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Cargado de mis honores

San Pedro, he venido a verte


y en prueba de mis amores
te cantaré hasta tu muerte
Te cantaré hasta tu muerte
para celebrar tu día
para celebrar tu santo
vengo lleno de alegría
La memoria humana es frágil, pero aún así las tradiciones de
un pueblo trascienden al tiempo, gracias a su espíritu y la fe
de sus habitantes. Esto ocurre en Loncura, donde sus
residentes estiman que ya hace más de 105 años que en su
caleta se celebra la Fiesta de San Pedro. Los orígenes de
esta fiesta se basan en distintas teorías, sin embargo, todas
confluyen en una mezcla de religiones con rituales
chamánicos que desde tiempos inmemoriales llevan a su
gente a danzar y cantar por las calles en honor al santo
patrono.
“Esta fiesta es una fusión de dos culturas, porque los
antiguos habitantes de esta zona, los aborígenes, tenían sus
dioses que eran representados por hechos naturales como la
lluvia, el mar y el viento. Entonces, cuando llegaron los
españoles, los nativos fueron subyugados pero sin perder la
práctica de sus ritos en forma privada. Fue ahí cuando ambas
culturas se fusionaron y se crearon los bailes de chinos. Por
eso la fiesta es vista como un asunto religioso, pues hay una
devoción a un santo, pero las flautas, los bailes y todo lo
demás, pertenecen a la cultura indígena”, indica Marcelo
Bernal, Presidente del Sindicato de Pescadores de Loncura.
La producción de sonidos era realizada por las culturas
prehispánicas, para apaciguar los temporales que acaecían de
forma dramática sobre los antiguos asentamientos de la zona, de
allí surgieron las danzas y cánticos rituales. Esta actividad no se
daba sólo en las áreas costeras, pues también en el interior se
realizaban rituales similares para llamar la lluvia, mejorar la
agricultura y evitar plagas.
En 1536 llega al sector el español Alonso de Quintero, a cargo del
"Santiaguillo", que era parte de la expedición del descubridor de
Chile, Diego de Almagro. Su misión era llevar por mar los
diferentes enceres que pudiese necesitar la empresa por tierra,
además de cartografiar la ruta marítima. Posterior a este
aventurero, fueron muchos los que llegaron a este sector, desde
corsarios y piratas, hasta monjes Jesuitas.
Es precisamente en esta época y con estos actores, cuando se
vivió el inicio de la mezcla entre las culturas originarias chilenas
con la cultura de las tripulaciones extranjeras que venían a
colonizar. Fue allí donde surgen las costumbres más enraizadas
en los chilenos, como la tradicional Fiesta de San Pedro y sus
bailes chinos.
“La mayoría de los bailes chinos tienen una raíz indígena que es
anterior obviamente a lo cristiano, católico y español, y nuestro
afán es rescatar ese otro origen que es anterior y quizás mucho
más importante. Es un origen más genuino y claro, pues después
de la mezcla con los españoles pasó todo lo que ya sabemos. Por
eso nosotros traemos acá, por ejemplo, a la virgen Chimuchina,
que es una virgen mapuche, pues tiene que ver con ese otro
origen, no se si más importante pero sí anterior”, señala Mario
Martínez, alférez del Baile Chino Aconcagua Salmón.
La Fiesta de San Pedro se ha celebrado en Loncura,
ininterrumpidamente, desde hace 105 años. En ella participan
los pescadores, sus familiares y el pueblo en general, que de
forma directa o indirecta colabora en su desarrollo.
“Mi abuelito, don José Valencia, decía que se le puso la fecha
aproximada a su edad, porque él de chico se acordaba que
hacían estas fiestas, por eso se puso 105 años, pero se calcula
que el baile es más viejo. Y nunca ha dejado de salir, Loncura
usted ve que aunque no pare la lluvia se hace la fiesta igual. Es
una fe que a uno le inculcan desde chico, mi abuelo, mi papi que
tocaba el bombo, mi hermano (yo soy el menor) y ahora mi hijo.
O sea, cantor soy el único, pero los otros todos han participado
en el baile”, nos cuenta Juan Cisternas, alférez e integrante por
más de 40 años del Baile Chino Loncura.
Ante la proximidad de la fiesta, todos los habitantes de Loncura
se reunían para la realización de los preparativos. “Yo me
acuerdo que antiguamente participaba todo el pueblo porque
entre los viejos, los padres de uno y anteriores, eran más unidos.
También porque el pueblo de Loncura, aproximadamente en el
año 69, recién empezó a parcelarse y se creó esa población
grande de arriba. Antes de eso, eran puros bosques y el único
pueblo que existía era ese sector de allá (cercano a la caleta), y
los grupitos eran ellos que se conocían todos y se respetaban”,
señala José Verdejo, secretario del Sindicato de Pescadores de
Loncura.
“Era un juego para uno ensayar porque salíamos a cazar,
cortábamos cañas y frutas, y hacíamos un baile, y nos veníamos
del cerro chineando; porque no había otra entretención, Loncura
era súper muerto”, recuerda Juan Cisternas.
La fiesta en sí no ha variado, significativamente, con el paso
del tiempo. Antes, entre los años 50 y 60, se recibía a los
bailes en las instalaciones del Poder Judicial, ubicado en el
pueblo de Loncura, para luego enfilar en procesión hacia
Quintero, llevando la imagen de San Pedro hasta la parroquia
del sector. “Salían de Loncura danzando más de 2 kilómetros
hasta Quintero, y se iban bailando con el santo al hombro.
Había un baile en Quintero y ese nos esperaba allá, los
demás llegaban a Loncura y de aquí se iban todos danzando”,
comenta Verdejo.
Las danzas se desarrollaban en su totalidad en aquel sector,
para luego regresar a Loncura a disfrutar del almuerzo que
los pobladores preparaban en su honor. Esta comida ha
consistido siempre en dos platos principales: Carbonada de
mariscos y pescado frito con ensaladas, que se ofrecen de
manera gratuita, a modo de agasajo, para las cofradías
invitadas.
“Un año quedaron cortos de sopa, porque vino mucha gente,
cocinaron para cerca de mil personas y llegaron 1200. Entonces
tuvieron que echarle más agüita al caldo, porque nosotros les
ofrecimos más presas de pescado y ellos nos decían: no, si
pucha un poquito de caldo”, recuerda Marcelo Bernal.

Al respecto, también agrega José Luís Verdejo: “Hubo también


un año en que se les sirvió cazuela de vacuno y empanadas,
pero la gente reclamó porque en su mayoría vienen del campo,
y decían: no si comemos carne y ave todos los días, para que
nos dan cazuela de vacuno aquí, den más pescado. Y ahí el
finao’ Ramón dijo: ya se terminó esta cuestión, les vamos a dar
pescado frito y carbonada de marisco o sopa de macha y ya
está. Y así se empezó a hacer y los invitados dijeron: ya, ahora
sí, y decían: pucha, ¿no les queda más?”
Pero los festejos no terminaban ahí, ya que luego de esta
atención, los comensales retomaban sus bailes de vuelta a
Quintero, para saludar al coronel de la Fuerza Aérea, quien les
ofrecía vino y empanadas. Y así continuaban danzando hasta
la parroquia, donde San Pedro les esperaba para salir
nuevamente en procesión, esta vez por mar, rumbo a la caleta
de Loncura.

“En Quintero hay 4 caletas: Loncura, El Manzano, El


Embarcadero y el Papagayo. Las primeras fiestas se hacían
en conjunto, los primeros bailes chinos que se hicieron eran
en Quintero, y la gente de aquí se desplazaba hasta allá, y
aquí sólo se les atendía. Hasta que se separaron, hace 35 o
40 años más o menos, porque el trabajo se lo llevaba la gente
de acá”, recuerda José Verdejo.
Juan Cisterna es uno de los pocos alférez que quedan vigentes
de aquella época, desde pequeño fue integrado al baile chino
por su abuelo que también danzaba desde su infancia. De
aquel tiempo nos comenta: “La primera vez que baile yo tenía 6
años, en el 68, esas fiestas eran con hartos bailes, había varios
de la comuna, de Puchuncaví sobretodo, muchos bailes que se
han terminado. En Puchuncaví quedan 3 bailes vigentes y
tienen que haber habido unos 10 ó 12 bailes, y en Quintero
hubo un baile un tiempo y después se terminó.”
Los alférez son una figura de suma importancia dentro el
baile, ya que ellos tienen la misión tanto de guiar al baile
como de conectarlos con la divinidad, de manifestar las
peticiones y agradecimientos al Santo Patrono, además de
saludar y dar la bienvenida a los demás bailes participantes.
“En esa época, cada baile chino traía un alférez, un diablo,
que es el que lleva la batuta del baile y el que los organiza.
Entonces cuando se presentaban dos bailes chinos,
obviamente uno con cada alférez, se saludaban y si alguno
cometía un error, se iban en una pelea, una pelea verbal, eso
era bonito. Eso se ha perdido, el repuntéo, que era como una
canción que va seguida de otra. El alférez decía una cosa y
todo el baile chino repetía la última rima, y así sucesivamente,
hasta que se ponían en la buena, por así decirlo y quedaban
todos en amistad”, cuenta José Verdejo
Los motivos de estos cánticos a lo divino, varían dependiendo de la
inspiración del alférez, sin embargo, antiguamente se convertían en una
especie de disputas para determinar quien realizaba los versos más largos,
más fuertes y con mejores historias.
“Antes se usaba hacer competencia entre los alférez, el que más historias
contaba; pero ahora hay que demostrarle al de arriba no más lo que uno
sabe, pero yo se que estoy catalogado como dentro de los top ten como se
dice. Ahora estamos más viejos, pero aún me queda voz”, dice Juan
Cisterna.
Añade además, “en esa época eran más pesaditos los cantores, porque
eran más bíblicos para cantar. Ahora es más difícil, porque hay mucha
gente que conoce la historia, y hay algunos que no cantan pero que están
bien metidos en el tema, es gente que conoce la Biblia. Antes, que me
perdonen los cantores, con segundo tercero de preparatoria a veces, no
sabían leer ni escribir, a algunos les leía la señora como a don Oscar
Villalón, que tenía muy buena memoria, y en una de esas un carrilito por
ahí, nadie te lo quitaba”.
Al respecto, Oscarina Montenegro, danzante e hija de “Caballito
Blanco” alférez del Baile Chino San Victorino de Lourdes, se
refiere a las diferencias que pueden llegar a existir entre los
cantores: “aún es como una competencia dentro de todo, para
ver quien suena más fuerte en las flautas, que alférez canta
mejor. Igual se forma su poquito de malicia en la cosa, pero
después de que se dice todo lo que uno se tiene que decir,
viene el abrazo, el abrazo de amigos“.
Entre sus recuerdos de niñez, el experimentado alférez de
Loncura, recuerda en especial a un personaje muy conocido
por las cofradías de la época, que asistían a la Fiesta de
Loncura. “Había un viejito, que esta muerto ahora hace 2 años
atrás, que siempre le gustaba cantar historias largas y molestar
a Juan Zamorano y a otro niño, que éramos los más jóvenes.
El cantaba la historia bíblica y llegó a San Pedro a cantar con
nosotros, y yo le digo al presidente del baile que era también el
presidente del sindicato: oye a ese viejo le encanta cantar por
historia, yo tenía unos 23 años más o menos, pero a mi me va
a venir a nombrar a San pedro y lo voy a pescar y lo voy a
envolver con la bandera, no va a saber por donde arrancar
porque a los cabros los estaba cuqueando. Le dije, viene
cantando por historia, y justamente se le ocurre al hombre
nombrarme a San Pedro y no lo solté, no sabía para donde
iban las micros. Como era más viejo venía a echarle la chorea’
al cabro más chico”
En este sentido, agrega “A mi gusta cantar la vida de San
Pedro que murió, igual la meto siempre por ahí, porque yo
estoy seguro de lo que cantó. Porque a mi nadie me va a
decir que San Pedro no fue a Roma el año 42, porque no lo
digo yo, lo dice la historia sagrada, y en el año 47 lo
deportaron, y el 52 volvió a Roma y eso lo tengo más que
claro, y lo canto desde cabro. Me aprendí casi toda la vida de
él, o sea de la vida que dedicó a la iglesia, porque antes no se
sabe de él, se dice que era mayor que el maestro, se dice y
se cree que nació en Besaida, no hay una seguridad, de unos
80 años tiene que haber muerto”.
Marcelo Bernal nos cuenta que su familia también ha formado
parte importante de la tradicional Fiesta de San Pedro en
Loncura, al respecto comparte la experiencia de su abuelo: ”Mi
abuelo Ismael, que nació en 1800 y algo, no me acuerdo bien,
y murió en 1950, fue uno de los primeros alférez, el llevaba la
batuta, ordenaba el baile, cantaba y hacía alegorías al santo,
pidiéndole favores o pagándole favores, ellos son como el
representante que tiene la voz del baile hacia la divinidad, por
decirlo de alguna manera.”
El motivo de la Fiesta no ha cambiado con los años, como
señala José Verdugo, “los pescadores antiguos tenían la
misma fe que tenemos nosotros ahora con San Pedro. Debido
a eso se formó el baile y empezaron a salir muchachos
antiguos, algunos veteranos, salían de chino igual como salen
ahora.”

“Yo creo que siempre, han existido que venía el baile de


Petorquita, de Pachacamita, de Tabolango, de Puchuncavi,
del Rungue, en Ventana había bailes de Chinos; y todos esos
se invitaban a bailar acá y de aquí también iban a Ventana a
Pachacamita a Tabolango y así iban a distintas partes para
que después ellos vengan”, explica el secretario del Sindicato.
Los bailes son el aspecto más tradicional de la Fiesta de San
Pedro, siendo hoy en día, el principal atractivo para los
visitantes que llegan a finales de Junio a la caleta.

Sin embargo, antiguamente las fiestas formaban parte de la


religiosidad innata de sus habitantes que buscaban
perfeccionar sus danzas, tanto para agradar al santo como
para destacarse de entre las demás cofradías. Es por ello,
que sus integrantes ensayaban con semanas de anticipación,
lo cual ha cambiado en el último tiempo, ya que son las
mismas personas que año a año salen a chinear y, por ende,
ya conocen las rutinas y danzas.
Entre sus recuerdos, Juan Cisterna, comparte con nosotros la
opinión de su familia respecto al baile, “Mi abuelito siempre
decía que el baile era mejor antes que ahora, era más
reglamento. Me consta, porque cuando yo empecé a salir era
más estricto, había un cacique que nos ordenaba, había que
salir con el pelo corto, todos bien uniformaditos, usábamos el
traje de marino, con pantalones pata ancha, como usaban los
marinos antes. Y tenía un orden, nosotros ensayábamos un
mes antes de la fiesta y ahora no, antes no había Internet, no
habían videos, no habían esas cosas, era un juego para uno
ensayar”
“Ahora se trabaja más en adornar la caleta, en conseguir las
cosas para atender a los bailes chinos, pero durante todo el año
se están juntando recursos. La caleta esta todo el año
pensando en que el próximo año va a ser la fiesta de San
Pedro, se pasó el verano, llegó marzo, se hace la primera
reunión, y se consulta: ¿se hace la fiesta de San Pedro? sí, y
empezamos a trabajar nuevamente”, nos cuenta el presidente
del Sindicato.
En antaño, eran los mismos pobladores y pescadores los que
financiaban las actividades, lo cual hacía más difícil la
realización de la fiesta. Hoy la cosa es distinta, pues los
pescadores reciben ayuda del sindicato, de empresas y del
municipio, lo cual alivia bastante la elaboración de los
preparativos. “Ahora es más fácil hacer la fiesta, porque tienen
un respaldo del sindicato, antes si faltaba plata había que hacer
un baile a beneficio para pagar. Ahora no falta, porque si falta,
el sindicato nos ayuda”, señala Cisterna.
Además, agrega “Yo pienso que en Loncura todavía
existe la fe, se ve porque esto no se hace por lucirse.
Loncura es una caleta súper pobre, Loncura tiene 24
socios en el sindicato, y hace la fiesta más grande de
la quinta región, este año no hubo más bailes por el
mal tiempo, pero calculamos 20 bailes nosotros, y
estábamos preparados, porque el año pasado llegaron
22 agrupaciones.”
La devoción y el misticismo presentes en la Fiesta de San
Pedro, no sólo proviene de los pescadores como podría
creerse, ya que dentro de las cofradías que participan en ella,
se pueden encontrar distintas historias de plegarias y
mandas, como la de Oscarina y su familia, que conforman el
baile chino San Victorino de Lourdes, “Mi hermana, la
Valeska, cuando tenía 3 o 4 años, la vestimos de la Virgen de
Lourdes, porque tenía una grave enfermedad que malformada
sus huesitos, entonces con su problema caminaba y se caía,
sufría mucho. Entonces mi papá le cantó en sus coplas a San
Pedro por ella, y gracias a eso y a la medicina, ella ahora
baila en el Baile Chino San Victorino de Lourdes, por que
puede caminar bien y estamos agradecidos de ello.”
Desde tiempos inmemoriales, que se mantienen
pálidos en la reminiscencia oral de sus actores, los
habitantes de Loncura han expresado año a año su
fervor a San Pedro, continuando la tradición a pesar
de las típicas lluvias y el mal tiempo propio de la
época. Abuelos, padres, hijos y nietos, que año a año
reviven los ritos más ancestrales de nuestra cultura,
por distintas razones religiosidad, fe u otras creencias,
que han logrado mantener la identidad de su pueblo.
Caleta Loncura, comuna de Quintero, Región de Valparaíso, Chile
invierno de 2009

Imágenes
Julio Bajo – Archivo Sindicato de Pescadores Independientes de Loncura

Texto
Karina Rivera

Digitalización
CREAEDUCA

Dirección
Jorge Renault
AUSPICIA

COLABORA

Sindicato de Pescadores Independientes de Caleta Loncura

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