Cuando la escasez de recursos económicos contrasta con la amplitud y la fuerza de las instituciones educativas, hay que pensar en soluciones creativas a los viejos problemas. La universidad yucateca (de todos los colores, precios y sabores) constituye una fortaleza que no se ha sabido aprovechar en aras de un desarrollo más dinámico, más equitativo y satisfactorio para todos.
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UNIVERSITARIAS III: Disyuntiva en el campo educativo, trabajar con la locomotora o atender las necesidades del convoy.
Cuando la escasez de recursos económicos contrasta con la amplitud y la fuerza de las instituciones educativas, hay que pensar en soluciones creativas a los viejos problemas. La universidad yucateca (de todos los colores, precios y sabores) constituye una fortaleza que no se ha sabido aprovechar en aras de un desarrollo más dinámico, más equitativo y satisfactorio para todos.
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Cuando la escasez de recursos económicos contrasta con la amplitud y la fuerza de las instituciones educativas, hay que pensar en soluciones creativas a los viejos problemas. La universidad yucateca (de todos los colores, precios y sabores) constituye una fortaleza que no se ha sabido aprovechar en aras de un desarrollo más dinámico, más equitativo y satisfactorio para todos.
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Universitarias III: La disyuntiva en el campo educativo, trabajar con la locomot
ora o empujar desde el cabús.
José Luis Sierra V. A las universidades llega el estudiantado con todos los rezagos y las carencias del sistema educativo que se arrastran en México, que son muchos y graves. Repas emos el lastre que cargamos: aversión a la ciencia; carencia de métodos de estud io; poco ejercicio de la lectura y menos aún de la escritura; enseñanza memorist a; contenidos educativos obsoletos; desaliento a la iniciativa personal, a la in vestigación sistematizada y al trabajo en equipo, entre otras carencias y/o defi ciencias. ¿Por qué entonces planteamos como prioridad para el desarrollo atacar las defici encias en el nivel universitario y no, como parecería lógico, atender los rezago s desde abajo, desde la primaria? Por tres razones, de mucho peso: la primera, p orque resulta más sencillo y factible trabajar con una población estudiantil y d e maestros más reducida, en un ambiente en el que son menores las resistencias a l cambio y a la superación. (estamos hablando de una relación de a 1: por cada 1 2 maestros de primaria o secundaria, tenemos uno en educación superior. A eso ag réguele el grado de apoltronamiento laboral y humano). La segunda razón: porque el o la estudiante universitaria puede ser factor de su propia evolución, por razones de edad y madurez personal, por su experiencia de la vida y por sus valores y convicciones, entre las que contarían las aspiracio nes personales y profesionales. (Nada más considere la fuerza transformadora que podría representar un Servicio Social Universitario cabal y responsablemente or ganizado). Y la tercera razón tiene que ver con cuestiones estratégicas: las experiencias e n el desarrollo de países como China, la India, Corea, Malasia y, antes, Italia o Japón, han demostrado más conveniente ocuparse en dotar de fuerza y mayor pote ncia a la máquina que mueve al tren social, en vez de empeñarse en que cada carr o tenga movimiento por sí mismo. Trabajar en los “sectores de punta” resulta más rendidor, desde el punto de vista de la sociedad y su desarrollo, que canalizar recursos y políticas, de manera preponderante, al “combate de la pobreza” o a l a atención de los rezagos. Con esta visión de LOCOMOTORA, si nos ocupamos en mejorar el equipamiento y las instalaciones de los centros de educación superior que operan en Yucatán, si pri vilegiamos la actualización de sus docentes, si nos preocupamos por CONECTAR las necesidades de la sociedad con la comunidad científica, con el quehacer de nues tras casas de estudio, si logramos concertar estas líneas de acción tendríamos, en muy pocos años, universidades cualitativamente distintas y, por consecuencia, una sociedad con capacidades plenas para su desarrollo. ¿Por qué no pensar en un parque industrial (que debería ubicarse en la zona más poblada y deprimida de Mérida, como el sur o el oriente), dedicado a pequeñas y medianas empresas? Ese parque, al que podríamos llamar TECNÓPOLIS, contaría con todas las facilidades para el establecimiento y la operación de pequeñas empresa s industriales o de servicios pero, además, estaría directamente supervisado por escuelas técnicas (como el Tec. de Mérida y la Univ. Tecnológica), a fin de que las empresas que allí operaran tuvieran acceso a sistemas administrativos “de p unta”, a esquemas productivos innovadores y a una plataforma de comercialización efectiva. No, no estamos descubriendo el hilo negro. ¿Sabía usted que las empresas que se han establecido en los alrededores del M.I.T de Boston, y que están asesoradas p or esta institución, producen más que las que se encuentran en el mítico Silicon Valley californiano? ¿Sabía usted que el proyecto tecnópolis lo adoptó y ya lo puso en marcha el Politécnico Nacional? ¿Por qué no habría de ser posible en Yuc atán, si es tan necesario? Otro ejemplo. Piénsese el impacto inmediato que representaría el hecho de contar con una SUPERBIBLIOTECA (con todos los avances en materia de digitalización y c ómputo), que diera servicio a todas las universidades, en vez de que cada centro educativo siguiera dilapidando recursos monetarios y humanos en tener un remedo de biblioteca, siempre rezagada, siempre insuficiente. Y lo mismo se podría hac er en materia de equipos de cómputo y talleres de mantenimiento, en el campo del software y el hardware; de talleres y laboratorios especializados; etc., etc. ¿Que no se puede lograr esto en Yucatán? ¿Y por qué no, si tenemos talento de so bra, si contamos con instituciones de educación superior con urgencias imposterg ables, si tenemos una sociedad ávida de soluciones? ¡¡Claro, hace falta un conce rtador, una instancia que agite, que promueva y que coordine!! Descartemos a la Gobernadora, que no se le miran “piernas pa’ jinete” pero …¿podría hacerlo el Dr . Raúl Godoy? ¿Estaría dispuesto don Raúl a encabezar este proyecto que no alcan zó a concretar desde la UADY? ¿Tendríamos que impulsar una instancia “ciudadana” , libre de la contaminación partidista? ¿Por qué no el Consejo Económico y Socia l para el Desarrollo y la Competitividad de Yucatán? ¿Por qué no? Mérida, Yuc.; 6 dic. 2007.