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Perdón por el chiste de Forges, pero me parece oportunísimo… y serio. Deja muy claro
lo que hemos dicho antes.
Efectivamente, es fácil cometer errores y se cometen:
Cuando sea mayor…ahora es chiquito… no entiende…Pues si no sabe, enséñalo
o aprenderá mal, porque “aprender es un hueco que se ocupa con algo”. Hay normas
que se asumen desde el nacimiento: los horarios, los ciclos de luz, el estilo familiar...
El deseo de corregir en los hijos nuestras carencias, puede llevarlos a que no
aprecien lo que tú aprecias tanto: lo que no has tenido. Así, damos TODO a cambio de
NADA y pueden llegar a creer que la vida es gratis. Conviene ahorrarles decepciones,
porque ésta sí es una gran decepción. Es bueno que tengan lo que nosotros no hemos
tenido y, de hecho, lo van a tener. No se lo devaluemos, porque entonces les estamos
dando algo “sin valor”.
NO SÉ QUÉ HACER con el niño. Puedo asegurar que es una frase que vamos
oyendo con frecuencia los maestros y los orientadores. Y de padres de niños cada vez
más pequeños. CREO QUE ES EL PRIMER INDICADOR DE FRACASO en la tarea
de ser padre o madre. No se puede decir, y mucho menos delante del niño, aunque esté
uno desesperado. Hay que hacer frente a las dificultades en una de las tareas más
importantes de nuestra vida. No siempre va a estar dispuesta la escuela, la autoridad
civil, la policía… a hacer nuestro trabajo. Además, qué diríamos si esas instancias
pretendieran antecedernos en educar a nuestros hijos… Educar es un asunto de toda la
tribu pero, en primer lugar, DE LOS PADRES. Educar mal a un hijo es no saber
quererlo.
LA DISCIPLINA.- Durante mucho tiempo la hemos identificado con castigo,
dureza, maltrato, tiranía… y así nos va. La tiranía se ha cambiado de bando. Como
siempre, lo difícil es dar con LA MEDIDA (en el punto medio está la virtud). A todos
nos gusta o nos llama la atención una demostración deportiva, gimnástica, de danza.
Nadie duda que detrás de eso hay muchas horas de ensayo, esfuerzo… disciplina al fin.
Bien, pues no todos seremos artistas, pero debería haber unos mínimos. Cuando nuestro
hijo se porta bien y nos lo hacen saber, nos llenamos de orgullo, pero parece que
estamos perdiendo el pudor cuando sabemos que no lo podemos llevar a una tienda
porque da la nota…a un parque, porque da la nota…a un bar, porque da la nota…O lo
llevamos y da la nota!
Los niños no deciden. Mejor dicho, los niños deciden lo que pueden decidir,
pero las cosas de los mayores las deciden los mayores. No se puede poner en manos del
niño si estudia o no, si vamos o no de vacaciones, con quién salimos…
Acudir a la “hiperactividad” es, con frecuencia, refugiarse en un modelo clínico
para tapar nuestra indolencia y falta de carácter para poner límites. Hay niños con este
síndrome, pero bastantes menos de los que pensamos. Fabricamos hiperactivos porque
es más fácil que afrontar nuestros compromisos. Porque estamos desquiciándonos y
desquiciando a los niños con muchas experiencias, rápidas y constantes, con un
consumismo excesivo y una baja tolerancia a la frustración.
Aumentan las noticias de hijos que agraden a sus padres; puede parecernos
increíble, pero ocurre y no se pueden imaginar los problemas que están dando algunos
niños pequeños… Por fortuna no son todos, pero evitarlo está en nuestras manos, en
SUS manos.
En la olla, que no es más que un depósito de ingredientes, caben muchas más cosas.
Incluso algunos de esos factores, como “experiencia” admite grados y clases. Podemos
meter también, para bien y para mal, “escuela”, “nuestros miedos”, nuestras
frustraciones, nuestros ejemplos…nuestra forma de andar. LA MEDIDA, en el centro y
final del embudo, porque creo que uno de los trucos y secretos de todo esto.
Efectivamente, son lo que hemos querido y podido conseguir que sean.
El modelo de PROBABILIDAD.
Efectivamente, juega la suerte, pero no debemos olvidar que SUELE tocar más al que
más juega. Si llevamos muchas papeletas para que nos toque: buena educación, límites,
cariño, preocupación, cuidado…tenemos más probabilidades de conseguir para ellos el
equilibrio emocional que buscamos. Todos conocemos casos de hijos ejemplares en
familias que no lo son y lo contrario; ahí están los casos de suerte. Pero coincidirán
conmigo en que interesa no dejar a la suerte algo tan importante como la educación de
los hijos.
Si el hijo ve buenos ejemplos y actuaciones ordenadas con normas coherentes, es
más fácil que tome ese camino antes que otro. Esto es como tantas cosas, el que más
viaja, tiene más probabilidades de tener un accidente, pero habrá quien haya hecho sólo
1 y éste ha sido el del golpe…
Para terminar…
Enseñar con el ejemplo tanto como con la palabra. Los niños son como esponjas
para tomar modelos y ejemplos:
- Si resuelvo mis problemas de forma crispada, él aprenderá a hacerlo.
- Si ve a sus mayores perdiendo los papeles ante un roce en el tráfico o en la casa,
aprenderá cómo tiene que resolver esas situaciones.
- Puede que, alguna vez, nos preocupen mucho los ejemplos e influencias que
recibiría si le tocara en otro colegio, pero no queremos ver los que le estamos
dando nosotros, aunque estemos convencidos de que no son los mejores…
- Si oye decir que su maestra dice tonterías, sirve de poco mandarlo al cole.
- Si ve al padre o la madre haciendo aspavientos porque “el árbitro nos robó el
partido” no debe extrañarnos que luego no soporte perder en sus juegos.
- Si ve en casa dos modelos distintos de exigencia, de límites, de demanda de
responsabilidad… tomará el camino del medio y hará lo más conveniente para
sus intereses del momento, o sea, lo más cómodo.
LA MEDIDA, una vez más, es el secreto. No es fácil, pero merece la pena.
Espero no haberles asustado. Hablar desde la experiencia tiene el inconveniente
de que se pueden cargan las tintas en lo negativo. Es verdad que estamos ante un
material muy sensible, que nos jugamos mucho, pero es verdad que “podemos jugar
muchas papeletas para ganar” y ganamos la mayoría de las veces. Ahora estamos a
tiempo. He añadido DISFRUTADLOS porque, al final, nos dan satisfacciones.
LA FRASE no ha perdido vigencia por antigua. Se atribuye a Pitágoras (2600
años), pero es lo de menos, porque sirve para hoy. Los antiguos nos han dicho que el
árbol nuevo se dobla, pero el crecido se quiebra. El hormigón puede moldearse en
fresco, pero no cuando fragua.
Puede que educar no sea fácil, pero es posible y, sobre todo, NECESARIO.
Y unos versos libres, que vienen “a medida”: