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CAPITULO SEPTIMO Del Vice Patronato de los Intendentes Se refiere el ntimero de las Iglesias de esta Provincia; los abjetos prin- cipales a que se debe atender y se proponen arbitrios para mejorar el estado Eclesidstico en cuanto a tos Pdrrocos, NOTICIA PRIMERA Origen del Vice Patronato de Por w ley 24, titulo 6, libro 1° de Indias, 10s Intendentes. se cometié indistintamente a los Exemos. Vi- rreyes, Presidentes 0 Gobernadores, el ejer- cicio del Real Patronazgo; y después, por varias controversias que se sts- citaron entre estas tres autoridades, se declaré en Real Cédula dada en San Lorenzo, a 13 de octubre de 1719, a instancia del Presidente de Chi- le, que la presentacién de los beneficios de aquel Reino, le tocaba a él, ¥ no al Gobernador de Valdivia, como io habia intentado; de suerte que, habiendo algunos Gobernadores subalternos en el Distrito de las Provin- cias, no deben ejercer el Real Patronazgo, sin expresa concesién. Esto mismo se ve declarado en la ley 26 del propio titulo y libro, para con los Presidentes de La Plata, prohibiendo absolutamente a los Co- rregidores, Alealdes mayores y demas Justicias, presentar Curas Doc- trineros en pueblos de indios de su mando. De tal forma, que aun des- pués de haberse erigido en Gobierno el Corregimiento antiguo de esta, Villa, nunca hicieron presentaciones sus Gobernadores, no obstante que la ley 27 def titulo 6°, libro 1° citado, permite a los Gobernadores que pre- senten en sus distritos sacerdotes beneméritos para las Docteinas y be- neficios. 580 PEDRO VICENTE CaNETE y DoMiNGUEZ [C.VIL- NI. De ésto resulté que siendo tan extenso el territorio del Arzobis- pado de Charcas, y numerosisima la multitud de Curas que instituye aquel Prelado, no podia el Presidente informarse de todos los propuestos con arreglo a la ley 28, titulo 6, libro 1 del Patronazgo de Indias, y era pre- ciso presentarse muchos sacerdotes que no eran a propésito, ni aun su- ficientes para Curas de almas. De este desorden nacieron otros innumerables que calificé des- pués el tiempo y la experiencia, no solamente en perjuicio de las costum- bres de los indios, sino también en el de su doctrina y ensefianza. Por iiltimo, conocid a fondo estos iniconvenientes nuestro ilustrado Gobierno actual y trat6 de reformar con sabiduria el antiguo sistema del Patronato. A este fin se concedié a los Intendentes de Provincia, el ejercicio del Vice Patronato Real, conforme a las leyes, por el Art. 6" de la Orde- nanza de 28 de enero de 1782, con la justa esperanza de que en las visi- tas anuales encargadas a estos nuevos magistrados entre sus més indis- pensables obligaciones, reconocerian los Distritos de las Doctrinas, las proporciones para la buena ensefanza de los indios y los embarazos de rios inmediatos, esteros, pantanos, quebradas y otros irpedimentos ca- paces de estorbar el cumplimiento de los preceptos de la Iglesia a los in~ dios esparcides fuera de sus pueblos cabeceras. Pues, en todos casos con- viene reflexionar sobre el celo del Parroco para tratar la desmembracién de los beneficios, 0 a lo menos escoger para ello a los eclesidsticos mis celosos, que Sepan vencer los embarazos con su vigilaneia, ejemplo y con- dueta, . No se debe dudar que cesaran enteramente los desgraciados per- juicios que motivaron las sabias providencias referidas, si los nuevos In- tendentes miran el Patronato, no sélo como una de las regalias mas es- timables de la Corona, sino también como una autoridad delegada de la Silla Apostélica, para atender el bien espiritual de los indios, procuran- do su ensefianza bajo la direceién de buenos Pastores. Antes era casi imposible acertar con este importante objeto, porque los Presidentes Vice- patronos de todo el Distrito del Arzobispado de Charcas, no tenian cono- cimiento de los territorios, ni podian tenerlo de Yodos los eclesidsticos propuestos para las Doctrinas, y cuando acertaren en uno u otro, era for- z0s0 que con los demas sucediese lo mismo que a un gedmetra que tira compases en pais no conocido. La felicidad consiste en que los Intendentes y el IImo. Arzobispo vayan de acuerdo en las propuestas y presentaciones, que sobre los cono- cimientos de la tierra y de los lugares, se forme un escrépulo muy serio acerea de no prover los beneficios en un cualquiera, para evitar lo que ha sucedido tantas veces, de elegir en vez de Pastores, lobos, y en lugar de maestros, unos hombres ciegos que arrastren con su ignorancia todo el pueblo al precipicio. (Es interesante recomendar la lectura de la “Vida y escritos de Vietoridn de Villava” que publicé Don Ricardo Levene, en Buenos Aires, donde se examina ta actitud de muchos Pérrocos que se opusieron a reu- nir indios para la mita. A raiz de esto, Villava, Protector de naturales, polemizé con el Gobernador Paula Sanz, de quién fue Asesor don Pedro Vicente Catiete y Dominguez.— Nota de A. Alba). VIL- NAL] DEL VICE PATRONATO Di Los INTENDENTES 581 NOTICIA SEGUNDA De las Iglesias fundadas en E. antecedente estado, comprensivo de los esta Provincia, y de otras que Curatos de esta Provincia de Potosi, sus Si- conviene establecer. Se propo- nodos y mesadas, manifiesta haberse funda- ne arbitrio para verificar es- do en ella 66 beneficios con Cura de almas, ‘tas erecciones, sin gravamen tres sacristias y una capellania, distribuidos de la Real Hacienda y sin des- en la forma siguiente: mempbracién de ios beneficios En la Villa Imperial y su jurisdiccién, actuales— Pérrafo primero, trece Curatos, una capellania y dos sacris- Iglesias establecidas en enta tias. En el Partido de Chayanta, veinte Cu- Provincia. ratos; en el de Porco, diecinueve Curatos; en Chichas y Tarija, nueve Curatos y una sacristia; en Lipez, tres Curatos; y en Atacama dos; los cuales, sumados entre si, forman los 66 Curatos expresados, tres sacristias y una cape- Tlania. - Todos estos Curatos, a excepcién de los dos fundados en la Igle- sia Matriz de Potusf, Aullagas y Guaycoma del Partido de Chayanta, se hallan dotados con sus respectivos sinodos, que se pagan a los Curas, por tercios del afio, del ramo de tributos donde tienen su situacién por las Jeyes; y aunque sélo siete de todos ellos perciben el sinodo entero de 1.250’ pesos, correspondientes a los 800 pesos ensayados, que el Sr. Vi- rrey Don Francisco de Toledo sefialé a cada Cura, en providencia de 1572, a que se refiere otra de 25 de abril de 1574, con todo, importa 49.781 pe- sos 2 y 4 reales, el total de sinodos que paga la Caja Real de Potosi a los Curas de su jurisdiccién; cuando, por otra parte, apenas sube a 8.886 pesos y medio reai, el cargo de mesadas que enteran los Curas, por una vez en su vida. ‘Lo més sensible es, que después de tantos gastos y cvidados con que minora su patrimonio y desvela su celo nuestro piadosisimo Monar- ca, todavia no se logra el importantisimo fin de doctrinar a los indios en vida y socorrertos en la muerte con el auxilio de los Saeramentos de la Iglesia; porque son tan grandes las distancias de unos a otros lugares, y_ tan impracticable reunir en los pueblos a los indios, acostumbrados a vivir en sus cabafias solitarias, desde su gentilidad, que los mAs de ellos no oyen misa entre afio; de consiguiente, no saben la doctrina cristiana y lo peor es de todo, que mueren sin sacramentos, bien sea porque se des- cuidan de lamar al Cura, o porque los Curas no se quieren incomodar pa- sando quebradas y rios peligrosos, por caminos Jlenos de fragosidad. Por otra parte, tiene este Provincia muchisimos asientos de mi- nas, obrajes de pafietes y haciendas de ganado y labranza donde sirven Jos indios yanaconas o forasteros, regularmente sin domicilio ni Doctri- na fija. Estos establecimientos estan bastante distantes de los Curatos matrices, y aunque los duefios pagan a los Parrocos el sinodo predial, por razén de Doctrina, es tan grande el desamparo de los infelices indios, que descuidando reciprocamente los hacendados y los Curas, unos en otros, se quedan los pobres yanaconas sin ensefianza, y tal vez mueren-los més sin sacramentos, si en la hacienda no se halla por casualidad algiin Ca- pelldn, de los que suelen ir a decir misa Jos domingos. Con motivo de estas capellanias manuales, jamés se ve la cara del 582 PEDRO VICENTE CaNETE Y DoMiNGUEZ {C.VIL- NIL. Cura; no oyen de su boca la Doctrina y apenas reciben una ruda ense- fianza de los Fiseales destinados para ello, que son también indios como todos. Este pasto que mendigan en campos no sélo ajenos sino también estériles, lejos de instrufrlos, tal vez los enferma, y de este modo se vie- nen a invertir todas las leyes y constitueiones sinodales establecidas con tanto escripulo para la institucion cristiana de estas gentes, qued4ndose en la ignorancia y fuera del rebafio de su verdadero y propio Pastor. ‘Yo he concurrido mas de una vez en haciendas numerosas de ca~ balleros, al parecer, muy cristianos; pero nunca he ofdo que el Capellan explique un punto de catecismo, conforme al Concilio, Asi se pasa un afio tras de otro; los Capellanes tiran su salario, y apenas dicen misa mien- tras el dueiio esta presente, y en su ausencia, Dios sabe lo que sucede en las chacras, donde no hay Vicario ni subordinacién de parte de Jos regu- lares que son generalmente ocupados en tales capallanias. Distancia de longitud y lati- Ex presente constitueién de nuestros tud de esta Provincia de Po- Curatos nada debemos extrafiar, porque si tosi, gue comprende 66 Cura- miramos el mapa de esta Provincia, en la tos, incluyendo los de aqui. parte primera, hallaremos que su distancia Norte-Sur, desde Sucusuma hasta el arroyo de la Quiaca, son ciento diecisiete leguas; y desde los Hanos de Manso, Este-Oeste, hasta el puerto de Cobija, doscientas treinta y cinco leguas. De suerte que bojeando todo el territorio de esta Intendencia, compren- de novecientas sesenta leguas. Ahora, repartase estas distancias entre sesenta y seis Curatos, (a) y saldr4 el distrito de cada uno por catorce le- guas y media, y hasta dieciocho, si las novecientas sesenta leguas se dis- tribuyen entre eincuenta y tres Curatos, que son los de campaiia, exclu- yendo los trece de la Villa y su jurisdiceién. El que tuviere idea de la sierra del Perit, también compre~terd que los caminos son los més fragosos y casi inaccesibles, muy arriesga- dos muchos de ellos, que es preciso andarlos con pausa y grande cuida- do. Hay profundisimas quebradas, donde se forman rios caudalosisimos a las avenidas lovedizas de Verano, que atajan el paso tres ¥ cuatro dias, por no haber puentes ni bareos en que pasar. Los arroyos ¥ esteros per- manentes, suelen salir de madre por la misma causa, legandose a cerrat la comunicacién entre los lugares més cereanos. Si el comercio detiene su curso y la codicia no puede ingeniar pa- sos en semejantes ocasiones, ,cudn poderosa no ser la excusa de los Cu- yas para no moverse de sus casas en busca de} infeliz indio, en quien sélo va a hallar miseria, asco y grandes incomodidades? Desengatiémonos, que aun en los tiempos més serenos nunca faltan motivos que retardan © imposibilitan los recursos a estos pobrecitos. No por eso digo que no hay algunos Curas ejemplares, capaces de exponer su vida por salvar la menor oveja de su rebafio; no hablo de éstos, antes los venero y hallo muy dignos de los mayores elogios; pero, también hay otros, de quienes debo decir tanto como pudiera. (a) El detalte de los Curatos distribuédos en la extensa jurisdic- cién de la Provincia de Potosi, esté inserto en los cuadros finales de la Parte Primera de este libro. Véase paginas 312 y 313.— N. de E. C.VIL- N.IL] DEL VICE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 583 Pérrafo segundo. — Igle: Nave ignora que halléndose las Iglesias que conviene fundar en la matrices en tales distancias que los Parro- Provincia. cos no puedan auxiliar debidamente a sus feligreses, se deben erigir otras nuevas, que sean proporcionadas para el indispensable recurso de los Sacramentos. Las cireunstancias que acabamos de explicar, parece que exigen por fuer- za este remedio; pero todavia encuentro otro motivo més legal que obli- ga a ejecutarlo. Los Concitios Provinciales Limenses 1s y 2°, 1 a que se refiere la ley 46, titulo 6, libro 1° de la Recopilacién de Indias, ordena que a cada 400 in- dios se erija Curato; y lo mismo en aquellos pueblos que tengan 300 0 200 indios, con la prevencidn, que no legando a este tiltimo mimero, se procure redueirlos donde puedan ser doctrinados eémodamente. El Sr. Frazo, ? haciéndose cargo de estas disposiciones conciliares y reales, ex- plica que el Provincial 2° Limense, declaré que los 400 indios deben ser casados, entrando con ellos los demas que Jes pertenecen, como mucha- chos, viejos, huérfanos y forasteros; de suerte que, numerando a los 400 indios, por otras tantas familias de a cinco personas cada una, (que es lo sumo a que debe subir el cémputo), resulta que un Curato a lo mas de- be comprender dos mil personas, de todas clases, sexos y edades. Sobre esta suposicin, entremos al Partido de Chayanta. Alli se ve por dltimo empadronamiento, 54.638 personas, indios por su origen, sin contar mestizos, cholos y espafioles que no pagan tributo y que, por lo TMenos, componen una vigésima parte del ntimero matriculado. Repar- tanse todos estos pobladores entre veinte Curatos, y se verd que a cada uno corresponde 2.731 indios, excediendo en 73i el niimero determina- do.por nuestras leyes y Concilios. Retinase ahora el exceso, y salen sobrantes 14.620 indios, corres- pondientes a otros ocho Curatos que Chayanta debiera tener de més, pa- ra que sus gentes fuesen bien doctrinadas, o por lo menos, para que ast se presumiera, confotme al espiritu del Concilio y leyes reales. Con lo que se viene a conclufr, que este s6lo Partido necesita ocho Iglesias nue- vas, para que los indios logren Ja ensefianza y educacién cristiana, tan recomendada por nuestra legislacién; esto es, atendiendo tinicamente a la poblacién, sin considera los dems motivos que hemos enunciado. En los otros Partidos de Chichas, Poreo, Tarija, Lipez y Ataca- ma, Sucede casi lo mismo, con la circunstancia agravante de que los in- dios viven més repartidos, para gozar de los pocos terrenos que hay en los valles con proporcién para Ja siembra, y de esto nace el grande incon- veniente que ausentandose de sus pueblos en las estaciones de la labran- za, viven sin Curas, sin doctrina, sin misa, y si enferman, mueren tam- bién sin Sacramentos, por no haber Iglesia de donde socorrerse en aque- los parajes. En cuanto a los lugares de repartimiento de indios, asientos de minas, obrajes y haciendas de ganado, dispone expresamente ef Conci- lio 1° Limense, ‘ que se pongan sacerdotes para evitar e! desgraciado su- ceso de morir sin Sacramentos los infelices indios. Las leyes 10 y 11, ti- tulo 1°, libro 1°, y la ley 66, titulo 16, libro 6" de la Recopilacién de In- dias, estan de acuerdo con el Concilio y previenen, que pareciendo nece- sario a los Vice Patronos, pongan desde luego los doctrineros convenien- 584 PEDRO VicENTE CANETE Y DoMiNGUEZ (C.VIL- N.I. tes, a costa de los mismos duefios de obrajes y encomenderos. En cuyo ca- so, se deberé guardar la advertencia de Rivadineira, * proponiéndose en terna el nuevo doctrineto que se haya de instituir donde no hubiere be- neficio eclesidstico; y para las oficinas y obrajes, nombrarse por el Pre- lado a un eclesiastico, con consentimiento del Vice-Patrdno. Contra este proyecto, ya parece que oigo reparar que, segtin la si- tuacién de estas tierras, no es posible exigir de nuevo todas las Iglesias necesarias, a menos que se costeen otras tantas o tai vez mas de las que hay fundadas, pues, de lo contrario, se aliviaran algunos pueblos y que- daran los mas en la misma necesidad que se ha ponderado. Pero aun esto, dirdn, que es inverificable, porque si se desmem- bran y dividen los Curatos actuales para fundar otros nuevos, se llega- ran_a disminuir estos beneficios sobre tal pie, que por tenues y pobres, no haya sujeto de mérito que quiera servirlos, y entonces, entrando en los concursos eclesidsticos, sin letras ni virtud, vendran a ser para los indios estos nuevos pastores tan perjudiciales como ahora es el no te- nerlos. A més de esto, seria menester dotar con igual cantidad de sino- dos, pues, habiéndose de repartir entre todos los Curas nuevos y anti- guos, el mismo nimero de indios prefinido por las leyes y constitucio- nes, corresponde también el propio salario, a menos que se dispensase con las estrechas disposiciones prohibitivas de levar derechos a los in- dios, * lo cual por ningiin titulo es conveniente a presencia de los gravi- simos motivos que explican los Coneilios y las leyes del Reino, Tampo- co hay oportunidad de hacer nuevas dotaciones de sinodos, porque si hu- biera de situarse todos estos salarios en el ramo de tributos al respecto de 1.250 pesos por cada Cura, vendria a consumirse toda la gruesa en so- Ja esta consignacién y tal vez no aleanzaria. Ello es indispensable fundar nuevas Iglesias para alivio espiri- tual de los indios; y por consiguiente, nos vemos ejecutados para veri- ficarlo, a salvar los inconvenientes propuestos, y si no me engafio, contem- plo facil el expediente, sin gravamen de los Curatos ni de la Real Ha- cienda. Parrafo tercero, — Arbitrio iE eminentisimo Luca ® reprendié por facil para fundar nuevas Igle- manifiesto el error de los que acatados ser- sias, sin dividir las antiguas vilmente a la letra de algunas declaraciones ni gravar la Real Hacienda. de la sagrada Congregacién, y de varias dis- posiciones de la nota, sostienen la necesidad de dividir los beneficios, sin reflexionar que en tales cuestiones, como de hecho se deben ponderar las circunstancias de los pueblos, su indole y Ja dotacién de los beneficios, de suerte que, concurriendo unas mismas cau- sas, como son: distancia del territorio, ¢l ntimero de los parroquianos y otras semejantes, conviene unas veces hacer desmembraciones, y otras ‘veces negarlas, segtin la diferencia de los lugares, costumbres de la Reli- gién y decoro 0 majestad de la Parroquia. Van Espen, * haciéndose cargo de la citada disposicién del Triden- tino, opina por mas conforme a derecho dividir los beneficios, cuando el P&rroco de la Iglesia antigua no puede asistir comodamente a toda su fe- ligresia, por alguna de las causas que numera la Decretal de Alejandro C.VIL- NIL] DEL VICE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 585 IL; * y no juzga conveniente erigir Capillas o vice Parroquias, al cui- dado de Vicarios coadjutores Tenientes, que administren por el Cura los Sacramentos al resto del pueblo; fundado este dictamen en dos motivos principales: el primero es que, en Jas Capillas, regularmente, no se prac- tican todos los deberes que impone el derecho comin y el 'Tridentino a los parroquianos, ni los Vicarios instruyen al pueblo con la doctrina necesa- ria, por mirarlo como a rebafio ajeno; la segunda causa es, que descui- dando fos Curas en sus Tenientes, jamas procuran visitar a los feligre- ses encargados a sti direccién, y con esto sucede que casi nunca ven ni co- nocen a su verdadero Pastor. La ley 40, titulo 6, libro 1° de la Recopilacién de Indias, tratando de los medios de socorrer a los pueblos necesitados de Doctrina, mencio- na la division, la union y la supresién de los beneficios, sin recordar el arbitrio de fundar Capillas o vice Parroquias. Lo cual (al parecer de mu- chos) persuade que también nuestra legislacién miré por menos cand- nico este rectirso. Pero, verdaderamente, es el mejor, el menos gravoso y el mas ade- cuado al espiritu det Tridentino. El Cardenal de Luca * escribié al pro- pésito un sublime discurso, por comentario de la seccién 21, capitulo 4° de Reformatione; y después de advertir las muchas Declaraciones de la sagrada Congregacién, decisiones de la Nota y tradiciones de tos Docto- res, coneluye que consultandose suficientemente el bien espiritual de las feligresias, con destinar una 0 mds vice Parroquias, a ciertas distancias para administrarles los Sacramentos y actuar en otros ejercicios religio- sos, io hay pata qué llegar a Ia desmembracién de la Iglesia matriz (que por lo regular es prohibida, en cuanto suena enajenacién), pues, con este remedio se logra el mismo fin y viene a resultar un mismo efecto, sin di- solver la unidad de la Iglesia Parroquial, conservando en ella la antigua majestad y decoro, el concurso de la feligresia y el de todos los Vicarios que, con su asistencia en ciertas solemnidades del afio, forman una res- petable figura de colegiata en la Matriz. EI moderno Juan Jacobo Scarfantoni, '° citando a los autores més clésicos, sigue la opinién de Luca, eanonizada por una decision de la Ro- ta, del afio de 1712, y se afirma en que jamés se debe echar mano de un remedio extraordinario, exorbitante, subsidiario y odfoso, como es la des- membracién, y cuando resultan los mismos efectos del ordinario, de la diputacién de Vicarios en vice Parroquias sijetas a la Iglesia matriz. En efecto, se adopté este arbitrio en Reales Cédulas circulares, di- rigidas a los Exmos. sefiores Virreyes del Peré, Santa Fe y México, sus fechas en San Ildefonso, a 18 de octubre de 1764, y en Aranjuez, a 25 de junio de 1765, ordendndoles lo siguiente: Que en estos ‘dominios de Amé- rica, se erigiesen Tenientes de Curas rectores, a distancia de cuatro le- guas, por los inconvenientes que resultaban de que hallandose los Curas Pérrocos en los pueblos cabeceras de sus beneficios, y de no tener los ne- cesarios Tenientes en otros, que suele haber distancia de diez, doce, ca- torce y mas leguas, carecen de todo pasto espiritual los feligreses, que- dando expuestos a no poder recibir los santos Sacramentos en sus dlti- mas enfermedades, con cuya consccuencia se les ordend estrechamente a los citados Virreyes, que poniéndose de acuerdo con los Arzobispos, dis- pusiesen sin pérdida de tiempo se proveyeren de idéneos sacerdotes, secu- lares o tegulares, los pueblos que a mayor distancia de cuatro leguas del 586 PepRO VICENTE CARETE Y DoMINGUEZ (C.VIL- N.II. que fuese cabecera, careciesen de este tan preciso auxilio; tratando igual- mente con dichos Prelados, la cantidad que, a proporcién de los paises, se podré sefialar para la dotacién de los propios Tenientes, y que para ella concurriesen los Curas propietarios con la suma que fuese propor- cionada al ingreso de sus Curatos y al menor trabajo que les resultaba; y que el resto para completar las asignaciones que se hiciesen, se pagase de] ramo de “vacantes mayores”, y que, no alcanzando, se supliese de cua- lesquiera fondos de la Real Hacienda lo que faltare. La ley 4, titulo 3, y la ley 65, titulo 16, libro 6° de Indias, con que se conformaron las citadas Cédulas, también previenen que, en las Doc- trinas que tuvieren estancias muy distantes, se pongan dos o mas Igle- sias, donde se pueda decir misa con decencia; y aunque no dispone el nom- bramiento de Vicarios coadjutores que residan en estas vice Parroquias, antes bien ordena que los Curas rectores de las Iglesias matrices, asis- tan por tiempos fijos del afio en cada coadjutoria, para que alli acudan los indios a ofr misa y Doctrina. Esto tltimo se entiende cuando los P- rrocos de los pueblos cabeceras, pueden asistir por si solos, debidamen- te a la instruccién de todos; pues, en el caso contrario, impone el Triden- tino, explicado por Benedicto XIV, }* la indispensable obligacién de que soliciten y pongan tantos Vicarios euantos basten para la asistencia espiritual de las feligresias. Pero habiéndose considerado el riesgo a que se exponia la educa- cién de los indios, con dejar al arbitrio de los Curas la ejecucién del Tri- dentino y de las Sabias providencias de nuestras leyes, se mandé dltima- mente 1 que los mismos Prelados, de acuerdo con los Vice Patronos, nom- brasen sacerdotes idéneos, en calidad de Tenientes de los Curas propieta- ios, en todos los pueblos que a mayor distancia de cuatro leguas de la cabecera, careciesen de este tan preciso auxilio. . En lo que se diferencian estas fundaciones, de las Iglesias matri- ces, es que estas tiltimas se deben costear de los tributos, '* y las prime- ras deben edificarse del fondo de “vacantes mayores” y “menores”, que aplican para este efecto las citadas Cédulas de 1764 y 1765, guardando la forma, intervencién y justificaciones que para el libramiento de las mercedes hechas en este ramo, requiere la ley 13, titulo 2, libro 1° de In- dias, sin perjuicio del servicio personal que deben prestar en su fabri- ca, como también en los de las casas de los Tenientes, los indios de cada pueblo, barrio o vice Parroquia, con arreglo a la ley 19, titulo 2, libro 1%, yala ley 67, titulo 16, libro 6° de Indias. De este mismo ramo deben salir las dotaciones de los Vicarios coad- jutores, en aquella cantidad que tasaren los Prelados y Vive Patronos, teniendo presente que estas asignaciones no deben hacer por via de con- grua, sino como por salario medido al servicio mercenario que hubiesen de prestar en ayuda de los Curas rectores; sin observar en su cémputo las condiciones establecidas en la Constitucién Piana, por tratarse en ellas solamente de los Vicarios perpetuos, y no de los temporales, como son los Tenientes de que hablamos, segtin Scarfantoni. ** Principal y réditos de la Caja Pore suceder que el ramo de “vacan- de Censos, tes mayores y menores” no aleance para es- ta situacién, respecto de no poder concurrir 587 C.VIL- NIL) DEL Vice PATRONATO DE LOS INTENDEN’ los Curas propietarios a la dotacién de los Tenientes, por infinitos mo- tivos que no ignoran los que tienen idea de estas tierras. En este caso, contemplo conveniente echar mano de la Caja General de Censos, entran- o 5.855 pesos 7 reales que paga la Administracién de la Real Hacienda de Potosi, por el principal de 117.119 pesos 7 y %4 reales, impuestos sobre estas Cajas, a favor de veintidés comunidades de indios del Distrito de la Audiencia de Charcas; y agregando estas cantidades a las ‘“vacantes ma~ yores y menores”, no hay duda que se puede acumular suficiente fondo para la creacién y dotacién de vice Parroquias, asi en esta Provincia, co~ mo en todo el Reino; con especialidad si se hace la cuenta también sobre los estipendios que actuaimente pagan los Parrocos a otros sacerdotes que tes ayudan por todo el aio o por ciertas festividades de él, pues, tan po~ co menos habrA que costear de los ramos referidos. Yo considero desde luego, gue a los Curas se les debe obligar a con- tribuir con todo el sobrante de emolumentos, después de deducida su con- gra y decente manutencién; porque debiendo invertir en beneficio de sus feligresias los frutos residuos de las Iglesias, no hay objeto mAs titil ni mAs pfo que la dotacién de los Tenientes, que se dirige al alivio espi- ritual de los ficles. AI mismo tiempo, juego que en este cémputo no deben compren- derse los sinodos porque no son frutos de los beneficios, sino estipen- dios y salarios temporales, segin la denominacién de muchas leyes del Reino; ' y como tales, tampoco se incluyen en las prohibiciones cané cas 17 de disponer de ellos a su arbitrio, por reputarse eximidas de la ra- z6n de frutos eclesidsticos todas las distribuciones cotidianas, ™* de cuya naturaleza son los stnodos. A fines del siglo pasado, hacia el afio de 1680, se tomé este mismo recurso en el reino de Chile, aplicando los censos de la Caja General de indios, para la dotacién de diecinueve Curatos que en aquel tiempo se fun- daron de nuevo, con aprobacién y consulta de! Conde de Castel-dos Rius Virrey del Peri, referida en Real Cédula fecha en Madrid, a 5 de diciem- bre de 1675, con la calidad de que los Curas digan por los indios difun- tos las misas correspondientes a la porcién asignada, regulando Ia li- mosna de cada una por tres pesos de a ocho reales; por cuyo medio goza- rian los difuntos de estos sufragios, y los vivos, de la educacion y ense- fianza necesarias. En efecto, no se puede dar destino mas a propésito a los Censos de los indios, pues, a més de la utilidad que resuita a los vivos y a los muertos, se lograré la conservacién y atimento de este catidal. En estas Provincias suele gastarse algunas cantidades de este ramo para Socorro de los indios en la paga de tributos y de otras necesi dades de los pueblos. El objeto es verdaderamente pio y recomendabl pero, no sera dificil que intervengan frandes, segiin el modo establecido para justificar la necesidad de los socorros. No por esto es mi Animo querer que se suspendan semejantes auxi- lios; y si, solamente, recordar el riesgo, para que se pongan més caute~ las, que ahorrandose de este modo una gran parte de los desembolsos ac- tuales, habré ms fondo para dotar a los Tenientes de Curas después de fundar las vice Parroquias que hemos expresado. Yen tal caso se debera hacer la paga en la Caja de Censos por los Oficiales Reales, en virtud del libramiento del Juzgado Mayor, al mis- 588 * Pepro VICENTE CafEre y DoMiNGUEZ [C.VIL- N.IL. mo tiempo y bajo las mismas justificaciones prevenidas por las leyes para la satisfaceién de sinodos; sefialandose por los Ilmos. Arzobispos, las misas que hayan de decir estos coadjutores, y su respectiva limosna, se- gtin la eircunstaneia del pafs. Pere en cuanto a las Capillas que se edificaren en los asientos de minas, obrajes de pafios, pagos, valles o chacras de vecinos que tuvieren yanaconas, se deberd observar lo dispuesto en la Ordenanza del Virrey Don Francisco de Toledo, referida por nuestro Frazo, *° esto es, que se hagan a costa de los duefios de dichas chacras, ayudando los yanaconas y los demas indios que hubieren de ser doctrinados en ellas, y 8. M. dara el socorro que pareciere al Virrey. Lo mismo se halla resuelto al fin de la ley 66, titulo 16, libro 6° de Indias; y en la ley 11, titulo 1, libro 1° de la misma Reeopilacién ; en- tendiéndose que todos estos sacerdotes deben ser proveidos por presen- tacién de los Vice Patronos, conforme a las citadas Cédulas de 1764 y 1765, y a la ley 10, titulo 1, libro 1* citado de Indias. Siendo yo Asesor de la Capitania General del Paraguay en el afio de 1783, se formalizaron las fundaciones de vice Parroquias y los nom- bramientos de Tenientes de Curas, conforme a las leyes del Real Patro- nazgo, ¥ aunque los Candnigos hicieron su oposicién, aprobé después el Rey todo lo obrado por aquel Gobierno, en Real Cédula de San Iidefon- so, a 23 de agosto de 1784, declarando: que asi como en la ereceién de vice Parroquias y nombramiento de Tenientes, debe procederse con los prela~ dos con acuerdo del Vice Patrono, debe también intervenir precisamente éste en todas las elecciones y nombramientos que indistintamente se ha- gan de Vicarios, coadjutores 0 Tenientes de las vice Parroquias del campo. Si en estos paises también promueve el celo de los Intendentes tan importante asunto, no dudo que se logrard el acrecentamiento de la ense- fianza de los indios y se mejoraré el estado de la fe catélica entre ellos, sin empobrecer los beneficios con su desmembracién, y sin gravar la Real Hacienda en dotar las nuevas Iglesias. Mediante estos establecimientos se evitardn aquellas emulaciones faceionarias que suele causar la divisién, no solamtente entre el pueblo, sino también entre el clero. Yo he visto recursos muy graves con motivo de haberse erigido la nueva Parroquia de Otavi, en el territorio desmem- brado a la de Miculpaya, en la jurisdiccién de Potco, sin otro principio que la repugnancia de los parroquianos a sujetarse al nuevo Cura; y ello es cierto que en estas desmembraciones jamas se deja de quitar alguna parte de sinodos al Pérroco antiguo, para dotar al nuevo; con lo que se miran desde el prineipio como contrarios, en perjuicio del buen ejemplo que las feligresias deben tomar de sus Pastores. Después de esto, apenas se consigue con las divisiones erigir una Iglesia m4s, en tertitorios que por su extensidn necesitan cuatro o seis, y concursando en el Cura nuevo mayor imposibilidad todavia que el an- tiguo, para costear muchos ayudantes respecto a su menor congrua, resul- ta forzosamente que el pueblo quedaré tan destituido como antes; los be- neficios menos apetecibles para personas ée mérito, y los Curas enemis- tados entre si, para que no cuiden del alivio espiritual de los pueblos. ‘Al contrario sucede donde hay vice Parroquias erigidas; pues, a més del consuelo que reciben los pueblos, de la asistencia de 10s Capella- nes, mantendrén siempre un sumiso reconocimiento a la superioridad de C.VIL- N.IIL.] DEL VICE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 589 los Curas rectores, viéndoles visitar dos veces cada afio sus distritos, en- sefiar la Doctrina y empadronar a los que no /a supieren, segtin la pre- vencién del Concilio Provincial Mexicano ** y de una ley de Indias. NOTICIA TERCERA Odjetos que deben atender La residencia formal y material de los principalmente los Intenden- Curas en sus beneficios, la conveniente apli- tes Vice Patronos de estos cacién de los frutos eclesidsticos en sus de- paises. bidos destinos y las suficiencias de los sacer- dotes que han de ejercer la cura de almas, son tres causas tan esenciales para la felicidad de las Iglesias y buena ensefianza de los indigs, que no pudiéndose lograr sin ellas la conserva- cién y aumento de la santa fe catélica en estos paises, son también otros tantos objetos a que deben contraer su atencidn los Intendentes Vice Pa- tronos. Pérrafo primero. — Residen- Lo mucho que en todos fos tiempos se ha cia de los Curas. faltado contra Ja obligacién estrechisima de residir en los beneficios, se indica suficien- temente por las repetidas providencias can6nicas y Reales * que se han tomado contra e! abuso de los Curas. El Concilio Tridentino ** impuso gravisimas penas a los que no residieren, encargando a los ordinarios que Jos compeliesen a residir por los medios y remedios mds oportunos. El Concilio Provincial 1° Limense, ** habia ordenado anteriormen- te que los Curas no desamparen sus Parroquias, aunque se celebraran en las capitales festividades muy solemnes; y el Sinodo 3° impuso la pena de 4 pesos ensayados y perdimiento del sinodo respectivo a cada dia de au- sencia de los Curas que se ausentaren sin licencia del Obispo in seriptis; °° declarando el Sinodo 5°, también Limense, * que aun teniendo licencia el Cura, no debe desamparar la parroquia, sin dejar en ella antes de su sali- da, un sacerdote idéneo para la administracién de los Santos Sacra- mentos. De acuerdo con estas candnicas disposiciones, exigen las Leyes Reales *7 la misma residencia, bajo la pena de no pagarse estipendio al- guno a los Curas ausentes, por todo el tiempo que no residieren, aplican- do los salarios para gastos en obras de las Iglesias donde hicieren las fal- tas, y en ornamentos de ellas; todo con parecer del Obispo de la Pro- vincia. Y para evitar los continuos fraudes que se cometian contra estas terminantes prohibiciones, se despachd, después de la recopilacién de nuestras leyes la Real Cédula fecha en Madrid a 21 de julio de 1685, de- clarando que: “a los Curas Doetrineros no se les pague ningtin maravedi del tercio de sus estipendios o sinodos, si no manifestaren testimonio y certificaciones del Cacique (si no hubiere Eseribano), de eémo han resi- dido por sus personas en los lugares de sus Distritos”’; y afiade que, “au- senténdose de sus Curatos, se puedan poner edictos 7 término compe- tente para su residencia, con apercibimiento que pasado él, no se les pa- gard el estipendio; afiadiendo severos apercibimientos de vacante, y que 590 Pepro VIcENTE Cafisrs ¥ DomINGuEZ [C.VIL- N.ILL. pasado el término del edicto, envien los Obispos (a quien corresponde fi- jarlo) y el Gobernador sus visitadores, para que al Cura que hallaren no residir en su Curato 0 Doctrina, le suspendan la paga del estipendio”. Pero si con licencia del ordinario, se ausentaren por los meses que permite el Tridentino, * en tal caso, bien pueden tirar por entero el sf- nodo correspondiente al tercio del tiempo en que hubiesen dejado de re- sidir, manifestando a este fin, por comprobante la licencia del Obispo y la certificacién del Cacique 0’ Eseribano, con arreglo a la Real Cédula citada. Y si sucediese que el Prelado conceda licencia a los Curas para au- sentarse de sus feligresias, por més tiempo del permitido por el Santo Coneilio de Trento, sin excederse de cuatro meses, no deben los Intenden- tes pretender que se les pasen los autos obrados para justificacién de las causas de la licencia, como antes se pretendié mas de una vez, antes de proveer la satisfaccion del sinodo respectivo al tiempo de la ausencia, por- que de resultas de tales pretensiones, se resolvié en Real Cédula dada en San Ildefonso, a 25 de agosto de 1768: “que los Arzobispos y Obispos cumplen con s6lo participar simplemente a los Vice Patvonos, asi las ex- presadas licencias, como los nombramientos de Vicarios y coadjutores que hagan para que sirvan durante e] tiempo de su concesién, las Doc- trinas y Curatos”, Por el contrario, cuando por las justas causas hubiese de ausen- tarse el Cura por mas tiempo de cuatro meses, no le basta la licencia sola del ordinario, y es menester que la tenga expresa del Vice Patrono, como se declaré en Real Céaula de 6 de marzo de 1770. #9 Por la inobservancia de estos indispensables requisitos, vemos tan abandonados los Curatos, que,.generalmente se van y vienen los Pasto- res, sin cuidar de pedir licencia al ordinario, y tal vez sin su noticia. Los feligreses quedan como ovejas sin Pastor, al cargo de un Ayudante que apenas dice la misa, y se muda, dejando al pueblo sin doctrina y, lo que es peor, sin Sacramentos. De aqui procede la incresble ignorancia en que vive el mayor ntimero de estos infelices, pudiéndose decir sin escéndala, que casi todos explican la poca Doctrina que saben, como el loro, sin en- tenderla; y no es otra la catisa que el no ensefiarla los mismos Curas, sino unos indios ignorantes, Ilamados Fiscales, que después de no entender a fondo los misterios de nuestra santa fe catélica, no pueden tampoco ex- plicarlos bien y con propiedad en la lengua de los indios, sin cometer gran- des disonaneias ¢ imperfecciones, como decide la ley 18, titulo 1°, libro 6° de Indias. De suerte que, ignorando el verdadero sentido de la Doctrina, por falta de inteligencia del idioma castellano, *° vienen a ser estos maes- tros como aquellos ciegos que en vez de guiar por el camino verdadero, conducen al precipicio y a la ruina, Por esto deben esmerar todo euidado los Intendentes, en no per- mitir las ausencias voluntarias de los Parrocos, eelando este punto hasta el extremo de no pagar jamas cantidad alguna de sinodos, sin haherse acreditado Ia residencia personal del Cura, por certificacién del Cacique principal del pueblo cabecera, comprobada por el “visto bueno” del Sub- delegado del Partido. Y¥ una vez que nuestros Reyes son protectores de los Concilios, de- ben también Jos Vice Patronos procurar su cumplimiento a beneficio de los indios, incitando a Jos Prelados para que obliguen a los Parrocos, vi- C.VIL- NIL] Det Vice PATRONATO DE LOS INTENDENTES 591 sitar anualmente todos sus Distritos, enseflar la Doctrina y empadronar a los que no la supieren, para que se la ensefien. ** Y por ser el punto mas recomendado en los Concilios, la explica- cién que deben hacer los Pérrocos de la doctrina cristiana, al tiempo de la misa, se debe poner igual esmero en que los Curas verifiquen la dispo- sicién del Sinodo Limense, * formando matriculas de todos los indios, para lamarlos a misa por sus nombres y obligar a los que no asistieren por ausentes, que presenten certificado del respectivo Cura en cuya Igle- sia alegaren haberla oido; pues este cs el tinico medio de cumplir con la residencia formal; y si asi no se hiciere, vivirén siempre los indios como ovejas descarriadas y los Curas seran unos Pastores negligentes del pas- to de su rebafio; quedando a todo responsables los Vice Patronos, como eneargados de la proteccién temporal y espiritual de estos infelices indios. Sobre todo, deben tener presente los Vice Patronos, aquella famo- sa Real Cédula dada en Aranjuez, a 12 de junio de 1752, estrechando de tal manera la residencia de los Parrocos, que para mejor observancia del Tridentino, declar6 lo siguiente: “Que no se tolere que ningtin Cura fal- te a la indispensable obligacién de su residencia en su feligresfa, ni se le dispense en ella con el motivo de necesitarlo ef Obispo 0 Arzobispo para servir algiin empleo de su Dignidad, y mucho menos de su persona, y que aun en el irregular caso de no hallar otro sujeto eapaz, de quien valer- se para Vicario, Visitador, Fiscal u otro ministerio de la propia Digni- dad, y considerar indispensablemente preciso haber de nombrar para él algtin Cura, con consentimiento del Vice Patrono de la respectiva Did- cesis”. Pirrafo segundo. — Buen uso No es mi’ 4nimo hablar de los frutos que de los frutos y rentas de los perciben los Curas por razén de congrua, su- Beneficios Helesidsticos. puesto que las leyes del Reino, * ilustradas por D, D, muy clasicos, les conceden fi cultad para disponer libremente de todos sus bienes, aunque sean adqui ridos por raz6n de alguna Iglesia, beneficios o rentas eclesidsticas. Tra- taré solamente de los bienes pertenecientes a las fabricas de las Iglesias y Hospitales, como también a los Conventos de regulares, por los muchos abusos que se cometen en esta materia, en perjuicio de las feligresias. Todas las que hay erigidas en estos paises tienen crecidos ingre~ sos por razén de Fabrica, y no menos los Hospitales fundados para cu- racién de indios y espafioles ya sea del noveno y medio destinado para su renta, 0 ya de réditos cedidos de limosna para el mismo efecto. Sin embargo, se yen estas Iglesias tan pobres de adorno y aun de culto, que quien no supiere estas entradas, creerd que los Curas suplen de limosna para la cera y demas menesteres del culto divino. Todo esto procede de entrar en poder de los Pérrocos las rentas de la Fabrica, y de no tomarseles las cuentas de este ramo con el rigor conveniente. As es que, siendo de la Fabrica la mitad o algo més de las rentas crecidas que producen los Curatos que se reputan por los mas ricos en la sierra, ve- mos que al cabo de arios, se retiran a sus casas los Parrocos, haciendo re- nuneia 0 permuta de sus beneficios, con unas vajillas, que quisieran te- nerlas los Pontifices, fuera de la bolsa que levan como si fueran poten- 592 PEDRO VICENTE CANETE y DoMiNGUEZ (C.VIL- N.IIL. tados, después que entraron a servir los Curatos tal vez sin mas caudal que el Breviario y el manteo; cuando, por otra parte, quedan las Iglesias, no solamente pobres, sino también casi ruinosas, que es menester apun- talarias para decir misa en ellas sin riesgo de desplomarse. Es cosa bien notoria que s6lo la Iglesia de San Cristobal de Lipez, perteneciente a esta Intendencia, tenia cuarenta mil marcos de plata la~ brada, que los azogueros de aquella ribera donaron de una vez para el ser- vielo del culto; y antes de un siglo, apenas han quedado como tres mil mar- cos, sin poderse averiguar el sustractor de tan ingente caudal, aunque se sabe que mucha parte se ha trasladado a la Iglesia Catedral de Chuqui- saca, por disposicién de sus Prelados. En esta misma Intendencia hay otros Curatos, como Puna, Toma- ve, San Pedro de Buena Vista, Tinguipaya y otros, que producen de ocho a diez mil pesos anuales, cuya mitad, 0 a lo menos una tercera parte, co- rresponde a la Fabrica; pero todos advierten la pobreza de dichas Iglesias, cuando saben que sus Curas se enriquecen y se regalan mds que los Obispos. Lo mismo sucede con las Iglesias de esta Villa, porque apenas tie- nen cAlices de plata para decir misa, componiéndose el resto de su ajuar, de candeleros de madera y vinajeras de barro o vidrio ordinario. Cosa a la verdad muy reparable en un pueblo donde han rodado las barras de plata en tanta abundancia como las piedras, y por lo mismo, no puede atri- bufrse esta miseria a otro principio que a la malversacién de los bienes pertenecientes a la Fabrica. No es menos notable el desarreglo que ha habido en el manejo de los Monasterios, y contrayéndome solamente al Convento de San Agus- tin de Potosi, espanta oir que en veintisiete afios corridos desde 1584, en que se fundé, hasta 1611, habia recibido por partidas de libros segdn re- fiere Calancha, ** fuera de blandones, lamparas y célices, 585 pesos (2). Pero aun es més de admirar que ahora no tiene casi el pico; la Iglesia se ve arruinada, sus paredes sin enlucir, los frailes sin refectorio, y tlti- mamente, todo al parecer en estado de la mayor pobreza, no por otra catt- sa que por haber puesto mano en sus bienes y rentas los Prelados locales © Provineiales, sin embarazo de parte de los magistrados seculares. En los dems conventos se experimenta la misma decadencia, por- que los Prelados sdlo tiran a sacar provecho de sus rentas, para después obtener empleos mayores. Todo esto es demasiado notorio para producir nuevos convencimientos, ni conviene extender la pluma en este asunto, por respeto a la dignidad de los sujetos que se citan. Bastara haber apun- tado los inconvenientes, para proponer el remedio oportuno. aaniniszactin vara tas F& Para evitar of extravio de los caudales bricas de las Iglesias y gu de- de Fabrica, se dispuso en la ley 44, titulo 6, pésito en las Cajas Reales. Jibro 1° de Indias, que se nombren Mayordo- mos 0 Administradores de las Fabricas de jas Iglesias y Hospitales de los indios, con arreglo a las leyes del Real Pa- tronato, 5° obligandoles otra Cédula recopilada en la ley 22, titulo 2, li- bro 1° de la misma recopilacién, a que den y presenten anuaimente cuen- ta instrufda a los Obispos y Vice Patronos, de todos los bienes pertene- cientes a las Pabricas de las Iglesias y Hospitales de indios, hasta cobrar- C.VIL- N.IIL] DEL VIcE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 593 les los alcances y ponerlos en las Cajas donde tocaren, para distribuirlos en cosas titiles y necesarias. Posteriormente, se despaché Real Cédula de Madrid, a 18 de di- ciembre de 1768, mandando guardar otra anterior Cédula inserta de 31 de diciembre de 1695, en las cuales, extendiendo la ley 22 citada, titulo 2, libro 1° de Indias, por regla general para con todos los Hospitales del Pa- tronato, asi de indios como de espaiioles, se deciar6: “Que los Obispos del respectivo territorio, 0 por si o por los Visitadores que nombraren, visi- ten todos los Hospitales del Real Patronato, siempre que les parezea que conviene tomar cuentas, a los Mayordomos, las veces que sea necesario, de las rentas, bienes y hacienda que en cualquiera manera les pertenez~ can, con la precisa calidad de que haya de intervenir y asistir por el Real Patronato, la persona que nombrare el Virrey, 0 ¢I mismo, si quisiere 0 pudiere ejecutarlo, y también con la de anotarse en los mismos autos de la visita, por el que se provea para su principio, que todo esto lo practi- can los Obispos por particular comisiOn y eneargo del Rey”. Esto no obstante, bien pueden los Gobernadores Vice Patronos, hacer y repetir entre afio otras visitas, por si o por comisarios, en caso que por fraude o por otra mala versacién lo estimaren necesario, concu- rriendo con algunos Diputados de sus Cabildos para mayor solemnidad, aunque segtin la Ley Real, *? deben procurar siempre que se hagan a un mismo tiempo por el Eclesiastico y seglar, para excusar embarazos, Si en Potosi se hubieran cumplido las leyes con los dos Hospita- les, de Belén y San Juan de Dios, que tiene la Villa, no hubieran bajado las rentas del primero a sélo cinco mil pesos, de treinta y cinco mil anua- Jes que antes producia; y el segundo no manejara con tanta independen- cia de no saberse hasta ahora e] monto del cargo y data de sus rentas. El de Belén, sabemos que pertenece inmediatamente al Patronaz~ go Real; pero yo no he ofdo ni he visto ejemplar de haberse tomado cuen- ta a los Administradores, por los Vice Patronos, ni jamds se ha cuidado de que no se excedan los Prelados en las fabricas de claustros 0 celdas, y-en usar Jos religiosos de las rentas o limosnas destinadas para los po- bres, mas de lo que hubieren menester para su sustento y vestuario y ho- nesta pasadia, conforme a su estado y profesidn, que es lo tinico que se les debe pasar en cuenta, * El otro Hospital, de San Juan de Dios, aunque no se halla dotado por el Rey, esté fundado con rentas, limosnas y contribuciones hechas por esta Villa, en comin o en particular; y también debe estar sujeto a las visitas de los Obispos y Gobernadores, con asistencia de los Diputados de la Villa, para poder representar lo que hubiera contra las cuentas. * Pero no se debe extender a los Cabildos en sede vacante, la facul- tad concedida a los Obispos para visitar Hospitales, como delegados re- gios, por no ser ordinaria esta jurisdiccién, sino delegada, en cuanto no sucede la sede vacante, segin Frazo, citado por Rivadineira. * La cual doctrina se comprueba por el argumento de una ley de Castilla, “! que nie- gaa la sede vacante la autoridad otorgada a los ordinarios Diocesanos, como delegados regios, para el reconocimiento de los rescriptos pontifi- cios tocantes a materias espirituales, En cuanto a Fabricas de las Iglesias de Indias, se halla mandado con més estrechez en la Cédula circular de 23 de mayo de 1769, recopi- Iada en el Art. 165 de la Real Ordenanza de Intendentes, que la cuenta de 594 Pepro VICENTE CaNeTs y DoMincUEZ IC.VUL- NIL. lo que resultare a favor de ellas y de los demas productos que les pertene- cen, como los de censos, entierros, y otros, se deben presentar a los Vice Patronos, para que vistas y reconocidas por ellos 0 por-las personas que diputaren, aprobadas que sean, den cuenta con testimonio en relacién al Consejo, para que se halle instruido y se evite el extravio que se ha expe- rimentado de.estos caudales, en perjuicio de tas santas Iglesias. ‘No hay duda que las Iglesias del Arzobispado de Chareas, no gozan de la parte aplicada en los diezmos, para la Fabrica, como se ha dicho en otro lugar; pero son tan pingties los productos de este ramo, que si se administrasen con fidelidad, aleanzaria no solamente para reedificar y adornar suntuosamente las Iglesias Matrices, sino también para fundar de nuevo otras muchas en alivio de las feligresias. Asi, es este punto el que mas debe interesar el celo de los Intendentes, para presentar Mayor- domos abonados que recauden y den cuenta de estos caudales, como tinico medio de quitar a los Curas la ocasién de invertirlos fuera de sus legiti- mos destinos, en contravencién de los cdnones y de las leyes. Todavia es mayor la necesidad de impedir los extravios escanda- Josos de los caudales de los Conventos regulares; pues, no contentos los Prelados con extraer de las Provincias los expolios de los religiosos, se propasan de continuo a sacar las alhajas y otros bienes destinados bien sea al culto divino o al uso ordinario de los Conventos. Y este ha sido el infeliz camino por donde casi todas las fundaciones regulares han corri- do al miserable punto de pobreza en que se hallan. Lo peor es que por aho- rrar el gasto de la comida, vestuario y otros menesteres de las comunida~ des, toman los Prelados el arbitrio de disimular la relajacién de la clav- sura monéstica, dispensando a los religiosos el que cada uno viva donde quisiere y negocie lo necesario a sn decente pasadia, con el contento de granjear algo mas por otras pretensiones indebidas procediendo de este principio la poca o ninguna residencia de los regulares en sus Conven- tos, la falta de culto en los templos y, sobre todo, las particularidades, fac- ciones y ambicién por el mando. Nuestro sabio Gobierno, conocié mucho antes de ahora el origen de estos excesos, y queriendo restablecer el derecho que compete a los Con- ventos, en los expolios que dejan los regulares difuntos, aunque sean va- cantes sin licencia de sus superiores y hayan muerto en la corte Apost6- ica, ni los Generales puedan aprehenderlos, segtin lo fundado por el Sr. Solérzano; “ se despaché Real Cédula de Madrid, a 21 de noviembre de 1707, mandando a los Virreyes, Audieneias y Gobernadores de las In- dias, lo siguiente: Jue no permitan que, con pretexto alguno, se Hleven ni transporten a Espa- “fia, caudales algunos procedidos de expolios de los religiosos, ni que por los Vica- “rios o Visitadores Generales de cualesquiera de las religiones de estos dominios, “se pueda poner mano en ellos, por ser como son bienes corcedidos ad usum tan S0- “lamente de los religiosos, y fallecidos que sean, deberse reintegrar y volver @ la “casa, Convento o Provincia de donde fueron dichos religiosos; a cuyos Prelados to- “ca privativamente poner el cobro y resguardo en dichos bienes. Que as{ mismo, no “consientan que puedan sacar bienes nj alhajas algunas de los Conventos de esas Pro- “vincias, asi de los destinados al culto divino, como a) uso otdinario de los Conven- “tos; procediendo rigurosamente contra los seculares en cuya cabeza se pusieren “Jos referidos bienes y alhajas, teniendo muy presente las leyes reales, principalmen- “te la 5%, titulo 14, libro 1° de la Recopilacién de Indias, sin embargo de cualesquie- “ra constituciones u ordenanzas que para lo contrario alegaren tener, pues no es- “tando pasadas y. vistas por el Consejo de Indias, deben entenderse perjudicia- “les a las regalias y en contravencién a la legal prohibicién para el expresado trans- C.VIL- NIL] Det VicE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 595, “porte de religiosos a Espafia; contra fas cuales regalias no pueden los Generales ni “‘Superiores de las retigiones establecer ordenanzas o estatutos algunos, ni tampo- “eo ejecutarse en estos dominios, sin que primero se haya consultado al Consejo de “Indias y por él se haya mandado darles el pase, como se acostumbra en todo cum “to toca al Real Patronato que goza en las Indias; bien entendido que fos Corregi- “dores y Justicias, no deben pasar a otra diligencia que al embargo de la saca y “transporte de los caudales, bienes y alhajas que llaman expolios de religiosos, y “dar cuenta inmediatamente’¢ ia Audiencia del territorio donde correspondiere”’. Todos estos dafios se pueden remediar con el celo inteligente de los Vice Patronos, siempre que cuiden con vigilancia que todas las Iglesias de sus distritos tengan mayordomos ficles y abonados, a quienes tomar cuenta rigurosa de los productos de Fabrieas. Entonces tendran los Cu- ras menos arbitrios para entiquecerse en perjuicio de sus Iglesias; los Pfrrocos celosos y timoratos, se alegrardn viéndose exentos de llevar y rendir cuenta de negocio que no les quita poco tiempo y afiade grandes cuidados; y los que fueren malos, tendran atadas las manos, para no mez-~ clarse en bienes de ajeno manejo. Los Prelados regulares se abstendrén también de esquilmar en sus conventos, viendo sobre si levantada la mano poderosa de los Inten- dentes, para embarazarles la saca de los biertes propios de sus comunida- des, con la resulta de lo que proveyeren las Audiencias, después de no- ticiadas de estos sucesos, Sobre ef arreglo de los Reli- Sir embargo, contemplo yo, que el tinico giosos y de sus leyes cané- remedio seria quitarles toda la ocasién, re- nicas. duciendo las rentas al ntimero preciso de ocho religiosos que debe mantener cada Con- vento, conforme a las constituciones Apostélicas, * para que ni falte la asistencia necesaria al culto Divino, ni.los Prelados tengan arbitrio para usurpar las rentas respectivas al numero que minorasen voluntariamen- te, concediéndose a este fin facultad a los Vice Patronos, para que, entre afio, visiten con el ordinario, las veces que juzgaren conveniente, las co- munidades religiosas, informédndose de los faltos y de los motivos de su irresidencia, para dar cuenta a los Excmos, Virreyes y Audiencias del territorio, con el objeto de que estas superioridades tomen providencia contra los Prelados omisos por la inobservancia de las constituciones ca- nénicas; pues, de lo contrario, se continuaré e) desgraciado abuso de ver- se la mayor parte del atio, casi vacios los Conventos regulares, bien sea por no haberse asignado el niimero competente de religiosos, 0 por que estos no residen ni guardan la clausura mondstica, en perjuicio del ser- vicio de sus comunidades y del culto de los templos. Pero era menester averiguar escrupulosamente el importe efec- tivo de las rentas anuales de cada Convento, para arreglar el gasto co- rrespondiente al sustento y decente pasadia de los religiosos, a la cera y demés cosas del culto Divino y a las reparaciones del Monasterio, Iglesia y demés fincas, dejando algiin sobrante para obras extraordinarias. Que después de todas estas defalcaciones, me presumo que sobraria otro tan- to més, que en el dia no luce ni parece, no obstante la suma riqueza de la mayor parte de los Conventos; pues segiin lo que hemos visto, sélo San Agustin adquirié, al cabo de veinte afios de su fundacién, mas de medio miilén de pesos en limosnas, fuera de vasos sagrados y menaje tocante 596 PepRo VICENTE CaNETE Y DoMincunz (C.VIL- NI. al servicio de su Iglesia. Arreglando en esta forma las cosas de los Conventos regulares del Reino, se lograrén dos ventajas muy considerables. Es la primera, que los religiosos guarden vida comtin, sin la propiedad en particular, que tan- to reprucban nuestras leyes, como contraria a la perfeccién del esta- do mondstico. La segunda ventaja es, que con autoridad de la Silla Apos- télica, se pueden aplicar los sobrantes de estas rentas para ereccidn de - Colegios Seminarios, en aquellos donde estuvieren situadas las fineas, para ensefianza de primeras letras y de Gramatiea, segiin la sabia pro- puesta del doctisimo y eminentisimo Luea. “ Y cuando por alguna razén mas politica no se juzgare conveniente desmembrar de los Colegios re- gulares las rentas de que vamos hablando, entonces seria bien dejarse- las, con la pensién de fundar y mantener en sus Conventos Eseuelas de Gramatica y de otras Facultades que deberfan ensefiarse en los Semina- rios, a beneficio de los seculares, segtin el mismo eminentisimo Luca. ** Pues no hay razén para que las comunidades regulares no recompensen al piblico, siquiera de este modo, las contribuciones liberalisimas que se es ha hecho en sus fundaciones, mucho mas allé de lo necesario y tal vez en perjuicio de muchas familias que hoy se hallan pereciendo, por la in- disereta generosidad y mal entendida piedad de sus autores. pérrafo tereet, — sutteen Ea tercer objeto —y el principal— de los cia de los sacerdotes destina- Intendentes Vice Patronos, debe ser la elec- dos para cura de Almas. —_cidn de sacerdotes idéneos para curas de Al- mas. Este es el primer cuidado de nuestros Reyes, tan recomendado en las leyes, #7 que declaran ser el 4nimo de Su Majestad, que los mas virtuosos, los mejores, los mas titiles y convenien- tes para los Ministerios piblicos, se le propongan con precisa obligacién de conciencia. No debe repararse qute se calle la calidad de Letras; porque en estos Estados, como exentos de la herejia, se requiere mas la simplic dad de costumbres que la doctrina. La suficiencia no se debe medir por la erudicion, sino por la utilidad y conveniencia de los indios. El celo y la virtud son itiles para los feligreses y para los mismos Curas; y asi, las prendas dignas de preferencia deben ser principalmente el celo, el valor, la vigilancia, la piedad, la caridad y la actividad, todo junto, aunque no concurra tanta ciencia que exceda o iguale estas dotes. Sobre todo, se debe procurar el buen nacimiento en los que hubie- ren de obtener empleos eclesiasticos, sin permitir el trastorno de las con- diciones, tan ofensivo como tolerado en estos paises. Cada wno se atreve a salir fuera de si mismo y lo consigue abrazando el estado a su gusto, no sdlo sobre su mérito, sino también sobre su esfera. De aqui resulta que el plebeyo, el ilegitimo y otras personas irregulares, quieren ser sacer- dotes, Curas, Canénigos y hasta Obispos. Siendo el peor mal que cono- ciendo estos vacios, pretenden Ilenarlos con la adulacién, con el cortejo y con el dinero, para conseguir por estos reprobados medios lo que no pueden esperar de su mérito. La bajeza, a mas de influir seeretamente la avaricia, el engreimien- to y otros vicios en todo contrarios al feliz expediente de mestros Cura- tos, también inspira a los stibditos el menosprecio de sus pastores, contra su aprovechamiento espiritual. C.VIL- NIL] Dg VICE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 597 La autoridad, las més veces, es compaiiera de la calidad, porque los nobles son de ordinario liberales, suntuosos y decentes en su porte y aunque no tengan virtud, tienen frecuentemente en el corazén los lati- dos de honra y de gloria, que producen los mismos efectos que el celo cau- sado del amor de Dios. Por lo regular, aborrecen todas las acciones indig- nas, y cuando por falta de virtud no se mueven a dejarlas por temor de Dios, las omiten por respeto humano. Al contrario, el plebeyo se desvanece en la altura, sonroja a sus iguales para ahuyentarlos de la familiaridad a que los ata su misma con- dicién, Saliendo fuera de si mismos con la inhumanidad, con el rigor, con la avaricia y con el despotismo con sus iguales y tal vez con sus mismos parientes, pretenden hacer desconocible la ‘fortuna en que nacieron, y borrando ya las apariencias de humildad que manifestaron en la mise- ria, descubren los vicios, se hacen aborrecibles, esquilman los Curatos y después de usurpar con sus intrigas el lugar a los beneméritos, corrom- pen los pueblos y siembran tal cizafia de abusos y desdrdenes, que sofo- can la semilla del Evangelio que deben cultivar por su ministerio. De este principio nacen tantos excesos como llora infelizmente la sierra del Pert. No es decente referirlos, pero apuntaré uno u otro, para hacer ver la necesidad del remedio; advirtiendo antes, que no es mi dni- mo tratar de los muchos Curas que hay virtuosisimos, humildes, ejem- plares, doctos, celosos y timoratos; porque estos dignos pastores, cono- cidos en los pueblos y venerados por los Prelados, son los operarios que mantienen la vifia de la religién en estos paises, y se debe a sus fatigas evangélicas mucha parte de la unidad y sujeci6n de estos dominios. A to- dos estos verdaderos eclesidsticos elogio y venero pecho por tierra; mas, ellos mismos me dispensarén la relacién de los desérdenes que ejecutan los malos, para que la maledicencia no escupa indistintamente sobre to- dos sa veneno. Hay pues algunos Curas tan relajados y ambiciosos, que después de no guardar los Aranceles en cobrar derechos indebidos a los indios, les quitan por fuerza a las viudas y herederos sus ganados y otros bi nes, al precio que quieren, hasta dejarlos en estado de mendigar, sin que estos infelices se atrevan a reclamar, temerosos del castigo que esperan y del poco fruto que sacan en sus recursos, por la facilidad con que los Curas desvanecen los cargos mas graves, por medio de los mismos indios, a la persuacién 0 amenaza de ausentarse, que de cien acusaciones, ape- nas suele castigarse una, y esto es cuando interviene el Corregidor, el Sub- delegado u otro espafiol poderoso, para vengar sus particulares ‘resenti- mientos con los Curas; pero si, los pobres indios no encuentran tales co- yunturas, o salen mal o callan o se retractan, dejando a los Parrocos mas satisfechos y prepotentes que lo eran antes de procesados. En otros Curatos se sabe que los indios, nifios, mujeres y hombres, Hamados en su lengua “imillas y yocallas”, cuando concurren a la Doctri- na, levan al Pérroco, por via de gratificacién, unas veces costales, otras, sogas, y otras, unas raices que Haman airampo, muy estimadas para tin- turas, precisando con tanto rigor a estos infelices, que cuando no entre- gan estas tareas, los castigan ptblicamente como si hubieran cometido algiin grande delito; y as{ viven estos pobrecitos, tan cuidadosos de com- placer a sus Curas, abasteciéndoles de todas estas especies de mercancia, fuera de la lefia y otros menesteres, que emplean toda la semana en hi- 598 Pepro VICENTE CafETE Y DomMINGUEZ (C.VIL- NII. lados y otros servicios particulares, sin pagaries nada por su trabajo y sin que puedan asistir a sus padres, contra las estrechisimas prohibicio- nes anticipadas sobre este abuso, en la ley 11, titulo 13, libro 1° de la Re- copilacién de Indias. Lo més espantoso es, que no falta Cura que para obligar a los in- dios herederos a que manden decir muchas misas cantadas 0 rezadas, unas veces mandan enterrar el difunto boca abajo, persuadiéndales que no po- dr salvarse hasta volver la cara al cielo, por medio de diez o doce misas. Otvas veces publican apariciones fingidas, alegando necesidad de misas. Los pobres indios, como tan superficiales en puntos de religién y que, si saben la Doctrina, son como loro que la dicen de boca, sin enten- derla, creen por de fe, que el cura les amonesta y clamoreando la infeli- cidad del muerto, son capaces de vender hasta los hijos, para pagat cuan- tas misas se le antojare al Cura, que necesita el difunto para salvarse. Coneluiré por referir, 1o que me ha contado un Juez, visitador fi- dedigno, de estas Provincias, de cierto Curato digno de compasién. Este sujeto, pues, me aseguré, que para amontonar muchos derechos de casa- mientos, mandaba (el Cura) depositar a esta o a otra india, de las mas bien parecidas, con el pretexto de estar amancebadas con Pedro 0 Juan, feligreses del mismo Curato, Entonces, o bien, instigados los indios a re- mediar el dafio que se les acusa, o bien las mismas indias, o sus padres por sacarlas de la reclusin, andan activos en solicitar el matrimonio; y de este modo consigue el Cura cuantos casamientos quiere; no siendo lo peor que asi agencien el acrecentamiento de sus rentas, com el que, cas ose sin vocacién y tal vez sin inclinacién, resultan al poco tiempo enemis- tades, disenciones, adulterios y otros excesos irremediables ya, entre estos infelices casados. Por decencia paso en silencio otros desérdenes mis escandalosos, que casi son inereibles de personas dedicadas a Dios por su estado. Re- servo estas noticias a los Vice Patronos celosos que pueden adquirirlas con poco trabajo, sélo con dar una vuelta por sus Provincias. Pero, sf, aseguro que la causa principal, es entrar los mas al im- portantisimo ministerio de Curas, sin haberlo aprendido, cuando vemos que los oficios mas viles y mecanicos no se ejercitan sin haber gastado muchos afios siendo aprendices. Una mitad menos de inconvenientes experimentariamos en nues- tras Provincias, si en los Seminarios Conciliares fundados para estudios eclesidsticos, aprendieran la Gramética, la Moral, la Liturgia, el Canto, la Oratoria, y otras facultades determinadas por los Concilios. ** Salien- do de estas casas bien instruidos con la obligacién de Curas y ensayén- dose antes en otras Iglesias Catedrales o Parroguiales, para acreditar la suficiencia, Ja humildad y las buenas costumbres, no hay temor que des- pués sean malos Parrocos. Asimismno, admitiéndose en los Seminarios solamente hijos y des- cendientes de los primeros descubridores, pacificadores y pobladores de esta Provincia, gente honrada, de buenas esperanzas y respetos, con ex~ clusién de los Hlegitimos y de hijos de oficiales mecdnicos, conforme a la Ley Real, “ tendrian los Vice Patronos muchas personas beneméritas en qué escoger, con la graduacién y preferencia prevenida en la ley 6°, titulo 28, libro 1° de Indias. ¥ los infelices naturales tendrian buenos pas- tores que les suministrasen Doctrina pura y sdlida, conservandose en ¢s- C.VIL- N.I1.] DEL VICE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 599 tos paises la timica inconstitil y nunca rota de Jesueristo, como ponde- ra el ilustrisimo Palafox, *° para asegurar la sociedad civil de este pode- roso Imperio, Lo que esto importa, nadie ignora; pues, ningiin Estado se ha per- dido hasta ahora mientras Ja religién se ha conservado en su pureza; y debemos asegurar que estos dominios se perpettian bajo el dichoso go- bierno de nuestros Reyes, siempre y continuamente en la unidad de la fe y religién que profesan sus felices pobladores. Ya quisiera concluir este discurso, pero referiré por apéndice dos abusos muy perjudiciales, nacidos también de la abundancia de los Cu- ras. Muchos de ellos, por una especie de economfa reprobada, hacen gran- des sembrados, fundan chacras y crian ganados, a costa de los pobres in- dios, sin pagarles su salario, con pretexto de ser para el sustento de sus personas, familias y caballos. Y hay Parroco que, bajo de esta excusa, mantiene manadas de costosas mulas y caballos, cultivando inmensos al- falfares y crecidas siembras de cebada, en lugares que debieron aprove- char los infelices indios. El Concilio Limense condené este arbitrio, prohibiendo estrecha- mente a los Curas la labranza de chacras y cria de ganados, salvo que sea lo preciso para alimentarse, como declard la sagrada congregacién, *! y en la forma y casos que explica el Iustrisimo Obispo de Quito. Las leyes reales 5° también reprueban estos excesos, como el de beneficiar minas (que no es poco frecuente) y otras granjerias, decla- rando por justa causa para remover por concordia a los Curas contra- yentores. Y una vez que van de acuerdo con los Concilios, deben los Vice Patronos, por sa parte, celar con vigilancia tales procedimientos, para que los Pérrocos se arreglen a tan santas disposiciones, aprendiendo en ellas ekmétodo de conducirse en sus ministerios. El otro abuso mas perjudicial, es la facilidad con que los Curas castigan con azotes a indios ¢ indias, indistintamente, validos de la doc- trina de Montenegro, ** que los favorece con la facultad para imponer- les la pena hasta de cincuenta azotes. Este es el origen fecundo del despotismo de los Curas y del terror de los indios; pues con el pretexto de corregirlos por la doctrina, desaho- gan sus resentimientos y los maltratan miserablemente, al paso que los Corregidores y demas Jueces no pueden hacerlo sin proceder en térmi- nos del derecho, con arreglo al auto acordado del Superior Gobierno de Lima, recopilado a fojas 202 del titulo 17, libro 2° de las Ordenanzas Ge- nerales del Pert. Con esto, temen ms un simple disgusto del Cura, que las amena- zas serias de los Subdelegados, y se invierten todas las reglas de la su- bordinacién civil, en perjuicio del buen gobierno. Se facilita cuantos arbi- trios intenta el Pérroco; se fomentan las parcialidades y se transtorna el orden politico de la real autoridad, haciéndose los Curas tan absolutos, que casi no hay poder bastante en los Magistrados mas superiores, no di- go para castigar, pero nj aun para averiguarles el exceso mas reparable. Verdaderamente, nace todo ello de la mala inteligencia de las le- yes. Asi se vio en un Cura del pueblo de Itapé de la Provincia del Para- guay, que habiendo castigado a unos indios, con el colorido de doctrina, se despaché Real Cédula de Madrid, a 9 de octubre de 1728, ordenando al Gobernador, lo siguiente: 600 Pepro VICENTE CaNETE ¥ DoM{NGVEZ (C.VIL- N.IV. “Y para en adelante os arreglaréis a lo dispuesto por las leyes, no permitie “do se executen semejantes castigos en indios y mucho menos en indias; porque sélo “con el hecho de executarlo en ellas, se debe pasar a remover al Cura; pues sdlo “puede ser admisible este castige en las nifios, para su correccién y enmienda.’ Mandando guardar las leyes 5 y 6, titulo 13, libro 1° de Indias, que los Virreyes, Gobernadores y Justicias, no permitan ni consientan a los - Curas, clérigos ni religiosos, que tengan cdrceles, prisiones, grillos y ce~ pos, para prender ni detener a los indios, ni les quiten el cabello, ni azo- ten, ni impongan condenaciones, si no fueren en aquelles casos que tuvie- ren comisién de los Obispos. Con lo cual se coneluye, que la doctrina del Imo. Montenegro se debe entender cuando los Pérrocos procedieren comisionados, por deli- tos graves, después de haberles ofdo sus defensas por los términos de de- recho. Y siempre que ejecutaren pena de azotes y otros castigos, sin guar- dar estas formalidades, deberan los Intendentes hacerles entender su obli- gacién, libertando a los infelices indios del insoportable yugo que hasta ahora han llevado sobre la cerviz. Después de todo, el remedio sera no presentar para Curas a hom- bres insuficientes, guardando por la mejor regla, no tener en estas ele ciones la general, como dice el sapientisimo Richelieu en su Testamento Politico: * “mas, elegir unas veces hombres eruditos; otras, personas me- nos letradas y ms nobles; mozos, en algunas ocasiones, y ancianos en otras, segtin los sujetos de diversas condiciones que se haliaren a propé- sito para el Gobierno”. NOTICIA CUARTA Arbitrio itil, segin Ia condi- Los Doctisimos Padres del sagrado Con- ign de estos paises, para me- cilio de Trento, conocieron muy bien que el jorar el estado Eclesidstico en lastimoso estado de las Iglesias, sujetas con cuanto a los Curas. especialidad a los Patronos particulares, pro- venia de que los herederos de los fundado- res, siéndolo de sus bienes, pero no de su celo ni de su virtud, ponian sa- cerdotes a su voluntad, sin atender a,la utilidad de las Iglesias; y no pu- diendo remediar el mal, quitando totalmente la causa, propusieron por remedio ** que el Sinodo elija examinadores, que examinen a todos Jos opositores a beneficios curados, para que conocida su capacidad, propon- gan dos o tres de los mas beneméritos a los patronatos del curato vacan- te, con obligacién de presentar al Obispo el que més le agradare. No hay duda, que este expediente quita mucha libertad a los Pa- tronos, porque no eligen a quien quieren, sino a uno de los tres que le pro- pone el Diocesano, y los Obispos mismos tienen coartada la facultad para proponer solamente a los examinados y aprobados en el concurso. Pero lo cierto es que se observa muy poco el orden del Concilio; porque si se cumpliera con su espirita, no hubieran tan malos Curas co- mo vemos. Unas veces, aprueban con compasién los Obispos, a unos hom- bres reprobados en otros Obispados, por ignorantes o por viciosos, que con mafia han sabido merecer la gracia o la piedad, ocultando sus defee- tos. Otras veces, principalmente en sede vacante, que suele ser muy fre- euente y dilatada en estas Provincias, atienden los Cabildos, por lo regu- lar, s6lo al fin de sus casas y negocios particulares, admitiendo a exa- C.VIL- N.IV.] DEL VICE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 601 men y aprobando a personas que carecen de los requisitos y partes nece- sarias de letras, virtud, nacimiento y utilidad de las Iglesias. Los Vice Patronos, que no todos imitan el celo y el fervor de nues- tros muy Catdlicos Reyes, encuentran tambign la puerta abierta para con- descender con el favor, con el respeto o con la pasidn, ¥ sirviéndose reci- procamente de ellos y de los Cabildos, no queda ahijado sin acomodo, aun- que no sea capaz ni aun para una sacristia, siendo lo mas malo, que se abandona con injusticia y las mas veces con escndalo, el verdadero mé- Tito de otros opositores mas dignos. De esto resulta que nadie cuida de estudios ni de virtudes, sino de procurarse buenos padrinos. Aprenden la adulacién y el cortejo; se aba~ ten a estos entretenimientos ruines, en vez de cursar los Colegios, y co- mo enviciados ya con la ociosidad y con la ambicién, no perdonan atajo a que no se atrevan para conseguir un Curato, pudiendo avanzarse a de- cir arrebatado de celo (no sé si indiscreto) que en el Peri casi todas las Iglesias son feudales para recompensar el favor de los padrinos. Aqui vemos que la distancia en que se hallan las Iglesias del ver- dadero Patrono, da lugar a no cumplirse las buenas y santas intenciones de 3. M. Tampoco el remedio del Tridentino alcanza a precaver para con los Vice Patronos, todos los dafios que conocié al tiempo de dictar sus sa- bios decretos; y, o es preciso abandonarnos a la desdicha 9 procurar otro arbitrio que siendo legal sea mas util para mejorar el Estado Ecle- sidstico. Yo no encuentro otro medio, como reducir todos los Curatos a la provisién del Rey, en la forma que estén hoy las Canonjias. Me sugiere esta persuasién el ver siempre mejores Candnigos que Curas, y no pue- do atribuir a otra cosa sino a que jamds se atreven a ocurrir al Rey per- sonas indignas, sin nacimiento, vittud ni estudios. Ni se logra el inten- to, aunque alguno atropelle estos atajos; porque~la justificacién inexo- rable de la C4mara siempre consulta al mAs benemérito, en quien concu- rren todas las calidades que requieren las leyes reales. Lo cierto es, que al principio de la pacificacién de estos dominios, se presentaban por el mismo Rey todos los beneficios curados de las In- dias, hasta que, habiéndose aumentado el Estado Eclesidstico de éllas por Jos afios de 1609, se despaché Real Cédula de Madrid, a 4 de abril del mis- mo afio, delegando el Sr. Don Felipe III, a los Excmos. Virreyes, Presi- dentes y Gobernadores, la presentacién de todos los beneficios curados, asi de espafioles como de indios, sin necesidad de impetrar la Real con firmacién como antes se ejecutaba, segdin refieren los sabios regnicolas Solérzano y Frazo. ®* La ley 24, titulo 6, libro 1° de Indias, abraza todo el contexto de la ci- tada Real Cédula, y aunque no expresa ¢l motivo de la comisién para es- tas presentaciones, lo declaran muy bien los citados autores y se colige de la ley 16 del mismo titulo y libro, a saber: por la mucha distancia que hay de estos reinos a los de Castiila y el inconveniente que podra re- sultar de que los Curatos vacantes estén sin proveer hasta que el Rey pre- sente quien los sirva. Pues, hallandose ordenado en las leyes 35 y 48, titu- lo 6, libro 1° de nuestra Recopilacién, que no pasen de cuatro meses las vacaintes de los Curatos y Doctrinas, éra indispensable delegar su presel tacién a los Gobernadores de las Indias, para evitar la precisa y larga di- lacién de ocurrir al Rey. 602 Pepro VICENTE CANETE Y DOMINGUEZ [C.VIL- Notas Pero, sobre todo, es cosa muy notoria que en estas Provineias ja- més se proveen las vacantes dentro de cuatro meses, porque regularmen- te se espera que vacuen ocho 0 diez y tal vez mas Curatos, para fijar los Edictos, quedando después el arbitrio de prorrogar uno o dos términos; de suerte que ha llegado vez de estar suspendido el] concurso en dos y has- ta tres afios, sin cumplirse los soberanos y justificados motivos que con- sideré la piedad del Rey, para cometer a los Gobernadores las presenta~ ciones. En este intervalo, es tan imponderable la bateria que ponen los pretendientes, que es imposible no rendir la plaza mas fuerte, saliéndo- se con su intento después que los interinos que trabajan como mercena- rios, han esquilmado los Curatos, dejando entre los feligreses solamente el clamor, el disgusto y e] mai ejemplo. Los Vice Patronos también disimulan bien contentos estas mora- torias, por la mal entendida economia de lo que el Rey ahorra en los si- nodes, sin advertir que ge pierde la porcién mas estimable, que es la en- sefianza de los pueblos. Al cabo lo vienen a pagar estos infelices, porque, unas veces por las vacantes y otras por las traslaciones de sus verdade- ros Parrocos, rara es la poblacién que los disfruta media docena de afios ; pues, si el Curato es bueno, pretenden otro mejor, y si por el contrario, procuran dejarlo cuanto antes, arrancando de este modo infelizmente del corazén de los indios, la semilla mal sembrada del Evangelio, con la tempestad continua de mutaciones. Ya pues, que segiin lo visto, no se cumple cl fin de las leyes en ‘cuanto al modo de estas presentaciones, ser4 lo mejor reformarlas, redu- ciéndolas a su primitivo modelo; esto.es, que a la manera de las Canon- jias, segtin fueren vacando los Curatos se fijen Edietos para concurso, y remitan al Rey las néminas para su real presentacién, sin admitir per- sonas que carezcan de los requisitos que disponen las leyes, y en el inte- rin, puede servir un interino, como ahora se practica; que no debe dudar- se estardn las Iglesias vacantes por menos tiempo y las feligresias mucho mejor asistidas, si se manda guardar el sinodo Limense, ** en no admitir traslaciones de Curas, no habiendo servido las Doctrinas siquiera seis aiios. Con esta cautela y con la de proponerse bajo estrecha obligacién de conciencia a la Real designacién los mas beneméritos, por el orden, lu- gar y grado que detallan nuestras leyes municipales ** y sus intérpre- tes, & considero remediar en mucha parte, cuando no en todo, los espan- tosos abusos que hemos referido sin la menor ponderacién, yal cabo de pocos afios se verd mejorado el Estado Eclesidstico, mds instruidos los indios y con mayores vineulos nuestra sociedad politica, para su eterna duracién. 1.—Goncilio Limense 1": Cap. 11, acct. 35 y el 2° Coneilio, Ces. 8, Cap. 76 y 78. — Fraze: De Patronat. tomo 2", Cap. 69, No. 11. — Goneilio 1° Limense: acction, 3, Cap. 12, ‘— Rivadineira: De Patronat. Cap. 11, No. 76, fol. 225. — Cone. 1° Limense Provincial, Cap. 88.—~ Ley 13, titulo 13, libro 1" de Indias — Ordenanza 31, titulo 13, libro 2, de las Generales del Peré.— Prov. del Duque de la Palata, 4 20 de febrero de 1684; Nos. 3 y 4, fol. 1311 vita. de las Orde- nanzas impresas en el afio de 1752. C.VIL- Notas] DEL VICE PATRONATO DE LOS INTENDENTES 603 6.—Luea: Dise. 16, en las anotaciones del Concil. Tridentino sec. 21, de Reformat, Gap. 4, No. 2, p. 5*, tomo 14, fol. 365, Nos. 3, 4 y 5. —Van Espen: De jure Eclesiast. titulo'16, part, 2, Nos, 38 y 34, tomo 1°, fol. 523. —Cap. ad. Audient. 3, de Edificand. Bclet— Ley 3, titulo 5, Bartid. 1". — Luca: en el lugar eitado. ‘— Scarfantoni: Decis. 21, a No. 17 y siguientes, fol. 222. — Ses. 21 de Reformatio.; Cap. 4°, — Introduce. Pastoral 94, tomo 2, fol. 266. Real Cédula fecha en Aranjuez, a 23 de abril de 1767. — Leyes: 6, 7, 19 ¥ 28, titulo 2, libro 1° de Indias. Ley 5, titulo 3, libro 6° de la misma Recopilacién, rfantoni: en las Animadversiones et Lucubraciones canonicales de San Fran- cisco Cecoperio. Lib. 3°, No. 4, fol. 21. 16.—Ley 48, titulo 6, ley 18, titulo 7; ley 14, titulo 11; leyes 8, 13, 1, 16, 17, 18, 19, 21,22, 24 y 26, titulo 13; leyes 13, 16 y 26, titulo 6; leyes 16 y'17, titulo 73 leyes 4, 14 y 25, titulo 15; leyes 23 y 29, titulo 6, Lib, 1° de Indias. 17.— Scarfantoni: Lib, 2", Lucubrat. Canonie.; titulo 10, No. 12, fol. 119; con Fag- nano ¥ otros muchos, Fagnano: en el Cap. Gravis de restitutione espoliator; No. 7, tomo 1°, fol. 119. — Ley 13, titulo 11; Ley 24, titulo 13, libro 1° de Indias. — Frazo:'De Patronat. Cap. 83, Nos. 6 y 7.— Concil. 1° Limense. Cap. 12 action 3, fol. 38 de la Coleccién Aguirre, tomo — Concitio Mexicano de 1585; titulo 2, Lib. 3, No. 12. — Ley 65, titulo 16, Lib, 6° de Indias, — Tridentino, Secs. 6, de Reformatione, Cap. 2°, —Conell. Provel. 1" Limense; Cap. 18, action 4. 25.— Sinodo 8, Limense de 1585, Cap. 33 26.— Sinodo 6” Limense de 1588, Cap, 1°, fol. 215, en el tomo 6° de fa coleccién del Cardenal Aguirre. 27.— Leyes 16 y 18, titulo 13; Ley 16, titulo 7; Ley 6, titulo 15; Ley 48, titulo 6; Ley 26, titulo 13; Lib. 1° de Indias. 28,— Trident, Ces. 28, de Reformatione; Cap. 1°, vers. 10. 29.—No se debe reparar ni justificar las licencias que los Prelados dieren # los Doc- trineros dentro de cuatro meses. Ley 16, titulo 7.— Ley 17, titulo 13.— Ley 16, titulo 15.— Lib. 1° de Indias. 30.— Para evitar estos inconvenientes, dispuso el Sr. Duque de la Palata, en pro- visiin de 20 de febrero de 1624, Cap. 6, a f. 811, de la Ordenanza del Pert, que los Curas ensefien la Doctrina en lengua castellana, 81.— Conell. Prov, Mexicano de 1585, titulo 2, libro 8°, No. 18. 82.— Sinodo 4°, de 1586; Cap. 4, todo el Tit. 8, Lib, 2° de las Ordenanzas Generales del Perd,' trata de la ensefianza y doctrina de los indios; principalmente las Ordenanzas 5, 7, 8, 9, 12. 88.— Ley 13, titulo 8, Lib. 5° de Castilla. Ley 6, titulo 12, Lib. 1° de Indi 34.— Barbosa: Lib. 3, de jure Eclesiast.; Cap. 17, No. 67, contra Molina, De jus et jure trat, 2, dispot. 147. Conclus. 7°, Senedo en la colecc\én 12° de las Decre- tales — Salcedo: De leg: Polit.; Lib. 1°, Cap. 15, No. 16— Antémez: De dona- tionib.; Lib. 1, prelud. 2, § 7, No. 78. Molina: De primogeniis; libro 2, Cap. 1, pez: en la Ley 52, titulo 6, Part, 1 los, 1.— Barbosa et el Cap. Relatum 12, de testamentis, No. 5. Gonzilez ib. No, 2 85.—Calancha: en la Crénica de San Agustin, del Perd; Lib. $*, Cap. 40, No. 6, tomo 1%, fol. 749, 36.—Coneil. Limense 1°, Cap. 31, act. 3, fol. 42, en el tomo 6 de la colece. del Car denal Aguirre, requiere que estos mayordomos afiancen el caudal que adminis- tran, para su mejor cuenta y raz6n. 37.— Ley 5, Cap. 24 al fin, titulo 4, libro 1° de Indias. 38.—Ley 5, Cap. 26, y 26, titulo 4, tibro 1° de Indias. 39.— Ley 5, Cap. 21'y 22, titulo 4, Lib. 1° de Indias. Frazo: Cap. 60, No. 50.— Rivadineira: Cap. 12, § 2 al fin, fol. 288. 41— Ley 87, Cap. 8, titulo 3, Lib. 1" de Castilla, impresin en Madrid, afio de 1776. 42.— Solérzano: en la Polit, Indin.; libro 4°, Cap. 11, No. 62. 43.— Bulas de Paulo V., Gregorio XV y Urbano VIII, mandadas guardar en Reales Cédulas de 7 de noviembre de 1693 y 7 de marzo de 1698, referidas con par- ticular orden de su cumplimiento, en otra de Madrid, a 16 de febrero de 1703, 15 604 PEDRO VICENTE CANETE Y DOMINGUEZ [C.VIL.- Notas con advertencia que en el ntimero de los 8 religiosos de actual y precisa asisten- cia, no se ineluyen los que se hallan instruyendo las Doctrinas y Curatos de sus territorios; y si a falta de este ntimero se incorporasen a los Conventos eabe- ceras, quedan sujetos al Diocesano.— Vide Solérzano, in Polit.; Lib. 4%, Cap. 23, y alli Ramiro Valenzuela, desde el No. 58 hasta el 81, tomo 2%, fol. 200. 44.— Leyes 45 y 50, titulo 14, libro 1° de Indias. 45.— Cardenal De Luca: en las anotaciones al Concil. de Trento. Dise. 25, a Ia sec. 23 de Reformatione; Cap. 18, Nos. 4 y 5, Part. 5*, tomo 14, fol. 379. 46,— Luca: en el lugar citado, No. 6. 4T.— Auto 127 al fin, titulo 2, libro 2° de Indias. 48.— San Carlos Borromeo: en sus instrucciones para el régimen de los Seminarios: part. 1, Cap. 1 hasta el 5%, tomo 2, fol. 819. Concil. 1° Limense, Cap. 22, act. 3, fol. 40, en el tomo 6, del Cardenal Aguirre. 49.— Ley 8, titulo 23, libro 1° de Indias. 50.— Timo, ‘Palafox: tomo 1°, Cap. 1: De la Naturaleza del Indio. No. 3 al fin, fol. 464, 51.— Aguirre: en el tomo 6 de su coleccién, fol. 54. 52.— Montenegro: en su Itinerario de Parrocos; Lib. 1, tract. 18, No. 1, fol. 18: seen. 6, Nos. 11 y 12, fol. 136, 58.— Leyes 2, 4, 5, titulo 12, Lib. 1°; Leyes 11 y 28, titulo 18, libro 1° de la misma recopilacié: 54.— Montenegro: en su Itinerar.; Lib. 1°, tract. 40, seens. 2 y 3, fols. 68 y 64. 55.— Testamento Politico; Cap. 2, ces. 1, fol. 74. 56.— Tridentino: ces. 2, Cap. 18, de Reformat.; y ces. 24, Cap. 18. Concuerda la ley 24, titulo 6, libro 1° de Indias. 57.— Solérzano: ‘De jure indiarum; Lib. 3°, Cap. 15, desde el No. 1 hasta el 15; to- mo 2, fol. 661.— Frazo: De regio patronat.; Cap. 1°, desde el No. 22, tomo 1 fol. 61. 58.— Sinod. 5. Diocesana Limense de 158: Aguirre, fol. 218. 59.— Leyes 24, 28, 29'y 80, titulo 6, ley 4, titulo 18, libro 1” de Indias.— Leyes 32 y 88, titulo 3, libro 2" de la misma Recopilacién— Ley 3, titulo 15, Part. 1", 60.— Solérzano: De jure indiarum; libro 3*, Cap. 19. Caps. 15 y 18.— Frazo: Cap. 33, No. 17. Cap. 11.— Abendaiio: Tesauro Indico, tomo 1°, titulo 1, Cap. 7, a No. 62. Cap. 2%, en el tomo 6 de la colec. de CAPITULO OCTAVO De la Superintendencia de Minas. Se explica su origen, distrito y jurisdiccién, con la de todos sus Oficia- les Reales y dependientes, segiin el actual sistema de Mineria. NOTICIA PRIMERA origen de esta. Saperinter- Eun otro lugar + hemos referido que desde dencia. los primeros tiempos del descubrimiento de este imponderable mineral, no tenia el Co- rregidor de Potost en el Cerro, otra autoridad que la de un Visitador sub- delegado, para inquirir si cumplian sus respectivas obligaciones el Al- calde Mayor y los tres Veedores, si los indios recibian agravios en sus jornales 0 algtin dafio en las labores, si la mita se distribuia con arreglo a su repartimiento, si las minas se trabajaban segtin ordenanza, si se ejecutaban robos u otros excesos contrarios a las leyes y al buen gobier- no de la mineria y, por tltimo, para procurar y entender todos los demas casos y negocios que declara la Ordenanza 17, titulo 9, libro 3° de las Generales del Peri, tratando de las visitas que el Corregidor debia ha- cer en el Cerro, dos dias cada mes; sefialandole seiscientos pesos de pla~ ta ensayada, en la Caja de Granos, por razén de salario de su trabajo; aunque después, hacia el afio de 1682, cesé esta situacién y se mandaron abolir todas las demés, por Real Cédula de 1618, recopilada en la ley 14, titulo 15, libro 6° de Indias. De modo que siendo por esta causa muy li- mitada la jurisdiccién del Corregidor de Potosi, en materia de minas, se suseitaron entre el Alealde Mayor y él, varias muy refiidas competen- cias, que dieron mérito para formar en’su declaracién la Ordenanza 19, titulo 9, libro 3 citado del Pert. 606 PEDRO VICENTE CANETE Y DoMINGUEZ [C.VIIL- N.1. La Superintendeneia corria entonces a cargo de los Presidentes de Charcas, y con este caracter bajaban a esta Villa, en ciertos tiempos del afio, a visitar las minas e ingenios de su Ribera, con todo lo inciden- te a la distribucién de azogues, reparos de labores y repartimientos de mita, segtin refiere Escalona. ? Pero siempre estaba reservado al alto Go- bierno de los Excmos. Virreyes, el conocimiento de cuanto inspecciona- ban los Superintendentes, para aprobar o modificar sus providencias. Se mandé después, por Real Cédula de 1578, recopilada en la ley 22, titulo 31, libro 2° de Indias, que los Oidores de Charcas, vinieran por turno, cada afio, a esta Imperial Villa, a tomar cuentas a los Oficiales Reales y, de camino, visitar la Casa de Moneda; con cuyo motivo se orde- né en otra Cédula posterior, de 1605, recopilada en la ley 29, titulo 1°, li- bro 8* de nuestras Municipales, que también visitasen las minas e inge- nios de esta Ribera, con la gente de Mita, cometiéndoseles de esta suerte la Superintendencia que antiguamente ejercian los Presidentes. Pero habiendo insistido éstos en venir a Potosi, con pretexto de ce- rrar las cartas cuentas, entrometiéndose en otras dependencias, so color de su antigua jurisdiccién, con muchas faltas de sus personas en el Tri- bunal de la Audiencia, se despaché Real Cédula de Madrid, a 28 de febre- ro de 1713, mandando cumplir el turno de los Ministros conforme a la ley citada, con abgoluta prohibicién de hacerlo los Presidentes y de demorar aqui los Oidores comisionados luego después de cerrada la carta cuenta, bajo la pena de no pagarseles el sueldo. Con el tiempo se experimenté la poca utilidad de estas comisio- nes, por falta de inteligencia de los Ministros en materia de cuentas, que eran el primer objeto; y se libré nueva Cédula de Madrid, a 31 de ene- ro de 1720, para que por turno pasgse a Potosi un Contador Mayor de cuentas, de Lima, de tres en tres aiios, y residiese aqui continuamente, pa- ra tomar y fenecer las cuentas de los Oficiales Reales, con la ayuda de costa de 1.335 pesos, sobre los 3.645 de su sueldo; mandando que en esta virtud cesasen de venir los Oidores al tanteo de cuentas y visita de mi- nas, como lo habjan ejecutado antes. A la saz6n se estaban tratando varios articulos muy graves de la Cédula expedida en 1698, sobre la Mita de este Cerro y sus ingenios, y al cabo de pocos afios de suspensién, se despacho aquella famosa Cédula de Sevilla, a 23 de octubre de 1732, concediendo a los Excelentisimos Virreyes de Lima, la facultad de nombrar, cada dos afios, un Mi- nistro de la Audiencia de Charcas o Lima, por Superintendente de las Minas y Mita de Potosi, con el sobresueldo de 4.000 pésos anuales. Con lo que se restablecié aquella antigua comisién que tenian por la misma ley, para inspeccionar y visitar estas minas y su gente mitaria. Con este favorable suceso para los Ministros de Charcas, entra- ron a ejercer su nueva autoridad, con notable deslucimiento de los Co- rregidores, causando esta multiplicidad de mandos no pocas parcialida- des y facciones en extremo perturbativas de la paz ptiblica. El ruido lle- g6 hasta el Trono, y los mismos efectos dieron a conocer el mal estado de este Gobierno, no menos que el remedio tinico de reunir los negocios en una sola mano que fuese diestra y fuerte en su manejo. En efecto, fue nombrado por Corregidor de esta Villa, en el afio de 1750, Don Ventura de Santelices y Venero, Oidor de Cadiz, y teniendo es- te Ministro bien acreditada su capacidad y juicio, se le concedié el Go- C.VIIL.- NAL} DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS. 607 bierno cpu todas las superintendencias y encargos anteriormente repar- 4idog en diversas personas, fijandose en este dichoso punto la morosa épo- “del origen de la Superintendencia en los jefes naturales de esta por- Patoce Villa. ee "Parece que todavia respird, entre intervalos,’de cuando en cuan- do, aquel antiguo sistema, dejando como el relémpago deslumbramiento para cegar, en vez de luces para ver. Se amontonaron muchos desacier- tos y no pocas desgraciag, causadas las més de las veces por la emula- cién de los mandones competidores; y resuelto al cabo nuestro Gobier- no, sabio a poner la mano en este enfermo, publicé la nueva Ordenanza de Intendentes, y por el Art. 1° de ella, uni¢ al de esta Villa la Superin- tendencia de la Real Casa de Moneda, la de sus Minas y Mita, y la del Banco de Rescates, para uniformar el Gobierno y evitar los frecuentes embarazos y competencias que resultaban, quedando separados estos em- pleos. Con cuya providencia, pasaron los Gobernadores de esta Villa, de meros visitadores del Cerro, a ser confirmados por verdaderos Superin- tendentes de todas sus minas e ingenios. NOTICIA SEGUNDA Distrito de 1a Superintenden- Despe que se dividieron los dominios en cla de Minas. el mundo, por convencién general de las gen- tes, también se demarcaron los campos, * las posiciones y los derechos, para evitar confusiones. Con este fin se fun- daron las ciudades y se fueron distinguiendo las jurisdicciones de los rei- nos, hasta los mas infimos magistrados. Y como el mando es la porcién més estimable del dominio humano, por eso se ha puesto siempre mayor cuidado en contener la ambicién, sefialéndole limites invariables. Este desérden se noté muy pronto en Potosi, y fue igual su reme- dio para conservar el buen Gobierno en las Provincias confinantes. Lue- go que Don Ventura Santelices fue nombrado Superintendente de las mi- nas de Potosi, el afio 1750, bajo de instruccién formal para administrar- las, pretendié extender esta jurisdiccién a todas las del Tucumén, expi- diendo providencias para el fomento del mineral de Catamarca. El Gobernador de aquella Provincia se resistié, porque la Super- intendencia de Santelices no podia alcanzar a aquel territorio. De lo que avisado el Rey, despaché Real Cédula de San Ildefonso, a 1° de septiem- bre de 1761, declarando que las facultades que se le concedieron, eran li- mitadas para las minas e ingenios del distrito de esta Villa de Potosi. Y desde entonces quedé demarcado el territorio de ella en el ambito de las cinco leguas por Distrito formal de la Superintendencia de Minas. Ultimamente se unié a la Intendencia de Potosi, por el Art. 1° de Ja nueva Ordenanza, la Superintendencia de sus minas en la extensién de los Partidos de Chayanta, Atacama, Lipez, Chichas, Tarija y Porco, que abraza este Gobierno, quedando por deslinde de la jurisdiccién la mis- ma Provincia de Potosi, y para los demas Intendentes respectivamente la suya, segiin el Art. 133 de la citada Ordenanza de 28 de enero de 1782. Pero legandose a entablar el nuevo sistema de minerfa que anun- cia el Art. 135, y la declaracién 11, de 5 de agosto de 1783, se viene a los ojos que entonces deberd ser el Distrito de la Superintendencia de Poto- 608, PepRo VICENTE CaNrte Y DoMiNGUEZ (C.VU1.- N.IIL sf, todo el del Virreinato de Buenos Aires; de suerte que, manteniendo cada Intendente la particular de su Provincia, para velar inmediatamen- te el fomento de las respectivas minerias, vendré a ser el Gobernador de Potos{, un Superintendente General de todas ellas juntas, como antes lo eran los Excmos. Virreyes, respecto de las minas y de las Casas de Mo- neda del Reino, sin perjuicio de las Superintendencias particulares de estos ramos. Ello es que si se trata de fomentar con solidez las minas del Peré, es forzoso exigir una Direccién General de Mineria, que lleve la voz de todo el cuerpo de ella, para representar Jo justo y lo util, con autoridad competente y en tiempo oportuno. También conviene conservar el Banco de Rescates y Avios funda- do en Potosf, dndole una nueva forma, ‘ para que estos dos efectos sean. generales en todo et Rein; porque pensar en nuevas fundaciones, es que- rer que queden para siempre en el papel, como aqvellas reptblicas estoi- cas en las ideas de Plat6n. Siendo pues regular que la Direccién se plantee donde residiere el Banco, para pedir sin retardacién las certificaciones y demas documen- tos relativos a rescates, avios de azogues, consumos y productos de pla- tas, es consiguiente que asista alli mismo el Superintendente que ha de despachar todas las expediciones, como el que éste sea el Gobernador de Potosi; porque si cada Intendente hubiese de librar auxilios contra el fon- do del Banco, o lo ejecutarian sin oir la voz de la Direceién y sin el debi- do conocimiento, 0 cuando se sujetaren a este érgano a tan largas distan- cias, llegarfan tan de tarde en tarde los socorros, que ya no fuesen de pro- vecho en una materia regularmente ejecutiva, como es la de las Minas. Por iiltimo, una vez que ha de haber un solo Banco, que ser co- mo un corazé6n s6lo, de donde han de circular los avios y los fomentos a todos los miembros del cuerpo de mineria, asi también, no debe haber més que una sola cabeza, representada en el Superintendente, para evi- tar monstruosidades. Y véase cémo, por unos pasos contados vendré a ser Superintendente General de las’ minas del Virreinato, un Goberna- dor que, en un principio, fue apenas visitador del Cerro; después, en su mayor progreso, Superintendente del Distrito de la Villa, y witimamen- te el de su nueva Provincia. NOTICIA TERCERA Autoridad de la Superinten- Esra Superintendencia debe estar encar- dencia de Minas en lo guber- gada en general y en particular, de todos los nativo, econdmico y provincial. trabajos que s¢ hacen en las minas, cuidan- do bajo de precauciones inteligentes, de la fidelidad, aplicacién y desinterés no s6lo de los Oficiales y empleados, sino también de los duefios y demés operarios de su departamento, Los obje- tos de esta prolija inspeceién son tan diversos, que multiplicéndose con la mudanza de los tiempos y de las costumbres, segiin las necesidades e invenciones de la malicia, no se pueden sujetar a niimero fijo, pero ni tam- poco a un céleulo probable. Sin embargo, detallaré algunos casos por mas frecuentes, para despertar las miras de un Superintendente vigilante. Como los buenos 0 los malos progresos de los trabajos de las mi- C.VIIL- NIL] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 609 nas, dependen del conveniente empleo de los indios en las Mitas de sus respectivos repartimientos, debe ser, entre los cuidados del Superinten- dente, el principal que los duefios de minas e Ingenios no abusen de los operarios que les ha concedido el Gobierno para el fomento de su indus- tria, celando muy particularmente que los apliquen a la labor de las mi- nas, sin permitir que vendan, cobren, reciban o truequen en plata o en cualquiera otra especie, el trabajo de los indios que les estén sefialados, ba- jo las penas impuestas en diferentes Cédulas, Ordenanzas y Leyes del Rei- no. * A este propésito, debe estar advertido el Superintendente, que el abu- so de recibir en plata semanalmente el trabajo que habra de hacer el in- dio en las minas de su repartimiento (que aqui llaman “rezago”), ha te- nido su origen de moler en los Ingenios la broza de metal arrojada en las canchas, que es lo que Ilaman desmontes o pallacos; porque no llevando labor de barreta, no tienen en qué emplearse los indios del Cerro; y en- tonces los deja libres el azoguero, cobrando siete pesos semanales de los rezagos, en plata; sin aleanzar la vigilancia més escrupulosa a poner re- medio a dafio tan grave, por las ingeniosas invenciones con que se enct~ bre este desorden; y asi, el tinieo arbitrio es quitar la causa totalmente prohibiendo con rigor que los duefios de minas e ingenios se aprovechen de los desmontes que estuvieren fuera de ellas, y que los dejen al apro- vechamiento comtin de los que no tienen minas, por el orden dispuesto en las Ordenanzas, ley 2°, titulo 1°, libro 3° del Pert. : Como no es posible que el Superintendente General, que ha de re- sidir en Potosi, tome conocimiento de todas las minas de su Departamen- to, y del estado de prosperidad o decadencia en que se hallan, para pro- porcionar los auxilios convenientes y mandarlas cultivar con progresos, para sacar de ellas un partido ventajoso a favor de la causa piiblica, es indispensable que procure noticias seguras de los mismos Intendentes y de los Jueces reales subdelegados, acerca de estos importantes objetos. E! medio ordinario es visitar personalmente cada Juez las minas de su distrito, reconocer las labores corrientes, despobladas y nuevamente des- cubiertas; los mojones y todo lo perteneciente al estado de las minas; en- viando estas noticias, con los registros que ante ellos deben hacerse, con arreglo a las Ordenanzas del Reino, ¢ Pero la precaucién mAs inteligente para adquirir la noticia cabal que se requiere, de todos los minerales e ingenios det Departamento y de su estado, es que anualmente se envie a la Superintendencia General, una relacién instruida de los cerros de oro o plata de cada Partido, * especi- ficando las vetas descubiertas y corrientes los rumbos hacia donde co- rren, el caudal que rindieren o que se espera de ellas (con separacién del metal rico al de las brozas y de los guijos sobre que arman), la natura- leza y diversidad de los metales, entre pacos, negrillos y mulatos, la ley que cada uno rinde, el beneficio a que se sujetan con mas propiedad, en- tre el azogue y la fundicién, los duefios de las minds e ingenios, los inte- reses que cada uno posee, las labores que se traen corrientes, la profun- didad y estado en que se hallan, las imposibilidades por agua, y la dispo- sicién de poderse habilitar por socavén, segiin la altura y forma de los cerros, informando con justificacién la riqueza en que quedaron al tiem- po de aguarse, y acompafiando a la relacién expresada, mapas delinea- dos o pintados, de cada mineral 0 cerro de por sf; de modo que instruyan a la vista de todo lo que en sf contienen, para que ademas de poderse to- 610 PepRO VICENTE CaNETE Y DoMINGUEZ mar un expediente favorable en todas estas dependencias, se hagan mas inteligibles y justificadas las diligencias de visitas sobre que han de ro- dar las providencias generales de la Superintendencia. Realmente conducen todos estos conocimientos para dirigir el cul- tivo de minas, con progresos de parte de los duefios y de la Real Hacien- da; pero ellos solos no son bastantes para reprimir los funestos efectos de la desaplicacién, de la falta de inteligencia y del fraude. Son muchas las experiencias desgraciadas de los atrasos que ha producido en este ra- mo industrioso del Estado, cualquiera de los tres desérdenes referidos. Por lo general, estan abandonados los minerales del Reino a la direceién de un minero o mayordomo ignorante y desidioso, que a espaldas del amo, no tira a mas que a pasar la vida alegremente, a costa de los crecidos sa- larios que goza, sin cuidar del trabajo con la actividad que requiere su importancia. ¥ cuando interviene alguno celoso y trabajador para el due- fio, suele no poseer toda la fidelidad necesaria para el Rey en la paga jus- ta de los Reales quintos. El Gobierno ha aspirado siempre a remediar estos dafios, alentan- do y promoviendo el espiritu nacional hacia la mineria; y al mismo tiem- po ha dictado providencias bien premeditadas para contener los abusos del dominio y asegurar los intereses del Rey. El Exemo. Principe de Esquilache, * mandé que en todos los in- genios se llevaran libros de los beneficios de metales, para asegurar anual- mente la ley de ellos y el costo del beneficio, asi en los jornales y mate- riales, como en pérdida de azogue. El] Exemo. Marqués de Castelfuer- te, ® adelanté algunas precauciones mas y ordend a los Jueces de Minas que, por juramento de los mayordomos de cllas, averigiien los cajones de metal que en cada mes puede sacar a sus canchas cada minero; con dis- tincién de sus diferencias de pacos, mulatos y negrillos; y segin este cdleulo, examinar en la visita de los Ingenios, si los cajones beneficia- dos corresponden a la saca de los frutos del cerro y labores del mineral, haciendo este cotejo por los libros de beneficio y juramento del benefi- ciador; para dar cuenta al Superior Gobierno de los cajones de metal que mensualmente pudo lavar y beneficiar cada ingenio, con arreglo a las sa- cas, y de los que efectivamente lavé y beneficid, con especificacién de la ley de cada uno y del importe total. Si de estas diligencias resultare que no se ha sacado el metal que corresponde a la gente y labores del mineral, 0 que no se ha beneficiado y lavado mensualmente, a proporcién del que se haya sacado o se debié sacar, entonces deben averiguar los Jueces la causa de la decadencia, y si procediere de negligencia 0 poca aplicacién de los duefios, estimular- los al trabajo, hasta reducirlos a un corriente regular de marcos que to- dos los meses ‘puede fructificar cada ingenio; o si fuere por falta de auxi- lios, proveer todos los necesarios en plata, azogues y en otras especies, para evitar por medio de oportunos fomentos las interrupciones que atra- san el ejercicio. ¥ porque suele contribuir de ordinario a estas decadencias, la fal- ta de recuas para la baja de los metales, dispuso también el Exemo. Cas- telfuerte, que ocurriendo los mineros a los Jueces, compeliesen éstos a los arrieros ms inmediatos, a que se ocupen en las bajas, sin permitir- les que, pagdndoles el precio regular, dejen este trajin por el privilegio de la minerfa. C.VIIL- N.ULJ DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 611 Por el contrario, descubriéndose por las visitas que se ha benefi- ciado mayor mimero de marcos de los que se han fundido y quintado en las Cajas respectivas, queda averiguado et extravio y se debe exigir el quinto a correspondencia del beneficio; de manera que, celando el Super- intendente el cumplimiento de estas sabias precauciones, es indispensa- ble que se acreciente el ramo de mineria, 0 al menos que no decaiga en tanto perjuicio del Estado, como se ha visto en este Reino. Hay otro dafio que no se ve, todavia mas perjudicial, que reclama toda la atenciin del Superintendente. Consiste en el desperdicio de una gran parte de ia ley que tienen los metales, desapareciéndose con la pla- ta que se les deja sacar, otro tanto peso de azogue, por la mala fe e insu- ficiencia de los beneficiadores, en perjuicio del duefio, del Rey y del Estado. Nuestro mineralogista Barba, citado en otro lugar, !° ponderé so- bre muchas pruebas experimentales, las increibles sumas que ha despe- dido rio abajo la ignorancia tan lastimosa como notoria de los beneficia- dores, Nadie ignora que este es el origen mas funesto de nuestra mine- ria, y nuestro Gobierno mismo lo tiene conocido; pero bien sea por el poco celo o por la preocupacién de los azogueros, no hemos visto hasta aqui ejecutadas las serias providencias expedidas por los Excmos. Virre- yes, principalmente por el Sr, Marqués de Castelfuerte, acerea de este importante asunto. Para remediar este dafio propiamente intenso, se halla mandado que los Jueces, acompaiiados de personas de conocida practica en él de- neficio de los metales, examinen a los beneficiadores, por medio de repe- tidos ensayes menores de fundicién, antes de aprobarlos y dar la licen- cia que necesitan para ejercer el magisterio; multando, asi a éstos como a los azogueros que se valieren de ellos sin precedente aprobacién y titu- lo de la Superintendencia, por haberse reconocido que muchos mineros ocupan a unos indios ignorantes, que apenas tienen conocimiiento del azo- gue, por ahorrar en ellos el salario que habia de ganar otra persona més inteligente. Y para mayor califieacién de la idoneidad, seré bien que, antes de entrar al ministerio, evacuen un acto solemne de beneficio por mayor, examinando precisamente por la prueba infalible del fuego la dltima ley de los metales, para. apurarlos después (gobernndose por ella) en el co- rriente y comtin beneficio de azogue. Es verdad que cuando vinieren a Potosi los maestros beneficia- dores, que se esperan de Alemania, cesaré el cuidado de aprobarlos, por~ que los primeros traerén sus titulos correspondientes, y los sucesivos ya seran examinados en el Seminario de Metalurgia y Mineralogia. Pero, en el entretanto, conviene no retardar por mas tiempo tan importante pre- caucién; ademés, que aun después de llegados los maestros para Potosi, sera preciso que estos mismos examinen, para los minerales de afuera, a aquellos sujetos peritos que actualmente ejercen de beneficiadores, des pachdndoles su licencia respectiva el Superintendente General; y si aca- 80 no se prepara con este rigor la nueva planta de minerfa, es de temer que después siga el mismo disimulo para ruina irreparable de todo el Reino. Aun toca al Superintendente celar que las minas e ingenios se tra~ bajen con actividad, inteligencia y desvelo, como se acaba de decir; no 612 PEDRO VICENTE CANETE Y DoMINGUEZ (C.VIIL- N.UL. debe compeler a los duefios que residan personalmente en los asientos de los minerales, como lo intenté Don Ventura Santelices, Gobernador de Potosf, sobre el ejemplar de lo que se practiea en Huaneavelica; porque atendiendo a la gran diversidad de circunstaneias, se declaré en Real Cé- dula de Aranjuez, a 21 de mayo de 1765, que los azogueros bien pueden ausentarse de donde tienen sus minas, sin incurrir en su perdimiento, siempre que, estando ellos ausentes, queden en administracién o arren- damiento de personas inteligentes y activas para el trabajo. También corresponde al Superintendente General, nombrar los fa- cultativos de minas y peritos beneficiadores, y despacharles titulos a pro- puesta de la Direceién; admitir al gremio los individuos que soliciten ocu- parse en la azogueria, calificando su idoneidad, limpicza, utilidad y pro- bidad de costumbres, con advertencia de la Direccién en Junta de dipu- tados; arreglar el arrendamiento anual de los ingenios, con acuerdo de la misma Direccién, citacién de los duefios ¢ interesados, con interven- cién del Procurador General de la Villa, ajustando los arrendamientos al respecto de los cajones 0 quintales de molienda al afio, para remediar el precio excesivo y arbitrario que exigen los duefios, con notorio atraso de los arrendadores que son vasallos verdaderamente titiles al Estado; convocar a Junta general a los consultores de la azogueria; presidir las que se hicieren para elecciones y para otros fines; ofr las propuestas de la Direccién y hacer por si todos los nombramientos a que se refieren los Arts. 14, 25, 26 y 27, titulo 1° de la Ordenanza de México; librar en el Banco los avios y auxilios extraordinarios que pidieren los mineros del Departamento, por mano de la Direccidn, después de examinada y bien calificada la necesidad o utilidad, en Junta de diputados. Practicar por si y remitir cada afio al Rey, las visitas de minas e ingenios de esta Ri- bera, cumpliendo estrechamente la obligacién que le impone una Real Cé- dula de 31 de enero de 1762, y otra de Aranjuez, a 13 de mayo de 1765. Y¥ aunque los recursos que resultaren de la visita en punto del manejo y administracién de las minas e ingenios, ya no deben ir al Virrey y a la Audiencia, segin la distincién de casos de Gobierno y Justicia, como se previno en las citadas Reales Cédulas, por hallarse en el dia inhibidas ambas superioridades del conocimiento de minerfa; pero siendo preciso que haya en el Reino algin tribunal para estas alzadas, se deberan admi- tir para la Junta Superior de Buenos Aires, a quien toca atender todos los negocios agregados al Departamento de Hacienda, entendiéndose es- ta regla igualmente con los Intendentes y demas Jueces reales subdele- gados sobre materias de justicia, a excepeién de las de Gobierno, que de- ben venir por recurso a la Superintendencia General. Por ejemplo: si algiin minero se agraviase de lo proveido acerca del mayor adelantamiento de la ley de los metales y de su beneficio por fundicién o azogue, o en orden a evitar derrumbamientos, muertes, inw daciones de planes, y cuanto concierne al mejor método y habilitacién de las minas o de los ingenios. Lo mismo sera tratandose de exceder las dos varas y media de an- cho y otro tanto de alto, que permite en el hueco de los socavones, la Orde- nanza 2* al fin, titulo 8, libro 3° del Peri; o el de vara y media de ancho y dos y media de alto, que dispone para los barrenos la Ordenanza 6° del citado titulo y libro; porque en todos estos casos y otros semejantes de Gobierno, est’in sujetos al conocimiento del Superintendente General de C.VIIL- N.L] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 613 Mineria, por la autoridad que le concede Ia ley 8, titulo 1, libro 2° de la Recopilacién de Indias, para disponer en materia de minas, lo que halla- re mas conveniente. ¥ si, bien puede el Superintendente no pasar por el juicio y expe- riencia de los demas Jueces, no lo solian los Virreyes prudentes y experi- mentados (cuando ten‘an a su cargo este ramo), proceder a nombre de visitadores, sino en caso rarisimo e¢ indispensable, por los graves incon- venientes que tocan tales comisiones, a menos que se mezcle algin pun- to en que se interese el Gobierno general de la mineria o la dispensacién de algiin artfeulo de la Ordenanza, en notable perjuicio de partes; porque entonces, ademas de justo, es conveniente despachar comisiones en per- sonas de mérito y experiencia, para consultar el mejor Gobierno y con- tener perjuicios de tan grave consecuencia. !? No debe ser menor el cuidado y ia buena cuenta en mandar labrar las minas descubiertas y buscar otras nuevas, '? aplicando de los repar- timientos mAs cereanos dentro de las veinte leguas, los seis indios que con- ceden las Ordenanzas al descubridor; 1 proveer los asientos de minas de buenos bastimentos y materiales, a precios justos; * hacer guardar a los mineros sus privilegios; y limpiar los minerales de jugadores, va- gabundos, amancebados y rescatiris. 1° Todos estos puntos tocan a lo gu- bernativo, de que pueden entender también los Alealdes Mayores, gober- nadores y sutbdelegados, en sus respectivos Distritos, segiin el tenor de las leyes. ‘7 Sin embargo, se puede mezclar en todos ellos el Superinten- dente General, con prudencia y buenas cautelas, si juzgare conveniente dispensar, corregir o alterar algo. Como las minas ¢ ingenios suelen pasar a otros poseedores, por venta, arrendamiento o herencia, es preciso advertir que cada Intenden- te, incluso el de Potosi, puede conceder licencia para verificarlo segin ordenanza. ** E] estilo corriente es que el que quiere vender 0 arrendar sus mi- nas e ingenios, comparece ante el Gobernador haciendo relacién del con- trato que intenta celebrar, y de su precio, causa y condiciones, y pide se le reciba informacién de utilidad asi a la Real Hacienda como a la causa publica, e igualmente de ser legitimo el precio, habil y suficiente el com- prador'o arrendador, para Mevar la labor, concluyendo que, en vista de todo, se le otorgue la licencia. Mandada recibir la informacién que disponen las Ordenanzas, re- sultando de ella comprobada la utilidad y el precio en que se concert6 la venta, se provee auto concediendo la licencia que se pide, con la calidad expresa de traer confirmacién dentro de un afio siguiente; afiadiendo en los arrendamientos la obligacién y fianza de ocupar los indios en las ta- les minas e ingenios con que se arrendaron, y no en otras, y de dejar las mismas minas seguras y reparadas a vista de veedores, y los ingenios mo- lientes y corrientes al tiempo de acabarse el arrendamiento. Notificado el permiso a las partes, se otorga la escritura por el Escribano de minas, con citacién del Protector de naturales, por el in- terés que tienen los indios en el abono de las fianzas con que se asegure su buen tratamiento y su indemnidad’en la reparacién de las minas. El interesado ocurre al Superior Gobierno, con testimonio de es- tas diligencias, y precediendo vista fiscal, provee que se libre despacho de aprobacién’ donde se confirma la venta o arrendamiento, y el dere- 614 PEDRO VICENTE CaANETE Y DOMINGUEZ [C.VIII.- N.II. cho de los indios de Mita, mandando al Corregidor que se los haga acu- dir en los tiempos y mitas ordinarios, en virtud del despacho que sirve de mandamiento en forma, En el entretanto se obtiene la confirmacién del Superior Gobier- no, quedan, por puro depésito, en poder del comprador los indios que es- tuvieren repartidos o sefialados para las minas e ingenios, bajo la pena de nulidad de los contratos que en otra manera se hicieren y de perdimien- to del derecho y accién que pudievan tener para repartirseles indios de mita, segdn el tenor de las Ordenanzas, '* siendo calidad *° que no se dé posesién de ninguna mita permutada, vendida o donada, o por cualquier otro contrato enajenada, sin que, primeramente, ambas partes parezcan ante la Justicia y declaren por juramento, que el contrato que asi hicie- yon es cierto y verdadero y no fingido ni simulado, sino con animo de es- tar y pasar por él, realmente y con efecto, bajo la pena de nulidad de la posesién y de cien pesos de plata ensayada ¥ mareada, al Juez que la man- dare dar, y a las partes, el perdimiento de la mina, si fuere suya, y no siendo, de} valor y estimacién de ella. Por eso, cuando constare que las ventas o arrendamientos de las minas e ingenios, han sido simulados y fingidos, pasando tnicamente la administracién de ellos, en confianza secreta, al que suena comprador 0 arrendador, no debe repartirseles indios mas adelante, aunque compren otros ingenios y minas o las abran de nuevo; y a los vendedores se les debe quitar perpetuamente los repartidos y sefialados, para que con estas precauciones se embarace el gran inconveniente de vender el trabajo de los indios a trueque de plata, con el indecible perjuicio de oeuparlos es- tos fingidos compradores o arrendadores de minas e ingenios, en tareas excesivas, maitraténdolos con azotes ¥ haciendo en ellos otros dafios gra~ visimos, prevenidos muy de antemano y prohibidos estrechamente en las Ordenanzas del Reino. ? Aqui se debe notar, que aunque se previene en la Ordenanza 4, ti- tulo 12, libro 3° del Peri, y en la adicién de Lupidana, titulo 14 del mis- mo, Nos. 2, 6 y 26, que en las ventas, donaciones o arrendamientos, no pa~ sen ni se den a las personas que sucedieren en las minas e ingenios los indios que para ellos estuvieren sefialados y repartidos, y queden vacos para repartirlos a otros, sefialando el Corregidor de la Villa algunos in- dios a la persona que sucediere, hasta que el Sr. Virrey provea los que se le han de dar para ello; no por esto es contra Ordenanza la provision ordenada de suceder y despachar los sefiores Virreyes, cuando aprueban tales contratos, porque en declararse la vacante del repartimiento en las Ordenanzas citadas, no hubo otro fim que mantener la naturaleza libre de los indios y la calidad de invendibles y enajenaciones, como personas exentas de ajeno dominio, segin las leyes y ordenanzas del Reino, * pa- ra que jams se mostrase ni un indicio de que el comprador o arrenda- dor tienen adquirido algin dominio y propiedad en ellos, segdn la inter- pretacién de nuestro Solrzano. * Pero en la realidad, sucede de los indios el comprador 0 arrenda- dor de las minas e ingenios, no pot el traspaso 0 contrato particular que tiene celebrado, sino por nuevo repartimiento que se le hace, atendida la causa de necesidad y utilidad pablica que en él continiia. Por esto concluye el citado Solérzano, *4 que pareciendo el com- prador de las minas e ingenios con titulos legitimos, se le deben dar los C.VIIL- N.UL] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 615 indios que pidiere en virtud de ellos, y que se tendr por injusto el dene- garselos, no habiendo razén explicable que a ello mueva, porque no se le conceden por gracia o beneficio, sino por estar ya entablado por ley y costumbre. Fundado en este principio, afiade * que sin embargo de estar pro- hibido el venderlos 0 arrendarlos, haciendo especifica mencién de ellos en los contratos o escrituras de ventas o arrendamientos de las minas, no sera injusto ni reprobado que quien las vende o arrienda Ieve algtin mejor precio por ellas, en consideracién del repartimiento de indios; por- que siendo ordinario y casi seguro entrar a su nuevo goce, es precio ines- timable la esperanza de su continuacién. # En efecto, se practica en Potosf, con la cireunstancia de ser ya en- table invariable, de aumentar sobre el valor intrinseco de la hacienda que se vende, mil pesos mds por cada indio de su repartimiento, y a este mis- mo respecto en los arrendamientos. Pero en sentencia de nuestro Solérzano, ** no tiene derecho algu- no el comprador o arrendador, a titulo de eviecién 0 saneamiento, enor- me y enormisima lesién, si por particulares respetos 0 por otras razones, se le dejaren de conceder del todo, o se le redujeren a menor nimero, co- mo cada dia acontece, por no haberse podido obligar el vendedor a unos cargos que a él mismo le pudieran haber sucedido aunque no hubiera he- cho la venta o traspaso. No debe ser asi, en mi juicio, cuando se quitare el repartimiento de indios al heredero a quien le tocé en particién alguna mina o ingenio, en cierta cantidad de pesos regulada al respecto de los indios, sin los cua les no los valiera: y. g.: en veinte mil pesos por otros tantos indios se- fialados a una hacienda, que, sin tenerlos, no valiera més que cinco mil pesos: que en semejante caso se debe atender tinicamente la igualdad en- tre Jos hijos, y no es justo que alguno de ellos reciba perjuicio tan nota- ble, de quedar casi desheredado por causa de un accidente en el que él no tuvo parte, y que si le hubiera. sucedido al padre, alcanzaria a todos los hermanos, disminuyéndose la masa comin hereditaria a proporeién del niimero de indios que se le quité a la hacienda o se Je minor En Potosi son muy frecuentes las herencias y adjudicaciones de esta clase, y es muy factible que algiin heredero reclame cuando se for- me la mita, para repartirla con mejor método a todas las minas e inge- nios de esta Ribera, con arreglo a la Real Cédula dada en Buen Retiro, a 15 de julio de 1750, que hemos citado en otro lugar. ** Entonces se de- berd tener muy a la vista la advertencia antecedente. Por ahora, ninguno debe temer la injusticia de negarsele el repartimiento que tuvo su padre, porque el Sr. Marqués de Montesclaros, para quitar dudas y establecer un derecho firme, declaré, en provisién de 28 de agosto de 1609, que: “los hijos y herederos de los duefios de minas e ingenios, que tienen reparti. miento de indios, sucedan en su goce, de la misma forma que en las mi nas e ingenios, con el cargo de Hevar confirmacién dentro de cuatro me- ses siguientes, y que en el caso de quitarse los indios por su mai uso, se remitan los autos dentro de dos meses”. Muchos dudan si en las ventas y arrendamientos de las minas e ingenios que no tienen indios repartidos, como son todos los de este Rei- no a excepcién de la Ribera de Potosf, (en que, sin embargo, también hay algunas sin repartimiento) deberd proceder la formalidad de la infor- 616 Pepro VICENTE CaNete ¥ Domincurz [C.VIIL- NIM. macién y dems solemnidades expresadas arriba. Algunos letrados son de parecer que no, porque todas las cautelas de la Ordenanza se dirigen a evitar el mal uso de los indios mitarios; y una vez que se trata de ha- ciendas que no tienen repartimiento, debe cesar la disposicién de la Orde- nanza, respecto de cesar su causa final. Otros son de contrario sentir, porque las minas son una regalia que el Rey concede a sus vasallos, con la pensién de contribuirle el real dere- cho de quintos; y los ingenios son unos edificios ptiblicos destinados pa- ya el mejor expediente de la mineria, que subsisten con las aguas comu- nes de la Ribera y se surten como los otros del avio de azogues y de otros suplementos que suministra el fondo del Banco de Rescates. Por otra par- te, necesita de su corriente para el trabajo, de los indios mingados, que son loz que se conchaban por conciertos voluntarios con los duehos de mi- nas ¢ ingenios. Ya se ve que se interesan el Rey y el Estado en la buena adminis- tracién y manejo de ellas y no se ocuita el gravisimo perjuicio que pue- de menoscabar estos importantes objetos, si se ejecuta la enajenacién y traspaso de tales haciendas en personas ineptas para el trabaja de la mi- neria. No es tan universal el interés de la causa piiblica en la buena at ministracién de las pulperias, boticas y otros negocios de esta clase; ¥ con todo de que el Rey nada impende en su conservacién y fomento, dis- ponen los Arts. 70 y 122 de ta Real Ordenanza de Intendentes, que se vi- siten y celen las pulperias, platerias y otras oficinas con quienes tiene relacién el pitblico. En efecto, se ha estimado por mas segura en la practica esta ilti- ma sentencia, y conforme a ella se ha procedido en la venta de uno u otro ingenio sin repartimiento. Pues, si con la intervencién del Magistrado de la mineria no se cuidara de tener corrientes y molientes los ingenios, y bien seguras y reparadas las minas, se arriesgaria la vida de los traba- jadores y la Real Hacienda quedaria perjudicada en la minoracién de sus quintos, atrasdndose el corriente de las minas e ingenios, como sucede- ria las més veces, si un negocio tan ptiblico como éste, no quedase sujeto sino a la ley particular de los contratantes, ‘Las solemnidades de esta clase de enajenaciones, entran en los pun- tos de buen gobierno, cuya naturaleza comprende todos los casos de que puede venir dafio a la causa piiblica, aunque no concurran juntos todos los motivos de la disposicién gubernativa; es decir, que no releva el de- fecto de indios de Mita, cuando existen otros fines y causas muy princi- pales de la Ordenanza. Luego, asi como en consideracién a ellas, se su- jetan indistintamente todas las minas e ingenios a las visitas de los res- pectivos Jueces, del mismo modo deben reglarse por la ley que de los con- tratos de minas, tengan o no indios de repartimiento. Aqui se puede afiadir la fabrica de nuevos ingenios, que es otro caso de gobierno comprendido en la autoridad del Superintendente de mi- nas, El estilo es presentarse el interesado, haciendo relacin de la cabe- za (de ingenio) que quiere construir, y de la utilidad que se sigue a los reales quintos; y ofrece informacién acreditando la pertenencia de la Mi- ta, con los titulos de su repartimiento. Recibida la informacién, con citacién del Protector por parte de los indios, con la de los diputados del gremio de azogueros, y con la del Procurador General por el interés del piblico, no resultando contradic- C.VIIL- N.IL] DE La SUPERINTENDENCIA DE MINAS 617 cién, ge le concede la licencia, con la calidad de traer confirmacién del Su- perior Gobierno, dentro del término de la Ordenanza de la Provincia, y de que pondré y dard construido el ingenio, seguro y bien reparado, co- rriente y moliente a la vista de Veedores; de manera que se puede traer el trabajo y molienda sin peligro ni riesgo de los indios. En cuyo estado se envia el expediente al Sr, Virrey, con parecer del Gobernador, para su aprobacién. En los ingenios sin Mita, se duda también si deberan practicar- se para su fabrica las formalidades que acabo de referir; y aunque algu- nos lo niegan, por las razones apuntadas en orden-a los arrendamientos, Io contrario es més seguro, con la nica diferencia de no ser necesaria Ja citacién del Protector, por no haber interés de parte de los indios. Porque si bien algunos autores ensefiaron que no es menester ni aun licencia del Gobierno, cuando los ingenios 0 molinos no se edifican en rio piblico navegable; otros con mejores fundamentos, la requieren por indispensable, conforme a una ley Real, * ilustrada por célebres doc- tores. * Ahora ya no parece revocable en duda; pues, si por el Art. 66 de la Real Ordenanza, se previene que preceda presentacién de los dibujos de todo cdificio ptiblico para obtener licencia y aprobacién con qué pro- ceder a su fAbrica, con més razén debe intervenir lo mismo en la cons- truecién de los ingenios, por ser unas maquinas y edificios publicos que tienen notoria dependencia y conexién con la mineria. El Rey tiene interés en ellos, por reales quintos que se adeudan en el beneficio de las platas, y también el pitblica, por los arrendamien- tos, ventas y demas dependencias que se han de contraer con ellos. Por otra parte, no es regular que el sefior del territorio ignore las cosas pti blicas que en él se ejecutan, y que se hagan sin su licencia, pudiendo re- sultar después notables perjuicios a la causa piblica; luego, a la manera que se pide licencia del Gobierno, con precedente informacién de utili- dad, para la fabrica de molinos de granos, aunque no tengan repartimien- to de indios, asf también deben practicarse las mismas diligencias para la construccién de ingenios de moler metales. Sobre este punto, hay que notar que segtin el actual sistema de mi neria, debe entenderse con la Junta Superior * Ja aprobacién que requie- ren del Sr. Virrey las ordenanzas del PerG, para ventas, arrendamientos, enajenaciones y fabricas de ingenios, por ser todas unas dependencias re- lativas a minerfa, que nuevamente se hallan agregadas al Departamento de Hacienda, principalmente cuando vemos sujetos a su jurisdiccién los ficios piblicos, por el Art. 66 citado, con todo de ser materia puramen- te politica, Por tiltimo, debe advertir el Superintendente, que aunque la Orde- nanza 22, titulo 11, libro 8* del Peri, da por vacos desde Iuego los indios repartidos a los duefios de ingenios, que teniéndolos arruinados no los hayan enderezado en dos afios de aguas o esténdolos, no kubiesen molido metales en dicho tiempo, con expresa prohibicién de acudirles con la mi- ta de su sefialamiento, nunca se ha observado esta disposicién, atendien- do a la imposibilidad que ha causado el atraso de la azogueria, para cons- trufr unas fincas tan costosas. Y asi, cuando alguno las ha fabricado, se le ha mandado acudir con sus indios, alzando el depésito en que se halla- ban; porque verdaderamente, al impedido no le corre término ni Je para 618 PEDRO VICENTE CaNerE y DoMiNGUEZ [C.VIIL- N.IV, perjuicio de su atraso, ademas que el perdimiento que impone la Ordenan- za, aunque sea con la calidad de “desde luego”, siempre requiere senten- cia declaratoria del hecho, sobre bastante probanza, *# como alli mismo se previene. Conque, no habiendo precedido estos requisites, no hay de- recho para hacer ejecutar la Ordenan: Pero, por lo mucho que conviene poblar la Ribera, ser4 bien usar la cautela anunciada en la ley 11, titulo 12, libro 4° de Indias, dltimamen- te reproducido en la nueva Ordenanza de México, de 1783, Es a saber: apercibir a los duefios con las penas que establece la 22 del Pera, con mas el perdimiento de! sitio, aplicado a quien quisiere poblarlo, si dentro del término de dos afios ** no lo practicasen sus duefios, sin necesidad de otra declaracién ni senteneia, que el simple reconocimiento del despueble. NOTICIA GUARTA De los Oficiales de la Super- Los Exemos. sefiores Virreyes eran los intendencia y demés depen- tinicos Superintendentes de minas, en la an- dientes de la mineria. Se ex- tigua legislacin del Perd, El Corregidor de plica su respectivo ministerio Potosi, no tenia otro caracter que el de Vi- y jurisdiccién, sitador del Cerro, para cuidar de los obje- tos detallados en la Ordenanza 17, titulo 9°, libro 3° de las Generales del Reino; y asi él, como todos los Gobernado- res y Alcaldes Mayores, tenian, por las leyes del Reino, * un encargo 0 Intendencia subalterna, para cuidar de mandarlas descubrir, beneficiar y labrar, y de todo lo demas concerniente a su buena administracion con arreglo a Ordenanza. Por entonees, estaban reducidos todos los Oficiales de Minerfa, a un Alealde Mayor, tres Veedores y un Juez de Rescates, con unos suel- dos bien crecidos, situados al principio en la Caja de Granos, ¥ desde el afio 1632, en la Real Hacienda, Los dependientes eran todos los azogueros de esta Ribera y los de- més comprendidos en la jurisdiceién de esta Villa. Pero todo el cuerpo se representaba formalmente en los Procuradores 0 Diputados, que la Azo- gueria elegia en sus Juntas. Posteriormente, se refundié en este siglo la Alcaldia Mayor y una de las tres Veedurias, quedando solamente dos, que subsisten en el dia, Yo comprendo que esta minoracién se pretexté con la inutilidad de es- tos empleos, desde que se comenzé a experimentar el absoluto atraso del Cerro, el desorden irremediable de todas las labores y la deeadencia de Ja Mita, - Ahora se trata de arreglar esta importante legislacién segiin el actual aspecto de las minas y costumbres del Reino, tomando por mode- lo el de la nueva Ordenanza de México, en la parte que fuere adaptable, y juntamente, la antigua del Pert, con reforma de lo que por experiencia Se reconociera imitil, segin el estado presente de estas Provincias. Siguiendo la nueva forma que se propuso al Rey, en informe de 16 de julio del aiio préximo pasado, aprobado novisimamente en Real Orden de este afio, con la calidad de que el actual Gobernador Don Juan del Pino Manrique, io reduzea a cuerpo de Ordenanza, arreglandose a los funda- mentos propuestos, deben crearse por la Direceién y Juzgado de Mine- C.VIIL- N.IV.] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS. 619 ria, otros muchos Oficiales mds, convaleciendo uno de los antiguos que establecié el Exemo. Sr. Don Francisco de Toledo, a saber: e] Teniente de Gobernador, que ha de ejercer las funciones de Alcalde Mayor; dos Veedores, un Asesor, un Director, tres Diputados, doce Consultores, un Administrador, Contador y Tesorero, con sus Oficiales para el manejo de] Banco; un’Solicitador, un Escribano, Portero, Alguacil; un Faculta- tivo de Minas y dos peritos beneficiadores. Todos los cuales deben ejer- cer el ministerio y autoridad que se explica en los pardgrafos siguientes. Parrafo primero, Alcalde Cono no es posible que e) Corregidor so- Mayor de Minas. o asistiera personalmente en el Cerro a vi- sitar las labores, examinando menudamente Jos muchisimos objetos de la Ordenanza, para celar su cumplimiento asi en las minas como en los ingenios, y al mismo tiempo componer difere cias y hacer justieia en general sobre todas las dependencias de mineria, fue indispensable nombrar un Alcalde Mayor en quien estuvieren reuni- dos estos importantfsimos cuidados. Con este fin disponen las leyes y Ordenanzas del Reino, * que sea hébil y entendido en materia de minas y practico en el beneficio de ellas, imponiéndole entre otras obligaciones, la de entrar a ver y visitar las del Cerro, de tantos en tantos dias; sefialar a los Alealdes Veedores, por auto- ridad de Escribano, en su presencia, las minas y vetas que cada uno ha de tener a su cargo, de suerte que, al cabo del afto, cada uno esté en todas las partes del Cerro para cuidar de lo que es su obligacién; * desterrar los vagabundos, jugadores ** y rescatadores; ** conocer de ios registros, * medidas, ‘° posesiones *! 0 propiedad, denuncios, despueble, ** des- plazamientos, “* y todas las demés causas civiles o criminales tocantes a minas, ineidentes 0 dependientes de las tratadas sobre ellas, ** ventas de indios, ‘7 mojones ** y otros de esta naturaleza. Parrafo segundo. — Veedores. Por ta misma ra2sn de multiplicar cela- dores dei buen tratamiento, satisfaccién y paga de los indios del Cerro, y evitar las muertes, heridas y otros gravi- simos dafios que resultaban contra los trabajadores, a causa de que no se habian hecho las labores y reparos convenientes en las minas para su per- petuidad, y seguridad de los indios que las labran, se creé el oficio de Al- caldes Veedores, bajo la precisa obligacion de asistir en el Cerro, turnan- do unos a otros, en todas las partes de él, de manera que al fin del afto haya asistido cada uno en todo el Cerro. Reconociéndose después, que continuaban los excesos, por la inob- servancia de los Veedores, se renové la Ordenanza del Exemo. Sr. Mar- qués de Cajiete, en la adicién de Lupidana, *° con la notable circunstan- cia de precisar a los Veedores, que duerman y asistan en el Cerro, y no en esta Villa, y que se castigar4 severamente al que no subiese una se- mana; por haberse averiguado que habia Veedor, de los de aquel tiem- Po, que no habia subido al Cerro dos veces, ni entrado en minas de riesgo. Si se hubiera ilevado con rigor el cumplimiento de la Ordenanza, no hay duda que el Cerro nunca hubiera legado al estado increfble en que hoy se ve. Todas sus cajas estén rotas, disfratados los puentes, hundidas 620 PEpRO VicENTE CANETE y DOMINGUEZ (C.VIIL.- N.IV. las labores, taqueados los caminos, y et suma, tan desordenado todo el Cerro, del medio para arriba, (que es lo trabajado hasta ahora), que sola su vista hace conocer el criminal descuido que han tenido los Alcaldes Vee- dores en el cumplimiento de sus deberes. Ahora, ya se ve, tienen més disculpa, porque el dafio ya es irreme- diable; pero ello es cierto que no es bastante para excusarlos de muchas muertes, y desgracias que suceden en el Cerro, por la libertad en que se envia a los infelices indios, para que trabajen en minas antiguas desam- paradas, sin preceder reconocimiento a vista de Veedores, de haberse re- parado y aderezado, como conviene, para traerse labor a ellas, eon segu- ridad y sin riesgo de los indios, segun la prevencién de la Ordenanza. 5! En el dia, deberfan celar siquiera esto. Pero no lo ejecutan; ¥ por eso ni aun saben cudntas son las labores que tiene el Cerro. Si alguna vex suben, es solamente para dar posesiones o practicar otros actos donde per- ciben lucro. Conocen inuy bien su responsabilidad a los dafios que reci- ben los indios, y aunque no los ignoran por notorios, se muestran com~ pasivos con los mineros, para remisién del delito, y por medio de estas arbitrarias composiciones, es rarisimo el caso que llega a noticias del Su- perintendente, para poder castigar a los delincuentes. ‘Asi, aunque la mayor parte de las Ordenanzas, tanto del Pert co- mo de México, ® que tratan de las labores y reparo de las minas y rui- nas que suceden en ellas, no pudo ponerse en practica en el Cerro de Po- tost, no obstante, seria muy conveniente renovar, bajo de gravisimas pe- nas, las que disponen los reconocimientos prolijos que se deben hacer por vista de ojos de los Veedores, 5° para examinar la seguridad de ellas, an- tes de permitir que los infelices indios entren a trabajarlas al arbitrio de los duefios, con peligro casi evidente de las vidas. Y siempre que no se cuide de esta gravisima importancia, se haré cada vez mds repugnante a estos miserables el trabajo del Cerro, y los Alcaldes Veedores tirardn inGitilmente el sueldo de suis empleos, quedando los superiores con el formi- dable cargo de las desgracias que sucedieren por su misién. Si bien yo considero que todos los abusos y desctiidos que se expe- rimentan en el dia, traen su principio vergonzoso de haberse conferido el empleo de Veedores a hombres ignorantes de las obligaciones princi- pales que deben saber, lo cierto es, que deben ser muy inteligentes en las labores y reparo de minas, 5 como maestros que han de aprobar a los mi- neros que quisieren entrar a servir en el Cerro. * Pero, se puede asegu- rar que no entienden siquiera los nombres de “encapada” y “gabarro”, que son muy comunes entre los vocablos de nuestra mineria. De la impericia de éstos, que deben ser los maestros del Cerro, to- m6 origen también la espantosa ignorancia de los mineros 0 mayordo- mos. Ser muy raro el que entendiere el modo de levantar, fortificar 0 reparar un puente, y lo mismo de otros aderezos; porque cualquiera to- ma este oficio, sin més principios que la fama de honrados, y entran a ejercerlo sin examen ni aprobacién, por no haber quien sea capaz de dar- le, y a no ser una clase infeliz de indios, Hamados “‘pongos”, que son los ‘inicos que entienden de labores, es muy verosimil que se hubieran arruina- do ya las mas o casi todas. ‘No es menos perjudicial que ighoren lo que cada dia estan prac cando con no poco provecho suyo. Ellos, como coadjutores del Juez de mi nerfa, deben hacer todas las medidas, asi de las vetas como de las minas, C.VIIL- N.IV.] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 621 cuando se dividen o cuando se piden por demasias. En efecto, las ejecu- tan; pero como no tienen conocimiento de los rumbos ¥ agujén para sa- ber los que corren las vetas, regularmente se valen para estas importan- tes diligencias, de algin otro, que aunque sea mAs inteligente, tal vez ca- rece de la honradez y buena conciencia que tanto se requiere para obrar sin fraude y sin injusticia. Si ellos supieran todo lo que deben saber, deberian precisamente entender algo de Geometria, para medir las minas con acierto; pues, si conforme a Ordenanza ** se han de hacer las mensuras sobre el haz de la tierra, reducidas las varas a llano por nivel y cartabon, proporcionando el exceso y faltas que pueden tener en la hondura, conforme a la caida del certo, es necesario que quién lo haya de ejecutar sea habil y suficiente en el arte de Geometrfa, como dice una Ordenanza del Sr. Toledo; ** de donde concluye el Licenciado Don Fernando de Montesinos, ** que el Vee- dor debe ser Gedmetra, segiin el espiritu de nuestras Ordenanzas. En el caso que fueran nuestros Veedores de todas estas calidades, es claro que no seria menester el nuevo empleo de facultative de minas, mandado crear en la Ordenanza de México; y es de creer que la del Sr. Toledo tuvo este grande fundamento para no haberlo establecido. Pero, una vez que es indispensable que lo haya en el dia, segin el estado actual del pafs, no se “haria injusticia en remover alguno de los Veedores que se encontrase del todo insuficiente, para colocar, con el mis- mo sueldo, al Perito facultativo de minas, reuniendo ambos empleos en una sola persona, por ser unas ‘mmismas las obligaciones, con cortisimas diferencias; 0 a lo menos se deberia tomar esta providencia luego que vacare alguna de las dos Veedurias del Cerro, seiialandole al facultati- vo geémetra, un sueldo moderado, interinamente. Con esto se excusaba la multiplicacién de oficiales y se venia a conseguir, no solamente tener un Veedor perito, por el mismo sueldo que ganaban ios ignorantes, sino también instruir a su compaiiero en las co- sas esenciales del arte; de suerte que, a poco tiempo, lograriamos en lu- gar de un facaultativo, dos, en los Veedores que tenemos por constitu- cidn fundamental del Cerro. Parrafo tercero. — Juez de Los Excmos. sefiores Virreyes nombra- ‘Rescates. ban en esta Villa un Juez de Rescates, para evitar los robos y sustracciones de las mi- nas del Cerro. Este empleo no subsiste en el dia, ni hallo por convenien- te restablecerlo, por lo mismo de ser ahora mas frecuentes que nunca los hurtos de metales. El Sr. Toledo ** permitié a los indios que pudieran restablecerlos. La Villa se quejé ante el Exemo. Sr. Don Garcia Hurtado de Mendoza, Por los afios de 1590, solicitando que se les impidiese el rescate de plata en las rancherias, fuera de la calle del Gato y Plaza, porque con el color de Io que les era propio, hurtaron en el Cerro el metal mas rico. En efecto, el Excmo. Sr. Marqués de Cafiete, mandé expedir va- rias Ordenanzas ** en 13 de noviembre de 1593; y el Excmo. Sr. Don Luis de Velasco, mand6 guardar después por otras suyas, * prohibiendo rigu- rosamente, con pena corporal y pecuniaria, que ningin minero pueda tratar en metales, ni los duefios de minas vendérselos ni darselos gracio- 622 Pepro VicENtTs CaNETE Y DoMiNGUEZ [C.VIIL- N.IV. samente, ni tampoco trabajarlos del Cerro a ninguna persona, aunque sea duefio de minas, desde el sitbado después de medio dia hasta el lunes a las mismas horas; como el que no puedan tener labor suya, ni pallacos, ni ellos ni otros espafioles, ni indios, metales algunos en las rancherias, con el fin de evitar por medio de estas precauciones, los robos y daiios frecuentes que se experimentaban en el Cerro. Y¥ llegé a avanzarse a tal punto la previsién del Gobierno, que tam- bién prohibid ** a los propios duefios de minas, el vender metales dentro de elias, sin expresa licencia del Corregidor, haciendo antes constar que el vendedor es verdadero duefio de la veta y que actualmente se ocupa de labrar sus metales, y con cargo de poner minero para la saca de ellos. Por- aque s6lo asi se podria contener la licencia criminal de muchos que, sin tener minas, con pretexto de haber comprado metales para sacar de ellas, robaban no solamente a los vendedores, sino también a los circunveci- nos, con tanto desorden, que para atender a la mayor saca, derribaban los puentes y reparos puestos a su seguridad, en gravisimo dajio de los indios y con la resulta de otros abusos muy perjudiciales. ** Este rigor dio motivo a los Jueces de Rescates, para que ejecuta- ran muchas extorsiones, contra el espiritu de las Ordenanzas. Entonces resolvié el Excmo. Sr. Conde de la Monclova, a fines del siglo anterior, que una vex puestos fuera de las canchas los metales que se trafican en el Cerro de Potosi, no se inquiete al que los comerciare, averiguando de dénde son o de dénde los sacé, respecto de ser contraidas las prohibicio- nes al comercio de metales dentro de las minas. Como se consiguié esta indulgencia en tiempos que el Cerro ya ha- bia tocado la época infeliz de su actual pobreza, y cuando por la misma causa comenzaron los azogueros a entablar el beneficio de los pallacos, huyendo de las labores de barreta, que no podian costear por su corta ley, hallaron la puerta abierta los vagabundos de la Villa para colorit sus hurtos y agregdndoseles después los indios mitarios, necesitados de bus- car cémo satisfacer los rezagos del tiempo que habian enterado ya en pla- ta, en lugar del trabajo, se fundé a poca diligencia, la criminosa cofra- dia de ladrones, nombrados “ckacchas", aumeuténdose de dia en dia a tan- to ntimero, que ya fue preciso tolerar los robos que hacian a vista de ojos, porque no habia fuerzas bastantes para castigarlos. De suerte, que ano- ticiado el Rey de semejantes desérdenes y de la imposibilidad de su reme- dio, no dio otra providencia sino por buenos medios se procurase sepa- rar a los cabezas de estas cuadrillas de facinerosos. En este estado, no solamente cesé la prohibicién de rescatar me- tales, sino también que se les admitié publicamente al reseate de platas, en el Banco de San Carlos. Por el mismo hecho se inutilizé la jurisdiccién dct Juez destinado para la averiguacién de los robos, y fue menester ex- tinguir este oficio. Ahora se halla nuestro Cerro en la misma situacién} con lo que debe reputarse tan inoficioso como antes el Juez de Rescates; y solamente pudiera considerarse conveniente en los nuevos asientos, siem- pre que se mantenga inexorable el celo para reprimir en su cuna cualquie- ra desorden que quiera introducir la malicia. Pérrafo cuarto, — Asesor. Avwove segiin e} antiguo sistema de mi- nerfa, concurria en calidad de asesor del Go- C.VIIL- N.IV.) DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 623. bernador Superintendente de Potosi, su Teniente letrado, para resolver en primera instancia todas las causas de esta linea; luego que se verifi- que la nueva plantacién, ya no podria ejercer estas funciones el Tenien- te, porque debiendo ser Juez de las primeras instancias de los pleitos que conociesen sobre minas del territorio de la capital, es menester que inter- venga otro asesor imparcial en el grado de apelaciényen la forma que se explica en su propio lugar. Pero atendiendo a la suficiencia e idoneidad que haya de adqui- rir sobre minas en e] manejo de su Juzgado, hallo, a més de convenien- te, preciso que sirva de asesor en los pleitos que vinieren por apelacién de los reales de minas de afuera, ocupdndose en este despacho, sin dere- chos en e] caso de sefialarsele salarios, 0 con ellos con arreglo a Arancel, si no los tuviere. Pérrafo auinto, — Dizectr— Lea eteceién de este Ministerio se debe hae Elecciones, cer en Junta general de mineros, al princi- pio del afio, por pluralidad de votos, congre- gandose en el tribunal de la Superintendencia, el dia que fueren convo- cados por pregén 0 citaeién personal, todos los que se hallaren presentes en la Villa. Los ausentes en los minerales de afuera en [ugar de los dipu- tados, que segtin la Ordenanza de México * deben elegir y enviar con po- der suficiente para votar en la Junta y clecciones generales, deben en~ tregar su voto firmado al Juez respectivo de cada asiento, en una cédu- la secreta, cerrada, sellada y rubricada en el sobrescrito por el Juez y el elector, para que remitiéndola al Superintendente y Junta de Direcci6n, se archive hasta el dia de las elecciones en que hayan de abrirse y reco- nocerse con las demds que expresa el Art. 9° del titulo 1° de la Ordenan- za de México. E] Superintendente es quién debe presidir estas Juntas, hacien- do oficio de conciliarios el Director y los tres diputados generales, por cu- ya via también se le deben hacer las propuestas de los empleos menores expresados en los Arts. 14, 25, 26 y 27, titulo 1° de la citada Ordenanza. EI Director debe ser natural de los reinos de Castilla e Indias, mi- nero y vecino, * que tenga casa de por si en esta Villa 0 su jurisdic. cién, y sea casado o viudo, mayor de 25 afios, ** honrado, de buena op’ nidn, vida y fama, ® abonado y rico, * que no haya ejercido ningin ofi- cio mecdnico, ni otros tratos humildes y bajos, " para que su represen- tacién sea més respetable, su voz mas independiente y su persona del to- do libre de motivos para recusaciones u otro género de notas y embarazos. Al mismo tiempo debe ser habil, suficiente y experimentado en materia de minas, pues, siendo necesaria esta calidad en el Alcalde Ma- yor, Veedores y demas Oficiales de la mineria, con mayor razén debe con- currir en el Direetor, para que entienda la necesidad y utilidad de las obras que por su mano se representaren como precisas para el reparo y habi- litacién de las minas y para otras operaciones de importancia. Madame de Beausoleil, persuade cuan indispensable es en el Di- rector de Minas, el conjunto de muchas ciencias. La Astrologia, para co- nocer los temperamentos, Arquitectura, Geometria, Aritmética, Perspec- tiva, Pintura, Hidrdulica y otras, que largamente expresa. Lo mismo el sabio Agricola, ' hablando de la ciencia metélica: 624 PEDRO VICENTE CaNETE Y DoMiNCUEZ [C.VIIL- N.IV. dice que debia abrazar la Fisica, para discernir la naturaleza de los me- tales y juzgar de su formacién; la Medicina, para preservar de enferme- dades a los que trabajan en las minas y curar a los que en ellas enferman; la Astronomia, para calcular por la calidad del clima el porte y largor de las venas 0-Vetas metélicas; la Geometria, para medir la profundidad hasta donde se debe ahondar en las entranas de la tierra; la Arquitec- tura, para construfr las maquinas, bévedas y tablados; la Pintura, para dibujar los planos de los lugares y los trabajos que se emprenden; la Ju- risprudencia, para no hacer contestacién mala a propésito y sostener sus derechos. Bien veo que no es posible encontrar en todo el Reino persona que posea tantas cualidades juntas; pero entretanto se forman hombres de tanta talla, con la aplicacién y con la explicacién en el Seminario de Me- talurgia y Mineralogia que se fundare en esta Villa, en la forma que se previene en el titulo 18 de la Ordenanza de México, es necesario ocupar a algiin sujeto de los ms experimentados en negocios de minas, que al mismo tiempo sea honrado en stt nacimiento, profesién y costumbres, s0- bre ser habil y expedito en el manejo de asuntos graves; porque si se va a buscar solamente algiin minero acomodado o que tenga la reputacién de prictico, desnudo de las demds cualidades, se lograria, desde luego, un hombre bueno y ttil sdlo para sf, que no es lo que se intenta sino el _ beneficio comin. Nunca obrard por su mano propia y valiéndose para todo de otros que sean parciales interesados, insuficientes o de mala in- tencién, en vez de dirigir al acierto, conducira a la confusién las opera ciones mas importantes. Pero este Director no ha de componer por si sdlo la Direccién Ge~ neral de Ja Mineria, aunque sea el Ministro principal de ella. Deben con- currir juntos con él, los tres Diputados generales y proceder todos de acuerdo para representar lo mas conveniente al feliz progreso de la mi- neria; y Siempre que llegaren a discordar todos entre si sin tomar reso- lucién en la Junta, entonces deberé cada uno exponer separadamente su parecer ai Superintendente, para que provea lo que entendiere por mas justo y dtil. Debe ser el tinieo conducto por donde soliciten los mineros del Dis- trito los avios y socorros que necesitaren, y por la misma mano se deben representar a ia Superintendencia el grado y materia de las necesidades, en oficios firmados por sélo el Director, después que haya rubricado to- dos los acuerdos de la Junta de que dimanaren; exceptuindose las con- sultas, representaciones y propuestas que se hagan de oficio, sobre em- pleos 0 sobre otros puntos de Ordenanza; porque atendida su gravedad, conviene firmarlas el Director y Diputados que intervinieron en el acue do. ¥ este mismo método debe seguirse en la cottespondencia con los mi- neros, factores del Banco, Oficiales reales y demas Ministros. dependien- tes de la mineria, Habiendo de correr a su cargo el celar todo lo econémico de la mi- neria, para proponer lo que hallare conveniente a la mejor administr: cidn, manejo y fomento de las minas e ingenios, también debe ser stt pri cipal cwidado’ enterarse del mimero de todas las que se hallaren en el Dis- trito, en corriente, nuevas o desiertas, con las puntualidades expresadas en otro lngar, " pata promover el correspondiente repuesto de azogues y moneda (en las Cajas donde estuvieren las factorias) para facilitar las C.VOL-N.IV.] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 625, sacas de platas, ios rescates y habilitaciones que se necesitaren, bien sea para el trabajo ordinario 0 para otras empresas de mayor importancia costo. yee y como hay muchas Cajas muy distantes de los asientos de minas de grande saca, tal vez convendria establecer factorias separadas, en dis- tinto paraje de la Callana, para engrosar el rescate y aviar a menor cos- to a los mineros; con cuya consideracién, debe proponer igualmente este punto la Direccién, como el de las conducciones a esta capital, bien sea de cuenta del mismo Banco 0 por asiento celebrado con el situadista general, segitin lo advierta mas Util y asegurado. Por Giltimo, corresponde a la Direccién, proponer en terna al Su- perintendente, los empleos de su nombramiento, para que elija al que me- jor le pareciere y despache su titulo; celando después, que asi estos co- mo todos los dependientes de mineria, cumplan con sus oficios y minis- terios, sin fraudes ni desaplicacién, para dar cuenta de los culpados, a fin de que los castigue el Superintendente. Pinrafo serio, — Dignan, Liveco que los azogueros de Potosi obser- varon que continuaba la decadencia de este Cerro Rico, trataron de unirse en un cuerpo con titulo de cofradia, para poder nombrar Diputados que Hevando la voz del comin, representasen sus derechos a los sefiores Virreyes y demas tribunales del Reino. Y en efecto, obtuvieron permiso para ello del Exemo. Sr. Marqués de Montes- claros, ** en el afio de 1611. Se funds la cofradia en San Francisco, donde celebraban sus jun- tas para tratar de labores y elegir Procuradores 0 Diputados. La Villa se quejé al Exemo. Sr. Principe de Esquilache, de que los azogweros echa- ban derramas y hacian sus juntas sin asistencia de las Justicias, causan- do al piblico varios perjui¢ios que no se podian evitar ni eran de facil remedio, porque los Jueces ignoraban sus tratados. Entonces ordené el mismo Sr. Virrey, que de ningtin modo repartieran contribuciones, ni celebrasen juntas sin concurrencia del Corregidor o de quién hiciera sus veces. Esta providencia moderé los abusos, pero no extinguié la cofra- dia de azogueros, como establecida con superior permiso. Siguieron ce- lebrando juntas, eligiendo Diputados y ejecutando lo que entendian con- veniente a beneficio de su cuerpo; de suerte que es Ja primera compaiifa de mineros que se establecié en estos Reinos. Los Corregidores, como Presidentes de las juntas, comenzaron a mandarlas celebrar en sus casas, oyendo a los Diputados solamente por modo informativo, como Visitadores del Cerro, para resolver con plura- lidad de votes de ios azogueros congregados en junta. La mejor disposi cién del Gobierno fue autorizando después, cada vez mis, a los Corregi- dores; y aunque realmente era decisiva Ja voz de las juntas, se excusaba este paso con determinar por si-solos la mayor parte de los negocios, sal- vo uno u otro, que inmediatamente tocaba al interés particular de Jos azo- gueros. En este estado, se incorporé a la Corona el Banco que la Compa- fia de mineros de Potosi fundé para el rescate de sus platas, por dona- cién que ellos hicieron, en testimonio de su generosa lealtad, promovida 626 PEDRO VICENTE CANETE Y DoMINGUEZ [C.VIIL- N.IV. por el celo acreditado del Sr. Don Jorge Escovedo, su Gobernador y actual benemérito Ministro en el Supremo Consejo de Indias. * Extinguidas ya todas sus acciones al fondo del Baneo y, por otra parte, cada vez mas menoscabado su interés, por la pobreza del Cerro, con total independencia del Gobierno en el expediente de avios y habilitacio- nes, vinieron a reducirse las juntas a muy rara vez y a ser consultivas més bien que decisivas, conservando siempre aquella antigua forma de Diputados y demas solemnidades que acabo de referir. Ahora que se trata de alentar el cuerpo de minerfa, casi difunto en el Per, no ha parecido a propésito alterar el método fundamental en que hizo ofr su voz, en el origen de sus primeras necesidades, porque la novedad le haria tal vez. sospechoso su mismo alivio. Por eso, en el nuevo sistema delineado al modelo de la mineria de ‘México, al mismo tiempo de establecer su proyecto en cuanto a Diputa- dos, "*'se intenta mantener en este Reino la primitiva ley que impuso el mismo cuerpo de Azogueros, por compromiso universal acerca de la voz, autoridad y representacién de sus Diputados, con sola la diferencia de aumentar un Director h4bil y experto, que siendo igual en las facultades, vivifique, como cabeza, las aeciones de este Srgano del comin. _ En conformidad de lo cual, quedando reunido en el Superinten- dente, todo el poder decisivo en lo gubernativo, también quedan ampara- dos los Diputados de Potosi, en las antiguas funciones de informar y pe- dir, de acuerdo con el Director, en la misma forma que se ha expuesto en el parrafo antecedente. Y asi debe entenderse con ellos igualmente el requisito de calidades que han de concurrir en el Director. ” * (Figura singular y preclara la de don Jorge Escovedo y Alar- cén, en la historia colonial de Potosi. Docto jurista, experto en materias de administracién publica, organizador incansable como pocos, hombre probo _y magndnimo, ciipo- le sistematizar el régimen interno de ta Casa de Moneda y de las Ca- jas Reales; hacer cumplir muchas de las leyes y ordenanzas en el tra~ bajo de minas; articular magistralmente el reglamento del Banco de Rescates de San Carlos, como instituto del Estado, y reorganizar las dependencias de la gobernacion de la Villa Imperial. Superintendente de Minas, Mita y Hacienda a més de Revisor de los Virreinatos de Lima y Buenos Aires, en el primer tiempo; Gober- nador de Potosi, luego; fue requerido después, por sus eminentes cud~ lidades, para Ministro del Consejo de Indias en Madrid. En todos esos cargos demostré ser un auténtico realizador, fecundo y visionario, Hasta hace poco tiempo, América y Espaia olvidaron la exis: tencia de este colonizador, en el mejor sentido del vocablo; y nuestros historiadores locales ignoraron la obra de Escovedo y Alarcén, hecha en servicio de Potosi, que aquilatada con justeza hace honor a su épo- ca y a su destino. Llegaré dia en que se escriba la biografia del ilustre espaiiol —precursor de nuestros reformistas de legislacién social— con los muchisimos documentos que se conservan en los Archivos de la Casa de Moneda en Potosi, Nacional en Suere, de la Nacién Argentina en Buenos Aires, de Lima, General de Indias en Sevilla, de Simancas y en ‘adrid. C.VILL- N.IV.] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 627 Ya ha actualizado ta sagaz obra de Escovedo el erudito inves- tigador don Vicente Palacio Atard, en una monografia sintética sobre “La incorporacién del Banco de Rescates de Potosi a la Corona” que publicé en sx If voltimen el “Anuario de Estudios Americanos” de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, del Consejo Superior de In- vestigaciones Cientificas, en Sevilla, el afio 1945. Don Pedro Vicente Caiete y Dominguez, al referirse a Escovedo, a través de las paginas de este libro, 10 hace —como ve el lector— con justa y explicable pon- deracién.— Nota de A, Alba). Parrafo séptimo. — Consal- Como en todos los estados, bien sea de tores. prosperidad o de decadencia, envuelve la mi- neria innumerables casos que requieren nue- vas experiencias para el acierto de las providencias, y tal vez no se en- cuentra aquel conocimiento que se necesita, en tres 0 cuatro mineros, es conveniente la eleccién de doce azogueros practicos, inteligentes y hon- rados, que sirvan en calidad de consultores 0 consejeros, para concertar aquellos asuntos més graves en que ef Superintendente no contemplare asegurada la resolucién con aélo el informe del Director y Diputados, en- trando también estos en las juntas para su mejor expediente. En los consulados, a cuyo modelo se ha proyectado este nuevo sis- tema, vemos observar lo mismo ** para ilustrar el celo de sus priores y cénsules; y no es raz6n negar este auxilio a los Superintendentes de Mi- neria, ni a los azogueros el arbitrio de consultar los negocios de su pro- pio interés, segiin el dictamen de las experiencias de su arte. Ello es, que no debe ser decisivo el parecer de esta junta; de aqui que el Superintendente no estaré obligado a ejecutar lo que se acordare, aunque sea por la mayor parte, siempre que no lo confirmare él, por ha- lar inconvenientes en su ejecucién; asi como tampoco se ejecuta lo acor- dado en las juntas de consejeros y Diputados del consulado, cuando no precede confirmacién del Sr. Virrey o persona a cuyo cargo corre el Go- bierno. ™ Pero, como se supone en todos estos individuos un celo inteli- gente por su interés propio, sera responsable el Superintendente, si por un arbitrio gratuito no quisiere aprobar el acuerdo de la junta y obrare por sélo su dictamen contra el parecer del mayor niimero de vocales, a cuyo fin debe quedar extendido por Escribano, en el libro de los Ayun- tamientos, el voto consultivo de la junta, porque en tales casos resulta contra el Superintendente, vehemente presuncién de dolo, que es justo que se castigue, segtin la Glosa de Gothofredo. * Pérrafo octavo. — Adminis: SJOBRE el pie de hallarse fndado en Po- trador, Contader, Tesorero y tos{ el Banco de Rescates y Avios, a benefi- Oficiales del Banco, cio de los azogueros de esta Ribera, también hay Administrador, Contador y Tesorero, con los Oficiales: respectivos para sit manejo, bajo de ordenanzas bien ins~ truias que deslindan la autoridad y funciones de cada uno, con la cireuns- tancia de ser de la Provision del Rey, y no electivos, como se expres6 ha~ blando del Banco. * Por lo mismo, s6lo debe entenderse su. conocimiento en la nueva planta a todos los mineros del Virreinato, estableciendo las 628 Pepxo VICENTE CaNETE y DomincUEZ [C.VIIL- N.IV. formalidades necesarias en su. correspondencia con los factores particu- lares, y otras cautelas que, después de facilitar los reseates y los avios, aseguran su pago y conduccién a esta Tesoreria General. Sobre lo cual apuntamos diferentes reglas, en el lugar que se traté del Banco. Pimato noveno. — sate L)pptenpo ser aistinta de la Ditecetén tador. de la Mineria la agencia de sus negocios, se- gin la diversidad de objetos y resortes, dis- pone la Ordenanza de México, que haya un Solicitador. Conforme al nue- vo plan, también se iba a establecer en Potosi: y su oficio es agenciar to- dos los negocios de la mineria, judicial o extra-judicialmente, en cual- quiera de los tribunales del Reino, segtin se le ordenare por la Direccién. % Parrafo décimo. — Escribano. Esre Oficial sirve para autorizar las elecciones y Ayuntamientos, concurrir a las Audiencias, intervenir en los autos que se despachasen en todo lo judi- cial y demés cosas necesarias a la buena administracién de la mineria, uso, ejercicio y jurisdiccién de los respectivos Jueces. Debe guardar los protocolos de las escrituras, instrumentos, acciones, registros y demds papeles de su manejo, en archivo separado que exista en la misma casa de la Direccién, asi para su entera seguridad como para evitar con- fusiones. Pérrafo undécimo. — Portero Ei portero es necesario para que asista ¥ ejecutor. a las Audiencias que hiciere el tribunal, y llamar las personas que le mandaren; cui- dando del aderezo y limpieza de la sala del Despacho, y de cerrar sus puer- tas, como también de ejecutar sus mandamientos, 6rdenes, prisiones, em-. bargos y demas que pueda ocurrir y se le ordenare. Piafo auodécina, — Faeat El, sabio Virrey Don Francisco de Tole- tative de Minas. do, confesé en una de sus Ordenanzas, *? la necésidad de ocupar para las medidas de mi- nas, personas habiles y suficientes en el arte de Geometria; y alega por comprobante su propia experiencia. Don Francisco Xavier Gamboa, * pondera con mayores convencimientos, la indispensable precisién de me- dir las minas por facultativos de Geometria, haciendo demostracién de los dafios irreparables que causa la ignorancia a los duefios de fundos me- talicos; y arreglandose a sus conocimientos, refiere por menor las cosas prineipales que debe saber practicar un facultative de minas para ser itil; encarece el delito de los que siendo ignorantes, se plantean en seme- jante ejercicio, y anuncia el modo de establecer en los Reales de Minas, personas précticas para Peritos de cada mineral; si bien, que no es prac- ticable su arbitrio en Potosi, por no haber catedrético de Matemiticas (como en México), a quien remitirlos a examen. Y aunque se espera dentro de breve, hombres habiles y sabios en las ciencias conducentes a esta profesién, en cumplimiento de la real pa- Retrato del Excmo, Sefior Don Jorge Escovedo y Alarcén. Pi nacoteca del Museo NI. de la Casa de Monsda (Siglo XVID EN EL ESCUDETE DEL ANGULO IZQUIERDO INFERIOR, SE LEE: “El Seer Doctor Don Jorge Escovedo y Alareén Oydor y Alcalde de Corte que Fue de Ia Real Audiencia de la Plata y de la Ca pital de Ia de Lima Governador Superinten dente de Ia Real Casa de Moneda Reales Caxas Minas y Mita Juez Concervadar del Real Banco de San Carlos de Rescates de Platas de esta Ymperial Villa de Potosi Vizitador General de los Virreynatos de Lima y Buenos Ayres en este Reyno del Peru del Real y Supreme Concejo de Indi as Intendente de Exercito y Real Hacien day Procurador General del Ylustre Cavil do de esta dicha Villa de Potosi”. C.VUL.- N.IV.] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINas 629 Jabra empefiada en la Declaracién 11, de 5 de agosto 1783; pudiendo tal vez retardarse su envio por cattsas inevitables, y atendiendo por otra par- te el perjuicio que en el interin se puede experimentar, debe considerar- se ejecutiva la urgencia de buscar por acd un stjeto idéneo, a quien en- eargar la ensefianza de algunos jévenes de aplicacién y talento escogido, estableciéndose desde luego, el Seminario que dispone todo el titulo 18 de Ja Ordenanza de México, En Chuquisaca es bien conocido Don Lorenzo Lorensana, por uno de los sujetos mas habiles en matemiticas, desde el tiempo que sirvié en el cuerpo de marina; se halla retirado, sin destino y pobre; por lo que es de creer que dotandolo con un salario regular, haya de preferir este em- pleo a todos cuantos se le propongan. En este clima hay talentos muy sobresalientes y genios tan feli- ces, que llegdndose a perfeccionar con el tiempo, son capaces de produ- cir los m4s ventajosos sucesos a beneficio del Estado; pero como no en- cuentran establecimientos en qué emplear su industria con progresos, ni descubren en todo este gran teatro recompensas proporcionadas a la apli- cacién, se abandonan a la ociosidad y ven con indiferencia las fortunas que ellos no pueden aleanzar. Esta es la causa por qué en el Pert se dedican al estado eclesias- tico los jévenes de todas condiciones y clases: pues miran esta carret como la tinica en que se premian las tareas, ya sea con un Curato pingiie, ya en alguna Capellania, 0 en una prebenda de las Catedrales del Reino. ¥ como regularmente no se repara mucho en la condicién de los preten- dientes, se agolpan tantos a estudiar as ciencias por donde hacer fortu- nas, que casi no hay persona que busque ni aun aprecie otro destino. Por esto sera dificil encontrar jévenes de talento, linaje y buenas costumbres, que se dediquen al nobilisimo estudio de las Matematicas o siquiera de la Geometria, porque es preciso que consideren ellos mismos o sus padres y parientes, que nunca han de salir de facultativos de mi- nas, que su vida ha de ser siempre penosa viviendo en la rigidez de las punas donde estén situados todos los minerales; que su trato ha de estar reducido a los indios y otras gentes groseras y viciosas, que son los & cos habitantes de los asientos de nuestras minas m4s famosas; y por tl- timo, se harén cargo que ocupandose por primera vez las plazas de fa- cultativos de los pocos asientos de mineral que tenemos formalizados, ya se han de quedar absolutamente privados de adquirir conveniencia para sustentarse, después de haber consumido afios en el estudio de una Facul- tad en quién miran el bien como puramente futuro y muy lejano. También se debe considerar que en estos paises casi no hay nego- cio que al cabo de algunos pasos no se envuelva en la intriga y en la su- pereherfa, sin que se perdone medio, ef més criminoso, para conseguir el intento. Esto lo saben todos y lo loran muchos injustamente desgra- ciados por el poder de la maldad. Y cuando estas maquinaciones han arre- batado, en medio de los tribunales mAs respetables, la reputacién a mu- chos personajes de autoridad y conducta, temera con raz6n cualquier mo- zo de honra, emplearse en un destino subalterno, donde ha de estar ex- puesto a la critica maliciosa de Jos interesados, a continuas recusaciones criminales, y tal vez a perderse, si se descuida, quedando para siempre reducido a la mendicidad. 630 Pepro VICENTE CANETE Y DoMINGUEZ {C.VHL- N.IV. ‘Todos estos reparos, que son muy obvios para quien tenga alguna experiencia de la sierra, sélo se pueden vencer poniendo una recompen- sa cierta, a la vista de estos nuevos Profesores. Las gentes de por acd son amantisimas de la distincién, aunque no le acompaiie el Iucro; y asi, en- tiendo que para alentarlas, bastard condecorarlas con un grado de Alfé- rez o Teniente de los Reales Cuerpos de Artillerfa o Ingenieros, a uno de Jos que en cada curso sobresaliese a todos los dems en su aprovechamien- to, con opcién declarada al mejor destino que vacase en los minerales del Reino. Entonces si, se empefiarén las familias mas honradas a que sus hijos se dediquen a este estudio, *> La misma distincién y seguridad del premio, ira arreglando las proporciones de jerarquias entre la nobleza y sus empleos; cesard la confusin que en el dia tiene debilitado el méri- to, y legdndose por este medio a reunir en la clase de la nobleza el oficio de facultativos, desde luego, hara progresos esta ciencia y su manejo seré elms puro, por el propio honor de los mismos empleados. Pero, aun asi, es menester que la Direccién de Mineria despierte incesantemente su celo contra el abuso, pues, halléndose el Seminario Con- ciliar y la Universidad de Chuquisaca en el centro de los Tribunales y a la vista del Prelado y Ministros reales, se experimenta tan grande re- lajacién en los estudios, que hay hombre a quién se le confiere el Doeto- rado en Leyes, sin haber saludado el segundo Libro de Instituta, indul- tdndose con certificaciones de amistad, asi en cuanto a ésto como en lo perteneciente a la practica. De suerte que, por este camino se ven salir innumerables Médicos y Curas tan perjudiciales por su ignorancia, que s6lo sirven para vituperar estas nobles profesiones y confundir los de- rechos en vez de ilustrarlos a beneficio de las partes, para quietud del Estado. Con que siendo més facil que se relaje la disciplina de un estu- dio que ha de tener menor emulacién por sus pocos concurrentes, y me- nos celadores por el corto nimero de Profesores en la facultad, es menes~ ter mucha mayor vigilancia en los superiores, para contener los funes- tos efectos que ha de producir la ignorancia; pues, empledndose por facul- tativo un hombre mal aprovechado, seran tanto mayores, por irrepara- bles y costosos, los desaciertos que cometieren en un socavén errado, lum- breras, tiros, contraminas y otras operaciones de esta clase; y lo peor es que tampoco podrdn remediarse las muertes y desgracias de innumera- bles trabajadores en los derrumbamientos que se causaren en las minas, por no saber dirigir los pilares y demas reparos que se necesitan para su seguridad. % Por altimo, motivarén una infinidad de enredos y discordias eter- nas entre los interesadas, con el error de las medidas. De manera que, un empleo destinado para beneficio dela mineria y utilidad de: los azogue- ros, ser el medio para acabarse de arruinar, ‘Pérrafo décimotercero. — Be- Nouvca como ahora se puede quejar el neficiadores. Perti de la ignorancia de los beneficiadores de sus metales, porque realmente no son ca- paces de dar la razén de una sola operacién de cuantas practican en tan importante beneficio. Ellos apenas saben leer; no entienden una regla de C.VIIL- N.IV.] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 631 aritmética para arreglar una cuenta trivial de la correspondencia de las eyes del metal, de an beneficio o ensaye por menor al por mayor; no co- nocen las afinidades de los cuerpos metalicos, ni tienen mas que una préc- tica material, adquirida de haber visto beneficiar a otros ignorantes co- mo ellos. Al principio, parece que no fue asi; pues, el Exemo. Sr, D, Fran- ciseo de Toledo, indica en una de sus Ordenanzas, *" que habian benefi- ciadores muy habiles y de particular industria para trabajos en et bene- ficio de los metales. Puera de esta suficiencia comin, también se vieron algunos Peritos excelentes, que hicieron descubrimientos admirables, con grande utilidad del Estado. Por los afios de 1571, inventé en este Reino, el célebre Pedro Fer- nandez de Velasco, el beneficio por azogue por amalgame; con lo que se sacé infinite plata y fue el total remedio de nuestras minas, que ya eran casi inservibles por falta de los metales de fundicién, como pondera el Sr. Solérzano. * Carlos Corso de Leca, descubrid después, por fines del afio de 1586, el beneficio det hierro, con el cual dice D. Juan de Carvajal y Sande, * que si antes se perdian diez libras de azogue, se consiguié el no perder més que una. Por tiltimo, he visto en una Provisién del Exemo. Sr. Marqués de Montesclaros, * que Francisco Gémez hizo el descubrimiento del bene- fieio del cobre, y demandé en juicio 50.000 pesos por recompensa de la invencién. ‘A més de estos peritisimos beneficiadores, también logré Potost facultativos muy habiles en mateméticas, por cuya mano se hicieron mu- chas obras que hasta ahora permanecen. Una de ellas es la celebrada ace- quia de la Laguna de Chalviri o Tabaco-fufio, fabricada por ingenieros de profesién; y en la citada Provision de 1611, se refiere que recibieron doce mil pesos, por tiltimo concierto de su trabajo, después de un largo y costoso pleito. No es dificil averiguar la causa de la escasez lastimosa de hom- bres peritos, que posteriormente Roré Potosi, en la ignorancia de sus be- neficiadores: En el afio, de 1637, ya ponderd D. ‘Alonso de Barba, °*! los dafios irreparables que sufria la causa publica, por el continuo desacier- to en el beneficio de metales. Pero esto provenia de que en ese tiempo se compadecié ya en un grado de miseria la pobreza de nuestro Cerro; con lo que salieron rapidamente a disfrutar de sus conveniencias en otro pais més delicioso, aquellos mineros que atrajo y lisonjes su destemplado cli- ma con el cebo de la plata. Todavia no ha hecho su periodo (como debe esperarse), aquella primitiva prosperidad, ni debemos prometernos que en este intervalo se aliente la industria, faltandole el incentivo de la recompensa. Pero, nues- tro sabio Gobierno ha suplido los impulsos de la codicia, con el estable- cimiento de un Seminario dgnde se ensefie la Mineralogia y Metalurgia, para dar progres al beneficio de metales. Estableciéndose el buen uso de estas facultades, conforme a Ordenanza, * es preciso que el Reino con- valezca de su actual decadencia, con el aumento de ley que ahora se pier- de por ignorancia. ¥ en e! interin, se puede echar mano de los beneficia- dores mejor opinados, examindndolos el Sr. Superintendente, por medio de dos azogueros los mas hébiles, en la forma que en otro lugar ** expu- 632 Pepro VICENTE CaNETE ¥ DoMiNGUEZ (C.VIIL-N.V. se haberlo dispuesto el Excmo. Sr. Marqués de Castelfuerte, con la cau- tela de dividir toda la Ribera en dos, cuatro 0 mds Cuarteles, para que cada beneficiador responda de las operaciones del suyo, como se previe- ne en la Ordenanza del Pert, *‘ para con los Alcaldes Veedores del Cerro. NOTICIA QUINTA De los empleos clectivos de Sscun el plan propuesto para el Virr Minerfa y sus electores. nato de Buenos Aires, son electivos el Direc- tor y tres Diputados Generales. La Ordenan- za de México, * requiere también un Administrador General. Pero no se ha reputado necesario en Potosi, por haberse separado del Tribunal de Mineria Ja jurisdiccién econémica y contenciosa, que ejerce en Nueva Es- pafia; ° pues, habiéndose querido conservar alli la forma establecida en la ley de Castilla, °" (que antes hacia parte de su Ordenanza) sobre el Juez privativo de Minas, titulado Administrador General, se creé este mismo empleo en su nuevo sistema, con la diferencia de no ejercer él solo toda la jurisdiccién, sino de acuerdo con el Director y Diputados juntas. Y co- mo aqui es puramente informativa la voz de estos empleados, se ha ex- cluido con fundamento muy legal, el oficio de Administrador, porque si lo hubiera, no corresponderia a su nombre la autoridad, En’ Lima ** se minoré a sdlo dos Diputados, e! ntimero de los tres establecido en México, en atencién a los cortos fondos de aquella mine- ria. Esta misma razén pudiera valer aqui, si se hubiese de asalariar a los Diputados de Mineria; pero el plan es que sirvan sin dotacién alguna, c mo los Alcaldes ordinarios, por carga pitblica de su profesién, pues, aun- que ésto seria intolerable habiendo de servir cada Diputado por nueve afios, ®* se ha evitado este motivo de queja, limitando el tiempo del em- pleo a sélo dos afios, al modelo de lo dispuesto para los Alcaldes ordina- rios en el Art. 8° de la Ordenanza de Intendentes. Ni por acd conviene mantener a los vecinos por tiempo tan largo en oficios de autoridad, porque de la lisonja del mando proceden de ordi- nario las parcialidades, bandos, facciones y discordias, que son las que siempre han alterado la armonia y quietud ptblica de estos paises, Con esta consideracién se hizo bienal el oficio de Alcaldes ordinarios, con to- do de nevesitarse en ellos mucha instruccién para el manejo de los pro- pios, y suponiendo aplicacién en los empleados, se reputé suficiente aquel tiempo, para que el mas antiguo instruya al que entrare de nuevo. Todo Jo cual milita igualmente con los demas empleados electivos de Mineria. De la misma clase son los doce Consultores que se establece #°° por consejeros para los casos arduos, y debe durar su oficio el mismo tiempo que el de los Diputados; con la circunstancia de no ser necesario que to- dos ellos sean mineros, porque la Ordenanza habilita ' también a los aviadores de minas, expertos, distinguidos y de la mejor reputacién. Los otros empleos, como el de Factor _del Banco, 1% el de Ase- sor, 1° e] Escribano, ' el Solicitador, 1° el Portero ejecutor, 1° el Fa- eultativo de minas y los Peritos Beneficiadores, 17 que en México nom- bra el Tribunal a propuesta del Director solo, por eleceién del mayor ni- mero de votos, con facultad de removerlo de la misma forma y sin nece- sidad de expresar la causa, '** se deben elegir en Potosi por el Superin- C.NIIL-N.V.J DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 633 tendente, a propuesta en terna de la Direccién, de acuerdo con los demas vocales de la Junta. Pero en cuanto al Escribano, se debe exceptuar de esta regia, por oficio vendible y renunciable, que se ejerce en propiedad por los compradores, con arreglo a la Ordenanza 6°, titulo 9, libro 3° de las Generales del Peri; asi como, aunque el Art, 9° de Ja Ondenanza de Intendentes les da facultad para elegir Escribanos de su satisfaccién, con calidad de amovibles, exceptia el caso en que hubiere Escribanos pro- pictarios de Real Hacienda. En esta misma conformidad debe nombrar el Superintendente, de cuatro mineros que le proponga la Direccién, dos que tengan su resi- dencia mas inmediata al Subdelegado 0 Juez del territorio, para que sit van de Conjueces en fa primera instancia, quedando los dos restantes en calidad de substitutos, para alternar en los casos de enfermedad, muer- te, recusacidn o de otro legitimo impedimento. Y para Conjueces de al- zadas con los respectivos Intendentes de las Provincias del Departamen- to, se habran de elegir otros tantos mineros por esta Superintendencia, en la forma precedente, si no se quiere encomendar esta facultad, aten- diendo a la confianza y crédito de sus empleos y al mejor conocimiento de los mineros mas honrados y habiles de su distrito. 1°" Pérrsfo taico, — Electors, Lia Ordenanza del Peri dispone acerca de los electores, porque ninguno de los empleos de minas se conferia de otro modo que no fuese por nombramiento de Su Majestad 0 de los Sefiores Virreyes. Ahora que se ha planteado en es- te Reino la mineria, segin el sistema de Nueva Espafia, es preciso obser- var sus reglas, con las diferencias convenientes a la diversidad de am- bos Imperios. El Art. 2 de} titulo 2°, habilita para electores a todos los que hu- bieran trabajado més de un afio, una o muchas minas, como duefios de ellas, Los articulos 3, 4 y 6 del mismo titulo, admiten también a los avia- dores siendo mineros, maquileros (que aqui Haman trapicheros), due- fios de ingenios y a sus administradores con poder bastante. Pero para que los lugares de minas tengan voto por medio de sus diputados, requie~ re otro Art. de la citada Ordenanza, ' que se hallen en poblacién for- mada, Iglesia con Cura o teniente de Cura, Juez Real y Diputados de Mineria, seis minas en corriente y cuatro haciendas de beneficio. La pobreza de estos minerales y mala situacién de ellos, no per- mite en los mas las formalidades de poblacién, haciendas y residencias de Jueces que acabamos de ofr; y por esto, con ser un mineral tan rico este Reino, Guantajaia, que su drdinario es medio millén de pesos al afio, se halla desierto y es casi inhabitable porque carece de todas las como- didades humanas, principalmente de leiia y agua, que para beberla es preciso conducir ‘de Tarapacd, distante 18 leguas, y aun también este asiento tiene tan poca agua y tan mala, que apenas alcanza para llenar las cochas de los buitrones para Jos dias de lavas; causa por la que hay poquisimos pobladores y no se conocen ingenios algunos para moler me- tales que alli tienen de Guantajaia; si no es una casta de maquinas gro- seras, llamadas quimbaletes, que Se componen de una piedra grande esfé- rica, con tn palenque metido o amarrado en la parte superior, para mo- ler sobre una solera, también de piedra, contra el metal que le arrojan. 634 Prpro VICENTE CANETE Y DomincuEZ [C.VUIL.- N.V. De esta constitucién del reino procede que en cada mineral se en- cuentra cuando mas solamente tres o cuatro intereses formales; y aun- que hay muchos mineros, son de los que por acd Ilaman pucheros, los cua- Jes no tienen labor ni registros, ni otras mil cosas que pide la Ordenan- za, De suerte que, al cabo de la semana, sacan cuatro o cinco marcos de plata, de los pocos metales que benefician de aqui o de alli; pero como son tantos los de este ejército, componen con este ramo la gruesa mds consi- derable de cada asiento. Sobre todos estos conocimientos se ha planteado la minerfa de es- te Virreinato, en un pie mas acomodado al estado del pais. Para quitar dudas y excusar motivos de discordias, pasiones y parcialidades, que son tan frecuentes en las chacras, en teniendo algtin viso de autoridad con que hacer fuerte al que manda; estén admitidos por mineros aptos para entrar a votacién, todos los que tengan trabajo corriente en minas de oro © plata, bajo de formal registro, constando este requisito en documen- tos auténticos que deben acompaiiar a los libros de Matricula que anual- mente remitieren los Jueces de cada Partido, antes de elecciones. Si bien convendria que no fuesen electores los que, en mas de un afio atrs, no hubieren traido trabajo corriente, porque es de temer que muchos registren minas inservibles, con tal de hacer este papel sin 4ni- mo de trabajarias, y otros por hacer negocio con el voto; cuyos inconve- nientes se remediarén en la mayor parte, con la cautela de la Ordenan- za de México, "1 Asimismo tienen voto activo y pasivo los arrenderos de ingenios y minas, con exclusién de los propietarios que no las trabajan en su ca- beza; porque, segiin la expresién de la Ordenanza, '¥* el intento es favo- recer tinicamente a los que trabajan y gastan sus haciendas en descubrir minerales, y a los que se aplican a labrarlas. De suerte que observando esta regla, no se deben reputar por mineros los que tienen puestas sus minas 0 ingenios en arrendamientos (como sucede en Potosi), pues, los arrendadores y no ellos, son los que emplean su caudal, su industria y su personal diligencia a beneficio del Estado. También quedan excluidos los maquileros, que aqui se Haman tra~ picheros, por ser estos unos hombres por lo regular desconocidos, que viven de fomentar el robo de los ckacchas, alquilindoles sus ingenios y el azogue, sin producir ellos por su parte ninguna utilidad para el Rey y para la causa ptiblica. Pero si alguno de estos trabajare mina propia o arrendada, bajo las formalidades de la Ordenanza, no tendré impedimento para ser elector ni para ser elegido, concurriendo en su persona las calidades "* de buen americano espafiol, limpio de toda mala raza, hijo y nieto de cristianos viejos y el haberse ejercitado en la mineria por més tiempo de diez afios, 14 Hemos visto la situacién lastimosa de los asientos de nuestras mi- nas y las indulgencias con que se Va a ejecutar la nueva planta de mine- ria, por considerarse que no se puede mas. Desde luego, es muy justo que no se dicten providencias impracticables 0 dafiosas, porque toda ley debe ser acomodada a las costumbres del pais. No obstante, cuando los usos del pueblo son demasiado informes, entonces no deben acomodarse a ellos las leyes, sino mAs bien procurar infundirles una nueva forma, aunque sea contraria, como se practica con C.VUL-N.VL] DE LA SUPERINTENDENCIA DE MINAS 635, una nacién barbara a la que se va a imponer la ley. Es verdad que nues- tros minerales estan despoblados y, al mismo tiempo, entre sus pocos ha- bitantes reina la emulacion y fa fajina, que han sido siempre los emba- razos para su formacién con arreglo a nuestras leyes. Tampoco hay duda que en este estado no es posible ni conviene crear Diputados territoriales, y menos el que hagan Juntas para eleccio- nes, sin el freno de la presencia respetable de un Magistrado de grande autoridad. Pero sabemos también que estas gentes tienen su flaco en ha- cer figura, y que para lograrto suefen a veces vencer fas cosas mas arduas. Sobre este fundamento, permitase, en hora buena, a los mineros de afuera, que baste el serlo solamente para tener voto en uno o dos afios; porque en el dia no se puede mds, y para que tomen ef gusto a la golosi- na del mando, sin que nada les cueste. Después ya entrardn por otro ca- mino més dspero, para mantener aquella primera figura y entonces se introduce la ley por esta misma senda, Con quedar privados de voto activo y pasivo todos los mineros que, dentro de dos afios siguientes no tuvieren casa poblada en el respectivo asiento de su comarea, me atrevo a decir que serd muy raré el que no abrace este partido, con la obligacién de costear a prorrata Iglesia y sa- cerdote que diga misa y ensefie la doctrina, conforme a la ley real. 11? To- do lo cual verificado, ya seré adaptable la Ordenanza de México, en cuan- to a Diputados territoriales y demas que abraza el titulo 2°, en que si se procede con alguna sagacidad en las providencias, serd medio para cumplirlas y poblar los minerales, ef mismo desdvden que ahora las em- baraza. El Sr. Virrey Marqués de Castelfuerte, "6 dispuso mucho antes, que los Jueces de Minas mandasen levantar Iglesia, a costa de los inte- resados en los cerros y labores corrientes. La providencia se public6, y quedaron las,cosas como las estamos viendo. Para curar este mal, el re- medio es tocarle al minero en la fajina (que es lo que més ie duele), qui- tandole el voto, si no cumple la ley. NOTICIA SEXTA De los Mineros y sus calida- Ex los dos reinos, de Nueva Espatia y del des, obligaciones y privilegios. Peri, se llaman comunmente Mineros, todos Prrafo primero. —~ Mineros y los que buscan su fortuna en el trabajo de sus calidades. Jas minas y beneficio de metales. Séio en Po- tosi dejan los duefios principales aquel nom- bre a sus Mayordomos y criados, tomando ellos por si, el de Azogueros, segtin dice el Exemo. Sr. Marqués de Montesclaros, en una relacién que cita Escalona. '!' Por lo mismo, hablaré siempre con esta diferencia, pa- ra no confundir las obligaciones y derechos de los Mayordomos con los amos. Entendiendo, pues, el nombre de Mineros en el sentido comtin, pue- den serlo todas las personas de cualquier estado, condicién, preeminen- cia o dignidad, espafioles o indios, vasallos del Rey; dar catas libremen- te, buscar minas, y sacar todo género de metales, por sus personas, cria- dos o esclavos, de las minas que hallaren en lugares piblicos o privados, sin que los duefios de las heredades, ni otras personas que sean univer-

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