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la
page.
NI qu decir de ciertas novelas. Es increble todo lo que se traduce en italiano, sobre
todo del anglosajn. La produccin es aluvional en el seno de grandes editoriales como
Mondadori, Rizzoli o Bompiani. Aqu la falta de discriminacin resulta impresionante.
Pero ello significa que si libros de tal tipo son traducidos e impresos, los mismos son
ledos. Por lo cual hay que preguntarse nuevamente qu es lo que impulsa al lector
corriente a comprarlos, en todos los numerossimos casos en los cuales no son ni
siquiera algo artstico, ni tampoco se trata de temas excitantes o morbosos, sino
simplemente estpidos, banales, aburridos, ligados a pequeos ambientes y a mediocres
figuras de ms all del ocano, que el italiano debera considerar como ajenos a l y
privados
de
cualquier
inters.
Personalmente iremos ms lejos todava. Por ejemplo no tenemos dificultad en confesar
que no logramos terminar nunca la lectura del famoso Ulises de Joyce (como tampoco
lo pudimos hacer con la Montaa encantada de T. Mann) y que hemos decididamente
cerrado los libros de Faulkner cuando se ha sentido autorizado a dejar a un lado
cualquier forma sensata de expresin en la narrativa, de escribir frases sin signos de
puntuacin que se desarrollan por pginas enteras, y as sucesivamente. Un pblico
consciente y activo, con un preciso rechazo, habra hecho perderle las ganas a una
praxis
semejante.
La funcin ms deletrea en todo esto la tiene la crtica, verdadero flagelo del mundo
cultural actual. Es ella la que marca lo bueno y lo malo a travs de la gran prensa,
rodeada por mentes pequeas y por un pblico bovino. Aqu alguien ha hecho recordar
oportunamente la historia de Til Eulenspiegel, cuando fue contratado como pintor por la
corte de un rey. l present telas en blanco diciendo que, en razn de un sortilegio,
solamente aquellos que no haban tenido un nacimiento honesto no habran visto nada.