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[XI] Plática de capítulo

[Elogio de la vida común. La ventaja de vivir entre buenos.


Unidos para Dios. Unidos entre sí. La paz comunitaria]
Jesús. Primum propter quod in unum estis congregati, ut unanimes habitetis in domo et sit vobis
anima una et cor unum in Deo (ex Regula sancti patris nostri Augustini, capite 1). San Agustín, en
el primero de su Regla, nos amonesta que amemos a Dios y al prójimo, primum propter quod in
unum estis congregati. Y principalmente han de tener cuidado de amar a Dios y al prójimo los
religiosos por cuanto viven en congregación, por que de esta manera vivan en paz y conformidad.
Supuesto que Dios dio a todos con larga mano lo necesario para alcanzar la bienaventuranza y nadie
se puede quejar de haberle faltado en esto, porque, usando bien de los dones naturales y
enderezándolos a las virtudes, Dios no puede faltar de acudirle con los auxilios especiales y su
gracia, y así la perdición del hombre no nace de parte de Dios sino de sí mismo y a sí se ha de echar
la culpa (que si, como dice Lucas1, la semilla en tres partes se malogró, no estuvo la culpa en ella ni
en el sembrador, sino en el ser ella ruin, pedregosa y llena de maleza; así, dijo Dios a su pueblo:
Perditio tua ex te, Israel, ex me tantummodo auxilium tuum), con todo esto, aunque Dios a todos
dio lo necesario para su salvación, con algunos empero usó de mayor largueza, asegurando más su
bienaventuranza con extraordinarios favores, saliendo en esto del estilo común que guarda en la
conversión de los pecadores, usando del auxilio superabundante que dicen los teólogos; como
vemos en san Pablo, la Magdalena y Mateo, cuyas conversiones fueron como milagrosas, donde
salió Dios del estilo común y ordinario que suele guardar en la conversión de los pecadores.
Así que a algunos ayuda con más particulares auxilios para hacer más cierta su salvación. Estos,
padres míos, somos nosotros, quien nos puso Dios en la religión como en puerto seguro sacándonos
del mundo, donde nuestra salvación nos fuera más incierta. Y aunque estamos a Dios muy
obligados por mil beneficios que sería largo de contar, pero particularmente lo estamos por lo que
nuestro Padre dice, propter quod in unum est congregati. Porque una de las mayores ayudas para
nuestra salvación es vivir en congregación entre buenos, donde éste ayuda a éste con su doctrina, y
éste al otro con su aviso y consejo, y éste a aquél con su oración y buen ejemplo, como los
miembros a una se conciertan y ayudan para conservar la vida del cuerpo.
Y así es digno de pena el que viviendo entre buenos, donde tiene tanta ayuda de costa para su
salvación, se pierde. Unde Gregorio, explicando aquellas palabras de Job: Fuit vir in terra Hus, dice
que no es mucho que uno sea malo viviendo con malos, ni bueno viviendo con buenos, pero es
mucho que sea malo viviendo con buenos y bueno viviendo con malos. Gran firmeza tuvo Job en la
virtud, que, viviendo entre idólatras, fuit vir simplex ac rectus et timens Deum. Que viváis entre las
ollas y humo y salgáis limpio, gran virtud; y gran maldad la de Judas, que viviendo en la escuela de
Cristo entre buenos se condenase, no aprovechándose de la ayuda de costa que tenía del vivir y
comunicar con buenos.
Un ángel contó a Daniel la pelea que dos ángeles habían tenido veintiún días; y la razón de esta
pelea dice san Jerónimo que fue porque el ángel que presidía al pueblo de Dios pretendía sacarle de
entre los persas por que no se le pegase sus malas costumbres, y el ángel que presidía a los persas
resistía su salida y porfiaba en que no había de salir, porque de la estancia del pueblo de Dios en
aquel reino se les recrecía a los persas grandes bienes para sus almas y provechosos avisos. Así que
gran parte del camino del cielo tiene andado el que vive entre buenos, y por eso gran merced es la
que hace Dios al hombre que sacó del mundo, donde uno le aconseja la deshonestidad, otro el
juego, y donde todos parece se hacen a una para echarle a perder.
Bien entendía David la merced que hacía Dios al religioso en sacarle del mundo y traerle a la
congregación de los religiosos, cuando decía: Ecce quam bonum et quam iucundum, habitare fratres
in unum. Tiene el ecce grande énfasis, por significar que la utilidad y provecho que a uno se le
recrece de vivir en una comunidad santa no se puede explicar con la lengua. Y aunque es gran bien
vivir muchos juntos en un convento, de poco sirve si no se vive in unum. Y así, dice Agustín:
Propter quod in unum estis congregati.
—Este unum puede tener este sentido: que vivimos en la congregación para Uno, que es Dios. Sólo
Dios, entre todas las cosas, est maxime unus, es principalmente uno. Porque las demás cosas de tal
arte son unas, que no repugna a su naturaleza ser muchas: muchos hombres, muchos cielos, y
aunque el sol es uno solo puede haber muchos soles; pero Dios, de tal modo es uno solo que no
puede haber muchos Dioses. Y aun el más supremo serafín es muchos, pues está compuesto de acto
y potencia, y así no es propiamente uno solo; Dios es acto indivisible, puro y simplicísimo. Pues,
padres míos, la bondad de la frailía no consiste en que vivamos todos dentro de un convento y
monasterio, en que recemos juntos y cantemos en el coro y comamos en un refitorio y durmamos en
un dormitorio, sino en que vivamos et habitemus in unum: que vivamos en la congregación para el
Uno que es Dios, y que todos sirvamos a este Uno.
Los del mundo corren por eso peligro, porque viven parte para sí, parte para el mundo y parte para
la carne, y lo menos para Dios. Y nosotros, como más obligados, vivimos para Dios con lengua,
pensamientos y obras, todo para este maxime Uno y nada para el mundo, como lo decía la esposa:
Dilectus meus mihi, et ego illi. Pues todo Él es para mí, su sangre, azotes, milagros, pasión y gloria,
así yo todo para él, mis obras, palabras, pensamiento y vida. Igitur, propter quod in unum estis
congregati.
—Ut unanimes habitetis in domo, et sit vobis anima una et cor unum in Deo. Y lo dicho se hará bien
cuando entre los religiosos hubiere paz, conformidad y hermandad: muchos cuerpos, y un alma y
corazón. Unde Juan, en aquella larga oración que después de la cena hizo Cristo, entre otras cosas
que pidió a su Padre, fue: Volo, Pater, sint unum sicut et nos unum sumus. Las divinas Personas
tienen una deidad, una voluntad, una omnipotencia, una eternidad, un querer, un saber y una
esencia, y en esto sunt unum; por que veas qué gran bien es la paz y conformidad, que es un retrato
de la deidad de Dios, pues a tantos religiosos que viven en este convento nos hace unum, no por
unidad de cuerpos ni de almas sino por unidad de voluntades y corazones; y esta unidad que
tenemos es como un retrato de la unidad de Dios que tienen entre sí las tres divinas Personas.
Esta era la conformidad y unidad que con tanto encarecimiento pedía san Pablo a los corintios que
tuviesen, cuando les dijo: Fratres, gaudete, perfecti estote, exhortamini, idem sapite, pacem habete,
et Deus pacis erit vobiscum.
Gaudete. No quiere Dios tristes sus servidores, ni es justo lo esté el que sirve a Dios. Los pecadores
estenlo, pues traen la soga arrastrando de la condenación; pero los buenos anden alegres, sus caras
levantadas, pues sirven a tan buen Señor que les dará por sus servicios el cielo.
Item, perfecti estote. A esto nos obliga nuestro estado y profesión. No nos hemos de contentar con
ser buenos comoquiera, pero hemos de pretender la perfección.
Exhortamini. Ayudémonos y animémonos en nuestros oficios. El prelado castigue, el súbdito
obedezca y avise a sus prelados.
Idem sapite. Todos sepamos uno, procuremos uno, deseemos uno, queramos uno, como si entre
nosotros no hubiese sino un alma, un entendimiento y voluntad. Porque si el prelado quiere uno y el
súbdito otro, mal se puede vivir en paz.
Pacem habete, et Deus pacis erit vobiscum. «Dios de paz» le llama san Pablo a nuestro Señor,
porque suya es la paz, Él la trajo del cielo. Cuando nació, le cantaron las ángeles: Gloria in excelsis
Deo, et in terra pax homibus; y cuando muere la deja por herencia, por cláusula de testamento, a los
suyos: Pacem relinquo vobis. Sin ésta, todo vale nada, los reinos y provincias se acaban. Sin ella,
aun el reino del demonio se asuela. En Lucas 1122 dijo Cristo: Si ergo Satanas in seipsum divisus
est, quomodo stabit regnum eius? Si los demonios anduvieren divididos y encontrados cuanto a lo
que toca hacer mal al hombre, ¿cómo diremos que está en peligro su reino, el cual consiste en hacer
a una todos los demonios mal y guerra a los hombres? Si unos demonios dijesen: «Hagamos mal a
Fulano», y otros lo estorbasen: «No se le ha de hacer», su reino perecería luego. Así, también se
acabaría el monasterio donde no hubiese paz y donde cada uno tirara por su parte.
En el arca de Noé vivían en paz los animales, aunque eran de diferentes condiciones, porque el
perro y el gato, el lobo y el toro por aquel tiempo se olvidaron de sus condiciones y se dejaron de
perseguir. Así en el monasterio, los religiosos que han de vivir en paz dejen sus ruines inclinaciones
y cada uno pierda un poco de su derecho, y será tan grande su conformidad que las olas infernales
no los podrán empecer, y vendrán a surtir al puerto de su salvación.

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