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Cómo ayudar a los individuos

a enfrentarse a
una enfermedad de salud mental

Sugerencias basadas en principios


espirituales

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Introducción

Cómo ayudar a los individuos a enfrentarse a


una enfermedad de salud mental

Guía

Esta guía tiene dos propósitos, primero proveer los pasos esenciales para aquellos
que están ayudando a quienes se enfrentan con una enfermedad de salud mental y
segundo ayudar a los líderes eclesiásticos a organizar una red de apoyo para dichos
individuos. De ser necesario los líderes eclesiásticos pueden organizar y supervisar una
red de apoyo que no incluya a un terapeuta.

Al igual que otras enfermedades del cuerpo, una enfermedad de salud mental
requiere ayuda profesional. A los líderes eclesiásticos se les recomienda que ínsten a
aquellos que sufren de dichas enfermedades a que acudan a un terapeuta.

En esta guía la persona que no es terapeuta y se encarga del cuidado de la persona


con una enfermedad de salud mental queda denominada como el encargado. Un
encargado debe de tener buen juicio, buenas relaciones interpersonales, ser espiritual y
tener la capacidad de darle apoyo y ayuda a alguien que sufre de estas enfermedades.
También debe de mantenerse en contacto con el líder eclesiástico. De ser posible el
encargado principal debe de ser un familiar del enfermo. Un miembro de la
congregación u otro allegado de la familia también pueden fungir como encargado. En
caso de que el paciente tenga una enfermedad mental menos severa o que tenga la
capacidad de buscar ayuda profesional y tabajar eficazmente con un terapeuta, no
siempre será necesario designar a un encargado.

Esta guía se compone de tres partes. La primera es una lista de metas para los
líderes eclesiásticos que les ayudará a supervisar el progreso de los encargados a través
de los pasos delineados en esta guía. La segunda es una guía para los encargados, ésta
provee los pasos necesarios a seguir y la información necesaria para ayudar al individuo
a encarar su enfermedad. La última sección es el apéndice con recursos para el
encargado, a saber: Pautas para una entrevista, Volantes, y Lista de recursos. Esta
guía se puede seguir a cualquier rítmo.

PRECAUCIÓN
SI SE SOSPECHA QUE SE ESTÁ COMETIENDO UN ABUSO O EXPLOTACIÓN,
CONSIDERE LAS LEYES DE SU LOCALIDAD Y HAGA LOS REPORTES
NECESARIOS.
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Cómo ayudar a los individuos a enfrentarse a


una enfermedad de salud mental
Sugerencias basadas en principios espirituales

CONTENIDO
Introducción 1
Contenido 2

Lista de metas para los líderes eclesiásticos. 3

Guía para los encargados. 4


Primer paso: El entender una enfermedad de salud mental y 4
determinar la necesidad de un terapeuta.
Segundo paso: El trabajar con un terapeuta y utilizar los recursos 10
que ofrece la comunidad.
Tercer paso: Qué hacer cuando el paciente no progresa. 15

Apéndice 17
Pautas para una entrevista. 17
Volantes. 18
Las enfermedades de salud mental son trastornos cerebrales. 19
Mitos e ideas falsas en cuanto a las enfermedades mentales. 20

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Lista de metas para los líderes eclesiásticos


Para trabajar con un encargado
Determine lo que el individuo necesita.
Repase la tabla en la página 7. Averigüe si el individuo tiene uno o más de los indicadores ahí
mencionados. De ser así, prosiga al siguiente paso. Si el comportamiento de la persona lo pone en peligro a
sí mismo o a otra persona póngase en contacto con las autoridades.
Determine qué papel desempeñará el líder eclesiástico.
Decida hasta qué nivel se involucrará el líder eclesiástico. Se puede escoger un encargado que le ayudará al
líder eclesiástico a llevar a cabo los pasos de esta guía, de ser posible el encargado principal debe ser un
familiar del individuo en cuestión. (También se puede escoger a un miembro de la congregación o a una
persona allegada a la familia.) Utilice esta lista para supervisar el progreso del encargado. Si el líder
eclesiástico va a ser el único encargado puede adaptar esta lista para su uso personal.
Reúnase con el encargado.
Muéstrele al encargado cómo usar la guía para ayudarle al individuo a encarar una enfermedad de salud
mental.
Déle al encargado un ejemplar de esta guía.
Pídale al encargado que lea la sección Guía para los encargados, y pídale que siga los pasos delineados.
Establezca cada cuándo se reunirán el líder eclesiástico y el encargado y asegúrese de que sea una
consulta regular.
Informe al individuo acerca del encargado que se ha asignado.
Dígale que el encargado ayudará al líder eclesiástico. El líder eclesiástico se involucrará sólo cuando sea
necesario.

Repase con el encargado esta lista para cerciorarse que los siguientes pasos se están
llevando a cabo.
Primer paso: El entender una enfermedad de salud mental y determinar la necesidad de un
terapeuta.
¿Ha recibido el individuo y su familia el volante titulado Las enfermedades de salud mental son
trastornos del cerebro.?
¿Le ha pedido el encargado al individuo y a la familia del individuo que lean la tabla titulada
Información acerca de las enfermedades de salud mental?
¿Se necesita que intervenga un terapeuta, de ser así se ha fijado una cita?

Segundo paso: El trabajar con un terapeuta, y utilizar los recursos que ofrece la comunidad.
Si la persona con la enfermedad de salud mental puede mantener sus compromisos y puede
hablar acerca de los servicios de un terapeuta proceda a la sección de Fortalezca la recuperación
del individuo.
De no ser así, ¿Ha hecho arreglos una persona responsable para que se hable con un terapeuta?
¿Se han iniciado las actividades delineadas en Fortalezca la recuperación del individuo? Se
están supervisando dichas actividades?
¿Se ha involucrado a la famila?
¿Se les ha enseñado a la familia y al individuo acerca del amor de Dios y del valor individual?

Tercer paso: Qué hacer cuando el paciente no progresa.


Si no ha progresado el individuo, discuta las intervenciones alternas.
Si la persona y su familia están bien, reduzca su contacto con ellos.

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Guía para los encargados


PRIMER PASO
EL ENTENDER UNA ENFERMEDAD DE LA SALUD MENTAL Y
DETERMINAR LA NECESIDAD DE UN TERAPEUTA.

I. APRENDA ACERCA DE LAS ENFERMEDADES DE LA SALUD MENTAL.

Las emociones y los pensamientos son cosas que experimentamos en el diario vivir. El ser
olvidadizos, sentirnos confundidos o solos, el estar desanimados o tristes son ejemplos de emociones y
pensamientos normales. Por ejemplo, podemos sentirnos tristes al pasar por una experiencia común de
la vida, como ser rechazados por un amigo. Podemos sentir tristeza al pasar por un suceso trágico
como lo es el divorcio. Puede venir a consecuencia de nuestras propias acciones como cuando
sentimos culpa al haber pecado. Cuando alguien siente una emoción normal, como la tristeza, puede
utilizar una intervención como el pensar positivamente, usar técnicas que reducen el estrés, o
incrementar su espiritualidad para mejorar su condición.
Las emociones y los pensamientos dolorosos normales no son enfermedades de salud mental y
pueden resolverse con el esfuerzo personal, con la ayuda de la familia o de un encargado. Un
encargado o un líder eclesiástico pueden ayudar en este tipo de situaciones alentando y apoyando al
individuo.
Las enfermedades de salud mental son trastornos de las funciones y la química del cerebro.
Las enfermedades de salud mental incluyen trastornos como: esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo,
trastorno bipolar,trastorno depresivo mayor, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de ansiedad,
autismo, trastorno penetrante del desarrollo, y trastorno de déficit de atención hiperactiva. Las
enfermedades de salud mental pueden ser heredadas por medio de tendencias genéticas, se dan por un
estrés extremo, pueden ser el resultado del abuso severo de substancias dañinas, o pueden ser debidas a
una lesión. A menudo son el resultado de una combinación de los factores mencionados. Las
enfermedades de salud mental pueden afectar a cualquier persona. Los procesos químicos cerebrales
de un individuo con una enfermedad de salud mental son diferentes de los procesos de una persona que
no tiene dicha enfermedad. Debido al aspecto biológico de estas enfermedades los medicamentos
tienen un papel muy importante en el tratamiento de aquellos con enfermedades de salud mental
severas y su uso correcto es tan esencial como lo es el uso correcto de la insulina para un diabético.
Las enfermedades de salud mental trastornan, ya sea leve o severamente, la manera de pensar,
percibir o sentir, así como el comportamiento, dando como resultado una variedad de síntomas.
Cuando los síntomas son severos como la confusión de los pensamientos, los cambios severos de
humor o el perder el contacto con la realidad, la vida diaria queda interrumpida. En dados casos la
terapia a largo plazo y el uso de medicamentos llegan a ser necesarios. Las enfermedades de salud
mental menos severas sólo requieren terapia a corto plazo, pero es poco común que se necesite un
medicamento.
Se debe consultar con un terapeuta para determinar el tipo y el nivel de severidad de una
enfermedad de salud mental. Si hay alguna indicación de que hay peligro de daño al individuo o a
terceros se debe de consultar de inmediato con los líderes eclesiásticos que lo supervisan y
ponerse en contacto con las autoridades locales.

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Características de una enfermedad de salud mental.


Los aspectos psicológicos, sociales y espirituales de la vida, a menudo quedan afectados como
resultado de la naturaleza biológica de estas enfermedades.

Aspectos piycológicos. Cuando una persona experimenta una enfermedad de salud mental los
pensamientos y las emociones de la misma se ven afectados y pueden trastornar de una manera ligera o
severa los procesos del pensamiento, la motivación, la actitud, y el humor de la persona. Un encargado
puede notar síntomas como una depresión severa o prolongada, un nivel de energía anormalmente
alto, preocupaciones extremas, una auto imagen negativa, pensamientos no realistas, y
comportamiento o pensamientos estrambóticos. Por los aspectos psicológicos y emocionales de una
enfermedad de salud mental, la psicoterapia toma un papel de suma importancia en el tratamiento de la
persona. Estas enfermedades aminoran con cuidados médicos y terapia.

Aspectos sociales. Es común que para un individuo que sufre de estas enfermedades sea muy
difícil mantener relaciones interpersonales saludables. Las enfermedades de salud mental causan
trastornos en la capacidad que tiene un individuo para relacionarse con su familia, la comunidad y sus
compañeros de trabajo. El encargado puede notar síntomas de aislamiento de la sociedad y una
inhabilidad de lidiar con problemas en la escuela,el trabajo o el hogar. Debido a los aspectos sociales
de las enfermedades de salud mental, es de suma importancia el establecer y apoyarse en un grupo de
personas mientras recibe un tratamiento. Para obtener una recuperación exitosa, se necesitará
mantener vínculos sociales y tener relaciones interpersonales positivas.

Aspectos epirituales. Para un inidviduo con un caso severo de estas enfermedades es difícil
discernir los sentimientos espirituales. Estas enfermedades pueden erosionar el testimonio y la
espiritualidad de un individuo, pueden causar trastornos leves o graves en la actividad religiosa y en su
creencia en Dios. El encargado puede ver síntomas como creencias religiosas estrambóticas,
dificultad en sentir el amor de Dios y sentimientos poco realistas y excesivos de pesar y culpabilidad.
Toda persona, incluso aquellas personas con enfermedades de salud mental, puede beneficiarse al
incrementar su espiritualidad. La fe en Nuestro Padre Celestial y Su plan, pueden traer paz aún cuando
no hay un progreso obvio en los aspectos biológicos, psicológicos o sociales en la vida de la persona
enferma. Debido al componente espiritual en la enfermedad mental, el líder eclesiástico tiene un papel
específico en la rehabilitación de la persona que encara una enfermedad de éste carácter.
El volante titulado Las enfermedades de salud mental son trastornos del cerebro, se encuentra
en el apéndice en la página 19. Este volante da un resumen de dichas enfermedades y se puede
duplicar para dárselo a los familiares del posible enfermo. Hable con el individuo y con la familia del
mismo si sospecha que existe una enfermedad de salud mental y ayúdeles a entender las enfermedades
de este tipo. Para aprender más acerca de estas enfermedades repase la lista de recursos que se da a
continuación. Adicionalmente, en la página 20 se encuentra un discurso por Alexander Morrison del
Primer Quórum del Setenta (Honorario) títulado Mitos y equivocaciones acerca de la enfermedad
mental.

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INFORMACIÓN ACERCA DE LAS ENFERMEDADES


DE SALUD MENTAL
Título Fuente de información
NAMI, La voz nacional de salud Sitio Web: http://www.nami.org/template.cfm?section=NAMI_en_español
mental Teléfono: 1-800-950-NAMI
Mentesana.com Sitio Web: http://mentesana.com/Spanish/default.htm
Asociación mundial para la Sitio Web: http://espanol.world-schizophrenia.org/
esquizofrenia y trastornos Teléfono: +1.416.961.2855
relacionados
PsicoMundo Mexico Recursos en Sitio Web: http://www.psicomundo.com/mexico/enlaces.htm
salud mental

Hay mucha esperanza para aquellos que sufren de estas enfermedades y que tienen el apoyo y
tratamiento necesario. Es importante referir a un individuo a un terapeuta cuando se sospecha que éste
sufre de una enfermedad de salud mental, al igual que se le referiría a un doctor cuando se teme que
tiene una enfermedad física.

… El buscar los servicios de un fontanero o de un cirujano no niegan la eficacia de Cristo…las


enfermedades físicas afectan todos los órganos del cuerpo, incluso el cerebro y sus funciones.
Una de estas funciones atañe a nuestras emociones. Dios no necesita a un psiquiatra, pero
algunos de su santos sí. (Why Do Christians Shoot Their Wounded? Helping Not Hurting
Those with Emotional Difficulties. Dwight L. Carlson, M.D. 1994. Página, 36 [¿Porqué los
cristianos les dan de tiros a sus heridos? El ayudar y no herir a aquellos con dificultades
emocionales. Traducción Libre])

El obtener la ayuda de un terapeuta y recibir tratamiento para una enfermedad de salud mental no va en
contra de las creencias religiosas así como tampoco lo es el buscar ayuda médica para cualquier otra
enfermedad física.

II. DETERMINE LA NECESIDAD DE UN TERAPEUTA.

El discernir la diferencia entre las emociones y pensamientos normales y anormales, entre las
enfermedades mentales severas y las menos serias es una tarea difícil. El distinguir esta diferencia será
uno de los más grandes desafíos del encargado y de las demás personas involucradas. Dicha tarea se
complica aún más ya que aquellos con estas enfermedades con frecuencia experimentan emociones,
pensamientos y comportamientos tanto normales como trastornados. Las emociones y
comportamientos anormales se deben al trastorno cerebral y requerirán la ayuda de un terapeuta. Sólo
un terapeuta puede determinar si existe una enfermedad de salud mental. Sin embargo, un encargado
puede ayudar a recomendar que la persona vaya a un terapeuta cuando note ciertos indicadores. A
continuación se da una lista de indicadores específicos que los familiares o encargados deben de
considerar al hacer dicha recomendación. Si el individuo exhibe uno o más de los siguientes
indicadores por más de dos semanas, entonces se recomienda que se refiera al individuo a un terapeuta.
(Con la excepción de los siguientes indicadores: intento de suicidio y actos autoperjudiciales, en estos
casos se debe de buscar ayuda de inmediato.) Si se tiene duda alguna, haga la recomendación de que
el individuo acuda al terapeuta.

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INDICADORES DE UNA ENFERMEDAD DE SALUD MENTAL.


Evalúe la posibilidad de una enfermedad de salud mental
prestando atención a lo siguiente:
• Actos autoperjudiciales como cortarse a • Intento de suicidio o hablar de suicidio
si mismo
• Depresión prolongada o severa • Problemas físicos causados por la tensión
• Preocupación y ansiedad infundada • Aislamiento de la sociedad
• Abuso de alcohol o drogas • Pensamientos trastonados o confusos
• Alucinaciones o deluciones • Miedos infundados
• Obsesiones o compulsiones • Emociones no apropiadas
• Pérdida o aumento de peso rápido y • Dormir demasiado o no suficiente
considerable
• Egocentrismo excesivo • Pérdida del contacto con la realidad
Punto de vista y autoimagen negativos y • Incapacidad de manterner buenas relaciones
persistentes interpersonales
• Comportaminentos y creencias religiosas • Sentimientos excesivos de remordimiento o
estrambóticas culpa
• Sentimientos/Humor extremos • Incapacidad de sentir amor
• Sentimientos de enojo fuertes • Incapacidad de cuidarse a si mismo
• Incapacidad de mantener responsabilidades o resolver problemas en la escuela, la iglesia, el
trabajo, o el hogar
• Historial de tratamiento para la sauld mental o haber tomado medicamentos para la salud
mental

Asuntos emocionales que por lo general no requieren la ayuda de un terapeuta.


Por lo general no se necesita la ayuda de un terapeuta cuando las emociones dolorosas son
normales. Hay ocasiones en las que el líder eclesiástico y el encargado pueden con eficacia lidiar con
este tipo de asuntos. Los siguientes sucesos pueden causar emociones dolorosas, pero por lo general
no requieren la ayuda de un terapeuta. Primero, la preocupación o tristeza asociadas con las
experiencias comunes de la vida como los problemas de finanzas, salud u otros problemas de la vida
cotidiana. Segundo, el remordimiento y la culpabilidad que vienen como consecuencia de los actos
personales como el pecado u otro acto intencional de mala conducta. En cuanto atañe al pecado, el
encargado podría fijar una cita para el individuo con el líder eclesiástico indicado. Por último, la
tristeza asociada con un acontecimiento trágico de la vida como el divorcio o la muerte de un ser
querido. Un encargado puede ayudar prestando apoyo y orientación bajo estas circumstancias.

Continúe con los pasos delineados si se identifica un problema de salud mental.


El encargado no tiene que llevar a cabo el resto de los pasos en esta guía si parece no haber una
enfermedad de salud mental. Sin embargo, si después de un tiempo y esfuerzo razonable el individuo
en cuestión no progresa en su recuperación, ha de suponerse la posibilidad de que existe una
enfermedad de salud mental. Entonces se ha de continuar al siguiete paso: Escoja a un terapeuta.
Aquellos que sufren de una enfermedad de salud mental deben de comprometerse a sobrellevar
su enfermedad con su mejor esfuerzo. Los esfuerzos a corto plazo no son efectivos con las
enfermedades de salud mental severas.

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“… Es un índice de fortaleza el decir ‘Tengo un problema y necesito ayuda’. La esperanza y la


ayuda están disponibles. El comprender es la clave de la esperanza. La esperanza, para la
víctima de la enfermedad de salud mental, se encuentra en un diagnóstico y tratamiento
apropiado, y mientras más temprano mejor. La ayuda para los miembros de la familia del
enfermo, viene de aquellos que comprenden la enfermedad”. (Jan Underwood Pinborough,
“Mental Illness: In Search of Understanding and Hope,” Ensign, Feb. 1989, 51[Las enfermedades
de salud mental; en busca de comprensión y esperanza. Traducción libre.])

III. ESCOJA A UN TERAPEUTA.

Cuando uno o más de los indicadores enumerados en la tabla titulada: Indicadores de una
enfermedad de salud mental se manifiestan por más de dos semanas, entonces la persona debe ser
referida a un terapeuta. (Con la excepción de los siguientes indicadores: intento de suicidio y actos
autoperjudiciales, en estos casos se debe de buscar ayuda de inmediato.) Los especialistas más
comunes a los que se recomienda que se acuda son: un doctor médico para que practique un examen
físico, un psiquiatra para que haga una evaluación psiquiatrica, o un psicólogo para que lleve a cabo
una evaluación de salud mental o le dé terapia. Esta decisión de debe de hacer en base a las
posibilidades monetarias, seguro médico y disponibilidad de profesionales. Idealmente se debe de
buscar alguien que tenga una especialidad en el tipo de enfermedad de salud mental que se sospecha.

Examen físico. Los problemas enumerados como indicadores de una enfermedad de salud
mental pueden tener otra causa médica y un examen físico puede descartar la posibilidad de dicha
enfermedad. Por ejemplo, si un individuo tiene una tiroides hipoactiva, sus síntomas pueden ser
similares a los de la depresión. En la mayoría de las comunidades hay clínicas que proveen un examen
físico a un bajo costo. Si el examen físico no sugiere otra explicación para el comportamiento
perjudicial, entonces proceda a fijar una cita con un terapeuta.

Evaluación de salud mental. Invite al individuo y a la familia del mismo a que se reúnan con
un terapeuta. Cuidadosamente busque a un terapeuta competente y que tenga una cédula profesional
para dar psicoterapia. Hay varios tipos de profesionales que pueden hacer una evaluación de salud
mental incluyendo: psiquiatras, psicólogos y terapeutas. Todo aquél que dé este tipo de servicio debe
tener una cédula profesional y estar titulado. La tabla de Médicos y terapeutas (página 9) puede
servirle para localizar a un terapeuta. Sólo un terapeuta competente que tenga una cédula
profesional en este ámbito o un médico, pueden diagnosticar una enfermedad de salud mental.
Una persona con una enfermedad de salud mental severa puede requerir ayuda de sus familiares,
amigos u otras personas para hacer la cita con el terapeuta. En la mayoría de las comunidades hay
clínicas de salud mental que pueden proveer un exámen de salud mental a bajo costo. Puede darse el
caso de que la persona que haga la evaluación inicial no sea la misma persona que dará terapia o
recetará medicamentos.

Terapia. La terapia se refiere al tratamiento profesional que recibe el individuo o paciente con
una enfermedad de salud mental. El tratamiento por lo general se da en persona y es una relación
activa entre el paciente y el terapeuta. El recibir terapia es laborioso y puede ser difícil.

Evaluación psiquiatrica. Un psiquiatra es un médico especialista en enfermedades de salud

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mental. Por lo general un psiquiatra diagnostica y da tratamiento al paciente con medicamentos. Por
lo general éste trabaja junto con un terapeuta que esté dando psicoterapia. Utilice la tabla de Médicos y
terapeutas y localice a un terapeuta o psiquiatra según la necesidad.

IV. FIJE UNA CITA CON UN TERAPEUTA.

Pida que el individuo que parece tener una enfermedad de salud mental haga una cita con el
terapeuta elegido. Invite al individuo a que se prepare para esta cita haciendo una lista de lo siguiente:
factores que tal vez contribuyen al problema, medicamentos que se esté tomando (con o sin receta
médica), medidas que se han tomado para resolver el problema. De ser necesario, puede pedir que un
familiar responsable lo acompañe a la cita.
Si el individuo que puede tener una enfermedad de salud mental se niega a ir a ver al terapeuta
o médico, pídale a un familiar responsable que consulte con un médico o un terapeuta acerca de los
síntomas que presenta el individuo en cuestión y de las posibles recomendaciones necesarias. La lista
de Médicos y Terapeutas puede ser de ayuda para localizar a un terapeuta.

MÉDICOS Y TERAPEUTAS
Servicios para la familia S.U.D.
Teléfono 1.800.453.3860 (En Estados Unidos)
Sitio Web Sitio web: http://providentliving.org/ses/emotionalhealth/contact/1,12169,2128-1,00.html
Teléfono 011 52 55 5245 9188 (En México)
Médicos y terapeutas en su localidad
Reforma Integral del Sitio web: http://www.issste.gob.mx/
ISSTE
Instituto Mexicano Del Sitio web: http://www.imss.gob.mx/imss
Securo (IMSS)
DIF Sitio web: http://www.dif.gob.mx/

Si el deseo de elegir responsablemente flaquea en el individuo que tal vez tenga una
enfermedad mental y titubea en acudir a su cita con el médico o terapeuta, entonces el encargado, los
familiares u otras personas tendrán que ayudarle a comprometerse a hacerlo. Este proceso tal vez
tendrá que repetirse muchas veces y debe de hacerse con amor y respeto. Los posibles pacientes y los
familiares del mismo, necesitan que se les asegure que pueden obtener ayuda y encarar la enfermedad
con éxito. No es poco común que aquellos que tienen este tipo de enfermedades inicialmente se reúsen
a fijar una cita con un terapeuta.
Antes de continuar con el segundo paso, El trabajar con un terapeuta y utilizar los recursos
que ofrece la comunidad, el individuo que parece tener una enfermedad de salud mental ya debe de
haber hecho una cita con un médico o un terapeuta.

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SEGUNDO PASO

EL TRABAJAR CON UN TERAPEUTA Y UTILIZAR LOS


RECURSOS QUE OFRECE LA COMUNIDAD

Para aprender a enfrentarse a una enfermedad de salud mental se requiere un plan de


tratamiento desarrollado por un terapeuta. Un plan claro y específico le da al individuo con una
enfermedad de este carácter orientación y confianza. El papel del encargado es aprender y fortalecer el
plan de tratamiento desarrollado por el terapeuta. El encargado lo fortalece al enseñar los siguientes
principios y fomentando los siguientes cambios en el comportamiento. El comprometerse a seguir el
plan de tratamiento generado por el terapeuta es la clave para poder hacerle frente a las enfermedades
de salud mental. El paso del progreso y el grado de recuperación varía y depende de: la severidad de la
enfermedad, el esfuerzo que se hace para seguir el tratamiento, y el apoyo de terceros. En ciertos casos
hay limitaciones tangibles que vienen con la enfermedad de la persona y deben de ser consideradas
cuando se les alienta a seguir el plan de tratamiento.

I. CONSULTE CON EL TERAPEUTA.

El líder eclesiástico y el encargado pueden ser un punto de apoyo cuando el paciente es capaz y
responsable y puede encargarse de su propio tratamiento. De ser así pase a la siguiente sección:
Fortalezca la recuperación del individuo. Mas cuando el paciente no sigue su tratamiento entonces el
encargado u otro adulto responsable debe de hacer arreglos para poder comunicarse con el terapeuta.
Recuerde que la ética profesional requiere que el paciente dé su consentimiento para que su caso sea
discutido con otras personas y hay que respetar ese derecho.

II. FORTALEZCA LA RECUPERACIÓN DEL INDIVIDUO.

El encargado y los familiares del paciente necesitan ayudar al paciente a aceptar


responsabilidad por su enfermedad y su recuperación hasta donde le sea posible. A continuación hay
una lista de tareas que el encargado y los familiares del paciente pueden llevar a cabo para fortalecer la
recuperación del paciente.

Ayúdele a apegarse al plan de tratamiento del terapeuta. Anime al paciente a tomarse sus
medicamentos y a acudir a las citas de terapia con regularidad cuando éstas se hayan recomendado
como parte del plan de tratamiento. Un miembro de la familia responsable o el encargado debe de
mantener al terapeuta informado cuando el paciente no esté siguiendo el plan de tratamiento.

Ayúdele a que aprenda acerca de la enfermedad de salud mental. Hay una cantidad
considerable de información acerca de la mayoría de las enfermedades de salud mental. Hasta donde
sea posible el paciente debe de informarse acerca de su propia enfermedad y acerca del tratamiento que
está a su disponibilidad.

Ayúdele a que coma comida nutritiva y a que mantenga buena higiene personal. Aquellos
que lidian con enfermedades de este carácter se benefician de una dieta saludable, de portar ropa limpia

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y apropiada y de tener acceso a una regadera o bañera.

Ayúdele a que participe en actividades productivas con significado. La autoestima está


vinculada con el participar en actividades productivas. Toda persona puede mantener algún nivel de
actividad productiva. Es importante que el paciente encuentre algún lugar en donde pueda hacer una
contribución que tenga sentido, por muy trivial que sea la tarea. Dichas actividades pueden incluir un
empleo, trabajo de voluntario o pasatiempos.

Ayúdele a que haga ejercicio con regularidad. El hacer ejercicio con regularidad es
importante. Es muy beneficioso caminar a diario, especialmente para aquellos que toman
medicamentos, ya que algunos causan el aumento de peso como efecto secundario.

Ayúdele a que reduzca el estrés. Para todos es importante aprender a lidiar con el estrés en el
diario vivir. Es importante desarrollar una buena rutina. La meta de la rutina es eliminar o reducir el
estrés innecesario.

Ayúdele a que asista a la iglesia y a que desarrolle fortaleza espiritual. Hay muchas maneras
de incrementar la espiritualidad. Haga hincapié en la importancia de la oración, el estudio de las
escrituras, la meditación y el asistir a la iglesia. Los líderes eclesiásticos pueden considerar el dar
bendiciones, organizar ayunos especiales o proveer orientación espiritual.

Ayúdele a que se manténga en contacto con la familia. Las personas con enfermedades de
salud mental a menudo se distancian de sus amigos y familiares. La familia puede ser de mucha ayuda
y el contacto regular es importante. A veces algunos miembros de la familia pueden ser la fuente de
más estrés y el contacto con ellos debe de hacerse con precaución.

Ayúdele asistir a los grupos de apoyo en la comunidad. Individous con casos severos de
enfermedad de salud mental pueden también beneficiar de participar en los grupos de apoyo en la
comunidad. Estos grupos pueden proveer ideas adicionales a causa del desfío común y la búsqueda
para soluciones. Al decider en asistir a un grupo de apoyo en la comunidad o no, evalue la utilidad del
programa al preguntar sobre los propósitos y practices del grupo. Voz Pro Salud Mental y` Neuróticos
Anónimos son recursos excelentes. Estas clases no cuestan nada. Información adicional se encuentra en
la tabla abajo. In casos de enfermad de salud mental serios, el encargado debe sugerir al individuo y a
la familia que aprendan acerca de los grupos de apoyo y tomar la decición de asistir si lo ven como una
opción útil.
GRUPOS DE APOYO EN LA COMUNIDAD
Voz Pro Salud Mental es una red Sitio web http://portal.vozprosaludmental.org.mx/index.php
nacional de organismos de la sociedad E mail: info@vozprosaludmental.org.mx
civil avocada a mejorar la calidad de Teléfonos:
vida de las personas que tienen 01 55 19 97 50 40
enfermedades mentales y sus familiares 01 55 19 97 50 41
a través de la educación.
El Movimiento Buena Voluntad 24 hrs., Sitio web http://www.neuroticosanonimosbv.org.mx/menu.htm
de Neuróticos Anónimos es una Teléfonos:
organización que ofrece un grupo de (01 5) 539 55 51 (y 52)
apoyo y un programa de doce pasos (01 5) 539 26 43
(adaptados de Alcohólicos Anónimos) (01 5) 539 28 47
para las personas que sufren de (01 5) 539 29 25
problemas emocionales. (01 5) 539 25 84
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Pídale al terapeuta mayor información acerca de los recursos disponibles en su comunidad.

III. ENSEÑE ACERCA DEL AMOR DE DIOS Y DEL VALOR INDIVIDUAL

Aquellos con enfermedades de salud mental y quienes viven con ellos a veces sienten
culpabilidad, coraje, o vergüenza debido a la enfermedad. Puede que estén aislados de la iglesia u
otras actividades debido a la conducta disruptiva asociada con la enfermedad. Enséñeles, al individuo
y a los familiares del mismo, que hay esperanza y que Dios los sigue amando a pesar de la severidad
de la enfermedad o del qué dirán. Enséñeles que el futuro alberga esperanza (véase, Romanos 8:35).
Muchos comienzan a pensarse menos al experimentar una enfermedad de salud mental. Puede
que se culpen a sí mismos o a los que los rodean de la enfermedad. Enséñeles, tanto a la familia como
al paciente, que tienen un valor intrínseco por ser hijos de Nuestro Padre Celestial. Dios valora a sus
hijos por razones que difieren mucho de las razones del mundo. Él “no mira lo que mira el hombre;
pero el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jeová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). En las
escrituras el Señor usa palabras como “grande” (D & C 18:10) and “precisosas” (Alma 31:35; D & C
109:43) para describir a sus hijos.

IV. FORTALEZCA A LA FAMILIA COMO GRUPO DE APOYO

Idealmente, la familia es el mejor grupo de apoyo. Sin embargo, en ciertas situaciones las
personas que padecen de enfermedades de salud mental puede que no tengan un familiar que les pueda
ayudar. El grupo de apoyo puede incluir al cónyuge, la familia, los amigos, el encargado, el líder
eclesiástico, y a miembros de la iglesia. El propósito del grupo de apoyo es darle aliento al enfermo
para que éste permanezca motivado, darle apoyo, mantener un sentido de responsabilidad y darle
consecuencias a la falta de esfuerzo. La simple posibilidad de una enfermedad de éste carácter puede
ser abrumadora para el individuo y su familia.
Cuando el individuo cuenta con un grupo de apoyo, el aislamiento disminuye. El terapeuta y el
encargado pueden pedir permiso de ponerse en contacto con el cónyuge, los padres u otras personas
para invitarlos a que participen en el grupo de apoyo. Algunas de estas personas pueden ayudar al
encargado a formar el grupo de apoyo. Invite a aquellos interesados a ser parte del sistema de apoyo.
Si el enfermo no quiere involucrar a nadie, averigüe la razón y resuelva la preocupación. Tiene que
darse cuenta que los enfermos de salud mental llegan a progresar más cuando otras personas como el
cónyuge o los padres ayudan. Aquellos que ayudan a los pacientes necesitan mantenerse unidos y en
comunicación. Los encargados pueden pedir que la familia siga las sugerencias que se dan a
continuación.

Que aprendan acerca de la enfermedad. El aprender acerca de la enfermedad de salud mental


les ayudará a los familiares a aceptar y a sentir empatía por el individuo. Al entenderlo y aceptarlo la
familia puede apoyarlo y ayudarlo a localizar a un terapeuta así como también a seguir su plan de
tratamiento. El infomarse acerca de la enfermedad reduce el estigma. Hay una lista de infomación
acerca de las enfermedades de salud mental en la página 6 y en el volante titulado: Las enfermedades
de salud mental son trastornos cerebrales en la página 19.

Que acudan a los grupos de apoyo en la comunidad. Los miembros de la familia también

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pueden sacar provecho de participar en grupos de apoyo de la comunidad como El movimiento de


buena voluntad 24 hrs., de Neuróticos Anónimos. Véa la tabla de Grupos de apoyo en la página 11.

Que se mantengan en contacto con el terapeuta. Cuando sea necesario un miembro de la


familia responsable debe de consultar con el terapeuta. Si se hace con cierta regularidad se pueden
mantener al tanto del progreso y desafíos que el enfermo pueda estar experimentando.

Que acepten los sentimientos y pensamientos relacionados con las enfermedades de salud
mental. Cuando un miembro de la familia sufre de una enfermedad de salud mental severa, las
actividades cotidianas y las relaciones familiares quedan alteradas. Cuando la familia se está ajustando
a la enfermedad de salud mental severa, algunos de los familiares pueden tener reacciones normales
como negarse a los hechos, sentir confusión, desánimo, aflicción, enojo, vergüenza y miedo. Este tipo
de pensamientos y sentimientos son típicos. Ayúdelos a entender mejor y resolver estas
preocupaciones escuchándolos y dándoles recursos educativos de información.

Que aprendan a manejar el comportamiento raro y las crisis. Algunas personas con
enfermedades de salud mental exhiben comportamientos inusuales. Estos pueden ser disruptivos y
difíciles de aceptar, hasta pueden causar una crisis. En situaciones difíciles los miembros de la familia
necesitan consultar al terapeuta o a las autoridades de la ley.

Que acepten las limitaciones causadas por las enfermedades de salud mental. Las
enfermedades de salud mental son trastornos cerebrales y pueden impedir que el individuo se
desempeñe bien en la escuela, el trabajo, el hogar y en la iglesia. Aun cuando la terapia puede
incrementar la capacidad de lidiar con la enfermedad, puede que algunas limitaciones permanezcan. El
grado de las limitaciones causadas por la enfermendad varían y dependen del tipo y severidad de la
enfermedad de salud mental.

Que se den tiempo. Es común que el individuo que sufre de la enfermedad de salud mental se
vuelva el foco de atención de la familia. Cuando esto ocurre los otros miembros de la familia pueden
sentirse ignorados o albergar resentimientos. A algunos tal vez se les dificulte hacer lo que les interesa
o gusta. Úrjales a que se den tiempo para sí mismos y así prevenir las frustaciones o el enojo.

Que resuelvan los problemas de dinero asociados con el tratamiento. Algunas personas con
casos severos de enfermedades de salud mental requerirán asistencia financiera a largo plazo para
cubrir los gastos de hospedaje, terapia y costos médicos. Los terapeutas y los encargados pueden
ayudar a los familiares del enfermo a indagar acerca de los beneficios disponibles por medio del
gobierno.

De ser necesario, que vayan al terapeuta. En algunas circunstancias los miembros de la


familia necesitan ir al terapeuta para ayudarlos a entender mejor y ayudarlos a lidiar con quien sufre de
una enfermedad de salud mental.

V. MANTENGASE EN CONTACTO

Los encargados deben de mantenerse en contacto con el enfermo y los familiares del mismo.

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VI. PERMITA QUE HAYA RESPONSABILIDAD

Antes de rescatar al enfermo de las consecuencias indeseables que se relacionan con su salud
mental, evalúe su decisión. Cuidadosamente y por medio de la oración, evalúe toda decisión que Ud.
tome para proteger al enfermo de salud mental de las consecuencias de sus actos. Aconseje a los
miembros del grupo de apoyo familiar que hagan lo mismo. El experimentar las consecuencias de una
conducta inapropiada, ya sea de índole legal, familiar, financiera o espiritual, puede ayudarlos a
progresar. Según se necesite, un familiar responsable debe de mantenerse en contacto con el terapeuta
y el encargado. El familiar debe de informarle al terapeuta acerca del progreso del individuo y decirle
si se está apegando al plan de tratamiento. Si el enfermo termina involucrado en el sistema legal haga
todo lo posible por informar a las autoridades acerca de la enfermedad que éste padece. El terapeuta y
los familiares u otra persona pueden pedirle al juez que le dé cosecuencias específicas para ayudar al
individuo. Si el individuo sigue sin mantener una conducta que lo ayude a sobrellevar la enfermedad o
si el plan de tratamiento parece inadecuado, será necesario intervenir. Para darse una idea de cómo
intervenir, véa el tercer paso, Qué hacer cuando el paciente no progresa.

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TERCER PASO
QUÉ HACER CUANDO EL PACIENTE NO PROGRESA.

I. CUANDO EL PACIENTE NO PROGRESA.

Cuando una persona con enfermedades de salud mental no va a sus citas, ni se toma sus
medicamentos, ni sigue las instrucciones que le da el terapeuta es necesario enfrentarse con la falta de
progreso. No rescate al individuo que tiene una enfermedad de salud mental de las consecuencias de
su comportamiento inapropiado, a menos de que ésto ponga en peligro una vida. El encargado debe de
preguntarle al individuo con la enfermedad, cómo se siente con respecto a su falta de progreso. De ser
necesario habrá que citar varios ejemplos de ocasiones en que el individuo no acató el plan de
recuperación establecido por el terapeuta. Si el individuo es receptivo y tiene motivación, continúe
fortaleciendolo a seguir el plan de tratamiento establecido por el profesional. Si el individuo se niega o
no es capaz de cuidarse a sí mismo, elija una intervención apropiada.

II. SELECCIONE INTERVENCIONES APROPIADAS.

Hay cinco alternativas que el encargado puede considerar, a saber: consultar con el terapeuta
que está dando terapia, obtener una segunda opinión, consultar con el líder eclesiástico, llevar a cabo
una intervención con la familia que sea parte del grupo de apoyo, y aceptar la severidad de la
enfermedad y ser paciente. Aquellos que están ayudando al individuo deben de escoger por medio de
la oración una combinación apropiada de intervenciones.

Consulte con el terapeuta. Consulte con el terapeuta del individuo cuando se necesite mayor
información y orientación. (Como ya quedó mencionado, el individuo debe de dar su consentimiento
antes de que el encargado pueda recibir infomación del terapeuta acerca del caso.)

Obtenga una segunda opinión de otro terapeuta. Obtenga la opinión de otro terapeuta en
cuanto a la enfermedad y el tratamiento que el paciente está recibiendo al igual que lo haría con
cualquier otra enfermedad. Pídale al paciente o a un familiar del mismo que utilice la tabla de Médicos
y terapeutas en la página 9 para encontrar a otro terapeuta que pueda dar una segunda opinión.

Consulte con el líder eclesiástico. Cuando el encargado no es un líder eclesiástico, el


encargado debe de mantener al líder eclesiástico informado. Hablen acerca de las intevenciones
disponibles.

Lleve a cabo una intervención con la familia que sea parte del grupo de apoyo. Una
intervención de la familia, como grupo de apoyo,trae a la mesa al enfermo, a la familia y a otros para
ayudar al individuo. Esta intervención tiene como propósito darle al individuo con la enfermedad de
salud mental un ultimátum para que su conducta se vuelva apropiada y pueda encarar su enfermedad.
Un encargado puede actuar como facilitador. Las siguientes son guías para que la familia, como grupo
de apoyo, haga una intervención.
• Antes de reunirse con el individuo comuníquese con aquellos que serán invitados para decidir y
practicar lo que se va a decir. Decídan también que consecuencias serán implementadas si el

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individuo se reúsa a encargarse de su enfermedad de salud mental.


• Fije la fecha y la hora e invite a las personas necesarias (no incluya a los niños). Los hijos
mayores de edad que están al tanto del problema pueden ser invitados y se les ínsta a escribir cartas
al enfermo para que éstas sean leídas como parte de la intervención.
• Durante las reuniones exponga los problemas específicos que se están dando porque no se está
siguiendo el plan de tratamiento. Que el individuo se comprometa a comenzar a hacer lo que
necesita para lidiar con su enfermedad.
• No se desanime si el paciente se enoja, lo niega o trata de engañarlos. Mantengase calmado,
tenga confianza en sí mismo y permanezca firme. Que no se pierda el enfoque del problema y las
soluciones a éste.
• Explique las consequencias que se van a implementar por la familia, el encargado y demás
involucrados si no se llevan a cabo los cambios necesarios.
• Tenga a la mano información acerca de los recursos de ayuda disponibles. (Por ejemplo, nombres,
números de telefono y citas hechas.) Si todos están de acuerdo, haga arreglos para que el individuo
con la enfermedad mental comience a ver a un terapeuta o para que acuda a un servicio de apoyo
inmediatamente después de que finalice la intervención.

Acepte la severidad y sea paciente. Para algunos individuos la severidad de su enfermedad es


tal que ésta previene una buena recuperación sin importar qué intervenciones se hayan llevado a cabo.
El manejo del caso por medio de un centro de salud mental en la comunidad es lo preferible para
aquellos que tienen una enfermedad de salud mental crónica. El encargado y los familiares deben de
aceptar y ser pacientes y a la vez reconocer que la persona con la enfermedad mental tal vez ya haya
llegado a su nivel más alto de recuperación.

III. REDUZCA EL CONTACTO

Aún cuando las personas que tienen enfermedades de salud mental hayan tenido los cuidados
médicos y la terapia que necesitan, no siempre son capaces de cambiar. Los efectos de las
enfermedades de salud mental pueden ser severas y resisten hasta la intervención del terapeuta o del
médico. El encargado debe de mantenerse involucrado dando apoyo y aliento, manteniéndose en
contacto, pero que éste sea breve. Los encargados deben de periódicamente evaluar si necesitan
reducir su participación en el caso.

IV. FOMENTE UN INCREMENTO EN LA PARTICIPACIÓN DEL TERAPEUTA Y DEL


USO DE LOS RECURSOS EN LA COMUNIDAD.

El individuo y los familiares deben de apoyarse en los terapeutas y en los grupos de apoyo en la
comunidad. Después de que la participación del encargado haya disminuido, periódicamente
manténgase en contacto alentando y apoyando los esfuerzos de seguir el plan de tratamiento.

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APÉNDICE
Pautas para una entrevista
• BÚSQUE LA INSPIRACIÓN DE DIOS. Búsque y siga la inspiración de Dios. Crea en su
capacidad de tener un efecto positivo.

• ESCOJA UN LUGAR ADECUADO. Las entrevistas deben llevarse a cabo en su oficina, sin
embargo sea flexible si las circunstancias lo ameritan.

• ESTABLEZCA UN AMBIENTE ESPIRITUAL. Desarrolle y mantenga una ambiente espiritual


para la cita. Incluya la meditación, la oración, la lectura de las escrituras y la participación de la
iglesia como parte de su plan activo de apoyo.

• ESTABLEZCA UNA RELACIÓN ESTRECHA. Haga un esfuerzo para que la persona se sienta
a gusto y que se dé cuenta que usted está de veras interesado en ayudarle a encarar su enfermedad
de salud mental.

• ACEPTE SUS LÍMITACIONES. No se espera que el encargado sepa todo acerca de la


enfermedad ni que actúe como un terapeuta. La guía: Cómo ayudar a los individuos a enfrentarse a
una enfermedad de salud mental, delinea los pasos a seguir para ayudar a que el individuo reciba
terapia.

• MANTENGA SU ENFOQUE EN LA PERSONA. Siempre llame al individuo por su nombre y


no use denominadores denigrantes. Por ejemplo, a veces a las personas que sufren de
esquizofrenia a veces se les dice “esquizofrénico/a”. Sería más propio decir, “una persona que
sufre de esquizofrenia”.

• EJERZA CONTROL EMOCIONAL. Mantenga una actitud positiva en todo momento. La


información que escuche puede ser perturbante. Aunque el individuo se altere, usted mantenga su
control emocional.

• INFUNDA ESPERANZA. Sea positivo y comunique esperanza durante el proceso de la


entrevista. En casi todos los casos es posible mejorar la capacidad de lidiar con una enfermedad de
salud mental.

• SEA PACIENTE Y PERSISTENTE. Es importante tener paciencia, dar ánimo y ser persistente.
Hágale saber al individuo que padece de una enfermedad de salud mental y a los familiares que
usted está dispuesto a trabajar con ellos a largo plazo.

• FIJE METAS Y CITAS PARA ENTREVISTAS ADICIONALES. Que el individuo participe


en identificar y llevar a cabo un plan de tratamiento. Esté al tanto de la participación que se tiene
con el terapeuta. De ser necesario haga citas adicionales.

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Volantes

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LAS ENFERMEDADES DE SALUD MENTAL SON TRASTORNOS


CEREBRALES
Las enfermedades de salud mental afectan el cerebro. Estos trastornos pueden
distorcionar gravemente la manera de pensar y de sentir, el humor y la capacidad de relacionarse
con los demás y la capacidad para lidiar con las exigencias de la vida. Estas enfermedades
pueden afectar a cualquier persona sin importar la edad, religión o nivel de ingresos y no son el
resultado de una debilidad personal, falta de carácter o una crianza inadecuada.
Las enfermedades mentales requieren tratamiento. La mayoría de las personas que tienen
una enfermedad de salud mental severa necesitan: medicamentos para controlar los síntomas,
terapia que los apoye, grupos de autoayuda, asistencia para obtener alojamiento, rehabilitación
vocacional, ayuda monetaria y otros servicios comunitarios para poder alcanzar el más alto nivel
de recuperación posible. He aquí unos datos importantes acerca de las enfermedades de salud
mental y acerca de su recuperación:

• Las enfermedades de salud mental son trastornos cerebrales de raices biológicas, y no


pueden ser vencidas por medio de la fuerza de voluntad y no tienen que ver con la
inteligencia ni el carácter de la persona.
• Las enfermedades de salud mental son variadas y tienen una gama de severidad y
afectan a millones de adultos y niños.
• Las enfermedades de salud mental pueden afligir a los individuos en la flor de la vida,
a menudo durante la adolescencia o el principio de la vida adulta. Toda edad es
suceptible a estas enfermedades, pero los jóvenes y los ancianos son especialmente
vulnerables.
• Las consecuencias de no dar tratamiento a los enfermos de salud mental son de un
alto costo, ya que llevan a una discapacidad innecesaria, desempleo, abuso de alcohol
y/o drogas, encarcelamiento inapropiado, suicidio y la pérdida de una vida
productiva.
• Hoy en día el tratamiento de estas enfermedades es altamente efectivo. Entre el 70 y
el 90 por ciento de los pacientes experimentan una reducción importante de síntomas
y la calidad de su vida mejora al combinar los tratamientos psicosociales con los
farmacológicos y los de apoyo.
• La temprana identificación y tratamiento son de vital importancia. Cuando se les da
tratamiento en sus primeras fases, la recuperación se ve acelerada y el cerebro queda
protegido de mayores daños que se dan a medida que la enfermedad sigue su curso.
• La opinión social negativa acerca de las enfermedades mentales interfieren con el
tratamiento y la recuperación.
• El individuo que padece una enfermedad de salud mental debe de aprender a lidiar
con su condición, con la ayuda de sus familiares y encargados.

… El buscar los servicios de un fontanero o de un cirujano no niegan la eficacia de


Cristo…las enfermedades físicas afectan todos los órganos del cuerpo, incluso el cerebro
y sus funciones. Una de estas funciones atañe a nuestras emociones. Dios no necesita a
un psiquiatra, pero algunos de su santos sí. (Why Do Christians Shoot Their Wounded?
Helping Not Hurting Those with Emotional Difficulties. Dwight L. Carlson, M.D. 1994.
Página, 36 [¿Porqué los cristianos les dan de tiros a sus heridos? El ayudar y no herir a
aquellos con dificultades emocionales. Traducción Libre])
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MITOS E IDEAS FALSAS EN CUANTO A


LAS ENFERMEDADES MENTALES

Por Alexander B. Morrison

Lamentablemente, existen entre los Santos de los Últimos Días tantos mitos e ideas erróneas
sobre la causa, curso de acción y tratamiento de las enfermedades mentales, como los hay entre el
público en general. Entre tales nociones dañinas y destructivas se encuentran las siguientes:

1. Todas las enfermedades mentales son causa del pecado.


El pecado, o sea, la acción de romper intencionalmente los mandamientos de Dios, por cierto
que acarrea consecuencias dolorosas para quien lo comete y para otras personas. En razón de la ley de
la cosecha, para cada transgresión hay un castigo. Las exigencias de la justicia son inexorables, a
menos que la persona en cuestión invoque el poder de la misericordia ofrecido por la expiación de
Cristo, arrepintiéndose de la falta cometida, abandonándola y aceptando a Cristo como su Salvador
personal.
El poder que ejerce el pecado para atormentar el alma, es descrito vívidamente por el
arrepentido Alma: “Pero me martirizaba un tormento eterno, porque mi alma estaba atribulada en sumo
grado, y atormentada por todos mis pecados. . . yo era atormentado con las penas del infierno;. . . el
sólo pensar en volver a la presencia de Dios atormentaba mi alma con indecible horror. ¡Oh si fuera
desterrado ---pensaba yo— y aniquilado en cuerpo y alma” (Alma 36:12-15).
Aquellos que, como Alma, experimentan pesar y remordimiento durante el proceso de
arrepentirse, no están mentalmente enfermos, pero sí es necesario que confiesen ante su obispo y
busquen su consejo. Como parte de su llamamiento, todo obispo recibe poderes especiales de
discernimiento y sabiduría. Ningún profesional en el campo de la salud mental, por más diestro que
sea, podrá jamás reemplazar a un fiel obispo guiado por el Espíritu Santo en su función de ayudar a los
miembros de la Iglesia a superar el dolor, el remordimiento y la depresión relacionada con el pecado.
Sin embargo, aun reconociendo la anterior aclaración, debemos recalcar que, en muchos casos,
hay pensamientos, acciones y sentimientos aberrantes que resultan de afecciones mentales y no del
pecado. Como ya lo he dicho, ellos son causados por enfermedades mentales y no por la transgresión;
no son una manera de castigo de Dios sobre el pecador. El suponer que lo son, no solamente resulta
simplista, sino que es contrario a las enseñanzas de la Iglesia de Cristo. Lo primero que el obispo debe
hacer en tales casos es discernir si ese miembro de su congregación que se encuentra tan
profundamente afligido, sufre los efectos del pecado o de una enfermedad mental. Dicho
discernimiento será posible al entender el obispo la naturaleza y los síntomas de las enfermedades
mentales y al ser guiado por el Espíritu Santo al hacer preguntas y ofrecer consejo. Con un poco de
conocimiento de los hechos y mediante la guía del Espíritu, el fiel obispo sabrá cómo brindar la mejor
ayuda posible a aquellos bajo su cuidado que estén pasando por problemas. Si la persona padeciera una
enfermedad mental, el obispo le aconsejará que se someta a un tratamiento profesional, con su
bendición, y le pedirá que permanezca fiel.
La verdad es que muchos Santos de los Últimos Días que viven los mandamientos y honran sus
convenios, padecen enfermedades mentales o deben lidiar, quizás por largos períodos de tiempo, con el
intenso dolor de miembros de su familia que, aun siendo moralmente rectos, sufren afecciones
mentales. Tales personas a menudo llevan sobre sus hombros la carga del dolor y la ansiedad derivados
de esos problemas, sin la amorosa aceptación de los demás. Les aseguro que los líderes de la Iglesia no
están exentos del yugo de las enfermedades mentales, ya sea en su condición de personalmente

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afectados, proveedores de atención, familiares o amigos. Dentro del área geográfica de cada barrio y
estaca hay hombres y mujeres severamente deprimidos; hay ancianos cuya memoria es cada vez más
frágil y cuya capacidad intelectual es reducida; jóvenes y adultos que abusan de sustancias nocivas;
personas de todas las edades, de ambos sexos y de variadas condiciones de vida que exhiben un
comportamiento aberrante y hasta estrafalario. Sus cargas tan reales y dolorosas se pueden hacer más
ligeras únicamente por medio del amor, la comprensión (tanto intelectual como espiritual), la
aceptación desprejuiciada y la ayuda apropiada.
Por ejemplo, no hace mucho tiempo, conocí a un hombre, un talentoso médico de unos cuarenta
y cinco años de edad, quien cinco años atrás empezó a manifestar los intensos, excesivos y dolorosos
cambios de humor asociados con los desórdenes bipolares. Su problema es una enfermedad mental y
no el pecado. Afortunadamente él está recibiendo un eficaz tratamiento médico para su mal.
Íntimamente relacionada con la idea de que toda afección mental es causada por el pecado, está
la igualmente falsa noción de que si uno vive como debe hacerlo, no tendrá problemas. En su vida tal
vez todo sea, como se dice, “color de rosa”, después de todo, “existen los hombres para que tengan
gozo” (2 Nefi 2:25), y si está guardando los mandamientos, quizás piense que es razonable esperar
sentirse dichoso en todo momento. De hecho, creerá que por ser obediente, Dios está endeudado con
él. Pero si supone de tal modo, está equivocado.
En la vida las cosas no funcionan de esa manera; si no hubiera oposición, el progreso espiritual
no sería posible. De no haber oposición, “no se podría llevar a efecto la rectitud ni la iniquidad, ni
tampoco la santidad ni la miseria, ni el bien ni el mal. De modo que todas las cosas necesariamente
serían un solo conjunto; por tanto, si fuese un solo cuerpo, habría de permanecer como muerto, no
teniendo ni vida ni muerte, ni corrupción ni incorrupción, ni felicidad ni miseria, ni sensibilidad ni
insensibilidad. Por lo tanto, tendría que haber sido creado en vano; de modo que no habría habido
ningún objeto en su creación. Esto, pues, habría destruido la sabiduría de Dios y sus eternos designios,
y también el poder, y la misericordia, y la justicia de Dios” (2 Nefi 2:11-12).
Sin sufrimiento no puede haber dicha. Las tragedias, los pesares y las aflicciones son todos
componentes de la existencia mortal, y qué gran bendición que lo sean, aunque a menudo tengamos
dificultad para entender por qué es así. Mediante la gracia de un Padre Celestial amoroso, cuyo
propósito mismo es llevar a Sus hijos de regreso a Él, nadie está exento de las lágrimas del dolor, sino
que todos debemos estar preparados para derramarlas en algún momento de nuestra vida.

2. Alguien es responsable por cada enfermedad mental.


También íntimamente relacionado con el mito de que las enfermedades mentales son resultado
directo del pecado está la igualmente peligrosa idea falsa de que alguien es responsable por toda
enfermedad mental. Supongo que el culpar a alguien por un hecho desafortunado de la vida, inclusive a
uno mismo, es una tendencia común entre los humanos. Muchas víctimas de enfermedades mentales se
martirizan emocionalmente a sí mismas intentando repetidamente y sin éxito recordar algo que ellas,
sus padres o alguna otra persona pueda haber hecho, alguna vez, en algún lugar, que haya causado el
terrible sufrimiento que se ven forzadas a soportar. Hay quienes atribuyen la culpa de su problema a
una posesión diabólica, y si bien no hay dudas de que eso ocurre en contados casos, asegurémonos de
no dar al diablo crédito por todo lo malo que acontece en el mundo. En términos generales, los que
padecen enfermedades mentales no requieren exorcismos sino más bien amor, atención, comprensión y
apoyo de quienes les rodean, incluyendo a sus líderes eclesiásticos, así como terapia apropiada ofrecida
por un profesional debidamente acreditado.
Bastante a menudo, por carecer de entendimiento sobre las enfermedades mentales, las víctimas
se cargan la culpa a sí mismas y muchas parecen no poder librarse de los terribles aunque indefinidos

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sentimientos de que, de alguna manera y por alguna razón, ellas mismas son la causa de su dolor, aun
cuando, en realidad, no es así. Padres, cónyuges y otros miembros de la familia de la persona que
padece una enfermedad mental, muy frecuentemente y sin razón, tratan sin tregua de determinar en qué
fue que ellos se equivocaron. Oran una y otra vez por perdón, aun cuando no hay ninguna evidencia
objetiva de que haya nada por lo cual deben ser perdonados. Hasta es posible que intenten hacer un
trato con Dios, ofreciéndole algo, aun sus propias vidas, a cambio de que Él “cure” a su ser querido
enfermo. Claro que en la gran mayoría de los casos nada de esto da resultado, por la sencilla razón de
que la manera de pensar y de actuar de la víctima son causadas por el proceso de la enfermedad y no
por las acciones de otras personas, ni siquiera Dios.
Aquellos que caen en la trampa de atribuirse total responsabilidad, creyendo que de algún
modo la enfermedad mental de la que padecen es el producto de sus propios hechos, casi
inevitablemente terminan por abrigar intensos aunque injustificados sentimientos de culpa y
vergüenza. Hasta es posible que hagan lo indecible por mantener en secreto el hecho de estar tomando
medicamentos, recibiendo tratamientos, etc. “No sé lo qué haría si mi obispo se enterara”, dijo con
preocupación una mujer que estaba tomando Prozac para la depresión. Ella estaba asustada y se sentía
llena de culpa por una conducta erróneamente considerada bochornosa y débil. En medio de su
confusión llegó a pensar que seguramente carecía de fe. Había orado a menudo para que Dios la
ayudara a librarse de su depresión y cuando sus súplicas no fueron respondidas como ella tanto
anhelaba, quedó convencida de que eso era evidencia de desaprobación divina y prueba tangible de que
no tenía fe y de que estaba recibiendo su merecido castigo.
Por cierto que un buen obispo nunca consideraría que una persona que esté tomando Prozac o
cualquier otro medicamento recetado por un médico para tratar una enfermedad mental, es más
culpable de conducta reprochable que si estuviera tomando insulina para la diabetes. Habiendo
determinado, mediante la ayuda del Espíritu, que la persona en cuestión padece de una enfermedad
mental y no de los efectos del pecado, el obispo la alentará a seguir orando, asistiendo a las reuniones
de la Iglesia, participando en las sagradas ordenanzas, cumpliendo con todas las demás obligaciones
religiosas y a procurar la debida atención profesional, ya sea de un médico o de un terapeuta
propiamente acreditado.
El atribuirse la culpa por una enfermedad mental causa sufrimiento innecesario a la víctima y a
todos los demás allegados a ella y les roba tiempo y energía que podría usarse mejor de otras maneras,
como ser: para tratar de someterse a un análisis y un diagnóstico completo de la enfermedad, entender
sus causas, aprender técnicas de comportamiento y cognitivas que contribuyan al proceso de cura y
obtener los medicamentos apropiados para controlar el desorden al revertir los cambios químicos
resultantes. A medida que las víctimas, los seres queridos y el resto de nosotros llegamos a entender
con más claridad las enfermedades mentales, la paciencia, el perdón y la empatía reemplazarán la
negación de la realidad, el enojo y el rechazo.

3. Todo cuanto necesita quien sufre de una enfermedad mental es una bendición del sacerdocio
Yo soy un gran defensor y promotor de las bendiciones del sacerdocio. Gracias a experiencias
propias sé que ellas causan un bien incalculable. También sé que la cura final y completa de una
enfermedad mental o cualquier otra, viene por medio de la fe en Jesucristo. Cualquiera sea la
circunstancia, en salud o enfermedad, en buenos o malos tiempos, nuestra vida mejorará y llegará a ser
más plena y pacífica si nos volvemos a Él. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,”
dijo el Señor. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo
11:28-30). Únicamente Él posee el “bálsamo de Galaad” necesario para sanar a todos los hijos de Dios.

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No obstante ello, sin denigrar de manera alguna la función singular de las bendiciones del
sacerdocio, se me permitirá indicar que los líderes eclesiásticos son líderes espirituales y no se debe
esperar que asuman la función de expertos en temas de la salud mental. Casi todos ellos carecen de la
capacitación y de las destrezas profesionales que se requieren para tratar eficazmente enfermedades
mentales profundamente arraigadas y se les aconseja procurar la ayuda profesional competente para
personas necesitadas dentro de su mayordomía y cuidado. Recordemos que Dios nos ha dado la
tecnología y conocimientos maravillosos que pueden ayudarnos a superar problemas graves como el de
las enfermedades mentales. Del mismo modo que no vacilaríamos en consultar a un médico en cuanto
a problemas tales como el cáncer, afecciones cardíacas o la diabetes, tampoco debemos vacilar en
procurar asistencia médica y cualquier otra de carácter profesional ante casos de enfermedades
mentales. Cuando busquemos tal ayuda, debemos asegurarnos, en la medida mayor posible, que el
profesional médico se ciña a prácticas que sean compatibles con los principios del Evangelio.

4. Quienes padecen de enfermedades mentales sencillamente carecen de fuerza de voluntad.


Existen personas que, por no entender ni estar lo suficientemente compenetradas, erróneamente
creen que los que sufren de enfermedades mentales simplemente tienen que “ponerle un poco de
ganas”, “tener más fibra” y “superarse”. Tales almas insensibles se suscriben a lo que otras personas
han denominado “la siquiatría operada a baterías”; suponiendo que a los afectados se los recarga y
siguen andando. Lamentablemente, las cosas no funcionan de ese modo, y quienes lo conciben de tal
manera muestran una seria falta de conocimiento y de compasión. Lo concreto es que las personas
severamente afectadas por enfermedades mentales, sencillamente no pueden, con sólo tener fuerza de
voluntad, librarse del mal que les agobia. Tales personas requieren ayuda, ánimo, comprensión y amor.
Cualquiera que alguna vez haya sido testigo del incontrolable dolor causado por un ataque de pánico,
sabe muy bien que nadie sufriría de tal manera si lo único que tuviera que hacer es mostrar un poco de
fuerza de voluntad. Nadie que haya presenciado la casi indescriptible tristeza de una persona
gravemente deprimida, que tal vez ni pueda levantarse de la cama, que llora todo el día, que ya ni
recuerda cómo es la esperanza y que trata de quitarse la vida, jamás pensaría, ni siquiera por un
instante, que las enfermedades mentales son apenas un problema de falta de voluntad. Nadie que haya
sido testigo de las extrañas ideas delirantes y las aterradoras alucinaciones de una persona
esquizofrénica, podría jamás pensar que un poco de fuerza de voluntad es todo lo que se necesita para
que dicha persona recobre su salud. Nunca le diríamos a alguien que sufre de una enfermedad del
corazón o de cáncer: “¿Por qué no maduras un poco y terminas con esto?” Tampoco deberíamos tratar
al que padece una enfermedad mental de una forma igualmente incompasiva e indolente.
Nada de esto debe interpretarse como que todo enfermo mental es una víctima desesperanzada
e incapaz de hacer nada por superarse; por el contrario, en muchos, muchos casos, tales personas
pueden hacer algo por sí mismas y se les debe animar para que así lo hagan.

5. Las personas con enfermedades mentales son peligrosas y se les debe mantener internadas.
Informes sensacionalistas, imprecisos e incompletos de los medios de información han creado
imágenes estereotípicas de personas con enfermedades mentales, haciéndolas aparecer como lunáticos
violentos y peligrosos, tanto para otras personas como para sí mismos. La gran mayoría de los
crímenes violentos no son cometidos por quienes padecen tipo alguno de enfermedad mental. En los
pocos casos en que dichas personas enfermas síquicamente se vuelven violentas, por lo general se debe
a las mismas causas que generan violencia en otras personas consideradas normales, tales como
sentirse amenazados o estar bajo el efecto de drogas, alcohol o ambas cosas.

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Lo que es más, en los últimos cuarenta años, a medida que los medicamentos para
enfermedades siquiátricas resultan más accesibles y que se han desarrollado con éxito programas de
tratamientos de conducta y cognitivos, se ha demostrado que personas con enfermedades mentales, al
igual que quienes padecen de males físicos, pueden llevar vidas productivas en sus respectivas
comunidades, sin necesidad de que se les “encierre”. Al igual que todos los demás, las personas
afectadas siquiátricamente que estén recibiendo el tratamiento debido, tienen el potencial de trabajar a
cualquier nivel en cualquier oficio o profesión, dependiendo únicamente de su capacidad, talento,
experiencia y motivación. Sólo a modo de ejemplo, menciono el caso de Mike Wallace, presentador
del programa de televisión “60 minutos”, quien ha tenido varios episodios de depresión severa pero
quien, con el debido tratamiento, ha llevado una exitosa carrera periodística. Lo mismo podría decirse
de Tipper Gore, la esposa del ex Vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, quien superó la
depresión y decidió valientemente exponer sus problemas en público con el fin de ayudar a otras
personas.

6. Las enfermedades mentales no afectan a niños ni a adolescentes.


Tal como lo ha declarado la Asociación Nacional de la Salud Mental, la verdad es que una
cantidad aproximada a los seis millones de jóvenes en los Estados Unidos padecen alguna forma de
desorden mental que interfiere seriamente con su funcionalidad en el hogar, en los estudios y en la
comunidad. La mayoría de los suicidios infantiles son el resultado de la depresión severa, y la mayoría
de los padres no llegan a reconocerla hasta que ya es demasiado tarde. Reitero: nadie es inmune a las
afecciones siquiátricas.

7. Cualquiera sea el caso, las enfermedades mentales no son tratables.


Como ya se ha mencionado, durante los últimos cuarenta años, la industria farmacológica
mundial ha creado numerosos medicamentos sumamente eficaces en la lucha contra una o más formas
de enfermedades mentales. Dichos potentes productos han dado muestras de ser de enorme valor para
millones de personas. No es que sean perfectos ni que den buenos resultados en todos los casos;
lamentablemente no estamos ni cerca de tales logros aún, pero sí se está avanzando hacia ese milagro
que va a apuntar directamente al blanco celular o aun subcelular que permita corregir los disturbios en
el funcionamiento de células cerebrales que parecen ser la raíz de la mayoría de las afecciones
mentales. Los adelantos de los estudios en la química del cerebro, en la sicología y en la función de los
neurotransmisores químicos en el cerebro, nos están acercando al día en que los médicos dispondrán de
medicamentos eficaces y específicos para corregir lesiones bioquímicas, sin los efectos secundarios
que a menudo en la actualidad limitan la eficacia de los tratamientos. No me cabe ninguna duda de que
dichos descubrimientos que ya se están dejando ver, resultarán en sorprendentes adelantos en la terapia
de enfermedades mentales en el correr de la próxima década. Anhelo la llegada de ese día.
Afortunadamente, existe un buen número de elementos terapéuticos que no requieren el uso de
medicamentos que se pueden utilizar para tipos de enfermedades mentales pasajeras o aún crónicas.
Dichos procedimientos a menudo requieren sicoterapia, entre ellos, terapia de comportamiento
cognitivo, en la cual el terapeuta trabaja con un paciente para ayudarlo a entender los modelos de
pensar incorrectos y a redirigir las energías mentales del paciente de un modo más provechoso. Esta
terapia aumenta el potencial del paciente de soportar su enfermedad y, posiblemente, de recuperar su
salud mental. La terapia de apoyo, en la cual el terapeuta se enfoca en ofrecer esperanza y ánimo al
paciente, es también otra forma útil de intervención sin el uso de medicamentos.
Trágicamente, los mitos que se ciernen sobre las enfermedades mentales, truncan el
entendimiento y fomentan la parcialidad, los prejuicios y la estigmatización contra aquellos que sufren

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este grave problema. Algunas veces, personas que padecen de enfermedades mentales llegan a creer
esos mitos, lo cual intensifica su desesperación. Para que los mitos desaparezcan es necesario
reemplazarlos con la verdad y una perspectiva apropiada. Con conocimiento y comprensión viene el
amor, la aceptación y la empatía. Tales cosas aumentan la capacidad de soportar y forjar esperanzas.
Que Dios nos bendiga para que podamos amar a todos Sus hijos, para que no abandonemos a ninguno
de ellos, para que podamos llevar sobre nuestros hombros las cargas de los demás y edificar, fortalecer
y consolar a aquellos que sufren.

(Capítulo dos: Mitos e ideas falsas en cuanto a las enfermedades mentales, del libro Valle de penas
[Valley of Sorrows]: Una guía básica para entender las enfermedades mentales. Deseret Book, 2003).

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disponibles para tratar las enfermedades de salud mental, adicción y problemas
emocionales. Especialmente para los Santos de los Últimos Días y otras
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Querido lector:

Hemos preparado un folleto que puede ayudar al clérigo que auxilia a


aquellos que se enfrentan a una enfermedad de salud mental.
Apreciaríamos sus comentarios acerca del contenido y formato de este
folleto.

Por favor póngase en contacto con el suscrito a los números o dirección


arriba mencionados.

Dr. Rick
Director Ejecutivo

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