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Entre la docencia y mi profesión

Hacer una reflexión sobre las causas por las que me incorpore como
docente del nivel medio superior me lleva a recordar mis tiempos de
estudiante en 1975, en una de las escuelas preparatorias de la
Universidad Autónoma de San Luís Potosí; ahí, es donde recuerdo
que decía para mi “cuando yo esté aquí dando clase”; al terminar la
preparatoria, entré a la escuela de ingeniería y al ir en el séptimo
semestre en 1978 ya cubría interinatos y daba clases de física y
algebra en la escuela preparatoria en la que tres años antes me
ilusionaba regresar un día como maestro.

Ser estudiante de Ingeniería Mecánica Eléctrica y tener un primo


Físico-Matemático docente de la universidad me facilitó el solicitar y
ser aceptado para cubrir interinatos después de recibir un curso de
didáctica básica.

En 1980, al terminar la carrera -pero no titularme- entré a trabajar a la


iniciativa privada pero continué dando clases en preparatorias
privadas porque disfrutaba la emoción de estar frente a grupo y poder
ayudar a que mis alumnos aprendieran.

En 1986, teniendo mi propio negocio extrañaba el estar frente a


grupo; solicité mi ingreso y fui aceptado en el subsistema Colegio de
Bachilleres en el estado de Sinaloa; no me importo desplazarme de la
ciudad de los Mochis al puerto de Topolobampo a 20 Km. de distancia
y así lo he hecho durante 23 años.

Ser profesor, para mí, es una profesión de honor, de justicia, de


palabra, de ser congruente entre las palabras y los hechos porque
siempre uno es observado como docente y no nada más como persona
y en muchos momentos en el aula uno es modelo que algunos alumnos
tienden a imitar.

A diferencia de la secundaria en la que los estudiantes asisten porque


los mandan, en la educación media superior la gran mayoría está por
voluntad propia; más, si asisten a un turno nocturno; manifiestan
abiertamente su aceptación o rechazo a lo que uno representa, la
empatía o antipatía que como persona uno les produce; lo que hace
que mas allá de la relación de la asignatura se dé con muchos de ellos
una relación de guía y de orientación de situaciones que muchas de
las veces no tienen nada que ver con la educación.

La educación me ha dado una posición de respeto ante la sociedad y


yo le he correspondido; la oportunidad de estar en contacto con el
mayor de los tesoros que es la juventud y evolucionar con la manera
de pensar de las diferentes generación que han pasado ante mí, de
prepararme como profesional y en lo posible desarrollarme en el
aspecto humano al establecer una relación de respeto.

No tengo insatisfacción hacia el sistema o los estudiantes; si alguna


insatisfacción tengo es hacia mí por no tener todavía la calidad
educativa que el Sistema Nacional de Bachillerato requiere.

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