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A la Virgen de la Merced
Por su culto catalán del Siglo XIII, por los favores a nuestra Patria en el Siglo XVII, y
por el triunfo de nuestra Provincia en el Siglo XIX, la “Patrona y Abogada” del Cabildo
de 1687, y “Generala y Patrona” de la Batalla de Tucumán de 1812 (e.·. v.·.), es preciso
recordar y agradecer a diario, que la posible existencia de las ciudades libres y devotas,
se deben a Nuestra Señora de las Mercedes.
Fue en la mañana del 24 de septiembre, cuando el combate dirigido por el General Juan
Manuel Belgrano, previa oración ante el altar de la Virgen, obtuvo la victoria sobre el
ejército enemigo. Aventajados por tres mil a ochocientos, la protección de María
garantizó el triunfo, y el parte de la jornada dijo: “La patria puede gloriarse de la
completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra
Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos.”
Tras esto el inigualable prócer nacional, y durante una solemne procesión hacia Campo
de las Carreras, puso en manos de la imagen de la Virgen de la Merced su bastón de
mando proclamándola “Generala del Ejército Argentino”.
Al año siguiente, y otra vez con la ayuda de la Madre de Dios, vencieron a los
españoles, y de las cinco banderas que cayeron en poder de Belgrano, una la destinó
como trofeo de guerra a la Virgen de las Mercedes de Tucumán, dos a la Virgen de
Luján y dos a la Catedral de Buenos Aires.
Por todo esto te pedimos que protejas a nuestra Patria erigida según los designios
divinos y que del uno al otro confín sepan los pueblos honrarla y que al
postrarnos ante tu imagen de Virgen Generala resuene esta unánime aclamación:
¡Tu eres la gloria de nuestra Patria. Tú eres la honra de nuestro pueblo! ¡Tu la
Generala de nuestro Ejército!”