Jardín de Piedra, de Fernando Ruiz Granados

MUESTRARIO DE POESÍA 50
Fernando
JARDIN DE PIEDRA – FERNANDO RUIZ GRANADOS
Ruiz
Granados
Jardín de Piedra
BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
Muestrario de
Biblioteca Digital
Poesía 50
JARDIN DE PIEDRA – FERNANDO RUIZ GRANADOS 2
Jardín de Piedra
Fernando Ruiz Granados,
México
Edición digital gratuita de
Muestrario de Poesía 50
Editor: Aquiles Julián, República Dominicana.
Primera edición: Septiembre 2009

Santo Domingo, República Dominicana
¿Qué somos?
Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se difunde por la
Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores,
difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Los derechos de autor
de cada libro pertenecen a quienes han escrito los textos publicados o sus
herederos, así como a los traductores y quienes calzan con su firma los
artículos. Agradecemos la benevolencia de permitirnos reproducir estos
textos para promover e interesar a un mayor número de lectores en la
riqueza de la obra del autor al que homenajeamos en la edición.
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Contenido
Un jardín de palabras desnudas / Aquiles Julián 5
I Canto rodado 9
Dintel 10
Ensayo de un árbol 11
Jardín 12
Taube 13
Voce 14
Estanque 15
Agua de piedra 16
La manzana 17
Colindancias 18
Escribir un poema 19
II. Dólmenes y menhires 20
Fundación 22
Signos 23
Vestigio 24
Labrar la piedra 25
Carnac 26
Saxígrafa 27
Elementos 28
Tierra 29
Acqua 30
Viento 31
Fuego 32
Frontera 33
III. Torre de Babel 34
Babel 36
Nadir 37
Inventario del fuego 38
Todo lo que toca la luz es polvo 40
Imperio 41
Lápida 42
Naturaleza muerta 43
Templo maya 44
Díptico 46
Frontera 47
Rosa 48
Deconstrucciones 49
Nada hay dos veces 50
Retorno de la piedra 51
IV. Casa del Viento 52
Pórtico 54
Casa del viento 55
Fundamento 56
Permanencia 57
Runa 58
Arboladura 59
Mandorla 60
Arte poética 61
Una flor 62
Renaissance 63
Fernando Ruiz Granados / biografía 65

Un jardín de palabras desnudas

Por Aquiles Julián
Debo a la generosa amistad de ese excelente poeta, narrador y ser

humano que es Alexis Gómez Rosa el contacto con Fernando Ruiz
Granados, destacado poeta mexicano, quien colabora con nosotros
al celebrar el número 50 del Muestrario de Poesía.
La generosidad de Fernando Ruiz Granados nos permitió su libro

Jardín de Piedra para reproducirlo en una edición abierta,
gratuita, de manera que todas las personas que aprecian y gustan de la poesía
puedan acceder a su obra.
Nos sentimos regocijados por este medio centenar de libros digitales dedicados a
rendir homenaje a poetas sobresalientes, amplificando su obra, divulgándola y
acercándola a nuevos lectores. Esa labor promocional de la poesía, sus cultores y
las obras de estos, realizada con los modestos medios disponibles, aprovechando el
formidable recurso que la edición digital y la Internet facilitan, es un modo
personal de expresar mi respeto, admiración y agradecimiento por lo que poetas y
poemas han hecho por mí, a la vez que comparto con otros el pan de la palabra.
Vivimos un mundo en que intereses de pandillas enquistadas en el poder político y

económico buscan mantenernos como individuos lo más alienados, descerebrados
y manipulados que se pueda. Nos estructuran el tiempo, nos imponen rutinas
esclavizantes, nos mantienen ocupados en reproducir nuestra sobrevivencia a
duras bregas, reducidos a salarios de hambre para que no pensemos en otra cosa
que no sea en cómo llegar al fin de mes; nos promueven todo tipo de malos hábitos,
nos modelan todo tipo de perversiones y distracciones, nos enseñan a actuar
automáticamente, a no pensar, a no analizar, a no discernir. Existimos, pero no
vivimos. Manadas programadas, controladas, sometidas y enajenadas. En eso
hemos devenido.
Esa y no otra es la realidad de miles de millones de seres humanos. Sólo somos

buenos para ser tuerca y tornillo de los engranajes productivos: consumidores que
nos consumimos en patrones de vida prediseñados para mantenernos alienados,
endeudados por tarjetas de créditos que utilizamos en consumo superfluo;
ocupados en la TV, en el chat, en las redes sociales, en la cháchara por el celular, en
un desperdicio vital que produce cementerios de seres anónimos que “pasaron por
la vida sin saber que pasaron”, parodiando el poema de José Ángel Buesa.
La poesía nos demanda reapropiarnos de nuestra mente y de nuestra sensibilidad,

nos rehumaniza, nos desaliena, nos impacta en lo que nos individualiza y
diferencia. No es un comodity, un producto desechable. Es una de las escasas
posibilidades de readquirir nuestra consciencia, de discernir y separarnos de la
manada acrítica que conducen impasible al matadero.
La poesía nos implica, nos convoca y nos provoca. Y dice siempre algo distinto a
cada quien, aunque parezca que sean las mismas palabras, porque es distinto quien
lee y la poesía es ese estremecimiento que experimenta el que lee. El poema es
simplemente el detonante, un artefacto hecho con maña, talento y malicia por ese
jardinero de palabras que es el poeta.
Fernando Ruiz Granados lo es. Y la jardinería poética implica a la vez conocimiento

y vocación: es simultáneamente saber hacer y arte, técnica y espíritu. Sabe
seleccionar las palabras, escardar y limpiar, nutrir y cuidar estas flores verbales:
sus poemas.
En él la poesía es celebración, propone el verso que no se deja enclaustrar en los

seductores habitáculos de la ideología, “el poema sin historia que relatar” y,
simultáneamente, sabedor del sagrado papel desacralizador del poema, quiere que
“no sea la rosa, sino la espina”, huye de la función recreativa, de simple
espectáculo, a la posición subversiva del poema.
El poema no es ornamento, no es fuego fatuo, no es artificio inocuo. Es un gatillo

cuyo papel es disparar una experiencia en el lector; hacerle experimentar una
manera de sentir y entender la vida. Nos propone un ángulo de vivencia. Y por ello,
nos amplía, nos enriquece.
No se dirige excluyentemente a la razón, impacta al ser. No excluye, integra. La

poesía de Fernando Ruiz Granados, sobria, despojada de la parafernalia retórica,
queda en huesos: sustantivos, verbos: es una apuesta por la pureza expresiva,
conceptual; por limpiar de anécdota, de rémoras, de añadidos la experiencia
contundente del poema como manera de vivenciar la existencia. Un verso hierático,
denso en su limpia articulación, casi una oración pétrea.
Estamos ante un decir sobrio, de gracia contenida. Una elección personal por la
expresión sentenciosa, por la imagen austera. Una renuncia a la algarabía del
adjetivo: sólo la voz desnuda, que nombra y narra simbólicamente la cruda
experiencia de vivir.
Hay claros intertextos, semillas, surtidores de luz que traspasan sus versos. Pero,
sobre todo, hay una pertenencia, una raigambre, una cédula personal de identidad
verbal. Es una poesía que, sin dudas, sólo podía provenir de México, de esa
tradición de la ruptura de la que Paz hablaba.
Agradezco a Fernando Ruiz Granados el que nos honre y premie al compartir con
los lectores a los que llegan estos libros digitales y a los que nos leen en
www.scribd.com este hermoso poemario. Disfrútenlo. Compártanlo.
Experiméntenlo. ¿No es acaso ese el sentido y razón de este oficio?
FERNANDO RUIZ GRANADOS
Jardín de
piedra
El camino es la piedra.
El punto de partida es la piedra.
I. Canto rodado
Dintel
The eternal seeks, and find, the temporal.
Theodore Roethke
La piedra eternal busca lo temporal

La esbelta columna que sostiene
El claro techo del cielo
El frontispicio del templo

Donde la luz de oro anima
Las figuras pétreas de los Dioscuros
La cóncava piedra de la clepsidra

Que guarda en su mano los instantes
Del inasible tiempo
El atezado bloque de granito

De las murallas imperiales
Que cubrirá la hierba
El diáfano estanque
Que contempla los jardines
Y cuya agua habrá de pervertirse
El poema que olvida

Los himnos y los trenos
El epitafio borrado por el limo
El cántaro roto de la sed

La sencilla piedra
Bajo la catedral del árbol
Ensayo de un árbol
A Alexis Gómez Rosa
Ensayar un árbol en el poema

Asentar su raíz en el fondo blanco
De la hoja
Sembrarlo a la plenitud del día
Ensayar un árbol en cada poema
Orientar sus ramas

Hacia los cuatro puntos cardinales
Al Norte la rama del sentido
La segunda al Sur el rumbo
Al que emigran todos los pájaros
La tercera hacia el Este
El territorio donde nace la luz
Y soplan los vientos del solsticio
La última rama hacia el Oeste
El punto hacia donde fluye todo esplendor
El sitio en el que crece la noche
Y se confunden todos los árboles
Los árboles del mundo y los de la palabra

Jardín
A Aquiles Julián
En este lugar fue construido un jardín

En este lugar la luz levantó sus bóvedas
En este lugar fue sembrado el árbol
Cuya forma une al cielo con la tierra
En este lugar brotó la primera fuente
En este lugar nació el río de cuatro brazos
Que se extiende por los cuatro rumbos de la tierra
En este lugar todas las semillas rindieron fruto
En este lugar empezó todo
En este lugar el hombre nombró todas las cosas

A los peces del mar
A las aves del cielo
A las bestias de la tierra
En este lugar la mano desprendió el fruto
Si descansas tu oído sobre la tierra

Alcanzarás a oír sus antiguos murmullos
Escucharás el vuelo del primer pájaro
Escucharás tus pasos
Taube
Esta paloma no conoce diluvios
No sabe de Arcas
Ni de altares de piedra y holocaustos
Esta paloma ignora el naufragio de la luz
La imposibilidad de la palabra
Los signos escritos y borrados por el viento
Los pasos perdidos de la arena
Sabe de los raudales de claridad del día

De las espumosas ondas del mar
Que dicen su nombre
Cuando sopla el aire fresco
De la lluvia que vacía las populosas plazas
De los portales semioscuros de la tarde
Esta paloma como el mundo

Surge de la penumbra
Del albor de sus alas
Amanecen las blancas ciudades del día
Han pasado siglos

Y no ha faltado tierra
Donde descansar su vuelo
Voce
Tu nombre Pedro
Significa piedra
Tu nombre es sencillo
Y duro como la piedra
Eres del mundo
La piedra
Yo soy el musgo
Que te acompaña
Estanque
Construir estanques
Construir estanques en los jardines derruidos
Bajo la mirada rota de las estatuas
Bajo el silencio blanco de las nubes
Construir estanques a cielo abierto
Para mirar el agua fermentarse
Para escuchar
fluir
Su sonido quieto
Para sentir los verdes veneros
De sus grietas
Agua de piedra
Todo quiere seguir siendo lo que es
El río que transcurre y que no cesa
El paciente viento que labra la montaña
La noche callada que no desgastará la eternidad
La mañana que madura como un fruto
El árbol que erige su antigua figura en los jardines
La desgastada arena de cuyo polvo se construye todo
El fuego dormido en la ceniza
La nube de oro que enciende la fragua del ocaso
La inscripción de piedra labrada por el poeta
Los territorios de sombra desgajados por el rayo
La nieve eterna que aguarda el despertar de la luz
La solitaria luna
El ojo del lobo que atisba la tiniebla
El sol que asciende desde la honda oscuridad
El paisaje que funda la mirada
El Universo entero que se hace y se deshace
El pájaro que escribe sus signos en la arena
Las letras que el viento escribe y borra

La manzana
Desprender el fruto
La roja manzana del Paraíso
El perfecto fruto que pendió
De la rama más alta del jardín
Morderla
No para gustar de su sabor
Que contenta los sentidos
Probar del fruto para alcanzar

Su ardiente centro
Su ignorada esencia
Para vislumbrar el umbral del Comienzo

El corazón del fuego
Y volver al dulce calor
De la semilla
Para encontrar en lo minúsculo

La puerta al mundo
Colindancias
El balcón da al jardín de la palabra
A los senderos de piedra del silencio
A la fuente cristalina que se enciende
Por el sonoro canto de los pájaros
A la dulce y blanca savia de la higuera
A la sangre obscura de su fruto
Al ciervo sobre la nieve
A la flor temprana de la mañana
Al libro que espera como un secreto

A la herrumbre del otoño
A la luz vencida del ocaso
El balcón da al jardín de la palabra

Al árbol que crece dentro del árbol
Al fruto desconocido
Al árbol despierto
En la blanca noche del poema
Escribir un poema
Para abrir una ventana en la ventana
Para mirar otro paisaje en el sitio aprendido
De la memoria
Tensar el Arco y la Flecha

Y apuntar el ave que escribe el firmamento
Descubrir que el viento
Intermitente
Nos hace eludir el blanco
Escribir un poema
Para que la flecha se hunda
En el tronco de un árbol
Y de esa herida brote una rama
Y de esa rama esplenda un fruto

II. Dólmenes y Menhires

¡Ea por los que nunca inventaron nada

Por los que nunca exploraron nada
Por los que nada domeñaron
Mas se abandonaron sobrecogidos

A la esencia de toda cosa!
Aimé Césaire
Fundación
El viento sopló sobre la tierra
Encendió el fuego
Y el fuego se ornó en agua
Para que del agua surgiera la piedra
La piedra levantó el altar

De toda ofrenda y sacrificio
Y reveló la palabra
Que sostuvo los templos y las bóvedas
Aquellos que no la encontraron

Vieron desplomarse las soberbias torres
Y durmió custodiada en el fondo de las aguas
Donde hubo que buscarla Gilgamés
La piedra guardó el alma de los hombres

Fue la vida sin la muerte
Y sobre ella brotó el árbol con sus doce frutos
En el que enroscó su espiral la serpiente
Su tronco blanco fue el león

Su fronda habitada por los pájaros
Y bajo la luz del alba se escuchó
Cómo el árbol del mundo cantaba
Signos
Desvastar la carne
Para grabar sobre el hueso
Quitar la corteza añosa
Del árbol
Para marcar el tronco desnudo
Eliminar toda impureza
De la piedra
Para labrar los signos
De la tierra
Buscar bajo la piel

El secreto nombre de las cosas
Vestigio
Un cuchillo de sílex de hace 3000 años
Cuenta en relieve el enconado combate entre dos hombres
El primer ostenta luenga melena

El otro la cabeza rapada
La escena muestra las armas y las barcas
Las noches y los días

Repiten esta lucha
Labrar la piedra
El afán del viento es abrir hondamente

La montaña
Para que en su interior
Navegue un río
El afán del río es tallar la piedra

Desvastarla pulirla redondearla
Bruñirla en la superficie
De sus aguas
El afán del poema es labrar la piedra
Imitar en su tarea al viento

Que en su transcurso escribe
Letra a letra
Su minuciosa obra
Imitar en su decurso al río

Que dibuja secreto en la caverna
La escultura silícea
El instante calcáreo que dura siglos

Carnac
Sobre este lugar ha soplado el viento
Sobre este lugar se han abatido todas las tormentas
¿Qué ocurrió en este sitio?
¿Quién erigió las piedras contra el cielo?
Frente a ti los vigías del rayo
La casa de las cuatro estaciones
Los pilares que levantaron el firmamento
Aquí el monumento que no se desplomará
Aquí lo que fue
Lo que es
Lo que nunca habrá de perderse
Escucha el canto del viento

El canto del cielo
El canto de la nube
Que corre por sus muros
Aquí se alza la piedra megalítica

Que mira arder y renacer los días
La semilla pétrea del mundo
Mira el fragor olvidado de la tribu
La memoria de los ritos antiguos
El horror del fuego
La fecha que tuvo lugar sobre la tierra
Aquí la piedra sin inscripciones

La eterna permanencia
El centro inmóvil de la rueda
Aquí la palabra indescifrable

Que no tocará el tiempo
Saxígrafa
Saxifrage is my flower that splits the rocks.

W. C. Williams
La flor a la que alude el poema

No tiene la forma
El aroma
La tenue levedad
De la rosa
No es la rosa de sangre
De Catulo
La flor silenciosa
De Borges
La rosa invisible
De Milton
La flor heráldica
Que anuncia el esplendor
La tradición
Del fruto

Se yergue sobre la piedra
Su raíz
Rompe la dura piedra

Hace de la piedra rota
La verdadera
La perdurable
Flor
Elementos
La tierra que mira la luna
La voz del agua que nos trae la lluvia
El viento que hace hablar al árbol
La luz del día
El liquen sobre la piedra
El oscuro silencio de la noche
La piadosa hoguera del fuego
El viento que no sabe que es fuego

El fuego que no sabe que es agua
El agua que no sabe que es piedra
La piedra que no sabe que es polvo
La flor nocturna del desierto

El poema que sueña el mundo
Tierra
La tierra de la Edad de Piedra
La tierra de los altos rascacielos
La tierra de Abel y de Caín
La tierra que recorrieron migraciones de hombres y de insectos
La tierra por la que caminó Mahoma
La tierra que sombreó la Cruz
Del Nazareno
La tierra fértil
La tierra baldía del futuro
La tierra de las cuatro estaciones
La tierra cercada por el mar
La tierra de Helena y de Paris
La tierra de la distancia recorrida
La tierra de Homero
De Dante y de Virgilio
La tierra de la rosa y de la ceniza
La tierra del día y de las noches
La tierra donde estuvo el Paraíso
La tierra de los ríos y de los pájaros
La tierra de la música y de la esfera
La tierra de Ulises
La tierra del rojo vino y de la sangre
La tierra de los cielos sucesivos
La tierra del Génesis y del Apocalipsis
La tierra de cada infinito amanecer
La tierra elemental
Acqua
El agua que busca este poema

No es el agua del primer manantial
El agua del Río que contempló Heráclito
La mujer desnuda sentada en una nube
Es el blanco guijarro
Bajo el agua sin secretos

No guarda misterios
Su sencilla frescura
Es su sombra
Su absoluta claridad
Su luz

Es el agua que mitiga la sed
El agua que refresca la garganta

Viento
Este paisaje sólo tiene árboles
Y viento
Luz y sombra entre las frondas
¿Qué dice el invisible viento?
Los árboles hablan por el viento

Su pulso madura entre el follaje
Y hace brotar un río
Viento sin casa
Viento errante
Viento de lo incierto que se palpa
¿Qué dice el invisible viento?
Los árboles hablan por el viento

Sus hojas caídas son letras
Signos que conjuga el tiempo
Ensayo de la palabra
Luz y sombra entre las frondas
Fuego
El fuego que no quema el árbol
El fuego que no arrasa la hierba
Estremecida de la tarde
El fuego no destruye
La dureza de piedra de la piedra
En el fuego arden
Los museos
Sus vitrinas
Los espejos
Los relojes
Las efímeras construcciones
La cuenta de sílabas del tiempo

Frontera
No cabe el mar en un poema
No cabe el mar en todos los versos
Del mundo y de su historia
No cabe la noche
No caben los raudales de luz del día
No cabe el paisaje de la mirada
No cabe un árbol en el poema

Una rama
Una hoja
Ningún fruto
No cabe una brizna de hierba
En ningún poema
Una gota de agua
El mínimo temblor del viento

III: Torre de Babel

Sólo el viento donde la rosa estaba;

Grises cielos donde la dulce alondra.
Walter de la Mare
Babel
Este no es el inicio de un poema

Es su final
No la manzana
No la rosa del invierno
No el beso del amor
No la luna sobre el río
Sino la torre quebrada
La escalera ciega
La puerta condenada
La perdida llave
El muro derribado
La callada fuente
El jardín arrasado por el fuego
La enmohecida verja de hierro
El desierto
La palabra de arena
El poema trunco
El poema escrito en el agua

Nadir
Aquí el agua es piedra
La luz el corazón de la sombra
Ascenso la caída
Aquí los ríos del mundo

No transcurren
Los pájaros no emigran
Los árboles no tienen fruto
Aquí la quietud es temblor
Las nubes restos del naufragio
El canto es el silencio
Litúrgico de las horas
En este sitio no resuena
El eco ni la palabra
Por sus palabras desiertas
No corre el viento
En este sitio el fuego

Es la flor ardiente
De la noche
Inventario del fuego

En el fuego arden las ciudades de la Historia
Los libros leídos y olvidados
Las cartas extraviadas
Las vidas consumidas en un día y en muchas noches
Los signos indescifrables de la arena
Los blancos templos que avasalló la ira
El mundo y sus espejos
El hombre sus suplicios
Las esferas
El Álgebra
Los ponientes
Los trabajosos días
La ciudad de niebla a la que Alexander Selkirk en una isla
Sueña haber regresado
La noche interminable que está sola
El amor perdido que recobramos inútilmente
El poema inconcluso que escribimos
La mujer que encontramos y que habremos de perder
Los ojos ciegos que en la penumbra tratan de comprender el mundo
El pavoroso olvido que es un océano
Las ineficaces palabras que heredamos
La luna y su fuego que no quema
El misterioso sueño que anticipa la muerte y la desgracia
La remota moneda que a través de los siglos mudó de efigie
Los minuciosos mapas
El laberinto de piedra que levantó Dédalo
El hilo de Ariadna
La criatura con cabeza de toro en cuya garganta aflora el incendio de la sangre
La espada que estaba en la mano y en el destino de Teseo
Los mares de obsidiana
Los gritos de dolor del ajusticiado
El placer que sentimos en el mediodía de la sangre
Los bosques
Las torres
La figura santa que encerraba un dios de piedra
Los bastones de mango de marfil
Los mitos
Los símbolos oxidados
Los arquetipos
Las manzanas de oro de las islas
Los códices
La lava que hierve en el corazón de la Tierra
El fuego mismo
Los ríos de la noche prendidos con el aceite de la luna
Los puentes derrumbados
Los senderos
La segura brújula
Las certezas que alumbraron un trecho del camino
Las dudas
Los lenguajes antiguos
Las palabras del futuro
Los libros que nunca pudieron ser escritos
Los relojes que emulaban el transcurso del agua y de la luz
Las tórridas regiones del África
Las culturas domeñadas por la Cruz
La noche que guarda el mundo
La tarde dolorosa de un hombre que nos legó el perdón
Y del cual nos hemos olvidado
Las infinitas generaciones arrasadas por el tiempo
El rojo corazón del hombre
Todo lo que toca la luz es polvo

Las ciudades fundadas en la aurora
El río incesante que parece infinito
Los jardines flotantes de las nubes
La hiedra que asciende por el muro
El ocaso que arde sobre la página
La montaña que dormirá de nuevo
En el fondo del mar
La estrella que brilla
Y que ha muerto
El hombre que no sabe
Que vive en el pasado
Los pájaros disecados
En el árbol callado del poema
Imperios
El faraón que construyó las grandes pirámides
Cuya momia se exhibe en una sala del Museo de Londres
El emperador que soñó la ciudad de la derrota
Las monárquicas cabezas que cayeron como frutos
Los cerrados palacios de los zares que visitan ahora los turistas
Los reyes que son monedas cuya efigie colecciona el numismático
El gigante que derribó David con una piedra
Los ejércitos invasores que son polvo
Las banderas que fueron arriadas para siempre
Los nombres que ya nadie recuerda
La cultura de los griegos que fue conquistada por los bárbaros
El Paraíso perdido que desdeñamos
Las grandes aventuras que causan bostezos en los niños
Los dioses primitivos que cayeron de los altares incendiados
La vida disecada en las páginas de un libro
Los templos saqueados de la Historia
Los monumentos que el hombre levantó e hizo caer
Los postulados de la filosofía que no descifraron el mundo
Los imperios que se desplomaron con el viento del tiempo
Los cantos olvidados
Los muros de la piedra abatida
Lápida
En la desgastada piedra
La rosa
Toda la vida sobre la muerte

Naturaleza muerta
La mesa que fue un árbol
Bajo la claridad
Del cielo y la tormenta
La palangana azul
Cuyo metal forjó
El corazón oscuro
Y ardiente de la tierra
El florero blanco
Que delinearon
Las manos de Moldeau
El alfarero
El leve ramo de las flores

Que estremeció la luz
Y el viento de la tarde
Templo maya
Esta civilización edificada en piedra
Se ha perdido
Sólo quedan ruinas
Sólo códices fragmentados
Sólo restos del Imperio
Donde moraba la luz
Sólo unas cuentas de sus collares

Sólo algunas plumas de sus tocados
De altos pájaros
Sólo pedazos de los dioses pétreos
¿A dónde encaminaron sus pasos?

¿Hacia dónde partieron?
¿Dónde los sacerdotes y los reyes?
Los hombres que adoraron al Sol
Dónde la música y las danzas
Los tambores ceremoniales
Las ofrendas y los cantos
Vinieron de la noche para construir

Los blancos templos que miraban al mar
El palacio de la piedra bajo el cielo
Llegaron al lugar que alineaba

Constelaciones
Trazaron las calzadas
Levantaron la pirámide
Por la que desciende la serpiente
Puntual de Kukulkán
Grabaron con glifos las lápidas

Los tableros
Los frisos
Las estelas
Labraron su historia en piedra
Y luego se marcharon
Para que sus secretos quedaran guardados
Como los tesoros ocultos en los cenotes
Erigieron su mundo de piedra

Su palabra de piedra
Borraron sus huellas
Y se alejaron en el ocaso
Para que su prodigio se perdiera
Para que la hierba creciera sobre la piedra
Díptico
Renace el día
Se levanta un árbol
Su ramaje
Es luz
II
Canta un pájaro
En medio del derrumbe

Halló un bosque
Frontera
No cabe el mar en un poema

No cabe el mar en todos los versos
Del mundo y de su historia
No cabe la noche
No caben los raudales de luz del día
No cabe el paisaje de la mirada
No cabe un árbol en el poema

Una rama
Una hoja
Ningún fruto
No cabe una brizna de hierba
En ningún poema
Una gota de agua
El mínimo temblor del viento

Rosa
Toda rosa es efímera

No la salva la cristalización
Del poema
El invernadero de la palabra
El resguardo del viento

Del agua de la noche
Del fuego de los días
De las tormentas de la tierra
Toda rosa es efímera

Agua en movimiento
Viento que corre
Tierra que se dispersa
Fuego vivo que se devora
Bajo la luz del día

Arde
La espiral de fuego
De la rosa
Deconstrucciones
La casa que ahora levantas

Se desplomó hace cien años
El camino que recorrieron

Tus pasos
Lo ha borrado la niebla
El ave cuyo canto

Te está permitido
Escuchar mañana
Es ya tan sólo
La estampa numerada
De un tratado de Ornitología
Todo lo que miran tus ojos

En este instante
Se ha perdido para siempre
Nada hay dos veces

Nada hay dos veces
Sobre el mundo
No hay dos árboles
Del mismo árbol
Dos gotas de agua
Iguales
Ningún día se repite
No vuelve ninguna ola
Cada semilla está sola

Errante como el viento
Plantada sobre la tierra
Retorno de la piedra
Desmontar cada piedra
De las torres que erigieron contra el azul del cielo
De las blancas cúpulas sobre las que vuela límpida
La fe de los pájaros
De la esbelta columna enlazada por el amor de la yedra
Que sostuvo los frisos cuyos relieves adornaron
Las falsas divinidades que carcomió la sal de Cartago
De las escalinatas que descienden paso a paso
A los abiertos jardines que ha silenciado la hierba
De los caminos que recorrieron los extraviados pasos
De los nobles edificios cuyos muros custodian
Los manuscritos antiguos que ardieron en Alejandría
De los puentes que se alzaron sobre las aguas del gran Río
De la flecha que afiló la obscura obsidiana
Que en la montaña alcanzó por fin
El suntuoso corazón del ciervo
Del intrincado sepulcro en cuya oscuridad el Príncipe
Sueña eternamente la luz de oro de su palacio
Del faro marítimo que no pudo conjurar
Los vaticinios del naufragio
De los altares donde florece la sangre humana
Para que la piedra vuelva a ser la palabra elemental

Para que todo pueda de nuevo empezar a construirse
Para que la piedra sea una vez más
La primera palabra del fuego
IV. Casa del viento

Vinieron las lluvias,

Los ríos se desbordaron.
El duro viento sopló
Contra la casa.
Pero ésta no cayó
Porque tenía su base
Sobre la roca.
Mateo 7: 25
Pórtico
La flor no es otra mariposa
Las torres de las catedrales no son navíos de piedra
Las nubes ciudades de la república del viento
El agua del río no es la del tiempo

La tarde de oro el Crepúsculo
La noche elemental el océano del olvido
Que nadie compare el mar con los cielos

Busque en una piedra el símbolo
Vea en el polvo la cifra total
Que nadie crea encontrar el misterio en la sombra

La revelación en la luz
La llama inhabitable del fuego
Que nadie se atreva a comparar con nada

La singularidad de este mundo
Que se pierde
De cada creatura
De cada árbol
De cada fruto
De este jardín
Casa del viento
Tout ce qui fair le bois, les rivieres ou láir

A place entre ces murs qui croient fermer una chambre
Jules Supervielle
Erigir una casa

Levantar sus altos muros
Para guarecerse del frío y de la lluvia
De la furia del viento y de la tempestad
Erigir una casa
Que tenga como techo el cielo
Donde habite la claridad del día
Donde la noche
Descanse su silencio
Erigir una casa

Que proyecte su sombra en la página
Para marcar el transcurso de las horas
Para mirar el ascenso y la caída de la luz

Fundamento
A Rafael Vargas
El mundo se sostiene en la raíz del árbol

Las nubes descansan en su fronda
El vuelo de los pájaros

Equilibra los cielos
La levedad de los peces

Ordena los océanos
La luz descubre sus islas de sombra

La mirada funda su paisaje
La palabra lo anima todo
Es el soplo del viento en el ramaje

El agua que empieza
El río
Permanencia
Todo el mundo es una piedra
La hierba arrasada por el fuego
Que estremece el aire de la tarde
El árbol derribado cuya verdinegra fronda
Sombrea los linderos de este bosque
El pájaro caído que escribe la claridad del cielo

Los avasallados muros cuyas ruinas sueñan templos
El ejército vencido que galopa sus corceles en el viento
El fragor de las batallas encendidas en sangre y el oro del ocaso
El estío que vuelve como el oleaje
La serena noche que se repite como el eco
El rumor infinito del mar perdido en su laberinto
Bajo la luz del alba que nos devuelve en su manantial el mundo
El amor que aparece en nuestras noches como la luna
La vida que palpita bajo la roja arena del desierto
La perdida música que recobra la palabra
Lo sucesos que se repiten como la lluvia
Los vestigios del naufragio sobre el mar
La luz de la poesía en medio de las ruinas
El amor del musgo sobre la piedra
El abrazo de la yedra sobre el muro
La salamandra que duerme en la despierta lumbre
Runa
Esta piedra tiene un millón de años
La ha golpeado la tempestad
La han arrastrado los ríos
Los días y las noches
La han pulido los siglos
La ha fracturado el rayo
Esta piedra levantó la columna blanca
De los templos
La terraza que mira al horizonte
Es la piedra del sendero
Que alcanza la montaña
Por ella el Emperador Amarillo
Fue llevado en andas
Un guerrero la soñó
En el fondo de una gruta
Esta piedra cimentó los baluartes
Que detuvieron invasiones
De hombres y de enfermedades
Fue usada como catapulta para vencer
La invencible fortaleza
Con ella los antiguos construyeron pirámides
En memoria de sus dioses de sangre
En su corazón duerme el Faraón
Y sus papiros
Esta piedra erigió la gran Muralla China
Que puede verse desde la luna
En torno a ella se reunieron los templarios
Levantó las altas catedrales
Ha sido el Trono y el Sepulcro
Hace siglos un nombre –acaso un poeta-

Que contempló los astros y las constelaciones
Grabó en ella signos misteriosos
En una lengua que ha muerto
Y que ya nadie comprende
Arboladura
El árbol de palabras
El árbol incandescente de las sílabas
El árbol sembrado en el centro de la página
El árbol desprovisto de hojas y de ramas
De tronco
De raíz
El árbol que no es roble ni álamo

El árbol que se parece
A esos y a otros árboles
El árbol que cambia
Como la figura de un árbol
Por el viento del lenguaje
El árbol cuyo fruto

Es su sombra primordial
Mandorla
Hay un bosque detrás de cada árbol

Mil y un árboles en cada fruto
Siglos perdidos en cada palabra pronunciada
El Universo arde en cada hoguera

Todo el amor en cada beso
Todas las traiciones en cada espada
Hay un bosque detrás de cada árbol

Caminos de centurias en cada paso
Todas las noches en cada noche
El misterio aguarda en cada imagen

La luz en el alba que despierta
Todas las horas en cada instante
Arte poética
El poema sin argumento

El poema sencillo y concreto
Como una piedra
El poema que desconozca
La intención de la flecha
El poema que no sea fruto
Sino semilla
No el agua sino la sed
No el eco sino la voz
El poema que posea
El movimiento del fuego
Y el reposo del silencio
El poema que tenga la fresca
Naturaleza de la hierba
El poema que no sea la caída
Sino el ascenso
El poema que no niegue el día
El poema sin por qué
El poema que no persiga
La inútil perfección de la moneda
El poema que no sea la rosa
Del mundo sino su espina
El poema que recorra
Su propio cauce
El poema que encuentre
La revelación
No en la luz que se entreve
Por una grieta
Sino en el paisaje
Que abarca la mirada
El poema que sea alabanza
De las cosas visibles
Una flor
La flor que no avasallará el viento

La flor que no marchitarán los siglos
La flor que se levantará entre las ruinas
La flor que nos recordará siempre

Que aquí estuvo el Paraíso
Renaissance
Mirar los paisajes arrasados de la noche
Renacer en el agua diáfana del alba
Mirar el árbol desnudo del invierno

Florecer como la luz del día
Mirar el cauce seco de los ríos

Volver con el fresco ánimo de la lluvia
Mirar arder el mundo en cada hoguera

Y descubrir la dureza de las cosas
Mirar la rosa resurgir de la ceniza

Fernando Ruiz Granados / biografía
Fernando Ruiz Granados (Ciudad de México, 1958).

Poeta y narrador. Licenciado en Letras Españolas por
la Universidad Veracruzana. Doctor en Literatura,
Honoris Causa, por The World Academy of Arts and
Culture, adscrita a la UNESCO.
Ha publicado en México, Estados Unidos, Colombia,

Perú, Venezuela, Puerto Rico, Brasil, Uruguay,
Argentina, Chile, Costa Rica, Cuba, España, y
Francia. Libros suyos han sido traducidos íntegros al
náhuatl, francés, portugués e italiano.
Es autor de los libros: Poemas de Brindisi, Desierto,

Jardín de piedra, Recinto de la rosa, Devoción del
colibrí, Adarga, y De árboles y pájaros.
Su poesía ha recibido numerosos premios y

reconocimientos en México y el extranjero. Entre
ellos: Premio Latinoamericano de Poesía Plural ;
Premier Prix de Poesía –para escritores extranjeros-
del Club de Poésie de Veyrier du –Lac de Francia;
Premio Internacional de Poesía Salvador Díaz Mirón.
Premio Nacional de Poesía
Ramón López Velarde; Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa; Premio
Nacional de Poesía Jorge Cuesta; Premio Nacional de Cuentos para Niños; Premio
Nacional de Cuento “Estación Central”.
Primera Mención de Honor del Primer Concurso Mundial de Poesía César Vallejo
en Londres; Finalista del Premio Mundial de Poesía, convocado por el Centro de
Estudios Poéticos, Madrid, España, 2008. Mención de Honor, Menzionata, en el
XXIV Premio Internacional de Poesía Nósside 2008 de Italia. El único premio
global de poesía en el mundo. Organizado por la UNESCO, The World Poetry
Directory, y la Alianza Global para la Diversidad Cultural; Premio Nacional de
Cuento “Estación Central” 2009.
Para comunicarte con el autor: Mail: fernandoruizgranados.blogspot.com
Blog del autor: www.fernandoruizgranados.blogspot.com

Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto 28. La lengua de las cosas y otros poemas / José
Sosa Emilio Pacheco
2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot
3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / 30. El adivinador de hojas y otros poemas /
Joaquín Pasos Odysseas Elytis
4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo 31. Las ventajas de aprender y otros poemas /
Carranza Kenneth Rexroth
5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw
Mieses Burgos Milosz
6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav
7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington Seifert
Delgado. 34. Uno escribe en el viento y otros poemas /
8. Haikus / Matsuo Basho Gonzalo Rojas
9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio
Mahmud Darwish Gamoneda
10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio 36. Los andamios del mundo y otros poemas /
Ballagas Ledo Ivo
11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis
12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos Gómez Rosa
Drummond de Andrade 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa
Enzersberger Szymborska
14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 40. Desde la república de la conciencia y otros
15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes poemas / Seamus Heaney
contemporáneos 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas /
16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Eugenio Montejo
Diego 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca
17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom Varela
Raworth 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea
18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Vilariño
Istarú 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas /
19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto Mariano Brull
James Rawlings 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique
20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott Adoum
21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza 46. La gruta de las palabras y otros poemas /
22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters Vladimir Holan
23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas
Martínez Rivas / Gastón Baquero
24. Antología esencial / Joseph Brodsky 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón
25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto 49. Los errores necesarios y otros poemas /
Padilla Joaquín Giannuzzi
26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados
27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome
Rothenberg
Colección
Muestrario de
Poesía
2009

Jardín de Piedra, de Fernando Ruiz Granados

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Jardín de Piedra, de Fernando Ruiz Granados

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MUESTRARIO DE POESÍA 50

Primera edición: Septiembre 2009

Este e-libro es cortesía de:

II. Dólmenes y menhires 20

III. Torre de Babel 34

IV. Casa del Viento 52

Fernando Ruiz Granados / biografía 65

Un jardín de palabras desnudas

Debo a la generosa amistad de ese excelente poeta, narrador y ser

La generosidad de Fernando Ruiz Granados nos permitió su libro

Vivimos un mundo en que intereses de pandillas enquistadas en el poder político y

Esa y no otra es la realidad de miles de millones de seres humanos. Sólo somos

La poesía nos demanda reapropiarnos de nuestra mente y de nuestra sensibilidad,

Fernando Ruiz Granados lo es. Y la jardinería poética implica a la vez conocimiento

En él la poesía es celebración, propone el verso que no se deja enclaustrar en los

El poema no es ornamento, no es fuego fatuo, no es artificio inocuo. Es un gatillo

No se dirige excluyentemente a la razón, impacta al ser. No excluye, integra. La

FERNANDO RUIZ GRANADOS

La piedra eternal busca lo temporal

El frontispicio del templo

La cóncava piedra de la clepsidra

El atezado bloque de granito

El poema que olvida

El cántaro roto de la sed

Ensayar un árbol en el poema

Ensayar un árbol en cada poema

Orientar sus ramas

Los árboles del mundo y los de la palabra

En este lugar fue construido un jardín

En este lugar el hombre nombró todas las cosas

Si descansas tu oído sobre la tierra

Sabe de los raudales de claridad del día

Esta paloma como el mundo

Han pasado siglos

Las letras que el viento escribe y borra

Probar del fruto para alcanzar

Para vislumbrar el umbral del Comienzo

Para encontrar en lo minúsculo

Al libro que espera como un secreto

El balcón da al jardín de la palabra

Tensar el Arco y la Flecha

Y de esa rama esplenda un fruto

II. Dólmenes y Menhires

¡Ea por los que nunca inventaron nada

Por los que nada domeñaron

Mas se abandonaron sobrecogidos

La piedra levantó el altar

Aquellos que no la encontraron

La piedra guardó el alma de los hombres

Su tronco blanco fue el león

Buscar bajo la piel

El primer ostenta luenga melena

Las noches y los días

El afán del viento es abrir hondamente

El afán del río es tallar la piedra

El afán del poema es labrar la piedra

Imitar en su tarea al viento

Imitar en su decurso al río

El instante calcáreo que dura siglos

Escucha el canto del viento

Aquí se alza la piedra megalítica

Aquí la piedra sin inscripciones

Aquí la palabra indescifrable