A pesar de las advertencias, una joven cristiana se puso de
novia con un incrdulo. Todos los consejos apelos recibidos
por ella al respecto de su noviazgo fueron en vano, llegando al casamiento. Al principio todo pareca color de rosa, pero a costa de la fe de aquella joven. Pronto se deterior aquel casamiento. Pocos aos haban pasado. Cierto da el marido sugiri que fuese ledo por ellos la biblia, que ella siempre haba afirmado ser la infalible palabra de Dios, la nica gua de fe, acciones y preceptos que todo cristiano debe obedecer. La joven se sinti inundada de alegra ante la perspectiva de un cambio en el esposo y la esperanza de que l se tornara cristiano. Comenzaron a leer alternadamente los versculos de 2 corintios 6. El marido ley el versculo 14: No unis en yugo desigual con los incrdulos; porque qu compaerismo tiene la justicia con la injusticia? y qu comunin la luz con las tinieblas? El se detuvo, mir a la esposa y pregunt: Habas ledo antes este versculo de la Biblia? Lo conocas cuando te casaste conmigo? La esposa enmudeci. El insisti: Por qu no obedeciste a lo que Dios mand, si creas en el versculo? por qu te casaste conmigo, sabiendo que yo era incrdulo? Ella segua sin decir palabra. No pudo dar respuesta, y a causa del silencio de ella. El se indign y tir la Biblia en el fuego y agreg: As como traicionaste a tu Dios, tambin me podrs traicionar. Los problemas y dificultades aumentaron con ese episodio. Condenada, avergonzada y llena de culpa, se acord de las advertencias y apelos; record tambin de cmo haba credo que poda ser el instrumento para convertir y salvar a su compaero incrdulo. Ella haba rehusado aceptar el consejo bblico. Ahora pareca haber perdido la confianza del marido, y sobre ella pesaban fuertemente la culpa y el remordimiento. Una noche el joven volvi del trabajo para casa, luego de un da agotador. Se sorprendi porque su esposa no lo estaba esperando en la puerta, como de costumbre. Entr en la casa, la busc y llam. Pero no recibi ninguna respuesta. Entrando en la sala, grande fue su horror al encontrar el cuerpo de su esposa en las cenizas del hogar, con el mismo destino de la Biblia.