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Arqueología y Sociedad,

Nº 19, 2008

La frontera Sur: La arqueología


Ychma vista desde el valle de Mala
Henry Tantaleán *

Resumen
En este artículo se presenta una serie de planteamientos jerarquizados que esperan ayudar a definir y/o
delimitar concreta y conceptualmente los limites reales, metodológicos y epistemológicos de la sociedad
conocida en la literatura arqueológica como Ychma, la misma que se estableció específicamente en
los valles del Rímac y del Lurín en la costa central durante el período prehispánico denominado como
Intermedio Tardío (circa 900 DNE-1470 DNE) y que sobrevivió en varios aspectos socio económicos y
sociopolíticos a la ocupación Inca de este área.
Para realizar dichos planteamientos nos basamos en nuestro conocimiento de la materialidad social
adscrita a lo Ychma y, sobre todo, en su negación dialéctica en la parte sur de la costa central reconocida
por nosotros en el área del valle del rio Mala, donde llevamos casi una década de trabajo de campo y de
comprensión de los fenómenos sociales intra e intervalles.

Palabras clave
Ontología, epistemología, metodología, categoría, frontera.

Abstract
In this paper we show a serial of jerarchized approachs that we expect help to define and to delimit
concret and conceptually the real, methodological and epistemological borders of the society knowed in
the archaeological literature as Ychma, which one was settled specificly in the Lurin and Rimac valleys
at the central peruvian coast during the prehispanic period called Late Intermediate (circa 900 DNE-
1470 DNE) but survived in many socioeconomic and sociopolitical aspects to the Inca occupation of
the area.
To carry out such approachs we have based in our knowledge of the social materiality described as
Ychma y, above all, in it dialectical negation in the south part of the central coast recognized for us in
the area of the Mala river valley, where we have almost a decade of fieldwork and understanding of the
social phenomenae both intra and inter valley.

Keywords
Onthology, epistemology, methodology, category, border.

* Departamento de Prehistoria, Universidad Autónoma de Barcelona, España. Correo electrónico: henrytanta-


lean@yahoo.es


Arqueología y Sociedad, Nº. 19 2008

“Sobre esas aguas fangosas puedes ver lo que ha de venir,


sí es que no te lo ocultan los vapores del pantano”
Los poetas bordean la laguna Estigia.

La Divina Comedia. Dante Alighieri.

1. Introducción 2. La construcción histórica de lo Ychma


En este texto se tratan algunos temas que El viejo debate acerca de cómo denominar
creemos relevantes para comenzar a entender a las sociedades que hemos “descubierto” l@
el contenido real de las sociedades de la costa s arqueólog@s es un problema ontológico y
centro sur y, en este caso, a esa que denomina- epistemológico que creemos que se tiene que
mos Ychma. En ese sentido, creemos relevante, comenzar a discutir. En primer lugar, creemos
en tanto arqueólogos, definir sus características que es un problema ontológico, porque tiene
socio-económicas y sociopolíticas internas y que ver con la forma como concebimos (pensa-
delimitar los fenómenos sociales con relación a mos la cosa, la idealizamos) el objeto de conoci-
otros. Por ello, creemos que solamente median- miento (“etnia”, “sociedad”, “cultura”, “formación
te la propia materialidad social en estudio, en socio-económica”, etc), es decir cuestiones rela-
tanto consecuencia, de la producción social en cionadas con la pregunta ¿que es la realidad con
una situación históricamente constituida, po- la que trabajamos?
dremos superar nuestras analogías etnográficas, En segundo lugar, es un problema epistemo-
etnohistóricas y nuestros lugares comunes que lógico porque existe implícita o explícitamente
se han tornado en nuestras metodologías direc- una forma de reconocer en la realidad a dichas
tas para entender la realidad social y comenzar construcciones históricas. Se podría admitir sin
a llenar de contenido real a nuestras sociedades temor, que la mayor parte procede de una on-
en estudio. Esto se hace necesario desde que se tología idealista (la realidad es dependiente de
observa que nuestro proceder en la representa- nuestra percepción). En ese sentido, la mayoría
ción de las sociedades prehistóricas se basaría, de la “explicaciones” acerca del fenómeno Ych-
por lo general, en la construcción de entes, y ma son de corte idealista porque como lógica
que podemos “bautizar” con nombres tan disí- se asume que nosotros conocemos la realidad
miles como “cultura”, “jefatura”, “curacazgo”, social pasada mediante una serie de enunciados
“señorío”, “nación”, “confederación”, “provin- y prejuicios presentes aplicados directamente a
cia”, “polity”, etc. nuestro producto1. De hecho, el acto de darle
Por ello, para entender en primera instancia nombre a algo supondría el conocimiento de
como hemos llegado a darle nombre a las cosas, aquello y muchas veces nuestra práctica se ha
tendríamos que hacer una reflexión, aunque sea orientado a esto.
sintética, de nuestras formas de aprehender esta Epistemológicamente, se resuelve de la
realidad social. misma manera, pues, el principio establecido o
“respetado”2 es lo que conduce nuestras inves-

1
Entendido como esto mismo, un producto realizado por nosotr@s y no re-producción de lo pasado. Asimismo,
dentro de la lógica capitalista este producto es algo que queremos o debemos ofrecer a un consumidor.
2
Las autoridades académicas imponen ciertas ideas o planteamientos y adentro de las luchas internas o los parti-
dismos aquellos se terminan reproduciendo sin someterlos a crítica.


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tigaciones, una cuestión que se hace patente, siempre se ponen como excusas de lo poco que
por ejemplo, en la utilización bastante libre del conocemos sobre ellos, lo que prima es la inexis-
método hipotético-deductivo. Por ello, general- tencia del reconocimiento de la sociedad como
mente llegamos a interpretar a la sociedad Ych- algo contradictorio socialmente hablando o, si
ma u otras, por analogía con otras sociedades queremos, como plantean Elizabeth Brumfiel y
más cercanas (temporal y espacialmente) o sim- John Fox (1994) como “facciones en competen-
plemente mediante un “razonamiento lógico” o cia”.
sentido común en el que la apariencia (forma) En ese sentido, se puede apreciar mediante
supone una identidad (esencia). Quizá, final- la literatura disponible que lo Ychma correspon-
mente no signifique más que un ejercicio her- dería a un punto de vista de la sociedad como
menéutico o interpretativo donde cada quien un organismo conservador. De hecho, a pesar
subjetiviza a los objetos y a sus productor@s que la antropología económica sustantivista de
y los coloca dentro de categorías más o menos Karl Polanyi (1957) expresaba mediante sus ca-
entendidas por el ambiente académico y que de- tegorías de reciprocidad y redistribución el re-
bemos ser conscientes que de esta misma forma conocimiento de organizaciones sociales desde
se reproduce en la educación normal. una perspectiva no europea, se ha terminado
Así pues, epistemológicamente, se ha desa- idealizando a las sociedades de jefatura como
rrollado alguna homologación entre lo Ychma sociedades igualitarias y sin conflictos y, en al-
como un “señorío”, “jefatura” o “cacicazgo”. In- gunos casos en los que existiría un “pacto social”
dependientemente, de la formación académica (Villacorta 2003:156), interesante forma de
o vivencial de cada proponente de dichas cate- aglutinación social si se mira desde la historia
gorías sociopolíticas (sí es que estas realmente de la filosofía política donde este planteamiento
se han entendido y planteado como tales) exis- tendría espacio como una interesante aplicación
te una cuestión muy importante en la forma de al mundo andino de las tesis “iusnaturalistas”
concebir a lo llamado como Ychma y eso de- o del contrato social, por ejemplo, de Jacques
bería suponer entenderlo internamente como Rousseau o Thomas Hobbes (Bobbio 1987). En
algo compuesto por grupos sociales con intere- ese sentido, nuevamente el idealismo se expresa
ses diversos y hasta confrontados (pre-estatal mediante los materiales para otorgarle cuerpo a
o estatal) o, por lo menos, cualquier forma de algo que quizá suponga un proceso histórico que
entender como se mueve en su conjunto esta deberíamos ser más honest@s en representar.
sociedad en su devenir. De hecho, ni siquiera De esta manera, se puede ver que a pesar de
desde una perspectiva procesualista se le con- que existen claras indicaciones que existieron
cibe como una “sociedad compleja” o “jefatura diferencias en el tratamiento funerario de los in-
compleja” (Earle 1978, Johnson y Earle 2003. dividuos en un mismo cementerio asociado con
Ver críticas recientes en Yofee 2005), algo que, lo Ychma (Díaz y Vallejo 2002, Díaz 2004), no
pese a sus connotaciones evolucionistas socia- se plantea una diferencia socio-económica en
les, podría resultar positivo para un debate que la vida real de los individuos de esta sociedad.
contraste la teoría con la práctica. Sin embargo, Claro está, sin fechados radiocarbónicos segu-
independientemente de las “etiquetas” que se ros nunca podremos conocer la horizontalidad
le concedan a dichas sociedades, la teoría ge- temporal de dichas prácticas funerarias. Menos
neral que subyace en muchas de las formas de aun, sin conocer la procedencia real de tantos
observar a dichas sociedades es evolucionista y muertos como podría ser el caso del publicitado
más allá de la falta de investigaciones que, casi cementerio del área arqueológica de Puruchu-


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co-Huaquerones que incorpora en las tumbas en su “verdad” (D´Altroy 2003:20, Eeckhout


objetos de diferentes tradiciones cerámicas 2003:176) nos presentan información que de-
(Cock 2005). bemos ser cautos en aceptar, nos concentrare-
Sin embargo, antes de ingresar a la cues- mos en la arqueologia relacionada a lo Ychma
tión metodológica empleada para reconocer realizada en el siglo pasado.
que es Ychma y que no lo es, habría que precisar De esta forma, la construcción moderna
una suerte de genealogía foucaultiana acerca de (en todo ese sentido) de lo Ychma comenzó con
cómo hemos terminado dándole nombre a esta ese “Huancho” de Francisco Iriarte (1960, re-
sociedad. Esto requiere un poco de esfuerzo de editado por el Boletín de Lima en 2000) y que,
síntesis y de esquematización del proceso mul- originalmente, fue planteado por Carlos Rome-
tilateral de su producción, pues, este ha sido el ro en 1924 como un grupo “aymara” invasor de
lugar de encuentro de la etnohistoria, arqueolo- la costa central y que, también, fue utilizado por
gía, antropología, sociología, etc. Para ser preci- Pedro Villar Córdova (1935) y Louis Stummer
sos, como hemos apuntado arriba, todo ha gira- (1954, en Silva y Jaime 2005:32) con las mismas
do en el nombre de la cosa como si de resultas implicancias étnicas e invasoras. A este nombre,
de la palabra (el verbo), la misma evocase auto- se le superpuso el “Ichma” de Francisco Bazán
máticamente una realidad concreta temporal y del Campo (1990, 1992) que, originalmente,
espacial. De esta manera, lo Ychma se ha cons- había sido planteado por Maria Rostworowski
tituido en una esencia trans-histórica que no (1972), desde la etnohistoria, en la década de
se conoce específicamente más que mediante 1970. Finalmente, ahora a este mismo fenóme-
la “cerámica diagnostica” (Bazan 1990, Vallejo no social se le ha etiquetado como “Ychsma” en
2004, Feltham y Eeckhout 2004) y la arquitec- la reciente compilación realizada por Peter Eec-
tura monumental como los denominados “Pala- khout (2004).
cios” o Pirámides con Rampa (PCR) (Paredes y Sin embargo, lo cierto es que todo este co-
Franco 1987, Shimada 1991: XXXIX, Eeckhout nocimiento de lo Ychma se restringe a seria-
2003, Farfán 2004).3 Aquí solo cabe destacar ciones cerámicas y a excavaciones en lugares
los principales protagonistas de la gestación de que suponen ocupaciones múltiples como ce-
lo Ychma. Dejando de lado a los primeros cro- menterios o espacios públicos reocupados (por
nistas del siglo XVI (Pizarro 1968[1533], Estete ejemplo, Armatambo, Huaquerones). Pese a
1947[1534], también ver recopilación en Ra- ello, se asumen muchas fases o tipologías y se
vines 1996) que, con sus prejuicios económi- corren como un telón teórico sobre el teatro de
cos, políticos y morales europeos y retomando la vida prehispánica, incluso sin haber visto la
las versiones de sus informantes interesados obra completa.

3
Adicionalmente, se ha planteado dos modelos que se han contrapuesto para explicar la existencia de estos edi-
ficios en el mismo sitio de Pachacamac: el “modelo de Embajadas” y el “modelo Dinástico”. El primero es un modelo
desarrollado desde las épocas de Arturo Jiménez Borja, inspirado en las referencias etnohistóricas y algún trabajo
de campo limitado. El segundo modelo se ha planteado recientemente (Eeckhout 2003, 2004), inspirado en ex-
cavaciones más sistemáticas y siguiendo el modelo de los palacios secuenciales construidos por cada gobernante
de la ciudadela Chimú de Chan Chan (Moseley 1975). Más allá de esta controversia y como los mismo fechados
de Eeckhout lo hacen tangible (Michczynski et al. 2003) la evidencia de la secuencialidad constructiva de dichos
edificios es bastante endeble y, en el caso de serlos, se aprecia que los mismos estarían ubicados cronológicamente
en los momentos previos y hasta contemporáneos de la ocupación Inca del sitio de acuerdo con las fechas que son
ampliamente aceptadas para su llegada a la costa central.


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Sin embargo, más allá de esta cuestión individuos en una sola “cultura” en un territo-
etiquetadora y que reconoce el último autor rio político concreto (Hobsbawn 1992). De en-
en su última síntesis sobre el tema (Eeckhout trada, reconocer esto simplemente mediante la
2004:417), dicho nombre lleva implícito un materialidad social supone desconocer la forma
“apellido” y que le extiende carta de naturaleza de producción más extendida en una sociedad
a su lugar en el mundo de las cosas pasadas. Aquí y fijarse en los objetos más “diagnósticos” o de
nos referimos al tema de las categorías o con- una suerte de estética del momento como pro-
ceptos que preceden a lo Ychma o subyacen en yección de esa comunidad concreta. Asimismo,
este nombre cuando se lo invoca. Claramente, el tema de la existencia de una “nación Ychma”
aquí nos enfrentamos al tema de las categorías supondría reconocer, por lo menos, su forma
sociopolíticas. Así, tenemos las categorías más de organización sociopolítica enmarcada en un
populares de “Señorío” y “Curacazgo”, ambas territorio con limites reales, no necesariamente
usadas en algunos casos sin saber el porqué pero fijos, pero sí de un control espacial de recursos
que, según se desprende de su caracterización, humanos y naturales. Incluso, en el caso ser una
se encontrarían íntimamente relacionadas con sociedad sin clases o igualitaria, se esperaría
el concepto de “Jefatura”. Independientemente una autoidentificación con algo concreto (por
de la realidad de la existencia de esta categoría ejemplo, un territorio) y a partir de allí como
procedente del procesualismo clásico, por ejem- negación de otras sociedades vecinas o “dife-
plo de Elman Service (1975), la cuestión impor- rentes”. Así pues, creemos que el tema de las
tante gira en torno al verdadero funcionamiento fronteras elusivas (Tantaleán en prensa, tam-
en términos económicos y políticos de este tipo bién ver Vogel 2003) que ya manifestábamos en
de sociedad. Esta cuestión se entiende cuando el V Simposio de Arqueología organizado por
conocemos cuales son los elementos significati- estudiantes de la Universidad Villarreal es im-
vos dentro de la forma de concebir a una Jefa- portante para comenzar a entender este tópico
tura. Para no extendernos en el mismo debate tan importante.
que ya hemos tocado en otro lugar (Tantaleán Para sintetizar, es probable y, esperamos
2005:92), solo una critica aquí con relación a equivocarnos, que en la actualidad poseemos
esta caracterización de lo Ychma: ¿conocemos una gran capacidad para dar nombres a las co-
realmente si adentro de lo denominado como sas pero no para devolverles la vida social que
Ychma existieron asimetrías socio-económicas las originaron. Solo recogiendo esas “migas de
y socio-políticas?, es decir, ¿realmente la reci- pan” que nos han dejado esas sociedades en ese
procidad y la redistribución fueron las caracte- bosque tan oscuro llamado pasado, podremos
rísticas principales de esta sociedad?. dar con ell@s.
Otros nombres, como “etnia” (Rostwo- Por todo lo anteriormente mencionado, lo
rowski 1972) o “nación” (Cornejo 1999, 2000, que se hace evidente es que todo este conoci-
2002), obviamente, proceden del mundo de la miento de lo Ychma a nivel metodológico, se
identidad social. En el primer caso, la “etnia” se restringe a seriaciones cerámicas, análisis de los
puede asociar con la existencia de una especie planos arquitectónicos y a algunas excavaciones
de unidad lingüística y de comunidad biológica en lugares que suponen ocupaciones múltiples
y, en el segundo término, nos encontramos con como cementerios o espacios “públicos” 4 reocu-
ese fenómeno político que reuniría a muchos pados o “huacas”.
4
Por lo general, se asume que los espacios abiertos como plazas o edificios con amplias superficies son públicos
cuando realmente estos podrían pertenecer a los sujetos que los administran. De esta forma, se homologa uso con
propiedad.


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3. Metodologia utilizada para definir lo se bifurcan, estaría plasmado en la pregunta:


Ychma ¿existieron los sitios domésticos o han desapa-
La metodología operativa, pues, claramente recido? Quizá, el acelerado urbanismo de la
como hemos visto arriba estará condicionada ciudad capital halla dado cuenta de esos asen-
por la ontología y epistemología descrita. De tamientos (aunque contrastar con el catastro de
hecho, a comienzos del siglo XXI se sigue traba- Milla de 1974) que podrían ser recuperados me-
jando en contextos arqueológicos que no despe- diante prospecciones intensivas. Sin embargo,
jan las dudas al respecto de como se produjeron una cosa que no debemos olvidar es que nada es
las sociedades de los valles más cercanos a la ca- en sí mismo y si queremos pensar en “palacios”
pital del Estado peruano. La tipología cerámica también tendríamos que pensar en los “no-pa-
vendría a ser la “punta de lanza” metodológica lacios” o aldeas.
desde los años 50 para adelante y que se super-
puso a la época precedente donde los datos y/o 4. Una alternativa para definir a las socie-
narraciones etnohistóricas implicaban un difu- dades del valle del Rímac y Lurin del Inter-
sionismo o migracionismo (serranos versus cos- medio Tardio
teños) como forma de explicar la existencia de Para finalizar esta primera sección del ar-
los “Huanchos” en los valles del Rímac y Lurín. tículo, supongo que l@s lector@s esperarán
Así, mediante la cerámica tendremos cons- una propuesta para el “nombre de la cosa” en
picuos estudios tipológicos cerámicos que han cuestión. Sin embargo, nuestra propuesta no
aportando secuencias cada vez mas ajustadas puede ser nuevamente ideal, tendrá que partir
(Díaz y Vallejo 2002, Feltham y Eeckhout 2004, de la materia misma, de nuestro objeto de estu-
Vallejo 2004). Sin embargo, todas ellas han sido dio, por algo somos arqueólog@s y tenemos un
construidas mediante vasijas cerámicas de co- compromiso con esos materiales que algun@s
lecciones, enterramientos o de espacios públi- llaman patrimonio. La propuesta no puede ser
cos multicomponentes. De esta manera, el con- nuevamente un nombre ni muchos menos un
sumo individual se confunde con la producción “significado”, un“simbolismo” o una “percepción”
social. relacionada con los artefactos (incluida aquí la
Una alternativa que ha traído esperanzas arquitectura), como esperarían algunas posturas
para conocer a lo Ychma, lo plantea el análi- arqueológicas postmodernas (Hodder 1988, Ti-
sis de la arquitectura (Eeckhout 2003, Villa- lley 1994, 2004, Thomas 1996, Gil García 2001,
corta 2003, 2004 y ver aportes interpretativos 2002, Hernando 2002).
en el área andina de Moore 1996, 2005). Sin Las cosas no existen por sus nombres y solo
embargo, poco se sabe acerca de la arquitectura son reales por y en su contenido. La realidad
Ychma nativa y casi siempre se confunde con social tiene un contenido perdido en el tiempo
lo Inca oficial o durante su ocupación. De he- pero remanente en sus fragmentos dejados por
cho, no existen estudios sistemáticos importan- sus productor@s. El estudio de las categorías
tes sobre otros tipos de asentamientos Ychma y nuevas propuestas de modelos de interpreta-
pre-incas en el valle del Lurín5. Si alguien cons- ción, interesa como historiografía y, de hecho,
truyó los grandes edificios o “palacios” Ychma es en lo que hemos recalado en esta primera
seguramente no fueron los que los terminaron parte del texto. Sin embargo, el objetivo de la
habitando. Aquí el sendero de los caminos que reflexión no puede ser otra reflexión ni, mucho
5
Aunque en el valle de Lurín se conoce una serie de asentamientos domésticos (Negro 1977, Bonavia 1965,
Bueno 1982, Feltham 1983, Marcone 2004, Eeckhout 1997, Sánchez 2000).


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menos, la contemplación. Tie- como parte perteneciente o sonalidad” a este valle (Villar
ne que ser nuestra praxis, esa de influencia de lo conocido Córdova 1935, Bonavia 1958,
práctica que hasta Ian Hodder como Ychma (Bueno 1982, Tello 1959, Williams y Meri-
(1995, 2000) planteaba como Eeckhout 1997, 1999, Vallejo no 1976, Engel 1966, 1984,
compromiso con el pasado. Sin 2004). Nuestra investigación 1987). Toda esta cuestión aquí
embargo, nuestra praxis tiene antes de asumir dichos supues- resaltada no hace más que re-
que solventar las contradic- tos tiene como objetivo enten- cordar como esta “construc-
ciones entre lo que pensamos der la realidad social prehispá- ción” de la historia del valle ha
y lo que es (o ha sido) y esa nica de este valle y desde allí, devenido en la aceptación de
contradicción no puede, por entender las relaciones que ciertos lugares comunes en el
nuestro propio objeto de estu- pudieron haberse dado con pensamiento arqueológico de
dio, ser resuelta en las ideas, lo Ychma y otras sociedades la costa central y, a pesar que,
categorías o discursos. Esta menos comprendidas. Como su objetivo sería el de llenar el
contradicción tendrá que ser sabemos, algunos investigado- vacío arqueológico de la costa
resuelta mediante la materia res que han trabajado en esta centro sur, por el contrario,
y ser ella misma la garantía de zona o han tocado este terri- ha resultado potenciando el
objetividad y que esperamos torio de manera tangencial desconocimiento concreto de
que nos ubique en el mundo le han imprimido una “per- la materialidad social de este
y les retorne a nuestros ma-
teriales arqueológicos, por in-
significantes que parezcan, su
verdadero lugar en el pasado:
su pasado.
En este sentido, déjennos
presentarles algunas cosas pro-
cedentes del valle de Mala, área
en la cual investigamos desde
algún tiempo y nos esforzamos
por entender desde su propia
historia. Confrontando estos
datos con los que aparecen en
este volumen esperamos obte-
ner una imagen más clara de
la frontera socioeconómica y
sociopolítica de lo conocido
como Ychma.

5. Investigaciones en el va-
lle de Mala y su relación
con lo Ychma
El Valle de Mala ha sido
concebido en algunas repre-
sentaciones arqueológicas Figura 1. Ubicación del valle de mala en la costa central.


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valle. trones de asentamiento (Tan- nalmente (Tantaleán y Pinedo


taleán 1996) y retomando el 2007) (Fig. 2). De hecho, en los
5.1. Nuestra metodología de catastro de Williams y Merino últimos años estamos apostan-
investigación en el valle de (1976), en el presente estamos do por un análisis espacial del
Mala desarrollando una metodo- valle mediante las vistas satéli-
Desde el inicio de nues- logía más coherente con los tales y prospección superficial
tra investigación en el valle propios materiales de la zona, que nos ayudarán a cuantificar
de Mala hemos apostado por su localización en el espacio y la cantidad y la procedencia
el reconocimiento regional. su explicación como espacios del trabajo social acumulado
Iniciándose como un proyecto de producción de vida social, en cada asentamiento o lugar
inspirado en el análisis de pa- tanto local como inter-regio- social. El análisis de la cerá-
mica también es un elemento
importante en nuestra inves-
tigación y desde el comienzo
nuestro objetivo ha sido defi-
nir la extensión de la disper-
sión (producción y consumo)
de la cerámica allí producida
y consumida. De hecho, para
aclarar el panorama de la ma-
terialidad social que aparece en
el valle, estamos re-analizando
la cerámica del sitio de Puerto
Viejo en Chilca depositada en
el Museo de Arqueología de la
UNMSM y que Duccio Bona-
via utilizó para definir dicho
estilo (Bonavia 1958) y al que
tantas veces se hace referencia
y se asume o confunde como
Ychma (aunque ver Makowski
y Vega-Centeno 2004).

5.2. Las sociedades loca-


les del Intermedio Tardío del
valle de Mala
En un primer acercamien-
to a esta cuestión planteamos
la presencia de dos grupos so-
ciales para el valle bajo y medio
del rio Mala. Uno de ellas esta-
ría asociado a algunas formas
Figura 2. Mapa con los sitios arqueologicos del valle de mala basado en Willia- arquitectónicas y cerámicas
ms y Merino y nuestras observaciones en el campo.


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Figura 3. Colección de cerámica puerto viejo de la UNMSM.

de la sierra y a las del litoral. Obviamente, esta pre-existente inmediatamente a la ocupación


división también obedecería a cuestiones topo- Inca, es decir, contemporánea a la denomina-
gráficas o de explotación de recursos naturales da Ychma, a una sociedad de tipo comunitaria
concretos. Sin embargo, planteábamos una re- cuyas principales actividades productivas fue-
lación económica entre ellas dentro de una red ron la pesca y la agricultura y que no expresó
de intercambio de productos. materialmente, tanto en sus asentamientos
El valle de Mala, por lo menos para la par- como en su materialidad social, especialmente,
te baja y media, tuvo como organización social en la producción, distribución y consumo de


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Figura 4. Sitio arqueológico de la ensenada.

cerámica, una organización socio-económica y cleados aun cuando contaban con espacio más
sociopolítica asimétrica. De hecho, los asenta- amplios para la construcción de sus asentamien-
mientos de la sociedad local solo se reconocen tos, como las zonas llanas de la desembocadura
como pequeñas aldeas que no sobrepasan las 50 del rio y el litoral. Valle adentro, los asentamien-
unidades domésticas y no se caracterizan por la tos son construidos en los conos aluviales en la
monumentalidad arquitectónica o espacios ex- base de cerros, lugares donde no se realizaban
cluyentes sino, más bien, por acumulaciones sin actividades agrícolas. Las unidades domésticas
ordenamiento marcado de espacios domésticos están caracterizadas por ser semi-subterráneas,
básicos y “abiertos” que representarían un modo de planta cuadrangular o rectangular y porque
de vida comunitario. Un buen ejemplo de estos cada una de ellas manejaba sus propios depósi-
asentamientos, lamentablemente bastante dis- tos y donde no se han reportado complejos de
turbado y, últimamente privatizado, es el de La depósitos alejados y disociados de las unidades
Ensenada, cercano al litoral. domesticas. La técnica de construcción estaba
Adentro del valle mismo, este grupo social constituida por paredes compuestas por piedras
mantiene los mismos elementos característicos de campo semi-canteadas unidas con argamasa
ya observados por nosotros en el área cercana al de barro. Los recintos poseían esquinas curvas,
litoral. Es decir, se tratan de asentamientos nu- una característica significativa en dicho tipo de

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arquitectura. puede afirmar que la alimentación se basaba en


La gran cantidad de cerámica de la tradi- los recursos marinos, aunque la dieta también
ción Puerto Viejo6, principalmente de los famo- incluía vegetales como la calabaza (Fig. 5). Asi-
sos cantaros cara-gollete, hallada en estos asen- mismo, sectores casi siempre alejados del núcleo
tamientos nuevamente revelaba la gran produc- doméstico, conformados por espacios superfi-
ción de esta y que se realizaría en la mayoría de cialmente limpios de plantas rectangulares deli-
los asentamientos. Muchas veces se halla cerá- mitados por piedras, servirían para el secado de
mica deformada o rota por su control deficiente pescado u otros productos marinos7.
en los hornos de producción. Por el material de Un posible segundo grupo social se comien-
superficie observado en estos asentamientos se za a observar valle arriba, a la altura de la Ha-

Figura 5. Vista de denso basural en el sitio de La Ensenada.


6
Preferimos utilizar el termino Tradición al de Estilo porque el primero se refiere a una forma de hacer las cosas en
las cuales su producción predomina con relación a sus características externas o decorativas evadiendo la suposición
de que cosas que se parecen (formalmente) son contemporáneas o proceden de un mismo lugar. Sin embargo, existe
un problema con el estilo Puerto Viejo pues este es ampliamente conocido en la literatura arqueológica. En el futuro,
según avancen las investigaciones, será necesario realizar algunos cambios en la forma de definir a las tradiciones
cerámicas de los valles de Chilca, Mala y Asia.
7
Estructuras similares a las que encuentra Mujica et al. 1992 en el sitio Malanche 16 de la quebrada del mismo
nombre al norte de la quebrada de Chilca. Aunque para ellos dichas estructuras servirían para prácticas relacionadas
con tratamientos post-mortem de individuos de los mismos asentamientos.

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cienda Tutumo (donde Manuel Gonzales Prada en contraposición a los de valle bajo-litoral, es
tuvo una casa hacienda), en asentamientos do- la presencia de enterramientos dentro de algu-
mésticos con recintos habitacionales de planta nas estructuras domésticas y en algunos casos
rectangulares construidos en las pendientes de de tipo chullpario.
los cerros mediante aterrazamientos artificiales Asimismo, se distingue de los asentamien-
o cercanos a la base de los cerros de una exten- tos de valle bajo-litoral por una cerámica do-
sión entre 1 a 3 hectáreas. El material de cons- méstica de apariencia tosca y sin decoración
trucción empleado es la piedra de cerro unida pintada producida en atmósfera reductora que
con argamasa de barro y revestida con barro. La le confiere ese color marrón y negro, en la que
construcción casi forzada de estos asentamien- sobresale como forma de decoración las impre-
tos en esta parte del valle estaría condicionada siones circulares realizadas cuando la superficie
por la poca disponibilidad de suelos agrícolas y de la vasija estuvo blanda. Todas las formas ce-
por el mismo encañonamiento del valle. Una rámicas apreciadas en estos asentamientos son
característica especial de estos asentamientos pertenecientes al ámbito doméstico, es decir,

Figura 6. Vista satelital con los principales sitios inca del valle medio de mala.

12
Henry Tantaleán La frontera Sur: La arqueología Ychma...

estamos ante ollas y cántaros.


Este tipo de cerámica es seme-
jante a la de los valles medio
y alto de otros lugares de la
costa central. Sin embargo, la
cantidad de fragmentos cerá-
micos hallados en estos sitios,
es notablemente inferior con
relación a los sitios asociados
con la cerámica Puerto Viejo.

5.3. La ocupación inca del


valle de mala
Como consecuencia de
esta realidad social local, los
invasores Inca habrían des-
plegado una estrategia de do- Figura 7. El complejo de colcas del sitio inca de La Vuelta.
minación directa o territorial brada de Chilca (Engel 1987) y de estos dos elementos: asen-
(D´Altroy 1992) constru- por el sur con el valle de Omas tamientos y caminos, existen
yendo infraestructura para el (Coello 1993, Baca 2004), co- conjuntos de petroglifos, que
dominio y control de la pro- nectando diferentes espacios se hallan complementando
ducción local y la fuerza de de explotación de recursos na- dicho espacio de movimientos
trabajo, materializado en los turales o fuerza de trabajo. Sin sociales (Tantaléan y Pinedo
“Centros Administrativos”, lo- embargo, estos caminos son en prensa).
calizados algunos en áreas no esencialmente rutas naturales
productivas previamente y y no caminos formalizados. 6. Comentarios finales
caminos que los conectaban, Dicha articulación de es- De las cuestiones ante-
una estrategia reconocida en pacios se hace patente en la riormente discutidas y de la
situaciones históricas similares época Inca cuando grandes materialidad social presentada
en la costa peruana8. asentamientos y caminos co- en este artículo se pueden des-
Nuestras investigaciones nectan dichas rutas. De hecho, prender varios planteamientos
plantean que, por su propia na- algunos de estos sitios, que se que necesitaran ser corrobo-
turaleza, este valle en tiempos pueden calificar como Centros rados y ampliados por otr@
prehispánicos se habría utiliza- Administrativos Inca (Hyslop s investigador@s en el futuro
do, principalmente, como un 1990), se hallan en la encru- inmediato, si se quiere avan-
camino natural que une la sie- cijada de caminos principales zar en el conocimiento de las
rra (Huarochiri y Yauyos) con con infraestructura como sis- sociedades de la costa central
la costa central. Asimismo, del temas de almacenaje o colcas, que aparecen inmediatamente
valle de Mala parten o llegan corrales, etcétera, que acusan después de los fenómenos so-
caminos transversales que lo la acumulación de productos cioeconómicos y sociopolíticos
unen por el norte con la Que- y recursos naturales. Además del denominado Horizonte

8
Para una síntesis de las estrategias Inca de dominación, ver Stanish 2001.

13
Arqueología y Sociedad, Nº. 19 2008

Figura 8. Vista desde el este del edificio principal de cochahuasi.

Medio y centralizados en los valles de Lurín de los artefactos planteen una producción local.
(Pachacamac) y del Rímac (Cajamarquilla y Por ejemplo, para el caso de las PCR´s, la ti-
Nieveria). pología de estos edificios ha servido como una
Lo primero que se puede avanzar es que la importante heurística acerca de la extensión de
comprensión de las sociedades de la costa cen- una forma de producir edificios monumentales
tral se ha visto impedida de crecer por sus pro- pero no debe ser asumida tan a apriorística-
pias categorías que a modo de “corset idealista” mente. Asimismo, con respecto a la cerámica
han constreñido a la realidad social prehispáni- y para el caso tardío de lo Ychma, las tumbas
ca sin darle espacio para su “revelación” a l@s aportan un ingente material para el análisis de
arqueólog@s (Tantaleán 2005). las relaciones sociales pero, por eso mismo, son
En segundo lugar y con relación a la me- consecuencia de complicadas prácticas sociales,
todología, la anterior concepción de las socie- donde las practicas socio-políticas son relevan-
dades y su supuesta corroboración empírica ha tes para entender el porqué ciertos artefactos
homologado la existencia de cerámica o arqui- llegan a las tumbas de determinados sujetos.
tectura con la existencia de sus productor@s Como ya apuntaba Tom Dillehay (2003), la pro-
en el área donde estas se han hallado. Debemos ducción local a veces suministra de materiales
comprender que las tipologías se deben realizar como la cerámica para realizar funciones gene-
atendiendo a los contextos arqueológicos don- ralmente asignadas a la cerámica Inca Imperial.

14
Henry Tantaleán La frontera Sur: La arqueología Ychma...

El caso de la costa central es significativo aquí. cas socioeconómicas y sociopolíticas propias.9


Por ello, desde la época de las excavaciones en De hecho, si se quiere, se puede avanzar que esa
Pachacamac de Max Uhle (1903) y Gordon cerámica conocida como Puerto Viejo no de-
Willey, William Strong y John Corbett (Strong y bería incluirse dentro de la tradición cerámica
Corbett 1943), las vasijas conocidas como Inca Ychma (como se plantea en Vallejo 2004) sino
Asociado deben tomarse como la supervivencia que más bien pertenece a una producción local
(e incluso, incremento) de la producción local, en asentamientos domésticos con característi-
como sería el caso de la cerámica Puerto Viejo, y cas similares que arrancaría en el Horizonte Me-
está en nosotr@s reconocer de donde proceden dio 3, como ya sugerían Frederic Engel (1984,
esos artefactos y no solo constatar su existen- 1987 incluso con fechados) y Duccio Bonavia
cia. décadas atrás y se extendería durante la época
En tercer lugar, y relacionado con el ante- Inca como se da en el caso en la mayoría de los
rior punto, las investigaciones en los valles ba- centros administrativos inca del valle de Mala.
jos de Chilca (Ojeda 1976, Engel 1984, 1987), Incluso recientemente, una nueva tradición lo-
Mala (Gabe 2000) y Asia (Ángeles y Pozzi-Es- cal viene siendo encontrado asociado con los
cot 2004, Baca 2004) vienen demostrando que asentamientos propiamente Inca de valle medio
en el período Intermedio Tardío existía en esta lo que complica más aún la escena local de este
área una tradición local que tenía característi- periodo.
Para finalizar solo nos queda decir que más
investigaciones son necesarias en la costa cen-
tral pero, sobre todo, debemos intentar hacer
una auto-crítica de los razonamientos que nos
llevan a presentarlas a nuestro principal consu-
midor: la sociedad. Después de todo, es a esta a
la que nos debemos y retornarle la vida a nues-
tras sociedades en estudio, supone que nosotr@
s seamos el puente entre los vivos y los muertos
en esa laguna Estigia que es el pasado pero que,
como observaban el poeta florentino, esta cu-
bierto por vapores que no dejan ver claramente
lo que sucede en el otro lado. Por ello, en esa
responsabilidad de dar una imagen cada vez más
clara del pasado, l@s arqueólog@s deberemos
estar dispuestos a entregar razonamientos que
iluminen nuestro camino y no lo oscurezcan.

7. Agradecimientos
Figura 9. Cerámica alloca hallada en el sitio arqueologico L@s chic@ s de la base 2003 de arqueolo-
de Huancani. gía de la UNMSM siempre fueron un gran ali-
ciente para darle forma y fondo a las ideas que
9
Asimismo, resulta significativo que en la descripción de los reconocimientos de los asentamientos arqueológicos
en las quebradas y lomas entre Lurín y Chilca, Elías Mujica (Mujica et al. 1992) no mencione la aparición de cerá-
mica relacionada con el estilo Puerto Viejo.

15
Arqueología y Sociedad, Nº. 19 2008

conforman texto. Cuando me hallaba en Barce- co.


lona dictando clases pudieron hacer realidad el BRUMFIEL, Elizabeth y John FOX
simposio que ahora se publica. A pesar que no 1994 Factional Competition and Political De-
estuve presente con ell@s en esos momentos de velopment in the New World. Cambrid-
discusión de ideas siempre me sentí y me hicie- ge University Press. Cambridge.
ron formar parte de ese proceso. Les agradezco BUENO, Alberto
infinitamente por haberme convertido en su 1982 El Antiguo Valle de Pachacamac. Es-
profesor y dejarme ser su amigo. pacio, Tiempo y Cultura. Boletín de
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