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Joaqun Bochaca
Hace dos mil aos vivi un cierto Jeschuand o Jeschua, segn los
libros judos, Jess segn los nuestros, que, ante el Gran Sanedrn de
Jerusaln el tribunal de Nremberg de aquella poca- fue condenado
como si el hombre ms abominable de su tiempo. Sus seguidores fueron
perseguidos, torturados, asesinados... Algunos lograron escapar a las
persecuciones, transmitiendo la idea a generaciones posteriores. En el
subsuelo romano, en las Catacumbas, miles de cristianos mantuvieron
viva la llama de su Fe. La base de una religin que ha durado veinte siglos
ha estado en esas Catacumbas romanas; ellas hicieron posible el por
tantos conceptos admirable edificio de la Cristiandad, escindido con
Lutero o con las causas que motivaron su accin y definitivamente
hundido en la mediocridad general de la poca con el ltimo Concilio.
Somos los de las Catacumbas; somos los que, en medio del caos
general, en Europa y en todos los lugares del mundo donde viven ncleos
arios de importancia, sostenemos la antorcha del Nuevo Orden.
COMO SOMOS?
QU HACER?