LA VOZ DEL INTERIOR
CÓRDOBA. DOMINGO 1 DE FEBRERO DE 2009
HISTORIAS DE AMOR
arlos Gardel podría haber dicho de
sí mismo lo que dice aquella letra
de tango: “Tuve muchas, muchas
minas/ pero nunca una mujer”.
De todos los romances que se le en-
dilgan, algunos fueron reales y a otros se
los inventaron. Entre 1913 y 1935, el año
de su muerte en Medellín, se le conocie-
ron novias circunstanciales y eternas,
mujeres adjudicadas, amantes tempora-
rias, damas que lo mantenían y otras a
las que mantuvo, y hasta presuntas viu-
das que lo lloraron tras el accidente.
Gardel logró convocar sin proponér-
selo las ansiedades femeninas y las en-
vidias masculinas. Prototipo de Don Juan
a la violeta, frecuentador de prostitutas
y aristócratas, hijo pródigo y modelo de
hijo, sobre él se tejerían las más increí-
bles fantasías amatorias y las hipótesis
más misteriosas.
Sin embargo, ni una sola mujer de las
que tuvo se convertiría en la mujer de su
vida. Muerto a los 45 años, cuando el mi-
to ya había nacido, la historia de Carlos
Gardel no sería más que una intermina-
ble historia de amor en continuado.
Amor de madrugada
Cronológicamente, el primer romance de
Gardel fue una madama de cabaré por la
que casi lo matan. Giovanna Ritana, a
quien los noctámbulos porteños conocían
como Madame Jeanette, regenteaba una
casa de citas en la calle Viamonte, y allí
la había conocido. El encuentro se pro-
dujo la madrugada del 28 de diciembre
de 1913, cuando el cantor y sus amigos
fueron a tomar unos tragos.
Gardel quedó tan impresionado por la
mujer, que se inventó un pretexto para
volver a verla: se dejó “olvidada” la gui-
tarra, y al día siguiente regresó a bus-
carla. Fue el comienzo de una relación
esporádica pero prolongada, de la que lri-
neo Leguizamo sería testigo.
El problema es que Madame Jeanette
no era una mujer soltera que pudiera dis-
poner de su vida. Estaba casada con Juan
Garesio, un tratante de blancas dueño del
Chantecler, que en cuanto se enteró de
los amoríos de su esposa mandó matar a
Gardel. La noche del 15 de diciembre de
1915, el cantor fue baleado a la salida del
Palais de Glace, donde había festejado su
cumpleaños número 25.
La novia de Gardel
El 24 de abril de 1934, desde Nueva York,
Carlos Gardel le escribía a su amigo Ar-
mando Defino: “Asunto Isabel: ya te dije
que para mí es asunto terminado, defi-
nitivamente terminado, y así debés con-
siderarlo. Le mandaré una carta rajante
que espero será la última. Si quieren con-
servarme como amigo, está bien; de lo
contrario, le corto la respiración sin man-
darle más nada. Así debés decírselo, so-
bre todo a la familia. Te repito que quie-
ro que des por absolutamente terminado
este tema, y que te hagas eco de mi ma-
nera de pensar ante esa gente. A ver si
creen que estoy contratado con ellos pa-
ra toda la vida”.
La carta, a la que seguirían otras de
igual tono, documenta el final de la rela-
ción entre el cantante e Isabel Martínez
del Valle, quien hasta poco antes de su
muerte, ocurrida en 1990, se seguía lla-
mando a sí misma “la novia de Gardel”.
El encuentro entre ambos se había pro-
ducido a fines de 1921, cuando ella tenía
13 años y él 31.
Hay dos versiones sobre el romance
que el cantor mantuvo con Isabel. Una,
naif, tiene como fuente a la propia mu-
jer, y fue creíble hasta que se conocieron
las cartas que Gardel le había mandado
a Defino. Esta versión habla de un no-
viazgo casi formal, donde la chica se in-
corporó a la vida del cantante y hasta par-
ticipó de sus rutinas cuando él estaba en
Buenos Aires. En esta versión edulcora-
da, Gardel llamaba “Gorda” o “Nena” a
Isabel del Valle, y ella a su vez le decía
respetuosamente “Carlos”. Él la colma-
ba de regalos, le consultaba asuntos pro-
fesionales y la consolaba por una obesi-
dad incipiente: “Me decía que las muje-
res le gustaban llenitas, como yo”, con-
taría años después.
La otra versión tiene como fuentes a
los amigos del cantor y a su correspon-
dencia, y pone de manifiesto que las co-
sas no eran tan color rosa como las pin-
taba Isabel. En principio, a poco de em-
pezar, la relación se había enfriado y el
cantor había quedado entrampado en su
fama de seductor: los hermanos de Isabel
lo habrían extorsionado amenazándolo
con denunciarlo por estupro, y Gardel
había tenido que convertirse en el sostén
económico de toda la familia.
Poco después de Medellín, cuando la
supuesta extorsión ya no podía prospe-
rar, Isabel del Valle se casó, tuvo un hi-
jo y se radicó en Punta del Este. Los es-
tudios de canto que Gardel le había pa-
gado en Italia le sirvieron de poco, y ape-
nas si actuó sin público ni suceso. Como
actriz trabajó episódicamente con Nar-
ciso Ibáñez Menta en El fantasma de la
Ópera, y el 4 de mayo de 1990 murió en
la casa de Villa Ballester donde vivía.
Hasta el fin de sus años estuvo conven-
cida de haber sido el único amor de Car-
los Gardel.
Temas
POR JORGE CAMARASA
ESPECIAL
Zorzal
sin nido
La biografía
afectiva de
Carlos Gardel
está tan
plagada de
misterios como
de nombres de
mujeres.
de mujeres que presumieron de haber
sido sus amantes. El caso más conoci-
do puede que sea el de Mona Maris –Ro-
ma Emma Capdevielle Castro Moreno–,
que en 1934 protagonizara con el can-
tor la película Cuesta abajo.
En 1990 habló extensa y ambigua-
mente sobre su relación con Gardel:
“Era un ser encantador y muy buen mo-
zo. Había logrado una madurez inte-
lectual y refinamiento en sus costum-
bres. Me sentí muy atraída por su per-
sonalidad, y creo que a él le impactó la
mía. Teníamos algo en común: los dos
éramos hijos del amor”.
Historias secretas
La historia que menos se le conoce a
Gardel tal vez sea la de Loretta Dartés.
La mujer, nacida Peregrina Otero, contó
su historia en 1982 al periodista Andrés
Bufali. Había nacido en Portugal y
había llegado a Buenos Aires en 1911.
Al principio había trabajado como tra-
pecista en el circo de Frank Brown y
después en el Sarrasani, pero un acci-
dente le había cortado la carrera.
Se casó, enviudó al poco tiempo y en-
seguida se quedó sin trabajo, y a prin-
cipios de los años ’30 consiguió empleo
como silbadora entre película y pelí-
cula en un cine de la calle Lavalle. Una
cosa trajo la otra y hasta un amante que
era directivo de Radio Belgrano, y un
fin de semana que estaba en Montevi-
Sentimiento peligroso Enrique Cadícamo su bello Madame deo se encontró con Gardel.
Tras el balazo del marido de Madame Ivonne. Después de charlar un rato lo visitó
Jeanette y la extorsión de los hermanos en su habitación del Hotel Español don-
de Isabel del Valle, Gardel se había con- Hombre irresistible de los dos se alojaban, “y me convertí
vencido de que su forma de concebir el César Tiempo describiría a Gardel co- en su amante: lo fui durante casi un año,
amor era peligrosa, y desde fines de los mo un hombre irresistible y desconfia- hasta que murió en el accidente de Me-
años ’20 sus relaciones empezaron a ser do: “Nunca tuvo pasiones –lo que se lla- dellín”.
menos comprometidas. ma pasiones– con mujeres del ambien- ¿Cuántas mujeres, según ellas, es-
En setiembre de 1928 había llegado a te. No porque las desdeñara, no porque tuvieron con Gardel hasta el final?
París, y allí iba a encontrarse con Ivon- se considerara un ser excepcional en el Además de Loretta, la ya mencionada
ne Guitry, quien le sacudiría la modo- medio, sino porque aspiraba a separar Isabel del Valle, y quizá hasta Ivonne
rra y le haría olvidar las traumáticas ex- bien la madera del sámago, a no dejar- Guitry y la actriz Gaby Morlay.
periencias amatorias argentinas. se engañar por un sentimiento que traía Sin embargo, la última mujer que es-
Según la bio- emponchado un tuvo con el cantante es una desconoci-
grafía que ella mis- deseo subalterno da que “eligió” a su llegada a Bogotá en
ma ha contado, la ¿Cuántas mujeres, según ellas, de encaramarse y vísperas de su muerte. Quienes la vie-
Guitry había naci- saltar, aprove- ron aseguran que no tenía más de 17
do en el seno de
estuvieron con Gardel hasta el final? chando su presti- años, mascaba chicle incansablemente
una familia inte- Además de Loretta, Isabel del Valle, gio como tram- y “era una rubia insulsa y sin encantos”.
lectual húngara Ivonne Guitry y la actriz Gaby Morlay. polín”. Aunque moriría pocas horas des-
arruinada por la Esta imagen de pués, no fue esa chica el último miste-
crisis económica,
Sin embargo, la última mujer que hombre irresisti- rio femenino en la vida de Gardel. El
y se había salvado estuvo con el cantante es una ble, de hombre que último, en realidad, fue una mujer pre-
a sí misma casán- desconocida que “eligió” en Bogotá. conseguía todo lo suntamente llamada Estrellita Rigel,
dose con un aristó- que se proponía, que intentó suicidarse en Nueva York
crata al que llama- iba a estrellarse cuando se conoció la muerte del can-
ba “mi príncipe encantado”. Tenía en- por lo menos contra la frialdad de María tor.
tonces 16 años, y su matrimonio duraría Magdalena Nile de Río, más conocida La mujer había ido hasta el Middle-
dos. como Imperio Argentina. Ella, al pare- town Hotel, donde Gardel se había hos-
En 1928, separada, joven y rica, vivía cer, fue la única mujer que resistió a pedado la última vez, y allí había fra-
sola en París y había pasado de ser con- pie firme los encantos de Gardel. casado en su intento de matarse. Su his-
sumidora de cocaína a morfinómana. Se habían conocido en España, don- toria no habría sido más que un acto de
Gardel y ella se conocieron en el cabaré de él había actuado con intermitencias histeria, si no hubiera sido porque una
Palermo de la rue de Clichy. A poco de durante sus temporadas en Europa, y mujer de igual nombre concurriría des-
empezar a salir, “ese hombre se me fue años después contaría: “Trabajé muy a pués durante años al Hollywood Me-
entrando en el alma. Sus palabras eran gusto con él. Por un lado era un ser de- morial Park, y cada vez dejaría men-
seda, sus frases iban cavando la roca de masiado sencillo, y por otro un hombre sajes sobre la tumba de Rodolfo Valen-
mi indiferencia. Me volví loca”. de una egolatría total. Era muy guapo, tino. Esos mensajes, invariablemente,
Aunque la historia no es clara, Ivon- también muy enamoradizo. Me quiso acababan firmados: “La esposa de Car-
ne parece haber seguido a Gardel a su poner un poquito los puntos, pero a mí los Gardel”.
regreso a Buenos Aires, y haber que- me gustaba otro tipo de hombre”. A este hombre incorregible, enamo-
dado varada en el río de la Plata. Para El rechazo de Imperio, sin embargo, radizo y mujeriego, no le hubiera sor-
algunos historiadores del tango, pudo es menos conocido que los éxitos que prendido. Toda su vida había sido una
haber sido ella la musa que inspiró a Gardel tuvo, y su mitología está llena única historia de amor en continuado.
5 F
SEÑALES
POR EMANUEL RODRÍGUEZ
DE NUESTRA REDACCIÓN
¿Qué era eso de los “blogs”?
La Feria del Libro de Cosquín replicó la
semana pasada, a escala cordobesa, una
de las mesas de debate más frecuentes
en eventos literarios: la mesa tenía el tí-
tulo “La vigencia de los blogs”, que, por
irrelevante que parezca, es la discusión
más o menos de moda en los cibercírcu-
los ligados a literatura. Los invitados fui-
mos José Playo (revistapeinate.com.ar),
Iván Ferreyra (ivanferreyra.blogspot.com)
y yo (sin blog por el momento). Hablar
de la vigencia de algo es una manera
elegante de anunciar su muerte, su de-
saparición, o por lo menos su decaden-
cia. No se arman mesas de debate para
hablar sobre la vigencia de la autoayuda,
por ejemplo. Sin embargo, ninguno de
los tres dijo el lugar común “el blog ha
muerto”. Más bien nos enfocamos sobre
el sentido de preguntarse sobre la vigen-
cia de una forma que aún no termina de
ser definida. Por mi parte, lo que tengo
para decir al respecto surge de mi pro-
pia experiencia como lector y autor de
blogs: no es una opinión académicamen-
te calificada, pero eso es un síntoma de
la era de los blogs: toda experiencia per-
sonal se ha vuelto legitimante de cual-
quier ejercicio, clásico, vanguardista, in-
teresante o estúpido de escritura. Por
cierto, la mayoría de los blogs literarios
son ejercicios estúpidos: cualquier paseo
por la blogósfera sirve para comprobar-
lo. Creo que todas las estadísticas apa-
bullantes con las que hablábamos de la
emergencia de los blogs hace unos años
se reducirían a números pequeños si co-
menzáramos a tachar a: 1) los blogs en
los que parece haber prescripto la ley
que dice que después de m va b; 2) los
blogs que confunden poesía con una su-
cesión de verbos en infinitivo como “pa-
sear / volar / sentir” y una conclusión en
sustantivo común abstracto como “vani-
dad / pureza” o “flequillo” (está bien, fle-
quillo no es estrictamente un sustantivo
abstracto, pero esta poesía estaba escri-
ta por un pelado); y 3) los blogs que sólo
tienen links a otros blogs –que son una
versión aburrida de los ya aburridos pro-
gramas de TV que sólo hablan de pro-
gramas de TV–. Tras esa operación, por
lo menos mi lista personal de blogs lite-
rarios se reduce a no más de una decena
de bitácoras que leo con alguna frecuen-
cia. En fin. Creo que el blog impuso en su
corta vida tres cambios en cómo se
venía manejando el mercado y el mundo
de la literatura (ahora diré tres obvieda-
des). Uno, y el más importante: se acabó
el imposible de publicar, y por lo tanto la
figura del escritor incomprendido que no
publica porque el sistema no lo deja
quedó en el pasado o en el ridículo. Pu-
blicar es gratis. El segundo ¿aporte?: se
volvió con mucha fuerza a la primera
persona. Lo más divertido y lo más peli-
groso de tener blog, para mí, fue jugar a
que me exponía, contar cosas en prime-
ra persona aprovechándome de que la
enorme mayoría de los lectores de blogs
buscan confesiones y no relatos, buscan
verdad y no ficción, buscan humillacio-
nes ciertas, y no mundos posibles. La
forma exige. Y la forma blog exige pri-
mera persona. No conozco ningún blog
literario más o menos exitoso o por lo
menos más o menos interesante que no
esté escrito en primera persona. La ter-
cera cuestión tiene que ver con los cam-
bios en la relación entre lector y autor:
como se sabe, un porcentaje cercano al
10 por ciento de los lectores de blogs
deja un comentario en el texto que lee.
Esto parecía ser toda una revolución
cuando en 2005 se empezó a hablar de
los blogs en todos lados. Y probablemen-
te haya sido una revolución… muy chi-
quita. Digamos que acaso algún escritor
haya sacado algún beneficio no sexual
de eso. Y punto. Todo esto sigue vigente,
y de vez en cuando se pone de moda
algún blog en el que se arma algún cruce
de insultos. La forma, obviamente, sigue
vigente. Que la literatura que allí se pro-
duzca sea en general (hay excepciones)
intrascendente, es otra cuestión. Vigente
no es sinónimo de bueno, ni de malo. Só-
lo significa que está ahí. Hace dos años
yo pensaba que había que prestarle
atención al fenómeno. Ahora quiero que
me devuelvan la atención que les presté.
Igual, leer y hacer blogs puede enseñar-
te algo: que muchas horas frente a una
computadora dañan la vista, y que lo
más lindo es escribir. En Internet, en pa-
pel. Donde sea, escribir.