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PROYECTO DE ESCRITURA

ANTOLOGÍA DE CUENTOS Y
POESÍAS

ASIGNATURA: PRÁCTICAS DEL


LENGUAJE

CURSO: 9º “B” Turno Tarde.

1ª etapa: Lectura y análisis


de cuentos de terror y
policiales ( Poe, Quiroga,
Conan Doyle y Chesterton).
Lectura y análisis de poesías de
autores varios vanguardistas.

2ªetapa: Producción de cuentos


y poesías a partir de consignas:
• Problemas de convivencia.
• De la crónica al relato.
• La ventana indiscreta.
• Necrológicas.
• Comienzos inesperados.
• Poesías dibujadas.
• Poesías con versos
prestados.

3ªetapa: Trabajo con el


paratexto:
• Pasado en computadora.
• Prólogo.
• Tapas (diseño y título)
• Índice.

PROFESORA: GABRIELA MORSALINE.

AÑO: 2009
PRÓLOGO

Queridos lectores:

Los alumnos de 3º “B” de la secundaria


Nº 90 realizamos estas producciones que
están hechas para que todas las personas
puedan apreciar nuestras historias
realizadas con mucho compromiso, esfuerzo
y un poquito de cada uno.
Al principio, se nos hacía imposible, pero
al ver que podíamos hacerlo, a nuestra
manera, surgieron ideas que finalmente son
estos cuentos y poemas que van a leer.
Esperamos que les gusten y que se animen
a escribir como lo hicimos nosotros.

Los chicos de 3º B
Un fantasma inofensivo

Ahí estaba yo, observándola estático, mientras los chicos me


gritaban que fuera yo a buscar la pelota porque la había tirado
adentro de la casa abandonada. Hay quienes no creen la historia
de que allí vive el fantasma de doña Juana.
Esta historia cuenta que doña Juana era una mujer bella y un
día dos ladrones entraron a su casa, la violaron y la mataron y,
por eso, su fantasma sigue en la casa. Pero, bueno, a pesar de mi
miedo, decidí entrar porque prefiero morir como un chico
valiente que se enfrentó al fantasma antes que vivir como el
miedoso y ser la burla de todos. Así que sin demorar más, entré.
Ni bien abrí la puerta, se escuchó el rechinar de las viejas
bisagras, muy a lo película de terror. Pasé el marco de la misma y
se cerró sola. En ese momento, del miedo retrocedí, intenté abrir
nuevamente la puerta, pero estaba cerrada. Así que, como no
había marcha atrás, decidí ir hasta el piso de arriba a buscar la
pelota. Me propuse acabar con el miedo, cuando el fantasma
intentó correrme y al alcanzarme, me atravesó. Entonces me di
cuenta de que no me podía hacer nada. Así que, sin dudarlo, subí
las escaleras, tomé la pelota y salí de la casa., aunque tuve que
salir por la ventana porque la puerta seguía trabada y creo que
todavía lo está.

Ezequiel Arranz
Jorgelina, la que te encuentra

Estoy tranquila mirando una película de terror en la tele; mis padres


duermen. De repente, escucho un silbido; no le doy importancia porque lo
atribuyo a la película que estoy viendo. Después, aparece una rata chillando
ferozmente. Grito y mis padres se despiertan. Cuando mi mamá llega, yo
estaba rodeada por esos malditos roedores que querían morderme. Mi papá
los mata y me llevan a dormir a mi cuarto.
Estoy con mis compañeras en un pijama party. Jorgelina había traído
alfajores que había hecho ella. Todas comieron, menos yo. Todas se
atontaron, entonces Jorgelina comenzó a pintarles la cara riéndose con
maldad. Yo fingí estar atontada y cuando Jorgelina se durmió, le pinté la
cara y le clavé un cuchillo en el corazón. Las chicas se reían todo el tiempo,
hasta dormidas…
Unos años después, nadie recordaba nada de esa noche macabra. Parecía
que nos habían lavado el cerebro.
Una noche, me quedé a dormir en la casa de mi abuela y se me apareció el
espíritu de Jorgelina. Me amenazó diciéndome que me iba a hacer la vida
imposible. Las chicas seguían mal: Vicky, ahora es una delincuente; Aylén, la
mejor amiga de Jorgelina, se convirtió en rata; Florencia era pastelera y
Antonella era profesora.
Al día siguiente, fallecí, Jorgelina se vengó. Aylén comió mis restos y
Florencia hizo una torta que al comerla mis amigas, volvieron a ser normales.
Jorgelina y yo revivimos. Yo volví a hacer otro pijama party, pero esta
vez, no hubo alfajores. Vimos muchas películas, comimos pizzas y torta. La
pasamos re bien.
A la mañana siguiente, me desperté sobresaltada. Grité desesperada
“mamá, las ratas me quieren morder!!!!!”. Mi mamá llegó corriendo, me dijo
que había tenido una pesadilla y que era la última vez que me quedaba viendo
sola películas de terror y que me levantara rápido que teníamos que
preparar todo para el pijama party de esta noche.

Celina Cancina.
El horror de los andes.

Hola, me llamo Smarso y aunque no lo crean, con mis 16 años


he visto los peores horrores que se puedan imaginar.
Yo vivía en la ciudad, ahora destruida, de los Andes, en
Argentina. Fui testigo de la matanza y los horribles
experimentos que se llevaron a cabo en esa ciudad en la guerra
contra Chile. Pero mejor les voy a contar la verdadera historia de
mi vida.
Era un día normal, el 26 de agosto de 2015, cuando estaba
yendo a la escuela y escuché a unas personas hablando de que las
ciudades cercanas de Gardel y Sudaca fueron atacadas por el
ejército chileno. Esto había ocurrido la semana pasada y se
estaban preparando para otro ataque. Yo me quedé aterrado por
esta noticia, pero como un ingenuo fui a la escuela pensando que
no atacarían nuestra ciudad. Cuando salí de la escuela, fui a casa
de mi amigo y a las 4 de la tarde, volví a mi casa. Prendí la tele y
lo que vi. me llenó de horror. Nuestra ciudad estaba siendo
atacada. Impresionado por la noticia, miré por la ventana a unas
personas con uniforme que llevaban a la rastra gente herida y
muerta. Una de esas personas era mi tío Oscar que tenía varias
balas en todo el cuerpo. Aterrado, agarré la pistola de mi tío y
me escondí esperando que abrieran la puerta. Después de unos
minutos, escuché la voz de mi tía Luana que estaba enferma del
corazón pidiendo sus remedios. Un militar chileno entra por la
ventana de su cuarto y la mata. Yo, como un cobarde, la dejé
morir y salgo por la puerta de atrás hacia la ruta.
Una camioneta que casi me atropella, me ayudó a escapar.
Apenas entré al vehículo, una bala me roza el brazo. Este
hombre, asustado, arranca y me lleva a una descampado, cerca de
Gardel. Mientras me curaba, me cuenta que se llamaba Alberto,
que había servido en el ejército chileno antes de llegar a Los
Andes. En Gardel, los chilenos no mataron a nadie, pero se
llevaron prisioneros y profanaron el cementerio. Apenas termina
de hablar, una persona le dispara en la cabeza manchándome de
sangre y me golpea dejándome inconciente. Al despertar, me doy
cuenta de que estoy en la cárcel de Sudaca. En la celda había 10
personas además de mí, de las cuales cinco ya estaban muertas,
tres estaban deformados y tres heridas. Escuché que en una
televisión lejana el noticiero informaba que el ejército argentino
no iría a auxiliar a Sudaca, Gardel y Los Andes porque esas
ciudades ya estaban perdidas.
Luego, unos chilenos nos llevan a un hospital. Al entrar veo
cientos de personas muertas. Escuché a un médico gritar que los
experimentos habían sido un éxito, pero que faltaba uno.
No sé cuánto tiempo estuve en ese hospital esperando y
esperando que algo pasara. De pronto se corta la luz y escuchan
tiros. Un militar pedía ayuda para controlar a los muertos. En
medio de la confusión, le saco el arma que tenía en las manos y lo
mato. Un zombi me tira al piso y, cuando estaba a punto de
matarme, alguien le dispara y le destroza la cabeza. Con mi
nuevo amigo logramos escapar y llegamos a esta ciudad bien
apartada de ese horror.
Al terminar la guerra, los chilenos salieron victoriosos, aunque
después de unos años, fueron destruidos por tropas
norteamericanas aliadas del ejército argentino.

Cristian Mammana
Matías Reinhardt
El Tenore

Ahí estaba yo, en la casa de mis abuelos. Ellos me


contaron que hace mucho tiempo, en una Fabela de
Brasil, se comentaba que un tal sir Matix había sido
asesinado por su esposa ya que la misma no se daba
cuenta de sus actos. Por esa grave enfermedad, también
perdió a su hija de seis años. Fue tanto el dolor que
sintió al enterarse de que la mitad de su familia había
sido brutalmente asesinada por ella misma, que decidió
internarse en un loquero. Luego de varios años de
lamento, se recupera y, finalmente, sale del internado.
Para rehacer su vida, decide adoptar un niño al que
llama Tenore. Después de varios años, el niño comienza a
padecer la rara enfermedad de su madre adoptiva y, una
noche, se levantó y la asesinó.
Dicen por allí que aún quedan descendientes del
Tenore.

Gustavo Bravo
Franco Nieto
La Bruja Negra

Estaba re contenta. Íbamos mis tres amigos y yo al bosque a investigar


el famosísimo misterio de la Bruja Negra. Era un día perfecto, soleado y
caluroso. Era la oportunidad de decirle a Cristóbal que me gustaba.
Llegamos al bosque e hicimos un sorteo para repartir las tareas. Me
quería morir: me tocó con Benja. Nos fuimos por otro camino para buscar
leña y cuando se hizo de noche, faltaba Hortencia. Cristóbal que estaba con
ella nos estaba explicando dónde se había perdido, cuando empezamos a
escuchar gritos. Estuvimos toda la noche buscándola, pero como tenía mucho
frío y miedo, Cris se quedó conmigo y Benja siguió solo la búsqueda
Llegó el día. Benja volvió tan pálido como un muerto. Había encontrado un
dedo del pié, las dos manos y un ojo. Fue tanto el horror que sentimos que
salimos corriendo. No sé cómo llegamos a una vieja cabaña con olor a
podrido. Alrededor había mucha niebla. Estábamos muertos de hambre y de
frío porque ya había anochecido.
Sin embargo, Benja no quería entrar. Cris y yo fuimos a ver si había una
puerta detrás de la cabaña. Los gritos de Benja pidiendo auxilio nos hicieron
volver rápidamente. Entonces, vimos una sombra como de una mujer que
llevaba a Beja arrastrando con un gancho en el pecho. Grité tanto que Cris
agarró un tronco y rompió la puerta delantera, me metió adentro y la trabó.
Yo estaba paralizada por el terror que sentía, sin embargo el intenso olor
nauseabundo nos hacía difícil respirar.
Miramos hacia arriba y descubrimos restos humanos colgando de
ganchos. El espanto nos invadió, retrocedimos y casi chocamos con algo o…
alguien. Era la mujer vieja que había visto afuera. Su rostro estaba
desfigurado, su pelo arrancado en partes; vestía unas ropas mugrientas y
agujereadas, sus manos estaban lastimadas y manchadas de sangre. Ahí
comprendí que era verdad lo que se contaba. Esa pobre mujer había sido
violada y golpeada brutalmente y creyéndola muerta, la abandonaron en su
cabaña.
Estaba tan aterrada que no podía moverme. La vieja, lanzando un grito
me clavó un gancho en la pierna y a Cris en el pecho. El intenso dolor me hizo
reaccionar y aprovechando que la loca estaba despedazando a hachazos a mi
amigo, salí de la cabaña tropezándome y arrastrándome. Con la niebla, pude
esconderme y escapar. No sé cuánto tiempo estuve corriendo o
arrastrándome ni para dónde fui. Lo último que recuerdo es que resbalé y
me caí a un lago.
Cuando me desperté, habían pasado 10 meses de aquel horror. Ahora
estoy recuperándome en España, pero sigo ocupándome del misterio de la
Bruja Negra .
Victoria Silva.
Día de brujas

Hoy es 31 de octubre de 1948, día de brujas. Me llamo


Jorgelina Tagliani y tengo planeado salir con mis amigos.
Entramos en una casa en venta y abandonada. Escuchamos ruidos
extraños que venían de una habitación oscura. No pensaba ir
porque me da terror la oscuridad. Entonces mandé a un amigo
para que fuera a ver qué era y se encontró con un fantasma
asesino que habían matado hace diez años. Me amigo volvió
desesperado diciéndonos que teníamos que irnos y al querer abrir
la puerta, no pudimos. A cada uno nos sometió una tortura
diferente. Intentamos escapar y sólo pudimos salir tres de diez.
Fuimos a la comisaría a informar lo que había sucedido, pero al
contarles nos quisieron internar en un loquero porque nos creían
dementes. Para que no lo hicieran, les dimos la dirección de la
casa y nos dijeron que esa casa la habían demolido después de
que el asesino, Jacinto Peuer había sido asesinado. Nosotros
dijimos que era imposible y les pedimos que fueran con nosotros
a buscar a los demás. Cuando llegamos al lugar, la casa no estaba.
Se había convertido en un baldío. Con mis dos amigos nos
preguntamos qué había pasado.
Pasaron tres años y en ese baldío se construyó un museo de
arte en cuyos cuadros aparece la muerte de mis siete amigos
desaparecidos el 31 de octubre de 1948.

Antonella Mura
Jorgelina Tagliani
Terror en la noche

Me llamo Aylén. Yo era una niña muy supersticiosa; le temía a


toda clase de ruidos que se escuchaban en la mitad de la noche
o a la posibilidad de que se aparezca un ser extraño.
Un día, fui a un cementerio en la mitad de la noche con mi
madre a ver a mi papá. Yo, sin darme cuenta, me perdí rodeada de
tumbas y cadáveres. Mi madre pensando que me había ido, se fue
a casa.
El sepulturero cerró el cementerio sin darse cuenta de que yo
estaba adentro. Cuando me di cuenta, ya era tarde. Ya se había
ido.
Caminando con mucho miedo, encontré la tumba de mi padre;
me senté en ella y me puse a llorar.
En los nichos se escuchaban ruidos anormales; los búhos y los
cuervos empezaron a gritar. Me rodeaba un penetrante olor a
humedad. El cementerio estaba oscuro, tan solo la luz de la luna.
Traté de conciliar el sueño, pero fui sorprendida por una
presencia extraña. Le pedí ayuda pero me di cuenta de que era un
ser anormal. El alma en pena lloraba invocando nombres que no
conocía. Yo me asusté y empecé a correr. Él me perseguía. Corrí
por horas hasta que amaneció. El sepulturero volvió y abrió el
cementerio. Me encontró cansada y lastimada. Corrí hasta llegar
a mi casa y no encontré a mi madre. Volví al cementerio para ver
si ella estaba allí. Encontré la tumba de mi padre abierta con el
cuerpo de mi madre a su lado. Entonces comprendí que el alma en
pena que vagaba por el cementerio era mi padre.

Aylén Yovanovitz
Florencia Vargas.
Sospechoso

El día martes, 10 de mayo, hubo una rotura de una canilla en el


baño de varones. Yo soy Adriel, me culparon porque yo iba a
tomar agua a cada rato. Otros sospechosos eran Cristian y
Franco porque se mojaban el pelo.
Todos me echaban la culpa. En realidad fui yo, pero lo negaba.
Todo pasó en el segundo recreo cuando estábamos jugando con
otros chicos. Sin querer me apoyé mal en la canilla y la rompí.
Todo era un horror; el agua salía por todo el baño; no sabía qué
hacer. Todos los chicos se reían y yo estaba desesperado. Tenía
miedo de que me expulsaran. Limpié todo y tiré la canilla en el
inodoro. Pasaron dos días y se tapó el baño. Se rebalsó. Lo fueron
a arreglar y entonces descubrieron la canilla. Les faltaba
descubrir quién había sido.
Yo con mucho miedo no decía nada, pero decidí hablar para que
no culparan a mis compañeros. La directora, por mi valentía al
decir la verdad, no me sancionó, me perdonó. Entonces, yo, sin
que me dijera nada, pagué la canilla.

Florencia Vargas
Aylén Yovanovitz.

Problemas de convivencia
“YO, CULPABLE”
El misterio de la canilla

Siendo las 14.03 de la tarde, nos enteramos de que hubo una


rotura de canilla en el baño de los varones. A las 14.20, salimos al
recreo y nadie le dio importancia. Entonces, nos pusimos a
investigar el caso.
Nuestro primer sospechoso era Ezequiel ya que siempre sale a
las 13.30 a tomar agua. Nuestro segundo sospechoso era Iván
porque mojaba su pelo constantemente. El tercero y último,
Franco, siempre se miraba en el espejo del baño.
Franco nos había confesado que había escuchado un ruido
antes de entrar al baño. Ya teníamos una pista y lo descartamos.
Le preguntamos a Ezequiel si él había estado en el baño
cuando entró Franco y nos dijo que no. Pero lo hizo con poca
seriedad. Luego le preguntamos a un chico de 1º B y nos dijo que
Ezequiel sí estaba en el baño. Con Iván no hablamos porque él no
salió en ningún momento en hora de clase. Lo había hecho durante
la hora de inglés para pedirle un diccionario a su hermana y tardó
más de lo debido. Teníamos una pista más, pero faltaban más
datos para culparlo. Por lo tanto, fuimos a preguntarle a su
hermana y nos dijo que Iván no le había pedido nada.
Volvimos a interrogarlo y volvió a negar que había estado en el
baño. Nos metimos en el baño de varones para buscar más
indicios y allí encontramos sus anillos, junto a la canilla rota.
Luego, volvimos a hablar con él y nos confesó que él había roto
la canilla a propósito para inculpar a Ezequiel porque el día
anterior habían peleado.
Suspendieron a Iván por una semana y, después de un mes,
arreglaron la canilla y él prometió no romperla nunca más.

Antonella Mura
Jorgelina Tagliani.
Problemas de convivencia
“YO, INVESTIGADOR”
La confusión de Rodolfo

Esta semana fue difícil para la escuela. El martes a las 13.15


hs. hacía mucho frío y nadie quería salir del salón. Dos de mis
compañeras pidieron permiso para ir al baño y, como estaba más
cerca, entraron en el de los varones.
Vieron una canilla floja; una de ellas intentó arreglarla, pero la
empeoró. Entre carcajadas terminaron de sacarla. Volvieron al
aula como si no hubiera pasado nada. A las 14.00 hs. la
preceptora trajo la canilla en la mano preguntando qué había
pasado. Nadie sospechaba que fueran ellas.
La directora llamó a los que siempre tienen problemas en el
aula.
Había un testigo, Florencia de 5º grado que en la clase de
Educación Física vio entrar al baño de los varones a dos chicas.
Una era alta y morocha; la otra, menudita y rubia.
El miércoles llamaron a todas las chicas que se parecían a la
descripción de la niña.
La directora trataba de investigar quiénes habían sido.
Sospechó de nosotras porque nos parecíamos a las
características mencionadas. La profesora de ese día nos
defendió alegando que ella había dejado salir a dos alumnas pero
que no se acordaba de quiénes eran.
El día jueves, las dos alumnas responsables se presentaron en
la dirección y confesaron su culpa.
La directora las sancionó haciéndoles pagar los daños.

Celina Cancina
Victoria Silva.
Problemas de convivencia
“YO, VÍCTIMA”
La desaparición del celular

Un día en la escuela, un 3 de julio a las 14.20 hs. para ser


exactos, desaparece un celular en el patio. Se empiezan a pelear
los amigos de Josefina, la víctima, con un sospechoso que se
llamaba Pablo porque fue él el último que salió al recreo. Nadie
sabía que yo, Julián, la había sacado de la mochila.
Mientras los directivos de la escuela estaban tratando de
calmar la situación del patio, me escondí para apagar el celular
para que no sonara si alguien llamaba. Me hice el disimulado y salí
al recreo para que nadie sospechara.
Cuando todo estuvo tranquilo, la directora juntó a todos en el
patio y nos dijo que nadie se podía mover hasta que no apareciera
el celular. Claro, yo no estaba en la fila, ni siquiera sabía lo que
pasaba en el patio. Después de un largo rato, puse el celular en la
mochila de Josefina y salí al patio, ya habían tomado lista y se
habían dado cuenta de que yo no estaba. Me revisaron y como ya
no tenía el celular, era el principal sospechoso.
Josefina se volvió a fijar en la mochila y descubrió el celular
apagado. Dijo que alguien lo había devuelto pero jamás se supo
quién fue.

Cristian Maldonado.
Problemas de convivencia
“YO, CULPABLE”
La envidiosa

Hola, soy Pablo. Les quiero contar mi historia sobre el día que
resolví el caso del celular.
Era un martes como todos los demás. Estábamos con Juan, mi
mejor amigo, en la esquina del colegio tomando una gaseosa para
refrescarnos ya que recién salíamos de educación física y
debíamos esperar que se hiciera la hora de entrar al colegio.
Todo estaba más que tranquilo hasta que el silencio se rompió
con ese grito chillón y perturbador “hola, mis amores”. Era Maru,
mi amiga y la novia de Juan.
Maru, ese día estaba muy exaltada ya que se acababa de
comprar un celular nuevo y se había puesto muy pesada
escuchando su música. Gracias a Dios entramos a clase.
Ella debió apagar su celular, aunque medio colegio ya lo había
visto. Como era día de previas, tuvimos hora libre. Como la
preceptora nos dijo que si nos quedábamos tranquilos y callados,
tendríamos un recreo más largo, nos aburrimos toda la hora.
Salimos al recreo. La preceptora, primero y después nosotros.
Los últimos fueron Cristian y Alan, las ovejas negras del curso.
En medio del recreo, Maru se acordó de su celular y volvimos
al salón a buscarlo, pero no estaba. Juan, al ver a Maru llorando,
salió enojado a buscar a Cristian y a Alan. Entonces, hubo una
gran pelea en el patio; pelea en la que tuve que meterme porque
le estaban pegando bastante a mi amigo. Terminamos los cuatro
en la dirección.
La directora nos interrogó a todos. Cristian estaba bastante
tranquilo y tenía una buena coartada ya que la portera le había
pedido que cambiara un bidón de agua. Pero Alan, no; estaba muy
nervioso. Él es solo un chico vago, no lo creo capaz de robar, pero
presentía que algo ocultaba.
En el segundo recreo, lo encontré solo en el baño y lo encaré.
Le dije que él era un chico bueno y que si se arrepentía iba a ser
mejor para él. Fue una charla de unos cinco minutos la que
tuvimos en ese baño, pero él simplemente me corrió diciéndome
que no me metiera y se fue. Lo vi que se dirigía para el lado de los
salones y ocultándome, lo seguí. Entró al salón y devolvió el
celular a la mochila de Maru.
Ella al ver su celular no entendía qué había pasado. Entonces,
yo le dije que ella siempre vive en otro mundo y es muy
despistada. Después lo busqué a Alan y le confesé que lo había
visto devolver el celular. Él me dijo que lo había sacado su
hermana Zulma porque le tenía envidia a Maru por salir con Juan
y que él no quería que se metiera en problemas.
Desde ese día decidimos visitar a Zulma y ahora, Alan es un
gran amigo mío.

Ezequiel Arranz
Problemas de convivencia
“YO, INVESTIGADOR”
Vergüenza es robar

Todo parecía normal; era un día clásico de escuela y pensé que


nada lo podía arruinar.
Empecé tomando apuntes, como siempre, era un tema nuevo y
se merecía toda mi atención. Así que los ignoré completamente a
mis compañeros que tenían como costumbre siempre molestarme,
llamándome nerd “Josefina es nerd”… etc, etc.. Ellos eran tres:
Julián, Pablo y Ernesto.
Julián era el peor conmigo; Pablo, no tanto y Erneto, cuando
podía, trataba de defenderme.
Terminó la hora. Yo había entendido las ecuaciones
perfectamente y sólo faltaba que cruzara la puerta en busca del
recreo, pero hubo algo que me llamó la atención: los tres
demonios, como yo los llamaba, estaban peleando entre sí. Sólo
logré escuchar a Ernesto decirle a Julián que no lo contara para
el plan, que con esto se pasaría de la raya. Una vez más, los
ignoré y salí rápido hacia el recreo. Mi necesidad de chusmear
con mis amigas era urgente.
Mi amiga, Zulma, había cambiado el número de su celular y me
dijo que anotara el nuevo, pero yo había dejado el mío en la
mochila, así que fui a buscarlo, pero no estaba. Revisé
incansablemente, pero no aparecía. Zulma de alguna manera me
quería tranquilizar así que pensó en un plan para descubrir si me
lo habían robado o en un descuido mío lo había dejado en mi casa.
Su plan era fácil, sencillo y, sobre todo, eficaz.
Las dos sabíamos que la directora nos vendría a visitar a
nuestro curso, como lo hace habitualmente todos los viernes en la
última hora. Yo me pararía enfrente de todos diciendo que me
faltaba el celular. Zulma llamaría a mi número y el ladrón
quedaría expuesto frente a toda la clase.
Llegó la hora; la directora estab dando su sermón de todos los
viernes, así que me paré, tomé coraje y la interrumpí diciendo:
- Disculpe, directora, pero a mí me falta el celular y creo que
el ladrón está entre nosotros. En este momento, mi amiga está
llamando a mi número.
Fue ahí cuando la frase “tragáme tierra” se apoderó de mí.
Pasaron cinco segundos en silencio, cuando de repente,
escuchamos el ruido del tan preciado celular. Lo tenía Julián que
estaba más rojo que nunca.
La directora estaba impactada. No podía creer lo que sucedía.
Sin pensarlo, nos citó a los dos a la dirección. Se confirmó que el
celular era mío.
Fue así como me pude librar de mi enemigo ya que Julián fue
expulsado de la escuela.

Franco Nieto
Iván Santillo
Problemas de convivencia
“YO, VÍCTIMA”
La bailarina y el cafisho

En un cuarto de una pensión de Constitución, había una pareja.


Ellos se llamaban Betty y Jonathan Pérez Arancibia. Betty es una
bailarina de cabaret y Jonathan su cafisho.
Una noche, escucharon ruidos que venían de la calle y se
asomaron a la ventana para ver qué ocurría. Ellos ven que estaban
asesinando a una persona que decían que era narcotraficante.
Uno de los asesinos los descubre espiando y los va a buscar.
Ellos se escapan rápidamente de la pensión siendo perseguidos de
cerca por el sargento Chávez del departamento de Narcotráfico.
Él los alcanza y los detiene, matando a sangre fría a uno de los
criminales. Betty y Jonathan son llevados a declarar y los dejan
esperando en una oficina. Escuchan que Chávez interroga a otro
sospechoso y lo mata. Entonces, sin pensarlo, escapan a otro
cuarto, encuentran el dinero que habían incautado en el
procedimiento, y huyen llevándoselo sin que Chávez se diera
cuenta.

Celina Cancina
“La ventana indiscreta”
(Policial negro)
La muerte del narcotraficante

Todo comenzó en la tarde del 4 de agosto. Betty y Jonathan,


una pareja que convivía en un barrio de Constitución, no imaginan
lo que está por suceder.
Betty está sacando sus plantas por la ventana como lo hace
habitualmente cuando, de repente, llama a su pareja
urgentemente. Él acude asustado ante el grito de ella para ver
qué había pasado. Betty le dice que mire por la ventana. Juntos
ven cómo unos hombres vestidos de negro golpeaban a su vecino
ferozmente. Al rato, se van y el pobre hombre se desvanece todo
ensangrentado. La pareja baja corriendo para auxiliarlo, pero él
muere camino al hospital. Entonces, deciden llamar a la policía y
relatar todo lo sucedido. Inmediatamente, los mandan a su casa
diciéndoles que empezarían a investigar el asesinato de Ezequiel
Pérez.
Al día siguiente, los visita el detective Hugo Chávez del
departamento de narcotráfico y después de una larga charla los
amenaza de muerte si vuelven a hablar porque eran los únicos
testigos.

Victoria Silva
Aylén Yovanovitz.
“La ventana indiscreta”
(Policial Negro)
La fuga de Jonathan y Betty

Jonathan sale de trabajar en su auto. Camino de su casa se


encuentra con Betty que era una prostituta decide llevarla a la
pensión donde vivía. Cuando llegaron, escuchan una pelea y
deciden asomarse a la ventana. Entonces ven a dos hombres
discutiendo con un hombre mayor. Jonathan les grita que se
vayan a discutir a otro lado. Los dos hombre lo empiezan a
insultar y el mayor le dispara a uno de ellos. Luego le apunta a
Jonathan. Betty lo toma del brazo y salen corriendo. Se dirigen a
la comisaría más cercana. Los atiende el sargento Hugo Chávez
que era el único que estaba disponible en ese momento. Le
contaron lo que había pasado y Chávez les dijo que el hombre
mayor era Pedro Moreno, un narcotraficante muy buscado.
Jonathan y Betty subieron al auto con el policía y volvieron al
lugar de los hechos. Cuando lo encontraron, Chávez baja del auto,
lo detiene y lo lleva a la comisaría. Jonathan y Betty vuelven a la
pensión y se acercan nuevamente a la ventana. Distinguen dos
valijas en el lugar donde discutían los hombres. Van a buscarlas y
encuentran que estaban repletas de dinero. Jonathan le da una
valija a Betty, él toma la otra y juntos huyen con el dinero.

Antonella Mura
Jorgelina Tagliani
“La ventana indiscreta”
(Policial Negro)
Viviendo una pesadilla

Siendo las 15 hs. del día 22 de abril, se presentó el señor Luis


Porta a prestar la siguiente declaración:
“Todo comenzó el 14 de abril aproximadamente a la 1 de la
madrugada cuando yo empecé a vivir una pesadilla.
Yo llevaba en mi Peugeot 206 a un amigo a su casa. A las pocas
cuadras, me interceptó un auto con cuatro tipos. Tres de ellos se
metieron en mi auto y me dijeron: “esto es un secuestro”.
Después me golpearon fuertemente y me preguntaron dónde
vivía. Me metieron en el baúl. Después de dar muchas vueltas, me
llevaron a un lugar desconocido para mí; era como un depósito con
un portón grande de color rojo. Se escuchaba muy cerca el ruido
del tren. Ellos me metieron en un cuarto donde los vidrios
estaban pintados. Por un pequeño agujero que tenía la pared, ví
que era un garage lleno de autos desguazados.
Ellos descubrieron que yo estaba espiando , se metieron en el
cuarto y, mientras me golpeaban me decían: “pibe, decínos dónde
vivís o te quemamos”. Aturdido por los golpes les dí mi dirección
donde estaban mis padres cuando llegamos a mi casa, abrí el
portón automático, mientras que mi padre abría la puerta de la
casa. En ese momento, le dispararon tres tiros, dos en el pecho y
uno en la pierna. Se llevaron las cosas de valor y se fueron.”
- ¿Puede reconocer a alguno de los ladrones, señor Puerta?
_ a dos de ellos. Uno tenía barba candado, su pelo era negro y
tenía zapatillas color verde; su piel era de color y parecía menor,
como de unos 17 años. El otro era de tez blanca, tenía el pelo
rubio con mechones azules y era mayor de edad, de unos 25 años.
A los otros dos, no los pude ver bien.
- Bien, señor, le informaremos si encontramos algo. La
declaración ya está hecha.
-Espero que puedan encintrar a los infelices que le hicieron
esto a mi padre y a mí.
_ Muy bien, Porta, confíe en nosotros.
Pasaron cuatro días sin saber nada de los ladrones. Al quinto
día, llamaron de la comisaría y le informan a Porta:
- Hemos encontrado a algunos sospechosos, ¿puede usted
acercarse a reconocerlos?
- sí, cómo no, comisario.
- Bien, lo esperamos. Hasta luego.
Luego de cuatro horas, Porta se presenta y lo llevaron por un
largo pasillo a donde estaban los sospechosos en rueda de
reconocimiento.
- ¿Puede reconocer a alguno?
- Sí, son ellos. El cuarto y el sexto.
Los ladrones se arrepintieron y confesaron:
- Mi amigo se llama Andrés Pérez y el otro, Mario González.
Se escuenden en el galpón donde lo tuvimos a él. Queda en
Carabelo 38. allí están todas las cosas de valor que robamos de
su casa y los autos que están allí son robados.
-¿Por qué le dispararon a mi padre?
- Nosotros no fuimos. Fue Andrés Pérez. Nosotros no fuimos.
- Señor Porta ¿qué hacemos?
-Déjenlos libres. Yo confío en ellos, pero me tienen que llevar
donde están sus amigos.
-Lo llevaremos, señor, muchas gracias.
Pasaron dos horas y encontraron alos ladrones que dispararon.
Fueron al juez y les dieron 25 años de cárcel. El padre se
recuperó y les devolvieron los objetos robados.
- Al fin se hizo justicia – dijo Porta.

Aylén Yovanovitz
“De la crónica al relato”
Juan de la 3ª

Mi nombre es Juan; soy policía patrullero de la comisaría 3ª


del barrio de Nueva Pompeya. Desde chico tuve una intuición
especial y nunca me quedé con la primera impresión. Por eso
siempre quise ser policía.
Era una mañana como todas las otras, yo hacía mi guardia en el
patrullero cuando sonó la radio diciendo que hubo un asesinato en
una vivienda, situada en Arquímedes al 2317 y, como estaba
cerca, decidí pasar por ahí.
Al llegar, encontré colegas míos que me contaron que se
trataba de un asesinato porque le quisieron robar y no
encontraron nada de valor. Pero no les creí. Al principio pensé
que había sido el sobrino que fue el que lo había encontrado
muerto. Pero al verlo llorar desconsoladamente por su tío y al
darme cuenta de que él estaba dormido (como dijo en su
coartada) porque su cama estaba todavía tibia, me tiró abajo la
hipótesis.
Luego me comentaron que unas vecinas vieron pasar a unos
chicos ofreciéndose para cortar árboles y que, por su apariencia,
resultaban sospechosos. Los descarté inmediatamente porque,
minutos antes, los había visto trabajar y encima los conocía del
barrio.
Entonces, me acerqué al sobrino y le pregunté si alguien más
vivía en la residencia. Me contestó que sí, la hermana del muerto
y una tía. Entonces le pregunté:
-¿Quién de ellas es rubia?
- La hermana.
Decidí citar a las dos mujeres. Las esperé una media hora y
cuando llegaron les pregunté qué habían hecho por la mañana. Me
contestaron que se habían ido a un pago fácil a pagar unas
boletas. Recordé que los vecinos habían visto salir a la tía sola
esa mañana. Entonces, les mostré a las damas los cabellos rubios
que se encontraron en el cadáver y les informé sobre la
investigación. Finalmente, me dirigí a la hermana de Gerardo
Maceira, el occiso, le dije que yo sabía que había sido ella. Se
quebró y me contó su historia.
- Él tenía su imprenta y había descubierto muchas historias
mías con amantes del barrio y me chantajeaba con que si no le
daba plata, las iba a publicar. Entonces, lo até y le pregunté
dónde estaban las impresiones. Como no me respondió, le pegué
hasta causarle la muerte. Luego, revolví todo hasta
encontrarlas… Pero ya las quemé.
La llevé a la comisaría y ahora está esperando el juicio.

Ezequiel Arranz
“De la crónica al relato”
El arrepentimiento

“Soy Juan; tengo 14 años. Me dicen “el Cholo” no sé bien por


qué, pero me sienta bien.
Quiero contar mi historia, lo que hice en mi vida. Robé muchas
veces, kioscos, almacenes, casa hasta un banco…
El 15 de julio fui a robar un kiosco en Valentín Alsina. En
medio de este robo maté a un hombre. Me arrestaron, pero me
tuvieron que largar porque soy menor; ellos lo llaman
“inimputable”
Ya había sido detenido otras veces en 48 horas por robo y ya
tengo registradas dos entradas por robo a mano armada.
En la villa donde vivo, ves a los pibes drogándose, robando y
muchos tiroteos. Hay muchas tranzas…
Siempre viví rodeado de esas cosas. A mi hermano lo mató un
policía, mi papá es alcohólico… en mi casa hay mucha violencia
Por eso me fui a vivir a la calle, a rebuscármela solo.
Yo siempre estaba con mi amigo; él hacía canjes y conseguía
armas. Un día, yo conseguí un arma.
Con mis propios ojos vi la muerte de mi amigo. Tenía tanto
dolor que maté que maté al hombre que lo mató.
El día de hoy, me arrepiento de todos mis delitos. Tengo
mucho dolor por dentro, pero me arrepiento.
Con vos, padre, me confieso”

Celina Cancina
Victoria Silva
“De la crónica al relato”
El crimen de Gordon Hadley

La misma noche de la muerte de lord Gordon Hadley, el policía


John Dially se puso a pensar si Gordon había muerto por causas
naturales. Quiso ponerse a investigar.
Empezó por el lugar donde murió y encontró huellas de
zapatos y cabellos de mujer. Guardó el cabello y continuó su
búsqueda. John sabía que había dejado embarazada a su ex novia.
Decidió ir a la oficina de Gordon y preguntar si sabían quién era
su pareja. Le dijeron que era una chica muy joven de cabello
rubio y muy carismática. Les preguntó el nombre y todos se
negaron a dárselo.
Un mes después de la muerte de Gordon, Viviane, la hija de
Maureen, confiesa que estaba embarazada. Maureen le preguntó
de quién era el bebé y ella no le quiso responder. Se encierra en
su cuarto. Maureen llama a John para que vaya urgente y, cundo
llega, logran entrar y la ven a Viviane que se había ahorcado en su
baño. La madre encuentra una carta junto a su hija que decía que
el bebé era de Gordon y que ella lo había matado ya que no se
quería hacer cargo de su hijo. Maureen se vuelve loca, mata a
John y se suicida con la misma soga que se mató Viviane.

Jorgelina Tagliani
Antonella Mura
Matías Reinhardt
“Necrológicas”
El arte de la muerte

Hola, soy Carlos; vivo en Lomas de Zamora y he matado a


treinta personas.
La gente como no sabe quién soy, llama al asesino Kira, ya que
mi primera víctima tenía ese nombre escrito en la frente. Kira
deriva de Killer que en inglés es asesino. Aunque maté a treinta
personas, la policía cree que Kira mató a ochenta. Al instante que
escucho esa cifra, comienzo una investigación. Sé que hay un
imitador porque mi método es clavar un cuchillo serrucho en la
garganta mientras la víctima está viva, sin hacerle ninguna otra
herida. Esto es un arte porque se desangran lentamente. En
cambio, el imitador (que yo rebauticé Kira 2), primero los apuñala
hasta matarlos y después les coloca el cuchillo.
Un día, después de salir de la escuela 90 donde trabajo de
profesor de Biología, voy hasta La Noria donde se efectuaron los
asesinatos. Me dirijo a la escena del crimen y encuentro la huella
de un zapato roto y un pedazo de tela barata manchada de
carbón. Con esos hallazgos, investigo en Internet y descubro que
Kira dos se llama Pablo Rivera, inmigrante boliviano que vive en
esa zona; es de clase baja por el zapato y la tela y trabaja en
una fábrica de lápices; su primo vende cuchillos en La Salada.
En seguida, me dirijo a su casa para matarlo, pero llega la
policía y, en un descuido, me apuñala varias veces.
Con mi propia sangre escribo estas líneas… ha realizado la
obra de arte número 81.

Matías Reinhardt
“Tema libre”
El portero

Mi nombre es Juan, soy portero de un edificio, es decir,


encargado del orden y la limpieza. Todos dicen que somos
chusmas. Hoy les voy a contar de qué sirve ser chismoso.
En el edificio donde trabajaba, en el 3º B, vivía una señorita
muy bonita llamada Elena. Su mamá que venía todas las mañanas a
hacer la limpieza, me dejó las llaves del departamento y me pidió
que se las entregara a su hija porque esta las había perdido.
Yo la esperé y a las 19 hs, como todos los días, llegó del
trabajo. Le dí las llaves como me había pedido su madre; ella me
agradeció y subió a su departamento.
A la mañana siguiente, me pareció muy raro que no saliera a las
8 como todos los días. Su mamá llegó y me pidió las llaves. Le dije
que su hija no me las había dejado. A ella también le pareció raro.
Subimos, tocamos el timbre y nadie atendió. La mamá me pedió
que si sabía algo, la llamara y se fue.
Al rato, cuando la señora del 3º A salió a pasear a sus perros,
me preguntó si sabía qué había pasado en el 3º B porque esa
noche escuchó ruidos raros.
Entonces, sí me preocupé y llamé a la policía. Con la llave
maestra, abrimos el departamento y allí la encontramos en la
cama desnuda, violada y asesinada.
La policía buscó huellas y pruebas, pero no encontraron nada.
Después de las pericias, se llevaron el cuerpo.
Al salir, ví a Raúl, el vecino del departamento de enfrente y le
pregunté si había escuchado algo. Él me dijo que no, que tenía el
sueño muy pesado y rápidamente se metió en su departamento.
Me quedé pensando en que, por sus ojeras, no tenía apariencia
de haber pasado una buena noche. Con mucha paciencia esperé
que se fuera y entré en su departamento. Algo tenía que
encontrar que lo inculpara. Revisé todo minuciosamente, pero no
encontré nada. Cuando salía, desilusionado, vi unas gotas de
sangre cerca de la puerta. Llamé inmediatamente a la policía.
Ellos la analizaron y vieron que coincidían con la piel encontrada
en las uñas de la víctima.
Cuando Raúl llegó, la policía lo estaba esperando. Aunque él
negó todo, tenía rasguños en el cuello y en la espalda que lo
incriminaban. Además, tenía el llavero de Elena en el bolsillo del
saco. El detective de la policía me agradeció por la ayuda.
Eso demuestra que el encargado no es chusma, sino que
siempre está atento.

Ezequiel Arranz.
“Tema Libre”
OTOÑO

Todo es un fuerte anuncio de


magnolias
Donde una tarde caliente y dorada,
Caían las hojas al ritmo del viento.

Duermen estrellas sordas,


te duele la vida tanto, tanto
cortinaje del viento
tendidas las velas. Partió el bergantín

Primero fue el hallazgo


el campanario florecido…
en cada charco se desangran las
estrellas y caen sobre la vida.

Antonella Mura
Victoria Silva
Jorgelina Tagliani
Aylén Yovanovitz
“Poesía con versos prestados”
UNA ESTRELLA

Aquella frente perdida


En el medio del humo que forma el tabaco
Bajo el húmedo ruido de las hojas
Cae la lluvia en otoño.

Te culpan las noches


Te remuerden los días,
Dulce tarea es contemplarte
En mis sueños de por vida.

Estaba sin rumbo


Dios mandó una estrella a mi vida
Y esa estrella era tan linda
Que no sólo alumbró mi camino
Sino que terminé enamorándome de ella.

Antonella Mura
Victoria Silva
Jorgelina Tagliani
Aylén Yovanovitz
Iván Santillo
“Poesía con versos prestados”
IMÁGENES DEL PASADO

En el medio del humo que forma el tabaco


Aquella frente perdida
Que siempre y por siempre
Te remuerden los días
En los que viviste feliz.
Donde una tarde caliente, dorada
Bajo el húmedo ruido de las hojas
La habitación amada de la mujer deseada
Permanece en mi recuerdo.
Desde que el amor la habita
Está mucho menos sola.

Matías Reinhardt
“Poesía con versos prestados”
TE BUSCO EN TODAS PARTES

Una palabra no dice nada


y al mismo tiempo lo esconde todo
como el viento sobre las aguas
o el viejo mapa de algún tesoro.

Yo te busco, pero no te encuentro


No sé por dónde empezar
Tal vez en el desierto te deba encontrar
Quizás no te encuentre
Mas tú me estás esperando
En el reino de los cielos
Con un beso entre tus manos.

Franco Nieto
MI ESTRELLA

Hace un tiempo, cuando mi vida estaba sin rumbo


Dios mandó una estrella a mi vida
Y esa estrella era tan hermosa
Que no sólo alumbró mi camino
Sino que terminé enamorándome de ella
Quiero que todos sepan que estoy enamorado
Que amo con locura la estrella que Dios me ha dado
Que sepas que, a pesar de todo,
Yo te amo
Sos para mí, la razón de mi vida
Yo giro a tu alrededor
Porque sos mi alegría
Si tuviera un deseo
Pediría vivir al lado tuyo hasta mi último día.
Lo que sale de mi boca, sale del corazón
Todos los días le agradezco a Dios su bendición
Cuando estás junto a mí es una gran emoción
Y cuando dices te amo, pierdo la razón
Sos el aire que respiro
Por vos, mi corazón renace, sos todo, mi amor
Te amo
Y no sé qué explicar cuando estás junto a mí
Otorgaría mi vida para que sigas junto a mí
Que siempre estemos amándonos así.

Iván Santillo
RECUERDO INOLVIDABLE

Acá estoy otra vez con mi soledad


Y en el humo de un faso
Te veo y empiezo a recordar…
Te fuiste, me dejaste solo
Y eso mucha tristeza me da
Recuerdo los días
Que juntos pasamos…
Vos me enseñaste
Los retos del camino,
cómo pasarlos
A mis problemas, cómo enfrentarlos.
Ahora, sin vos me siento perdido
Te agradezco, abuelo,
Gracias por ser mi amigo

Ezequiel Arranz
MIS SUEÑOS PARA TI

Aquella frente desierta


Tendidas las velas partió el bergantín
Donde una tarde caliente y dorada
Todos mis sueños son sólo para ti

Te remuerden los días


Te culpan las noches,
Cada día de mi vida
Te amaré sin reproches.

Florencia Vargas
“Poesía con versos prestados”
CONTRATAPA

Estos somos nosotros…

… vagos, pero compañeros muy unidos…


… simpáticos, solidarios, creativos…
… diferentes, pero únicos.

Noviembre del 2009.

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