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LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD

ORIENTE DE GUATEMALA

22, Abril 6010

Laicismo
EL LAICISMO
“Basado en una idea de tolerancia y respeto a todas las convicciones”

Siendo la doctrina más democrática para poder entender todos los movimientos que
luchan por una verdadera democracia solidaria, cualesquiera que sean los centros de
poder mundial y los medios que encuentre el mundo venidero para introducir cambios
sustanciales que modifiquen, en beneficio de la humanidad, las viejas e injustas
estructuras políticas, jurídicas y religiosas; el Laicismo es también una oposición
sistemática a la influencia de la jerarquía de la Iglesia en la sociedad. Permitió la
secularización de los derechos y las libertades fundamentales a la vez que contribuyó
a consolidar sus instituciones en un plano de mayor igualdad y tolerancia; y consistió
en abrir las puertas de la comprensión y la justicia y a luchar sin tregua contra todos
los fanatismos, que entorpecen la tarea común del bienestar irrevocable del Hombre.

Se define según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, como la


“Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más
particularmente del Estado, de toda influencia eclesiástica o religiosa” y
pareciendo tan simple en realidad no lo es, ya que desde tiempos remotos, la religión
prevaleció sobre el ordenamiento civil, surgiendo como la permanente necesidad que
tiene el ser humano de explicarse los fenómenos naturales cuyas causas y leyes
desconoce y que, en su ignorancia, atribuye a una voluntad superior al plano natural,
todo aquello que no explica con la razón; por eso la historia de la religión en cuanto no
tuvo el auxilio de la ciencia para descubrir las explicaciones de los fenómenos
naturales y particularmente, los misterios de la vida y la muerte, es la evolución de dos
deseos humanos estrechamente vinculados:

1. La necesidad de creer que hay un Dios


2. Una supervivencia más allá de la muerte

Ante este criterio, vale sopesar el pensamiento de Federico Nietzche, que expresa de
forma sencilla que “toda verdad es relativa y que todos los valores dependen de las
preferencias personales”, pensamiento que interrumpe los juicios filosóficos de la
metafísica tradicional1. Sin embargo la Iglesia se resiste argumentando en
contraposición sobre la existencia de Dios y el temor a él relacionado, la divinidad, y la
creencia en su palabra de vida escrita como la voluntad de Dios, como la verdad única
revelada, duradera, eterna, pura, perfecta y necesaria para alcanzar la salvación y la
vida eterna.

Digamos que el laicismo tiene como fundamento principal el libre examen, es decir el
derecho a percibir, analizar, estudiar, conocer, sacar conclusiones, comunicar y actuar,
según los dictados de la razón, que la determinan nuestras propias facultades. Como
defensor de la tolerancia, cuyos postulados fundamentales son la libertad de
conciencia y el principio de la no discriminación, en otras palabras, laicismo es
equivalente a hablar de la libertad de pensamiento, a la facultad de rechazar el dogma
o la “verdad revelada”, que es el grito de la conciencia que rechaza la esclavitud de
ideas pre-dirigidas e impuestas, ha sido capaz de enfrentarse a todos los totalitarismos
religiosos, a los dogmas eternos e inamovibles y a los poderes sacramentales
definitivos e inapelables, destinados a mantener a la sociedad bajo la dependencia de
la jerarquía institucional de las iglesias, y poco a poco ha ido liberando al hombre de la

1
La Metafísica se define como la ciencia que estudia algo que está más allá de lo físico, dedicando su
estudio a lo abstracto del ser y de Dios.
servidumbre a la que han querido someterlo los movimientos fundamentalistas e
integristas.

El laicismo abarca toda corriente anti-religiosa que une la acción y el pensamiento con
el propósito de separar la Iglesia del Estado, propugnar la llamada enseñanza laica y
negar el derecho divino de la Iglesia de conducir a los pueblos a su eterna convicción.
Como concepto político, aspira a un Estado laico, en el que no se privilegie a religión
alguna, y no se imponga un concepto de propósito de vida, garantizando en cambio la
libre expresión de todos, dentro de algunos límites, porque el derecho de un hombre
termina donde empieza el derecho de los demás. Proclama la autonomía de la
conciencia humana, y postula que los más débiles, los menos numerosos o los
poco aceptados también tengan esa libertad.

El laicismo ha sido repetidamente condenado por el dogmatismo religioso2, puesto que


de acuerdo a éste, ha negado a las nuevas generaciones la posibilidad de ser
educadas con los principios de la Iglesia, ha llegado a objetar todo sentimiento
religioso y hasta negar la existencia de Dios. Estima que las grandes religiones
perduran en la actualidad, y que el sentimiento religioso es de gran vitalidad, que se da
en casi todo el mundo. La conclusión es que en la historia de la humanidad se ha dado
un proceso de laicización progresivo, que dista bastante de haber concluido aún. No
manifiesta que solo con la separación de la Iglesia y del Estado se logra un Estado
Laico que reconozca la libertad de conciencia y los derechos fundamentales del
hombre, sino que se necesita, como base inequívoca y ostensible, una sociedad que
crezca y se desarrolle en un ambiente de paz, diversidad y pluralidad en lo político y
moral.

Históricamente, católicos, protestantes y musulmanes quisieron en algún momento,


resolver sus diferencias con sangre y todos quieren tener un Dios hecho a su medida,
que los ampare y favorezca y que, también, los justifique en sus intereses.

En inicios del siglo XVIII, se comenzó la tarea de definir en América Latina los límites
de sus Estados, sus fronteras fueron trazadas según los intereses políticos y religiosos
de los centros dominantes, sin tomar en cuenta las fronteras étnicas ni las regiones
históricas antiguas. Nos independizaron ciertamente (1821 caso de Guatemala) pero
no alcanzaron a darnos la independencia sobre los yugos imperantes en las tribunas
del fanatismo. Y en ese contexto perdura la frase “Invocando el nombre de Dios”
como acápite principal de nuestra Carta Magna – Constitución Política de la República
de Guatemala- de la misma forma en que en uno de sus principios fundamentales,
reconoce la personalidad jurídica a la Iglesia Católica (preferentemente sobre las
demás, según el texto de su artículo 37 de los Derechos Individuales –interpretación
personal-; pudiendo obtener dicho reconocimiento las otras iglesias conforme a las
reglas de su institución, sujetándose al trámite respectivo de conformidad con la ley).

Las iglesias, que sin mucha discrecionalidad han cogobernado, y aún los partidos
políticos sienten su influencia quebrantada y amenazada frente al laicismo al que, por
su insistencia y firmeza libertaria, lo ven como rival y adversario. El laicismo jamás ha
pretendido reemplazar la política o la religión, pero demanda que estos abran paso a
los valores positivos y elevados que humanizan, dignifican y enaltecen.

2
El 24 de julio de 1958 (en la Octava Semana de Formación Pastoral), S.S. Pío XII señaló como “raíces de la apostasía
moderna, el ateísmo científico, el materialismo dialéctico, el racionalismo, el laicismo, y la masonería, madre común
de todas ellas ”.
El laicismo, no obstante la gigantesca y agresiva actividad religiosa, tiene el vigor
necesario para responder a las religiones, y sobre todo, al catolicismo que ha
pretendido convertirse en el actor político y ha reclamado espacios que sobrepasan los
márgenes de la tolerancia y la libertad de pensamiento, cuando pretende reglamentar
y oprimir la vida de los ciudadanos. A ninguna religión, teniendo imagen de fanatismo,
se le puede permitir abusar y quebrantar los límites de la conciencia individual y
colectiva.

El laicismo es patrimonio de la soberanía popular y de la libre determinación de


hombres y mujeres -tantas veces menospreciados y discriminados por sus creencias,
su raza, su nacionalidad o su educación que, siendo un derecho, se les rechazado y
excluido- porque permite la emancipación de todos aquellos poderes oscuros que
limitan la justicia y la libertad.

Sobre bases laicas, no espirituales ni sectarias, las ideas pueden desarrollarse en un


ambiente de comprensión y tolerancia sin imposiciones que lesionen y perturben el
libre ejercicio del pensamiento. La libertad de expresión de grandes sectores, ha sido
apropiada por grupos poderosos, aliados de fundamentalismos políticos, económicos y
religiosos. La sociedad no es un recinto de teología, sino un lugar de entendimiento
humanista, de respeto a todas las creencias y base legítima del Estado. La ciencia, el
arte, la educación, el gobierno, la costumbre, suelen expresar opciones religiosas y
políticas, pero no pueden estar limitados por la opresión del pensamiento, lo cual se
califica como arbitrario e intolerante.

El laicismo tendrá que renovar sus esfuerzos para crear el clima necesario a fin de
que, por lo menos en América Latina y Centroamérica, se exprese la tolerancia, la
justicia social y el pleno derecho a la libertad de pensamiento y de conciencia.
Esa es la meta ideal del laicismo, la plenitud del pensamiento libre y el humanismo
elevada a su máxima expresión.

MASONERÍA Y LAICISMO.

El potencial de los verdaderos masones consiste y ha consistido siempre en buscar la


relación con el saber, como palabra vivificante opuesta a la palabra dogmática y fijada.
Pero la Masonería, que propone una base fundamental en la total libertad de
pensamiento, tampoco quedó exenta del dogmatismo, lo que puede evidenciarse a
través de la historia masónica.

En ese sentido vale la pena recordar la influencia religiosa (cristiana) que venía
amalgamada y aleada a la ya remota masonería operativa, pues los reglamentos de
ésta, habían estado determinados formalmente por el exoterismo cristiano.

El interés de los Jesuitas hacia el siglo XVIII en recuperar una masonería influenciada
por la Iglesia Católica y en defensa de los intereses de Roma, les llevaron a alentar la
aparición de ciertos grados caballerescos dominados por el Escocismo Estuardista3.

3
En Francia, la dinastía de los Estuardo era la heredera de una tradición escocesa que remontaba hasta la
antigua logia de Kilwinning del siglo XII y al rey Robert Bruce con sus caballeros templarios del siglo
XIV, dicha dinastía había conservado y transmitía antiguas iniciaciones, los Estuardo eran los Superiores
Desconocidos que gobernaban secretamente a la Masonería, el Pretendiente al trono de Inglaterra, en el
exilio en Francia, había fundado un Soberano Capítulo Rosa-Cruz en la ciudad de Arras, y de esta
Ciertos ritos templarios llevaban marcas indelebles de los compañeros de Jesús. Los
hijos de Estuardo y los Jesuitas brindaron su total apoyo para la utilización de las
logias masónicas escocesas, cuyo respeto por la tradición servía a su causa y al
catolicismo. Y los altos grados favorecieron esta acción. Se denominaban Logias de
San Juan, por el valor simbólico que la masonería medieval atribuía a dos festividades
cristianas coincidentes con el solsticio de verano e invierno. Siendo en ese siglo la
masonería un recinto de reflexiones espirituales, empezaron a adherirse a ella muchos
especuladores intelectuales de diversos niveles. La participación en los debates de las
logias masónicas operativas ajenas a la construcción, fueron aceptadas y apuntaban a
espíritus críticos como masones aceptados. En algunas logias eran mayoritarios, y
procedían tanto del ámbito católico como del protestante.

Hacia 1738 se produjo la primera condena de la Iglesia Católica contra la masonería,


poniendo fin a la convivencia mantenida durante siglos con los operativos. La
excomunión no podría ser levantada ni aún en caso de muerte4.

Por otra parte, la reforma del aspecto doctrinal masónico aportado por James
Anderson y Jean Théofile Désaguliers hacia 1721 y con modificaciones según consta
en ediciones del libro de las Constitución en 1723 y 1738 señala:
“Un masón está obligado, por el compromiso adquirido, a obedecer la Ley moral, y si
entiende correctamente el Arte (Real), jamás será un estúpido ateo ni un libertino
irreligioso. Pero, si bien antiguamente los masones venían obligados, en todos los
países, a seguir la religión del respectivo país o nación, fuese cual fuere, se considera
hoy día más expeditivo no obligarlos sino respecto a la religión sobre la que todos los
hombres están de acuerdo, dejando para cada uno sus opiniones personales. Esa
religión consiste en ser hombres buenos y sinceros, hombres de honor y probidad,
cualesquiera que fueren las denominaciones o creencias para distinguirles…….”.

Pero el aporte también insistió en evitar divergencias en el seno de las logias por
motivos religiosos o políticos, subrayando el origen cristiano de la masonería; y fue
sentando las bases fundamentales de las Obediencias y Logias de la época, en los
siguientes enunciados inquebrantables:

- La creencia en Dios o Ser Supremo, denominado genéricamente G:.A:.D:.U:.

- Los Juramentos se deben realizar sobre la Ley Sagrada (generalmente la Biblia


u otro Libro Sagrado) imprescindible en la Logia

- Quedan prohibidas las discusiones sobre Política y Religión

Pero una nueva corriente reformadora, que surgió en el Gran Oriente de Francia en el
último tercio del pasado siglo bajo la denominación de “Masonería Liberal” suprimió en
su constitución de 1877 la definición de la existencia de Dios y la inmortalidad del alma
como principios esenciales de la Orden, con fundamento en que nuestro ideal podía
basarse en algo que no fuera un credo absoluto; pero sin pretender afirmar un ateísmo
negador de la divinidad, como se piensa; siendo latente la necesidad de declarar
solemnemente la absoluta libertad de conciencia en cada miembro de la Cadena de la
Unión.

Masonería se originaba una filiación operativa y anterior a la Masonería especulativa que se habría
transmitido hasta la actualidad.
4
Clemente XII, en su Encíclica “In Emminenti” de 1738, hasta nuestros días, reiteradamente los soberanos Pontífices
han condenado las sectas masónicas, y el Código de Derecho Canónico señala: “Los que dan su nombre a la secta
masónica o a otras asociaciones del mismo género incurren en excomunión” (Canon 2335).
Como verdadera institución Laica, esta nueva corriente masónica es distintiva, ya que
mientras la religión se considera ontológicamente apropiada para contestar las
cuestiones del hombre sobre lo finito y lo infinito, de Dios y de la vida eterna, nuestra
Masonería pretende privilegiar unos valores éticos, en particular la libertad, y más
concretamente la libertad absoluta de conciencia considerada para Kant, como una
libertad basada sobre el uso trascendental de la razón. Esta noción, entendida como la
facultad de elegir sus sistemas de referencia y de valores, funda la vida ética de los
masones y trasciende a los demás valores de tolerancia y fraternidad, pilares del
pensamiento masónico.

Nuestra Masonería adogmática no propone ninguna trascendencia divina, sino la


trascendencia de la razón y de la libertad hacia la plenitud interna en base a conceptos
y valores diferenciados, sin referencia a Dios o Ser Superior.

Mientras que las Obediencias y Logias de la masonería tradicional, establecieron los


enunciados ya referidos con anterioridad, los cuales a nuestro criterio, han quedado
muy distantes del verdadero espíritu masónico; en tanto la masonería denominada
liberal o adogmática ha dado un evidente paso trascendental de evolución masónica,
sin menoscabo de ninguno de los enunciados del lema libertad – igualdad -
fraternidad.

Esta corriente denominada liberal o adogmática tiene su principal exponente mundial


en el Gran Oriente de Francia, como ya se indicó, contando con un considerable
número de miembros y Obediencias en muchos países de Europa continental, y en el
resto del mundo, en especial en Latinoamérica como el caso de el G:.O:.L:.A:. nuestra
potencia simbólica soberana que le dio al Or:. constituído en Guatemala por la Resp:.
Log:. Hermes Trimegisto No. 35 y a la Resp:. Log:. Deber y Libertad No. 36 la carta
patente; manteniendo como referente el reconocimiento compartido de valores
evolutivos, modelos rituales y organizativos que, por tradición, se consideran
esencialmente masónicos. Por este motivo nuestras principales características, son:

 El principio de libertad absoluta de conciencia. Admite entre sus miembros


tanto a creyentes como a ateos y los juramentos se realizan sobre el Libro de
la Ley (las Constituciones de la Orden) junto a la Escuadra y el Compás.

 El debate de las ideas y la participación social. Las logias debaten libremente


incluso sobre cuestiones relacionadas con la religión o la política.

La Constitución del Gran Oriente Latinoamericano, expresa:

Artículo Segundo
La institución estima que las concepciones metafísicas son del dominio exclusivo de la
conciencia. No prohíbe ni impone a sus miembros ninguna convicción religiosa, pero
rechaza toda afirmación dogmática y todo fanatismo.

En otro de los documentos capitales, apunta:

“El problema de la divinidad, o mejor dicho, del origen del Universo y de


sus fenómenos, junto con el problema de qué es lo que pasa después de
la muerte, mientras sigan persistiendo para algunos como incógnitas, han
sido y serán el fundamento de las religiones y de diversas sectas.
Estos problemas han sido el martirio de muchas escuelas filosóficas, en
que creyentes y ateos, pensadores y sabios resultan divididos por
fórmulas lógicas o dogmáticas, científicas o fanáticas.
En cambio, en la Masonería, que buscamos la verdad sin exclusivismo y
sin pretender ser un Maestro infalible, en que respetamos todas las
creencias sinceras y juicios honrados que no caigan en el dogmatismo ni
el fanatismo, dejamos plena libertad a nuestros miembros para dar a
estos problemas las respuestas que más los satisfagan, en su búsqueda
de la Verdad.
Es así como nuestros Hermanos, que pertenecen a cualquiera de las
comunidades religiosas, que se disputan el mundo de los creyentes,
podrán adorar o creer en el Dios que le sea propio, mientras que los no
creyentes o ateos podrán, si así lo desean, seguir buscando una Verdad
propia a estas cuestiones del espíritu.
La Masonería sólo les dará, a unos y otros, las herramientas para
caminar en la búsqueda de la Verdad.”

La masonería exige a cualquier ser humano, como requisito básico para poder
integrarse en la misma, que sea una persona libre, para buscar la luz que le debe
guiar en la búsqueda de la verdad. Pero este camino personal que todo francmasón
realiza para tal búsqueda, se encuentra siempre con los inexorables enemigos de la
misma como son el dogmatismo con sus acompañantes: el fundamentalismo y la
intolerancia, la insolidaridad manifestada actualmente por una competitividad
desenfrenada y una globalización económica con concentración de beneficios en unos
pocos y el individualismo en base a la desigualdad de los seres humanos.

La lucha masónica incesante contra dichos totalitarismos constituye y constituirá, un


verdadero exponente de la laicicidad, con el consiguiente triunfo que abra las puertas
de la comprensión y la justicia, y a luchar sin tregua contra todo fanatismo, que
perturba la tarea común de bienestar irrevocable del hombre.

Fraternalmente,
Roxana Sandoval A.
M:. M:.

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