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Vamuso sexu ALDE Wises © Glaser ,D ty ABest /2- Parpos ) MAF) Bos MME, KPLErirnie CAPITULO I 2UN ASUNTO DE FAMILIA? se bosquejé un modelo de abuso sexual en el significado general de Ia sexualidad identificaron algunos factores contributivos especificos, especialmen- te experiencias de abuso eit la infancia de los mismos abusadores. modelo también propone una etapa intermedia entre la potenciali- dad para el abuso y su ocurrencia real; esta etapa se conceptualiz: 0 la de superacion de ci iterado, es decir el abuso que esta tami- fe de los aduitos res- ponsables ya sea de percil evitar su repeticién. En estos casos, la familia para expli- témico-j eratura se refiere al abuso intrafamiliar (incesto), pero tiene re- evancia para todo tipo de abuso reiterado. 56 _ABUSO SEXUAL DE NINOS Las familias abusivas ‘La mayorfa de las descripciones de familias en las cuales s¢ produ: ce el abuso sexual concuerdan respecto del acatamiento total a cier- tas convenciones, su rigida adherencia a una estructira patviarcal casi ssribe Jas familias de catereotipada, Herman (1981), por ejemplo, des corrteas femeninas de incesto que ella entrevist6, como “consene rates hasta el detalle”, donde los padres eran “patsiareas perfectos”. Fae tos familias, como cambién en aquellas en Ins que los pases fue- ea ereeductores” de sus hijas sin Hegar a abusar de ella, os roles ron hes eran muy tradicionales: muy pocas madres traba}aban. fuera del hogar, “la superioridad masculina eva incuestionable” y la mujer se eatada como sino tuviera desechos propios. Los padres domina tania menudo mediante el uso de la fuerza (Ia mitad de los informan- ee pabian visto como golpeaban a sus madres) y de sus nietos. Nuevamente, la confusién entre el afecto y la actividad sexual experimentada a menudo por nifios que han sido abusados sexualmente los convierte, mas adelante, en blancos preferidos para = explotadores sexuales, Con una autoimagen interna en la que se com- ~ binan la culpa, el reproche, el enojo y un sentido de desvalorizacién, SS Ycon una experiencia en la que las necesidades de dependencia se cibren mediante el rechazo o la explotacién sexual, las victimas del ‘abuso sexual pueden ser presa de hombres que prosigan con el abu- so de sus hijos. Estas mujeres con toda probabilidad seran las menos 68 ABUSO SEXUAL DE NINOS capaces de prevenir el abuso. Su propia historia las compele a creer gue las relaciones madre-hija son competitivas, ambivalentes y hosti- Jes; sus propias necesidades insatisfechas pueden ser tan profundas y ‘su autoestima tan baja, que los intensos reclamos de sus hijos (espe- cialmente, sus hijas, con quienes es més posible que se identifiquen) les provoquen ansiedad y rechazo. Finalmente, el reconocimiento del hecho de que se abuse del hijo aye un proceso dificil y traumatico para cualquie- ra; mas cuando se trata de mujeres que han sido abusadas, porque es probable que les renueve la desesperanza y la vergienza que sufrie- ron en su propia infancia. Quizés, entonces, no resulte sorprendente que la estructura familiar destructiva que rodea el abuso sexual con- inde en la generacién siguiente. Aqui deben aclararse uno 0 dos puntos. Mas arriba se cuestion6 la presentacién de las mnadres como agentes causales del abuso, y esto pareceria estar en contradiccién con ¢l relato posterior acerca de la frecuencia con que ocurren las rupturas en Ja relacién madre- hija. En realidad, no hay una verdadera contradiccién. Ward (1984), de manera caracteristica, expresa provocativamente la ecuacion: “Aun sila Hija sintiera a la Madre como rechazante, ninguna pide al Padre que la viole” (pag. 174). Las experiencias de la ruptura de larelacién y el abuso sexual no son la misma cosa: la primera puede significar que haya menos posibilidades de que el abuso sea descu- bierto 0 prevenido, pero las condiciones para el abuso sexual igual mente estan presentes, y éstas, como ya se sefialé en el capftulo an- terior, tienen su fuente en la psicologia masculina, no en la femeni- na. Ademas, cuando las madres dejan de proteger a sus hijos se debe, al menos en parte, a los mismos factores que generan el abi so. Fistos incluyen la dominacién de los hombres en las familias, le gitimada en gran parte por una postura ideolégica que convierte a las mujeres y los nifios en objetos de su propiedad. La experiencia corriente que tienen las mujeres de la violencia masculina y de la de- pendencia econémica que caracterizan la vida familiar, impide que Jas madres realicen acciones efectivas contra los hombres abusivos. ‘Nuevamente, la ley penal no garantiza que la accin que adopten. Jas madres protegeré efectivamente a ellas 0 sus hijos de abusos u teriores: la reiterada omisiOn de procesar a los abusadores es un cla ro ejemplo de ello. Las madres, especialmente las que han sido ellas «les empobrecidas o a1 (UN ASUNTO DE FAMILIA? 69 mismas abusadas, pueden temer que se las culpe por permitir que se produzca el abuso de sus hijos, un temor confirmado en la biblio- grafia profesional. Finalmente, todo esto predispone a los profesio- nales de la salud mental a criticar desfavorablemente a las madres por no creer 0 no saber cémo responder a las indicaciones de que sus hijos estén siendo objeto de abusos sexuales, cuando la sen- sibilidad de los profesionales mismos frente a estos hechos es tan reciente como precariamente establecida. Las mujeres tienen mu- cho més para perder. Conelusién En estos tres primeros capitulos se han incluido algunas descrip- ciones basicas del abuso sexual infantil y se han examinado varios enfoques para comprender sus causas, Hemos hecho hincapié en los factores inherentes a la sexualidad masculina y en la posicién de ni fios, que siempre hacen posible el abuso sexual. Hemos criticado los enfoques que colocan la responsabilidad por el abuso en los niiios 0 cen sus madres, pero también hemos lamado la atencién hacia la rup- tura general en Jas relaciones familiares y la falla de los mecanismos de inhibicién que acompaiia el abuso reiterado, Nuestro modelo es entonces aquel en que ef hombre con predisposicién para abusar (Gebido a su historia personal vinculada a elementos generales de la sextialidad masculina y costumbres sociales) tiene acceso al nifio que, por una cantidad de razones, no esta adecuadamente protegido con- ta él, Si se produce el abuso y se extiende sobre él un velo efectivo de secreto, los actos abusivos pueden repetirse amenos que se movilicen, factores de inhibicién, para lo cual reviste aqui una especial impor tancia el rol de la madre. Este modelo, en cualquier caso especifico, distingue entre: a) una explicacién retrospectiva de las relaciones que rodearon el abuso, y b) la responsabilidad por el abuso, que recae indudablemente en el abusador, aun cuando (especialmente desde el punto de vista de! nitio) puede atribuirse a la madre o a otros cuidadores por haber omi- tido protegerlo. Cada episodio individual de abuso sexual de nifios se produce dentro de un contexto particular de relaciones persona- narantes, y en un contexto general de ele- 70 ABUSO SEXUAL DE NINOS mentos de explotacién en Ia sexualidad masculina y de un someti- zar a aportar guias de referencia para la intervencién y la terapia. En Ja Segunda Parte, explicamos estas gufas detalladamente, poniendo énfasis en los procedimientos practicos. SEGUNDA PARTE, LA PRACTICA TERAPEUTICA

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