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Hegemona y deseo
Por Clara Serra Snchez
deseos
por
su
origen
enemigo.
Hay
una
concepcin
paradjicamente metafsica en toda pretensin de hacer ingeniera
del deseo y justamente el feminismo est en condiciones
privilegiadas para desenmascararla: nosotras ms que nadie
sabemos que no nos hacemos a nosotras mismas. Sabemos, eso s,
que hay mucho que cambiar en un mundo en el cual ellos son los
ricos y nosotras las pobres, ellos los jefes y nosotras las empleadas.
Y sabemos que cuando esas relaciones sean otras tambin sern
otras las fantasas y los deseos. Y s, por supuesto que ciertas
modificaciones en ese efecto que es el deseo pueden ser a su vez
causa de transformaciones sociales. Pero ninguna emancipacin
feminista ser creble si no cuenta con las mujeres reales. Quiz el
deseo de la mayora de las mujeres no est tan avanzado como el
de las consumidoras de postporno, pero que una gran cantidad de
mujeres liberen su deseo, en vez de reprimirlo podra ser en algn
sentido peor? Acaso es tarea del feminismo sancionar eso?
Es ms que probable que la gran mayora de las que han disfrutado
con Cincuenta sombras de Grey no lo haran con la pelcula que a la
ms vanguardista de las feministas nos hubiera gustado ver. Pero
quizs seamos nosotras quienes debemos de tomar nota, porque lo
problemtico del asunto es que no se puede decidir el deseo sin
arruinarlo por el camino. Por eso es ms que cuestionable la
capacidad liberadora del postporno, cuya consigna es la ruptura
completa con las reglas del deseo constituido. Si Cincuenta sombras
de Grey, un mero producto de consumo, ha tenido algn efecto en
la liberacin sexual de las mujeres efecto colateral, casual y por
ello completamente voltil- quizs el fenmeno sea la oportunidad
para hacernos algunas preguntas necesarias sobre cules han sido
las estrategias feministas en lo que a la liberacin sexual se refiere,
y cmo de exitosas han resultado ser. Porque mientras la
vanguardia anda ocupada en fabricar un postporno esencialmente
inhabilitado para ser mayoritariamente transformador, y mientras
tantas crticas impugnan un producto que ha conectado con los
deseos de millones de mujeres, el acceso al sexo -a la industria, al
porno, a la literatura, al cmic ertico- sigue siendo
mayoritariamente masculino. Se equivoca el feminismo si considera