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UNA , exhortacion Una ExXHORTACION es una produccién de a IADPA Para la Division Interamericana de los Adventisias del Séptimo Dia Edicién del Texto Francesc X. Gelabert J. Vladimir Polanco Corrector Jorge Luis Rodriguez Diseiio y diagramacién Kathy H. Palanco Impresién 3 Dimension Printer in USA UNA EXHORTACION Es el material correspondiente alas revistas Anciano n° 76 Yy Ministerio Advertista julio-agosto 2014. Fl texto de Una exttorTACION. ha sido tomado de! libro Testimonios para la iglesia, 1.5, pp. 201-218. n 1906 la sierva del S declaré por escrito: «Estos no son momentos comunes de nuestra historia. Necesitamos en- tender hacia donde nos conduce la Providencia. Ninguno de nosotros deberia ser su propio guia, siguien- do sus propios deseos. En estos tiempos tan vitales, hemos de pro- curar diligentemente conocer los caminos del Senor, y asegurarnos de que estamos siguiendo a nues- tro divino Lider. Dios es nuestro consejero, y tenemos que seguir la luz que él nos da a través de su Palabra» (Review and Herald, 31 de mayo de 1906). Por supuesto, un medio excelente ior para conocer la conduccion divina y sa- ber cual es su consejo para este tiem- | INTRODUCCION B - El testimonio de 1882 y nosotros hoy Estos no son momentos comunes de nuestra historia. Necesitamos entender ad6nde nos conduce la Providencia. po consiste en echar un vistazo retrospectivo a lo que él ha hecho por noso- tros en el pasado, Hacer esto tiene dos veniajas concretas. La primera la en- contramos en una conocida declaracién inspivada: «Al ver lo que el Seftor ha hecho, me leno de admiracion y de confianza en Cris- (0 como divector. No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Senor nos ha conducido, y lo que nos ha ensenado en nuestra historia pasada» (Notas biograficas de Elena G. de White, p. 216). Miramos al pasado, no para hurgar en viejas heridas, o para revivir el pecado y condenar a nuestros antepasados espirituales, sino para encontrar pruebas fehacientes de que, ast como estuvo con su pueblo en el pasado, el To- dopoderoso también estara con nosotros. La segunda ventaja la encontramos en una impactante cita del gran pensador romano Ciceron: Los pueblos que olvidan su historia estan condenados a repetirla» Debemos repasar nuestra historia a fin de que, al ver los errores, problemas y falta de fe de algunos pioneros, nosotros podamos evitar repetir esas acciones que suscitaron el desagrado divino. Desde 1868 cuando se celebraron las primeras reuniones campestres, estas actividades llegaron a tener para los adventistas tanta trascendencia como el propio Congreso de la Asociacion General. Un ejemplo de ello es el caso de los campestres de 1882, porque aunque Flena G. de White no podia asistir a tales reuniones, el mensaje de Dios para su pueblo comoquiera tenia que ser presentado. ¥ es que no habia un mejor escenario para conmover el corazon de los adventistas que un campestre. A fin de aprovechar al maximo la oportu- nidad de poder impresionar la vida de un niimero considerable de adventis- tas, la mensajera del Senor decidid poner por escrito un testimonio que debfa ser leido en los distintos campestres que se llevarian a cabo lo largo de la na- cin. Sus palabras constituyeron un agudo y solemne llamamiento; que la iglesia ciertamente necesitaba en aquellos momentos tan particulares de su historia. Gracias a Dios, nuestros pioneros aceptaron positivamente el testimonio enviado por el Senor; y hoy tenemos una iglesia de fe, una iglesia que espe- ra paciente y perseverantemente el regreso de nuestro Senor, una iglesia que ha aceptado la exhortacién del Senor a ser fiel hasta la muerte para que re- ciba la corona de vida (ver Apocalipsis 2: 10). Nos vendria muy bien, no obstante, Al leer este testimonio de 1882, hemos esihina mae: de animarnos a ser mas fieles de lo que condicion actual a fueron en algunos momentos nuestros luz de lo que la sier- antecesores, comprometernos a llevar va de Dios dijo en acabo la obra que Dios nos ha enco- 1882, 9 fin de que sepamos con mayor mendado y prepararnos para acudir al precision que espera encuentro con nuestro Sefior. el Sefior de suiglesia en nuestro tiempo. A pesar de que han transcurrido mas de ciento treinta anos desde el momento cuando esta exhortacion fue escrita, el don profético manifestado a lo largo del ministerio de Elena G. de White, sigue siendo relevante para nosotros, la iglesia sigue luchando contra los poderes del mal y la segunda venida de ——— Cristo estd cada vez mds cerca Alleer este testimonia de 1882, hemos de animarnos a ser mas fieles de lo que fueron en algunos momentos nuestros ante- D075: comprometernos a evar a cabo la obra que Dios nos ha encomendado y prepararnos para acudir al encuentro con nuestro Senor. El pastor Ted N. C. Wilson, presidente de la Asociacion General, nos ha invitado a que juntos repasemos el testimonio dado en 1882, puesto que dicho mensaje contiene valiosas lecciones para la iglesia del siglo XXL. Al hacerlo, tenemos que reflexionar sinceramente sobre nuestra situacién. Y, al mirar los problemas y errores de aquella época, hemos de proponernos, con la ayuda del Espiritu Santo, evitar los deslices cometidos por algunos de antepasados espiri- tuales. Si cada uno de nosotros aprende personalmente la leccion, habremos dado un paso de avance en nuestra peregrinacién hacia el reino de los cielos. La Administracién de la Division Interamericana responde positivamente a la solicitud del presidente de la Asociacién General, y ponemos al alcance de nuestros pastores y ancianos el testimonio especial que la hermana White escribié para los asistentes a los campestres de 1882. Es nuestro deseo que al comparar este mensaje con el estado actual de la iglesia, nos preguntemos: ¢Cémo estamos nosotros en comparacién con algunos de nuestros hermanos de 1882? Con independencia de que lo dicho en este mensaje sea o no sea la realidad de cada congregacién de nuestro territorio, el llamamiento divino a ser fieles en todo, ano dar cabida a las influencias mundanas ni descuidar «una salvacién tan grande» (Hebreos. 2: 3) que Cristo pago por nosotros, sigue siendo rele- vante para todos nosotros. Las sefales proféticas nos indican que el tiempo esta cerca, incluso «ahora esta mas cerca de nosotros nuestra salvaci6n que cuando creimos» (Romanos 13: 11). Por tanto, seamos fieles, que Dios nos ayude a estar lists para su venida y bus- quemos la fortaleza del Sen Maranata Israet LEITO Presidente de la Division Interamericana de los Adventistas del Séptimo Dia. iQué amor y qué conde inigualables se pusieron to cuando Cristo estuvo di redimirnos, a pesar de que no te mos derecho a su divina miserico E EMBARGA LA TRISTEZA cuando pienso en nuestra situa- cién como pueblo. El Sefior no nos ha cerrado el cie- lo, pero nuestros constantes retrocesos nos estan alejando de Dios. El orgullo, la codicia y el amor del mundo han vivido en el corazén, sin temor a ser descartados o condenados. Ostensibles y graves pecados han encontrado cabida entre nosotros; y no obstante, la opinion gene- ralizada es que la iglesia es exitosa y disfruta de paz y prosperidad espi- ritual en todos los aspectos. La iglesia ha dejado de seguir a Cristo, su Guta, y con paso firme sigue yendo de vuelta hacia Egipto. A pesar de ello, son pocos los que se alarman y asombran por la falta de poder espiritual de la iglesia La duda y la desconfianza hacia los testimonios del Espiritu de Dios, socavan la iglesia por todos laos. Es lo que busca Satanas. Los pasto- res que predican el yo en lugar de Cristo lo prefieren asf. Los testi- monios no se leen, ni se aprecian. Dios les ha hablado. De su Palabra y de los testimonios, la luz ha brillado, y una y otra vez han sido me- UNA nospreciados y desatendidos. El resultado se pone de manifiesto en la falta de pureza, dedicacion y fe ardiente que hay entre nosotros. Preguntese cada uno en su corazon: «;Como hemos caido en este estado de debilidad y disensidn espiritual? ;No sera que hemos atraf- do sobre nosotros la ira divina porque nuestras acciones no concuerdan con nuestra fe? ;No hemos estado buscando el aplauso del mundo en lugar de la presencia de Cristo y un conocimiento mas profundo de su vo- Iuntad?», Examinen sus propios corazones, reflexionen respecto a su com- portamiento. Tomen en cuenta la compafifa que escogen. ¢Acaso pro- curan ustedes unirse con mundanos, con gente que no teme a Dios ni obedecen el evangelio? Nuestros entretenimientos, json de tal naturaleza que nos propor- cionen vigor moral y espiritual? ;Nos conducen hacia la pureza de 1, Esta exhortacion fue escrita en Healdsburg, California, el 30 de mayo de 1882, con el objetivo concreto de que fuera lefda en las reuniones campestres que se iban a celebrar yalla cuales no podia acudir Elena G. de White pensamiento y accion? Tenemos que arrepentirnos, tenemos La falta de pureza predo- que caer indefensos sobre la Roca, que mina hoy por todas par- es Cristo Jestis. Tenemos que sentir iS hasta foe ies BIOs lanecesidad de un médico y del | {sssestidores de Cris: ‘ to. Las pasiones estan de- Unico remedio que existe para el pe- senfrenadas; las propen- cado, que es la sangre de Cristo. siones carnales se fortale- cen al complacerlas, mien- tras que las facultades morales se debilitan constantemente. Muchos participan asiduamente en diversiones mundanas y desmoralizadoras proscritas por la Palabra de Dios. De esta manera rompen su comunion con Dios y se unen a las filas de los amadores de placeres del mundo Los pecados que provocaron la destruccién de los antedihavianes y de las ciudades del valle prevalecen en la actualidad, no solamente en las naciones no cristianas, no solo entre los que profesan un cristianismo popular, sino entre algunos de los que profesan la esperanza del re- tomo del Hijo del hombre. Si Dios los confrontase con estos pecados tal como aparecen ante su divina presencia, ustedes se llenarian de vergitenza y horror. éY qué es lo que nos ha llevado a esta alarmante situacion? Que muchos han aceptado la teoria de la verdad sin haber experimentado una auténtica conversion. Yo sé lo que digo. Son pocos los que experi- mentan un verdadero arrepentimiento por el pecado, que realmente sienten profundas y agudas convicciones de la depravacion de su natu- raleza no regenerada. El coraz6n de piedra no ha sido cambiado por uno de carne. Pocos son los que estan dispuestos a caer sobre la Roca y ser desmenuzados, No importa quiénes seamos 0 cémo hayamos vivido, podremos ser salvos solamente de la manera estableci- da por Dios. Tenemos que arrepentimnos, tenemos que caer impotentes sobre la Roca, que es Cristo Jestis. Te- nemos que sentir la necesidad de un médico y del tmi- co remedio que existe para el pecado, que es la san- gre de Cristo. Este remedio puede conseguirse sola- mente por medio del arrepentimiento y la fe en el Sefior Jesucristo. En lo que a esto se refiere, la obra esta todavia por comenzar en muchos de los que dicen ser cristianos y hasta ministros de Cristo. Como los fariseos de antario, muchos de ustedes no sienten la necesidad de un Salvador. Se consideran autosuficientes y se exaltan a si mismos. Dijo Cristo: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepenti- miento» (Mateo 9: 13). La sangre de Cristo inicamente beneficiara a los que sientan la necesidad de su poder purificador. {Qué amor y qué condescendencia inigualables se pusieron de ma- nifiesto cuando Cristo estuvo dispuesto a redimirnos, a pesar de que no teniamos derecho a su divina misericordia! No obstante, nuestro gran Médico requiere de cada uno de nosotros una sumisin incondicional Enningun momento hemos de recetarnos nuestro propio remedio. Cris- to ha de tener en sus manos el control de la voluntad y la accién. Mu- chos no son conscientes de la situacién en que se encuentran ni del pe- ligto que corren. Hay mucho en el caraciery el estilo de la obra de Cristo que se opone a todo principio mundanal y al orgullo del corazon huma- no, Jesus requiere que nos entreguemos confiadamente en sus manos y que confiemos en su amor y sabiduria Como Nicodemo, nos podemos jactar de que nuestro caracter moral. no ha estado errado y que no tenemos necesidad de humillarnos ante Dios como un pecador comun y corriente. Sin embargo, tenemos que conformamos con entrar en la vida eterna tal como lo hace el primero de los pecadores. Tenemos que renunciar a nuestra propia justicia y rogar para que la justicia de Cristo nos sea imputada. Para recibir fuerza, tene- mos que depender enteramente de Cristo. El yo tiene que morir. Tene- mos que reconocer que todo lo que deseamos proviene de las sobrea- bundantes riquezas de la divina gracia. Que sean estas las palabras de nuestro coraz6n: «Seftor, glorificate a ti mismo, y no a nosotros; jglori- ficate, por tu amor y tu verdad!» (Salmo 115: 1, DHH). La fe genuina es seguida por el amor, y el amor por la obediencia Todas las fuerzas y pasiones de quien se ha convertido son puestas bajo el control de Cristo. Su Espiritu es un poder renovador que transforma ala imagen divinaa todo aquel que lo recibe. Me apena decir que solo unos pocos de los que profesan la verdad saben lo que significa esta experiencia, Muchos siguen sus propios caminos y acarician sus pasiones pecaminosas, mientras que a la vez profesan ser discipulos de Cristo. Nunca han rendido sus corazonesa Dios. Como las virgenes insensatas, no han traido consigo aceite en sus vasijas para sus lamparas. Mis herma- nos, un gran numero de los que profesan creer, y hasta ensenar la ver- dad, son esclavos del pecado. Las pasiones carnales contaminan lamen- te y corrompen el alma. Algunos que viven en la iniquidad més vil se han revestido de un ropaje celestial para poder servir a Satanas de una ma- nera mas eficaz. «Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado» (1 Juan 3: 9), ya que es consciente de que ha sido comprado por la sangre de Cristo y que esta comprometido por los votos mas solemnes a glorificar a Dios tanto en su cuerpo como en su espiritu, los cuales pertenecen al Seior, El amor al pecado y el amor propio estan en sujecién en su ser. Diariamente se pregunta: «{Cémo puedo pagarle al Sertor por tanta bondad que me ha mostrado?» (Salmo 116: 12, NV y «Seftor, gqué quieres que yo haga?» (Hechos 9: 6). Fl verdadero cristiano nunca se quejaré de que el yugo de Cristo es una montificacién. Considera el servi- cio a Jesus como la libertad mas plena. La ley de Dios es su delicia. En lugar de procurar rebajar los mandamientos divines para que coinci- dan con sus propias deficiencias, se esmera constantemente para co- locarse al nivel de la perfeccién de ellos Una experiencia semejante ha de ser la nuestra si queremos estar en pie en el dia del Seftor. Ahora, mientras dura el tiempo de prueba, mien- tras atin se oye la voz de la misericordia, es el momento de que nosotros desechemos el pecado. Mientras la oscuridad moral, cual mortaja cubre Ja tierra, la luz de los portaestandartes de Dios ha de brillar con mayor esplendor, marcando el contraste que existe entre la luz del cielo y las tinieblas satanicas. Dios ha hecho amplia provision para que apatezcamos perfectos en. su gracia, sin necesidad de nada, esperando la manifestacién de nuestro Seftor y Salvador. {Estamos listos? ;Tenemos puestas las vestiduras de boda? Esa vestidura nunca encubrira el engano, la impureza, la corrup- cion o la hipocresia. Dios tiene su vista puesta en nosotros, y discierne los pensamientas y las intenciones del corazén. Podemos ocultar nues- tros pecados de la vista de la gente, pero no podemos esconder nada de nuestro Hacedor. Dios no eximié a su propio Hijo, sino que lo entregé ala muerte por nuestras culpas y lo resucit6 para nuestra justificacion. En el nombre de Cristo podemos presentar nuestras peticiones ante el trono de la gracia. A través de él, indignos como somos, podemos obtener todas las ben- diciones espirituales. ;Acudiremos a él para que tengamos vida? ;Cémo legaremos a conocer por nosotros mismos la bondad y el amor de Dios? El salmista nos dice, no escuchar y saber, leer y saber, creer y saber, sino: «Prueben, y vean que el Senior es bueno» (Salmo 34: 8, DHH). En lugar de confiaren la palabra de otra persona, prueben ustedes mismos La experiencia es conocimiento derivado del experimento. Lo que se necesita ahora es religion experimental. «Prueben, y vean que el Sehior es bueno». Algunos —si, un gran nttmero— tnicamente conocen la teo- ria de la verdad, pero nunca han sentido el poder renovador de la gracia divina en sus corazones. Estas personas siempre se demoran en pres- tar atencion a los testimonios de amonestaci6n, reprensin e instruc- cién impartidos por el Espiritu Santo. Creen en la ira de Dios, pero no hacen nada para escapar de ella. Creen en el cielo, pero no se sacrifican para obtenerlo. Creen en el valor de las almas y que pronto seremos redi- midos para siempre, sin embargo, descuidan las oportunidades mas valiosas para hacer las paces con Dios. Tal vez lean la Biblia, pero las advertencias de ella no los con- mueven y sus promesas no los motivan, Dan su aprobacion a cosas que de por si son encantadoras, pero siguen el camino que Dios les ha prohibido tomar. Saben cual es el refugio, pero no lo aprovechan. Conocen el remedio del pecado, pero no se valen de él. Conocen el bien, pero le han perdido el gusto. Todo el conocimiento que tienen no hara mas que acrecentar su condenacion. Nunca han gustado y aprendido por experiencia propia que el Sefior es bueno. Ser un discipulo de Cristo significa negarse a si mismo y seguir a Jestis en los momentos buenos y malos. Muy pocos estan actuando asi ahora. Muchos profetizan falsamente, y al pueblo eso le complace; pero, ¢qué se hara al final de cuentas? ;Cual seré el veredicto cuando st obra, con todos sus resultados, sea examinada por el ojo divino? La vida cristiana es una lucha. El apostol El verdadero cristiano nunca se que- Pablo habla de luchas |] jara de que el yugo de Cristo es una contra principados y | mortificacion. Considera el servicio a potestades, mientras pe- . : ieabar lath dena baralla Jesus como la libertad mas plena. de la fe. Declara otra Mientras la oscuridad moral, cual mor- vez: «Ustedes atin no taja cubre la tierra, la luz de los por- han tenido que llegar taestandartes de Dios ha de brillar | hastalamuerteensulu- con mayor esplendor, marcando el | chacontrael pecado» . (Hebreos 12: 4, DH) contraste que existe entre la luz del iQue val Hoy se excu- cielo y las tinieblas satanicas. sae incluso se alaba el pecado. La agudaes- pada del Espiritu, la Palabra de Dios, no peneira profundamente en el alma. {Ha cambiado la religién? jSe ha apaciguado la enemistad de Satanas con Dios? En un tiempo la vida religiosa conllevaba dificulta- des y requeria abnegacién. Todo esto se ha hecho muy facil ahora. Y, ja qué obedece? El pueblo profeso de Dios ha contemporizado con los poderes de las tinieblas. Es preciso que haya una renovacion del testimonio directo. El cami- no que conduce al cielo no es mas ancho en la actualidad que en los dias de nuestro Salvador. Hemos de abandonar todos nuestros pecados. Toda complacencia acariciada que estorbe nuestra vida espiritual tiene que ser erradicada. El ojo derecho o la mano derecha, si fueran causa de alguna ofensa, tendran que ser sacrificados. {Estamos dispuestos a aban- donar las amistades mundanas que hemos escogico? ¢Estamos dispues- tos a sacrificar la aprobacion de la gente? El precio que se pagé por la vida eterna es infinito. ;Nos esforzaremos y haremos sacrificios en pro- porcion al valor del objetivo que tenemos por alcanzar? Toda amistad que entablemos, no importa cuan limitada sea, influ- ye sobre nosotros. La medida en que cedamos a dicha influencia estara determinada por el grado de intimidad, la constancia del roce y nuestro afecto y veneracién de las personas con las cuales nos relacionemos. De manera que por medio del conocimiento y la comunién con Cristo, nuestro tinico ejemplo perfecto, podremos llegar a ser como él es. La comunion con Cristo, jcuan inefablemente preciosa es! Es nuestro privilegio disfrutar de dicha comunién si es que la procuramos, si hace- mos ¢l sactificio necesario para obtenerla. Cuando los primeros discipu- los oyeron las palabras de Jesus, sintieron su necesidad de él. Lo bus- caron, lo encontraron y lo siguieron. Lo acompanaban a los hogares, en. torno a las mesas, en el retiro secreto y en la campifia. Lo acompariaban, como discipulos a su maestro, recibiendo diariamente de sus labios lec- ciones de verdad santa. Lo respetaban como siervos a su senor, para aprender sus deberes de él. Le servian contentos y alegres. Lo segufan como soldados a su co- mandante, peleando la buena batalla de la fe. «Y los que estan con él son Ila- madbos y elegidos y fieles» (Apoca- lipsis 17: 14). «El que dice que permanece en él, debe andar como él andu- vo» (1 Juan 2: 6). «Y si alguno no tiene el Espiritu de Cristo, no es de él» (Romanos 8: 9). Estacon- formidad con Jestis no pasara inadvertida para el mundo. Es algo que se notara y se comen- ara. El cristiano quiza no esté cons- ciente del gran cambio, porque cuanto més se asemeje a Cristo en caracter, mas humildemente pen- sara de si mismo; pero todos los que lo rodean lo veran y sentiran. Aque- los que han tenido la experiencia més profunda en las cosas de Dios, son los que estan mis lejos del orgullo y la exaltacion. propia. Son los que mas humildemente piensan de si mismas y las que tienen las ideas mas clevadas en cuanto a la gloria y excelencia de Cristo. Consideran que el pues= to més humilde en el servicio del Sefior es de= masiado honorable para ellos Moisés no sabia que su rostro brillaba con un resplandor que deslumbraba y atemorizaba a los que no habian, como él, estado en comunion con Dios. Pablo tenia una opinion bien humilde de su propio progreso en la vida cristiana El declara: «No que lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto» La comunion con Cristo, jcuan inefablemente preciosa es! (Filipenses 3: 12). Se refiere a si mismo como el «primero» de los peca- dores (1 Timoteo 1: 15). Sin embargo, Pablo habia sido muy honrado por el Senor. Fue arrebatado en santa vision hasta el tercer cielo y alli recibié revelaciones de gloria divina que no le fue permitido que las revelara a los demas. Juan el Bautista fue identificado por el Salvador como el mayor de los profetas (Lucas 7: 28); pero, jqué contraste hay entre el lenguaje de este hombre de Dios y muchos de los que profesan ser ministros de la cruz! Cuando se le pregunto si él era el Cristo, Juan dijo que era indigno de desatar las sandalias de su Maestro. Cuando sus discipttlos llegaron que- jandose de que la atencién del pueblo se volvia hacia el nuevo Maestro, Juan les record6 que él mismo habia declarado ser solamente el pre- cursor del Prometido. A Cristo, siendo el Esposo, le corresponde el pri- mer higar en los afectos de su pueblo, «Pero el amigo del esposo, el que esta asu lado y lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo. Por eso, mi gozo esta completo. Es necesario que él crezca, y que yo disminuya». «E] que recibe su testimonio, ese atestigua que Dios es veraz» (Juan 3: 29, 30, 33). Obreros asf son los que se necesitan hoy en la causa de Dios. Los autosuficientes, los celosos y envidiosos, los que critican y siempre en- cuentran faltas en los demas, no se necesitan en su obra sagrada. No deben ser tolerados en el ministerio, aunque aparentemente hayan logrado ser de utili- dad. Dias no carece ni de hombres ni de me- dios. El llama a obreros que sean fieles y verdaderos, puros y san- tos; a aque- los que sien- ten lanecesidad. de la sangre expiatoria de Cristo y la gracia santifica- dora de su Espiritu. Mis hermanos, a Dios le cduelen la envidia, los celos, la amargura y la disension. Con todo eso le rendimos pleitesia a Satands y no a Cristo. Cuan- do vemos hombres que son firmes en sus principios, intrepidos en el cumplimiento del deber, entusiastas en la causa de Dios, y a la vez son humildes, mansos y compasivos, pacientes con todos, perdonadores, que manifiestan amor hacia las almas por las cuales Cristo mutid, no es necesario que preguntemos: {Son cristianos? Demuestran de una ma- nera inconfundible que han estado con Jestis y que han aprendido de él. Cuando hay quienes manifiestan los rasgos opuestos, cuando son or- gullosos, vanidosos, frivoles, amadores del mundo, avaros, crueles, mur- muradores, no es necesario que se nos diga con quién se han estado rela- cionando, quién es su amigo mis intimo. Puede ser que no crean en la hechi- ceria; no obstante, tienen comunién con un espiritu maligno. Aestos yo les diria: «Pero la sabiduria que es de lo alto es prime- ramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericor- dia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresia. Y el fruto de la justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz» (Santiago 3: 17, 18). Cuando los fariseos y saduceos acudieron al bautismo de Juan, aquel intrépido pregonero de la justicia los increpé: «jGeneracion de viboras! ¢Quién os ensené a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento» (Juan 3: 7, 8). Al ir al encuentro de Juan, aquellos personajes acudian por motivos indignos. Eran individuos de principios malsanos y comportamiento corrupto; sin embargo, no eran conscientes de su verdadera condicion. Nadie esta mas lejos del reino de los cie- los que los formalistas que se justifican a si mismos, llenos de orgullo por lo que han logrado, mientras que estan cam- pletamente vacios del Espiritu de Cristo. Lenos de orgullo y ambicién, no escatimaban esfuerzo alguno por exal- larse a si mismos y afianzar su influencia sobre el pueblo. Acudieron para recibir el bautismo de manos de Juan para poder cumplir sus pro- pésitos con mayor facilidad. Juan leyé sus motivos, y los recibié con la escrutadora pregunta «¢Quién os enserié a huir de la ira venidera?». Si hubieran escuchado la voz de Dias que hablaba a sus corazones, lo hubiesen demostrado llevando frutos dignos de arrepentimiento. Pero tales frutos no se vie- fuera la voz de un ron, Habian escuchado la amonestacién como si simple hombre. Se vieron atraidos por el poder y la osadia con que habla- ba Juan, pero el Espiritu de Dios no envié la conviccién a sus cora- zones ni produjo en ellos fruto para vida etema como muestra segu- ra. No daban evidencias de haber cambiado de corazon. Juan hubiera querido que entendieran que sin el poder transformador del Santo, ninguna ceremonia externa podria serles de provecho La reprension del profeta se aplicaa muchos en nuestros dias. No pueden negar los claros y convincentes argumentos que sostienen la verdad, pero la aceptan mas bien como resultado del razonamiento humano que de la revelacién divina. No son realmente conscientes de su condicion de pecadores ni manifiestan un verdadero quebranta miento de corazon; sino que, como los fariseos, consideran que acep- tar la verdad es para ellos un acto de gran condescendencia. Nadie est més lejos del reino de los cielos que los formalistas que se justifican a si mismos, Ilenos de orgullo por lo que han logrado, mien- tras que estan completamente vacios del Espiritu de Cristo; mientras la envidia, los celos, su deseo de ser adulados y gozar de popularidad los El Espiritu de Cristo se manifestara en todos aquellos que han nacido de Dios. dominan. Pertenecen ala misma clase a la cual Juan Ilamé generacion. de viboras, hijos del maligno. Entre nosotros se encuentra este tipo de gente, que sabe ocultar y disimular lo que en realidad es. Sirven a la causa de Satands de manera més eficaz que el libertino mas vil; porque este no disfraza su verdadero caracter, sino que demuestra lo que es. Dios requiere que produzcamos fratos digno de arrepentimiento. Sin tales frutos, nuestra profesién de fe no tiene valor. El Sefior es capaz de suscitar verdaderos creyentes entre los que nunca han oido su nombre. «No penséis decir dentro de vosotros mismos: “A Abraham tenemos por padre, parque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras’» (Mateo 3: 9). Dios no depende de individuos que no estan canvertidos de cora- zon y vida. Nunca favorecera a quien practique la iniquidad. «demas, el hacha ya esta puesta a la raiz de los arboles; por tanto, todo arbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego» (Mateo 3: 10) Aquellos que alaban y lisonjean al ministro, ademas de descuidar las obras de justicia, dan evidencia inconfundible de estar convertidos al ministro y no a Dios. Preguntamos: «;Quién os ensefié a huir de la ira venidera?» (Mateo 3: 7). En el mensaje que Dios envid, gescucharon la voz del Espiritu Santo o una simple voz humana? La clase de fruto dara evi- dencia de la naturaleza del arbol. El formalismo exterior no es capaz de purificamos; ninguna norma, establecida por los hombres més santos, puede tomar el lugar del bautis- mo del Espiritu Santo. El hara esta obra en el corazon. Todos los que no han experimentado su poder regenerador, son como tamo entre el trigo. Nuestros sentimientos, deseos, intereses y honor deben identificarse con la prosperidad del reino de Cristo y el honor de su causa, recibiendo no- sotros constantemente la gracia de él y aceptan- do Cristo nuestra gratitud EI Senior tiene su aventador en la mano y limpiard bien su era. En el dia venidero, él haré diferencia «entre el que sirve a Dios y el que no le sirve» E] Espiritu de Cristo se manifestara en todos aquellos que han naci- do de Dios. La disension y la contienda no pueden surgir entre los que son controlados por su Espiritu. «Purificaos los que llevais los utensi- lios de Jehova» (Isa. 52: 11). La iglesia raras veces intentara alcanzar una norma mas elevada que la que hayan establecido sus dirigentes Necesitamos un ministerio convertido y un pueblo convertido. Los pastores que cuidan de las almas como quienes han de dar cuenta con- duciran al rebaito por los senderos de paz y santidad. Su éxito en esta obra sera proporcional a su propio crecimiento en gracia y en el conocimiento de la verdad. Cuando los maestros estan santificados en espiritu, alma y cuerpo, entonces pueden inculcarle al pueblo la im- portancia de dicha santificacion. Se logra poco cuando se habla de asuntos religiosos de manera tri- vial o se ora por bendiciones espirituales cuando no hay verdadera hambre en el alma y uma fe viva, La muchedumbre curiosa que se api- faba en torno de Cristo no recibia ningun poder vital de aquel encuen- tro; pero, cuando aquella pobre y sufrida mujer en su gran necesi- dad extendié su mano y tocé el borde del manto de Jestis, sintié la vir- tud sanadora. El suyo fue un toque de fe. Cristo reconocié aquel to- que y decidi alli mismo impartir una leccién para beneficio de sus seguidores hasta el fin del tiempo. Jestis sabia que habia salido virtud de él, y volviéndose en medio del gentio, dijo: «¢Quién ha tocado mis vestidos?». Sorprendidos por su pregunta, sus discipulos contestaron: «Ves que la multitud te aprieta, y preguntas: “;Quién me ha tocado?”» (Marcos 5: 30, 31) Jestis fij6 sti mirada sobre la mujer. Fstaba muy avergonzada. La embargaba un gran gozo, pero sera posible que se hubiera extralimi- tado? Sabiendo la obra que se habia hecho en ella, salio temblorosa, se artojé a los pies de Jestis y le conté la verdad. Cristo no la epro- cho. Tiernamente le dijo: «Ve en paz y queda sana de tu enfermedad» (Marcos 5: 34). Aqui se distinguio el toque involuntario del toque de fe. La ora- cién y la predicacién, sin el ejercicio de una fe viva en Dios, no tie- nen yalor; pero el toque de la fe nos abre la mina divina de poder y sabiduria; y, de esta manera, por medio de instrumentos de barro, Dios lleva a cabo las maravillas de su gracia. Necesitamos mucho esa fe viva. Es preciso que tengamos la seguri- dad de que Cristo es de veras nuestro, que su Espfritu purifica y refina nuestros corazones. Si los ministros de Cristo tuvieran una fe genui- na acompaniada de la mansedumbre y el amor, jqué gran obra lleva- rian a cabo! |Cuanto fruto se veria para la gloria de Dios! {Qué puedo decirles, hermanos mios, que los despierte de su se- guridad carnal? Se me ha mostrado el peligro que ustedes corren. En la iglesia hay creyentes e incrédulos. Cristo presenta estas dos clases en su parabola de la vid y sus sarmientos. Exhorta asi a quienes le siguen: «Permaneced en mi, y yo en vosotros. Como el pampano no puede llevar fruto por si mismo, si no permanece en la vid, ast tampoco vo- sotros, si no permanecéis en mi. Yo soy la vid, vosotros los pampanos; el que permanece en mi y yo en él, este lleva mu- cho fruto, porque separados de mi nada podeis hacer» (Juan 15: 4, 5) Hay una gran diferencia entre una supuesta union y una conexion real con Cristo por medio de la fe. Una profesion de fe en la verdad situa ala gente en la iglesia, pero esto no prue- ba que tenga una conexion tal con la vid viviente. Hay una regla por la cuual se puede distinguiral verdadero dis- ctpulo de aquellos que aseveran se- guir a Cristo pero no tienen fe en él. Uno da fruto, el otra no es fructife- ro. Uno esta con frecuencia sometido a la podadera de Dios, para que pue- da dar mas fruto; el otro, como ra- mas secas, queda pronto separado de la vid viviente. Siento profunda preocupacién porque nuestros hermanos conser- ven enue sf el testimonio viviente; y que la iglesia se mantenga libre de incredulidad. ;Podemos concebir una relacién mas estrecha e intima con Cristo que la presentada en estas palabras: «Yo soy la vid, vosotros los pampanos» (Juan 15: 5)? Las ramas del sarmiento son casi iguales que las de la vid. La comunicacion de la vida, fuerza y caracter fructifero del tronco a los sarmientos, fluye constante y sin obstrucci6n. La raiz envia su nutricion por el sarmiento. Tal es la relacién que sostiene con Cristo el verdadero creyente. Permanece en Cristo y obtiene de él su nutricion. Esta relacion espiritual puede establecerse wnicamente por el ejercicio de la fe personal. Esta fe debe expresar de nuestra parte una suprema preferencia, perfecta confianza y entera consagracion. Nuestra voluntad debe someterse completamente a la voluntad divina. Nuestros sentimien- tos, deseos, intereses y honor deben identificarse con la prosperidad del reino de Cristo y el honor de su causa, recibiendo nosotros constante- mente la gracia de él y aceptando Cristo nuestra gratitud. Cuando se ha establecido esta intimidad de conexién y comu- nion, nuestros pecados son puestos sobre Cristo, su justicia nos es im- putada. Fl fue hecho pecado por nosotros, para que pudiésemos ser hechos justicia de Dios en él (ver 2 Corintios 5: 21). Tenemos acce- so a Dios por él; somos aceptos en el Amado (ver Efesios 1: 6). Todo el que con sus palabras o con sus acciones perjudique al creyente, hiere con ello a Jestis. El que dé un vaso de agua fria a un discipulo porque es hijo de Dios, sera considerado por Cristo como habiéndo- sela dado a él mismo. Cuando Cristo ya estaba por separarse de sus disctpulos, les dio el hermoso emblema de la comunién los unos con los otros. Les habia presentado la intima comunién consigo mismo por la cual podrian man- tener la vida espiritual cuando su presencia visible se retrajese. Para grabar la leccién en sus mentes, les presents la vid como el simbolo mas llamativo y apropiado de esa comunion Los judios habian considerado siempre la vid como la mas noble de las plantas, y una figura de todo lo que era poderoso, excelente y fructifero. «La vid —parece querer decir nuestro Sefior— que uste- des valoran tanto, es un simbolo. Yo soy la realidad; yo soy la vid verdadera. Como nacién ustedes aprecian la vid; como pecadores deberian apreciarme a mf por encima de todas las cosas terrenales Asi como el sarmiento no puede vivir separado de la vid, ustedes tampoco pueden vivir a menos que permanezcan en mi» Cada seguidor de Cristo ha de tener un interés tan profundo en esta leccion como los discipulos que escucharon sus palabras. Debi- do a su rebelion la humanidad se enajeno de Dios. La separacion es enorme y terrible; pero Cristo ha hecho provision para unirnos de nuevo con él. El poder del mal se halla tan identificado con la natu- raleza humana, que nadie puede vencer, excepto mediante la union con Cristo. A través de esta unién recibimos poder moral y espiri- tual. Si tenemos el Espiritu de Cristo, pondremos de manifiesto el fruto de la justicia, un fruto que seré una honra y una bendicin para la humanidad y glorificara a Dios E] Padre es el cuidador de la vina. Con misericordioso tacto poda toda rama que da fruto. Quienes comparten el sufrimiento y el / reproche de Cristo ahora, compartirén su gloria en el mas alla El «no se avergiienza de llamarlos hermanos» (Hebreos 2: 12). Sus angeles ministran en su favor. Su segunda aparicion sera como Hijo del hombre y de esta manera, aun en su gloria, se identifica con nosotros. A los que se han unido a él les dice que «aunque» una madre pueda llegar a olvidar hijo que dio 4 a luz y que amamant6, «iyo nunca me olvidaré de ti! He aqui que en las palmas de las ma- nos te ten- go esculpi- da; delante de mfestan siempre tus mutos» (Isaias 49: 15, 16). (Qué meravilloso privi- legio el nuestro! 4 La union con Cristo mediante una fe viviente es duradera; toda otra union perecera. jAcaso no nos es- forzaremos con todo empefio para establecer esta alianza con Cristo, Cristo nos escogié a nosotros pri- mero pagando un precio infinito por nuestra redencidn; y el verdadero tinico medio por el cual creyente escoge a Cristo como lo se pueden obtener es- primero, lo ultimo y lo mejor en todo. tas bendiciones? ;No nos desprenderemos de nuestros pecados por medio de la justicia, y de nuestras iniquidades volviendonos al Se- for? El escepticismo y la deslealtad se han difundido por todas partes. Cristo pregunté: «Cuando el Hijo del hombre venga, ;hallara fe en la tierra?» (Lucas 18: 8). La permanencia de nuestra fe es la condicién de nuestra union. La unién con Cristo mediante una fe viviente es duradera; toda otra union perecera. Cristo nos escogi6 a nosotros primero pagando un precio infinito por nuestra redencion; y el verdadero creyente escoge a Cristo como lo primero, lo tiltimo y lo mejor en todo; pero esta union tiene su precio. El ser humano orgulloso entra en una unién de de- pendencia total. Todos los que entran en esta union han de sentir su necesidad de la sangre expiatoria de Cristo, Han de experimentar un. cambio de corazon. Han de someter su voluntad a la voluntad de Dios. Se llevara a cabo una obra dolorosa de desprendimiento tanto como de acercamiento El orgullo, el egoismo, la vanidad, la mundanalidad —el pecado en todas sus formas— han de vencerse si hemos de entrar en uni6n con. Cristo. La raz6n por la que muchos encuentran la vida cristiana tan la- mentablemente dura y porque son tan caprichosos y volubles, es que pro- curan tener comunién con Cristo sin primero haberse desprendido de los idolos que siguen acariciando. Después que se ha establecido la union con Cristo, podra ser man- tenida tnicamente mediante la oracién constante y el esfuerzo in- cansable. Hemos de oponemos, negar y someter al yo. Por la gracia de Cristo, por medio del valor, la fe y la vigilancia podremos ganar la victoria. Los creyentes se hacen uno con Cristo, pero una rama no puede ser sostenida por otra. El alimento ha de obtenerse a través de una conexién vital con la Vid. Hemos de sentir que dependemos totalmente de Cristo. Hemos de vivir por fe en el Hijo de Dios. Eso es lo que significa laamo- nestacién: «Permaneced en mi». Nuestra vida terrenal no es para cumplir la voluntad humana o para complacer a los enemigos del Senor, sino para servir y honrara Aquel que nos amé y se entrego a si mismo por nosotros. Un mero asentimiento a esta unin, sin que nuestros afectos se hayan desprendido del mundo, y de sus placeres y disipaciones, lo tinico que hard es impulsar al cora- z6n hacia la desobediencia. Como pueblo estamos tristemen- te desprovistos de fe y amor. Nues- tros esfuerzos son demasiado débi- les para un tiempo tan peligroso como el que estamos viviendo. El orgullo y la complacencia propia, la impiedad y la iniquidad que nos ro- dean ejercen su influencia sobre no- sotros. Pocos comprenden el valor que tiene evitar, hasta donde sea po- sible, todas las compafifas que no favorezcan nuestro crecimiento es- piritual. Al elegir el lugar donde van a establecerse, pocas son los que dan la primera consideracion a la prosperidad espiritual. Hemos de sentir que depende- mos totalmente de Cristo. Hemos de vivir por fe en el Hijo de Dios. Eso es lo que significa la amo- nestacién: «Permaneced en mi». Dios tiene en sus manos el destino de las almas. Los padres acuden con sus familias a las ciudades porque suponen que en ellas es mas facil ganarse la vida que en el campo. Los hijos, como no tienen nada que hacer cuando no estan en la escuela, se educan en la calle. De las malas companias adquie- ren habitos de vicio e intemperancia. Los padres ven todo esto, pero la correccién de su error requeriria un sacrificio y no hacen nada al respecto, entonces Satanas obtiene pleno domi- nio de sus hijos. Mejor es sacrificar cualquiera de las consi- deraciones mundanas, o aun todas ellas, antes que poner en peligro las preciosas almas que nos han sido confiadas. Almas que seran asaltadas por tentaciones, y que se les debe ensefiar a arrostrarlas, pero es nuestro deber suprimir toda influencia, romper todo habito, cortar todo vinculo que nos impidan rea- lizar la entrega mas libre, abierta y cordial de nosotros mis- mos y de nuestras familias a Dios. En vez de una ciudad atestada, busquen un lugar tranqui- lo, donde sus hijos estaran, hasta donde se pueda, protegi- dos de la tentacion, y alli edtiquenlos para ser titiles. El pro- feta Ezequiel enumera asi las caussas que condujeron al pe- cado y la destruccién de Sodoma’ «Soberbia, pan de sobra y abundancia de ocio tuvieron ella y sus hijas; y no fortale- cid la mano del afligido y del necesitado» (Ezequiel 16: 49). Todos los que quieran escapar a la suerte de Sodoma, de- ben evitar la conducta que trajo los juicios de Dios sobre aque- Ila perversa ciudad. Hermanos mios, ustedes estan despreciando los mas sagra- dos requerimientos de Dios porque han descuidado la consa- gracién personal y de sus hijos a él. Muchos de ustedes estan descansando en una falsa seguridad, absortos en intereses egots- tas y atraidos por los tesoros terrenales. No temen mal alguno. El peligro parece estar muy lejos. Llegaran engariados y seduci- dosa la mina eterna, a menos que despierten y con arrepenti- miento y profunda humillacién, acudan al Sefior Una y otra vez la voz del cielo les ha hablado. jLa obedecen ustedes? ;Escuchan al Testigo fiel que les aconseja procurar el oro probado en el fuego, la vestidura blanca y el colirio? (Ver Apoca- lipsis 3: 17-19). El oro son la fey el amor; la vestidura blanca es la justi- cia de Cristo; el colirio es el discernimiento espiritual que los capaci- tara para rehuir los ardides de Satands, para notar el pecado y aborrecer- lo, para ver la verdad y obedecerla El letargo mortifero del mundo embota los sentidos. El pecado ya no les parece repulsive porque Satanas los ha enceguecido. Pron- to se han de derramar los juicios de Dios sobre la tierra. «Escapa por tu vida» (Génesis 19: 17), es la amonestacién de las angeles de Dios. Se oyen otras voces que dicen: «No se preocupen; no hay motivo de alarma especial». Los que se sienten comodos en Sion claman paz y seguridad, mientras que el cielo anuncia que una rapida destruccion esta por sobrecoger al transgresor. Muchos jdvenes, los indiferentes, los que aman los placeres, consideran estas advertencias como fabu- las sin sentido, y las rechazan como una broma. Los padres se incli- nan a creer que sus hijos tienen razon en el asunto, y todos siguen durmiendo tranquilamente. Asi sucedié cuando fue destruido el mun- do antediluviano, y cuando Sodoma y Gomorra fueron consumidas por el fuego. En la noche anterior a sui destruceién, las citrdades de la lanura se refocilaban en el placer. Se burlaron de Lot por sus temo- res y advertencias. Sin embargo, aquellos buladores perecieron en las llamas. Y aquella misma noche se cer6 para siempre la puerta de la mi- sericordia para los impios y negligentes habitantes de Sodoma. Dios tiene en sus manos el destino de las almas. No sera siempre burlado; no permitiré que se juegue siempre con él. Sus juicios ya estan sobre la tierra. Fieras y espantosas tempestades siembran la des- truccion y la muerte en su estela. El incendio devorador arrasa el des- habitado bosque y la atestada ciudad. La tempestad y el naufragio aguardan a los que viajan por mar. Accidentes y calamidades amena- zan a todos los que viajan por tierra. Los huracanes, los terremotos, la espada y el hambre se siguen en rapida sucesién. Sin embargo, los co- razones de la gente se endurecen. No reconocen la voz de advertencia de Dios. No quieren acudir rapidamente al tinico refugio que hay para protegerse de la tormenta que se avecina Muchos de los que han sido colocados sobre las murallas de Sion, para observar con ojo de aguila la inminencia del peligro y alzar la voz de amonestacién, estén dormidos. Aquellos que deberfan ser los mas activos y vigilantes en esta hora de peligro, estan descuidando su de- ber y haciendo que recaiga sobre ellos la sangre de las almas. Mis hermanos, cuidado con el coraz6n pecaminoso dominado por la incredulidad. La Palabra de Dios es clara y precisa en sus restriccio- nes; pero como interfiere con nuestra complacencia egofsta, no la obe- decemos. Los testimonios de su Espfritu nos llaman la atencion a las Escrituras, sefalan nuestros defectos de caracter y reprenden nuestros pecados; por lo tanto, no les hacemos caso. Y para justificar nuestro comportamiento caracterizado por el amor al placer, empezamos a dudar si los testimonios son de Dios. Si obedeciéramos sus ensefian- zas, nos convencerfamos de su procedencia divina. Recordemos que Los testimonios de su Espiritu nos llaman la atencion a las Escrituras, se- falan nuestros defectos de caracter y reprenden nuestros pecados nuestra incredulidad no afecta su veracidad. Si provienen de Dios, los testimonios permaneceran. Aquellos que procuran disminuir la fe del pueblo de Dios en los testimonios, que han estado en la iglesia por los ultimos treinta y seis afios, estan luchando contra Dios. No es el ins- trumento a quien desprecian, sino a Dios, quien les ha hablado me- diante amonestaciones y reprensiones. En la instruccion dada por nuestro Salvador a sus discfpulos hay palabras de amonestacion que se aplican de una manera especial a no- sotros: «Tengan cuidado y no dejen que sus corazones se hagan insen- sibles por los vicios, las borracheras y las preocupaciones de esta vida, para que aquel dia no caiga de pronto sobre ustedes» (Lucas 21: 34, DHH). Velar, oar, obrar, esta es la verdadera vida de fe. «Oren en todo tiempo» (1 Tesalonicenses 5: 17, DHH), es decir, tengamos siempre un espiritu de oracién, y entonces estaremos listos para la venida de nuestro Sefior. Los centinelas son responsables de la situacién del pueblo. Al per- mitirle la entrada al orgullo, la envidia, la duda, y otros pecados, habra disensién, odio y toda obra mala. Jestis, el manso y humilde, pide que le permitamos que entre como huésped; pero ustedes se resisten a permitirle la entrada. Fl nos ha hablado tanto en el Antiguo como el Nue- vo Testamento; todavia nos habla mediante su Espiritu y sus providen- cias, Sus instrucciones tienen como propésito hacer que seamos leales a Dios y a nosotros mismos Jesus asumio la naturaleza humana para dejamos un modelo com- pleto y perfecto. Es su intencion hacernos como él es, leales en todo propésito, sentimiento y pensamiento: leales de corazén, alma y vida. Esto es cristianismo. Nuestra naturaleza caida ha de ser purificada, en- noblecida y consagrada mediante la obediencia a la verdad. La fe cristia- na nunca armonizaré con los principios mundanos; la integridad cris- tiana se opone a todo engaio y fingimiento. El que alberga mas el amor de Cristo en el corazén, el que refleja la imagen del Salvador mas per- feciamente, es a la vista de Dios la persona mas leal, mas noble y hono- rable sobre la faz de la tierra. Elnos ha hablado tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento; todavia nos habla mediante su Espiritu y sus providencias Sus instrucciones tienen como propésito hacer que seamos leales a Dios y a noso- tras mismos.

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