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Antoine Lavoisier y su esposa, Marie Paulze.

pintura de Jacques-Louis David

A Antoine Lavoisier (1743-1794) se le considera el padre de la química moderna,


descubridor del oxigeno (al que le puso el nombre) y de la combustión, así como de la
respiración. Pero Lavoisier hizo muchas mas cosas, lo que sigue es una exhaustiva lista
de proyectos en los que estuvo involucrado según cuenta Douglas McKie en la biografía
que le dedicó.

“Tomó parte en la elaboración de informes acerca del suministro de agua en París, de


las prisiones, el hipnotismo, la adulteración de la sidra, la ubicación de los mataderos
públicos, las recién inventadas “maquinas aerostáticas de Montgolfier” (globos), la
decoloración química, las tablas de gravedad especifica, los hidrómetros, la teoría de
los colores, las lámparas, los meteoritos, las chimeneas sin humo, la fabricación de
tapices, el grabado de escudos de armas, el papel, los fósiles, una silla de invalido,
unos fuelles accionados con agua, el tártaro, las fuentes sulfurosas, el cultivo de las
semillas de col y de colza y los aceites que se extraían de ellas, un rallador de tabaco,
el trabajo en las minas de carbón, la sopa blanca, la descomposición del nitrato
potásico, la fabricación del almidón…el almacenamiento del agua fresca en los barcos,
el aire fijo, la aparición del petróleo en un manantial de agua…la eliminación del
aceite y la grasa de las sedas y las lanas, la preparación de éter nitroso por destilación,
los éteres, una chimenea de reverberación, una tinta y un tintero nuevos a los que solo
hay que añadir agua para mantener la provisión de tinta…la estimación de álcali en
las aguas minerales, un polvorín para el arsenal de París, la mineralogía de los
Pirineos, el trigo y la harina, los pozos negros y el aire que surgía de ellos, la supuesta
existencia de oro en las cenizas de las plantas, el ácido arsénico, la separación del oro
y de la plata, la base de la sal de la Higuera, el devanado de la seda, la solución de
estaño utilizado en tinción, los volcanes, la putrefacción, los líquidos que apagaban el
fuego, las aleaciones, la oxidación del hierro, una propuesta para utilizar “aire
inflamable” en las exhibiciones publicas de fuegos artificiales (esto a petición de la
policía), medidas para medir el carbón, el ácido marino deflogistizado (cloro), mechas
de lámparas, la historia natural de Córcega, las emanaciones pestilentes de los pozos
de París, la supuesta disolución del oro en ácido nítrico, las propiedades hidrométricas
de la sosa, las minas de hierro y sal de los Pirineos, las minas argentíferas y de plomo,
un nuevo tipo de tonel, la fabricación de cristales, los combustibles, la transformación
de turba en carbón, la construcción de molinos de maíz, la fabricación del azúcar, los
efectos extraordinarios de un rayo, el proceso para ablandar el lino, los depósitos
minerales de Francia, los recipientes de cocina metalizados, la composición del agua,
la acuñación de monedas, los barómetros, la respiración de los insectos, la nutrición de
los vegetales, la proporción de los componentes en los compuestos químicos, la
vegetación y muchos otros temas, demasiados para ser descritos aquí, ni de manera
muy sumaria”.

En 1789 publicó los Elementos un libro revolucionario que tuvo sus detractores pero
que es tan fundamental y de concepción tan novedosa como los Principia de Newton.
Desgraciadamente, en 1794 fue llevado a juicio y el 8 de mayo guillotinado cuando
estaba en el culmen de su carrera. Lagrange, el gran matemático y amigo suyo dijo al
respecto: “Se tardó solo un momento en cortarle la cabeza, y quizá no basten cien años
para que surja otra igual”.

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