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PADRE, PADRONE

EMANCIPACIÓN POR LA VICTORIA DEL SIERVO

CURSO HUMANIDADES
CINE Y FILOSOFÍA: LA FIGURA DEL PADRE
Y SUS CONFLICTOS

Marta Medina Núñez


3º Periodismo y Comunicación Audiovisual
“Tieni, anche mio padre aveva questo”
(Toma, mi padre también tenía esto)

Padre padrone es una historia real que describe la vida de Gavino Ledda, un hombre
oprimido que eligió, como instrumento para su liberación, la palabra y la comunicación.
Se dedicó al estudio de las lenguas clásicas realizó su doctorado sobre los estudios de
lingüística, especializado en la estructura e historia de las lenguas y en el dialecto sardo.
Escribió Padre Padrone. L'educazione di un pastore en 1974.

La teoría de Gramsci sobre la "hegemonía" cultural que las clases dominantes


logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de
las instituciones religiosas y de los medios de comunicación parece ser el respaldo sobre
el que se escribió este guión: a través de estos medios, las clases dominantes "educan" a
los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras
como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad revolucionaria.1

El film está enmarcado por un prólogo y un epílogo en los que aparece el


escritor y autor real de la novela. Después de cada uno aparece la secuencia en donde se
muestra al padre entrando furioso en el aula de su hijo y llevándoselo a la fuerza para
convertirlo en pastor. Todo ello en una escuela ausente de decoración que no es tanto un
refugio como una abstracción equivalente a la del Estado que se opone a las necesidades
concretas del padre y patrón de la familia de los Ledda. Por lo tanto, se produce un
cruce de “autoridades”: la autoridad de la escuela, legitimada a partir de una ley de
obligatoriedad escolar, y la de un padre violento que considera esta Ley una forma de
atentar contra su economía, ya que necesita el trabajo de su hijo para su propia
subsistencia.

Del hecho de comenzar y acabar el film con la misma secuencia se deduce el


triunfo de la conciencia de Gavino. Se trata de mostrar, de manera explícita, el acto de
volver al lugar que había supuesto el fin de su educación y fruto de su ignorancia para
empezar de nuevo. Resulta curioso cómo los hermanos Taviani escogieron retomar la
escena inicial, pero ya no desde la perspectiva del niño sino desde la de su padre. Esta
“conciencia ganada” se inclina entonces hacia la comprensión del antagonista de esta
historia, del padre y padrón.

Partiendo, una vez más, de esta primera escena, debemos señalar que si la
familia y la escuela constituyen instituciones claves en la producción de subjetividad
infantil; al separarlo de ambas el padre borra la diferencia entre su mundo adulto y el
mundo de su hijo. Al obligarlo a compartir con él la lucha por la supervivencia, lo
destituye de su lugar de niño y por consiguiente, le impone una inmediata adultización.

La película narra unos acontecimientos, pero también deja una puerta abierta a la
reflexión. Sirve de base para realizar un repaso reflexivo sobre la amistad, el espíritu de
superación, el conocimiento y su aprendizaje, el rechazo de la injusticia, el derecho a la
educación y los factores que lo entorpecen. El film pues, es un pretexto que introduce
otros temas más amplios como el silencio, la falta de educación o la dependencia, unas
cuestiones que emanan de la relación padre-maestro/hijo-esclavo.
Padre-Padrone-Patrono-Padre nostro-Patriarca-Padrino
(Padre-Patrón-Patrono-Padre nuestro-Patriarca-Padrino)

Gavino crece bajo la obligación y el sacrificio opresivo de la fuerte personalidad de un


padre que tiene una concepción de la realidad inclinada a considerar como “nula”
cualquier persona que no haga uso de sus propios brazos para producir. Un hombre
calculador y matemático, obsesionado por todo aquello que sea el fruto resultado del
trabajo y sacrificio personales; de aquí el nombre de “Padre padrón”.

Resulta interesante analizar el personaje del padre pues es, quizá, uno de los
aspectos que dan grandeza al film. El rol que toma bien podría ser comparable a la
figura del oikos despot (padre déspota) de la antigüedad griega, un padre consciente de
que privar a su hijo de la educación para enviarlo a cuidar ovejas no es lo más adecuado
ni conveniente para él pero que, sin embargo lo hace, pues “quieren que entreguemos a
nuestros hijos a la escuela obligatoria cuando la pobreza es la obligatoria”.2

La figura del padre encierra una autoridad rígida que oprime al niño hasta el
punto de reducirlo a una condición salvaje, casi animal. Algunas escenas del film como
en las que se nos muestra la vida solitaria de Gavino en el monte, la comparación que él
mismo hace entre ser “pastor-campesino” y “siervo de la gleba”, el hecho de "no tener
nombre", sino ser siempre "el siervo de..." remiten a este tipo de vida en la que el
muchacho se encuentra atravesado por la cultura y el lenguaje desde el limitado marco
que impone su Padre, y que no es otro que el del trabajo.

“Tu non sei il patrone di nessuno”


(Tú no eres el patrón de nadie)

Gavino recorre un largo camino en el que logra, en parte, liberarse de los reductos de la
ignorancia en la que su posición le había situado. Un camino representado por el
acercamiento entusiasta y casi ingenuo hacia un viejo diccionario que le presta un
compañero y cuyas enseñanzas sobre literatura representan una verdadero acorde
ascendente que le acerca a su meta final: la conciencia de sí mismo y la decisión de no
ser por más tiempo siervo de nadie, sino de perseguir sus propios intereses: los estudios
literarios en la universidad y la profunda búsqueda en los meandros de la lengua italiana
y de sus matices.

La chispa que da paso a este camino está bien representada por la cómica escena
de los músicos de acordeón que tanto le llaman la atención al protagonista y que, hasta
ese momento, siempre había permanecido inerte y espectante ante las elecciones del
padre. Gavino se fascina por la música y quiere acercarse a ella, quiere “aprender”, un
verbo que ganará importancia a la vez que se convertirá en una constante a partir de este
instante.

Gavino aprende algo fundamental, algo que consigue incluso trasmitir al


espectador: la literatura en su caso y, en general, el crecimiento intelectual es un arma
muy fuerte que en otro status social le hubiera permitido disfrutar de un gran privilegio
respecto a “la masa” ignorante. Sin embargo, está a tiempo de madurar –en términos
intelectuales- y el ejército va a ser la llave que le abrirá todas las puertas de su futuro: el
aprendizaje del lenguaje, los enfrentamientos con su padre, la liberación y la su
reconstrucción como persona, ser humano capaz de tomar decisiones por sí mismo.

La distancia con la que se muestra al protagonista vivir su proceso de


emancipación mediante la cultura parece ser lo suficientemente grande como para que,
pese a su brutalidad, parezca algo natural. Un ejemplo lo encontramos en la práctica de
la sexualidad con animales, ya fueran ovejas o gallinas, entendido como parte de un
orden y mostrado no como una aberración sino como un “acto normal” en la vida de los
jóvenes pastores italianos de los años 50. Esta misma distancia se ve reforzada por la
forma con la que la película ha sido proyectada: predominio de planos generales sobre
planos detalle. Las palizas que le propinaba el padre, por ejemplo, no aparecen con
primeros planos ni con sonidos que produzcan un efecto que haga hablar a la violencia,
sino que se presentan como un elemento más del paisaje, un pequeño punto en la
pantalla.

Una escena clave para entender el ya avanzado proceso en su camino hacia la


liberación es aquella en la que padre e hijo están en la cocina. Gavino le sirve la cena y
el padre/patrón le exige apagar la radio, éste en cambio sube el volumen, llenando la
habitación de notas musicales y desafiando a su padre (que ya no es patrón). En este
caso, la música gana terreno a las palabras y se impone ante el padre como un arma a
favor de la liberación del siervo, quien al final, logrará su objetivo: “he descubierto que
también los corderos, e incluso los criados, deben estudiar. Voy a desilusionarte ahora,
porque no te obedezco”.

Una fisarmonica per due pecore


(Un acordeón por dos ovejas)

Esta lucha contra la figura del padre, ya nombrada anteriormente, es una lucha por el
poder del lenguaje (que se inicia con la música). Algo que se refleja muy bien en la
pelea del protagonista con el lenguaje y en la que tiene con su padre (por culpa del
poder de la palabra) con ello, se deduce que no es una lucha de clases sino la capacidad
de tomar el lenguaje.

En palabras de Gavino: “Soy hombre porque me dicen que lo soy”; esta


definición de la humanidad se origina del acto de hablar, o bien del acto de escuchar
hablar a un emisor. La lengua puede ser la nuestra pero ésta se vuelve ajena cuando de
otra persona escuchamos algo que no sabemos del mundo que conocemos. Gavino
toma conciencia de ser hombre cuando aprende el italiano, cuando rompe con la soledad
del campo y el enjaulamiento cultural de un dialecto sardo sin herramientas para
nombrar la verdadera realidad. La lengua italiana permitió a Ledda reconocer todo lo
que vio a lo largo de su vida y que, hasta el momento, no había podido encontrarle un
nombre, ni un sentido porque sus ojos no estaban educados por las palabras.

La secuencia en los tanques donde el protagonista enumera aquellas palabras que


ha aprendido lo reafirma pues se trata del momento en el que pone nombre a sus
recuerdos: “Niño, Párvulo, Salvaje, Agreste, Siervo, Lánguido, Frío, Entumecido,
Masturbación, Exclusión, Deportación, Obsceno, Padre-Patrón-Patrono-Padre nuestro-
Patriarca-Padrino”. Esta última asociación que hace con la palabra "Padre" señala el
lugar que éste ocupaba en su vida, una autoridad imposible de cuestionar.
Gavino fue obligado a vivir en un mundo sin palabras, no es arriesgado decir que
sea la misma entrada a la alfabetización la vía que lo conduzca a la liberación. En este
sentido, Hanna Arendt nos recuerda que la facultad del "habla" era lo que diferenciaba a
los griegos de los bárbaros y al hombre libre del esclavo: "Los griegos, que vivían
juntos en una polis trataban sus asuntos por medio del lenguaje, mediante la persuasión
y no por la violencia, mediante la coerción sin palabras". En cambio "los bárbaros
tenían gobiernos violentos y eran esclavos obligados a trabajar, y ya que la acción
violenta y el trabajo pesado se semejan porque ninguno de los dos necesita del habla
para concretarse, los bárbaros y los esclavos se definían como (...) seres que no vivían
unos con otros primariamente gracias a las palabras".3 Con esto, retomamos el
significado de aprender las palabras, nuevamente como la posibilidad de humanizarse.

La educación, por tanto, se convierte en una transición de la violencia a las


palabras y de las palabras a la música. Aquella escena en la que el niño vuelve a su
pueblo, ya como un hombre que sabe leer y escribir, y se enfrenta a su padre en la calle
tiene relevancia pues se convierte en el momento de fisura de la relación esclavista. El
protagonista tiene ahora un “arma” contra su padre: la palabra. Forma parte de una
cultura con unos valores que difieren radicalmente de los que tiene su patrón, quien se
inclina más hacia lo práctico y lo matemático. Aunque el hijo vuelve a trabajar con él
para seguir estudiando en Cerdeña, la situación ya no es la misma. Podríamos incluso
decir que el conocimiento le sitúa a él como autoridad frente a su padre.

Por otro lado, no es casual que sea el encuentro con el acordeón y, en general,
con la música (con la cultura) lo que le lleve a hacer preguntas, a querer saber, a querer
ser otra cosa de lo que es. Según el sociólogo Norbert Elías, la institución de humanidad
es un proceso que se vincula con el acceso al conocimiento, con lo que él denomina "ese
conjunto de símbolos construidos por los hombres que tienen la capacidad de
proporcionarnos a los humanos medios de orientación". Los seres humanos, dice Elías,
tienen que adquirir de sus mayores y por medio del aprendizaje estos conjuntos de
símbolos sociales con sus correspondientes significados. Elías aclara: "específicos
conjuntos de símbolos sociales significativos tienen a la vez la función de medios de
comunicación y de medios de orientación y sin el aprendizaje de los símbolos sociales
dotados de esta doble función, no podemos convertirnos en humanos”. 4 Las imágenes
de la película muestran con mucha fuerza el acceso a ese "fondo social de
conocimientos" aquello que, en definitiva, le abre la entrada a la humanidad.

Si atendemos a las ideas de Barthes, teórico cineasta estructuralista, cualquier


expresión de lenguaje genera significados sociales. Decía que el acto de “nombrar” a
través del lenguaje era conocimiento pues, si uno no sabe denominar los objetos es
porque no sabe lo que son y, por lo tanto, no los conoce. 5

La música, sin embargo, no sólo representa la adquisición de los conocimientos


del protagonista a través del lenguaje, sino que hace avanzar la historia y le habla al
espectador: cada nota indica no sólo una acción sino también un estado de ánimo. Un
ejemplo muy claro lo encontramos en los balanceos del protagonista que revelan
instantes de mucho stress (un mecanismo físico de volver a acunarte) aparece en tres
ocasiones unidos a esa música que recuerda a la soledad. Además, esta melodía está
acompaña por un repiqueteo de campanas.
En definitiva, la banda sonora de Padre padrone es todo un modelo de la
utilización narrativa y dramática del sonido, que culmina con la música del acordeón en
el redil -Mozart y Strauss están allí-, provocadora de la rebelión final de Gavino.

“Teníamos un problema hasta de lenguaje”


F.Kafka

En la “Carta al padre” de Kafka se encuentran muchas similitudes con la película ya


que en ambos casos, incluso el intento de hablar y escribir se convierte en un elemento
de frustración (que no es otra que la frustración de los deseos encarnada en la figura del
padre). Al igual que en Padre padrone, existe una lucha por el lenguaje, por el poder
que otorga la palabra: el mismo lenguaje que el patrón le ha prohibido y que se
convierte en un elemento de reconstrucción.

En palabras de Kafka: “el mundo se dividía en tres partes: una, en la que vivía
yo, el esclavo, sometido a las leyes inventadas solo para mí, y que, sin saber por qué,
nunca conseguía cumplir a satisfacción; luego, una segunda, infinitamente lejana, en la
que vivías tú, ocupado en gobernar, dictar decretos y enfadarte ante su incumplimiento
(…)”.6 este mundo que describe el autor bien podría compararse con el que se
representa en la película a través de la mirada del joven Gavino. Un universo limitado a
la relación esclavo/amo impuesta por el padre hacia el hijo en donde frente a la palabra
del patrón no “había defensa posible”.

Pero hay que señalar que esta lucha contra el patriarcado no es sólo física.
También es una lucha contra la religión, pues se identifica al padre con dios, con la
emancipación de la voluntad. Esto es, precisamente, lo que da el tono a la película, un
film que procede del neorrealismo italiano donde se produce una mirada antropológica,
social e histórica así como la destrucción del patriarcado clásico.

“Oggi è toccato a Gavino, domani toccherà a voi”


(Hoy le ha tocado a Gavino, mañana os tocará a vosotros)

Algunos analistas han opinado que la película es una fuerte crítica a la sociedad
patriarcal de la Cerdeña de los años 50 (recordemos que el niño sólo conocía el dialecto
local, el sardo). Es en el servicio militar donde aprende la lengua de su país, podríamos
decir que allí se pone en juego algo de la identidad nacional, pues en ese lugar
aprenderá, por ejemplo, el sentido de la Bandera

Hoy en día, las generaciones más jóvenes no abrazan la palabra escrita para
reevaluar su origen ni su realidad, sino que ceden ante otros valores y formas de
hegemonía. Éstas ya no están relacionadas con el silencio y la soledad rural sino con la
estridencia del capitalismo, que va en paralelo con una progresiva desvalorización de la
palabra escrita. Se advierte en los suspensos en los exámenes, en el progresivo descenso
del nivel en la televisión, así como en el debate público y político. Ver esta película con
esta realidad de fondo hace pensar que nosotros también podríamos estar, en cierto
modo, volviendo al principio, pero a un principio arcaico que nos impide el progreso.
Bibliografía

• López Pino, I. Marx, Lenin y Gramsci ante el problema de la hegemonía


http://cenit.cult.cu/sites/revista_islas/pdf/124_13_Israel.pdf (1)

• Hnos Taviani. Padre padrone, 1977. Italia. (2)

• Arendt, H. (1996) Entre pasado y presente. Ocho. (3)

• Elías, N, Conocimiento y poder. La piqueta, Madrid. (4)

• Barthes, Apuntes sobre la Teoría de la comunicación audiovisual, tema 4 “el


estructuralismo”, profesor Asier Aranzubia, primer cuatrimestre del curso de 3º
de periodismo y comunicación audiovisual. 2007-2008. Universidad Carlos III
de Madrid (Getafe). (5)

• Kafka, F, Carta al padre. Fotocopias del curso de humanidades Cine y filosofía:


la figura del padre y sus conflictos. Profesor Carlos Thiebaut, 2007-2008.
Universidad Carlos III de Madrid (Getafe). (6)

• Apuntes del curso de humanidades Cine y filosofía: la figura del padre y sus
conflictos. Profesor Carlos Thiebaut, 2007-2008. Universidad Carlos III de
Madrid (Getafe)

• Wikipedia italiana: http://it.wikipedia.org/wiki/Padre_padrone_

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