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= Dialectica dea tustracion, Fragments flosoficos Max Horkhcimer y Theodor Adorno Introduccion y taduccion de Juan Jos Sincher COLECCION ESTRUCTURAS ¥ PROCESOS Serie Filosotia Pines eke: 1994 Segun ecion 1997 Tere edn, 1998 ‘Chom eee, 2001 Tilo og Dede Adin risers ogres 1 Edtoil Tom, 4, 1994, 1997, 1998, 2001 Sogasy, 33 3800 eds “aio: 01 309'9040 mol ttothalomet os fap ao ss © 5 Fach Vlog Grit Fontan Main, 1960 © pombe Sinchen, 1994 Decio rome Gags Isen eae7e99979 Deptt lng 41/2001 Imeren Siac fern, SA LA INDUSTRIA CULTURAL Ilustracion como engario de masas La tesis sociolégica segsin la cual la pérdida de apoyo en la religion objetiva, ladisolucién de los dlkimos residuos precapitalistas, la die renciacién técnica y social y la extremada especializacion han dado lugar a un caos cultural, se ve diariamente desmentida por los hechos. La cultura marca hoy todo con un rasgo de semejanza. Cine, radio y revistas constituyen un sistema. Cada sector esta armonizado en si mismo y todos entre ellos. Las manifestaciones estéticas incluso de ls posiciones politicas opuestas,proclaman del misma modo el elogio del ritmo de acero. Los* organismos decorativos de las administraciones y exposiciones industriales apenas se dferencian en los paises autor tarios y en los demas. Los tersos y colosales palacios que se alzan por todas partes representan la ingeniosa regularidad de los grandes mo- ‘opolios internacionales a la que ya tendia la desatada iniciativa pri vada, cuyos monumentos son los sombrios edificios de viviendas y co- merciales de las ciudades desoladas. Las casas mas antiguas en torno los centros de hormigén aparecen ya como suburbios, y los nuevos chalés a las afueras de la ciudad proclaman, como las frgiles cons ‘rucciones de las muestra internacionales a alabanza al progreso té nico, invitando a liquidarlos, tras un breve uso, como latas de con- serva. Pero los proyectos urbanisticos, que deberian perpetuar en pPequefias viviendas higiénicas a individuo como ser independiente, lo Someten tanto mas radicalmente a su contrario, al poder total del ca- pital. Conforme sus habitantes son obligados a afluir a los centros 1 sot El pba seni yl rio de Expos nena ea 1937p ela mama once oe 165 para el trabajo y Ia diversin, es decir, como productores y consumi lores, las células-vivienda cristalizan en complejos bien organizados. La unidad visible de macrocosmos y microcosmos muestra a los hom bres el Fein ya radio no neentan ya drse como arte Laver le que no son sno negocio les sre de ideolopia que debe eg mar la porguerta que predcen dliteradamente. Se autodefen como industias, yl els pullicadas de los sueos de sus deco ses generals liminan toa dua espacio a To necsiad soil de sos products, Los interesados emf indostra cura gustan explicarla en minor ecnolgcos milones de personas impondrin co as BRS iors eons inevitable gue, en innumerabies gars, ls miss necesidader en satisfechas con bienes estindares. El contrastetenico ene pocos éentros de produccién yuna dispersa recepcion condicionara fn on ganiacion yplanficacon or parte delosdetenores Los etindaes habrian surgido en un comienzo de las neesiades de los consent doves: de at que fern acepados sn eposcin. tl citculo de maniplacin y de necedad nda del stem sobre la so- ciedad. La racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo. Es el caracter coactivo de la sociedad alienada de si misma, Los automéwiles, las bombas y el eine mantienen unido el todo social, hhasta que su elemento nivelador muestra su fuerza en la injusticia misma a la que servia. Por el momento, la técnica de la industria cultural ha llevado s6lo a la estandarizacién y produccién en serie y ha sacrificado aquello por lo cual la logica de la obra se diferenciaba de la Kogica del sistema social. Pero ello no se debe atribuir a una ley Ae desarrollo de la técnica como tal, sino a su funcidn en la economia actual **. La necesidad que podria acaso escapar al control central es teprimida ya por el control de la conciencia individual. Fl paso del te. Fefono a Ia radio ha separado claramente los papeles. Liberal, el clé- dels ecncmcamene ree 94: capital ** Sesoroni tale cnomna dl co 166 fono dejaba ain jugar al partcipante el papel de sujeto, La radio, democritica, convierte a todos en oyentes para entregarlos autorita flamente a los programas, entre si iguales, de las diversas emisoras. No se ha desarrollado ninggin sistema de réplica,y las emisiones pri- vadas estan condenadas a la clandestinidad. Se limitan al ambito no reconocido de los vaficionados», que por lo demas son organizados desde arriba. Cualquiet huella de espontancidad del pablico en el marco dela radio oficiales diigido y absorbido, en una seleccidn de especialistas, por cazadores de talento, competiciones ante el miced- fono y manifestaciones domesticadas de todo género. Los talentos pet Kenecen a la empresa, aun antes de que ésta los presente: de otro modo no se adaptarian ran fervientemente. La constitucion del pi biico, que en teoria y de hecho favorece al sistema de la industria eul- tural, es una parte del sistema, no su disculpa. Cuando una rama ar- tistica procede segin la misma receta que otra, muy diversa de ella por lo que respecta al contenido y a los medios expresivos: cuando el rnudo dramatico en las «operas de jabsn» * radiofSnicas se convierte cn ilustracion pedagégica para resolver difcultades téenicas, que son sdominadas como sconservase del mismo modo que en los puntos cul minantes de la vida del jazz; o ewande la «adapracion~ experimental de una composicién de Beethoven se hace segtin el mismo esquema con el que se leva una novela de Tolstai al cine, el recurso a los de- Se0s espontancos del pablico se convierte en fit pretexto. Mas cer- ccana a la realidad es la explicacin mediante el propio peso del apa rato téenico y personal, que, por cierto, debe ser considerado en cada uno de sus detalles como parte del mecanismo econémico de selec- cidn**. A ello se aiade el acuerdo, o al menos la comin determina «ion de los poderosos ejecutivos, de no producir o permitir nada que no se asemeje a sus grticas, a su concepto de consumidores y, sobre todo, a ellos mismos. Sila tendencia social objetiva de la épaca se encarna en las oscuras intenciones subjetivas de los directores generales, stos son, ante rodo, los de los poderosos sectores de la industria: acero, petréleo, electri- ‘idad y quimica, Los monopolios culturales son, comparados con ellos, débiles y dependientes. Deben apresurar verdaderos poderosos para que su esfera en | 1 Operas sompesicone de wus mie de ne stn, gt an mit ds ‘aca on ql ase Se par ovina tr ens le al "Tava de oped ahs nomi + sci 94 sn uconamin dele panies mos, come te ‘na aad el atl amano shame pi ore hab an peel aso al gues amen 167 «uy0 tipo especifico de mercanefa tiene ain, con todo, mucho que ver con el liberalismo cordial y los intelectuales judios, no sea sometida a tuna serie de acciones depuradoras *. La dependencia de la mas pode- rosa compaiiaradiofonica de la industea eléctrica, ola del cine tes peeto de los bancos, define el entero sector, cuyas ramas particulares estan a su vez econémicamente coimplicadas entre si. Todo esta tan estrechamente proximo que la concentracion del espiritu alcanza un volumen que le permite traspasar la linea divisoria de las diversas em- presas y de los sectores téenicos. La desconsiderada unidad del dustria cultural da testimonio de la que se cierne sobre la vida politi- «2, Distinciones enfiticas, como aquellas entre peliculas de tipo a y ‘entre historias de semanarios de diferentes precios, mas que proce- ser de la cosa misma, sirven para clasifcar, organizar y manipular a los consumidores. Para todos hay algo previsto, a fin de que ninguno pueda escapar; las diferencias son acuiadas y propagadas artfiial- mente. El abastecimiento del pablico con una jerarquia de c Reducidos 2 material estadistico, los onsumidores son distribuidos sobre el mapa geografico de las ofici- nas de investigacién de mercado, que ya no se diferencian practica mente de las de propaganda, en’ grupos segiin ingresos, en campos rojos, verdes y azules El esquematisimo del procedimiento se manifesta en que, final ‘mente, los productos mecinicamente diferenciados se revelan como lo mismo. El que las diferencias entre la serie Chrysler y la General Motors som en el fondo ilusorias, es algo que saben incluso los nifios ‘que se entusiasman por ellas. Lo que los conocedores discuten como iméritos o desventajas sirve slo para mantener la apariencia de com> petencia y de posibilidad de eleccidn. Lo mismo sucede con las pre- sentaciones de la Warner Brothers y de la Metro Goldwin Mayer Pero incluso entre los tipos mis caros y los mas baratos de la colec- cidn de modelos de una misma firma, la diferencias tienden a redu- cise cada ver mas: en los automévils, a diferencias de cilindrada, de volumen y de fechas de las patentes de los gadgets **; en el cine, 2 di- ferencias de mimero de estrellas, de riqueza en el despliegue de medios téenicos, de mano de obra y decoraci6n, y a diferencias en el empleo en depardoras/1944: ea conics ae dfn» "Mees ene ido dees con 168 dde nuevas formulas psicolégicas. La medida unitaria del valor consiste ‘en la dosis de «produccién conspicua, de inversin exhibida, Las di- ferencias de valor presupuestadas por la industria cultural no tienen nada que ver con diferencias objenvas, con el significado de los pro= dductos. También los medios técnicos son impulsados a una creciente uniformidad reciproca. La television tiende a una sintesis de radio y cine, que est siendo frenada hasta que las partes interesadas se hayan puesto completamente de acuerdo, pero cuas posibilidadesilimitadas pueden ser elevadas hasta tal punto por el empobrecimiento de los ‘materiales estéticos que la identidad hoy apenas velada de todos los, productos de la industria cultural podré mariana triunfar abierta ‘mente, como realizacin sarcistica del sueno wagneriano de la «obra de arte total». La coincidencia entre palabra, imagen y miisica se logra de forma tanto mas perfecta que en Tristan, porque los ele ‘menros sensibles, que se limitan, sin oposicién, a registrar la superficie de la realidad social, son ya producidos. en principio, en el mismo proceso técnico de trabajo y se limitan a expresar la unidad de éste como su verdadero contenido, Este proceso de trabajo integra todos los elementos de la produccién, desde la trama de la novela pensada ya con vistas al cine hasta el timo efecto sonoro. Es el triunfo del capital invertido. Imprimir con letras de fuego su omnipotencia, como ‘omnipotencia de sus amos, en el corazén de todos los desposeidos en ‘busca de empleo, constituye ef sentido de todas las peliculas, inde pendientermente de la trama que la direccién de produecién elija en cada caso. Durante el tiempo libre el trabajador debe orientarse segin la unidad de produccién. La tarea que el esquemarismo kantiano esperaba ain de los sujetos, a saber, la de referir por anticipado la multiplicidad sensible alos concepts fundamentales, le es quitada al sujeto por la industria. Esta lleva a cabo el esquematismo como primer servicio al cliente. En el alma, segiin Kant, debia actuar un mecanismo secreto ‘que prepara ya los datos inmediatos de tal modo que puedan adap- tarse al sistema de a razén para. Hoy, el enigma ha sido descifrado. Incluso si la planificacién del mecanismo por parte de aquellos que preparan los datos, por la industria culeura, es impuesta a éta por el peso de una sociedad —a pesar de toda racionalizacién— irracio- nna, esta tendencia fatal es transformada, a sa paso por la del negocio industrial, en la astuta intencionalidad de éste > saleins1944: monopolies, Suen. el agence mpi en 169 consumidor no hay nada por clasificar que no haya sido ya antivipa- do en el esquematismo de Ia produccién. El prosaico arte para el pueblo realiza ese idealismo fantastico, que para el critica iba dema- siado lejos. Todo procede de la conciencia: en Malebranche y Betke- ley, de la de Dios; en el arte de masas, de la diteccién terrena de Produccién. No solo se mantienen cilicamente os tipos de canciones de moda, de estrellas y operetas como entidades invatiabes; el mismo contenido especifico del espectaculo, lo aparentemente variable, es de ducido de ellos. Los detalles se hacen fungibles. La breve sucesién de intervalos que ha resultado eficaz en una cancién exitosa, el fracas pasajero del héroe que éste sabe aceptar deportivamente, los saluda- bles nolpes que la amada recibe de las robustas manos del galin, los rudos modales de éste con la heredera pervert, son, como todos los detalles, clichés hechos para usar a placer aqui y alli enteramente de finidos cada vez por el objetivo que se le asigna en el esquema. Con- firmar a éste, al tiempo que lo componen, consticuye toda su realidad vital. Se puede siempre captar de inmediato en una pelicula cémo ter ‘minaré, quién sera recompensado, castigado u olvidado; y, desde luego, en la misicaligera el ofdo ya preparado puede adivinar, desde los primeros compases del motivo, la continuacién de éste y sentirse feliz cuando sucede asi efectivamente. FI nimero medio de palabras de tuna historia corta es intocable. Incluso los gags, los efectos y los chistes estn caleulados como armazén en que se insertan. Son admi- nistrados por expertos especiales y su escasa variedad se deja di buir, en lo esencial, en el despacho. La industria culrural se ha desa- rrollado con el primado del efecto, del logro tangible, del detale téenico sobre la obra, que una ver era la portadora de la idea y fue li- uidada con ésta, El detalle al emanciparse, se habia hecho rebelde y se habia erigido, desde el romanticismo hasta el expresionismo, en ex- Presién desenfrenada, en exponente de la cebelién contra la organi acién. El efecto arménico aislado habia cancelado en la miisica la conciencia de la totalidad formal; el color particular en la pintura, la composicién del cuados la penetracién psicolégica en la novela, la ar- guitectura dela misma. A ello pone fin, mediante la totalidad, la slustria cultural. Al no conocer otra cosa que los efectos, acaba con la rebeldia de étos y los somete a la forma que sustituye a la obra. Ela trata por igual al todo y a las partes. Fl todo se opone, inexorable « independientemente, a los detalles, algo asi como la carrera de un hombre de éxito, para la que todo debe servir deilustracién y procha, ‘mientras que ella misma no es otra cosa que la suma de aquellos su esos idiotas. La llamada idea general ¢s un mapa catastral y crea orden, pero no conexién. Sin oposiciGn ni relacién, el todo y el parti- 170 cular evan en sf los mismos rasgos. Su armonia garantizada de an femano es a caricatura de la armonia fatigosamente conquistada, de |a gran obra de arte burguesa. En Alemania, sobre las peliculas mai alegres y ligeras de la democracia se cernia ya la paz sepuletal de le dictadura E] mundo entero es conducido a través del filtro de la industria cultural. La vieja experiencia del espectador de cine, que perce cl ex terior, la calle, como continuacién del especticulo que acaba de dejar, porque este tikimo quiere precisamente reproduce felmente e1 ‘mundo perceptivo de la vida cotidiana, se ha convertido en el hilo conductor de la produccién. Cuanto més completa e integralmente las técnicas cinematogrificas dupliquen los objetos empiricos, tanto més facil se logra hoy la ilusion de creer que el mundo exterior es la sim- ple prolongacién del que se conoce en el cine. Desde la repentina in- troduccién del cine sonoro, el proceso de reproduecion mecsnica ha Pasado enteramente al servicio de este propésito. La tendencia apn ‘a a que la vida no pueda distinguirse mas del cine sonoro. En la me- dida en que éste, superando ampliamente al teatro ilusionista, no deja a Ja fantasia ni al pensamiento de los espectadores ninguna ds ‘mensién en la que pudieran —en ef marco de la obra cinematogrifica, pero libres de la coaccisn de sus datos exactos— pasearse ¥ moverse Por su propia cuenta sin perder el hilo, adiestea a los que se le entre gan para que lo identifiquen directa e inmediatamente con la realidad, {La atrofia de la imaginacion y de la espontaneidad del actual const. ‘midor cultural no necesita ser reducida a mecanismos psicologicos. {Los mismos productos, comenzando por el mas caracteristico, el ine Sonoro, paralizan, por su propia constitucién objetiva, tales faculta- dds. Bllos estin hechos de tal manera que su percepeién adecuada cxige rapidez de intuicidn, capacidad de observacion y competencia «specifica, pero al mismo tiempo prohiben directamente la actividad Pensante del espectador, si éte no quiere perder los hechos que pasan ‘con rapidez ante su mirada. La tensién que se crea es, por certo tan automatica que no necesita ser actualizada, y sin embargo logra re. Primir la imaginacién. Quien esta absorbide por el universo dela pe Hicula, por los gestos, la imagen y la palabra, de tal forma que no es ‘capaz de afiadir a ese mismo universo aquello sélo por lo cual podria convertirse verdaderamente en tal, no dehe por ello necesariamente star, durante la representacién, cogido y ocupado por completo en los efectos parriculares de la maquinaria, A partir de todas las demés Peliculas y los otros productos culturales que necesariamente debe ‘conocer, los esfuerzos de atencién requeridos han llegado a scrle tan familiares que se dan ya auromaticamente. La violencia de la sociedad 71 industrial * actda en los hombres de una vex por todas. Los productos de la industria cultural pueden contar con ser consumidos alegee- ‘mente incluso en un estado de dispersién. Pero cada uno de ellos es tun modelo de la wigantesca maquinaria econdmica** que mantiene a todos desde el principio en vilo en el trabajo y en el descanso que se le asemeja. De cada pelicula sonora, de cada emisién de radio, se puede deducir aquello que no podria atribuirse como efecto a ningu- 1o de ellos tomado aisladamente, sino al conjunto de todos ellos en la sociedad. Inevitablemente, cada manifestacién particular de la in ddustria cultural hace de los hombres aquello en lo que dicha industria ‘en su totalidad los ha convertide ya. Y todos los agentes de ésta, desde el productor hasta las asociaciones femeninas, velan para que el proceso de la reproduccién simple del espiritu no Heve en modo al- uno a una reproducci6n ampliada, Las quejas de los historiadores de arte y de los abogados de la cul ‘ura con respecto a la extincién de la fuerza estilistica en Occidente son pavorosamente infundadas. La traduccidn estereotipada de todo, incluso de aquello que ain no ha sido pensado, en el esquema de la reptoductibilidad mecanica supera el rigor y la validez de todo ver- dadero estilo, con cuyo concepto los amigos de la cultura idealizan ‘como sorganico» el pasado precapitalista. Ningiin Palestrina habria ppodido perseguir la disonancia no preparada y no resuelta con el pu- rismo con el que un arrangeur de misica de jazz elimina hoy toda ca- dencia que no se adecue perfectamente a su jerga. Si hace una adap tacidn de Mozart al jazz, no se limita a modificarlo alli donde es cexcesivamente dificil o serio, sino también donde armonizaba la me lodia de forma diversa, incluso s6lo de forma mas simple, de Io que se usa hoy. Ningiin constructor medieval hubiera revisado los temas de las vidrieras de las iglesias y de las esculturas con la desconfianza con la que la jerarquia de los estudios cinematogrificos examina un ma- terial de Balzac o Victor Hugo antes de que éste obtenga el imprima- ‘tur que le permita seguir adelante. Ningiin capitulo habia asignado a Jas figuras diabélicas y a las penas de los condenados su justo puesto en el orden del supremo amor con e escripulo con el que la dieccién de produccién se lo asigna a la torvura del héroe o a la falda arre- ‘mangada de la artista principal en la letania de la pelicula de éxito. El catélogo expreso e implicito, exotérico y esotérico, de lo prokibido y lo tolerado ***, llega tan lejos que no s6lo delimita el émbito libre, eee mana conna/944: piss mags del monopain “lendo/194soerado, quel monopole 172 vanguardia, mediante los cuales ésta, a diferencia de aquillos, sive a la verdad. La rara capacidad de cumplir minuciosamente ls exigen «as del idioma de la naturalidad en todos los sectores de la industria cultural se convierte en medida de la habilidad o competencia. Todo lo que se dice y la forma en que se dice debe poder ser controlado en relacion con el lenguaje de la vida ordinaria, como en el positivismo logico. Los productores son expertos. El idioma exige una fuerza productiva excepcional, que é! mismo absorbe y consume entera- ‘mente. El idioma ha superado saténicamente la distincién, propia de Ia teoria conservadora de la cultura, entre estilo auténtico y estilo ar- tificial. Como artificial podria ser definido, a lo sumo, un estilo que fuera impreso desde fuera a los impulsos resistentes de la forma. En la industria cultural, sin embargo, el material surge, hasta en sus dltimos clementos, del mismo aparato del que brota la jerga en la que se Vierte. Las disputas en que entran los especialistas artisticos con los Patrocinadores y los censores a propésito de una mentira demasiado increible no son en realidad testimonio de una tensidn esttica interna, sino més bien de una divergencia de intereses. La fama del especialis- ta en la que a veces se refugia un iimo resto de auronomia objetiva, entra en conflicto con la politica comercial de Ia iglesia o de los gr: pos que producen la mercancfa cultural, Pero la cosa, en su esencia, ‘sti ya como aceptable reificada aun antes de que se llegue al conflicts de las instancias. Antes de que Zanuck * la comprase, santa Bernardet- te brillaba en el campo visual de su autor como un anuncio publici- tario para todos los consorcios interesados. Eso es lo que queda de los simpulsos auténomos~, propios, de la obra. De abi que el estilo de la industria cultural, que no necesita ya probarse en la resistencia del ma- terial, sea al mismo tiempo Ja negaci6n del estilo. La reconciliacion de lovuniversal y lo particular, de rela y pretension especifica del objeto, ‘en cuya realizacin precisamente, ys6lo en ella, el estilo adquiere com tenido, es vana porque no se llega ya a ninguna tensiGn entre [os polos: los extremos que se tocan quedan diluidos en una confusa ‘dentidad, lo universal puede sustituir alo particular, y viceversa Con todo, esta caricatura del estilo dice algo sobre el westilo au- téntico» del pasado. EI concepto de «estilo auténtico» se revela en la industria cultural como equivalente estético del dominio, La idea del estilo como coherencia puramente estética es una fantasia etrospec tiva de los romanticos. En Ia unidad del estilo, no sélo del Medievo cristiano sino tambien del Renacimiento, se expres la estructura di versa de la violencia social, no la oscura experiencia de los domina * roca epee, coma de 20th Contr Paes) 174 dos, en Ia que se hallaba encerrado lo universal. Los grandes artistas ro fueron nunca quienes encarnaron el estilo del modo més puro y Perfecto, sino aquellos que lo acogieron en la propia obra como du- Feza e intransigencia en contra de la expresion cadtica del sufrimiento, ‘como verdad negativa. Enel estilo de las obras la expresion adquiria Js fuerza sin la cual La existencia pasaria desapercibida. Incluso aque- Ilas obras tenidas por clisicas, como la misica de Mozart, contienen tendencias objetivas que apuntaban en una direccion distinta a la del estilo que ellas encarnan. Hasta Schonberg y Picasso, los grandes a tistas se han reservado la desconfianza respecto al estilo y se han ate nido, en lo esencial, menos a Este que a la légica del objeto. Lo que expresionistas y dadaistasafirmaban polémicamente, la falsedad del cstilo en cuanto tal, riunfa hoy en la jrga de la cancin del crooner *, cen la gracia relamida de las estrellas del cine, incluso en la maestia de |a instantanea fotogeatfica de Ia miserable chabola del jornalero. En toda obra de arte el estilo es una promesa. En la medida en que lo que se expresa entra, a través del estilo, en las formas dominantes de la uuniversalidad, en el lenguaje musical, picrorico o verbal, deberia re- conciliatse con la idea de la verdadera universalidad. Esta promesa de |a obra de arte —la de fundar la verdad a través dela insercion de la imagen en las formas socialmente transmitidas— es tan necesaria como hipéerita. Ella pone como absoluras las formas reales de lo cexistente, al pretender antcipar la plentud en sus derivados estticos. En esa medida, la pretension del arte es también siempre ideologia. Sin «embargo, solo en la confrontaci6n con la tradicién, que eristaliza en el estilo, halla el arte expresion para el sufrimiento, El elemento de la ‘obra de arte mediante el cual éstatransciende la realidad es, en efecto, inseparable del estilo; pero no radica en Ia armonia realizada, en la problematica unidad de forma y contenido, interior y exterior, indi- vido y sociedad, sino en los rasgos en los que aparece la discrepancia, en el necesario fracaso del apasionado esfuerzo por la identidad. E lugar de exponerse a este fracaso, en el que el estilo de la gran obra de are se ha visto siempre negado, la obra mediocre ha preterida siempre asemejarse a las otras, e ha contentado con el susttuto de la ident dad, La industria cultural, en suma, absolutiza la imitacion, Reducida a mero estilo, traiciona el secreto de éste: la obediencia a la jerarquia social. La barbarie estétca cumple hoy la amenaza que pesa:sobre las, creaciones espirituales desde que comenzaron a ser reunidas y neu- tralizadas como cultura, Hablar de cultura ha estado siempre contra Ja culrura. El denominador comin «cultura» contiene ya virtualmen. + (Cane de consons einen) 175 te la captacién, la catalogacién y clasificacién que entregan a la cul- tura en manos de la administracin. S6lo la subsunciéa industrializa dda, radical y consecuente, es del todo adecuada a este concept de cul tra. Al subordinar todas las ramas de la produccién espiritual de la ‘misma forma al nico objetivo de cerrar los sentidos de los hom bres, desde la salida de fa Fabrica por la tarde hasta la egada, a la ‘maflana siguiente, al reloj de contol, con los sellos del proceso de tra bajo que ellos mismos deben alimentar a lo largo de todo el dia, esa subsuncién realiza sarcasticamente el concepto de cultura unitaria, {que los fl6sofos dela personalidad opusieron a la masificacin, De este modo, la industria cultural, el estilo mas inflexible de todos, se revela como el objetivo precisamente del liberalismo, al que se le e- procha faffa de estilo. No se trata slo de que sus categoria y conte- niidos hayan surgido de la esfera liberal, del naturalismo domesticado ‘como de la opereta y de la revista: los modernos Konzern culturales constituyen el lugar econémico donde, con los correspondientes tipos de empresarios, continua sobreviviende atin, de momento, la esfera tradicional de la circulacién, que se halla en curso de demolicion en el resto dela sociedad. Abi puede uno aiin hacer fortuna, con tal de que no persiga inflexiblemente la propia causa, sino que esté dispuesto a pactar. Lo que se resiste puede sobrevivir solo en la medida en que se integra. Una vez repistrado en sus diferencias por la industria cultural, forma ya parte de ésta como el reformador agrario del capitalismo. La rebelion que tiene en cuenta la realidad se convierte en la etiqueta de quien tiene una nueva idea que aportar a la industria, La esfera p= bilica de la sociedad actual * no permite llegar a ninguna acusacion perceptible en cuyo tono los sujetos de oida fino no adviertan ya la spradeza bajo cuyo signo el rebelde se reconcilia con ellos. Cuanto mas inconmensurable se hace el abismo entre el coro y el vértice, con tanta mayor seguridad habra puesto en éste para todo el que sepa ma- nifestar su propia superioridad mediante una originalidad bien orga- nizads. Asi, en Ja industria cultural sobrevive también a tendencia del liberalismo a dejar paso libre a sus sujetos mas capaces. Abrir hoy ca- Iino a estos sujetos destacados es ain la funcién del mercado —por lo demés ya ampliamente reogulado en todo otro sentido—, cuya li- bread, incluso en los tiempos de su maximo esplendor, se reducia, en cl arte como en cualquier otro Ambito, para aquellos que no eran su- ficientemente astutos ala libertad de morir de hambre, No en vano se ‘origin6 el sistema de fa industria culrural en los paises industralizados + smioadscsa944, ocd dl moopain 176 mds liberates, Io mismo que ha sido en ellos donde han triunfado todos sus medios caracteristicos, el cine, la radio, el azz y ls evistas ilustadas, Su desarrollo, es verdad, ha brotado de las leyes generales del capital. Gaumont y Pathé*, Ulstein y Hugenberg ** habian se- sido, no sin fortuna, la tendenca internacional; la dependenciacco- rnémica del continente respecto a los Estados Unidos tas la primera Guerra Mundial y la inflacin hicieron el esto. Creer que la bazbarie dela industria cultural es una consecuencta del «fetraso cultural», dl atraso de la conciencia american con respec al estado dela tcnica, «5 pura ilusin. Era, mds bien, la Europa prfascista la que se habia ‘quedado por detris de la tendenciahacta el monopolio cultural. Pero precisamente gracias a este atraso conservaba el espirta un esto de atonomia, y sus ilkimos exponentes su exatencia, por penosa que sta fuera. En Alemania, la deficient penewacion de la vide civil por el control democritico habia tenido un efecto paradéjco, Muchas cosas quedaron al margen del mecanismo de mercado que se habia desatado en los paises occidentales. Fl sistema educativo alemin —in- ‘lida las universidades-—, los teatros que habian adquicio la fun-

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