You are on page 1of 4

Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones

Oriente de Buenos Aires - 12 de abril de 2007 (e.·.v.·.)

AL .·. G .·. D .·. G .·. A.·. D.·. U.·.

Hoy como ayer, por la utopía del mañana

Concurso sobre Simbolismo para el 150 Aniv., de la Gr∴ Log∴ de la Argentina

V:.M:.

QQ.·.HH.·.Todos

El mandil, mi primer acercamiento a la Masonería:

Me atrevo a esbozar este ensayo sobre los conceptos y las representaciones con las que

este elemento se representa en mi mente.

Es el símbolo distintivo de mi condición de masón, esta conformado por dos figuras

geométricas, un cuadrado y un triángulo, representativos de la trilogía y los elementos de la

naturaleza, tiene un tercer elemento que son las cintas que se utilizan para ceñirlo al cuerpo.

El origen del mandil se debe buscar en los antiguos gremios de constructores y

picapedreros que lo utilizaban para protegerse de las contingencias de su trabajo.

El mandil es la vestimenta masónica por excelencia. Es, sin duda, herencia de la

Masonería Operativa, ya que en determinados oficios el uso del mandil, es fundamental por

criterios de comodidad y seguridad.

Un masón nunca puede prescindir de él a la hora de disponerse a efectuar sus trabajos

en el taller.

Constituye, como la piel, una barrera entre el hombre y la materia. Sobre él recaerán los

golpes fallidos o los resbalones de los instrumentos que trabajan la piedra y es quien lo

protege durante el trabajo sobre la misma.


Su forma superpone un triángulo (lo espiritual), a un cuadrado (lo material).

Cuando se encuentra la parte triangular levantada, ni uno ni otro ejerce supremacía, y

esta forma de portarlo, es la que distingue a los Aprendices Masones.

Encontrar algo escrito acerca de él, ha constituido un cierto trabajo de búsqueda y

reflexión, en la que el propio símbolo me ha ido llevando y me ha revelado algunos de sus

misterios.

Dice el Génesis que Dios vistió de piel a Adán y a Eva, enviándolos fuera del jardín del

Edén “para que trabajaran la tierra”.

Puedo deducir entonces que Dios dotó al hombre de cuerpo físico para que lo ejercitase

y trabajase sus cualidades divinas en la tierra. Este paralelismo con nuestro ritual, me permite

ver que cuando nos ponemos el mandil, estamos recordando la naturaleza y la finalidad misma

del hombre, como el espíritu revestido de materia que trabaja la tierra para plasmar en ella

sus capacidades, y que es a través de este trabajo, que el hombre puede conocerse a sí mismo,

pues ese mundo exterior puesto a su disposición refleja a su vez de forma simbólica, la propia

esencia del hombre.

Así es que puedo definir en una primera aproximación, que el mandil es al masón como

el cuerpo físico es al hombre.

El mandil representa al masón mismo. Nos recuerda que aquí todo el trabajo se hace a

través del plano físico, que visto así, no resulta un nivel inferior, sino el plano sustancial en el

que la esencia se encarna para poder integrarse en la gran Construcción Universal.

Como el propio cuerpo físico, porta las huellas de la vida vivida y del trabajo realizado,

todos los símbolos tienen diferentes planos de lectura y en él, todo es significativo: la forma, el

color, el tejido, el lugar que ocupa sobre el cuerpo.


La costumbre de cubrir o proteger simbólicamente la región abdominal es común entre

distintas civilizaciones y culturas: el ceñidor de los israelitas, los delantales blancos persas,

las fajas sagradas de los brahmanes, los mantos blancos de los esenios, los mandiles blancos

japoneses, han sido usados en ceremonias iniciáticas y rituales.

Dado que el objeto de trabajo, es la piedra bruta, y que ella somos nosotros mismos,

puedo deducir que es nuestro propio plano inferior del que nos tenemos que proteger y es a la

vez, sobre el que tenemos que trabajar a fin de lograr el máximo progreso moral y espiritual.

Pude describirlo antes, como un objeto que tiene tres partes: Una triangular, una

cuadrada y unas cintas que lo rodean y sostienen, similitud que me lleva entonces a reconocer

en él, al propio cuerpo humano, (cabeza, tronco y extremidades), ó también a los planos

interior, exterior y la trama universal que todo lo relaciona.

Como en la propia Logia, el Delta preside el trabajo en el Templo, recorrido por la

Cadena de Unión. Visto así, se establece una superposición de planos: Mandil, Hombre,

Templo, Universo.

Trazando un paralelismo simbólico, puedo asociar El mandil, a LIBERACIÓN: este

simbolismo se basa en la hazaña realizada por el herrero Kaveh, en la Persia del s. VII d.C.,

en la que enarbolando su mandil de herrero sobre una lanza, atacó y venció al tirano Zohac,

este simbolismo trazado, me deja ver entonces que, a pesar de todas las diferencias de forma,

coincide plenamente con el del trabajo: nuestro esfuerzo y perseverancia (enarbolando el

mandil como estandarte) son las herramientas con las que podemos vencer las pasiones que

nos tiranizan, estableciendo un gobierno de libertad y progreso en nosotros mismos. Así pues,

TRABAJO y LIBERACIÓN son la misma cosa.

El mandil pone también de manifiesto que el hermanamiento y la jerarquía constituyen

la base de la trama con la que el Gran Arquitecto del Universo, ha realizado su obra: todos los
masones llevamos mandil (todos los masones hacemos de nuestra vida un trabajo tras la

iniciación) y sin mandil, ó sin trabajo, no hay un masón auténtico.

Pero cada mandil es distinto en función del trabajo realizado, siendo éste el único que

establece distinciones, no reconociéndose otras diferencias que las marcadas por el trabajo

que cada uno realiza o ha realizado. Esta consideración puede hacerse extensiva a todas las

criaturas con las que en esencia, estamos hermanados y en relación a las cuales estamos

jerarquizados, en función del trabajo que hemos realizado o que realizamos.

Nunca hubiera pensado que esta prenda, que yo mismo me ciño, y que el Venerable, me

colocó en mi iniciación por primera vez, encierre el simbolismo de la razón de ser de la propia

existencia del hombre y por supuesto del trabajo masónico.

Estando muy lejos de haber agotado el simbolismo del mandil, compruebo maravillado

que cualquier símbolo encierra en sí todo el simbolismo, y que si pudiéramos comprender uno

cualquiera de ellos, nos habríamos comprendido a nosotros mismos. Al Hombre y al Universo.

El símbolo es algo vivo, se puede establecer una comunicación con él mediante la cual

se va revelando y se va mostrando, dejándose ver y comprender, y respondiendo a las

preguntas, hasta que su profundidad agota mi capacidad de preguntarle y me rindo, sabiendo

que tengo ante mí todas las respuestas, a preguntas que aún no sé formular.

Cumplido V:.M:.

Apr. M:. Mario E. Gallo

You might also like