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edt Medd ki dee Conds ‘Voth Nim Moneta: 385 Factores macro y micro-sociales participantes en Ia regulacién del comportamiento psicolégico! Macro- and micro-social factors participating in the regulation of psychological behavi Emilio Ribes Universidad de Guadalajara “La culturs es una observancia, O 008 presupone uns ob- Ludwig Wittgenstein, 1980 (Culture and Value, p83) RESUMEN ‘Todo andlsis del comportamiento humano debe partir de la naturaleza convencional de sus relaciones con el entorno. El ardcter socio-histérico del entorao humano obliga @ considerar la dimensida convencional de sus mediaciones, No obstante, debe evitarse caer en andlisis re- ‘duccionistas tanto desde (a perspectiva sociohistrica como desde Ia propiamente psicolsgi- fa. Aun cuando la dimensign convencional que caracteriza a toda formacién social es efinitoria de ta natursleza del comportamiento humano, este tiene una expresidn especffi- a, como préetica individual, de los procesos y fendmenos que configuran propiameace et “4mbito de lo social. El Lenguaje y Ia moral consituyen las dimensiones individuales que ex- presan y sustentan las dimensiones econdmicas y polticas de toda formation social. Con el fin de evitar propuestas que asumen relaciones mecanicas entre lo social y lo psicoldgico, se describe un modelo psicoldgico que categoriza, en el nivel de la prdctica individual, los facto- res de tipo macro y microsocial. Este modelo, derivado de la propuesta conceptual de Ribes 1 Lopez (1985), subraya la importancia de ls procesos psicolsgicos mediadas convencional- ‘mente por el lenguaje. 1. Una versign preliminar de eat taba fue lids en is Jornada de Psicologia de In Univeri- dad de Oviedo, abril de 1990. La versén final se represent en el Congreso Internacional “Latint Dies" de Asoelaciones de Terapia y Modiicaign det Comportamlento de Pater de Lenguas Lai ‘mayo 24, (1991) Sitges 2 El andlise de on coo Fugenio Dis «© EMILIO IBES ‘Mim. Menogrifiee Palabras tue. ve: microcontingencias, macrocontingeneias, enguaje, moral, intercambio, susti- Abstract Any analysis of human behavior must take into account the conventional nature ofits relations with the environment. The soviorhistorieal character of human environment outstands the con- ventional dimensions ofits mediations, Nevertheless, reductionistic analysis must be avoided from both a socio-historical as from a psychological perspective Human behavior has a speci- fic expression as individual practice within social processes and phenomena. Language and ‘morals are the individual dimensions which express and support econamic and political di- ‘mensions of any social formation. In order to avoid proposals assuming mechanical relations- hips between psychological and social conditions, itis described a psychological model that ideniifies micro and macrosocial factors in and. vs individual practice. This model, derived ‘rom the conceptual proposal by Ribes and Lapes (1985), stresses the importance of psycholo- sical processes as conventionally mediated by language. Key words: mieroconiingencies, macrocontingencies, tangusje, morals, exchange, substitution. E] comportamiento humano, aun cuando no puede comprenderse al mar- gen de su condicién bioldgica, se caracteriza por la naturaleza social-con- vencional de su entorno: [a cultura. La cultura reviste una dimensionalidad desde e! punto de vista psicoldgico: 1) constituye el con- junto de convenciones y productos acumulados histéricamente por un geu- po social determinado; 2) constituye las précticas mismas de dicho grupa mediante las cuales se expresan las convenciones virtualmente; y, 3) consti- tuye el marco de referencia funcional en el que se adquiere y ejercita el comportamiento de los individuos pertenecientes a ese grupo social particu- {as, Las dos iltimas dimensiones no pueden entenderse al margen de la pri- ‘mera, mas sin embargo, es en estas iltimas dimensiones en las que se debe ubicar el andlisis psicolégico de la regulacién de la conducta por parte de Jos factores macta y microsociales. Todo anilisis de la forma en que interactian —por decitla de algin modo— Factores que pertenecen a dimensiones l6gicas 0 conceptuales dis- tintas conlleva e} tiesgo del reduccionismo, ya sea hacia la parte més sim- ple 0 molecular de los factores, 0 por el contrario, hacia el englobamiento fa y macromolar. Este peligro es especialmente evidente en toda dis- cusi6n respecto de la relaci6n entre los factares sociales y los psicol6, El riesgo fundamental consiste en cometer 10 que Ryle (1949) denomina un error categorial 0 eruza de especies. Este error consiste en asumir Ja equivalencia conceptual-observacional de los fenémenos 0 entidades empf- Septembre 1902 FACTORES MACRO Y MICROSOCIALES a ricas, tratando a fenémenos o entidades que pertenecen a dimensiones 0 niveles I6gico-conceptuates distintos como si fueran miembros de una mis- ma dimensi6n categorial. Por ello, en el proceso de analizar la forma en que los factores socia- les de distinto orden regulan al comportamiento humano es menester cui- darse de considerar que, en la medida en que el comportamiento humano siempre tiene lugar en un entorno social, constituye un fénomeno equiva lente en el nivel conceptual-observacional al de aquellos fenémenos con los que tratan las lamadas ciencias sociales: las instituciones, los grupos, las culturas, las convenciones, etc. Para poder examinar la relaci6n entre factores sociales y psicoldgicos es necesario traducir conceptualmente el nivel observacional de los factores sociales al del comportamiento psicol6- ico, pues de otra manera se carecerfa de correspondencia l6gica entre los conceptos referidos al nivel social y los relativos al nivel psicol6gico. ‘&Cémo encarar este problema? En la introduccién misma de este es- tito sefialaba ya e! marco det planteamiento a ser utilizado: concentrar el Conjunto de los factores sociales en un solo concepto, la cultura, y disectar este concepto en sus diversos niveles 0 dimensiones ldgico-observaciona- les. El reconocimiento de tres dimensiones l6gico-observacionales de la cultura permite por un lado, establecer distinciones empiricas importantes, y por el otro, permite establecer las relaciones de inclusividad y de inde- pendencia relativa de los fenémenos que pueden identificarse en cada uno de los niveles delimitados. De este modo, es posible examinar la relacién entre los fenémenos de la practica individual y la cultura, entendida como préctica colectiva, sin caer en errores de tipo reduccionista o de cruzas in- debidas de especies en que se identifican como equivalentes conceptos con coordenadas observacionales distinta Antes de proseguir en el anilisis de las relaciones entre comporta- miento individual y factores macto— y microsociales es conveniente acla- rar algunas cuestiones fuadamentates. Al afirmar que el entorno del comportamiento humano es por esencia social-convencional, al tiempo que se subraya su naturaleza construida a partir de la actividad humana respecto de lo fisicamente dado, se destaca también que las propiedades construidas de este entorno —histéricamente conformadas— siempre se manifiestan al individuo como algo presente a través de la préctica interrelacionada con los demas individuos de su grupo de pertenencia. En la medida en que el entorno se presenta como cultura actual, su naturaleza construida no es evidente para el individuo, y por ello se relaciona con tal entorno —Ia cultura— como algo dado en forma “n: tural”, Sin embargo, el caracter convencional de la cultura conlleva propi dades funcionales que la distinguen obviamente de los ambientes «e EMILIO RIBES Nom. senagrético estrictamente naturales. Por ¢s0 es importante distinguir que, ain cuando la cuitura solo puede darse como y dentro de una relacidn de grupo —o so- cial—, no toda relaciéa de este tipo constituye una préctica cultural. Esta surge siempre como convencidn, es decit, como préctica compattida desli- gada morfoldgica y funcionalmente de las circunstancias especfficamente naturales (fisico-quimicas) del entorno en gue tiene lugar. Por eso, toda réctica cultural es costumbre, y se transmie por costumbre, ain cuando no sea claro para los que la practican que lo hacen como costumbre. La distincién critica entre el comportamiento humano y el sub-huma- no es el caracter convencional del entorno del primero —y por ende de su propia funcionalidad—; el comportamiento animal, atin cuando puede te- ner lugar en el contexto de grupos de conespecificos, no satistace el crite- tio de convencionalidad. De ahi, las insuficiencias de todo andlisis det comportamiento humano en sociedad a pattir de analogias con el compor- tamiento de animales subhumanos que viven en grupos (Wilson, 1975; Lo- 1965). La similitud de comportamiento entre conespecificos no significa compartir précticas convencionalmente. El caracter convencional de una practica est dada por su surgimiemo 2 partir del grupo, y no s6lo por su manifestacién colectiva. El origen grupal de la préctica convencio- nal, como préctica construida, implica también su transformacién en el contexto de las propias relaciones del grupo, y su transmisin como una ca- ractetistica de su cardcter no dependiente de las circunstancias puramente fisico-quimicas dei ambiente natural. Es en este sentido que el concepto de costumbre, como préctica social compartida y como vehfculo de transmi- sidn de la propia practica, es exclusiva del comportamiento humano y de su entorno concebido como cultura. La cultura como acto es costumbre, y la costumbre es siempre hacer conductual de los individuos. El comporta- miento humano, en tanto préctica individual, es la expresiGn cotidiana de la cultura ea todos sus ambitos funcionales. Con base en los argumentos anteriores, deseo dejar por sentado que lo social y lo individual no representan dos entidades distintas, Son dos perspectivas conceptuales de una misma relacién, Lo psicol6gico corres- ponde a la dimensidn individual de toda relacin social. En el caso conere- to del comportamiento humano, la individualidad misma se conforma no s6lo a través de la funcionalidad biol6gica, sino también a partir de las ca- acterfsticas funcionales que le impone la practica compartida por todos los individuos miembros de una cultura, es decir, de un conjunto de cos- tumbres con distintos dmbitos de funcionalidad. El comportamiento huma- no, de este modo, se concibe como la expresin individual, especifica y diferencial, mediante costumbres practicas, del conjunto de relaciones so- ciohist6ricas de cardcter convencional que configuran una cultura. Las ins- Septiembre 1992 FACTORES MACRO Y MICROSOGIALES « tituciones y dimensiones sociales en las que tiene lugar dicha préctica indi- vidual como costumbre son siempre abstracciones que poscen legitimidad s6lo a partir de dichos conjuntos de précticas individuales. No puede con- cebirse, de este modo, ta individualidad 0 dimensién psicol6gica del com- portamiento humano al margen de las relaciones sociohistéricas como cultura, como tampoco tiene sentido formular la existencia de la cultura y las instituciones en forma separada y ajena al conjunto de précticas que se conforman s6lo como practicas individuales. Las instituciones no son mas que la abstracci6n de las diversas clases de relacién que se dan entre ini viduos. Al analizar las relaciones genéricas como circunstancias delimita- doras de la practica individual, tales relaciones se configuran en la forma de contingencias, es decir, sistemas de condicionamiento —en el sentido de condicionalidad y circunstancialidad— reciproco entre individuos que ejercitan funciones diferenciales dentro de una cultura. Por ello, cabe acla- rar que, las instituciones son abstracciones de dichas contingencias como sistemas que operan entre las relaciones individuals, pero de ningin mo- do, las instituciones son agencias en un mismo nivel empirico-observacio- nal que administran, procuran y sancionan dichas contingencias. Esta concepcién dltima ejemplifica uno de los errores categoriales que deseo evitar. Si la cultura, como forma social exclusivamente humana, s6lo puede concebirse a partir de y con base en ciertas caracteristicas de la préctica dividual como comportamiento {qué tipo de préctica individual en interre- lacién con otras es la que posibilita el surgimiento de la convencién cultural como préctica compartida? La cultura, como conjunto de costumbres en miiltiples Ambitos del quehacer practico de los individuos en sociedad, puede ser analizada, en su estructuracién a partir de dicho quehacer préctico, en cuatro ejes 0 dimen- siones funcionales indispensables: 1) la creacién de objetos y funciones compartidos por miltiples individuos, a partir de las circunstancias fisico- quimicas dadas, que representa la condiciGn inicial de la cultura como transformacién préctica de la naturaleza mediante el trabajo social; 2) el trascender la situacionalidad especifica, representado por el trabajo social diferenciado en la produccién y apropiacién de su producto por distintos individuos en distintos momentos y lugares; 3) la organizacién social de los individuos para dichas practicas de produccién y apropiacién de los produc- tos del trabajo diferenciado; y 4) la sancién social de los efectos interindivi- duales que se dan en el quehacer préctico, vinculadas al coajunto de actividades dependientes y regulados por la organizacién social del trabajo y Ia distribucién social de sus productos. “ EMILIO RIBES vol. 3, Num. Menogrstioo Estas dimensiones corresponden a esas grartdes coordenadas estructu- rantes y reguladoras de la cultura que son el trabajo, el lenguaje, la politica y la moral, respectivamente. En la medida en que ya hemos examinado su conexién como elementos o factores que se expresan en toda practica indi vidual humana, en otro escrito (Ribes, 1985), me petmitiré transcribir di cho andlisis en extensi6n: “Si se concibe a la conducta como algo més que un mero acto biolégi- co, es decir, como la relacién misma implicada en toda interaccién (Kan- tor, 1959; Ribes, 1982), se percibe una doble dimensién relativa al comportamiento humans. Por una parte, la condicionalidad de las formas particulares de préctica individual respecta a las citcunstancias (hist6ricas, culturales, econémicas, etc.) en que dicha prédctica se origina y se mantiene como interaccién socialmente significativa, Por otra parte, la existencia de la relaci6n social slo como historizacién de practicas in das por condiciones comunes en tiempo y espacio. Del mismo modo que no es posible comprender la particularidad de una forma de comporta- miento independientemente del sistema de practica historizada del que participa, tampoco se puede entender ia objet practica sino es concebido como un sistema de Es asf, que lo social y lo individual no constituyen, en el caso del comporta- meinto humano, dimensiones contrapuestas, sino que, por el contrario, ex- presan diversos niveles de un mismo conjunto complejo de relaciones. Qué caracieriza a cada uno de estos niveles de las relaciones entre individuos en sociedad? Mericau-Ponty (1976) sefiala con agudeza este en- trelazamiento de lo individual y lo social: *Mientcas un sistema fisico se equilibra respecto a las fuerzas dadas del ambiente y el organismo animal se prepara un medio estable correspondiente a los a priori monotonos de la necesidad y del instinto, el trabajo humano inaugura una tercera dialéc- tiva, puesto que proyecta, entre el hombre y los estimulos fisicoquimicos, objetos de uso... que constituyen el medio propio del hombre y hacen emerger nuevos ciclos de comportamiento”. Por ello “.. los actos propia- mente humanos —el acto de la palabra, del trabajo, e! acto de vestirse, por ejemplo —no tienen significacién propia. Se comprenden por referencia a las intenciones de la vida: la ropa es un pelaje artificial, el instrumento reemplaza a un Srgano, el lenguaje es un medio de adaptacién a lo s6lido inorganizado.” (pp.228-229) El trabajo, no como wso de intrumentos, sino como condicién de inte- racci6n entre individuos que dan significacién social a los objetos creados 0 transformados como objetos de uso, se constituye en ta dimensién esen- cial de vinculacién practica de los individuos. Son los objetos de uso y fas posteriores relaciones econémicas que se establecen como redes sociales Septiembre 1992 FACTORES MACRO Y MICROSOCIALES “s de produccién-consumo, las que configuran las contingencias socialmente ficativas que regulan el compottamiento de los individuos. Pero la i corporacién del individuo concreto a estas précticas y relaciones sociales no se da coma resultado automatico, sino que requiere de up proceso que, ndo de la forma social de las précticas, pueda modularse en un siste- ma significativo para el individuo. Slo en medida en que éste pueda tras- cender mediante su préctica concreta las circunstancias particulares de la sma, estard en condiciones de imprimir a su comportamiento intenciona- lidad social, es decir, participar de las relaciones que en efecto regulan su interaccién con los otros y los objetos de uso que conforman su medio. Es- te proceso de individuacidn de lo social tiene lugar a través del lenguaje. El lenguaje aparece asf como la contraparte individualizadora de la re- laci6n social posibilitada por el trabajo como condicién vinculatoria de los individuos. El trabajo no consiste en la mera produccién de objetos para satisfacer al individuo en una situacién, Su significacién como nucleo de las relaciones sociales, en tanto relaciones de produccién, depende de que la accién concreta de trabajo trascienda la situacién inmediata en que tic~ ne lugar, y que en consecuencia, pueda articular la préctica de diversos in- dividuos en circunstancias que sobrepasan el momento mismo del acto de trabajo. El trabajo se vuelve relacién social en la medida en que es suscep- tible de ser regulado en su acciGn y resultados como dimensién convencio- nal de Ia préctica de los individuos, y esta dimensidn convencional solo es factible establecerla cuando los individuos pueden participar de contingen- ccias que no residen en el tiempo y en el espacio particulares en que la ac- cién transformadora de la realidad fisica tiene lugar. Es el trabajo como accién transformadora de la realidad social, es decir, de las relaciones en- tre los individuos, lo que posee significacién colectiva, pero ésta se da s6lo a través de la sustitucién de circunstancias y consecuencias mediada por los individuos, mediacién que define al lenguaje como acompafiante necesario para otorgar al trabajo su dimensiGn social en la practica de los individuos. Las dimensiones psicol6gica y social, manifestada, como trabajo y lenguaje, son las que definen al hombre, en la medida en que ambas configuran la accién de substituir el significado para otros y entre otros. El trabajo como acto econdmico-social desliga al objeto transformado de su uso inmediata y le otorga uso social en la medida en que es comparti- do, mientras que el lenguaje como acto psicolégico-social permite ali duo desligar su acto de trabajo de la circunstancia cn que ocurre y relacionarlo con la prictica de otros en circunstancias diversas. Es la desli- gabilidad situacional que otorga el lenguaje como comportamiento, lo que hace posible el intcrcambio de objetos y productos como relacién econd- mica bésica. El intercambio de objetos con valor de uso implica el acto del « EMILIO RIBES Vol. 18, Nim. Monegrético dividuo que trasciende las condiciones momenténeas de la produccién, substituyéndolas por las del uso que se deriva del intercambio. Esto se apli- ca no sélo al proceso primitivo del trueque, sino también a las formas com- plejas en que se intercambia la fuerza de trabajo por una porcién del valor del producto producido. El trabajo, mediante cl Jenguaje, se expresa como intercambio, y por consiguiente, como actos que se relacionan con base en un valor, ya sea por la significacién del objeto intercambiado o por la relacién o situacién construidas en y por el proceso de intercambio. El valor no reside en el ac- to de intercambio mismo, sino que permea las précticas sociales ¢ indivi- duales organizadas en su defredor. Por ello, el valor no sdlo se expresa en términos econdmicos, sino que se acompaia de la ideologia social. La ideologia reguladora del significado y por ende del valor de las pricticas sociales se manifiestan como politica. Por ello, no puede haber relacién econémica sino es como relacién politica. Pero a la vez, esta ideo- logia se expresa en dimensiones de la préctica social que son exclusivas y propias de cada uno y de todos los individuos, Esta dimensi6n individual de la ideologia ¢s la relacién moral. En consecuencia, la relacién econémica- politica siempre es en el individuo una relacién que se da como acto moral. Ello configura la doble intencionalidad de todo acto social: la intencién politica en el nivel de las relaciones todas, y la intencionalidad moral en e1 nivel de la relacién del individuo frente a ese conjunto total de relaciones sociales, Politica y moral son asf dos caras de un mismo proceso. La inten- cionalidad, como significacién politica y moral s6lo ocurre como actos de hegemonfa de un grupo sobre otro, y como actos de valoracién de un indi- viduo respecto de otro. La intencionalidad no constituye més que las ten- dencias de grupos o individuos expresadas como actos hist6ricamente vinculados. Aun cuando, politica y moral son enunciado discursivos, siem- pre son en primera y diltima instancia, comportamiento.” (pp. 292-294) ‘Aun cuando la cultura se practica y ejercita en una multiplicidad de Ambitos diferentes, otorgéndole al comportamiento humano esa gran di- versidad y diferenciaci6n de morfologias fun como costumbres, considero que sus ejes analiticos fundamentales en lo ‘que respecta a lo psicol6gico, tal como lo he expuesto apenas, descansan en el lenguaje y la moral. Lenguaje y moral no son aspectos inde- Pendientes uno del otro. Constituyen el vehiculo y la significacién del aprendizaje y ejercicio de la cultura como préctica individual. En la medida en gue la cultura slo es posible debido al lenguaj aprendizaje de la cultura se da como accidn del y mediante el lenguaje. El mundo tiene significado s6lo en términos de la préctica social que se da frente a los objetos y personas, y esta préctica siempre es una practica lin- Septiembre 1952 FACTORES MACRO Y MICROSOCIALES ” gilstica. La cultura, como entorno, no constituye un ambiente de lo sensi- ble, sino de lo lingufstico. Objetos, acontecimientos, personas y acciones son en el contexto de la préctica lingtistica cotidiana de los individuos per- tenecientes a un grupo social. Mundo y lenguaje son inseparables como cultura. Por eso Wittgenstein dice que “..imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida” (1953, p.8). Dado que el lenguaje forma parte tegrante de la vida social de los individuos, sslo puede concebirse su sig- nificado en términos de su propia préctica: el significado del lenguaje cs su uso y su contexto, es decir, su préctica. Por eso cultura y lenguaje son inse- parables: el significado del lenguaje radica en la propia practica que solo puede darse a través de y como lenguaje. Toda practica cultural es una préctica mediante y como lenguaje ordinario, pero dentro del lenguaje or- dinario, en tanto se dan miltiples uso y contextos, se pueden dar miiltiples formas de significado. A esto es a lo que Wittgenstein denomina “juegos de lenguaje”: “...el término ‘juego de lenguaje’ destaca el hecho de que ha- blar el lenguaje es parte de una actividad, o de una forma de vida” (1953, p. 11). Es tan intima la relacién entre cultura, entendida como forma de da y lenguaje que “has de tener presente que el juego de lenguaje es, por dicirlo de algén modo, algo imprevisible. Quiero decir: no esté fundamen- tado. No es racional (ni irracional)... Esté alli —como nuestra vida” (1979—traduccién espafiola 1988, p.73). En la propia nocién de juego de lenguaje se contiene Ia inseparabili- dad de la dimensi6n moral, como criterio de valoracién intrinseco a un ac- tuar con y respecto del mundo. Significado y valor caminan de la mano en el hacer cotidiano enmareado por una costumbre, Los significados son va- loraciones que s6lo tienen sentido en el ambit de la propia prictica so- cial. De ahf que no pueda entenderse a moral, como dimensiOn préctica del comportamiento individual, sino es en términos de su imbricacién con el Ienguaje como forma de vida. Lenguaje y moral, como componentes esenciales de todo juego de lenguaje, son el vehiculo y el criterio, respecti- vamente, que posibilitan y regulan la adquisicién y el ejercicio de las cons- tumbres como hacer conductual. El estudio de la morfologia de las costumbres, su narracién y la busqueda de sus origenes constituyen el cam- po de la antropologfa. A la psicologfa le corresponde el anélisis de las cos- tumbres como maneras funcionales de integracién del individuo en la practica social-cultural. Por ello, procederé a plantear un modelo conduc- tual respecto de la adquisicién y regulaci6n de las précticas culturales de los individuos, concebidas como costumbres significantes en un entorno bi- dimensional; el microsocial y el macrosocial. Tradicionalmente, la psicologia ha distinguido dos niveles de nuclea- cién social: Uno, constituido a partir de la dfada, como interaccién minima; a EMILIO RIBES Vol. 18, Nim, Monogréico y otro, que representa institucionalmente divetsos tipos de criterio de préc- ica y organizacion (politica, moral, religiosa, ocupacional, etc.), al que se denomina, genéricamente, “el grupo”. Dichos niveles pueden implicar perspectivas micro 0 macroanaliticas dependiendo del tipo de retacién ba- jo estudio. Asi, por ejemplo, el anélisis de los miembros de una familia en tanto individuos que participan de una situaci6n concreta, puede constituir una condicién micro-social, mientras que el andlisis de ta familia como es- pacio reproductor o generador de précticas culturales puede constituir una condicién macro-social. A continuacién, me propongo presentar una for- mulaci6n de tipo conductual, en la que el concepts de contingencia articu- la la categorizacién de 10s planos micro y macrosocial como dimensiones funcionales del comportamiento individual. Por ello, como paso inicial, me referité a tales dimensiones en su representaciGn psicol6gica: las relacio- ‘nes microcontingenciales y las relaciones macrocontingenciales. Las relaciones microcontingenciates Todo comportamiento individual se da siempre como comports relaci6n con otros individuos en circunstancias con una delimitacién més 0 ‘menos precisa. El sistema de contingencias comprendido en tal red de rela- ter-individuales configuran la microcontingencia que define y cir- cunscribe al comportamiento en “situacién”. En la medida cn que no es el comportamiento en sfy por sf el que se define por su forma, sc vuelve ne- cesario identificar y describirlo con base en wn conjunto de relaciones mi- crocontingenciales. éCudles son los factores que deben considerarse en la identificacién de las relaciones microcontingenciales y emo definir su funcionalidad a partir de ellos? ‘Un primer grupo de factores tiene que ver con la descripcién de las morfologias concretas de tos comportamientos comprendidos en la rela- cin contingencial. Esta descripcién debe incluir no solamente a las con- ductas del individuo, sino también las de las personas especificas ante las que tiene lugar su interacci6n y/o las circunstancias no personales asocia- das. Su descripcién debe abarcar las propiedades dindmicas y cuantitativas de la interacci6n: su duracién e intensidad, asi como la frecuencia y vigen- cia de sv ocurrencia. ‘Un segundo grupo de factores, de gran importancia, son las condicio- nes situacionales de la microcontingencia que poscen funciones disposicio- nales. Entendemos por factores disposicionales aquellos que condicionan probabilisticamente- toda relacién, sin formar parte de ella. Son siempre Septiembre 1902 FACTORES MACRO Y MICROSOCIALES. « factores que no pueden ser descritos como ocurrencias, sino que constitu. yen colecciones o poblaciones de ocurrencias, o bien sus resultados, es de- i, estados de los objetos o personas. ‘Ademés de identificar caracteristicas fisicas y sociales bésicas de la si- tuacién (circunstancia social, lugar y objetos), las diferentes propiedades disposicionales funcionales en la microcontingencia incluyen: a) las con- ductas socialmente esperadas en la situacién, es decir, la tendencia social de los comportamientos individuales que reflejan la convencionalidad o normatividad de las pricticas del grupo; b) las capacidades del individuo, como disposiciones a ejercer destrezas sociales, en términos de su expe- riencia, informacion ¢ instrucci6n; c) las inclinaciones y propensiones del individuo, en la forma de disposiciones especificas a actuar frente a obje~ tos y personas condicionadas histéricamente, como en los gustos y prefe- rencias, 0 como disposiciones generales condicionadas situacionalmente, como los estados de énimo, emociones y condiciones biolégicas varias; d) las tendencias del individuo a actuar en términos de formas de conducta 0 interacci6n que en el pasado estuvieron vinculadas a efectos particulares en dicha situaci6n o situaciones similares. Un tercer grupo de factores microcontingenciales se refiere a las per- sonas 0 individuos implicados funcionalmente en una situacidn. Las perso- nas implicadas en la microcontingencia pueden afectar funcionalmente la interacci6n del individuo directa 0 indirectamente, dependiendo de que és- te sea o no el mediador de ta microcontingencia. La mediacién de ta mi crocontingencia se da a través de una conducta que es funcionalmente critica y necesaria para que el resto de las conductas en relacién se articu- len contingentemente de la manera en que lo hacen. No es conducta ca- sual, en el sentido de ser condicién antecedente necesaria, sino conducta intermediadora de realciones conplejas. Sean la personas implicadas fun- cionalmente significativas de manera directa o indirecta, las funciones que desempefien pueden ser variadas, pero solo las de individuo mediador-indi viduo mediado focman parte de las interacciones microcontingenciales propiamente dichas. Las demés propiedades son de carécter disposicional, y comprenden las de auspiciador propiciador, regulador d aciones y egulador de tendencias (Ribes, Diaz-Gonzalez, Rodriguez y Landa, 1990). Un cuarto grupo de factores se refiere a los efectos contingenciales. Estos efectos son caracterizados como la relacién de consecuencia que tie- ne la conducta de un individuo respecto a la(s) conducta(s) de otro(s). No se prefiguran efectos cuantitativos especiales (de reforzamiento o castigo como en el anélisis conductual tradicional), sino que se busca identificar correspondencias funcionales entre las conductas de los individuos en una situaci6n determinada como relaciones recfprocas. Los efectos implicados 0 EMILIO RIBES Vol, 18, Nim. Monogratico cubren efectos intra y extracontingenciales, efectos directos e indirectos, efectos sobre otros y efectos sobre sf mismo, efectos relativos valorados, efectos singulares y miltiples, efectos concurrentes y secuenciales, y efec- tos inmediatos y demorados. Las relaciones macrocontingenciales Ya se ha mencionado reiteradamente que toda conducta o relaci6n repre- senta una conducta o relacidn valoradas con un criterio y desde una pers- pectiva social. Aun cuando reconocer la dimensién moral del comportamiento constituye un paso necesario para abordar ¢l comporta- miento individual en su situacionalidad, esto no es suficiente. Desde un punto de vista psicoldgico, los valores no pueden concebirse como repre- sentaciones abstractas internalizadas, pues cllo s6l0 introduce problemas adicionales a los que se pretende superar. Los valores no son entidades que regulan el comportamiento externamente, sino que constituyen una dimen- sin de las propias précticas conductuales que regulan socialmente la trans- misi6n, reproducci6n y ejercicio de formas particulares de comportamiento gue afectan a grupos de individuos de acuerdo con Ia posicién relativa que ‘ocupan en la estructura social. La moralidad de la conducta individual con- siste en su adecuacién a las practicas sociales que regulan sus efectos selati- ‘vos a grupos de individuos socialmente jerarquizados. Por consiguiente, para realizar un andlisis psicol6gico de la moralidad © valoracién atribuidas al comportamiento individual, se requiere tomar en consideracién dos aspectos: 1) Los procesos psicol6gicos que permiten que un individuo responda a otro en términos de propiedades mediadas socialmente, procesos a los gue denominaremos como sustituci6n referencial y no referencial (Ribes y Lépez, 198); 2) La estructura conductual, a nivel social, de las précticas sociales de cardcter sustitutivo y contextual que regulan los efectos relativos del com- portamiento individual sobre otros. El primer punto examina los procesos de mediacién sustitutivos como procesos’de interrelacién social y linguistica. El segundo punto incide di- rectamente en el andlisis de! comportamiento individual socialmente situa- do, y se vincula a lo que hemos denominado el sistema macrocontingencial. La evaluacidn del sistema macrocontingencial en términos psicol6gicos re- quiere: 1) Identificar las practicas sociales dominantes relativas a la conducta ¥y microcontingencia espe Septiembre 1992 FACTORES MACRO Y MICROSOCIALES st 2) Identificar las précticas lingiisticas sustitutivas que referencian efectos reguladores por parte de otros individuos o el “grupo social norma- 0"; 3) Identificar los individuos y grupos de referencia vinculados a prac cas sociales macrocontingenciales que regulan la conducta y microcontin- gencias especiales; 4) Evaluar la identificacién o correspondencia sustitutiva del indi duo con diversos grupos relativos a diversas précticas; 5) Comparar la(s) conducta(s) del individuo con las précticas 30 que Ia contextualizan y regutan, evaiuando su correspondencia funcional, y 6) Valorar los efectos microcontingenciales, comparéndolos con los valores de referencia tal como son sustituidos linguisticamente mediante practicas sociales directas e indirectas. El analisis de las macrocontingencias no puede levarse a efecto inde- pendientemente de las interacciones concretas que tienen lugar en las, tuaciones microcontingenciales. Mas bien, el andlisis macrocontingencial consiste en identificar correspondencias entre microcontingencias s0% mente normativas y microcontingencias definidas como situacién por eli dividuo, el grupo 0 ambos. Por consiguiente, ef anilisis macrocontingencial debe dirigitse @ la identificacién de tipos de contingencias normativas que tienen lugat siem- pre como microcontingencias particulares, pero que se caracterizan por implicar relaciones explicitamente valoradas. Estas relaciones explicita- mente valoradas constituyen los marcos macrocontingenciales relativos a aquellos individuos que definen o comparten una definicién microconti gencial en situaciones técitamente valoradas Las relaciones contingenciales explicitamente valoradas son aquellas cen que los otros significativos para un individuo en cuestidn establecer y regulan la normatividad como deber ser de las telaciones, es decir, coma ‘modo social necesario. Podemos identificar, tentativamente, algunas rela- ciones microcontingenciales con los ofros socialmente significativos que poseen estas caracteristicas de modo necesario: a)prescripcién, ¢) justifica- cidn, e)sancién, f) advertencia, g) comparacién, h) condicionamiento, prohibicién, y j) expectativa, Todas y cada una de estas relaciones conti genciales pueden describirse en términos funcionales, especificando en el otro socialmente significativo la propiedad definitoria del modo necesario de la relacién particular. En la prescripcidn s¢ modela o instruye sobre una clase de relacién; en Ia indicacién se sefiala una apci6n sobre otra; en ta facititacidn, se aus- Picia o disponen las condiciones para que se dé la relacién; en la justifica- cin se instruye 0 modela sobre las consecuencias deseables que siguen a 2 EMILIO RIBES Vol. 18, Nom. Monogrfice dicha relaciGn; en la sanci6n se operan consccuencias concretas para la re- lacién; en la advertencia, se sefatan Jas consecuencias que pueden ocurrit dada la relaci6n; en la comparacién, se contrastan dos farmas de relaciéns en el condicionamiento, se instruye sobre los requerimientos a cumplit previos a una relacién; en la prohibicién se sefala la imposibilidad de una conducta; y en ls expectativa se instruye sobre las demandas sociales que una relacidn debe satisfacer. EI andlisis macrocontingencial debe Hlevarse @ efecto considerando dos dimensiones en los otros significativos para un individuo (padre, ma- as conductuales reales como interaccién efecti- va, y la condueta Vingiistica sustitutiva referida a dichas précticas 0 a las contingencias normativas que socialmente {as enmarcan, En el individuo asi como en los otros significativos debe darse una correspondencia interna y externa entre ambas dimensiones contingenciales: las précticas efectivas y tas précticas sustituidas. Por correspondencia interna nos referimos a la correspondencia entre ambos tipos de préctica en un mismo individuo. Por correspondencia externa a aquella que debe darse entce individuos, ya sea respecio a una misma dimensién, a ambas dimensiones 0 a dimensiones “cruzadas”. ‘Dado que el anélisis macrocontingencial constituye una forma de anéli is de 10s estilos sociales tal como se expresan en las relaciones de comporta- miento entre individuos, el proceso macrocontingencial debe entenderse como una doble relacién, bidireccional, entre el individuo y los otros. Esta doble relacidn bidireccional implica: a) la préctica efectiva de los otros en la microcontingencia sormativa; b) la sustitucién referencial y no referencial de dicha practica por los otros; ¢) la sustitucién referencial y no referencial de dicha préctica microcontingencial por el individuo; b) 1a practica efectiva individuo en la microcontingencia especiifca; f) a sustitucién referencial de la microcontingencia especitica por el individuo, y g) las diversas correspon- dencias que pueden establecerse entre ellas. En aquellos casos en que los otros participan explicitamente en ta deli- mitacién de la situacién del individuo, debe considerarse un componente adicional a los apenas scfialados: h) la sustitucién referencial por los otros de la microcontingencia sitmacional del individuo. Dado que el andlisis macrocontingencial consiste en cl anilisis entre dos microcontingencias, la transituacionalidad de la relacién misma destaca la importancia de los procesos sustitutivos referenciales en dicha andlisis, La relacién maerocontingencial, es, en principio, una relacién sustitutiva refe- rencial. Las précticas efectivas, ain ewando parezca paraddjico, son perti Septiembre 1992 FACTORES MACRO Y MICROSOGIALES. 53 nentes en la medida en que se vinculan funcionalmente a través de relacio- nes sustitutivas por referenciacién, Por ello, cabe distinguir que aun cuando las microcontingencias son identificadas como practicas efectivas, la naturaleza de la situacién siem- pre esté definida por las contingencias sustitutivas no observables directa- mente. En este sentido, podrfamos decir que las contingencias socialmente “percibidas” regulan la funcionalidad de las contingencias efectivas obser- vadas. La congruencia entre las practicas que comprenden ambos tipos de contingencias en situaciones ejemplares (normativas) y no ejemplares por parte del individuo y los otros, constituye la dimensién fundamental del anélisis macrocontingencial En la medida en que las pricticas individuales se presentan en prime- ra instancia como relaciones de tipo microcontingencial, es de fundamen- tal importancia explorar de manera sistemdtica el proceso de mediacién que articula dichas relaciones microcontingenciales. Se ha seftalado que el marco macrocontingencisi debe ser entendido como una correspondencia entre dos tipos de microcontingencias: las ejemplares o normativas y las microcontingencias concebidas como situa- cién socialmente significativa. La correspondencia entre ambas clases de icrocontingencia, y la operacién misma de la regulacin macrocontingen- cial se dan en la forma de contingencias referencialmente sustituidas. No obstante, la sustitucién contingencial no es exclusiva, como proceso, de la regulacién macrocontingencial. También tiene lugar en la mediacién de las relaciones microcontingenciales. La mediacién de una microcontingencia se entiende en términos de la conducta que articula el conjunto de relaciones que estructuran funcional- ‘mente la situaci6n. Se puede examinar el proceso de mediaci6n a lo largo de dos ejes: a) la persona que acta como mediador, y b) el nivel en que dicha mediacién se lleva a efecto. En lo que toca ¢l primer punto, la conducta mediadora puede ser una conducta propia del individuo que se ve afectado por la condicién micro- contingencial, o bien puede ser una conducta ajena, es decir, la de otro in- dividuo que participa en la microcontingencia, En lo que toca al segundo punto, el nivel de mediacién de fa relacién rocontingencial puede clasificarse esqueméticamente en dos dimensio- nes. Una primera, en que la mediacién se da como una relacién no sustitu- tiva, es decir, en donde las circunstancias presentes efectivas de la situacién, incluyendo las acciones verbales en tanto acciones, modulan la naturateza funcional de la microcontingencia. Una segunda, en donde las s efectivas son desplzzadas funcionalmente por contingencias st EMILIO RIBES Vol. 18, Nim. Monogrtico transformadas sustitutivamente, es decir, que el individuo interactéa con dimensiones funcionales no presentes en forma efectiva en la situacién, En este segundo caso, la regulacién de la contingencia depende directamente de interacciones lingiisticas que modulan 0 reemplazan las contingencias presentes efectivas. Conjuntando ambos ejes de anilisis de 1a mediacién microcontingen- I, tenemos varias formas en las que puede darse este proces a) MediaciGn no sustitutiva por la propia conducta; b) Mediacién no sustitutiva por conducta ajena; c) Mediaci6n sustitutiva por la propia conducta;, 4) Mediacién sustitutiva por conducta ajena; €) Mediacién sustitutiva propia y no substitutiva ajena; £) Mediacién no sustitutiva propia y substitutiva ajena; ¢) Mediacién no sustitutiva propia y ajen: La consideracién de estas diversas formas de mediacién microcontin- gencial permiten delimitar la operatividad de contingencias efectivas sin la presencia necesaria de contingencias “interpretadas”. Igualmente, subcaya el hecho de que pueden darse formas combinadas de mediaciGn, sustitutiva y no sustitutiva, y que la mediacién no necesariamente debe limitarse a la Conducta de un individwo, sino que puede darse simulténeamente como funcién de la conducta de dos individuos y en niveles incluso diferentes. Comentario finales EI modelo propuesto ha sido extendido a otros aspectos de la organi- zacién social y sus instituciones. Ejemplo de ello son los andlisis de Lépez- Valadéz (1987a, 1987b) sobre norinas juridicas, y el problema del poder y Ia influencial social. Su atractivo radica en su capacidad de examinar las re- laciones interindividuales sin reducitlas a formas individuocéntricas 0 s0- ciocéntricas. El desarrollo sistemitico de esta propuesta tedrica puede borrar las supuestas diferencias —conceptualmente confusas— entre la psicologia individual y la llamada psicologia social (Ribes, 1988). REFERENCIAS, Kantor, J.R. (1959) Interbehavioral Paychotogy. Chicago: Principia Press, Lope2-Valadéz, F. (19872) Convenciones jurdicas y conducta. Confercacia pronunciada en el IX Congreso Mexicano de Analisis de la Conducta, Puebla, octubre 5-7 Lopez-Valadéz, F. (1987b) Poder e Influencia Social, En Psicologia social y Teoria de la ‘Conducta. Mésica: SMAC- SOMEPSO, UNAM. Lorenz, K. 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