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Cada creacin literaria es la mitad. L a otra,


complementaria para el esplendor inagotable, la
adiciona el lector. Simbiosis sin la cual el vaco,
para muchos afanes de la condicin humana, sera
aterrador.
L a primera mitad, el libro, es misteriosamente
circunscrita, rgido y bello desafo en s misma.
Pero infinitamente variada y trascendente en virtud
de la segunda mitad, acaudalada de vivencias, por
siempre, de lectores : palabra tras palabra, pgina
tras pgina. Con tibieza de manos, cariosa
insistencia de ojos y sensibilidad comprometida,
al tesoro cerrado se le aporta respiracin de nuevo,
se multiplica al rescatarlo con vivacidad del inters,
se interpreta y analiza y valora y admira, y hasta
se recrea, en proceso de lcida decantacin
convertido en deleite inolvidable, o aventura
intelectual que nos enorgullece, porque salimos de
ella embellecidos. (Slo despus recordaremos al
autor como a un hermano que se multipca, exiliado,
en adicciones de las preciosuras). U n libro sin
lectura sera el ms hermoso y resonante fracaso
de virginidad y silencio.

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