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No es una crisis cualquiera. Es LA crisis.

La crisis que nos anuncia que llevamos


unos años de retraso con respecto a nuestra realidad. La crisis que nos indica que
estamos en pleno cambio de etapa. ¡La Era Industrial ha muerto! ¡Viva la Era de la
Información!

En fin, no se porqué nos sorprendemos tanto. Hay muchos libros que vienen avisando
de que estábamos cambiando de etapa desde hace más de veinte años. Quizás no eran
libros de economía y, por eso, han pasado algo más desapercibidos. Pero es que la
economía no siempre la hacen los economistas. De hecho, cada vez la hacen menos.
Igual que casi todas las cosas. En eso consiste el cambio de era. Es la realidad
de lo que se ha dado en llamar GLOBALIZACIÓN.

Podría quedarse en un nombre poco más o menos apropiado para describir una
realidad transitoria pero, me da la impresión de que la globalización ha venido
para quedarse (como dirían los anglo-sajones). Estamos en una nueva era en la que
las reglas van a ser distintas. Una era en la que lo que sabíamos hasta ahora va a
dejar de ser válido y en la que vamos a tener que invertar el futuro durante los
próximos años. Hemos tenido el privilegio - y sufrido la carga - de ser nosotros a
los que nos va a corresponder definir cómo va a ser el futuro. Siendo eso cierto
para cada generación, no todas tienen sobre sus hombros la responsabilidad de
cambiar de ciclo.

Decía que la economía la hacen cada vez menos los economistas, igual que todo el
mundo hace política y cada vez los asuntos militares están en manos de gente de
uniforme. Las nuevas generaciones, las que se pasan el día pegados a maquinitas
como esta y que seguramente serán los únicos que, en todo caso, van a leer esto,
lo tienen muy claro. Las nuevas generaciones saben que sus conocimientos técnicos
les van a llevar hasta cierto punto y no más allá. Lo que se valora ahora son
otras cosas. Los técnicos se han convertido en la clase obrera de la nueva era
post-industrial.

Por eso me siento poco confortado con las medidas que se han tomado en la Cumbre
de Washington. Me da la impresión de que sólo van a servir para apuntalar un
sistema caduco. Van a sostener a aquellas potencias y a aquellas formas de ver la
economía que ya van dejando paso a las siguientes. Cuando hablamos de tipos de
interés, estamos considerando la necesidad de capital para sostener una industria
productiva. Eso está muy bien y seguirá siendo necesario. De hecho, la agricultura
y la ganadería siguen siéndolo aunque no conozco ninguna gran potencia que base en
ellas su economía.

Las medidas que se toman van encaminadas también a proporcionar transparencia al


mercado, lo cual está mucho mejor. Sin embargo, me sigue pareciendo que estamos
poniendo parches a unas ruedas que están desgastadas. Nos van a servir para hacer
unos pocos kilómetros más pero a lo que tenemos que tender es a cambiar las gomas
enteras. Si nos conformamos con estimular el desarrollo industrial vamos a
quedarnos rezagados. Y los cambios que se producen en esta era de la información
son demasiado rápidos como para que el que tarde una vuelta más en entrar en boxes
vaya a ganar la carrera (aprovechando el simil de la F1 ahora que, gracias a D.
Fernando Alonso, vemos las carreras y, gracias a D. Pedro Mtnez. de la Rosa, las
entendemos).

Hace más de veinte años, el matrimonio Toffler escribió una serie de libros en los
que alertaban sobre el cambio de era económica. La comunidad militar se fijó en
ellos en Estados Unidos y colaboraron con el Pentágono para estudiar la probable
evolución de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Esos libros están de completa
actualidad ahora mismo. Lo que temo es que algunos países podamos haber perdido
más de veinte años en adaptarnos a lo que viene.
Se podrá ser pro-americano o anti-americano (e, incluso, se podrá ser inteligente
y buscar aspectos en los que ser pro o anti-americano) pero lo que no se puede
negar es que, en muchos aspectos, Estados Unidos está muy por delante del resto de
los países. En la última reforma de la organización de la Alianza Atlántica,
Europa ha asumido la gestión de las operaciones desde su Cuartel General. Desde
Europa se van a "gestionar" las crisis y las operaciones militares (cierto que
siempre bajo mando de un militar estadounidense). Estados Unidos se ha quedado con
el Mando de Transformación.

Curiosa elección. Se van a dedicar únicamente a establecer la doctrina y a


estudiar los cambios que habrá que implementar. Pero es que resulta que, como
insinuaba antes, lo importante ahora no es mandar y gestionar directamente. El que
realmente tiene el control es el que establece cómo se manda, el que dicta la
doctrina.

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