mundo Libre, se incluyó una feria del libro que llevó el nombre de la
esposa del dictador María Martínez, a la que concurrió la mayoría de los países de habla
hispana, ocasión en la que Postigo fue comisionado (1954) , para gestionar en Europa, ante
instituciones oficiales y librerías de Italia, Francia y España, su participación en la exposición
del libro que se montaría en la capital de la República, dentro del programa de la referida
Feria de la Paz (Julio Postigo/Librería Dominicana, p.203).
Ironía del destino al año siguiente de haber sido concluido este magno evento, don Julio
estuvo desterrado durante una semana acusado de comunista, calificativo de moda en esa
época y bajo el régimen que conducía los destinos del país.
Luego de la Feria de 1959, se celebró otra de carácter internacional (1970), en el cuarto
piso del edificio donde hasta hace poco funcionaba la Dirección General de Aduanas. La
presidió el Doctor Pedro Troncoso Sánchez, y el arquitecto José Antonio Caro Álvarez fungió
de tesorero. Don Julio y yo formamos parte de la Comisión organizadora.
En sus inicios la Feria del Libro tuvo sus limitaciones y sus inconvenientes hasta el año
de 1973, cuando, por iniciativa exclusivamente del entonces Director General de Cultura, se
le dio una dimensión y una estructura diferente con el nombre de Feria Nacional del Libro,
denominación que se mantuvo hasta que se le cambió el nombre por el de Feria Internacio-
nal del Libro.

737
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Por la aplaudida dimensión de su liderazgo cívico, don Julio D. Postigo desem-


peñó varias funciones públicas y de servicio. Fue Miembro de la Comisión Nacional de
Literatura Infantil y Juvenil (Decreto No. 592, 1955); Miembro Vitalicio de la Gran Logia
de la República Dominicana, y en 1960 ocupó el cargo de Regidor del Ayuntamiento de
Santo Domingo, al tiempo que continuaba su labor editorial, centrada principalmente en
la Colección Pensamiento Dominicano, sin descuidar el creciente prestigio de la Librería
Dominicana.
Conviene destacar que, en consideración al valor histórico y documental de la Co-
lección Pensamiento Dominicano, han sido desplazadas de la estimación colectiva otras
publicaciones que contaron con el patrocinio del señor Julio Postigo. Sirvan de ejemplos
la voluminosa obra, en cinco tomos, Apuntes para la Historia de la Medicina de la isla de Santo
Domingo, del Dr. Francisco E. Moscoso Puello, con Prólogo y Notas de los doctores Manuel
Mañón Arredondo y Vetilio Alfau Durán (1977), y El destino dominicano, discutida obra de
John Bartlow Martin (1967). El autor de esta obra desempeñó un papel de primer orden en
el conflicto surgido con motivo de la guerra civil de abril de 1965. Su mayor crítico fue el
doctor Juan Isidro Jimenes Grullón.
En el mes de noviembre de 1961 se fundó la Asociación Dominicana de Rehabi-
litación, en el patio de la Librería regenteada por Postigo y organizada por la Iglesia
Evangélica Dominicana. Aunque la presidencia se le asignó a su gestora doña Mary de
Marranzini, cargo que todavía ostenta , don Julio y otros miembros mantuvieron una
activa participación en esta prestigiosa institución, que bien puede ser considerada
como modelo en su género. Dejemos que sea la señora Marranzini quien nos explique
esta participación:
“En una tarde de noviembre de 1961, un grupo de personas concurrimos al patio de la
Librería Dominicana, correspondiendo a una invitación que nos hiciera don Julio Postigo:
esa tarde nació lo que es hoy la Asociación Dominicana de Rehabilitación..., fue él el primer
Secretario, y fue él quien donó el primer cheque”. (Horizontes de Esperanza. p.420).
Por los servicios prestados a la Asociación, la señora Marranzini le otorgó a Postigo un
diploma de reconocimiento.
Debido a los cambios experimentados en el país a partir de 1961, sobre todo en el ám-
bito político, el sistema electoral fue consolidando sus funciones de árbitro de este proceso
hasta caer en manos del reputado ciudadano Lic. Angel María Liz, quien tuvo la feliz idea
de poner en ejecución un plan de formación cívico-cultural del pueblo dominicano, de grato
recuerdo por el valor de su contenido y la intención que dio origen a su existencia. Idea ésta
que bien podría retomar la Junta Central Electoral para contrarrestar el evidente deterioro
cívico que se advierte en la sociedad dominicana.
Como resultado de la situación política que se creó en el país tras la guerra civil de 1965,
don Julio Postigo aceptó formar parte del denominado Gobierno de Reconstrucción Nacional,
presidido por el General Antonio Imbert Barrera, opuesto al constitucionalista, que presidía
el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Esta decisión, que a nuestra manera de ver no fue suficientemente ponderada por un
ciudadano tan respetado como Julio D. Postigo, generó de inmediato la reacción de la Iglesia
Evangélica Dominicana a la que pertenecía y a cuyas directrices estaba obligado a obedecer
en su calidad de gerente de uno de los estamentos de servicio más importantes que en esos
momentos se sostenían en el país.

738
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

En consecuencia, el Reverendo Maurice C. Daily, Superintendente de la Iglesia Evangé-


lica Dominicana y Representante de la Junta Misionera, se dirigió al Dr. Donald E. Harris,
Presidente para Servicio Cristiano, en los siguientes términos:
“El Sr. Julio Postigo, Gerente de la Librería Dominicana, aceptó un cargo como líder
cívico de la Junta Cívico-Militar de cinco hombres, formada para contrarrestar los esfuerzos
de Caamaño Deñó. La acción del Sr. Postigo ha involucrado la Iglesia, porque se ha identi-
ficado como evangélico, ha presentado la posición de la Librería Dominicana y de la Iglesia
Evangélica Dominicana... Por 40 años, la posición que habíamos acordado, especialmente
durante los últimos 10 años, fue de estricta neutralidad como organización, oficialmente no
favorecer a ningún partido. La acción del Sr. Postigo ha situado a la Librería Dominicana bajo
sospecha y amenaza abierta de ser destruida por destrozos y fuego. Está siendo custodiada
por soldados armados... a través del Sr. Malcoln Mc Lean, de la Embajada de los Estados
Unidos, la recomendación de la Junta fue al Sr. Postigo de que a la luz de su posición en el
gobierno Cívico-Militar, él deberá renunciar como Gerente de la Librería Dominicana, con
el entendido de que al dejar el gobierno y el restablecimiento de las condiciones normales,
él podría ser restituido a su posición original de gerente... Mc Lean reportó verbalmente que
el Sr. Postigo había acordado renunciar y que una declaración pública se haría a tal efecto”.
(Horizontes de Esperanza. Tomo 2. p.432).
Aunque Postigo fue conminado a renunciar, se negó a ello y esto provocó una crisis que
afectó el futuro de la Librería. Su paso por el gobierno de Reconstrucción fue breve, pues
renunció al cargo, pero no pudo volver de inmediato a la Librería, pues la Junta de Síndicos
del establecimiento decidió jubilarlo en 1960, después de una exitosa labor como gerente,
por lo cual un destacado dirigente de la Unidad Presbiteriana, Donald Harris, le escribió
expresándole la admiración y respeto que sentía por él.
Tras el duro golpe recibido de la jerarquía de la Iglesia Evangélica Dominicana, fundó, en
1967 la Librería Hispaniola, en la calle José Reyes 50, muy próximo a la Librería Dominicana.
Continuó con su política editorial como Julio D. Postigo, C. por A.; otras veces como Julio
Postigo e Hijos. También se realizaron algunos encuentros de carácter cultural, pero no con
el esplendor de la etapa anterior. El nuevo establecimiento exhibió siempre muy surtido y
con excelentes obras.
Es cierto que la crisis de 1966 afectó sensiblemente el éxito alcanzado por Julio Postigo
como librero, no así a su prestigio personal como lo evidencian los sucesivos reconocimien-
tos que recibió posteriormente de distintos sectores de la sociedad dominicana: Miembro
de la Sociedad Dominicana de Geografía (1970); Miembro de la Comisión especial para
estudiar las medidas pertinentes para prevenir y controlar la incidencia de las drogas en la
sociedad dominicana (1974); Diploma del Patronato contra la diabetes (1974); Diploma del
Patronato de las Escuelas de Patio (1977); Socio básico vitalicio de la Asociación Cristiana
de Jóvenes (1978); Reconocimiento del Instituto del Libro y Director de la Revista Rotaria
(1979); Homenaje de reconocimiento ofrecido por la Comisión Organizadora de la Feria del
Libro, Asociación Dominicana de Rehabilitación, y el Club Rotario, entre otras instituciones
(1981). El Dr. Julio Genaro Campillo propuso que la Feria del Libro llevara el nombre de
Postigo y que se le condecorara con la Orden de Juan Pablo Duarte. (1982).
La Secretaría de Educación le entregó un pergamino de reconocimiento, y figura entre los
miembros del Comité Moralizador (1982); fue reconocido por la UNESCO, ONAP y el CERLAL
(1983); También fue incluido en Who’s The Word, Consagrado a personalidades de relieve

739
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

mundial en 1984, año en el que expresa su extrañeza por el hecho de no haber sido invita-
do a ninguna de las Asambleas de la Iglesia Evangélica, de la cual era miembro vitalicio
desde 1946.
La Universidad APEC lo invistió como doctor Honoris Causa en Ciencias de la Admi-
nistración (1985); fue miembro vitalicio de la Asociación Nacional de Periodistas y Escritores
(1989); recibió El Canoabo de Oro de esta misma Asociación (1990) y el Ayuntamiento del
Distrito Nacional lo consagró como munícipe distinguido de la Ciudad de Santo Domingo
(1991).
Uno de los últimos honores recibidos por don Julio Postigo fue su reconocimiento como
socio Paul Harris del rotarismo internacional, imponiéndole el botón correspondiente, el 14
de noviembre de 1993, aspiración máxima de todo rotario.
Desde la Librería Hispaniola continuó ejecutando su proyecto editorial, especialmente
en lo concerniente a su Colección Pensamiento Dominicano. De esta nueva etapa se publica
el tomo Primero de las Obras Escogidas de Manuel Arturo Peña Batlle, único que vio la luz
(1968), esta vez con el pie de imprenta, Julio D. Postigo e Hijos, Editores. De esta época son
también (con el pie de Julio D. Postigo, C. por A.) Los Negros y la Esclavitud en Santo Domingo,
de Carlos Larrázabal Blanco (1968); Estudios de Historia Política Dominicana, de Pedro Troncoso
Sánchez (1968); Cuentos Escritos en el exilio, y Apuntes sobre el Arte de Escribir Cuentos, de Juan
Bosch (1968); Moral Social, de Eugenio María de Hostos (1968); Antología Poética Dominicana,
de Pedro René Contín Aybar (1969); Tradiciones y Cuentos Dominicanos, de Emilio Rodríguez
Demorizi (1969), de quien publicó en 1980, esta vez en Editora Taller, Frases Dominicanas, nú-
mero 54, el último volumen, aplaudida colección que ahora el Banco de Reservas incorpora
a su política editorial.
Después de seis años de ausencia, don Julo volvió a la Librería Dominicana en 1972, esta
vez en calidad de dueño, pero la crisis de 1966 afectó considerablemente la existencia de este
pujante establecimiento. Después de Postigo ocuparon el puesto de gerente el reverendo
Raymundo García, miembro de la Junta de Síndicos de la Librería. En lugar de García, por
renuncia de éste fue designado Guillermo Asencio, quien fue sustituido a su vez por Ramón
Chevalier.
Con la entrada de Postigo, la Librería fue reinaugurada en 1973, pero no volvió a “fun-
cionar con la calidad y esplendor de los años anteriores, hasta que finalmente Postigo se
retiró del negocio en 1981, dándole a sus hijos la administración del establecimiento, quienes
no lograron encauzarlo, al tiempo que languidecía progresivamente. Entonces fue puesto
en venta y quien estas líneas escribe, junto al Dr. José Nicolás Almánzar, realizamos su in-
ventario, ya que un amigo común mostró su interés en el negocio que finalmente no cuajó
por la dificultad del parqueo.
El Pastor de la Iglesia Evangélica Dominicana, profesor Hernán González Roca en su
citada obra, Horizontes de Esperanza. Historia de la Iglesia Evangélica Dominicana, narra en un
tono airado la historia final de esta emblemática Librería:
“La Librería Dominicana volvió a funcionar pero no con la calidad y esplendor de los
años pasados, hasta que finalmente Postigo se retiró en 1981, dejando a sus hijos la admi-
nistración de la Librería”.
“El local de la Librería Dominicana fue alquilado por varios años. Finalmente, la Pri-
mera Iglesia Evangélica Dominicana, adquirió el primer nivel por compra. Luego adquirió
el segundo nivel. En ambas transacciones, hubo sumas millonarias. El local de la antigua

740
EPÍLOGO  |  PRESENCIA DEL LIBRO EN SANTO DOMINGO   |  Jorge Tena Reyes

Librería es usado por la Escuela Parroquial Olga Villanova, que auspicia la indicada con-
gregación”.
“Sin embargo, las cosas no se sucedieron tan fácilmente, pues a la hora de comprar el
primer nivel del edificio, estaba alquilado a particulares. Resultó muy trabajoso el hacer que
los inquilinos abandonaran la propiedad, teniendo sus nuevos propietarios que recurrir a
los tribunales, en una lucha que duró cinco años. Cuando al fin se retiraron los inquilinos,
dejaron el edificio sucio y deteriorado. Gracias a Dios que al fin se pudo conseguir la pro-
piedad, la que está siendo usada, tanto para la Escuela Parroquial, como para los servicios
sociales de la Iglesia”.
Las cosas de la vida. Una propiedad que fuera adquirida con los fondos de las ganancias
de la Librería y por consiguiente, perteneciente a la Iglesia Evangélica Dominicana, para
adquirirla finalmente para nuestro uso, hubo que erogar una fuerte cantidad de dinero. Pero
ahí está el local, sacándole el provecho que todos deseábamos.
Independientemente de las circunstancias que provocaron la salida de Julio D. Postigo
de la Librería Dominicana, en momentos en que prácticamente dominaba el mercado del
libro en la Capital, por el limitado número de establecimientos de esta naturaleza, cuando
retorna en 1973 la situación era totalmente diferente, pues los niveles de competencia se
habían incrementado con importantes librerías. Pero con lo que sí no tuvo competencia fue
con el aprecio y la distinción que se le dispensó hasta su muerte el 21 de julio de 1976.
Si bien nuestro trabajo debió centrarse en la figura de don Julio Desiderio Postigo como
librero y exitoso editor de la Colección Pensamiento Dominicano, hemos extendido nuestras
consideraciones más allá de este limitado propósito, con la finalidad de presentar un pano-
rama más amplio del libro y los libreros en nuestro país, en cuyo ámbito don Julio Postigo
tiene reservado un lugar de primer orden por su entrega a la divulgación del libro y por su
activa participación en múltiples causas de bien común.
Servir fue la mayor pasión de don Julio Desiderio Postigo Arias.

Fuentes
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ro, 1945  ⁄⁄  Alejandro Paulino Ramos: Historia de la Primera Biblioteca Universitaria de Santo Domingo.
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741
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

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y Blanca Delgado Malagón; Minucias Bibliográficas y Reseñas de Libros en Vetillo Alfau Durán en
Clío. Escritos (1) publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Vol II compiladores
Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Gobierno Dominicano. Santo Domingo, R.D., 1994;
Del mismo autor, En Anales. Escritos y documentos. Banco de Reservas de la República Dominicana.
Publicación especial. Compiladores Arístides Incháustegui y Blanca Delgado Malagón. Santo Domingo,
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Universidad de Santo Domingo. Ciudad Trujillo. Centenario de la República (1844-1944). Vol. XXXV.
Editora Montalvo, 1945  ⁄⁄  Esteban Mira Caballos. Primera Biblioteca de Santo Domingo. Ecos. Año 2. No.
3. Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1994)  ⁄⁄  Luis Floren Lozano: Bibliografía Dominicana.
Roques Román, C. por A. Ciudad Trujillo, R. D., 1948  ⁄⁄  Haring, Clarence H.: El Imperio Hispánico
en América, Editora Solar/Hachette, Buenos Aires, 1966  ⁄⁄  Agustín Millares Carvas: Introducción
a la Historia de los Libros y de los Bibliotecos Fondo de Cultura Económica, México, 1971.

742
Semblanza de Julio D. Postigo,
editor de la Colección
Pensamiento Dominicano
Don Julio Postigo, prominente hombre público
dominicano del siglo XX. Ejerció durante su
dilatada existencia labores como librero, editor
y pastor evangélico. Nació en San Pedro de
Macorís el 11 de febrero de 1904.
Desde joven fue designado como encargado
de la pequeña librería evangélica que se abrió en
la ciudad de Santo Domingo, y en 1937, la Junta
para el Servicio Cristiano en Santo Domingo lo
designó como gerente de la Librería Dominicana,
Julio D. Postigo Arias. que don Julio, en pocos años, transforma en un
Foto: Cortesía del Reverendo
Hernán González Roca. importante Centro Cultural donde se organiza-
ban tertulias, recitales y conferencias, así como
exposiciones de libros nacionales y extranjeros,
principalmente latinoamericanos.
En 1938 la Junta Oficial de la Iglesia Evan-
gélica Dominicana designa a don Julio, Miem-
bro Honorario, y en 1946 se le nombra Miembro
Permanente.
En 1946 la Librería Dominicana comienza a
publicar la colección Estudios, dedicada a servir
de material de lectura para estudiantes, a quie-
nes, además, se permitía leer, estudiar y copiar
gratuitamente un fondo bibliográfico puesto a su
disposición en los salones de la librería, donde
también se había habilitado una sala de lectura.
En 1949 se comienza a editar la Colección
Pensamiento Dominicano, que en un primer mo-
mento se compone de Antologías, como aquella
de Narraciones Dominicanas, de Manuel de Jesús
Troncoso de la Concha, los poemas de Domingo
Moreno Jimenes, de la obra de don Américo
Lugo, y la Antología Poética Dominicana, del
crítico Pedro René Contín Aybar, entre otras
notables selecciones bibliográficas.

743
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Don Julio Postigo fue un permanente promotor del libro dominicano. En efecto, fue
designado como delegado dominicano ante la Conferencia Evangélica Latinoamerica-
na, en Buenos Aires, Argentina, y aprovecha la ocasión para montar una exposición
de libros dominicanos en esa ciudad, en colaboración con la Embajada Dominicana.
Fue, además, el pionero de las ferias del libro en el país. En 1950, a sugerencia suya, se
instituye el 23 de abril como el Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra.
Un año después se realiza la primera Feria Nacional del Libro, en el Parque Colón y en
las arcadas del Palacio Consistorial.
En 1951 don Julio Postigo propone la creación del premio Pedro Henríquez Ureña al
mejor libro del año, y los libreros aportan los RD$500.00 de su primera dotación. El jurado
escoge como ganadoras las obras: La Isla de la Tortuga, de Manuel Arturo Peña Batlle, y
El problema de la fundamentación de una lógica pura, de Andrés Avelino.
En 1954 el Gobierno Dominicano le designa como Comisionado para Europa con el
propósito de promover y organizar una gran exposición de libros, dentro de la progra-
mación de la Feria de la Paz en 1955.
La Gran Logia de la República Dominicana lo nombra, en 1957, Miembro Vitalicio. En
1960 se le designa como regidor de la ciudad capital. Llega a ser, en 1962, Vicepresidente
del Ayuntamiento de la capital dominicana. Fue, además, a partir de 1963, presidente del
Consejo de Directores del Instituto Cultural Domínico-Americano, del Club Rotario, de
la Alianza para el Progreso y de la Asociación Cristiana de Jóvenes.
En 1965 don Julio Postigo fue designado como miembro del Gobierno de Reconstruc-
ción Nacional, pero presenta renuncia posteriormente, en comunicación pública dirigida
al General Antonio Imbert Barreras.
Fue jubilado en 1966, después de 29 años de regencia, por la Junta de Directores de la
Librería Dominicana, y funda la Librería La Hispaniola. Posteriormente, en 1972, adquiere
la propiedad de la Librería Dominicana, y al año siguiente reinaugura el local.
Don Julio fue miembro de la Sociedad Dominicana de Geografía, de las Aldeas In-
fantiles de la República Dominicana, de la Comisión de la Feria Nacional del Libro, del
Patronato Contra la Diabetes, del Círculo de Coleccionistas y de la Asociación Domini-
cana de Rehabilitación.
La Secretaría de Estado de Educación le otorga un diploma de reconocimiento en
1982, y el año siguiente es reconocido por organismos internacionales, como la UNESCO
y el CERLAL. En 1985 la Universidad APEC le otorga un Doctorado Honoris Causa en
Ciencias de la Educación.
En la década de los noventa recibe el premio Caonabo de Oro de la Asociación de
Escritores y Periodistas, el Ayuntamiento de Santo Domingo lo designa como Munícipe
Distinguido y la Universidad Evangélica Dominicana le concede un Doctorado Honoris
Causa en Ministerios.
Falleció a la edad de 92 años, el 21 de julio de 1996, en la ciudad de Santo Domingo.

744
Jeannette Miller
Nació en Santo Domingo, República Domi-
nicana, el 2 de agosto de 1944. Poeta, narradora,
ensayista e historiadora de arte; se inició como
escritora con el grupo llamado Generación del
60, junto a Miguel Alfonseca, Jacques Viaux,
René del Risco Bermúdez y otros. Ha ganado
numerosos premios, entre los que destaca el
Premio Nacional Feria del Libro Eduardo
León Jimenes (2007), a su ensayo Importancia del
contexto histórico en el desarrollo del arte dominicano.
Entre sus obras fundamentales se encuentran:
El Viaje –poemas– (Cuadernos Hispanoame-
ricanos, 1967); Fórmulas para Combatir el Miedo
–poemas– (Taller, 1972); Fichas de identidad/
Estadías –poemas– (Taller, 1972); Historia de la
pintura dominicana –ensayo– (Amigo del Hogar,
1979); Cuentos de Mujeres –cuentos– (Cole, 2002),
Paisaje Dominicano: Pintura y Poesía –ensayo–
(Amigo del Hogar, 1992); Cuentos Dominicanos
–antología– (Colección Letra Grande, Coedición
Unesco y Editorial Popular, 2000) (Amigo del
Hogar, 1997); Fernando Peña Defilló –monografía–
(Vista Color, 2000); Arte dominicano: 1844-2000
–2 tomos– (Verizon, 2001 y 2002); La Mujer en el
Arte Dominicano (Amigo del Hogar, 2005); y La
vida es otra cosa –novela– (Alfaguara, 2006).

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen I  |  POESÍA Y TEATRO

Colección Pensamiento Dominicano


1. Narraciones Dominicanas. Ml. de Js. Troncoso de la Concha. 215 páginas. 1971. (Sexta edición).
2. Américo Lugo: Antología I. Vetilio Alfau Durán. 191 páginas. 1949.
3. Domingo Moreno Jimenes. Flérida de Nolasco. 194 páginas. 1970. (Tercera edición).
4. Pedro Henríquez Ureña I: Antología. Max Henríquez Ureña. 169 páginas. 1950.
5. Emiliano Tejera: Antología. Manuel Arturo Peña Batlle. 221 páginas. 1951.
6. F. García Godoy: Antología. Joaquín Balaguer. 223 páginas. 1951.
7. Franklin Mieses Burgos. Freddy Gatón Arce. 162 páginas. 1952.
8. Juan Antonio Alix. Décimas I. Joaquín Balaguer. 208 páginas. 1953.
9. Juan Antonio Alix. Décimas II. Joaquín Balaguer. 195 páginas. 1961 (Segunda edición).
10. La Sangre. Tulio M. Cestero. 231 páginas. 1955.
11. El Problema de los Territorios Independientes. Enrique de Marchena. 244 páginas. 1956.
12. El Cuento en Santo Domingo I. Sócrates Nolasco. 205 páginas. 1957.
13. El Cuento en Santo Domingo II. Sócrates Nolasco. 225 páginas. 1957.
14. La Trinitaria Blanca. Manuel Rueda. 188 páginas. 1957.
15. El Arte de Nuestro Tiempo. Manuel Valldeperes. 182 páginas. 1957.
16. El Candado. J. M. Sanz Lajara. 160 páginas. 1959.
17. El Pozo Muerto. Héctor Incháustegui Cabral. 201 páginas. 1960.
18. Narraciones y Tradiciones Sureñas. E. O. Garrido Puello. 119 páginas. 1960.
19. Poesías Escogidas. Salomé Ureña de Henríquez. 189 páginas. 1960.
20. Engracia y Antoñita. Francisco Gregorio Billini. 353 páginas. 1962.
21. Judas. El Buen Ladrón. Marcio Veloz Maggiolo. 174 páginas. 1962.
22. La Independencia Efímera. Max Henríquez Ureña. 207 páginas. 1962.
23. Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 236 páginas. 1968. (Segunda edición).
24. Moral Social. Eugenio María de Hostos. 253 páginas. 1962.
25. David, Biografía de un Rey. Juan Bosch. 215 páginas. 1963.
26. Over: Novela. Ramón Marrero Aristy. 225 páginas. 1970.
27. La Huelga Obrera. José E. García Aybar. 284 páginas. 1963.
28. Cuentos de Política Criolla. E. Rodríguez Demorizi. 244 páginas. 1977.
29. Guanuma. F. García Godoy. 269 páginas. 1963.
30. Páginas Dominicanas. Eugenio María de Hostos. 279 páginas. 1963.
31. Resumen de Historia Patria. Bernardo Pichardo. 388 páginas. 1964. (Cuarta edición).
32. Más Cuentos Escritos en el Exilio. Juan Bosch. 287 páginas. 1964. (Segunda edición).
33. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana I. Max Henríquez Ureña. 272 páginas. 1965.
34. Panorama Histórico de la Literatura Dominicana II. Max Henríquez Ureña. 185 páginas. 1966. (Segunda edición).
35. Los Negros y la Esclavitud. Carlos Larrazábal Blanco. 202 páginas. 1967.
36. La Mañosa: La Novela de las Revoluciones. Juan Bosch. 172 páginas. 1966. (Tercera edición).
37. El Cristo de la Libertad: Vida de Juan Pablo Duarte. Joaquín Balaguer. 216 páginas. 1966 (Tercera edición).
38. Crónicas de Altocerro. Virgilio Díaz. 110 páginas. 1966.
39. Obras Escogidas. Manuel Arturo Peña Batlle. 242 páginas. 1968.
40. Estudios de Historia Política Dominicana. Pedro Troncoso Sánchez. 175 páginas. 1968.
41. El Montero: Novela de Costumbres. Prefacio de Rodríguez Demorizi. 115 páginas. 1968.
42. Tradiciones y Cuentos Dominicanos. Emilio Rodríguez Demorizi. 276 páginas. 1969.
43. Poesía Dominicana. P. R. Contín Aybar. 216 páginas. 1969.
44. Enriquillo: Leyenda Histórica Dominicana (1503-1538). Manuel de Jesús Galván. 491 páginas. 1970.
45. Rebelión de Bahoruco. Manuel Arturo Peña Batlle. 261 páginas. 1970.
46. Reminiscencias. Enrique Apolinar Henríquez. 303 páginas. 1970.
47. El Centinela de La Frontera: Vida y hazañas de Antonio Duvergé. Joaquín Balaguer. 202 páginas. 1970.
48. Música y Baile en Santo Domingo. Emilio Rodríguez Demorizi. 227 páginas. 1971.
49. Pintura y Escultura. Emilio Rodríguez Demorizi. 264 páginas. 1972.
50. Autobiografía. Heriberto Pieter. 215 páginas. 1972.
51. Documentos Históricos. Antonio Hoepelman y Juan A. Senior. 374 páginas. 1973.
52. Mis Bodas de Oro con la Medicina. Arturo Damirón Ricart. 207 páginas. 1974.
53. Monseñor de Meriño Íntimo. Amelia Francasci. 300 páginas. 1975.
54. Frases Dominicanas. Emilio Rodríguez Demorizi. 160 páginas. 1980.

Las obras resaltadas en negritas son las que incluye este volumen.

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Esta obra
Poesía y Teatro
VOLUMEN I
de la
Colección Pensamiento Dominicano
reeditada por el Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.
terminó de imprimirse en el mes de abril de 2008,
en los talleres de Amigo del Hogar,
Santo Domingo, Ciudad Primada de América,
República Dominicana.

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