E D U C A C I Ó N I N F A N T I L

Escuela Infantil El Regajal de Aranjuez (Madrid)

Por qué la Educación Infantil

Francisca Majó i Clavell
Psicopedagoga
¿Son importantes los bebés, los niños pequeños? ¿Educarles siendo tan pequeñitos? Estos y otros
muchos interrogantes afloran entre las preocupaciones y ritmo de la vida cotidiana. Es importante
reflexionar, encontrar los “porqués” que dan sentido a la responsabilidad de los padres y madres, y
que marcan un camino de esperanza para formar hombres y mujeres, personas íntegras y capaces,
desde la cuna. Es una apuesta, un reto importante que nos compete; está en nuestras manos, y en
manos de una sociedad moderna y constructiva hacerlo realidad.

Cuando analizamos la realidad del sistema educa-
tivo de nuestro país, constatamos una serie de
vacíos y lagunas, tanto en su desarrollo como en
su aplicación; pero de inmediato, se nos ocurren
nuevas propuestas para subsanar o mejorar estas
carencias. Sin embargo, muy pocas veces nos
paramos en reflexionar en la problemática y
situación de la Educación Infantil, es decir, en la
educación de las niñas y niños menores de 6 años,
los ciudadanos más pequeños de nuestra sociedad.
Seguro que hay muchas razones que podrían jus-
tificar este olvido o desinterés: “son tan peque-
ños”, “ya habrá tiempo”, “es tan cara su educa-
ción”, “es mejor invertir en los mayores”, “con
darles de comer bien, dormir y cambiarles, es
suficiente”, etc., y quizá todo esto esconda una
gran verdad: los niños y niñas pequeños son los
grandes desconocidos en nuestra sociedad; no tie-
nen “su” espacio, no reclaman derechos, no
generan conflictos; quizá son motivo de preocu-

1 6 padres y madres de al umnos y al umnas sept/oct 2009

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“Todos los niños al nacer están dotados de mil capacidades y
posibilidades neuronales, y sus adquisiciones básicas las construyen en los seis
primeros años de vida.”
pación, más por lo que dificultan a los adultos,
sus padres, que por ellos mismos. En la actuali-
dad, son los niños más marginados y maltratados
por el propio sistema educativo, especialmente
los de 0 a 3 años, que no reciben la respuesta
adecuada a sus muchas posibilidades.
¿Por qué? Seguramente porque la Primera
Infancia es todavía la etapa de vida más descono-
cida e ignorada; se desconocen las grandes posi-
bilidades y capacidades que tienen los niños. Fue
precisamente el pasado siglo XX, llamado el
“siglo del niño”, el que dejó bien sentados unos
principios y unas bases firmes sobre las que
cimentar la educación de los pequeños. Pero hoy,
bien entrados ya en el siglo XXI todavía no se han
hecho realidad estos principios, ni en el actual
sistema educativo ni en la sociedad:
- Cada niño y cada niña, desde su nacimiento, es
persona, no proyecto de persona; es sujeto de
derechos y de sus propias capacidades. Loris
Malaguzzi, el gran pedagogo italiano de Reggio
Emilia que impulsó los Nidos y Scuolas de la
Infancia en Italia, pioneras en el mundo de la edu-
cación infantil, decía que “no podemos ni imagi-
nar el gran potencial de los niños pequeños en su
desarrollo intelectual, con su imaginación, con su
creatividad; sólo los adultos les ponemos límites”.
- Cada niño y cada niña, desde su nacimiento,
tiene derechos. Los derechos de la infancia son
en realidad los derechos del hombre, de la huma-
nidad, puestos al alcance de los niños; estos dere-
chos fueron recogidos, como compromiso, en la
Convención Internacional de Derechos de la
Infancia, proclamada en las Naciones Unidas en
1989, que con rango de ley, es de obligado cum-
plimiento para los países que, como el nuestro,
voluntariamente han querido ratificarla.
Por todo esto el concepto, la imagen de “niño”
ha cambiado, está cambiando; y hay bases cientí-
ficas que explican este cambio. La mayoría de
investigaciones de las neurociencias y de la psico-
pedagogía de estos últimos años nos reconfirman
que, desde el nacimiento:
¡ Los niños tienen unas capacidades infinitas, ili-
mitadas.
¡ Los primeros años de vida son importantes,
mejor dicho, determinantes, para el futuro de
cada persona.
¡ Las estructuras del cerebro no están predeter-
minadas ni codificadas al nacer, sino que pue-
den asumir cambios dinámicos y selectivos, y
la interacción entre las bases genéticas y los
estímulos que reciben del ambiente, producen
cambios estructurales y funcionales que van
modelando el cerebro, proporcionándole uni-
dad y singularidad.
¡ Las interacciones en los ambientes donde cre-
cen los niños (casa, escuela, barrio, pueblo o
ciudad) pueden favorecer o inhibir el desarro-
llo de sus potencialidades infantiles; de cómo
se eduque o no a cada niña y a cada niño,
dependerá, tanto en los aspectos intelectuales
como afectivos, su vida futura.
La aceptación de estas proposiciones supone una
revolución en las consideraciones y formas tradi-
cionales de atención a la Primera Infancia, en
los servicios que ya no pueden ser asistenciales
sin más, en los planteamientos de Escuela.
Conlleva una gran responsabilidad que significa:
amor, afecto, educación, atención y cuidados por
parte de la familia, la escuela, los poderes públi-
cos y toda la sociedad. Es una enorme responsa-
bilidad, que nos da al mismo tiempo una gran
libertad y seguridad. El papel de los padres y de
los educadores se tendrá que forjar pues en un
compromiso basado en los recursos y potenciali-
dades de “cada” niño.
sept/oct 2009 padres y madres de al umnos y al umnas 1 7
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Escuela Infantil Las Nubes de Madrid
Por esto los niños pequeños ya no pueden ser con-
siderados como seres predeterminados biológica-
mente, débiles, dependientes, poco capaces, pasi-
vos, objetos de atenciones y preocupaciones sola-
mente, como la historia los ha ido presentando a
lo largo del tiempo, sino como personas con ple-
nitud de capacidades y posibilidades. Cada niña y
cada niño es constructor de su propia historia y
protagonista de su propio desarrollo desde su
nacimiento. Cada niño es pues una persona “suje-
to de derechos”; y esto tendremos que llevarlo a
la práctica, decirlo y defenderlo muchas veces.
De ahí surge el gran compromiso de educar, que
significa, en una palabra, formar personas; per-
sonas con la complejidad de sus pensamientos, de
sus conocimientos, con sus sentimientos y afec-
tos, con sus emociones y deseos, angustias, ale-
grías, con sus memorias y fantasías, creando las
condiciones para que tengan valores, criterios y
capacidad para desenvolverse en la vida. Enten-
demos la Educación Infantil en términos cons-
tructivistas, considerando a cada persona como
autora y protagonista de sus descubrimientos, de
sus procesos de aprendizaje y, en definitiva, de su
proyecto de vida
Educar a las niñas y niños en el espacio Escuela
será, pues, ayudar a cada uno a desarrollar ple-
namente todas sus capacidades, las de todos y las
1 8 padres y madres de al umnos y al umnas sept/oct 2009
de cada uno y cada una, en todas las dimensiones
de sus personalidades, haciendo posible que
vayan descubriendo el mundo, aprendiendo a par-
tir de las propias vivencias, de sus experiencias,
utilizando todos los lenguajes posibles y convi-
viendo en solidaridad con los demás; pero edu-
cando para un futuro desconocido, pues nadie
puede saber qué pasará dentro de 20 o 50 años.
Los niños de hoy tienen que ser capaces de afron-
tar lo desconocido, y esto marca profundamente
la manera de educar.
Sabemos ya, con la máxima seguridad, que todos
los niños al nacer, están dotados de mil capacida-
des y posibilidades neuronales, que las adquisicio-
nes básicas las construyen en los seis primeros
años de vida, y la educación, la educación bien
planteada, puede ser la respuesta y ayuda más
positiva para conseguir plenamente su formación.
Una educación entendida como un todo coheren-
te, cohesionado, que eduque en la libertad y el res-
peto, en la independencia personal, la expresión y
la comunicación, la autonomía, formando a la vez
su capacidad crítica; desde esta perspectiva y res-
ponsabilidad, caen desde su misma base, los plan-
teamientos de “guarderías” surgidos en otro
momento de la historia y con otros objetivos.
La educación es, sin duda, el difícil arte del equi-
librio que se mueve en mil contradicciones, que
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Escuela Infantil El Regajal de Aranjuez (Madrid)

“Educar a las niñas y niños en el espacio Escuela será, pues, ayudar a cada
uno a desarrollar plenamente todas sus capacidades, las de todos y las de cada uno y
cada una, en todas las dimensiones de sus personalidades.”

reclama y necesita la pedagogía del equilibrio y
que convierte a los padres y educadores en profe-
sionales del equilibrio.
Pero conviene pensar también que, en la realidad
de hoy, con múltiples conflictos, la educación no
es, no puede ser neutra; se tendrán que definir
cuales son los valores que quieren llevarse a cabo,
qué se quiere asumir en la formación de los niños.
Se tendrá que decidir, si se quiere una educación
para la igualdad, para todos, o una educación
para la exclusión, para unos pocos niños; porque
el poder no puede estar nunca al lado de la ofer-
ta, sino de la demanda, y dar o devolver el poder
a la demanda es más democrático que aceptar el
control de la oferta; no hacerlo aumentaría las
desigualdades. Y éste es uno de los dilemas actua-
les que conviene resolver, y que implica participa-
ción y compromiso responsable de todos.
A los padres, a los profesionales, toca apostar
decididamente por una educación de calidad que
asuma plenamente la vida de cada niño con todos
sus valores y sus contradicciones, en esta realidad
compleja y cambiante, pero abierta al futuro, sin
caer en el pesimismo de las múltiples dificultades
y tropiezos que tenemos delante, y convencidos de
que la utopía de la educación es posible, pero
exige compromisos personales y profesionales.
Si somos capaces de llevarlo a la práctica, en el
marco ideológico descrito, no tendremos que
hablar de fracaso escolar, porque sabemos que los
cimientos de la educación se construyen precisa-
mente en la Primera Infancia y son la base de todo;
hacerlo más tarde, significa pues, no llegar; por
esto tenemos que afirmar que es necesario educar
desde la cuna, asumiendo padres y maestros la res-
ponsabilidad que a cada uno nos corresponde.

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