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Salvador Minuchin Wai-Yung Lee/George M. Simon 2} arte de Paidos Terapia Familiar Terapia familiar Ultimos titulos publicados: 22. 23. 25. 73. 74, 75. B, P. Keeney y O, Silverstein - La voz terapéutica de Oiga Silverstein M. Adolfi - Ziempo y mito en la psicoterapia familiar W. H. O'Hanlon - Raices profundas man - Tratamiento de adolescemes con problemas alazzoli y otros - Los juegos psicdticos en da familia . T. Goodrich y otras - Terapia familiar feminista . L. Onnis - Terapia familiar de los trastornos psicosométicos . A. Ackermans y M. Andolfi - La creacidnt del sistema terapéutico . S. de Shaver - Claves para la solucién en terapia breve . A. M. Sorrentino - Handicap y rehabilitacién . L. Cancrini - La psicoterapi }. W. H. O'Hanlon y M. Weiner-Davis - En busca de soluciones . C. A. Whitaker y W. M. Bumberry - Danzardo con la familia ‘gramdtica y sintaxis ES. Pittman III - Momentos decisivos . S. Cirillo y P. Di Blasio - Niflos maltratados . J. Haley - Las tdeticas de poder de Jesucristo ia al individuo nes nocturnas de cin terapeuta familiar M. Bowen - De la farm C. Whitaker - Medétaci . M. M. Berger - Mas alld del doble vinculo . M. Walters, B. Carter, P. Papp y O. Silverstein - La red invisible Matteo Selvini - Cronica de una investigacion . C. Raush Herscovici y L. Bay - Anorexia nerviosa y bulimia . S. Rosen - Mi voz érd coi igo A Campanini y F. Luppi - Servicio social y modelo sistémico B. P. Keeney - La improvisacién en psicoterapia - P.Caillé - Uno mds uno son tres J. Carpenter y A. Treacher - Problemtas y soluciones en terapia familiar y de pareja M. Zappella - No veo, no oigo, no hablo, El autisme infantil J. Navarro Gongora - Técnicas y programas en ierapia familiar C. Madanes - Sexo, amor y violencia M. White y D. Epston - Medios narrativos para fines terapéuticos W. Robert Beavers y R. B. Hampson - Familias exitosas L. Segal - Sortar la realidad S. Cirillo - El cambio en los contextos no terapéuticos S. Minuchin - La recuperacién de la famviléa . D. A. Bagarozzi y S. A. Anderson - Mitos personales, matrimoniales y familiares J. Navarro Géngora y M. Beyebach - Avances en terapia familiar sistémica B, Cade y W, H. O'Hanlon - Guta breve de terapia breve B. Camdessus y otros - Crisis familiares y ancianidad . J. L. Linares - Identidad y narrativa . L. Boscolo y P. Bertrando - Los tiempos del tiempo W. Santi y otros - Herramientas para psicoterapentas . M. Elkaim - La terapia familiar en transformacion J.L. Framo - Familia de origen y psicoterapia J, Droeven (comp.) - Construyendo mas alld de pactos y traiciones . M. C. Ravazzola - Historias infames: ef abuso en las relaciones . M. Colet J. L. Linares - La intervencién sistémica en los servicios sociales ante ta familia multiproblemdtica R. Perrone - Violentcia y abusos sexuales en ta familia J. Barudy - El doctor invisible de la infancia S. Minuchin - El arte de la terapia familiar Salvador Minuchin Wai-Yung Lee, George M. Simon El arte de la terapia familiar PAIDOS tena ns Aras ig 4 Titulo original: Mastering Family Therapy. Journeys of Growth and Transformation Publicado en inglés por John Wiley & Sons, Inc., Nueva York y Toronto Traducci6n: Victor Manuel Arndiz, Adridn Revisién técnica: Carlos de la Hera Narganes, Cubierta de Mario Eskenazi 1 edicion, 1998 Quedan rigurosamente prohibidts, sin Ia autorizacicin exerita de los ttwlares del «Coprright», bajo las sanciones extablecidas en las leves, la reproducci¢in total 6 parcial de esta obra por cualquier medio 8 procedimiento, eomprend dos ba reprogealla y el tratamiento informético, v la distribucidn de ejempla- ron de ella mediante alquiler o préatame publicos. © 1996 by John Wiley & Sons, Inc. © 1998 de la traduccién by Victor Manuel Arndiz Adrian © de todas las ediciones en castellano, Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Av. Diagonal, 662-664 - 08034 Barcelona ISBN: 84-493-0572-1 Depésito legal: B-44.218-2006 Impreso en Book Print Digital, S. A. Botanica, 176-178 - 08908 L'Hospitalet de Llobregat Impreso en Espafa - Printed in Spain SUMARIO. Agradecimientos.. 1. ........ 20. i Prélogo, Braulio Montalvo... . se 13 Prefacio, Salvador Minuchin... . ss 15 Primera parte 1, Terapia familiar: una dicotomia teérica. . . . . . . . - 21 2. Familias particulares: todas las familias son diferentes . . . 35 3._Familias universales: todas las familias son semejantes . . . 47 4. Terapias de familia: practica clinica y supervisi6n. . . |. . 57 5. Elencuentro terapéutico. 2. ee ee ee 7 Segunda parte 6. La supervisin en el encuentro terapéutico .. we 97 7._La feminista y el profesor jerarquico Margaret Ann Meskill. . ow. se : 105 8. Una cabeza, muchos sombreros 9. La poetisa y el percusionista 10. El retorno del «hijo edfpico» L1_En el crisol Israela Meyerstein... 7. 165 12. Enfrentarse al gorila Dorothy G. Leicht. © 2 0 ee 181 13. Hombres y dependencia; el tratamiento de una pareja del mismo sexo David E Greenan OS 10 EL ARTE DE LA TERAPIA FAMILIAR 14. El pintor al excremento 213 237 Epilogo, Salvador Minuchin. 253 Bibliografia....... 1. eee ee 255 Indice analitico y de nombres 257 AGRADECIMIENTOS Para comenzar, estamos profundamente en deuda con los terapeutas cuyos capftulos conforman Ia segunda parte de este volumen. Sin sus va- lerosos deseos de exponer su trabajo clinico a examen publico, este libro se hubiera convertido en una drida aventura académica de dudosa utili- dad para todos aquellos que se encuentran implicados en el arduo traba- jo de practicar y supervisar la terapia familiar. Quisiéramos reconocer la contribucién de Richard Holm, nuestro miembro facultativo asociado del Centro Minuchin para la Familia. Ri- chard, aunque sea de forma invisible, esta presente por doquier en este li- bro. Sus contribuciones van de lo sublime a lo meticuloso: desde ayudar- nos a cristalizar algunas de las ideas tedricas hasta trabajar en el analisis de las cintas de video. Cualquier autor puede sentirse agraciado si encuentra un editor que pueda entender el material y mejorarlo. En la escritura de este libro fui- mos afortunados; tuvimos a tres de estos editores. Frances Hitchcock se dedicé a las transformaciones bdsicas cuando el material salié de nues- tros procesadores de textos. Nina Gunzenhauser nos previno sobre los errores en el manuscrito cuando creiamos que éstos ya no existian. Y Jo Ann Miller, directora ejecutiva de John Wiley, aporté su conocimiento del dea y la habilidad para integrar el trabajo de varios escritores en un vo- lumen coherente. Vaya también nuestro profundo agradecimiento para Lori Mitchell, Jenny Hill y Gail Elia. Trabajaron incansablemente y con una paciencia diplomatica para reescribir las numerosas revisiones que sufrié el ma- nuscrito. Finalmente, quisiéramos dar las gracias a nuestras esposas: Patricia Minuchin, Gail Elia y Ching Chi Kwan. Ellas nos acompafiaron a lo largo de este libro y representan lo mejor de la complementariedad en el traba- jo y el matrimonio PROLOGO Este libro constituye una caja de herramientas de valor incalculable. La primera parte es una contribuci6n pionera, en la cual Salvador Minu- chin expone su visiGn particular sobre las principales ideas de los mAxi- mos exponentes de la especialidad, seleccionando algunos de los concep- tos y las técnicas més excitantes para la ayuda de familias problematicas. En la segunda parte, escucharemos las voces individuales de nueve te- rapeutas supervisados mientras pugnan por transformarse a si mismos y a las familias a su cargo, bajo la gufa maestra de su supervisor. Les vere- mos mejorar la propiedad y complejidad de sus intervenciones y observa- remos cémo aprenden a abandonar metas ut6picas. Veremos c6émo em- plean las reacciones catalizadoras de Minuchin y compartiremos su dolor y alegria mientras mejoran sus habilidades y realzan sus estilos. El modo en que se relata cada historia del terapeuta, asf como los co- mentarios sobre la evolucién de su trabajo, hacen que la lectura de este li- bro sea como asistir a una «clase magistral». Seguimos la perspectiva del estudiante y del profesor y observamos cémo éstas interacttian y afectan a la terapia. En este trabajo impresionan los ejemplos expuestos: una am- plia galeria de «accidentes» del Manual diagndstico y estadfstico (DSM) de altos niveles de dificultad. Para el novel que busca nuevas aproximaciones a aquellos proble- mas que a primera vista parecen individuales El arte de la terapia fami- liar es una fuente eminentemente rica. Para el terapeuta experimentado que persigue formas nuevas de romper sistemas patolégicos, de ampliar las diferencias y de desafiar lo usual, la cosecha nunca habra sido tan abundante. Este libro ser4 particularmente provechoso para estimular la imaginacion del supervisor. Todos los que nos hemos encontrado en conflicto con la direccion elegida por el supervisor, aprenderemos de las ingeniosas maneras que encuentra Minuchin para resolver los conflictos y promover el crecimiento. Muestra cémo el supervisor puede aprove- char las diferencias entre él y sus alumnos, y entre éste y la familia con la que trabaja, transformando tales diferencias en un conflicto producti- vo, en una solucién inesperada a la vez que curativa. Enseha a emplear eficientemente el instrumento mas fundamental del supervisor: la habi- lidad para unirse con el estudiante en un didlogo honesto y vigoroso 14 EL ARTE DE LA TERAPIA FAMILIAR donde ambos persigan con avidez los medios de anticipar y crear esce- narios. Estas ideas no encajan dentro de una rea inclinada a sacrificar el em- pleo de conversaciones evocativas y probatorias por la planificaci6n y puesta en marcha de intervenciones terapéuticas. Estas ideas no se aco- modan con un protocolo breve y atomizado concebido como el medio principal de entrenamiento, Sin embargo, si pertenecen a cualquier esce- nario profesional en el que se emplee un tipo de terapia centrada en la fa- milia y ejecutada por sujetos que valoren sobre todo la relevancia y utili- dad de las intervenciones. Estos clinicos acogeran con avidez el tema principal del libro: el descubrimiento de metas viables y la improvisacién de una trayectoria terapéutica flexible, a través del entendimiento siste- mitico de las familias. La gufa de Minuchin para lograr tal empresa cul- tiva y libera la imaginaci6n bruta del terapeuta: la capacidad ilimitada para desarrollar nuevas opciones. Ensefia c6mo asumir las diferentes for- mulas en funcién de las necesidades de cada caso. Enel futuro, cuando el campo de la terapia familiar sea examinado y las herramientas de su taller inventariadas, El arte de la terapia familiar sera concebido como algo mas que el mero trabajo de un brillante artesa- no de cuya fragua se extrajo una coleccién extraordinaria de herramien- tas que contintian moldeando el drea de la terapia familiar. Sera recorda- do como una fuente literaria central a la hora de inspirar a los terapeutas a encender su imaginacién y forjar sus propias armas para ayudar con mayor efectividad a las familias con las cuales trabajan. Brautio MonTALVvO PREFACIO En una oeasién, un sabio anciano rabino escuchaba con afecto a sus dos discfpulos mas brillantes enzarzados en una polémica discusién. El primero presento su argumentaci6n con una conviccidn apasionada. El ra- bino sonrié de forma aprobatoria: «Eso es correcto». El otro seguidor defendia lo contrario de modo convincente y claro, El rabino sonrié de nuevo. «Eso es correcto.» Los discfpulos, aténitos, protestaron, «Rabino, no podemos estar am- bos en lo cierto.» «Eso es correcto», replicé el sabio anciano rabino. Al igual que el sabio anciano rabino, los autores mantienen dos pun- tos de vista diferentes con relacién a la formacién del terapeuta familiar. Meyer Maskin, un supervisor analftico brillante y cAustico del Instituto Wi- m Alanson White, solfa contar a sus alumnos cémo en cierta ocasién, cuando deseaba construirse una casa de verano, le pidié a un arquitecto que le mostrara los planos de casas que habfa disefiado con anterioridad. Después fue a mirar su aspecto una vez que estaban terminadas. Aqui Maskin realizarfa una pausa para lograr un golpe de dramatismo. «;No deberfamos realizar un proceso idéntico y riguroso cuando buscamos un analista? Dicho de otra manera, antes de que iniciemos juntos el ar- duo periplo psicolégico, zno deberfamos observar de qué modo ha cons- truido su vida el potencial terapeuta? ¢En qué grado se entiende a si misma? ¢Qué clase de esposa es? Y lo que es més crucial, ¢c6mo educa a sus hijos?» Otro observador igualmente critico, el terapeuta familiar Jay Haley, diferirfa con el anterior punto de vista. Haley afirma que conoce a mucha «buena gente» y padres modelos que son terapeutas mediocres o nefas- tos; él también conoce buenos terapeutas familiares cuyas vidas persona- les son un desastre. Ni las habilidades de la vida, ni el autoconocimiento alcanzado a través del psicoandlisis mejoran la capacidad del terapeuta para convertirse en un clfnico mejor. La habilidad clinica, harfa notar, re- quiere de un entrenamiento especffico en el arte de la terapia: cémo pla- near, dirigir, reordenar las jerarqufas. Eso sélo se puede adquirir, de- fenderia, a través de la misma supervisién de la terapia. Segin Haley, para conocer la calidad de un terapeuta familiar, se necesitarfa entrevi: PREFACIO 7 la familia; el terapeuta cautivado por la trama de la historia puede apren- der el arte de una intervencién discontinua. Sea cual fuere el estilo que identifiquemos al comienzo, éste se con- vierte en el punto de partida. Desafiamos al terapeuta a que amplie su re- pertorio, a que sea capaz de responder a una diversidad de perspectivas de manera complementaria a las necesidades de la familia. La meta es un clinico que pueda manipularse a sf mismo en interés del cambio terapéu- tico, sin dejar de ser espontaneo. Carl Whitaker, que fue un terapeuta versatil y Gnico, comunicé a través de la ensefianza la necesidad de adoptar una diversidad de roles durante el trabajo con la familia. Le encantaba contar historias de cuando era «nina. Esta libertad para ser proteico y a la vez. fiel a uno mismo, es la que intentamos impartir a nuestros estudiantes. La supervision exitosa da lugar a un terapeuta diferente de su super- visor, pero también distinto de la persona que era antes del proceso de su- pervision. El truco es respetar los limites de la vida privada del estudian- te durante el proceso de autotransformacién, ACERCA DEL LIBRO Hemos dividido el libro en dos partes. En la primera parte examina- mos las diferentes teorfas sobre la terapia familiar y describimos un mo- delo terapéutico intervencionista, modelo que esta a la base de nuestra supervision de terapeutas en practicas. Esta parte del libro fue escrita conjuntamente por los tres autores mencionados en el titulo, quienes comparten. sus perspectivas sobre la familia y la terapia familiar que se desarrolla a lo largo del volumen. Por lo tanto, la voz del autor en esta dis- cusi6n sera el «nosotros» y alude a nosotros tres. La mayor parte del es- tudio sobre el encuentro terapéutico y su supervisién hace referencia al trabajo individual efectuado por Minuchin y cuando se emplea el pro- nombre «yo» se alude a él. La segunda parte es una respuesta a las sugerencias de Haley respecto a que el modo de saber si un terapeuta lo hace bien es preguntando a las familias. Pedimos a nueve estudiantes del curso avanzado de entrena- miento que hablen con Minuchin sobre sus experiencias en la supervision y el efecto de ésta en la practica clinica. E] autor y los alumnos supervi dos comienzan sus relatos describiéndose a si mismos como miembros de sus familias de origen. (Tal actividad no forma parte del curso de entrena- miento; les fue asignada solo a propdsito de este volumen.} El resultado es una galerfa completa de terapeutas familiares, trabajando todos ellos con un supervisor, encontrandose con un grupo diverso de familias. Sera facil apreciar que ninguno de ellos es un clon de Minuchin. Supervisor y alumno son sorprendidos en la misma experiencia. Es- t4n unidos en la meta de crear un terapeuta complejo, flexible, un clinico que tenga una experiencia terapéutica satisfactoria con la familia. El pro- ceso influye en ambos. El profesor no sélo respondié a nivel intelectual 18 EL ARTE DE LA TERAPIA FAMILIAR sino que fue un participante activo. Y, finalmente, supervisor y estudian- te se beneficiaron de la comprensién de su propia experiencia, asi como de sus limitaciones. En los capftulos 7-15 los pasajes en cuerpo menor y redonda reflejan los comentarios de Minuchin sobre los casos. Esperamos que ambas secciones de este libro, la teérica y la practica, transmitan el complejo y gratificante proceso de dominar la terapia fami- iar. Satvapor MinucHin 1. TERAPIA FAMILIAR Una dicotomia tedrica Mapke (con impaciencia): ¢Quieres contarle lo que hiciste? Davip: Oh, si, mi ojo, me Io he frotado un poco. No debia hacerlo. El impulso no iba a durar tanto. Git (suavemente): David, ¢donde estaban tus padres antes de que te entraran las ganas? ¢Qué estaban haciendo? La clase del miércoles, tras el cristal unidireccional, se dedica a obser- var a Gil con la familia de David. David, de veinticuatro aiios, ha pasado el timo aio de su vida bajo vigilancia psiquidtrica. Cuando la compul- sién de frotarse el ojo amenazaba con cegarle, no parecfa que existiese al- ternativa a la hospitalizacion. Gil fue, en un principio, su terapeuta indi- vidual, pero durante los dltimos cuatro meses éste ha estado trabajando con David y sus padres. En estos cuatro meses, Gil ha estado mostrando videos de la terapia al grupo. Hoy por primera vez asistimos a la sesién de familia en vivo. Nos sentimos como si conociéramos bien a estas personas. Estamos familiari- zados con la forma en que los padres prestan atencion a David. Cada de- talle de su conducta llega a estar dotado de sentido y es una preocupacién para ellos. No puede ocultarlo. EI padre, una figura gris, parece dubitativo, deseoso de ser util. La cara redonda de la madre parece més cercana a la de David de lo que no- sotros, los miembros del grupo, creemos necesario. Las torpes explica- ciones de David se dividen equitativamente entre ellos; primero trata de satisfacer a su madre, después a su padre. Es evidente que su misin es agradar. Gil, un psicélogo nacido y criado en el sur, tiende a relacionarse con la gente manteniendo una distancia respetuosa. Como terapeuta, prefiere las interpretaciones moderadas en un tono delicado. Minuciun (el supervisor, al grupo): Creo que Gil les dice que el hecho de que David se frote los ojos esta desencadenado por la proximidad de la madre. El es tan considerado con el poder de las palabras que piensa que lo han entendido. Pero ellos se encuentran en otra Grbita. Gil necesitara aprender a gritar antes de que puedan escucharle. 22 FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR He estado trabajando sobre el estilo de Gil con esta familia desde co- mienzos de afio y, aunque ha reconocido las limitaciones de su estilo y pa- rece comprometido en ampliar su modo de trabajo, ha mantenido su enfo- que marcadamente cognitivo y su confianza en las interpretaciones expresadas suavemente. Decidi unirme a Gil en el otro lado del espejo y tra- bajar con él como supervisor-coterapeuta durante un breve lapso de tiempo. Cuando entro, Gil dice simplemente «doctor Minuchin», Tomo asien- to. La familia sabe que he estado supervisando la terapia durante los dlti- mos meses. MINUCHIN (al padre): Si quiere ayudar a su hijo, debe evitar que su es- posa se comporte asf con él. Hable con su esposa. Papre: No puedo. No se puede hablar con ella. Minucuin (a David): Entonces continuaras cegAndote. Davin: No voy a cegarme. Minuciin: Por qué no? Los chicos buenos hacen cosas agradables para sus padres. Tu padre ha decidido que no puede manejar a tu madre. Ella se siente sola y aislada. Té has decidido ser su cura. Por tanto, te ce- gards para darle una ocupaci6n en la vida: hacer de madre. Mas adelante, en el capitulo décima, Gil describira en detalle su expe- riencia de mi supervisién en este caso. En mi introduccién al capitulo de Gil y en mis comentarios sobre su relato, describiré la idea que me llevé a intervenir en la sesi6n de consulta tal y como Io he mencionado. El] caso de David y su familia es tan fascinante que serfa tentador entrar ahora en los detalles de la supervisién del caso, Antes de comenzar esta explora- cién de la supervisi6n de la terapia familiar, sin embargo, se debe entrar en una cuestién mas general. El modo en que intervine durante la consulta —de hecho, el modo en que superviso en general— esta enraizado en mi visién del encuentro te- rapéutico. Se basa en un entendimiento particular de la gente y de las ra- zones por las que se comportan como lo hacen, de cémo cambian y de qué clase de contexto invita al cambio. Este lazo intimo entre la visién te- rapéutica propia y el modo de supervisar y de entrenar no es exclusivo de la terapia estructural familiar. Desde los inicios del campo de la terapia familiar, en cada una de las denominadas «escuelas» de terapia de fami- lia, la manera en que alguien supervisa ha estado ditigida por el modo en que concibe la terapia. Asi, una exploracién de la supervisién en terapia de familia debe co- menzar con una mirada al modo en que se aplica la terapia familiar. Sin embargo, debe ser una vision que vaya més alla del compendio de técni- cas que se emplean en el 4rea. Para realizar una exploracién de la super- visin de forma que se comprenda con claridad lo que ocurre en la tera- pia familiar, necesitamos penetrar en el pensamiento que subyace a las técnicas y discernir los valores y supuestos fundamentales que dieron ori- gen a ellas. Cuando uno contempla la practica de la terapia familiar de esta manera, desaparecen muchas de las diferencias aparentes entre las ‘TERAPIA FAMILIAR: UNA DICOTOMIA TEORICA 23 escuelas de terapia familiar. Pronto quedara claro, sin embargo, qué dis- tinciones son las cruciales. Retrocediendo al tema de la supervisién de Gil con la familia de Da- vid, es importante resaltar que mi foco de atencién como supervisor no s centra demasiado en las dinamicas familiares, al contrario que el estilo terapéutico de Gil. Creemos que es esencial atender a la persona del tera- peuta. Desafortunadamente, la literatura de la terapia familiar ha puesto a menudo un interés mucho mayor en la técnica terapéutica que en la propia figura del terapeuta como motor de cambio, Esta division entre técnicas y el empleo del «yo» del terapeuta aparecié muy temprano en el desarrollo de esta area. Esto, en parte, constituy6 un subproducto invo- luntario de la necesidad histérica de la terapia familiar de diferenciarse de las teorias psicoanaliticas. Considérense, por ejemplo, los conceptos psicodindmicos de «transferencia» y «contratransferencia», conceptos que implican sobremanera a la figura del terapeuta. Los terapeutas pioneros de la terapia de familia desecharon tales conceptos por irrelevantes. Ya que Jos padres y otros familiares del paciente se encontraban en la sala de consulta, no parecia necesario considerar cémo podria éste proyectar sus sentimientos y fantasias vinculadas con miembros de la familia en Ia fi- gura del terapeuta. Pero con el rechazo de estos conceptos, la persona del terapeuta comenz6 a hacerse invisible en los escritos de estos pioneros de la terapia familiar. A medida que el clinico desaparecia, todo lo que que- dé fueron sus técnicas. Con la evolucién de la disciplina, los terapeutas de familia aceptaron, copiaron y modificaron técnicas introducidas por otros clfnicos. Por ejemplo, la técnica del abandono del cambio, de Jay Haley, reaparece en la nocién de «paradoja» y «contraparadoja» de la escuela de Milan. La téc- nica de la escultura de Virginia Satir fue retomada y modificada a partir de la técnica de la coreograffa de Peggy Papp. Y el genograma, desarro- lado por Bowen y Satir, se convirtié en un medio comtin para casi todos los terapeutas de familia a la hora de trazar el mapa de las fami Por supuesto, en la practica, la manera en que los terapeutas aplica- ban estas técnicas era preocupante para las familias, clinicos y superviso- res. Para la mayorfa, sin embargo, este temor no estaba reflejado en la li- teratura del campo; como mucho de manera adicional. Por ejemplo, en Families of the slums (Minuchin, Montalvo, Guerney, Rosman y Schumer, 1967) esc La eleccién de la intervencién por parte del terapeuta esta definitiva- mente limitada porque debe operar bajo las demandas organizativas del sistema familiar. Pero esto conlleva la ventaja de que su autoconciencia, en medio de las «fuerzas del sistema», le permite identifica las areas de inte- racciGn que requieren modificarse y los medios en que puede actuar para cambiar sus consecuencias... El terapeuta pierde distancia y esta total- mente dentro del sistema cuando adopta el papel de intercambiar de modo reciproco con respuestas complementarias que tienden a duplicar lo que cada uno de ellos habitualmente obtiene de los demas (pag. 295). 24 FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR Esta es una descripcién bastante compleja del proceso mediante el cual el terapeuta experimenta y conoce a la familia empleando su auto- conciencia en el contexto terapéutico. No obstante, el enfoque principal de mis primeros libros no radicaba en el yo del terapeuta, sino en las téc- nicas para modificar a las familias. Como me centré en ellos (las familias) més que en nosotros (los terapeutas), el clfnico como portador de las téc- nicas se convirtié en universal mientras que las familias se volvieron cada vez mas idiosincrasicas. Otro ejemplo de este proceso de supresién de la figura del terapeuta se puede ver en el modo en que reaparecié de manera modificada mi con- cepto de «coparticipacién» en el término «connotaci6n positiva» de la es- cuela de Milén. En Family therapy techniques (Minuchin y Fishman, 1981),* describi «coparticipacién» del siguiente modo: El terapeuta est en el mismo barco que la familia, pero él debe ser el ti- monel... Qué cualidades tiene que poser? Qué puede emplear para guiar la habilidad?...[El] aporta un estilo idiosincrasico para comunicarse y un bagaje teérico. La familia necesitara adaptarse a este bagaje de un modo u otro y el terapeuta necesitaré acomadarse a ellos (pag. 29). El concepto primordial de «coparticipacidn» se relaciona con dos sis- temas sociales idiosincrdsicos (la familia y el terapeuta) que se adaptan el uno al otro, Cuando la coparticipacién se transforma en «connotacién positiva», simplemente se convierte en una técnica de respuesta a las familias. Lo mas conocido de estos intentos de solucién fue indudablemente la tdc- tica que denominamos «connotacién positiva», la cual implica no sélo abste- nerse de criticar a cualquiera de la familia, sino también de interferir directa- mente con Ia «conducta recomendable» de cada uno... Pensando hoy en ello, notamos que la idea de aconnotacién positiva», disefiada originalmente como un medio de proteger al clinico de los contraproducentes enfrentamientos fa- miliares y los abandonos... era un recurso estratégico débil... (Selvini-Palazzo- li, Cirillo, Selvini y Sorrentino, 1989, pags. 236-237; la cursiva es nuestra). La diferencia entre estos dos conceptos no se ubica principalmente en el nivel del contenido. Una gran parte de la coparticipacién guarda relacién con la connotacién positiva de la forma de ser de la familia, pero no termina abf. Mientras que la coparticipacién reconoce al terapeuta como un agente activo, como un instrumento terapéutico Gnico, la connotacién positiva sélo lo concibe como agente pasivo, como un portador de sentido y técnica. Como hemos resaltado, la desaparicidn de la persona del terapeuta en la literatura de la terapia familiar puede atribuirse en parte al contexto histérico en el que se desarrollé la terapia de familia. Sin embargo, du- rante un largo periodo de esta drea, la desaparicién del clinico ha sido in- * Trad. cast.: Técnicas de terapia familiar, Barcelona, Paidés, 192. TERAPIA FAMILIAR: UNA DICOTOMIA TEORICA 25 tencional mas que accidental, como resultado, de hecho, de una eleccién te6rica deliberada. Una de las principales aseveraciones de este libro es que el campo de la terapia familiar se ha organizado, a lo largo del tiem- po, en torno a dos polos caracterizados por una visién diferente del papel que el terapeuta podria desempefiar como motor de cambio. Discutire- mos, mas adelante en el capitulo, las inquietudes tedricas que han legado algunos terapeutas de familia en ‘orden a buscar deliberadamente una es- pecie de «invisibilidad» en el consultorio. Primero, sin embargo, permita- nos mostrarle el aspecto de una terapia de familia cuando es efectuada por un miembro del grupo de clinicos que, en sus practicas y publicacio- nes, concibe al terapeuta como el principal instrumento de cambio del encuentro terapéutico. Este tipo de terapia familiar se ejemplifica en la guiente descripcién de una sesién dirigida por Virginia Satir. LA TERAPIA DE FAMILIA ACTIVISTA En la década de los setenta, la Clinica Filadelfia para la Orientacién In- fantil patrocin6 varios talleres sumamente interesantes en los cuales dos terapeutas entrevistarian por separado a la misma familia durante dias sucesivos. Las sesiones fueron observadas y grabadas en video a través del cristal unidireccional. (El secretismo que caracterizaba al psicoanal fue uno de los conceptos contra los cuales se revelé la terapia familiar.) La idea que escondia este formato fue que, ya que cada intervencién del cli- nico estaria guiada por sus premisas teéricas, los asistentes podrian per- catarse de la forma en que estos conceptos sobre la naturaleza familiar y el proceso de! cambio tomaban forma en el estilo del terapeuta. Uno de los primeros participantes fue Virginia Satir, que entrevisté a una familia mixta. El padre y su hija de dieciocho afios fruto de su primer matrimonio vivian con su segunda esposa y su hija de dieciséis. El hijo de i del primer matrimonio vivia con su ex esposa. Ambas familias stado en tratamiento durante aproximadamente un aio a causa de sus disputas sobre el hijo. El padre sentia que su primera esposa era una madre inadecuada y le habia demandado para obtener la custodia. Sus batallas legales se reflejaron en disputas amargas y mordaces entre las familias. La hija no le habia hablado a la madre en un afi y el nifio pa- decfa severos problemas escolares. Satir era rubia y alta, una diosa que Henaba la habitacién con su sola presencia, Cuando entré en el habitaculo, estreché la mano de cada uno, se sent6 comodamente y le pidié al muchacho que fuera a la pizarra y di- bujara un organigrama de la familia. Ella charlaba con fluidez, pregun- tando y haciendo comentarios personales: «No sé por qué no puedo recor- dar ese nombre», «Cuando me siento asi...» Desde hacia minutos, habia creado una atmésfera de apertura en las que ambas partes se sentfan libres para hablar. Con una postura claramente a favor de todos, Satir procedié a abordar a cada miembro de la familia, investigando el contenido de cada interaccién y puntualizandolo todo con comentarios amistosos. 28 FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR La introduccién por parte de Bateson de una postura neutral y refle- xiva planted automaticamente un rompecabezas para aquellos terapeutas familiares que anhelaban seguir este acercamiento en la prdctica te- rapéutica. ¢Cémo podria controlarse la influencia del terapeuta en la se- sién? Para el psicoanalista, la herramienta para controlar Jas respuestas contratransferenciales era la autoconciencia desarrollada a través del en- trenamiento analftico. Pero no existfa ningun equivalente al entrena- miento analitico disponible para el terapeuta familiar. Asf que a aquellos que deseaban seguir la postura terapéutica reflexiva, no les quedaba otra opcién que crear controles externos sobre sus intervenciones terapéuti- cas. En este empeiio, el grupo més ingenioso fue la escuela de Mil4n, cu- yos métodos serdn descritos mas detalladamente en el capitulo cuarto. Para controlar la intrusividad del terapeuta, crearon un «equipo terapéu- tico» de observadores situados detras del espejo unidireccional ante el cual el terapeuta de la sesin era responsable. Cambiaron el «yo» del te- rapeuta por el «nosotros» del equipo y trabajaron para activar un proce- so de cambio en los miembros de la familia para cuando estuvieran fuera de la sesién y de la influencia del terapeuta. Los terapeutas se vefan a sf mismos como mediadores objetivos en la distancia, lanzando los «guija- rros psicolégicos» que crearfan ondas en la familia. LA TERAPIA INTERVENCIONISTA VERSUS LA TERAPIA PASIVA Nuestro recorrido acerca de como se practicé la terapia familiar ha re- velado que, a lo largo de su breve historia, este campo ha sido poblado por dos clases de terapeutas, La diferencia entre los dos grupos radicaba en el grado en que defendian el empleo del yo para producir el cambio. En un extremo se encuentra el terapeuta intervencionista, que practica la tera- pia activa comprometida del «inténtalo, inténtalo nuevamente» producto de los afios sesenta, con todo su optimismo, energia, experimentalidad, creatividad y candor. Papre: Jimmy es muy, pero que muy rebelde. No puedo controlarle. Terapeuta: Pidale a Jimmy que traiga su silla aqui y hable con él. Jimmy, quisiera que le escucharas. Después dile lo que piensas. ;¥ la ma- dre que no interrumpa! En el otro extremo se encuentra el terapeuta pasivo: Pabre: Jimmy es muy, pero que muy rebelde. No le puedo controlar. Terareura: gPor qué cree que sucede? El terapeuta puede formular otras cuestiones, animar a que se explo- re el sentido. Sera atento y respetuoso, cuidadoso para no imponer sus propios prejuicios sobre el padre y el hijo. Es una terapia de minimos. TERAPIA FAMILIAR: UNA DICOTOMIA TEORICA 29 El terapeuta moderado ha encontrado justificacién intelectual para su estilo terapéutico minimalista en varias fuentes. Durante la década de los ochenta, los cimientos teéricos de Bateson se complementaron con ideas importadas del trabajo de los cientificos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela (1980). Sus investigaciones habian demostrado que la percepcién del mundo externo por parte de un organismo esta amplia- mente determinada por su estructura interna. En algunos circulos se sacé mucho partido de un experimento donde el ojo de un tritén se gird 180 grados. Cuando un insecto en movimiento se colocaba enfrente de él, el trit6n saltaba desorientado y trataba de capturarlo creyendo que el in- secto estaba situado tras él (Hoffman, 1985). Las fuitiles objeciones en base a fundamentos biolégicos (que el ojo y cerebro mamiferos son de dit ferente orden que el reptil) y humanos (que los seres humanos y sus inte- racciones no estan confinadas a cuestiones de neurobiologfa), no disuaden a algunos terapeutas pasivos de su triunfal marcha hacia Ja conclusi6n |6- gica: la realidad objetiva no se puede conocer. Si cada organismo respon- de primariamente a su propia estructura interna, entonces ninguno pue- de provocar directamente un estado determinado en lugar de otro. Para los practicantes de la terapia pasiva, un corolario terapéutico parecia mas que evidente: es imposible para el clinico generar cambios en blancos te- rapéuticos especificos en una familia. Por tanto, la terapia deberia ser «no intervencionista», una simple conversaci6n entre personas. En los noventa, el terapeuta pasivo dio un giro hacia el constructivis- mo social (Gergen, 1985) y el posmodernismo de M. Foucault (1980) en busca de apoyo ¢ inspiracién. El constructivismo social subraya el hecho de que el conocimiento no es una representacion de la realidad externa, sino un consenso construido por individuos que hablan «un mismo len- guaje». El posmodernismo de Foucault afiade la observacién de que la conversacién est gobernada por amplios discursos socioculturales y pre- valecen ciertas perspectivas mientras que se obvian y marginan otras. Bajo la influencia de estas escuelas de pensamiento, el terapeuta pasivo ha ve- nido a centrarse en el lenguaje y la narrativa. El clinico realiza a sus clien- tes preguntas que les brindan ia oportunidad de reconsiderar ciertos nificados y valores que hasta la fecha habian sido considerados como «definitivos» y normativos. El terapeuta crea de este modo un contexto dentro del cual se invita a los clientes a recapitular sus vidas deshaciéndo- se, en el proceso, de la opresién de los discursos culturales constrictivos. No cuestionamos la importancia del constructivismo social ni del posmodernismo para entender los fenémenos sociales, pero, segtin nuestra percepcién, la terapia no deberfa ser un mero ejercicio de entendimiento y menos de tipo abstracto o académico como el postulado por el analisis posmodernista. Por el contrario, la terapia deberfa estar orientada hacia la accién. Es una cita relativamente breve entre una familia y un terapeuta, con la meta explicita de aliviar un estrés. Aplicar las ideas constructivistas y posmodernistas de modo literal a tales encuentros se nos antoja como un ejemplo de lo. que Bateson !lamaria un «error de categoria», una aplica- cién errénea de un concepto desde un nivel de abstraccion a otro. 30 FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR No obstante, el terapeuta pasivo de los noventa permanece cauteloso ante nuestra clase de intervencionismo terapéutico. Subrayando las ma- neras en que la gente est gobernada (y limitada) por las historias que las personas han construido a través de las conversaciones con los otros, el terapeuta pasivo sigue Ilamando la atencién sobre el tema de la experien- cia terapéutica y las normas. Harlene Anderson (1994) ha descrito el cam- bio en las bases tedricas de la terapia que acompaiia a la practica cons- tructivista: De Conocimiento como objetivo y fijo —sujeto y conocimiento como independientes Lenguaje como representacional, reflejo fiel de la realidad Sistemas sociales como cibernéticos. imposicién de orden, unidades sociales definidas por la estructura y el papel Terapia como una relacién entre un experto y personas que requieren ayuda A Conocimiento creado socialmente y generativo —interdependiente Lenguaje como manera en que experimentamos la realidad, herramienta con que le damos sentido Sistemas sociales como unidades sociales configuradas y producto de la comunicaci6n social Terapia como colaboracién entre personas con diferentes perspectivas y experiencia Fuente: AAMFT Conference, Washington, DC, 1994. En ninguna columna se encuentra incluida la palabra «familia». La conceptualizacién de la familia como la unidad social significativa que genera definiciones idiosincrasicas del «yo» y los «otros» desaparece vir- tualmente. La idea factible de familia como sistema social, en la cual se moldean los patrones de experiencia, es reemplazada por la nocién de «sistema de lenguaje» como unidad social. Entretanto, al terapeuta se le resta la flexibilidad mediante el imperativo ideolégico de que opere tni- camente en posturas colaborativas, simétricas. Desaparece su libertad para cuestionar, actuar, opinar o comportarse en el despacho como la per- sona compleja y multifacética que es fuera de él. Todo lo que le queda en su papel de terapeuta es actuar como un entrevistador distante y respe- tuoso. Como grupo, los terapeutas constructivistas se han esforzado en crear una terapia de apoyo y respeto a sus clientes. En su practica, la patolo- gfa es empujada fuera de la familia para situarla en la cultura que la ro- dea. El terapeuta se cifie a un lenguaje gobernado por el imperativo de ser respetuoso. En estas aproximaciones, el clinico se convierte en el re- TERAPIA FAMILIAR: UNA DICOTOMIA TEORICA 31 colector de las historias familiares. Funciona como la persona a quien los miembros de la familia dirigen sus relatos y que los une. Los terapeutas pasivos han llegado lejos desde que Bateson defendie- ra una terapia democratica del significado y, en el proceso, han legado a una conceptualizacién totalmente diferente sobre la posicién de los indi- viduos en el contexto. En el marco de pensamiento de Bateson, las inte- racciones de los miembros de la familia sostienen el funcionamiento fa- miliar, su visi6n de ellos mismos y del otro. El pensamiento, expresado en términos cientificos de sistemas y ecologia, es profundamente moral. Im- plica responsabilidad mutua, compromiso con el todo, lealtad y protec- cin entre si, esto es, pertenencia. Obliga al clinico y al cientifico social a centrarse en las relaciones entre el individuo, la familia y el contexto. El constructivismo contemporaine, sin embargo, ha adoptado una postura moral distinta. Se centra en el individuo como vfctima del lenguaje res- trictivo que implica el discurso invisible dominante en boga. La respues- taal constrenimiento cultural es una postura de liberacién politica, de de- safio cultural a través del cuestionamiento de los valores y significados aceptados. Esta posici6n renuncia a la responsabilidad de los miembros de un grupo en favor de una filosoffa de liberacién individual. Para los que de- fienden esta postura, por tanto, el contacto iddneo entre las personas se caracteriza por el respeto mutuo pero sin compromisos. Creemos que esta nocién refleja la visién posmoderna pesimista sobre nuestra cultura, el desencanto con el Estado y la conviccion de que las limitaciones socia- les son perjudiciales para el individuo. Desde el punto de vista del terapeuta de familia intervencionista, el te- rapeuta pasivo se centra en el contenido y la técnica de interrogar se- cuencialmente a los miembros de la familia situaéndose en una posicién central que despoja a la situacién terapéutica de su recurso mas valios el compromiso directo existente entre los familiares. Todos los elementos no verbales, la irracionalidad y todo el afecto de la interaccién familiar se han perdido. Como resultado de ello, algunas de las mas importantes ven- tajas del movimiento de la terapia familiar quedan abandonadas. Para el terapeuta intervencionista, la familia constituye el contexto privilegiado en el cual las personas pueden expresarse de manera mas plena y en toda su complejidad. Asf, la interaccién familiar, potencial- mente destructiva o curativa, sigue ocupando un lugar fundamental en la practica. Para nosotros, la vida familiar es tanto drama como historia. Como drama, la vida familiar se desenvuelve en el tiempo. Tiene un pasa- do, expresado en historias narradas por los personajes. Pero también es presente, que se desarrolla en las interacciones de estos personajes. Y como el drama, la vida familiar es también espacial. Los miembros de la familia se comunican entre sf con gestos y sentimientos tanto como con palabras. El proceso de cambio ocurre a través del compromiso del terapeuta con la familia. El terapeuta es un catalizador del cambio familiar (a dife- rencia del catalizador fisico, ¢| mismo podria alterarse en este proceso). 32 FAMILIAS Y TERAPIA FAMILIAR. Cualquier acontecimiento terapéutico que se produzca durante la terapia se debe a este compromiso. Asi, el terapeuta traslada el drama familiar al consultorio, generando un contexto donde se anima a los miembros de la familia a interactuar directamente con el otro. El terapeuta escucha el contenido, los temas, relatos y metaforas, pero también observa. «Donde se sientan las personas? ¢Cudl es la posicion relativa de los miembros de la familia? Atiende al movimiento: las diferentes entradas y salidas, los movimientos de los familiares entre sf. Observa los gestos: cambios suti- les en la postura, los toques aparentemente casuales mediante los cuales los miembros de la familia se avisan entre si; los Ifmites que definen las afiliaciones, las alianzas y las coaliciones comienzan a aflorar, Cuando esto sucede, el terapeuta empieza a experimentar las fuerzas familiares. La familia empuja y atrae, induce al terapeuta al papel de juez, mediador, aliado, oponente, pareja, padre e hijo. El terapeuta desarrolla una com- prensién experimental de los patrones interactivos familiares elegidos y a su vez comienza a sentir las alternativas subyacentes que podrian llegar a ser accesibles. Ahora podria emplear sus respuestas personales para guiar sus intervenciones, quizés incluyéndose de forma resuelta en el drama fa- miliar. Intervenir de este modo conlleva sus problemas. Afiade otra fuerza a una 4rea interpersonal de por si ya sobrecargada. Pero la respuesta a este problema no estriba en evitar el compromiso sino en controlarlo, El terapeuta debe actuar como participante en el drama familiar y como observador, Es importante comprometerse, y también es vital salir- se, animando a los miembros de la familia a que interacttien directamen- te entre si. Es basico dejarse atraer por la emotividad del area pero tam- bién observar. Es el punto medio lo que otorga a las intervenciones del terapeuta su poder de cambio. Provoca a la familia para que responda, y después estudia su respuesta. Si las intervenciones del clinico han sido tiles, los miembros de la familia se descubrirén relacionandose de una forma novedosa, generadora de desarrollo y enriquecimiento. La cura- cién sucede en estos momentos y los sanadores son el terapeuta y los mis mos familiares. El terapeuta familiar intervencionista acepta las responsabilidades de la intervencién. Necesita concienciarse de su ignorancia y de sus conaci- mientos. Precisa saber como las normas sociales moldean a la familia. Necesita conocer los factores fisiolégicos, culturales y econémicos. Debe saber que él mismo esta limitado por su propia historia. Pero a pesar de estas limitaciones, debe hacer algo mds que escuchar. El terapeuta de familia, sea pasivo o intervencionista y con indepen- dencia del marco tedrico, es un agente de cambio. Modula la intensidad de sus intervenciones de acuerdo con Jas necesidades de la familia y de su propio estilo personal. E] terapeuta pasivo se mueve bajo minimos en un espectro de baja intensidad, conformandose con ayudar a Jos miembros de la familia a que entiendan cémo construyen sus historias. Su meta es proveer un contexto neutral para «conversaciones terapéuticas». Un tera- peuta intervencionista, por el contrario, acttia bajo minimos en un espec-

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