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AMBICIN DESMEDIDA
Le dio la vida a Nern y l acab con la suya. Agripina, la madre del emperador, tuvo un papel
destacado en la historia del Imperio Romano. Su principal objetivo fue colocar en el trono a su hijo
Nern. Conspir y urdi las ms crueles maquinaciones para lograrlo. Pero su ambicin y su amor
por Nern fueron tambin su perdicin.
LUISA CASTRO EL PAIS SEMANAL - 29-05-2005
Lo siento, seores. No pienso ser neutral en este juicio. Despus de leerme todos los asesinatos,
envenenamientos y fechoras varias cometidas por Agripina, madre de Nern, resulta que esta
seora me cae bien. Desde que nace hasta que muere a manos de su hijo, su vida est rodeada de
maldad por las tres cuartas partes, y condenar a una mala entre malos es como sacar una fotografa
sin lquido de revelar. Con seguridad, el Papa la condenara por sus mltiples conspiraciones y
asesinatos; sin embargo, en la poca en que Agripina vive, recin muerto y resucitado Jess, y
apenas estrenado el siglo I de nuestra era, el Papa no era nadie para acusar a Agripina, y su
antecesor Pablo, menos todava. El bueno de Pablo an no andaba por Roma propagando la buena
nueva del Seor, y faltaban tres siglos para que la moda de hacer el bien se adueara del palacio
imperial.
Lo nico que exista en el siglo I era el
poder del emperador, un dios entre los
dioses. En las clases dominantes y entre las
familias poderosas no haba una moral o
freno preventivo que recomendase mantener
las formas ante el pueblo. Ser cruel a las
claras nunca ha estado bien visto, pero la
crueldad fina, bien planeada, se respetaba
entonces como hoy. Entre augustos y
patricios slo exista el inters de casta, y
era bueno quien consegua cosas
importantes para la comunidad, y era malo
quien no tena esa habilidad de llenar de oro
los bolsillos sus partidarios. Esto no ha
cambiado desde entonces hasta nosotros,
pero con la implantacin del cristianismo en
el siglo III al menos hay quien se cree que a
los malos se los traga el diablo, algo que
impone cierto respeto al malvado y alivia
mucho a su vctima. No lo s. No s si el
cristianismo ha evitado mucha maldad.