confianza que usted experimenta acerca de sí mismo. Podría decirse que la estimación es el ego, esa parte de sí mismo que evalúa quien es usted realmente. ¿Qué piensa de sí mismo? ¿Tiene una elevada opinión de usted, una consideración positiva hacia su persona? Entonces posee un buen ego, un ego poderoso. Si tiene una mala opinión de sí mismo y muy poca consideración hacia su persona, entonces posee un ego débil. Por supuesto, es posible albergar diferentes opiniones de sí mismo en diferentes áreas de su vida. Puede tener una buena opinión de sí mismo en un área y pensar muy mal de su persona en otra. Desafortunadamente, por lo general se concentra en la mala opinión; el viejo sermón de que la rueda que rechina es la que recibe la grasa. Entonces, ¿qué debemos hacer para superar esto? El primer paso es comprender que la auto-estima es la opinión que usted tiene de sí mismo. Una vez que comprenda esto, habrá avanzado en el camino para reforzar esa propia estimación. Después, pregúntese a sí mismo, ¿por qué debería tener una mala opinión de su propia persona en cualquier área de su vida? Una de las razones podría ser que se ha comparado con otras personas. Si no está a la altura de los demás en esa comparación, su opinión de sí mismo disminuye y entonces surgen los problemas. Lo que debe hacer es mejorar la opinión que tiene de sí mismo, pero, ¿cómo hacerlo? Cuando se compare a sí mismo con otra persona, ya sea que esa persona sea un artista, un abogado, un plomero, una secretaria, un senador, un físico nuclear, un músico, un deportista o cualquier otra cosa; si cree que él o ella son mejores que usted en cualquier área particular, su opinión general acerca de sí mismo se verá disminuida. La única forma segura en la cual puede considerar a otras personas de manera que tenga una opinión precisa acerca de sí mismo es considerar a esas personas en forma muy generalizada, de manera que coloque a todos en un mismo rango de igualdad. Considere que todos y cada uno de nosotros contamos con diferentes recursos. No todos somos hombres, ni todos somos mujeres; no todos somos de elevada estatura o de poca estatura; no todos tenemos exceso de peso o falta de peso, ni todos somos normales. Pero todos somos seres humanos, y a ese respecto usted es igual a cualquier otro ser humano.
Usted no es igual a un caballo; un caballo es
mucho más fuerte que usted, pero usted no se siente disminuido cuando reconoce la fuerza superior de un caballo. Un perro es más rápido que usted, pero usted no se siente disminuido porque el animal le lleva la delantera. Un elefante es más grande que usted, pero ese hecho no lo disminuye a usted. El caballo, el perro y el elefante están fuera del domino de la generalización de lo que es usted: un ser humano. Algunas personas consideran que otras poseen ciertos atributos de los cuales ellas carecen y se sienten mal. Esa sensación de deficiencia, aun cuando sólo sea en un área, aparece en su ego total, en la opinión general que tiene de sí mismo. Cuando consideramos a todos como seres humanos, entonces todos somos iguales. Altos, bajitos, ricos, pobres, inteligentes, ignorantes, con exceso de peso, faltos de peso o promedio, estas características son improcedentes. Todos somos seres humanos y vistos bajo esa luz es imposible que exista la competencia, ya que no puede haber competencia. Usted no puede mejorar su posición como ser humano y tampoco puede disminuirla. Ha sido, es y siempre será un ser humano y sabe que eso es un hecho. Cuando ve a otras personas como seres humanos, empieza a darse cuenta de que todos y cada uno de los seres humanos que existen sobre la faz de la tierra pueden hacer ciertas cosas que usted no puede hacer. Pero usted puede hacer ciertas cosas que ningún otro ser humano puede hacer. Eso no hace que otras personas sean más o menos que usted; simplemente las hace diferentes en ciertos en ciertos aspectos particulares de sus vidas. ¿Acaso son mejores por ello? Quizá desde el punto de vista de ellas, lo son; pero desde el punto de vista de usted no son mejores, simplemente son diferentes. Veamos ahora dos árboles. Digamos que uno de ellos es una secoya de mil años de edad, un árbol majestuoso. Usted la contempla y después ve un pequeño pino enano que trata de crecer en una hendidura de una montaña rocosa. ¿Considera que la secoya es mejor que el pino? Por supuesto que no. Todo lo que ve son dos árboles y eso es todo lo que debería ver, puesto que eso es lo que son. Uno de ellos es más grande y el otro más pequeño, pero el calificativo de mejor no tiene absolutamente nada qué ver aquí. Cuando ve a dos personas, ya sea que una de ellas posea o no un talento sobresaliente, todo lo que ve y lo que debería ver es simplemente a dos personas. Cuando realmente puede ver a dos personas y no hay ningún impulso competitivo para ser mejor que cualquiera de ellas, entonces eso significa que ha llegado a un alto nivel de autoestima y que es capaz de verse a sí mismo tal y como es realmente: un ser humano igual a todos los demás.
Todos tenemos algo. ¿Qué tiene usted, que no
tengan los demás? Piense en ello. ¿Hay algo que usted puede hacer y que nadie que usted conoce puede hacer? ¿Hace eso mejor, o simplemente significa que usted puede hacer algo mejor que ninguna otra persona? ¿Hay alguien en su vida a quien usted tenga en alta estima, alguien de quien cree que es mejor que usted? Entonces debe esforzarse en incrementar su propia estimación ¿Hay alguien en su vida a quien usted menosprecia, alguien de quien piensa que es menos que usted? Pues si es así, una vez más necesita reforzar su propia estimación. Cuando ve a todos los demás, desde aquellos a quienes antes consideraba como los más bajos de lo más bajo, hasta aquellos a quienes consideraba como los más altos de lo más alto) como seres iguales a usted — quizá haciendo las cosas en una forma diferente, pero todos iguales como seres humanos — entonces eso significa que el nivel de su propia estimación es saludable. Cuando posee un elevado nivel de auto-estima está en constante competencia con la única persona con la cual tiene sentido competir: consigo mismo. Entonces la vida se convierte en un juego y todas las cosas en la vida que antes le resultaban fastidiosas se convierten en un desafío y son parte del juego. La historia de Charle E. sirve como ejemplo de los beneficios de competir con uno mismo. Charle, un colocador de alfombras que asistió a una clase de Dinámica Mental Silva, constantemente trataba de desempeñarse mejor y de ser más rápido en su trabajo que cualquier otra persona, pero sin el menor éxito. Después del seminario de la Dinámica Mental Silva decidió competir consigo mismo. Por vez primera en su vida empezó a llevar consigo un cronómetro. Tomaba el tiempo que le llevaba instalar una alfombra en cada habitación. La recámara le llevaba una hora, el vestíbulo dos horas, el área de sala y comedor una hora y