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Asimismo, cuantas veces comen la cena del Seor, proclaman su Muerte hasta que
vuelva. Por eso, el da mismo de Pentecosts, en que la Iglesia se manifest al mundo "los
que recibieron la palabra de Pedro "fueron bautizados. Y con perseverancia escuchaban la
enseanza de los Apstoles, se reunan en la fraccin del pan y en la oracin, alabando a
Dios, gozando de la estima general del pueblo" (Act., 2,14-47). Desde entonces, la Iglesia
nunca ha dejado de reunirse para celebrar el misterio pascual: leyendo "cuanto a l se
refieren en toda la Escritura" (Lc., 24,27), celebrando la Eucarista, en la cual "se hace de
nuevo presentes la victoria y el triunfo de su Muerte", y dando gracias al mismo tiempo " a
Dios por el don inefable" (2 Cor., 9,15) en Cristo Jess, "para alabar su gloria" (Ef., 1,12),
por la fuerza del Espritu Santo.
Por tanto, si hemos entendido bien el tema, la conexin entre cristologa y liturgia es
necesaria. Equivale a decir que no podemos entender la liturgia cristiana sin centrar en
Cristo nuestra comprensin: anotamos algunas consecuencias derivadas de este tema y
que son muy vlidas para nuestra pastoral.
Como vemos, hemos integrados tres datos fundamentales y que hemos de tener en
cuneta: la vida de Jess, la vida de los cristianos y liturgia eclesial-. Esta es la novedad
y originalidad del culto cristiano y de la existencia de los discpulos de Jess.
Hoy, como siempre, el criterio fundamental de toda celebracin litrgica es Cristo.
Toda desviacin de esta lnea esencial por abuso de ritualismo o por instrumentalizacin del
signo que sea, es una reduccin de la liturgia cristiana al servicio de nuestros propios
intereses. Y eso ya no responde a lo que la liturgia de la Iglesia es.