You are on page 1of 4

Año IV. Nave Copérnico 2. Libro de bitácora.

Al frente de la nave el comandante Márrtin. Nos dirigimos hacia la zona

Cygnus-Lyra, en la vía Láctea, en busca del satélite Keppler, perteneciente a la

antigua NASA, lanzado el 6 de marzo de 2009.

Nuestra misión es encontrar un planeta habitable similar a nuestra

antigua Tierra. Tras el caos nuclear y los intentos fallidos de establecernos en

los satélites galileanos de Júpiter (Io, Europa, Ganimedes y Calisto), la

humanidad se abre camino en el exoplaneta que orbita la enana roja Glise

581,a 20,5 años luz de la Tierra, en la Constelación de Libra: nuestro centro de

operaciones interestelar.

No fuimos capaces de cuidar nuestro planeta y la destrucción total era

inevitable. Al calentamiento global le siguió el deshielo polar y la ambición de

las compañías de petróleo y uranio por la nueva superficie aparecida. La

Antártida fue el centro de todos los enfrentamientos entre potencias. Lo que

condujo a las naciones a enfrentarse en una guerra. Se la denominó la Guerra

Total o Tercera Guerra mundial. El problema es que fue la última.

Los científicos alertaron del problema y creyeron que la solución para la

pervivencia de la Humanidad estaba fuera de nuestro planeta. El lento

desarrollo de la contienda y el empeño de los científicos posibilitaron la

construcción de naves ante el posible riesgo de destrucción total. Los refugios

nucleares no tendrían sentido si la explosión llegara a producirse, como así fue.

Las previsiones se quedaron cortas. Al problema climático (aumento de

temperatura, lluvia extrema por estaciones, grandes sequías, vientos

huracanados…) de la década del 2040, se le sumó el problema del hambre,


agravado en los países del Sur y las epidemias por todo el Planeta. Estábamos

a punto de cargarnos nuestra casa, por eso la explosión nuclear no era más

que el final de una serie de catástrofes.

Las estrellas y los planetas, que siempre habían estado ahí, eran ahora

la solución a nuestros problemas. Cuando estudiaba en el colegio recuerdo que

el año 2009 fue nombrado Año Internacional de la Astronomía. Para mí y el

resto de los supervivientes ese año ha pasado a ser el 2057, el año del caos.

La tecnología progresó lo suficiente para permitir a unos cuantos miles

de personas escapar del planeta. Los viajes aeroespaciales del siglo XX y la

antigua estación Internacional fueron el primer paso.

Los viajes a Marte y el establecimiento de bases lunares abrieron el

camino. Pero fue la posibilidad de adquirir velocidad superlumínica la que

posibilitó el milagro.

Nuestro colector Bussard ramjet es un cohete de fusión que

recoge el hidrógeno interestelar y lo quema durante el vuelo: el combustible lo

recogemos en ruta.

Si viajar por el espacio ya no es un problema, encontrar un planeta

similar al que teníamos, sí que lo es. La presencia de agua, una superficie

rocosa y una temperatura estable no son fáciles de combinar en nuestro

Universo. Cuando lo hemos encontrado faltaba el cuarto elemento

indispensable, la rotación del planeta.


Los planetas que orbitan nuestro sol actual (Glise 581) no podrán

servirnos de morada durante demasiado tiempo. Se impone buscar un nuevo

planeta.

Se ha retomado así, la idea de volver a nuestro antiguo sistema solar.

Cuatro años después de la destrucción total, la explosión nuclear varió

las distancias de los planetas con respecto al Sol. Marte y Júpiter parecen las

mejores opciones. Mercurio y Venus se han acercado todavía más al Sol y la

Tierra es ahora una masa incandescente que llegó a quemar nuestra luna. Es

como si se hubiera convertido en un nuevo sol que ilumina y calienta los

planetas mayores. Marte, Júpiter, Saturno y hasta Urano parecen haber

renacido. La contaminación nuclear está a punto de remitir en nuestro sistema

solar y regresar puede ser una opción más.

El satélite Keppler ha sido avistado. La información que enviaba a la

Tierra ha sido interceptada y los datos nos hacen tener esperanza, tanto sobre

Marte como sobre Júpiter (¡ si Galileo levantara la cabeza ¡).

Por cierto, hoy es 28 de julio de 2061, es una fecha que no puedo

olvidar: mi madre hubiera cumplido 95 años. Además estoy avistando un hecho

insólito para muchos: el cometa Halley, que mi padre decía que lo había visto

en 1986, está pasando muy cerca de nuestra nave. También recuerdo que me

contaba que el escritor Mark Twain nació el día que apareció el cometa y murió

cuando volvió a aparecer. Ojalá los supervivientes puedan verlo pasar dentro

de 76 años. Espero que nuestros errores del pasado no vuelvan a cometerse.

Cuidemos nuestra casa, aunque ahora esté en las estrellas.

Nave interestelar Copérnico 2. Julio 2061 (Año IV después de la catástrofe).


“ASTRONOMÍA: UN PASEO POR EL ESPACIO”

Título: “Nuestra casa en otro planeta”

Autor: P. Stilton

You might also like