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El seu avi matern era una persona que l’hi agradava tenir un hort, unes gallines, uns conills, però
també l’hi agradava fer teatre i estudiar el sol, la lluna i les estrelles.
Les seves àvies eren mestresses de casa d’aquell temps amb molts fills i molta feina.
Els pares de Heidi es van casar molt joves a l’any 1922, la se mare amb 17 anys i el seu pare 20.
Van tenir una filla l’any 1925 que seguint la tradició l’hi van posar Cleopatra.
Quan va començar la guerra al seu pare el van cridar de l’aeroport de Sabadell, perquè era ebenista i
allà treballà fent planejadors de mida natural, perquè els joves pilots fessin pràctiques d’aterratge.
També arreglant el avions que entraven en combat.
Quan van tancar l’aeroport de Sabadell el 1938, van enviar al seu pare a l’aeroport de Girona. En
entrar els nacionals, se’n va anar a Sabadell a buscar a la seva mare i germana i van marxar cap a la
frontera amb 2 bicicletes i 2 maletes que van haver d’abandonar al cap de pocs quilòmetres perquè
plovia contínuament i perquè amb els avions que passaven contínuament metrallant-los i
bombardejant no tenien prou mobilitat. A l’arribar a la frontera els van separar; al seu pare el van
enviar primer a Argelès i al cap d’uns dies cap a Sant Cebrià. A la seva mare i germana les van ficar
en un tren amb moltes dones i nens i les van enviar mes amunt de Normandia, a una illa que es diu
BELLE ILLE, on s’hi van estar 100 dies passant fred i gana.
El seu pare no era de cap partit polític ni de cap sindicat i per tant ho tenia difícil per sortir del camp
de concentració. Però els quacquers anglesos li van preguntar si volia anar a Mèxic i ell va dir que
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sí, si podia marxar amb la dona i la seva filla (la germana de Heidi). Els van reunir, els van portar
fins a Sète i allà els van embarcar en el “Sinaia” rumb a Veracruz.
El seu pare va trobar de seguida feina a ‘empresa “Vulcano”, fins que va poder muntar el seu propi
taller de maquinària per la indústria textil.
Heidi va néixer l’any 1941. Va tenir una infància i adolescència molt feliç. Va estudiar a l’Academia
Hispano Mexicana i anava a l’Orfeó Català de Mèxic, on va conèixer el seu marit Narcís Parés Mas.
Heidi i el seu marit sempre van pensar que un dia vindrien a viure a Catalunya i ho vam lograr el
1983, amb els seus dos fills: Narcís i Roc.
Heidi Burgués Padrós nació en México Distrito Federal; hija de padres catalanes (de Sabadell).
Sus padres fueron: Frimari Burgués Cañomeras y Hortènsia Padrós Viñals. Los abuelos paternos:
Mariano Burgués y Dolors Cañomeras. Los abuelos maternos: Ramon Padrós y Carme Viñals.
Todos ellos catalanes de Sabadell.
El abuelo paterno fue un artista muy conocido en Sabadell, puesto que él fue uno de los fundadores
de la Academia de Bellas Artes de Sabadell y también en Barcelona fundó “El Faians Català”. Era
ceramista y escritor. Escribió muchos tratados de cerámica y un libro muy emblemático para
Sabadell: “Sabadell del meu Record”.
Era una persona bohemia y con pensamientos anarquistas (no revolucionario), hacía muchos
artículos para diferentes diarios y por esto fue enviado a la prisión varias veces. En 1904 lo
desterraron de Sabadell y tuvo que marchar con toda la familia hacia la Bisbal del Empordà (Baix
Empordà) donde el tema de la cerámica era importante. También allá el abuelo fue encarcelado
por escritos que hizo, y sus dos hijas también, por estar de acuerdo con su padre. El padre de Heidi
estuvo en la Bisbal de los 2 años hasta los 9 años.
Su abuelo materno era una persona que le gustaba tener un huerto, unas gallinas, unos conejos,
pero también le gustaba hacer teatro y estudiar el sol, la luna y las estrellas.
Sus abuelas eran amas de casa de casa de aquel tiempo con muchos hijos y mucho trabajo.
Los padres de Heidi se casaron muy jóvenes, en el año 1922, su madre con 17 años y su padre 20.
tuvieron una hija al año y que siguiendo la tradición, le pusieron Cleopatra.
Cuando empezó la guerra a su padre lo llamaron del aeropuerto de Sabadell, porque era ebanista y
allá trabajó haciendo planeadores de medida natural para que los jóvenes pilotos hicieran
prácticas de aterrizaje y también arreglaban los aviones que entraban en combate.
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Su padre no era de ningún partido político ni de ningún sindicato y por lo tanto lo tenía difícil para
salir del campo de concentración. Pero los cuáqueros ingleses le preguntaron si quería ir a México
y él dijo que sí, si podía marchar con la mujer y su hija (la hermana de Heidi). Los reunieron, los
trajeron hasta Sète y allá los embarcaron en “el Sinaia” rumbo a Veracruz.
Su padre encontró enseguida trabajo en la empresa “Vulcano”, hasta que pudo montar su propio
taller de maquinaria para la industria textil.
Heidi nació en 1941. Tuvo una infancia y adolescencia muy feliz. Estudió en la Academia Hispano
Mexicana e iba al Orfeón Catalán de México, dónde conoció a su marido Narcís Parés Mas.
Heidi y su marido siempre pensaron que un día vendrían a vivir a Cataluña y lo lograron en 1983,
con sus dos hijos: Narcis y Roc.
Entrevista
Me gustaría que me dijeras tu nombre y el de tu familia, tus padres y abuelos.
Soy Heidi Burgués Padrós, hija de Frimari Burgués Cañomeras, Frimari porque mi abuelo era
anarquista y les puso a sus hijos nombres del calendario de la Revolución Francesa.
Mi madre era Hortensia Padrós Viñals, hija de un payés, una persona que tenía animales y trabajaba
en el campo, dentro de la ciudad porque eran de Sabadell, pero en aquella época había muchos
campos todavía a parte de las fábricas.
Yo nací en México en el año 41, mis padres llegaron en el 39 y tengo una hermana que también
vino con ellos, ella nació en Sabadell, es 15 años mayor que yo. Llegaron después de estar tres
meses en Francia refugiados en los campos.
Mis padres nunca fueron de ningún partido. Cuando muy jóvenes simpatizaban con el comunismo
pero después se dieron cuenta de que también era muy, digamos, no como ellos querían y dejaron
de ser simpatizantes, después se volvieron anticomunistas. Y bueno mi padre no heredó mucho lo
del anarquismo de mi abuelo.
Mi padre lo que sí heredó fue el hecho de no creer en Dios, no era anti nada pero él no estaba
bautizado, a nosotros no nos bautizaron. Cuando mi hermana se casó, se casó por la Iglesia porque
los suegros querían que se casaran por la Iglesia y mi padre no fue a la boda. Yo me casé por lo civil
nada más y mis hijos no están bautizados ni mis sobrinos, a pesar de que sus padres se casaron por
la iglesia.
Sí, a mi abuelo lo habían metido muchas veces en la cárcel por sus escritos. Él era ceramista, pero
ceramista de piezas únicas, incluso hay una calle en Sabadell con su nombre, se llamaba Mariano
Burgués.
Después lo desterraron de Sabadell cuando mi padre era muy pequeño, se tuvo que ir a la Bisbal a
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vivir nueve años, en estos años lo metieron a él en la cárcel, junto con las hermanas mayores que
apoyaban al padre, él era el más pequeño de toda la familia, eran nueve hermanos.
A todos, Terminal, Frimari, Brumari, y a las mujeres nombres no muy raros, Colonia, Actinia y
Adelfa eran tres mujeres y seis hombres.
En enero del 39. Regresó a Sabadell cuando vio que estaba muy mal todo, fue a buscar a mi madre
y a mi hermana, (mi hermana también nace en Sabadell) y tenía 12 años. Y se fueron, se fueron
llevándose dos maletas, dos bicicletas y tuvieron que irlo dejando todo por el camino, hicieron la
ruta que todo el mundo hizo.
Si, se casaron muy jóvenes en 1922, en Sabadell, mi madre tenía 17 años y mi padre 20. Se casaron
muy jóvenes también por eso, para no hacer la mili, o sea que eran muy jóvenes cuando se fueron.
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¿Y tu papá va a un campo de concentración?
Sí, entonces pasan y los separan, ponen a mi madre y a mi hermana en un tren y las mandan más
arriba de Normandía, a un castillo que había en Belle ille y a mi padre lo meten en Sant Ciprienne.
Ahí estuvo, primero no había ni barracas ni nada, dormían en la arena, estaban llenos de piojos y
comían chuscos secos que les echaban y arenques secos, bueno, de estos pescados salados
horrorosos que no había quién se
los comiera. Tuvo tifus y
sobrevivió gracias a dos amigos
que estuvieron siempre con él,
compañeros de Sabadell, que lo
estuvieron cuidando.
Y bueno entonces estaban los cuáqueros ingleses dando vueltas por ahí en los campos y hablaron
con mi padre, le preguntaron si estaba solo o si tenía familia, que dónde estaba y él le contó que se
escribía con mi madre que la habían mandado allá arriba con mi hermana y le preguntaron si le
gustaría irse a México en el primer barco que saliese y él dijo “hombre, desde luego, a donde sea, a
la China, pero yo me quiero ir, sí”. Y entonces los pusieron en la lista, los reunieron y los mandaron
en el Sinaia.
Sí, mi madre los adoraba, decía que era gente que realmente hacía un bien a la humanidad y bueno
eso es la historia de ellos.
Mis padres siempre pensaron que volverían, pero no sabían cuándo. Me acuerdo que me contaron
que mi padre, cuando llegaron a Veracruz en el barco, dijo “aquí por lo menos estaremos unos 10
años” y los demás casi que lo tiran por la borda, “¡que, qué dices, diez años ni locos!”
Yo no fui a la escuela hasta los 6 años, empecé en el Liceo Franco Mexicano y después a mi padre
no le gustó el ambiente, era gente de embajadas y cosas así y me metieron en la Academia Hispano
Mexicana. Yo estaba feliz en la Academia.
En la época en la que se contaban todas estas historias, ¿tú personalmente cómo lo vivías?
¿qué sentías?
Yo veía que lo habían pasado muy mal, que realmente habían sido muy valientes, cada uno a su
manera, a mí me impactaba mucho todo esto porque era terrible tener que haber dejado toda tu vida.
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Mi abuelo era muy anarquista, además era masón, era todo lo que no le gustaba Franco ¿no?
En mi casa bien, igual que aquí, se encontraron con gente conocida y siempre formaron como una
gran familia, se ayudaban unos a
otros, se vivía comiendo pan con
tomate y hablando catalán siempre
y aprendí a hablar español por los
vecinos de la escalera.
El papá Frimari
En la Academia todos éramos iguales y ahí me sentía bien pero a la que salía a la calle era la
españolita y a mí me reventaba que me dijeran que era la españolita, me tocaba las narices.
Había una cantina frente a mi casa que se llamaba La Bella Hortensia y que mi madre se llamaba
Hortensia, entonces cuando salía a la calle conmigo en brazos todos se acercaban y le decían “mira
la niña, qué linda”, “déjame darle un beso que parece niño Dios” y me besaban los pies los
borrachitos.
Sí, siempre, del mar, de la playa, el mar no lo conocí hasta que tenía cinco años. Y desde que nací
ya oía hablar de Barcelona y de Sabadell, mi padre había trabajado vendiendo libros de arte entre
Barcelona y Sabadell.
Sí yo ya había venido aquí en el año 59, cuando cumplí 18 años me mandaron con mis padrinos,
que hacía dos años que habían vuelto a Cataluña, el doctor Piñol e Irene Suñer, y me propusieron
que me viniera acá el tiempo que yo quisiera y que cuando me cansara volviera. Me pasé trece
meses. No extrañaba para nada México, en lo absoluto, tenía muy buenos amigos y los tengo
todavía.
¿Cuál fue tu impresión al llegar?
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Cuando llegué la primera vez obviamente había oído hablar a mis padres y a todos los del Orfeó
Català, porque yo desde que nací iba al Orfeó Català, y había oído hablar de Cataluña y de todas
estas cosas. Barcelona y Sabadell los conocía en mi mente y de fotos.
Los Cuáqueros
Además he tenido mucha suerte porque tuve oportunidades aquí increíbles de ver cosas que no todo
el mundo puede verlas, entre otras conocer a Dalí en persona, estar en su casa en Port Lligat, y
muchas otras.
Sí, pero en el 62 vuelvo a venir, me mandan castigada porque era novia de mi marido, Narcís, y
como era tres años más joven que yo, mis papás no querían que saliera con él, estuve un año y
medio. Y pues me lo pasé muy bien, conocí gente fantástica y me sigue gustando y la idea mía era
que yo tenía que acabar viviendo aquí porque esto es mi casa.
Yo quiero mucho a México pero nunca los demás me hicieron sentir mexicana, entonces yo tengo
amigos mexicanos, amigas de toda la vida, quiero mucho a México, yo soy una catalana de México
pero me siento aquí en mi casa.
Llegaron a México, empezó a trabajar en lo que pudo mi suegro que era farmacéutico, trabajó con
laboratorios pero les empezó a ir mal y se fueron a Tampico a vivir. Después de nueve años
regresaron a México y fue cuando empezó Narcís a ir al Orfeó, ahí lo conocí y empezamos a salir.
Cuando nos casamos vinimos de viaje de bodas aquí, mis suegros nos regalaron un viaje de siete
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semanas. Él ya no se acordaba de nada pero siempre estuvimos con que: “sí, sí, ésta es nuestra idea,
tenemos un día que poder lograr llegar aquí y quedarnos a vivir”.
Pero entre una cosa y otra se fue atrasando hasta que nuestros hijos tuvieron 15 y 17 años y dijimos
“o lo hacemos ahora o no lo hacemos nunca”. Hablamos con los hijos, los hijos estuvieron de
acuerdo en venir un año a probar, vinimos y aquí estamos.
Sí también y además es que por más que tu quieras educarlos de otra forma te sale lo que te sale y
has vivido unas cosas en tu casa que las transmites aunque no quieras.
El Sinaia
Ya estábamos siendo unos inadaptados porque no quería educarlos de otra forma, yo no estaba
adaptada por muchas circunstancias pero ellos empezaban a estar inadaptados, no los dejé nunca
con nadie más, o con los abuelos o con nosotros.
Y luego también empezaba esta cosa dichosa de comprar marcas de que todo eran marcas en la
escuela dichosa ésta de pijos, que si las bambas tenían que ser tal y todo esto y ya no era que no se
lo pudiéramos comprar sino que nos reventaba todo eso.
Hay cosas que pienso que están mal, ellos se creen que son el ombligo del mundo y que lo que ellos
hacen es lo más avanzado, lo más moderno, ahora no me acuerdo de ninguna cosa pero es eso, se
creen que porque son europeos y primer mundistas todo lo que hagan y todo lo de ellos es mejor.
Ellos estuvieron 40 años detenidos y sin avanzar ni nada y entonces cuando viene el cambio dieron
un brinco de 20 años, pero todavía les falta 20 años más. Se fueron a un extremo de libertinaje y de
lo que quieras, porque en México la cuestión sexual era normal, pero aquí cuando vine estaban
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obsesionados por el sexo pero increíble, el porno entraba y ¡era una cosa!.
Comentabas que en la escuela de México eran muy pijos, pero aquí ¿cómo ves esto de estar a
la última moda, de todo el comercio que hay?
¿Qué ha sido para ti el ser hijo de exiliados, cómo ha influido en tu persona en tu vida?
Mucho ha influido, mucho obviamente y para mí ha sido un orgullo, ha sido un privilegio porque
cuando yo nací ya empezaron a ir bien las cosas, no estábamos boyantes pero vivíamos bien, mi
padre siempre fue muy trabajador nunca estuvo un minuto sin trabajar, mi madre no trabajaba
porque en aquella época no se acostumbraba, aunque hubo muchas mujeres que lo hicieron, pero
como no había la necesidad no lo hizo, estuvo mucho por nosotras.
Y yo como desde que nací fui al Orfeó y entre la Academia y el Orfeó y mis padrinos y nosotros,
pues ése era el círculo de vivir siempre lo mismo, lo mismo, de oír hablar en el Orfeó a Bosh i
Gimpera, y a toda la gente importante que hubo ahí y pues no podía ser otra cosa ¿no?, estaba
predestinada.
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Yo acabe viniendo a vivir
aquí, mi hermana sigue
en México porque
económicamente no pudo
venir y mis padres
seguían viviendo en
México por mi hermana,
pero venían cada verano
aquí. En el 90 se vino mi
madre, que ya venía muy
mal y murió aquí y
entonces le preguntamos
a mi padre si quería
quedarse con mi hermana
o si quería venir con
nosotros a vivir y dijo que
él quería venir aquí y
estuvo los últimos seis
años de su vida aquí con
nosotros hasta que murió.
Hay mucha gente todavía que no quiere hablar, que no quiere explicar cosas, gente ya mayor que
ahora poco a poco se van destapando pero son minoría y cada vez son menos, entonces es muy
difícil, muy difícil.
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