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el carácter mexicano, sino al hacerse independiente, vimir-ntos colectivos. Platón sostenía que el Estado es
en el primer tercio de la centuria pasada.! un.i imagen agrandada del individuo. 1\ continuación
Se ha creído innecesario fundar esta interpretación demostraremos que, en efecto, el mexicano se corn-
acumulando documentos. Si el lector se interesa hon- pon:¡ en su mundo privado lo mismo que en la vida
radamente en la cuestión y acoge estas ideas de buena pública.
voluntad, encontrará en sus propias observaciones los La psicología del mexicano es resultante de las
datos para comprobarlas. Antes de hacer una descrip- reacciones par,l ocultar un sentimiento de inferiori-
ción anecdótica de la vida mexicana, hemos querido dad. En el primer capitulo de este libro se ha expli-
establecer cómo funciona en general el alma del indi- cado que tal propósito se logra falseando la represen-
viduo, cuáles son sus reacciones habituales y a qué ración del mundo externo, de manera de exaltar la
móviles obedecen. conciencia que cl mexicano tiene de su valor. Imita
No hay razón para que el lector se ofenda al leer en su país las Iorrnas de civilización europea, para
estas páginas, en donde no se afirma que el mexicano sentir que su valor es igual al del hombre europeo
sea inferior, sino que se _sienle~1}Le.fíOT, lo cuat-es y formar dentro de sus ciudades un gI-UpO privilegia-
cosa muy distinta. Si en algunos casós=individuales do quc se considera superior a todos aquellos mexica-
el sentimiento de inferÍQQdad traduce deficiencias or- nos que viven fuera de la civilización. Pero el proceso
gánicas o psíquicas reales, en 'la mayoría de los mexi- de ficción no puede detenerse en las cosas exteriores,
canos es una ilusión colectiva que resulta de medir ni basta eso par:1 restablecer el equilibrio psíquico
al hombre con escalas de valores muy altos, corres- que el sentimiento de inferioridad ha roto. Aquel pro-
pondientes a países de edad avanzada. Lo invitamos, ceso se aplica también al propio individuo, falseando
pues, a penetrar en nuestras ideas con entera ecua- la idea que tiene de sí mismo. El psicoanálisis del mexi-
nimidad. Si no obstante estas aclaraciones el lector se cano, en su aspecto individual, ~s el tema que ahora
siente lastimado, lo _lamentamos sinceramente, pero abordaremos.
confirmaremos que en nuestros países de América exis- Para comprender el mecanismo de la mente rnexi-
te, como dice Keyserling, <mn primado de la susceptibi- cana, la examinaremos en un tipo social en donde to-
lidad»; y así su reacción de disgusto sería la más rotunda dos sus movimientos se encuentran exacerbados, de
1 comprobación de nuestra tesis. tal suerte que se percibe muy bien el sentido de su
trayectoria. El mejor ejemplar para estudio es el «pe-
lado» mexicano, pues él constituye la expresión más
EL <PELADO, elemental y bien dibujada del carácter nacional. TO
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54 SAMUEL RAMOS
EL PERFIL DEL HOMBRE!
«pelado» pertenece a una fauna social de categoría
ínfima y representa el desecho humano de la gran masculino. Con este ardid pretende afirmar su superio-
ciudad. En la jerarquía económica es menos que un ridad sobre el contrincante.
proletario y en la intelectual un primitivo. La vida Quisiéramos demostrar estas ideas con ejemplos.
le ha sido hostil por todos lados, y su actitud ante Desgraciadamente, el lenguaje del «pelado» es de un
ella es de un negro resentimiento. Es un ser de natu- realismo tan crudo, que es imposible transcribir mu-
raleza explosiva cuyo trato es peligroso, porque esta- chas de sus frases más características. No podemos
lla al roce más leve. Sus explosiones son verbales, omitir, sin embargo, ciertas expresiones típicas. El lector
y tienen como tema la afirmación de sí mismo en un no debe tomar a mal que citemos aquí palabras que
lenguaje grosero y agresivo. Ha creado un dialecto en México no se pronuncian más que en conversaciones
propio cuyo léxico abunda en palabras de uso co- íntimas, pues el psicólogo ve, a través de"su vulgaridad
rriente a las que da un sentido .nuevo, Es un animal y grosería, otro sentido más noble. Y sería imperdona-
que se entrega a pantomimas de ferocidad para asus- ble que prescindiera de un valioso material de estudio
tar a los demás, haciéndole creer que es más fuerte por ceder a una mal entendida decencia de lenguaje.
y decidido. Tales reacciones son un desquite ilusorio Sería como si un químico rehusara analizar las sus-
de su situación real en-da vida, que es la de un cero tancias que huelen mal.
a la izquierda. Esta verdad desagradable trata de aso- Aun cuando el «pelado» mexicano sea completa-
mar a la superficie de la conciencia, pero se lo im- mente desgraciado, se consuela con gritar a todo el
pide otra fuerza que mantiene dentro de lo incons- mundo que tiene «muchos huevos» (así llama a los
ciente cuanto puede rebajar el sentimiento de la valía ~estículos). Lo importante es advertir que en este
personal. Toda circunstancia exterior que pueda ha- orga.no no hace residir solamente una especie de po-
cer resaltar el sentimento de menor valía, provocará tencia, la sexual, sino toda clase de potencia humana.
una reacción violenta del individuo con la mira de Pa:a el «pelado», un" hombre que triunfa en cual-
sobreponerse a la depresión. De aquí una constante quier actividad y en. cualquier parte, es porque tiene
irritabilidad que lo hace reñir con los demás por el «muc~lOshuevos». CItaremos otra de sus expresiones
motivo más insignificante. El espíritu belicoso no se favontas: «Yo soy tu padre», cuya intención es cla-
explica, en este caso, por un sentimiento de hostilidad ramente afirmar el predominio. Es seguro que en
al género humano. El «pelado» busca la riña como un nuestras sociedades patriarcales el padre es para todo
excitante para elevar el tono de su «yo» deprimido. hom~re el símbolo del poder. Es preciso advertir
Necesita un punto de apoyo para recobrar la fe en sí tambIén que la obsesión fálica del «pelado» no es
mismo, pero como está desprovisto de todo valor real, Co~parable a los cultos fálicos, en cuyo fondo yace
tiene que suplirlo con uno ficticio. Es como un náu- la idea de la fecundidad y la vida eterna. El falo
frago que se agita en la nada y descubre de impro- su~ere al «pelado» la idea del poder. De aquí ha
viso una tabla de salvación: la virilidad. La termino- denvad? un concepto muy empobrecido del hombre.
logía del «pelado» abunda en alusiones sexuales que Como el es, en efecto, un ser sin contenido sustancial
revelan una obsesión fálica, nacida para considerar el trata de llenar su vacío con el único valor que está
órgano sexual como símbolo de la fuerza masculina. a su alcance: el del macho. Este concepto popular del
En sus combates verbales atribuye al adversario una hombre se ha convertido en un prejuicio funesto para
femineidad imaginaria, reservando para sí el papel todo ~:,?cano. Cuando éste se compara con el hom-
bre CIVIlizado extranjero y resalta su nulidad; se
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consuela del siguiente modo: «Un europeo -dice- V. La falta de apoyo real que tiene la personalidad
tiene la ciencia, el arte, la técnica, etc., etc.; aquí no ficticia crea un sentimiento de desconfianza de sí
tenemos nada de esto, pero... somos muy hombres.» rrusmo.
Hombres en la acepción zoológica de la palabra, es
decir, un macho que disfruta de toda la potencia ani- VI. La desconfianza de sí mismo produce una anor-
mal. El mexicano, amante de ser fanfarrón, cree que malidad de funcionamiento psíquico, sobre todo en la
esa potencia se demuestra con la valentía. j Si supiera percepción de la realidad.
que esa valentía es una cortina de humo! VII. Esta percepción anormal consiste en una des-
No debemos, pues, dejamos engañar por las apa- confianza injustificada de los demás, así como una hi-
riencias. El «pelado» no es ni un hombre fuerte ni perestesia de la susceptibilidad al contacto con los otros
un hombre valiente. La fisonomía que nos muestra es hombres.
falsa. Se trata de un «camouflage» para despistar a
V~II. Co~o nuestro tipo vive en falso, su posición
él y a todos los que lo tratan. Puede establecerse que, es siempre Inestable y lo obliga a vigilar constante-
mientras las manifestaciones de valentía y de fuerza mente su «yo», desatendiendo la realidad.
son mayores, mayor esta debilidad que se quiere cu-
La falta de atención por la realidad y el ensimis-
brir. Por más que con esta ·ilusión el «pelado» se
mamiento correlativo, autorizan a clasificar al epela-
engañe a sí mismo, mientras su debilidad esté pre-
do» en el grupo de los «introvertidos»,
sente, amenazando traicionarlo, no puede estar seguro
de su fuerza. Vive en un continuo temor de ser des- Pudiera pensarse que la presencia de un sentimien-
cubierto, desconfiando de sí mismo, y por ello su per- to de menor valía en el «pelados no se debe al hecho
cepción se hace anormal; imagina que el primer recién de ser· mexicano, sino a su condición de proletario.
llegado es su enemigo y desconfía de todo hombre que En efecto, esta última circunstancia es capaz de crear
se le -acerca. por sí sola aquel sentimiento, pero hay motivos para
Hecha esta breve descripción del «pelado» mexica- considerar que no es el único factor que lo determina
no, es conveniente esquematizar su estructura y fun- en el «pelado». Hacemos notar aquí que éste asocia
cionamiento mental, para entender después la psico- su concepto de hombría con el de nacionalidad, crean-
logía del mexicano. . do el error de que la valentía es la nota peculiar del
1. El «pelado» tiene dos personalidades: una real, mexicano. Para corroborar que la nacionalidad crea
otra ficticia. también por sí un sentimiento de menor valía, se pue-
II. La personalidad real queda oculta por esta últi- de anotar la susceptibilidad de sus sentimientos
ma, que es la que aparece ante el sujeto mismo y ante patrióticos y su expresión inflada de palabras y gri-
los demás. tos. La frecuencia de las manifestaciones patrióticas
III. La personalidad ficticia es diametralmente opues- individuales y colectivas es un símbolo de que el mexi-
ta a la real, porque el objeto de la primera es elevar cano está inseguro del valor de su nacionalidad. La
el tono psíquico deprimido por la segunda. prueba decisiva de nuestra afirmación se encuentra
IV. Como el sujeto carece de todo valor humano y en el hecho de que aquel sentimiento existe en los
es impotente para adquirirlo de hecho, se sirve de un mexicanos cultivados e inteligentes que pertenecen a
ardid para ocultar sus sentimientos de menor valía. la burguesía.
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Este mundo caótico, efecto directo de la desconfian- resultados satisfactorios, porque el velo que se tiende
za, recobra sobre ella, dándole una especie de justifi- S?bre la molestia que se quiere evitar no la suprime,
cación objetiva. Cuando el individuo se siente flotar sino solamente la hace cambiar de motivación. El mexi-
en un mundo inestable, en que no está seguro ni de la cano tiene habitualmente un estado de ánimo que
tierra que pisa, su desconfianza aumenta y lo hace revela un malestar interior, una falta de armonía
apre~ur.arse por .arrebat~r al momento presente un consigo , mismo. Es susceptible y nervioso', casi siern-
rendimiento efectivo. AsI, el horizonte de su vida se pre esta de mal humor y es a menudo iracundo y
estrecha más .y su moral se rebaja hasta el grado violento.
d~. q~, la socle~ad, no obstante su apariencia de ci- La fuerza que el mexicano se atribuye fundándose
vilización, se~eJa una horda primitiva en que los en su impulsividad, nos parece falsa. Desde luego, la
hombres se disputaban las cosas como fieras ham- verdadera energía consiste en gobernar inteligente-
brientas. mente los impulsos y a veces en reprimirlos. El mexi-
Una nota íntimamente relacionada con la des- cano es pasional, agresivo y guerrero por debilidad' es
confianza es la susceptibilidad. El desconfiado está decir, porque carece de una voluntad que controle' sus
siemp~e temeroso de todo, y vive alerta, presto a la movimientos. Por otra parte, la energía que despliega
d~f<:nsIva. Recela d~ cualquier gesto, de cualquier mo- en esos actos no está en proporción con su vitalidad,
vimiento, de cualqwer palabra. Todo lo interpreta como que, por lo común, es débil. ¿ Cómo explicar entonces
una ofensa. En esto el mexicano llega a extremos in- la violencia de sus actos? Solamente considerándola
creíbles. Su percepción es ya francamente anormal. A resultado de la sobreexcitación que le causa adentro el
~_usa de la susceptibilidad hipersensible, el mexicano mismo desequilibrio psíquico.
r~ne cons~ntemente. Ya no espera que lo ataquen, Nuestro conocimiento de la psicología del mexicano
sino que el se adelanta a ofender. A menudo estas sería incompleto si no comparásemos la idea que tie-
reacciones. patológicas lo llevan muy lejos, hasta a co- ne de sí mismo con lo que es realmente. Hace un
meter delitos mnecesarios. - instante hablábamos de la fuerza que se atribuye el
Las anomalías psíquicas que acabamos de describir mexicano, lo cual nos hace suponer que tiene una
provienen, sin duda, de una inseguridad de sí mismo buena idea de su persona. Sospechamos también que
que el mexicano proyecta hacia afuera sin darse algunos lectores de este ensayo reaccionarán contra
cuenta, convirtiéndola en desconfianza del mundo y nuestras afirmaciones, buscando argumentos para no
de . los .ho~b.res. Estas trasposiciones psíquicas son aceptarlas. Es que aquí nos hemos atrevido a descu-
ardides instintivos para proteger al «yo:. de sí mismo. brir ciertas verdades que todo mexicano se esfuerza
l:a fase ini<:ial de la serie es un complejo de inferio- por mantener ocultas, ya que sobrepone a ellas una
ndad expenmentado como desconfianza de sí mismo imagen de sí mismo que no representa lo que es, sino
que luego el sujeto, para librarse del desagrado que la lo que quisiera ser. Y, ¿ cuál es. el deseo más fuerte
acompaña, objetiva como desconfianza hacia los seres y más íntimo del mexicano? Quisiera ser un hombre
extraños. que predomina entre los demás por su valentía y su
Cuando la psique humana quiere apartar de ella poder. La sugestión de esta imagen lo exalta artifi-
un sentimiento desagradable, recurre siempre a pro- cialmente, obligándolo a obrar conforme a ella, hasta
cesos de ilusión, como el que se ha descrito. Pero en que llega a creer en la realidad del fantasma que de
el caso especial que nos ocupa, ese recurso no es de sí mismo ha creado.
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